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Visiones
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Visiones

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Las visiones de Martn Cortz, tienen su encanto en el soador y rico relato de un nio campirano ubicado en el Bajo de Mxico, que nos hace vivir con l todas sus aventuras y nos introduce a las mismas emociones de su tierno corazn y su gran imaginacin activa. Mientras nos comparte sus vivencias, podremos conocer un rincn del Mxico de mediados de siglo y nos dejar saber cmo era su vida.
LanguageEspañol
PublisherPalibrio
Release dateJan 21, 2014
ISBN9781463375034
Visiones
Author

Martin Cortez

Me llamo Martin Cortez Hinojoza. Nací en el puerto de la Cruz Municipio de Abasolo Guanajuato México. Mi madre me dice que eran las tres de la mañana de un día 10 de Junio de 1965, cuando di el primer respiro. Después al mes fui bautizado en la iglesia con el nombre de José Martín, pero cuando tenía tres años, escogí quedarme con el nombre de Martín, a mi madre le gustó esa idea porque ella pensaba que el nombre de José ya había muchos y para ella Martín había pocos y si mi nombre tenía “santo”, eran san Martín y ese santo para ella había sido uno de los mejores porque había practicado la bondad para sus semejantes. Pero caminé solo por las veredas del cerro blanco; él fue mi confidente…

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    Visiones - Martin Cortez

    Copyright © 2014 por Martin Cortez.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 11/01/2014

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    520034

    ÍNDICE

    Biografía

    Introducción

    VISIONES

    BIOGRAFÍA

    Me llamo Martin Cortez Hinojoza. Nací en el puerto de la Cruz Municipio de Abasolo Guanajuato México. Mi madre me dice que eran las tres de la mañana de un día 10 de Junio de 1965, cuando di el primer respiro. Después al mes fui bautizado en la iglesia con el nombre de José Martín, pero cuando tenía tres años, escogí quedarme con el nombre de Martín, a mi madre le gustó esa idea porque ella pensaba que el nombre de José ya había muchos y para ella Martín había pocos y si mi nombre tenía santo, eran san Martín y ese santo para ella había sido uno de los mejores porque había practicado la bondad para sus semejantes. Pero caminé solo por las veredas del cerro blanco; él fue mi confidente…

    INTRODUCCIÓN

    Estas memorias se las dedico a Ligia y especialmente a aquel viejito que conocí una madrugada del año 1971, Don Casimiro se llamaba. El me espera al otro lado del viento. Y a la Esperanza Santana, soñadora la mujer con visiones también y a Palibrio por ayudarme a publicar mis cuentos basados en la vida real de mi inocente niñez.

    Me gustaba estar con Ligia, casi no hablaba, sólo lo hacía cuando era necesario. Ella fue mi guía en mis visiones de niño de seis, me inspiraba y me ayudaba, porque ella también tenía las de ella especialmente cuando se fumaba su cigarrillo medicinal de mariguana.

    Aun no cumplía seis; Les cuento mi niñez, les decía a los señores llenos de canas o de pelo gris, uno me preguntó: ¿Niño, que hiciste el día de ayer? En vedad no lo sé, le contesté, pero lo que sí sé es que quise hablar con Dios y no lo logré, lo único que logré fue que mi cabeza diera vueltas a mi alrededor. Cuando el sacerdote terminó de darnos la misa y la gente salió de la iglesia yo me quedé en el interior y me tomé el vino y las hostias que habían sobrado. Los señores se empezaron a reír y uno me preguntó ¿Y para que querías hablar con Dios? Mira ¿Qué no ves?, le dije, la cosa esta muy dispareja. Los niños de Don Crispín ni siquiera van a la escuela, ellos me contaron que porque no tienen calzado y que a veces no tienen ni tortillas para comer. Por eso quise hablar con Dios, le quería decir que fuera más parejo con sus hijos y que a todos nos diera de comer igual pues unos tienen mucho y otros nada. Dicen que el sacerdote cuando se toma el vino puede hablar con Dios, yo me terminé la botellita de vino y nada. Sonrieron aquellos hombres, uno comentó Este niño tiene visiones y te las hace creer

