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TESIS DOCTORAL

La Transferencia.

Psicoanálisis, Ciencias Cognitivas y Filosofía

Facultad de Filosofía de la UNED

Departamento de Lógica, Filosofía e Historia de la Ciencia

(2006)

Autor
Juan Antonio Trujillo López
Ldo. en Derecho y Filosofía
Facultad de Filosofía de la UNED

Departamento de Lógica, Filosofía e Historia de la Ciencia

La Transferencia.

Psicoanálisis, Ciencias Cognitivas y Filosofía

Autor

Juan Antonio Trujillo López

Ldo. en Derecho y Filosofía

Director de tesis

Dr. Eduardo de Bustos Guadaño

Codirector de tesis

Dr. Jesús Mansilla Navarro


ÍNDICE

Página

INTRODUCCIÓN 15

1. PSICOANÁLISIS

1.0. GENEALOGÍA DE LA TRANSFERENCIA 40

1.1. FASE INICIAL (1890-1905) 63

1.2. FASE CENTRAL (1906-1914) 92

1.3. FASE TARDÍA (1915-1939) 107

1.4. LACAN Y EL RETORNO A FREUD 124

2. CIENCIAS COGNITIVAS

2.1. INTRODUCCIÓN

2.1.1. INCONSCIENTE 166

2.1.2. PERCEPCIÓN 178

2.1.3. APRENDIZAJE 188


2.2. CATEGORIZACIÓN 199

2.2.1. REPETICIÓN Y CATEGORIZACIÓN 207

2.2.2. MODELO BÁSICO DE INTERACCIÓN 215

2.2.3. FORMACIÓN DEL OTRO COMO RE-CONOCIMIENTO 223

2.2.4. METÁFORA Y CATEGORIZACIÓN 230

2.2.5. EL PSICOANALISTA COMO OTRO: EJEMPLARIDAD Y TIPICIDAD 236

2.3. MEMORIA 241

2.3.1. MEMORIA=CODIFICACIÓN+RECUPERACIÓN 251

2.3.2. AUTOBIOGRAFÍA E IDENTIDAD 258

2.3.3. IMPLÍCITO, PROCEDIMENTAL, INCONSCIENTE 266

2.3.4. TRANSFERENCIA Y NIVELES DE CODIFICACIÓN 271

2.4. EMOCIÓN 277


2.5. MODELO 200

3. FILOSOFÍA

3.1. PRIMEROS ANALÍTICOS: WITTGENSTEIN Y FREUD 310

3.2. PSICOANÁLISIS Y TEORÍA 328

3.3. MENTE=CEREBRO=CONCIENCIA 361

3.4. IA, EMERGENCIA E INCORPORACIÓN 381

3.5. OTROS Y TEORÍA DE LA MENTE 398

CONCLUSIONES. CIENCIA E INTERSUBJETIVIDAD 410


Lista de Ilustraciones

Figura 1.1. Jerónimo del Bosco - La Extracción de la Piedra de la Locura (1475-80).

Figura 1.2. Los pases magnéticos de Mesmer.

Figura 1.3. André Brouillet- La leçon clinique du Dr. Charcot (1887).

Figura 1.4. Representaciones de estados histéricos.

Esquema 1.1. Evolución diacrónica de los precedentes psicoanalíticos de la

transferencia.

Figura 1.5. División anatómica del cuerpo.

Figura 1.6. Anna O (Berta Pappenheim) y Josef Breuer.

Figura 1.7. Freud en su mesa de trabajo (teoría).

Figura 1.8. Freud y su madre.

Figura 1.9. Freud en su 'laboratorio' (práctica).

Esquema 1.2. Evolución diacrónica y estructural del concepto de transferencia en

Freud.

Figura 1.10. Paul Sermon - At Home with Jacques Lacan .

Figura 1.11. Esquema L.

Figura 1.12. Grafo del deseo a)b)c)d).

Figura 1.13. Jacques Lacan.

Figura 1.14. Esquema del ramillete.

Figura 1.15. Relación entre posiciones subjetivas.

Esquema 1.3. Evolución diacrónica y estructural del concepto de transferencia en

Freud y Lacan.

Figura 2.1. David Hockney - Kasmin Los Angeles 28th March 1982 (1982).

Figura 2.2. Modelo de cerebro triuno de MacLean.

Figura 2.3. Triángulo de Kanisza.

Figura 2.4. Disociación de activaciones.


Figura 2.5. Pedro Pablo Picasso - Estudio de un toro.

Gráfico 2.1. Arquitectura de la red ALCOVE.

Figura 2.6. Johntimothy Pizzuto – Relative Memory.

Figura 2.7. Auguste Rodin - El dolor (1889-1892).

Figura 2.8. Diversos circuitos de procesamiento emocional.

Gráfico 2.2. Relación entre estímulos y respuestas.

Gráfico 2.3. Recorrido cerebral del evento emocional.

Esquema 2.1. Modelo de integración del desarrollo de la transferencia y de

mecanismos cognitivos.

Figura 3.1. La representación y el procesamiento, el significado y la información.

Esquema 3.1. Ejemplo del programa 'Overcoming Depression'.

Figura 3.2. Antoni Tàpies- Chaises.


Agradecimientos

Este trabajo ha sido posible gracias a la ayuda de diversas personas, en especial

David Laznik, profesor de la Universidad de Buenos Aires, y los psicoanalistas

Gladys Abella, Hugo Lietaer, Milagros Picón y Lola López. Igualmente agradezco

las facilidades ofrecidas por las bibliotecas de la Katholieke Universiteit de Lovaina,

la Universidad de Barcelona, la Universidad de Buenos Aires y la de Columbia en

Nueva York, así como la gentileza del Instituto Psicoanalítico de Buenos Aires y el

New York Institute of Psychoanalysis. Mención especial merecen las personas que

siempre han estado a mi lado, por su afecto y soporte, Juany, Manolo y Juan; las

opiniones, sugerencias y a menudo iluminaciones de Pat Perna, Steven Speaks y

mi codirector de tesis, Jesús Mancilla, así como la confianza y apoyo

inquebrantable de Eduardo de Bustos. Finalmente, los esfuerzos que conlleva un

trabajo de investigación se han visto en este caso en todo momento aliviados,

aligerados, por la ayuda material, académica y quasi-espiritual de esta casa libre-

pensadora, la UNED.
Para Nana
“...parce qu’elle cherche toujours à reconstituer, et à reconstituer
avec du donné, l’intelligence laisse échapper ce qu’il y a de
nouveau à chaque moment d’une histoire. Elle n’admet pas
l’imprévisible. Elle rejette toute création.”
Henri Bergson, L'évolution créatice.
Introducción

Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo
situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza,
y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el
primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se
recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero
que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la
altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño,
con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el
pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta
adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el
pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no
levantar al mismo tiempo el pie y el pie).

Llegado en esta forma al segundo peldaño, basta repetir


alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la
escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la
fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
Julio Cortázar, 'Instrucciones para subir una escalera', Cuentos.

Si bien subir una escalera parece una tarea sencilla que realizamos de forma

cotidiana, sin mayor dificultad para los que gozamos de buena salud, su

descripción, tal como la realiza Cortázar, nos sume en una multiplicidad de

aspectos, de instrucciones, que nos resultan habitualmente inadvertidas por

completo. De modo similar llevamos a cabo una inmensa variedad de

comportamientos inteligentes, bajo la modalidad de automatismos aprendidos, que

implican un procesamiento complejo en condiciones de incertidumbre.1 Es en este

tipo de circunstancias donde la cognición humana destaca por su capacidad o

performance.

Sin embargo dicha performance puede verse mermada por un aprendizaje

erróneo. A diferencia de los procesadores sintéticos, el organismo humano,

biológico e irreversible, tiene mayor dificultad a la hora de reorganizar patrones

1
J.A. Bargh y T.L. Chartrand, “The unbearable automaticity of being”, American Psychologist, 54, 1999, pp.
462-479.
aprendidos de comportamiento. Entre éstos algunos surgen como automatismos

que son experimentados subjetivamente como malestar; en el caso de la escalera

quizás un balanceo inadecuado de la cadera, una postura incorrecta de la espalda.

La dificultad en estos supuestos estriba en la forma de deshacer dichos patrones

confirmados en cada nueva instanciación y la adopción de nuevas pautas

corporales.

De modo similar ocurre con la realidad psíquica del sujeto, su experiencia

fenomenológica. Ésta, amoldada más bien a un flexible sustrato experiencial que a

una sólida estructura física, posee unas modalidades de adaptación al medio

mucho más ricas que en el caso de nuestro cuerpo a la escalera. Si bien

conformamos nuestra posición automáticamente a la forma de la escalera,

acomodamos igualmente nuestro modo idiosincrásico de experimentar la realidad

de acuerdo con nuestra experiencia. La excelencia de nuestro cerebro como

procesador central reside en la capacidad de producir una apariencia de estabilidad

en dicha experiencia. Lo difícil de esta tarea se evidencia en la constante activación

de millones de neuronas con un número exponencial de posibles conexiones entre

ellas. Pese a ello nuestra experiencia nos resulta, a menudo, rutinaria. En esto

confluye el hecho de que sólo diez bits de información formen parte de nuestra

conciencia, de nuestra experiencia fenomenológica, por segundo, mientras que el

número de neuronas oscilaría alrededor de los diez y cien mil millones (1010-1011),

el número de conexiones neuronales factibles, y presumiblemente los posibles

estados de procesamiento, es de diez billones 1013.

En las situaciones en que dicha adaptación produce malestar o inadaptación el

psicoanálisis provee con un medio de alterar nuestra 'postura mental', nuestra

posición subjetiva, el denominado cambio terapéutico. En el contexto clínico en que


éste se produce, el concepto más relevante, y a la vez más complejo, es el de

transferencia, alrededor del cual se elaboró toda la práctica emprendida por Freud.

Al igual que la descripción que nos ofrece Cortázar suena abstrusa a nuestros

oídos por el grado de abstracción en una tarea motora aparentemente sencilla, la

transferencia goza de una difícil explicitación, por un lado por sus vaivenes dentro

de la teoría psicoanalítica y, por otro, por su inextricable componente intersubjetivo,

de difícil reconciliación con el objetivismo científico,2 así como su relación con

aspectos motivacionales y emocionales de difícil estimación.3

El psicoanálisis, basado en una metapsicología sistematizada a modo de

teoría, propone una explicación de dicha noción. El caso es que la transferencia,

como todo fenómeno psíquico, estaría vinculada a aspectos cognitivos4 y

neuronales,5 si bien el psicoanálisis sólo da razón de ésta con respecto a su propia

metapsicología, intrateóricamente. La labor planteada en este trabajo es la

elaboración de un esbozo de explicación de dicho término desde una perspectiva

cognitiva y neuronal, dotándola de un contenido empírico ¿Cómo se puede explicar


2
Cf. W.N. Goldstein, “The Transference in Psychotherapy: The Old vs. The New, Analytic vs. Dynamic”,
American Joutnal of Psychotherapy, 54, 2000, pp. 167-171. M. Ponsi, “Interaction and transference”,
International Journal of Psychoanalysis, 78, 1997, pp. 243-263. A.O. Horvath, “The therapeutic relationship:
from transference to alliance”, Journal of Clinical Psychology, 56(2), 2000, pp. 163-173.
3
El afecto es así visto como pista principal a la hora de hacer interpretaciones. La importancia de la emoción al
procesar estímulos queda demostrada en la inflexión o tono de voz a la hora de proferir una oración, cuya
valencia emocional puede variar totalmente en función de dicha prosodia cf. A. Schwartz, “Not art but science:
applications of neurobiology, experimental psychology, and ethology to psychoanalytic technique. I.
Neuroscientifically guided approaches to interpretive "what's" and "when's"”, Psychoanalytic Inquiry, 12, 1992,
pp. 445-474.
4
Así señala Fonargy cómo “hay buenas razones para creer que el psicoanálisis funciona modificando
procedimientos antes que creando nuevas ideas,” P. Fonagy, “Memory and Therapeutic Action”, International
Journal of Psychoanalysis, 80, 1999, p. 219. “La única forma en que podemos saber lo que ocurre en la mente de
nuestro paciente, lo que podría haberle ocurrido, es cómo están con nosotros en la transferencia. Vienen a
nosotros con una especie de modelo -una red de expectativas inconscientes o modelos mentales de relaciones de
sí mismos con otros,” ibid., p. 217.
5
A.W. Epstein, “Neural Correlates of Psychodynamic Science,” Journal of the American Academy of
Psychoanalysis, 26(4), 1998, pp. 503-512. “No está claro si los descubrimientos de la neurociencia en relación
con las influencias arriba-abajo (top-down) de los mecanismos mnésicos de percepción se aplican también al
complejo fenómeno relacional de la transferencia y similares en el que los psicoterapeutas están interesados. Sin
embargo, parece una hipótesis de trabajo razonable que estos mecanismos expliquen al menos parte de estos
fenómenos más complejos,” M. Solms y O. Turnbull, The Brain and the Inner World. An Introduction to the
neuroscience of subjective experience, Nueva York, 2002, p. 156. Cf. S.I. Cohen, “The psychobiology of
transference”, Journal of the American Academy of Psychoanalysis, 11(2), 1983, pp. 183-201.
la transferencia desde fuera de la teoría psicoanalítica? ¿Qué perfiles adquiriría

dicho concepto? Desde una perspectiva filosófica trato de mostrar su posible

elucidación. El avance de ciertas ideas cognitivas por parte de Freud ha sido

puesto de relieve por Erdelyi6 que señala cómo aquel pensaba ya en términos de

diversos sistemas mnésicos y procesamientos. En efecto, el énfasis de las ciencias

cognitivas en los procesos frente al modelo input-output conductista señala cierta

sinergia con el psicoanálisis.7

Levin ha señalado la convergencia entre el concepto de transferencia

psicoanalítico, el juicio de similitud cognitivo,8 y el priming neurocientífico9 a la hora

de referirse a una remozada noción de transferencia que redefine en el sentido de

una facilitación de cierto tipo de aprendizaje.10

Otro precendente más lejano lo podemos encontrar en Charcot, que influyó

decisivamente en el joven Freud neurólogo, e investigaba la posible base

neurológica de ciertas enfermedades nerviosas. Freud, siguiendo su estela,

formularía su Proyecto de una psicología científica en 1895, publicado

póstumamente en 1950. Al poco de elaborarlo, abandonó dicho esfuerzo por

entender que el conocimiento que se tenía en su fecha acerca del sistema nervioso

no era capaz de proveer con modelos válidos de explicación, y aún menos de

intervención sobre las enfermedades que exhibían sus pacientes.

6
M.H. Erdelyi, Psychoanalysis. Freud's Cognitive Psychology, Nueva York, 1984.
7
“...ambos se centran en las estructuras de la mente y la forma en que éstas determinan los fenómenos mentales,”
D.J. Stein, “Cognitive Science and Psychiatry: An Overview”, Integrative Psychiatry, 8, 1992, p. 112.
8
F.M. Levin y E.W. Kent, “Psychoananlysis and knowledge: Part 2. The special relationship between
psychoanalytic transference, similarity judgment, and the priming of memory”, Annual of Psychoananlysis, 50,
1995, pp. 117-130.
9
F.M. Levin, “Transference, Trauma and Attention”, Samiksa, 52, 1998, pp. 7-14.
10
“...las transferencias crean oportunidades para el aprendizaje en tanto que posibilitan la modificación de
prototipos o esquemas reprimidos, un proceso que óptimamente involucra la activación de la memoria activa.”
F.M. Levin, “Integrating some Mind and Brain views of transference: the phenomena”, Journal of the American
Psychoanalytic Association, 45(4), 1997, p. 1146.
En la terapia el analizante produce, en un nuevo contexto intersubjetivo,

reminiscencias de carga emocional que son comunicadas lingüísiticamente. Así

memoria, emoción y categorización se interrelacionan en dicho fenómeno clínico.

La incapacidad de recordar era, según Freud, la causa de una carga (emocional)

no liberada y su transformación o conversión, frecuentemente, en dolencia física.

La transferencia conseguía, en este sentido, una cierta transformación energética.

No se trataba simplemente de reactivar recuerdos, desde una perspectiva más

estática, sino de modificarlos en su recuperación, de producir formas nuevas de

experimentarlos mediante un aprendizaje intersubjetivo.11

La ciencia cognitiva podría ayudar en la tarea conceptual psicoanalítica

proveyendo con un referente ineludible, mostrando su convergencia con resultados

experimentales.12 Desde una perspectiva interteórica el análisis de la transferencia

resulta fundamental, hasta el punto que se ha señalado cómo la posible

divergencia dentro del propio psicoanálisis, la pluralidad de heterodoxias

desarrolladas a partir de la obra freudiana, se debería a diferentes modos de

experimentar la transferencia por parte del analista y su modo posterior de

conceptualizarla.13
11
“El psicoanálisis es más que la simple creación de una narrativa, es la construcción activa de nuevas formas de
experimentarse uno con otros,” P. Fonagy, op. cit., p. 218.
12
Así se ha sostenido cómo “...la relevancia mayor de la neurociencia para el psicoanálisis es que nos ayuda a
elegir entre teorías psicoanalíticas en competencia. No genera nuevas,” S.E. Pulver, “On the astonishing clinical
irrelevance of neuroscience”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 51(3), 2003, p. 9. A sensu
contrario desde una perspectiva teórica cf. A. Cooper, “Will neurobiology influence psychoanalysis?” American
Journal of Psychiatry, 142, 1985, 1395-1402. La relevancia de las ciencias cognitivas para el psicoanálisis podría
seguir, según Henningsen, cuatro vías: la ausencia de relevancia, poseer un valor metafórico, servir de
fundamento neurobiológico del psicoanálisis, o, por último, su comparación como teorías diversas pero
relacionadas en cuanto a su objeto, cada disciplina tendría que reconocerse en el espejo de la otra, P.
Henningsen, “Im Spiegel des Anderen sich selbst erkennen? Zur Bedeutung der kognitiven Neurowissenschaft
für die Psychoanalyse”, Psychotherapeutische, Psychosomatische und medizinische Psychologie, 48, 1998, pp.
78-87. Para llevar a cabo esta tarea sería necesario, no obstante, buscar una traducción conceptual
interdisciplinar. Según Solms y Turnbull la solución estaría en la búsqueda de correlatos neuronales para los
conceptos básicos psicoanalíticos que puedan, en una segunda fase, ser verificados como parte de una teoría, M.
Solms y O. Turnbull, op. cit.
13
B. Bird, “Notes on Transference: Universal Phenomenon and Hardest Part of Analysis”, Journal of the
American Psychoanalytic Association, 20, 1972. “Se podría plantear una cuestión, por ejemplo, si las diferencias
en el manejo de la transferencia que en un principio eran la propiedad de un analista, se desarrollaron
De acuerdo con Luborsky y su equipo de colaboradores, la transferencia sería

el concepto clínico más importante acuñado por Freud.14 Con este trabajo espero

poder desmentir las creencias acerca de la 'ambigüedad necesaria' del concepto

de transferencia,15 y retomar la dificultad de su conceptualización intrateórica16

mediante una reconsideración en diálogo con las ciencias cognitivas y la

neurociencia.

Desde otras disciplinas experimentales se ha resaltado el carácter universal de

la transferencia como fenómeno psíquico general, estando bien documentado en

otras áreas cada vez más centrales a la empresa cognitiva como la psicología

social cognitiva.

Dentro del marco de la cognición social hemos demostrado que las


representaciones mentales de otros significantes, desarrollada en la familia y otros
lugares, están relacionadas con las representaciones del yo en la memoria y están
fuertemente cargadas con afecto y motivación. Más aún, estas representaciones se
activan y utilizan frecuentemente respondiendo a nuevas personas que se
asemejan al otro significante (...) Nuestro trabajo constituye la primera
demostración experimental de la transferencia.17
gradualmente en métodos clínicos formales utilizados por muchos, y si estos métodos clínicos, tras ser
conceptualizados, sirvieron como el comienzo de varias escuelas divergentes de análisis. Una ocurrencia tal,
consistente con mi creencia de que las ideas analíticas surgen de este modo, básicamente de experiencias de
transferencia en la situación analítica, nos llevaría a la pregunta de si la historia de las diferencias ideológicas
entre las diversas escuelas puede encontrarse más consistentemente trazada mediante las diferencias
idiosincrásicas en lo que fue de hecho dicho o hecho, en respuesta a respuestas a la transferencia, más que a
cualquier otro factor,” ibid., p. 271. Cf. J.H. Ehrenreich, “Transference: one concept or many?” Psychoanalytic
Review, 76(1), 1989, pp. 37-65.
14
L. Luborsky, P. Crits-Cristopherson y J. Mellon, “Advent of Objective Measures of the Transference
Concept”, Journal of Consulting and Clinical Psychology, 54(1), 1986, p. 39.
15
M. Rendon, “The Ambiguity of Transference”, American Journal of Psychoanalysis, 55( 3), 1995, pp. 199-214.
16
Cf. la referencia del autorizado J. Laplanche y B. Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis, Barcelona, 1996. “La
transferencia es un aspecto tan crítico en el psicoanálisis que es probable que nuestros intentos por apreciar
adecuadamente lo que lleva a cabo, como patrón potencialmente adaptativo de nuestra especie, tardará
generaciones en ser desenmarañado,” F.M. Levin, Psyche and Brain. The biology of talking cures, Madison,
2003, p. 250. Incluso Solms, pese a lo informado de su obra, comenta, de una forma un tanto oscura, acerca de la
naturaleza de la transferencia: “De esto no sabemos virtualmente nada, y lo mismo es aplicable a una gran
cantidad de temas relevantes a la cuestión que nos hemos puesto,” M. Solms y O. Turnbull, op. cit., p. 289.
17
S.M. Andersen y R. Miranda, “Transference: How past relationships emerge in the present”, The Psychologist,
13 (12), 2000, p. 608. Cf. D. Fried, P. Crits-Christopherson y L. Luborsky, “The first empirical demonstration of
transference in psychology”, Journal of Nervous and Mental Diseases, 180, 1992, pp. 326-331. Watt señala cómo
el carácter universal de la transferencia se debe a que se trata de un proceso elemental a nivel biológico, D.F.
Watt, “Higher Cortical Functions and the Ego: Explorations of the Boundary Between Behavioral Neurology,
Neuropsychology, and Psychoanalysis”, Psychoanalytic Psychology, (7)4, 1990, pp. 487-527. “La meta es
A diferencia de las disciplinas experimentales, Grünbaum, conocido crítico del

psicoanálisis, sostendrá que la verificación de la clínica psicoanalítica requería,

debido precisamente a la imposible objetividad de las observaciones, -la ausencia

de hechos brutos-, una validación externa de sus principios, pues de por sí resulta

intestable. Mostraba así las insuficiencias de un método basado en la singularidad

de cada caso clínico a falta de un mecanismo de verificación objetivo o de variables

independientes, de experimentos y pruebas de control.18 Llamaba la atención sobre

la multitud de confirmaciones provenientes de la práctica analítica que no podían

convalidar la teoría por la ausencia de objetividad, por la necesaria implicación del

analista, por la existencia de la propia transferencia. Concluía su estudio señalando

cómo la evidencia clínica era insuficiente para dar razón de la teoría; por ello, la

validación de hipótesis habría de venir de un contexto extraclínico.19

Éste es el complejo enclave del psicoanálisis como práctica que requiere al

analista formando parte de cierta forma en su tarea. Grünbaum entendía que la

teoría psicoanalítica no podía generar sus propias verificaciones y sus hipótesis

debían ser escudriñadas de forma externa. Es, en este sentido, en el que

desarrollo una elucidación del concepto psicoanalítico clínico central, la

transferencia, desde el estudio de las ciencias cognitivas y neurociencia. Como

señala Schore, uno de los referentes en la integración de los datos psicoanalíticos

y neurocientíficos desde una perspectiva del desarrollo:

desarrollar puentes conceptuales básicos entre las disciplinas, no mirando solamente a los elementos exóticos,
esotéricos o marginales, sino examinando conceptos centrales en ambas disciplinas a la luz de la otra,” ibid., p.
488. De hecho, según Watt, “...la vida podría ser una serie de situaciones de transferencia que resultan en la
modificación gradual de, elaboración, y evolución de sistemas de imágenes básicos,” ibid., p. 512.
18
S.M. Andersen, “Toward a Psychodynamically Relevant Empirical Science”, Psychological Inquiry, 3(1),
1992, p. 14.
19
Éste sería el grave problema con el que el psicoanálisis ha topado una y otra vez: “las proposiciones centrales
de varias versiones de modelo (psicoanalítico) no han estado sujetas a test empírico, en parte porque se
formularon en términos que las hacía intestables,” A. Grünbaum, The Foundations of Psychoanalysis: A
Philosophical Critique, Berkeley, 1984, p. 278.
Las respuestas a varias cuestiones principales inexplicadas sobre la naturaleza de
los sistemas vivos pueden encontrarse en la elucidación de interconexiones entre
los diferentes niveles de análisis que son representados en las diversas disciplinas
científicas.20

Habré de recuperar el concepto básico de la técnica psicoanalítica más allá de

una disquisición escolástica intradisciplinar, mediante una visión interdisciplinar que

señale puntos de apoyo conceptuales. Pese a los problemas de traducción de

diferentes teorías propongo un principio de elucidación de una noción esencial al

desarrollo del psicoanálisis extrapolando su marco de justificación al diálogo con

otras teorías.

Desde el propio psicoanálisis hay voces que hablan de una 'traducción

conceptual' que permita el flujo de comunicación entre la abundante cantidad de

experiencia procedente de un siglo de práctica analítica y la exactitud propia de las

ciencias cognitivas.21 Ya en 1973, Piaget, en una importante publicación

20
A.N. Schore, Affect regulation and the Emergence of the Self, Hilldale, 1994, p. 64. “La auto-regulación, la
modulación de procesos energéticos subcorticales mediante la actividad cortical superior, representa un punto de
contacto potencial entre el psicoanálsis y la neurobiología,” ibid., p. 534. Este mismo autor señala la posibilidad
que Freud entreveía al principio de su carrera de reconciliar psicología y ciencia natural. El psicoanálisis había
de proveer un contacto con la biología. A.N. Schore “A century after Freud's project: is a rapprochement between
psychoanalysis and neurobiology at hand?”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 45(3), 1997,
pp. 807-840. Cf. D.J. Siegel, “Memory, Trauma and Psychotherapy: A Cognitive Science View”, Journal of
Psychotherapeutic Practice and Research, 4(2), 1995, pp. 93-122.
21
D. Westen y G.O. Gabbard, “Developments in Cognitive Neuroscience: I. Conflict, Compromise and
Connectionism”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 50 (1), 2002. En nuestro ámbito cf. A.
Herreros, “Un camino cognitivo al psicoanálisis”, http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/herreros.pdf, A parte
Rei, 21. D.J. Stein, “Psychoanalysis and cognitive science: contrasting models of the mind”, Journal of the
American Academy of Psychoanalysis, 20(4), 1992, pp. 543-559. L. Miller, “Freud's brain: Towards a unified
neuropsychodynamic model of personality and psychotherapy”, Journal of the American Academy of
Psychoanalysis, 21, 1993, pp. 183-212, señala la unidad en la falsa dicotomía subjetivo-orgánico y la
insuficiencia de una perspectiva sólamente neuronal para la determinación de algún tipo de desajuste de la
personalidad. D. Olds y A.N. Cooper, “Dialogue with Other Sciences: Opportunities for Mutual Gain”,
International Journal of Psychoanalysis, 78, 1997, pp. 219-225. J.E. Harris, Clinical Neuroscience, Nueva York,
1986, lleva a cabo una traducción conceptual de los procesos biológicos cerebrales con conceptos
psicoanalíticos. M.F. Reiser, Mind, Brain, Body. Toward a convergence of Psychoanalysis and Neurobiology,
Nueva York, 1984. R. Brockman, “Transference, Affect and Neurobiology”, Journal of the American Academy
of Psychoanalysis, 28(2), 2000, pp. 275-88. “La naturaleza complementaria de las fuerzas y debilidades del
psicoanálisis y las ciencias cognitivas podría sugerir que los dos serían partes perfectas en un matrimonio. Cada
uno podría ofrecer lo que le falta al otro, y la unión resultante podría procurar mucho del funcionamiento mental
humano (y específicamente inconsciente),” J. Weinberger, y J. Weiss, “Psychoanalytic and Cognitive
Conceptions of the Unconscious”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the Unconscious, Washington, 1997,
p. 47. M. Solms “Preliminaries for an integration of psychoanalysis and neuroscience”, British Psychoanalytic
Society Bulletin 34(9), 1998, pp. 23-38. M. Edelson, “The convergence of psychoanalysis and neuroscience:
psicoanalítica, señalaba la posibilidad de formular una 'psicología general' que

incluyese al psicoanálisis y la psicología cognitiva.22 Trataré de demostrar que las

diferencias provienen tanto de la falta de diálogo entre dichas disciplinas como de

la ausencia de una delimitación y traducción sofisticada de algunos de sus

conceptos fundamentales. Pese a ello, sí se ha llevado a cabo algún intento de

puesta en contacto de estas dos teorías, pero aludiendo a conceptos un tanto

vagos y genéricos, a falta de un análisis más detallado. Al relatar un caso, Westen

y Gabbard perfilan en su descripción psicoanalítica ciertos aspectos cognitivos:

Primero, una mayor intimidad y dependencia marcaron su relación con el analista y


activaron redes que probablemente no se hubieran puesto en juego en una relación
más superficial, al igual que no lo habían hecho en la relación analítica en una fase
previa del tratamiento, pues las características del prototipo (su representación de
su 'yo con madre') no hubiese estado en un estado suficientemente alto de
activación inconsciente. Por ello, los paradigmas relacionales que los pacientes
pueden expresar en el tratamiento psicoanalítico son típicamente muy diferentes de
las transferencias más específicas, variadas y complejas que se vuelven
manifiestas a medida que el proceso se intensifica, especialmente si el paciente
forma una relación de apego con el analista (Gabbard 2001). En segundo lugar, la
exploración explícita, declarativa, de los significados, los sentimientos, y recuerdos
de la Srta. C. con su madre llevó a un “andamiaje” cognitivo para sus experiencias,
un bosquejo de una narrativa coherente que le ayudó a darse cuenta de quién era
con su madre, con su analista, y con otros, y a la consiguiente activación de de
recuerdos, pensamientos y sentimientos asociados, las representaciones
conscientes propagaron la activación a redes inconscientes afines.23
Illusion and reality”, Contemporary Psychoanalysis, 22, 1986, pp. 479-519, apunta la irreducibilidad de las
teorías psicoanalíticas y proponía hace dos décadas la convergencia de ambas en tanto disciplinas autónomas.
D.J. Stein “Introduction: Cognitive Science and the Unconscious”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the
Unconscious, Washington, 1997. “Así, la neurociencia, en virtud del estatus objetivo de su evidencia supone una
serie de útiles puntos de apoyo desde los que reevaluar los conceptos psicoanalíticos. Y el psicoanálisis, en virtud
de su rica tradición teórica, les ofrece a los neurocientíficos un marco conceptual comprensivo para guiar su
investigación en la neurociencia de la experiencia subjetiva,” M. Solms y O. Turnbull, op. cit., p. 43. P. Kitcher,
Freud's Dream: A complete interdisciplinary science of mind, Cambridge, 1992.
22
J. Piaget, “The affective unconscious and the cognitive unconscious”, Journal of the American Psychoanalytic
Association, 21, 1973, pp. 249-261.
23
D. Westen y G.O. Gabbard, “Developments in Cognitive Neuroscience: II. Implications for theories of
Transference”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 50 (1), 2002, p. 109. Un modelo genérico de
explicación es el que nos ofrece Levin en sus conclusiones relacionando aspectos cognitivos y cerebrales con
otros de tipo psicológico: “las transferencias llevan a cabo una variedad de efectos: conectan los hemisferios;
estimulan recuerdos arcáicos basados en el cerebelo; activan patrones habituales del cortex estriado adquiridos
preedípicamente; activa sistemas léxicos en el hemisferio dominante; identifican sistemas de gestos o prosódicos
bilateralmente junto con sus efectos asociados; y significan la 'amusicalidad' particular que conlleva un déficit
neurocognitivo,” F.M. Levin, Psyche and Brain. The biology of talking cures, op. cit., p. 248
La relevancia de la transferencia como instrumento clínico queda patente en

su amplia utilización por parte de psicólogos que reconocen emplear en mayor o

menor medida principios dinámicos.24 Por otro lado, frente a un paradigma

biomecánico que entiende la enfermedad desde una perspectiva puramente

fisiológica, las perspectivas biopsicosociales se acercan al fenómeno de la

enfermedad desde una óptica que atiende a la influencia de factores tanto sociales

como psicológicos y culturales.

La importancia de una elucidación adecuada viene dada por el hecho de que,

de acuerdo con Dawes, los especialistas de la salud mental son más eficaces, al

actuar de conformidad con el conocimiento acumulado acerca de su materia, antes

que siguiendo algún tipo de conocimiento pseudo-intuitivo. Según reseña, uno de

los resultados más importantes de la investigación existente acerca de la

efectividad de las psicoterapias muestra cómo no posee ninguna relación con el

bagaje o experiencia del practicante.25 En este sentido se refiere a la existencia de

'efectos inespecíficos' en la efectividad de la terapia, efectos que tendrían que ver

con la 'calidad de la relación'.

Nuestro cuestionamiento va dirigido hacia una explicación de la efectividad de

la clínica, a los procesos subyacentes en la práctica, a mostrar sus fundamentos.26

24
K. Pope, B. Tabachnick y P. Keith-Spiegel, “Ethics of practice: The beliefs and behaviors of psychologists as
therapists,” American Psychologist, 42, 1987, pp. 993-1006.
25
R.M. Dawes, House of Cards. Psychology and psychotherapy built on myth, Nueva York, 1994. De hecho su
trabajo acaba afirmando, o casi más bien difamando, la técnica de los especialistas en la salud mental que no se
diferenciaría en gran cosa de los poderes sugestivos. “En resumen, creemos en la autoridad de los profesionales
de la salud mental porque hemos oído contínuamente que son los expertos, porque estamos predispuestos a
aceptar lo que gente que afirman ser autoridades dice de todas formas, porque estas autoridades particulares nos
dicen lo que ya creemos, y porque refuerzan nuestro sesgo al atribuir el comportamiento indeseable de otros a
características personales (“enfermedad mental”) y en nosotros debido a circunstancias ambientales...” p. 223.
26
“La cuestión no es ya si las psicoterapias son efectivas (algunas lo son en algunas personas) sino porqué y
cómo funcionan cuando lo hacen. ¿Qué procesos causales, de control y de auto-corrección están involucrados?”
K.M. Colby y R.J. Stroller, Cognitive Science and Psychoanalysis, Hillsdale, 1988, p. 152.
Los más acérrimos críticos del psicoanálisis no paran de señalar la ignorancia de

los propios analistas de los mecanismos en juego en el cambio terapéutico.27

Nuestra explicación estaría basada tanto en los aspectos cognitivos como en

la implementación neural de dichos procesos y la producción de cambios, de

nuevas pautas de aprendizaje. Tanto la mielinación del cortex prefontal, como el

contínuo surgimiento de neuronas en el hipocampo de los adultos muestra la

flexibilidad en la reconfiguración de la experiencia del sujeto e indica posibles

sustratos neuronales de un nuevo aprendizaje.28

En la elucidación de este concepto, el renovado papel que juegan las

emociones desde un punto de vista neurocientífico permite retomar algunas de las

nociones más vagas y a la vez más necesarias del descubrimiento de Freud. Éste

señalaba la importancia de los afectos, sentimientos, y finalmente del propio amor

como elemento fundamental de su técnica. Su trabajo se remite así mismo a

modos de conceptualizar la experiencia almacenada y recuperarla. Estas pautas

componen el aspecto técnico de una reeducación de patrones de procesamiento y

27
M. Macmillan, Freud Evaluated. The Completed Arc, Amsterdam, 1991. Refiriéndose a las posibles causas del
cambio terapéutico, y a las características del analista como fundamentales en éste, señala: “Incluso si fuesen
éstas o la relación con el paciente o cliente críticas nos faltan conceptos, psicoanalíticos o de otro modo, para
superar la brecha entre ellas y las consecuencias que se suponen producen,” ibid., p. 607. “Incluso si la idea de
un inconsciente, descifrable solo mediante una técnica sobre la que Freud ostentaba la patente, sucumbiese frente
al escepticismo, algo de algún modo contínuo con el psicoanálisis tal como lo hemos conocido podría aún ser
sostenible. La prática podría transmutarse en una actividad autónoma desvestida de pretensiones explicativas y
crudamente terapéuticas, a despecho de lo grandisos del fundador, y consagrada a un sólo objetivo, la
elucidación y articulación del sentimiento del yo. Pero, ¿sería una actividad concebida de esta manera aún
psicoanálisis?” F. Cioffi, Freud and the question of pseudoscience, Chicago, 1998, p. 287. Sulloway, por su
parte, se refiere en especial al carácter sectario del análisis, su falta de integración con otras disciplinas científicas
y con el método científico en especial en su fase de verificación, acusando más bien a los practicantes de
pseudocientíficos que a la propia teoría, en la entrevista de M. Borch-Jacobsen con F.J. Sulloway, “Freud
recycleur: Crytobiologie et Pseudoscience”, C. Meyer (ed.), Le Livre Noir de la Psychanalyse: Vivre, penser et
aller mieux sans Freud, París, 2005, pp. 49-66. Por último Crews llama la atención sobre el carácter mítico de la
invención psicoanalítica en especial en manos de su creador F.C. Crews, The Random House Handbook, Nueva
York, 1987, más moderada, F.J. Sulloway, Freud, Biologist of the Mind: Beyond the Psychoanalytic Legend,
Nueva York, 1979.
28
“Si atender de modo consciente así como la verbalización pueden promover la activación cortical, se podría
argumentar teóricamente que tratamientos como el análisis refuerzan el funcionamiento cortical y aprovechan la
plasticidad cortical para modular respuestas emocionales profundamente arraigadas,” R. Pally, “I: How the Brain
Development is Shaped by Genetic and Enviromental Factors”, International Journal of Psychoanalysis, 78,
1997, p. 593.
actuación recurrentes que conlleva respuestas fisiológicas, neurovegetativas y

pautas de activación, aparte de modalidades simbólicas.

Freud fue un pionero precisamente al resaltar la importancia de los aspectos

emocionales en la constitución psíquica del sujeto. Tras un amplio estudio de la

literatura sobre el concepto de motivación en psicología experimental, Westen

señala el acuerdo de ésta con el psicoanálisis frente a las teorías de un calado más

propiamente cognitivo clásico.29 De forma similar se expresan los mayores

especialistas en neurociencia afectiva, que resaltan la cercanía de las propuestas

psicoanalíticas con la más avanzada neurociencia afectiva.

La especialización de disciplinas es un proceso exponencial que ha venido

acompañado de una defensa a ultranza de los marcos teóricos o paradigmas de

diversas comunidades y una asunción defensiva de sus teorías. La guerra de

facultades y departamentos es patente si uno analiza los planes de estudio de

diversos países e incluso de diferentes facultades a nivel nacional. Es interesante

resaltar cómo un psicólogo en Argentina saldrá con un conocimiento amplio no sólo

de las teorías de Freud, sino con un amplio bagaje de buena parte de la literatura

psicoanalítica posterior y de sus diversas áreas de influencia y no obstante apenas

poseerá nociones generales sobre lo que es psicología experimental y cognitiva.

En España sucede prácticamente lo opuesto, un estudiante de psicología habrá

oído hablar de Freud como capítulo frustrado en los antecedentes de la psicología

auténtica, experimental, y repetirá, sin mucho fundamento, que el psicoanálisis no

posee ni validez científica ni utilidad clínica.

29
“Freud y los teóricos psicoanalíticos que han seguido sus pasos han acabado teniendo razón donde teorías
psicológicas competidoras habían estado completamente equivocadas y donde la mayoría de las teorías de la
conciencia contemporáneas siguen siendo o bien incorrectas o incompletas,” D. Westen, “The scientific legacy of
Freud: Toward a psychodynamically informed psychological science”, Psychological Bulletin, 124(3), 1998, p.
344.
Pese a ello, especialistas de primer rango aún mantienen una apertura al

diálogo, reconociendo el valor del psicoanálisis. Según el biólogo y Premio Nóbel

Eric Kandel, el psicoanálisis 'representa la visión más coherente e intelectualmente

satisfactoria de la mente'30

A la hora de estudiar la función mental los biólogos necesitan un guía. Es aquí


donde la psiquiatría y la psicología cognitiva, como guías y tutores pueden hacer
una valiosa contribución a la ciencia del cerebro. Una de las cualidades de la
psiquiatría, de la psicología cognitiva y del psicoanálisis reside en sus perspectivas.
La psiquiatría, la psicología cognitiva y el psicoanálisis pueden definir para la
biología las funciones mentales que deben ser estudiadas para una comprensión
significativa y sofisticada de la biología de la mente humana.31

Kandel aboga por una reconsideración del psicoanálisis que atienda al avance

de otras disciplinas y que, frente al aislamiento, se abra a influencias externas. Ello

resulta complicado en cuanto el propio Freud, vilipendiado por los científicos de su

tiempo, creía haber descubierto un campo de racionalidad, ajeno a la ciencia, que

había elaborado como disciplina independiente.

Si bien la crítica a Freud, desde una perspectiva epistemológica, se ha

concentrado en la reificación del inconsciente y su conversión de éste en una

instancia subpersonal con características subjetivas, la ciencia cognitiva puede

desmenuzar esta petitio principi ontológica en una serie de procesos concretos con

contenido empírico. Al teorizar y descubrir el inconsciente, Freud estaba dando

cuenta de sucesos reales, pero que en un marco empírico han de ser elucidados

30
E.R. Kandel, “Biology and the future of psychoanalysis: A new intellectual framework for psychiatry
revisited,” American Journal of Psychiatry, 156(4), 1999, p. 505. Cf. E.R. Kandel, “Psychotehrapy and the
single synapse: The impact of psychiatric thought on neurobiologic research”, New England Journal of
Medicine, 301, 1979, pp. 1028-37.
31
E.R. Kandel, “A new intellectual framework for psychiatry”, American Journal of Psychiatry, 155(4), 1998, p.
459.
acudiendo a procesos antes que a instancias. Ese es el camino emprendido

también por Jacques Lacan al procedimentalizar el inconsciente como lenguaje.

El error epistemológico de Freud vendría dado por su creencia de que los

conceptos que vertebran su visión de la psique humana son la única interpretación

posible de los fenómenos. Es ahí donde se desmarca de la ciencia experimental

falsable.32 Si bien la creación de conceptos en ciencia juega un papel fundamental,

éstos, a falta de contrastación empírica, no son sino una interpretación de la

naturaleza, antes que un modelo de explicación. Así nuestra tarea será intentar

mostrar el contenido empírico de su concepción de la transferencia remitiéndolo a

los conocimientos que se derivan de las ciencias cognitivas y neurociencia,

haciendo del explanadum transferencia un explanans cognitivo. ¿En qué medida es

posible un ajuste y una comprensión de la teoría freudiana en diálogo con las

ciencias cognitivas? Ésta sería pues la tarea que llevaré a cabo en la segunda

parte de este estudio, dotar de contenido empírico a una teoría por medio de la

elucidación de un término teórico a través de otras teorías; elucidar el halo

enigmático que rodea al psicoanálisis, su marchamo mitológico que previene el

diálogo con otras disciplinas. Para ello me pareció oportuno llevar a cabo una

genealogía del concepto de transferencia mediante la cual se pueden observar las

hondas raíces epistémicas del método que forjó Freud. Así, éste siempre estuvo

comprometido con cierto ideal positivista de ciencia basado en su experiencia.

Partimos de su pensamiento no tanto para justificarlo, para demostrar la certeza de

sus aserciones, sino con el fin de completar la tarea que él comenzó.33

32
D.P. Spence, The rhetorical voice of psychoanalysis: Displacement of evidence by theory, Cambridge, 1994.
33
Cf. M. Solms “Preliminaries for an integration of psychoanalysis and neuroscience”, op. cit. “Más bien,
volviendo a las raíces neuropsicológicas del psicoanálisis podemos obtener una nueva perspectiva sobre su
relevancia para nuestras teorías actuales y prácticas clínicas,” L.M. Miller, op. cit., viii. En concreto Miller señala
la relación entre tres conceptos alrededor de los cuales Freud elaboró su teoría, la histeria, los actos fallidos y los
sueños, y su relación actual con la neuropsicología.
Si bien Freud comenzó con el intento de creación de una ciencia cognitiva

completa, interdisciplinaria, tomando elementos de la biología y neurofisiología,

ésta, al aislarse, se volvió rápidamente obsoleta, provocando su ostracismo bajo el

sello de la independencia. De acuerdo con Kitcher dos teorías son

interdependientes si al alterarse algún aspecto de la teoría que sirve de base a la

teoría interdisciplinaria ésta también resulta alterada.34 El psicoanálisis perdió su

impronta interdisciplinaria que la ligaba a otras disciplinas más básicas. Nuestro

camino es el contrario, buscar nuevas formas de correlación.35

Desde una perspectiva filosófica se debiera estímular el diálogo y

reconocimiento mútuo de disciplinas enajenadas por la incomprensión y por las

barreras alzadas, a menudo arbitrariamente, por las espúreas exigencias de una

integridad metodológica de calado más sociológico que propiamente científico, en

el sentido amplio de empresa racional.

Uno de los inspiradores de un nuevo estilo filosófico, Ludwig Wittgenstein, nos

introducirá al psicoanálisis mediante su personal lectura de Freud. Precisamente es

su valoración del psicoanálisis como mitología la que será reconsiderada mediante

la elucidación de la transferencia. El propio Wittgenstein nos servirá de referencia

para analizar dos visiones filosóficas acerca de la ciencia, una positivista, más

centrada en la posibilidad de una referencia estricta del lenguaje, y otra basada en

el lenguaje como juego, como hermenéutica.

34
P. Kitcher, Freud's Dream: A complete interdisciplinary science of mind, op. cit.
35
Así, frente a la propuesta de Watt, no resulta extraño que sólo con el abandono de los conceptos rudimentarios
del modelo energético-mecánico se pueda desarrollar el psicoanálisis en un diálogo interdisciplinario. “Es irónico
que el abandono del antiguo modelo energético-mecánico de la transferencia -un modelo estrechamente
relacionado con los esfuerzos de Freud por establecer una base biológica para su psicología- haga ahora posible
desarrollar relaciones más estrechas entre construcciones neuropsicológicas y psicoanalíticas.”
D.F. Watt, “Transference--A Right Hemisphere Event?: The Boundary Between Psychoanalytic Metapsychology
and Neuropsychology”, Psychoanalysis and Contemporary Thought, (9)1, 1986, p. 52.
Un análisis de las críticas epistemológicas y metodológicas al psicoanálisis

dará pie a la discusión de los problemas de éste como teoría y, en especial, la

incapacidad de extraer hechos incontaminados de su propuesta clínica. La validez

del psicoanálisis como heurística metodológica, los diversos niveles de análisis de

los fenómenos transferenciales, su relación con la inteligencia artificial, la

emergencia biológica y la incorporación, así como el problema de las otras mentes,

son también analizados.

En cierto sentido nuestra tarea es similar a la propuesta 'centralista' de Daniel

Dennett, relacionar explicaciones extensionales e intencionales.36 Poseemos una

teoría intencional de la mente como el psicoanálisis y una posible referencia

extensional en las teorías que se aglutinan bajo las ciencias cognitivas. Su relación,

diálogo e hibridación quizás permita un acercamiento a la relación entre sentido y

referencia más allá de la reducción y la enajenación. El psicoanálisis no sólo

produce una teoría del sentido, sino que permite alterar las raíces de la experiencia

del sujeto. Mediante la transferencia se conseguiría la reconstrucción de creencias

intencionales con efectos funcionales y comportamentales. Es así como el análisis

de la transferencia puede abrirnos nuevas perspectivas a la hora de acometer un

acercamiento al concepto cognitivo más básico y complejo, la conciencia.

Frente a otras terapias que se limitan a actuar sobre un síntoma concreto o le

señalan al paciente la inadecuación de sus creencias acerca de ciertos estados de

cosas, el psicoanálisis propugna una técnica que más que mostrar la incorrección

del comportamiento a un sujeto le conviertan en agente, a diversos niveles, de sus

respuestas y procesos, permitiéndole, en definitiva, adquirir conciencia de ciertas

respuestas automatizadas que componen su comportamiento. Frente al

36
D.C. Dennett, Content and Consciousness, Nueva York, 1969, esp. p. 85. Cf. J. Hornsby, “Personal and sub-
personal: A defence of Dennett's early distinction”, Philosophical Explorations, 2000, pp. 6-24.
achatamiento del mundo que produce la psicología experimental que trata de

explicar fenómenos complejos de la conducta humana como subir una escalera

basándose en parametrizaciones, el psicoanálisis da buena cuenta del universo

lingüístico, de la relación entre el significado, su producción intersubjetiva y su

incorporación fisiológica, situándose entre las ciencias de la conducta, el

procesamiento de información, y el significado.37

37
“Si el conocimiento humano no consiste en descripciones almacenadas ¿cuál es entonces la relación entre lo
que decimos y hacemos? Hablar ha de ser visto no como sacar lo que estaba ya dentro, sino como un modo de
cambiar lo que está dentro. Hablar no es volver a declarar lo que ha sido puesto de modo subconsciente en el
cerebro, sino en sí mismo una actividad de representación,” W.J. Clancey, Situated Cognition: On Human
Knowledge and Computer Representations, Cambridge, 1997, p. 3. “Conceptualizar situaciones, problemas y
acciones alternas implica inherentemente un aspecto de autoreferencia en el mecanismo perceptual-conceptual.
Esto es, la comprensión de una persona de '¿qué está pasando?' es realmente '¿qué me está pasando a mí ahora?'”
ibid., p. 27.
I. Psicoanálisis
“Pude apreciar claramente, durante nuestro primer
encuentro personal, en el año 1907, la alta
significación que Freud atribuía a los fenómenos de
la transferencia. Después de una conversación de
muchas horas, se produjo una pausa. De pronto
Freud preguntó, inopinadamente: ‘¿Y qué piensa
usted de la transferencia?’ Respondí con la más
honda convicción que era el alfa y el omega del
método analítico. A lo cual él repuso: ‘Entonces ha
comprendido usted lo principal’.”
Carl Gustav Jung, La psicología de la transferencia.
Reevaluación del Descubrimiento de la Transferencia

El hallazgo de la transferencia puede ser considerado uno de los sucesos

vertebrantes del sistema psicoanalítico,38 su condición de posibilidad. La propia

evolución del pensamiento acerca de la transferencia prosigue, en sus rasgos

generales, una cronografía que ha sido delineada por los principales biógrafos de

Freud.39 Si Freud va elaborando su teoría en contacto con su experiencia clínica, a

través del tratamiento con sus pacientes, el papel clave de la transferencia, no sólo

como medio terapéutico, sino como punto de apoyo de sus ulteriores

investigaciones, no puede ser infravalorado.

Claro está que el pensamiento de Freud se ha de incardinar dentro del

conocimiento terapéutico y teórico propio de su época. Sus conceptos, sólo a

medida que se vuelven sistemáticos se independizan del contexto en el que se

habían generado, creando una discursividad y un campo de saber nuevo. Según

Isabelle Stengers, Freud poseía la pretensión de hacer tabla rasa frente a cualquier

38
Dos de los principales especialistas en la primera fase del pensamiento de Freud sontienen que “se puede
afirmar hoy en día, con una certeza casi plena, que el descubrimiento de la transferencia fue el primer
descubrimiento capital de Freud, aquel que abre el camino a todos los que seguirían...” L. Chertok y R. de
Saussure, Naissance du psychanalyste. De Mesmer à Freud, París, 1974, p. 147. Breuer, colaborador de Freud
en sus Studien über Hysterie (1895), dirá que el fenómeno de la transferencia era el gran descubrimiento que
debían ofrecer al mundo.
39
P. Gay, Freud. Una vida de nuestro tiempo, Barcelona, 1989. Así las tres partes centrales de la vida de Freud
son recortadas de acuerdo con una primera que trazaría su frontera con la siguiente alrededor de 1905
(Fundamentos 1856-1905). El caso de Dora escrito en 1901 y sólo publicado en 1905 entra justo dentro del
período de inflexión en el que se sitúan otros casos clínicos discutidos por Freud. Así la segunda parte
(Elaboraciones 1902-1915) igualmente participa de un acontecimiento externo, el estallido de la Primera Guerra
Mundial, que,no pudo dejar indiferente a nadie. Finalmente una última etapa vendría dada por las ampliaciones y
correcciones (Revisiones 1915-1939) que lleva a cabo Freud hasta el fin de sus días. El estudio clásico de E.
Jones, The Life and Work of Sigmund Freud (abreviado por L. Trilling y S. Marcus), Nueva York, 1961, sigue un
patrón similar al dividir el devenir freudiano en una primera fase que llegaría hasta 1900 con la publicación de la
Traumdeutung, una segunda que finaliza con el término de la contienda mundial (1919) y una última etapa que se
extiende desde dicho año hasta su muerte. Veremos como estas cronografías son consistentes con el desarrollo
del concepto de transferencia a lo largo de la obra de Freud y que éste es modificado de acuerdo con alteraciones
en otros puntos de su teoría. Otras obras de calado mucho más crítico, M. Macmillan, Freud Evaluated. The
Completed Arc, Amsterdam, 1991, no tratan de forma adecuada el desarrollo de la transferencia y simplemente lo
refieren a las últimas formulaciones relativas a la repetición en la transferencia.
otro tipo de terapia previa y, si bien aprovechó las influencias a las que estuvo

sometido, ciertamente su técnica supuso un giro epistemológico.40

De esta forma he incluido un desarrollo prefreudiano de la transferencia que no

existía sino como amalgama de nociones acerca de la relación entre el médico y el

paciente. A través de la evolución de su pensamiento llegamos a una revolución,

una alteración fundamental de la tradición en la cual surge.

A su vez, el propio pensamiento psicoanalítico recibe diversas formalizaciones

en el transcurso de la vida y obra de Freud.41 Por ello me pareció oportuno trazar

las discontinuidades dentro de éste con el fin de delimitar la polivalencia del

concepto teórico en cuestión y su propia evolución. Diversos aspectos van

ocupando una posición más o menos privilegiada en este desarrollo.

La transferencia representa, junto con el método psicoanalítico en conjunto,

pero como pieza clave de éste, la introducción del sujeto en la medicina tal como

discurriría hasta el padre de la antropología médica, Viktor von Weizsäcker.

Podemos estar de acuerdo en afirmar que “...Freud, no sólo en el dominio de las

neurosis, sino en el de la patología entera, ha llegado a ser la gran figura inicial en

la empresa de personalizar el saber y el quehacer médico.”42 O, como señala

Foucault, Freud es el primero en atender a la relación médico-enfermo.43


40
I. Stengers, La volonté de faire science. À propos de la psychanalyse, Le Plessis- Robinson, 1996.
41
Así por ejemplo J. Sandler, C. Dare y A. Holder, El paciente y el analista, Barcelona, 1993, sostienen la
necesidad de un aproximamiento histórico y contextual a la hora de elucidar los conceptos analíticos, misma
fórmula adoptada en el clásico Diccionario de Psicoanálisis de J. Laplanche y B. Pontalis. Por otro lado la
división en fases del pensamiento freudiano ha de responder a criterios técnicos y conceptuales y no pude abarcar
las diversas facetas de su obra, debido al propio carácter de ésta. Freud no abarca en su totalidad,
sistemáticamente, sus descubrimientos, sino que trata de alumbrar diversos territorios a medida que se producen
sus avances.
42
P. Laín Entralgo, Historia de la Medicina, Barcelona, 1978, p. 635.
43
“...el médico disipa la enfermedad mental con el concepto crítico de la locura. De tal manera que no quede
más, fuera de las formas vacías del pensamiento positivista, sino una sola realidad concreta: la pareja médico-
enfermo, en la que se resumen, se anudan y se desanudan todas las alienaciones. Y es por esto por lo que toda la
psiquiatría del siglo XIX converge realmente en Freud, el primero que haya aceptado en serio la realidad de la
pareja médico-enfermo, y que haya consentido en no apartar de allí ni sus miradas ni sus investigaciones, que
no haya intentado ocultarla en una teoría psiquiátrica que tanto bien o mal armonizaba con el resto de la ciencia
médica; el primero en haber sacado rigurosamente las consecuencias de esa realidad,” M. Foucault, Historia de
la Locura en la Época Clásica III, Barcelona, 2002, p. 261.
Esta personalización se produce, no ya tanto como un reconocimiento del

carácter individual del paciente, sino de una forma más profusa, como interacción,

como relación en la que la figura del terapeuta y el paciente se interrelacionan. La

imposibilidad de afirmar la presencia aislada del paciente, la irresolubilidad del

síntoma sin la existencia de la transferencia, hace imprescindible la figura presente

en el otro extremo de la relación.44

El sujeto cartesiano es criticado no sólo por el requisito del otro, sino por una

interioridad conflictiva en la que diversos mecanismos imponen sus leyes ajenas e

indeterminables; se produce una crítica extra e intrasubjetiva. Se introduce al

hombre en la práctica médica mediante la destitución de su comprensión clásica

como sujeto, no ya como objeto de saber, sino como realización, en conexión, en

movimiento. Un saber empírico, una techné, pues, del único tipo posible, quizás, en

las ciencias del hombre, que no se desenvuelve en la objetivación del sujeto, en

las operaciones realizadas sobre él, sino que se produce en la interacción. Techné

también en el sentido de delimitación entre praxis y theoría: práctica, como terapia,

y teórica, en tanto construcción conceptual.

Uno de los problemas de la investigación interdisciplinar entre psicoanálisis y

ciencias cognitivas ha sido la falta de precisión conceptual a la hora de abordar una

posible elucidación. Hace falta aclarar el propio explanandum para poder remitirlo a

un explanans adecuado, pues los conceptos psicoanalíticos sólo de manera

indirecta se refieren a los conceptos de la psicología general.

Nuestra aproximación optará por mostrar la aportación de Freud en su discurrir

temporal. Éste siempre creyó en una cierta objetividad de su descubrimiento y


44
Hasta el punto que hay autores que opinan que sólo en la interacción se produce el inconsciente, así J.-D.
Nasio, en sostiene en Les Yeux de Laure, París, 1987, que “la transferencia analítica es el equivalente al
inconsciente”, p. 48, es decir, somete a cuestión la existencia del propio inconsciente más allá de la relación que
se produce en el análisis.
luchó frente a las heterodoxias debido a la importancia de su hallazgo,45 una nueva

forma de afrontar al otro y tenderle la mano.

45
“El psicoanálisis, como cualquier otra rama de la ciencia sólo, puede ser estudiado provechosamente en su
evolución histórica, nunca como un cuerpo de conocimiento perfeccionado, y su desarrollo estuvo íntima y
peculiarmente relacionado con la personalidad de su fundador,” E. Jones, op. cit., p. xx.
Figura 1.1. Jerónimo del Bosco- La extracción de la Piedra de la Locura (1475-80). El Bosco, pintor
renacentista irreverente donde los hubiese, muestra en esta pintura un espejo bordeado por una
inscripción que reza: “Maestro quítame la piedra. Mi nombre es Lubbert Das.” Vemos una vivisección
del cerebro con el fin de extraer la 'piedra de la locura'. El que lleva a cabo la operación posee un
embudo, signo de su estupidez, y una bolsa de dinero. Así mismo, acompañando a las figuras
centrales, encontramos un fraile con expresión de sorpresa, como si el maestro realizase algún tipo
de milagro, y una monja, esta última con un libro sobre la cabeza, a modo de sombrero. El resultado,
la extracción de una flor negra de la cabeza del paciente, diverge del previsto.
1.0. Genealogía de la transferencia : Magnetismo, sugestión e hipnosis

El surgimiento del estudio supuestamente empírico de la mente podemos

retrotraerlo al siglo XVIII, a la Ilustración. Aunque existen indicios de prácticas

previas,46 éstas se encuentran envueltas en un halo misterioso, no sólo en relación

a su propio ejercicio, sino en cuanto a las fuentes que poseemos al respecto. Sólo

la derrota de l’Infâme, de lo oculto y de la superchería, mediante la luz de la razón,

pudo introducir el estudio de la mente en un ámbito, al menos, pre-científico.

Así se suele situar como punto de arranque las prácticas de Franz-Anton

Mesmer(1736-1815).47 En un período de consolidación del newtonianismo frente al

cartesianismo, de la propagación de leyes universales más que de mecanismos

particulares para la explicación de los fenómenos naturales, Mesmer abre en París

una consulta para el tratamiento de desórdenes nerviosos48 creyendo en la

existencia de cierto fluido universal, con semejanzas al pneuma estoico, que unía a

todos los seres y, en concreto, a los seres humanos entre sí.49

Según Ellenberger, el magnetismo de Mesmer vendría a ser la otra cara de la

moneda en la que también se encontraría el exorcismo, tal como lo practicara el

célebre padre suizo Gassner. Éste trataba ciertas enfermedades del alma a través
46
En el primer capítulo de F.H. Ellenberger, The Discovery of the Unconscious. The History and Evolution of
Dynamic Psychiatry, Londres, 1970, se abordan algunos de estos antecendentes. Pedro Laín Entralgo realiza una
profunda exégesis de los tratamientos pre-psicoterapéuticos en la antigua Grecia en La curación por la palabra
en la Antigüedad clásica, Barcelona, 1984. Sobre la relación entre poder y capacidad de sanación así como de la
interacción de las esferas divinas y terrenas cf. el estudio clásico de M. Bloch, Les Rois Thaumaturges, París,
1997. Aún hoy en día se anuncia un curso de postgrado o Master en exorcismo de dos meses de duración que
comenzó en el año 2005 en el Athenaeum Pontificium Regina Apostolorum.
47
Previamente podemos observar la existencia de ciertas aserciones teóricas acerca de su contenido y
surgimiento tales como las reflejadas en el diálogo entre empiristas y racionalistas, un caso ejemplar podrían ser
las Consideraciones acerca del entendimiento humano de Locke y las Nuevas consideraciones acerca del
entendimiento humano de Leibniz, ambas carentes del sentido práctico propio de la psicoterapia tal y como la
conocemos.
48
Cf. por ejemplo J. Ehrenwald, The history of Psychotherapy: From Healing Magic to Encounter, Nueva York,
1976. F. Rausky, Mesmer ou la révolution thérapeutique, París, 1977. Las obras de Mesmer se encuentran en F.-
A. Mesmer, Le Magnétisme Animal, París, 1971.
49
La importancia simbólica y operativa del concepto de fluido en el arte curativo clásico está bien documentado
en M. Foucault, Historia de la Locura en la Época Clásica, II, México, 2000. Así el fluido estaba relacionado
con la inmersión y la purificación; igualmente ofrecía un medio en el que la transmisión de cualidades se hacía
posible. “En este medio fluido, se hace el intercambio universal de cualidades,” ibid., p. 490.
de los ritos del exorcismo. El propio Mesmer, al dar su opinión acerca de las

prácticas de Gassner sostenía que éste mismo estaba, sin saberlo, utilizando el

magnetismo animal,50 en lo que creía que era expurgación demoníaca. Dos

técnicas diferentes obedecían a un mismo principio actuante.

El magnetismo respondía a la teodicea ilustrada cuya asimilación de Dios y

naturaleza, Deus sive Natura, no permitía la actuación de ninguna instancia divina

ajena a la propia consustancialidad de las cosas. Por tanto, en el estudio de los

fenómenos anímicos habría que prescindir de toda referencia a creencia mítica o

religiosa alguna. La ciencia natural iría absorbiendo la omnisciencia divina en favor

de explicaciones inmanentistas, relativas al orden visible. Newton y su ley universal

gravitatoria habrían supuesto un apoyo decisivo y contundente a la idea de un Dios

conservador de la naturaleza, deista (Natura), frente al omnipotente creador

cristiano (Deus).

Hay también una referencia a Descartes y su idea de espíritus animales insita

en el pensamiento de Mesmer. Para Descartes éstos serían como un aire sutil o

“…más bien como una llama muy pura y viva que, subiendo continuamente en

abundancia del corazón al cerebro, [y] se distribuye de ahí por los nervios a los

músculos y da el movimiento a todos los miembros.”51

El interés médico de Mesmer se va desarrollando con la imposición de imanes

a ciertos miembros de las clases altas de su Viena natal. A lo largo de sus

indagaciones empieza a conjeturar cómo la curación que observaba en algunos de

sus magnetizados no podía deberse a la simple presencia de un imán y es así que


50
Hay indicios de ideas cercanas al magnetismo en una obra que parece haber sido escrita por Herman
Boerhaave, An Essay on the virtue and efficient cause of magnetical cures, Londres, 1743. Su autoría, dudosa,
pondría sobre la pista del magnetismo a uno de los fisiólogos más ejemplares del siglo XVIII.
51
R. Descartes, Discours de la Méthode, V. Así mismo el Dictionnaire de l'Académie Française de 1762 se
refiere a estos ‘esprits’ como pequeños cuerpos ligeros, sutiles e invisibles, que llevan la vida y el sentimiento a
las partes del animal. Nótese la relación con el éter y la pérdida de toda connotación animista por una
mecanicista con la permanencia de una asociación entre vida y sentimiento.
habrá de sostener la existencia de un fluido universal, de idéntico porte a la ley

gravitacional newtoniana. Éste permearía todo tipo de organismos, produciendo

sus modificaciones una variedad de afectos y padeceres. Pasa así de una práctica

a la formulación de una teoría.

Recurriendo a la analogía galénica, la enfermedad se entendía no ya como

una alteración interna, un desequilibrio de los fluidos, sino como una distribución

incorrecta de una especie de fluido externo y universal en un individuo, sobre su

constitución orgánica. Se pasaba así de la metáfora mecanicista a otra de tipo

universal legalista, presupuesto de toda ciencia natural; igualmente se situaba al

individuo en complejos estructurales superiores a éste, en los que se insertaba

como simple nodo o gozne. Se cuestionaban, pues, los presupuestos del

humanismo y el antropocentrismo, al igual que lo hiciesen los descubrimientos

científicos de ese período.

Junto con la aceptación de los postulados newtonianos se sucede una oleada

de anticartesianismo que niega uno de sus principios fundamentales. De acuerdo

con éste uno puede adquirir un conocimiento interno, personal, mucho más

profundo del que se puede llegar a poseer del mundo externo, el llamado

paradigma de interioridad. Otra crítica que empieza a elaborarse es la relativa al

materialismo, que acabará con la supuesta división ontológica entre res extensa y

cogitans, entre dos tipos de substancia, y tendrá como resultado último el

monismo. El monismo materialista de la ciencia tal y como llega hasta nuestros

días, preconizado por hombre-máquina de La Mettrie, y delineado por Vesalio y su

De humanis corporis fabrica.

En resumidas cuentas, los principios del sistema de Mesmer serían los

siguientes:
(1) Un sutil fluido físico llena el universo y forma un medio de conexión entre el
hombre, la tierra y los cuerpos celestes e igualmente entre los hombres. (2) La
enfermedad surge de la distribución desigual de este fluido en el cuerpo humano, la
recuperación se logra cuando dicho equilibrio se restaura. (3) Con la ayuda de
ciertas técnicas, este fluido puede ser canalizado, guardado y transferido a otras
personas. (4) De esta manera se pueden provocar ‘crisis’ en los pacientes y, de
esta forma, curar enfermedades.52

La función del terapeuta, según Mesmer, sería restablecer el equilibrio de este

fluido dirigiendo las corrientes magnéticas que se encuentran dispersas en el

paciente. El magnetismo surge así como técnica que trata de forma genérica y

universal un fenómeno en el que la presencia del magnetizador es, no obstante,

requisito imprescindible. Mediante sus pases magnéticos, el magnetizador era

capaz de dirigir cierta cantidad de este fluido a través del cuerpo del paciente: el

magnetizador se convertía en canalizador de dicho fluido.

Uno de los postulados de la ciencia iluminista, su validez universal, no debía

verse desmentida por la peculiar relación paciente-enfermo:53 el magnetizador era

simple medium de este proceso. En física, la imposibilidad de la detección de un

mecanismo subyacente a la ley universal de gravitación ya había sido puesta en

tela de juicio y sus acciones a distancia en forma de leyes universales provocaron

en primera instancia una suspicacia generalizada.

En el tratamiento de una tal Fräulein Österlin que sufría de parálisis, diversos

dolores y extremos cambios de humor, Mesmer fue capaz de notar cierta

periodicidad en su enfermedad y entendería que una serie de movimientos

planetarios estaban vinculados a dichos padecimientos. Los imanes le permitían

52
F.H. Ellenberger, op. cit., p. 62.
53
A este respecto cf. la obra de Pedro Laín Entralgo, La relación médico paciente, Madrid, 1983 y M. Foucault,
Historia de la Locura en la Época Clásica III, Barcelona, 2002.
inducir un cambio del fluido que dependía de estos accidentes cósmicos,

produciendo flujos artificiales.

Después de mucho tiempo manipulando los imanes, fue capaz de dispensarse

de su uso, pues sostenía que su cuerpo estaba ya lo suficientemente cargado

como para no necesitar los imanes. La explicación que daba Mesmer de los éxitos

de Gassner se refería al hecho de que aquél poseía en su cuerpo una cantidad de

magnetismo animal superior al suyo propio.

La propia disertación doctoral de Mesmer trataba la teoría gravitacional de

Newton y la influencia de los planetas en el estado de los enfermos. Un Newton

también conocido por sus estudios de alquimia y por su postulación en ellos de un

poder o espíritu externo a la materia. Pasamos de la especulación acerca de un

éter, que actuaría entre los planetas a un fluído que abarcaría todos los

fenómenos, animales y humanos. En esta misma época se producían los primeros

experimentos de Galvani y su descubrimiento de la electricidad animal, según él,

presente en el animal diseccionado. Sólo la elaboración de Volta mostrará que era

el contacto de los metales sobre los que se encontraba el animal, la creación de un

circuito, lo que producía el efecto eléctrico; aún así la idea de un organismo

conductor de fluido se mantendrá latente.

Si en un universo armónico sólo podía existir una ley universal, Mesmer estaría

dentro de aquellos que pensaban que en el campo médico, aún en un estado

precientífico, sólo existía una enfermedad y una cura. La enfermedad era un

desarreglo del citado fluido y su forma de curación poseía un carácter muy preciso.

Este magnetismo animal, “...debe, en primer lugar, ser transmitido a través del

sentimiento.”54

54
Cit. en L. Chertok, “The discovery of the transference: towards an epistemological interpretation”,
International Journal of Psychoanalysis, 49, 1968, p. 560.
De hecho, afirma que el factor determinante en el resultado positivo de la
aplicación del fluido era la voluntad del magnetizado de ser magnetizado, lo cual
implicaba la participación personal y directa del terapeuta en la terapia, incluso si
no se le ascribía al terapeuta el misterioso poder de curar que Mesner había
atribuído a los imanes. Éste no es el caso usual de un paciente confiando una
parte de su cuerpo a un médico y su instrumental, un abandono de sí sobre el que
el magnetista pudiese operar, sino la renuncia a su propia conciencia, y la voluntad
de acomodarse a la conciencia y voluntad de otro.55

Se trataba de llevar al magnetizado a un estado de catarsis prelingüística, de

tipo somático, en el que el magnetizador se convertía en amo de la voluntad del

magnetizado, “un magnetizador, proclamaba Mesmer, es el agente terapéutico de

sus curas: su poder reside en sí mismo. Para hacer la curación posible, debe

primero establecer una relación, esto es, un tipo de ‘sintonía’ con su paciente.”56

La idea de un fluido, por su parte, parecía apuntar hacia una presencia física y

objetiva, despersonalizada. Al igual que sucede con los planetas que siguen su

órbita debido a su interacción, demostrable como relación matemática, el resultado

de la terapia sería la restauración del orden, de la mensura en la relación.

Los tres caracteres esenciales en el sistema mesmérico son, pues, (α) la

suposición de la existencia de un fluido, (β) la relación como medio de curación y

(γ) el sentimiento como contenido de la relación entre magnetizador y magnetizado.

Es importante que retengamos estas tres características pues serán sus

oscilaciones, sus vaivenes dentro de las especulaciones subsiguientes, las que

determinen el rumbo que reciba el magnetismo originario.

Sus prácticas, desde luego, no pasan inadvertidas. Por ello en Francia se

encarga una comisión para el estudio del magnetismo formada por científicos de

primera talla y dirigida por Bailly. Al no permitir Mesmer que se le investigase

personalmente, la comisión realiza sus pesquisas con uno de sus discípulos,

55
A. Carotenuto, Kant’s Dove. The History of Transference in Psychoanalysis, Wilmette, 1991, p. 26.
56
F.H. Ellenberger, op. cit., p. 69.
Charles Deslon, y amplía su examen a las prácticas de Mesmer. Éstos

dictaminarán que se trata de un fenómeno imaginario, es decir, que ocurre en el

interior de la mente del magnetizado y que no se observa medida objetiva de fluido

alguno.57 Si bien reconocían la producción de curaciones no encontraban rastro

alguno de medida cuantificable, la eficacia de su tratamiento no servía como

prueba de su teoría acerca de la enfermedad, la práctica no era avalada por su

epistemología.58 De este modo el primer pilar del modelo fluidista, su ontología

primigenia, recibe su primer gran revés.

Si la procedencia económica y social de los pacientes le permite a Mesmer

llevar una vida sin preocupaciones, la cantidad cada vez mayor de personas que

desean beneficiarse del magnetismo le hace elaborar un ingenioso artilugio, parte

de la mitología magnética, el baquet, con el que poder curar a una multitud de

pacientes.

...un tubo de roble especialmente diseñado para almacenar y transmitir el fluido


magnético. El tubo, de unos cuatro o cinco pies de diámetro y uno de profundidad,
poseía una tapa construida en dos piezas. En el fondo había botellas dispuestas en
círculos concéntricos, algunas vacías y apuntando hacia el centro, otras contenían
agua magnetizada y apuntaban hacia el perímetro. Había diversas capas de tales
hileras. El tubo estaba lleno de agua, a la cual se añadían limaduras metálicas y
cristal en polvo. Unas varillas de hierro que salían por los agujeros de la tapa eran
dobladas en ángulos rectos, de tal forma que éstas pudiesen ser puestas sobre el
área afectada del cuerpo del paciente. Así una serie de pacientes podían utilizar el

57
“Los comisarios no se darían cuenta de que constataban de esta manera la realidad de la acción psicológica
interpersonal: la relación de objeto precisamente,” L. Chertok y R. de Saussure, op. cit., p. 23. Relación de objeto
es la relación del paciente con el mundo mediante sus representaciones y, en concreto, con el analista.
58
J.F. Kihlstrom, “Mesmer, the Franklin Comission and their Legacy,” paper presented at the celebration of
Mesmer Week, Department of Psychology, University of Wisconsin, Madison, 1984.
http://socrates.berkeley.edu/~kihlstrm/mesmer84.htm. Según nuestro esquema, los trabajos de Mesmer aparecen
en el surgimiento de un giro epistémico que también conllevará las primeras prácticas de psicología
experimental. “El único método decisivo, (la comisión) concluyó, eran experimentos designados para revelar la
propia naturaleza de los efectos mesméricos. De acuerdo con ello condujeron una serie de experimentos,
aparentemente designados por Lavoisier, sobre voluntarios. Estos estudios pueden ser considerados como los
primeros experimentos psicológicos formales –ciertamente son los primeros ejemplos del uso del método
experimental en el estudio de psicología clínica y social.”
tubo a la vez. Se les animaba a aumentar el fluido magnético cogiéndose de las
manos y creando, de esta forma, un circuito.59

Como vemos un mecanismo similar a las botellas de Leyden que el abad

Noset y Musschenbrok harían populares en el siglo dieciocho, aparentemente más

un artilugio de feria que un dispositivo médico. De nuevo las críticas de sus

enemigos se harían patentes, sus pretensiones de ciencia no serían más que el

resultado de la ignorancia y la debilidad de sus magnetizados. Precisamente del

surgimiento del magnetismo proceden, a su vez, las pretensiones de formular

aserciones universales y válidas acerca de los fenómenos referidos al alma o

psicológicos, “desde ese momento, para los psicoterapeutas, el nuevo juramento

hipocrático incluiría una nueva cláusula: la obligación de asumir una

metapsicología.”60 En este sentido el magnetismo señala una clara línea de

demarcación con las especulaciones previas, lo que podríamos denominar el

comienzo de una reflexión teórica, de un corte epistémico.

En Francia el movimiento comienza una fase de expansión. Pese a lo

numeroso de sus detractores, los seguidores de Mesmer comienzan a llevar a cabo

sus prácticas de forma secreta y se organizan en Sociedades de Armonía

cercanas a la masonería. Se institucionaliza así el magnetismo, permitiendo su

supervivencia y desarrollo y, a su vez, haciendo trascender las prácticas de su

creador, generalizando las actividades magnéticas a sus sucesores. Pasamos de

una práctica individual a una técnica generalizada.

Los dos discípulos más conspicuos de Mesmer comenzarán a devaluar la

importancia de la idea de fluido, ya puesta en tela de juicio por el informe de Bailly,

59
A. Crabtree, From Mesmer to Freud, Yale, 1993, pp. 13-14
60
A. Carotenuto, op. cit., p. 4.
y se centrarán en el aspecto relacional, sosteniendo, en uno y otro caso, la

preeminencia de uno de los dos polos.

De un lado, el reverendo José Custòdio Faria (1755 -1819), discípulo de

Mesmer, será el primero en reconocer la capacidad regresiva del total

sometimiento del paciente al magnetizador y sostendrá la primacía de la voluntad

del paciente; abandona las especulaciones mesméricas acerca de un magnetismo

universal y se centra en el paciente, le otorga una importancia subjetiva, ajena a

ontología naturalista alguna. No se encargará tanto del fluido como entidad ajena al

magnetizador y al magnetizado, sino que la propia voluntad de éste será la que dé

lugar a la curación. Faría comienza a utilizar ciertas técnicas que serán retomadas

por Braid, la fijación en un objeto, y la sugestión como la practicará Liébeault. Faría

abre así el camino a lo que después sería denominado sugestión: no en vano se le

considera el pionero de las ideas que dieron lugar a los postulados de la Escuela

de Nancy.

El marqués de Puységur (1751-1825), discípulo aventajado de Mesmer junto

con Faría, entenderá la voluntad del terapeuta como fundamental.61 Puységur

obtendrá los primeros resultados que podríamos denominar hipnóticos, aunque no

fuese sino Braid, más tarde, quien acuñase el término. Puységur renuncia al

contacto físico con el paciente y recurre a las palabras como medio de

aproximación y alude a la sintonía, cercana a la idea de empatía.

Recreará así lo que se denominaba ‘sonambulismo magnético’, frente a las

convulsiones animales del magnetizado alcanzadas por Mesmer. Se trata de un

sueño en el que el magnetizado lleva a cabo las órdenes del magnetizador y

61
Así comenta: “Creo en la existencia dentro de mí de un poder. De esta creencia se deriva mi voluntad de
ejercerlo. La doctrina entera del Magnetismo Animal está contenida en dos palabras: Cree y quiere,” cit. en F.H.
Ellenberger, op. cit., p. 72.
despierta sin recordar nada, produciéndose una sugestión independiente de la

existencia de fluido alguno, -el primer postulado señalado anteriormente-, debida a

la actividad del magnetizador, el extremo opuesto al destacado por Faría.

Pese a no descartar completamente los principios fluidistas, Puységur empieza

a otorgarle mayor valor a la influencia en la curación de otros factores intrínsecos a

la relación misma como el cuidado del paciente a cargo del médico.62 No llegará a

estados de regresión tan profundos como los alcanzados por Mesmer, sino que

tratará de conducir a los pacientes a etapas infantiles en las que se produce una

substitución de la figura materna por la del magnetizador.63 La voluntad

inquebrantable del magnetizador de que el magnetizado mejore es la clave de su

proceder.

La premisa ontológica acerca de la existencia de un fluido, como vemos, se va

debilitando; las corrientes ‘fluidistas’ irán dando paso a aquéllos que se centran en

la inducción del sueño y que optan por una teoría más de tipo psicológico que

naturalista, dando lugar a la corriente ‘animista’ del magnetismo.

A lo largo de toda la historia del magnetismo resonará la condena de

atentar contra las buenas costumbres. La proximidad de la relación, causa de

roces carnales, podía atenuarse sólo mediante la intersección de una

instancia objetiva como la del fluído magnético. Según Carotenuto, al intentar

quitarle al fenómeno relacional la centralidad que le correspondía en los


62
Comenta Puységur, “estoy seguro que, ciencia y experiencia aparte, no puede ser indiferente ser cuidado en
nuestra enfermedad por un Médico y Guardia que nos entregue afecto,” cit. en L. Chertok y R. de Saussure, op.
cit. p. 27.
63
No muy lejano a esta idea estaría Philippe Pinel, contemporáneo de Puységur, y uno de los fundadores de la
psiquiatría moderna. De acuerdo con Foucault, “Pinel reconocía que el médico cura cuando en vez de usar
terapéuticas modernas, recurre a esas figuras inmemoriales (padre y juez, familia y ley),” M. Foucault, op. cit.,
III, p. 255. “El personaje del médico, según Pinel, debía actuar no a partir de una definición objetiva de la
enfermedad o de un cierto diagnóstico clasificador, sino apoyándose en esas fascinaciones que guardan los
secretos de la familia, de la autoridad, del castigo y del amor; es utilizando ese prestigio, poniéndose la máscara
del padre y del juez, como el médico, por uno de esos bruscos atajos que dejan a un lado su competencia
científica, se convierte en el operador casi mágico de la enfermedad y toma la figura del taumaturgo,” ibid., p.
256.
fenómenos magnéticos también se inhibió el surgimiento de una teoría de la

transferencia desarrollada que comprendiese la relación como el hecho

fundamental en la propia curación.

Figura 1.2. Los pases magnéticos de Mesmer.

Deleuze (1753-1835), alumno de Puységur, admite la existencia de ciertos

afectos entre magnetizador y magnetizada que deben diferenciarse de los

puramente eróticos y que quizás tuviesen un efecto positivo en la cura. Así

reconoce la existencia y persistencia de ciertos afectos entre sus magnetizados,

pero trata de escapar de sus propias pasiones hacia sus pacientes. Es, pues, el

polo del paciente el que se destaca conjuntamente con la idea del sentimiento.

“Deleuze admite la realidad de un fluido, pero, al igual que Puységur, se distingue

de Mesmer al hacer intervenir junto con el magnetizador la voluntad y la confianza

en la curación.”64 Una especie de fe en sus capacidades actuaría en la sanación

64
L. Chertok y R. de Saussure, op. cit., p. 37.
del paciente, un paciente que se mantiene, al igual que con su maestro, pasivo,

quizás para protegerse de las complicaciones amorosas de las que hacía mención.

Es la capacidad objetiva del médico la que permite obrar la curación frente a los

restos afectivos que perduran en el paciente. Poco a poco la corriente de Deleuze y

Puységur irá dando menos importancia a la acción del fluido magnético y más a su

vertiente relacional, basada en el aislamiento del paciente con el magnetizador y su

íntima dependencia, su reclusión con éste.

El carácter altamente sexual del magnetismo como terapia, tal como lo

practicara Mesmer, será reemplazado por un aséptico sonambulismo con

Puységur, alejándose de las excitaciones cercanas al orgasmo65 que se producían

en la proximidad física del magnetizador a su paciente. Julien Joseph Virey (1775-

1846) comentaría al respecto de tales prácticas que “el magnetismo... no es sino el

resultado natural de emociones nerviosas producidas por la imaginación y la

afección entre diferentes individuos y, principalmente, de aquellas que surgen de

las relaciones sexuales.”66 El polo del sentimiento empieza a cobrar importancia, tal

es así que Charles Villiers (1765-1815) publicaría en 1787 Le magnétiseur

amoureux, donde destaca que el magnetismo no es producto de ninguna

circunstancia física, sino de la simple relación afectiva entre médico y paciente,67

del encuentro de la voluntad de curar con la de sanar. Se diluyen así las ideas

fluidistas en pro de la relación como dinámica propia de la curación. El propio

Deleuze intentaría parar la difusión de un libro que parecía contener un mayor

65
De ello da buena cuenta el artículo de R. de Saussure en “Transference and Animal Magnetism”,
Psychoanalytic Quarterly, 12, 1943. No es de extrañar que en el famoso informe secreto acerca del magnetismo
de la Comisión Real dirigido a Luis XVI apuntase que “...el tratamiento magnético debe necesariamente ser
peligroso para la moralidad,” ibid., pp. 194 ss.
66
J.J. Virey, Examen impartial de la médicine magnetique, París, 1818, cit. en R. de Saussure, ibid., p. 199.
67
“De Villers no atribuye ningún papel al fluido, ninguna eficacia a los procedimientos. Para él la curación está
condicionada por la relación de objeto y por los sentimientos recíprocos entre magnetizador y magnetizado,” L.
Chertok y R. de Saussure, op. cit., p. 40.
vilipendio de los magnetizadores, que ya eran objeto de burla y persecución.68 El

carácter afectivo, incluso sexual, de la relación había sido siempre el talón de

aquiles de la supuesta cientificidad del magnetismo. La existencia de un fluido

recubría la práctica con un carácter objetivo, en su ausencia, se convertía en un

fenómeno mental, subjetivo. Siguiendo la línea por la que se va desplazando la

atención de la sujección del magnetizado, Jules Charpignon (1815-?) comentará la

importancia del estado mental del propio magnetizador a la hora de practicar la

cura.

De este modo vamos pasando de una visión objetual del paciente hacia una

más dinámica, en la que, claro está, el magnetizador va perdiendo su propia

posición objetiva, ya fuese a través de la interposición de un fluido, como simple

dispensador de dicha substancia, o de la ausencia o abstinencia de sus afectos; se

trata, según comentan Chertok y de Saussure, de la idea de sugestión avant la

lettre.

La gran transformación del magnetismo se produce con James Braid (1795-

1860), cirujano de profesión, acostumbrado a lo tangible propio de sus estudios de

fisiología. En 1843 un Braid vuelto hacia el magnetismo acuñará el nombre

hipnotismo y decidirá otorgarle un estatuto científico y objetivo, rechazando

definitivamente las teorías fluídicas mesmerianas, y centrándose en la relación

entre la fisiología y la psicología del paciente. Braid se ocupará del aspecto

subjetivo de la cura, por lo que ésta acontecería en la mente del paciente, y en la

que el médico se encargaría, desde su exterioridad, de llevar al paciente a cierto

estado de sugestibilidad. “En todo caso la introducción del concepto de sugestión –

68
“A medida que los discípulos de Mesmer se volvían más numerosos, entusiastas y fanáticos, el movimiento se
desvió más de su norma inicial y cayó en descrédito. Se mezcló cada vez más con una especulación salvaje,
ocultismo, y, en ocasiones con prácticas embaucadoras,” F.H. Ellenberger, op. cit., p. 83.
si bien concebido en términos de fisiología- marca un neto paso adelante: rechaza

definitivamente el fluidismo y prepara el terreno para el estudio de la acción

psicológica en la relación hipnótica.”69 Efectivamente, la discusión acerca de la

sugestión sitúa la cuestión sobre el magnetismo en un nivel gnoseológico

totalmente nuevo, pues, respecto a la praxis, ya algunos magnetistas habían

mantenido que el susodicho fluido magnético procedía de sus ojos y habían

efectuado consistentemente prácticas hipnóticas.

Braid entenderá que el mecanismo actuante es un cierto estado del sistema

nervioso ocasionado por una atención fija y abstraída; a este particular estado de

sueño lo denominará hipnotismo. Se encargaría así de dotar de mayor contenido

científico a su técnica, al ligarla al sistema nervioso y convertirla en posible objeto

de investigación científica. La fisiología cerebral seviría de sustrato material

analizable en última instancia.70 El aspecto relacional queda difuminado al hacer

hincapié en lo fisiológico. Se trata de una rectificación adecuada hacia el imperante

estilo científico positivista que habrá de ocuparse del estudio de los datos

perceptibles y de la conversión de todo saber de acuerdo con un modelo fisicista

de causas y efectos.

Los trabajos de Braid serán presentados por Velpeau en la Academia de las

Ciencias en 1860 y a partir de ahí traslada sus investigaciones a Francia. Así

comenzaría el interés de August Ambroise Liébeault (1823-1905) en este tipo de

fenómenos, su trabajo con la hipnosis braidiana le hace convencerse de que “... no

es la acción física la que constituye el factor hipnotizante, sino un proceso

psicológico, una idea, la sugestión verbal. De ahí su conclusión: la sugestión es ‘la

69
Ibid., p. 60.
70
No es de extrañar que la frenología hiciese pronto buenas migas con las prácticas sugestiva e hipnótica.
clave del braidismo’.”71 De esta forma se reducían los efectos del hipnotismo a una

forma de sugestión.

