Fiebre
La fiebre es uno de los problemas de salud más comunes de la especie humana, y sin embargo es uno de los más temidos por el paciente. En el siglo XVII el famoso médico Sydenham ya empezó a vislumbrar una visión más naturista al decir que la fiebre «es la máquina que la natura da al cuerpo para conquistar a sus enemigos».
EL MIEDO DEL PACIENTE
Sin embargo, hoy esta máquina se puede ver entorpecida por el uso de antitérmicos. Hay que recordar que en la antigüedad se consideraba que una fiebre empezaba a resolverse cuando se producía la «lisis» (término que deriva de romper, en griego), que es cuando se empezaba a sudar abundantemente. Por eso la sudación no deja de ser una inflexión o en el proceso febril.
En primer lugar hay que decir que la gran mayoría de las fiebres no sólo son benignas, sino que son beneficiosas para que el proceso de enfermedad se desarrolle con mayor facilidad y rapidez. Tan sólo una ínfima parte de ellas puede significar la consecuencia de un proceso más grave.
Como norma general deberemos entender a la fiebre como un proceso amigo, pero que es mejor que nos haga una visita rápida y moderada.
Aunque la mayoría de los procesos febriles están producidos por una causa infecciosa hay que tener en cuenta que la fiebre forma parte de un complejo amplio de síntomas de las enfermedades agudas, sea cual sea su causa.
Existen procesos febriles producidos por traumatismos, por inflamaciones no infecciosas, por tumores, por golpes de calor, por medicamentos…
El ser humano es homeoténnico, lo que quiere decir que debe mantener la temperatura dentro de un estrecho margen, fuera del cual no está capacitado para desarrollar la vida.
El control de la temperatura es una de
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