    Así crecí. No tuve amigos de mi edad pues no los comprendía pero si tuve amigos de niño, uno fue el poeta, tenía 63 años, otro fue Don Casimiro, el revolucionario que tenía al menos 85 años y Don Lupe el explorador de 70 años, ellos si me aceptaban, comprendían y creían en mí. Lo malo que tres días después de que conocí a Don Casimiro se fue enlutado persiguiendo el viento y el viento se llevó su alma a la eternidad, se fue a su viaje final. Tenía 88 años de edad, así me lo contó Tobías, otro amigo de Don Casimiro cuando me trajo unos regalos que él me dejó, yo ni atención les di. Uno era el revolver con el que había peleado por la libertad y me mandó decir que lo usara si lo necesitaba; otro fue una caja como de a pie cuadrado pero no me dijo que la abriera y hasta el día de hoy permanece cerrada y enterrada. Se especula que ahí viene la paga que el nuevo gobierno le pagó por sus servicios a la nación. La gente habla que son cien centenarios y otros dicen que son al menos quinientos.

    Mi hogar fue el Puerto de la Cruz, municipio de Abasolo, Guanajuato. Es un lugar visionario también porque está en un pequeño valle con montes a su alrededor, uno de ellos es el cerro Güilote que está completamente arbolado, otro es el cerro blanco, éste solo tiene arbustos y cazahuates.

    VISIONES

    Era la época de los 70’s cuando mis visiones y mis sueños se hicieron más persistentes en mí. Yo tenía 5 años de edad cuando recuerdo haber escuchado hablar de brujas por primera vez. Eran personas, pero por la noche se convertían en brujas y tenían el poder de volar, pero a cambio de ese poder tenían que pagar un precio y ese precio era su alma.

    Su alma se la vendían al diablo y el a cambio les daba algunos poderes como el de volar y también causarles daños muy malos a sus enemigos, como enfermedades incurables.

    Escuche hablar a Ligia hablar de estas cosas con su comadre Jesús y su cuñada Hermelinda; Ligia me había llevado con ella para visitar a doña Jesús, yo estaba a lado de Ligia cuando alguien que no recuerdo su nombre dijo: No hablen de esas cosas porque este niño está escuchando y se puede espantar, al momento que escuche esas palabras cerré mis ojos y pretendí estar completamente dormido.

    Dijo dona Hermelinda: -Y qué tiene de malo?, que se vaya dando cuenta de las cosas que hay en la tierra-, Ligia les contesto: - Ya se dará cuenta a su debido tiempo-, y siguieron hablando de aquellas criaturas que eran las brujas y que solo andaban de noche.

    Ligia era curandera, así le decían porque por esta región les ayudaba a las mujeres a dar a luz a sus críos, era admirada y respetada por toda la región.

    Ligia había ido a una casa a ayudar a una nuera de su comadre a tener un crio, Ligia se metió a un cuarto con aquella señora que se la llevaba quejándose del dolor y con un estomago que parecía un cántaro de agua; dijo su cunada doña Hermelinda: -Mi cuñadita Logia se me hace que tiene pacto con el diablo porque no se espanta de nada, ni de mirar sus manos envueltas en sangre y a veces dicen que les jala los pies a los críos que van a nacer sacándoselos a la fuerza, y después que los saca a la fuerza, los críos lloran y ella les da unas buenas nalgadas para calmarlos. Yo escuchaba hablar a esa par de mujeres haciéndome el dormido.

    Doña Hermelinda, la cuñada de Ligia, le comenta a la otra señora: -No ha de ser tan bruja, porque yo le pedí ayuda para quedar embarazada y nunca pudo y me dio un montón de brebajes a tomar y lo único que logro fue que me dieran unas fuertes diarreas; nunca logre lo que quería.-

    La otra señora que era comadre de Ligia le dice:- Ay Hermelinda!, como te pones a hablar así de tu cuada si dicen por ahí que casi es una santa, que nada más le hacen falta alas para volar!, o a la mejor ya las tiene, porque dicen que el otro día la mujer de Don Carmelo se estaba muriendo de un dolor a media noche y no saben cómo se dio cuenta y llego a curarla. Y tú sabes que vive a como 7 kilómetros de distancia.-

    Dona Hermelinda le dice:- Ay mujer!, no te hagas, por eso es una bruja. Que santa ni que la chingada, dicen que todas las brujas pueden volar en las noches y todas viven en el puerto y la Joya, y mi cunada vive en el puerto.-

    Esta vez, de veras me quede dormido escuchándoles hablar a aquel par de mujeres hablando de Ligia; cuando desperté, escuche llorar a un bebe recién nacido, alce mi vista y mire a Ligia sudando y cansada; había tenido que trabajar duro para ayudar a aquel niño nacer. La mire de arriba abajo y no mire nada diferente en ella, solo se miraba cansada. Pensé que era una visión mía y que mi verdadera Ligia se encontraba muy lejos de ese sitio.