Liébeault intentará dar una interpretación del fenómeno hipnótico retomando el

papel central de la figura del médico. Para alcanzar los estados hipnóticos,

someterá los ojos del paciente a los del terapeuta en lugar del objeto luminoso

utilizado por Braid. El paciente pasa de esta manera de un ‘sueño autoinducido’ -

efecto en el sistema nervioso del objeto brillante, y, por tanto, objetivo e individual -

a un ‘sueño inducido por sugestión’72. “Sugestión para Liébeault era, simplemente,

la transmisión por palabra o gesto de ciertas ideas a la mente de un sujeto

durmiente con el fin de producir procesos físicos y mentales en él.”73 Alrededor de

sus ideas y experimentos se formaría la Escuela de Nancy.

Hippolythe Bernheim (1840-1919) irá abandonando las ideas sostenidas por su

maestro, Liébeault, acerca de la hipnosis, y sólo aceptará la sugestión como

mecanismo activo. Se observa un tránsito hacia el interés por el contenido de la

relación, empañado por el positivismo de Braid. El tercer aspecto que sometíamos

a discusión empieza a eclipsar el aspecto general de la relación, segunda premisa

del magnetismo.

Bernheim, prestigioso profesor, será el encargado de introducir la obra de

Liébeault a la comunidad científica que hasta el momento de su apadrinamiento la

habría dejado de lado y comenzaría, a su vez, una larga disputa con Charcot, si

bien poco a poco iría abandonando el hipnotismo en pos de la sugestión en

estados de vigilia. Uno de los experimentos que llevaría a cabo, en la ocasión que

Freud lo visitó en 1889, fue la hipnosis de un sujeto al cual le sugeriría que cinco
71
Ibid., p. 62.
72
A. Carotenuto, op. cit., p. 51.
73
G.J. Makari, “A history of Freud’s first concept of transference”, International Review of Psychoanalysis, 19,
1992, p. 419. Este es el primero de los tres artículos de Makari en los que ensaya una forma de historia
contextual de la primera noción freudiana de transferencia.
minutos después de despertarse habría de dejar de hacer cualquier actividad que

llevase a cabo con el fin de dirigirse a un paraguas que se encontraba en la

habitación y abrirlo. Efectivamente, cinco minutos después de despertar hizo tal y

como le había sido ordenado. Al preguntársele por qué había realizado dicha

acción el sujeto no podía dar ninguna razón.

Los fenómenos hipnóticos mostrarían una sugestibilidad ideomotriz que

consistiría en poner en relación una idea con un acto. Al igual que para Liébeault,

el hipnotismo no sería sino un tipo especial de sugestión, más prominente e

inducida artificialmente. Es esta convicción en la primacía de los efectos sugestivos

la que hará que se vaya descartando el hipnotismo y se utilice sólo la sugestión

directa como única técnica terapéutica.

Mientras que la escuela de Nancy seguiría el rumbo de la despersonalización

de la relación, “la escuela de la Salpêtrière, por su lado, iba aún más lejos en esta

despersonalización al otorgar un valor primordial a los factores físicos en la

hipnosis.”74 Proceso de mecanización y de abstracción fisíco-causalística de los

factores intervinientes que produce la obliteración de la necesidad del médico, de la

relación, en aras de un nuevo cientificismo estático, fijo, objetivizante, positivo. Los

que más que se acercan a tratar la relación dual son Binet y Feré que señalan

cierta sensibilidad electiva que hacía tender más hacia la figura del hipnotizador en

los estados hipnóticos. Igualmente Janet señalará la similitud de la relación entre el

paciente y sus progenitores y la de éste con el hipnotizador ya reseñada por

Puységur.

Otra figura destacada en esta historia es Jean Martin Charcot (1825-1893) que

comienza a especializarse en casos de desarreglos nerviosos mediante las

74
Ibid., p. 70. Para éstos la hipnosis habrá de ser un estado somático sin intervención de la sugestión, sino sólo de
estímulos físicos.
técnicas hipnóticas. Como neurólogo y anatomista intentaría reducir los desórdenes

a sus bases fisiológicas y llevará a su máxima expresión el intento de localización

de las enfermedades nerviosas, al buscar un órgano responsable en el origen de la

histeria.75 Será precisamente “ese deseo de encontrar una correspondencia

anatómica entre la neurosis y la afección neurológica (la que) le impida ver que su

postulado era incompatible con sus propias observaciones clínicas.”76 El propio

Freud, se percatará de esta contradicción y podrá especular con el valor de lo

lingüístico en la creación de síntomas.

Charcot toma a su cargo el hospital de la Salpêtrière,77 centro asignado a

mujeres que sufrían ataques convulsivos. Así es como empezará a distinguir dos

tipos de etiología bajo estas convulsiones, unas de tipo epiléptico, y otras

asociadas a estados histéricos. Si bien la histeria había pasado anteriormente en

los círculos científicos como simple fingimiento, Charcot le otorgará valor de

patología, pese a ascribirle una predisposición hereditaria junto con la existencia un

suceso desencadenante, traumático. El fenómeno histérico obedece a una

75
La relación entre la búsqueda de un órgano, una parte del cuerpo y el miedo a relacionarse con el otro en su
integridad, la necesidad de amputarlo y convertirlo en objeto es resaltada por A. Carotenuto, op. cit., p. 63. Más
adelante señala “podríamos decir que desde Mesmer a Charcot la relación terapéutica -...- había sufrido un
proceso rigurosamente creciente de despersonalización,” ibid., p. 67.
76
Ibid., p. 107. No obstante, pese a los intentos de objetivación, “se creerá, y el enfermo será el primero, en el
esoterismo del saber del médico, en algún secreto casi demoniaco de un conocimiento que ha encontrado el
poder de destruir las alienaciones; y cada vez con mayor facilidad, el enfermo aceptará abandonarse entre las
manos de un médico, a la vez divino y satánico, en todo caso fuera de la medida humana; cada vez más se
alienará en él, aceptando en conjunto y por adelantado todos sus prestigios, sometiéndose desde el principio a
una voluntad que siente como mágica, y a una ciencia que él supone presciencia y adivinación, convirtiéndose
así, a fin de cuentas, en el correlativo ideal y perfecto de los poderes que proyecta sobre el médico, puro objeto
sin otra resistencia que su inercia, completamente dispuesto a ser precisamente esa histérica en la cual Charcot
exaltaba el maravilloso poder del médico. Si quisieran analizarse las estructuras profundas de la objetividad en el
conocimiento y en la práctica psiquiátrica del siglo XIX, de Pinel a Freud, sería preciso mostrar que esa
objetividad es desde el principio una cosificación de orden mágico, que no ha podido realizarse sino con la
complicidad del mismo enfermo, y a partir de una práctica moral, transparente y clara al principio, pero olvidada
poco a poco a medida que el positivismo imponía sus mitos de la objetividad científica...” M. Foucault, op cit.,
pp. 268-9.
77
“Diríamos que Charcot, con toda su autoridad y su prestigio, había creado un clima favorable para el
hipnotismo: él le propiciaba una caución moral y, por su teoría fisiológica, le dotaba de una racionalización
científica. Su desaparición pudo provocar el retorno de las antiguas inquietudes,” L. Chertok y R. de Saussure,
op. cit., p. 81.
disociación, a una escisión, se trata de un estado que impide al sujeto actuar de

forma unitaria.

Las técnicas braidianas le habían permitido, tanto a Charcot como a Briquet,

atribuir causas psicológicas a los síntomas somáticos de la histeria. La histeria

había sido considerada hasta entonces un tema oscurantista, alejado de la ciencia,

y en el que cualquier tipo de investigación parecía destinada al fracaso. Su

tratamiento incluía desde la ablación del clítoris hasta el exorcismo.78

Figura 1.3. A. Brouillet - La leçon clinique du Dr. Charcot

En sus experimentos sería crucial el descubrimento de la posibilidad de crear

un síntoma histérico a través de la hipnosis con la misma fenomenología que la

78
Cf. J.M. Pueyo, La Histeria: Del discurso del amo al discurso del psicoanalista, Barcelona, 1999.
síntomática propia del estado morboso.79 “Charcot argumentaba que un ‘ego’ en

estado hipnótico tendía a una ‘disociación fácil’ por la cual las ideas que eran

internas se volvían ‘inconscientes’ y actuaban, por ello, con impunidad.”80 Así en la

actuación de los síntomas histéricos parecía entrar en juego una ‘idée fixée’ que

estaba, no sólo en la base de la sintomatología histérica, sino en la de la neurosis

genérica, a la que aquella pertenecía.

Bajo estos supuestos entenderá la existencia de una ‘gran histeria’, a la cual

asignará tres fases, de acuerdo con sus ideas fisicistas, que no tardarían tiempo en

ser refutadas. La propia sugestión producida sobre el paciente, más que la

objetividad del fenómeno, parecía predisponer la aparición de estas fases. Charcot

continuaría, no obstante, aplicando imanes, con cuyo efecto creía poder desplazar

los síntomas. El propio Bernheim será uno de los grandes críticos de las ideas de

Charcot. Surge así una rivalidad que llegará hasta los tiempos de Freud.

Charcot seguía creyendo en la existencia de una base anatómica en todo tipo

de neurosis, siguiendo los pasos del mecanicismo vigente en el fin de siècle. Freud,

al observar que efectivamente los síntomas neuróticos no procedían en forma de

una división anatómica o fisiológica, sino de acuerdo con la concepción cotidiana

del cuerpo, habrá de especular con la ausencia de cualquier tipo de relación con la

constitución física y su disposición en una constitución más sutil que la física, la

mental.

Bernheim continúa los estudios de la escuela de Nancy; para él, la

sugestibilidad no habría de ser una condición propiamente patológica, sino que

79
“Charcot mostraba en sus célebres lecciones que éstas (las parálisis histéricas post-traumáticas) no eran debidas
a causas físicas, sino más bien a un shock físico. Era una idea la que provocaba los síntomas de la neurosis,” L.
Chertok y R. de Saussure, op. cit., p. 94.
80
G.J. Makari, “A history of Freud’s first concept of Transference”, op. cit., p. 418. Paralela a esta interpretación
es la elaborada por Janet de disociación, cf. J.R. Haule, “Pierre Janet and Dissociation: The first transference
theory and its origin in hypnosis”, American Journal of Clinical Hypnosis, 29(2), 1986, pp. 86-94.
sería propia a cualquier sujeto.81 Freud desarrollaría esta idea en el sentido de que

no sólo puede ser ocasionada por una sugestión externa, sino que puede ser

autoinducida. Así, según Makari, “en 1895 Freud había abandonado la noción de

autosugestión. No obstante Freud introdujo el nuevo concepto de ‘falsa conexión’,

que creo es el descendiente conceptual de la autosugestión... Las conexiones

falsas son el equivalente directo de la falsa relación entre una idea y un síntoma

físico en la histeria...”82 Se altera convenientemente el contenido de la tradición

magnetista y se convierte, tras sus sucesivas mutaciones, en un nuevo método.

Figura 1.4. Diferentes representaciones de estados histéricos. [Fuente: D.M. Bourneville y P.


Régnard, Photographic Iconography Salpêtrière, Paris 1876-80.]

81
“Yo defino sugestión en el sentido más amplio: es el acto por el que una idea es introducida en el cerebro y
aceptada por éste,” así comenta Bernheim en su Hypnose, Suggestion, Psychotherapie de 1891, cit. en ibid., p.
420.
82
Ibid., p.428.
Esquema 1.1. Evolución diacrónica de los precedentes psicoanalíticos de la transferencia.
Previamente a su estancia con Charcot, Freud había trabajado como fisiólogo

en el laboratorio de Brücke, que enmarcaba sus investigaciones dentro de los

intereses de la escuela de Helmholtz, en el intento de reducir todo fenómeno

fisiológico a una descripción de las fuerzas físico-químicas actuantes, un

reduccionismo materialista que permitiese explicar todos los efectos naturales

basándose en el movimiento de la materia. Esta influencia, la de Helmholtz y la

línea postkantiana del pensamiento fisisológico-positivista acerca de la percepción,

es discutida en el contexto en el que se desarrolla intelectualmente Freud.83 Para la

escuela helmholtziana la percepción estaría relacionada con el sistema nervioso

del individuo más que con las idealistas categorías kantianas.84 Diferenciarían no

tanto categorías lógico-metafísicas como la de nóumeno y fenómeno, como las de

propiedad y efecto de tipo más bien conductista.

Según ellos “para conocer un objeto le imponemos inconscientemente sobre

las causas desconocidas de su sensación cualidades que existen en nuestros

recuerdos.”85 Las sensaciones no se corresponden con el mundo exterior, sino que

han de entenderse mediadas por el sistema nervioso particular. Dentro de esta

línea de pensamiento surge la primera noción de transferencia. Según Theodor

83
Hay una línea de discusión que parece dividir a dos sectores del psicoanálisis contemporáneo que se
polarizarían en las corrientes norteamericana y la francesa, así comenta Chertok al hablar de la supuesta
influencia de Helmholtz sobre Freud “...cuya influencia sobre Freud ha sido tan enfatizada y es ahora, una vez
más, objeto de investigaciones en los Estados Unidos,” L. Chertok y R. de Saussure, op. cit., p. 573. Por otro
lado Makari comenta: “para un teórico con intereses psicológicos construyendo un modelo de ideación,
percepción y memoria en la Viena de finales del siglo diecinueve, un punto de arranque obvio habría sido la
convergencia de la filosofía postkantiana y la fisiología empírica que tenía lugar en las influyentes nociones de
percepción de Helmholtz”, G.J. Makari, “In the eye of the beholder: Helmholtzian perception and the origins of
Freud’s 1900 theory of transference”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 42, 1994, p. 562. Sin
duda detrás de esta polémica se deja entrever los ‘dos Freud’ aceptados por ambas escuelas, el Freud cientificista
y empírico americano y el Freud filosófico y teórico francés.
84
Así comenta Helmholtz: “Hemos visto suficiente como para responder a la cuestión acerca de la posibilidad de
mantener la convicción innata y natural de que las cualidades de nuestra sensación, especialmente de nuestras
sensaciones visuales, nos den una verdadera copia de las cualidades correspondientes del mundo exterior. Parece
claro que no lo hacen...”, cit. en ibid., p. 558-9.
85
Ibid., p. 561 Así, según Helmholtz, las ilusiones pueden producirse por alteraciones del mecanismo con el que
recibimos los datos sensoriales. Cf. S. Bernfeld, “Freud's earliest theories and the school of Helmholtz”,
Psychoanalytic Quarterly, 13, 1944 y P. Cranefield, “Freud and the 'School of Helmholtz'”, Gesnerus, 23, 1966.
Lipps, la transferencia (Übertragung) sería la transposición de un significado a una

sensación objetivamente diversa.86 Cuán cercano estaría Freud en un comienzo a

esta intuición sólo lo podremos comprobar acercándonos a sus primeras

disquisiciones.87

86
T. Lipps, Grundtatsachen des Seelenlebens, Bonn, 1883. Es interesante señalar que Lipps también desarrollará
otro concepto fundamental en psicología como es el de empatía Einfühlung “Einfühlung, innere Nachahmung
und Organenempfindung”, Archiv für die Gesamte Psychologie, 1(2), 1903, Leipzig. Cf. M. Kanzer, “Freud,
Theodor Lipps, and 'scientific psychology'”, Psychoanalitic Quarterly, 50, 1981, pp. 393-410.
87
De hecho se ha abierto una discusión acerca de la originalidad de la obra de Freud, en especial de su relación
con conceptos cercanos a Lamarck y la escuela de Helmholtz a partir de F.J. Sulloway, Freud, Biologist of the
Mind: Beyond the Psychoanalytic Legend, Nueva York, 1979. Este tipo de interpretación ya se encontraba
latente en P. Amacher, “Freud's Neurological Education and its Influence on Psychoanalytic Theory”,
Psychological Issues, 4(4), 1965.“Su método terapéutico fue más bien una innovación, pero su descripción de los
mecanismos involucrados se basaba en los conceptos de la neurología ortodoxa,” p. 73.
1.1. Fase inicial (1890-1905) Desplazamiento, afecto y falsa asociación

Desde su época de estudiante, Freud tuvo la posibilidad de ver las

presentaciones del magnetizador Hansen y poseía especial curiosidad por

todo lo relativo a los fenómenos hipnóticos. En París tendría la oportunidad

de observar la utilización cotidiana de estos medios gracias a una beca como

visitante en la Salpêtrière. En su estancia con Charcot,88 entre 1885 y 1886,

habría de llamar en especial su atención la mentada posibilidad, mostrada por

el neurólogo francés en sus lecciones magistrales, de crear síntomas

histéricos a través de la hipnosis. A partir de esta revelación, Freud llevaría a

cabo una observación que habría de animar toda una nueva forma de

entender este tipo de fenómenos: los síntomas histéricos seguían una

división del cuerpo que no era propiamente fisiológica, sino que estaba

relacionada con nuestra forma común de categorizar, con nuestras ideas. En

definitiva, el lenguaje adquiría una relación directa con el somatismo, se

perfilaba la posibilidad de curar actuando sobre las ideas del paciente con el

único instrumental accesible, el lenguaje.

88
La influencia de la figura de Charcot la sitúan Chertok y de Saussure a dos niveles: afectiva e intelectual. Los
autores, a los que ya nos hemos referido en varias ocasiones, sostienen que la estancia en la Salpêtrière, aunque
difícil en ciertos momentos para Freud, le permitió adquirir el coraje necesario en un terreno tan resbaladizo
como el de la carga sexual de la propia transferencia, el cual, hipotetizan, no habría obtenido en su confortable
Viena. La propia laxitud de las costumbres que Freud detectaría en París, pese a causarle cierta incomodidad, tras
su compromiso oficial con su futura mujer, le ofrecen una visión de las cosas que no podría haber obtenido en
una Viena más recatada, menos cosmopolita.
Figura 1.5. Ejemplo de división anatómica de acuerdo con las características propias del sistema
nervioso (derecha) y división somática propia de la histeria (izquierda). El síntoma no actúa sobre las
regiones nerviosas sino sobre parcelaciones ideacionales como la mano o el pie, siguiendo un
esquema lingüístico y a fortiori mental. [Fuente M.H. Erdelyi, Psychoanalysis. Freud's Cognitive
Psychology, Nueva York, 1984, p. 3].
Después de su paso por la Salpêtrière, en su consulta privada en Viena, y

tras utilizar los medios tradicionales en la mejoría de las afecciones

nerviosas, tales como las curas de reposo o de agua, Freud se centrará en la

hipnosis y se encargará de traducir el libro de Bernheim acerca de la

sugestión.89 Igualmente realiza recensiones del libro de Auguste Forel, Der

Hypnotismus, y visita a Bernheim y a Liébeault en Nancy en 1889 buscando

perfeccionar su técnica hipnótica. En estos años escribe Un caso de curación

hipnótica (1892-3), donde relata la curación de los síntomas histéricos de una

madre lactante mediante la hipnosis.

El pensamiento de esta primera fase de Freud debe ser enmarcado en su

interés renovado por una ‘fisio-psicología’, o psicología que relacionase efectos

somáticos, causas psicológicas y modalidades de implementación cerebral. Se

trata de un proyecto positivista sin ambajes, propio de su formación neurológica.

Sólo en manos de Charcot su interés por la fisiología se irá transformando en un

interés por la psicopatología y, finalmente, por su búsqueda de una metapsicología,

una psicología del acontecer mental general, de la conciencia. La obra que más

información nos otorga acerca de estas primeras ambiciones es su Entwurf, su

Proyecto de una psicología científica (1895).

De esta etapa es su trabajo sobre la afasia (1891), en el que se posiciona

frente al modelo centrado en localizaciones cerebrales heredero de la frenología y

de los descubrimientos de Wernicke así como de la escuela asociacionista de

Meynard. Aquí se separa de dicha concepción que identificaba localización y

función de la capacidad lingüística. El estudio de la mente aún había de reposar

sobre las bases empíricas de la neurociencia. Con el descubrimiento de otro tipo

89
H. Bernheim, De la suggestion et de ses applications à la thérapeutique, París, 1886.
de fenómenos que exceden la conciencia, precedido de su autoanálisis, su interés

habrá de recalar en un lenguaje fenomenológico acerca de dichos estados.90

Entonces, ¿qué cambió entre 1895 y 1900? Pienso que la situación es la siguiente.
Las especulaciones heróicas de 1895 convencieron a Freud de que no podía
descifrar la implementación neural de los estados psicológicos. De este modo si iba
a estudiar los estados psicológicos de algún modo tendría que desechar su interés
acerca de cómo eran implementados a nivel neural y concentrarse en los propios
estados. No obstante continuaría pensando que dichos estados podían ser
estudiados de dos modos: psicológicamente y metapsicológicamente.91

La metapsicología y sus imágenes basadas en mecanismos hidráulicos y en la

ciencia energeticista serían la contrapartida al posterior lenguaje psicologista,

basado en motivaciones y deseos, y continuarían con su interés sobre la

explicación neuronal mediante la reducción de mecanismos a modelos físicos, ya

disociados de un correlato orgánico. Trata así de reducir el lenguaje psicológico a

mecanismos explicativos que den cuenta de dichos eventos. Es en este sentido en

el que Freud entiende retomar el legado de la ciencia, como modelación de

eventos mediante un lenguaje descriptivo de conceptos psicológicos.92

Para Freud la relación entre lo físico y lo psíquico sería de tipo biunívoco, es

decir, lo mental poseería efectividad sobre lo corporal y viceversa, como lo

mostraban los casos de histeria. El punto de conexión entre ambos sistemas habría

90
“...el trabajo de Freud sobre la afasia -su primer trabajo aparte de lsa traducciones- es el sine qua non del
nacimiento de la teoría psicoanalítica tal como las podemos distinguir de otras teorías contemporáneas de la
neurosis: una teoría del poder de las palabras en la formación de síntomas,” J. Forrester, Language in the Origins
of Psychoanalysis, Londres, 1980, p. 14.
91
A. Brook, “Neuroscience versus psychology in Freud”, R. Bilder y F. LeFever (eds), Neuroscience of the Mind
on the Centennial of Freud's Project for a Scientific Psychology, Annals of the New York Academy of Sciences,
843, 1998, p. 67. Según Brook, Freud intentaría con su metapsicología dar un rodeo al problema de la
intencionalidad y su estudio empírico, pero su metapsicología no conseguiría eliminar este elemento, al postular
entre sus explicaciones mecánicas una teoría de la pulsión que incluiría un objeto y una finalidad, adscribiendo
intencionalidad a dichos estados. Cf. J. Friedman y J. Alexander, “Psychoanalysis and natural science: Freud's
1895 “Project” revisited”, International Review of Psychoanalysis, 10, 1983, pp. 303-318.
92
“En síntesis, pensamos que Freud, como fisicalista, trataba en verdad de llegar a una ley de Ohm de la función
neural, pero como no disponía de datos cuantitativos para lograrlo, se abstuvo de escribir de hecho la ecuación,”
K.H. Pribam y M.M. Gill, El “Proyecto” de Freud. Una Introducción a la teoría cognitiva y a la
neuropsicología contemporánea, Buenos Aires, 1977, p. 36.
de ser el sistema nervioso. Así aún en su El chiste y su relación con el inconsciente

(1905) tratará de establecer relaciones entre lo que hoy denominamos estructuras

neuronales y asociativas, entre la manera en que asociamos las palabras y las

relaciones interneuronales. En un artículo para una enciclopedia popular de

medicina se pueden observar algunos de los primeros trazos de lo que vendría a

ser el método psicoanalítico y el papel en éste de la transferencia. A este respecto

comenta Freud acerca de su instrumental quirúrgico, “...las palabras son también

las herramientas principales del tratamiento mental (Seelenbehandlung).”93

Su interés por un tratamiento de la mente sufriría una reducción a lo psíquico.

Los aspectos fisiológicos irán dando paso al estudio de las patologías como forma

de acceso a la cognición. Si bien las ideas eran capaces de generar una neurosis,

éstas sólo son accesibles mediante su expresión en boca del paciente, asociando

el fenómeno ideacional y lingüístico. Se obtiene, pues, una sucesión de

asimilaciones, por un lado, del síntoma al fenómeno ideacional y, por otro, de este

fenómeno ideacional a la forma que toman y en la que se expresan las ideas, el

lenguaje.

Si Charcot mostraba cómo era posible crear estos síntomas mediante

hipnosis, debía haber alguna forma de tomar la dirección contraria, es decir, de

eliminarlos utilizando los propios estados hipnóticos. Freud se siente, no obstante,

poco satisfecho con la terapia hipnótica. Su falta de habilidad así como el

encuentro con casos en los que esta técnica resultaba inútil le harán buscar nuevas

posibilidades en el tratamiento de sus pacientes.

93
S. Freud, Psychische Behandlung (1890), Sta., Ergänzungsband, p. 17. En esta misma obra trata de expurgar
todo tipo de magia o misterio en la curación, comenta, “comenzamos a comprender el hechizo de las palabras.
Las palabras son, en efecto, las que procuran de forma más importante la influencia que un hombre puede ejercer
sobre otro,” ibid., p. 26.
Desde la apertura de su consultorio vienes en 1886 hasta 1889 utilizará la

hipnosis, la cual irá desechando en favor del método catártico de Breuer, que le

permitía obtener más conocimiento acerca de los mecanismos implicados en las

neurosis. Esta voluntad de saber es una constante en la evolución freudiana,

haciendo patente poniendo a las claras hasta qué punto las cuestiones técnico-

filosóficas guiaron los temas prácticos, lo que permitió la constitución del

psicoanálisis como teoría más que como simple propedéutica técnica, tal como se

pudo desarrollar en las ramas de la psicología de contenido más experimental.

Freud seguirá utilizando la hipnosis irregularmente hasta abandonarla

completamente en 1896. Acerca de las razones de su desazón ha habido múltiples

lucubraciones, desde la imposibilidad de hipnotizar a ciertos pacientes, la torpeza

del propio Freud, hasta la incapacidad de actuar sobre las resistencias del

paciente.

Ya desde su estancia en París con Charcot habría empezado a percatarse de

la importancia del ámbito relacional formado por el paciente y el terapeuta, frente a

los propios métodos sugestivos.94 Los aspectos sexuales encubiertos quedaban

patentes en su trabajo hipnótico; la relación de dependencia que se creaba entre el

hipnotizado y su médico. De hecho uno de los efectos aparentemente secundarios

de la hipnosis parecía ser esta dependencia.95 El descubrimiento de los fenómenos

propiamente transferenciales se produciría, según contaría a Breuer, en la ocasión

94
A. Carotenuto, op. cit., p. 72.
95
“...cuando las circunstancias requieren una utilización continua de la hipnosis se establece un hábito hacia la
hipnosis y una dependencia del médico hipnotizante que no puede ser encuadrada dentro del propósito de la
curación.” S. Freud, Psychische Behandlung, op. cit., p. 32, vid. también p. 35. Es quizás nuesta primera noticia
implícita acerca de la transferencia en esta fase, fenómeno que parece ocurrir, para sorpresa de Freud, fuera del
marco de la curación.
en que tratando a una paciente ésta le abarazaría, transportando sus sentimientos

a una situación ajena, a la situación analítica.96

El médico vienés estuvo sometido a la influencia de las dos tendencias

opuestas que señalábamos en el apartado anterior, la que seguiría, a través del

hipnotismo, la ascendencia magnetista, y la neurológica-positivista, representada

por Charcot. Ante esta dicotomía “...Freud, en 1895, seguiría a Charcot y optaría

por un modelo (de tratamiento) que no sería susceptible de los ataques de los

médicos escépticos ante la simulación y que estaría en conformidad con los

postulados positivistas, pudiéndosele aplicar una ley, siendo inherente al paciente y

potencialmente somático... La transferencia, en la medida en que no estaba

basada en una relación diádica entre doctor y paciente, también serviría a Freud

para liberarle de las acusaciones de infección psíquica o seducción sexual.”97

Como antes, la tensión entre el intento positivista, científico, de recrear la

objetividad del material se veía puesta en peligro por un fenómeno tan poco

comprobable como etéreo. Este obstáculo se podía salvar objetivando la

enfermedad y obviando la intersubjetividad propia de la relación entre el médico y

el paciente y centrando su interés en una explicación causalista: “Nuestro material

estaba compuesto de casos de histeria común, no traumática; procedíamos de tal

96
En su autobiografía contará Freud “Fui lo suficientemente modesto como para no atribuir el evento a mi propia
e irresisible atracción personal y sentí que había entonces entendido la naturaleza del misterioso elemento que
funcionaba detrás del hipnotismo. Para excluirlo o, al menos, aislarlo, era necesario abandonar el hipnotismo.”
Así comenta la situación su biógrafo E. Jones, “Un día una paciente repentinamente lanzó sus brazos alrededor
de su cuello, un contratiempo inesperado remediado afortunadamente por la entrada de un sirviente. Desde
entonces comprendió que la peculiar relación, terapéuticamente tan efectiva, poseía una base erótica...”, op. cit.,
p. 157. No será hasta un momento posterior en el que asuma las conclusiones últimas de este suceso. Al no
haberlo relacionado con su persona, al haberlo tomado con una cierta distancia, a diferencia de Breuer, podrá
objetivar el fenómeno.
97
G.J. Makari, “A history of Freud’s first concept of transference”, International Review of Psychoanalysis, 19,
1992, p. 429. Efectivamente la mayor parte de los estudiosos del tema señalan el valor de la transferencia como
protección de la integridad de Freud, como defensa ante las acusaciones de superchería. “Hay cierta tendencia a
ver la transferencia, realidad sólida y desnuda de todo artificio e innovación revolucionaria en la técnica
psicoterapéutica, que permitiría finalmente personalizar la relación, –pero al mismo tiempo y paradójicamente,
introduciría a su vez una sutil forma de despersonalización por la introducción de una tercera figura entre los
protagonistas,” L. Chertok y R. de Saussure, op. cit., p. 164.
forma, informándonos acerca de las circunstancias bajo las cuales cada síntoma

había surgido para poder aclarar, de este modo, el motivo que posiblemente fuese

decisivo en la creación de ese síntoma.” 98


La mediación de una técnica concreta

sustituirá el postulado primero mesmérico: la existencia de un fluido universal. La

tarea de Freud será la elaboración de una teoría igualmente universal y objetiva

que permita una aplicación tan impersonal como los imanes de Mesmer. El

contagio de la transferencia es sorteado a través de postulados científicos que

proporcionan el mismo resultado con independencia del terapeuta concreto: el

psicoanálisis había nacido.

Para el tratamiento de sus pacientes Breuer comenzaría a utilizar el método

catártico; Freud, discípulo de éste, afirmará en obras posteriores su carácter

predecesor del método psicoanalítico y núcleo de éste.99 Su propóstio sería

regresar -no en vano Freud utilizará posteriormente el término regresión-, es decir,

volver al paciente hacia sus recuerdos, entre los cuales se encuentra el elemento

patógeno, el recuerdo que, al no ser aceptado se convierte, desplaza su carga, en

forma de síntoma.100 Se produce una transferencia, en sentido lato, una

transposición de la carga psicológica en forma de tensión que, al no poder ser

aliviada, obtiene una concreción en el nivel físico.

El descubrimiento de Breuer se efectúa en su tratamiento de Anna O, al

comprobar que ciertos síntomas histéricos desaparecían en estados hipnoides.

Sólo relatando las circunstancias que habían ocasionado el síntoma, sólo por

98
S. Freud, Über den psychischen Mechanismus hysterischer Phänomene (1893), Sta., VI, p. 16
99
S. Freud, Kurzer Abriss der Psychoanalyse. Freud había trazado una analogía entre el método catártico y la
cirugía, se trataría de una operación sutil, extirpación y sutura. “He comparado a menudo la psicoterapia catártica
con la intervención quirúrgica, señalado mis curas como operaciones psicoterapéuticas, análogas a la apertura de
una cavidad purulenta, al raspado de una caries...” S. Freud, Studien über Hysterie, Sta., VI, p. 96.
100
Para averiguar el recuerdo desencadenante del síntoma, Freud propone dos condiciones “...al retrotraer un
síntoma histérico a una escena traumática sólo conseguimos un incremento de nuestro entendimiento cuando esta
escena posee dos condiciones: cuando tiene la capacidad determinante y cuando se le puede atribuir la necesaria
fuerza traumática.” S. Freud, Zur Äthiologie der Hysterie, Sta., VI, p. 55
medio de su exteriorización lingüística, se lograba la desaparición de los síntomas.

Se denominará a este método cura mediante la palabra (talking cure). Aquí la

figura del médico pierde su carácter impositivo, propio de la sugestión, en pro de la

autosugestión, objetiva, no mediada. “El carácter principal del método catártico, el

que lo sitúa en contraste con los restantes procedimientos psicoterapéuticos, es

que en él la efectividad terapéutica no proviene de la imposición sugestiva de un

médico.”101

Figura 1.6. Anna O (Berta Pappenheim) y Josef Breuer.

101
S. Freud, Die Freudsche psychoanalytische Methode (1904), Sta., Ergänzungsband, p. 102. Sus dudas acerca
del método catártico las encontramos desde sus primeros escritos: “al intentar emplear el método de Breuer para
la curación de síntomas histéricos en un gran número de enfermos a través del sondeo y la abreacción en la
hipnosis se me planteaban dos dificultades que me condujeron a una alteración tanto de la técnica como de su
concepción. (1) No todas las personas que mostraban irrefutables síntomas histéricos, y en las que con toda
probabilidad reinaban los mismos mecanismos psíquicos, eran hipnotizables. (2) Tuve que tomar una posición
acerca de la cuestión de qué caracterizaba fundamentalmente la histeria y cómo se deslindaba de otras neurosis.”
S. Freud, Studien über Hysteria, op. cit., p. 50. Esta segunda cuestión la tratará más detenidamente en el escrito
que supone su alejamiento de Breuer, Zur Äthiologie de Hysterie, op. cit.
No es de extrañar que de algún modo se entienda que el psicoanálisis fuese

invención del propio Breuer, del cual Freud fue su alumno aventajado. Incluso

podríamos afirmar que la técnica le debe tanto a éste como a su paciente Berta

Pappenheim, Anna O. Pese a ello, es precisamente mediante el concepto de

transferencia como el metodo psicoanalítico se aleja del método catártico de

Breuer, al descubrir los sentimientos que son desplazados hacia el analista y

observar este movimiento como esencial a la práctica terapéutica. La transferencia,

junto con la postulación del inconsciente,102 vertebran el descubrimiento freudiano.

Aquella permite renovar el método catártico al descubrir la realización en el aquí y

ahora de partes traumáticas que obtienen su expresión en el presente.

Su tratamiento personal de la paciente Emmy von N. le ofrecerá a Freud el

primer ejemplo de falsa asociación (falsche Verknüpfung) y le abre las puertas a un

método menos agresivo, alejado de la sugestión, más acorde con su personalidad:

la libre asociación, efectuando el citado desplazamiento de lo autosugestivo a la

falsa asociación.103

En su tratamiento Freud aconseja a su paciente los baños con agua fría en vez

de tibia. En una hipnosis realizada con el fin de que la paciente se autosugiriese los

baños fríos, ésta se declara descontenta con tal solución. En la siguiente sesión

Freud le preguntará la razón de su desazón, a lo cual la paciente responde que su

causa es una revolución que se estaba produciendo en Santo Domingo,

expresando miedo por su hermano, pues los blancos, según su relato, eran

siempre víctimas de ese tipo de levantamientos.104 Aquí surge una asociación


102
Si bien se señala también la cercanía de los descubrimientos de Pierre Janet al psicoanálisis, éste entenderá la
existencia de una disociación más que la hipótesis freudiana del inconsciente. Cf. J.R. Haule, “Pierre Janet and
Dissociation: The first transference theory and its origin in hypnosis”, op. cit.
103
Cf. supra nota a pie 37.
104
M. Neyraut, Le Transfert, París, 1974, pp. 127-128. La falsa asociación ya se veía en los estados hipnóticos,
“es, pues, esta necesidad al despertarse de otorgar a cualquier razón razonable un orden sugerido durante el
estado de hipnosis que establece, entre la ejecución de ese acto y una racionalización un tipo de falsa
aparentemente errónea entre dos eventos bajo los que subyace una misma

angustia. Éste es uno de los capítulos que hará que Freud vaya dejando atrás la

sugestión y decantándose por la libre asociación, poco a poco se dará cuenta de

que “...su persona, aquí, interviene como mediador en la cadena asociativa.”105 Su

presencia permite la asociación de dos eventos diversos bajo una misma carga

afectiva, la figura del terapeuta se relaciona con sus ideas corrientes, su presencia

ocupa lugares, en la realidad psíquica del paciente, en principio ajenos. Así pues, la

teoría de la transferencia se desarrolla en la inflexión que hace pasar de un método

autosugestivo a otro basado en la falsa asociación.

A lo largo de este camino Freud desarrollará su modelo de libre asociación que

irá ocupando el papel central de su método como medio de obtener los recuerdos

censurados por los pacientes. Paulatinamente irá refinando su técnica que habrá

de centrarse en el ‘regreso de lo reprimido’: la necesidad de lo reprimido, de lo

censurado, de manifestarse en toda actuación bajo diversas apariencias. La

práctica analítica buscará estos recuerdos e intenciones truncadas mediante la

utilización de la libre asociación, incluso sobre los recuerdos aparentemente más

insignificantes: “cuando la primera escena que surge es insatisfactoria le decimos

al enfermo que este suceso no aclara nada. Se debe ocultar tras él un

acontecimiento significativo previo, y dirigimos su atención, con la misma técnica,

hacia los hilos asociativos que unen ambos recuerdos, el encontrado y el que

buscamos.”106 El recuerdo reprimido busca todo posible punto de sujección para

salir a flote, y la más mínima ocasión es aprovechada para revelar su contenido.

asociación... El paciente, de cualquier forma, sutura los dos bordes de la brecha en el fondo de la cual el estado
hipnótico introducía una sugestión que se dirige al incosciente,” ibid., p. 128 Y la transferencia tiene la función
de anudar esos extremos disjuntos, “...es Freud, él mismo, quien mediante su prescripción y su presencia se
convierte en el hilo de esta sutura,” ibid.
105
Ibid., p. 128.
106
S. Freud, Zur Äthiologie der Hysterie, op. cit., p. 57.
La meta del trabajo analítico será reconstruir una cadena asociativa que nos

lleve hasta el momento en que se produce la conversión de un recuerdo doloroso,

y por ello reprimido, en un síntoma, en una manifestación alógica que ofrece una

resistencia a su tratamiento, recuperando la excitación asociada con el recuerdo

reprimido. Se produce una falsa asociación entre el recuerdo reprimido y una

manifestación desplazada, que sólo se puede tratar al recuperar para la conciencia

la situación y las causas que produjeron la represión, y que se manifiestan

actualmente en forma de resistencias. Se disuelve así la aparente

inconmensurabilidad entre lo físico y lo psíquico al poder actuar sobre el cuerpo

mediante la activación de la memoria, en definitiva un proceso cognitivo. A su vez,

la somatización sintomática se convierte en la manera elegida para la

manifestación de las desavenencias mentales; se desplaza de lo mental a lo físico.

Un análisis posterior mostrará que esta falsche Verknüpfung se da en dos

niveles, entre los recuerdos intrapsíquicamente, y entre el psiquismo del paciente y

su representación del mundo exterior. En concreto la presencia del médico es

condición de posibilidad de la transferencia. La equiparación de los fenómenos

exteriores con nuestros recuerdos produce estas asociaciones que, posteriormente,

sirven para categorizar y anudar nuestra experiencia a los sucesos reales. Parece

que Freud obtuvo su primer modelo de transferencia, de relación médico-paciente,

a partir de su trabajo con las asociaciones mentales, de la unión entre diversas

representaciones.

El recuerdo reprimido sostiene una situación inestable de tendencias psíquicas

en conflicto y su conversión en síntoma, su representación somática. Es así como

el recuerdo reprimido, pese a estar ausente de la conciencia, permanece activo.

Opera como un mecanismo encargado de evitar la excitación producida por el


confrontamiento entre tendencias psíquicas opuestas. El síntoma es la anámnesis

del recuerdo reprimido.

Las cadenas asociativas que forman el entramado de la memoria aparecen

como no-lineales, con ramificaciones irregulares, múltiples, acéfalas; remiten a un

modelo conceptual similar al del evolutivo diseñado por Darwin, sin un plan

subyacente, regulado por el azar y la coincidencia. Si la reproducción permite la

transmisión genética y la adaptación evolutiva, la sexualidad formará parte de ese

conflicto irresuelto en la mente del paciente: “sea cual sea el caso o síntoma del

que salgamos llegaremos finalmente y sin falta al terreno de la sexualidad.”107 La

coalescencia de los diferentes recuerdos siempre conduce, mediante innumerables

vericuetos, al mismo lugar debido a la sobredeterminación del síntoma, a su

múltiple determinación.108 El síntoma es una configuración que reemplaza, que

sustituye, la integración de diversas tendencias. No obstante estas tendencias

perseveran en su manifestación, buscan varias vías de escape que aparecen como

maneras de determinación, modos de emergencia. El síntoma es sólo un momento,

si bien crucial, de falsa asociación. Cuando la carga libidinal, energética, se

desplaza, produciendo efectos somáticos y eliminando la representación mental

dolorosa, y por ello olvidada, reprimida, el síntoma permanece como el rastro, el

resto, de esa falsa asociación.

En el caso de Anna O., el propio Breuer, amigo, confidente y mecenas de

Freud, se ve comprometido emocionalmente. Cuando su relacion empieza a teñirse

del color propio de las situaciones amorosas, Breuer, hombre casado y de moral

victoriana irreprochable, se vuelve temeroso. En vez de ver esta situación como

107
Ibid., p. 60.
108
“...cuán a menudo está un síntoma múltiplemente determinado, sobredeterminado,” S. Freud, Studien über
Hysterie, op. cit., p. 82.
propicia para el desenvolvimiento de la trasferencia y la cura decide abandonar el

tratamiento. Breuer ya había intuido que la terapia debía consistir en la

recuperación mnésica de un trauma olvidado, pero no había entendido el

mecanismo determinante de su emergencia, el punto de sutura emocional

subyacente a los recuerdos, la relación que se produce en la transferencia.

Breuer le relata acerca de la paciente a Freud, que relacionará su caso con

cierta etiología sexual. El desacuerdo de Breuer a este respecto, con poca

predisposición a este tipo de suposiciones por los motivos personales citados,

marca el futuro desenlace de su relación, no sólo en su aspecto profesional sino

también en el personal.109

La necesidad del contacto personal en la relación del terapeuta con el paciente

es acentuada por Freud en varios textos de esta época. El carácter objetivo,

positivista, profiláctico, de la relación médico-enfermo debía ser temperado por un

auténtico interés de aquél en éste, un interés que abarcaría incluso su intimidad.110

Para ello se requería cierto tipo de empatía, de complicidad, hasta tal punto que,

“no me podría imaginar, señala Freud, que pudiese profundizar en el mecanismo

psíquico de una histeria en una persona que me resultase mala y antipática, que no

fuese capaz, mediante su intimación, de despertar en mí simpatía humana...”111 Ha

de ser un contacto activo que venza la resistencia del paciente, una idea que

estaba comenzado a tomar forma en su pensamiento: un mecanismo de defensa

que se interponía entre la voluntad del paciente de ser curado y el terapeuta, y que

109
Si bien esta es la interpretación clásica del desacuerdo entre Breuer y Freud, J. Bouveresse sostiene, desde una
perspectiva metodológica, que si bien Breuer admitía el tinte sexual de las neurosis, niega el carácter absoluto y
universal que Freud propone en la etiología de la enfermedad. El distanciamiento se produce, pues, por motivos
metodológicos, al intentar Freud subsumir toda la causística bajo un sólo motivo. J. Bouveresse, Philosophie,
Mythologie et Pseudoscience. Wittgenstein Lecteur de Freud, París, 1997, cap. 3.
110
S. Freud, “¡Cuánto menos aceptaríamos la sanación milagrosa y la repentina desaparición de síntomas si
tuviésemos más amenudo conocimiento de los secretos intereses vitales de los enfermos!”, Bruchstück einer
Hysterie-Analyse, Sta., Band VI, p. 171
111
S. Freud, Studien über Hysterie, op. cit., p. 59
éste debía deshacer. De esta manera empieza a formular la primera regla de oro

del psicoanálisis.112 La empatía permitía la elaboración de afectos y la confianza

necesaria para neutralizar los mecanismos de defensa que sostenían la

persistencia de las tendencias opuestas que, en su momento, habían producido

una excitación excesiva y por ello habían sido objeto de represión. La resistencia

intentaría debilitar la carga afectiva de ciertos recuerdos, la ansiedad de su

reproducción. De este modo, Freud elabora la idea de una histeria de defensa que

empezará a ver como más fundamental que la histeria hipnoide de Breuer, y

comienza por situar esta defensa como el obstáculo primero del análisis.

El paciente parece escindido, dividido (Spaltung). Comienza, por ello, a

diseñarse toda una teoría acerca del inconsciente, acerca de una instancia que

actúa con impunidad, sin autorización alguna por parte de la conciencia del

paciente. Ésta conlleva la interrelación del analista con el paciente: éste es

reducido a un conjunto de recuerdos, represiones y síntomas, conversiones de una

energía física, libidinal, en alteraciones fisiológicas, somatizaciones, donde la

supuesta unidad del suceder mental se pierde y la persona queda alienada de su

propia voluntad. Ante esta circunstancia, Freud opta por una serie de recetas

metódicas, formas de ingreso en esa capa inaccesible y ajena.113

En Studien über Hysterie, escrito junto con Breuer, Freud comenta las

posibilidades de encontrar, durante el tratamiento, ciertos obstáculos insalvables.114

cuando no se obtiene material alguno del paciente para continuar el análisis, el

112
“¡Ninguna crítica, ninguna reserva, ni por afecto ni por minusvaloración! Sólo así podríamos encontrar lo que
buscamos, así, en cambio, lo encontraríamos sin falta,” ibid., p. 64.
113
Así, por ejemplo señala: “es inútil avanzar directamente hacia el centro de la organización patógena. Incluso
si se pudiese acertar con éste el enfermo no sabría qué hacer con la información obsequiada y no habría sido
alterado por ésta,” S. Freud, Studien über Hysterie, op. cit., p. 84. El método analítico debería realizar una
apertura en la capa de resistencias. “Si quisiera esquematizar el modo de trabajo, entonces podría decir que
nosotros nos encargamos de la apertura de las capas interiores, el avance en forma radial, mientras el enfermo se
ocupa de la ampliación periférica,” ibid., p. 85.
114
Ibid., p. 93.
encuentro con una resistencia de tal magnitud que no permita incursión alguna en

su superficie, y la posibilidad de un obstáculo externo al propio paciente, que se

daría en el caso de que su relación con el terapeuta se viese distorsionada. Según

Freud éste sería el obstáculo más grave en todo tratamiento.

Aquí aclara el carácter esencial de la transferencia y la posibilidad de la

implicación personal y amorosa del analista con la paciente, no siendo ajeno a la

situación de Breuer con Anna O. Sostiene la existencia de tres distorsiones básicas

de esta relación, primeramente en casos de alienación y en casos de miedo y

dependencia seguidos de resistencia. Estos dos denotan el cariz especial de la

relación médico-paciente. Como última forma de distorsión señala,

Cuando la enferma se asusta de haber transferido representaciones dolorosas


surgidas del contenido del análisis a la persona del médico. Esto sucede a menudo
y, en ciertos análisis, es un hecho regular. La transferencia al médico sucede a
través de una falsa asociación (falsche Verknüpfung).115

Ésta es la primera acepción expresa de transferencia que encontramos en el

pensamiento de Freud. A renglón seguido comentará un caso particular, el de

Emmy von N., en el que el deseo narrado por su paciente en la sesión surge de

nuevo con un objeto diferente, el propio psicoanalista. Posteriormente la paciente

se siente avergonzada. Freud lo interpreta como una reacción a un deseo que

transforma el contexto y que, debido a una compulsión a asociar, se ve dirigido

hacia la persona que ocupa un lugar similar al de su recuerdo. Se produce así el

mismo afecto que el del deseo prohibido, con diverso objeto. No se trata de su

persona particular la causante del suceso, sino su figura, representante de un

115
Ibid., p. 94.
objeto presente en la mente del paciente. El enfermo vuelve a ser víctima de su

propio engaño.

A partir de esta época comienzan una serie de investigaciones que no sólo le

alejarán de sus maestros y colegas, sino que le confinarán a un ostracismo

generalizado en los círculos científicos. Su separación de Breuer se basará en tres

descubrimientos centrales: la resistencia y su neurosis asociada de defensa, el

método de libre asociación, y sus hallazgos relativos a la etiología sexual.

El recuerdo, un recuerdo censurado, actúa como causa patógena. El contenido

del recuerdo va a ser uno de los motivos que consume la ruptura entre él y Breuer.

Su estudio de las neurosis de angustia (Angstneurose) hace que las experiencias

sexuales empiecen a prefigurarse como el caso traumático típico de donde derivan

todos los transtornos nerviosos.116 El instinto sexual sería el motivo principal de

excitación contínua que encontraba en los síntomas histéricos.117 Después de

escribir los Estudios sobre la Histeria se separará definitivamente de Breuer y de la

ortodoxia reinante y desechará la idea de los estados hipnóticos, reforzando su

idea acerca de la etiología sexual, como ocurre en Sobre la etiología de la histeria

de 1896.

A través de sus análisis de pacientes neuróticos e histéricos llega a los

primeros recuerdos sexuales, a las primeras excitaciones que se emplazan en la

niñez; de esta misma fase serán sus Tres ensayos sobre la teoría sexual (1905),

elaboración de lo que ya se apuntaba en La sexualidad en la etiología de las

116
Así señala ya en 1895, “mientras los de este tipo, con el incremento en experiencia a voluntad hacen aceptar al
médico la etiología sexual para una concreta categoría de casos, otros casos, que si no quedarían ininteligibles se
dejan comprender e incorporar, al menos sin contradicción, a través de la clave de la etiología sexual,” S. Freud,
Über die Berechtigung, von der Neurasthenie einen bestimmten Symptomenkomplex als ‘Angstneurose’
abzutrennen, 1895, Sta., Band VI, p. 40.
117
P. Amacher, op. cit.
neurosis (1898) y se prefiguraba en Sobre la etiología de la histeria (1896).118 Freud

mantendrá sus dudas, no obstante, sobre los denominados juegos de seducción,

donde parecía que los niños eran objeto de intimaciones de tipo sexual por parte

de adultos ¿Hasta qué punto se ponía en juego la fantasía o el recuerdo? En

cualquiera de los dos casos, entenderá Freud, se encuentra la misma y

fundamental excitación (Erregung) que había de ser objeto de análisis. El papel de

la fantasía comienza a cobrar un lugar en la técnica psicoanalítica, no sólo el

suceder mental en su representación de la realidad, sino también sus

elaboraciones internas, idiosincrásicas. La realidad psíquica, en forma de fantasma

imaginario, se sobrepone a la reminiscencia en sentido lato.

Se consuma, a su vez, el alejamiento de aquellos que sostenían el carácter

hereditario de las enfemedades nerviosas, tal como propugnaba Charcot. Parece

más bien que el origen de éstas, aunque posiblemente favorecida por una cierta

constitución biológica, era de carácter esencialmente traumático.119

Ya en sus primeros escritos señala: “el momento en el que el médico

experimenta en qué ocasión un síntoma surge por primera vez y por qué estuvo

determinado es también aquél en el que ese síntoma desaparece.”120

118
En esta última obra apuntaba ya Freud: “Se llega así claramente a la época de la primera niñez, la época del
desarrollo de la vida sexual;...¿No se tiene derecho a asumir que también en la infancia las silenciosas
excitaciones sexuales tienen su lugar? ¿Que, quizás, la evolución sexual posterior esté influenciada de forma
decisiva por sucesos de la niñez?” Ibid., p. 63. Según F.J. Sulloway, op. cit., Freud estaba cercano al
lamarckismo con respecto al pasado psicosexual de la neurosis.
119
En su ruptura con Breuer, en Zur Äthiologie der Hysteria, op. cit., indica también su alejamiento de Charcot
“Saben que según la opinión de la influyente escuela de Charcot sólo a la herencia se la reconoce como causa de
la histeria,”op. cit., p. 53. En este mismo texto intenta explicar la relación supuestamente hereditaria señalada por
Charcot como una repetición de patrones de conducta aprendidas en el seno familiar, vid pp. 69-70.
120
S. Freud, Über den psychischen Mechanismus hysterischer Phänomene, op. cit., p. 20.
La búsqueda de la relación entre síntomas somáticos, su causación

psicológica,121 y su acceso desde el lenguaje,122 será relacionada con la presencia

del médico.

El propio mecanismo de rememoración parece, según el joven Freud, poseer

un carácter especial, pues el recuerdo puede tener una carga patógena

independiente del suceso que lo originó que puede no haber tenido ningún efecto

manifiesto en el momento de su producción, el momento del estallido de la

neurosis. El recuerdo real o fantaseado se convierte en la instancia propia del

análisis, obtiene unas connotaciones que no poseía en su denotación, en su acto

productivo. Así sucede con las ‘zonas histerógenas’ aquellas que “...despiertan un

recuerdo...”, lo hacen presente, le otorgan un sentido. Ésto se produce, de nuevo,

por una falsa asociación123 entre una causa y su efecto mediado y dependiente.

Encontramos, de nuevo, una expresión que ya se había hecho patente en su

primera formulación de la transferencia y que marca in toto sus primeras

reflexiones.

121
Freud insiste en esta interrelación tras su estancia con Charcot, así p. ej. en su escrito Neurasthenie und
Angstneurose de 1895 comenta, “aquí como allí multitud de excitaciones -...-; en uno como en otro caso una
incapacidad psíquica, a consecuencia de la cual se producían procesos somáticos anormales.” La diferencia
entre la histeria y la neurosis de miedo hará que Freud distinga la excitación productora de la primera, de carácter
psíquico, interno, y la de la segunda, somático, externo. La crítica definitiva a Breuer y Charcot aparecerá en su
Zur Äthiologie der Hysterie del año siguiente, “Breuer aceptó de hecho –a diferencia de Charcot-, que un suceso
inofensivo puede ser elevado a trauma y desplegar fuerza determinante cuando afecta a la persona en un
disposición determinada, en el llamado estado hipnoide. Yo encuentro, no obstante, que la suposición de tales
estados hipnoides no aporta nada a la solución de otras dificultades, que a las escenas traumáticas tan
frecuentemente les falte la condición determinante,” op. cit., p. 57 Frente a esto Freud desarrollará su teoría de
las neurosis de defensa; la represión de una representación dolorosa como motivo de la defensa (Abwehr). La
crítica de Freud se vuelve abrasiva al cuestionar la propia objetividad con que Breuer y Charcot se habían
acercado al tema y su falta de reconocimiento de la sexualidad en su problematicidad básica, “acerca del tema
controvertido mismo sólo quiero reseñar que la distinción del momento sexual en la etiología de la histeria no
procede de ninguna opinión mía preconcebida. Los dos investigadores de quien fui alumno cuando comencé mis
trabajos sobre la histeria, tanto Charcot como Breuer, estaban lejos de una tal suposición, más bien mostraban
una inclinación personal en contra, la cual yo, en principio, también asumí. Sólo una laboriosa y pormenorizada
investigación me ha llevado a sostener la opinión que hoy defiendo,” ibid., p. 61.
122
También insistirá en la posibilidad simbólica de resolución de los síntomas, “...así es la palabra el sustituto
para el hecho y en ciertas circunstancias el único sustituto (confesión),” Über den psychischen Mechanismus
hysterischer Phänomene (1893), Sta., Band VI, p. 22. O “El enfermo lo elimina al convertirlo en palabras,”
Studien über Hysterie, op. cit., p. 74.
123
Ibid., p. 78.
La importancia de la memoria en sus investigaciones se hace explícita al

señalar que es sólo a través de las huellas mnésicas como podemos obtener una

vía de acceso al complejo patógeno, “...ya que los sucesos infantiles con contenido

sexual sólo pueden mostrar un efecto psíquico mediante las huellas mnésicas ¿no

sería ésto un oportuno complemento a aquél resultado del análisis según el cual

los síntomas histéricos siempre resultan del concurso de recuerdos?”124

La diferencia gnoseológica entre el psicoanálisis y el primigenio proyecto

científico freudiano se va haciendo visible en su Traumdeutung, obra clave en su

discurrir. En su séptimo capítulo, su teoría general psíquica, habrá de desechar la

posibilidad de la explicación stricto sensu, el erklären, propio de su faceta como

neurólogo, en favor de la elucidación, el aufklären.125 Más que de una labor

científico-empírica se trataría de una de tipo hermenéutico, habría que buscar el

sentido (Bedeutung), el contenido latente en el sueño.

En este texto Freud utiliza el término ‘transferencia’ para ilustar y denotar un

proceso psíquico más general: el desplazamiento de un afecto entre dos

representaciones diversas, de nuevo mediada por una falsa asociación.126 Así es

como se delinea la primera tópica freudiana, que reconocería tres instancias,

consciente, preconsciente e inconsciente. La misión del análisis sería recuperar los

recuerdos inconscientes que se insinúan en el preconsciente a través de los

sueños o los actos fallidos, no regidos por la voluntad del paciente. La conciencia

se equipara, de alguna manera, con un órgano capaz de discernir los estímulos

124
Ibid., p. 63.
125
“Nos es imposible aclarar el sueño como proceso psíquico, pues explicar significa retotraer a algo conocido, y
hoy en día no existe ningún conocimiento psicológico al cual podamos subordinar como forma de explicación lo
que se deja descubrir en el examen psicológico de los sueños,” S. Freud, Traumdeutung, Sta., II, p. 490.
126
“La transferencia estuvo cerca del centro del modelo mental de Freud en 1900, pues era un concepto
metapsicológico que formalizaba el modo en que los procesos inconscientes invadían y distorsionaban
contenidos psíquicos preconscientes tanto en la conciencia como en la percepción,” G.J. Makari, “In the eye of
the beholder...”, op. cit., p. 573.
externos –pasiva- y el inconsciente se postula como fuente de estímulos, de

pulsiones –activo-. La segunda tópica, que empezaría a construir alrededor de los

años veinte, prolongará estas intuiciones.

En el sueño la transferencia se refiere a una serie de cuantos de contenido

inconsciente que se vuelven hacia residuos diurnos o impresiones preconscientes,

haciendo del inconsciente el encargado del sueño –Unternehmer dirá Freud-,

utilizando para su elaboración todo tipo de representaciones conscientes no

censuradas. Su función será representar los deseos censurados mediante

recuerdos aparentemente irrelevantes, presentes en la conciencia, lo cual significa

la vinculación de unas representaciones a otras; implica, pues, una asociación. A

fortiori, nos encontramos de nuevo con la sombra de la falsa asociación: “...la

representación inconsciente, como tal, es incapaz de ingresar en el preconsciente y

(que) puede sólo expresar ahí un efecto al ponerse en relación con una

representación inofensiva ya perteneciente al preconsciente y transferir a ésta su

intensidad, dejándose cubrir por ella.”127 Así la transferencia de representaciones

sigue conllevando una identidad en la carga afectiva.

La Traumdeutung, pese a significar un hito en el pensamiento freudiano, no se

encuentra tan alejada de las especulaciones relativas al hipnotismo y los estados

sonámbulos producidos por éste como de hecho pudiese parecer. El propio

Bernheim habría señalado la identidad entre el sueño propio de los estados

hipnóticos y el normal. Si su estudio sobre la hipnosis hacía vislumbrar que en

estados inducidos de sueño era posible recuperar las representaciones causantes

de represiones así como las raíces de los síntomas, el sueño, quizás, pudiese

desvelar los secretos del suceder mental. Pero para ello se requeriría hallar la clave

127
Ibid., p. 536.
intepretativa, el guión recurrente que sirviese para darles sentido (deuten), para

interpretarlos.

Figura 1.7. Freud en su mesa de trabajo (teoría).

Dicha clave interpretativa no es otra que el hecho de que todo sueño vendría a

poner en juego un deseo, todo sueño sería la puesta en escena de un deseo cuya

representación ha sido modificada para, de esta manera, no crear la excitación

nerviosa propia de su realización efectiva, “el sueño utiliza, por lo tanto, el presente

de la misma forma y con el mismo derecho que el sueño diurno. El presente es la

forma temporal en la que el deseo se representa como realizado.”128 Asistimos, así

mismo, a un paralelismo entre la fantasía y la realidad como el que se produce en

la situación analítica.129

En la Traumdeutung, el término que Freud acuñaría en los Estudios sobre la

histeria lo encontramos con diferentes acepciones. Por un lado, vendrá a


128
Ibid., p. 511.
129
“El escenario de los sueños es uno diferente al de la vida despierta de la representación.” Ibid., p. 512.
reemplazar uno de los procesos básicos del trabajo del sueño, la Verschiebung o

desplazamiento.130 Por otro, denotará la traslación de un afecto de un objeto a

otro131 y, en su sentido propio, según el cual el analista es el objeto de ese afecto

trasladado.132

La realidad como representación, dentro de este paradigma fenomenológico,

no diferiría de la representación imaginaria propia del sueño. El analista se

convertiría en representación a la que se transferirían las cargas propias de las

representaciones de otros sujetos representados en la memoria del paciente.

“Cuando pido a un paciente dejar salir todo lo que piensa y contarme aquello

primero que le venga a la mente, mantengo la suposición de que no puede

representarse la finalidad del tratamiento y me encuentro capacitado para concluir

que lo aparentemente más inofensivo y arbitrario de lo que me cuenta está

relacionado con su estado morboso. Otra representación de la finalidad, de la que

el paciente nada sospecha es mi persona. La completa apreciación, así como la

prueba de ambas aclaraciones, pertenecen a la descripción de la técnica

psicoanalítica como método terapéutico.”133 En la práctica analítica encontramos

dos extremos, los recuerdos y la representación actual del analista, que se

conectan en la transferencia analítica de forma errónea, formando una falsa

asociación.

En Fragmento del análisis de una histeria (1905) se produce una inflexión en

su teorización sobre la transferencia. Si bien Freud tendría preparado el borrador


130
Cf. p. 307, “...así ha tenido lugar en la elaboración del sueño una transferencia y desplazamiento de las
intensidades psíquicas de los elementos particulares...”
131
Cf. p. 208, “...la transferencia de una reacción afectiva ya formada a un nuevo portador......”
132
Cf. p. 210, “la primera parte del contenido de este sueño es una liación (Anknüpfung) con la cura y
transferencia hacia mi persona.”
133
Ibid., p. 509. En la Traumdeutung Freud relaciona las asociaciones diurnas (Tagesanknüpfung) con los
desplazamientos (Verschiebung) propios de la elaboración del sueño y la asociación falsa (falsche Verknüpfung)
con la idea de la transferencia (Übertragung), mostrando cierta intransitividad de los deseos (...durch einen
anderen ersetzt...), ibid., p. 209. Verknüpfen es utilizado en el campo semántico de poner en relación, Sta.,
Ergänzungsband, p. 53.
en 1901 no lo publicaría sino cuatro años después. Aquí reunirá la historia clínica

de su paciente con la interpretación de sus sueños intentando, de esta manera,

integrar el material obtenido de sus investigaciones previas: los sueños como modo

de acceso al material reprimido y la relación terapéutica. Se trata de una obra

coetánea a los descubrimientos de la sexualidad infantil que tanta polémica

levantarían, precedidos por sus dificultades con la señalada teoría de la seducción.

Su interpretación de estas seducciones como simples fantasías infantiles más

que como sucesos reales le hará replantearse el papel de la sexualidad en los

niños y la fina línea divisoria entre realidad e imaginación, incidiendo en este último

registro. “Cuando Freud abandonó (aunque nunca refutó) su hipótesis de

seducción, el campo del psicoanálisis dió un giro. La hipótesis de seducción de

Freud explicaba cómo un evento real, la seducción de un niño, era el trauma

patógeno que conducía a la neurosis adulta. El abandono de la hipótesis de la

seducción parece haber conllevado un cambio radical que crecería con el tiempo:

del estudio de procesos interactivos (entre el paciente y el seductor), al estudio del

mundo intrapsíquico del paciente observado por un analista neutral.”134

Su tratamiento con Dora, una niña con acusados síntomas histéricos,

fracasaría, pues ésta dejará la terapia antes que Freud pueda llegar a la resolución

de la transferencia.135 Él mismo se reprochará su incapacidad en el uso de la

transferencia como medio analítico, como medio de ligar a la paciente a su persona

y, de esta forma, posibilitar el análisis. Esta decepción le lleva a ciertas

consideraciones teóricas acerca del fenómeno.

134
V.A. Bonac, “Perception or Fantasy?: A New Clinical Theory of Transference”,
www.human-nature.com/articles/bonac.html
135
Cf. H. Muslin y M. Gill, “Transference in the Dora Case”, Journal of the American Psychoanalytic
Association, 26, 1975, pp. 311-328.
Habrá de reconocer que es el propio médico el que sirve como medio de la

curación, ésta se produce en la resolución de la transferencia, “...los síntomas

desaparecen de hecho no durante el trabajo (analítico), sino un tiempo tras éste,

cuando las relaciones con el médico se han resuelto. Tanto el aplazamiento de la

cura como la mejora se produce realmente sólo mediante la persona del médico.”136

La dicotomía presencia-ausencia señala la tesitura en la que el médico se convierte

en objeto de fantasías y deseos asociados a su persona erróneamente, en

sustitución de los auténticos objetos hacia quienes dirigir su afecto.

Y su análisis continúa al intentar dar una respuesta al carácter y contenido de

la transferencia,

¿Qué son las transferencias? Son nuevas ediciones, reproducciones de las


excitaciones y fantasías que se deben despertar y hacer conscientes durante el
avance del análisis, con un genérico carácter de reemplazo de una persona previa
por la persona del médico. Dicho de otra manera: toda una serie de sucesos
psíquicos recuperan su viveza no como pasados, sino como relación actual con la
persona del médico.137

Se revive, pues. Más que recordarse, se cambia el objeto pero se mantiene el

afecto; nos encontramos de nuevo con la misma concepción que recorre toda esta

fase. Al igual que en la Traumdeutung se produce una revisión de un deseo, se

actualiza, se vuelve presente. Actualización de la representación inconsciente que

es reemplazada por otra con una carga afectiva similar. La persona a la que están

ligados estos afectos es suplantada por la figura del analista.

A renglón seguido distinguirá Freud entre dos tipos de transferencia: “hay

transferencias que no se diferencian de su modelo sino en la sustitución. Éstas

son, para seguir con el símil, simplemente reproducciones, reediciones


136
S. Freud, Bruchstück einer Hysterie-Analyse, op. cit., p. 180.
137
Ibid., p. 180.
(Neudrucke) inalteradas. Otras son más refinadas, poseen una mitigación de su

contenido, una sublimación, como digo. Se dan y se vuelven conscientes

propiamente al apoyarse en alguna singularidad real hábilmente esperada en la

persona o en la relación con el médico. Éstas son, pues, reelaboraciones

(Neuarbeitungen), no simplemente reproducciones.”138

Tenemos, de un lado, reproducciones en las que se da una sustitución in toto

–desplazamiento- y de otro las reelaboraciones, en las que, al igual que en el

sueño, se aunan varias representaciones en una sóla –condensación-. Según

Makari,139 esta diferenciación sería paralela a las conceptualizaciones freudianas

acerca del surgimiento de las neurosis; las de tipo autoerótico, basadas en una

proyección, tenderían a una substitución directa del objeto (Neudrucke), y las de

etiología aloerótica, basadas en un prototipo previo y en una identificación parcial

con el objeto, tomarían la forma de Neuarbeitungen, poseerían algún punto de

apoyo en lo real. En este período, sus Tres Ensayos retoman el tema y tratan las

conductas narcisistas y objetuales.140 Así, esta modificación del concepto de

transferencia estaría incardinada dentro de sus nuevas ideas acerca de la teoría

sexual, ambas teorías se harán a partir de este momento indisociables,141 se

producía una sustitución de la neurosis por estas estructuras. Sólo posteriormente

se denominará a esta sustitución neurosis de transferencia.

138
Ibid., pp. 180-1.
139
G.J. Makari, “Dora’s hysteria and the maturation of Sigmund Freud’s transference theory”, Journal of the
American Psychoanalytic Association, 43, 1995, pp. 1085-6.
140
En la misma época Karl Abraham publicaría su “The psychosexual Differences between Hysteria and
Dementia Precox” y vendría a apoyar la distinción entre la transferencia de las histéricas que sería dirigidas a
objetos y la demencia precoz, una alteración de la habilidad cognitiva memorísitica, donde los pacientes habían
perdido la capacidad de relacionarse con objetos, todo sucedía en su imaginario, sin relación alguna con lo real.
141
“La teoría revisada de la transferencia de Freud fue integrada en sus teorías de desarrollo psicosexual y
patogénesis, de tal forma que la transferencia poseería ahora mayor valor clínico,” G.J. Makari,“Dora’s hysteria
and the maturation od Sigmund Freud’s transference theory”, op. cit., p. 1090.
Otro tema que empieza a perfilarse desde este momento es el de la actuación,

de la representación activa de los recuerdos, de la actuación conforme a las

experiencias productoras del síntoma. El psicoanálisis supone una cura en la que

se actúa, en la que no sólo se verbaliza el contenido de la represión sino se actúa

de acuerdo con los sucesos desencadenantes de ésta: “ella actuaba (agierte) de

esta manera una parte fundamental de sus recuerdos y fantasías en vez de

reproducirlos en la cura.”142 Observamos ya desde este momento algunas de las

características que desarrolla in extenso posteriormente y que aquí no pasan de

ser meros apuntes.

La transferencia para Freud es, no sólo un fenómeno necesario en la cura,

sino el más complejo. Un componente subjetivo se introduce en el método, en la

pretendida objetividad del psicoanálisis como simple estructura del pensamiento,

“....la histeria no se cura por medio del método, sino del médico cuando consigue

crear un tipo de dependencia ciega y una duradera fascinación del enfermo hacia

su persona que le haya liberado de sus síntomas mediante sugestión hipnótica; se

puede ver la explicación científica de todo ésto en las ‘transferencias’ que el

enfermo regularmente lleva a cabo sobre la persona del médico. La cura

psicoanalítica no procura la transferencia, sino que descubre ésta al igual que otros

aspectos de la vida mental.”143 O, más bien, el método asegura el aspecto

transferencial otorgándole visos de objetividad, despejando las dudas que se

cernían sobre el magnetismo.

No es tanto sobre la persona del médico, sino más bien la figura de éste en la

mente del paciente, donde se produce la transferencia. Ésta ocurre abstrayendo la

particularidad como tipo del médico en cuestión. Se va progresivamente

142
S. Freud, Bruchstück einer Hysterie-Analyse, op. cit., p. 183.
143
Ibid., p. 182.
generalizando la idea de la falsa asociación hasta convertir al médico en una figura,

un semblante desencarnado, una representación. En los propios sueños de Dora

aparece mediada la figura de Freud, situado en una cadena de regresiones que

busca el primer objeto querido: la presencia del analista provoca una regresión, un

afecto revivido durante la terapia, que permite descubrir su origen, su destinatario

original. De esta manera es como Freud aprehenderá la transferencia en la mente

de Dora, a través de su primer sueño.144

Debido al inopinado final de su tratamiento con Dora, Freud empieza a

reflexionar acerca del posible carácter defensivo de la transferencia. El paciente

impidería la cura con el fin de mantener a su cuidador, a la persona que le procura

atención. Todos estos retazos que se señalan aquí serán el arsenal con el que

Freud desarrolle posteriormente su polifacética idea de transferencia. Dora marca

un antes y un después en las observaciones de Freud, y supone un punto de

inflexión en la reflexión acerca de la transferencia.

En resumidas cuentas observamos en esta fase inicial un afianzamiento de las

intuiciones acerca de la transferencia. Pasamos de un titubeante reconocimiento a

su aserción como instrumento fundamental en la práctica terapéutica, pudiendo

afirmar que sólo surge como objetivación y racionalización de la misma, como

despersonalización de la actividad analítica. Pasamos de la transferencia como

obstáculo a su importancia como medio. Podemos, a su vez, notar una falta de

definición del fenómeno, una caracterización formal más que de contenido,

heredera de todo un modo de pensar acerca de las asociaciones, imbuida aún en


144
Michel Neyraut sitúa una dicotomía en la propia persona de Freud, en su vivencia personal de la transferencia
en el caso Dora: el Freud histórico, el narrador objetivo del caso, y el Freud real, tocado personalmente por la
contratransferencia. Esta experiencia y su elaboración será la que den lugar a la idea de la sublimación. “La
introducción de la sublimación como componente de la transferencia explica en parte el carácter plural de dichas
transferencias, en la medida en que es a partir de cada uno de los momentos parciales de la expresión pulsional
que se podrá constituir, en favor mismo de su repetición, la posibilidad de una renuncia a su fin sexual primitivo,
condicionado siempre, teniendo en cuenta su carácter eminentemenete inconsciente,” M. Neyraut, op.cit., p. 145.
su proyecto científico de una ‘ciencia asociacionista’. Se trata de un

desplazamiento de la carga afectiva dada por cierta falta de diferencia entre lo real

y lo imaginario, donde se desplazan ciertas representaciones a la figura del analista

en función de cierta identidad de afecto.


1.2. Fase central (1906-1914) Introyección, sentimiento y resistencia

La imaginaria línea de demarcación de éste período viene dada por la

intención de Freud de llevar a cabo un opus major acerca de la técnica terapéutica.

Esta planeada Técnica General del Psicoanálisis se ve finalmente transmutada en

una serie de variopintos escritos técnicos, fragmentarios, y de un carácter más

práctico que de calado teórico. Otro escrito que trataremos a modo de ejemplo es

la publicación de otro caso, el del pequeño Hans. El análisis de Dora supondría un

compendio de sus investigaciones en la primera fase de su desarrollo, en ésta

segunda prestaremos especial atención al caso de un niño con síntomas fóbicos.

Se trata de las notas elaboradas a través del análisis efectuado por el propio padre

a su hijo y que vendrían a apuntalar las ideas previas de Freud acerca de la

sexualidad infantil y la capacidad distorsionadora de las asociaciones, suponiendo

una verificación ajena a la propia práctica de Freud en un tiempo en el que la

práctica del psicoanálisis comienza a extenderse. Este hecho requería de un

estudio técnico que impusiese una cierta ortodoxia a sus practicantes. Estamos en

el momento en que la técnica psicoanalítica se comienza a emancipar de su

ideador. Éste intenta mantener una unidad en su cuidado y desarrollo, exigiendo

para ello una elaboración pormenorizada de ciertas ideas centrales.

Este período marca la recepción de la teoría freudiana y finaliza con el

requisito de una ortodoxia de la cual ciertos colegas de Freud empiezan a disentir y

éste, decepcionado y herido, los excluye de su doctrina.145 Si bien los encuentros

con ciertos allegados comienzan en 1902 en la denominada 'sociedad de los

miércoles', ésta no es sino el germen de lo que llegaría a ser la Sociedad

Psicoanalítica Vienesa y, al final de este período, la Sociedad Psicoanalítica


145
Los casos de este período son Stekel, Adler y Jung. Cf. P. Gay, op. cit., cap. 5 “Política Psicoanalítica”, que
comienza con 'Jung: El Principe de la Corona' y termina con 'Jung: el Enemigo'.
Internacional (IPA). Así los escritos técnicos que se concentran en el final de este

período demarcan lo que es psicoanálisis de las concepciones divergentes de otros

autores, que si bien habían surgido del psicoanálisis habían sufrido una evolución

que las hacía irreconocibles dentro de la ortodoxia freudiana.

En 1909, poco después de los primeros trabajos de Freud acerca de la

transferencia, Sandor Ferenczi (1873-1933), discípulo suyo, publicaría un artículo,

Introyección y Transferencia donde va a entender la transferencia como un

desplazamiento común a los neuróticos. La situará como forma de resistencia, tal y

como Freud ya empezaba a sospechar. Se trataría aún, no obstante, de un

desplazamiento del afecto más que de la representación.

La obra de Ferenczi comienza con la definición de transferencia que Freud

ofrecía en Fragmento del análisis de una histeria. Según él, la transferencia no

debe ser entendida como un mecanismo circunscrito a la situación terapéutica, sino

que es un mecanismo general y característico de la neurosis que se presenta bajo

diversas manifestaciones. Llega a hablar de la existencia de una ‘pasión por la

transferencia’, “la más fundamental peculiaridad de las neurosis.”146

En este texto comenta también la relación entre transferencia y

desplazamiento, que ya Freud elaborase en su Traumdeutung. “La transferencia,

sin embargo, es sólo un caso especial de la inclinación del neurótico hacia el

desplazamiento; para poder escapar de complejos displacenteros, que por ello se

han convertido en inconscientes, se ve forzado a tratar las personas y cosas del

mundo exterior con un exagerado interés (amor, odio, manías pasionales,

idiosincrasia) sobre la base de las más superficiales ‘pretensiones etiológicas’ y

146
S. Ferenczi, “Introjection and Transference”, A.H. Esman, Essential papers on Transference, Nueva York,
1990, p. 20.
analogías.”147 Observamos cómo el mundo del neurótico se carga de sentimientos

ambivalentes, polarizados, frente al afecto estable al que nos referíamos en la

primera elaboración. En la práctica, en concreto, se observa una especial

predisposición hacia el médico a la hora de la transferencia, mediante el cual el

paciente intenta encontrar las figuras de su pasado y las hace presentes.

Para Ferenczi la introyección sería una de las manifestaciones de la neurosis

frente a otros desórdenes mentales; así el neurótico se apropia, incluye en su ego,

el mundo exterior para hacerlo objeto de sus fantasías inconscientes y aliviar los

impulsos inconscientes internos, “el neurótico está constantemente buscando

objetos con los que se pueda identificar, a quienes pueda transferir sus

sentimientos, a quienes pueda incluir en su círculo de interés, esto es,

introyectar.”148

La introyección es un rasgo propiamente neurótico, pero recabando el

postulado del propio Freud, no es posible, ni deseable, establecer líneas divisorias

entre neuróticos y personas sanas, más bien se trata de una diferencia cuantitativa

en sus conflictos.

Ferenczi traza las líneas maestras de lo que Freud acometerá en esta fase:

una división de los tipos de transferencia, positiva y negativa. El psicoanalista

húngaro sale en defensa de la transferencia, no sólo como medio curativo esencial,

sino como presente en todo tipo de terapia, analítica o no. Lo que consigue el

psicoanálsis es su reconocimiento, las otras técnicas la utilizan sin darse cuenta.

Se trata de la misma crítica que Mesmer realizase al exorcista Gassner, él utilizaba,

147
Ibid., p. 17.
148
Ibid., p. 21. “Mediante una sutil interpretación de la definición freudiana de la transferencia Ferenczi desplaza
el sentido de esta definición. El terapeuta es una realidad definida, sexuada, indicada. Los afectos en exceso e
insatisfechos se fijan sobre esta realidad percibida. El trayecto de la transferencia es el de un afecto que,
partiendo de una representación, cae en una percepción. Ese perceptum es en sí un tipo de sugestión,” M.
Neyraut, op. cit., p. 166.
inadvertidamente, el magnetismo en su práctica. “Freud resume estas

consideraciones diciendo que podemos tratar a un neurótico de la forma que

queramos, él siempre se trata a sí mismo psicoterapéuticamente, es decir, con

transferencias.”149 Las transferencias son la manera inconsciente de resolución de

los complejos causados por intentos fallidos, por parte del neurótico, de poner fin a

la naturaleza conflictiva de diversas representaciones. Ferenczi sostiene que

debemos hacer caso a la sabiduría antigua según la cual las enfermedades se

curan mediante la ‘simpatía’. El psicoanálisis, vuelto ya una terapia en trámites

expansivos, con diversidad de cultivadores como el propio Ferenczi, debería

aportar una técnica definitiva para el tratamiento de la neurósis.150

En el mismo año en que Ferenczi publica su artículo, Freud es invitado por la

Clarke University a dar unas conferencias en Estados Unidos en lo que sería el

comienzo del reconocimiento internacional de su obra. En estas conferencias

sintetiza el proceso que le condujo a sus resultados analíticos, así como sus

supuestos teóricos principales. En la última de éstas hace una referencia a la

transferencia que muestra un giro en su concepción de la misma:

Os he ocultado hasta ahora algo que constituye la más importante confirmación de


nuestras hipótesis de las fuerzas instintivas sexuales de las neurosis. Siempre que
sometemos a un nervioso al tratamiento psicoanalítico aparece en él un extraño
fenómeno llamado transferencia, consistente en que el enfermo dirige hacia el
médico una serie de tiernos sentimientos mezclados frecuentemente con otros
hostiles, conducta sin fundamento alguno real y que, según todos los detalles de su
aparición, tiene que ser derivada de los antiguos deseos imaginativos devenidos
inconscientes. Así, pues, el enfermo vive, en su relación con el médico, aquella
parte de su vida sentimental que ya no puede hacer volver a su memoria, y por

149
Ibid., p. 25.
150
Así expresará Freud sus anhelos en la época en que empieza reuniones con otros analistas, lo que a la postre
daría lugar a la Sociedad Psicoanalítica Internacional: “doy expresión a la esperanza de que la progresiva
experiencia de los psicoanalistas lleve pronto a un acuerdo acerca de la cuestión técnica de cómo tratar de la
forma más conveniente a los neuróticos,” Ratschläge für den Arzt bei der psychoanalytischen Behandlung, Sta.,
Ergänzungsband, p. 180.
medio de este vivir de nuevo en la ‘transferencia’ es como queda convencido, tanto
de la existencia como del poder de tales impulsos sexuales inconscientes.151

Por un lado, se anuda la transferencia a los descubrimientos sexuales

apuntados. Por otro, se señala el tema de la regresión y la proyección, y menciona

un tema que elaborará más adelante, la ambivalencia de los sentimientos

desplegados hacia el analista.

Freud requiere de una técnica, un método, para la enseñanza de sus teorías.

Primeramente señala la necesidad de un análisis para los practicantes. Se inicia

así el debate acerca del análisis profano, de la aceptación, a modo de terapeutas,

de personas sin estudios médicos. Se pasa del sueño como forma primera, como

vía regia en el desvelamiento del inconsciente, tal y como hiciese Freud através de

su autoanálisis, al análisis por parte de otro, al análisis didáctico. La importancia de

la profunda comprensión de la transferencia produce la necesidad del análisis y

hace a Freud comentar que un autoanálisis, en sentido monológico, es imposible,

pese a ser ésta la forma primera en que elaboró su teoría. A lo largo de su

desarrollo la presencia del otro se ha convertido, definitivamente, en condición

imprescindible de la técnica analítica; el segundo postulado mesmérico sigue en

pie.

El tercero también goza de buena salud, la praxis152analítica supondría una

‘técnica afectiva’ en la que debe darse lugar a la confianza, pero en la que el propio

analista sea opaco al paciente, de tal forma que no quede atrapado en la propia

transferencia y en los sentimientos que ésta acarrea. El analista debe permanecer

151
S. Freud, Psicoanálisis. Cinco conferencias pronunciadas en la Clarke University, Obras Completas, vol. 2,
Madrid, 1996, pp. 1560-61.
152
Así en su primer escrito de esta serie, Die Handhabung der Traumdeutung in der Psychoanalyse (1911), Sta.,
Ergänzungsband, señala: “La pregunta que hoy pienso tratar no es acerca de la técnica a la hora de interpretar los
sueños. No trataremos de cómo interpretarlos y valorar estas interpretaciones, sino sólo qué uso se debe hacer del
arte de la interpretación de los sueños en los enfermos en el tratamiento psicoanalítico,” p. 151.
presente en la representación del paciente pero ausente en su implicación

personal.

El médico vienés lleva a cabo toda una serie de escritos menores,153

miscelánea de consejos, advertencias y precauciones a aquellos que quieran

practicar el análisis, siendo el análisis de las resistencias el punto central de su

trabajo.

En los dos polos en que divergían los seguidores de Mesmer parece que el

psicoanálisis había seguido el camino de Puységur al otorgar valor sólo a los

sentimientos del paciente. Optar por una técnica lo más alejada posible de la

sugestión era la consecuencia lógica de la voluntad de objetividad de Freud. No

obstante, no tardará en reconocer los afectos despertados en el otro extremo de la

relación. Tras los casos de interrelación, de implicación personal de analistas,

habrá de sostener la existencia del fenómeno de la contratransferencia que ponía

en pie de igualdad a terapeuta y enfermo, con la salvedad que será aquél el que, al

saber de la transferencia, deba acarrear con sus afectos. “Nos hemos dado cuenta

de la ‘contratransferencia’ que se introduce en el sentir inconsciente del médico

mediante la influencia del paciente, y no estamos lejos de plantear la exigencia de

que el médico ha de reconocer esta ‘contratransferencia’ y superarla.”154

La existencia de una oposición creciente a sus ideas proviniente de círculos

científicos, académicos e intelectuales, favorecerá una exposición aséptica y


153
“Freud publicó una serie de escritos cortos en 1912, pero había dos temas dominantes en su pensamiento de
ese año: la exposición de su técnica y la psicología de la religión. Puedo percibir una conexión entre estos temas
aparentemente diferentes. Ambos tenían que ver con la disensión creciente de la escuela suiza. Freud creía que
mucho de ésto venía, al igual que con Adler y Stekel, del conocimiento imperfecto de la técnica psicoanalítica, y
que era, por lo tanto, necesario que ésta fuese expuesta de forma más clara que nunca...”, E. Jones, op. cit., p.
286.
154
S. Freud, Die zukünftigen Chancen der psychoanalytischen Therapie, Sta., Ergänzugsband, p. 126. Aquí
Freud ya estará en medio de su labor de extensión “La sociedad no se apresurará en otorgarnos autoridad. Ésta se
debe encontrar en oposición a nosotros, pues nos comportamos de forma crítica con ella; le mostramos que ella
misma es responsable en una gran medida de la creación de neurosis...al destrozar ilusiones se nos culpa de poner
los ideales en peligro,” ibid., p. 129. A partir de aquí surgirá toda una producción literaria por parte de Freud que
se centrará en la cultura, la religión y la sociedad y sus aspectos patógenos.
técnica que le pusiese a salvo de las críticas de farsante o iluso y preservase la

práctica del psicoanálisis.

En esta serie de escritos Freud hace una recopilación de sus experiencias

personales,155 marca una serie de líneas de actuación que permitan una práctica lo

más profiláctica posible. Entre esta variedad de consejos apunta el deber de evitar

que un conocido entre en terapia, ya que en ese caso el efecto de la transferencia

no se haría sentir tanto como con un completo desconocido, el paciente no podría

ver la evolución de la relación que se va produciendo. La transferencia ha de tomar

por sorpresa al paciente, mostrando incluso su carácter sexual, y ser puesta

posteriormente en relación con los recuerdos del paciente.

Apunta también dos temas básicos en la relación analítica: el tiempo, pregunta

que reaparecerá en sus escritos tardíos, señalando la necesidad de espacios

temporales largos, pero no especificables a priori, sino dependientes del propio

desarrollo del tratamiento; y la mediación que supone la minuta del médico, el

dinero, que no debe estar ausente en la relación paciente-médico. Freud acentúa

este aspecto en aras de la propia economía del practicante, pues él mismo conoció

bien de cerca los angustiosos problema financieros e intenta prevenir de sus

efectos. Pero no falta aquí el sentido de intermediario físico entre paciente y

médico ‘à la fluide’. Es sabido que Freud analizaría a pacientes sin recursos a los

cuales prestaría dinero para el análisis. Se trata pues de una función simbólica

más allá de la propiamente económica la que desempeña la minuta en la relación

analítica.

155
Es así que el propio Freud reconocerá “...debo decir claramente que esta técnica se ha dado como la única apta
para mi individualidad; no pongo en dudo que una personalidad médica constituida de diferente forma se vea
impelida a otra postura frente a los enfermos y preferir ésta en la solución de nuestra práctica,” Ratschläge für
den Arzt bei der psychoanalytischen Behandlung, op. cit., p. 171. No obstante los cismas dentro del psicoanálisis
no serían recibidos con tanta ecuanimidad.
Así mismo, se pregunta cuándo se debe empezar a confiar los resultados de la

observación al paciente y entiende que ello es factible cuando se haya desarrollado

eficazmente la transferencia, de tal forma que no se produzca una resistencia por

parte del paciente al enfrentarse al posible conflicto interno. “La primera meta del

tratamiento sigue siendo ligar (al paciente) a la cura y a la persona del médico. No

se requiere para ello de otra cosa que darle tiempo. Cuando se le muestra

auténtico interés, se allanan diligentemente las resistencia emergentes, y se evitan

ciertas equivocaciones, el paciente elabora un vínculo de esa clase por sí mismo y

coloca al médico bajo una de las imágenes de las personas de las que estaba

acostumbrada a recibir cariño.”156 La categorización sucede a través de los

sentimientos que se reproducen en la cura, la relación transferencial ha de permitir

poner en juego los sentimientos desviados del paciente, pero ya no surge la idea

de falsa asociación genérica, sino que ésta se delimita y se adscribe a un cierto

tipo de persona concreta.

Finalmente la transferencia posibilita la superación de las resistencias, permite

ganarse esa tendencia del paciente que desea auténticamente ser curado. El

fundamento del método no será ya tanto la búsqueda de las asociaciones

sintomáticas, cuanto el análisis de las resistencias: “el tratamiento merece (este)

último nombre sólo cuando la transferencia ha utilizado su intensidad en la

superación de las resistencias. Solamente entonces se vuelve el estado de

convalecencia imposible, incluso cuando la transferencia se vuelva a disolver,

como requiere su carácter.”157

156
S. Freud, Zur Einleitung der Behandlung. Weitere Ratschläge zur Technik der Psychoanalyse I, Sta.,
Ergänzungsband, p. 199.
157
Ibid., p. 203.
Su escrito principal de esta fase será Zur Dynamik der Übertragung (1912), el

más técnico, publicado con ocasion de otro artículo sobre el tema, contiene unas

simples observaciones técnicas que se perfilan, no obstante, como las más

profundas de este período. Hay que recalcar la idea de dinámica que suscita el

texto, la asunción de la contratransferencia como elemento principal, y la

preeminencia de cierto campo relacional frente al simple mecanismo mental del

paciente, el subjetivismo anodino de la asociación.

Siguiendo con su explicación, de acuerdo con su teoría acerca de la

asociación de porciones de energía, Freud señala que es normal que parte de la

energía libidinal sin objeto se asocie a la figura del médico siguiendo un cliché

mental; concretamente, “responde a las auténticas relaciones con el médico

cuando el imago paterno (según la feliz expresión de Jung) es el decisivo en esta

situación.”158 Se ordena (Einreihung) al médico bajo la figura paterna. Freud se

centra en la proyección que se produce de una figura determinada, una proyección

que se fundamenta en el mecanismo introyectivo ya señalado y que produce un

peculiar desplazamiento de la líbido: “una condición previa regular y no trivial de

toda enfermedad psiconeurótica es el procedimiento que Jung ha denominado

introversión de la líbido.”159 Esta introversión indica un desplazamiento de la líbido

que se utiliza hacia objetos reales en favor de la imaginación, posibilitando así la

recurrencia de imágenes infantiles conscientes, haciéndolas accesibles desde la

realidad desde donde opera el análisis. Se trata de una recuperación activa y

proyectiva. “Donde el avance analítico tropieza con la ocultación de líbido apartada

debe comenzar una batalla; todas las fuerzas que han producido la regresión de la

líbido se levantarán como ‘resistencias’ contra el trabajo para conservar este nuevo

158
S. Freud, Zur Dynamik der Übertragung, Sta., Ergänzungsband, p. 160.
159
Ibid., p. 161.
estado.”160 La introyección, al producir el sentimiento que une al analista y al

paciente, permite la superación de las tenaces resistencias que insisten en

mantener el status quo libidinal y los síntomas asociados.

La problematicidad en esta fase del concepto de transferencia vendrá dada por

su carácter necesario en la cura y, como ya notaría en el caso Dora, por su

simultánea capacidad de generar resistencias.161 La transferencia es reconocida

fuera del ámbito psicoanalítico como simple rapport, pero en psicoanálisis conlleva

esa doble componente que la convierte en generadora de resistencias. Sólo

aparentemente tienen lugar dichas resistencias exclusivamente en el psicoanálisis.

Freud muestra cómo éstas ocurren también en otro tipo de terapias; la diferencia

reside en que estas técnicas terapéuticas no las muestran de forma tan evidente.

Así en las instituciones mentales no son tan patentes como en la forma personal

que adopta el análisis. Son, en definitiva, una muestra de la ambivalencia propia de

las relaciones, de los sentimientos que tenemos hacia personas significativas, los

cuales son proyectados sobre la figura del analista.

160
Ibid., p. 162. Y comenta posteriormente, “siempre que nos acercamos a un complejo patógeno se desplaza la
parte del complejo capaz de transferencia al consciente y es defendido ahí con la mayor persistencia,” ibid., p.
163.
161
Así advierte, “parece ser, a primera vista, una enorme desventaja metódica del psicoanálisis el que la
transferencia, la más importante instrumento para su éxito, se convierta en el medio más poderoso de
resistencia,” ibid., p. 161.
Figura 1.8. Freud y su madre (1926).

Freud analiza la situación en la que se efectúa el análisis y concluye que “es

innegable que el dominio de los fenómenos transferenciales presenta al

psicoanalista las más graves dificultades, pero no se puede olvidar que éstos

precisamente nos hacen un servicio incalculable al volver actuales y manifiestas las

excitaciones amorosas (Liebesregungen) de los enfermos, pues, finalmente nadie

puede ser eliminado in absentia o in effigie.”162 Es necesario recuperar, revivir, a

través del mecanismo introyectivo, la figura que produjo el conflicto interiorizado y,

a la postre, el desplazamiento libidinal y el síntoma.

La transferencia como revisión de situaciones preexistentes produce, al igual

que éstas, reacciones de dos tipos en el paciente, siguiendo la ambivalencia

neurótica esencial:

162
Ibid., p. 167-168.
Nos damos cuenta finalmente que la utilización de la transferencia por parte de la

resistencia no se puede comprender en tanto pensemos sencillamente en la

‘transferencia’. Debemos diferenciar una transferencia ‘positiva’ de una ‘negativa’,

la transferencia de sentimientos tiernos de los hostiles y tratar ambos tipos de

transferencia en relación al médico de forma diversa. La transferencia positiva se

divide a su vez en sentimientos tiernos o simpáticos capaces de volverse

conscientes, y aquéllos en su continuación en el inconsciente.163

Freud sostiene que todos los sentimientos tiernos, simpáticos, de confianza,

poseen un origen sexual, habiéndose desprendido de su objeto sexual último.164 El

carácter sexual hay que entenderlo, no desde su perspectiva genital únicamente,

como dejaría claro en sus Tres ensayos sobre la teoría sexual (1905), sino desde

un cómputo más amplio de la sexualidad como forma de obtención de placer,

relativa a cierta base pulsional e incardinada en el mundo externo.

Si el caso Dora llevaría a cabo un compendio de las teorías desarrolladas por

Freud, este período obtendrá su reseña práctica particular en el análisis del

pequeño Hans. Efectivamente, su Análisis de la fobia de un niño de cinco años

(1913) será, de nuevo, la piedra de toque de sus investigaciones acerca de la

sexualidad infantil, la interpretación de los síntomas y la evolución de sus ideas

acerca de la transferencia que se va fraguando desde sus conferencias de 1909.

En este caso la labor analítica no la lleva a cabo el propio Freud. Éste sabrá

del mismo a través de los informes que elabora el padre de Hans. En tal situación,

la figura de padre y analista se reúnen en una misma persona y no en la mente del

163
Ibid., p. 165.
164
“Originalmente habíamos conocido sólo objetos sexuales; el psicoanálisis nos muestra cómo tanto las
personas sin importancia como aquéllas que veneramos en nuestra realidad pueden ser aún objetos sexuales en
nuestro inconsciente,” ibid., p. 165.
paciente. Freud advierte que ésta es la única posibilidad en dicha coyuntura, pues

“sólo la unión de la autoridad paterna con la médica en una persona, el encuentro

del interés tierno con el científico en la misma, han posibilitado en este caso hacer

un uso del método que de otra forma sería inadecuado.”165 Se reivindica la

necesidad del otro como medio de curación.166

La ambivalencia esencial de los sentimientos se encuentra aquí también

presente, “un niño (es) naturalmente en alto grado sugestionable, quizás más que

por nadie, por su padre. Él aceptaría todo por amor a su padre como

agradecimiento por su preocupación por él.”167 Relacionado con dicha ambivalencia

se presenta uno de los descubrimiento de esta fase del pensamiento de Freud, la

idea de un conflicto original en todo tipo de neurosis, el Edipo. En su relación con

Jung, previa a sus desacuerdos definitivos, Freud empienza a bosquejar la idea de

una causa genérica de los estados neuróticos.168

El pequeño Hans se ve afectado por una agorafobia. Ésta resulta explicada

por el miedo a la castración que se produce con motivo de la reprobación de

prácticas autoeróticas, el descubrimiento de la sexualidad y la aparejada diferencia

entre lo femenino y lo masculino, y la cercanía fisiológica de los genitales y el

aparato excretor. Así “la finalidad y el contenido de la fobia es una amplia limitación

de la libertad de movimiento, se trata, pues, de una poderosa reacción contra los

oscuros impulsos motrices que se dirigen en especial hacia la madre.”169

165
S. Freud, Analyse der Phobie eines fünfjahrigen Knaben, Sta., VIII, p. 13.
166
“...para la superación de una tal (neurosis) se necesita del otro, y en tanto el otro pueda ayudar es la neurosis
curable,” ibid., p. 91.
167
Ibid., p. 89.
168
“El complejo de Edipo introdujo una cierta transparencia entre síntoma y causa, viéndose ahora los síntomas
como una modalidad entre otras de una causa ya conocida...” J. Forrester, op. cit., p. 95. Este descubrimiento se
relaciona, según Forrester, con los intentos que lleva a cabo Freud de una teoría general del símbolo, dándole un
recorrido más fácilmente transitable a las historias de los pacientes, acotada por ciertos eventos comunes.
169
Ibid., p. 116.
El complejo de Edipo, como muestra este caso, es el prototipo de

ambivalencia en el sentimiento. En la transferencia con el padre interfiere una

transferencia negativa al tratar el niño de acaparar el afecto de la madre, por otro

lado, el aspecto positivo de la transferencia tiene su origen en su figura de cuidador

y fuente de afecto. El miedo al contenido explícito de sus fantasías de ocupar el

lugar del padre, su temor a ser castrado en el intento, produce la formación de

resistencias al análisis, pues sus intenciones no pueden ser abiertamente

expresadas, suponen un conflicto entre un deseo y un castigo fantaseado.

Freud prueba no sólo sus teorías acerca de la presencia de impulsos sexuales

en la niñez, sino que se sirve del caso para situar el origen de las neurosis en esta

temprana edad y relacionarla con ciertos impulsos sexuales y su represión. La serie

de casos que Freud publicaría muestra el talante del psicoanalísis, no tanto como

teoría abstracta, sino como práctica con un objetivo bien definido. “Un psicoanálisis

no es siquiera una investigación científica imparcial, sino una intervención

terapéutica; no quiere demostrar nada en sí, sino cambiar algo.”170 Los intereses

científicos de Freud han ido basculando desde una posición postivista objetivadora

hasta una reflexión acerca del análisis como praxis, como intervención. La teoría

sirve para acumular el conocimiento proveniente de la experiencia y, quizás, como

hemos apuntado, como medio de dar un respaldo y una mediación adecuada a la

delicada idea de relación.

Resumiendo, en esta segunda fase se observa un análisis más complejo de

los aspectos transferenciales. Se produce un refinamiento teórico de las nociones

técnicas que se efectúa simultáneamente a una generalización y expansión del

psicoanálisis, de su conversión de simple práctica personal en técnica practicada

170
Ibid., p. 91.
por otros. Se descubre el efecto de la transferencia en el propio médico, la

contratransferencia, ampliándose el porte del fenómeno subjetivo. A su vez, se

divide la transferencia del paciente en diversos tipos con diferentes efectos en el

desarrollo de la terapia.

El mecanismo de la introyección dará cuenta de la especial tendencia del

neurótico a la transferencia que estará cargada, al igual que su mundo en general,

de sentimientos encontrados, ambivalentes. Finalmente, la resistencia se

entenderá, no sólo como el obstáculo a salvar por la transferencia, sino su propio

efecto en virtud de esta ambivalencia constitutiva del sentimiento y la relación. El

análisis, cuya misión principal parecía ser la desaparición de las resistencias,

puede llegar a ser la causa de su aparición.


1.3. Fase tardía (1915-1939) Repetición, amor y acting-out

Dentro de la propia serie de escritos técnicos que Freud publica entre 1911 y

1914 podemos demarcar el desarrollo de la última fase de su pensamiento en lo

que atañe a la transferencia. Así en su quinto y sexto trabajo de esta colección,

Recordar, repetir y elaborar y Notas sobre el amor de transferencia, ambos de

1914, aunque éste último publicado en 1915, su trabajo toma una dirección

diferente.

Durante este período se centrará menos en las resistencias tratadas por

separado y dirigirá sus reflexiones hacia la existencia de un mecanismo más

general, la compulsión de repetición (Wiederholungzwang). Igualmente

observamos cómo en la propia terapia se producían estas resistencias, Freud

también generalizará sus intuiciones, apuntando la existencia de una neurosis

específica, propia a la terapia, una alteración que se produce en el paciente debido

al análisis, la neurosis de transferencia (Übertragungsneurose). Consigue dar, de

este modo, un carácter menos casuístico a su teoría, acudiendo a formulaciones

más abstractas y teóricas, en pos de un sistema más deductivo. La compulsión de

repetición da una solución en clave teórica a la reproducción de patrones y

conductas, pese a lo cual Freud sostendrá la pertinencia del método descrito, “el

médico saca a la luz las resistencias desconocidas del enfermo; tan pronto éstas

son vencidas el enfermo cuenta sin esfuerzo las situaciones y contextos olvidados.

La meta de esta técnica ha quedado naturalmente inalterada, dinámica: la

superación de las resistencias reprimidas.”171 Parece no producirse ningún corte

radical con sus ideas previas, preservándose el lugar privilegiado que poseía la

171
S. Freud, Erinnern, Wiederholen und Durcharbeiten, Sta., Ergänzungsband, p. 207.
resistencia, no obstante con ésta de telón de fondo, se embarcará en una

reelaboración de ciertos aspectos teóricos.

Otro problema que preocupará a Freud en esta fase es la relación entre el

olvido y el acting out ¿hasta qué punto se recuerda, se hace consciente un

incidente y hasta qué punto se actúa de conformidad con la experiencia de tal

incidente? Es decir, lo que no se recuerda viene a formar parte de lo que se repite,

una especie de automatismo que evade la recreación lingüística del recuerdo, “...el

analizado no recuerda nada de lo olvidado y reprimido, sino actúa. Lo reproduce,

no como recuerdo, sino como hecho, lo repite sin saber, naturalmente, que lo

repite.”172

Repetir se convierte en una forma activa de recordar, pero de un recordar

asimilado, incorporado al no ser enajenado en discurso y, por ello, no analizable,

simplemente observable por el analista, como tal inútil para la superación de las

resistencias. La compulsión de repetición da una explicación sistemática de la

resistencia al cambio, de la persistencia de las resistencias en general y del

mecanismo de defensa que las protege:

Naturalmente nos interesará, en primer lugar, la relación entre esta compulsión de


repetición (Wiederholungszwang), la transferencia y la resistencia. Observamos
pronto que la transferencia no es sino un trozo de repetición y que la repetición es
la transferencia del pasado olvidado, no sólo hacia el médico, sino en todos los
otros campos de la situación presente. Debemos estar preparados para que el
analizado no sólo dé lugar a su compulsión de repetir que sustituye al impulso a
recordar en su relación con el médico, sino también en todas las actividades y
relaciones simultáneas de su vida... 173

172
Ibid., pp. 209-210. Posteriormente comenta, “por ejemplo: el analizado no cuenta el hecho de acordarse que
era terco e incrédulo frente a la autoridad de sus padres, sino se comporta de esa forma frente al médico,” ibid.
173
Ibid., pp. 210-211.
A renglón seguido señala la proporcionalidad directa entre resistencia y acting

out (agieren), mientras más importantes son las resistencias mayor la tendencia al

acting out. La resistencia como ocurrencia concreta se intenta relacionar con un

mecanismo más genérico, un mecanismo que explica la inercia psíquica, la

tendencia a repetir y, por ello mismo, da razón de la fundamental estabilidad de las

resistencias.

Sólo el grado de vinculación propio de la transferencia, y en especial de una

transferencia positiva, permite la superación de las resistencias y de su mecanismo

subyacente, la compulsión de repetición. “Cuando la unión (entre analista y

paciente) se haya vuelto útil a través de la transferencia, impedirá la repetición en

el tratamiento de todas las acciones significativas del enfermo y servirá al propósito

in statu nascendi de utilizar éstas como material para el trabajo terapéutico.”174

Mediante la transferencia se puede vencer la compulsión de repetición y dar lugar

al recuerdo, deshaciendo el muro defensivo de las resistencias, resquebrajándolo a

través de la articulación de lo inconsciente, de lo pulsional, en contacto con la

realidad, con la figura del analista. “La parte más decisiva del análisis se lleva a

cabo al crear, en relación al médico, en la ‘transferencia’, reediciones

(Neuauflagen) de conflictos antiguos en los que el enfermo se debe comportar

como en su momento lo hizo, mientras se le insta a una decisión ofreciéndosele

todas las fuerzas psíquicas disponibles. La transferencia es, por lo tanto, el campo

de batalla en el que se deben de encontrar las fuerzas que luchan entre ellas.”175

El resultado final habrá de ser la sustitución de la neurosis por la neurosis de

transferencia, un concepto que Freud también desarrolla aquí. Una primera

explicitación de ésta la podemos encontrar en una carta de finales de 1914 enviada


174
Ibid., p. 213.
175
S. Freud, Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse, Sta., I, p. 436.
a Ferenczi donde comenta como “todas las catexias de objetos forman el

inconsciente. El sistema Bw (consciente) significa la conexión de estas ideas

inconscientes con los conceptos de las palabras: es ésto lo que ofrece la

posibilidad de que algo se vuelva consciente. La represión en la neurosis de

transferencia consiste en la retirada de la líbido del sistema Bw, lo que quiere decir

la separación de las ideas de los objetos y las palabras.”176 Va tomando cuerpo la

idea del acting out, mecanismo por el que las ideas, al no volverse conscientes en

el análisis, quedan atrapadas en el inconsciente. Esta desvinculación entre ideas y

palabras hace que el paciente no pueda sino repetir las relaciones afectivas

aprendidas que permanecen inadvertidas, innombradas. De este modo la terapia

se convierte en lugar de re-presentación.

La comunicación de las resistencias por parte del médico, pese a no producir

su disolución automática, hace accesible esa “...parte de su ser...” que se

encontraba oculto en su cotidianeidad, y permite el trabajo de elaboración

(durcharbeiten) y así su vencimiento. Esta elaboración supone la comprensión por

parte del propio paciente de sus resistencias y su superación de la repetición.

En su Bemerkungen über die Übertragungsliebe (1915), el escrito técnico de

esta serie que más satisfizo a Freud, tratará un tema no ajeno a los inicios de las

prácticas mesméricas y que tan de cerca tocó a compañeros suyos como Breuer o

Jung: el tipo de relación personal que se forma entre analista y paciente por medio

de la propia transferencia. Freud sitúa la reacción romántica observada en el

paciente hacia el médico como el medio del que se aprovecha la resistencia para

evitar la cura. Al respecto comenta: “ya he dejado entrever que la técnica analítica

le obliga al médico a rehusar la satisfacción de la demanda de la paciente

176
E. Jones, op. cit., p. 340.
necesitada de afecto. La cura ha de ser llevada a cabo en abstinencia...”177 La

llamada a la abstinencia se refiere a la ausencia de una implicación personal del

analista. El analista no debe de procurar al paciente el afecto personal que éste

reclama, pues no se trata sino de una estratagema de la neurosis para evitar la

emergencia de material, un modo de defensa finalmente.

Desde sus comienzos el analista vienés había experimentado el tipo de

afectos que se producían en el marco psicoanalítico, lo que le lleva a sostener su

Abstinenzregel. Primero habrá que entender que la reacción producida en la

paciente es intrínseca a la propia situación analítica, manteniendo la

impersonalidad de este comportamiento. Por otro lado critica a aquéllos que

preparan al paciente para la transferencia, como medio de defensa del surgimiento

de las afecciones aparejadas al fenómeno.

Según Freud, la propia relación amorosa no aportaría nada a la resolución de

la neurosis pues el paciente simplemente repetiría las propias características de su

neurosis, tal y como comenta en Recordar, repetir y elaborar (1914). Sólo habría

acting out y no se produciría ningún trabajo con las resistencias, la implicación

amorosa del analista sólo provocaría un afianzamiento de las resistencias y, a la

postre, una transferencia negativa hacia el médico. En cambio, la paciente que no

experimentase ese tipo de reacciones hacia el terapeuta estaría menos expuesta al

acting out y podría relatar más abiertamente sus fantasías y recuerdos sin temor al

rechazo, sin ningún tipo de reparo hacia aquél a quien las dirige.

Freud ofrece dos argumentos que apuntalan el carácter de resistencia de este

enamoramiento: primeramente señala que si se tratase de auténtico amor, la


177
S. Freud, Bemerkugnen über die Übertragungsliebe, Sta., Ergänzungsband, p. 224. En escritos de esta misma
época tratará también el tema de la expansión de la técnica, la necesidad de homogeneización, y de practicantes
que diesen visos de cientificidad a la terapia. Así en la conferencia pronunciada en el V Congreso Internacional
Psicoanalítico comenta: “La cura analítica debe ser llevada a cabo en privación –abstinencia-, tanto como sea
posible,” Wege der psychoanalytischen Therapie, Sta., Ergänzungsband, p. 244.
paciente optaría por seguir adelante con la cura por deseo de su amado. En

segundo lugar comenta cómo no nos referimos a una reacción nueva, ocasionada

por un auténtico encuentro, se trata, más bien, de una repetición de una situación

infantil.

El problema es que si, como había señalado, en la vida propia del paciente se

producía esa compulsión de repetición, no habría distinción alguna con la propia

relación terapéutica. En ambas la paciente actúa a menos que la relación amorosa

auténtica posea un carácter especial, ajeno a repetición de tipo alguno.

Freud duda acerca de si en la situación analítica lo que se da es auténtico

enamoramiento: “el amor de transferencia tiene, quizás, un grado de libertad

inferior al llamado normal, que acontece en la vida, y en él se deja reconocer

claramente la dependencia del modelo infantil, se muestra menos dúctil y

modificable pero esto es todo y siquiera lo fudamental.”178 Lo principal, habrá de

admitir, es el propio carácter de darse, de surgir, en la práctica médica, en la

situación analítica. Así parece que finalmente no hay diferencia cualitativa, sino una

de tipo contextual, que debe atemperarse con el profesionalismo del terapeuta,

“...ceder, ha de quedar excluido. No importa cuánto valore este afecto, debe poner

por delante la posibilidad que tiene de hacer superar a su paciente una etapa

decisiva en su vida.”179 La sombra del informe secreto sobre el magnetismo pende

sobre cualquier disciplina que pretenda hacer de la relación el ámbito de su

actuación.

Si la sustitución es el mecanismo básico en la formación de síntomas, el

enfermo busca una satisfacción sustitutoria en la figura propia del médico que le es

dada en la terapia. Ésta resulta ser una satisfacción más inmediata que el arduo

178
Ibid., pp. 227-8.
179
Ibid., p. 229.
trabajo de las resistencias, que la labor analítica en sí, ”el enfermo debe, en lo que

a su relación con el médico concierne, mantener abundantes deseos insatisfechos.

Es necesario negarle la satisfacción que más intensamente desea y que más

urgentemente manifiesta.”180

La misión analítica queda reformulada como obtención de un saber

actualizado que evite el automatismo, la inercia propia de lo experimentado basada

en la repetición de un estereotipo amoroso, “después de haber conseguido imponer

el suceso reprimido de naturaleza real o psíquica frente a todas las resistencias,

después de rehabilitarlo de alguna manera, dice el paciente: ‘Ahora tengo la

sensación de haberlo sabido siempre.’ Con ello la tarea analítica queda resuelta.”181

En Psicología de masas y análisis del yo (1921) tocará de nuevo el tema del

amor y su relación entre identificación (ser) y relación objetual (tener). Frente a los

principios de placer y realidad, Freud acuñaría otro independiente, el de

compulsión de repetición. Este principio rector de la actividad mental tendría como

finalidad la utilización de la experiencia adquirida en los encuentros con situaciones

nuevas, se consigue simplificar la experiencia mediante el recurso a modelos

previos.

Previamente, en las Lecciones de Introducción al psicoanálisis (1917), serie de

lecciones magistrales ofrecidas por Freud como docente universitario, comenta la

necesaria ausencia de un carácter pedagógico en la terapia, su incapacidad de

indicar modelos, su amoralidad, su simple valor funcional con respecto al paciente

y a su vida. Mediante la terapia “el neurótico curado se ha convertido

auténticamente en un nuevo hombre, en principio sigue siendo, naturalmente, el

180
S. Freud, Wege der psychoanalytischen Therapie, Sta., Ergänzungsband, p. 246.
181
S. Freud, Über fausse reconnaissance (‘déjà raconté’) während der psychoanalytischen Arbeit, Sta.,
Ergänzungsband, p. 238.
mismo, esto es, se ha vuelto como podría haber sido en las mejores y más

propicias circunstancias.”182 No se sigue ningún modelo rector de bondad o

sanidad, se impide la constitución del analista, desde su lugar privilegiado, en

modelo o ejemplo. La terapia ha de restablecer al hombre en su deseo, en esa

identificación en la que se interponen sus resistencias.

En esta obra que compendia sus descubrimientos repite la idea de la

transferencia de sentimientos románticos y su relación con la defensa. “Nos

referimos a una transferencia de sentimientos a la persona del médico, porque no

creemos que la situación de la cura pueda justificar la creación de tales

sentimientos. Más allá sospechamos que su disposición afectiva tiene su raíz en

otro lugar, que estaba preparada en el enfermo y con ocasión del tratamiento

analítico se transfiere a la persona del médico.”183 Se ponen de relieve nuevamente

el carácter regresivo de los sentimientos y su producción en la terapia bajo la forma

de actuación, de re-presentación, de acting out.

La transferencia, le sirve a Freud para demostrar otros aspectos teóricos de su

técnica. En concreto, de nuevo incidirá sobre el significado sexual de los síntomas,

“...nuestro convencimiento acerca del significado de los síntomas como satisfacción

sustitutoria libidinal se ve definitivamente fortalecido por la incorporación de la

transferencia.”184

El largo camino del psicoanálisis parece conducirnos a los mismos

interrogantes que se planteaban sus precursores. Lo que Freud cree haber logrado

es una explicación del fenómeno, una elucidación de los mecanismos en los que se
182
S. Freud, Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse, op. cit., p. 419.
183
Ibid., p. 425. “...superamos la transferencia al mostrar al enfermo que sus sentimientos no proceden de la
situación actual y no son válidos en la persona del médico, sino que repiten lo que ya le había acontecido. De tal
manera le hacemos transformar su repetición en recuerdo. Entonces parece convertirse la transferencia, cariñosa
u hostil, en cualquier caso la mayor amenaza para la cura, en la mejor herramienta de la misma, con cuya ayuda
se dejan abrir las puertas más reservadas de la vida psíquica,” ibid., p. 427.
184
Ibid., p. 428.
encuentra envuelto, de tal manera que todo su sistema parece reducible a una

reapropiación del concepto de sugestión y su reelaboración en la categoría de

transferencia, “Bernheim ha justificado la enseñanza de los fenómenos hipnóticos

con inequívoca agudeza en base a su decir según el cual todos los hombres, de

alguna manera, son sugeribles, ‘sugestionables’. Su sugestibilidad no es, en pocas

palabras, otra cosa que la tendencia hacia la transferencia, de tal forma que la

transferencia negativa no encontraba lugar en su formulación. Pero Bernheim no

podía decir lo que era la sugestíon propiamente y cómo se produce. Era para él

una asunción básica, de cuya procedencia no podía dar prueba alguna. No había

reconocido la dependencia de la ‘sugestibilité’ de la sexualidad, de la acción de la

líbido. Y debemos atender al hecho de que nuestra técnica se ha desecho de la

hipnosis, para descubrir de nuevo la sugestión, bajo la apariencia de la

transferencia.”185 Es por ello que las elucubraciones finales de Freud han de estar

envueltas en cierto escepticismo, el escepticismo propio del que sabe no haber

dado una solución definitiva al problema, sino que se encuentra con los fantasmas

de los que había creído librarse, “...al llamar indistintamente a la fuerza impulsora

de nuestro análisis transferencia o sugestión se mantiene el peligro de que el influjo

sobre el paciente haga dudosa la certeza de nuestros resultados. Lo que favorece

la terapia, no trae sino perjuicios a la investigación.”186 La investigación requiere un

sustrato empírico que no puede proceder sino de la terapia, no obstante, la propia

terapia, al implicar relaciones afectivas, no puede ser objetiva. De ahí que

objetividad y empirismo estén, en este caso, necesariamente enfrentados.

185
Ibid., p. 429. “La sugestión directa es la sugestión dirigida contra la expresión del síntoma, lucha entre su
autoridad y los motivos de la enfermedad. Así no se preocupa de estos motivos, se exige simplemente del
enfermo que sus manifestaciones en forma de síntomas sean reprrimidas,” ibid., p. 431
186
Ibid., p. 414.
He aquí una de las características centrales de la transferencia en

psicoanálisis. Por un lado, punto de arranque de la práctica, alrededor de la cual se

elabora toda una teoría que pretende superar a ésta en cuanto soporte deductivo y,

a su vez, piedra de toque de cualquier descubrimiento, en tanto que afecta a la

objetividad del campo analítico, el campo interrelacional.

De nuevo una obra de dos de sus colaboradores, Sandor Ferenczi y Otto

Rank, El desarrollo del psicoanálisis (1923), indicaría la posibilidad de hacer uso de

la teoría del acting out en la práctica analítica y entendería ésta, no como una

forma inútil o residual en el tratamiento, sino como medio mismo de la cura. A partir

de aquí se evoca la cuestión, que recorrerá toda la historia posterior del

psicoanálisis, de las ‘terapias actuales’ o cortas. El tratamiento basado en el aquí y

ahora que soslaya, no obstante, uno de los principios básicos del psicoanálisis

primigenio, la etiología infantil y la resolución del síntoma en su recuperación, el

análisis genético.

Otro de los debates más agudos de este período sería el relativo al análisis

profano. Si bien Freud y buena parte de sus colaboradores eran médicos de

profesión, éste no veía necesaria la posesión de título médico alguno para el

ejercicio del análisis. Lo único que debía ser dejado en manos médicas era la

decisión de si se trataba de un caso apto para tratamiento psicoanalítico o no, si

efectivamente nos encontrábamos ante un desorden psicológico o una auténtica

afección orgánica. La intención de Freud era la emancipación del psicoanálisis de

la medicina, convertirla en un área propia de conocimiento.

Se instauraba entre los aspirantes a analistas la obligación de llevar a cabo un

análisis didáctico, pero pronto se produce el disenso dentro de la Sociedad

Psicoanalítica Internacional (IPA). En especial los analistas americanos, en una


situación social y económica más precaria que sus homólogos continentales, y por

ende más corporativistas, sostendrían el requisito de la facultación médica.

Figura 1.9. Freud en su 'laboratorio' (práctica).

En sus últimos años, antes de que el cáncer terminase con su vida, Freud

escribiría uno de los escritos técnicos más profundos, Análisis terminable o

interminable (1937), en el que cuestiona el término del tratamiento, incluso después

de haber alcanzado la resolución de los síntomas mediante el fin de la

transferencia.187 Este escrito se publica a la sazón de los ‘short analysis’. En éstos

se producía una renuncia a la profundidad etiológica en favor de la situación actual,

hic et nunc. Otros intentaban situar el momento traumático en un suceso concreto

y homogéneo como haría Otto Rank al emplazarlo en el nacimiento. Según Freud

estas trifulcas relativas al método terapéutico estarían influidas por el tiempo de

187
Parece que ya previamente había visto Freud las dificultades de alcanzar un término en la cura, en una carta de
1900 a Fliess admitiría, “comienzo a entender que la aparente falta de fin en la cura es algo regular y se debe a la
transferencia,” cit. en Sta., Ergänzungsband, p 355.
vida americano que se va apropiando de la Europa de entreguerras – la utopía

New Deal-. Un estilo de vida al cual estos analistas, frecuentes visitantes y, a

menudo, exiliados posteriormente, habrían dado una respuesta en forma de

tratamiento. Freud, no obstante, mantendrá que no es posible amoldar la cura

analítica a este tipo de exigencias. Sobre los análisis actuales comentará como “el

trabajo analítico procede de la mejor forma cuando los sucesos patógenos

pertenecen al pasado, de tal forma que el yo pueda ganar distancia frente a

éstos.”188 Se refuta el leitmotiv de estas curas que sería la atención sobre el

presente.

El análisis se entenderá resuelto si el paciente ha superado sus miedos y

síntomas y, de otra parte, de acuerdo con el analista, ha hecho consciente un

número importante de recuerdos, combatiendo sus resistencias de tal forma que no

parezca probable la reaparición de sus síntomas. Como texto inscrito en la fase de

su segunda tópica - tras su El yo y el ello (1923), en el cual realizaba una división

que atribuía al yo el carácter de mediador entre los principios de realidad y de

placer en función de unas pulsiones que no le eran propias, sino que se ubicaban

en el ello y una instancia represora, encargada de la censura, el superyo - el

análisis tendría como finalidad el reforzamiento del yo a costa de las pulsiones

incontroladas provenientes del ello, dirección que posteriormente adoptaría la Ego

psychology. “La situación analítica se encarga, como es sabido, de que nos

relacionemos con el yo de la persona objeto para ofrecerle las partes incontroladas

de su ello y reincoporarlas en la síntesis del yo.”189

Se proponía hacer consciente el ello y corregir el yo. Los tres momentos

fundamentales en la práctica analítica, sus intervenciones, habrán de ser el analísis


188
S. Freud, Die endliche und unendliche Analyse (1937), Sta., p. 372.
189
Ibid., p. 375.
de la influencia de los sueños, la fuerza constitucional de las pulsiones y la

alteración del yo. “La misión terapéutica trata de liberar la líbido de sus

momentáneas asociaciones y volver a hacerla accesible. ¿Dónde se encuentra,

pues, la líbido del neurótico? Es fácil de encontrar; está asociada a los síntomas

que le ofrecen, momentáneamente, la única satisfacción sustitutoria”190 Así al

disolverse la relación de transferencia y ser recuperada la líbido, previamente

oculta, ésta se vuelve accesible al yo.

En esta tercera fase se produce una generalización del método que va

aparejada a dos cambios fundamentales en la doctrina freudiana. De un lado su

teoría de las pulsiones efectuada en Más allá del principio de placer (1920), que

incluye, a parte de las pulsiones de vida, la idea de una pulsión de muerte

relacionada con la compulsión de repetición y, de otro lado, una segunda tópica

que atribuirá, a partir de El yo y el ello (1923), nuevas localizaciones a las

pulsiones, a la censura y a la instancia mediadora con la realidad. Estos desarrollos

van más allá de los intereses concretos de este trabajo, pero no por ello dejan de

poseer un importante valor.

Resumiendo los aspectos transferenciales, podemos ver de qué forma se

perfila un mecanismo de repetición como forma básica que da coherencia a la

figura de la resistencia. El amor como modelo transferencial, como modelo afectivo

presente y, a su vez, como repetición de patrones y figuras previas se presenta

como modo de actuación, como acting out, como estratagema defensiva para la

obtención de una rápida recompensa libidinal sin alterar la formación de las

resistencias, repetir el amor en forma de re-presentación.

190
S. Freud, Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse, op. cit., p. 436.
Desarrollo del Mecanismo Forma de Medio de

concepto de transferencia Básico Transmisión Transmisión

Magnetismo Fluido Relación Sentimiento

I Fase Desplazamiento Falsa Afecto

(1890-1905) Asociación
II Fase Introyección Resistencia Sentimiento

(1906-1914) (Ambivalencia)
III Fase Repetición Acting-out191 Amor

(1914-1939)

Esquema 1.2. Evolución diacrónica y estructural del concepto de transferencia en Freud.

En este estudio cronológico del pensamiento sobre la transferencia

observamos cómo la evolución del mecanismo básico va perdiendo su apoyo en lo

real e internalizándose, del fluido mesmérico en el que los seres humanos se

encontraban formando parte y que se transmitía en la relación –postulado que sólo

con la entrada del positivismo se diluye en la sugestión y la hipnosis-, se pasa a un

desplazamiento que ocurre por falsa asociación. Freud titubea acerca del carácter

real o intrapsíquico de la representación. Posteriormente afianza su postura

intrapsíquica en la que el médico pierde el papel crucial, activo, propio de la

191
El concepto de acting-out como tal es post-freudiano pero de aceptación generalizada por la dificultad de
traducir el agieren alemán al que Freud sí se refiere, como una 'puesta en acción', con el sentido de
representación teatral y el de acción. Así el autorizado diccionario de Laplanche y Pontalis entiende que ya que
la propia transferencia, en el sentido de reproducción, podría ser entendida como un 'llevar a la acción', no habría
diferencia entre la simple repetición del acting-out. “El término Agieren, como también el de «actuar», implica
un equívoco, que es el del propio pensamiento de Freud: éste confunde lo que, en la transferencia, es
actualización con el hecho de recurrir a la acción motriz, el cual no se halla necesariamente implicado por la
transferencia (véase: Transferencia, Acting out),” J. Laplanche y B. Pontalis, Diccionario de Psicoanálisis,
Barcelona, 1998. He utilizado también el término re-presentación para dar cuenta de esta circunstancia.
sugestión o de la hipnosis, evocando una representación en la mente del paciente,

y se limita a someter la presencia del analista a una introyección, es decir, a

convertirlo en simple representación de sentimientos, que se confirma, en última

instancia, como resistencia que opone el paciente a la curación, al aferrarse a la

figura del médico. En sus últimos escritos se profundiza aún más en el carácter

representado de la situación analítica y de la relación con el analista en la que el

paciente simplemente obtiene un punto de apoyo para repetir sus vivencias

pasadas. Tomando en su última expresión la modalidad del acting-out, repetición

de comportamientos y actitudes pasadas en la situación analítica.

Una característica fundamental en el desarrollo de Freud es la independencia

cada vez mayor de la terapia de la relación con el analista. No sólo el analista se

convierte en una representación más que entrar en juego con las preexistentes en

la mente del paciente, sino que la bilateralidad de la relación es eclipsada por la

mera repetición, -o bien anegada como mandato mediante la regla de abstinancia

contratransferencial-, con la reproducción de conductas que no tienen relación

directa con lo que sucede en la terapia, sino que es la experiencia propia del

paciente la que es aportada al análisis.

No es de extrañar que al mismo tiempo que observa el carácter negativo de los

sentimientos del paciente hacia el analista, descubra la neurosis de transferencia y

la resistencia que conlleva la transferencia. El mecanismo de introyección conduce

a que el analizante tome al analista como objeto de sus fantasías y se olvide un

tanto de sus síntomas: el analista se convierte en el síntoma, en un extremo de la

relación sintomática.

Su tercera etapa en la consideración del fenómeno transferencial conlleva la

admisión de una compulsión a la repetición que permitiese dar cuenta del regreso
de lo inconsciente y de su efectuación en la actividad del paciente, la neurosis es

una repetición indeseada que sobreviene y que instaura una opacidad en su propio

comportamiento. Igualmente el acting-out o agieren se sitúa como repetición y el

amor como modo de trasmisión, a diferencia de los sentimientos o los afectos,

pone en juego un mecanismo más amplio y genérico.


Figura 1.10. Paul Sermon - At Home with Jacques Lacan. En esta instalación telemática, utilizando
ordenadores conectados en red, Sermon retoma el concepto de relaciones de objeto. Se trata de dos
instalaciones conectadas por un dispositivo de proyección y video conferencia. El otro percibido no es
sino una imagen, una proyección, y podemos observar nuestra interactuación con éste en una pantalla
donde aparecen la imagen propia con la del otro fundidas, permitiéndole a uno percibirse integrado en
su propia acción, ‘voyeur de su propio espectáculo’. http://www.paulsermon.org/ Mostrado en la
Biennale de Arte Electrónica de Perth 2004 http://www.beap.org/site/index1.htm.
1.4. Lacan y el retorno a Freud: el significante de la transferencia

El psicoanálisis como doctrina unitaria comienza su desmembramiento en vida

del propio Freud.192 Algunos colaboradores cercanos a éste empiezan a proponer

alteraciones fundamentales a la teoría freudiana, en una etapa de rechazo por

parte de círculos científicos. Así Alfred Adler o Carl Jung modificarían áreas

cruciales como la teoría pulsional, el modelo de inconsciente, o la teoría sexual.

Posteriormente se producen otras disensiones dentro del círculo de allegados a

Freud -así Sandor Ferenczi u Otto Rank-, y por parte de analistas que toman

direcciones divergentes como Wilhelm Reich.

Tras la muerte de Freud se polarizan las tendencias psicoanalíticas ortodoxas

basadas en la segunda tópica freudiana, es decir, en las interrelaciones entre yo,

ello y superyó. De un lado, la Ego psychology que se desprendería de la

formulación de Anna Freud y cuya técnica estaría basada en el análisis de las

defensas y la potenciación del yo frente al ello. De otro, Melanie Klein se

interesaría por los procesos de introyección, mediante los que el analista

representaba para el paciente un objeto introvertido, parte del superyó, dando lugar

a las denominadas relaciones de objeto. Ambas opciones proponían una lectura

parcial de Freud, “una consistía en hacer del yo (moi) el producto de una

diferenciación progresiva del ello actuando como representante de la realidad y

teniendo a su cargo el mantenimiento de las pulsiones (Ego psychology), la otra, al

contrario, daba la espalda a toda idea de autonomización del yo para estudiar su

genésis en términos de identificación.”193 Ante esta virulenta toma de posición que


192
Ya en sus últimos escritos se oponía a cualquier alteración fundamental de su sistema y condenaba al
ostracismo las alteraciones ‘eclécticas’ que tanto habían dañado la reputación del psicoanálisis, “que el edificio
del psicoanálisis, pese a estar inacabado, presenta, ya hoy en día, una unidad, de la cual no se puede escindir a
voluntad elementos, parece no entrar en consideración para esos eclécticos,” S. Freud, Neue Folge, Sta., I, p.
568.
193
E. Roudinesco, Jacques Lacan. Esquisse d’une vie, histoire d’un système de pensée, París, 1992, p. 156
(énfasis mío).
daría lugar a un pseudocisma en el seno de la Sociedad Psicoanalítica

Internacional (IPA), Jacques Lacan, un joven analista francés, se decantaría por las

ideas de Klein.194

Su participación en la elaboración de la doctrina freudiana comienza con su

idea del estadio del espejo el cual suponía, en el desarrollo del sujeto, una fase de

reconocimiento de ése yo especular (moi) reflejado y, posteriormente, en ausencia

de imagen, convertido en imaginario por parte del yo (je). Se produce un

desdoblamiento del yo como sujeto de enunciado y sujeto de enunciación. Una

división que se corresponde con la que establecerá entre je, sujeto deseante,

sujeto de la enunciación y moi, representación, sujeto del enunciado.

La llegada de Lacan al psicoanálisis se produce mediante los movimientos de

vanguardia antes que a través de sus estudios médicos; influenciado por los

surrealistas, entre los que se encontraba su amigo Salvador Dalí. Éste utilizaría el

psicoanálisis como medio de creación artística, así enunciaría su técnica

paranoíco-crítica con la cual habría de conseguir “... la representación de un objeto

que, sin la mínima modificación figurativa sea, al mismo tiempo, la representación

de otro objeto totalmente diferente...”,195 la duplicidad eidética en la representación

simple. Esta fusión de dos figuras en un sólo objeto será una de las vías abiertas

por Lacan en la explicación de la transferencia.

Las curas de tiempo variable en las que la duración del tratamiento quedaba a

discreción del terapeuta, popularizadas por Lacan, no contaban con el beneplácito

de la IPA. Su desdén por las reglamentaciones técnicas hace que sea apartado de

194
“Así Lacan estaba de acuerdo con Melanie Klein sobre la necesidad, en la formación analítica, de acordar un
lugar primordial a la transferencia y no hacer del yo (moi) el lugar de una apropiación del ello,” ibid., p. 263.
195
Cit. en ibid., p. 55. No en vano el surrealismo será uno de los primeros movimientos que den total
reconocimiento a los descubrimientos freudianos acerca del inconsciente y la interpretación de los sueños. No es
de extrañar que en Francia ésta sea la vía más relevante, más que la clínica incluso, en la introducción del
pensamiento del vienés.
la misma y, a posteriori, la exclusión de la sección francesa a la que pertenecía. Se

producía así una dolorosa ruptura.196 Posteriormente, tras reunir a sus abundantes

discípulos, fundará la Escuela Freudiana de París.

En su célebre discurso de Roma, en 1953, sostenía la necesidad de volver a

Freud y de mantener una ortodoxia que ponía en peligro el propio conocimiento

psicoanalítico. Una ortodoxia que privilegiase el contenido de verdad de los escritos

del maestro. Es así que intentará una reformulación de los principios freudianos

con la ayuda de disciplinas tan dispares como la antropología, las matemáticas, la

filosofía, y la lingüística. Influido por los escritos de Lévi-Strauss, reformulará el

psicoanálisis desde una perspectiva estructuralista.

Su punto de partida será el lenguaje, éste constituía la columna vertebral de

los descubrimientos de Freud desde su primera observación acerca de su relación

con los síntomas histéricos.197 La última expresión de dicha importancia es su

aforismo: “Todo hombre es un animal salvo que se n(oh)ombre”.198

El objetivo de Lacan sería introducir el psicoanálisis dentro de los límites de la

ciencia, pero no de una ciencia de calado positivista, propia de la época de Freud,

sino más bien cercana a los postulados de Saussure en lingüística. Una ciencia

que atendiese a la estructura y constituyese al psicoanálisis en rama de saber

empírico. “Aquéllo que Sócrates llama ciencia, es aquello que se impone

necesariamete a toda interlocución en función de una cierta manipulación, de una


196
“Por primera vez en la historia del movimiento psicoanalítico, una corriente de estricta obediencia freudiana
se encontraba, en efecto, excluida del legitimismo freudiano.” Ibid., p. 339. “Por primera vez en la historia del
psicoanálisis, un pensador genial, dotado de un sentido clínico fuera de lo común, osaba reducir a cenizas el gran
principio técnico sobre el que reposaba todo el edificio transferencial construído por Freud. Y este gesto Lacan lo
llevó a cabo en el nombre de un desafío lanzado a la ciencia. En algunos años, en efecto, transforma, con ciertos
pacientes, la sesión corta en una no-sesión. El pase al grado cero de la sesión...” ibid., p. 513.
197
“El retorno de Lacan a Freud ha tomado una dirección precisa, que consistía en subrayar todo lo que en la
obra del maestro se apoyaba en el registro simbólico o no se podría explicar sin referencia a dicho registro,” M.
Saphouan, “Le graphe de Lacan” en http://www.freud-lacan.com/articles/article.php?id_article=00203.
198
J. Lacan, Le Séminaire XV. L’acte analytique, edición de Association Freudienne Internationale, p. 239, como
dirá en otro lugar: “El inconsciente es la condición de la lingüística,”J. Lacan, “Radiophonie”, Scilicet, 1970, p.
58.
cierta coherencia interna que está ligada, o que él cree ligada, a la sola, pura y

simple referencia al significante.”199 La misión psicoanalítica es mostrar cómo este

significante no es sino metonimia de algo más profundo: el deseo. Éste no deja de

hacerse patente mediante el lenguaje, de filtrarse en la cadena significante, de

recalcar nuesta esencia como parlêtre (ser parlante). El psicoanálisis constituye

una ‘ciencia del deseo’, un saber que profundiza en el carácter desiderativo

humano. Las características de esta remozada disciplina quedan apuntadas en su

discurso de Roma: “sus medios son los de la palabra en tanto que ella confiere a

las funciones del individuo un sentido; su dominio es el del discurso concreto en

tanto que campo de la realidad transindividual del sujeto, sus operaciones son las

de la historia en tanto que ésta constituye la emergencia de la verdad en lo real.”200

Para poder abordar el sinuoso pensamiento de Lacan acerca de la

transferencia habremos de analizar primeramente sus supuestos iniciales, el valor

constitutivo del significante, el desarrollo del yo, la intersubjetividad en su esquema

L y la relación entre significante, inconsciente y sujeto en su grafo del deseo.

Según Lacan, la esfera de lo simbólico constituye al hombre, le da presencia a

fuerza de convertirlo en ser lingüístico, le impone el lenguaje como marco en el que

desarrollar su deseo en forma de demanda y relacionarlo, de esta manera, con el

mundo. Así el hombre nace y surge de y por lo simbólico.

Frente a las ideas saussurianas, Lacan defenderá la preeminencia del

significante sobre el significado. De este modo trata la existencia de dos cadenas,

199
J. Lacan, Le Séminaire VIII. Le Transfert, París, 1991, p. 123.
200
J. Lacan, “Fonction et champ de la parole et du langage en psychanalyse”, Écrits, París, 1966, p. 257. (cursiva
añadida). La importancia de la fenomenología del lenguaje como única vía de acceso al inconsciente es apuntada
también en este texto: “Se quiera agente de curación, de formación o de sondeo, el psicoanálisis no posee sino un
medio: la palabra del paciente,” ibid., p. 247. No obstante para Lacan más que de un método fenomenológico de
acercamiento, se trata de un constituyente esencial, el valor propio del significante, sobre este tema inciden
también dos textos fundamentales “La chose freudienne” y “La lettre volée”, ambos de mediados de los cincuenta
e incluídos en su colección de Écrits.
la significante y la del significado deslizándose ésta última bajo la cadena

significante e imponiéndose sobre aquella. A través del barrado de la siguiente

formulación establecerá la independencia de estos dos registros, S significante y s

significado.

S
s

La totalidad de significantes da lugar a la cadena significante donde cada

significante adquiere su valor en relación con otro significante. El significante no

sólo hace de signo para alguien sino que hace un signo de alguien, “hace(r) que el

alguien para quien el signo designa alguna cosa, sea asimilado por ese signo, que

ese alguien se convierta, a su vez, en significante.”201 Ese ‘alguien’, en su

reconocimiento del ámbito simbólico, es remitido al lenguaje en el que él mismo es

representado por un significante. De aquí surge su idea del sujeto barrado $, de

manera que un significante no representa algo para alguien, sino que es el propio

sujeto el que representa un significante para otro significante. El sujeto es esa

relación idiosincrásica entre significantes que los une de una forma singular, dando

así consistencia a la cadena significante en la que se encuentra representado.

Las características del significante según Lacan serían:

-atómico, indivisible.

-tiene preeminencia sobre el significado y el sujeto.

-sólo posee sentido en relación a otro significante, en la cadena significante.

-cadena de significantes y de significados son disjuntas.

-denota una ausencia.


201
VIII, p. 307.
-produce el inconsciente.

-representa al sujeto para otro significante.

-se encuentra en el campo del Otro.

Así pues las primeras cuatro características serían semióticas, dando lugar a

su definición en cuanto signo. La quinta se referiría a su característica esencial, su

carácter constitutivo que no es sino sustitutivo, reemplaza al deseo que se instaura,

en último término, mediante la palabra articulada en la demanda a través de la

metonimia del deseo. Los significantes intentan inútilmente dar lugar al deseo que

no es sino ausencia y que no posee otra forma de expresión más que la lingüística.

La sexta sostiene su implicación en la formación del inconsciente, el inconsciente

tiene forma lingüística y es así que el psicoanálisis puede proceder a su

desvelamiento, el lenguaje es la condición de posibilidad del inconsciente en tanto

es el medio singular a la vez que inadecuado de expresión del deseo, es así que

“no hay inconsciente sino en el ser parlante.”202 La séptima señala la mencionada

incorporación del sujeto a la cadena significante, su fading o disolución en su

propio discurso. Y la última trata el surgimiento individual y genético del lenguaje

como medio de comunicación, del cual sólo el Otro guarda la clave, la instancia

transindividual o ‘tesoro de las palabras’, cercana a la langue saussuriana, que

permite la comunicación y constituye toda articulación lingüística como dirigida a

alguien.

Es en relación a este Otro que podemos plantear el tema de la

intersubjetividad, Lacan la trata de una forma, digamos, cartesiana, en el sentido de

entender la relación con el otro desde dicha mediación personal, el Otro.203 Parece,

202
J. Lacan “Télévision”, Scilicet, 1974, p. 15.
203
La formulación del Otro se presentaba ya en Massenpsychologie und Ich Analyse (1921), Sta., IX, donde
Freud se refería al Otro en mayúscula como ideal, objeto y adversario.
pues, que nunca se está directamente en relación con el otro fenoménico sino a

través de una tercera figura que es el campo propio de la palabra, donde ésta se

genera. Si Freud hablaba de repetición, Lacan entenderá la presencia de un Otro al

cual siempre nos dirigimos.

La forma definitiva de ver la relación interpersonal queda patente en su

esquema L. Siguiendo la segunda tópica freudiana, Lacan añade a las tres

instancias indicadas por Freud la presencia del otro (autre). De tal forma el moi

sería la instancia yoica, el Es el lugar de las pulsiones y el Autre, el lugar del Otro,

de la ley simbólica.

Figura 1.11. Esquema L.

De esta forma el ello (Es) es el único que, en función del principio de placer, de

la pulsión que busca su satisfacción, se relaciona con el otro directamente, pero

éste otro no se relaciona con la instancia del yo (moi) sino a través de una relación

imaginaria, mediada por A, por el Otro inconsciente. A su vez el Otro se mantiene

en el más allá de la relación imaginaria con el otro, reproduciendo la situación

inconscientemente y dirigiéndose como censor y guardia de las pulsiones que se

producen en el ello, como articulador del deseo de acuerdo con el código que

implica el lenguaje. La intersubjetividad es sólo el espejismo de un diálogo,

producido por la mediación que regula el código simbólico.


En definitiva, el otro no aparece como una figura nueva en cada encuentro

sino que se emplaza dentro de los límites de la presencia constante e inconsciente

del Otro. Se produce una reducción de la importancia del otro en favor del carácter

imaginario y, por ello, subjetivo de la relación, un reduccionismo que tendrá su

última expresión en la idea de Lacan según la cual, “las leyes de la intersubjetividad

son matemáticas.”204 La intersubjetividad sólo es posible mediante la palabra, pero

ésta surge en el campo del Otro.

En especial la transferencia, según Lacan, será la piedra de toque de las

reivindicaciones de una intersubjetividad auténtica, ¿cómo serían posible entonces

los fenómenos transferenciales si tomásemos en su unicidad y autenticidad la

persona del analista? Sin duda el análisis muestra la incardinación de una relación

mediada con el Otro. “El analista es el soporte de la demanda para que

reaparezcan los significantes en los que la frustación del sujeto es retenida.”205 El

analista suplanta la posición del otro y permite el despliegue de la cadena

significante, su escucha es la del diálogo entre sujeto y Otro que él modula en la

interpretación.

Para dar una definición acotada del fenómeno transferencial como fenómeno

lingüístico antes que imaginario, Lacan desarrolla la fórmula del sujet supposé

savoir o sujeto supuesto saber. Dicha fórmula sería:

S Sq
s (S1, S2...... Sn)

204
J. Lacan, “Situation de la psychanalyse et formation du psychanalyste en 1956”, Écrits, op. cit., p. 472.
También señalará como la transferencia es, precisamente, la refutación de intersubjetividad alguna. “Me asombra
que nadie nunca haya pensado oponerme, dados ciertos términos de mi doctrina, que la transferencia por si sola
es una objeción a la intersubjetividad. Incluso lo lamento, ya que nada es más cierto: la refuta, es su escollo,” J.
Lacan, “Proposition du 9 octobre de 1967 sur le psychanalyste d’École”, Scilicet, 1968.
205
J. Lacan, “La direction de la cure et les principes de son pouvoir”, Écrits, op. cit., p. 618.
“S es el significante de la transferencia, s representa el sujeto, los elementos

entre paréntesis representan el saber supuesto presente, de los significantes en el

inconsciente.”206 La transferencia, parte central en la dirección de la cura, conlleva

anudar al sujeto a la cadena significante y de esta forma remitirlo al campo del

Otro, al campo del lenguaje, donde el sujeto está puesto en relación con dos

significantes, es articulado.

El inconsciente lacaniano, más que una instancia poblada por

representaciones reprimidas se trata de una formación significante. Más que de

buscar, de rescatar, sucesos traumáticos a modo de etiología se trata de volver el

síntoma metáfora, de hacerlo significante. El inconsciente en Lacan es una

creación en el análisis por la actuación del analista sobre la cadena significante del

analizante. La transferencia es aprehendida como relación odd, como disparidad

subjetiva entre analista y analizante, suponiendo un mal encuentro (dystychia),

cercano a la falsche Verknüpfung freudiana.

De forma similar a Freud, que veía cómo en las enfermedades nerviosas el

cuerpo era recortado por nuestras ideas acerca del mismo, Lacan hará del síntoma

una metáfora, volviéndolo significante. Ésta es la tarea del sujeto supuesto saber,

un proceso de simbolización, de emergencia simbólica.

El sujeto supuesto saber no se refiere tanto al analista como aquél que sabe lo

que le ocurre al analizante, sino a una creación que se produce entre el texto

producido por el analizante y la puntuación de ciertos significantes realizada por el

analista. El sujeto supuesto saber se compone de una subjetividad (s), tal como la

define Lacan, efecto de articulación de los significantes, aquello que representa un

206
J. Lacan, “Proposition du 9 octobre de 1967 sur le psychanalyste d’École”, op. cit., p. 19.
significante para otro signficante, puesto debajo –supuesto- con un saber, con una

serie de significantes, (S,S…Sn).

El Sq de dicha fórmula, significante cualquiera, es el lugar donde se sitúa el

analista permitiendo que el sujeto deje su identificación subjetiva con el significante

de la transferencia (S) y lo conecte con otro significante, su suposición, su posición

debajo del significante, cobrando una posición subjetiva. Este Sq es lo que permite

la productividad de los significantes, la sobredeterminación freudiana, la metáfora

como único tipo de sentido. El Sq, tras desvelar el contenido supuesto bajo el

significante de la transferencia, vuelve la pregunta sobre estos significados en su

aspecto significante, cuestionando el retorno de lo reprimido. Supone una nueva

pregunta acerca de los significantes asociados al significante de la transferencia.207

En definitiva, el sujeto asume el papel de significado (s) por el significante de la

transferencia (S), el sujeto es supuesto por dicho significante, lo que hay que

conseguir es que recupere su posición de sujeto barrado del inconsciente, de

sujeto del deseo ($) como representante de un significante para otro significante.

La alienación en Lacan supone el proceso por el que el sujeto se constituye en la

207
Un caso ejemplar es el de Elizabeth R. tratado por Freud en sus Studien über Hysterie, op. cit. Se trata de una
paciente que sufre dolores en sus piernas que le obligan a estar postrada. Las indagaciones de Freud le hacen
llegar primeramente a la existencia de una incompatibilidad de dos representaciones de la paciente. Por un lado
se encarga de cuidar a su padre enfermo, por otro lado comienza a desarrollar cierto interés en un joven que la
invita a salir. Si bien entre sus representaciones está el deber de cuidado de su padre, su posición subjetiva como
‘enfermera del padre’, también surge una nueva representación erótica ‘mujer de un hombre’, que resulta
incompatible con su primera representación. Al anteponer su deber como cuidadora, que no resulta conciliable
con su segunda representación, ésta va a ser reprimida, pero se manifiesta en un significante que en su caso
pasará a ser el vocablo alemán ‘stehen’, pues cuando murió su padre estaba de pie. El significante ‘stehen’ va a
condensar las dos posiciones irreconciliables. Bajo el significante ‘stehen’ se encuentran para Elizabeth el saber
(S1,S2…Sn) de pie, pero también sola. El síntoma es neoproducido, es asociado a la cadena significante en la
que Elizabeth representa un significante para otro significante y que ella rechaza inconscientemente, creando un
síntoma, por entenderlo censurable.
S1 Enfermera del Padre S2 Mujer de un Hombre
$
La nueva posición subjetiva tras el análisis ha de conseguir que Elizabeth como representante de un significante
para otro significante, retome el significante S2 como lo que es, su deseo y elimine el síntoma asociado a su
represión, a la alienación de su deseo. Que el deseo del Otro no eclipse su propio deseo, que el agente de la
necesaria división subjetiva sea su representación S1 y no el síntoma que surge como negación de ésta.
división por un par de significantes que no designan al sujeto, lo contrario sería

identificación. El sujeto es, en definitiva, ausencia de ser.

Este significante (S), al no tener una relación unívoca con la cadena

significante, escapa al sujeto, y por ello se repite. El inconsciente insiste actuando

impunemente por debajo de los significantes. El significante sostiene la suposición

de sentido del síntoma, al ser revelado dicho significante, al volverse del lado de lo

que el sujeto sabe sobre sí, el síntoma pierde su fundamento. Finalmente el

registro de la verdad se dirige al Otro en uno de los significantes que eran

recubiertos, supuestos, bajo el significante transferencial.

La transferencia ocupa para Lacan un lugar intermedio dentro de la dirección

de la cura, tras la rectificación de las relaciones del sujeto con la realidad, donde se

le hace ver al sujeto cómo no es él el productor de su discurso. Tras la

transferencia se desarrolla la interpretación, al escuchar el analista establece lo

que ha oido. El paso de la transferencia a la interpretación señala la neurosis de

transferencia freudiana. Ésta ocurre cuando el síntoma ya no supone la

preocupación básica del analizante, ésta se desplaza a la propia figura del analista.

El analista deviene síntoma tras la neoproducción del síntoma mediante el sujeto

supuesto saber.

Lacan sigue la tendencia freudiana y elude cualquier imbricación del analista,

limitando la transferencia al descubrimiento de un significante que representa el

síntoma y que se ha unido a una serie de significados que suponen un saber no

accesible al sujeto. El analista tiene su lugar sólo en la interpretación. La

transferencia, como observamos en su modelo de interacción, queda más acá de la

barrera imaginaria que señala el Otro.


Lacan pospone asimismo las explicaciones basadas en una afectividad más o

menos velada en la relación con el analista: “No se trata de saber si la

transferencia está constituida por una afectividad o por sentimientos positivos o

negativos con lo que este término comporta de vago y de velado, sino que se trata,

y aquí se nombra el deseo probado por sólo uno, deseo sexual, deseo agresivo en

el sitio del análisis, que nos aparecerá enseguida y a primera vista. Estos deseos

no están todos en la transferencia, y por ese mismo hecho la transferencia necesita

ser definida por otras cosas que por referencias más o menos confusas a la noción

positiva o negativa de la afectividad; en fin, de manera que si pronunciamos la

palabra deseo, el último beneficio de este uso pleno es que nos preguntaremos

qué es el deseo.”208 Los afectos son dejados de un lado, en el sentido empático,

intersubjetivo, por el deseo que es subjetivo y que pone al sujeto en relación con un

objeto privilegiado, su deseo, formalizado como objeto a, y al cual el sujeto se

dirigirá mediante las pulsiones. Así el aspecto afectivo es suplantado por una

relación pulsional del sujeto con el objeto y así procedimentalizado antes que

referido a unos sentimientos de tipo más difuso.

Para clarificar el alcance del deseo Lacan habrá de retomar las nociones de

cadena significante y cadena de significado, pondrá ambas en relación en su grafo

del deseo, situando al sujeto en relación a su lenguaje y su identidad. Lacan

comienza su elaboración en su quinto seminario, Las Formaciones del

Inconsciente. El inconsciente se organiza como un lenguaje en una cadena

significante. La contrapartida de la libre asociación freudiana será el hincapié en el

significante por encima del significado, es decir, del signo en tanto signo.

208
VI, p. 10.
Este grafo posee un carácter topológico y no geométrico, las relaciones son de

orden y no de medida o espaciales, intentando formalizar una noción tan huidiza y

fundamental como es el deseo que nos muestra cómo su realización no depende

sólo de un objeto, sino de una posición que toma el sujeto en su presencia, por

fuera incluso, de forma excéntrica, con respecto a dicho objeto, de tal forma que no

se agotan las posibles formas de relacionarse con éste, siempre asumidas desde

una posición subjetiva. El deseo es polimorfo y sitúa al sujeto con respecto del

objeto que ha de colmarlo, el deseo del Otro.

I)

Figura 1.12. Grafo del deseo a).

El primer paso en la construcción del grafo conlleva la representación de la

cadena significante y de significados. El vector SS’ simboliza la cadena significante

y Δ$, la cadena de significados. El punto de capitón es donde una se abrocha a la

otra, equivalente al corte saussuriano.209 El sentido nos lleva a la idea de metáfora

o de relación entre significantes, de modo que sólo existe sentido metafórico. La


209
“El punto de capitón es aquél por el cual el significante para su deslizamiento de significación, de otro modo
indefinido,” Écrits, p. 805.
prevalencia del significante hace que los significantes adquieran sentido a

posteriori, tras la proferencia del enunciado completo, de ahí la dirección del vector

Δ$. 210

II)

Figura 1.12. Grafo del deseo b).

Efectivamente, sólo después de emitirse se le puede atribuir un significado a la

cadena significante. Éste se obtiene desde el lugar del código (A), el lugar del Otro

simbólico, convirtiéndose en mensaje, en significado del Otro s(A), siguiendo el

vector A,s(A). El sentido requiere la existencia de un código compartido, cuando

alguien realiza una proferencia y no sabemos el idioma que va a utilizar hemos de

situar primero el código y sólo posteriormente podemos descifrar el mensaje. El

código autentifica el mensaje, “el Otro es indispensable en el abrochamiento que

constituye el discurso en tanto que llega al mensaje en estado de satisfacer, al

210
“En este grafo el vector Δ$ designa la realidad que se imagina en el esquema etiológico de la vuelta de la
necesidad,” Ibid.
menos simbólicamente, el carácter fundamentalmente insoluble de la demanda

como tal.”211

El lugar del código es ocupado, según Lacan, por el Otro (A) en cuyo campo

surge el lenguaje como fenómeno transindividual, a cuyo código tiene que atenerse

toda cadena de significantes para convertirse en mensaje. “Es del Otro (Autre) de

quien el sujeto recibe el mensaje.”212 El mensaje, antes de llegar al sujeto pasa por

la instancia del Otro, pues se posiciona como sujeto del inconsciente ($), como

sujeto de la enunciación, y lo recibe en su objetivación como I(A), como sujeto del

enunciado, con el cual se identifica. En el camino que se dirige a la relación

narcisista, basada en el principio del placer, con el objeto de deseo i(a) se

encuentra con el Otro (A). Pasa del Otro a un significado s(A) donde la significación

se produce como producto final y, conviertiéndose en sujeto de la enunciación,

acaba recibiendo su propio mensaje mediado como ideal de yo I(A), como sujeto

transido por la necesaria relación con el Otro en el discurso. El sujeto consigue así

una primera identificación, con su ideal de yo I(A), con lo que dice. Como vemos la

subjetivación es un proceso coalescente a la cadena significante. “En este grafo el

vector i(a),m significa el proceso imaginario que va de la imagen especular a la

constitución del moi por el camino de la subjetivación por el significante.”213

Dentro del grafo existen dos posibilidades de discurso, el que seguiría el vector

s(A),A,i(a),m, que supone el discurso racional limitado por los valores posibles del

código, lo que Lacan llama el molino de palabras, y otro recorrido donde se

producen las formaciones del inconsciente (lapsus, chiste…) siguiendo el vector

i(a),m,s(A), donde se puede formar la palabra auténtica que permite vislumbrar de


211
V, p. 122.
212
Écrits, p. 807. En otras palabras, “El inconsciente hace subsistir el discurso del Otro dentro del discurso del
sujeto,” J. Dor, op. cit., p. 205 que no es más que la conclusión del hecho que el inconsciente es el deseo del
Otro.
213
Écrits, p. 809.
forma evidente la relación siempre presente entre hablar, demanda y deseo; entre

la pulsión, el yo sujeto de enunciado y el significado sin el paso por la instancia del

Otro, lo que equivaldría a la relación entre el ello en el esquema L y el otro como

objeto a.

III)

Figura 1.12. Grafo del deseo c).

La pregunta acerca de la demanda, encerrada en el descubrimiento del

inconsciente como puesta en cuestión del discurso, como articulación del deseo

(Che vuoi?), está contenida en el texto mediante aquéllo que el sujeto desea y que

le conduce a su fantasma ($◊a), a su representación imaginaria. En este punto de

la construcción del grafo se vislumbra el lugar del inconsciente, de la demanda y

del deseo. Toda enunciación, proferida al menos en el ámbito analítico, pone en


juego una demanda y ésta encierra un deseo. “El analizante demanda, por el

hecho de hablar.”214 El lenguaje es el único medio, aunque imperfecto, que tiene el

sujeto para poner en juego su deseo que es de otro registro, pero que ha de

articularse por medio de la cadena significante.

Así el grafo muestra el recorrido del deseo (d) a ($◊a), el fantasma. El

fantasma, como realidad psíquica del sujeto, recorrida por sus fantasías, supone

una relación desigual entre el sujeto del inconsciente y el objeto a, transida por los

elementos que surgían en el esquma L abreviado aquí mediante el rombo '◊' .

IV)

Figura 1.12. Grafo del deseo d).

El registro del inconsciente se configura alrededor de una segunda línea que

corta el grafo de izquierda a derecha, el segundo piso del grafo, donde se produce

214
Ibid., p. 617.
la transferencia. La transferencia sólo es comprensible remitiendo al registro

inconsciente; no al nivel de las palabras, pues supondría un análisis interminable,

en el que la presencia del analista es siempre requerida como actualización del

otro. “La transferencia sitúa al sujeto en el lugar de su demanda en una posición

que él no ocupa sino desde su deseo.”215

El vector S(A),($◊D) sitúa el registro inconsciente, donde el deseo (d) se vuelve

pulsión ($◊D) dirigida hacia el significante que representa el deseo del Otro S(A), el

significante que tacha al Otro por hacerlo deseante. De esta manera se instituye,

en el segundo nivel del grafo, el deseo como deseo del Otro que, mediante el

fantasma ($◊a), nos lleva de nuevo al mensaje.

El segundo recorrido formado por el vector ($◊D),d, ($◊a),S(A), supone que la

pulsión pasa por el deseo y el fantasma antes de llegar al significante de la falta en

el Otro. La demanda desemboca en la falta del Otro, posteriormente

conceptualizado como Φ, “el neurótico es aquél que identifica la falta en el Otro

con su demanda; Φ con D.”216 Instalándose en un recorrido que le lleva

permanentemente del goce a la castración, de un deseo de segundo orden, de un

deseo de deseo, a la falta del falo.

Debemos aprehender el objeto psicoanalítico en el punto más radical, donde se


plantea la pregunta del sujeto en cuanto a su relación con el significante. Esa
relación al significante es tal que si, a nivel de la cadena inconsciente, tenemos que
ocuparnos sólo de los signos, si es de una cadena de signos de lo que se trata, la
consecuencia es que no haya ninguna interrupción (arret) en el reenvio (renvoi) de
cada uno de esos signos a aquél que le sucede. Ya que lo propio de la
comunicación por signos, es hacer de ese otro a quien me dirijo, un signo. La
imposición del significante al sujeto lo coagula en la posición propia del significante.
De lo que se trata es de encontrar el garante de esa cadena; eso que se transfiere,
el sentido de signo en signo, debe detenerse en alguna parte, lo que nos da la

215
Ibid., p. 636.
216
Ibid., p. 823.
señal de que tenemos derecho de operar con los signos. Es allí donde surge el
privilegio del falo entre todos los significantes.217

Figura 1.13. Jacques Lacan.

Ya en 1954, en el primero de una serie de seminarios que le harían famoso,

Lacan tratará los aspectos técnicos de Freud y, en especial, su articulación de la

transferencia. Aquí sostendrá la preponderancia de lo simbólico como dimensión

nueva, creada, de lo humano y sobrepondrá ésta dimensión a la imaginaria en lo

relativo a los fenómenos transferenciales.

¿A partir de cuándo realmente hay transferencia? Cuando la imagen que el sujeto


exige se confunde con la realidad en que está situado. Todo el progreso del
análisis consiste en mostrar al sujeto la distinción entre estos dos planos, en
desplegar lo imaginario y lo real. Es ésta una teoría clásica; el sujeto tiene un
comportamiento supuestamente ilusorio y se le muestra cuán poco está adaptado a
la situación efectiva.218

217
VIII, 16.
218
I, p. 349.
Lacan distinguirá en seminarios posteriores tres parcelas del ser: lo real, lo

imaginario y lo simbólico, interconectadas las tres como en una banda de Moebius,

sin anverso ni reverso, contínuas. El problema en la neurosis es que lo imaginario

ha desplazado la parcela de la realidad y la ha modificado arbitrariamente, es por

ello que la labor terapéutica debe separar estos dos planos.

Lo simbólico representa el advenimiento de la palabra, el deseo formulado en

forma de demanda tras la dependencia materna, mediante la intervención de la

función paterna y la socialización. La palabra dice más de lo que significa, a través

de ésta accedemos a la estructuración del mundo que hace el paciente. La

represión se reproduce en el análisis como ausencia de palabra. Ante esta

situación el analista, con su silencio, pone en juego el Otro del sujeto, “existe en el

paciente una disposición a la transferencia por el solo hecho de colocarse en la

posición de confesarse en la palabra y buscar su verdad hasta su extremo, en el

extremo que está ahí, en el analista.”219 El analista se desdobla y encarna el Otro

para el analizante, a quien se dirigen los significantes, se convierte así en la

condición de su articulación. Desde ese momento, cuando surge la transferencia el

paciente ya no se dirige a la persona física del analista, sino a ese Otro.

De esta forma el significante es la pieza clave del análisis al dar forma y

contenido al inconsciente en forma de demanda, pero esta demanda ha de quedar

en suspenso, el deseo insatisfecho, ya que la respuesta a la demanda conduce de

la transferencia a la sugestión, a la actuación activa del médico que tanto temía

Freud. “¿A qué llama Freud Übertragung? Es, dice, el fenómeno constituido por el

hecho de que no existe traducción directa posible para un cierto deseo reprimido

del sujeto,”220 y es por ello que lo transfiere, lo desplaza.

219
I, p. 404.
220
I, p. 354.
Entre 1960 y 1961 Lacan hará de la transferencia objeto de su octavo

seminario, y para su introducción utilizará El Banquete de Platón, con el fin de

mostrar uno de los dos extremos de la transferencia, junto con el automatismo de

repetición, el amor.221 Si éste último representa las pulsiones de vida, el primero se

vincula con la pulsión de muerte teorizada igualmente en la útima etapa de Freud.

Desarrolla, pues, las ideas de esta última fase que encontrábamos en Recordar,

repetir y elaborar y Notas sobre el amor de transferencia.

Al principio fue el amor, y es en función de éste que hay que entender la

relación del paciente con el Otro que pone en juego el analista. El Banquete no

sólo es el lugar en el que se profieren aserciones acerca de lo que es el amor, sino

que es en ésta escena misma donde se pone en juego amor y deseo en las figuras

de tres de sus participantes, Sócrates, Alcibíades y Agatón.

Para Lacan esta búsqueda en el campo del otro no viene a poner de

manifiesto sino una falta (manque) fundamental que se intenta resarcir en el otro,

una castración simbólica que se produce en la separación del niño de la madre y

en la introducción de la demanda, de un deseo que ha de ser proferido,

encadenado al significante. Sobre esta disparidad subjetiva se basa la relación de

amor entre erômenós y érastés amado y amante. “Entre estos dos términos que

constituyen, en su esencia, el amante y el amado, observen que no hay ninguna

coincidencia. Aquello que le falta a uno no es sino lo que hay oculto en el otro. He

ahí toda la problemática del amor.”222 Este objeto oculto que el amante cree ver en

221
Lacan resalta uno de los tres aspectos que se relacionan con la transferencia, junto con el inconsciente y la
pulsión, la repetición. “Os he recordado siempre que hay que partir del hecho de que la transferencia, en último
término, es el automatismo de repetición. Es por ello que si desde el comienzo del año no os he hecho seguir sino
los detalles del movimiento del Banquete de Platón, donde no se trata sino del amor, es, evidentemente, para
introduciros en la transferencia por otro extremo. Se trata de anudar ahora estas dos vías,” VIII, p. 204.
222
VIII, p. 53. Acerca del complejo carácter de introducir el amor dentro de una práctica señala cómo “Es
notable que el saber del inconsciente se haya revelado, se haya construido —tal es el valor de ese librito, su único
valor además, pero justifica comprarlo—, la verdad del inconsciente, es decir, la revelación del inconsciente
como saber, esa revelación del inconsciente se haya hecho de manera tal que la verdad del amor, o sea la
el amado es agalma, objeto precioso, del que el amado no conoce su posesión y

en virtud del cual el amado deviene amante.223

Lacan trata así uno de los temas suscitados por Freud ¿En qué se diferencia

el amor de transferencia del real? El amor representa una situación de abundancia

y de falta, tal como queda patente en el discurso de Sócrates acerca de Poros y

Pénia. Es mediante esta coincidentia oppositorum como tiene lugar el amor. Si la

falta original viene dada por la castración, que supone la negación del seno

materno y el paso de un tipo de sexualidad oral a uno anal y, posteriormente

genital, esta falta ha de buscar su compleción en la superación del estadio

narcisista y en el surgimiento de una relación objetual: el otro pasa a ser objeto de

deseo. Es así que, en la lectura de Lacan, el lugar de Sócrates, el propio del

analista, es el de mostrar a Alcibíades que no es a él a quien desea, sino que

Sócrates sustituye a la persona realmente amada, que no es sino Agatón. De esta

forma se produce la transferencia, el desplazamiento imaginario,“...la transferencia

es algo que cuestiona el amor, lo pone en tela de juicio bastante profundamente en

vista de la reflexión analítica por haber introducido en ella, como una dimensión

esencial, lo que se llama su ambivalencia.”224 “No es la belleza ni la ascesis, ni la

identificación con Dios lo que desea Alcibíades, sino ese objeto único, esa cosa

que ha visto en Sócrates y sobre la que Sócrates le desvía, porque Sócrates sabe

que él no la tiene. (...) Pero Alcibíades, él, aigue deseando la misma cosa. Lo que

busca en Agatón es, no lo duden, ese mismo punto supremo donde el sujeto se

transferencia, no hizo allí más que irrupción. Llegó en segundo lugar. Y nunca se supo bien hacerla volver a
entrar, salvo bajo la forma del malentendido, de la cosa imprevista, de la cosa con la que no se sabe qué hacer,
salvo decir que era preciso reducirla, incluso liquidarla. Esta observación por si sola justifica que un pequeño
libro sepa hacerla valer, porque además es necesario compenetrarse de esto: que de la experiencia analítica, la
transferencia es lo que ella expulsa, lo que ella no puede soportar sino padeciendo por su causa fuertes dolores de
estómago,” XXI, p. 156.
223
“el milagro del amor se realiza en él (el amado), en tanto él deviene el deseante,” VIII, p. 188.
224
VIII, p. 82.
abole en el fantasma, en sus agalmata.”225 Los agalmata los interpreta Lacan como

pulsiones parciales que poseen un carácter eminentemente narcisista, dirigidas a

objetos. Así en el amor como en la transferencia se produce el juego entre el ideal

de yo, el yo ideal, y el objeto a, las instancias de reconocimiento en el otro y el

deseo, la proyección, la introyección, y la pulsión.

El analista en su intervención ha de pagar en la transferencia con su propia

persona, convirtiéndose en otro para el analizante. Éste se sitúa como objeto

amado, como objeto de la demanda de amor, en dos posiciones posibles, como

objeto del amor tierno en posición de ideal, como recipiente de un amor sensual o

bien como objeto degradado, como caída desde el ideal. Es como tal objeto

degradado que se expresan la ambivalencia del sentimiento y los afectos de tipo

hostil, la transferencia negativa.

Tratar el objeto del deseo a implica, en el análisis lacaniano, un estudio de la

castración, pues ésta supone la separación del goce primero y la necesaria

búsqueda de objetos de reemplazo. Es así como en el amor siempre hay tres, el

sujeto deseante, el Otro castrador, objeto primigenio, y el otro objeto de deseo,

sustituto imperfecto del Otro (la caída del Autre al a). Esta pequeña a, este

pequeño objeto, “...es supravalorado. Y es, en tanto que supravalorado, que tiene

la función de salvar nuestra dignidad de sujeto, es decir, de hacer de nosotros otra

cosa más que sujetos sometidos al deslizamiento infinito del significante. Hace de

nosotros algo diferente al sujeto de la palabra, pero se trata de algo único,

inapreciable, irreemplazable a fin de cuentas, que es el verdadero punto donde

podemos designar lo que llamo la dignidad del sujeto.”226

225
VIII, p. 190.
226
VIII, p. 203.
La transferencia se sitúa, de un lado, como repetición y, de otro, como

construcción. Así se hace posible la intervención propia de la transferencia, su

elaboración, al desvelar como ésta se construye en función del Otro, el cual da

razón a nuestra demanda y en cuyo campo se encuentra el significante, más allá

del deseo, más acá del amor, ”...hay fenómenos psíquicos que se producen, se

desarrollan, se construyen, para ser entendidos, justamente por ese Otro que está

ahí mismo aunque no se sepa. Incluso si no se sabe que están ahí para ser

entendidos, están ahí para ser entendidos y para ser entendidos por un Otro.”227

La palabra posee la característica de ser siempre emitida para alguien,

requiere de otro que la escuche para que adquiera sentido. El sentido, por tanto, es

una cuestión más allá de la palabra emitida, se refiere al Otro, a su campo. “¿qué

es una demanda oral? Es la demanda de ser alimentado. ¿Que se dirige a quién, a

qué? Se dirige a ese Otro que entiende...” Aquí surge la demanda primera de ser

alimentado que se encuentra con la demanda de dejarse alimentar, y también “la

ambivalencia primera, propia a toda demanda, es que en toda demanda está

igualmente implícito que el sujeto no quiere que sea satisfecha. El sujeto se

ampara en la salvaguarda del deseo, y testimonia la presencia de un deseo

innombrado y ciego,”228 la pulsión de muerte.

El canibalismo sería así el estado último de absorción del otro, en su defecto la

demanda se expresa, finalmente, a través de los significantes. La fase posterior de

desplazamiento de la líbido será la anal. En esta fase se trata de ajustar la

demanda de retención en función del educador, se interioriza la necesidad de

227
VIII, p. 208.
228
VIII, p. 239.
defecar con la demanda externa de retener, así “el estado anal se caracteriza

porque el sujeto no satisface una necesidad sino para satisfacer a otro.”229

Finalmente el último estadio del desarrollo sexual será el genital, caracterizado

por la emergencia del significante fálico y por la castración. Según Lacan, el falo,

como significante, se encuentra en el campo del Otro, así “el pequeño a es el gran

Otro menos [φ]”230 El objeto de deseo se instaura a partir de la falta en el Otro, del

significante ausente, de la castración simbólica que convierte al falo en significante,

pero un significante con una característica muy especial, “...es el significante del

punto donde falta el significante,”231 donde lo simbólico se entronca con lo real, con

la falta y con la realidad del falo. A su vez esta ausencia de significante la simboliza

Lacan con el símbolo Φ, garante de la cadena significante, “lo que nos da el signo

de que tenemos el derecho de operar con signos,”232 significante último donde se

apoya el deseo en su deslizamiento por la cadena significante, presencia real en

última instancia.

Es ahí, como presencia real, donde se sitúa la figura del analista. En cuanto

ésta es inconsciente el analista tiene su lugar en lo real:

El Otro, que es el lugar de la palabra, que es el sujeto de pleno derecho, que es


aquel con quien tenemos relaciones buenas y malas – ¿cómo se consigue que
pueda y deba convertirse en algo exactamente análogo a lo que se puede
encontrar en el objeto más inerte, a saber, el objeto de deseo, a? Es esta tensión,
este desnivel, esta caída de nivel fundamental la que se convierte en la regulación
esencial de todo lo que en el hombre es problemático en el deseo.233

229
VIII, p. 241. Así contiúa con su descripción de las fijaciones del estado anal , “descansa completamente sobre
el efecto de la demanda del Otro – el Otro decide. Es aquí donde encontramos la raíz de la dependencia del
neurótico. Ahí está la nota sensible por la que el deseo del neurótico se caracteriza como pre-genital. Depende
tanto de la demanda del Otro, que aquello que el neurótico demanda al Otro en su demanda de amor de neurótico
es que se le deje hacer alguna cosa.(...) El lugar del deseo queda manifiestamente, hasta un cierto punto, en la
dependencia de la demanda del Otro,” VIII, p. 257.
230
VIII, p. 259.
231
VIII, p. 260.
232
VIII, p. 286.
233
VIII, p. 274 (énfasis mío).
Figura 1.14. Esquema del ramillete.

En este desnivel fundamental, entre el Otro como discurso inconsciente y el

otro como objeto de deseo, es donde el el analista ha de situarse. Lacan dispone la

transferencia entre la I de la identificación con el analista, como Otro, como ideal de

yo, y su conversión en objeto a, para ello habrá de analizar las relaciones entre el

ideal de yo y el yo ideal. Si bien la primera es una introyección del Otro primitiva y

acorde a la cual se forma el superyo como instancia de la ley simbólica, el yo ideal

es una proyección sobre los otros de tipo imaginario, de carácter narcisista.

Para explicar la posición del sujeto $ con respecto al Otro (A) y en relación a

su ideal de yo (I), yo ideal (i), y su deseo (a), elabora el esquema del ramillete. El

sujeto al mirar en el espejo del Otro ve aparecer una imagen especular, su yo ideal

i’(a), el ramillete en el vaso que contiene su deseo a, sólo al buscar su reflejo

encuentra algo más de lo que es, su yo ideal, “el Otro es aquí parte únicamente

como lugar desde donde se constituye la perpetua referencia del yo, en su

oscilación patética, en esa imagen que se le ofrece y con la cual se identifica.”234

234
VIII, p. 412
La función del ideal de yo preserva la del yo ideal, ese yo ideal que intenta dar

consistencia al sujeto, ese reflejo en el Otro, mediante el cual el sujeto gana su

soporte. Así el Otro determina la identidad, en tanto identificación idealizada del

sujeto.235 Es a partir de ese yo ideal que se produce la integración del yo en el

mundo permitiendo la relación de objeto, gracias a la cual puede dar coherencia al

mundo, a los objetos. Así pues la identificación es decisiva y se lleva a cabo a

través del rasgo unario o einziger Zug.236

En su undécimo seminario de 1964 Lacan tratará lo que son los cuatro

conceptos fundamentales del psicoanálisis; junto con el inconsciente, la repetición

y la pulsión, la transferencia. Retomará y continuará con las ideas expuestas en su

octavo seminario con respecto a la transferencia, pero pondrá ésta en relación con

los otros tres términos, en especial con la pulsión y el objeto a, volcándose en un

escrito más técnico y, si cabe, aún más complejo.

Bajo la égida de su intuición acerca del inconsciente estructurado

lingüísticamente, éste vendrá constituido por el Otro, como relación primigenia,

como aquel a quien alguien se dirige. Es con respecto a este Otro como el sujeto

se constituye como ideal, ambos se constituyen simultánea y relativamente.

La transferencia habrá de ser la puesta en acto de la realidad del inconsciente,

que tomará forma lingüística en una demanda dirigida al psicoanalista en la que se

disfraza el deseo. Un deseo que siempre deja trazos de su ocultamiento en el

lenguaje, que se insinúa y persiste. Un deseo que no es sino deseo de

reconocimiento, deseo de amor, que es deseo de deseo. Así lo resumirá Lacan: ‘el

deseo del hombre es el deseo del Otro’.


235
“es necesario construir un soporte en el Otro, del cual depende que se tome o no la flor. ¿Porqué? Es que no
hay ningún otro medio de que el sujeto subsista,” VIII, p. 456
236
“La satisfacción narcisista que se desarrolla en la relación con el yo ideal depende de la posibilidad de
referencia a ese término simbólico primordial que puede ser mono-formal, mono-semántico, einziger Zug.” VIII,
p. 414.
Si el deseo da contenido al inconsciente y a su puesta en escena mediante la

transferencia, ésta obtiene su carácter mediante las pulsiones. Las pulsiones,

según Lacan, son de un tipo muy especial, son pulsiones parciales. La pulsión crea

una tensión en la estructura de la subjetividad que, como tal, tiende a una

homeostasis. “La pulsión no hace sino representar parcialmente la consecución de

la sexualidad en lo vivo. ¿Cómo extrañarse que su último término sea la muerte?