    La mire nuevamente y le pregunte: -Es usted Ligia?, o es su sombra?- me contesto: -Soy las dos cosas hijo, soy yo y mi sombra-.

    En esos momentos se le arrimo Doña Hermelinda y le dijo:- Ay cuñada, quien fuera usted para tener poderes como los de usted-, Ligia sonrió y le dijo:- Tú los puedes tener también o quizás hasta más poderosos que los míos solo tienes que dejar la cama temprano y llegar tarde a ella.

    Ligia se refería a que tenía que trabajar duro, tenía que levantarse temprano, trabajar muchas horas y llegar tarde a su cama.

    Doña Hermelinda le entendió mal y le dijo:-Yo no nací para eso, prefiero que tu hermano me mantenga que andar en tarugadas-. Ligia inocente le dice:- No sabes lo que te pierdes, no es muy malo llegar muy noche a tu casa y saber qué hiciste algo útil, no importa que nadie lo valore, conque te sientas bien tu misma, con eso sobra y basta-.

    -Me tengo que ir – dice Ligia- pero antes tengo que ver otra vez a esta criatura que acaba de nacer y llevarme su recuerdo conmigo- y se mete a aquel cuarto donde momentos antes había nacido un habitante más de la región del Bajío. Cerró la puerta de aquel cuarto y ya no se encontraba con aquellas mujeres.

    Doña Hermelinda dice rústicamente:- odio a esta pinche vieja, es mi cuñada y además es bruja que si no fuera las dos cosas, le daba una madriza para que se enseñe a respetar a gente de buen vivir como yo y usted comadre-.

    La otra señora le contesta a Doña Hermelinda:- Ay comadre!, no empiece porque después me enojo y me sofoco y ya usted me conoce como soy. A mí también no me cae tan bien su cuñada, pero esta vez le ayudo a mi nuera a tener su niño, que si no fuera por eso, usted y yo le salíamos en el camino donde nadie nos viera y le dábamos para todo el año y hasta para el que viene; pero hoy no puedo.

    Dona Hermelinda dice:- y que haríamos con el niño?- La otra señora le dice:- este cabrón nos escuchó y le va a ir con el chisme, donde esta?. Yo me hice otra vez el dormido, pero esta vez se admiró Doña Hermelinda y me dice: -Mas te vale que estés dormido porque si estabas escuchando, te va a ir muy mal; te subiría arriba de un puerco grande y salvaje y lo asustaría para que te fuera a tirar lejos, muy lejos; donde no hubiera gente y después cuando te tumbara, lo dejaría que te comiera.- y se arrima a mi sentido y resuella con su boca, y el aire que suelta cae sobre mi rostro, alcanzo a respirar algo de aquel aire que había soltado aquella mujer que era cunada de Ligia; olía a ajo y cebolla, contuve mi respiración, lo puede contenerla mucho tiempo, mis pulmones necesitaban aire y tuve que respirar de aquel aliento fuerte y desagradable.

    Ya la mujer había alejado su rostro del mío y al segundo respiro, respire aire puro; me sentí más aliviado y me pare. Se me arrimo otra vez aquella señora, y sonriendo me dijo: - Nino, no es bueno contarles a los mayores lo que has escuchado o por si las dudas escuchaste, pero si cuentas, hay un señor que se llama o le dicen chivo cimarrón, este señor es brujo y se da cuenta de todo si abres tu boquita y si le dices a tu Ligia algunas cosas de las que estábamos hablando, cuando estés dormido, te sacara de tu cama a media noche y de verdad se convierte en chivo y con unos cuernos muy grandes, y esos cuernos le sirven para cargar a los que se portan mal y luego que los tiene sobre sus cuernos, los va a tirar lejos, muy lejos. Dicen que hace como una semana saco al niño de mi comadre Adriana Pascueco y se lo llevo con él y ya nunca lo trajo a su casa porque se lo regalo a una señora que se llama La llorona-.