Pues la presencia del sexo en lo vivo está ligada a la muerte.”237 Las pulsiones

poseen un recorrido en el que se inserta el otro. El otro no es el fin de la pulsión,

sino su medio, medio de satisfacción, pues la pulsión es siempre narcisista, sólo

entiende los objetos externos como medios de su realización. Mediante el otro la

pulsión regresa al sujeto en forma de placer. “Si la pulsión puede ser satisfecha sin

haber conseguido aquello que, teniendo en cuenta una totalización biológica de la

función, sería la satisfacción de su fin reproductivo, es porque se trata de una

pulsión parcial, y que su finalidad no es otra que el retorno en circuito.”238

A partir de aquí Lacan diferenciará entre el deseo y el amor de la siguiente

forma, si el objeto a239 es el fin último del deseo, un objeto que es falta, sustituto, y

que permite, por ello, una representación polimorfa pero siempre imperfecta, el

objeto amoroso se encuentra en la satisfacción del principio de placer sin la

presencia de la pulsión, es decir, en el nivel del Yo no pulsional, no perteneciente al

Ello según la tópica freudiana (Ichtriebe), amarse sucede siempre a través del otro.

Esta coyuntura viene dada por el hecho de que el sujeto es constituido en el

campo del Otro. El Otro es el que propicia el nacimiento del lenguaje en el sujeto y
237
XI, pp. 161-2. Hay numerosas referencias por parte de Lacan a la muerte y su relación con la sexualidad como
fuente y mecanismo de perpetuación de la vida. Parece retomar, de alguna forma así, las ideas tardías de Freud
acerca de una pulsión de muerte.
238
XI, p. 163.
239
“...introducido por el hecho de que ningún alimento satifacerá jamás la pulsión oral...”, XI, p. 164
Recordemos que la fase oral es, según Freud, la primera etapa del desarrollo sexual del neonato y que prefigura,
en cierto modo, los objetos de placer y las estrategias de su consecución.
es así el portador del código por lo que es requerido por el significante en la

articulación del mensaje. “El sujeto nació en tanto que en el campo del Otro surgió

el significante.”240

En la sexualidad, en su relación con el mundo, el sujeto vive alienado de sí;

división (Spaltung) que Freud reiteraría a lo largo de sus tópicas, “la alienación

consiste en este velo, que -...- condena al sujeto a no aparecer sino en esta

división que acabo, me parece, de articular suficientemente diciendo que, si bien

aparece de un lado como sentido producido por el significante, de otro aparece

como aphanisis.”241 Aphanisis tiene aquí el sentido de desaparición, de aquí surge

el sujeto barrado $. Sólo a través de la separación, –separare, separar viene a ser

parirse a sí mismo, independizarse, se-parare-, se consigue volver del velo de la

alienación.

En este sentido Lacan reitera el carácter ambivalente de la transferencia, que

por un lado es coadyuvante en la superación de las resistencias, y, por otro, se

convierte en obstáculo:

...la transferencia no es, en su naturaleza, la sombra de alguna cosa que haya sido
previamente vivida. Muy al contrario, el sujeto, en tanto asubjetivado por el deseo
del analista quiere mostrarle la equivocación de esa asubjetivación, haciéndose
amar por él, proponiéndole él mismo esa falsedad esencial que es el amor. El
efecto de la transferencia es este efecto de engaño en tanto que se repite
actualmente aquí y ahora.242

Este amor que pone en juego una falta, sustitutivo imperfecto de una condición

irrecuperable, es el de la transferencia, transfondo de la relación con el analista,


240
XI, p. 181.
241
XI, p. 191.
242
XI, p. 229. En cuanto a la irremediable falsedad que supone el amor es intersante compararlo con la visión de
Rousseau, “todo en el amor no es más que ilusión, lo he de admitir, pero aquéllo que es real son los sentimientos
que nos animan por la verdadera belleza que nos hace amar. Esa belleza no está en absoluto en el objeto que se
ama, sino que es obra de nuestros errores,” J.J. Rousseau, Émile V, Oeuvres Complètes, París, 1967, tomo III,
pp. 266-7.
falso como el amor, por imposible, por pertenecer a un estado de indivisión. La

posibilidad que brinda el análisis es salir de esa decepción primera y asumir la

diferenciación y la marca imborrable del corte umbilical: la instalación en el registro

simbólico.

La relación con el analista se habrá de jugar en el terreno del ideal de yo del

sujeto sólo para hacerle encontrarse con el objeto a, “te amo, pero porque

inexplicablemente amo algo más que tú- el pequeño objeto a, te mutilo.”243 En esta

relación entre ideal y advenimiento del objeto a es en lo que se diferencia el

psicoanálisis de la hipnosis. Ésta confunde ambos representantes mientras que en

psicoanálisis, “...la transferencia es aquello que descarta de la pulsión la demanda,

el deseo del analista y aquello que le reenvía ahí. Y por esta vía, aisla la a, la pone

a la mayor distancia posible de la I, que él, el analista, es llamado por el sujeto a

encarnar.”244 El amor de transferencia no es unilateral, “es el deseo del paciente, sí,

pero en su encuentro con el deseo del analista.”245

El sentimiento como medio de la transferencia es finalmente abatido, sólo

queda la relación en su sentido más objetivante, como relación lingüística, “en el

diálogo mismo uno debe registrar sólo lo que el otro transmite en su pura función

significante, no hay que tener en cuenta aquello que el otro es, como presencia,

como hombre, más o menos simpático. La interpsicología es una impureza en este

juego.”246 La propia teoría de la transferencia, ocupada en reseñar esta

interpsicología, esta interrelación verídica, no es sino el deseo del analista tan

auténtico como el del paciente, tan presente como éste. El deseo del analista será

la función que haga aparcer al deseo tal como éste es, como deseo del otro. Se

243
XI, p. 241.
244
XI, p. 245.
245
XI, p. 229.
246
XI, p. 201.
conjugan las dos voluntades que comentaban Faría y Puységur, la del

magnetizante de curar y la del magnetizado de ser curado, mediante el deseo del

analista que es, como todo deseo, el deseo del otro. Ahí radica su colusión, su

dialéctica desiderativa. “Al fin de cuentas no es sorprendente que a esa especie de

puesta en co-vibración, co-vibración semiótica, se la llame, púdicamente,

transferencia. Y también hay mucha razón para no llamarla sino así, me parece

bien. No es el amor, pero sí el amor en el sentido ordinario. El amor tal como uno

se lo imagina.”247

En la transferencia no sólo se produce la repetición en tanto el analizante

introyecta la figura del analista y la hace objeto de sus fantasías. El analista se

sitúa en una posición, es activo, frente a la mera representación fijada. Es a ésta

característica la que Lacan denomina deseo del analista. Siguiendo el modelo de

Clausewitz, ésta coincidirá con la política, las decisiones del psicoanalista que

operan a un nivel más elevado. Si se limitase a posicionarse al nivel de la

estrategia sólo desplegaría la representación del analizante en tanto en cuanto

corresponde a las expectativas del analizante, ratificando su fantasma. El desnivel

se produce en la destitución subjetiva, al mostrarse el analista como falto de ser,

como de-seo. El analista se hace presente en el analizante como simple

inscripción, como muerto, como ausencia, que como tal permite su rectificación.

Es así como se ponen en juego los sentimientos tiernos hacia éste, el ideal,

mientras que, en cuanto posición de objeto a, el analista habrá de soportar la

transferencia sensual, es decir la relación de fascinación hacia el otro. Fascinación

que no es inocente en cuanto es una fascinación por la que el analizante reconoce

su propia posición frente al que tiene delante.

247
XXI, p. 236.
De acuerdo con Lacan lo único que se pone en juego en el análisis son dos

seres hablantes. Dicho lenguaje deja traslucir el deseo, reconocible en tanto el

inconsciente posee forma lingüística. Pero éste posee su virtualidad en cuanto lo

que produce la neurosis son identificaciones que están inscritas, que poseen su

codificación, y que el sujeto, representado por ellas, no es capaz de aprehender.

Dicha alteración no puede conllevar sino ansiedad; la angustia se equipara con lo

inarticulado, la voz sin significante.

Figura. 1.15. Relación entre posiciones subjetivas.

Lacan analiza los dos vectores mencionados de la transferencia en su

decimoquinto seminario sobre el acto analítico. Tras la identificación primaria del

niño con su medio, éste va a tener que atravesar el camino que lo lleva a su

alienación, su existencia como alteridad en una identificación, en una posición

subjetiva. Una posición que está relacionada con el otro en cuanto objeto de la

mirada. En la ausencia del otro el niño ha de fijar su existencia, él existe en

absoluto, no relativamente con respecto a la presencia de otro.

Esta posición subjetiva se verá puesta en juego por la separación que

radicaliza el movimiento comenzado por la alienación, requiriendo una existencia


propia, dejar de ser objeto para otro248 y convertirse en ser a secas, en 'para nadie'.

Esta posición crea necesariamente angustia, se trata de una situación de

desamparo que se ha de salvar mediante una identificación. En tanto esta

identificación no se vea precedida de la alienación y separación quedará en un

campo ajeno al sujeto, en tanto su posición es aún dependiente. Por supuesto esa

independencia la mantiene el sujeto como goce, como modo de relacionarse, como

falta destructiva y de ahí la neurosis como identificación fallida. La única

identificación válida es nuestro reconocimiento como vacío, como faltos de ser,

pero no una falta no vivida como ausencia, como angustia, sino como modalidad

de ser, como deseo.

Así, la transferencia vendría definida con respecto a este modelo por dos

vectores que conjugan los dos tipos de relaciones objetales como fantasma,

relación con el objeto del deseo y la angustia del lado de la separación, así como

identificación e ideal de yo en su eje de alienación. Se trata de los dos

componentes que se ponen en juego en el análisis y que tratan las posibles

fijaciones en una alienación o separación no consumadas (Edipo no concluído)

producidos en la relación con el analista, conduciendo a una identificación que

trasciende la identificación, un fin de análisis que ha de mostrar el hecho de

significar como necesidad autoimpuesta, identificados con un significante que ha

de mostrarnos en nuestra esencia, parásitos del lenguaje.

La transferencia surgiría como vector entre la transferencia de angustia,

relacionada con el objeto a y con la pulsión. De alguna manera el contrapunto a los

afectos que situaba Freud, y que procederían de la experiencia de dolor de cuyo

resto se produce el afecto. Por otro lado, estaría la transferencia del ideal como

248
Se trata de las quejas de ser abandonado, no querido, todas jugadas desde una posición pasiva, desde un ser
para otro.
sujeto supuesto saber que se jugaría al nivel simbólico. Se trata de una explicación

gráfica de lo que señala en sus anteriores seminarios: la confluencia en la

transferencia del objeto a en cuanto objeto básico del deseo, causa del deseo,

como objeto inalcanzable por ser efecto de la constitución como ser humano, y el

ideal de yo.

Siguiendo las líneas maestras delineadas por Lacan en su undécimo

seminario, podríamos entender la transferencia relacionada con los otros tres

conceptos que conforman su formalización del psicoanálisis. Por un lado, un

mecanismo repetitivo relacionado con el yo ideal, relacionado con las imágenes

idealizadas del sujeto. Así se constituye el amor como repetición de cierto engaño.

El nivel en el que se produce la transferencia es siempre inconsciente como lo

muestra su cuarto y último grafo del deseo, relacionada con el ideal de yo,

instancia del discurso. Finalmente la tendencia de mostrar la importancia de los

afectos o, en última instancia, del amor, es deplazada en la transferencia por un

análisis de ésta en términos de relaciones pulsionales, en relación con un objeto a,

causa del deseo. De esta forma se relaciona con la angustia que produce el

reconocimiento como sujeto deseante y es en la separación de ese objeto donde

se produce el cambio terapéutico.

La tendencia a dotar de un estructura teórica, parcialmente formalizada, del

psicoanálisis consigue prescindir del psicoanalista como sujeto actuante al mediar

cualquier relación con alguna internalización del analizante. El analizante se vuelve

mero objeto tanto a nivel de la identificación en cuanto objeto del deseo. La

transferencia es un tipo de reconocimiento de modalidades en que se introyectan

objetos.
Si bien la intervención como táctica produce una mera repetición, es en el

campo de la estrategia, en el del ideal, donde se empieza a poner en juego el

inconsciente. En tanto política, mediante la conversión del analista en objeto, se

presenta la pulsión y la angustia del propio sujeto y es en su reconocimiento y

asunción donde se sitúa el sujeto como sujeto del deseo.

Desarrollo del Mecanismo Forma de Medio de

concepto de Básico Transmisión Transmisión

transferencia
Magnetismo Fluido Relación Sentimiento

I Fase Desplazamiento Falsa Afecto

(1890-1905) Asociación

II Fase Introyección Resistencia Sentimiento

(1906-1914) (Ambivalencia)

III Fase Repetición Acting- out Amor

(1914-1939)

Lacan Repetición Inconsciente Pulsión

Táctica Estrategia Política

(Ideal) (Angustia)

Repetir Recordar Elaborar

Esquema 3. Evolución diacrónica y estructural del concepto de transferencia en Freud y Lacan.


En Lacan también se indican los tiempos del análisis.
II. Ciencias Cognitivas
“He oído repetidas veces la manifestación despreciativa de que no puede
esperarse nada de una ciencia cuyos conceptos máximos son tan
imprecisos como los de libido y pulsión en el psicoanálisis. Pero en la
base de este reproche hay un completo desconocimiento de la situación
real. Conceptos básicos claros y definiciones de nítidos contornos sólo
son posibles en las ciencias del espíritu en la medida en que éstas
pretendan aprehender un campo de hechos en el marco de una
formación intelectual sistemática. En las ciencias naturales, a las que
pertenece la psicología, semejante claridad de los conceptos máximos
huelga, y aun es imposible. Ni la zoología ni la botánica comenzaron con
definiciones correctas y suficientes del animal y la planta, y la biología
todavía hoy no sabe llenar el concepto de lo vivo con un contenido cierto.
Más aún: ni siquiera la física habría realizado todo su desarrollo si hubiera
debido esperar hasta que sus conceptos de materia, fuerza, gravitación y
otros alcanzaran la claridad y la precisión deseables. Las
representaciones básicas o conceptos máximos de las disciplinas de las
ciencias naturales siempre se dejan indeterminados al comienzo,
provisionalmente sólo se los ilustra por referencia al campo de fenómenos
del que provienen, y no es sino mediante el progresivo análisis del
material de observación como pueden volverse claros, llenarse de
contenido y quedar exentos de contradicción.”
Sigmund Freud, Autobiografía.
Elucidación de la transferencia

Los aspectos que hemos resaltado en la evolución del pensamiento acerca de

la transferencia muestran una serie de concomitancias con ciertos procesos

cognitivos. En el esquema estructural y diacrónico propuesto se resaltaban tres

ejes, mecanismo básico, medio y forma de transmisión. El primero de estos ejes,

en sus formas de fluido, desplazamiento, introyección y repetición, puede ser

entendido mediante procesos de agrupación de representaciones a través de

mecanismos de categorización. El eje relacionado con la forma de transmisión que

agrupa relación, falsa asociación, resistencia, acting-out e inconsciente aludiría a la

memoria como mecanismo no sólo de contenido semántico, sino a sus otras

vertientes, motoras, procedimentales e implícitas. Por último, el medio de

transmisión remitiría a un estudio sobre la emoción, su modalidad y efecto, así

como a su codificación, almacenamiento y recuperación subsimbólica, sin

representación.

De este modo proponemos una elucidación del concepto de transferencia

mediante dichas nociones. Si bien psicoanálisis y ciencias cognitivas muestran

importantes diferencias en su definición teórica y epistemológica, ambas se ocupan

desde perspectivas diversas del suceder mental y sus experiencias no deberían

mostrar desacuerdos fundamentales más allá de los propios de metodologías

diversas.249 En la última década los avances en neurociencia y psicología cognitiva

han alcanzado de forma específica al psicoanálisis, permitiendo remozar ciertos

contenidos obsoletos o bien vagos en la formulación del psicoanálisis. Así Mark

Solms ha utlizado el método clínico anatómico, procediendo a psicoanalizar

249
Un ejemplo de la relación primera que obtuvo el psicoanálisis con la neurología lo podemos encontrar en
Jelliffe, S.E., “The influence of psychoanalysis on neurology”, Psychoanalytic Quarterly, 9, 1940, pp. 214-215.
Hay que recordar el pasado del propio Freud como neurólogo y cómo una primera generación de psicoanalistas
aún se encontraba influenciada por sus estudios médicos fisiológicos.
pacientes con lesiones cerebrales, correlacionando fenómenos neurocientíficos y

psicoanalíticos.250 Trata así de operacionalizar conceptos psicoanalíticos mediante

el estudio de dichos pacientes tal como hizo la neurociencia clásica desde Charcot.

Publicaciones como la revista Neuro-Psychoanalysis251 o Aperturas

Psicoanalíticas252 muestran bien a las claras dichas tendencias que también

provienen de los propios especialistas en neurociencia, así por ejemplo sostiene

Kosslyn la relevancia del psicoanálisis para la futura la neurociencia cognitiva:

En breve, predigo que Freud no se mantendrá en las sombras de la psicología


académica mucho más, sino que será tomado como harina para el molino del
próximo desarrollo importante en la neurociencia cognitiva.253

El psicoanálisis supuso y sigue conllevando una revolución en el concepto de

terapia y ha mostrado la existencia de mecanismos que, más allá de su

formulación, resultan esenciales en el estudio del acontecer mental –prefiero esta

perífrasis antes que la utilización del término mente que por su forma sustantiva

parece otorgarle a este proceso un carácter estático y esencialista, opto por

conformarme con una referencia a procesos antes que a instancias-.

El análisis de la transferencia comprende la relación mediada entre formas

simbólicas, procesamiento cognitivo y un determinado sustrato neuronal,254

250
M. Solms “Preliminaries for an integration of psychoanalysis and neuroscience”, British Psychoanalytic
Society Bulletin 34(9), 1998, pp. 23-38. “Lo que se necesita es un método por medio del cual una misma cosa
pueda ser estudiada simultáneamente desde perspectivas psicoanalíticas y neurocientíficas, de tal modo que se
pueda estar seguro de que las dos series de observaciones (y los informes teóricos resultantes) se refieren a la
misma porción de realidad. Sólo así se pueden conectar las dos teorías en realidad antes que en palabras,” M.
Solms y O. Turnbull, op. cit., p. 307
251
http://www.neuro-psa.org.uk
252
http://www.aperturas.org
253
S.M. Kosslyn “Freud returns?”, R.L. Solso y D.W. Massarro (eds.), The Science of the Mind: 2001 and
beyond, Nueva York, 1995, p. 105.
254
F.M. Levin y E.W. Kent, “Psychoananlysis and knowledge: Part 2. The special relationship between
psychoanalytic transference, similarity judgment, and the priming of memory”, Annual of Psychoanalysis, 50,
1995, pp. 117-130. “En otras palabras, algunos sucesos pasados almacenados en el cerebro son recuperados
principalmente sólo cuando parte de la experiencia original que los creó, recurre,” p. 119.
posibilitando relacionar la representación, en el sentido de experiencia

fenomenológica en primera persona, y su correlato funcional.255 Al caracterizar

formalmente la transferencia me refiero a una modalidad especial de aprendizaje

que como tal recurre a las categorías formadas en nuestra experiencia,

almacenadas en la memoria, y que poseen una carga afectiva determinada.

Estos nuevos enfoques, fruto de la revolución cognitiva en polémica con el

conductismo, han abierto la posibilidad de validación y evaluación de las

explicaciones psicoanalíticas. Frente a la ciencia cognitiva la terapia impone la

urgencia del sufrimiento y la necesidad de su tratamiento. Probablemente la

histérica del siglo XVII prefiriese el exorcismo a la reclusión, quizás incluso la

ablación del clítoris. La terapia hoy la libera de estos dos extremos, si bien el

psicoanálisis queda del lado del exorcismo, la neurociencia cognitiva no queda

liberada de su otra antecesora.256 Cómo funcionaría una terapia informada y

contrastada que renuncie a espíritus y mutilaciones, que ayude a comprender cómo

aliviar el dolor, aunque sólo sea (h)ablando.

255
J.L. Hadley, “The Representational System: A Bridging Concept for Psychoanalysis and Neurophysiology”,
International Review of Psychoanalysis, 10, 1983 pp. 13-30. Aquí se sitúa el concepto de representación
relacionado con la teoría de la información y de su producción como desviación de la aleatoriedad. Cf. M.F.
Basch, “Psychoanalysis and communication science”, Annual of Psychoanalysis, 4, 1976, pp. 385-421.
256
Los antecedentes del estudio ‘experimental’ de la mente surgen de hecho de la mutilación y las lesiones del
cerebro. De igual importancia me parece resaltar las más que cuestionables técnicas de manipulación sobre
animales, convertidos en cobayas, desprovistos teóricamente de sentimientos cf. J. Panksepp, “Affective
consciousness: Core emotional feelings in animals and humans”, Consciousness and Cognition, 14, 2005, pp.
30-80. Desde luego no parece exagerado plantear la filiación de las técnicas experimentales basadas en la
manipulación. Un ejemplo de dichas técnicas intrusivas son las técnicas leucotómicas practicadas con cierta
asiduidad hasta mediados del siglo pasado. Los pacientes dejaban de experimentar sus dolencias pero a cambio
de erradicar la capacidad autónoma de orientar sus decisiones y voliciones, evitando el dolor por medio de un
estado de amortiguamiento generalizado de todas las facultades.
Figura 2.1. David Hockney - Kasmin Los Angeles 28th March 1982. Esta composición de polaroid nos
da una idea de cómo la percepción podría darse sin una centralización de los diversas reuniones de
células que completan nuestra visión.
2.1. Introducción: Inconsciente, Percepción y Aprendizaje

La psicología experimental y la neurociencia han producido en los últimos años

toda una serie de resultados en diversas áreas de investigación que tienden

puentes con el psicoanálisis y algunos de sus conceptos fundamentales. En este

primer apartado nos centraremos concretamente en tres aspectos, la existencia de

procesos por debajo del umbral de la apercepción o inconscientes, la percepción, y

en especial los fenómenos de percepción subliminal en los que un estímulo es

registrado, pese a no existir ningún rastro en la conciencia y, finalmente, el

aprendizaje implícito, mediante el que se extrae una instrucción a partir de la

experiencia sobre la que un sujeto es competente, pero de la que no es capaz de

dar una información verbal adecuada acerca de su funcionamiento o contenido.


2.1.1. Inconsciente

El inconsciente ocupa un lugar sobresaliente en la teoría psicoanalítica y ha

ganado gran predicamento en la última década en la ciencia cognitiva.257 Si bien su

sentido en la teoría psicoanalítica se refiere a una instancia en la que se

encuentran representaciones conflictivas sin acceso a la conciencia, así como al

lugar motivacional por excelencia de donde surgen los deseos del sujeto, resulta

posible elucidar dicho concepto como representaciones no recuperables o no

disponibles de carácter propiamente motivacional. Por un lado, mediante las

pruebas que avalan la actividad desempeñada por estímulos que acceden a la

mente del sujeto sin su apercepción y que actúan conformando su percepción y

comportamiento. Por otro lado, analizaremos los aspectos motivacionales en

relación con la teoría de la emoción que da cuenta, a nivel neurocientífico, del

carácter implícito de la activación de ciertas emociones como el miedo, su primacía

procesal, y su resilencia.

El psicoanálisis como terapia posee como meta, en su formulación clásica, el

regreso de lo reprimido, de lo inconsciente, ‘wo es war, soll ich werden,’ reza un

aforismo del modelo estructural desarrollado en los años veinte por Freud. En esta

etapa se modificaba el sistema de la Traumdeuteung basado en 'niveles de

conciencia' (inconsciente, preconsciente, consciente), -gradaciones, por otro lado,

similares a las que encontramos en el estudio de los estímulos subliminales-, en el

que diferenciaba también tres instancias (yo, ello, superyo). Dentro de este modelo

257
Cf. D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the Unconscious, Washington, 1997. La formalización del
inconsciente también ha venido del estudio de mecanismos implícitos, cf. A.R. Reber, Implicit learning and tacit
knowledge: An essay on the cognitive unconscious, Nueva York, 1993. No obstante, se alzan voces que sostienen
la diferencia entre los dos conceptos, inconsciente cognitivo y psicoanalítico. J.F. Kihlstrom, “The cognitive
unconscious”, Science, 237, 1987, pp. 1445-1452. J.F. Kihlstrom, “The psychological unconscious”, L.R. Pervin
y O. John (eds.), Handbook of personality, Nueva York, 1999. Desde la perspectiva opuesta cf. S. Epstein,
“Integration of the Cognitive and the Psychodynamic Unconscious”, American Psychologist , 49, 1994, pp. 709-
24, o H. Shevrin, J.A. Bond, L.A. Brakel, R.K. Hertel y W.J. Williams, Conscious and Unconscious Processes:
Psychodynamic, cognitive and neurophysiological convergences, Nueva York, 1996.
conflictual, psicodinámico, el inconsciente dejaba por un lado su lugar al ello, y por

otro se convertía en el índice que permitía observar la confluencia de tendencias

diversas, se volvía el lugar de las motivaciones (pulsiones). Los conflictos

inherentes a estas tres instancias se resolverían mediante la capacitación de la

parte bajo control del sujeto, su conciencia, su yo, sobre aspectos inaceptables,

enajenados, por su incompatibilidad con otras representaciones o ciertos ideales

que conforman el superyo.

El supuesto freudiano de hacer consciente lo inconsciente se podría traducir,

en términos cognitivos, por sustituir los patrones de activación subsimbólicos

almacenados de forma no explícita e incorporados, de tipo emocional, que operan

de forma automática, por información declarativa capaz de interferir con dicha

programación. En un sentido lato, la terapia analítica no diferiría aparentemente de

las técnicas cognitivas en las que se le muestra al sujeto la inadecuación de sus

expectativas y de sus pensamientos. El psicoanálisis, al introducir el registro

inconsciente, acentúa la primacía e inercia bajo la cual el sujeto experimenta la

existencia de respuestas incontrolables, de actividad fisiológica. Esta instancia

psicoanalítica guarda semejanzas en neurociencia con la actividad desarrollada por

la amígdala y el circuito límbico de forma independiente del input cortical.258 La

evidencia existente sobre la asimetría en la conexión entre la amígdala y el

neocortex, y la proyección mayor de aquélla sobre el neocortex, permite que la

hormonas liberadas en estados emocionales, dependientes de estas estructuras,

tiendan a mantener el estado en el que se encuentra el cerebro y vengan


258
Sobre este tema ha habido recientemente una amplia discusión. Si bien el ‘sistema límbico’ como encargado
de procesar las emociones fue introducido por P.D. Maclean, “Psychosomatic Disease and the “Visceral Brain”:
Recent Developments bearing on the Papez theory of Emotion”, Psychosomatic Medicine, 11, 1949, pp. 338-
353, ha sido criticado por J.E. Ledoux, The Emotional Brain, Nueva York, 1996. Sólo la amígdala mantendría su
importancia en la generación de sentimientos de miedo, pero no otras partes implicadas en el sistema límbico
tales como el hipocampo, el córtex cingular y el hipotálamo. Ledoux se decanta por la existencia de un sistema
descentralizado de procesamiento emocional.
acompañadas de una activación fisiológica que bien podría dar cuenta del síntoma

incorporado. Por ello resulta tan arduo inhibir la ansiedad y otros estados una vez

que se producen; al córtex le es muy difícil actuar sobre la amígdala. Dicho proceso

coincide con dos características fundamentales del inconsciente analítico: su

inercia y su carácter involuntario. Estos estados emocionales no poseen

representación consciente ni carácter simbólico.

Las respuestas afectivas, más primitivas y duraderas, ocurren antes de que

cualquier tipo de procesamiento cognitivo tenga lugar, poseen primacía procesal. El

psicoanálisis, a diferencia de la psicología cognitivo-conductual, habría de ser

capaz de alterar no sólo las pautas de procesamiento consciente, sino también los

patrones de comportamiento con una base funcional ontogenética más profunda;

emociones que se activan sin apercepción del mecanismo actuante. En estos

casos una terapia basada solamente en aspectos cognitivos no sería adecuada,

pues las pautas a alterar tienen un nivel de codificación diverso, se vuelven cuerpo.

No es de extrañar que el psicoanálisis se esforzase en ligar el paciente al lenguaje,

en forzarle a producir símbolos. Ésta era la forma de crear algún punto de apoyo

entre los procesos subsimbólicos y la conciencia, buscando formas de

representarlos.

Basándonos en un modelo conexionista de la mente podríamos afirmar que es

posible la activación en paralelo de diversos circuitos, de ciertas unidades de

procesamiento especializadas simultánemanente. El propio funcionamiento del

inconsciente parece acomodarse mejor a este modelo que a los de procesamiento

serial. Habría que entender el inconsciente menos como sede de representaciones

o elementos discretos que como grados de activación neuronal.259 En un modelo de

259
Así sucedía en la primera tópica freudiana que distinguía entre diversos niveles de activación, entre
consciente, preconsciente e inconsciente y subrayaba la posibilidad de emergencia y recuperación de ciertos
procesamiento conexionista no simbólico la relación entre los diferentes estados de

activación de los nodos determina la respuesta y la experiencia fenomenológica. La

información nueva se registraría interfiriendo y reemplazando la propia estructura

de registro.

A la hora de diferenciar entre el inconsciente analítico y el cognitivo más que la

diferencia en los procesos habría que buscar la diferencia en el estilo. Así comenta

el neurobiólogo Paul Grobstein:

…la diferencia más importante en el estilo es a lo que Lacan llamó la atención


desde una perspectiva clínica/filosófica - la conciencia (procesamiento consciente)
tiene como objetivo la ‘coherencia,’ esto es, procura crear una historia en la que
todas sus partes tengan sentido simultáneamente. El inconsciente, por otro lado,
actúa mucho más cómodo con los pedazos sueltos sin ningún orden global. Para
un neurobiólogo o un científico cognitivo, esto posee sentido. El circuito implicado
en el inconsciente (¿red de circuitos sub-cortical? (Grobstein, 2003a)) es una unión
de partes diferentes organizadas para muchos propósitos específicos diferentes, y
sólo unido secundariamente para conseguir y asegurar alguna coordinación. El
circuito implicado en el procesamiento consciente (¿circuito neo-cortical?), por otro
lado, parece ser más uniforme e integrado y poseer un objetivo para cuál la
coherencia es central.260

Estos dos estilos (analógico-digital, aposicional-proposicional) se relacionan

con las modalidades de procesamiento que llevan a cabo los dos hemisferios del

cerebro.261 Según Gazzaniga es probable que la especialización hemisférica haya


elementos para la conciencia. En la bibliografía interdisciplinar se ha puesto de relieve dicha relación entre el
modelo conexionista y el proceso primario freudiano, cf. M.D.J. Díaz-Benjumea lo señala con toda amplitud en
“Lo inconsciente psicoanalítico y la psicología cognitiva: una revisión interdisciplinar”, Aperturas
Psicoanalíticas, 11, 2002, http://www.aperturas.org/11diazbenjumea.html
260
P. Grobstein, “Making the Unconscious Conscious, and Vice Versa: A Bi-directional Bridge Between
Neuroscience/Cognitive Science and Psychotherapy?” Cortex (en prensa).
http://serendip.brynmawr.edu/sci_cult/mentalhealth/unconcon.html
261
También se ha señalado la relación entre estas dos modalidades y los conceptos de conciencia primaria de tipo
corporal, emocional y la conciencia superior verbal tal como las desarrolla Edelman, cf. S.M. Davis,
“Neurobiology and the Neuronal Group Selection Theory of Gerald Edelman Applied to Psychoanalysis The
Relevance of Gerald Edelman's Theory of Neuronal Group Selection and Nonlinear Dynamic Systems for
Psychoanalysis”, Psychoanalytic Inquiry, 22(5), 2002, pp. 814-840. Según McKinnon, la transferencia sería una
forma visual-sensorial de recuerdo (hemisferio derecho) que ha de ser elaborada, procesada, por el hemisferio
proposicional, de forma semántica, “...el hemisferio derecho parece ofrecer un 'subgrupo' crítico y generalmente
irreconocido de eventos identificados clínicamente como transferenciales, en la forma de procesamiento
analógico de imágenes del yo y de objetos,” J. McKinnon, “Two semantic forms: neuropsychological and
psychoanalytic descriptions”, Psychoanalysis and Contemporary Thought, 2, 1976, p. 56
surgido como pérdida de ciertas habilidades previas que se encontraban en ambos

hemisferios. En el hemisferio izquierdo se habrían desplazado probablemente las

funciones visuales y perceptivas con la emergencia de un sistema simbólico de

representación como el lenguaje.262 La lateralización y la especialización

hemisférica habrían sido consecuencia de la necesidad de maximizar estructuras

neuronales para nuevas funciones. De esta forma, el hemisferio izquierdo estaría

mejor preparado para la actuación conforme a rutinas, mientras que el derecho se

encargaría de situaciones nuevas. Es así que se ha propuesto la transferencia

como una ocurrencia del hemisferio derecho.263 El hemisferio izquierdo, por su

parte, otorga coherencia a los inputs que se procesan tanto en dicho hemisferio

como en el derecho, prevaleciendo sobre el derecho a la hora de organizar los

estímulos que provienen del exterior.264 De hecho la especialización y, en el caso

humano, la lateralización cerebral, ha sido correlativa con una menor

interconectividad hemisférica.265

Frente al hemisferio izquierdo, el derecho, no dominante, posee funciones

básicas en la regulación del organismo, postergadas en las ciencias cognitivas

clásicas frente a las habilidades cognitivas-lingüísticas del hemisferio izquierdo. En

especial el hemisferio derecho posee funciones neuroendocrinas en la secreción

de hormonas del estrés, cortisol, y en la estabilización de las funciones vitales. Su

262
M.S.Gazzaniga, “The Split Brain Revisited”, Scientific American 279(5), 1998, pp. 50-55.
263
D.F. Watt, “Transference –A Right Hemisphere Event?: The Boundary Between Psychoanalytic
Metapsychology and Neuropsychology”, Psychoanalysis and Contemporary Thought, 9(1), 1986, pp. 43-77. R.
Joseph, The right brain and the unconscious: Discovering the stranger within, Nueva York, 1992. J.T.
MacLaughlin, “Primary and secondary processes in the context of cerebral hemispheric specialization”,
Psychoanalytic Quarterly, 47, 1978, pp. 237-266.
264
M.S. Gazzaniga, “Consciousness and the cerebral hemispheres”, M.S. Gazzaniga (ed.), The Cognitive
Neurosciences, Boston, 1995, pp. 1391-1400.
265
F. Aboitiz, J. López y J. Montiel, “Long distance communication in the human brain: timing constraints for
inter-hemispheric synchrony and the origin of brain lateralization”, Biological Research, 36(1), 2003. F. Aboitiz
y A. Ide, “Anatomical asymmetries in language-related cortex and their relation to callosal function”, E. Stemmer
y H. Whitaker (eds.), Handbook of Neurolinguistics, Nueva York, 1998.
labor en la regulación homeostática y emocional lo asemejaría al inconsciente

freudiano.266

Tanto los sueños como la memoria autobiográfica, dos vías regias de la terapia,

muestran una preponderancia en la activación del hemisferio derecho, al igual que

ocurre con pistas de tipo emocional y con la imagen del cuerpo (estereognosis) que

en los síntomas histéricos se veía deformado. Jospeh señala, avalando la hipótesis

conflictual, dinámica, cómo en ocasiones puede existir incluso un conflicto entre

ambos hemisferios.267 Sostiene, así mismo, la existencia de un 'lenguaje límbico'

que estaría encargado de la expresión de sentimientos mediante aspectos como la

inflexión o el tono y que expresaría estados emocionales o deseos. De hecho es el

hemisferio derecho el que posee funciones musicales y prosódicas en su estrecha

relación estructural con la amígdala y otras áreas del denominado sistema límbico.

La amígdala posee a su vez la capacidad de actuar sobre la activación cortical,

superponiendo las respuestas emocionales a las cognitivas y haciendo que éstas

se impongan a cualquier otro tipo de procesamiento simultáneo.268

Ambos hemisferios procuran el carácter dual del procesamiento cerebral. El

hemisferio izquierdo comienza desarrollándose como sede de la función motora, no

obstante es el hemisferio derecho el que posee una superior atención sobre la

actividad corporal.269 La transferencia permitiría cierto nivel de reconexión

interhemisférica atendiendo tanto al lenguaje propiamente, como al lenguaje

límbico, al aspecto emocional codificado en el tono o en la prosodia. La


266
“La mente procesadora de emociones derecha es el substrato neurobiológico del inconsciente dinámico
freudiano,” A.N. Schore, “Commentary”, Neuro-Psychoanalysis, 1, 1999, pp. 115-128. Cf. A.N. Schore, “The
right brain as the neurobiological substratum of Freud’s dynamic unconscious”, A.N. Schore, Affect Regulation
and Repair of the Self, Nueva York, 2003.
267
R. Joseph, “The right cerebral hemisphere: emotion, music, visual-spatial skills, body-image, dreams and
awareness”, Journal of Clinical Psychology, 44(5), 1988, pp. 630-73.
268
R. Joseph, “The Limbic System: Emotion, Laterality, and Unconscious Mind”, The Psychoanalytic Review,
79, 1992, pp. 405-456.
269
R. Joseph, “The neuropsychology of development: Hemispheric laterality, limbic language, and the origin of
thought”, Journal of Clinical Psychology, 44, 1982, pp. 4-33.
transferencia posibilitaría la transmitisión de la información procesada de uno al

otro hemisferio.270 La desconexión interhemisférica replica de hecho la

fenomenología de ciertos tipos de defensas que actúan como 'comisurotomía

funcional', es decir, como si se cortase la comunicación entre ambos hemisferios.

No existiría una explicación sencilla acerca de la correlación entre un hemisferio y

el inconsciente,271 sino que tendría que ver más con la dinámica hemisférica, con la

conexión de imágenes y unidades léxicas, de afectos y representaciones, de

objetos y palabras.

Es en el análisis de la transferencia (y fenómenos relacionados) donde las


unidades basadas en imágenes de representación primaria del hemisferio derecho
son forzadas a entrar en diálogo con las unidades léxicas de prepresentación
primaria del hemisferio izquierdo. Puesto de modo más convencional, el afecto del
paciente es gradualmente puesto en palabras, entendido en términos de
prepresentaciones primarias y altamente ambivalentes del yo y el objeto, y
conectado a la experiencia traumática primaria.272

Resumiendo, el hemisferio izquierdo estaría encargado de otorgarle

coherencia a los estímulos e integrarlos en función del conocimiento previo, dando

lugar al denominado sesgo de confirmación. La falta de procesamiento por parte

del hemisferio izquierdo conlleva que tras ver un objeto el individuo es capaz de

señalarlo pero no de producir un reconocimiento verbal. La desconexión del

hemisferio derecho a izquierdo supone la represión del recuerdo que es activado a

nivel sensomotor, pero al cual no se puede acceder como representación

simbólica, se produciría una activación subsimbólica similar al inconsciente

freudiano; un recuerdo actúa en modalidades fisiológicas de preparación para la

270
F.M. Levin, Psyche and Brain. The biology of talking cures, Madison, 2003.
271
M. Solms, “The Deep Psychological Functions of the Right Cerebral Hemisphere”, Bulletin of the British
Psycho-Analytic Society, 25(1), pp. 9-29.
272
D.F. Watt “Higher Cortical Functions and the Ego:Explorations of the Boundary Between Behavioral
Neurology, Neuropsychology, and Psychoanalysis”, Psychoanalytic Psychology, (7)4, 1990, p. 519.
acción, pero sin representación. A nivel ontogenético el hemisferio derecho

comienza su desarrollo antes que el izquierdo.273 Si bien buena parte de la

información adquirida pasa luego a procesarse también por el hemisferio derecho,

una parte no seguiría este camino, dando cuenta de la 'amnesia infantil' a que se

refería Freud y a la existencia de pautas corporales fisiológicas aprendidas sin el

registro de las circunstancias que dieron lugar a éstas. Existe así mismo una

nutrida evidencia sobre la relación entre hemisferios y la valencia de las

emociones. El hemisferio izquierdo procesaría preferentemente las emociones

positivas y el derecho de las negativas.274

En la literatura contemporánea se tiende a resaltar la indisociabilidad de

ambos aspectos, el cognitivo y emocional, que forman un sistema sintético, y se

habla un cerebro emocional, que constituye un sistema de relaciones afectivo-

cognitivas.275 De ahí que la explicación freudiana siempre haya hecho hincapié en

los sentimientos como mecanismo actuante en la transferencia, el afecto que cura,

el amor salus, al que se referían los magnetistas.

Freud asimiló, a su manera, ciertas aportaciones fundamentales de la ciencia

biológica del siglo XIX, exponiendo en su teoría de la sexualidad la importancia del

273
C. Chiron et al., “The right brain hemisphere is dominant in human infants”, Brain, 120, 1997, pp. 1057-1065.
274
R.J. Davidson, “Cerebral asymmetry, emotion, and affective style”, R.J. Davidson y K. Hugdahl (eds.), Brain
asymmetry, Massachusetts, 1995. R.J. Davidson, P. Ekman, C.D. Saron, J.A. Sennulis, y W.V.
Friesen, “Approach withdrawal and cerebral asymmetry: Emotional expression and Brain Physiology”, Journal of
Personality and Social Psychology, 58(2), 1990, pp. 330-341.T. Canli, “Hemispheric asymmetry in the
experience of emotion: a perspective from functional imaging”, The Neuroscientist, 5, 1999, pp. 201-207. Otros
autores señalan la función global que poseerían las emociones y cómo las zonas corticales no pueden en sí definir
las emociones D.F. Watt, “Emotion, Cognitive Neuroscience and Consciousness Studies: Is Emotion Really One
of Easy Problems?” On Line Web Seminar at the University Of Arizona, 1998.
http://www.consciousness.arizona.edu./emotion.html. Así mismo se ha señalado cómo la estimulación de áreas
subcorticales contribuye más a la producción de afectos que las áreas corticales y cómo las pruebas de PET y
fMRI tienden a sobrerepresentar el cortex, por ser el área metabólica más activa, cf. J. Panksepp, Affective
Neuroscience, Oxford, 1998.
275
“Tanto el momento actual de la experiencia como a la hora de recordar cada percepción tanto de objetos como
de conceptos éstas están unidas asociativamente de forma consciente o inconsciente con un sentimiento, en el
sentido de un sistema de relaciones afectivo-cognitivo,” D. Bürgin, “Einleitung”, M. Koukkou, M. Leuzinger-
Bohleber y W. Mertens (eds.), Erinnerung von Wirklichkeiten. Psychoanalyse und Neurowissenschaften im
Dialog, Stuttgart, 1998, p. 40.
mantenimiento de la especie antes que el individuo y cómo esta premisa evolutiva

atravesaba al propio sujeto. En este mismo sentido, las emociones poseían una

gran relevancia evolutiva en la supervivencia de la especie. De hecho, junto con los

mecanismos de memoria implícita, se encuentran patrones de comportamiento

afectivo así como motores; no es de extrañar la estrecha relación entre la

somatización y la presencia de un síntoma corporal asociado a una emoción.276

Para comprender la importancia de los circuitos emocionales en una

elucidación del inconsciente podemos acudir, a modo de ilustración, a los estudios

pioneros de MacLean.277 Éste situaba la evolución de las diversas estructuras

citoplásticas del cerebro en una diacronía filogenética. El tallo cerebral, encargado

de funciones vitales de regulación del organismo, fundamentales para la

supervivencia, tales como la respiración o el pulso, así como los ganglios basales o

'estriato', también presentes en reptiles, encargados de determinadas rutinas

incluso en las fases REM del sueño, formarían un primer nivel de nuestro cerebro,

el archipallium, o cerebro reptiliano. El sistema límbico (palleopallium), propio de los

mamíferos, estaría implicado en ciertas funciones relativas a la memoria y a la

276
Existen autores, como B. van der Kolk, que sostienen la importancia de las áreas no verbales del cerebro
(amígdala, hipotálamo e hipocampo) y su relación con la somatización en especial en casos de estrés
postraumático. De este modo el cuerpo estaría mucho más relacionado con las respuestas emocionales que con
nuestros mecanismos conscientes. Cf. B. van der Kolk, “The Body Keeps the Score: Memory and the Emerging
Psychobiology of post traumatic stress”, Harvard Review of Psychiatry, 1, 1994, pp. 253-265. Una muestra más
del embodiment y lo que resulta más importante, estos procesos sobre los que Freud hizo tanto hincapié y que se
sitúan por fuera de la conciencia. Así van der Kolk subraya la hipervaloración de los mecanismos cognitivos
frente a otros motores y emocionales más antiguos.
277
P.D. MacLean, The Triune Brain in Evolution: Role in Paleocerebral Functions, Nueva York, 1990. Las
relaciones entre esta figura triuna y toda una variedad de ideas místicas y esotéricas no han faltado. La propia
formulación del título por parte del autor sin duda ha ayudado. Por poner un referente más laico, aunque
probablemente no más científico, podríamos referirnos a la división tripartita que llevaron a cabo de las
funciones humanas Platón y Aristóteles. La idea de un alma sensitiva, vegetativa y racional quizás no andase tan
mal encaminada como pareciese. Tal como señalaba MacLean “Considerado a la luz de la psicología freudiana,
el cerebro visceral poseería muchos de los atributos del Ello,” cit. en J.E. Ledoux, op. cit., p. 96. Incluso
MacLean se atrevía con una comparación de su modelo con las fases de la migración de la líbido descritas por
Freud en sus trabajos sobre la sexualidad infantil. Pese a su valor descriptivo heurístico las críticas al modelo de
Maclean han sido bastante importantes, en especial el supuesto papel del hipocampo dentro del sistema límbico.
Las críticas al modelo de MacLean en relación al hipocampo se encuentran en J. O'Keefe y L. Nadel, The
hippocamus as a cognitive map, Oxford, 1978.
emoción y, a nivel comportamental, en ciertas conductas relativas al cuidado de la

progenie, englobando el hipotálamo, hipocampo y amígdala. Posteriormente se

desarrollaría lo que es el cortex y el cortex prefrontal (neopallium), asociado este

último a funciones simbólicas desarrolladas, así como a la dirección o modulación

de los procesos llevados a cabo por las restantes estructuras cerebrales. En el

niño, el hipocampo no se encuentra totalmente desarrollado lo que sí sucede con

los ganglios basales y la amígdala, esta maduración tardía del hipocampo, pieza

clave en el almacenamiento de recuerdos, también apoyaría la hipótesis de una

amnesia infantil.278 Tras nacer el niño poseería básicamente un sistema regulatorio

límbico en el procesamiento de la información proveniente de su medio y en la

regulación de las respuestas autónomas de su organismo.279 No se trataría, pues,

de una explicación basada en un aspecto conflictual psíquico, sino en el de una

determinada base neuronal.

Figura 2.2. Modelo de cerebro triuno de MacLean. De color verde aparece


el cerebro archipallium reptiliano, de rojo el palleomammallium que conforma
el sistema límbico, y en azul el neopallium o neocortex. Estos 'tres cerebros'
corresponderían a las diversas fases en la evolución y consituirían en
conjunto nuestro cerebro.

278
W.J. Jacobs y L. Nadel, “Stress-induced recovery of fears and phobias”, Psychological Review, 92, 1985, pp.
512-531. Los autores señalan cómo el hipocampo, al madurar después del sistema capaz de aprender a responder
a ciertos estímulos que provocan respuestas de miedo, impide la existencia de las pistas mnésicas de dichos
eventos condicionantes. “Así parece dudoso que sucesos traumáticos antes de los dos años se vuelvan parte de
nuestro sistema de memoria consciente autobiográfica, pese a que estos eventos sigan ejerciendo una influencia
en el comportamiento en los años sucesivos,” I.M. Cordón, M.-E. Pipe, L. Sayfan, A. Melinder, y G.S.
Goodman, “Memory for traumatic experiences in early childhood”, Developmental Review, 24, 2004, p. 122.
Joseph ha demostrado igualmente como el período de amnesia infantil puede verse retrasado de los 3-4 años a los
6 en casos de maltratos o abusos a niños, R. Joseph, “Emotional trauma & childhood amnesia”, Journal of
Consciousness & Emotion, 4(2), 2003, pp 151-178.
279
A.N. Schore, “The effects of a secure attachment relationship on right brain development, affect regulation,
and infant health”, Infant Mental Health Journal, 22, 2001, pp. 7-66.
El inconsciente cognitivo es abordado por Piaget como estructura del

pensamiento, como proceso antes que como producto final. Así ocurre con los

niños que no son conscientes de las acciones que son capaces de llevar a cabo.

Pese a actuar con respecto a esquemas sensorimotores, no poseen esquemas

representacionales de dicha acción. “Volverse consciente consiste en una

reconstrucción en un nivel superior de algo que está ya organizado, pero de modo

diferente, en un nivel inferior, así tenemos que considerar, de un lado, la cuestión

de la utilidad funcional de dicha reconstrucción y, de otro lado, la cuestión de su

proceso estructural.”280 Y es que el sujeto no sabe de las razones estructurales, de

las causas subyacentes a su comportamiento, éstas son precisamente el objeto de

la terapia analítica.281 En este sentido, lo afectivo figura de forma central en el

psicoanálisis y en su concepto de inconsciente, tal como lo entendía Piaget frente a

la psicología cognitiva.

La diferencia entre el inconsciente dinámico y el cognitivo estriba en el lugar

que obtiene el procesamiento de las emociones, “...el inconsciente psicoanalítico

es centralmente afectivo y motivacional.”282 Mientras que el inconsciente cognitivo

se basaría en información sin una relación directa con el procesamiento emocional

o estructura biológica subyacente alguna, el inconsciente dinámico se produce

como efecto de dicho tipo de procesamiento básico con una base neurobiológica y

emocional concreta. No obstante, la emoción sería un estado general de

280
J. Piaget, “The affective unconscious and the cognitive unconscious”, Journal of the American
Psychoanalytical Association, 21, 1973, p. 256.
281
Piaget señala cómo “...no sabe nada del mecanismo interno que dirige su pensamiento,” ibid., p. 251.
282
J. Weiss, “Psychoanalytic and Cognitive Conceptions of the Unconscious”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science
and the Unconscious, Washington, 1997, p. 38. Cf. M. Power y Ch. R. Brewin, “From Freud to cognitive
science: A contemporary account of the unconscious”, British Journal of Clinical Psychology, 30, 1991, pp. 289-
310, que distingue inconsciente de represión a la hora de trazar analogías entre el inconsciente analítico y
cognitivo.
integración antes que el producto del procesamiento exclusivo de ciertos circuitos,

incluyendo al propio cuerpo, al sistema nervioso periférico.

El inconsciente sólo sería accesible a la revisión mediante las experiencias

nuevas que producen reinscripciones mnésicas, éstas son el objeto propio de la

transferencia. Al recordar no sólo recuperamos un recuerdo, sino que abrimos la

posibilidad de su reescritura, de su reconsolidación. La memoria, en el momento

del recuerdo, entra en lo que se denomina un ‘estado lábil’, en el que puede ser

modificada. No sólo se modifica ese recuerdo procesado, también se podría alterar

la articulación de la respuesta condicionada, los patrones de activación

neurovegetativos o de preparación para la acción, para ocasiones futuras. De ahí la

proximidad a esta noción del concepto freudiano de reedición, de edición nueva

(neue Auflage). “La idea principal, en síntesis, es que el estímulo contemporáneo

activa una red mnésica que, a su vez, organiza y provee de significado a la actual

experiencia perceptiva. Desde esta perspectiva no hay una clara demarcación

entre recuperación, como se pensaba antes, y consolidación. Cada operación de

recuperación disparará un proceso de reconsolidación que permite la integración

de la nueva información sobre la base del pasado.”283 Hablamos de la

reconfiguración del recuerdo en su reemergencia (repetir), de su labilidad al ser

recuperada (recordar) y de una reelaboración (elaborar), una nueva inscripción,

una re-consolidación. Es esta última fase la que supone la emergencia de patrones

modificados de conducta. Lo que un fóbico entendía como situación de miedo es

reelaborada en contacto con la experiencia. Aquello que en el caso de la histérica

es una oposición entre dos tendencias,-dos deseos o representaciones

283
S.J. Sara, “Strengthening the shaky trace through retrieval”, Nature Reviews: Neuroscience, 1, 2000, p. 213.
Cf. K. Nader, G.E. Schafe, y J.E. LeDoux, “The labile nature of consolidation theory”, Nature Reviews:
Neuroscience, 1, 2000, pp. 216-219.
incompatibles o categorizados como tales, pese a no poseer apercepción-, se

reconsolida, al poseer los estados de activación asociados una representación, de

ahí la importancia otorgada por Lacan a la creación de un nuevo significante en el

'sujeto supuesto saber' (Sq), la capacidad de asociar un estado subsimbólico con

una posible representación, en concreto, lingüística.

El conocimiento indispensable fue consciente una vez, cuando aprendimos por


primera vez que los objetos que caen pueden hacernos daño y que evitarlos o
detenerlos es mejor que ser golpeados. Pero la experiencia con tales supuestos, a
medida que crecimos, hizo que nuestro cerebro emparejara de manera sólida el
estímulo provocador con la respuesta más ventajosa. La “estrategia” para la
selección de respuesta consiste ahora en la activación de la fuerte conexión entre
el estímulo y la respuesta, de manera que la puesta en práctica de la respuesta
aparezca automática y rápidamente, sin esfuerzo ni deliberación, aunque
voluntariamente podemos intentar evitarla.284

284
A.R. Damasio, op. cit., p. 160.
2.1.2. Percepción

Un modelo jerárquico del aprendizaje asumiría la percepción como un primer

eslabón en la cadena de formaciones más complejas. Así, acudiendo a la idea

hebbiana de reunión de células, se puede reconstruir el aprendizaje de la siguiente

forma: primero aprendemos a reconocer líneas y ángulos organizando reuniones

de neuronas en el área visual del córtex, posteriormente estas reuniones se

interconectan para permitir la percepción de letras activando reuniones de segundo

orden. Después se reconocen las palabras mediante reuniones de tercer orden y

así hasta llegar a la facultad compleja del entendimiento.285 Este sería un ejemplo

de aprendizaje amodal, un sistema multimodal atendería, en cambio, a diversos

circuitos especializados que se encargarían de procesar diversos aspectos de un

mismo estímulo. Treisman ha puesto este aspecto de relieve en su ‘teoría de la

integración de características'. De acuerdo con ésta los diversos estímulos

provenientes del mismo objeto se almacenan y procesan de forma distinta, de

forma multimodal.286

La percepción se sitúa como primera etapa del reconocimiento e integración

de la experiencia del mundo. El proceso de percepción se suele dividir en dos

fases; una primera de sensación, que produce la estimulación y la activación de

nuestros sentidos, y una segunda de procesamiento activo de dicha sensación por

parte de una serie de mecanismos locales propiamente perceptivos, es decir,

relacionados con el órgano o sistema perceptivo activado, que proveen la

interpretación del estímulo. Posteriormente, el estímulo interpretado pasaría a

tratarse como unidad cognoscitiva. Dicho estímulo nunca se interpreta


285
A.C. Scott, “The hierarchical emergence of consciousness”, S.R. Hameroff, A.W. Kazniak y A.C. Scott (eds.),
Towards a Science of Consciousness. The First Tucson Discussions and Debates, Massachussets, 1996.
286
A.M. Treisman, y H. Schmidt, “Illusory conjunctions in the perception of objects”, Cognitive Psychology, 14,
1982, pp. 107-141 o A.M. Treisman, “Properties, Parts and Objects”, K.R. Boff , L. Kaufman y J.F. Thomas,
Handbook of perception and human performance, Nueva York, 1986.
aisladamente, sino siempre en el contexto.287 Es así que la percepción no es de por

sí neutra, sino que depende de otros procesos de información simultáneos.

El recorrido de la información en el cerebro, tras llegar al área visual, situada

en el lóbulo occipital, se dirige básicamente en dos direcciones, dorsal, hacia el

lóbulo parietal, y ventral, al lóbulo inferotemporal. Se denomina percepción

indirecta a la que sucede en la corriente ventral, centrada en el sujeto y su

procesamiento mental; la percepción incluye procesos constructivos que completan

la realidad percibida (sistema visual cognitivo). En la corriente parietal sucede la

percepción directa, que se concentra en la interacción ecológica entre organismo y

medio. Aquí la percepción se entiende como obtención de información directa

acerca de las propiedades invariantes del medio y sus objetos (sistema visual

motor). El procesamiento ventral, centrado en el lóbulo temporal, se basaría en

manipulación genérica de símbolos, el procesamiento dorsal del lóbulo parietal, por

su lado, estaría relacionado con habilidades motoras.288 Esta división señala la

existencia de dos procesos simultáneos. Por un lado, el reconocimiento del objeto

externo tal cual; por otro, la preparación para la interacción con éste. Dicha

prepraración para la acción se produce con anterioridad a un reconocimiento

exacto del objeto, pues dicha función poseería una importancia evolutiva básica en

la conservación del individuo y por ende de la especie.

287
H. Helson, Adaptation level theory. An experimental and systematic approach to behavior, Nueva York,
1964, diferencia entre estímulos focales, de fondo y residuales. Si bien estos dos se acomodan a la distinción
gestáltica entre fondo y forma, la última categoría recoge estímulos pretéritos del observador que actúan en la
formación de la percepción. Cf. S. Coren, “Constraints on context effects in perception: Evidence from visual
illusions”, L.M. Ward (ed.), Fechner Day 94. Proceedings of the International Society for Psychophysics,
Vancouver, 1994, donde la autora señala como, frente a la opinión general, la percepción no es sólo un proceso
de fuera a dentro, sino que otros procesos internos influyen en su configuración.
288
M.A. Goodale y A.D. Milner, “Separate visual pathways for perception and action”, Trends in Neuroscience,
15(1), 1992, pp. 20-25.
Figura 2.3. Triángulo de Kanisza.

Los estímulos son la mayor parte de las veces incompletos. Cuando vemos a

alguien detrás de un mostrador asumimos que posee piernas y es un ser humano y

no un robot de medio cuerpo. Incluso en ocasiones corregimos nuestra percepción

pese a las características propias del estímulo, predeterminando las características

de éste.289 Las ilusiones ópticas producidas por figuras como el triángulo de

Kanisza, en el que se 'rellena' la percepción, muestran cómo la actividad neuronal

puede proceder a completar el contenido que falta. Un procesamiento no integrado

hace que las neuronas respondan a diversas partes del estímulo y produzcan una

ilusión. No es de extrañar que con frecuencia se incluyan datos no presentes en el

estímulo, “…algunos datos sugieren que cuando hemos percibido algo con

claridad, la memoria perceptiva se resiste a cualquier cambio posterior. Parece que

las sugerencias provenientes de un contexto posterior (posiblemente falso),

proporcionado después del suceso perceptivo real, sólo rellenan huecos en la

289
L.H. Bernstein, V. Bissonnette, A. Vyas y P. Barclay, “Semantic priming: Subliminal perception or contexts”,
Perception&Psychophysics, 45, 1989, pp. 153-161. En los experimentos llevado a cabo por los autores se
presentó a los sujetos una serie de estímulos de una mujer con un tercer ojo en la frente, ciertos sujetos se
empecinaban en ver sólo dos incluso después de focalizar su atención hacia dicho elemento. La representación
categorial de 'mujer' entraría en conflicto con la percepción de una característica imposible hasta el punto de
negar la percepción.
percepción.”290 Estas expectativas y creencias, inscritas de modo neuronal, influyen

en nuestra percepción y la deforman, produciendo lo que se denomina

predisposición o set perceptivo.

A la hora de entender el procesamiento de las sensaciones en la construcción

de las percepciones hay dos teorías básicas. Aquellas que integran el estímulo de

acuerdo a su carácter fenomenológico, como conjunto de datos sensibles

(information-driven), y aquellas que suponen un reconocimiento mediante

categorías, es decir, mediante el archivo de nuestras experiencias previas. La

percepción humana ocurre probablemente a medio camino entre estas dos teorías,

maximizando los datos sensoriales brutos y utilizando el depósito de conocimiento

adquirido al enfrentarse a otros estímulos similares.

Íntimamente relacionada con la percepción se sitúa la atención en la

apercepción de estímulos, en especial el nivel de atención mínimo requerido para

producir la conciencia subjetiva de un estímulo. Cierto nivel de atención pudiera

marcar la barrera entre la simple percepción y la conciencia, en el sentido de

representación fenomenológica. A su vez, la relación entre atención e

intencionalidad es estrecha, pues sólo podemos fijar nuestra atención sobre algo.

La atención influye en los umbrales de apercepción, a este respecto es interesante

señalar la llamada 'ceguera inatencional' (inattentional blindness) en la que, pese a

'mirar', en ausencia de atención, no se 've'. El sesgo de confirmación ocurre, por su

parte, cuando fijamos nuestra atención a la espera de un evento como la llegada

de un ser querido y creemos oir sonar el timbre de la puerta al cual estamos

atentos, vemos, percibimos, sin mirar, sin sensación desencadenante alguna. La

290
S. Coren, L.M. Ward y J.T. Enns, Sensation and Perception, 2004, Hoboken, p. 541.
atención parece jugar un papel tan fundamental que se ha llegado a sostener una

posición fuerte según la cual sin atención no hay percepción consciente.291

Los estudios sobre percepción han servido también para admitir la posibilidad

del procesamiento de estímulos que se registran sin dejar huella alguna

recuperable.292 Se procesaría cierto estímulo en ausencia de apercepción

(awareness), faltando un registro fenomenológico recuperable. Contra la opinión

tradicional se puede efectivamente percibir sin tener apercepción. Se disocian dos

procesos aparentemente unidos, percepción, en sentido general, aplicado no sólo a

la vista, sino a los otros sentidos, y apercepción o experiencia subjetiva. Esta

brecha muestra la posibilidad de adquirir información y comportarse de acuerdo

con ella pese a ocurrir por debajo de los umbrales de la apercepción requeridos

para obtener una representación.

Del mismo modo se acepta la debilidad de todo análisis introspectivo. Un

sujeto puede actuar conforme a una información obtenida, sin poseer ninguna

representación de dicha experiencia, sin tener registro consciente de dicha

información, 'sin darse cuenta'. La mente, tal como señalaba Freud, desborda los

límites de la conciencia cartesiana e incluye procesos activos que operan sin

nuestra atención, como ocurre en el caso de las instrucciones para subir una

escalera que nos daba Cortázar.

291
A. Mack e I. Rock, Inattentional Blindness, Cambridge, 1998.
292
Para un estudio de las metodologías y planteamientos de este área de trabajo cf. P.M. Merikle y M. Daneman,
“Conscious vs Unconscious Perception”, M. Gazzaniga (ed.) The New Cognitive Neurosciences, Londres, 1999.
“Dada la evidencia que se ha ido amontonando en los últimos cien años, no existe ya casi duda de que los
procesos inconscientes juegan un papel importante determinando sentimientos, pensamientos y acciones,” ibid.,
p. 1302. Cf. P.M. Merikle, D. Smilek, J. D. Eastwood, “Perception without awareness: perspectives from
cognitive psychology”, Cognition, 79, 2001, pp. 115-134. Cf. L.L. Jacoby y C.M. Kelley, “A Process-
Dissociation Framework for Investigating Unconscious Influences: Freudian Slips, Projective Tests, Subliminal
Perception, and Signal Detection Theory”, Current Directions in Psychological Science 1(6), 1992. K. Henke, T.
Landis y H.J. Markowitsch, “Subliminal perception of words and faces”, International Journal of Neuroscience,
75 (3-4), 1994, pp. 181-7.
Figura 2.4. Ejemplo de paradigma disociativo en el que α supone el informe lingüístico del sujeto y ε
un estado corporal visible y público. Al producirse una disociación en el sentido de que ε>α se ha
producido un procesamiento corporal sin que el sujeto sea capaz de relatar cambio alguno. En el
dibujo se muestra el caso de una joven que, en determinada situación, muestra un enrojecimiento de
la piel y una serie de fenómenos propios de un estado de irritación (ε), pese a no poseer
representación de ésta, o, al menos, no ser capaz de articularla lingüísticamente (α). [Fuente: M.H.
Erdelyi, Psycoanalysis. Freud's Cognitive Psychology, Nueva York, 1984, p. 77].

A diferencia de los estímulos percibidos conscientemente, aquellos que se

producen bajo el umbral de la apercepción, no recuperables, muestran así mismo

robustez y pregnancia con respecto a lo que posteriormente es percibido de modo

consciente, produciendo igualmente un sesgo en el modo en que dicho estímulo

consciente es procesado; influyen la manera en que percibimos.293 No es de

extrañar la asunción psicoanalítica: experiencias pasadas no recuperables siguen

influyendo no sólo en cómo percibimos nuevas experiencias conscientes, sino que

marcan un sesgo mayormente eficaz a la hora de actuar con respecto a nuevas

situaciones. La recuperación y reconstrucción de dichas experiencias permite


293
“Posner y Rothbart (1992) han distinguido entre una red de atención posterior, que media en la orientación de
la atención y una red de atención anterior que media en la apercepción consciente de los objetos esperados. Dada
esta distinción, los estímulos percibidos sin atención pueden influir en lo que se espera a través de la red de
atención posterior e influyen en cómo estímulos esperados son experimentados conscientemente mediante la red
atencional anterior,” P.M. Merikle, D. Smilek y J. D. Eastwood, “Perception without awareness: perspectives
from cognitive psychology”, op. cit., p. 132. Cf. M.I. Posner y M.K. Rothbart, “Attentional mechanisms and
conscious experience”, A. D. Milner y M. D. Rugg (eds.), The neuropsychology of consciousness, Londres,
1992.
recobrar el sesgo para la conciencia y actuar con atención sobre dichas formas de

procesamiento y categorización que actúan de forma imperceptible, fuera de la

conciencia del sujeto.

Generalmente se acepta que las causas de este estadio subliminal, por el que

ciertos estímulos no son capaces de entrar en la conciencia, son, por un lado, la

insuficiente exposición,-en general una presentación por debajo de los 500ms-, o la

baja intensidad del estímulo, que no llega a alcanzar el umbral de la conciencia. De

hecho la mayor parte de los procesos son inconscientes, sólo alcanzan la

conciencia aquellos que activan cierto número mínimo de neuronas,

-probablemente menor en aspectos emocionales que cognitivos, pues las

emociones requieren de un número menor de neuronas para su procesamiento y

activación-, produciendo una frecuencia entre los 40-70 Hz sostenida durante un

mínimo de tiempo de modo sincronizado. Si no se cumple alguna de estas

condiciones si bien habrá procesamiento de información, ésta no pasaría a formar

parte de la experiencia fenomenológica del sujeto.294

En los estudios acerca de la percepción subliminal se ha mostrado la

existencia de información sobre estímulos que no han dejado ningún tipo de huella,

que aparentemente no son recuperables por el sujeto, pero que infuyen en el modo

de resolver tareas similares. Éstos interactúan con estímulos supraliminales, es

decir, poseen capacidad de sesgar nuestro conocimiento. Se trata de un

procesamiento sin apercepción (awareless), con efectos cognitivos.295

294
R. Hoffman, “What neural network studies suggest regarding the boundary betwen conscious and unconscious
mental processes”, D.J. Stein, Cognitive Science and the Unconscious, Washington, 1997.
295
B. Libet, W.W. Alberts, E.W. Wright y B. Feinstein, “Cognition without awareness: Subliminal influences
upon conscious thought”, Science, 158, 1967, pp. 1597-1600.
Smith, Spence, y Holt296 mostraban en sus trabajos pioneros cómo al unir un

estímulo visual, como una cara inexpresiva, con un estímulo subliminal auditivo,

como “feliz” o “enfadado”, éstos modificaban la percepción del sujeto del estímulo

consciente neutro. Así este tipo de inputs poseen los denominados efectos de

priming, que han sido observados en experimentos con palabras memorizadas, en

los que la ocurrencia de un término afecta la percepción.297

...en tanto estímulos periféricos escapan la categorización y la valoración


disciplinada del juicio consciente (…) y pueden combinarse más fácilmente con las
impresiones del rostro. Presentado en la conciencia, el estímulo podría ser visto
más fácilmente como una palabra seguida de un rostro y las impresiones del
primero podrían no ser asimiladas a las del segundo. Sugeriríamos tentativamente,
que porque [los estímulos happy y angry] no alcanzaron la conciencia fueron
relativamente efectivos en influir sobre las reacciones al rostro.298

Una de las propuestas más plausibles de explicación de estos fenómenos

entiende el mecanismo perceptivo como confluencia de una multiplicidad de

estímulos, adoptando un modelo de percepción multiprocesal.299 Se procesa más

de lo que apercibimos y sólo una pequeña porción de los estímulos procesados

alcanzan representación fenomenológica. Un caso clásico es el ‘efecto Pötzl’:300 al

presentárseles un paisaje a ciertos sujetos éstos dibujaron algunos aspectos del

296
G.J.W. Smith, D.P. Spence y G.S. Klein, “Subliminal Effects of Verbal Stimuli”, Journal of Abnormal and
Social Psychology, 59, 1959, pp. 167-176.
297
L.L. Jacoby y M. Dallas, “On the relationship between autobiographical memory and perceptual learning”,
Journal of Experimental Psychology: General, 110, 1981, pp. 306-340. H. Shevrin y D.E. Fritzler, “Visual
evoked response correlates of unconscious mental processes”, Science, 161, 1968, pp. 295-298. J.A. Bargh y P.
Pietromonaco, “Automatic information processing and social perception. The influence of trait information
presented outside of conscious awareness on impression formation”, Journal of Personality and Social
Psychology, 43, 1982, pp. 437-449. J.G. Kepecs y R. Wolman, “Preconscious perception of transference”,
Psychoanalytic Quarterly, 41(2), 1972, pp. 172-194.
298
G.J.W. Smith, D.P. Spence y G.S. Klein, op. cit., p. 175.
299
M.H. Erdelyi, “A new look at the New Look: Perceptual Defence and Vigilance”, Psychological Review, 81,
1974, pp. 1-25. E. Shevrin y S. Dickman, “The Psychological Unconscious”, American Psychologist, 35, 1980,
pp. 421-434.
300
O. Pötzl, “The relationships between experimentally induce dream images and indirect vision, preconscious
simulation in dreams, associations and images”, Psychological Issues Monograph, 7, 1917, pp. 46-106. La
edición de 1919 de la Traumdeutung hacía referencia a la 'importante contribución' de los estudios de Pötzl.
mismo tras su exposición. Partes del mismo paisaje que no figuraba en su

representación aparecieron, no obstante, en sus descripciones y dibujos del día

siguiente.

Algunos trabajos trataron la conexión de ciertas palabras con redes

semánticas,301 de tal forma que tras la exposición a un estímulo subliminal los

individuos eran capaces de recordar, dentro de una lista de términos, aquellos que

estaban relacionados semánticamente con el estímulo inicial. Igualmente otras

experiencias han mostrado la preponderancia del procesamiento semántico de los

estímulos subliminales.302 Los estímulos subliminales se diferencian del puro

subreconocimiento en que el estímulo es reconocido pero su exposición no permite

el procesamiento correcto, impidiendo su identificación. En estos casos se

recuerda con mayor facilidad estímulos relacionados estructuralmente (town-flown

antes que city).303

Shevrin y sus colegas han utilizado precisamente la metodología de los

estudios subliminales para probar la existencia de información procesada de forma

inconsciente. Para ello usaron una serie de palabras y frases apropiadas a la

experiencia consciente del síntoma dada por el paciente, o bien al supuesto

301
D.P. Spence y B. Ehrenberg, “Effects of oral deprivation on responses to subliminal and supraliminal verbal
food stimuli”, Journal of Abnormal and Social Psychology, 69, 1964, pp. 10-18.
302
J.A. Groeger, “Evidence of unconscious semantic processing from a forced error situation”, British Journal of
Psychology, 75, 1984, pp. 305-314. Para una discusión general cf. P.M. Merikle, D. Smilek y J.D. Eastwood,
“Perception without awareness; perspectives from cognitive psychology”, op. cit., estos autores concluyen con
que, “tras más de un siglo de estudios investigando la percepción sin apercepción (awareness) es posible concluir
que una considerable confianza que la información de un estímulo puede ser percibida incluso cinado no existe
apercepción de la percepción,” ibid., p. 131.
303
Los estudios con neuroimagen avalan, por su parte, el hecho de que existe un procesamiento diverso para la
grafía de la palabra, para el significado, y la fonología. Igualmente parece existir una relación entre la modalidad
audio verbal, de la que dependería la conciencia de sí, mientras que la modalidad visual estaría relacionada con
la relación con objetos. Pese a esta preferencia, la plasticidad neuronal permite que se produzcan cambios tanto
en función como en localización mediante cambios en el medio de aprendizaje. Así se ha comprobado al
modificar el área auditiva y conseguir que fuese utilizada como área visual en ratones. L. Melchner, S. Pallas y
M. Sur, “Visual behaviour mediated by retinal projections directed to the auditory pathway”, Nature, 404, 2000,
pp. 871-875. M. Merzenich, “Seeing in the sound zone”, Nature, 404, 2000, p. 820. En humanos parece pasar de
forma similar pero sólo durante los primeros años de desarrollo. Después de pasada cierta ventana en el
desarrollo dichas funciones se mantienen estables.
conflicto inconsciente. Tras exponerlos subliminalmente a este tipo de pistas se

midió el potencial relativo al evento (ERP) que muestra la existencia de cierto

proceso cerebral complejo. Así aunaron psicoanálisis, psicología cognitiva y una

medida psicofisiológica para mostrar la existencia de un inconsciente conflictivo.304

El inconsciente psicoanalítico obtiene su primacía y robustez precisamente por

la incapacidad de las representaciones de alcanzar la conciencia y de ser

discriminadas a nivel consciente. El inconsciente podría ser entendido como

modalidad básica de procesamiento de todo tipo de estímulos, que llegan a

procesarse conscientemente sólo si (a) ha habido suficiente exposición, y (b) ésta

no ha sido inhibida o disociada.305

304
H. Shevrin, J.A. Bond, L.A.W Brakel, R.K. Hertel y W.J. Williams, Conscious and Unconscious Processes.
Psychodynamic, Cognitive, and Neurophysiological Convergences, Nueva York, 1996. Una de las críticas que se
hace del paradigma experimental empleado es la utilización de pistas verbales que parece sesgar hacia un
carácter lingüístico del inconsciente. De hecho Shervrin y sus colegas señalan la falta de representación en el
fondo de los conflictos psicodinámicos y, por otro cómo la represión tiene como objeto contenido ideacional,
representado, no una carga afectiva indeterminada.
305
“...quizás todos los sucesos mentales comienzan inconscientemente y [que] un factor que diferencia un evento
consciente de uno que nunca llega a serlo es que el evento consciente ha tenido, en términos de Libet, suficiente
tiempo (time-on),”L.A.W. Brakel y M. Snodgrass, “From the Brain, the Cognitive Laboratory, and the Couch”,
Journal of the American Psychoanalytic Association, 46(3), 1998, p. 907. La barrera de exposición de la que se
habla es de 500 milisegundos para la producción de un procesamiento consciente. A este respecto también se
señala la existencia de un ‘potencial de preparación’ (readiness potential), un potencial eléctrico en el cerebro
que antecede a cualquier actividad muscular con más de un segundo de anterioridad a cualquier acto voluntario.
Cf. B. Libet, “The neural time factor in perception, volition and free will”, Revue de Métaphysique et Morale, 2,
1992, pp. 255-272. Ibid., “The neural time factor in conscious and unconscious events”, T. Nagel (ed.),
Experimental and Theoretical Studies of Consciousness, Nueva York, 1993, pp. 123-146.
2.1.3. Aprendizaje

Habida cuenta del contenido que poseería el inconsciente desde una

perspectiva cognitiva, la transferencia podría ser aprehendida, a su vez, como un

proceso de aprendizaje, en un contexto intersubjetivo, que comporta un cambio

cognitivo y conductual, si bien actuando sobre estructuras o esquemas que no son

accesibles de forma directa al sujeto. De modo similar se ha propuesto entender la

neurosis, desorden psicoanalítico central, no como enfrentamiento entre pulsiones

y una instancia censuradora, de acuerdo con una interpretación freudiana más

purista, sino como ‘calidad de conocimiento’ inadecuada, como procesos activos

inadecuados.306

En la transferencia como proceso de aprendizaje se reeduca un tipo de

procesos basales concretos, las emociones, en sentido genérico, como reacciones

automáticas del organismo a estímulos externos.307 Las emociones son, desde una

perspectiva evolutiva, respuestas rápidas que da el organismo ante situaciones

determinadas que requieren de celeridad en el procesamiento y cuyo paso por

estructuras superiores, más lentas en el procesamiento, pondría en peligro la vida

del individuo. Las emociones poseen una primacía filogenética al haberse

desarrollado las estructuras responsables de éstas con anterioridad a las corticales.

Los experimentos de Berry y Broadbent señalan cómo la práctica en la

organización de un sistema simulado permitía adquirir pericia en dicha simulación


306
“La calidad de este conocimiento depende de los efectos de las interacciones sobre la salud psicobiológica del
individuo, en especial durante su crecimiento. En caso de que estos efectos entren en conflicto con los requisitos
para la salud psicobiológica se abre el camino para el desarrollo de conocimiento disfuncional. El conocimiento
disfuncional es, de acuerdo con nuestro modelo, el camino patogenético de los conflictos intrapsíquicos que dan
lugar a la neurosis,” M. Koukkou y D. Lehman, “Ein systemtheoretisch orientiertes Modell der Funktionen des
menschlichen Gehirne und die Ontogenese des Verhaltens”, M. Koukkou, M. Leuzinger-Bohleber y W. Mertens
(eds.), op. cit., p. 299.
307
A. Schwartz, “Drives, affects, behavior and learning: Approaches to a psychobiology of emotion and of an
integration of psychoanalytic and neurobiologic thought”, Journal of the American Psychoanalytic Association,
4, 1986, pp. 467-506. Relaciona teorías del aprendizaje con el psicoanálisis en relación a sus teorías de la
motivación y de la existencia de afectos positivos y negativos como refuerzo. La división entre insight y
transferencia puede ser reconciliada con una teoría del aprendizaje.
pero no suponía un conocimiento lingüístico explícito que sí era adquirido en

cambio al obtener instrucciones lingüísticas acerca del funcionamiento del

sistema.308 No es de extrañar la influencia de una explicación como la psicoanalítica

que, al formular un modelo mental, influye en la propia comprensión del sujeto de

los mecanismos que actúan a un nivel sub-subjetivo, permitiendo cierta

manipulación de las mismas.

Según una definición general el aprendizaje implícito, dentro del cual se

encuadraría la transferencia, sería “...el proceso mediante el cual nos hacemos

sensibles a ciertas regularidades en el medio (1) en ausencia de intención en

aprender dichas regularidades, (2) en ausencia de la conciencia de que uno está

aprendiendo, (3) de tal modo que el conocimiento resultante es difícil de

expresar.”309 Las características propias de dicho aprendizaje son las que han

eludido, durante la historia de la transferencia, una formulación exacta. En

ausencia de conciencia del aprendizaje que se está llevando a cabo, no resulta

muy difícil poner en tela de juicio el psicoanálisis, y aún menos ayuda el hecho de

que dicho conocimiento adquirido por el sujeto sea difícilmente expresable. A

diferencia de los estudios de percepción subliminal, con estímulos genéricos, el

psicoanálisis daría cuenta de casos de aprendizaje implícito particulares en los que

las instrucciones procesadas también variarían de un caso a otro, pues son

trabajadas en conjunto por el analista y analizante en función de la reconstrucción

llevada a cabo.

En ausencia de correlatos subjetivos de dicho aprendizaje habremos de hacer

hincapié en los mecanismos implícitos, estructurales y genéricos, que posibilitan el

308
D.C. Berry y D.E. Broadbent, “On the relationship between task performance and associated verbalizable
knowledge”, Quarterly Journal of Experimental Psychology, 36, 1984, pp. 209-231.
309
A. Cleeremans, “Implicit Learning,” L. Nadel (ed.), Encyclopedia of Cognitive Science, Cambridge, 2003.
cambio en la ausencia de conciencia. Como se señala desde ciertas direcciones de

las teorías de incorporación, o embodiment, desaprender actitudes y patrones

persistentes pasa por algo más que una lista de argumentos persuasivos. Se

requiere una identidad con la modalidad concreta de patrones que pretende

modificar.310 Más allá del descubrimiento de recuerdos reprimidos, el analista juega

un papel fundamental, al propiciar un vínculo en el que el paciente recupere

modalidades de activación subsimbólicas. La relación de transferencia supondría

una nueva recategorización de la relación con el medio, con los objetos externos.

De una forma intuitiva y general habríamos de traducir la transferencia como

un efecto de “construcción y reconstrucción continua de pensamientos,

sentimientos, deseos, miedos, patrones de relación y formas de regulación del

afecto en la experiencia de nuevas relaciones que sólo pueden ser entendidas en

el contexto de las antiguas.”311 El psicoanálisis como praxis conllevaría un

aprendizaje que ha de actuar sobre los procesos subcorticales ya estables. Más

específicamente, se trata de un trabajo sobre ciertos procesos de contenido

afectivo que son los que regulan las emociones incorporadas del sujeto y que

generan toda una serie de experiencias fenomenológicas.

Durante el proceso psicoanalítico van produciendo el analista y el analizado, en el


discurrir de su comunicación, un conocimiento común que fundamenta una
duradera reorganización. Juntos están en la búsqueda y el descubrimiento de
similitudes y diferencias entre sucesos y situaciones presentes y pasados a través
de los que, en la protegida relación con el analista, surge una reestructuración
progresiva del conocimiento del analizado sobre su biografía. La reorganización del
conocimiento biográfico del lado del analizado se entiende como el factor central en
la cura. La 'talking-cure' de Freud aparece justo por ello como un descubrimiento

310
P.M. Niedenthal, L.W. Barsalou, P. Winkielman, S. Krauth-Gruber y F. Ric, “Embodiment in Attitudes,
Social Perception, and Emotion”, Personality and Social Psychology Review, 9(3) 2005, pp. 184-21.
311
D. Westen y G.O. Gabbard, “Developments in Cognitive Neuroscience: II. Implications for theories of
transference,” Journal of the American Psychoanalytic Association, 50(1), 2002, p. 130.
genial, al utilizar las funciones basales del cerebro para poner en marcha la
reorganización de la biografía del paciente.312

En esto se basa el amplio sentir psicoanalítico de que, a diferencia de las

terapia breves cognitivo-conductuales, el psicoanálisis promueve un cambio

estructural de la personalidad que incide, antes que sobre los pensamientos o

actitudes, sobre las bases neurales del organismo. Se recupera para la atención el

comportamiento y las actitudes propias, los procesamientos sub-subjetivos, por

debajo del umbral de la apercepción, reinscritos en la interacción con el analista. La

recuperación de la atención se lleva a cabo al reproducir lingüísticamente la

experiencia y los comportamientos que son guiados por ésta, al dotarle de una

representación simbólica. Se atiende al síntoma y se lo sitúa en una cadena causal

como efecto de una experiencia, se elimina el condicionamiento al observar que

cierto estímulo interno o externo (antecedente) no implica necesariamente una

reacción en forma de síntoma o comportamiento genérico (consecuente). Dicha

relación causal tiene que ver tanto con un condicionamiento, como con la ausencia

de un repertorio de comportamientos diversos al enfrentarse al estímulo.

En las ciencias cognitivas se suelen verificar hipótesis de trabajo mediante

modelos que son capaces de replicar el comportamiento en base a una serie de

instrucciones. El simulador CLARION, ideado por Sun y sus colaboradores,

muestra una comprensión de procesos de aprendizaje implícito extrapolable al

modelo transferencial.313 Este modelo de aprendizaje de habilidades básicas sin

contenido explícito no sólo muestra la eficiencia del conocimiento adquirido de

modo procedimental, sino que señala cómo el conocimiento adquirido en esta


312
D. Bürgin, “Einleitung”, M. Koukkou, M. Leuzinger-Bohleber y W. Mertens (eds.), Erinnerung von
Wirklichkeiten. Psychoanalyse und Neurowissenschaften im Dialog. Band II: Folgerung für die
psychoanalytische Praxis, Stuttgart, 1998, pp. 23-4.
313
R. Sun, E. Merrill y T. Peterson, “From implicit skills to explicit knowledge: a bottom-up model of skill
learning”, Cognitive Science, 25, 2001, pp. 203-244.
modalidad, su implementación, no requiere de conocimiento explícito. CLARION se

basa en dos niveles de procesamiento, uno simbólico y otro subsimbólico o

distribuido (conexionista), que incluso pueden competir entre ellos, avalando un

posible modelo conflictual de la mente con semejanzas con el modelo

interhemisférico. Una vez adquirida una determinada habilidad, la verbalización

permite atraer la atención hacia ciertos aspectos para mejorar la performance.314

En psicoanálisis se produciría, de modo similar, la existencia de ciertos

patrones aprendidos de modo implícito cuya verbalización o producción, mediante

la intervención del analista, permitiría desarrollar un conocimiento explícito que

modificaría el aprendizaje previo en forma de automatismos y patrones recurrentes.

En el modelo CLARION ésto sucede de forma similar.

El sujeto al comienzo acometía (performed) las tareas de modo “instintivo”, sin


apercepción consciente de ninguna regla o estrategia particular. Gradualmente, al
“darse cuenta” (realize), y observar luego los resultados, el sujeto era capaz de
representarse (figure out) las reglas de acción explícitamente.315

La performance de ciertas rutinas puede producirse sin ningún obstáculo, pese

a la falta de explicitación de su contenido. Existiría una brecha entre la

performance, como habilidad inferior, enactuada, y la capacidad superior de dar

cuenta de las instrucciones seguidas o competencia.

Los estudios de Reber muestran a este respecto la capacidad que poseen las

personas de generar respuestas sobre cierta serie de pistas (cues) y su

314
“Uno podría argüir que si un modelo de un sólo nivel puede dar cuenta de los datos (potencialmente),
entonces no hay necesidad para un segundo nivel. Nuestra visión es diferente: Intuitivamente y de acuerdo con el
sentido común existe una distinción entre pensamiento implícito y explícito (o, aproximadamente, procesos
conscientes e inconscientes). Más aún, existen diversos argumentos filosóficos y psicológicos que avalan este
punto. La mejor explicación para esta distición bien establecida es, por naturaleza, un sistema que posea estos
dos componentes correspondientes, antes que un sistema que se encuentre constreñido a implementar ambos
tipos de conocimiento en una arquitectura de un solo nivel,” ibid., p. 231.
315
Ibid., p. 226.
incapacidad de detectar las reglas subyacentes a la serie de respuestas, el

mecanismo procedimental del cual el sujeto no tiene conciencia pero que aplica en

su elección. “No es conocimiento simbólico, la información codificada de modo

procedimental no está en representación de otra cosa... El conocimiento

declarativo puede ser recordado, el conocimiento procedimental sólo puede ser

actuado”316 Se trata de un concepto amplio de memoria, relacionado con la

incorporación de la mente, que ha de englobar no sólo la rememoración simbólica,

sino motora, como era el caso del acting-out, “...el analizado no recuerda nada de

lo olvidado y reprimido sino que actúa. Lo reproduce, no como recuerdo, sino como

hecho, lo repite sin saber, naturalmente que lo repite.”317

A lo largo del propio discurrir de Freud se produce un cambio en su

comprensión del recuerdo. Paulatinamente se va deshaciendo de la metáfora

arqueológica de la memoria, según la cual se debería ir desenterrando una serie de

recuerdos de la más tierna infancia, y se tiende hacia una posición más

constructiva, más activa, que no atiende necesariamente a una realidad

efectivamente experimentada. En su obra tardía, Construcción en el Análisis,318

reconstrucción no equivale ya tanto al primigenio concepto de reedición, que

conllevaba la enmienda y adición, sino la labor activa en el propio hecho de

recordar, que deja de relacionarse con un pasado real para pasar a depender de la

intervención propia del analista.

316
R.B. Clyman, “The Procedural Organization of Emotions: A Contribution From Cognitive Science To The
Psychoanalytic Theory Of Therapeutic Action”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 39
(Suplemento), 1991, p. 352.
317
S. Freud, Erinnern, Wiederholen und Durcharbeiten, op. cit., pp. 209-210. Posteriormente comenta, “por
ejemplo: el analizado no cuenta el hecho de acordarse que era terco e incrédulo frente a la autoridad de sus
padres, sino se comporta de esa forma frente al médico,” ibid.
318
S. Freud, Konstruktion in der Analyse, Sta., Ergänzungsband,
Mediante esta nueva teoría de la memoria nos parece que la investigación

psicoanalítica clínica de los últimos años ha recibido un apoyo interdisciplinar ya

que se postula cada vez más radicalmente que el cambio terapéutico no sucede

sólo como la exposición de traumas de la primera infancia (metáfora arqueológica),

a través de la 'pura comprensión en la cabeza del analizado', sino que la

elaboración en la relación de transferencia con el analista (incluida las experiencias

sensomotoras-afectivas en la interacción terapéutica), esto es la ‘resonancia

corporal’ entre dos personas, es lo fundamental.319

El sistema nervioso no se encarga tanto de absorber el caudal de información

que proviene de su medio como de generar un modelo y analizar la información de

acuerdo con dicho modelo.320 El estímulo se amolda a la experiencia almacenada,

se aplana e interpreta la realidad de acuerdo con las expectativas del sujeto, dando

lugar a los denominados patrones de expectativa, prototipos o representaciones

de interacciones generalizadas (RIGs), modos, en definitiva, de relacionarse.321 Los

neuróticos sufrían, según Freud, de transferencias, de sus interacciones con sus

semejantes, y esto se juega, según Lacan, al nivel de la identificación. “El

319
M. Leuzinger-Bohleber, R. Pfeifer y K. Röckerath, “Wo bleibt das gedächtnis? Psychoanalyse und Embodied
Cognitive Science im Dialog”, M. Koukkou, M. Leuzinger-Bohleber y W. Mertens (eds.), op. cit., p. 580. “Se
trata de modificar al inconsciente en múltiples niveles: en las creencias matrices pasionales, pero también en las
formas de reaccionar a nivel afectivo, a nivel neurovegetativo, a nivel de mecanismos anteriores a la proyección,
a la represión, a la negación, como son la desconexión del entorno, el bloqueo emocional, la desactivación
parcial del desear, incluso el intentar suspender -a veces exitosamente- la actividad mental…” H. Bleichmar, “El
cambio terapéutico a la luz de los conocimientos actuales sobre la memoria y los múltiples procesamientos
inconscientes,” Aperturas Psicoanalíticas, http://www.aperturas.org/9bleichmar.html La memoria pierde su
carácter esencialista, así como su aparente carácter unitario como proceso, para dar lugar a una comprensión más
amplia. La variabilidad constante y el cambio incesante a nivel micro ha de permitir una estabilidad de las
representaciones y del lugar del sujeto en el mundo, del nivel molar. La memoria sería la “...capacidad definida
de organizar procesos neurológicos poniendo en relación de forma análoga apercepción y movimientos,
coordinándolos conjuntamente y de esta forma recategorizándolos, tal como ocurrió en situaciones previas. De
esta forma se entiende la memoria en las embodied cognitive science, como un proceso activo y creativo del
organismo en su conjunto, relativo a procesos de coordinación sensomotores-afectivos y puestos así en relaciones
'automáticas', procesos de recategorización en continua adaptación.” W.J. Clancey, “The frame-of-reference
problem in the design of intelligent machines”, K. van Lehn (ed.), Architectures for Intelligence, Nueva Jersey,
1991, p. 253.
320
R. Pally, “Non-Conscious Prediction and a Role for Consciousness in Correcting Prediction Errors,” Cortex
(en prensa). Cf. R.R. Hassi, J.S. Huleman, J.A. Bargh, The Cognitive Unconscious, Oxford, 2004.
321
D. Stern, El mundo interpersonal del infante, México, 1991.
psicoanálisis ha sostenido ampliamente cómo el modo en que una madre y su hijo

interactúan crea en la mente del niño la primera representación interna, no sólo de

otra persona, sino de una interacción, de una relación. Esta representación inicial

de personas y relaciones se cree crítica para el subsiguiente desarrollo psicológico

del niño.”322 En otros mamíferos existe igualmente un vínculo directa entre la

relación con la madre y la constitución psicológica con bases neurológicas, por

ejemplo la fortaleza a factores estresantes.323

Interiorizar una posición subjetiva supone un modelo de interrelación que es

reproducido de modo autónomo por el sujeto mediante su forma de categorizar y

comprender el medio y sus patrones de activación neurovegetativos, de enactuar

en éste, dando lugar, por ejemplo, a la experiencia fenomenológica de sentimientos

de culpa o inhibiciones. Cuando me dirijo a alguien actúo, hasta cierto punto, con

referencia a alguien subsumido según Lacan. Lo que muestran las ciencias

cognitivas y la neurociencia es que ello no podría ser de otra manera, pues las

modalidades de interrelación modifican nuestras respuestas como organismo, lo

que se denomina un episodio o expectativa personal, “una sucesión conocida e

invariante de sucesos es almacenada como representación del acontecimiento.”324

Suponen, pues, ciertos formatos no simbólicos de experiencia, como estados de

excitación, evitación, o respuestas motoras incontroladas, tales como son

formulados mediante los esquemas de estar con otro de cierto modo (schema-of-

being-with-another-in-a-certain-way).325
322
E.R. Kandel, “Biology and the future of psychoanalysis: A new intellectual framework for psychiatry
revisited”, American Journal of Psychiatry, 156(4), 1999, p. 513.
323
D. Liu, J. Diorio, B. Tannenbaum, C. Caldji, D. Francis, A. Freedman, S. Sharma, D. Pearson, P.M. Plotsky,
M.J. Meaney, “Maternal care, hippocampal glucocorticoid receptors, and hypothalamic- pituitary-adrenal
responses to stress”, Science, 277, 1997, pp. 1659–1662. P.M. Plotsky y M.J. Meaney, “Early, postnatal
experience alters hypothalamic corticotropin-releasing factor (CRF) mRNA, median eminence CRF content and
stress-induced release in adult rats”, Brain Research, 18, 1993, pp. 195–200.
324
L. Köhler, “Einführung in die Entstehung des Gedächtnisses”, M. Koukkou, M. Leuzinger-Bohleber y W.
Mertens (eds.), op. cit., p. 162.
325
D. Stern, The Motherhood Constellation. A Unified View of Parent-Infant Psychotherapy, Nueva York, 1995.
Los estudios en psicología evolutiva muestran cómo los niños pequeños se

guían más por las recurrencias que acontecen a su alrededor que por las

diferencias, de tal modo que una vez un acontecimiento puede ser asignado a un

determinado script, se añade a éste y no podrá ser reconstruido de forma

individual.326 El recién nacido y sus cuidadores conforman un sistema dinámico en

el que el recién nacido no posee una autonomía suficiente y es, por tanto, un

organismo dependiente. Hasta la maduración de las facultades cognitivas, las

interacciones con sus cuidadores implican la formación de modelos y pautas de

conducta adaptadas a ese medio intersubjetivo que se interiorizan y se vuelven

subjetivas cuando este subsistema se desprende del sistema en el que se

encontraba insito. El modelo conflictual freudiano posee precisamente la virtud de

ver al paciente no como una unidad, sino como una relación asimétrica, como

soporte de relaciones.

Lo que ha hecho la psicología cognitiva desvirtúa el inconsciente dinámico en

la medida en que lo ensancha. El inconsciente freudiano es sólo aquella parte del

procesamiento procedimental de respuestas adquiridas en las que se ha disociado

representación o procesamiento consciente y emoción o procesamiento

inconsciente, y dicha disociación viene acompañada de cierta experiencia de

malestar por parte del sujeto. Lo que consigue la transferencia es salvar el

obstáculo que separa el conocimiento explícito (saber) de los mecanismos

subcorticales estables (sentir). Consigue tender un puente entre dos tipos de

información que son capaces de alterar las modalidades más básicas de

procesamiento de información que se han vuelto automáticas, sin la 'conciencia' del

sujeto.

326
R. Fivush y N. Hammond, “Event knowledge: Structure, function and development”, K. Nelson (ed.), The
Acquisition and Development of Script, Nueva Jersey, 1986.
Figura 2.5. Pedro Pablo Picasso - Estudio de un toro. ¿Qué es un toro? ¿Cuáles son sus rasgos
esenciales? Picasso consigue en su estudio llegar a los trazos mínimos identificativos del animal.
Aquellos que lo hacen reconocible, extrayendo lo que durante largo tiempo se denominó ‘forma’, su
modelo básico, los caracteres que permiten su reconocimiento, su asignación a una categoría.
2.2. Categorización

Si, como mostrábamos, la percepción es un proceso activo del organismo,

ésta sólo comporta una primera etapa dentro del recorrido de la información

procesada que puede no superar esta fase, pudiendo dar lugar a una percepción

sin cognición. La agnosia es una alteración que conlleva la incapacidad de

reconocer objetos sin haber ninguna falla en el sistema perceptivo, es un defecto

en la traslación de los datos sensoriales a la aprehensión del significado.

En general, no obstante, nuestra percepción suele estar de hecho

condicionada por nuestra cognición, es decir, normalmente percibimos de acuerdo

con categorías. Al identificar los colores del arco iris, donde se produce una

gradación de un color a otro tendemos a percibir los colores en su estado puro, sin

gradación, de acuerdo con una división estricta, categórica. Este tipo de percepción

mediada produce de hecho una distorsión o desarreglo entre la realidad y la

experiencia fenomenológica del sujeto.

Categorización y percepción se pueden entender como un proceso conjunto.

La percepción, sometida a mecanismos evolutivos de adaptación, ha de estar

relacionada con ciertas formas de categorización y acción.327 Barsalou entiende los

conceptos como símbolos perceptuales ya instalados, como filtros en el mismo

proceso de percepción, determinando incluso la activación de aspectos motores

inmediatos en dicho proceso.328 Se elimina la separación clásica entre diversos

procesos, la percepción actuaría ya imbricada con ciertas respuestas y el propio

organismo adaptaría el input sensorial a los rasgos determinantes de cierto


327
M. Borghi, “Objects, Concepts and Actions,” D. Peecher y R. Zwaan, The Grounding of Cognition: The role
of perception and action in memory, language and thinking, Cambridge, 2005.
328
A. Berthoz, Le sens du movement, París, 1997. De acuerdo con Edelman “La categorización no ocurre de
acuerdo a un programa de ordenador en un área sensorial que luego ejecuta un programa para producir un
determinado output motor. En vez de así, la actividad sensorimotora sobre el mapeado completo selecciona los
grupos neuronales que ofrecen un output apropiado o comportamiento, resultado en categorización,” G.M.
Edelman, Bright Air,Brilliant Fire: On the Matter of the Mind, Nueva York, 1990, pp. 89-90.
concepto. Así una representación disposicional contendría los patrones de

activación neural correpondientes al encuentro con un objeto conocido. Nuestro

conocimiento consistiría en dichas representaciones disposicionales que pueden

localizarse en diversos módulos cerebrales.329

La transferencia, como reeducación de ciertos patrones, pasaría por el filtro de

los conceptos, asociados a modalidades de activación y preparación para la

acción. El resultado de la terapia analítica es un cambio de los procesos mentales

del paciente en su interacción con su medio. La teoría freudiana mantenía una

formación del sujeto dividida en una serie de procesos o instancias a lo largo de

sus dos tópicas.330 Algunas de estas instancias no serían accesibles directamente

–inconsciente, ello- y otras se desarrollarían mediante el aprendizaje –consciente,

superyo, yo-. En los casos clínicos podríamos observar una serie de traumas o

síntomas, adaptaciones disfuncionales, que la terapia se encargaría de mostrar y

resolver. En primer lugar se procuraría la emergencia a niveles accesibles,

simbólicos, de la mayor cantidad de material posible, de los recuerdos que

posibilitan el desvelamiento del aprendizaje maladaptativo y, posteriormente, se

conseguiría una reinscripción. Éstos serían los dos procesos que dirigirían la cura:

emergencia y rehabilitación, recuperación y reconsolidación.

La categorización como proceso cognitivo conlleva la limitación y

racionalización del ámbito de la experiencia. En este sentido, produce un efecto


329
A.R. Damasio, op. cit., pp. 102 ss. “ ...las propias cortezas prefrontales representan categorizaciones de las
situaciones en las que el organismo se ha visto implicado, clasificaciones de las contingencias de nuestra
experiencia en la vida real. Lo que esto significa es que las redes prefontrales establecen representaciones
disposicionales para determinadas combinaciones de cosas y acontecimientos, en nuestra experiencia individual,
según la relevancia personal de tales cosas y experiencias,” ibid., p. 173. Damasio sostiene así mismo la primacía
de las imágenes en el procesamiento mental.
330
La primera tópica se articulaba alrededor de la Traumdeutung (1900), en la primera fase de su desarrollo,
diferenciando una instancia consciente e inconsciente y una preconsciente donde los recuerdos reprimidos –
inconscientes- podían vincularse de nuevo con la conciencia y vencer la represión. La segunda tópica que se
desarrolla a partir de Das Ich und das Es (1923), la última fase en nuestro esquema, reconoce una instancia
pulsional regida por el principio del placer, denominada Ello, el superyo como conjunto de normas y
prohibiciones y el yo como instancia mediadora de éstas dos con la realidad.
limitativo que reduce la cantidad de información a procesar. La generación de

categorías comporta la obtención de un conocimiento a priori, previo a nuestra

relación con un objeto nuevo, ampliando nuestra capacidad de hacer juicios acerca

de acontecimientos futuros, de prever patrones conductuales y de adaptarnos a

tales expectativas. Los conceptos son el medio de acumular este aprendizaje y

reutilizarlo. Los conceptos no son, como venía entendiendo la concepción

heredada dentro de esta disciplina, un simple producto lingüístico, sino que

suponen un fenómeno cognitivo general, “los conceptos son simplemente las cosas

que son evocadas por nuestros sistemas perceptivos y que controlan nuestras

acciones,”331 poseen no sólo relevancia en el procesamiento de la información

sensorial sino que también rigen, en función de dicho proceso, la conducta. De ahí

su relevancia para evaluar la transferencia pues producen una modulación de las

acciones con que respondemos a ciertos estímulos. Esta sería una de las

diferencias básicas con el conductismo, que elimina el eslabón idiosincrásico que

relaciona sensación y cognición y lo reduce a simple causalidad comportamental.

El psicoanálisis resalta precisamente este eslabón cognitivo cuya modificación

conlleva efectos comportamentales.

Intuitivamente podemos entender una categoría como un grupo de elementos

con ciertos rasgos comunes, en términos extensionales, como conjunto de objetos

pertenecientes a una misma especie o composición. El concepto, por su parte,

remitiría al proceso mental de atribución de contenido a dicho conjunto conforme a

ciertos rasgos salientes. Se trata de una noción de tipo intensional que otorga,

mediante una serie de descriptores, una definición genérica y probabilística de

dicho conjunto. Categoría y concepto vendrían a ser las dos caras de un mismo

331
G.L. Murphy, The Big Book of Concepts, Massachusetts, 2002, p. 429.
suceder, a nivel real y mental. Siguiendo con este razonamiento y a modo de

ejemplo la categoría ‘Perro’ agrupa al género canino en función de ciertos atributos

biológicos y genéticos,332 mientras que el concepto ‘Perro’ apunta a una serie de

situaciones aprendidas en las que un sujeto puede atribuir dicho concepto a un

determinado objeto; supone un repertorio de acciones y preparaciones para la

interacción con el objeto.

Clásicamente se venía entendiendo la categorización como un proceso en el

que se definían las propiedades de un grupo de objetos333 de tal manera que,

conociendo esta serie de características necesarias, podíamos asignar, sin lugar a

duda, un objeto a dicha categoría; categoría era igual a definición. Los modelos

actuales entienden, dentro de un ideal amodal descentralizado de procesamiento,

la categorización como coordinación de activaciones.

El modo en que se obtiene la categorización de un estímulo se puede comprender


mejor mediante una analogía. Imagine, por ejemplo, un grupo de músicos, digamos
un cuarteto de cuerda. A medida que cada miembro del cuarteto toca su
instrumento individual envía y recibe de sus compañeros señales acerca del
sonido, volumen, ritmo, acento, y calidad tonal de la música. Cada músico lleva un
diálogo individual con los otros músicos, creando juntos un sonido en un momento
dado. No hay director, no hay orden central. Así también en el cerebro las
interacciones locales entre los mapas del cerebro, su comunicación mediante un
intercambio de señales, crea una respuesta coherente respecto a un estímulo. La
respuesta al estímulo no está predeterminada; interacciones locales entre
diferentes parte del cerebro dan coherencia a la respuesta. Al igual que la forma y
sonido general de la ejecución del cuarteto es creada por los diversos sonidos de
un momento a otro, así también las categorizaciones emergen de la conexión que
hace el cerebro entre una respuesta coherente y otra.334

332
Esto siempre que nos atengamos a la existencia de clases naturales, si bien hay autores que niegan la
existencia de dichas clases haciendo mención a que estos organismos, productos biológicos de una evolución sin
objetivo o finalidad alguna, no deben obtener una diferenciación con respecto a otro tipos de seres, instrumentos
u objetos, pues éstos son en sí objetos de un desarrollo en ausencia de intencionalidad alguna.
333
Desde las Categorías de Aristóteles. Una de las críticas más importantes a este enfoque es su logicismo, al
basarse en la idea de inclusión en términos conjuntivistas.
334
I. Rosenfield, The Strange, Familiar, and Forgotten: An Anatomy of Consciousness, Nueva York, 1992, p. 83.
En los últimos treinta años, la visión clásica acerca de la categorización ha

venido siendo puesta en tela de juicio por los resultados experimentales obtenidos

en psicología cognitiva y otro tipo de nociones teóricas han ido ocupando su lugar.

En especial las teorías de prototipos y las teorías de ejemplares, los dos modelos

más influyentes, han conseguido salvar una serie de debilidades observadas en la

concepción clásica. La teoría de prototipos asocia una serie de propiedades con

una categoría dada, mientras que la teoría de ejemplares atiende a individuos

específicos que resultan paradigmáticos dentro de la categoría. En especial el

modelo de prototipos es, frente a la concepción clásica de las categorías,

estructural. Se sustenta en un análisis de los conceptos como entramados de

propiedades que se solapan y se refieren mútuamente formando redes, frente a la

articulación más bien conjuntista de la teoría clásica. Los conceptos forman redes

de conocimiento y suponen teorías acerca del mundo,335 en este sentido no

podemos decir que sean inocentes, muy al contrario, cada organismo posee

experiencias diversas de su entorno y las agrupa de modo peculiar, nuestro

conocimiento estaría mediado por nuestra experiencia previa (knowledge-driven).

En conjunto estos resultados ponen a prueba la idea de un concepto como una


descripción general usada una y otra vez en diversas situaciones. En cambio los
conceptos aparecen como una capacidad o habilidad para construir
representaciones específicas que sostengan cursos diferentes de acción situada.
Dado que un concepto produce una amplia variedad de conceptualizaciones
situadas surge la variabilidad sustancial de su representación.336

335
Esta articulación no parece tan alejada de la idea lacaniana de que un significante representa a un sujeto para
otro significante en el sentido que la relación entre significantes, nuestra modalidad de categorizar es
idiosincrásica y somos, en definitiva, lo que pone en relación nuestros conceptos de forma singular, una modo de
agrupar y dar sentido a la experiencia.
336
L.W. Barsalou, “Situated Conceptualization”, H. Cohen y C. Lefebvre (eds.), Handbook of categorization in
cognitive sciences, (en prensa).
¿Cómo se produce la transferencia en el sentido de asumir el analista

características que le permiten al analizante modificar su posición subjetiva, alterar

su cognición y su comportamiento? Los análisis del fenómeno de la categorización

nos permiten explicar parcialmente este mecanismo en tanto los modos

idiosincrásicos de relacionarse con el medio están mediados por nuestros

conceptos, por nuestra forma de procesar y agrupar la experiencia nueva en

función de la experiencia previa. Utilizando la noción de categorización impura,

conforme a la teoría de conjuntos difusos, mediante la atribución discreta de un

elemento a un conjunto,337 podemos dar respuesta no sólo a la transferencia

analítica, sino también a la bien documentada transferencia no analítica: a la

transferencia como mecanismo general que se activa en mayor o menor medida en

nuestros encuentros habituales y que conforma nuestras modalidades de

comportamiento.

Una amplia bibliografía en el campo de la psicología social cognitiva,

conducida especialmente por Susan Anderson y sus colaboradores, avala la idea

de que la similitud de personas desconocidas con ‘otros significantes’ produce

reacciones emocionales idénticas a las existentes con los otros significantes,

aquellas que hemos aprendido. Así se pone de manifiesto porqué repetimos

patrones de conducta en función de esquemas preexistentes, de cómo las

relaciones presentes son filtradas por nuestras categorizaciones y modelos

relaciones pasadas,338 cómo se internalizan relaciones de objeto y su relación con


337
Cf. los trabajos de L.A. Zadeh, “Fuzzy Sets”, Information Control, 8, 1965, pp. 338-53, L.A. Zadeh, “Fuzzy
sets as a basis for a theory of probabality”, Fuzzy Sets and Systems, 1, 1978, pp. 3-28.
338
M.S. Berk y S.M. Andersen, “The impact of past relationships on interpersonal behavior: Behavioral
confirmation in the social-cognitive process of transference”, Journal of Personality and Social Psychology, 79,
2000, pp. 546-562. A. Baum y S.M. Andersen, “Interpersonal roles in transference: Transient mood states under
the condition of significant-other activation”, Social Cognition, 17, 1999, pp. 161-185. N.S. Glassman y S.M.
Andersen, “Activating transference without consciousness: Using significant-other representations to go beyond
subliminally given information”, Journal of Personality and Social Psychology, 77, 1999, 1146-1162. N.S.
Glassman y S.M. Andersen, “Transference in social cognition: Persistence and exacerbation of significant-other
la posición subjetiva, con la representación subjetiva de la relación afectiva de uno

con los otros.339

Otro aspecto importante es la modalidad en que los conceptos son

almacenados. Si bien la teoría freudiana trabaja con representaciones crudas como

unidades básicas, un análisis más sutil remitiría a formas de interacción con el

medio, más que a una transducción directa de las representaciones de acuerdo

con un modelo asociacionista puro. Así el contenido representacional emerge a

partir de la propia acción potencial.340

El desarrollo del resto de esta sección hará referencia a estas recientes teorías

e intentará emplear sus contribuciones en la elucidación de las proposiciones

psicoanalíticas explicando, en primer lugar, la formación del primer modelo básico

de conducta e interacción y su influencia en la percepción cotidiana y,

posteriormente, la figura del analista como privilegiado lugar de actualización y

reeducación de dichas tendencias (transferencia y neurosis de transferencia).

Como señalábamos en la primera parte, en su estancia en la Salpêtrière,

Freud ya se habría topado directamente con el fenómeno de la categorización al

observar cómo Charcot conseguía recrear síntomas histéricos mediante la hipnosis

y cómo dichos síntomas se distribuían en función de la concepción habitual del

cuerpo antes que de acuerdo con una noción estrictamente fisiológica. Es decir, los

síntomas eran fenómenos ideacionales, formados en la mente del paciente, no

estríctamente fisiológicos.341 De ahí que la demarcación entre lo puramente

based inferences over time”, Cognitive Therapy and Research, 23, 1999, pp. 75-91. S.M. Andersen y M.S. Berk,
“The social-cognitive model of transference: Experiencing past relationships in the present”, Current Directions
in Psychological Science, 7, 1998, pp. 1-7.
339
M.J. Horowitz, Introduction to Psychodynamics: From Conflict to Character, Nueva York, 1998.
340
M.H. Bickhard y J. Chambers, “The Influence of Early Experience on Personality Development,” New Ideas
in Psychology, 12, 1994.
341
En este sentido resulta interesante los estudios de J.A. Gray y su propuesta de un Sistema Nervioso
Conceptual (CNS) que contendría información comportamental. Cf. J.A. Gray, The psychology of fear and
stress, Londres, 1971. Por otro lado también podemos entenderlo como incorporación conceptual e
somático y lo mental ya no se basava en una teoría preepistémica como en el caso

del exorcismo, sino que se podía formular en sintonía con los postulados de la

ciencia, de una nueva ciencia, la psicología, que tratase objetivamente, desde la

perspectiva de un tercero, la manera que tienen las personas de conceptualizar el

mundo, de entenderlo y de relacionarse con él. La correspondencia entre el

sistema perceptivo y la categorización, y la posibilidad de tratar ambos sistemas

como uno sólo342 ya había sido propuesta por von Helmholtz, escuela en la que

Freud daba sus primeros pasos como neurólogo.

incorporaicón ha de remitir a cierto reflejo en el sistema nervioso, mostrando de nuevo la absurda separación
cuerpo-mente, fisiología-conceptualización.
342
P.G. Schyns, “Diagnostic recognition: Task constraints, object information, and their interactions”, Cognition,
67, 1998, pp. 147-179. En otro artículo comenta Schyns, “si la reducción dimensional fuera una parte integral del
mecanismo de aprendizaje de categorías, individuos con diferentes historias en su categorización podrían
adquirir diversos medios para analizar y organizar perceptivamente materiales idénticos. Debido a que estos
análisis perceptivos son los materiales disponibles para los procesos de categorización, estos últimos no podrían
ser entendidos sin una amplia comprensión de los primeros,” P.G. Schyns y L. Rodet, “Categorization creates
functional features”, Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition, 23, 1997, p. 684.
2.2.1. Repetición y categorización

La categorización como fenómeno cognitivo, tal como sosteníamos, somete a

regularidad la serie de inputs que percibimos en forma de objetos y eventos. De

esta manera se vuelve manejable el flujo incesante de información que llega a los

sentidos y se selecciona aquella que nos es útil en nuestra interacción con el

medio. Esta regularización se correspondería, en términos psicoanalíticos, con la

repetición. En aras de la economía computacional, se homogeneizan las

percepciones, siendo verificadas en la memoria, donde se almacenan objetos y

experiencias similares y se activan los mecanismos más adecuados de respuesta

en función de experiencias almacenadas previas. “Para minimizar el esfuerzo, el

cerebro no analiza cada detalle de un patrón sino que lleva a cabo una rápida

evaluación simplemente de los detalles suficientes para encontrar una 'coincidencia

(match) suficientemente buena'.”343 Así se afirma la existencia de una 'primacía de

la repetición' (repetition priming), un tipo de memoria que hace que se reduzca la

actividad neural, primando patrones adquiridos de respuesta.344 Dicho priming

permite identificar un objeto previamente reconocido, hace que el organismo 'repita'

en el sentido de no procesar una situación con todos los recursos cognitivos, sino

simplemente asimilando y, de esta forma, haciendo prevalecer cierta información

adquirida, reduciendo la actividad cortical y siendo así más eficiente, activando

asociaciones de tipo estímulo-respuesta aprendidas antes que analizar con detalle

el estímulo.345
343
R. Pally, “II: How the Brain Actively Constructs Perception”, International Journal of Psychoanalysis, 78,
1997, p. 1025.
344
G.S. Wig, S.T. Grafton, K.E. Demos y W.M. Kelley, “Reductions in neural activity underlie behavioral
components of repetition priming”, Nature Neuroscience, 8, 2005, pp. 1228-1233. Efectivamente a medida que la
identificación del objeto se vuelve precisa la actividad neural va disminuyendo cf. A. Martin y S.J. Gotts,
“Making the causal link: frontal cortex activity and repetition priming”, Nature Neuroscience, 8, 2005, pp. 1134-
1135.
345
D.L. Schacter, I.G. Dobbins, y D.M. Schnyer, “Specificity of priming: a cognitive neuroscience perspective”,
Nature Reviews Neuroscience, 5, 2004, pp. 853-862.
Esto conduce a la existencia de sesgos, en especial el de confirmación que

determina la coincidencia con experiencias previas. De modo similar actuaría la

transferencia. El carácter repetitivo de la transferencia ha sido relacionado, dentro

de la teoría piagetiana, con el aspecto asimilativo de esquemas que distingue

asimilación y acomodación en función de que el sujeto tienda a asimilar una

determinada situación con sucesos previamente experimentados o trate de

adaptarse a un nuevo evento.346 Según Wachtel, la transferencia es un ejemplo

claro de esta tendencia por la que las expectativas se anteponen a la capacidad de

acomodarse a una nueva experiencia, refiriéndose pues a cierta inflexibilidad

comportamental. La transferencia permitiría nuevas 'provisiones' (affordance),

oportunidades para la interacción en función de nuestra representación del objeto.

Así, por ejemplo, si caminando por la calle vemos una persona que se nos acerca,

y alguien nos llama la atención acerca de que lleva un cuchillo en la mano, la

situación cambia, es experimentada de forma diferente, el cambio en significado de

la situación produce nuevas provisiones.

Existen dos teorías acerca de la categorización, en función de cuál sea su

objeto, por un lado las teorías de eventos y, por otro, las de objetos. Según las

primeras, lo que se categoriza son una serie de circunstancias sin propiedades

gestálticas concretas, prestando especial atención a los rasgos holísticos. Estos

modelos permiten una noción más amplia que las teorías de objetos, admitiendo la

inclusión de elementos como los afectos, que escapan a determinadas

formalizaciones cognitivas como simple resto contextual. Los modelos basados en

eventos dan una respuesta a la transferencia como repetición contextual, “...la

representación de eventos captura lo que es probable que le ocurra a un agente en

346
P.L. Wachtel, “Transference, Schema, and Assimilation: The Relevance of Piaget to the Psychoanalytic
Theory of Transference”, The Annual of Psychoanalysis, 8, 1981, pp. 59-76.
su experiencia. Mientras que los marcos (frames) para individuos capturan lo que

existe en el mundo, los recuerdos de eventos capturan cómo es posible que el

mundo afecte a un agente en un evento dado.”347

La categorización, como forma de comprimir nuestro conocimiento y

relacionarlo con las posibilidades futuras de actuación, está estrechamente ligada

con la repetición. La repetición psicoanalítica la podemos entender como un caso

particular del mecanismo cognitivo subyacente a la categorización, conforme al que

normalizamos la experiencia.

La repetición aparece como proceso transferencial fundamental, en especial

en las últimas obras de Freud y en Lacan. Se trata de un mecanismo global que

impide al neurótico escapar de los esquemas recurrentes en su actuar, conlleva

una inflexibilidad conductual generalizada, ligada a la forma de concebir. La

inflexibilidad en el comportamiento en la neursosis probablemente tenga que ver

con dichos patrones asimilados que unen pensamiento y acción, y que, mediante la

transferencia, han de ser separados para permitir nuevos patrones de

comportamiento. Así autores como Bickhard asimilan psicopatología con

inflexibilidad al cambio, rigidez.348 La incapacidad de corregir ciertas activaciones

modificables para otros sujetos es lo que demarca la psicopatología de la

disfuncionalidad común. La terapia poseería como finalidad la resolución de dicha

rigidez.

La relación con el analista habría de mostrar el carácter pretérito de dicha

experiencia. La activación de un modelo interactivo primigenio y su progresiva

comprensión e interiorización como inadecuado para responder a las nuevas

347
L.W. Barsalou, J. Huttenlocher y K. Lamberts, “Basing categorization on individuals and events”, Cognitive
Psychology, 36, 1998, p. 257.
348
M.H. Bickhard, “The Nature of Psychopathology”, L. Simek-Downing (ed.) International Psychotherapy:
Theories, Research, and Cross-Cultural Implications, Nueva York, 1989.
situaciones, así como la experiencia de nuevas experiencias emocionales,

posibilitan la modificación de la conducta. La transferencia es, tal como entendía

Freud, un mecanismo complejo, permite la recuperación de modelos de actuación

aprendidos (o bien de expectativas frente al otro), para mostrar su carácter

innecesario, su ineficiencia, y producir una nueva codificación.

La repetición propia a la categorización es ‘preatentiva’, no podemos evitar

percibir un objeto y relacionarlo con nuestro conocimiento previo y esto sucede sin

la elección activa por parte del sujeto, de ahí el especial carácter del aprendizaje

analítico, así “ver típicamente conlleva categorizar. Por ejemplo, ver un árbol

conlleva categorizar un aspecto de tu experiencia visual como árbol.” 349


Ver es un

'ver como'. Se separan los aspectos relevantes del mundo exterior y se atribuye su

pertenencia a grupos de los que poseemos experiencia previa para saber cómo

interactuar con ellos, siempre con la finalidad de disponernos a la posible acción

con la consiguiente activación fisiológica. De este modo, cuando percibimos la

presencia de alguien, asignamos a esa figura los rasgos distintivos propios de una

persona, pero estos rasgos no son trascendentales o universales, sino basados en

nuestra propia experiencia acerca de lo que reconocemos como otras personas,

como ‘otro’. Igualmente al ver una manzana podemos representarnos sus

características en función de nuestras interacciones con éstas, su textura, su

dulzura, su color. Si hay formas concretas de interrelación con una manzana,

morderla, tirarla, pelarla, porqué no iban a existir también, de un modo más

complejo, relaciones de objeto, en el sentido de modos fenomenológicos de

representación y relación con nuestros semejantes. “Cuando una situación vista

parcialmente activa una conceptualización situada, la conceptualización completa

349
G. Lakoff, Women, Fire and Dangerous Things, Chicago, 1987 p. 126.
el patrón que sugiere la situación. En la medida en que una conceptualización

situada esté arraigada en la memoria este proceso ocurrirá probablemente con

relativa automaticidad.”350

Este carácter preatentivo conforme al cual nuestras categorías informan

nuestro actuar es lo que se conoce también como conocimiento implícito. Más allá

de las simples creencias materiales erróneas, existe todo un tipo de procesos

preconscientes que involucran un conocimiento tácito. La forma en que codificamos

las categorías atiende a un mecanismo de este tipo, subsimbólico y

correlativamente subconsciente: “lo que llamamos el inconsciente cognitivo es la

totalidad de aquellos mecanismos teóricos cognitivos por encima del nivel neuronal

de los que poseemos suficiente evidencia, pero a los cuales no tenemos acceso

consciente.”351 Lakoff y Johnson, a la hora de caracterizarlo, señalan su eficacia,

intencionalidad, carácter representacional, capacidad generadora de inferencias, su

carácter imaginativo y causal. Así, ontogenéticamente, los primeros procesos son

declarativos, abiertos y controlados; la acumulación de experiencias produce la

categorización de estímulos y patrones recurrentes conductuales frente a dichos

estímulos que posteriormente se vuelven procedimentales, inconscientes, y

cubiertos, y a los cuales se ha de acceder en caso de resultar maladaptativos,

como cuando tras subir una escalera notamos dolor en la espalda.

Dos paradigmas procuran dar cuenta del aprendizaje categorial: las teorías de

aprendizaje basado en la similitud (SBL similarity-based learning) y aquellas

basadas en la explicación (EBL explanation-based learning). Mientras las primeras

entienden que la formación de categorías se produce mediante la abstracción de

350
L.W. Barsalou, “Situated Conceptualization”, op. cit.
351
G. Lakoff y M. Johnson, Philosophy in the Flesh. The Embodied Mind and its Challenge to Western Thought,
Nueva York, 1999, p. 112.
los parecidos entre diversos objetos, las segundas hacen hincapié en la

importancia del conocimiento previo a la hora de aprender nuevas categorías.

Estas últimas propuestas, de más reciente desarrollo, vienen avaladas por ciertos

estudios que han mostrado cómo es posible aprender un modelo (schema) con la

ocurrencia de una sola instancia, siempre que se produzca en un contexto rico en

conocimiento.352 Estos mismos trabajos indican la importancia del contexto en que

se produce una misma instancia, una repetición. Parece que la apreciación de la

repetición depende del contexto en que ocurre.353 Las personas tienden a basar su

aprendizaje categorial en la similitud a falta de un conocimiento previo. Si éste

existe se observa una tendencia a un aprendizaje basado en la explicación,

pudiendo incluso formar una categoría con una sola instancia.

Los objetos tienden a agruparse conforme a valores en una sola dimensión, en

vez de utilizar varias dimensiones. Sin duda en nuestras relaciones con otros, el

afecto como función global de estado, imbricada en los procesos de atención y

ejecución,354 en cuanto fundamento de todo vínculo, desempeñaría un papel

primordial, en tanto es la forma de obtener rápidamente información sobre nuestro

medio. En la transferencia se produce un intercambio del objeto al que se dirigen

las conductas aprendidas, las emociones, respuestas a un medio al cual debemos

proyectar nuestras expectativas en función de nuestra experiencia. La elaboración,

el trabajo situado con el analista, permitiría modificar dichas expectativas.

Ahn y Medin han formulado un modelo en dos etapas que sometería la

categorización en una primera fase a un análisis de similitud unidimensional. El

352
W. Ahn, W. Brewer y R. Mooney, “Schema Acquisition from a single example”, Journal of Experimental
Psychology: Learning, Memory and Cognition, 18, 1992, pp. 391-412.
353
Ibid., p. 402.
354
J. Panksepp, op. cit..
llamado sesgo de unidimensionalidad actuaría en una primera criba de objetos.355

Posteriormente, los objetos no asignados a ninguna categoría de acuerdo con esta

selección serían adscritos a las categorías según su similitud general o aire de

familia. Este modelo ha sido verificado en contextos pobres en conocimiento.

El hecho de que un estímulo repetido, presentado múltiples veces, posea

mayor capacidad predictiva y moldeadora de la experiencia a la hora de categorizar

está ampliamente documentado.356 Así la tipicidad de un individuo o evento es

correlativo con su recurrencia, es lo que se denomina la robustez de la

representación. De acuerdo con este principio de categorización, “...la información

procesada más frecuentemente para un individuo debe hacerse más disponible en

su red, constituyendo un estereotipo emergente.”357 El aprendizaje de un modelo

de interacción típico y sobresaliente ha de prevalecer en el posterior procesamiento

y experiencia del sujeto. Igualmente hay evidencia de que, tras haber recabado de

la memoria un ejemplar inadecuado, es difícil impedir su aparición, causando

respuestas incorrectas.358

Desde una perspectiva neurológica los objetos familiares, aquéllos que

exhiben un alto grado de robustez por su recurrencia, parecen ser procesados de

forma más eficiente que los objetos nuevos, reduciéndose las respuestas de

355
W. Ahn y D.L. Medin, “A two-stage model of category construction”, Cognitive Science, 16, 1992, pp. 81-
121.
356
L.W. Barsalou, “Ideals, central tendency, and frequency of instantiation as determinants of graded structure in
categories”, Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition, 11, 1985, pp. 629-654,
R.M. Nosofsky, “Similarity, frequency, and category representations”, Journal of Experimental Psychology:
Learning, Memory and Cognition, 14, 1988, pp. 54-65, L.J. Rips, “Similarity, tipicality and categorization”, S.
Vosniadou y A. Ortony (eds.), Similarity and Analogical Reasoning, Cambridge, 1989.
357
L.W. Barsalou, J. Huttenlocher y K. Lamberts, op. cit., p. 254. “La incapacidad de inhibir este individuo
podría interferir con la posterior muestra de individuos así como con la capacidad de procesar individuos
recuperados adecuadamente,” ibid.
358
A este respecto se ha formulado la existencia de un efecto abanico (fan effect), se trata “...(d)el efecto de
repetir un valor en una dimensión para múltiples individuos u objetos. La memoria para objetos específicos es
dañada por una característica repetida en múltiples objetos. De otro lado, si la característica es asociada
consistentemente con una categoría, la categorización se ve reforzada cuando la característica se repite.” J.R.
Anderson, “The adaptative nature of human categorization”, Psychological Review, 98, 1991, p. 426.
células del córtex inferotemporal (IT), lo que aumentaría la simplicidad y economía

del proceso.359 Se produce una recurrencia de estímulos que es computada de

forma económica,360 evitando la carga computacional, haciendo uso de esquemas

prototípicos, produciendo automatismos a nivel de conducta. Se moldea la realidad

reduciendo su exceso de información en favor de una capacidad de inducción a

partir de ejemplos precedentes con pregnancia por producirse en una etapa en la

que se posee un menor conocimiento de estos ejemplares y en la que la ductilidad

cognitiva es máxima, lo que se denominan ventanas de aprendizaje.

Podemos afirmar que la repetición psicoanalítica, como fenómeno conductual

general, y la categorización como forma de modelar el mundo, someten los

acontecimientos a una regularidad, hacen discreto lo continuo. Este es el punto de

partida de nuestra comparación de las teorías cognitivas y psicoanalíticas, en la

normalización de la conducta mediante patrones, repetir y categorizar hacen

referencia al mismo proceso mental. Como comentaba Helmholtz, “para conocer un

objeto le imponemos inconscientemente sobre las causas desconocidas de su

sensación, cualidades que existen en nuestros recuerdos.”361

La transferencia se sitúa en la delgada línea que separa los mecanismos

mnésicos y categoriales a nivel cognitivo. La memoria permite la recuperación, de

las características de un objeto conocido mientras que la categorización activa las

características generales de un conjunto al encontrarnos con un objeto que

pertenece a dicho grupo con un alto grado de probabilidad.

359
H. op de Beek, Shape representation and categorization in humans and monkeys, Lovaina, 2003, señala la
‘implausibilidad perceptiva’ de las actuales teorías de la categorización y la necesidad de una integración de
ambas.
360
El principio de simplicidad aplicado al aprendizaje de categorías no supervisadas señala como “...la mejor
explicación de un grupo de datos –información- (p. ej. patrones de input sensorial de un grupo de objetos)
corresponde con la descripción más corta que codifica esa información” E.M. Pothos y N. Charter, “A simplicity
principle in unsupervised human categorization”, Cognitive Science, 26, 2002, p. 335.
361
Cit. en G. J. Makari, op. cit., p. 561.
2.2.2. Introyección. Modelo básico de interacción

La idea de tipicidad señala el grado de adecuación de un objeto a una

categoría, su centralidad en relación a otros objetos de la misma categoría. Habría

objetos que poseen las características más representativas de un grupo son, por

así decirlo, prototípicos, ejemplares significativamente salientes dentro del

conjunto. En términos de la teoría de conjuntos difusos poseerían un valor de

pertenencia al grupo tendente a uno. La categorización no se produce conforme a

la noción tradicional, de acuerdo con la que la inclusión en un grupo ha de seguir

una estricta lógica bivalente, conforme al cumplimiento de ciertas características

definicionales de dicho grupo.362 Bajo el auspicio de esta concepción heredada,

cualquier objeto que posea ciertas propiedades críticas será un miembro más de la

categoría, con lo que al referirnos a la categoría ‘mamífero’ un león tendría el

mismo grado de pertenencia que una ballena. En realidad un análisis de los

contextos naturales en que categorizamos muestra que los diferentes miembros del

conjunto ‘mamífero’ poseen grados diferentes de tipicidad. La tipicidad de un sujeto

viene dada por su aire de familia, su similitud con respecto a los otros miembros de

la categoría, y su disimilitud con respecto a los miembros de otras categorías.

Hay que puntualizar, no obstante, la estrecha relación entre la frecuencia de

instanciación de un miembro y su tipicidad. Formulado de otro modo, si resulta que

poseemos un mayor contacto con las ballenas que con los leones ¿qué miembro

nos parecería más típico? Parece evidente que la frecuencia en la instanciación de

un objeto y su aprendizaje como miembro, incluso central, de una categoría están

íntimamente relacionados.

362
Pese a que este modelo sería más parsimonioso con respecto a los posibles estados de activación de una
neurona que sí responden a una lógica bivalente.
De acuerdo con las teorías pioneras de Rosch, un sólo objeto ideal se

convierte en el referente a la hora de computar la similitud con otros ejemplares

con los que nos encontramos.363 Este ejemplar tendría la forma de resumen de

propiedades, podemos representarlo como una lista de características. Así un

objeto ideal A poseería ciertas características en común con otro objeto B y con un

objeto C dentro de la misma categoría, pero B y C no serían necesariamente

similares (contra la regla de transitividad del paradigma clásico), pues poseerían

quizás relaciones de similitud diversas con el objeto A, que por ello tendría cierta

primacía en la evaluación de otros elementos del conjunto. Su primacía jerárquica

sería proporcional a la capacidad de subsumir cualquier miembro de la categoría.

Teniendo en cuenta de nuevo a su centralidad.

Los estudios de Rosch propiciarían otros modelos de representación en

función de esquemas364 que intentan, de forma más generalizada y abstracta,

relacionar cada ejemplar de una categoría dada con una serie de dimensiones de

acuerdo con un esquema general. Se sustituye, pues, la idea de prototipo, aún

cercana a la teoría clásica de la categoría, a la noción de definición, por la idea de

esquema.

El otro paradigma más relevante a la hora de explicar la categorización es el

modelo ejemplar,365 de tipo más inductivo. Éste sostiene la preponderancia de los

objetos individuales encontrados de una determinada categoría. Un ejemplar o

individuo concreto de una categoría nos serviría de modelo para reconocer a otros

363
Cf. E. Rosch “Cognitive representations of semantic categories”, Journal of Experimental Psychology: General
104, 1975, pp. 192-233. E. Rosch C.B. y Mervis, “Family resemblance: Studies in the internal structure of
categories”, Cognitive Psychology, 7, 1975, pp. 573-605. E. Rosch, “Human categorization”, N. Warren (ed.),
Advances in Cross-Cultural Psychology, Vol. 1, Londres, 1977.
364
D.E. Rumelhart y A. Ortony, “The representation of knowledge in memory”, R.C. Anderson et al. (eds.),
Schooling and the Acquisition of Knowledge, Nueva Jersey, 1977.
365
Cuyo trabajo seminal podemos encontrar en D.L. Medin y M.M. Schaffer, “Content theory of classification
learning”, Psychological Review, 85, 1978, pp. 207-238.
miembros del grupo. La memoria posee aquí una mayor importancia en el

mecanismo de reconocimiento, pues, al observar un sujeto, reactivaremos nuestro

conocimiento acerca de otros sujetos similares y no un modelo genérico alguno. En

cualquier caso, el primer ejemplar reconocido dentro de una categoría es el que

sirve de modelo a otros ejemplares categorizados, aunque modulado por los

efectos de la frecuencia y robustez. La teoría de ejemplares subraya el carácter

eventual del reconocimiento de un objeto más que las propiedades inherentes,366

es así más dinámica y empírica.

En las últimas décadas se ha desarrollado un enfoque que hace prevalecer los

efectos del conocimiento genérico en la formación de categorías. Estas teorías

señalan de qué modo añadimos información a un objeto nuevo a la hora de

categorizarlo utilizando nuestras experiencias previas con categorías diversas. El

conocimiento adquirido pone en relación un modelo de categorización con otro,

pese a tratarse de categorías diversas. Nos referimos a los efectos del

conocimiento (knowledge effects). Esta posición conlleva una crítica a los modelos

experimentales de validación del conocimiento de categorías que parten de la

hipótesis de la tabula rasa. Sostienen que, incluso al utilizar como modelos objetos

de los que no tenemos ninguna constancia, nuestra experiencia previa estructura el

modo genérico de categorizar. Parece probable que todas nuestras experiencias

compartan ciertos dominios de conocimiento (nesting), que generemos nuestras

categorías de acuerdo con cierto conocimiento implícito compartido

intercategóricamente: “....el conocimiento previo (background knowledge) nos

ayuda incluso cuando no está relacionado con todas –o la mayoría – de las

propiedades de una categoría. Éste es un resultado significativo, pues sugiere que


366
“...los resultados empíricos sugieren que son los encuentros con objetos los que son más importantes, más que
los objetos mismos,” G.L. Murphy, op. cit., p. 60.
el conocimiento probablemente sea útil incluso en situaciones complejas en las que

nuestro conocimiento es incompleto o imperfecto.”367 Los modelos que se basan en

el conocimiento previo defienden la inanidad de las teorías categoriales puramente

formales.

En cualquiera de estas teorías, no obstante, la centralidad de cierto prototipo o

ejemplar junto con los efectos del conocimiento, conlleva una cierta jerarquización

de la propia categoría en la que los ejemplares más salientes (más similares al

prototipo o más robustos) poseerían cierta preeminencia sobre otros menos típicos.

De este modo podríamos entender los primeros modos aprendidos de interrelación,

en función de nuestro primer aprendizaje, como ejemplar primero y más robusto,

mayormente instanciado, y que se constituye en el modelo recurrente básico de

nuestras interacciones.

Ross ha señalado cómo ciertos ejemplares pueden tener efectos perversos.368

Al encontrar nuevos objetos, utilizamos incorrectamente ejemplares previos y les

otorgamos características que no poseen basándonos en ciertos atributos

superficialmente similares a los ejemplares. Igualmente la sombra de nuestras

experiencias de interacción se alargaría sobre nuevos encuentros, recreando

experiencias vividas, produciendo la repetición de modelos de interacción

aprendidos. Cierta representación se convierte en un estado atractor que produce

la inercia y estructuración de las respuestas.

367
Ibid., p. 153.
368
B.H. Ross, “Remindings and their effects in learning a cognitive skill”, Cognitive Psychology, 16, 1984, pp.
371-416. Efectivamente no ya sólo ciertos ejemplares parecen inducir hacia equivocaciones en la categorización,
sino que “...cuando un ejemplar te recuerda a otro, prestas atención a las propiedades comunes y puedes empezar
a pensar que estas propiedades son características de la categoría como totalidad. Esto es, no sólo que el objeto
de la prueba recordase para algunas personas a Shirley, sino que al rememorar a Shirley ciertas características
comunes son reforzadas,” G.L. Murphy, op. cit., p. 78. Lo que se produce es un sesgo en el que se anticipan
características no presentes en Shirley, en nuestra forma de comprender lo que es interactuar con una persona, lo
que nuestra experiencia ha almacenado en forma de categorías.
No resulta extraño el hecho de que sea más fácil reconocer tipos con los que

uno ya se ha encontrado.369 Se trata de los efectos de ejemplaridad que se han

encontrado también en tareas relativas a la memoria implícita.370 Murphy narra

cómo, en el caso de no tener un conocimiento exacto de un estímulo y poseer

cierta experiencia de él en un contexto dado, ésta se impondrá a falta de mayor

evidencia. Así si tengo costumbre de encontrar a mi perro recostado en el asiento

de atrás del coche, si siento una presencia, quizás un jadeo dentro del coche,

tendré la tendencia a pensar que se trate de un perro. Nuestra experiencia

conforma nuestras expectativas y éstas condicionan nuestra actuación.

En la construcción de categorías se tiende a la formación de éstas en función

de una característica saliente, de acuerdo con el sesgo de unidimensionalidad.

Kaplan y Murphy indican cómo el conocimiento previo puede ser útil cuando los

miembros de la categoría poseen sólo una característica en común: “...no resulta

crucial que el conocimiento previo de uno esté relacionado con todas, ni siquiera la

mayoría, de las características de algún objeto nuevo en tanto haya una pequeña

cantidad de información que conecte los nuevos objetos al conocimiento previo.”371

Más que buscar aires de familia, se tiende a fijar la similitud a partir de un rasgo

singular que habríamos de situar en el afecto, respuestas emocionales en

situaciones de interacción, que se activan automáticamente, como adecuadas a

unas expectativas aprendidas. Desde esta perspectiva, la transferencia sería “la

forma que tiene la mente/cerebro de encontrar y explotar similitudes estructurales

369
L.R. Brooks, G.R. Norman y S.W. Allen, “Role of specific similarity in a medical diagnosing task”, Journal of
Experimental Psychology: General, 120, 1991, pp. 278-287.
370
G.L. Murphy, op. cit., p. 86.
371
A.S. Kaplan y G.L. Murphy, “Category learning with minimal prior knowledge”, Journal of Experimental
Psychology: Leaning, Memory and Cognition, 26, 2000, p. 842.
profundas, cuyo reconocimiento posee una ventaja adaptativa para el individuo y la

especie; la transferencia permite esto siendo computacionalmente económica.”372

Así mismo se ha llamado la atención sobre lo que se llama la falacia de

inclusión. A menudo, a partir de un ejemplar preferimos concluir la existencia de

una propiedad para toda la categoría a la que pertenece el ejemplar que

otorgársela a un subgrupo de la misma categoría, extendiéndola incluso a aquellos

miembros que son menos típicos dentro de ésta.

Las categorías radiales, donde los miembros del grupo son motivados por el

primer ejemplar, nos pueden servir como referente para entender la generación de

nuestra conducta frente a las variaciones, pues no siempre actuamos exactamente

de la misma manera. Pese a existir una categoría generadora, que es la que el

análisis trata de modificar, los otros pueden hacernos modificar nuestra

experiencia.373 El problema de la neurosis es precisamente la rigidez con la que

dicha categoría central es instanciada. En las categorías radiales “el modelo central

determina las posibilidades de extensiones, junto con las posibles relaciones entre

el modelo central y los modelos ampliados.”374 Los otros elementos no son

causados, sino que están motivados por los elementos centrales. Los modelos

metonímicos también apuntan en la misma dirección a través de la idea de

generadores. Una subcategoría sería la responsable de la creación de toda una

categoría mediante la utilización de una serie de reglas generales. Así mismo, la

idea de agrupamiento (cluster) señala efectos relativos a la ejemplaridad, “cuando

372
F.M. Levin, op. cit., p. 1138.
373
E.Z. Tronick, “"Of Course All Relationships Are Unique": How Co-creative Processes Generate Unique
Mother-Infant and Patient-Therapist Relationships and Change Other Relationships”, Psychoanalytic Inquiry, 23
(3), 2003. Los patrones de activación relacional van conformando el espacio relacional experiencial en función
de su grosor, de su cantidad de experiencia relativa, que no impiden otras modalidades, pese a haber una con
mayor grosor, como la de la madre con el niño.
374
G. Lakoff, op. cit., p. 91.
el agrupamiento de modelos que caracteriza conjuntamente un concepto diverge,

existe aún una fuerte tendencia a ver uno como el más importante.” 375

El Otro, modelo prototípico de interacción integrado en las expectativas de un

sujeto, de acuerdo con la teoría de conjuntos difusos, poseería un valor igual a uno,

es decir una prototipicidad máxima y una primacía dentro de la categoría

igualmente extrema. Cualquier categorización sucesiva de alteridad, dentro de

dicha categoría, poseería al Otro como referente y nuestra internalización de éste,

nuestra introyección, nos serviría de experiencia moldeadora de los sucesivos

encuentros con los otros. La imagen internalizada del Otro debe estar representada

por algun tipo de red neuronal sujeta a activacion, las internalizaciones poseen,

pues, fuerza fisiologica.376

Los niños, ya con pocos meses, son capaces de establecer una división

dicotómica entre los objetos y los seres humanos. Éstos son reconocidos como un

grupo con propiedades características diferentes de los objetos inanimados. En

concreto, sería fundamental su capacidad de actuar con respecto a fines

determinados.377 Desde los cinco años los niños parecen tener dos módulos de

categorización básicos. Uno que incluiría a los objetos inanimados, y otro para los

humanos. Pese a que éstos últimos deberían estar sometidos a las mismas leyes

375
Ibid., p. 75.
376
A.W. Epstein, “Neural Aspects of Psychodynamic Science”, Journal of the American Academy of
Psychoanalysis”, 26(4), 1998, p. 510.
377
V.A. Kuhlmeier, P. Bloom y K. Wynn, “Do 5 month-old infants see humans as material objects?”, Cognition,
94, 2004, pp. 95-103, “los niños pequeños pueden poseer diferentes modos de construcción para humanos frente
a objetos inanimados: los humanos son construídos en términos de acciones intencionales y sociales, mientras los
objetos inanimados son interpretados a través de un sistema sensible a la física de objetos (...). La existencia de la
distinción humano/objeto, y la aplicación de diversos principios a cada categoría, podría ayudar a los niños a
definir estas áreas de conocimiento pronto en su desarrollo. La apreciación de que estas construcciones se
solapan, que en algunos aspectos, las personas son objetos, puede ser un logro en su desarrollo,” ibid., p.
102.Con toda seguridad desde pequeños son capaces de distinguir los seres animados de los inanimados, pero
parece que los humanos representarían una categoría de por sí específica, cf. D. Poulin-Dubois, A. Lepage y D.
Ferland, “Infants’ concept of animacy”, Cognitive Development, 11, 1996, pp. 19–36. L. Bonatti, E. Frot, R.
Zangl, y J. Mehler, “The human first hypothesis: Identification of conspecifics and individuation of objects in the
young infant”, Cognitive Psychology, 44, 2002, pp. 388–426.
físicas que los objetos, no sucede así, para los niños los seres humanos no

estarían sometidos a la regla de movimiento contínuo.

Turner, en contra de los postulados generativos, acentúa el papel de la

biografía en nuestra experiencia y la idea de parábola o moraleja como utilización

de un conocimiento forjado previamente para afrontar nuevas situaciones, ambas

presentes en las actividades más diversas y cotidianas.378 Incluso en relación con la

idea de parábola se sitúa la noción de proyección, que no se aleja mucho de la

idea psicoanalítica.

Así la transferencia como fenómeno cotidiano podría explicarse como similitud

más allá de un cierto umbral del otro al prototipo de alteridad. La relación entre

analista y paciente, en el contexto de la terapia, permitiría la reactivación de ese

ejemplar básico con mayor facilidad, y su elaboración descubriría la falsedad de

dicho supuesto, lo mostraría como posición subjetiva, interiorización de pautas y

modelos de actuación.

378
M. Turner, The Literary Mind, Oxford, 1996. Cf. G. Lakoff, “How unconscious metaphorical thought shapes
dreams”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the Unconscious, Washington, 1997.
2.2.3. Formación del otro como re-conocimiento

El otro posee ciertas características similares al Otro. En este sentido

pertenece a la categoría de alteridad conformada por el Otro. Habla, es bípedo, no

posee plumaje, podríamos decir que el otro se produce como extensión del Otro,

es construido a partir de las experiencias que se agrupan como modalidades de

interacción. En este sentido el otro es un re-conocimiento, prefigurado por el Otro

como patrón comportamental.

Las diferencias entre el Otro y el otro no empecen su categorización integrada.

Es común en la categorización humana el hecho de que características

aparentemente incompatibles con el ejemplar prototípico, o inconsistentes con la

noción de categoría, son obviadas en favor de ciertas similitudes salientes.379 La

experiencia de la categoría de alteridad en su versión básica (Otro) moldea la

posibilidad de reconocimiento del otro, le da contenido y significado, sirve de

referencia, de ejemplar, de modelo sobre el que interpretar las acciones del otro y

actuar en conformidad.

Un objeto puede ser categorizado múltiplemente en diversas categorías e

incluso en diversos niveles de categorización. Si un determinado sujeto posee las

mismas características que el otro y otras más idiosincrásicas, éste será agrupado

en la misma categoría. Podemos categorizar al otro, por ejemplo, con una

sospecha acerca de sus malas intenciones. Dicha creencia nuestra vendría

probablemente acompañada de un cierto correlato fisiológico (actitud defensiva,

expresión facial). Ésta respuesta subjetiva no es recibida de buen grado por el otro.

Dicha actitud tiende a hacer que el otro poco a poco vaya tomando una actitud más

379
“...el conocimiento ni tiene que estar relacionado con toda característica en la categoría ni tiene que ser
perfectamente fiable para beneficiar al proceso de aprendizaje,” G.L. Murphy, op. cit., p. 153. Cf. A.S. Kaplan y
G.L. Murphy, op. cit.
fría e incluso agresiva, permitiendo que los pensamientos que uno proyecta se

confirmen en la realidad (hay que desconfiar de la gente, la gente es fría y

agresiva). El otro se adapta a la forma en que, de forma consciente o no, el sujeto

se dirige a él. Así la transferencia se constituye con cierta rigidez, basada en las

modalidades aprendidas de categorizar e interactuar y que no están a disposición

del sujeto.380

Los análisis de Blewitt381 muestran cómo los niños de dos y tres años pueden

distinguir la pertenencia de un mismo objeto a varias categorías jerárquicas,

pueden asignar la pertenencia de un macaco a la categoría básica ‘mono’ y a la

superordinada ‘animal’. Como señalábamos, los niños poseen desde muy

temprana edad dos categorías básicas, una para objetos inanimados y otra para

objetos animados en especial para los seres humanos.382 La continuidad en los

procesos cognitivos subyacentes entre niños y adultos383 nos indica cómo este tipo

de categorización doble puede ofrecernos pistas acerca de la doble instancia del

analista; conscientemente es un otro (categoría básica), pero a su vez puede

activar en el paciente características que lo hagan similar al Otro (categoría

superordinada), es lo que se denomina una identidad dual. De hecho dicho modelo

sería simplista, pues lo que se activan son ciertas creencias, ciertas modalidades

de acomodación o de actividad neurovegetativa.

380
P.L. Wachtel, “Active intervention, psychic structure and the analysis of transference. Commentary on Frank's
'Action, insight, and working through'”, Psychoanalytic Dialogues, 3, 1993, pp. 589-603.
381
P. Blewitt, “Understanding categorical hierarchies: The earliest levels of skills”, Child Development, 65,
1994, pp. 1279-1298.
382
A. Meltzoff, “Understanding the intention of others: Re-enactment of intended acts by 18-month-old children,”
Developmental Psychology, 31, 1995, pp. 838–850. D.H. Rakison y D. Poulin-Dubois, “Developmental origin of
the animate–inanimate distinction”, Psychological Bulletin, 127, 2001, pp. 209–228.
383
“Los niños aprenden mejor si le son dados objetos típicos de los cuales aprender; actúan mejor con objetos
típicos; generalmente aprenden conceptos básicos primero. Por ello parece existir considerable continuidad entre
los procesos conceptuales de niños y adultos. Esto no quiere decir que nada se desarrolle, sino que los principios
estructurales de categorización operan similarmente desde la niñez a la edad adulta”, G.L. Murphy, op. cit., p.
340.
De acuerdo con el orden jerárquico de las categorías resulta más sencillo

atravesar un número menor de eslabones entre categorías super y subordinadas al

categorizar. Es decir, es más fácil reconocer ‘un perro es un animal’ (+1) que ‘un

perro es un mamífero’ (+2) y más aún que ‘un perro es un ser vivo’ (+3). Esta

observación ha de ser moderada con los efectos de tipicidad y saliencia de lo que

denominamos nivel básico de categorización. Éste señala que existen niveles

intuitivamente más naturales o básicos a la hora de realizar nuestras

categorizaciones.384 Preferimos categorizar un ser vivo que ladra como perro antes

que como ‘labrador’ o ‘caniche’. Estas categorías básicas consiguen maximizar los

dos aspectos señalados previamente, el conocimiento aportado acerca del sujeto y

la generalidad y capacidad de predicción derivada. Se trata del nivel conceptual

que nos otorga más información maximizando la diferenciación intercategórica. El

Otro como nivel básico de categorización sólo cede ante una experiencia más

concreta del otro, mientras que la categoría superordinada permanece inadvertida,

impregnando nuestro conocimiento, sesgando nuestra actuación.

Las categorías superordinadas (Otro) son apreciadas como colección de

propiedades385 abstractas y suelen someter a los objetos a una relación de parte-

todo, es decir, metonímica. Las categorías básicas suelen referirse, en cambio, a

objetos sobre los cuales poseemos rutinas motores concretas. Así, ‘mesa’, como

categoría básica. indicaría un objeto con respecto al cual sabemos cómo

comportarnos, mientras que la superordinada ‘mobiliario’ representaría sólo un haz

de objetos reunidos de forma abstracta. Este carácter abstracto y desvinculado de

384
Los primeros estudios sobre niveles básicos de categorización los podemos encontrar en R. Brown, “How
shall a thing be called?” Psychological Review, 65, 1958, pp. 14-21 y en R. Brown, Words and Things, Glencoe,
1958.
385
E.M. Markman, M.S. Horton y A.G. McClanahan, “Classes and collections: Principles of organization in the
learning of hierarchical relations”, Cognition, 8, 1980, pp. 227-241.
todo comportamiento motor revierte en su inaccesibilidad al cambio, pues no es

posible en principio modificar nuestra experiencia directa.

El Otro, aunque representado unitariamente por este concepto, es un

agregado al que referirse globalmente, se trata de un haz de experiencias y

relaciones internalizadas que se reproducen y que tienen como soporte la

experiencia infantil, pero que resultan de una interacción entre el niño y sus

experiencias con otros, la capacidad de provocar ua sonrisa, de ser alimentado, de

recibir cariño, no se refiere, por tanto, a objetos individuales y singulares.

Los conceptos actúan frecuentemente como 'símbolos perceptuales'. Barsalou

diferencia simuladores que poseen toda la información modal específica de lo que

agrupamos como categoría, y simulaciones, que activan parte de dicha información

con la presentación de un nuevo miembro de dicha categoría. Las simulaciones

concretas (otro) serían subconjuntos que participarían del simulador genérico que

aúna toda nuestra experiencia sobre dicha categoría (Otro). 386

La semejanza entre un nuevo objeto y una categoría existente viene dada por

la cantidad de características que este objeto comparte con el ideal prototípico o

ejemplar de dicha categoría. El Otro se transforma en la medida que se hace

inaccesible como modelo de alteridad por implicar una categoría de primeras

experiencias a falta de una maduración cognitiva y cerebral, se mantiene

inaccesible; sólo reconocemos otros.

386
L.W. Barsalou, “Situated Conceptualization”, op. cit. “Considere el concepto GATO. De acuerdo con visiones
tradicionales, GATO es representado como una colección de hechos amodales aislados que se vuelven activos
como totalidad cada vez que la categoría es procesada. De modo alternativo un simulador para GATO produce
muchas conceptualizaciones situadas diversas, cada una manufacturada para ayuda a un agente a interactuar con
gatos en un contexto diferente, no existe descripción general de la categoría. Por ejemplo, una conceptualización
situada para GATO podría sostener una interacción con un gatito jugetón, mientras que otras podrían suponer
interactuar con un ruín gato montés, o con un ronroneante gato doméstico. Desde esta perspectiva, el concepto
para GATO no es una descripción global aislada de la categoría. Por el contrario el concepto es la destreza o
habilidad de producir una amplia variedad de conceptualizaciones situadas que sustenten la consecución de
metas en contextos específicos,” ibid.
El otro es una percepción activa moldeada por el Otro, al igual que “el color...

no es simplemente la percepción de una longitud de onda; la constancia de color

depende de la capacidad del cerebro para compensar por la variación de la fuente

de luz.”387 La percepción no es un acto neutro de nuestros sentidos, sino que

requiere de una facultad cognitiva activa que pueda, en el caso de alteraciones de

las circunstancias en el medio, reconocer, buscar las similitudes no

necesariamente obvias; que permita, en definitiva, un reconocimiento imbricado en

un complejo mecanismo cognitivo regulador, con contenido fisiológico y conductual.

De hecho existen pruebas acerca de la modificación perceptiva producida por el

aprendizaje de conceptos.388 El otro, como creación activa de los sentidos en

relación con su experiencia conformada, con el Otro, produce las alteraciones

idiosincrásicas motivacionales que ocasionan lo que en psicoanálisis se denominan

neurosis.

Existe toda una serie de modelos neurocientíficos que relacionan el nivel

neuronal y el de procesos superiores como la categorización, su relación con otros

sistemas como la percepción y el almacenamiento de información y su

organización jerárquica. Ejemplifican así los diversos niveles asociativos a que nos

referimos. La arquitectura ALCOVE es un ejemplo de los modelos de cambio de

peso sináptico en el aprendizaje, ideados por Hebb y posteriormente popularizados

y organizados mediante redes conexionistas. Nos permiten representar la relación

entre el otro (nodo de ejemplar) y el Otro (nodo de categorización), mostrando la

robustez y estabilidad de los nodos superiores.

387
G. Lakoff y M. Johnson, op. cit., p. 24.
388
R.L. Goldstone, “Influences of categorization on perceptual discrimination”, Journal of Experimental
Psychology: General, 123, 1994, pp. 178-200.
Nodos de Categorización

Pesos relativos en el
aprendizaje asociativo

Nodos de ejemplares

Pesos relativos en el
aprendizaje asociativo
Nodos dimensionales del estímulo

Gráfico 2.1. Arquitectura de la red ALCOVE. Modelo conexionista de la relación entre ejemplares y
categorías. Los estímulos se almacenan en un primer nivel mediante los nodos de ejemplares de
acuerdo con la saliencia de sus propiedades, siguiendo los pesos atentivos aprendidos. A su vez,
mediante ciertas activaciones, de acuerdo con la experiencia adquirida, pasan a un segundo orden
de nodos de categorías. A su vez las relaciones más escasas entre los nodos de ejemplares y de
categorías muestran la robustez y difícil acceso a éstas. [Fuente: Krutschke, “ALCOVE: An
exemplar-based connectionist model of category learning”, en Psychological Review, 99, 1992.]

Las relaciones temáticas permiten al niño realizar agrupamientos en categorías

con diversidad de objetos unidos por ciertos hábitos o acciones. De esta manera

‘zapato’ estaría relacionado con pie o calcetín. Este tipo de relaciones temáticas

guardan una estrecha relación con la noción de metonimia. Mediante la metonimia

se ponen de acuerdo elementos diversos que poseen una comunidad de sentido.

Lacan utiliza así mismo la idea de metonimia para representar otro efecto típico en

la elaboración del sueño, la condensación freudiana. De acuerdo con ésta, una

serie de características dispares propias a diversos objetos o partes de éstos se

asignaría a un objeto en relación parte/todo. Este proceso nos deja entrever otra de

las propiedades de la transferencia. Efectivamente, el paciente categoriza al

analista con una serie de atributos que no le son propios. Si el desplazamiento


(metáfora) equivale a una relación uno a uno, la condensación (metonimia) toma

como referente una serie de afectos no individualizados y los singulariza, los

concreta en la figura del analista.389

La singularización de eventos y personas mediante las relaciones taxonómicas

corresponde a una comprensión que atribuye a individualidades identificables el

acontecer intersubjetivo. Las categorías temáticas agrupan una serie dispar de

elementos que conforman relaciones de diversos tipos entre sí. Los sistemas

vienen compuestos más por relaciones que por singularidades; las imágenes fijas

no son sino una simplificación del movimiento. De modo similar, el problema de la

indeterminación de la traducción, tal como lo plantea Quine, es el de la división de

eventos y su categorización en individualidades reconocibles y el holismo: una

teoría del significado que enseña que la unidad de sentido no puede atender a

términos aislado, sino a un completo sistema de éstos.

389
G. Lakoff, “How unconscious metaphorical thought shapes dreams”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and
the Unconscious, Washington, 1997. Relaciona la simbolización, desplazamiento, condensación e inversión
psicoanalíticos con la metáfora conceptual, la metonímia, el blending conceptual e ironía cognitivas.
2.2.4. Desplazamiento, Metáfora y categorización

Los análisis contemporáneos de la metáfora señalan como características

principales de ésta su centralidad, su ubiquidad y su simplicidad. Clásicamente la

metáfora parecía pertenecer a un lenguaje restringido, retórico y figurativo, se

situaba como simple figura literaria, modo de expresión estilístico sin contenido

cognitivo específico. No obstante, su presencia inadvertida en las áreas más

diversas del discurso refuta esta idea. La obra de George Lakoff y Mark Johnson,

Metaphors we Live by, es el más claro ejemplo de un cambio de actitud frente a la

metáfora, “...el locus de la metáfora no es para nada el lenguaje, sino la forma en

que conceptualizamos un dominio mental en términos de otro.”390 La metáfora se

convierte en modo de expresión cotidiano que moldea la manera en que

conceptualizamos el mundo que nos rodea, que dirige nuestra forma de entender y

actuar, de ahí su centralidad.391

En íntima relación con su centralidad, la ubiquidad de la metáfora hace

referencia a la refutación de otra de las características atribuidas por la concepción

heredada, su valor limitado como mero tropo literario, y acentúa el valor

irremplazable de la metáfora en la comprensión de las más diversas áreas del

conocimiento. Efectivamente, una de sus peculiaridades ha sido su extensión a

otros ámbitos aparentemente ajenos al literario.392 Así, difícilmente encontramos

campos semánticos en los que no podamos observar corrimientos entre un dominio

390
G. Lakoff, “The contemporary theory of metaphor”, A. Ortony (ed.) Metaphor and Thought, Cambridge,
1993, p. 203. “Nosotros hemos llegado a la conclusión de que las metáforas, por el contrario, impregnan la vida
cotidiana, no solamente el lenguaje, sino también el pensamiento y la acción,” G. Lakoff y M. Johnson,
Metáforas de la vida cotidiana, Madrid, 1991, p. 39.
391
“...los conceptos abstractos más comunes... son conceptualizados por vía metafórica. Ya que tales conceptos
están en el centro mismo de nuestros sistemas conceptuales, el hecho de que sean conceptualizados
metafóricamente muestra que la metáfora es central en lo que a pensamiento abstracto ordinario se refiere,” G.
Lakoff, “The contemporary theory of metaphor”, op. cit., p. 223.
392
“La teoría contemporánea de la metáfora no es sólo interesante por sí misma. Es especialmente interesante por
el reto que supone a otras disciplinas,” ibid., p. 253.
fuente y un dominio diana, ejemplos como ‘conocer es ver’, ‘el amor es un viaje’ o

‘las causas son fuerzas’ muestran la diversidad de relaciones que se establecen

entre los órdenes más desemejantes y, no obstante, más comunes de nuestra vida

cotidiana. No procede, por lo tanto, entender la metáfora como figura periférica o

residual, sino central y ubicua.

Finalmente, la simplicidad indica la ausencia de mecanismo alguno específico

de orden superior o de mayor complejidad a la hora de procesar expresión

metafórica alguna con respecto al lenguaje literal. Así la distinción entre lenguaje

figurativo y no figurativo hace pervivir la apariencia de dos niveles cognitivos con

diversos procesos computacionales, de tal forma que los tropos requerirían un

mayor número de operaciones para ser comprendidos. Estas suposiciones han

sido falsadas por la evidencia experimental,393 que muestra cómo las tareas de

comprensión de elementos lingüísticos figurativos no parecen requerir más

recursos que otras tareas no figurativas. No sólo se equipara a la metáfora con el

lenguaje literal, sino que se le otorga validez en tanto mecanismo cognitivo general

y, por tanto, vía de acceso a la comprensión genérica del suceder mental, en este

sentido, de nuevo, central.

La metáfora como tropo cognitivo no se reduce a la sustitución de una palabra

por otra, sino que ha de situarse en un nivel conceptual. No sería un proceso

específico, sino que permitiría entender la atribución general de sentido a las

expresiones literales. De acuerdo con la teoría de Black,394 la metáfora supone dos

sujetos y uno de éstos, el principal –Otro-, vendría unido a una serie de información

393
Cf. R. Gerrig, “Empirical constraints on computational theories of metaphor: Comments on Indurkya”,
Cognitive Science, 13, 1989, pp. 235-241. R. Gibbs, “Comprehending figurative referential descriptions”,
Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory and Cognition, 16, 1990, pp. 65-79.
394
M. Black, Models and Metaphors, Cornell, 1962.
que es utilizada como marco de referencia del secundario –otro-. La metáfora es

activa, produce la similitud más que recrearla.

La metáfora ‘el otro es el Otro’ conlleva una sustitución que va más allá de la

simple comparación o símil ‘el otro es como el Otro’ que ocurre en la categorización

cotidiana de los otros empíricos, de las personas que encontramos. Se trata de un

auténtico desplazamiento, tal como señalaba Freud, una sustitución auténtica que

permite la reeducación y la modificación de modelos previos de interacción.

La comprensión de una situación contextual en función de otra, conlleva la

proyección de un dominio fuente sobre otro diana. Se trata de la utilización de toda

una red de significados, de relaciones, y su aplicación a un objeto diverso a través

de proyecciones, correspondencias conceptuales.395 Esto se lleva a cabo de

acuerdo con el principio de invarianza: “...la estructura del dominio diana limita

automáticamente lo que puede ser proyectado...”396 Igualmente el repertorio de

acciones posibles del paciente queda delimitado por sus experiencias

interpersonales previas. El carácter cognitivo supone que no se produce sólo una

alteración de las palabras empleadas, sino todo un corrimiento conceptual. Las

metáforas suelen producirse a niveles altos de categorización, suelen emplear

categorías superordinadas, es así como adquieren la capacidad de reactivar al

Otro.

La teoría contemporánea de la metáfora también conlleva un modelo de la

mente. Frente a la posición objetivista del modelo tradicional computacional, el

incorporado (embodied), apunta a un entendimiento más dinámico.397

395
G. Lakoff, op. cit., pp. 206-207.
396
Ibid., p. 216, “las cartografías metafóricas preservan la topología cognitiva (esto es la estructura imagen-
esquema) del dominio fuente de una forma consistente con la estructura inherente del dominio diana,” ibid., p.
215.
397
Cf. E. de Bustos, La Metáfora: Ensayos transdisciplinares, Madrid, 2000,.
Las teorías a las que hacemos referencia se encuadran dentro de los modelos

de incorporación de la mente, en los que ésta no se entiende como mero sistema

sintáctico de manipulación de símbolos, sino que es aprehendida en su

incorporación e integración en el medio. La teoría de la conflación nos ofrece un

buen ejemplo de la procedencia de esta integración; según ésta, el neonato no

experimenta una división de sus capacidades sensomotoras y cognitivas hasta

cierta edad. La incorporación supondría el sustento de los procesos de

categorización; la estructura conceptual poseería como soporte una base física.

Esta división es la que produciría la separación del dominio fuente y dominio diana

de la relación metafórica. La metáfora ‘conocer es ver’ ilustra esta identidad

funcional primigenia entre una habilidad cognitiva y una sensorial.398 Las formas de

interacción van unidas a modalidades de conceptualización. Esta disociación de

funciones es la que permitiría la estabilidad de las experiencias adquiridas al no

resultar ya disponibles en su indivisión previa, explicaría su inaccesibilidad y

mantendría la relación entre nuestra percepción y nuestra memoria. La justificación

de la estrecha relación entre percepción y concepción, y su significado en términos

cerebrales lleva a los modelos ideados por Rummelhart. Según éste “cuando un

dominio de experiencia subjetiva o juicio es coactivado regularmente con un

dominio sensimotor, se establecen conexiones neuronales permanentes a través

de cambios en los pesos sinápticos.”399 Existe evidencia de que hasta los doce
398
En referencia a la formación de categorías globales y superordinadas comenta Murphy, “...la sugerencia de
que los niños aprenden lo que son perros y gatos perceptivamente, y después forman conceptos independientes
conceptualmente subdividiendo su concepto más global de animales parece psicológicamente altamente
implausible. La información perceptiva y conceptual han de estar entrelazadas,” G.L. Murphy, op. cit, p. 302.
399
G. Lakoff y M. Johnson, Philosophy in the Flesh, op. cit., p. 3. Estos autores proponen, desde una nueva
perspectiva acerca de la metáfora, la ambiciosa empresa de reformular algunos de los principios básicos que han
forjado la herencia que acerca de los procesos mentales hemos recibido. Asimismo comenta G. Lakoff: “Nuestros
cerebros están construidos para el pensamiento metafórico. Ya que hemos evolucionado con áreas corticales de
‘alto nivel’ que reciben el input de áreas perceptivas y motores de ‘nivel inferior’, no debe sorprendernos que los
conceptos espaciales y motores deban formar la base del razonamiento abstracto. Metáfora es el nombre que
damos a nuestra capacidad de usar mecanismos inferenciales perceptivos y motores como la base para los
mecanismos de inferencia abstractos. El lenguaje metafórico es simplemente consecuencia de esta capacidad para
meses los niños no producen conceptos con los que poder identificar los objetos

individuales.400 Su experiencia no es tanto cognitiva como ecológica en su

implicación con su medio, sin diferenciar entre los estímulos cognitivos, afectivos, o

sensoriales.

La importancia del conocimiento adquirido a la hora de encontrar nuevos

ejemplares ha sido también contrastada, de tal forma que los niños utilizan el

conocimiento general previo a la hora de asignar un objeto a una categoría. Este

conocimiento adquirido vendría encapsulado en el uso de las características del

dominio fuente sobre el dominio diana, produciendo una iluminación y sucesiva

ampliación del conocimiento del dominio diana y las relaciones entre sus

elementos.

No muy lejos de ciertos postulados psicoanalíticos se sitúa parte de la teoría

contemporánea de la metáfora que sostiene un monismo evolucionista, la primacía

del inconsciente, y la necesidad de la metáfora en ciertos niveles de abstracción,

“...la mente está inherentemente incorporada. El pensamiento no es en su mayor

parte sino inconsciente. Los conceptos abstractos son ampliamente metafóricos.”401

Esta nueva concepción de la mente, alejada de la 'ciencia computacional', ilustra

ciertas convergencias con presupuestos básicos del psicoanálisis. La incorporación

permite entender el síntoma como punto de enlace de somatismo y concepción, la

tesis que alumbró el edificio freudiano, el cuerpo recortado por nuestra forma de

concebirlo. Por último, la conformación de una categoría como la alteridad ha de

estar basada en un conocimiento básico de interacciones con otros y ha de ser

esta experiencia la que determine el concepto abstracto de alteridad, del Otro.

pensar metafóricamente.” http://www.icsi.berkeley.edu/~lakoff/


400
F. Xu, S. Carey y J. Welch, “Infant’s ability to use object kind information for object individuation”,
Cognition, 70, 1999, pp. 137-166.
401
G. Lakoff y M. Johnson, op. cit., p. 57.
Parece que los niños más pequeños (menos de seis años) se basan en

ejemplares, esto es, en individuos concretos más que en categorías con efectos

prototípicos a la hora de categorizar y a partir de cierta edad empezarían a

desarrollar de forma más saliente efectos prototípicos.402 Mediante mecanismos

inductivos los niños son capaces de aplicar ciertas características encontradas en

el modelo prototípico al resto de ejemplares.

Lacan denominará metáfora a la noción freudiana de desplazamiento, en

especial en su referencia a las asociaciones que se producen en la cadena

significante. Como vimos, desplazamiento en la Traumdeutung poseía el doble

sentido de traslación de una carga afectiva a una determinada representación y,

por otro lado, esa misma traslación a una figura real, en tanto representación –

introyección-, y era, en este sentido, la primera interpretación de la transferencia. Si

bien Lacan incide especialmente en el primer sentido freudiano de desplazamiento,

no cabe duda que podemos extender esta idea al acontecer intersubjetivo. Es

decir, la metáfora sucede no sólo como tropo lingüístico, como sustitución de un

significante por otro –versión estructuralista- o de un dominio conceptual por otro –

teoría de la metáfora-, “...tan pronto uno se separe de la experiencia física concreta

y comience a hablar sobre abstracciones o emociones, la comprensión metafórica

es la norma.”403 La transferencia produce un desplazamiento, un tropo, una falsa

asociación: la categorización errónea de una persona en el lugar de otra.

402
C.J. Posnansky y P.G. Neumann, “The abstraction of visual prototypes by children”, Journal of Experimental
Children Psychology, 21, 1976, pp. 367-379.
403
G. Lakoff, “The contemporary theory of metaphor”, op. cit., p. 205 (énfasis mío).
2.2.5. El psicoanalista como otro: ejemplaridad y tipicidad

El psicoanalista reafirma una representación que ha de ser completada por el

analizante, permitiendo por un lado más fácilmente la activación de patrones

interactivos previos, pero facilitando simultáneamente su refutación, en la medida

en que no sólo no coopera con esa representación del paciente, sino que la modela

en su interpretación, en sus respuestas. El input obtenido por el paciente queda

reducido con respecto a los sujetos con quienes normalmente entra en interrelación

en la vida cotidiana. Esta posición realza la posibilidad del reconocimiento en él de

ejemplos prototípicos previos, de hacer prevaler ejemplares antiguos por no poder

identificar, singularizar al analista como otro. La provisión (affordance) poseería

tanto características cognitivas como estructurales, provinientes del sujeto así

como del medio, producto de su interactuación, de constricciones físicas del sujeto,

así como de un contexto. Al ser intrínsecas permiten respuestas directas y por ello

muestra patrones duraderos de interacción.

En la transferencia se produciría un conflicto entre los modelos de interacción

conformados por el Otro y la forma de enactuar al analista. Como hemos señalado,

se produciría una percepción sesgada por el conocimiento previo, un prejuicio que

impediría la neutralidad de la percepción.404 Los datos sensoriales son alterados

por un conocimiento previo, por concepciones y modalidades de interacción

existentes, que harían aplicables al analista los modelos interiorizados por el

paciente, lo que Freud denomina introyección/proyección.

404
“Es ciertamente posible que algunos investigadores hayan fomentado la impresión de que haya una dicotomía
entre información perceptiva y conocimiento subyacente, especialmente cuando su metodología experimental
contrasta los dos. Sin embargo, yo sostendría que no existe tal dicotomía y que la tarea de los investigadores de
conceptos es explicar cómo estas dos fuentes de información se coordinan y son usadas para diversas tareas,
antes que intentar decidir cuál es más importante,” G.L. Murphy, op. cit, p. 381.
La situación ancestralmente recurrente en la que el organismo categoriza estar es

el “significado” de la situación para el organismo que “ve”, es decir, está organizado

para responder a contingencias de adaptación previas, no a las presentes. Las

emociones llevan a los organismos a actuar como si ciertas cosas fuesen verdad

acerca de las circunstancias presentes, tanto si lo son como si no, porque fueron

verdad de circunstancias pasadas... Aquí reside su fuerza y su debilidad... [La

apreciación automática] no puede detectar cuando las invarianzas, una vez ciertas,

ya no lo son.405

La fusión conceptual permite que dos dominios o experiencias, con dos

espacios mentales diversos, sean adjuntados dentro de un espacio genérico.

Fauconnier lo ilustra con las rutinas motoras llevadas a cabo por el brazo al esquiar

y al llevar una bandeja en el restaurante. Ambas situaciones son 'mapeadas' una

sobre la otra. El espacio genérico señala a la posición corporal descontextualizada

del brazo en posición horizontal, el espacio superpuesto (blended) conjuga ambas

acciones, la acción de llevar la bandeja y la de esquiar. El espacio superpuesto

permite aprender más rápidamente los movimientos correspondientes al esquí, al

relacionarse con patrones ya conocidos. La transferencia sería el espacio

superpuesto entre la activación de cierto protototipo interactivo y una nueva

experiencia de interacción con el analista.406

A nivel biológico, el tipo de categorización que se lleva a cabo está influida por

órganos como la amígdala que, si bien son aptos para dar una respuesta rápida

producen un procesamiento 'sucio', dando lugar a generalizaciones.407 La


405
Cit. en P. Ekman, “Basic Emotions,” op. cit., (p. 6), J. Tooby y L. Cosmides, “The past explains the present:
emotional adaptations and the structure of ancestral environment”, Ethology and Sociobiology, 11, 1990, pp.
418-9.
406
G. Fauconnier, Mappings in Thought and Language, Nueva York, 1997.
407
“Y puesto que dichas vías de acceso no son muy capaces de distinguir entre estímulos, la generalización
ocurre (un portazo podría no sonar de hecho muy diferente a un disparo a este circuito.)” J.E. Ledoux, op. cit., p.
257.
transferencia como espacio superpuesto permite el aprendizaje de nuevos

patrones al proyectar un nuevo espacio a partir de los recuerdos del paciente y de

la nueva situación analítica. Se produciría una proyección selectiva que tiene como

espacio genérico la experiencia subjetiva del analizante. La transferencia como

'ancla material' superpone, funde, multitud de aspectos relacionados con una cierta

experiencia.

El cuadro estable que hemos obtenido sobre lo que implica la formación del

Otro como ejemplar básico no está opuesto al hecho de que la información que

tenemos sobre un objeto puede hacer cambiar nuestro conocimiento acerca de una

categoría. He ahí la virtualidad de la transferencia como posibilidad de reeducación,

pero para ello es necesaria la reelaboración de los patrones aprendidos.

¿Cómo se produce la indistinción entre Otro y otro? Schyns y Rodet

conjeturan, dentro de un modelo unitario de categorización y percepción, cómo la

experiencia con objetos puede cambiar las características de nuestra forma de

percibirlos, así señalan cómo “... el análisis de las características del input no está

fijado perceptivamente, sino que es ajustable flexiblemente a la experiencia del

organismo.”408 Buena parte de las características observadas se desarrollan junto a

la experiencia con el objeto, y estas alteraciones se extienden a otros ejemplares

sucesivos. Así se explicarían los cambios que la transferencia puede inducir. La

alteración en la categorización del otro y su posterior extensión a los otros. Estos

investigadores enfatizan la relación idiosincrásica entre las experiencias como

material para categorizar el mundo que nos rodea y su influencia en las formas de

percibir. Recordemos como Freud en su última fase desarrollaría la idea de una

neurosis asociada a la transferencia que permitiría, en última instancia, alterar la

408
P.G. Schyns y L. Rodet, op. cit., p. 685.
percepción y la forma de experimentar (categorizar) nuestro entorno, volviendo al

analista en centro de interés del analizante, más que su propio síntoma, la razón

que lo llevó a la terapia. Esta curiosidad permite una resituación, el analista hace

que el Otro, como modelo básico de interacción, sea replanteado, enactuado. El

analista supone la posibilidad que tiene el analizante de recategorizar y reorganizar

sus relaciones de objeto y con bases neuronales y cognitivas, con efectos

fisiológicos y comportamentales.
Figura 2.6. Johntimothy Pizzuto – Relative Memory. En este collage vemos una representación de
nuestros recuerdos, de su vaguedad y su relatividad. Las figuras aparecen en varios lugares,
contextos, opacidades, girando siempre alrededor del sujeto, de su posición, de su forma de relatar su
experiencia. Su lugar condiciona su representación.
2.3. Memoria

La memoria posee una larga y compleja historia. Desde la anámnesis platónica

como posibilidad de conocimiento,409 fundacional en el pensamiento occidental, los

recuerdos, las representaciones mentales de sucesos u objetos experimentados,

han poseído un estatuto epistémico de primer orden en nuestra forma de entender

los procesos mentales. El gran hito de la psicología cognitiva y experimental de los

últimos treinta años ha sido la separación, dentro de este concepto aglutinador, de

diversas instancias, procesos, y sistemas con una pluralidad de funciones y

estructuras subyacentes.