    En esos momentos salió Ligia de aquel cuarto y Doña Hermelinda la miro y le dijo:- A que nieto tan curiosito tienes, no me puedo aguantar las ganas de darle un abrazo-. Y me abrazo y me dio un beso; yo volee y la mire asustado.

    Ligia dijo:- esta vez ya me voy mujeres, cuiden bien a esta mujer que acaba de tener a su crio, está débil y necesita que le den alimentos por dos días para que se recupere pronto.- Me agarra de mi mano y me dice:- vámonos hijo, porque la casa está lejos y no quiero caminar cuando este oscuro porque ya casi no veo y no quiero caerme.-

    Ligia y yo nos despedimos de aquellas mujeres y empezamos a caminar rumbo a nuestra casa que estaba como a cuatro kilómetros de distancia, ya habíamos recorrido como cincuenta metros de distancia, cuando voltee para atrás, las mire y ellas me estaban mirando, Ligia me llevaba tomado del brazo, me jalo y me dijo:- Camina derecho para que no te vayas a caer- Fue cuando una de las mujeres comenzó a cantar unas palabras que decían: Allá en el cerro blanco hay un chivo sin dueño y además tiene cuernos grandes como los de un toro y recuerda muchachito que todavía estas muy chiquito para andar voladito con las muchachitas. Fue todo lo que escuche, y pronto salimos de aquella pequeña población; no nos pudieron ver más porque se estaba haciendo oscuro.

    Acortamos por una vereda para llegar más pronto, pasamos unas compuertas de piedra que habían construido los hacendados. No sé cuántos siglos atrás, ya estaban abandonadas. Ligia me empezó a contar que le hubiera gustado ser doctora y haber estudiado en la ciudad de México, pero la verdad cuando se los contaba a sus padres le decían:- Hija, eso solo es para los ricos, además tu eres mujer.- Y para que no anduviera con esos pensamientos, ya no la dejaron ir más a la escuela; suspiro profundo como queriendo regresar el tiempo.

    Seguimos caminando cuando de pronto el sol se ocultó detrás del cerro blanco, seguimos caminando más rápido y yo me canse y no pude seguirla más a su paso, me agarro y me agarro de las manos y me dijo:- Hijo, nunca te rindas ante nada, porque a veces ese último esfuerzo te salvara y te llevara al triunfo.- Yo no le entendí nada. Me cargo en sus hombros y al poco rato llegamos y me bajo de sus hombros.

    Vivíamos en unas ladras en las faldas del cerro blanco y me dijo:- Ya llegamos.- Mi casa esta antes que la de ella, me dejo en la puerta, camine unos pasos y mire a mi madre que me encontraba y me daba sus brazos. Ligia le grito:- Gracias por dejar a tu niño que me acompañara!. Mi madre le contesta: - Cuando guste otra vez, a él le gusta andar con usted.- Ligia siguió su camino y yo me fui a que mi madre me dirá algo de comer, comí y después me fui a dormir.

    Desperté como a media noche, mis padres y mis hermanos se encontraban durmiendo, la casa tenia las luces apagadas y no se escuchaba ningún ruido; trate de dormirme otra vez pero no pude, estuve despierto por muchas horas, mi cerebro no podía relajarse y cuando estaba a punto de dormirme, despertaba otra vez.

    Me levante de mi cama y sin pensarlo abrí la puerta y me salí de la casa, la luna estaba llena y alumbraba el patio de la casa, alcanzaba a divisar los árboles, hice vista hacia el cerro blanco, y se miraba como una enorme pieza de pan, en una vitrina descansando o tomándose una siesta.

    Le di la vuelta a la casa y no encontré nada interesante, decidí meterme otra vez, en eso me acorde lo que aquellas señoras habían hablado acerca de Ligia y decidí quedarme afuera, me fui al mezquite que usábamos para jugar en su sombra mis hermanos y yo, me senté debajo de él y me quede mirando sus ramas.

    Las estuve mirando por mucho rato, quería que

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