No es que dicha subdivisión estuviese carente de referentes previos,410 pero las

primeras propuestas basadas en paradigmas y resultados precisos datan de los

años ochenta y, en especial, del trabajo con pacientes amnésicos, mediante

paradigmas disociativos que mostraban la relación entre cierta lesión orgánica y la

pérdida de habilidades mnésicas, en especial declarativas, y el mantienimiento de

otras, implícitas y procedimentales.411 De esta forma se ha venido acumulando todo

un repertorio de datos experimentales que intenta ser absorbido por una serie de

modelos teóricos, reflejo de los diversos procesos a los que nos referimos al tratar

el tema de la memoria. Tratan de explicar de una forma neurológica y psicológica

plausible cómo se almacenan y recuperan estos fragmentos de nuestra experiencia

a los que llamamos recuerdos.

Así mismo se ha de resaltar la función básica que desempeña la memoria en


409
El locus clásico es el Menón 85e.
410
Maine de Biran, Franz Joseph Gall o Henri Bergson son algunos de los antecesores de intuiciones similares
desde varias perspectivas. Cf. D.J. Herrman y R. Chaffin, Memory in historical perspective: The literature
before Ebbinghaus, Nueva York, 1988.
411
Los ejemplos más clásicos serían N.J. Cohen y L.R. Squire, “Preserved learning and retention of pattern
analyzing skill in amnesia: Dissociation of knowing how and knowing that”, Science, 1980, 210, pp. 207-209. E.
Tulving, D.L. Schacter y H.A. Stark, “Priming effects in word fragment completion are independent of
recognition memory”, Journal of Experimenal Psychology: Learning, Memory and Cognition, 8, 1982, pp. 336-
342. E.K. Warrington y L. Weiskrantz, “ Amnesia: A disconnection syndrome”, Neuropsychologia, 20, 1982, pp.
233-248.
el aprendizaje. Mediante la plasticidad neuronal, explotada por los modelos

hebbianos y sus extensiones conexionistas, se produciría la transducción de

estímulos externos en comportamiento intencional. La relación entre el sistema

nervioso y el mundo hace que ciertas conductas se aprendan y modifiquen el

propio sistema nervioso como sistema input-output mediado por procesos

cognitivos. Aplicando este esquema a nuestro tema en cuestión, si la transferencia

ha de suponer un re-aprendizaje, para que éste se consolide, para que se convierta

en comportamiento aprendido, es necesario que se almacene como patrón de

respuesta adecuado a cierto tipo de estímulos, alterando los patrones previos

existentes.

Las representaciones mnésicas de las habilidades y de las estrategias surgen


mediante la repetida interacción entre (de un lado) las experiencias específicas de
la realidad interna y externa y/o sus representaciones en la memoria como
conocimiento objetivo (unidades de datos) y (del otro lado) los aspectos subjetivos
y contextuales de los diversos modos de comportamiento, así como sus efectos
sobre las prioridades psicobiológicas del partenaire en la interacción (funcionalidad
de la interacción). Con otras palabras, surge mediante el 'ejercicio' bajo condiciones
normales con sentido, querido, y planificado.412

La plasticidad neuronal se refiere a la capacidad que poseen las neuronas, en

su conjunto, como sistema, de alterar su estructura a nivel macro y su función,

mediante cambios en la conectividad con otras neuronas. Estos descubrimientos

han abierto la posibilidad de llevar a cabo una búsqueda de la organización

cerebral; ciertas pautas de activación adquiridas funcionarían como respuestas en

razón de nuestra experiencia. Los modelos de aprendizaje basados en la

plasticidad neuronal y la conectividad han intentado ofrecer así un paradigma

412
M. Koukkou y D. Lehman, “Ein systemtheoretisch orientiertes Modell der Funktionen des menschlichen
Gehirne und die Ontogenese des Verhaltens”, M. Koukkou, M. Leuzinger-Bohleber y W. Mertens (eds.), op. cit.,
p. 327.
teórico junto con un modelo de funcionamiento neuronal, “la idea es que la

memoria supone un cambio persistente en la relación entre neuronas, ya sea a

través de una modificación estructural o bien mediante cambios bioquímicos entre

las neuronas que alteran la forma en que las neuronas colindantes se

comunican.”413 De acuerdo con esta idea, la estabilidad de la representación sería

trastocada por un cambio sináptico (sistema aferente). Éste, a su vez, implicaría un

nuevo aprendizaje, una nueva codificación estructural de la experiencia, y una

organización que señale futuras respuestas (sistema eferente).

Ramachandran y sus colaboradores han mostrado cómo en el cerebro del

adulto se pueden dar nuevas conexiones, alterando funciones asignadas, así como

una reorganización de las existentes.414 La plasticidad neuronal en adultos puede

así mismo modificar el hipocampo encargado de operaciones espaciales en el

aprendizaje.415 Al amputar un miembro corporal, el cerebro adapta también las

redes neurales a dicha nueva configuración somática.416 La experiencia puede

llevar cambios estables en la plasticidad sináptica, en especial la imagen del

cuerpo417 que Freud entendía había sido alterada en los casos de parálisis

histérica. Ésta podía ser abordada por la técnica que comenzaba a desarrollar.

413
L.R. Squire, Memory and Brain, Nueva York, 1987, p. 7
414
Ramachandran reacciona así frente al paradigma computacional de la ciencia cognitiva. “Una implicación más
general de estas observaciones es que debemos abandonar una visión jerárquica estrictamente modular del
cerebro, el legado clásico de la IA, y reemplazarlo con un modelo más dinámico, más interactivo, en el que
señales ‘re-entrantes’ jueguen un papel más destacado,” V.S. Ramachandran y D. Rogers-Ramachandran,
“Synasthesia in Phantom Limbs induced with mirrors”, Proceedings of the Royal Society of London, 263, 1996,
p. 386. Cf. F.M. Benes, “Human brain growth spans decades”, American Journal of Psychiatry, 155, 1998, p.
1489.
415
E.A. Maguire, D.G. Gadian, I.S. Johnsrude, C.D. Good et al., “Navigation-Related Structural Change in the
Hippocampi of Taxi Drivers”, Proceedings of the National Academy of Science 97(8), 2000, pp. 4398-4403.
416
M.M. Merzenich, J.N. Randall, M.P. Stryker, M.S. Cynander, A. Schoppmann y J.M. Zook, “Somatosensory
cortical maps change following digit amputation in adult monkeys”, Journal of Computer Neurology, 224, 1984,
pp. 591-605. Cf. F. A. Lado, A. D. Legatt, P. A. LaSala y S. Shinnar, “Alteration of the cortical motor map in a
patient with intractable focal seizures”, Journal of Neurology Neurosurgery and Psychiatry, 72, 2002, pp. 812-
815.
417
V.S. Ramachandran y D. Rogers-Ramachandran, “Synaesthesia in phantom limbs induced with mirrors,”op.
cit., pp. 377-386. E.A. Franz y V.S. Ramachandran, “Bimanual coupling in amputees with phantom limbs”,
Nature Neuroscience, 1, 1998, pp 443-444.
La compleja relación entre lo bioquímico y lo comportamental queda salvada

por los modelos de redes neuronales que asumen la existencia de un intercambio a

nivel químico, con efectos morfológicos y metabólicos entre neurotransmisores,

producto de cierta disposición biológica y cierto aprendizaje, moldeando, de este

modo, el tipo de conexiones, así como su representación somática y

comportamental. El aprendizaje se produce debido a la discontinuidad existente

entre las neuronas y la posibilidad de una activación simultánea pre- y

postsináptica que produciría la potenciación a largo plazo o LTP (long term

potentiation). La memoria abstrae un patrón ponderado obtenido a través de

experiencias dispares, sin importar, incluso obviando, las circunstancias y

situaciones que dieron lugar a dicha categoría.418

Si bien, en el procesamiento de la memoria a corto plazo, la activación

temporal resulta suficiente, la memoria a largo plazo requiere de cambios que sean

permanentes. Para ello se debe producir una modificación en el núcleo de la

neurona y una cierta síntesis protéica. Es decir, el aprendizaje requiere la

elaboración de ciertas proteínas para inducir recuerdos duraderos, en cuya

ausencia los recuerdos no pasan de una duración limitada. Así el ARN

transportaría la secuencia de ADN al citoplasma de la célula donde la información

sería convertida en una proteína CREB, encargada de la transcripción genética,

con el resultado del reforzamiento sináptico requerido para la subsistencia del

recuerdo.

La neurona posee múltiples inputs pero sólo tiene un output (axón), de ahí que

su efecto en el sistema neuronal sólo pueda ser bivalente.419 Los iones de calcio
418
Cf. M.I. Posner y S.W. Keele, “Retention of abstract ideas”, Journal of Experimental Psychology, 83, 1970,
pp. 304-308; M.I. Posner y S.W. Keele, “On the genesis of abstract ideas”, Journal of Experimental Psychology,
77, 1968, pp. 353-363, y J.G.W. Raaijmakers y R.M. Shiffrin, “Models for recall and recognition”, Annual
Review of Psychology, 43, 1992, pp. 205-234.
419
De ahí el valor de los sistemas computacionales binarios como simuladores de la actividad neural.
que rodean la célula, al producirse determinada tensión eléctrica, entran en ella,

convirtiendo el impulso eléctrico en una señal química; los iones activan las

quinasas protéicas. La regularidad de los incrementos citoplasmáticos de calcio

resulta más importante para regular los genes encargados de la memoria que la

cantidad de calcio total, demostrando un efecto conocido del aprendizaje: su

efectividad depende del ejercicio contínuo más que de un solo caso.

La establización del proceso que produce las modificaciones plásticas en las

sinapsis resulta crucial para comprender el aprendizaje. Si bien no es necesario

que el cambio se produzca por un mensaje de la sinápsis individual de cada

neurona al núcleo de la célula misma, en cambio, de acuerdo con Hebb, el núcleo

es modificado por la simple respuesta de la neurona, en el sentido de activarse o

no (firing). Así la actividad de una neurona, resultado de la excitación combinada

de todos los inputs sinápticos en la célula, produce la consolidación de la memoria,

fortaleciendo las conexiones existentes entre ellos, consolidando el recuerdo.420

La relación entre la información disponible fenomenológicamente y las

alteraciones estructurales requeridas para la pervivencia de los recuerdos pasa,

somo señalamos, por el concepto de reconsolidación: “la reconsolidación como

función de recuerdo y reactivación puede ser vista como un medio por el cual

atributos específicos son reforzados selectivamente y la memoria como totalidad se

hace más recuperable.”421 Si bien algunas estructuras cerebrales no participan

directamente en la consolidación del recuerdo, éstas estarían encargadas de

producir una modulación tras el aprendizaje. Una 'teoría molecular de la

420
Para un desarrollo completo de los diversos elementos involucrados en la comunicación interneuronal cf. M.B.
Kennedy, H.C. Beale, H.J. Carlisle y L.R. Washburn, “ Integrated biochemical signalling in postsynaptic spines”,
Nature Reviews: Neuroscience, 6(6), 2005.
421
L. Nadel y C. Land, “Memory traces revisited”, Nature Reviews: Neuroscience, 1, 2000, pp. 211. Para una
crítica del concepto cf. R.R. Miller y L.D. Metzel, “Memory involces far more than consolidation,” Nature
Reviews: Neuroscience,1, 2000, pp. 214-6.
consolidación'422 entiende que es la síntesis protéica la que se encuentra en la base

de recuerdo. De ahí que, los recuerdos más antiguos sean los más robustos, los

mejor consolidados. La consolidación y recuperación son procesos coexistentes.

Así al recuperar cierto recuerdo, se permite su reconsolidación, pudiendo añadir

nuevos aspectos a dicho recuerdo que se encuentra en estado lábil.423

Desde los primeros modelos cognitivos de la memoria se acepta, tanto a nivel

fisiológico como funcional, una cierta disociación entre dos estructuras o funciones

mnésicas diferentes, una memoria de largo y otra de corto plazo.424 Diversos

estudios muestran cómo la atención a los significados permite una recolección

mnésica superior al reconocimiento visual o auditivo.425 Los significados estarían

así relacionados con una codificación a largo plazo.

A partir de estos dos sistemas básicos se ha llevado a cabo una subdivisión

mediante estudios disociativos en pacientes amnésicos, mostrando la existencia de

diversos procesos que conforman la memoria como fenómeno global.426 De hecho

esta comprensión debería cambiar nuestra concepción común, pues la memoria

como concepto no posee coherencia alguna más allá de la otorgada por nuestras

categorías lingüísticas. Existirían 'memorias' con diversas funciones, localizaciones

y correlatos fenomenológicos.

422
K. Nader, G.E. Schafe y J.E. Ledoux, “The labile nature of consolidation theory”, Nature Reviews:
Neuroscience, 1, 2000, pp. 216-219.
423
S.J. Sara, “Strengthening the shaky trace through retrieval”, Nature Reviews: Neuroscience, 1, 2000, pp. 212-
213.
424
La memoria de corto plazo se ve afectada por lesiones relativas al hemisferio izquierdo, en especial, la zona
relativa a la articulación de lenguaje (Wernicke, Broca). La de largo plazo se ve afectada por daños en los
lóbulos temporales y las zonas más profundas como hipocampo y la zona mamilaria.
425
F.I.M. Craik y R.S. Lockhart, “Levels of processing: A framework for memory research”, Journal of Verbal
Learning and Verbal Behavior, 11, 1972, pp. 671-684.
426
Otras concepciones también son discutidas en D.S. Olton, “Inferring Psychological Dissociations from
Experimental Dissociations: The Temporal Context of Episodic Memory”, H.L. Roediger y F.I.M. Craik (eds.),
Essays in Honour of Endel Tulving, Hillsdale, 1989, sostiene una visión dimensional de la memoria antes que
una dicotómica o en el mismo volumen B.B. Murdock, “The Past, Present, and the Future: Comments on Section
1” aboga por un sólo sistema con diversos efectos paramétricos. O R.G. Crowder, “The demise of short-term
memory”, Acta Psychologica, 50, 1982, pp. 291-323.
Las dos grandes subdivisiones de la memoria a largo plazo separarían una de

tipo declarativo y otra de tipo procedimental. La memoria declarativa es aquella que

nos resulta intuitivamente más cercana; recordar una película, una cena o un día

en las carreras, éstos serían los correlatos de la denominada memoria

autobiográfica. Habría otro proceso, de tipo semántico, que se referiría a nuestro

conocimiento acerca de cuestiones como la capital de Turquía, el año de

nacimiento de Cervantes o el significado de la palabra 'memoria'.

La memoria procedimental aparece en los análisis disociativos como la función

más estable a lo largo del desarrollo personal. La transferencia habría de actuar

sobre ésta en la que se almacenan las experiencias primeras, prelingüísticas y de

adaptación al medio. Recordemos que existen dos vías de procesamiento de los

estímulos: la vía dorsal, en la que se procesan los aspectos propios del objeto, y la

ventral, que atiende a la interacción, su relación ecológica con éste. La información

que sigue la vía dorsal estaría asociada a la memoria explícita (qué), mientras que

la de tipo implícito correpondería a la vía ventral (cómo). La memoria implícita

almacena, en especial, la información correspondiente al aprendizaje motor, a

nuestra postura incorrecta al subir la escalera.

Si las representaciones conscientes tienen su locus en el cortex prefrontal, el

procesamiento inconsciente activa las regiones posteriores (temporal, parietal,

occipital). Dentro de la memoria procedimental o implícita se agrupan habilidades

motoras, respuestas adquiridas, condicionamiento clásico y aprendizaje visual

entre otros. El carácter primitivo de la memoria procedimental parece

incuestionable, los ejemplos de condicionamiento prueban la presencia en los

animales más simples de este tipo de mecanismo de adaptación ecológica. Su


asiento neurológico estaría especialmente referido a los ganglios basales, aunque

ciertas estructuras neocorticales también entran en su funcionamiento.

Más interesante aún resulta un análisis ontogenético de la emergencia de

dichos procesos. En este sentido, los estudios clásicos de Piaget muestran la

evolución de un razonamiento concreto y centrado en el yo del niño hacia uno de

carácter abstracto, basado en reglas y socializado.427 No obstante este aprendizaje

no es individual, se ha señalado la necesidad de la presencia física de una persona

en estudios con niños de menos de 12 meses correspondientes al aprendizaje de

ciertos fonemas desconocidos, como es el caso de los fonemas [r/l] en niños

japoneses. La simple exposición auditiva no basta para que se produzca el

aprendizaje, apoyando la tesis de un aprendizaje que más que simplemente

cognitivo, repetitivo, conllevaría aspectos motivacionales y simulacionales.

Otra característica del aprendizaje infantil es la alta dependencia del contexto

en que se produce, corroborando la idea piagetiana acerca de la falta de

generalidad del pensamiento infantil. Las alteraciones del contexto impiden la

recuperación de la información codificada. Por otro lado el niño prefiere estímulos

nuevos frente a otros conocidos. Los datos avalan el hecho de que la memoria

implícita se encuentra totalmente desarrollada a edades preescolares, no así la

memoria explícita.428 Se ha propuesto incluso la pertinencia de experiencias

prenatales, uterinas, que influirían en el comportamiento posterior frente a ciertos

estímulos.429
427
J. Piaget y B. Inhelder, La Psychologie de l'enfant, París, 1966. J. Piaget, Seis estudios de psicología,
Barcelona, 1993.
428
R. Russo, P. Nichelli, M. Gibertoni y C. Cornia, “Development trends in implicit and explicit memory: A
picture completion study,” Journal of Experimental Child Psychology (59), 1995, pp. 566-578.
429
A.J. DeCasper y M.J. Spence, “Prenatal maternal speech influences newborn’s perceptions of speech sounds,”
Infant Behavior and Development, 9, 1986, pp. 133-150. “Pese a que la primacía indirecta aumenta la posibilidad
de que los individuos tengan una respuesta preparada para situaciones similares que probablemente encuentren,
también aumenta la posibilidad de que los recuerdos reactivados indirectamente sean accesibles a la modificación
a través de nuevas circunstancias ya sea en el momento de recuperación o, posteriormente, dependiendo de cuán
rápido son olvidados,” C. Rovee-Collier y P. Gerhardstein, “The Development of Infant Memory”, N. Cowan,
El último aspecto que desarrollaremos brevemente en esta sección es la

denominada memoria de trabajo (working memory) que se encarga de mantener la

información que recibimos durante un espacio mínimo de tiempo, dando lugar a la

apercepción. De acuerdo con Baddeley los, sujetos pueden mantener en la mente

a través de un loop fonológico hasta el último segundo y medio de articulación

lingüística.430 En este sentido, la memoria ecóica sostiene la rememoración de las

últimas palabras pronunciadas y dispara la memoria asociativa.

Se ha demostrado que, a cierto nivel de procesamiento, la mejor forma de

retener palabras no puede basarse simplemente en la memoria visual o fonológica,

sino que éstas resultan más disponibles para el recuerdo cuando están asociadas

a un significado. En la terapia la máxima de no reprimir ningún pensamiento está

relacionada con el deber del paciente de exteriorizar toda idea o asociación, de

procesar simbólicamente cualquier posible estado. En psicología cognitiva se ha

mostrado cómo al fonetizar y articular las palabras, éstas son procesadas por un

tipo de memoria (ecóica) que es capaz de almacenarlas.431

Las investigaciones del grupo de Jeannerod muestran cómo al observar una

acción y llevarla a cabo se ponen en marcha idénticos mecanismos neuronales. No

nos debería extrañar que el recuerdo vuelva a poner al sujeto en un estado

emocional similar al de la situación vivida.432 Ciertas áreas del cerebro son

The Development of memory in childhood, Hove, 1997, p. 30.


430
A.D. Baddeley, Essentials in Human Memory, Hove, 1999, p. 52. Un mecanismo de este tipo estaría detrás
del corte significante utilizado por Lacan o el fin abrupto de la terapia, como interpretación con efectos de
reciencia.
431
Al verse el paciente obligado a producir ciertos significantes, éstos ponen en marcha la memoria ecóica,
mediante la cual, estos significantes sirven de pista a otros significantes. La articulación y audición de las
palabras activan la memoria de una forma que no ocurre con la lectura o el pensamiento, pues no se producen
ciertas pistas críticas. Así podemos elucidar uno de los mecanismos cognitivos que subyace al fenómeno de la
libre asociación. Ésta es activada por la enunciación de los significantes. En este sentido se entiende la
importancia que otorga Lacan al significante en su aspecto sonoro, por encima del significado, revertiendo el
postulado saussuriano, se trata de la pista que permite la activación de ciertos niveles de procesamiento.
432
M. Jeannerod y V. Frank, “Mental imaging of motor activity in humans”, Current Opinions in Neurobiology,
9, 1999, pp. 735-739. C. Paccalin y M. Jeannerod, “Changes in Breathing during Observation of Effortful
Actions”, Brain Research, 862, 2000, pp. 194-200. En esta última publicación los autores muestran cómo sujetos
activadas igualmente por el recuerdo como por la experiencia, es lo que se llama

isocronía. Igualmente las ‘neuronas espejo’433 se encargan de reproducir en nuestro

cerebro la situación de nuestro interlocutor. Las neuronas se activan cuando ven a

alguien llevar a cabo una tarea. Al igual que la teoría de la metáfora sostiene la

proyección de un dominio fuente a otro, en este caso el mapeado es el de los

circuitos neuronales que se activan en el observador simulando la acción percibida.

Hacer y pensar permiten cambios del comportamiento casi idénticos. Imaginar una

acción y su realización poseen efectos similares. Lo que uno experimenta de forma

vívida, aunque sea de forma imaginaria, puede modificar nuestro sistema nervioso.

La moraleja: sólo pensar en algo puede cambiar nuestro cerebro.

al observer cierta actividad motora comenzaban a activar las áreas cerebrales relativas a la propia actividad pese
a mantenerse cómodamente sentados y no producirse activación muscular. De estos datos los investigadores
sostienen poder demostrar cierta relación con los procesos de imitación.
433
G. Rizzolatti y M. Arbib, “Language within our grasp”, Trends in Neuroscience, 21, 1998, p. 188.
2.3.1. Memoria = Codificación + Recuperación

A la hora de entender el funcionamiento básico de la memoria es preciso

diferenciar dos aspectos de ésta: la codificación y la recuperación. Mediante el

primer mecanismo los recuerdos son guardados y, a través del segundo, se

consigue acceder a éstos. Clásicamente se ha venido atendiendo principalmente a

la segunda parte de este proceso; recordar se equiparaba a recuperar. Los

estudios modernos señalan que recuperar una información sólo puede ser fruto de

una codificación y un registro adecuado. En el caso del esclavo de Platón la

codificación no resultaba problemática pues se entendía que el alma habría

almacenado sus recuerdos en contacto directo con las ideas, se trataba de una

teoría innatista de la memoria.

Actualmente poseemos una visión más cercana al empirismo. Así, la

recuperación requiere de una codificación previa adecuada. El pionero en resaltar

este aspecto de la memoria ha sido Endel Tulving que ha propuesto el principio de

especifidad en la codificación. De acuerdo con éste, sólo se puede recuperar lo que

ha sido guardado, y dicha recuperación depende del modo en que se ha

codificado. Se plantea una relación directa entre la información almacenada y su

posible recuperación mediante lo que se denominan pistas (cues) que permiten

acceder al recuerdo por haber sido vinculadas desde el principio con el modo de

codificación inicial, “...el recuerdo de un evento, o de un cierto aspecto de éste,

ocurre si y sólo si las propiedades de la huella del evento son suficientemente

similares a la información recuperada.”434 Para la recurrencia de un recuerdo se

requiere cierta relación entre la situación de almacenamiento y la de

434
E. Tulving, Elements of episodic memory, Nueva York, 1983.
recuperación.435 El recuerdo se produce como relación entre la información

guardada y la presente.

Pero no son sólo las pistas adecuadas, codificadas en relación a cierta

experiencia, las que favorecen el recuerdo, el contexto de codificación y de

recuperación juegan también un papel fundamental en el funcionamiento de la

memoria. “Antes que identificar un sólo elemento, el organismo ha de encajar el

presente evento en un contexto de ocurrencias previas, sólo algunas de las cuales

se relacionan directamente con la situación dada.”436

Así sucede con la existencia de los recuerdos fogonazo (flashbulb memories),

que señalan la importante correlación entre eventos cargados emocionalmente y la

integración del contexto.437 El ejemplo clásico es la muerte de J.F. Kennedy; un

suceso tan pregnante (en la sociedad americana al menos) sirve de pista idónea

para recordar la tarea que realizábamos en el momento en que se nos dió a

conocer la noticia. El propio contexto de almacenamiento también influye en la

forma en que codificamos el recuerdo. Es decir, si nuestro equipo de fútbol

(también americano e.g.) perdió el día en que Kennedy fue asesinado, nuestro

recuerdo del suceso será aún más triste que si no hubiera sido de esta forma. Un

modelo neuronal de cómo se recupera un recuerdo codificado podría tener el

siguiente aspecto.

Al conseguir recordar algo de modo exitoso, una modulación arriba-abajo del cortex
frontal interactúa probablemente con representaciones neurales posteriores de
pistas ambientales para producir la reactivación de las redes corticales que
435
E. Tulving, “Relation between encoding specificity and levels of processing”, L.S. Cermak y F.I.M. Craik
(eds.), Levels of processing in human memory, Nueva Jersey, 1979.
436
K.H. Pribram, “The amnesic syndromes: Disturbances in coding,”, G.A. Taland y N.C. Waugh (eds.) The
Pathology of Memory, Nueva York, 1969, p. 136.
437
F.I.M. Craik, “On the making of episodes”, H.L. Roediger y F.I.M. Craik (eds.), op. cit. Así el recuerdo del
contexto es especialmente vívido en circunstancias con un hondo calado emocional. El ejemplo citado es el
estudio de R. Brown y J. Kulik, “Flashbulb memories”, Cognition, 5, 1977, pp. 73-99, en el que se comprobaba
la primacía del contextos como la muerte de J.F. Kennedy en la memoria de diversos sujetos.
representan un recuerdo. El lóbulo temporal medio es probablemente el encargado
de ciertas formas de reactivación, quizás mediante su papel paralelo en la rápida
vinculación de información en nuevas redes corticales. A medida que la
información reflejando las representanciones mnésicas es reconocida, las redes
corticales involucradas en las regiones parietales y frontales contribuyen a la señal
general indicando que la información es antigua. Simultáneamente, la reactivación
de contenidos específicos en el ámbito del recuerdo actúa sobre las fases tardías
del procesamiento sensorial que también codifica dicha información durante el
procesamiento sensorial y de imágenes. Por ejemplo, las regiones visuales en el
córtex inferior temporal se reactivan para apoyar los contenidos visuales del
recuerdo. Otras regiones, aún poco entendidas, sostendrían el contenido abstracto
y verbal del recuerdo. También es posible que el córtex frontal participe en la
contínua evaluación de los productos emergentes del intento de recuperación y que
los procesos descritos se extiendan, dependiendo del acierto y objetivo del
recuerdo. Las operaciones de estos procesos interactivos son experimentadas
fenomenológicamente como recordar.438

Tras una experiencia fenomenológica aparentemente simple se encuentra una

multitud de actividades conformadas por diversos procesos y funciones.

Básicamente, el cortex frontal serviría de guía del proceso, el frontal y parietal

decidirían si la recuperación ha sido completada con éxito y las áreas sensoriales

almacenarían el contenido del recuerdo, haciéndonos recuperar las imágenes o

palabras relacionadas con dicha búsqueda.

Si la recuperación de un recuerdo es el caso paradigmático en el análisis de la

memoria, ésta también puede fallar. El caso extremo es lo que denominamos

'olvido', la incapacidad de recuperar cierta información (por faltar las pistas

adecuadas), así como la incorrecta codificación del estímulo que, o bien es

irrecuperable o nunca se almacenó de forma apropiada.

En el olvido se cumple la denominada ley de Jost, según la cual, dadas dos

huellas mnésicas igualmente robustas en un momento dado la más antigua de las

dos será más duradera y más lento su olvido.439 Los estudios más recientes en

neurociencia muestran el olvido como proceso activo, voluntario, con base


438
R.L. Buckner y M.E. Wheeler, “The Cognitive Neuroscience of Remembering”, Nature Reviews:
Neuroscience, 2, 2001, p. 630.
439
A.D. Baddeley, op. cit., p. 109.
motivacional. El olvido parece producir la activación de la zona prefrontal del cortex,

que puede inhibir la acción del hipocampo al igual que procesos automáticos

subcorticales.440

Al aprender listas de términos el olvido se produce no sólo al desaparecer la

relación entre la codificación y recuperación de la representación estímulo, sino por

la interferencia de otros estímulos concurrentes. Es decir, es posible el cambio en

la medida en que las nuevas situaciones consigan interferir con el conocimiento

previo. La robustez de las representaciones existentes señala la intensidad

requerida por estas nuevas experiencias para afectar a los modelos almacenados.

Y eso que los procesos generados por los estímulos conocidos, pese a situarse

bajo el umbral de la apercepción, pese a ser inconscientes, generan una activación

subsimbólica.

En el curso de se reactivación los recuerdos de objetos observados se

almacenan en las propias áreas sensoriales en que fueron registrados. Así, la

información perceptual y el recuerdo, dos procesos en principio diferenciados, se

apoyarían en las mismas áreas cerebrales, contraviniendo las tesis acerca de una

memoria modal.441 Según la teoría más aceptada, tras la consolidación de la

información en la corteza cerebral, la actividad del hipocampo no desempeña

ningún papel en la recuperación. Para otros, no obstante, tras la consolidación, el

hipocampo sigue desempeñando un papel importante. El hipocampo se encarga de

440
Se trataría de un modelo del postulado freudiano de represión y el mecanismo de defensa. “Es por ello que
estos descubrimientos ofrecen el primer modelo neurobiológico del tipo voluntario de represión propuesto por
Freud, un modelo que integra su propuesta, por otra parte cuestionada, con mecanismos ampliamente aceptados y
fundamentales para el control de la conducta” M.C. Anderson, K.N. Ochsner et al., “Neural systems underlying
the suppression of unwanted memories”, Science, 303, 2004, p. 235.
441
L. Nyberg, R. Habib, A.R. McIntosh y E. Tulving, “Reactivation of encoding-related brain activity during
memory retrieval”, Proceedings of the National Academy of Sciences, 97, 2000, pp. 11120–11124. M.E.
Wheeler, S.E. Petersen y R.L. Buckner, “Memory’s echo: vivid remembering reactivates sensory-specific
cortex”, Proceedings of the National Academy of Sciences, 97, 2000, pp. 11125–11129. P.E. Roland y B.
Gulyás, “Visual imagery and visual representation”, Trends in Neuroscience 17, 1994, pp. 281–287.
enviar información sobre nuevos episodios al neocortex442 incluso antes de que se

formen las estructuras corticales apropiadas para el aprendizaje. Así los recuerdos

de juventud en los adultos ya no dependen del hipocampo, sino del sistema del

neocortex, en este sentido son menos accesibles a la modulación, no se produce el

denominado 'interleave learning' que permite que la nueva experiencia vaya

configurando la extensión de la ya almacenada, sino que mantiene cierta

inflexibilidad al cambio. Esto permite una consolidación progresiva, una

consolidación rápida podría producir una interferencia catastrófica con el

conocimiento previamente almacenado.443 De ahí el largo proceso que supone el

psicoanálisis que actuaría sobre dicha información almacenada.

Los recuerdos, al consolidarse, pasarían de depender del lóbulo medial

temporal, incluido el hipocampo, a otras zonas como el cortex. Así ocurre en los

casos de disociación en sujetos con lesión en el lóbulo medial temporal. Las

disfunciones del hipocampo afectan preferentemente a recuerdos recientes antes

que a otros consolidados. La reactivación de las redes con base en el hipocampo

comienza a reforzar las redes corticales hasta que el recuerdo se independiza del

hipocampo. El córtex prefrontal, en especial, integra la información proveniente de

diversos módulos e inhibe la actividad del hipocampo para evitar la codificación de

información redundante.444

442
J.L. McClelland y N.H. Goddard, “Considerations arising from a complementary learning systems perspective
on Hippocampus and Neocortex”, Hippocampus, 6, 1996, pp 654-665.
443
J.L. McClelland, B.L. McNaughton y R.C. O'Reilly, “Why there are complementary learning systems in the
hippocampus and neocortex: Insights from the successes and failures of connectionist models of learning and
memory”, Psychological Review, 102(3), 1995, pp. 419-457. J.L. McClelland, “Complementary learning systems
in the brain: A connectionist approach to explicit and implicit cognition and memory”, R. Bilder y L. Fever
(eds.), Neuroscience of the mind on the centennial of Freud's project for a scientific psychology, Annals of the
New York Academy of Sciences, 843, 1998, pp. 153-169.
444
P.W. Frankland y B. Bontempi, “The organization of recent and remote memories”, Nature Reviews:
Neuroscience, 6, 2005, pp. 119-130. Asimismo se ha mostrado como el córtex prefontral también está en la base
del control del estrés al disminuir su input al cerebro medio. T. W. Robbins, “Controlling stress: how the brain
protects itself from depression”, Nature Neuroscience, 8, 2005, pp. 261-262.
En psicoanálisis, mediante la transferencia, se produciría un tipo de olvido y

nueva consolidación sobre un proceso activo cuyas pistas le resultan inaccesibles

al sujeto; una activación sin representación.445 “Juzgando en base a la actuación de

gente con desórdenes mnésicos e incluso gente normal, parece que la memoria

aparece a menudo fragmentada. El sujeto puede recordar los atributos semánticos

de un objeto, pero no sus propiedades sensoriales; el contenido de un evento, pero

no las circunstancias; los elementos pero no su orden...”446 El analista habría de

permitir el surgimiento de las pistas conducentes al recuerdo y a su reconstrucción

simbólica.

La activación de cierto aire de familia permitiría la transferencia, no de un

reconocimiento visual del analista (consonante con la práctica del diván, mediante

la cual el analizante no puede ver al analista), sino de la reproducción de

situaciones afectivas, afirmándose la superior transmisión de información de tipo

afectiva que perceptiva.447 La propia imbricación del analizante en la situación

analítica, así como la información mnésica presente, impiden la neutralidad de la

experiencia.

La meta del análisis, desde una perspectiva fundamentada en el aprendizaje,

es la producción de una interferencia retroactiva, esto es, una interferencia con la

huella mnésica previa, la alteración de la conducta, y la activación de un nuevo

estereotipo de relación, basado en una nueva categorización de la experiencia.

Los estudios llevados a cabo sobre el reconocimiento en pacientes amnésicos

señalan cómo la verificación de un estímulo conlleva la experiencia subjetiva de


445
En psicología cognitiva también se usa este término para dar cuenta de mecanismos similares a los descritos
por Freud, cf. E.F. Loftus, “The reality of repressed memories”, American Psychologist ,48, 193, pp. 518-35.
446
M. Moscovitch, “Confabulation and the Frontal Systems: Strategic versus Associative retrieval in
Neuropsychological Theories of Memory”, H.L. Roediger y F.I.M. Craik (eds.), op. cit., p. 155.
447
“...es posible que el hecho de que la información se transmita mejor de un medio a otro depende más de cuán
similar sean estos medios afectivamente que perceptivamente,” E. Eich, “Theoretical Issues in State Dependent
Memory”, H.L. Roediger y F.I.M. Craik (eds.), op. cit., p. 349.
familiaridad de dicho estímulo y, por otro lado, la incapacidad de recuperar su

representación, es decir, de recordarlo explícitamente, de modo simbólico. Esta

aparente antinomia se explica mediante la postulación de dos sistemas mnésicos,

explícito e implícito. En la transferencia se podría producir un suceso similar en el

que se reactivan ciertos patrones de familiaridad con respecto a modelos previos,

pero sin el recuerdo explícito de las circunstancias o los sujetos con los que se

relaciona dicha representación.

A través de la terapia se recupera un patrón de activación implícito que actúa

sobre la forma de su inscripción en la memoria restituyendo, o construyendo, el

episodio o serie de acontecimientos vivenciales que produjeron ese aprendizaje

asociativo, haciéndolo accesible a una nueva inscripción. El psicoanálisis trabaja

con la memoria episódica-simbólica explotando la capacidad de dar forma

simbólica a los hábitos y respuestas condicionadas complejas y la conversión de

nuevas formas de experimentarse con otro en memoria procedimental sub-

simbólica, en rutina comportamental.


2.3.2. Autobiografía e Identidad

Dentro de la división que señalábamos al comenzar este capítulo, diferenciamos

dos sub-instancias dentro de la memoria explícita: la memoria declarativa y la

autobiográfica. Si bien la primera se refiere al conocimiento ‘objetivo’ que

poseemos acerca del mundo, la información que hemos ido almacenando a lo largo

de nuestra experiencia, la memoria autobiográfica, almacenaría los eventos

significativos en la propia historización del sujeto, en sus creencias acerca de sí y

de su mundo. Frente a la memoria semántica, la información episódica o

autobiográfica se recuerda automáticamente, sin ninguna actividad intencional, es

refleja, funciona por debajo de los umbrales de la atención,448 da consistencia a lo

que el sujeto cree de sí, le da una posición, una identificación y un ideal según

Lacan. Así el carácter pertenecería a esa serie de características que conforman la

personalidad de un sujeto y que son procesados por éste de forma implícita.449

La incapacidad para acceder a recuerdos de la primera infancia,

constituyentes de los primeros modelos de interacción y de apropiación del sujeto

de su entorno, la codificación subsimbólica de dicha experiencia, ha sido achacada

a falta de evolución de ciertas estructuras y funciones cognitivas. De hecho, parece

haber una sincronía entre el surgimiento, en términos cognitivos, de la función

autobiográfica de la memoria en el niño y la desaparición en términos

psicoanalíticos de la amnesia infantil.450 Existe asimismo evidencia acerca del

cambio de dominio de hemisferios del izquierdo al derecho entre los cuatro y cinco

años (emocional, derecho, a cognitivo lingüístico, izquierdo), permitiendo el

448
Cf. M.I. Posner, Chronometric explorations of the mind, Hillsdale, 1978.
449
J. Grisby y G.H. Hartlaub, “Procedural learning and the devolpment and stability of character”, Perceptual and
Motor Skills, 79, 1994, pp. 355-370.
450
S. Wetzler y J. Sweeney, “Childhod amnesia: A conceptualization in cognitive psychological terms”, Journal
of the American Psychoanalytic Association, 1986, 34, pp. 636-686.
desarrollo de la memoria autobiográfica451 y de un lenguaje egocéntrico mediante el

cual el niño empieza a contarse historias a sí mismo alrededor de los tres años.452

Si la codificación de experiencias se lleva a cabo mediante fragmentos de

éstas, de forma similar es posible que al ser reactivadas se recuperen ciertas

características de la situación de su almacenamiento, sus aspectos contextuales.

Así los diferentes hemisferios pueden guardar información diversa acerca del

mismo estímulo.453 De ahí el interés por la descripción de todo detalle en la terapia

a la hora de recordar, pues puede ser que surjan recuerdos relevantes asociados

contextualmente a otros aparentemente más centrales en la narración del

analizante, activando redes asociativas que podrían entrar en un estado lábil en su

activación.

Mientras que la memoria declarativa estaría localizada en el hemisferio

izquierdo, la memoria autobiográfica o episódica, cargada de afectos, es activada

principalmente por el hemisferio derecho y las estructuras límbicas, amígdala e

hipocampo.454 La libre asociación posee como finalidad hacer emerger aspectos

olvidados de la memoria autobiográfica, ésta permitiría producir nuevas conexiones

en el hemisferio derecho, encargado de procesar estímulos no verbales

relacionados con cierta activación fisiológica y emocional, mientras que el cortex

451
B. Jacobs, H. Batal, B. Lynch, G. Ojemann, L. Ojemann y A.B. Scheibel, “Quantitative dendrite and spine
analyses of speech cortices: A case study”, Brain and Language, 44, 1993, pp. 239-253, y B. Jacobs y A.B.
Scheibel, “A quantitative dendritic analysis of Wernicke's area in humans. I Lifespan changes”, Journal of
Computational Neurology, 327, 1993, pp. 83-96.
452
R. Joseph, “The neuropsychology of development: Hemispheric laterality, limbic language, and the origin of
thought”, op. cit.
453
J. Levy y C. Trevarthen, “Perceptual, semantic, and phonetic aspects of elementary language processes in
split-brain patients”, Brain, 100, 1977, pp. 105-118.
454
G.R. Fink, H.J. Markowitsch, M. Reinkerneier, T. Bruckbauer, J. Kessler y W.-D. Heiss, “Cerebral
representation of one's own past: Neural networks involved in autobiographical memory”, Journal of
Neuroscience, 16(13), 1996, pp. 4275-82. “...el cortex prefrontal inferolateral derecho y el derecho temporal
anterior, estructuras interconectadas mediante la rama ventral de el fascículo uncinado, están involucrados en la
recuperación de recuerdos episódicos, mientras que la misma combinación en el hemisferio izquierdo podría ser
responsable para la recuperación de la memoria semántica,” ibid., p. 4280. M.A. Wheeler, D.T. Stuss y E.
Tulving, “Toward a theory of episodic memory: The frontal lobes and autonoetic consciousness”, Psychological
Bulletin, 121(3), 1997, pp. 331–354.
prefrontal actuaría en el control y el comienzo de la rememoración. Así la narración

de ciertos eventos puede alterar su codificación al incluir aspectos nuevos propios

de la situación analítica y modificar aspectos asociadas a ésta. Los procesos

activos se van volviendo memoria semántica, son 'desactivados'.

Terapéuticamente la verbalización de síntomas traumáticos con la asistencia del


analista, relacionando éstos con las experiencias pasadas del trauma puede
facilitar el procesamiento explícito del trauma. Esto ayuda a poner en contexto el
sello del tiempo a dichos sucesos. Cuando estos eventos traumáticos son
reactivados posteriormente, pueden ser sentidos cada vez más como la
reactivación de un recuerdo pasado, opuesto a la experiencia actual.455

Cuando contamos un cuento que hemos aprendido al igual que cuando

narramos nuestra experiencia autobiográfica tendemos a estereotipar y

homogeneizar los recuerdos, mediante la creación de esquemas (schemas) que,

por un lado, simplifican la información al tipificarla y, por otro, están altamente

influidos por nuestra actitud genérica hacia el tipo de eventos de que se trate,456

especialmente su repercusión emocional.457

Algunos autores diferencian entre narrativas propias (self-narratives) y

memoria autobiográfica.458 Mientras la primera englobaría las experiencias que


455
R. Pally, “Memory: Brain system that link past, present and future”, International Journal of Psychoanalysis,
78, 1997, p. 1231 (énfasis mío).
456
D.P. Spence, Narrative truth and historical truth: Meaning and interpretation in psychoanalysis, Nueva
York, 1982. R. Schafer, “Narration in the psychoanalytic dialogue”, W.J.T. Mitchell (ed.), On narrative,
Chicago, 1981.
457
“....la información que concierne al estímulo y los eventos está unida en parte a la modalidad particular en que
la información es procesada inicialmente. En otras palabras, los sistemas de procesamiento que analizan
información también participan e influencian la representación de dicha información.” R.L. Squire, op. cit., p.
129. “La memoria para eventos completos se almacena ampliamente, no en un solo emplazamiento; el olvido
literal o biológico puede ocurrir, de tal forma que la recolección de eventos pasados es una reconstrucción de
fragmentos, no un playback verídico de eventos pasados,” ibid., p. 77.
458
Cf. J.A. Robinson y L.R. Taylor, “Autobiographical Memory and Self-Narratives: A Tale of two Stories”, Ch.
P. Taylor et al. (eds.). Estos autores señalan el calor de los temas recurrentes en la vida de los sujetos y dan una
explicación de la aparente repetición de circunstancias y personas. “Los temas crean repetición, y la repetición,
incluso desagradable, le otorga un aire de familiaridad y coherencia a la vida. Parte del éxito a la hora de
enfrentarse a la inestabilidad en la vida es encontrar el punto de vista que permite observar constancia en el
cambio,” p. 139. Cf. C.R. Cimino, M. Verfaellie, D. Bowers y K.M. Heilman, “Autobiographical memory:
Influence of right hemisphere damage on emotionality and specificity”, Brain and Cognition, 15, 1991, pp. 106-
conforman la idea que alguien posee de sí mismo, la segunda estaría compuesta

por un variado grupo de informaciones relacionadas con el sujeto. Robinson y

Taylor muestran cómo a menudo se conservan memorias autobiográficas

irrelevantes en la configuración de la personalidad del narrador con cierta viveza y

buena parte de las narrativas propias carecen de ese tono intenso.459 En esta

narración no sólo se produce una nueva configuración de la escena en tanto es

contada a otro, sino que se reconstruye el recuerdo agregando elementos que no

estaban presentes en el momento de la codificación, es decir, al recuperarlo es

editado, se reconsolida. Este proceso permite una nueva reinscripción del propio

evento recordado.460

Un ejemplo claro de alteración de la memoria autobiográfica es el de las

calificaciones obtenidas en la universidad. Según un estudio los recuerdos tienden

a 'inflar las notas', a recordar calificaciones con exactitud o tendiendo a su mejora.

El recuerdo se sitúa así en cierta relación con la actitud del sujeto.461 Parece

tratarse de un intento de conciliar, por un lado, la exactitud del recuerdo y un

aspecto motivacional, el valor personal. La motivación no deja de teñir los

recuerdos, éstos no son inamovibles, sino que se interrelacionan con otro tipos de

procesos mentales, supuestamente ajenos de acuerdo con una concepción clásica

que separa razón y emoción. “Claramente las historias que nos contamos sobre los

118.
459
“...el contenido de los recuerdos contados depende de cómo son narrados a otros, y estos recuerdos
reconstituidos forman la base del yo recordado por el individuo,” R.C. Schank y R.P. Abelson, “Knowledge and
memory: the real story”, R.S. Wyer, Knowledge and Memory: the real story, Nueva Jersey, 1995, p. 1. La misma
línea lacaniana, “...la escritura, y el lenguaje en general, (parecen) perfectamente adaptados a la esencial tarea de
la recuperación de un trauma –asimilando el evento traumático en la red de creencias que son recusadas por el
trauma.” K.D. Harber y J.W. Pennebaker, “Overcoming traumatic memories”, S.-A. Christianson (ed.), The
handbook of emotion and memory: Research and memory, Nueva Jersey, 1992, p. 373.
460
E. Gold y W.T. Greenough (eds.), Memory Consolidation. Essays in Honour of James L. McGaugh,
Washington, 2001.
461
H.K. Bahrick, L.K. Hall y S.A. Berger, “Accuracy and distortion in memory for high school grades”,
Psychological Science, 7, 1996, pp. 265-271.
eventos de nuestras vidas juegan un papel crítico en sus efectos sobre nosotros.

Así nuevas historias podrían liberarnos de antiguos patrones.”462

De hecho se sostiene el carácter construido, producido, de los recuerdos antes

que reproducidos, recuperados en su contenido originario, como sostenía Freud de

acuerdo con la concepción de la memoria existente en su momento. Recordar es

interpretar, una actividad cognitiva en la que se reorganiza la experiencia pasada,

produciendo nueva información.463 Como ya observó Freud, tanto recuerdos como

fantasías pueden ser igualmente modificables por reimpresiones que no sólo

alteran lo vivido, sino las fantasías relacionadas.

Los recuerdos infantiles de las personas no poseen a veces otra procedencia. En


vez de reproducirse a partir del momento en que quedan impresos, como sucede
con los recuerdos conscientes de la edad adulta, se evocan al cabo de mucho
tiempo, cuando la infancia ha pasado ya, y aparecen modificados, falseados, al
servicio de tendencias ulteriores, de manera que no resultan estrictamente
diferenciables de las fantasías.464

462
M. Cavell, The Psychoanalytic Mind. From Freud to Philosophy, Cambridge, 1993, p. 94. De acuerdo con la
hipótesis holista, “uno comprende su propia vida como una totalidad en términos de ciertas experiencias críticas,
uno concibe sus experiencias en los términos disponibles en el modo que entiende su vida como totalidad. Un
cambio de significado de alguna parte de esto puede afectar al resto,” ibid.
463
“Una experiencia pasada es vista como una fuente inagotable de posibilidades de significado personal; está
fundamentalmente abierta a una nueva comprensión en la mediación entre pasado y presente que es el recuerdo,”
L.M. Hirshberg “Remembering: Reproduction or construction?” Psychoanalysis and Contemporary Thought, 12
(3), 1989, p. 367. “Esto significa que durante nuestra vida reorganizamos nuestros recuerdos e ideas del pasado,
conservando más o menos el mismo material pero añadiendo otros elementos capaces de cambiar su significado y
sobre todo cambiar nuestro punto de vista,” J. Piaget, Memory and intelligence, Nueva York, 1973, p. 381, cit.
Ibid., p. 371. De esta forma el cambio terapéutico como cambio de punto de vista permite una nueva producción.
464
S. Freud, Eine Kindheitserinnerung des Leonardo da Vinci, Sta., X, p. 109-10. “Si el relato de Leonardo del
buitre no es sino una fantasía posterior, pensaremos al principio que no vale la pena de dedicarle gran atención.
Para su esclarecimiento podría bastarnos la tendencia, confesada por Leonardo, a dar a su estudio de los
problemas del vuelo de las aves la importancia de una prescripción del destino. Pero con esta valoración
despectiva cometeríamos una injusticia análoga a la que constituiría rechazar ligeramente el material de leyendas,
tradiciones e interpretaciones de la prehistoria de un pueblo. A pesar de sus deformaciones y sus errores, entraña
dicho material la realidad del pasado y constituye aquello que el pueblo ha formado sobre la base de los
acontecimientos de su época primitiva y bajo la influencia de motivos poderosos por entonces y muy importantes
aún en la actualidad, y si pudiéramos deshacer, por el conocimiento de todas las fuerzas actuales, tales
deformaciones, podríamos descubrir detrás del material legendario la verdad histórica. Igualmente sucede con los
recuerdos infantiles o fantasías del individuo. No es indiferente lo que una pensona cree recordar de su niñez,
pues detrás de los restos de recuerdos incomprensibles para el mismo sujeto se ocultan normalmente preciosos
testimonios de los rasgos más importantes de su desarrollo anímico,” ibid., p.111.
Otro factor contextual que altera el recuerdo es su intensidad. Al revivir ciertos

eventos nos trasladamos a éstos, cargando dichos recuerdos de una carga emotiva

superior a la de la simple narración objetiva y desligada. Así una de las muestras

características es el uso del presente a la hora de relatar acontecimientos

vividos.465 En el uso del presente verbal el sujeto se traslada al acontecimiento,

reproduciéndolo mentalmente. “La utilización del tiempo presente sugiere que el

narrador no está simplemente contando un episodio, está reviviendo algún aspecto

saliente del mismo.”466 Parece que la alteración en el tiempo verbal suele denotar

una cierta amenaza para la estabilidad del yo.467 De alguna forma el recuerdo o sus

imágenes asociadas sobrevienen a la mente del sujeto y se produce una cierta

indistinción entre recuerdo y percepción, 'pudiendo ver' con total claridad como si

se regresase a dicha escena.

La existencia de otro al relatar parece, en el caso de la memoria

autobiográfica, un supuesto esencial. Contamos a alguien, ante alguien hemos de

justificar nuestras actitudes y creencias. Se nos insta a buscar una lógica a la

narración y la formulación de descripciones para estados subsimbólicos y por ello

inatendidos, inaccesibes a la introspección. Se vinculan ciertos acontecimientos

aparentemente traumáticos a recuerdos sin carga emocional, desarticulando el

trauma y reduciendo su carácter unitario. Así “...el lenguaje consigue la

organización y asimilación de los recuerdos y emociones traumáticas.”468

465
D.B. Pillemer, A.B. Desrochers y C.M. Ebanks, “Remembering the Past in the Present: Verb tense shifts in
Autobiographical Memory Narratives”, C.P. Taylor et al. (eds.), op. cit. Cf. A.D. Harvey, “Evidence of tense
shift in personal experience narratives”, Empirical Studies of the Arts, 4, 1986, pp. 151-162.
466
Ibid., p. 146.
467
L. Terr, “What happens to early memories of trauma? A study of twenty children under age five at the time of
documented traumatic events”, Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 27, 1988,
96-104.
468
K.D. Harber y J.W. Pennebaker, op. cit., p. 360.
Las pistas de recuerdos traumáticos no son incorporadas en la conciencia

como cualidad emergente, actúan a niveles somáticos inferiores. Las personas

somos sistemas que deben reinventarse constantemente, restableciendo la

relación entre identidad y memoria.469

En estas circunstancias el lenguaje podría ayudar a reducir un posible evento

traumático en micro-eventos más fácilmente asimilables, así como a relacionarlo

con aspectos no dolorosos del sistema de creencias del sujeto, y desmenuzarlo

entonces de forma asimilable, reduciendo la activación fisiológica simultánea. Se

desvincula el evento cargado emotivamente que posee pocas relaciones con

experiencias previas, volviéndolo más acorde con los esquemas del individuo.470 En

el caso de pacientes suicidas y depresivos se ha mostrado que éstos sólo poseen

repuestas generales ante pistas de palabras positivas.471 Estas relaciones pueden

ser reforzadas.

Mientras más experimenta una persona fases de extremo terror durante un evento,
más verosímil resulta que la imaginería de dicho evento sea inscrita en las mismas
modalidades sensoriales de la memoria que las percepciones. Estas inscripciones
mnésicas tienden a volver a la representación consciente en la misma modalidad y,
debido a su intensidad, reevocan las mismas emociones que las de la experiencia
original.472

469
“Si, como se sabe ahora, la memoria es constitutiva antes que restaurativa, la identificación del yo (self) con la
memoria es uno de los componentes que necesita ser reconstruído contínuamente.” D. Spiegel y D. Li,
“Dissociated cognition and disintegrated experience”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the Unconscious,
Washingtohn, 1997, p. 184.
470
Ibid.
471
J.M.G. Williams, “Autobiographical memory and emotional disorders”, S.-A. Christianson (ed.), op. cit. “En
conclusión, los datos existentes apuntan a dos componentes en la capacidad general para recordar: una estable
tendencia a ser inespecífico sea cual sea el carácter del recuerdo que se reactiva, y una tendencia a que éste sea
más evidente para recuerdos positivos o negativos, lo cual depende de si sucesos negativos o positivos recientes
dominan el contexto de rememoración,” op. cit., p. 469
472
M.J. Horowitz y S.P. Reidbord, “Memory, emotion and response to trauma”, S.A. Christiansen (ed.), op. cit.,
p. 347. “Desde una perspectiva adaptativa, los recuerdos de experiencias traumáticas no necesitarían estar
disponibles a la recuperación verbal consciente, más bien podrían encontrarse manifiestos como recuerdos no
verbales, implícitos.” Cf. I.M. Cordón, M.-E. Pipe, L. Sayfan, A. Melinder, y G.S. Goodman, “Memory for
traumatic experiences in early childhood”, Developmental Review, 24, 2004, p. 107.
Es la situación, el contexto, la modalidad en que estos recuerdos se vuelven a

hacer presentes lo que permitirá la elaboración en la transferencia, en una

situación que permite experimentar la angustia asociada y que, simultáneamente,

desmiente el presupuesto de identidad de contexto, consiguiendo la desvinculación

entre recuerdo y percepción, pasado y presente, ofreciendo al paciente una

disociación que interfiera con la activación automática de ciertos patrones

subsimbólicos relacionados con la ansiedad y el miedo.


2.3.3. Implícito, procedimental, inconsciente

La filosofía cartesiana y sus ramificaciones fenomenológicas, de hondo calado

en los presupuestos de buena parte de la ciencia occidental, equiparaba conciencia

con mente. La mente quedaba reducida a la conciencia. Sin duda Freud es el

responsable principal de la extensión de la esfera del suceder mental a toda una

serie de procesos y mecanismos que permanecen fuera de ésta.

Desde hace tres décadas esta extensión de la experiencia del ser humano ha

sido asumida por la ciencia cognitiva, que en diversos ámbitos experimentales ha

podido constatar la presencia de cierto tipo de conocimiento procedimental sin

huella mnésica alguna. En especial el estudio de ciertos tipos de amnesia

anterógrada y retrógrada ocasionada por lesiones cerebrales, casos como el de

H.M., marcados por la incapacidad de recordar el evento que dió lugar a un

determinado aprendizaje, se contraponen a la tangible persistencia de los efectos

de dicha experiencia.

El aprendizaje implícito es ya entendido como un proceso básico en el

repertorio comportamental de todo organismo complejo. De hecho cada vez es

más común la asunción de la primacía de lo implícito, aludiendo a éste como modo

defectivo de adquisición de información compleja sobre el entorno. En este sentido

Reber señala el carácter abstracto e independiente del aprendizaje implícito sobre

las particulares manifestaciones físicas del estímulo. En sus estudios con

gramáticas artificiales muestra cómo instanciaciones particulares no afectan al nivel

de retención y aprendizaje, sólo la alteración de las reglas profundas sintácticas

influye en la ejecución de las tareas.473

473
A.S. Reber, op. cit.
Una de las pruebas que sostiene una disociación entre dos sistemas

mnésicos, uno implícito o procedimental y otro explícito, semántico y narrativo, es

el caso de los enfermos con amnesia retrógrada bajo el síndrome de Korsakoff

que no recuerdan un evento concreto pero almacenan los patrones y modelos

adecuados a dicho evento. Surge una dicotomía entre el conocimiento de qué

(know-what) y el conocimiento de cómo (know-how), en consonancia las dos

corrientes de procesamiento perceptivo descritas, la lateral y la dorsal.

El ejemplo clásico es el condicionamiento que a principios de siglo llevó a cabo

Claparède. Con un objeto afilado pegado a la palma de la mano les ofrecía ésta a

pacientes amnésicos. Éstos recibían así una punzada dolorosa. Tras dicha

experiencia, al intentar de nuevo darles la mano en una ocasión posterior, se

resistían pese a que el médico no tenía escondido nada en la mano, sin recordar el

evento desencadenante de dicho condicionamiento, extendiéndolo igualmente a

otros individuos con idénticos fines efusivos.474 Este tipo de condicionamiento se ha

llevado a cabo en otros organismos, produciendo una disociación entre la memoria

autobiográfica y procedimental.

Un tercer ejemplo de aprendizaje procedimental está basado en los estudios en


ratones de los efectos del estrés temprano en el comportamiento posterior.
(Denenberg y Bell, 1960). Ligeras sacudidas en el pie, tratamiento dado a ratones
jóvenes de 1 a 9 días de vida, afectan la capacidad de evitación al ser adultos, dos
meses después. Esta temprana experiencia ha cambiado claramente su
comportamiento, pero la experiencia primera no ha de recordarse por sí misma.
Los animales que han recibido tratamiento con pocos días de vida no parecen
demostar en su comportamiento ningún recuerdo directo del evento en sí. Por
ejemplo, no deberían discriminar entre lugares donde hubiesen recibido tratamiento
y lugares donde no. Llevan la marca de su experiencia previa en tanto la
474
E. Claparède, “Recognition and ‘me’ness”, D. Rapaport (ed.), Organization and pathology of thought, 1951,
Nueva York (artículo original de 1911 publicado en Archives de Psychologie). Experimentos similares han sido
realizados en tareas de reconocimiento facial cf. E.H.F. deHaan, A. Young y F. Newcombe, “Face recognition
without awaraness”, Cognitive Neuropsychology, 4, 1987, pp. 385-415 o D. Tranel y A.R. Damasio,
“Knowledge without awareness: An autonomic index of facial recognition by prosopagnosics”, Science, 228,
1985, pp. 1453-1454.
experiencia ha cambiado su comportamiento de forma predecible y observable.
Pero aparte de la evidente influencia de los eventos previos en unas pocas
medidas comportamentales no hay forma independiente para el animal de
demostrar su conocimiento de los eventos previos. El animal es diferente debido a
su experiencia previa, pero no ha de poseer ningún registro de los eventos
específicos que produjeron el cambio comportamental.475

La memoria implícita, no declarativa o procedimental, parece ser más robusta

y difícilmente accesible que la declarativa, como muestra el experimento descrito.

La memoria declarativa, por su lado, contendría información explícita no inserta en

el funcionamiento básico del organismo. A nivel neuronal el aspecto declarativo

está relacionado con el lóbulo medio temporal en ambos hemisferios476 lo cual no

ocurre con la memoria procedimental. Se posee la idea de una memoria declarativa

más reciente filogenéticamente y por eso mismo más volátil y dúctil, frente a una

memoria procedimental más antigua y arraigada así como más estable.477 Mientras

que la memoria explícita estaría relacionada con la existencia de procesos

conceptuales o simbólicos, la memoria implícita trata con expedientes basados en

información (data-driven) o subsimbólicos.

Un ejemplo más del carácter primitivo de la memoria implícita es el relativo a

estados de miedo y preservación del individuo.478 A un gato una serie de ruidos le

pueden hacer prever un acontecimiento almacenado en su memoria autobiográfica

asociado con un peligro, lo cual pone en marcha un mecanismo implícito, -más

rápido y evolutivamente primordial-, de defensa. Así, memoria autobiográfica e


475
L.R. Squire, op. cit., p. 164. Cf. V.H. Denenberg y R.W. Bell, “Critical periods for the effects of infantile
experience on adult learning”, Science, 131, 1960, pp. 227-8.
476
Cf. S. Corkin, “Lasting consequences of bilateral medial temporal lobectomy: Clinical course and
experimental findings in H.M.” Seminars in Neurology , 4, 1984, pp. 249-259.
477
L.R. Squire, B. Knowlton y G. Musen, op. cit. “La memoria declarativa es rápida, no es siempre fiable (p. ej.
el olvido y error en la recuperación pueden ocurrir), es flexible en el sentido de accesible a múltiples sistemas de
respuesta. La memoria no declarativa es lenta (‘priming’ es una excepción), fiable e inflexible –esto es, la
información no viene expresada en sistemas de respuesta que no estuviesen involucrados en el aprendizaje
original,” ibid.
478
Cf. W.J. Jacobs y L. Nadel, op. cit. H. Markus y Z. Kunda, “Stability and maleability of the self-concept”,
Journal of Personality and Social Psychology, 51, 986, pp. 858-866.
implícita compondrían dicha respuesta inmediata. La memoria implícita poseería

cierta rigidez, cierta incapacidad de ser reorganizada o de adaptarse a contextos

diversos debido a las estructuras cerebrales más primitivas implicadas en su

efectuación.479

En otro sentido, existe también evidencia de la memoria implícita en estudios

con estímulos subliminales en los que la información no posee las características

necesarias para ser procesada por la conciencia, pero de la cual se observa cierto

procesamiento por parte del sujeto.480

Si el conocimiento implícito no puede ser recuperado explícitamente, no puede

ser objeto de modificación, como muestran diversos estudios.481 Es aquí donde

entra en juego la distinción en el pensamiento de Freud entre los modos del

recuerdo que no producen lenguaje, sino actividad, así el acting-out, una forma de

recordar improductiva para el análisis en tanto repetición que no permite la ligazón

de una representación (un significante según Lacan) con una emoción disociada.

Así habría primacía en ciertas pruebas de memoria implícita basadas en la

activación temporal de representaciones existentes,482 produciéndose el

denominado sesgo de confirmación.483 Hacer consciente lo inconsciente, hacer el


479
P.J. Bayley, J.C. Frascino y L.R. Squire, “Robust habit learning in the absence of awareness and independent
of the medial temporal lobe”, Nature, 436, 2005, pp. 550-553.
480
D.L. Schacter, “Implicit Memory: History and Current Status”, Journal of Experimenal Psychology: Learning,
Memory and Cognition 13, 1987, pp. 501-18. Schacter hace referencia al estudio de R.N. Haber y M.H. Erdelyi,
“Emergence and recovery of initially inavailable perceptual material”, Journal of Verbal Learning and Verbal
Behavior, 6, 1967, pp. 618-28. Cf. R.F. Bornstein, “Implicit perception, implicit memory, and the recovery of
unconscious material in psychotherapy”, Journal of Nervous and Mental Disease, 181, 1993, pp. 337-44.
481
E. Eich, “Memory for unattended events: Remembering with and without awareness”, Memory & Cognition,
12, 1984, pp. 105-111. P. Graf y G. Mandler, “Activation makes words accessible, but not necessarily more
retrievable”, Journal of Verbal Learning and Verbal Behavior, 23, 1984, pp. 553-568. W.R. Kunst-Wilson y R.B.
Zajonc, “Affective discrimination of stimuli that cannot be recognized”, Science, 207, 1980, pp. 557-558. M.P.
McAndrews, E.L. Glisky y D.L. Schacter, “When priming persits: Long-lasting implicit memory for a single
episode in amnesic patients”, Neuropsychologia, 25, 1987, pp. 497-506.
482
P. Graf y G. Mandler, op. cit.
483
No nos debe extrañar el sentido atípico de la transferencia de acuerdo a supuestos de un tipo, digamos,
racionalistas. Como comenta S. Sutherland, Irracionalidad. El enemigo interior, Madrid, 1996: “Me propongo
demostrar que las personas son mucho menos racionales de lo que se suele creer... Voy a demostrar el
predominio de la irracionalidad,” ibid., p. 16. De modo más específico: “En definitiva, los efectos de la
experiencia previa pueden ser atribuidos erróneamente y cambiar de esta manera la experiencia subjetiva del
yo el ello, supone volver biográfico, en un estado similar a la preconciencia

freudiana, lo implícito, relacionándolo con pistas diversas unidas a bases

fisiológicas y orgánicas.

Uno de los mensajes importantes de estos descubrimientos es que, pese a que no


podamos nunca recordar 'explícitamente' lo que nos ocurrió cuando niños, las
experiencias con nuestros cuidadores poseen un poderoso y duradero impacto en
nuestros procesos implícitos. Estas experiencias, como hemos visto, involucran
nuestras emociones, nuestros comportamientos, nuestras percepciones y nuestros
modelos mentales del mundo, de otros y de nosotros mismos.484

estímulo físico, influir en juicios afectivos y hacer que nombres desconocidos parezcan famosos,” L.L. Jacoby,
C.M. Kelley y J. Dywan, “Memory Attributions,” H.L. Roediger y F.I.M. Craik (eds.), op. cit., p. 409.
484
D.J. Siegel, “Towards and interpersonal neurobiology of the developing mind: Attachment relationships,
“mindsight, and neural integration”, Infant Mental Health Journal, 2001, 22(1-2), p. 74.
2.3.4. Transferencia y niveles de codificación

Los trabajos de Willma Bucci explican el fenómeno de la transferencia

acudiendo a una serie de niveles de procesamiento. Por un lado habría un nivel

subsimbólico que daría cuenta de la estructura cerebral de modo conexionista,

basado en la actividad de redes neuronales y en modalidades básicamente

sensomotoras. Por encima de estos mecanismos se encontraría un tipo de

procesamiento simbólico, similar al de una arquitectura formal como la de von

Neumann, basado en imágenes, y otro modelo similar que usaría el lenguaje.485

Mediante un proceso referencial dichos niveles de información se relacionarían,

consiguiendo la conversión de información del nivel subsímbolico en imágenes y

posteriormente en palabras. De modo similar Horowitz distingue tres modalidades

de recuerdo, enactivo, relativo a las expresiones emocionales, en forma de

imágenes, y mediante unidades léxicas.486 Damasio también distingue tres formas

de conciencia, proto-yo de tipo subsimbólico a falta de objeto, conciencia nuclear

que se articularía en forma de imágenes y la conciencia extendida que haría uso

del lenguaje.487

Así se podría describir el método de libre asociación utilizado por Freud que

permite dicha emergencia simbólica, “...la teoría de código múltiple postula que la

finalidad del tratamiento es la reparación de la desconexión y la construcción de

nuevas conexiones de elementos no simbólicos hacia elementos simbólicos dentro

del sistema no-verbal, y entre representaciones simbólicas no verbales y

palabras.”488 La actividad referencial que se lleva a cabo en el análisis reconecta la


485
W. Bucci, Psychoanalysis and cognitive science: A multiple code theory, New York, 1997.
486
M.J. Horowitz, Introduction to Psychodynamics, op. cit.
487
A. R. Damasio, The Feeling of What Happens, op. cit. Panksepp igualmente diferencia entre conciencia
primaria, secundaria y terciaria cf. J. Panksepp, “Affective Consciousness: Core emotional feelings in animals
and humans”, Consciousness and Cognition, 14, 2005, pp. 30-80.
488
W. Bucci, “The Multiple Code Theory and the Psychoanalytic Process: A Framework Research”, The Annual
of Psychoanalysis, 22, 1994, p. 247.
multiplicidad de procesamientos subsimbólicos entre ellos y, a su vez, a formas

simbólicas, lingüísticas. Otra modalidad simbólica, previa a la referencia al

lenguaje, actuaría con bloques (chunks) de modalidades sensoriales en

representaciones prototípicas. La actividad referencial también guarda relación con

modalidades motoras. Así, los sujetos con mayor capacidad referencial son los que

muestran una mayor coordinación de movimientos y gesticulación junto con la

expresión de sus emociones.

La situación analítica poseería la virtualidad de permitir una nueva codificación

a niveles subsimbólicos de información. Mediante la transferencia “...una

experiencia afectiva visceral presimbólica no compartida ni regulada es

transformada en un experiencia afectiva simbólica y regulada, compartida y

regulada.”489

Las tareas de aprendizaje declarativo conllevan la activación de las mismas

áreas que el aprendizaje implícito (cortex izquierdo prefontral, cortex parietal inferior

izquierdo y putamen derecho) y otras áreas adicionales, existiendo un

solapamiento básico de ciertos circuitos neurales. De ahí la idea de que la

diferencia de la apercepción vendría dada por un activación por encima de un

determinado umbral, avalando la teoría de un procesamiento subsimbólico. El

489
A.N. Schore, Affect Regulation and the Origin of the Self, op. cit., p. 466. “El tratamiento psicoanalítico está
específicamente diseñado para permitir la activación de antiguos esquemas emocionales con su núcleo afectivo
en un contexto interpersonal nuevo en el que pueden ser tolerados, examinados, y reconstruidos, y donde se
pueden desarrollar nuevos significados emocionales,” W. Bucci, Psychoanalysis and cognitive science: A
multiple code theory, op. cit., p. 204. “Los recuerdos accesibles verbalmente suelen consistir en generalizaciones
no específicas de muchas experiencias discretas, con un contenido predominantemente intelectual, cortical, y
relativamente no emocional, y están relacionadas primariamente con imaginería auditiva y visual. Sin embargo,
estas mismas experiencias se almacenan cotemporáneamente en forma de recuerdos viscerales exteroceptivos e
intereoceptivos de experiencias discretas, en las que imágenes sensoriales vívidas constituyen la esencia del
proceso mnésico, a menudo sin palabras. Dichos recuerdos son mucho más difíciles de acceder,” L.M. Miller,
Neuropsychodynamic Foundations of Psychoanalysis, Nueva York, 1991, p. 235.
inconsciente equivaldría a una serie de esquemas sensimotores sin representación,

actuando a un nivel más básico.490

El procesamiento subsimbólico también afectaría a modalidades de

representación simbólica. Westen y Gabbard comentan491 cómo el modelo

conexionista nos puede ayudar a entender los lapsus y discuten el caso de una

mujer que salía con un chico mucho más joven que ella y al ser interrogada acerca

de la situación respondió “oh it doesn't mother”,492 mostrando cierta activación

semántica del término mother que reemplaza al matter de una oración

gramaticalmente correcta. Otro ejemplo sería el de un paciente que, tras una

interpretación del analista se molesta y exclama con enfando “Esa suposición es

inconsciente (sic inconsistente)”. Se activarían de forma paralela una

representación fonética que poseía primacía pese a no ser adecuada

gramaticalmente. Estos dos aspectos permitieron cierto nivel de activación a nivel

representativo o semántico y que surge pese a la gramaticalidad incorrecta o la

confusión semántica. Existe evidencia de cómo los esfuerzos por suprimir ciertos

pensamientos no hacen sino reforzarlos.493

La intención voluntaria de suprimir un pensamiento o una idea suele causar

que ésta sea asociada con los estímulos utilizados como distractores. En el

ejemplo tratado por Wegner,494 al ordenar a un grupo de individuos no pensar en

osos blancos este pensamiento no hacía sino interferir con otras ideas. Las ideas

utilizadas con el fin de distraer la conciencia del pensamiento en osos blancos se

490
J. Piaget, “The affective unconscious and the cognitive unconscious”, Journal of the American
Psychoanalytical Association, 21, 1973, pp. 249-261.
491
D. Westen y G.O. Gabbard, “Developments in Cognitive Neuroscience: I. Conflict, Compromise and
Conectionism”, Journal of the American Psychaoanlytic Association, 50(1), 2002, p. 176.
492
Relación entre la expresión inglesa 'it doesn't matter' equivalente a 'no tiene importancia', con 'it doesn't
mother' en la que el 'matter' es sustituido por 'mother', madre en español.
493
D. Wegner, “You can't always think what you want: Problems in the suppression of unwanted thoughts”,
Advances in Experimental Social Psychology, 25, 1992, pp. 193-225.
494
D.M. Wegner, White bears and other unwanted thoughts, Nueva York, 1989.
acaban asociando a este pensamiento –tal como Freud señalase en referencia a la

falsa asociación- y se volvían, de esta forma, ineludibles.

El procesamiento de estímulos se encuentra constreñido por un problema

minimax, la búsqueda de un equilibrio entre precisión y velocidad en el

procesamiento, ya que aquello que es procesado de modo veloz y 'sucio' no

produce apercepción consciente. “Una forma de conceptualizar el psicoanálisis es

como un método de tratamiento que estimula prestar atención consciente a los

detalles específicos de la situación interpersonal de la transferencia para poder

desarrollar mayor precisión y, en casos de necesidad, ser capaz de generar nuevas

categorías de experiencia interpersonal.”495 Ya en su Entwurf de 1895 Freud, de

acuerdo con Pribam y Gill, señalaba la importancia de los procesos simbólicos

asociados al lenguaje:

En síntesis, hemos esbozado la manera en que el Proyecto presenta al lenguaje


como esencial para permitir que los pensamientos se vuelvan conscientes, y para
posibilitar una mejor diferenciación entre facilitaciones cogitativas y de realidad, con
lo cual el pensamiento puede proceder en la medida de lo posible sin que lo
obstaculicen las catexias intencionales ¿No es éste, entonces, el fundamento del
insight en la terapia, en que el lenguaje resulta esencial para posibilitar la
concienciación de los pensamientos?496

Esta sería en efecto la función del lenguaje como modo simbólico por

excelencia, capaz de ligar estados subsimbólicos no catexiados, es decir no

ligados, sin representación. Pero qué estados subsimbólicos son los que en el seno

del organismo requieren de una representación por su relación con el malestar, el

síntoma y patrones inadecuados de relación. Habremos de analizar ahora el peso

495
R. Pally, “II: How the Brain Actively Constructs Perception”, op. cit., p. 1029.
496
K.H. Pribam y M.M. Gill, El “Proyecto” de Freud. Una Introducción a la teoría cognitiva y a la
neuropsicología contemporánea, Buenos Aires, 1977, p. 136.
de las emociones como estados orgánicos subsimbólicos que actúan bajo la

modalidad de automatismos aprendidos y cuya emergencia simbólica permite su

elaboración mediante la transferencia.


Figura 2.7. Auguste Rodin - El dolor (1889-1892). El bronze de Rodin, la mujer fundida en la piedra,
muestra la relación entre el cuerpo y el dolor; la tristeza, la ansiedad y otras emociones consiguen
afectar al cuerpo, lo remiten a un estado de inexpresibilidad, de inefabilidad, y a su vez de
desvahimiento, de desintegración.
2.4 Emoción

La emoción como factor propiamente cognitivo ha empezado a ganar

relevancia en las dos últimas décadas. Si bien la propia ciencia cognitiva posee

como interés programático asimilar el funcionamiento del organismo humano a una

serie de procesos computables, una de las debilidades de dichas ambiciones es la

pertinencia de ciertos factores ‘soft’ en el funcionamiento real de la psique humana.

La ubiquidad de la emoción como modo de procesamiento primitivo hace que cada

evento conlleve una activación paralela y simultánea de estados emocionales.497

Dichos estados emocionales vienen recientemente a incluirse entre los

mecanismos cognitivos, refiriéndose, más acertadamente, a procesos de contenido

visceral con independencia y primacía con respecto a otros de corte más clásico.498

Los estudios biológicos de la emoción, en conjunción con los llevados a cabo

sobre los mecanismos que regulan la memoria, han validado las intuiciones

psicoanalíticas que veían la conciencia como un proceso reducido, en comparación

con la serie de mecanismos no conscientes que operan en nuestra forma cotidiana

de experimentar del mundo. En especial, las emociones como respuestas

automáticas profundamente arraigadas en nuestro desarrollo filogenético marcan

un sistema autónomo y preferente de comportamiento frente a habilidades

497
D. Westen, G.O. Gabbard, “Developments in Cognitive Neuroscience: II. Implications for theories of
Transference,” op. cit., pp. 104-105. “Contrariamente a la opinión científica tradicional, los sentimientos son tan
cognitivos como otras percepciones,” A.R. Damasio, op. cit., p. 12. “La separación artificial de la cognición del
resto de la mente fue muy útil en los primeros días de la ciencia cognitiva y ayudó a establecer una nueva
aproximación a la mente. Pero ahora es tiempo de poner a la cognición de nuevo en su contexto mental, de reunir
cognición y emoción en la mente. Las mentes poseen pensamientos así como emociones y el estudio de
cualquiera sin el otro no será nunca satisfactorio,” J.E. Ledoux, op. cit., p. 39. “La psicología cognitiva ha vivido
durante varias décadas esencialmente sin afecto, de acuerdo con su tarea específica de explicar el pensamiento de
modo desapegado (cool). Los trabajos de este simposio nos recuerdan las importantes interacciones entre afecto
y pensamiento que son características de la mayoría de las situaciones de la vida real,” H.A. Simon,
“Conclusion”, M.S. Clark y S.T. Fiske (eds.), Affect and Cognition, The Seventeenth Annual Carnegie
Symposium on Cognition, 1982, Nueva Jersey, p. 342.
498
R. Zajonc, “Feeling and Thinking: Preferences need no inferences,” American Psychologist, 35, 1980, pp.
151-175. R.B. Zajonc, “On the Primacy of Affect,” American Psychologist, 39, 1984, pp. 117-123.
cognitivas aparentemente superiores, y que clásicamente han despertado más

interés entre investigadores y filósofos.499

El hecho de que la experiencia emotiva esté directamente relacionada con el

cuerpo, su carácter naturalmente incorporado (embodied), ha sido también

señalado, por ejemplo, en la activación de vísceras.500 No resultan extrañas las

respuestas tan comunes ante la tensión y su influencia en el aparato digestivo,

cuando ‘los nervios bajan al estómago’. Si bien la emoción va ligada al cuerpo,

también cumple funciones cognitivas de procesamiento inferior, a modo de

respuestas autónomas y automáticas. La activación cerebral de las áreas

encargadas de la codificación emocional es correlativa a la activación de áreas del

cerebro cuya función sería la representación o regulación de estados fisiológicos

del organismo.501

Los marcadores somáticos, propuestos por Damasio, muestran la imbricación

del cuerpo en el sentimiento, conectados mediante un cálculo de expectativas; así

la respuesta fisiológica vendría unida a la atención y la memoria.502 Esta noción es

útil para entender un síntoma como representación anticipada de una posible

situación de displacer con estatuto fisiológico. Así, la transferencia habría de actuar

499
Así “la psicoterapia es interpretada como un proceso mediante el cual nuestro neocortex aprende a ejercer
control sobre sistemas evolutivamente antiguos,” J.E. Ledoux, op. cit., p. 21.
500
S. Schachter y J. Singer, “Cognitive, social and psychological determinants of emotional state”, Psychological
Review, 63, 1962, pp. 379-399.
501
A.R. Damasio, T.J. Grabowski, A. Bechara, H. Damasio, L.L.B. Ponto, J. Parvizi y R.D. Hichwa, “Subcortical
and cortical brain activity during the feeling of self-generated emotions”, Nature Neuroscience 3(10), 2000, pp.
1049-1056. En concreto en el análisis realizado por este grupo de investigadores mediante PET, se observaron en
el estudio de las emociones de miedo, tristeza, alegría y enfado, la activación de áreas, “...por ejemplo, el cortex
cingular, el cortex secundario somatosensorial, el cortex cingulado, núcleos del tegmento del tallo cerebral e
hipotálamo. Estas regiones comparten una característica básica en tanto todos son recipientes directos o
indirectos del medio interno, las vísceras y el medio musculoesquelético. Aparte, algunas de estas regiones, en
concreto, algunos núcleos del tallo cerebral, el hipotálamo y subsectores de la ínsula y el cingulado tamién
generan señales regulatorias necesarias para mantener la homeostasis,” ibid., p. 1051. Cada emoción seguiría
unos patrones neuronales de activación diferentes produciendo la sensación subjetiva asociada a dicha emoción.
502
A.R. Damasio, op. cit. pp. 165 y ss.
deshaciendo los marcadores somáticos que anticipan respuestas en relación con la

experiencia.

En este sentido las emociones nos sobrevienen, son impensadas. Su

activación fisiológica no siempre viene acompañada de reconocimiento simbólico.

Estudios realizados con mujeres a las que se les presentaba un video erótico

señalan cómo aquéllas que según una serie de pruebas acerca de su grado de

culpabilidad sexual puntuaban más alto, obtenían respuestas fisiológicas

excitatorias mayores ante la presentación del vídeo que aquéllas que mostraban un

menor grado de culpabilidad.503 Experiencias similares con sujetos homófobos

muestran la discordancia entre la respuesta fisiológica y la representación

subjetiva. La represión freudiana no sólo se ve así avalada, sino que es puesta en

relación a nivel neuronal como auténtica alteración fisiológica del hipocampo, en

parte responsable de activar la memoria declarativa a largo plazo, que se ve

afectada por la poda neuronal.504

Las emociones supondrían evolutivamente la preparación para cierto tipo de

acción, poseerían valor biológico.505 La rapidez con que se producen este tipo de

respuestas también apoya la tesis de que la categorización, como proceso

cognitivo, conlleva la acción en el propio acto perceptivo, poseyendo la forma de

automatismo. “Los sistemas de procesamiento emocional... tienden a usar la

representación mínima posible del estímulo para activar los sistemas de control de

503
P.J. Morokoff, “Effects of sex guilt, repression, sexual "arousability," and sexual experience on female sexual
arousal during erotica and fantasy”, Journal of Personality and Social Psychology, 49, 1985, pp. 177-187.
504
Eric Kandel muestra cómo las situaciones de separación del niño de la madre produce glucocorticoides que
afectan al hipocampo, una de las pocas áreas del cerebro que posee dos tipos de receptores de esta sustancia. La
exposición contínua a dicho neurotransmisor conlleva a la larga una atrofia en las neuronas en el hipocampo y
probablemente la pérdida en la memoria a largo plazo. Cf. E.R. Kandel, “Biology and the future of
psychoanalysis: A new intellectual framework for psychiatry revisited”, American Journal of Psychiatry 156(4),
1999.
505
Cf. P. Ekman, “Basic Emotions”, T. Dalgleish y M. Power (eds.), Handbook of Cognition and Emotion.
Sussex, 1999.
respuesta emocional...”506 Así categorización y percepción vendrían a converger

como funciones cognitivas bajo la tutela de una función inferior como es el caso del

sistema emocional. En este sentido, la terapia habría de suponer una 'experiencia

emocional correctiva'.507

Las experiencias emocionales primeras obtienen una inscripción orgánica que

limita las respuestas posteriores, basadas en cierta estructura neuroanatómica. Las

experiencias del niño con sus padres o cuidadores contribuyen al desarrollo de

redes encargadas de relacionar el hipotálamo, el córtex orbito-frontal, y las

regiones con gran número de neuronas dopaminérgicas, encargadas ed la

motivación y el comportamiento, en especial en el hemisferio derecho,

predominante en su rol afectivo.508

El medio en que el niño crece es básicamente social en la medida en que la

madre media entre las relaciones del éste con su ambiente. Dicho desarrollo de

modos de interacción con el medio viene acompañado de nuevas estructuras

corticales que se desarrollan simultáneamente y que perfilan las modalidades de

interacción y de activación asimiladas. El desarrollo ontogenético produce así

funciones autoregulatorias.

Una división anatómica del cerebro nos llevaría a reseñar las siguientes

regiones implicadas en las emociones. Por un lado, el hipotálamo actuaría como

sede del impulso de las emociones, cercano al concepto psicoanalítico de pulsión o

ello. Es la primera estructura en desarrollarse y no posee una proyección de

información, un sistema de retroalimentación con el medio, con lo que se rige por el

principio de placer. Su misión es obtener cierto nivel homeostático y evitar la

506
J.E. Ledoux, “Emotion and the brain”, Journal of NIH Research, 3, 1991, p. 50.
507
F. Alexander, Psychoanalysis and Psychotherapy, Nueva York, 1956.
508
A. Schore, Affect Regulation and the Origins of the Self. The Neurobiology of Affective Development,
Hillsdale, 1994.
excitación excesiva, aunque no puede por sí solo descargar tensión. La amígdala

se encargaría de modular la función del hipotálamo. Por su lado, el hipocampo

estaría encargado de nivelar el nivel de excitación adecuado para mantener la

atención en un estado de alerta que no pase ni por el sueño ni por la ansiedad. Por

último el septum contrarresta las respuestas de la amígdala; su lesión supone una

búsqueda constante de contacto físico y social. Así la amígdala favorecería el

comportamiento social, y el septum pondría límites a éste. La amígdala, que se

desarrolla con anterioridad al septum, permite de hecho la profunda ligazón

emocional con el cuidador.509

De especial relevancia para el desarrollo de una capacidad de regulación

emocional es la maduración del cortex prefrontal derecho, una estructura implicada

en supervisar el estado interno y visceral del organismo y, en concreto, del cortex

orbitofrontal, zona inhibitoria que regula la presión sanguínea, la respiración, la

motilidad gástrica o la circulación. La expresión genética del cortex prefrontal en su

mayor parte sucede tras el nacimiento en función del medio.510 Al poseer

conexiones directas con hipotálamo, amígdala y tallo cerebral surge como zona de

convergencia de un sistema que organiza estados inferiores de relación entre

mente y cuerpo.

Precisamente la función de la madre durante los primeros años es la

regulación de situaciones estresantes para el neonato, influyendo decisivamente en

509
R. Joseph, “The Limbic System: Emotion, Laterality, and Unconscious Mind”, The Psychoanalytic Review,
79, 1992, pp. 405-456. La sexualidad como función posee relaciones cercanas con las áreas límbicas del cerebro
(amígdala, hipotálamo y septum) que se desarrollaron filogenéticamente con anterioridad a áreas corticales y
también poseen primacía ontogenética. Los traumas de este tipo producen anormalidades en dichas áreas con
efectos comportamentales. De hecho estas áreas están encargadas de la regulación homeostática del cuerpo en
relación con estímulos externos encargados, en primera instancia, de regular estados afectivos. No es de extrañar
por tanto que Freud se fijase en la sexualidad en referencia a los desórdenes que encontraba en sus pacientes
histéricas. R. Joseph, “The neuropsychology of development: Hemispheric laterality, limbic language, and the
origin of thought”, Journal of Clinical Psychology, 44, 1982, pp. 4-33.
510
E. Howard, “DNA content of rodent brains during brain maturation and aging, and autoradiography of
postnantal synthesis in monkey brain”, Progress in Brain Research, 40, 1973, pp. 91-113.
la forma en que éste posteriormente alcance ciertas modalidades de

autoregulación emocional, fundamentales en su constitución, y la maduración de

las estructuras cerebrales correspondientes. Diversas formas de ligazón

(attachment) producen diversas modalidades de adaptación al medio con su

correlato neuronal. En especial el espacio que va de los 10-12 meses a los 16-18

resulta crítico en la maduración del cortex prefrontal y la habilidad en la regulación

afectiva, lo que Schore denomina el 'período de práctica'.

Así la asunción teórica básica subyacente a los últimos modelos psicoanalíticos del
desarrollo socioemocional temprano es de hecho similar, si no idéntica, a la
conceptualización de los neurocientíficos del desarrollo previamente bosquejada,
que el crecimiento de estructuras en un período crítico que provee con funciones
autoregulatorias está profundamente influido por las fuerzas ambientales sociales
post-natales.511

Al nacer el niño basa su actuación en las estructuras subcorticales que le

están disponibles, no pudiendo asimilar las excitaciones a que se ve expuesto a

falta de una estructura madura de regulación como el cortex prefrontal, lo que

supone un cierto desequilibrio, una falta de modulación que es ejercida de forma

externa por sus cuidadores, evitando ciertos estímulos o tranquilizándolo. Durante

la infancia se desarrollan los circuitos que unen el cortex prefrontal con las

estructuras subcorticales. “Al proveer con estimulación socioafectiva bien

modulada, la madre facilita el crecimiento de conexiones entre estructuras límbicas

corticales y límbicas subcorticales que median neurobiológiamente con las

funciones autoregulatorias.”512 La seguridad de ligazón conlleva que las irrupciones

en la homeostasis se regularán. A su vez, la incapacidad de regulación, de

incorporación de una regulación interna, aparece relacionada con posteriores

511
A.N. Schore, Affect regulation and the Emergence of the Self, Hilldale, 1994., op. cit., p. 27.
512
Ibid., op. cit., p. 33.
problemas de adicción, la búsqueda externa del objeto que regule los desequilibrios

internos, de 'reguladores auxiliares'.513

En esta fase surge la sintonización (attunement) con expresiones faciales de la

madre por parte del recién nacido. La resonancia resulta fundamental, permitiendo

aprender a regular la cantidad de estimulación y a tolerar estados emocionales de

hiperexcitación, consiguiendo su modulación. Esta sintonía experimentada por el

niño y la madre produce acoplamientos y sincronizaciones que provocan estados

emocionales positivos producidos por neuropéptidos, opioides y endorfinas,

proveyendo con un repertorio comunicacional de señales emocionales antes del

desarrollo del lenguaje.

De acuerdo con Schore toda psicopatología proviene de una incapacidad de

autoregulación emocional. La incapacidad de compenetración con la madre implica

una falta de adecuación del niño con sus respuestas subcorticales. El cuidador, en

su interacción con el niño, promueve la creación y desaparición de conexiones

orbitofrontales-límbicas. El crecimiento no sólo supone la estabilización de nuevas

conexiones, sino también la poda neuronal y su reorganización.

Tras el período de práctica se añade otro sentimiento al repertorio del niño, el

sentimiento de vergüenza, actuando como inhibidor de ciertas respuestas. Éste se

encargaría de eliminar el exceso de axones dopaminérgicos mesocorticales y

estimularía la expansión del circuito límbico tegmental lateral. 514


El sentimiento de

vergüenza promueve la regulación de las relaciones con el medio y las

posibilidades de cambio y adaptación; así se configuran dos circuitos (simpático-

513
Tal como señala Levin “...la pérdida de objeto conlleva la estructura mental,” F.M. Levin, Psyche and Brain.
The biology of talking cures, Madison, 2003, p. 51.
514
“La transformación resultante de un circuito límbico único en uno dual define la maduración final del cortex
frontolímbico,” A.N. Schore, op. cit., p. 259. “Patrones frontolímbicos simpatéticos dominantes y
parasimpatéticos dominantes podrían subyacer relativamente a psicopatologías del desarrollo subcontroladas o
sobrecontroladas...” ibid., p. 278.
parasimpático). “El cuidador influye en la parcelación de los dos circuitos límbicos

en el cortex orbitofrontal que madura y, por ello, el equilibrio entre excitación-

inhibición permanente (autónoma) de su sistema regulatorio prefrontolímbico.”515 El

neurotransmisor dopamina sería el encargado en la vertiente ventral tegmental de

las respuestas excitatorias, mientras que la noradrenalina, en la vertiente lateral

tegmental, estaría relacionado con las respuestas límbicas inhibitorias.

Desde un punto de vista psicológico la idea de actitud (attitude) a la hora de

codificar un recuerdo permite explicar la desigual pregnancia de los estímulos a la

hora de ser recordados, sería el referente de la atención en los procesos

sensoriales. ¿Qué hace que nuestra atención se centre en ciertos objetos antes

que en otros? Estas preguntas nos remiten a lo interesante que pueda ser un

estímulo, cuán novedoso o excitante nos resulte, en definitiva, a nuestra

motivación.516

La influencia de los estados emocionales en la memoria no revierte sólo en la

atención, la evidencia parece sugerir que estos estados poseen efectos sobre la

memoria que van más allá de la simple focalización de la atención. Así, McGaugh,

desde una perspectiva neurocientífica, analiza los efectos de la secreción de

epinefrina y la activación de circuitos en la amígdala y otros sitios activados por

ésta, y concluye que dicha activación contribuye a su regulación y a los niveles de

retención de la memoria a largo plazo.517 Desde los estudios de Gray se viene

entendiendo cierta relación fundamental entre la ansiedad y el circuito límbico.518

De hecho parece que mientras las respuestas relacionadas con el miedo estarían
515
Ibid., p. 282.
516
Para una visión sinóptica de este tema se puede acudir a M.D. Lechman, S.J. Ceci y P.A. Ornstein, “The
Influence of Affect on Memory: Mechanism and Development”, S.-A. Christianson, op. cit. En este artículo los
autores hablan de una auténtica sinergia entre afecto y memoria que los relaciona de forma bidireccional.
517
J.L. McGaugh, “Affect, neuromodulatory systems, and memory storage”, S.-A. Christianson, op. cit..
518
J.A. Gray, The neuropsychology of anxiety: an enquiry in to the functions of the septo-hippocampal system,
Oxford, 1982.
fundadas en la actividad de la amígdala, la ansiedad tendría su sustrato neural en

una parte del hipocampo, la sección ventral.519 A su vez otra área del hipocampo

estaría relacionada con la memoria episódica o autobiográfica. Como vemos y

Freud intuyó, una variedad de influencias afectivas influyen en la formación de un

juicio por debajo del umbral de la conciencia, poseyendo características aditivas

similares a las procesadas de forma consciente.520 Las emociones, bajo los

umbrales de la conciencia, activada subsimbólicamente, influirían en nuestras

decisiones y en nuestro comportamiento.

Hay autores que incluso sostienen la existencia de un sistema de recuerdos

emocionales diferenciado de otro tipo de recuerdos.521 Hasta qué punto esta

memoria emocional se solapa con las características y funciones de la memoria

implícita es uno de los aspectos claves en esta discusión. Los pacientes amnésicos

de Claparède, objetos de un condicionamiento simple, “...sienten una emoción

debido a lo que han experimentado previamente, incluso aunque no recuerdan

nada de dicha experiencia.”522 La emoción resulta de una programación que poco

dista de la de otros procesos y funciones mentales.

De forma más reciente también se ha comprobado el efecto observado por

Claparède. Las reacciones emocionales pueden ser enseñadas sin conciencia por

519
D.M. Bannerman, J.N.P. Rawlins, S.B. McHugh, R.M.J. Deacon, B.K. Yee, T. Bast, W.N. Zhang, H.H.J.
Pothuizen y J. Feldon, “Regional dissociations within the hippocampus- memory and anxiety”, Neuroscience
and Biobehavioral Reviews, 28, 2004, pp. 273-283.
520
S.T. Murphy, J.L. Monahan y R. Zajonc, “Additivity of nonconscious affect: Combined effects of priming and
exposure”, Journal of Personality and Social Psychology, 69, 1995, pp. 589-602. Cf. Murphy, S. T. y R. Zajonc,
“Affect, cognition, and awareness: Affective priming with optimal and suboptimal stimulus exposures”, Journal
of Personality and Social Psychology, 64, 1993, pp. 723-739.
521
H. Leventhal, “A perceptual-motor theory of emotion”, K.R. Scherer y P. Ekman (eds.), Approaches to
Emotion, Nueva Jersey, 1984, o S.-A. Christianson, “Remembering Emotional Events: Potential Mechanisms”,
S.-A. Christianson (ed.), op. cit., R.B. Zajonc, “On the primacy of affect”, op. cit.
522
B.A. Tobias, J.F. Kihlstrom y D.L. Schachter, “Emotion and Implicit Memory”, S.-A. Christianson (ed.), op.
cit., p. 85. Y curiosamente acaba el artículo refiriéndose a Freud: “Donde Freud se refería con recuerdos
inconscientes (o reprimidos), nosotros podemos sustituirlos por implícitos. Si una amplia variedad de síntomas
patológicos, no sólo reacciones emocionales, pueden reflejar la memoria implícita, estamos provistos de una
nueva forma de integrar las intuiciones psicodinámicas con la teoría psicológica contemporánea, particularmente
con respecto a la estructura de la memoria,” ibid., p. 86.
parte del sujeto.523 En un estudio llevado a cabo por Rosenberg524 una serie de

sujetos fueron objeto de hipnosis e inducidos a un cambio de actitud emocional que

produjo importantes cambios en aspectos cognitivos, mostrando cómo una

alteración del procesamiento afectivo tiende a influir en mayor modo sobre la

cognición que viceversa.

Desde otras perspectivas se insiste también en la primacía procesal de las

emociones. Los estudios de Brewer525 muestran una correlación entre la emoción

producida por un evento y la fuerza de ese recuerdo. Las situaciones emotivas

hacen que el individuo se centre en la característica fundamental del evento y deje

de un lado los aspectos accesorios o periféricos,526 permitiendo la repetición de

viejas tendencias, respondiendo de modo idéntico ante situaciones que sólo

guardan una cierta similitud con dicho evento. Así también sugiere el estudio de F.

Heuer y D. Reisberg.527 Según estos investigadores, la presencia de cierta

intensidad emocional (medida a través de respuestas fisiológicas tales como la

conductividad cutánea o el pulso cardíaco) produciría la retención y acentuación del

estímulo central y la ausencia de codificación de los detalles circundantes o bien

una codificación más pobre e inflexible.

La referencia a 'otro' en las emociones puede colegirse de la existencia de las

reglas de mostración (display rules) estudiadas por P. Ekman.528 Éstas señalan la

inhibición de ciertas respuestas autónomas de la expresión facial relacionadas con

523
M.P. Zanna, C.A. Kiesler y P.A. Pilkonis, “Positive and negative attitudinal affects established by classical
conditioning”, Journal of Personality and Social Psychology, 14, 1970, pp. 321-328.
524
M.J. Rosenberg, “Cognitive Structure and attitudinal affect”, Journal of Abnormal and Social Psychology, 36,
1978, pp. 1101-1106.
525
W.F. Brewer, “Memory for randomly sampled autobiographical events”, U. Neisser y E. Winograd (eds.),
Remembering reconsidered: Ecological and traditional approaches to the study of memory, Nueva York, 1988.
526
S.A. Christianson y E.F. Loftus, “Remembering Emotional Events: The fate of detail information”, Cognition
and Emotion, 5, 1991, pp. 81-108.
527
F. Heuer y D. Reisberg, “Emotion, Arousal and Memory for Detail”, S.-A. Chistianson, op. cit.
528
P. Ekman, “Shall we call it Expression or Communication?”, Innovations in Social Science Research, 10(4),
1997, pp. 333-344.
emociones en contextos culturales y sociales diversos. Subraya, por ejemplo, el

caso de experimentos llevados a cabo en Japón, donde el respeto por la autoridad

de un superior impone la restricción de señales autónomas faciales de desagrado,

y cómo éste hábito, basado en cierto ideal, tiende a extenderse a situaciones en el

que esa autoridad está ausente. De alguna forma se interioriza un patrón inhibitorio

de una conducta automática.

El modelo ideado por Lechman, Ceci y Ornstein nos permite observar cómo, a

la hora de procesar un estímulo, se ponen en marcha dos procesos, uno de

reconocimiento característico (tamaño, color, brillo, forma) y, a su vez,

simultáneamente, se activaría uno de búsqueda de respuestas emotivas correctas

ante dicho estímulo.529 Este procesamiento separado permite la disociación cuando

la integración de ambas características no tiene lugar, y representación y emoción

no concurren en la experiencia del sujeto.

De hecho los eventos con mayor carga emocional no sólo son los que más

fácilmente se guardan y codifican, son también las pistas más aptas para producir

la rememoración. Las emociones 'canalizan' recuerdos, por un lado, los hacen más

o menos fuertes e invasivos; por otro, refuerzan algunos de sus aspectos.

Las emociones parecen ser un mecanismo de reconocimiento interno más

fundamental que el cognitivo, sirviéndonos como pista contextual interna a la hora

de recuperar información. Al igual que la memoria implícita, las reacciones

emocionales son más rápidas y poseen mecanismos de activación subsimbólicos

como la liberación de hormonas, con primacía no sólo filogenética, sino

ontogenética. La importancia evolutiva de las emociones como mecanismos

529
“Tanto las características cognitivo-perceptuales como las afectivas son posteriormente integradas en una sola
señal que se mantiene intacta en el proceso de codificación.” M.D. Lechman, S.J. Ceci y P.A. Ornstein, op. cit.,
p. 192.
rápidos de integración de información del medioambiente y de repuesta estaría

relacionada con la supervivencia del individuo que dependería de este grado de

adaptación. Quizás por ello los desarreglos emocionales posean una repercusión

general en el organismo individual. Así afirma J.E. Ledoux la primacía del circuito

emocional, así como su carácter, más que implícito, inconsciente.530

La amígdala, como centro regulador de las emociones y también de ciertos

comportamientos sociales en primates, ha sido objeto de atención en el

procesamiento emocional, en especial la desconexión entre los aspectos sensorial

y motivacional del estímulo.531 La amígdala es conocida como centro procesal de

las emociones, recibiendo información de las estructuras relacionadas con el

procesamiento de estímulos sensoriales, neocortex y tálamo. LeDoux ve en la

amígdala la ‘extensión’ del proceso sensorial primario; de nuevo percepción,

categorización y emoción estarían originariamente interconectadas para posibilitar

una respuesta comportamental rápida.

530
J.E. Ledoux, “Emotion as memory: Anatomical systems underlying indelible neural traces”, S.-A.
Christianson, op. cit. Así sostiene que “...el procesamiento emocional precede la experiencia consciente. El
procesamiento emocional que precede a la experiencia emocional consciente ha de ser, por definición,
inconsciente,” op. cit., p. 273. Según el mismo autor el inconsciente, no obstante, estaría también regido por un
sistema computacional similar al consciente, “Las computaciones inconscientes pueden dar cuenta de buena parte
de la expresión comportamental y autonómica de la emoción, pero pueden también subyacer a la representación
de la emoción en la conciencia. Por ello, pese a que no podemos descartar un posible papel de la conciencia en la
generación de la emoción, no necesitamos ya depender de la conciencia para explicar el comportamiento y la
memoria emocional,” op. cit., p. 274. Cf. J.F. Kihlstrom, “The cognitive unconscious”, op. cit., o R. Jackendoff,
Consciousness and the computational mind, Cambridge, 1987.
531
N. Geschwind, “The disconnection syndromes in animal and man. Part I”, Brain, 88, 1965, pp. 237-294. Cf. J.
Aggleton, The Amygdala, Nueva York, 1992.
Figura 2.8. Diversos circuitos de procesamiento emocional. “Las diversas interacciones neurales que
caracterizan todos los principales sistemas emocionales del cerebro: (1) Diversos estímulos
sensoriales pueden acceder incondicionalmente a los sistemas emocionales; (2) los sistemas
emocionales pueden generar output motor instintivo, así como (3) modular inputs sensoriales. (4)
Los sistemas emocionales poseen componentes de feedback positivo que pueden sostener la
excitación emocional después de que los eventos precipitantes han pasado. (5) Estos sistemas
pueden ser modulados por inputs cognitivos y (6) pueden modificar y canalizar actividades
cognitivas. Asimismo, el importante criterio de que sistemas emocionales crean estados afectivos no
aparece reflejado, pero se asume que la excitación del circuito ejecutivo para cada emoción es una
condición necesaria para obtener los estados de sentimientos activados en el cerebro, quizás
interactuando con otros cicuitos cerebrales para la autorepresentación, como aquellos que parecen
existir en los circuitos del cerebro medio, los circuitos periacueductales y tectal profundos, que
interactúan con los sistemas corticales frontales.” [Fuente: J. Panksepp, Affective Neuroscience.
The Foundations of Human and Animal Emotions, 1998, Oxford, p. 48].

La idea de disociación muestra cómo el recuerdo de determinado suceso

emocional no requiere la rememoración del suceso mismo, su representación

consciente. Por el contrario el elemento emocional puede darse disociado y

producir cierto estado de activación mediante mecanismos implícitos. Así se

entendía desde Freud la represión y la formación del inconsciente, algo que actúa

sin pista reconocible, sin conciencia, y por ello permanece inalterable, fuera del

control del sujeto.

Asimismo se ha mostrado la existencia de amnesia funcional en casos de

traumas (violaciones, abusos...) en los que sólo se recuerdan partes

aparentemente irrelevantes del suceso traumático, pero con su carga emocional


completa.532 Los casos relatados de estrés postraumático producen lo que se

denomina una sobrereacción ante estímulos aparentemente inofensivos que

guardan relación con la experiencia traumática.

El trauma como evento robusto confluye con otros eventos extremadamente

positivos o negativos que son más fácilmente recordados. No obstante, estos

recuerdos, precisamente por su primacía, pueden ser activados de forma implícita,

ya que al producir una sobreexcitación del hipotálamo, en la base de los procesos

de ansiedad, su respuesta es inhibida disociando el estímulo, eliminando la

representación que lo provocó y limitando la capacidad de acceder a la reacción

emocional asociada.

Las conclusiones de Fiske son cómo, por un lado, representamos a los otros

como instancias de categorías y, por otro lado, el afecto resulta ser un atributo de

dicha categorización.533 La primacía procesal de los sentimiento se atribuye a su

generalidad, que lo vuelve menos asible; tiñe la situación, pero sin una

representación simbólica concreta.534

...las emociones son realmente lo que unen nuestra narrativas autobiográficas con
nuestro concepto de yo. Es el tono y la textura emocional de un evento lo que le da
un significado personal que mueve la narración más allá de una historia interesante

532
S.-A. Christianson y L.-G. Nilsson, “Functional amnesia as induced by a psychological trauma”,
Memory&Cognition, 12, 1984, pp. 142-155, y id., “Hysterical amnesia: A case of aversively motivated isolation
of memory”, T. Archer y L.-G. Nilsson, Perspectives on aversively motivated behavior, Nueva Jersey, 1989. En
este último los autores comentan el caso de C.M., objeto de violación durante su paseo que le produce un estado
amnésico. El estímulo de los ladrillos del sitio en que es violada le produce una excitación especial, sin poder
asociar dicho estímulo con el hecho con el que se relaciona, el de su abuso.
533
“El recuerdo traumático puede ser recordado como si fuese la experiencia de un otro. Así la persona puede
vincular la experiencia de tal forma que activa la emoción en el oyente, mientras que el hablante se mantiene
tranquilo de forma innatural,” S.T. Fiske, “Schema-triggered Affect: Applications to Social Perception”, M.S.
Clark y S.T. Fiske (eds.), op. cit., p. 56. La autora asume la idea de esquemas de Bartlett, en tanto “organización
activa de experiencias pasadas que ha siempre de suponerse operante en cualquier respuesta orgánica bien
adaptada,” ibid., p. 60.
534
“De todos los múltiples niveles en los que puede ser codificado un evento, los niveles que poseen mayor
afecto son los más generales, porque los evalúan comportamientos de acuerdo con criterios de más largo alcance.
Si uno se siente trastornado por cualquier razón, uno tenderá a codificar preferiblemente el aspecto afectivamente
significativo de la situación,” J.M.G. Williams, op. cit., p. 470
a una autodefinidora. De hecho, al elegir emociones particulares en que fijarnos al
discutir el pasado, el narrador transmite información sobre los aspectos más
duraderos de su personalidad.535

Mientras más autoconsciente es el sujeto más amplificará cualquier

experiencia, siendo más susceptible a irrupciones externas.536 El simple hecho de

compartir la experiencia posee un valor indiscutible, tal y como demuestra la

correlación entre la expresión de la emoción y la longevidad en pacientes con

cáncer terminal.537 La exteriorización verbal de situaciones conflictivas, si bien

produce excitación, evita que dicha excitación inhibida cree estados de ansiedad

generalizados.538

Así, en pacientes que sufren de ansiedad, la presencia de un determinado

estímulo, ambiguo por desconocido, consigue producir ansiedad, de acuerdo con la

congruencia afectiva.539 Un sujeto ansioso, a la hora de percibir un estímulo,

mostrará una inclinación a entender éste como fuente de ansiedad, con su modo

idiosincrásico de experimentar cierto tipo de eventos en función de su experiencia.

535
R. Fivush, “Gendered Narratives: Elaboration, Structure, and Emotion in Parent-Child Reminiscing Across the
Preschool Years”, Ch. P. Thompson et al. (eds.), op. cit., p. 91.
536
M.F. Scheier y Ch. S. Carver, “Cognition, Affect, and Self-regulation”, M.S. Clark y S.T. Fiske (eds.), op. cit.
537
D. Spiegel, J.H. Bloom, H.C. Kramer y E. Gottheil, “Effects of psychosocial treatment of patients with
metastatic breast cancer,” Lancet, 2, 1989, 888-891. En este estudio se muestra como en un grupo de mujeres con
cáncer de mama, aquéllas que eran animadas a compartir sus emociones en la terapia vivían un año y medio más
de media que las no asignadas a terapia. Estudios de similar naturaleza son los realizados por Pennebaker y sus
colaboradores, cf. J.W. Pennebaker, S. Barger y J. Tiebout, “Disclosure of traumas and health among Holocaust
survivers”, Psychosomatic Medicine, 51, 1989, pp. 577-589 o J.W Pennebaker, J. Kiecolt-Glaser y R. Glaser,
“Disclosure of traumas and immune function: Health implications for psychotherapy”, Journal of Consulting and
Clinical Psychology, 56, 1988, pp. 239-245. Más recientemente A.E. Kelly, “Revealing personal secrets”,
Current Directions in Psychological Science, 8(4) 1999, pp. 105–109. T.D. Eells, “Can therapy affect physical
health?”, Journal of Psychotherapy Practice and Research, 9, 2000, pp. 100–104.
538
C. Hughes, C. Uhlmann y J. Pennebaker, “The body's response to processing emotional trauma: Linking
verbal text with autonomic activity”, Journal of Personality, 62, 1994, pp. 565-585. Acerca del tema de la
represión dentro de un paradigma disociativo señala Erdelyi, “Ninguno de los cuatro hechos críticos en sí mismos
están en duda en la psicología experimental: (a) que haya un rechazo selectivo de la información de la
apercepción; (b) que se tienda a evitar estímulos aversivos; (c) que los organismos tiendan a defenderse del
dolor; (d) que muchos procesos psicológicos ocurren fuera de la apercepción. Todos estos hechos,
independientemente, no son objeto de disputa, lo que se disputa, y no ha sido probado experimentalmente, es el
hecho conjunto, esto es, todos los componentes integrados en un hecho de mayor nivel,” op. cit., p. 259.
539
M.W. Eysenck y K. Mogg, “Clinical anxiety, trait anxiety, and memory bias”, S.-A. Christianson, op. cit.
En este sentido, la amígdala y el hipocampo contribuirían de forma diversa en la

producción de respuestas ansiogénicas. El miedo vendría dado por la actividad de

la amígdala y estaría relacionado con estímulos condicionados, mientras que la

ansiedad (hipocampo ventral) surgiría en situaciones aversivas de tipo más

difuso.540

El modelo freudiano de condicionamiento no difiere en gran medida del

conductista. Un estímulo aleatorio es asociado a un estímulo incondicionado

Especialmente relevante, a la hora de dar cuenta del tipo especial de

aprendizaje que supone la transferencia, es relacionarlo con su capacidad de

modificar respuestas emocionales. Los estudios de LeDoux con respecto al miedo

muestran cómo los estímulos, tras ser procesados en el tálamo, sede de los

centros sensoriales, pasan, a modo de información emocional, a la amígdala, que

se encarga de generar una respuesta endocrina. Esta información es procesada

por los centros corticales encargados de la memoria de trabajo (working memory),

siendo allí integrada con la información de los centros talámicos sobre el estímulo

productor del miedo. Todo este proceso es el que genera la experiencia

fenomenológica del miedo.

540
Se reunen así los datos de J. O’Keefe y L. Nadel, op. cit., y J.A. Gray, op. cit.
CS

UCS UCR

s R
s R
Consciente

S Inconsciente

Gráfico 2.2. Relación entre estímulos y respuestas. En el primer caso se esquematiza un


condicionamiento clásico en el que el estímulo condicionado guarda cieta correlación con el
estímulo incondicionado, que a su vez produce una respuesta incondicionada. En el segundo
esquema se muestra el resultado de que un estímulo aparentemente inócuo produce una
respuesta mucho más importante debido al reforzamiento ocurrido anteriormente. La propuesta de
Freud la encontramos en el tercer esquema. Habremos de buscar el estímulo que realmente
produjo la asociación entre el estímulo y la respuesta, y este se encuentra bajo la frontera de la
conciencia, reprimido, para evitar su contenido traumático. [Adaptado de: M.H. Erdelyi,
Psychoanalysis. Freud's Cognitive Psychology, Nueva York, 1984, pp. 48-49].

¿Cuándo surge el miedo incontrolable, que no responde a ningún estímulo

reconocible por el sujeto, tan clásico de las fobias? Cuando una desconexión entre

el tálamo y el córtex impide que el estímulo sea representado en la working

memory en cuyo caso tendremos una respuesta fisiológica sin representación

alguna, la emoción es un indicador de una representación implícita disociada.

Precisamente la que Freud intentaba restablecer por medio de su terapia.

Al producirse de forma más rápida el procesamiento del contenido emocional que el

cognitivo, se impide que dicho procesamiento talámico sea representado en la

working memory, para evitar una sobreexcitación, que retroalimentaría a su vez la

respuesta endocrina de la amígdala. Este mecanismo traduce el concepto de

represión psicoanalítica. Otra posibilidad apuntada y que auspicia la idea de la

creación del inconsciente frente a la metáfora arqueológica, es el caso en que un

determinado evento con una respuesta emocional asociada no está simbolizado, por
faltar la correspondiente representación en el registro consciente. La terapia habría

de actuar supliendo la 'falta de inscripción simbólica'.541 Las experiencias

traumáticas, al almacenarse en la memoria sensomotora y afectiva, evitan la

activación del neocortex, distorsionando el juicio y la experiencia, así como la

representación semántica, lo que le otorga al síntoma su carácter repetitivo. El

trauma queda así fuera de la apercepción subjetiva debido a su estimulación

excesiva.

Un caso claro acerca del recorrido doble (emocional y cognitivo) de la

experiencia y su posterior codificación es el del experimento llevado a cabo sobre

cuatro sujetos con condiciones diversas con respecto a su amígdala y córtex

mediante un estímulo incondicionado.542 Mientras que un sujeto sin lesión alguna en

amígdala e hipocampo reaccionaba pudiendo recordar el estímulo, así como

respondiendo con una reacción emocional aprendida (C), en el caso de lesión en la

amígdala no se produce la respuesta emocional correspondiente (A), mientras que

en el caso de la lesión en el hipocampo se inhibe la producción del recuerdo (B).

Este estudio confirma la hipótesis de que la reacción emocional y el recuerdo del

evento que la dispara son procesados de forma diversa.

541
M.D.J. Díaz-Benjumea, “Lo inconsciente psicoanalítico y la psicología cognitiva: una revisión
interdisciplinar”, op. cit. “Hacer consciente lo inconsciente significa neurológicamente, según LeDoux, reforzar
las vías sinápticas entre la corteza y el núcleo amigdalino, de manera que el conocimiento sobre nosotros
mismos, sobre lo que nos afecta y sobre nuestras reacciones, abra la posibilidad de regular los procesos
emocionales y así su desencadenamiento, los cuales si bien no se eliminan por completo, sí se reducen en
intensidad y duración.” Como señala el propio Ledoux: “También es posible que estímulos procesados
implícitamente activen la amígdala sin activar recuerdos explícitos o ser, de otro modo, representados en la
conciencia,” J. E. Ledoux, The Emotional Brain, op. cit., p. 203.
542
A. Bechara, D. Tranel, H. Damasio, A. Adolphs, C. Rockland y A.R. Damasio, “Double dissociation of
conditioning and declarative knowledge relative to the amygdala and hippocampus in humans”, Science, 269,
1995, pp. 1115-1118.
Información
(Estímulo)

Tálamo-Hipocampo Amígdala
(Memoria Explícita) (Activación Emocional)

Working Memory

Respuesta somática Respuesta comportamental

Gráfico 2.3. Recorrido cerebral del evento emocional. En los casos de una respuesta implícita no
habría representación de la información del tálamo en la working memory. La flecha punteada que va
del tálamo a la working memory señala la posibilidad de que la conexión sea activada, dando lugar a
una representación (consciente) o que ésta no lo sea, dando lugar a una disociación entre
procesamiento emocional y cognitivo del estímulo, una ausencia de representación (inconsciente). El
sentimiento de miedo se produce ante la creencia, de acuerdo con la experiencia, de la existencia de
un estímulo que produce excitación pasando por el circuito de la amígdala y que da lugar a un
recuerdo explícito si es procesado por el hipocampo. En caso contrario queda fuera de la
apercepción, aunque la respuesta fisiológica (inconsciente) se produciría igualmente. La
participación de la working memory hace que la experiencia sea consciente, que se produzca una
apercepción subjetiva, qualia. [Fuente: Adaptado de J.E. Ledoux, “Emotional Circuits in the Brain,”
Annual Review of Neuroscience, 23, 2000, p. 176].

Dentro de la propia estructura de la amígdala se han trazado ciertas

diferencias. Mientras que la amígdala del hemisferio derecho reacciona a estímulos

que provocan miedo inconsciente o implícito, la amígdala izquierda se activa con

estímulos condicionados de forma consciente. Es interesante señalar cómo la

sección del hemisferio izquierdo donde los estímulos son procesados de forma

consciente también se ocupa del procesamiento simbólico, mientras que el

hemisferio derecho que produce el condicionamiento implícito no poseería dicha


habilidad y habría de mantener el condicionamiento de modo subsimbólico. Las

respuestas emocionales que activan la amígdala podrían ser atenuadas por un

procesamiento de tipo consciente.543

Ledoux se refiere a sistemas de memoria múltiples al abordar el tema de cómo

puede un sujeto ser aún víctima de las respuestas condicionadas que dan lugar al

estrés si éste daña la capacidad de recordar. Es decir, cómo un estímulo puede

tener varias inscripciones, algunas de las cuales no son accesibles al sujeto. El

estrés actúa en el hipocampo pero activa, e incluso refuerza, el trabajo de la

amígdala. Se produce así una retroalimentación de la respuesta emotiva que sólo

puede ser paliada mediante la ausencia de representación. 544 La amígdala produce

una actividad invasiva sobre el cortex y el procesamiento de la percepción,

deformándolo.

De acuerdo con estos resultados los pacientes que no poseen conexiones

entre ambos hemisferios, -en los casos de cerebro dividido-, responden con mayor

intensidad cuando el estímulo se les muestra disfrazado al hemisferio derecho,

encargado de los procesos implícitos, que cuando se le presenta abiertamente, de

modo consciente, posibilitando la descripción verbal del estímulo. Volvemos a la

hipótesis freudiana: al igual que una situación puede estar ausente en el registro

consciente, puede aún afectar al comportamiento y las reacciones de una persona.

El hipocampo no es sólo el encargado de la memoria declarativa en sus primeras


543
“La ausencia de actividad en la amígdala derecha en la situación de condicionamiento no oculto (consciente),
cuando el sujeto puede relatar acerca de la presencia del estímulo condicionado (la cara es vista conscientemente)
indica que la percatación consciente, tales como la participación de los sistemas del lenguaje, pueden inhibir esta
respuesta nerviosa (se refieren a la de la amígdala derecha),” J.S. Morris, A. Öhman y R.J. Dolan, “Conscious
and unconscious emotional learning in the human amygdala”, Nature, 393, 1998, pp. 467-470. La disparidad
hemisférica también se ha puesto de manifiesto en relación a estímulos placenteros, así el cortex prefrontal
derecho se activa con estímulos displacenteros, y el izquierdo con los placenteros, S.K. Sutton, R.T. Ward, C.L.
Larson, J.E. Holden, S.B. Perlman y R.J. Davidson, “Asymmetry in frontal glucose metabolism during appetitive
and aversive emotional states: an FDG-PET study”, Psychophysiology, 34, 1997.
544
“Una vez la amígdala es activada por un evento sensorial del tálamo o córtex, puede comenzar a regular las
áreas corticales que proyectan a ésta, controlando los tipos de inputs que recibe del córtex.” J.E. Ledoux,
“Emotional Circuits in the Brain,” Annual Review of Neuroscience, 23, 2000, p. 174.
fases es, a su vez, el área con mayor concentración de receptores de las hormonas

del estrés (receptores corticoesteroides). Tal como señalan Kim y Diamond, una de

las funciones del hipocampo es limitar la respuesta del estrés inhibiendo el eje

hipotálamo-hipofiso-adrenal (eje HHA) mediante una retroalimentación negativa.545

Se mantiene el condicionamiento, la respuesta (memoria procedimental), con un

deterioro de la memoria declarativa. Es decir, ambos sistemas pueden no sólo

actuar disociadamente, sino que incluso la actividad excesiva de la amígdala inhibe

la labor del hipotálamo, central en la memoria declarativa.

Parece obvia la importancia que Freud otorgaba, en las diversas fases de su

evolución, a la última columna que mostrábamos en la primera parte de este

trabajo. La importancia de los sentimientos como forma de 'transmisión' de la

transferencia, y que ya se encontraba presente en los movimientos 'fludistas', la

relevancia de la inscripción emocional y su utilidad en el aprendizaje de nuevas

pautas conductuales.

El organismo se presenta así inserto en el mundo mediante el sentimiento,

mediante estados corporales que nos otorgan información acerca de la situación en

que nos encontramos. Las modificaciones de los estados corporales permiten que

dicha inserción sea vivida de forma más perentoria. Se consigue así incluir el

mundo en nuestro propio estado corporal, se obtiene una representación somática

del mundo. De acuerdo con Damasio, ver significa simultáneamente sentir que

estamos viendo, cognición y emoción resultan inextricablemente unidas.546

545
J.J. Kim, D.M. Diamond, “The stressed hippocampus, synaptic plasticity and lost memories”, Nature Reviews:
Neuroscience, 3, 2002, pp. 453-462.
546
A.R. Damasio, op. cit., “Quizás más importante todavía, las representaciones primordiales del cuerpo
propiamente dicho en acción podrían desempeñar un papel en la conciencia. Proporcionaría un núcleo para la
representación neural del yo y así suministraría una referencia natural para lo que sucede en el organismo, dentro
o fuera de sus límites,” ibid., p. 218.
Propongo que la subjetividad emerge durante el último paso, cuando el cerebro
está produciendo no sólo imágenes de un objeto, no sólo imágenes de las
respuestas del organismo al objeto, sino un tercer tipo de imagen, el de un
organismo en el acto de percibir un objeto y responder a él. Creo que la perspectiva
subjetiva surge del contenido del tercer tipo de imagen.547

Con respecto a la transferencia como reeducación, como aprendizaje, cabe

distinguir dos actividades, por un lado el restablecimiento de cierto conocimiento

declarativo en el sentido de restitución de representaciones relacionadas con la

disociación producida por el trabajo en paralelo de la amígdala o circuito

emocional, y el hipotálamo o memoria declarativa. "La autoregulación emocional es

posible presumiblemente mediante nuestras dotaciones cerebrales superiores.

Nuestros sistemas de símbolos son especialmente efectivos, al permitirnos

negociar en un terreno accidentado. El lenguaje nos permite regular nuestras

emociones" 548

Por otro lado, esta experiencia ha de producirse en una relación que permite la

reinscripción en un medio que no actúe como estresante, pues se reproduciría el

aprendizaje disociado. Un contexto en que el sujeto pueda distinguir sus reacciones

aprendidas, ante la presencia de un medio que no representa ningún tipo de

peligro, que no responde a sus expectativas emocionales, que es inadecuado, y

que por tanto le permite una reconsolidación, una nueva forma de experimentar su

incorporación. Estas dos características formarían la base de la transferencia.549

Habría un conocimiento declarativo y otro implícito fundado en la inadecuación de

expectativas, de patrones de activación que se vuelven obsoletos, que permiten un

aprendizaje de modalidades implícitas de regulación.

547
Ibid., p. 224. Cf. A.R. Damaso, The Feeling of What Happens, op. cit.
548
J. Panksepp, op. cit., p. 318.
549
R.B. Clyman, op. cit.
Por ello, en el caso de mi paciente, junto al trabajo de reconstrucción histórica, lo
que existió por mi parte fue una actitud de espontánea implicación en el vínculo, de
activa intervención en los proyectos y mil aspectos de la vida cotidiana no porque
esperase que una supuesta experticia mía en orientar la vida de la paciente
colocase a ésta en el buen camino sino porque el significado vivencial para ella era
que el compromiso emocional del terapeuta probaba que sí valía, que ocupaba un
lugar en la mente del otro. Además, y no de importancia secundaria, la expresión
de mi propia emocionalidad, el permitirme entusiasmos o confrontaciones con
cierto grado de pasión, fueron haciendo participar a la paciente en un tipo de
vínculo vitalizante, en el placer del encuentro, incluso en el placer del desafío y del
desencuentro que narcisiza porque afirma la propia posición. La actitud que la
paciente fue teniendo en el vínculo conmigo le permitió inscribir, en forma de
memoria procedimental, modalidades de sentir y de actuar que no estaban
reprimidas sino que previamente habían sido abortadas en su posible desarrollo.550

No se trata sólo de recordar, en tanto modo de desbloquear eventos

traumáticos, que actúan implícitamente, sino de la reinscripción de nuevas

experiencias que permitan nuevas modalidades de sinergia entre mecanismos

cognitivos y emocionales, y nuevas formas de relacionarnos en tanto modalidades

de regulación internalizadas.

550
H. Bleichmar, op. cit.
2.5. Modelo

En el Coloquio de Boston sobre Filosofía de la Ciencia señalaba H. Modell la

importancia de tres vectores que posibilitan la comprensión del trauma. “La lección

a aprender del trauma psíquico es que tanto memoria como afectos y metáfora

forman un sistema sinérgico unificado.”551 Efectivamente un análisis de la

transferencia, concepto clave de la cura psicoanalítica, muestra bien a las claras

estos tres ejes actuando en la terapia.

Por un lado, la teoría de la emoción que hemos descrito como respuestas

fisiológicas, subsimbólicas; por otro, el papel de la memoria como conformadora de

la identidad –memoria autobiográfica-, capaz, no sólo de mantener recuerdos de

los que no se posee ninguna pista consciente –memoria implícita-, sino de utilizar

rutinas motoras asociadas sin apercepción alguna –memoria procedimental-.

Finalmente la teoría contemporánea de la metáfora nos ha servido para observar la

posición que ocupa el analista como representación en la experiencia activa del

sujeto, de qué manera ésta induce la repetición de patrones adquiridos y permite

recategorizar nuevas formas de interrelación.

551
A.H. Modell “The interface of psychoanalysis and neurobiology”, Boston Colloquium for Philosophy of
Science - December 18, 1996. Presentation - The Poles of Health: Biological and Social approaches to
Disordered Minds. http://www.psychomedia.it/pm/science/psybyo/modell.htm
Desarrollo del Mecanismo Forma de Medio de

concepto de transferencia Básico Transmisión Transmisión

Magnetismo Fluido Relación Sentimiento

I Fase Desplazamiento Falsa Afecto

(1890-1905) Asociación
II Fase Introyección Resistencia Sentimiento

(1906-1914) (Ambivalencia)
III Fase Repetición Acting- out Amor

(1914-1939)
Lacan Repetición Inconsciente Pulsión

Táctica Estrategia Política

(Ideal) (Angustia)
Mecanismos Categorización Memoria Emoción

cognitivos

Esquema 2.1. Modelo de integración del desarrollo de la transferencia y mecanismos cognitivos.

Así, el mecanismo de categorización puede dar cuenta del desplazamiento, de

la metáfora, la introyección como representación teñida de las ideaciones

preexistentes, y la repetición como insistencia, en el sentido de aplicación de las

categorías existentes, de la información procesable, de los modos de

procesamiento aprendidos de significado.

La emoción ha sido, en la historia de la transferencia, el fundamento primero

de todas las observaciones de Freud. La remozada ciencia cognitiva, completada


por los aspectos motivacionales y emocionales, nos permite dar cuenta de estos

procesos básicos en la reinscripción de nuevos acontecimientos que alteren de

forma sustancial los sucesos traumáticos o la biografía aprendida por el paciente,

inhibiendo o permitiendo la simbolización de respuestas autónomas, automáticas,

experimentadas como incontrolables que actúan a niveles subsimbólicos y

conformando nuevas formas de interiorizar la regulación del propio organismo.

Por último, la memoria como mecanismo cognitivo consigue relacionar dos

representaciones, de forma similar a los sistemas conexionistas, mediante una

falsa asociación. A su vez, el recuerdo, cuyo contenido cognitivo es olvidado o cuya

inscripción es fallida procura sólo un resto emocional. Así, la resistencia y el

recuerdo en acto o agieren freudiano (acting-out) vendrían dados por una forma de

disociación de dos tipos de recuerdo, implícito y declarativo, de dos sistemas

mnésicos.

Freud acertó al dar su descripción del agente activo de la cura. En efecto, la

transferencia como concepto teórico le permitió hacer converger toda su

experiencia sobre las modalidades de actuación sobre formas subsimbólicas de

representación que, como tales, no eran accesibles mediante modos simplemente

simbólicos. Con un concepto como la transferencia aglutinó todo un quehacer

alrededor del modo que tienen las personas de recordar, categorizar y sentir. Freud

sólo podía entender una 'ciencia' que hiciese alusión a sistemas simbólicos de

representación. Así, formuló su metapsicología sin relación alguna con las bases

fisiológicas y neurobiológicas del comportamiento. El conocimiento neurológico de

su época no era suficiente como para construir un método de curación de los casos

que se le presentaban corrientemente.


Es así que tuvo que optar por un lenguaje que hacía de deseos y creencias

representaciones conflictivas en la mente del paciente. Hoy sabemos más sobre el

funcionamiento de nuestro organismo y de las modalidades de procesamiento

subsimbólico que operan a nivel químico. El gran hito de Freud fue procurar un

método que sirviese para actuar a dicho nivel. La libre asociación le permitía la

emergencia de niveles de procesamiento, de emoción, subsimbólicos, actualizado

por medio de la palabra. De ahí su regla fundamental de decir todo aquello que se

le presenta al paciente sin omisión. De esta forma conseguía la emergencia de

dicho nivel más básico de procesamiento.

Es pues completamente posible que uno pueda tener un pobre recuerdo


consciente de una experiencia traumática, pero al mismo tiempo forme poderosos
recuerdos emocionales inconscientes implícitos mediante el condicionamiento de
miedo mediado por la amígdala. Y debido a otros efectos del estrés descritos más
abajo dichos potentes miedos inconscientes pueden volverse muy resistentes a la
extinción. Pueden, en otras palabras, volverse fuentes inconscientes de intensa
ansiedad que ejerzan potencialmente sus influencias opacas y perversas en la
vida. [...] Que Freud tenía razón en su creencia de que aspectos de experiencias
traumáticas se almacenan a veces en sistemas mnésicos que no son directamente
accesibles desde la conciencia parece claro. Menos cierto es si la represión (en el
sentido freudiano) se encuentra implicada.552

La represión como mecanismo general parece ser un término que requiera

refinamiento teórico. Si bien los casos de estrés postraumático en situaciones de

violencia son evidentes, parece que la represión como concepto global debería ser

precisado. Por un lado, parece más conveniente entender que el sistema de

procesamiento subsímbolico puede ser modificado por información codificada en

un nivel simbólico. Antes que entenderlo en función de una representación que se

ha desligado de un estado afectivo, habría que tratar el estado afectivo como

552
J.E. Ledoux, The Emotional Brain, op. cit., p. 245.
proceso subsimbólico sobre el que actuar simbólicamente, mediante la asociación

y la producción significativa, que consiga convertir estados difusos (estados de

activación) en símbolos que anudar a la experiencia y que recuperen dichos

procesos 'inconscientes'. La psicoterapia permitiría recodificar, en modo afectivo, la

reorganización de patrones en el sistema nervioso. “El resultado de una relación

psicoterapéutica óptima sería un cortex con doble circuito orbitofrontal que pueda

moverse adaptativamente entre diferentes estados psicobiológicos.”553

Por otro lado, el desarrollo infantil nos muestra cómo ciertas formas de

interrelación y de emoción pudieron ser codificadas ante la ausencia de un

hipotálamo maduro que registrase adecuadamente dicha experiencia. Freud habría

acertado en su hincapié en el análisis de los recuerdos de la niñez y su carácter

irrecuperable, que, sin embargo, han de poseer mayor robustez a la hora de

configurar las respuestas emocionales y motivacionales, a la vez que las

relacionaría con la actividad motora incipiente. La resistencia le permitía explicar la

tenacidad, la resistencia de ciertos mecanismos al cambio, mostrándole lo

arraigado de ciertos procesos mentales.

El inconsciente también le permitió desvelar dicho nivel de procesamiento pero

su única forma de conceptualizarlo era por medio del conflicto de representaciones.

El aspecto implícito, su carácter motivacional y su relación con el desarrollo de las

capacidades cognitivas en la infancia, son nociones que Freud desconocía pero

que pudo formular como rudimento necesario para su práctica.

No cabe imputarle a Freud no haber dado con el amplísimo cuerpo de datos

que cientos de investigadores en diversas disciplinas ha ido acumulando a lo largo

de más de medio siglo. Lo que sí le debemos es cierto reconocimiento al haber

553
A.N. Schore, op. cit., p. 468.
formulado un sistema que recoge ciertas intuiciones acertadas y las somete a un

cuerpo teórico. Nuestro camino parece más sencillo, el análisis de diversas áreas

de investigación muestran una convergencia en la posibilidad de una técnica clínica

que Freud previó pero que no pudo verificar experimentalmente.554

Antes que, como señalaba Lacan, el inconsciente fuese específicamente

humano en cuanto relacionado con el lenguaje, con la posibilidad de

representación, deberíamos entender el inconsciente como una extensa serie de

procesos subsimbólicos que en el hombre tiene la característica de confluir con su

habilidad lingüística y cognitiva. En lo que sí vale su explicación es en la posibilidad

que existe, y esta sí es estrictamente humana, de alterar lo subsimbólico mediante

lo simbólico. Es ahí donde la transferencia es específicamente humana, no tanto

en los sentimientos o en la existencia de condicionamientos, sino en la capacidad

de revisar la experiencia y reinscribirla de forma novedosa.

La transferencia, desde una perspectiva cognitiva, puede ser conceptualizada

como un tipo de aprendizaje basado en las modalidades de categorización del

analizante y, en especial, de su inserción en las relaciones con otros, mediada por

modalidades de recuerdo con un contenido emocional que son modificadas

alterando el comportamiento. Se trata de un tipo de aprendizaje que se desmarca

de las formas más básicas que encontramos entre otros animales, basadas en

condicionamiento y refuerzo, no sólo por involucrar una función superior como es el

lenguaje, sino por surgir en un marco intersubjetivo.


554
Otras áreas como los sueños también comienzan a recibir apoyo interdisciplinar. Así, la función de los sueños
en consolidar nuevas aptitudes, ayudando en la resolución de problemas en tareas cognitivas, contribuyendo a la
consolidación de la memoria y en general a la 'estructuración del sistema nervioso' como proceso organizacional.
J.L. Fosshage, “The organizing functions of dream mentation”, trabajo presentado el 15 de junio de 2002 en la
Annual Meeting of the Rapaport-Klein Study Group. R. Greenberg y C.A. Pearlman, “The Interpretation of
Dreams: A Classic Revisited”, Psychoanalytic Dialogues, 9(5), 1999, pp. 749-765, donde se muestra la función
adaptativa de los sueños que sirve para organizar la información diurna emocionalmente significativa. E.
Hartman, “Dreams Contextualize Emotion─A New Way of Understanding Dreams and Dream Symbolism”,
Psychoanalytic Dialogues 9(5), 1999, pp. 779-788. H. Been,“Dreams: the convergence of neurobiologic and
psychoanalytic perspectives”, Journal of the American Academy of Psychoanalysis, 25, 1997, pp. 639-654.
La transferencia permitiría cierto control cortical sobre las estructuras

encargadas de respuestas automáticas ansiógenas, como señala Ledoux, “puede

que no seamos capaces de eliminar los recuerdos implícitos que subyacen a los

desórdenes de ansiedad. Si este es el caso lo mejor que podemos esperar es

ejercer control sobre ellos.”555

Así el psicoanálisis con su regla máxima permite rastrear manifestaciones

subsimbólicas de procesamiento inconsciente y relacionarlas con el almacén de

experiencias vividas y la memoria a largo plazo obteniendo un asiento de la

experiencia conflueyente de representaciones simbólicas y subsimbólicas. Puesto

que la emoción y la cognición trabajan en circuitos paralelos que convergen en la

memoria de trabajo, la ventana abierta por el psicoanálisis a la libre asociación

permite la emergencia conjunta de estados corporales, de emociones y de

representaciones lingüísticas que relacionan dichos procesos y permite reformular

modalidades subsimbólicas de procesamiento alcanzando cierta representación

sobre ellas, cierta proyección cortical sobre bases subcorticales.

555
J.E. Ledoux, op. cit., p. 252.
III. Filosofía
“El mundo de un hombre feliz es diferente del de uno infeliz.” 6.43.

“Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo.” 5.6.

Ludwig Wittgenstein, Tractatus Logico Philosophicus.

“E imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida.” (19)

Ludwig Wittgenstein, Investigaciones Lógicas.


000001010100000000010000000000001000000000000000000100000000000010000000000000000
000010100000000000001000000001000000000001000000000000000000000001010000000000000
000000000100000000001000000000000101101111111111101110110000000000000000000000000
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Figura 3.1. La representación y el procesamiento, el significado y la información.


3.1. Primeros Analíticos: Wittgensten y Freud

Las reflexiones de Ludwig Wittgenstein sobre Freud nos servirán como punto

de partida de una incursión en los aspectos más destacados de nuestra

reconstrucción y elucidación de la transferencia, y su calificación propiamente

filosófica. Wittgenstein inspiró en buena parte un nuevo modo de pensar la

filosofía, el 'giro lingüístico' que irrumpe en el siglo veinte y que atraviesa todo afán

metodológico de clarificación.

La comparación entre ambos autores surgía ante los ojos del propio

Wittgenstein como evidente. Pese a su sentido crítico, y a su opinión personal

acerca de Freud, admitía la existencia de paralelismos entre los dos: “Freud se

equivoca con seguridad muy a menudo, y en lo que concierne a su carácter es

ciertamente un cerdo, pero en lo que dice hay gran contenido. Y lo mismo es cierto

de mí. There is a lot in what I say.”556 Su amigo, Maurice Drury, le envió una copia

de la Traumdeutung cuando Ludwig pensaba, una vez más, en dejar la vida

académica y estudiar medicina para ejercer como psiquiatra. Creía que su forma de

filosofar y el pensamiento freudiano poseían bastantes semejanzas. De hecho, en

los últimos años de su vida escribiría un manuscrito enviado a una comisión en

Cambridge, encabezada por el economista John Maynard Keynes, en el que

asimilaba la tarea de la filosofía a una especie de psicoanálisis; ambas disciplinas

proponían el mismo tipo de interrogantes y corrían riesgos similares.

Vieneses ambos, Ludwig casi treinta y tres años más joven que Sigmund,

nunca llegaron a coincidir de forma personal, si bien es cierto que en ambos se

556
L. Wittgenstein, Nachlass, Item 183, p. 9. Tanto el subrayado como el hecho de utilizar el inglés en la útima
oración nos puede servir de testigo del énfasis que Wittgenstein pone en la comparación y lo comparado, pero las
similitudes no se quedan ahí, Wittgenstein ve en Freud un compañero de Zeigeist, “Loos, Spengler, Freud y yo
pertenecemos todos a la misma clase que es característica de este tiempo,” Item 183, p. 9. Seguimos la
paginación y ordenación de la edición crítica Bergen de Oxford.
encuentran influencias del millieu intelectual de principios de siglo de la capital del

Imperio Habsburgo. No obstante, Ludwig aprovecharía la cercana relación de su

hermana Margarete557 con Freud para que éste interpretase sus propios sueños en

base a las anotaciones que realizaba. De hecho, entre sus notas y cuadernos

existen relatos de diversos sueños que Wittgenstein solía discutir con sus

allegados.

Si Wittgenstein procedería a un análisis concienzudo del lenguaje y sus

posibilidades expresivas, Freud produciría un método de análisis de la psique.558 En

Freud encontramos, según Wittgenstein, una 'compulsión a teorizar',559 mientras

que éste lleva a cabo una tarea de purga de lo decible, de las proposiciones a las

que cabe atribuir un sentidpo. La teoría de Wittgenstein sobre el lenguaje alternará

entre una semántica verificacionista y una pragmática acerca de los juegos del

lenguaje. Ambas surgen no como teorías en el sentido de construcciones

ideacionales, sino que parten del propio análisis del lenguaje. Freud entendía, así

mismo, que su propia teoría surgía en contacto con los casos singulares, en su

clínica. Del mismo modo que los problemas filosóficos se resuelven en un análisis

del lenguaje, el síntoma de conversión histérico se deshacía en la 'talking-cure',

mediante el lenguaje asociado a la rememoración.

557
Margarete, la más avispada de sus hermanas, y la que más influencia ejerció sobre el joven Ludwig. “Un día
en Viena yo (L.W.) visité una exposición de cuadros de una joven artista. Había uno que representaba una
habitación vacía parecida a un sótano. Dos hombres con sombrero de copa sentados en sillas. Nada más. Y el
título: Besuch («Visita»). Al verlo dije inmediatamente: «Esto es un sueño». (Mi hermana describió el cuadro a
Freud, y éste le dijo: «Oh, sí, se trata de un sueño muy común» relacionado con la virginidad.)” L. Wittgenstein,
“Conversaciones con Freud”, 1942, L. Wittgenstein, Lecciones y conversaciones sobre estética, psicología y
religión, Barcelona, 1992, p. 118.
558
“Parece haber algo en las imágenes oníricas que tiene cierta semejanza con los signos de un lenguaje.” L.
Wittgenstein, “Conversaciones sobre Freud”, 1943-1, op. cit., p. 120. Con respecto a su análisis del lenguaje
Wittgenstein afirma: “Creo que nuestro método recuerda aquí al del psicoanálisis que quiere convertir lo
inconsciente en consciente y así en algo inócuo y creo que esta similitud no es simplemente externa... La
referencia (Bedeutung) de un signo es el símbolo completo al que pertenece el signo. O podríamos decir que es el
lugar en el espacio gramatical en el que se encuentra,” Nachlass, item 109, pp. 174-5.
559
J.M. Heaton, Wittgenstein and Psychoanalysis, Cambridge, 2000.
Poseemos pues una teoría, una teoría dinámica del enunciado, pero no surge
como una teoría. Freud habla de una teoría dinámica del sueño. Lo característico
de tal teoría es que observe un caso concreto, claramente demostrativo y diga:
'Esto muestra como se comporta en general; este caso es el ejemplo básico
(Urbild) de todos los casos.” “¡Por supuesto! Así debe ser,” decimos, y nos damos
por contentos. “Hemos llegado a una forma de representación que nos ilumina.
Pero es como si hubiésemos visto algo, que se encuentra bajo la superficie.”560

El ataque que despliega Wittgenstein se dirige contra la exigencia de dichos

modelos básicos y genéricos; el empeño en mostrar un aspecto subyacente como

fundación protéica, así como la utilización de casos concretos para corroborar una

teoría. Wittgenstein intenta proceder hacia una epistemología de las proposiciones

sin subsunción alguna, como teoría puramente descriptiva.

Se trata de la cercanía al enigma lo que le otorga al psicoanálisis su estatuto

privilegiado como psicología de lo profundo y su poder cautivador, no sólo como

teoría, sino como praxis. Sus conjeturas se basan en una iluminación más que en

una elucidación clara de conceptos, incapacitando cualquier oposición crítica, y

promoviendo la adhesión a sus postulados, su carácter doctrinal. El método

analítico, según Wittgenstein, aprovecharía su poder mítico para provocar el

asentimiento del analizante ante las interpretaciones, a modo de oráculo, del

analista.

Sus explicaciones pertenecerían al campo de la estética antes que al de la

ciencia, de la fascinación antes que la exactitud.561 No obstante las teorías de este


560
Nachlass, Item 239, p. 74. Por no tener desperdicio añadimos la continuación de este punto donde se ponen en
juego una cierta convergencia entre la primitiva noción de Bild del Tractatus y sus nuevas concepciones, que el
psicoanálisis quizás haya tenido su importancia como catalizador. “Esta tendencia de generalizar un caso claro
parece poseer su fuerte justificación en la lógica; parece poderse concluir con total justificación: “Si un
enunciado es una figura (Bild), entonces todo enunciado debe ser una figura, pues deben ser esencialmente
iguales.” Pues estamos en el error de que lo sublime, esencial en nuestra investigación, consistiría en aprehender
un ser omnisciente,” ibid.
561
“Una imagen puede fascinar en sí y llevarnos a su empleo con total independencia de su corrección o
incorrección. Una imagen de este tipo es la que bosqueja el psicoanálisis y sería interesante explicar su poder
mediante reflexiones similares a las del psicoanálisis,” Nachlass, Item 163, pp. 69r-v. “El encanto de la
tipo tambíen poseían un valor epistémico que les era escamotedado por cierto tipo

de fe científica.562 Frente a la explicación científica, la explicación estética incide en

los aspectos que hacen deslumbrante una obra. Si nos esforzásemos por mostrar

la técnica del sfumatto utilizada por Leonardo en su Mona Lisa, el neófito

probablemente asentiría acerca de su uso magistral, y esta explicación acentuaría

su fascinación por la obra. De modo similar trabajaría la clínica psicoanalítica. Al

puntuar ciertos aspectos de la textualidad en la narración del analizante se pueden

señalar clarificaciones, modulaciones, interpretaciones, que lleven a modificar la

aprehensión de ciertos hechos. El propio Wittgenstein afirmaba que, pese a

interesarle, una explicación científica nunca conseguiría apasionarle, lo que sí

ocurría con cuestiones de tipo abstracto o estético.

La estética nos enseña esencialmente a conocer un sistema. Que sus últimos


fundamentos nos tengan que “hablar”, con ello no tiene, por así decirlo, nada que
ver. Y no describe tampoco esa situación o, más aún, esas múltiples situaciones
del equilibrio mental. Es, por así decirlo, axiomática. Compare el significado de
'igualmente probable' y 'satisfactorio estéticamente'. Si fuese psicología la
sistemática no le sería esencial. Entender una tonalidad (Kirchentonart). Entender
una exposición china. ¿Se puede determinar una causa por introspección?
Psicoanálisis. ¡Piensa que el resultado del análisis requiere del reconocimiento del
analizado! Porqué está anudado el significado de Freud como psicología a su
estilo. La estética busca fundamentos, no causas.563

Sólo el poder evocativo del análisis como límite a cierta racionalidad, más allá

de la cual el filósofo profesional no ha de aventurarse, provoca en Ludwig una

explicación analítica proviene de esta evocación de la “cosa”: este enigma (Unheimliche) -en sus reflejos
metafísicos, en sus repercusiones psicológicas y en sus procedimientos lógicos- es lo que Wittgentein busca
deconstruir,” P.L. Assoun, Freud y Wittgenstein, Buenos Aires, 1992, p. 53.
562
“La gente cree hoy que los científicos están para enseñar, los poetas y músicos etc. para agradarles. Que éstos
tengan algo que enseñarles no pasa por sus cabezas,”Nachlass, Item 162b, p. 60v. Este pasaje se encuentra a
reglón seguido de su juicio acerca de la superioridad de Breuer sobre Freud en la formación del psicoanálisis.
563
Nachlass, Item 156a, pp. 56r-57r. Es interesante ver cómo hoy en día hay intentos por estrechar esta relación
entre ciencia y arte, como muestra cf. el especial de la publicación Nature de 16 de marzo 2005 “Science, Arts
and Culture” y en especial la sección ‘artists on science: scientists on art’.
situación igualmente de extrañeza y curiosidad. Su obra tardía remitirá en

numerosas ocasiones al psicoanálisis, del cual fue un atento lector, y sobre cuyos

comentarios se redactaron sus Conversaciones sobre Freud (1942-46).564 En ellas

muestra, pese a una actitud crítica, cierto aprecio hacia el psicoanálisis, llegando a

contarse como 'un discípulo, así como un seguidor de Freud'; un seguidor de Freud

que encontraba en su propia biografía los signos de un caso freudiano.

El carácter de Wittgenstein no dejaría de considerarse cercano a la neurosis.

Su excesivo miedo565 y su homosexualidad son hechos biográficos que no dejan de

tener su importancia en la dialéctica con Freud, consiguiendo despertar su interés,

y haciéndole un buen conocedor en especial de la Traumdeutung.

Las descripciones que hace el propio Rusell, en su correspondencia, al poco

de conocer a Wittgenstein, en sus primeras visitas a Cambridge, se refieren a él

como 'obstinado', 'perverso', 'nervioso', y lo muestran como un sujeto complejo y de

difícil carácter; a menudo con pensamientos suicidas, con un gran sentimiento de

culpa y una propensión hacia la inestabilidad emocional. Su amigo más íntimo en

su primera estancia en Cambridge, David Pinsent, apuntaba a su 'estado neurótico'

como motivo de sus dificultades al relacionarse, así como su difícil trato.566

564
Elaboradas y editadas por Rush Rees en conversaciones con el propio Wittgenstein en cuatro ocasiones en el
verano de 1942, en dos ocasiones en 1943 y finalmente en 1946. L. Wittgenstein, “Conversaciones sobre Freud”,
op. cit.
565
“Tengo siempre miedo a mis clases aunque haya ido bastante bien hasta ahora. Este miedo me posee como una
enfermedad. No es otra que el miedo al examen,” Nachlass, Item 183,p. 29. Lo que Lacan muestra como caso
claro de miedo a un Otro omnipotente, como parece haber sido la figura del padre en Wittgenstein en una familia
en que tres de sus hermanos mayores acabarían, por diversas razones, suicidándose.
566
En tres ocasiones se menciona dicha situación en la correspondencia analizada de su amigo David Pinsent por
R. Monk, Wittgenstein. The duty of genius, Londres, 1990, pp. 85, 86, 88. Su propio relato, después de su visita a
su familia, nos da evidencia de su estado mental: “La razón es que las cosas me han ido terriblemente mal en las
últimas semanas (Como resultado de mis 'vacaciones' en Viena.) Cada día sentía el tormento de una horrible
ansiedad y de la depresión alternándose e incluso en los intervalos me sentía tan exhausto que no era capaz de
pensar en hacer un poco de trabajo,” ibid. 97.
Su particularidad sexual es también patente en diversos episodios de su

biografía. Conocida es la interpretación que hace Bartley567 de la supuesta

promiscuidad sexual de Wittgenstein en su etapa como maestro en la que no podía

contener su impulso de acudir a una zona cercana al Prater, donde podía encontrar

jóvenes con los que tener relaciones sexuales. Su impulso, pese a encontrar cierta

resistencia, y un importante sentido de culpa a posteriori, le resultaba inescapable.

A su vez, la repugnancia que sentía al tratar dichos temas en la presencia de

mujeres y su intención, con su amada Marguerite, de tener una relación platónica

sin hijos, no dejan de mostrar ciertos rasgos conflictivos. “Wittgenstein era

partidario de una visión del acto sexual que lo veía como un objeto de reverencia

religiosa.”568

Ya Russell había observado ciertas tendencias hacia el misticismo por parte de

Ludwig que tendrían por lugar evitar el carácter obsesivo de sus pensamientos en

la base de su desazón. Así, el trabajo físico resultaba a menudo salutífero, como

sucedía con su oficio de jardinero en el monasterio de Klosterneuburg, que le

alejaba de sus remordimientos, de sus rumiaciones mentales.569

Si, como señalaba Freud, las religiones tienen su origen en un delirio obsesivo

relacionado con la figura del padre, en Wittgenstein algo de esto se transluce en

sus apuntes donde, tras comparar la figura de Dios con la del padre, señala cómo

su única posibilidad es volverse independiente del mundo.

Como quiera que sea, en cualquier caso somos en cierto punto dependientes y de
aquello que somos dependientes lo llamamos Dios.
En este sentido Dios sería simplemente destino o lo que es lo mismo: El mundo-
que es independiente de nuestra voluntad.
567
W.W. Bartley, Wittgenstein, LaSalle, 1985.
568
R. Monk, op. cit., p. 453.
569
“Como siempre, la recompensa para su duro trabajo era paz de mente,” R. Monk, op. cit., p. 202.
Yo puedo independizarme del destino.
Existen dos divinidades: el mundo y mi yo independiente.
...Cuando mi conciencia altera mi equilibrio entonces no estoy en acuerdo con
Algo. ¿Pero qué es esto?¿Es el mundo?
Ciertamente es correcto decir: La conciencia es la voz de Dios.570

En estos fragmentos autobiográficos, la dependencia se relaciona con Dios y

con aspectos morales y de conciencia. Freud, por su parte, aunaba los conceptos

de dependencia y conciencia moral bajo la existencia de un super-yo. La confesión

que pronunciaría años más tarde ante algunos de sus más íntimos amigos le servía

para sofocar la conciencia de culpa y de indignidad que le atormentaba. En este

sentido, la conciencia se imponía sobre la actividad del propio Wittgenstein, que

aún no había alcanzado la independecia ansiada. Los intentos de independizarse

se correspondían con una anhelada autonomía del sentimiento de culpa que le

atosigaba. Wittgenstein había decidido renunciar a la parte de la fortuna familiar

que había sido amasada por el padre en la industria del acero, convirtiendo a su

familia en una de las más ricas del Imperio.

Sin duda, el método freudiano permite una explicación de dichas tendencias

opuestas mediante su modelo conflictual de la mente y la suposición de varias

instancias. Pese a estas coincidencias, que probablemente azuzaron el interés

personal de Wittgenstein por el psicoanálisis, sus críticas al planteamiento teórico

no dejan de resultar acertadas. El problema epistemológico que se le plantea al

psicoanálisis es si la postulación del inconsciente sirve como auténtica explicación

causal o si se trata de una simple interpretación, entre otras posibles, de los

fenómenos.

570
L. Wittgenstein, Notebooks 1914-16, Oxford, 1961, p. 74. Efectivamente, por un lado, se encuentra la
ecuación Padre=Dios=destino=mundo y, de otro, los afanes de independización de su yo.
El psicoanálisis no nos ofrece, según Wittgenstein, más que un sistema de
representación o un método de descripción para los hechos de la categoría
involucrada, mientras que una disciplina como la física, incluso si ésta ha de
comenzar también por la adopción de algo de este género, no se para
evidentemente ahí, sino que se esfuerza por llegar, en un momento u otro, a la
formulación de hipótesis empíricas susceptibles de ser realmente comprobadas.571

El psicoanálisis habrá de unirse al denominado 'giro lingüístico', profundizando

sus intuiciones. El énfasis en el lenguaje por parte del psicoanálisis no sólo es

radicalizado por Lacan, sino que sirve de demarcación con las disidencias de Jung

o Reich. El psicoanálisis es un análisis de la constitución del sujeto por y en el

lenguaje. La terapia se basa en un análisis lingüístico, no sobre una disciplina

teórica, sino sobre un cuerpo y una constitución subjetiva. La sujeción al lenguaje,

los límites que éste nos impone conceptualmente, conforman nuestra forma de vida

y de hacer dentro de lo simbólico. En cierta medida, los problemas gramaticales del

sujeto serían el objeto propio del psicoanálisis.

La singularidad de la cadena asociativa imposibilita todo intento de explicación

general frente a cualquier teoría simbólica tal como la elabora Jung, basada en

arquetipos o modelos universales y trascedentes, no ya al individuo, sino al tiempo

y espacio. Freud, desde una posición más modesta y analítica, habrá de atender a

las asociaciones concretas. Si a la asociación libre se le pudiese buscar una

determinación, ésta siempre sería múltiple e idiosincrásica. Ante esta relativa

indeterminación se erige la regla interpretativa majus del sueño, el deseo.572 El

problema, de acuerdo con Wittgenstein, es el empecinamiento de Freud en

encontrar 'la esencia del sueño', su inequívoca clave interpretativa. “He estado

repasando con H. La interpretación de los sueños de Freud. Y ello me ha hecho


571
J. Bouveresse, op. cit., p. 67. “El determinismo o el indeterminismo son propiedades de un sistema que son
fijadas arbitrariamente,” Wittgenstein's Lectures 1932-35, cit. por J. Bouveresse, op. cit., p. 101.
572
“Es probable que haya muchas clases diferentes de sueños y que no haya un único modo de explicación para
todos ellos. Igual que hay muchos tipos diferentes de chistes. O igual que hay muchos tipos diferentes de
lenguaje,” L. Wittgenstein, “Conversaciones sobre Freud”, 1943-1, op. cit., p. 123
sentir hasta qué punto hay que combatir todo este modo de pensar.”573 Para

Wittgenstein la interpretación del sueño más que un referente en tanto significado,

ha de aportar un enlace con un juego de lenguaje demarcado por reglas. Así la

noción de asociación estaría cercana al juego del lenguaje, “...consistente en el

lenguaje y las acciones en las que se encuentra entretejida...”574 La práctica ha de

dar lugar a una teoría, he ahí el punto con el que Ludwig no podía comulgar con

Freud.

De ahí el problema de la singularidad de la cura que por tener por objeto un

sujeto, muestra una de las debilidades fundamentales con respecto a la

constitución científica del psicoanálisis, su búsqueda de leyes universales. “Piensa

en una enfermedad psíquica en la que los nombres sólo se pueden utilizar y

entender en la presencia de sus portadores. Freud nos ha hecho un flaco favor con

sus pseudoexplicaciones fantásticas, precisamente por ser psíquicas.”575

Wittgenstein muestra la insuficiencia del nivel de análisis. Incluso una estricta

metodología inductiva no podría llegar a la postulación de ley alguna, quedaría

como simple recolección de datos. Es esta pirueta la que lleva Freud a cabo con su

metapsicología. “'Todo sueño es la consecución de un deseo' una teoría dinámica

la denominó Freud. Y es básicamente una teoría. Esto es, se lleva a cabo una

suposición, una hipótesis. Se lleva a cabo un tipo de construcción muy específica

sobre el hecho del sueño.”576

No obstante sería interesante preguntarse desde una perspetiva post-

freudiana si el deseo se inmiscuye en el sueño o en el relato del sueño. Si el deseo

573
L. Wittgenstein, “Conversaciones sobre Freud”, 1946, op. cit., p. 126.
574
L. Wittgenstein, Philosopical Investigations, Oxford, 1958, p. 8.
575
Nachlass, Item 133, p. 11v.
576
Nachlass, Item 157 a, p. 56 v. Continúa discurriendo hasta preguntarse “¿Dónde se sitúa la frontera entre
juicio y prejuicio?” Ibid., 58r.
es una motivación esencialmente activa o más bien presente en nuestras formas

de relatar. “El hecho es que siempre que ustedes están preocupados por algo, por

alguna dificultad o por algún problema importante en su vida -el sexo, por ejemplo-,

no importa el punto del que partan, la asociación volverá a llevarles final e

inevitablemente al mismo tema.”577 Con la misma esperanza que depositaba

Wittgenstein en el lenguaje, se elabora el psicoanálisis como clínica, con la

finalidad de alterar nuestra representación del mundo y nuestra relación con éste

mediante una alteración de nuestro idiolenguaje. Nuestra forma de atenernos al

mundo está inscrita en nuestro enclave subjetivo, en nuestra constitución como ser

simbólico, como ser en y por el lenguaje, pero ello no implica que dicho lenguaje

pueda ofrecer un nivel adecuado de explicación.

Por su parte, la filosofía con Wittgenstein se vuelve también una actividad más

que un texto o doctrina, una clínica. El psicoanálisis afirma una concepción llevada

a cabo a dos que posee una efectividad mediata. Un proceso instaurado en la

praxis mediante la transferencia. El psicoanálisis podría ser mostrado pero no

dicho, al igual que el arte, se trata de una actividad que satura los modos de

representación lingüístico pero que, en manos de Freud, ve en el determinismo una

salida a las aporías de la intersubjetividad.

...cuando pensamos en leyes causales de objetos físicos pensamos en


experimentos. No tenemos nada parecido en el ámbito de los sentimientos y de la
motivación. Y, a pesar de eso, los psicólogos pretenden decir: «Tiene que haber
alguna ley», aunque no se ha encontrado ley alguna. (Freud: «¿Quieren decir,
caballeros, que los cambios en los fenómenos mentales son guiados por el azar?»)
Mientras que a mí lo que me parece importante es el hecho de que en realidad no
haya leyes así.578

577
L. Wittgenstein,“Conversaciones sobre Freud”, 1946, op. cit., pp. 126-127.
578
Ibid., 1942, p. 116.
En este sentido Wittgenstein se aleja del 'cientifismo' inocente del que Freud

se hizo valedor. Las supuestas explicaciones de Freud no acaban siendo más que

especulaciones, hipótesis no verificadas. Se trata de una especulación de un tipo

muy especial, la que tendemos a aceptar. Es dicha lógica del asentimiento la que

se encuentra en la teoría y la clínica freudiana.

El analista propone una interpretación pese a la 'resistencia' del analizante, la

cual indicaría una mera defensa que posee el paciente a dicha intervención. El

contexto de justificación estaría más relacionado con la persuasión, con la

sugestión, que con la elaboración de una teoría desapegada del sujeto, objetiva. El

problema de la cura se plantea como un aspecto singular que sólo puede ser

asumido por el paciente y sobre el cual cualquier tipo de teoría general sería inútil,

pues no implicaría al sujeto en su discurso. Estas explicaciones poseen la forma

del mito, de la tragedia, de lo conocido. El psicoanálisis “posee la atracción de las

explicaciones mitológicas que dicen que todo es una repetición de algo que ha

sucedido antes.”579 No obstante, en descargo del psicoanálisis, hay que resaltar la

existencia de una ambivalencia fundamental entre aquello con lo que la gente está

dispuesta a asentir y aquello que les resulta admisible. Incluso los sujetos

sometidos a hipnosis no están dispuestos a aceptar cualquier orden que les sea

sugerida. El nivel de teorización del propio psicoanálisis como teoría simbólica se

encuentra en la raíz de su capacidad de generalización y aplicación. De ahí la

importancia de relacionar dicha teoría con una de contenido empírico.

Si bien Wittgenstein señala la necesidad de aceptación del psicoanálisis, de

acatamiento, como si de una creencia se tratase antes que de un juicio racional. No


579
Ibid., 1942, pp. 117-118.
muy diversa era la propia actitud de Wittgenstein, que hacía de sus opiniones y

comentarios una especie de credo, proveniente de una inspiración pseudo-mística.

Su alta consideración por los aspectos estéticos de una teoría influyeron en su

escasa producción, y sus estrictos estándares de creación le llevaron a ver la

filosofía como una 'composición poética'.580 Comentando la elaboración de la

Investigaciones Filosóficas, su biógrafo, Ray Monk, se refiere al paralelismo de su

obra con la de Freud:

Que tales explicaciones significasen algo para la gente que no hubiese


experimentado dichas 'sacudidas' es dudoso. Pero entonces el método no se había
desarrollado para dicha gente, al igual que el análisis freudiano no se había
desarrollado para los indiferentes acerca de la psicología. Las Investigaciones
Filosóficas, más quizás que ningún otro clásico filosófico, hace demandas no sólo a
la inteligencia del lector, sino a su compromiso.581

La transferencia supondría el núcleo clínico de dicho asentimiento.582 Por un

lado, por suponer el cumplimiento con las reglas analíticas y, por otro, por someter

a juicio a la propia razón, a expensas de otras instancias actuantes en el individuo.

Wittgenstein cree que, pese a las virtudes del discurso racional, hay algo en las

mitologías que va más allá de las palabras, que alcanza a vislumbrar ese finis

terrae donde reina el silencio. Esa es la refutación que más profundamente

alcanza a Freud: el psicoanálisis puede valer, pero no como ciencia.

La relación analítica proponía un desnivel esencial, una disparidad, que

situaba al analista en su puesto de escucha e interpretación, sometiendo al

580
R. Monk, op. cit., p. 291.
581
Ibid., p. 366. “Las explicaciones de Freud, entonces, son semejantes a las elucidaciones ofrecidas por
Wittgenstein en su propia obra. Estas aportan no una teoría causal, mecánica, sino: ...algo que la gente está
inclinada a aceptar y que les hace más fácil ir de ciertas maneras: hace natural ciertas formas de comportarse y
pensar. Han abandonado una forma de pensar y adoptado otra,” p. 438.
582
P.-L. Assoun, op. cit, I.
analizante a un tipo de autoridad.583 La clínica se traducía en la recuperación de

una übersichtliche Darstellung, la tarea propia del análisis del lenguaje.584 Al

mostrarse un diseño completo, un croquis con todos los elementos, la explicación

se vuelve innecesaria por hacerse clara y evidente la conexión entre los elementos,

sus mutuas implicaciones y causalidades. Mediante la transferencia se le otorga al

analizante una visibilidad, una synopsis que antes faltaba. "Durante una

demostración se altera nuestra visión, (Anschauung) y que ello dependa de la

experiencia no conlleva ningún esfuerzo. Nuestras visiones (Anschauungen) se ven

modificadas.”585

Me gustaría que dijeses '¡Sí es cierto, así se podría pensar, así pudo ocurrir!' Pero
quiero llamar tu atención de si estás en condiciones de representártelo. Quería
poner esta imagen ante tus ojos y tu reconocimiento de esta imagen se basa en
observar un caso dado de modo diverso, esto es, compararlo con esta serie de
imágenes. He alterado tu visión (Anschauung). (He leído en alguna parte que
ciertos matemáticos indios para la demostración de una proposición se sirven de
una figura geométrica con las palabras 'Observa ésto'. También esta mirada
produce una alteración del modo de ver.)586

Este es el modo crucial en que el psicoanálisis demuestra su utilidad. “Si Freud

no ha descubierto fenómenos o incluso conexiones novedosas -de suerte que se

podría poner a su favor una objetividad inédita- es cierto que ha hecho ver

radicalmente de otra manera. Mejor aún: ha modificado la mirada, ha cambiado la

583
“Todo ocurre entonces, como si el paciente estuviera en posición de “comprender” dos veces -por los recursos
de su propio “entendimiento” y por aquellos de la transferencia. Pero ello equivale a decir que es en el a
posteriori a la transferencia que su entendimiento se pondrá al servicio de la dinámica inconsciente. Lo que
demuestra hasta qué punto sólo con su entendimiento -no fecundado por la transferencia- el paciente bien puede
“entender” (intelectualmente) sin “comprender” nada con respecto a lo esencial de su propio reprimido: le es
necesario el choque de la transferencia,” P.-L. Assoun, op. cit., p. 57.
584
L. Wittgenstein, Philosophical Investigations, op. cit., p. 122. L. Wittgenstein, Philosophical Occasions
1912-1951, Indianápolis, 1993, p. 133.
585
L.Wittgenstein, Bemerkungen über die Grundlagen der Mathematik, Oxford, 1967, IV(30).
586
L.Wittgenstein, Zettel, México, 1979, Par. 461. Cf. L. Wittgenstein, Philosophical Investigations, op. cit., I
Par. 144.
estructura de nuestra mirada.”587 El cambio terapéutico se da como cambio de

'formas de ver', de formas de ver relacionadas con los juegos lingüísticos en que

estamos insertos, como forma de categorizar y entender mediante dichas clases.

Si bien su Tractatus influiría en la formulación del positivismo, Wittgenstein se

distanció de sus supuestos y mostró cierto desdén por la 'ciencia'. La ciencia se

había convertido en una nueva mitología, un nuevo objeto de adoración que

reemplazaba a la religión. En sintonía con Spengler veía una cultura occidental en

franca decadencia y debilitada, habiendo renunciado al poder revitalizador de la

religión frente a la cruda teoría.588 Al igual que el arte, el psicoanálisis posee una

práctica que se produce mediante el lenguaje, pero que mobiliza otros niveles. Al

igual que con respecto al arte, el lenguaje, en su referencia a la práctica, no puede

sino resultar insuficiente.

Pero es dicho lenguaje el que nos da una posición, una identificación, una

Lebensform: nos hace sujetos, nos une inquebrantablemente con el mundo al que

damos nacimiento nombrándolo, éste es el descubrimiento esencial de Freud y así

lo destaca Lacan.589 “Nuestro lenguaje puede ser visto como una ciudad antigua: un

laberinto de pequeñas calles y plazas, de viejas y nuevas casas, y con casas con

adiciones de diversos períodos y todo ésto rodeado de una multitud de nuevos

barrios con calles rectas y regulares y casas uniformes... E imaginar un lenguaje

significa imaginar una forma de vida.”590 El modelo de estas calles, de estas aristas

y vericuetos, conforma una acepción del inconsciente, pero dicha acepción requiere
587
P.-L Assoun, op. cit., p. 165.
588
“En el caso de Wittgenstein la consecuencia – el 'criterio externo'- que esperaba honestamente era una cultura
que tratase la música, poesía, arte y religión con el mismo respeto y seriedad con el que nuestra sociedad actual
trata la ciencia,” R. Monk, op. cit., p. 516.
589
“Aquí está, sin duda, la parte más original de la obra de Lacan: su descubrimiento. Lacan ha demostrado que
este paso de la existencia (en el límite puramente) biológica, a la existencia humana (niño humano), se opera bajo
la Ley del Orden, que yo llamaré Ley de la Cultura, y que esta Ley del Orden se confundía en su esencia formal
con el orden del lenguaje,” L. Althusser, Posiciones, Barcelona, 1977, p. 26.
590
L. Wittgenstein, Philosophical Investigations, op. cit., 19.
de un correlato biológico, de contenido empírico que supla una teorización

simbólica que, como tal, sólo puede representar una forma de vida más entre otras

sin una referencia definida.

Para el psicoanálisis el lenguaje no es sólo el medio a través del cual pasamos

nuestras enseñanzas, nuestras historias, es donde nos constituimos como sujeto,

como ser que habla (parlêtre), y es mediante esta operación como se produce la

posibilidad del cambio. La referencia absoluta al mundo del lenguaje es trocada, en

especial por Lacan, en una suerte de estructura interna del lenguaje que nunca

llega a rozar a las cosas, un lenguaje que responde a los juegos del lenguaje

wittgenstenianos singularizados. Una determinada constitución ante la realidad está

basada en una estructura lingüística, en cuya base se sostiene nuestra

comprensión. Es ese mostrar, al que se refiere Wittgenstein en contraposición con

el pensar, lo que se produce en la transferencia. De acuerdo con el Tractatus, el

“pensamiento es la proposición con sentido” (4) y “la proposición no puede

representar a la forma lógica; ésta se refleja en aquélla. Lo que en el lenguaje se

refleja, el lenguaje no puede reflejarlo. Lo que en el lenguaje se expresa, nosotros

no podemos expresarlo por el lenguaje.” (4.12 ) La forma lógica escapa cualquier

taxonomía, ésta sólo puede ofrecerse desde el propio lenguaje al que intenta

desenmascarar. Realmente la función de la transferencia es necesariamente un

mostrar, al igual que todo lo que digamos acerca del lenguaje, todo decir

metalingüístico, carecerá de sentido. Frente a dicho mostrar habremos de buscar

otro nivel de análisis que puedan decir pero, al cambiar de nivel de análisis, nos

tendremos que contentar con un bosquejo de explicación que no se adecúe ya a

nuestro nivel convencional de entender las cosas, que no posea la relación


inmediata con nuestro entendimiento que poseen las explicaciones mitológicas, en

especial de aquellos mitos que constituyen nuestra comprensión arraigada en

nuestra referencia al mundo y a nosotros mismos.

Si bien Wittgenstein veía el psicoanálisis como una mitología, como una teoría

capaz de movilizar la fuerza principal de todos los mitos, la persuasión, ésta no

poseía ningún apoyo científico. Freud había creado una nueva mitología.591 Ha

respondido a la mitiología subjetiva con una mitología con aspiraciones objetivas.

Su utilización de términos teóricos se encuentra empañada por esta recaída en el

mito. “El sofisma comenzaría a partir de la tentación a la que Freud, según

Wittgenstein, resiste mal de cortocircuitar la extensión semántica con la

reivindicación teórica. A partir de ese entonces, debemos entenderlo, el término

extrapolado por el uso (Wunsch) se vuelve portador, ipso facto, e indebidamente,

de una ratio explicativa propia.”592 Esta esencialización de un término como 'deseo',

su puesta en referencia teórica con un objeto real, no puede ser sino criticada por

el Wittgenstein de las Investigaciones Filosóficas. Este referencialismo es a su vez

productor de todo un halo de misterio alrededor del concepto, como ocurría, por

ejemplo, con la categoría aristotélica de 'accidente', que cobra valor dentro de su

teoría de la naturaleza (valor intrateórico), pero que no mostraría relación alguna

con el mundo alguno (Sachverhalt). Ésta debería ser nuestra ambición al tratar de

elucidar conceptos piscoanalíticos como la transferencia, remitirlos a otras teorías

con referentes extrateóricos, dotarlos de contenido empírico.

591
L. Wittgenstein, “Conversaciones sobre Freud”, 1946. “Es probable que el análisis cause daño. Porque,
aunque se puedan descubrir en su transcurso diversas cosas sobre uno mismo, hay que mantener una actitud
crítica muy fuerte, aguda y persistente para reconocer y ver más allá de la mitología que se nos ofrece e impone.
Hay algo que nos induce a decir: “Sí, por supuesto, eso tiene que ser así”. Una mitología poderosa,” p. 128.
592
P.-L. Assoun, op. cit., p.182.
Se ha señalado cómo la etapa en que madura el 'segundo Wittgenstein'

coincide con la lectura del mismo de la obra de Freud.593 Esta alternancia o

modulación también incluye el pasaje de la propedéutica propia del Tractatus a una

terapia o cura del propio lenguaje, su destitución de una tradición perniciosa en la

que se encuadra el pensamiento occidental. Sus últimos años, en los que trabaja

sobre la filosofía de la psicología, posponiendo su estudio sobre filosofía de la

matemática, quizás estuviesen influidos por la lectura del propio Freud. Así, el

objetivo de una prueba en matemáticas es sacar a la luz las relaciones que no

resultan evidentes:

En este sentido, curioso como pueda sonar, las pruebas en matemáticas puras son
análogas la las explicaciones ofrecidas en el psicoanálisis freudiano. Y quizás la
clave para el cambio de Wittgenstein en sus intereses, de las matemáticas a la
psicología, resida en descubrir los 'patrones' de Freud más interesantes que las
'ilustraciones' de los matemáticos.594

Esta segunda fase también conlleva una noción de filosofía como autoterapia,

de forma similar al autoanálisis emprendido por Freud mediante el estudio de los

sueños. La tarea filosófica de Wittgenstein se vincula con un autoconocimiento, la

filosofía es entendida como estilo de vida, de la vida buena. “Mientras menos se

conoce y comprende uno mismo, menos grande se es, no importa cuán grande el

talento sea. Por ello ni Freud, ni Spengler, ni Einstein, ni Kraus son grandes.”595

Su ideal de ciencia psicológica desertaba de la psicología experimental y se

adentraba en el campo de la intución individual. Así se refiere al padre Zossima en

Los Hermanos Karamazov que era capaz, con un simple vistazo, de ver las

593
Ibid.
594
R. Monk, op. cit., p. 442.
595
Nachlass, Item 130, pp. 240-241.
preocupaciones que tenían en vilo a un individuo. Sólo su experiencia personal

validaba su conocimiento. “Dicha gente, sugiere Wittgenstein, tiene más que

enseñarnos a la hora de entendernos a nosotros mismos y a otra gente que los

métodos experimentales de la moderna 'ciencia' psicológica. Ello no es debido a

que la ciencia estuviese subdesarrollada, sino a que los métodos que emplea son

inapropiados para su tarea.”596 Esta es la posición de Freud que, desde su

experiencia, preveía elaborar un método objetivo, abstracto.

Janik y Toulmin subrayan, frente a las tendencias logicistas, la visión ética a la

que intentaba dar respuesta Wittgenstein en su Tractatus.597 La propia terapia era

vista por Ludwig como una respuesta a dichos interrogantes éticos.598 La terapia

lógica se convertía en 'tratamiento moral', pese a que su Tractatus señalaba la

transcendencia de la ética y la imposibilidad de referirse a ésta lingüísticamente:

Toda proposición ética carecería de significado. Por ello, para referirse a dicho

contenido, Freud no tuvo más opción que echar mano de mitos como formato de

explicación, como teoría. Haciendo del mito método, aunándolos en su teoría.

596
R. Monk, op. cit., p. 549.
597
A. Janik y S. Toulmin, La Viena de Wittgenstein, Madrid, 1987. Los autores se desmarcan de la recepción
anglosajona del pensamiento de Wittgenstein e intentan situarlo como respuesta a los interrogantes presentes en
su contexto vienés a través de figuras como Loos, Mauthner y Kraus. Así la interpretación de Wittgenstein, en
especial del período del Tractatus, antes que basarse en las influencias ejercidas por la obra de Russell y Frege,
hace uso de los instrumentos técnicos desarrollados por estos autores para dar una respuesta al tema que articula
su pensamiento: la ética. “El punto de vista de su libro -según él mismo insistiese debidamente- es un punto de
vista ético; son sólo sus técnicas formales lo que procede de la lógica proposicional. Y una vez que se reconoce
esto se hace asimismo claro por qué el Tractatus, además de ser un documento característicamente vienés, fue
también un libro clave para los contemporáneos de Wittgenstein,” op. cit., p. 213. Su demostración acaba
desterrándola del reino del lenguaje; acerca de la ética no se puede decir nada, sólo se puede mostrar.
598
“Psicoanalizarse es de una manera u otra análogo a comer del árbol del conocimiento. El conocimiento que se
obtiene de este modo supone problemas éticos (nuevos) pero no conlleva ninguna contribución a su solución,” en
L. Wittgenstein, Culture and Value cit. en J. Bouveresse, Philosophie, Mythologie et Pseudo-science.
Wittgenstein Lecteur de Freud, París, 1997, p. 16.
3.2. Mitodología. Psicoanálisis y teorías

Las críticas epistemológicas más conocidas dirigidas al psicoanálisis vendrán

de otro vienés ilustre, Karl R. Popper. A diferencia de Wittgenstein los intereses de

Popper son más concretos: la demarcación de teorías científicas.599 Su obra está

orientada a refutar ciertas teorías con las que no compartía ni sus supuestos

teóricos ni sus consecuencias materiales, el marxismo y el psicoanálisis. Para ello

Popper habrá de utilizar como criterio de demarcación entre teorías científicas su

postulado de falsabilidad. Conocida es su aplicación del modus tollens y la

necesidad, por parte de las teorías científicas, de poder ser objeto de refutación

para obtener tal rango epistemológico.

Siguiendo criterios falsacionistas Popper señala cómo la teoría psicoanalítica,

su metapsicología, no podía ser objeto de falsación. Cualquier hecho puede ser

interpretado como una confirmación de la teoría. Adepta al sesgo de confirmación

sólo se producen instancias confirmatorias, tal como ocurre con el método

dialéctico hegeliano-marxista: “no había comportamiento humano concebible que la

contradijese.”600 Todo es explicable mediante el método dialéctico o el analítico.

Este tipo de teoría omnisciente puede dar razón a posteriori de cualquier

599
Quizás esto obedezca a la razón que da Feyerabend, “...Wittgenstein es un filósofo, mientras que Popper es un
ambicioso maestro de escuela...” P.K. Feyerabend, Adiós a la razón, Barcelona, 1995, p. 90.
600
K.R. Popper, Conjectures and Refutations, Nueva York, 1962, p. 37. Bunge diferencia entre pseudociencia
(psicoanálisis) e ideología (marxismo) y prevé, apuntalando el mito de la racionalidad tecno-científica, el
dominio de la ciencia como actividad liberatoria, deshecha de todo sus incómodos compañeros de viaje, cuando
consiga su deseado fin, y ciencia y conocimiento sean una unidad metafísica trascendental sin metafísica, M.
Bunge, Pseudociencia e ideología, Madrid, 1985. Según Cioffi la pseudociencia vendría dada por la relación
asimétrica que establece entre sus hipótesis y las expectativas creadas. El carácter de pseudociencia es explicable
sólo mediante comparaciones, como el descubrimiento, por parte de Dante, de cierta alusión trinitaria, acerca de
la fecha de nacimiento de Beatriz, o el significado de los 153 peces obtenidos por Pedro. Según Cioffi, Popper
estaba en lo cierto al admitir el caracter pseudocientífico del psicoanálisis, pero éste no se debe a su
infalsabilidad, sino a las afirmaciones de Freud de haber 'confirmado', no sólo instanciado, ciertas hipótesis. La
falsabilidad sería un criterio de demarcación entre teorías científicas y no científicas, mientras que las
condiciones de confirmación sería el elemento clave en las aserciones pseudocientíficas y no pseudocientíficas.
“Su queja (la de Popper) no es que evaden la falsificación (las hipótesis pseudocientíficas) sino que identifican
arbitrariamente contra-instancias con instancias positivas,” F. Cioffi, Freud and the question of pseudoscience,
Chicago, 1998, p. 214 No obstante el ejemplo que retoma es el de Adler y no del propio Freud.
fenómeno, no exhibe la estabilidad y contrastabilidad de otro tipo de teorías, por

tanto no es científica.

Por otro lado, se sitúan los problemas en la recopilación de datos clínicos y el

método inductivo. Una perspectiva racionalista como la de Popper no admite la

acumulación de casos como medio para probar causalidad subyacente alguna,

poniendo de relieve la denominada falacia inductiva. La línea de división entre

inductivismo y deductivismo es tajante, situando al primero ante la imposibilidad de

generar leyes básicas.

La verificación y contrastación en las ciencias empíricas supone la repetición

de determinado resultado en idénticas circunstancias dadas, ceteris paribus. En

psicoanálisis sólo se puede trabajar con sujetos y singularidades que no encajan

bajo dicho concepto, y que poseen una compleja adecuación a marcos explicativos

determinados. No sólo en la esfera metapsicológica y clínica surgen rerpoches,

sino en la elaboración de aquella en función de ésta y en la aplicación de la teoría a

la práctica.601

El psicoanálisis es especialmente fácil presa de cualquier análisis objetivo por

la propia postulación del inconsciente. Dicha instancia siempre permite que

cualquier actitud del paciente pueda ser contrastada contra un fondo en principio

inescrutable. Popper señala la existencia del 'efecto Edipo' según el cual la teoría

601
“La naturaleza no estructurada de la observación psicoanalítica es su mayor fuerza en el contexto de
descubrimiento científico (generación de hipótesis), pero su mayor debilidad está en el contexto de justificación
(comprobación de hipótesis),” D. Westen y G.O. Gabbard, “Developments in Cognitive Neuroscience: I Conflict,
Compromise and Connectionism”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 50(1), 2002, p. 57. “La
comprobación de hipótesis requiere el control de variables con un impacto potencial sobre las respuestas de los
sujetos, y la exploración clínica del sentido requiere bajo control. Por otro lado el laboratorio es un sitio
excelente para comprobar hipótesis, pero uno pobre para generar hipótesis sobre los tipos de procesos mentales
complejos involucrados con personalidad, psicopatología y tratamiento –procesos que a menudo no son
aparentes en contactos breves entre sujetos e investigadores utilizando estímulos que han sido explícitamente
seleccionados por su semejanza en significado sobre los sujetos. La necesidad en la equivalencia del significado
de estímulos en diversos sujetos (…) supone que dichas aproximaciones tendrán dificultad en dar cuenta de las
conexiones asociativas idiosincrásicas que constituyen el objeto principal de la investigación psicoanalítica,”
ibid.
influiría en el propio evento que describe, dando lugar a una modalidad del sesgo

de confirmación. Todo puede ser, finalmente, resistencia al análisis que acaba

asimilando toda posibilidad de crítica, procurando un asentimiento cuasi sacro,

como señalaba Wittgenstein. Si bien se proponen leyes o reglas generales

(interpretación de los sueños, desarrollo de la líbido, modelo estructural...), éstas no

son puestas a prueba de forma concluyente.

Otra debilidad metodológica vendría dada por la imposibilidad de obtener

datos brutos del propio contexto clínico. Éstos sólo se extienden a protocolos de

sesiones, en los que se amalgama la teoría con la narración del analizante. Una

simple reproducción verbatim no puede servir para explicar nada sin una teoría que

le otorgue sentido, la remita a un marco explicativo. Por otro lado, esto hace que el

lenguaje observacional siempre esté contaminado por la teoría, impidiendo la

publicidad de simples observaciones registradas.602

La metateoría de Freud estaría envuelta en un halo de consistencia de tipo

más bien literario, al afirmar la singularidad como predicamento, la singularidad de

la constitución de cada sujeto. En este sentido, se trataría de una metodología más

cercana a la historia que a la ciencia natural. La validez de su teoría residía, según

Freud, en su éxito clínico, de ahí la importancia del análisis de la transferencia,

como concepto fundamental clínico y a la vez teórico. Su cercanía a los fenómenos

sugestivos que se sitúan, como hemos visto, en su raíz histórica, y los problemas

de la intersubjetividad, en la base de la imposible objetividad de los hechos clínicos

que tanto preocupó a un Freud con afanes positivistas, también contribuyen a su

602
K.M. Colby y J.R. Stroller, Cognitive Science and Psychoanalysis, Hillsdale, 1988. “¿Es posible presentar un
protocolo preciso de un tratamiento analítico? Por supuesto que no. El análisis es un proceso,” p. 83. Los autores
rechazan el caracter pretendidamente científico del psicoanálisis principalmente bajo la falta de hechos brutos.
debilidad como teoría. Estas críticas dirigidas a la clínica, nuestro objeto de

análisis, han sido especialmente resaltadas por Adolf Grünbaum.

De acuerdo con la lectura que hace Grünbaum de Popper, éste había creído

idear un sistema más estricto que el principio inductivo con su modelo racional

falsacionista.603 Grünbaum muestra la posible falsación de ciertas hipótesis

psicoanalíticas, tal como las formula Freud.604 Las críticas de Popper no se

justifican de modo absoluto, pues el propio Freud utilizó el modus tollens para

falsar ciertas hipótesis como la que sostiene que la condición necesaria en los

casos de delirio sería un deseo homosexual reprimido, “...Freud se había referido

cuidadosamente, aunque sin éxito, a todos los argumentos de Popper contra la

validación clínica antes de que Popper apareciese en la escena filosófica.”605 Pese

a ello, el modelo que utiliza Grünbaum para mostrar los fallos del psicoanálisis es

603
“En las obras primeras de Popper (...) encontramos al psicoanálisis jugando un papel no tanto como el
objetivo principal de su cargo de no-falsabilidad, sino más bien como pieza central en su crítica del inductivismo
como método de valdación de teorías científicas o como criterio de demarcación entre ciencia y no-ciencia.” A.
Grünbaum, “Précis of The Foundations of Psychoanalysis: A Philosophical Critique”, P. Clark y C. Wright,
Mind, Psychoanalysis and Science, Nueva York, 1998, p. 11.
604
A. Grünbaum, The Foundations of Psychoanalysis: A Philosophical Critique, Berkeley, 1984, pp. 108 ss. “Es
una tesis central de este ensayo que el método clínico psicoanalítico y las inferencias causales (etiológicas)
basadas en él son fundamentalmente defectuosas epistémicamente, pero por otras razones que la no falsabilidad,”
ibid., p. 124. Cf. A. Grünbaum, Validation in the Clinical Theory of Psychoanalysis. A Study in the Philosophy
of Psychoanalysis, Psychological Issues, 61, Madison, 1993. Según Cioffi, los cambios en la teoría psicoanalítica
se produjeron pese a la inexistencia de sustrato empírico, en ausencia de evidencia, sosteniendo la existencia de
instanciaciones espúreas. En cuanto al abandono de la teoría de la seducción, vista por Grünbaum como ejemplo
de la utilización de criterios falsacionistas, del rechazo de ciertas hipótesis en favor de otras, se trata, según
Cioffi, de un simple cambio de hipótesis sin base evidencial. En última instancia “es la credibilidad de los
psicoanalistas y no la cogencia de sus argumentos la fuente última de la división entre aquellos que aceptan o no
las aserciones distintivas de la teoría freudiana,” F. Cioffi, op. cit., p. 34. Las razones que ofrece Cioffi se
refieren al pedigree cultural del psicoanálisis debido a la posibilidad que ofrecía a intelectuales de sacar a la luz
sus intimidades sexuales, en especial sus tendencias homosexuales. “Tal como conviene a un héroe cultural de
teflón, sólo raramente se permite que Freud esté claramente equivocado sobre algo; todo aquello que resulta ser
empíricamente falso es pronunciado como poéticamente cierto. Lo que fracasa como hecho triunfa como
parábola,” ibid. p. 284. Es precisamente dicha estrategia la que queremos evitar intentando clarificar tanto el
contenido preciso del concepto freudiano de transferencia como su elucidación mediante teorías contrastables.
605
Ibid., p. 285. La lectura de Grünbaum de Popper supone un concepto formal de falsabilidad, para Cioffi
falsabilidad vendría dada de hecho por haber sido intentada en varias ocasiones, diferenciando entre falsación y
no-instanciación. La intestatabilidad no supone necesariamente el carácter pseudocientífico ni la testabilidad lo
contrario, “...mi cargo de evasión de falsificación pese a ser cogente no posee -y no se puede esperar que tenga-
una cohercibilidad estrictamente lógica. Dichos juicios son un asunto de percepción gestalt e ilustran la ironía de
cómo la crítica del psicoanálisis posee el mismo carácter epistémico como el que se sostiene frecuentemente del
propio psicoanálisis,” F. Cioffi, op. cit., p. 14.
especialmente el de los Studien über Hysterie (1893-5) que sólo suponen una fase

muy primitiva del desarrollo de las ideas de Freud.

El argumento por adecuación, o tally argument, es la piedra de toque para

probar la falsabilidad actual del psicoanálisis. Grünbaum se refiere a la afirmación

de Freud de que los síntomas de los pacientes se podrían resolver mediante una

predicción por parte del analista de los conflictos internos del paciente. Esta

argumentación podía reducirse a los siguientes proposiciones:

(1) Sólo la interpretación y el tratamiento analítico puede mostrar las causas

inconscientes del paciente (insight).

(2) Sólo la comprensión por parte del paciente de las causas inconscientes

actuantes en él (insight) produce la cura.

Estas dos proposiciones generales son posible objeto de falsación del

siguiente modo:

(1') Si no hay interpretación psicoanalítica entonces no hay insight.

(2') Si no hay insight, no hay cura.

De lo que se deduce por reductio ad absurdum:

Si (no no) hay cura, entonces (no no) hay interpretación psicoanalítica.

A esta posición la denomina Grünbaum la Tesis de la Condición Necesaria

(NCT), de acuerdo con ésta, el psicoanálisis es la modalidad única de cura

duradera. Es decir, si existiesen otras terapias diferentes al psicoanálisis que

producen la cura, ésta teoría sería falsada. Las posibles soluciones a este

demoledor argumento son el epifenomenalismo, en el sentido de que otras terapias

operarían con los principios básicos del psicoanálisis sin saberlo (à la Mesmer) o,

como se ha defendido desde el psicoanálisis, que éste involucra una auténtica


restructuración del sujeto, mientras otras terapias actúan de una forma más

localizada sobre los síntomas. A falta del sostén teórico procurado por el monopolio

y efectividad de la clínica, la validez epistemológica quedaba en suspenso.

...bajo la caída del argumento de adecuación, la supuesta superación de las


inducciones clínicas posee la presunción de ser espúrea, y esta fuerte presunción
deriva del hecho de que la independencia de los pedazos de evidencia
concurrentes inferencialmente es gravemente puesta en cuestión por un
contaminante común: la influencia del analista.606

No obstante esta visión tan determinista resaltada por Grünabum no es una

constante en el pensamiento de Freud. En ocasiones éste se mostraba incluso

escéptico y precavido, abierto a otros tratamientos y con dudas epistemológicas

acerca de la validación de su propia teoría:

Saben, a lo mejor, que nunca fui un entusiasta de la terapia; no representa ningún


peligro que abuse de este discurso con fines de loa. Prefiero decir poco que
mucho. En el tiempo en que era el único analista, solía oir de personas que
poseían simpatía por mis asuntos: Todo esto es bastante bello y entretenido, pero
muéstreme un caso que haya curado mediante el análisis. Esa era una de las
múltiples razones que les había llevado, con el paso del tiempo, a dejar de lado la
incómoda novedad. También se encuentra envejecido, como otros, el conjunto de
cartas de agradecimiento de pacientes curados también tienen lugar en la carpeta
del analista. Por ello la analogía no se sostiene. El psicoanálisis es realmente una
terapia como otras. Tiene sus triunfos así como sus derrotas, dificultades,
limitaciones, indicaciones. En un determinado tiempo uno de los ataques al
psicoanálisis rezaba que no podía tomarse en serio como terapia, pues no era
capaz de hacer pública una estadística de sus éxitos. Desde entonces el Instituto
psicoanalítico en Berlín, fundado por el Dr. Max Eitington, ha publicado un informe
de su primera década. Los éxitos terapéuticos no justifican la jactancia, pero
tampoco dan lugar a la vergüenza. Sin embargo, tales estadísticas son poco
esclarecedoras, el material procesado es tan heterogéneo que sólo números muy
grandes significarían algo. Se debería indagar en las propias experiencias
personales. Querría decir que no creo que nuestros éxitos terapéuticos puedan
competir con los de Lourdes. Son muchos más los seres humanos que creen en
606
Ibid., p. 278. Otros autores como S. Gardner, Irrationality and the Philosophy of Psychoanalysis, Cambridge,
1993, señala, “...si Grünbaum tuviese razón y el poder de sugestion del psicoanalista invalidase directamente los
datos clínicos, nunca sería posible que una persona afirmase justificablemente haber ayudado a otra a obtener una
mejor visión de su motivación, una implicación inaceptable,” p. 241.
los milagros de la Virgen antes que en la existencia del inconsciente. Atendiendo a
la competencia terrenal, tenemos que cotejar la terapia psicoanalítica con otros
métodos de psicoterapia. Hoy apenas hace falta mencionar tratamientos físicos,
orgánicos, de estados neuróticos. Como procedimiento psicoterapéutico, el análisis
no está en oposición con los otros métodos de esta disciplina médica; no los
desvaloriza, no los excluye.607

Grünbaum critica igualmente las aspiraciones hermenéuticas de ciertas

corrientes dentro del psicoanálisis, tanto en base a sus conexiones causales, como

a su coherencia narrativa, afirmando que dicha coherencia no se sostiene en un

sistema de creencias falso que nada tenga que ver con la realidad. Así, el relato de

un esquizofrénico curado por un curandero mediante ritos vudúes podría conseguir

coherencia mediante una teoría de la posesión, tendría coherencia pero le faltaría

cualquier apoyo empírico con respecto a las teorías científicas aceptadas.

Precisamente éste es el valor de nuestra elucidación, mostrar cómo el psicoanálisis

es traducible en términos empíricos y, si es asible, si entra dentro del marco

explicativo de otras teorías científicas e incluso avanza alguna de sus intuiciones,

es decir, posee valor heurístico.

Según Strenger, el psicoanálisis como marco hermenéutico ha de mostrar no

sólo la coherencia interna que menciona Grünbaum, sino también externa, en el

sentido de coherencia con las serie de teorías generalmente aceptadas dentro de

una cultura. De acuerdo con la visión hermenéutica, la teoría, aparte de una

coherencia de la narración, ha de poseer una coherencia externa608 como condición

impuesta por la existencia de ciertas creencias aceptadas en una sociedad. Si bien

la coherencia interna conlleva un acuerdo a nivel teórico de los conceptos

607
S. Freud, Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse und Neue Folge, “34. Aufklärungen,
Anwendungen, Orientierungen”, Sta., I, pp. 580-581.
608
C. Strenger, Between Hermeneutics and Science. An Essay on the Epistemlogy of Psychoanalysis,
Madison, 1991.
psicoanalíticos con las teorías aceptables, su validez como creación teórica, la

coherencia externa demarca su capacidad como práctica de formar parte de los

contextos explicativos que posee el sujeto para representarse su medio y su

inserción en él, su validez en cuanto representación individual. Así, el psicoanálisis

ha de lidiar con ambas expectativas de coherencia. Con la interna, para obtener los

visos de respeto y cientificidad de cualquier teoría de contenido empírico, y la

externa que permita su efectividad como talking-cure, como modalidad de terapia

que se dirige a un sujeto. La integración de la coherencia interna y externa

mediante narraciones permitiría la integración de afectos y semantemas. De nuevo

su aspecto teórico, metodológico, confluye con su propuesta clínica que reevalúa

las creencias o mitos perennes en cada uno de nosotros.

Partiendo de la coherencia externa nos hemos de apropiar de un texto para

incorporarlo a nuestro horizonte vivencial, de acuerdo con la noción de círculo

hermenéutico. El nuevo significado se produce como función de la creación de un

nuevo horizonte de comprensión y un barrido de los existentes. Resulta, pues,

importante resaltar aquello que le otorga coherencia a una narrativa subjetiva,

posibilitando la reestructuración de la experiencia.

En este sentido, la inteligibilidad de un texto es determinada por nuestra

pertenencia a una comunidad lingüística. La coherencia externa da fe de dicho

proceso. El progreso terapéutico vendría unido al incremento en inteligibilidad, a la

creación de significado y de nuevos horizontes de comprensión frente a los

prejuicios, a las modalidades de entendimiento existentes.

La coherencia externa acentúa el aspecto reconstructivo en el sentido

hermenéutico de formación de significado; la unidad de la biografía es


reinterpretada a modo de narrativa. De hecho, se entiende que la neurosis

comporta precisamente la inflexibilidad y el apego a una determinada historización.

La ausencia de objetividad tiene que ver con la implicación del observador en la

forma de intervención. La observación, de por sí, supone intervención, pues todo

instrumento interfiere en la medición de un sistema cerrado. La terapia deshace

lecturas recurrentes y rígidas hacia otras más flexibles y ricas, y construye nuevo

significado, nuevas formas de experiencia del cuerpo, no sólo a partir de recuerdos,

sino de modos de estar con otro.609

Más allá de las visiones hermenéuticas y de las deficiencias metodológicas

apuntadas por Grünbaum, una nueva perspectiva verificatoria es la que llevamos a

cabo en la segunda parte de este trabajo, la elucidación no mediante instancias

interpretadas dentro de la propia teoría, sino mediante otras teorías validables,

mostrando no sólo la coherencia interna, su consistencia con las teorías exitentes,

sino su posible elucidación en función de éstas, seguimos así la indicación del

propio Grünabum: ”...a falta de una alternativa válida para el abortado argumento

de adecuación (tally argument) con visión y ambición comparable, la futura

validación de la teoría freudiana, si ha de existir, debe venir de resultados

extraclínicos.”610 La teoría psicoanalítica puede ser corroborada mediante la

elucidación y descomposición de ciertos aspectos teóricos en modelos adecuados

a otras teorías. Así, el psicoanálisis como heurística serviría como teoría marco,
609
“La mayor parte de autores analíticos que escriben sobre técnica ven como pieza central del trabajo
psicoanalítico la elucidación del funcionamiento mental presente del paciente, especialmente tal y como se
manifiesta en la situación clínica. El énfasis en el recuerdo como fin en sí ha desaparecido casi completamente,”
ibid., p. 72. D.P. Spence, Narrative Truth and Historical Truth: Meaning and Interpretation in Psychoanalysis,
Nueva York, 1992.
610
A. Grünbaum, op. cit., p. 129. Tras su ataque a la metodología hermenéutica, ésta queda como sería la única
posibilidad según Grünbaum. Otro autor que siguió este camino, el de la validación extraclínica, es B.B.
Rubinstein, Psychoanalysis and the Philosophy of Science, Madison, 1997, alejándose del movimiento
hermenéutico y su primacía por las narrativas hacia una idea racionalista de ciencia basado en el descubrimiento
de una verdad ontológica. Según éste, la falta de autosuficiencia explicativa de la clínica remite a un mecanismo
explicativo por postdicción.
convalidable mediante los resultados extraclínicos de otras teorías, salvando las

críticas epistemológicas y renovando el contenido empírico de los conceptos

elaborados por Freud, conceptos que aún hoy son los únicos que dan cuenta de

una gran variedad de fenómenos.611

Intentamos aquí la integración y validación de estas teorías mediante el

análisis detallado de los mecanismos que el propio Freud observó en el desarrollo

de su teoría de la transferencia y que pasan a formar parte de ésta en forma de

resistencia, falsa conexión o repetición. A su vez, tras mostrar su relación con las

nociones de categorización, memoria y emoción, tal como son tratadas por las

disciplinas cognitiva y neurocientífica, he apuntado a su congruencia con aspectos

presentes en la clínica de Freud. De este modo se salva el escollo señalado por

Popper y Grünbaum, la dificultad de su verificación intra-teórica.

Otras críticas al psicoanálisis que pueden ser obviadas mediante la elucidación

propuesta comprenden desde el problema del homunculismo a las explicaciones

disposicionales. Así se tiende a criticar todo cartesianismo del tipo 'fantasma en la

máquina' en el que la mente aparece como pantalla de contenidos proposicionales

procesados por un homúnculo, como teatro cartesiano controlado por un instancia

sub-sujetiva con las mismas características que un sujeto. Si existiese un

homúnculo, habría que buscar el principio de comprensión de éste en un posterior

homúnculo produciendo una regresión al infinito, según Ryle.612 No obstante, la

formulación del inconsciente ha de entenderse antes que como homúnculo, como

el ello de la segunda tópica freudiana, como activación de respuestas aprendidas

611
“El poder explicativo de la noción de inconsciente es tan grande que no podemos trabajar sin ella,” J. Searle,
The Rediscovery of the Mind, Cambridge, 1992, p. 151.
612
G. Ryle, “The thinking of thoughts: What is 'Le Penseur' doing?”, G. Ryle, Collected papers, Hutchinson,
1971. Cf. D. Dennett, The Intentional Stance, Cambridge, 1987.
que lo fueron en contextos conflictivos y que fueron incorporadas del mismo modo,

o bien como déficit en la internalización de ciertas representaciones con

consecuencias estructurales.

Las teorías intencionales de los estados psicológicos no pueden ser totalmente

reducidas por teorías micro, sub-personales o mecanicistas: representan un

dualismo al menos de propiedades. De este modo se pueden señalar dos modos

de referirnos al inconsciente,613 una perspectiva internalista, basada en las ciencias

cognitivas, se fundamentaría en la existencia de ciertos procesos subpersonales.

Desde una perspectiva externalista nuestra comprensión mitodológica se basaría

en instancias como el inconsciente. Pese a las debilidades de esta última

perspectiva resulta necesaria, pues recurre a la forma de entender el mundo por

parte de los sujetos, una forma aún prosopopéyica, mítica, en la que siempre existe

un autor de un hecho, un agente, donde cierta excitación o acción es reconocida

por el sujeto como ajena. De igual modo opera nuestra gramática, al requerir un

sujeto toda oración con sentido. La clínica ha de actuar sobre el modo en que el

mundo es aprehendido y conceptualizado, no como teoría abstracta, sino con

capacidad de producir una alteración significativa del mundo vivido.614 Frente a una

explicación experta, como la que trato de elaborar, habría que mantener una

613
G. O'Brien y J. Jureidini, “Dispensing with the Dynamic Unconscious”, Philosophy, Psychiatry and
Psychology, 9(2), 2002, pp. 141-153. Las críticas de estos autores parten de un análisis bastante más parcial que
el que creemos llevar a cabo aquí. Simplemente se basan en señalar que el inconsciente cognitivo, tal como surge
de los experimentos en ciencia cognitiva, no posee ninguna similitud con el inconsciente psicodinámico. Nuestra
postura, algo más elaborada, sostiene que el inconsciente psicoanalítico ha de entenderse no sólo como gradación
de procesamiento, y de ahí su posible relación con el inconsciente cognitivo, sino que ha de elucidarse
conjuntamente con una serie de procesos emocionales y motivacionales que le dan su impronta propia. De hecho,
el concepto de transferencia nos sirve de heurísitica para poder poner en relación experimentos dispares que no
muestran ninguna vinculación con una posible praxis psicológica. Como tal la ciencia cognitiva, a nivel
terapéutico, poseería un valor nulo. Si, como los autores pretenden, es preciso seguir experimentos sin ninguna
relevancia práctica en el sentido urgente de la terapia y dejar que inventen ellos, sustrayendo al psicoanálisis de
un marco de investigación y a la ciencia cognitiva de una heurística que ensamble sus datos para incorporarlos en
una práctica, nos parece un flaco favor el que se le hace a ambas disciplinas.
614
“En tanto el psicoanálisis espere entender las acciones humana, será siempre y debe ser, una disciplina
interpretativa,” M. Cavell, The Psychoanalytic Mind. From Freud to Philosophy, Cambridge, 1993, p. 74.
explicación, digamos, clásica. Así como el mundo newtoniano sigue siendo la forma

más refinada de entender el mundo por buena parte de las persona educadas, se

trata de la experiencia común del individuo la que ha de ser modificada, es sobre

este nivel de explicación sobre el que actúa la transferencia.

Por otro lado, las explicaciones disposicionales, al atribuir una característica a

una instancia y luego explicar dicha instancia recurriendo a esa característica,

resultan circulares. Se requieren variables independientes respecto al suceso a

explicar, éstas son las que obtenemos de nuestra elucidación, que desplaza el

sentido intrateórico por una referencia interteórica.

Si bien el psicoanálisis entiende la existencia de un inconsciente dinámico,

podemos identificar efectos similares en cierta respuesta neuronal que produce un

estado emocional con ausencia de representación consciente. Este tipo de

elucidación permite la conversión de las nociones psicoanalíticas en procesos con

base cognitiva y fisiológica. Así, la opinión de Wittgenstein, que veía en la teoría de

Freud un modo de entender, una representación posible de los fenómenos, obtiene

todo su valor. Lo que habría de llevarse a cabo es su incorporación a teorías con

contenido empírico y que representan los acontecimientos mediante el

conocimiento que poseemos sobre procesos cerebrales y mentales. Si el

psicoanálisis cambia modos de cognición, y la cognición ha de poseer cierta base

neural, parece oportuno estudiar las posibles interacciones entre ambas teorías.

Dilthey diferenciaba entre ciencias nomotéticas, que seguían una formulación a

modo de leyes, e idiográficas que describían de forma simbólica acontecimientos

singulares. Freud, tras valorar la imposibilidad de una modalidad de terapia basada

en el conocimiento neurológico existente en su época, como muestra su ensayo de


una psicología para neurólogos de 1895, tuvo que abandonar dicha empresa. Su

renuncia le lleva del lado del Erklären al Verstehen. La inexistencia de suficiente

experiencia acerca del funcionamiento mental impedía la elaboración de una teoría

con base neural empírica. Es por ello que tuvo que optar por una formulación

lingüística que señalaba aspectos cruciales en el entendimiento de los síntomas y

en el modo de actuar sobre ellos. Su modelo dinámico hacía comprensible los

casos de neurosis que encontraba y le confería un método de curación

insospechado.

Así frente a la diferencia entre explicación y comprensión se sitúa la dicotomía

entre razones y causas. Dada X y que X es una buena razón para Y, ésto no

implica que X sea causa de Y. Esta diferenciación producía una demarcación clara

de lo que es ciencia empírica y los estudios humanos, que pueden aducir razones

plausibles pero no causas determinantes. No obstante, Davidson615 asemeja las

razones a las causas, si bien las primeras no se basan en un sustrato nomológico,

es decir, no pueder ser formuladas de forma legaliforme. Davidson presupone que

los propios sucesos mentales lo son también de tipo físico o poseen un correlato de

dicho tipo, con lo cual, asumiendo dicho monismo, resulta que nuestros estados

mentales poseen una causalidad pese a que no podamos determinar una ley

exhaustiva. Al dar razones se unen el qué con el porqué, la descripción con la

justificación. Las razones psicoanalíticas serían idénticas a las causas, pues la

importancia al entender si X es válida como causa de Y no depende tanto de si X

es de orden mental o físico como de su carácter esencial para la producción de Y.

De hecho la oposición causa-razón se encontraría fundada en una división entre

615
D. Davidson, Essays on Actions and Events, Oxford, 1980. Cf. N. Mackay, Motivation and Explanation. An
Essay on Freud's Philosopy of Mind (Psychological Issues 56), Madison, 1989.
mente-cuerpo. El psicoanálisis posee la carga extra de tener que operar con

causas y razones, con los primeros como teoría, con los segundos como psicología

intencional clínica, dirigida a un sujeto. Si bien lo mental viene articulado en función

de un vocabulario de agente, parece absurdo elaborar la metapsicología de los

procesos que subyacen a estas proferencias de acuerdo con éstas. El dilema tal

como lo presenta Moore es el siguiente: “...ninguna teoría puede ser construída 'del

lado mental' y aunque las teorías son perfectamente adecuadas 'del lado físico', no

pueden ser teorías de la mente.”616

A nivel mental no son las causas lo que importa, sino los patrones basados en

causas reales o imaginadas, conceptualizados mediante nuestro lenguaje natural.

La transferencia nos muestra la relación entre el lenguaje como instancia

representacional y un sistema biológico, neuronal, la relación entre estos dos

diversos niveles ¿Cuál es la causa de que un fóbico sienta miedo? ¿Existe una

causa o una razón? ¿Un sustrato neurológico, o una experiencia traumática, o una

relación entre ambas? ¿Le serviría al sujeto que alguien le explicase la causa de su

miedo en términos neurocientíficos? ¿Conseguiría la alteración de su apercepción?

En este sentido, el psicoanálisis funciona como mitodología, como sistema teórico

que, mediante enunciados, es capaz de someter el conocimiento a la comprensión

del analizante. Una teoría del psiquismo que rechace una formulación folk tendría

igualmente que comunicarse con el paciente en un lenguaje comprensible por éste,

se dirigiría a un sujeto y no a un procesador.

Nuestra reconstrucción del concepto de transferencia mediante las teorías

cognitivas no es el único intento de dotar de contenido empirico a la clínica. Otra


616
M. Moore, “Mind, Brain and the Unconscious”, P. Clark y C. Wright (eds.), Mind, Psychoanalysis and
Science, Nueva York, 1988, p. 148. “De todas estas formas, los psicoanalistas han intentado mostrar la teoría
clínica como concebida con el vocabulario de personas y la metapsicología concebida con el vocabulario de
causación mecanicista,” ibid., p. 144.
estrategia viene dada, siguiendo al opinión del propio Freud, por la comprobación

del éxito terapéutico. Como señalamos, esta virtud de la praxis no nos sirve como

explicación experta, no valida la metapsicología, sino que se sostiene en el propio

nivel de la explicación clásica, en el propio lenguaje, para referirse a algo que pasa

a través de él, que se mantiene, de acuerdo con Wittgenstein, fuera de las

posibilidades del decir. A diferencia de estas comprobaciones acerca de los

productos de la teoría, nuestra elucidación se centra más en el propio contenido de

ésta. Numerosos estudios han corroborado la eficacia del tratamiento analítico, y

otros se han mostrado críticos a este respecto.

La clínica ha sido objeto en especial de estudio, como posible campo de

comprobación de la utilidad del psicoanálisis. Diversos proyectos han llevado un

seguimiento de pacientes con el fin de comprobar la existencia de los aludidos

‘cambios estructurales’ frente a los simples ‘cambios comportamentales’

producidos por otras terapias.

Pese al posible valor heurísitico de las hipótesis psicoanalíticas, las críticas al

psicoanálisis se han basado en la ausencia de validación experimental, como en

los trabajos del behaviorista Eysenck.617 Estudios más recientes parecen establecer

la efectividad de dicho tipo de terapia incluso en espacios breves de tiempo.618 Más

617
H.J. Eysenck, “Failure of treatment -- failure of theory?”, Behavioral and Brain Sciences, 9, 1986, p. 236. Los
análisis de Eysenck, no obstante, no dejan de referirse a su behaviorismo tan caro, no parecen ceñirse a una
metodología experimental estricta H.J Eysenck, Decline and fall of the Freudian empire, Nueva York, 1985.
Más curioso aún es su relación con la parapsicología y la astrología. Entre sus escritos figuran H.J. Eysenck y
D.K.B. Nias, Astrology: Science or Superstition?, Londres, 1982, y H.J. Eysenck, “Planets, stars and
personality”, New Behaviour, 29, 1975, pp. 246-249. Del mismo modo como W. James fue un ferviente creyente
en la comunicación con el transmundo, cf. M. Gardner, “Communicating with the dead: William James and Mrs.
Piper (Part 1)”, Free Inquiry, 12 (2) 1992, pp. 20-27. M. Gardner, “Communicating with the dead: William James
and Mrs. Piper (Part 2)”, Free Inquiry, 12 (3), 1992, pp. 38-48.
618
Cf. P. Høglend, K.-P. Bøgwald, S. Amlo, O. Heyerdahl, Ø. Sørbye, A. Marble, M.C. Sjaastad y H. Bentsen,
“Assessment of Change in Dynamic Psychotherapy”, Journal of Psychotherapy Practice and Research, 9, 2000,
pp. 190-9. A. Abbass, “Intensive Short-term Dynamic Psychotherapy in a Private Psychiatric Office: Clinical and
Cost Effectiveness”, American Journal of Psychotherapy, 56(2), 2002, pp. 225-232. M.D. Blagys y M.J.
Hilsenroth, “Distinctive feature of short-term psychodynamic-interpersonal psychotherapy: A review of the
comparative psychotherapy process litterature”, Clinical Psychology: Science and Practice, 7, 2000, pp. 167-188.
del ochenta por ciento de los sujetos de ciertos estudios habían intentado otro tipo

de soluciones que pasaban por terapias farmacológicas, así como terapias breves

cognitivas-conductuales, y finalmente buscaban una solución en el psicoanálisis.619

Existen otras confirmaciones parciales de aspectos concretos de la teoría

freudiana, como la sexualidad.620 Al igual, otras obras proponen un análisis de las

teorías de Freud y llevan a cabo falsaciones de éstas.621 Pese a la diversidad de

técnicas diversas que se agrupan bajo el rótulo de psicodinámicas, Freud dejó claro

que toda terapia que se basase en la transferencia y en la existencia de

resistencias podía ser amparada bajo su método. De ahí la importancia de una

elucidación de la transferencia como marco de todo posible tratamiento

estríctamente psicoanalítico.

Basándose en el postulado de singularidad, no sólo con respecto al sujeto,

sino a la modalidad particular de relación que se produce entre el analista y el

analizante como unidad heurística, Emde propone un psicoanálisis como ciencia no

determinista, en oposición a los tradicionales sueños de anexación del terreno


619
N. Doidge, B. Simon, L.A. Gillies y R. Ruskin, “Characteristics of psychoanalytic patients under a
nationalized health plan: DSM-III-R diagnoses, previous treatment, and childhood trauma”, American Journal of
Psychiatry, 151, 1994, pp. 586-590. Cf. N. Doidge, “Empirical evidence for the efficacy of psychoanalytic
psychotherapies and psychoanalysis: an overview”, Psychoanalytical Inquiry, (Suppl), 1997, pp. 102–150.
620
D.C. McClelland y D.A. Pillon, “Sources of adult motives in patterns of parent behavior in early childhood”,
Journal of Personality and Social Psychology, 44, 1983, pp. 564–574, que presentan cierta confirmación en un
estudio longitudinal de la teoría sexual freudiana al señalar la correlación entre la motivación del adulto y su
entrenamiento en conductas higiénicas y la permisividad por parte de los educadores de conductas sexuales y
agresivas. Otro tipo de confirmaciones indirectas del mecanismo de defensa freudiano, por el que el sujeto
tiende a evitar activamente ciertos deseos que entiende reprehensibles y los proyecta, puede ser colegido de una
serie de experimentos que han mostrado cómo aquéllos individuos que se mostraron más homofóbicos eran
proporcionalmente aquéllos que obtenían un nivel de excitación fisiológica mayor al ver escenas homosexuales.
H.E. Adams, L.E. Wright y B.A. Lohr, “Is homophobia associated with homosexual arousal?”, Journal of
Abnormal Psychology, 105, 1996, pp. 440-445.
621
S. Fisher y R.P. Greenberg, Freud Scientifically Reappraised: Testing the Theory and Therapy, Nueva Jersey,
1995. Concluyen los autores: “La magnitud del esfuerzo de investigación que ha sido mobilizado durante los
años para probar las hipótesis de Freud queda indicado por el amplio volumen de publicaciones localizadas que
describen estudios empíricos sobre varios aspectos de su trabajo. Si uno combina las referencias pertinentes de
nuestro libro anterior (Fisher & Greenberg, 1985) con las de nuestra presente empresa hacen un total de más de
2500. Por supuesto varían en calidad, pero en general se comparan bien con los estudios acumulados relevantes
en cualquier otra área mayor de psicología. Claramente no es cierto que haya habido una ausencia de inversión
en investigación en lo que Freud tenía que decir,” p. 286. Cf. la masiva J. Masling (ed.), Empirical Studies of
Psychoanalytic Theory (10 vols.), Nueva Jersey, 1983 y ss.
psicoanalítico por la psicología 'experimental' y de la ya postergada idea de una

unificación 'positiva' de las ciencias.622

En este sentido, cabe destacar la crítica wittgensteniana del meta-lenguaje. En

su análisis de la filosofía de la matemática argüía cómo un cálculo del estilo de la

aritmética no se basaría en una teoría, en un meta-lenguaje como el álgebra, y de

esta forma aquel no sería reducible al segundo. Ambos son dos cálculos

semejantes y sus relaciones sólo pueden invocar la traducción, la interpretación, de

las expresiones de uno en términos del otro. Frente al positivismo unificador,

Wittgenstein entendía las relaciones entre diversas materias en pie de igualdad y

como simples modelos de traducción o interpretación. Esta traducción o

interpretación es la que entendemos fructífera en el diálogo entre el psicoanálisis y

las ciencias cognitivas. Diálogo, elucidación, antes que reducción.

Precisamente el psicoanálisis se opone a esta absorción, pues ve en la

'ideología científica' un modelo de supresión del sujeto, mientras que su ideal se

dirige en una dirección contraria. Pese a sus divergencias, no obstante, la relación

del psicoanálisis con la ciencia apunta a su raíz ilustrada. En la primera parte de

este trabajo mostrábamos el surgimiento del magnetismo como contrapunto a las

prácticas del exorcismo. En este sentido aparece como modelo de conocimiento

naturalista y objetivable. El psicoanálisis se concibe como un saber que se sustrae

a la conciencia pero que está estructurado como un lenguaje con cierta estructura

racional.623 De hecho, si algo diferencia al psicoanálisis es su búsqueda de

racionalidad, de orden, en la aparente maraña del suceder mental, y que,

622
A.W. Staats, “Unified positivism and unification psychology: Fad or new field?”, American Psychologist, 46,
1991, pp. 899-912. En un sentido diametralmente opuesto a estos intentos véase N.A. Braunstein, M. Pasternac, G.
Benedito y F. Saal, Psicología: Ideología y Ciencia, México, 1975. Se abre así la fractura entre estas dos disciplinas,
entre la pseudociencia y la ideología.
623
J. Lacan, “Radiophonie”, Scilicet, 2-3, 1970, p. 77.
enfrentándose a una racionalidad estrecha, desoye fenómenos afectivos e

intersubjetivos.

Por otro lado, el psicoanálisis permite reconectar la ciencia positiva,

experimental, alejada de marcos vivenciales, con el comportamiento y la

explicación de sucesos a escala 'macro', distanciándose de experimentos como los

de Ebbingahus sobre la memoria, basados en la repetición de series de números.

El psicoanálisis recupera, mediante la clínica, condiciones experimentales lo más

semejantes posible a las situaciones donde efectivamente se despliega la actividad

humana, de validez ecológica.624

Del mismo modo que Mesmer observaba cómo el exorcismo usaba la misma

técnica que el magnetismo sin saberlo, podríamos distinguir lo que funciona en el

psicoanálisis a través de su teoría. Es decir, es posible que una teoría produzca

una práctica efectiva sin ser necesariamente correcta como explicación. La

peculiaridad del psicoanálisis viene dada porque las explicaciones, a modo de

interpretaciones, subyacen al cambio terapéutico y éstas han de recurrir a una

explicación no experta para poder interferir con los contenidos proposicionales y las

creencias del sujeto.

La desvinculación que observaba Freud entre palabras e imágenes como

diferentes niveles de procesamiento, simbólico y subsimbólico, apuntaba a una

‘biología del significado’,625 mediante la cual el psicoanálisis se constituyese a

medio camino entre la psicología y la biología, y pudiese ser quizás un día reducido

a su sutrato biológico y neuronal.

624
Especialmente tras U. Neisser, Cognitive Psychology, Nueva York, 1967, uno de los psicólogos cognitivos
que más en cuenta tomó la tradición psicoanalítica.
625
A.H. Modell, “The interface of psychoanalysis and neurobiology,” Boston Colloquium for Philosophy of
Science - December 18, 1996 http://www.psychomedia.it/pm/science/psybyo/modell.htm
Presentation - The Poles of Health: Biological and Social approaches to Disordered Minds
Pribam y Gill muestran a lo largo de su obra acerca del Proyecto de una

psicología para neurólogos, publicada póstumamente en 1950 y escrita en 1895, la

cercanía de sus concepciones con algunos aspectos de la actual ciencia cognitiva,

y reconocen la capacidad de modificar la metapsicología mediante la

neuropsicología.626 Algo diferente ocurre con la teoría clínica o 'psicología', cuya

modificación no parecía plausible. Dicho proyecto ensayaba una reducción de los

procesos mentales a una cuantitativa de excitación neuronal. Es decir, una

reducción de los qualia a cantidades discretas de activación neuronal. Es

precisamente dicha elaboración fisicalista la que nutre toda su metapsicología de

las metáforas propiamente energicistas e hidráulicas, de las que no se

desprendería posteriormente.627

En esta obra pionera Freud avanzaba los conceptos de neurona y de

regulación de procesos (homeostasis, teoría cibernética...) tan centrales a la

neurociencia y ciencia cognitiva. Apuntaba la existencia de un espacio entre las

neuronas que permitía la discontinuidad del flujo electrotónico y, en definitiva, la

carga, y el aprendizaje de la red neuronal, bosquejando un modelo de LTP, así

como modelos conexionistas de asociación entre las neuronas. Las diferencias de

facilitación entre las neuronas (los diversos pesos sinápticos) producirían el

almacenamiento de información. La facilitación, ante la escasez de sinapsis,

también dará lugar al concepto de resistencia y de proceso secundario. A partir de

626
K.H. Pribam y M.M. Gill, El “Proyecto” de Freud. Una Introducción a la teoría cognitiva y a la
neuropsicología contemporánea, Buenos Aires, 1977.“Nos proponemos ver aquí que la metapsicología
psicoanalítica debe verse, en todas sus facetas, como una teoría biológica-cognitiva del control, basada en una
neuropsicología explícita,” p. 15. “Nuestra interpretación del Proyecto pone en claro que Freud describe
estructurasseparadas: la neurológica mnémico-motivacional (facilitatoria) y la del yo (inhibitoria), que hoy
llamaríamos estructuras cognitivas y nos da un detalle de sus funciones separadas e interactuantes,” ibid., p. 87.
627
“Para recapitular, el modelo de Freud fue calificado a menudo de hidrodinámico. Es más correcto decir de él
que es un modelo energético. Pero con mayor precisión aún, diremos que su concepto se basa en los
concomitantes eléctricos de la actividad neural que llegaron a ser objeto de seria investigación en las últimas
décadas del siglo XIX,” ibid., p. 71.
aquí desarrollará su idea de energía ligada y de catexia o carga energética,

conceptos centrales que forman su modelo psicológico cuantitativo, posteriormente

asociado a conceptos metapsicológicos ya sin base biológica alguna.

El psicoanálisis, desprendido de las nociones seminales elaboradas al principio

de su carrera por Freud, se nos muestra, desde una perspectiva biológica, como

una teoría tipo 'caja negra'. Describe sólo los inputs y outputs, pero no el

mecanismo subyacente. Es aquí donde la neurociencia y la ciencia cognitiva

servirían como teorías que elucidasen los procesos que concurren en la

transferencia, mediante su método de análisis de procesos. Para analizar un

proceso fenoménico se analizan una serie de procesos, permitiendo, a la vez, una

referencia de contenido empírico interteórico, y otorgando una relación entre dicho

análisis mismo y otro macro mediante el cual se produce el cambio terapéutico.

Las leyes ni consiguen ni pueden agotar la experiencia o reemplazar las historias o


los eventos que ocurren en los cursos efectivos de las vidas individuales. Los
eventos son más densos que cualquier posible descripción científica. Son también
indeterminados microscópicamente y, dada nuestra teoría, también lo son así en
cierta medida macroscópicamente.628

Estos dos niveles, el de los eventos efectivamente experimentados

-explicación lingüística- y el de la descripción científica -explicación experta-, son

los que confluyen en el psicoanálisis y son, en buena parte, causa de sus

problemas epistemológicos. Como clínica, el análisis ha de acudir a una explicación

lingüística, pero ello no ha de hacer que renuncie a una explicación experta de la

clínica. La teoría psicoanalítica, desarrollada en la propia praxis, eligió el nivel de

explicación lingüístico para desarrollar su propia metapsicología, al observar su


628
G.H. Edelman, Bright Air, Brilliant Fire: On the Matter of the Mind, Nueva York, 1992, pp. 162-163.
importancia clínica. Nuestra opción es mantener dicha praxis y dotarla de una

explicación experta. Freud desarrolló su metapsicología a partir de su clínica. Ahora

podemos desarrollar dicha metapsicología con la ayuda de conceptos de contenido

empírico.

Este diálogo teórico entra dentro de una reconsideración de la relación entre

teorías. Más que un modelo absolutista, mostraría las posibilidades del diálogo

interteórico. Se trata de una nueva crítica al ideal positivista de reducibilidad de

teorías y de un progreso racional monista del conocimiento.

...una teoría científica es declarada inválida sólo si un candidato alternativo se


encuentra disponible para tomar su lugar. Ningún proceso aún descubierto por el
estudio histórico del desarrollo científico se asemeja al estereotipo metodológico de
falsación por comparación directa con la naturaleza. ...el juicio que lleva a los
científicos a rechazar una teoría previamente aceptada está siempre basado en
algo más que una comparación de la teoría con el mundo. La decisión de rechazar
un paradigma es siempre simultáneamente la decisión de aceptar otro, y el juicio
que lleva a dicha decisión supone la comparación de ambos paradigmas con la
naturaleza y entre ellos.629

Feyerabend ha sostenido la proliferación de teorías como principio

metateórico. Las teorías pasadas han resultado a la larga ser falsas, y como

parece que no hay ninguna razón para hacer una excepción con nuestras teorías

actuales, podemos afirmar que todas las teorías que han sido y serán son falsas.

La ciencia se alimenta de resultados, de teorías y observaciones no científicas.

Contra criterios demarcacionistas de teorías, Feyerabend señala la equipolencia de

diversas teorías.

629
T.S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, Chicago, 1962, p. 77. “Rechazar un paradigma sin
substituir simultáneamente con otro es rechazar la propia ciencia,” ibid., p. 79
Las teorías cambian el modo de 'ver' las cosas, e incluso los objetos, en el

sentido de insertarlos en nuevas relaciones significantes. En este sentido, nuestra

propia concepción de psique se nos muestra como una teoría de acuerdo con cuya

variación de conceptos es posible llevar a cabo un reajuste en áreas diversas del

psiquismo. Los hechos, al estar cargados teóricamente, chocan con otras teorías

que no disciernen los mismos hechos. Se requieren teorías para dar contenido a

las simples observaciones; las observaciones se vuelven objetos por la propia

teoría que les otorga su estatuto. Los objetos analizados dentro de una teoría como

el exorcismo son totalmente diversos a los elaborados dentro del marco

psicoanalítico. Si bien los primeros se refieren a un contexto en el que se

encuadran el endemonamiento, el espíritu o Dios, el psicoanálisis se deshace de

esta ontología en favor de una de tipo naturalista, mucho más cercana a los ideales

propios de la ciencia, pero afirma, con fines explicativos más que ontológicos, la

existencia de diversas instancias que dan lugar a un modelo de la mente. De modo

similar, el estudio de la transferencia, mediante la elucidación cognitiva, comporta

la reformulación de un término como el de magnetismo en un nuevo marco teórico,

anudado a otros conceptos con determinado contenido empírico.

Mediante la utilización del laboratorio construido alrededor de la escena

analítica, de la transferencia como modalidad de relación con el analista, el

psicoanálisis retoma uno de los ideales de la ciencia dura, “...el control

experimental de lo que es interrogado.”630 La transferencia se constituye en la

objetivación de la relación que con el magnetismo y la sugestión no pasaban de

ciertas recetas puntuales. Esa era la idea de Freud, no obstante “...sabemos hoy lo
630
I. Stengers, La volonté de faire science. À propos de la psychanalyse, Le Plessis- Robinson, 1996, p. 77. “La
transferencia le permite a Freud substituir la enfermedad ordinaria que implica ciertamente al analista, pero bajo
el mismo título que todo otro personaje de la vida real del paciente, por una enfermedad de laboratorio que no se
refiere más que al orden de la escena analítica,” ibid., p. 57.
que no sabíamos antes de Freud: la transferencia no es suficiente para hacer de la

realidad psíquica un objeto teórico.“631

El estatuto propio del psicoanálisis podría ser visto como programa de

investigación. Recordemos cómo la teoría psicoanalítica ha permitido encuadrar,

por ejemplo, los descubrimientos dispersos dentro de modelos interdisciplinarios de

desarrollo emocional.632

Como muestra, compararemos algunos aspectos de éste con el programa de

investigación más exitoso en nuestra ciencia: la teoría de la evolución o de la

selección natural, al cual Popper extenderá su juicio de pseudo-teoría: "...He

llegado a la conclusión que el darwinismo no es una teoría científica verificable,

sino un programa de investigación metafísico, un posible marco para teorías

científicas verificables."633 Se trata más bien de una heurística explicativa que

admite su estudio por disciplinas particulares (paleontología, geología...). En el

caso del psicoanálisis estas disciplinas serían las ciencias cognitivas y la

neurociencia.

631
Ibid., p. 78.
632
A.N. Schore, Affect regulation and the Emergence of the Self, op. cit.
633
K.R. Popper, Unended Quest, La Salle, 1976, p. 168. “Quisiera dar algunas razones de porqué veo al
darwinismo como metafísico y como un programa de investigación. Es metafísico porque no es comprobable
(testable). Uno podría pensar que lo es. Parece afirmar que, si alguna vez en un planeta encontramos vida que
satisfaga las condiciones a y b, entonces c entrará en juego y producirá con el tiempo una rica variedad de formas
diversas. El darwinismo, no obstante, no afirma tanto. Asumamos que encontramos vida en marte consistente en
exactamente tres especies de bacteria con una apariencia genética similar al de tres especies terrestres ¿Se habría
refutado el darwinismo? De ningún modo. Debemos decir que estas tres especies eran las única formas entre la
multitud de mutantes que se encontraban lo suficientemente bien adapatados para sobrevivir. Y diremos lo
mismo si existe una especie (o ninguna). Así, el darwinismo no predice realmente la evolución de la variedad. No
puede realmente explicarla. En el mejor de los casos puede predecir la evolución de la variedad bajo 'condiciones
favorables'. Pero difícilmente será posible describir en términos generales qué condiciones favorables son, a
menos que, en su presencia, emerjan una variedad de formas,” ibid., p. 171. El propio Darwin tenía sus dudas
acerca de la solidez de su teoría: “...soy bastante consciente de que mis especulaciones van más allá de los límites
de la verdadera ciencia. Es un mero jirón de una hipótesis con tantos defectos y agujeros como partes
razonables,” Carta de Charles Darwin a Asa Gray, citada por A. Desmond y J. Moore, Darwin, Nueva York,
1991, p. 456.
Debemos primeramente preguntarnos si la teoría de la evolución por selección
natural es científica o pseudocientífica... Tomando la primera parte de la teoría de
que la evolución ha ocurrido, dice que la historia de la vida es un solo proceso de
división y progresión de especies. Este proceso debe ser único e irrepetible, como
la historia de Inglaterra. Esta parte de la teoría es por ello una teoría histórica,
sobre eventos únicos, y los eventos únicos no son, por definición, parte de la
ciencia, pues son irrepetibles y no objeto de comprobación.634

La singularidad de la biografía de un sujeto no puede ser objeto de ciencia

pero el método de actuación sobre éste ha de poder ser descrito adecuadamente.

Para ello no podemos servirnos tanto del nivel biográfico, lingüístico, sino que

hemos de apuntar a las bases cognitivas comunes que pueden ser alteradas de

forma genérica, si bien lo son mediante historizaciones y formulaciones singulares.

Dada una estructura anatómica concreta, un fósil encontrado, al intentar

explicar su surgimiento sólo podemos retrotraernos a las posibles causas

ambientales que hicieron de éste una ventaja adaptativa a un medio determinado,

influido por una multitud de cambios climáticos, orográficos y poblacionales. Este

tipo de explicación puede sugerir multitud de hipótesis sin verificación posible

alguna. No sabemos siquiera la mutación casual que produjo esa preferencia. Sólo

suponemos hipótesis difícilmente falsables por la evidencia y de tipo plausible,

probabilísticas. Sin embargo, la teoría de la evolución es heurísticamente la más

poderosa quizás elaborada. Permite encuadrar toda una serie de fenómenos

diversos con una coherencia propia de los mitos creacionistas que compiten con

ella. No es de extrañar que la oposición a esta teoría se base en las mismas

razones que Wittgenstein sostenía contra Freud. De forma similar el psicoanálisis

consigue recuperar recuerdos y estados corporales asociados y reinterpretarlos,

634
C. Patterson, Evolution, Londres, 1978, pp. 145-146.
comprenderlos, darles sentido, encajarlos no tanto en una historia natural como en

una biografía.

La evolución es el mito creador de nuestra época. Diciéndonos nuestro origen da


forma a nuestras visiones acerca de lo que somos. Influye no sólo nuestro
pensamiento, sino también en nuestros sentimientos y acciones, de un modo que
va más allá de su función oficial como teoría biológica. Llamándola mito no estoy,
por supuesto, diciendo que sea una historia falsa. Quiero decir que posee gran
poder simbólico independiente de su verdad. ¿La palabra religión es adecuada?
Esto depende del sentido que le demos a tan elástica palabra.635

Al igual que la teoría de la evolución da sentido, ofrece un marco de referencia

estable, el psicoanálisis posee precisamente dicho 'poder simbólico' como

conformador de pensamiento, sentimiento y acciones. Freud había también

cambiado la forma en que los hombres nos entendíamos, nuestras concepciones.

Según él mismo, había infligido la tercera herida antropológica, abierta por

Copérnico y profundizada por el propio Darwin. Freud y el descubrimiento del

inconsciente suponía un revés más a las concepciones heredadas.

Incluso hoy en día el sistema copernicano entendido desde los conceptos de la

teoría de la relatividad casi parece un mito y es, desde luego, una teoría falsa. La

capacidad de una mitología de este tipo nos muestra cómo las teorías científicas

más pregnantes son aquellas que se vuelven mito, aquellas que son absorbidas

como estado actual de cosas por los sujetos, las que proponen una concepción del

mundo (Weltanschauung), pese a no ser verificables a escala individual. Así

635
M. Midgley, “The Religion of Evolution”, J. Durant (ed.), Darwinism and Divinity: Essays on Evolution and
Religious Belief, Oxford, 1985, p. 154.
sucede con la teoría del movimiento de la tierra que, al igual que la teoría de la

evolución, no posee correlato alguno con nuestra experiencia cotidiana.636

Al hablar de Freud, Erdelyi destaca su capacidad de generar nuevas metáforas

en busca de una explicación antes que ignorar los fenómenos.637 El psicoanálisis

se nos mostraría a nivel epistemológico como 'sistema de metáforas mezclado'. Así

subraya el problema a la hora de formular teorías en un lenguaje, al volcar a este

sistema analógico cualquier suceso de grano más fino.

La teoría de las catástrofes muestra cómo la unidad de la ciencia vendría dada

por la posibilidad de modelización de fenómenos antes que por la capacidad

predictiva. Ante las leyes de un universo abierto, éstas han de situarse como

grados posibles de evolución no determinados a priori.638 Si la 'ciencia' no puede

llevar a cabo una taxonomía exhaustiva de todas las reglas subyacentes a la

experiencia individual, al menos puede estudiar sus límites, sus condiciones.

Quizás no se trate tanto de que el psicoanálisis sea una mitología, sino de que

el hombre piensa de modo inadvertido a través de mitos más o menos refinados su

propia existencia, o que éstos le permite observar unas conexiones que no se

muestran tan claras de otro modo. Entre estos mitos uno de los más poderosos es

el de la ciencia, que ya desde sus principios positivistas surge como catecismo,

como profesión de fe.639 El psicoanálisis intenta dar cuenta de la lógica interna de

dichas mitologías. En este sentido el ejemplo freudiano de la constitución de

síntomas mediante las categorías del lenguaje natural muestra cómo la aceptación

636
“Si el hecho de la subjetividad va en contra de la definición de 'ciencia', entonces habrá que abandonar la
definición y no el hecho,” J. Searle, “Mentes y cerebros sin programas”, E. Rabossi (comp.), Filosofía de la
Mente y Ciencia Cognitiva, Barcelona, 1995, p. 436.
637
M.H. Erdelyi, op. cit., p. 111.
638
I. Prigogine e I. Stengers, Entre le temps et l’éternité, París, 1988.
639
Sin duda nos referimos a uno de los positivistas más distinguidos y más conocido como panfletista y 'filósofo',
A. Comte y su Catéchisme Positiviste. Ensemble du Dogme (1852).
del lenguaje por parte de un sujeto hace que su mundo obtenga dichos rasgos y

perímetros por encima de cualquier ontología prexistente. En este sentido, los

mitos incluidos en el lenguaje natural hechizan nuestra mente hasta el punto de

que vivimos encerrados en ellos. El lenguaje, en definitiva, no sólo posee un valor

explicativo, tal como las teorías filosóficas nos muestran, sino constitutivo de la

realidad humana. Freud en su conrrespondencia con Jung le manifestaba su visión

del mito en relación con la constitiución psíquica: “Espero que llegues pronto a

estar de acuerdo conmigo que con toda probabilidad la mitología se centra en el

mismo complejo nuclear que las neurosis.”640

El psicoanálisis como teoría comparte el nivel de significado con las

modalidades con las que los sujetos comprenden su mundo. Mientras que las

ciencias cognitivas proveen de un análisis del funcionamiento subpersonal, dando

una referencia más exacta, resulta inútil como clínica si no comparte los supuestos

existentes en la construcción que el sujeto hace del mundo y un marco al cual referir

dicha creación. La imposición de cierto modelo externo es lo que Freud

precisamente intentó evitar, pues ahí veía los riesgos de la hipnosis o de la

sugestión que sí funcionaban como auténticas injerencias externas en la mente del

paciente. El psicoanálisis nos muestra cómo las creencias, los mitos, se hacen

biología.641
640
Cit. en J. Forrester, Language and the origins of psychoanalysis, Londres, 1980, p. 83.
641
N. Cousins, “Belief becomes biology”, Advances in Mind–Body Medicine, 6, 1989, pp. 20–29. “La evidencia
antropológica sugiere que las creencias y expectativas contribuyen en la enfermedad y la muerte y, de igual
importancia, que las creencias y expectativas también curan,” O. Ray, “How the mind hurts and heals the body”,
American Psychologist, 59 (1), 2004, p. 30. Un cambio de actitudes de entender la curación en la medicina
supone la importancia crítica de los sistemas de creencias de los pacientes, frente a la visión positivista que veía
en la enfermedad simplemente una afección local. En este sentido, en cuanto al marco de creencias, es importante
señalar el lugar del estrés “...es experimentado cuando hay un coincidencia inadecuada entre la capacidad de
enfrentar (coping skills) y las demandas ambientales que el individuo cree que estas habilidades han de
confrontar. Es importante resaltar que no es la capacidad de enfrentar que el individuo posee o no lo que importa.
Lo que cuenta es la capacidad de enfrentar que los individuos creen tener o no tener,” ibid., p. 32. Es dicha
creencia la que afecta sobre nuestro estrés autoinducido para mejorar nuestras resistencias a ésta. Así el miedo,
por ejemplo, resulta frecuentemente de una anticipación de la actuación, e incluso a un meta-nivel, como miedo
El psicoanálisis cumple la función de servir como teoría 'gruesa' para explicar la

transferencia, utilizando una teoría simbólica sin referencia a otro sustrato o nivel de

explicación, más que el propio lenguaje natural sobre el que actúa a nivel individual,

sobre el analizante. Una explicación de la transferencia como la que hemos llevado

a cabo en su elucidación, partiendo de una teoría simbólica, buscaría sus correlatos

biológicos, cognitivos y fisiológicos. No es que el psicoanálisis, como teoría, resulte

menos efectiva que su elucidación teórica, sino que no puede ser entendida dentro

de una determinada concepción de la ciencia, de nuestras teorías empíricas. Una

elaboración de explicaciones más finas permite bosquejar la referencia aludida por

las teorías de Freud. En este sentido, la elucidación explica de otra forma un

armazón intelectual diverso, consigue aprehender algunas de las nociones

fundamentales y encuadrarlas en otro nivel de explicación, obteniendo una

generalidad hasta ahora negada.

Así el psicoanálisis podría aspirar a aunar dos perspectivas, una de primera

persona -experiencia fenomenológica- y una de tercera persona -correlatos

neuronales- para poder dar una imagen integrada de la experiencia humana.642 Una

explicación experta abre la puerta a un psicoanálisis informado neurológicamente;

una heurística metodológica con capacidad de encanto y bases empíricas, con

coherencia externa e interna, con mito y método.

de miedo, miedo de pasar miedo.


642
“Necesitamos tu historia en primera pesona y mi historia en tercera persona para un relato completo de lo que
sucede. De este modo, la naturaleza de la mente es revelada tanto por cómo aparece desde una perspectiva como
desde la otra. No es ni experiencia física ni es, a la vez, experiencia física y consciente (dependiendo de los
arreglos observacionales). A falta de un mejor término podemos describir esta naturaleza como psicofísica,” M.
Velmans, “How could conscious experiences affect brains?”, Journal of Consciousness Studies, 9(11), 2002,
cogprints.org/2750/01/JCSVelmans2001.final.htm. Acerca de la necesidad de reunir información en primera
persona y tercera persona se ha puesto de manifiesto la falta de finalidad de una neurociencia que no atienda a las
características peculiares del cerebro en su relación con la experiencia subjetiva. “Las revistas de neurociencia
están llenas de complejas descripciones de cambios en la dinámica de neuronas y de sistemas neuronales que
nunca entran en contacto con la finalidad de dichos cambios. Podrían estar fácilmente estudiando la dinámica de
la digestión,” R.M. French y E.Thomas, “The dynamical hypothesis in cognitive science: A review essay of Mind
as Motion”, Minds and Machines, 11(1), 2001, p. 107.
Addendum. Terapias

Categorizar es anudar un concepto y una disposición, ya sea somática o

comportamental. Cuando un niño recibe un regalo y la madre le señala al niño que

debe decir 'gracias' al obsequiante, éste ya ha comenzado a categorizar el gesto de

agradecimiento, el de recibir un regalo y una serie de sensaciones fisiológicas y

motoras (excitación, curiosidad...). Asimismo ha comprimido en un mismo

descriptor toda esta serie de aspectos, junto con la actitud de la madre ante dicho

agradecimiento, la prosodia correspondiente, al igual que la del portador del regalo.

El niño 'recibe' la respuesta materna como adecuada a la situación en cuestión y

convertirá dicho comportamiento en la modalidad principal de respuesta, como una

imposición externa que se interioriza, al menos para evitar los incovenientes tanto

de la repetición como del desagrado por no seguir sus mandatos. De este modo el

niño ha interiorizado patrones de conducta adecuados y que posteriormente se

actuarán automáticamente. Se ejecutará como un modelo básico de

condicionamiento aprendido.

La incapacidad del sujeto para actuar de acuerdo con dicha categoría que se

ha convertido en expectativa producirá malestar en el sentido en que en su etapa

de aprendizaje, para automatizar la respuesta sin injerencia externa, tuvo que

modelar un mecanismo que implementase dicha respuesta. Dicho mecanismo se

interioriza de modo apropiado en condiciones normales, pero en ciertos casos, en

especial en los que el niño quería evitar la injerencia externa a toda costa, debió

poner en juego una mayor activación psicomotriz para poder zafarse de la

indeseada corrección. De este modo, dicha situación y la necesidad de actuar

conforme a cierto ideal crea cierta ansiedad, en el sentido de activación nerviosa


de un nivel similar a la injerencia externa que se quería evitar. A mayor interés en la

evitación, mayor carga fisiológica. Finalmente, con la desaparición del mandato

externo debido a su internalización, dicha activación corporal se relacionará ya

únicamente con la situación de entrega del regalo. Se habrá independizado del

término medio de dicho silogismo práctico y comportará una respuesta automática

a situaciones que sean categorizadas de forma similar.

La función del análisis sería recuperar la premisa media y desconectar la

causación necesaria entre la respuesta fisiológica o conductual y la situación,

mostrando la premisa oculta que ha posiblitado la automatización.

A→B Situación de regalo Imposición externa de respuesta

B→C Para evitar injerencia Atención, hiperactividad (ansiedad)

A→C Situación de regalo – Ansiedad

Tambien la reacción del que entrega el regalo al producir la respuesta externa

produce su interiorización casuística. Pero ese mostrar debe desconectar la

respuesta categorizada. Para ello se ha de 'recuperar' una situación intersubjetiva

en la que se incorporó dicha respuesta. Se revive en un marco diferente,

permitiendo la recategorización de la situación.

Así el conductismo opera sobre la relación forjada entre A y C promoviendo la

ausencia de ansiedad mediante la desebilización frente a la situación A. El

cognitivismo muestra la inadecuación de C en un contexto A intentando cambiar la

forma en que se categoriza A, y el psicoanálisis se encarga de mostrar la

mediación que existe entre A y C, la premisa oculta B. El conductista basará su


trabajo en 'observables', tratando el organismo humano como sístema intput-

output, mientras que el psicológo cognitivo y el psicoanalista entrarán a saber de la

caja negra que supone el cableado mental, uno para provocar el cambio mediante

la sugerencia de la incompatibilidad de input y output, el otro para mostrar cómo se

produjo dicho tipo de condicionamiento.

El conductismo se contenta con encontrar la situación que produce ansiedad y

producir un efecto ansiolítico en dicho contexto. El cognitivismo intenta mostrarle al

individuo lo sorprendente de dicha respuesta, entra en la forma en que el sujeto ha

categorizado la situación A, el modo en que está inscrito en su comportamiento. En

este sentido se acerca a la posición analítica más que el conductismo. El

psicoanálisis supone que la terapia cognitiva trabaja con epifenómenos y no puede,

por tanto, producir un desanudamiento de una determinada posición subjetiva, es

decir, de un determinado modo de categorizar. Sólo intenta borrar la conexión entre

entendimiento y malestar mostrando lo inadecuado de dicha comprensión. El

psicoanálisis intenta desvelar cómo se produjo la fijeza de esa categorización, su

determinación, y desplaza así al sujeto que ya no tiene que responder a los

modelos aprendidos en función de la premisa oculta. La inteligibilidad produciría

reconocimiento.

En este sentido, el incosciente, como sostiene Lacan, posee la forma de un

lenguaje, en el sentido de que es un mecanismo básico de categorización, pero de

categorización de premisas intermedias u ocultas, aprendizaje que se ha vuelto

inadvertido y que actúa a nivel subpersonal, fuera de la conciencia, como pautas

automáticas. No es de extrañar que los dos mecanismos básicos que pone en

juego Freud en su ciencia de los sueños sean la condensación y el


desplazamiento, en el sentido de metáfora y metonimia, pues ambos son los dos

modos básicos de categorización que poseemos 'A es B' o 'A es parte o contiene a

B'. La metáfora y la metonimia agotan las posibilidades de referir a un objeto en

relación a otro, de definición como característica fundamental del lenguaje, de

autoreferencialidad lingüística, de un sistema completo y decidible.

La premisa oculta (B), 'el inconsciente', conlleva esas respuestas (C) a la

situación (A) a modo de mandato. El mandato tambien puede ser auto-impuesto en

el sentido de incumplimiento con cierto ideal, pero siempre está anudado

simbólicamente. El cuerpo responde a nuestra forma de categorizar produciendo

ansiedad interna antes de que se produzca una posible injerencia externa o

intentando evitar dicha intromisión, aunque sea de modo fantaseado, como

previsión que marca un destino.

La terapia conductista (extinción) y el psicoanálisis poseen la misma meta: ayudar


a la persona con su problema. En ambos casos, los efectos pueden alcanzarse
ayudando al córtex a ganar control sobre la amígdala. Sin embargo los caminos
neurales tomados pueden ser diferentes. La terapia de extinción puede tener lugar
mediante una forma de aprendizaje implícito que implique el circuito prefrontal-
amígdala, mientras que el psicoanálisis, con su énfasis en el insight consciente y
las apreciaciones conscientes, puede implicar el control de la amígdala mediante
conocimiento explícito, a través del sistema mnémico del lóbulo temporal y otras
áreas corticales involucradas en la apercepción consciente (...). Curiosamente es
bien conocido que las conexiones de las áreas corticales a la amígdala son
bastante más débiles que las conexiones de la amígdala al córtex. Esto puede
explicar porqué resulta tan sencillo para la información emocional invadir nuestros
pensamientos conscientes pero tan difícil para nosotros ganar control consciente
sobre nuestras emociones. El psicoanálisis puede ser un proceso tan prolongado
debido a la asimetría entre las conexiones entre el córtex y la amígdala.643

643
J.E. Ledoux, op. cit., p. 265. “La terapia no es sino otra vía de crear potenciación sináptica en las vías
cerebrales que controlan la amígdala. Los recuerdos emocionales de la amígdala, como hemos visto, están
'quemados' indeleblemente en sus circuitos. Lo mejor que podemos esperar es llegar a regular su expresión. Y el
modo de hacer esto es consiguiendo que el cortex tenga control sobre la amígdala.”
La inclusión de la transferencia en un marco explicativo como el de las ciencias

cognitivas permite, por un lado, otorgarle al concepto psicoanalítico contenido

empírico y, por otro, responder a las críticas filosóficas. Así el homunculismo

implicado en la noción de inconsciente puede ser superado por una concepción

que no entienda la existencia de una instancia, sino de una serie de procesos

subsimbólicos mediados por estructuras subcorticales concretas y con recorridos y

proyecciones determinadas. Frente al aparente esoterismo de 'un incosciente' o del

fluidismo, el desplazamiento de su ontología primigenia hacia una serie de

mecanismos o procesos conseguiría liberar al psicoanálisis de la parte teórica ya

obsoleta, validando sus nociones clínicas.


3.3. Cerebro=Mente=Conciencia. Niveles de análisis

Wittgenstein fue también uno de los primeros filósofos en insistir en la

existencia de diversos niveles de explicación de los fenómenos pese a que

entendía, como Freud, que los hechos subpersonales no servían para dar cuenta

de eventos personales. En nuestro caso hemos resaltado ya la existencia de un

nivel de explicación de tipo personal y otro de carácter subpersonal. A través de

dichos niveles se puede uno referir a diversas modalidades de dar cuenta de un

evento.644 De forma similar, nuestra elucidación intenta reflejar los diferentes

niveles de explicación, psicoanálisis y ciencias cognitivas, complementarios en

tanto al primero le falta una referencia, un contenido empírico propio, mientras que

el segundo adolece de un sentido, un correlato en la experiencia del sujeto. La

experiencia, tal como es vivida, permanece unida al sujeto al mismo nivel de

explicación que él utiliza para dar cuenta de ella.

Si hacemos ésto debemos abandonar el nivel explicativo de la gente y sus


sensaciones y actividades y volvernos al nivel sub-personal de cerebros y eventos
en el sistema nervioso. Pero cuando abandonamos el nivel personal abandonamos
en un sentido real el tema del dolor también. Cuando abandonamos la
conversación sobre procesos mentales por la de procesos físicos, no podemos
decir que el análisis del proceso mental de dolor sea incorrecto, pues nuestro
análisis alternativo del dolor no puede ser análisis de dolor alguno, sino, más bien,
de otra cosa, los movimiento de cuerpos humanos o la organización del sistema
nervioso.645

Si bien el estudio de la conciencia aparece como el aspecto filosófico más

relevante dentro de las ciencias cognitivas, éste puede ser analizado desde

644
Similar es la división que realiza Jackendoff entre cerebro, mente computacional y mente fenomenológica. R.
Jackendoff, Consciousness and the computatinal mind, Cambridge, 1987.
645
D. Dennet, Content and Consciousness, Londres, 1969, pp. 93-4. Cf. S. Gardner, “Psychoanalysis and the
personal/sub-personal distinction,” Philosophical Explorations, 3, 2000, pp. 96-119.
diversas ópticas. Por un lado, se puede entender la conciencia como un fenómeno

básicamente cerebral, en cuyo caso vendría dada por la multiplicidad de procesos

que ocurren en el cerebro. Desde una perspectiva materialista, el hecho de que la

conciencia tenga, al menos, un sustrato neurológico resulta a todas luces evidente.

La disputa central viene dada por el nivel en que se produce dicho fenómeno como

simple suma o convergencia de los procesos cerebrales o bien como propiedad

emergente de dichos procesos.

Parece arriesgado admitir que la conciencia pueda ser la sumatoria de los

procesos cerebrales, pues parece claro que la mayor parte de los procesos que

ocurren en nuestro cerebro suceden sin apercepción alguna, e implican una

ontología diversa a la de nuestra experiencia fenomenológica. Su equiparación con

la conciencia haría de ésta un concepto inútil desde un punto de vista

epistemológico, ya que sería identificar conciencia con estado general de

procesamiento cerebral.

Más adecuado sería distinguir entre los susodichos procesos químicos que se

producen a nivel cerebral, de los cuales se encargarían las neurociencias, y

aquellos con efectos psicológicos, pero sin requerir necesariamente de la

intervención de la conciencia, el campo de la ciencia cognitiva, que incluiría teorías

del procesamiento de la información, de aprendizaje implícito o de percepción

subliminal. Parece claro que, más allá de su diverso formato, el número de

procesos totales es mucho mayor que la pequeña cantidad que llega a la

conciencia, experimentada por el sujeto. La conciencia, si bien se basaría en

dichos procesos, supondría sólo una porción del estado general de procesamiento,

quizás de un nivel superior. Todo el 'resto' que no forma parte de la conciencia


sería por exclusión inconsciente.646 De esta forma ambos conceptos serían

complementarios y podríamos hablar de dos tipos de inconsciente, el neurológico, y

el cognitivo. El primero comprendería todos los procesamientos fisiológicos y

químicos automáticos sin representación alguna, mientras que el segundo se

referiría a toda la información que posee algún tipo de codificación, pese a ser

irrecuperable. El inconsciente freudiano poseería características de ambos; se

trataría de un concepto híbrido.

Parece que el cerebro es efectivamente el centro del procesamiento de

información de nuestro organismo, no obstante la embodied cognitive science nos

muestra cómo éste emerge de su incorporación, es decir, se produce en una

experiencia sensimotora, y ésta modifica áreas y funciones corticales, como en el

caso de gatos que son capaces de ver mediante áreas cerebrales normalmente

relacionadas con funciones auditivas, o cómo estímulos visuales activan zonas del

cerebro asociadas con la audición en personas sordas.647

La transferencia permitiría una reevaluación de nuestro conocimiento acerca

de la conciencia, al mostrarnos un procedimiento apto para el estudio de ésta como

proceso emergente e inducible. La conciencia se podría extender a aspectos

previamente automáticos y por ello inaccesibles, más allá de la experiencia

manejable por el sujeto.

Así la mente habría de diferenciarse de la conciencia tal como atestigua no

sólo el psicoanálisis, sino los procesos cognitivos de percepción subliminal, los

sesgos en el razonamiento humano, o el procesamiento de información sin huella

646
E. Gillett, “The brain and the unconscious”, Psychoanalysis and Contemporary Thought, 11, 1988, pp. 563-
578.
647
E.M. Finney, I. Fine y K.R. Dobkins, “Visual stimuli activate auditory cortex in the deaf”, Nature
Neuroscience 4, 2001, pp. 1171-1173.
mnésica. Lo mental desborda los límites de la conciencia en tanto apercepción

fenomenológica.648

Al investigar la experiencia subjetiva no es posible limitarse a tratar la

apercepción consciente, sino que se ha de admitir la inclusión de factores bajo el

umbral de la conciencia. No se trata tanto de una constricción metodológica como

de un posible punto de apoyo de cualquier teoría que reconozca ciertos aspectos

de la información procesada que no aparezca reflejada en la experiencia subjetiva.

Se propone así una división entre procesamiento y apercepción, se procesa más

de lo que llega a ser consciente y es parte de este exceso lo que configura aquello

que el psicoanálisis entiende como inconsciente.

Como señalaba William James, refiriéndose a las respuestas emocionales,

éstas sobrevienen. La preeminencia de la activación inconsciente conlleva que

antes de tener apercepción de un estado de cosas estemos ya preparados para

actuar conforme al estímulo externo, es decir, la 'conciencia' sucede a posteriori

con respecto a la respuesta motora correspondiente; nos damos cuenta de una

situación después de estar preparados para dar una respuesta eficiente. La

conciencia de la situación 'sobreviene' a la disposición a actuar.649 Así nuestra

preparación (readiness) para actuar precede a nuestra representación de dicha

voluntad. De ahí la importancia de operar sobre mecanismos implícitos, de ahí el

648
En un sentido similar en el que la racionalidad no requiere inferencias lógicas, entendida como racionalidad
contextual mediante modelos mentales cf. P.N. Johnson-Laird, The computer and the mind: An introduction to
cognitive science, Cambridge, 1988.
649
B. Libet, “Unconscious cerebral initiative and the role of conscious will in the initiation of action”, Behavioral
and Brain Sciences, 8, 1985, pp. 529-566. Si bien la preparación para actuar (preconsciente) aparece unos 200ms.
tras la aparición del estímulo, la apercepción consciente ocurre a los 550 ms. de acuerdo con la medida de su
'potencial de preparación'. Aún así la apercepción ocurre unos 150 ms. antes de la propia acción lo que le permite
actuar sobre ésta. Sin duda una buena explicación del superyo freudiano que es capaz de impedir la realización de un
'deseo' en el sentido de actividad corporal, incluso Libet lo denomina 'potencialidad de veto' y lo relaciona con
circunstancias en que puede provocar rechazo social. Así mismo respalda la idea de que los 'deseos' son
preconscientes en el sentido de preceder al acto de apercepción.
lugar acordado por Freud al inconsciente; estos mecanismos preceden a la

actividad sobre la que poseemos control.

Que ciertos estados mentales causen una experiencia fenomenológica no

implica que exista igualdad entre ambos, pues la relación de implicación posee

características lógicas diversas de la de igualdad (no simetría y no sustitución salva

veritate). La teoría de los correlatos neuronales supone una simetría entre mente y

estados cerebrales, pero no su carácter intercambiable. El reduccionismo

fisicalista, por su parte, entiende que las propiedades de los estados cerebrales y

mentales son idénticas, lo cual, más allá de la dificultad técnica de la descripción

de los primeros, parece a priori implausible. Esto supondría que nuestra

experiencia fenomenológica del olor de una tarta o el deseo de escribir una carta,

incluso superando un lenguaje psicologista, poseerían las mismas propiedades que

un determinado potencial eléctrico neuronal. Si bien es evidente que podemos

adscribir cierta relación de implicación entre ambos estados, difícilmente podemos

asignarles las mismas propiedades. Debemos distinguir claramente causalidad e

identidad ontológica. Así cabría observar dichos comportamientos como dos

aspectos del suceder mental relacionados, pero no reducibles, de modo similar a

como se comporta la materia, por un lado como partículas, de otro, como onda.

Dichas dos modalidades serían las propias de los estados cerebrales y

fenomenológicos. Se trataría de dos formatos de una misma experiencia.650

Si algo caracteriza a las ciencias fenomenológicas, distinguiéndolas del estudio

de los mecanismos neurales es la existencia de intencionalidad. Freud, reacio a las

650
M. Velmans, “How could conscious experiences affect brains?”, op. cit. M. Velmans, “Making sense of causal
interactions between consciousness and brain”, Journal of Consciousness Studies, 9(11), 2002, pp. 69-95.
Edelson señala la metáfora de estado mental y temperatura frente a correlato neuronal y movimiento de
partículas, M. Edelson, “The convergence of psychoanalysis and neuroscience: Illusion and reality”,
Contemporary Psychoanalysis, 22, 1986, pp. 479-519.
especulaciones filosóficas, aprovechó sus años como estudiante para asistir a las

clases de Franz Brentano, que entendía la mente como aquella facultad de ser

sobre otra cosa, de poseer intencionalidad. La existencia de una intencionalidad

inconsciente conseguiría cerrar la brecha entre mente y conciencia, devolviéndonos

al momento cartesiano del que nunca debimos dudar. Si se puede ser intencional

sin conciencia entonces sería posible poseer estados proposicionales sin

apercepción, sin representación. De acuerdo con el principio de conexión, la propia

intencionalidad sería un estado dependiente de la conciencia. Los estados

intencionales inconscientes deberían estar disponibles a la conciencia. Dicha

posibilidad de ser conscientes se puede también entender, dentro de un modelo

gradual, como nivel de activación por debajo de un umbral (preconciencia).

De acuerdo con Searle la mente no es igual a la conciencia en su capacidad

de referirse a otro objeto o hecho; el inconsciente, precisamente por no ser

consciente, no podría ser intencional. “Cuando se realiza una afirmación acerca de

la intencionalidad inconsciente, no hay hechos que sostengan dicho caso sino

hechos neurofísicos. No hay nada más ahí que estados neurofisiológicos y

procesos describibles en términos neurofísicos.”651 Así, el inconsciente estaría en

oposición a lo intencional en tanto éste último se relaciona con lo simbólico, con la

representación, y el inconsciente a cierto nivel de activación o intensidad. La

intencionalidad diferenciaría la acción del simple comportamiento. Esta división

sería paralela a aquélla que señalábamos entre los modos de reconocimiento facial

hemisféricos.

651
J. Searle, The Rediscovery of the Mind, op. cit., p. 16.
Según Searle este 'inconsciente profundo' no existiría. El inconsciente sería la

modalidad defectiva de procesamiento.652 El inconsciente podría referise a una

modalidad de procesamiento con asociaciones en el hemisferio derecho y no

disponible al hemisferio izquierdo lingüístico-cognitivo. Intención incluye la acción

con objetivo, sosteniendo una relación determinada con el futuro en base a

creencias, por tanto modificables, mientras que el inconsciente se referiría a

estados neurovegetativos sin representación.

Vemos que un hombre que actúa intencionalmente anticipa lo que va a hacer


después, pero no en la forma en que el observador lo hace. Lo que va a hacer
después ya está presente en sus pensamientos, es parte del patrón que constituye
la acción en que se encuentra comprometido o concibe. Sin conocimiento de este
patrón, de los que constituye su realización así como cómo realizarlo, es el
conocimiento práctico lo que le permite tener en mente lo que hará posteriormente
antes de hacerlo. Poseer este conocimiento y estar comprometido en el futuro por
aquello en lo que se embarca, o por sus intenciones, son dos caras de la misma
moneda. Tener la intención de hacer algo es pues pensar que uno lo hará, y
hacerlo intencionalmente o con intención, como podemos decir, supone saber lo
que uno está haciendo. Ésto no puede ser identificado independentemente de los
pensamientos del agente. Es por ello por lo que podemos normalmente decir que lo
hace sin reflexión.653

Hay autores que optan por señalar la inconsistencia de posibles estados

inconscientes intencionales.654 El postulado del supuesto carácter neurofisológico,

antes que mental, de los estados inconscientes es el gran escollo del análisis de

Searle y sitúa como opciones el uso de la separación entre consciente e

inconsciente en una escala sin divisones tajantes, o la admisión de un nivel de

procesamiento de información inconsciente. Otros señalan que, si bien las

652
M. Solms, “What is consciousness?”, Journal of the American Psychoanalytic Association, 45(3), pp. 681-
702.
653
I. Dilman “Intentions and the Unconscious”, P. Clark y C. Wright (eds.), Mind, Psychoanalysis and Science,
Nueva York, 1988, p. 176.
654
A.W.M. Meijers, “Mental Causation and Searle's Impossible Conception of Unconscious Intentionality”,
International Journal of Philosophical Studies, 8, 2000, pp. 155-170.
creencias pueden entenderse como estados inconscientes intencionales, no

sucede así con los deseos, pues éstos poseen una dirección de adecuación

diversa a las creencias, de mundo a mente. Los deseos, en esta definición, no muy

lejos de la asunción freudiana, no pueden ser conscientes; lo que es consciente es

el 'sentimiento de desear'. Los deseos sólo podrían entenderse como estados

motivacionales, más que cognitivos.655

Freud proponía en su primera tópica un modelo jerárquico de la conciencia. De

acuerdo con éste, la información podía ser procesada de forma consciente e

inconsciente (añadiendo el modo preconsciente). Señalaba así la posibilidad de

diversos grados de activación y procesamiento. En la segunda tópica resaltaba, por

otro lado, el carácter conflictivo del suceder mental. Diversas instancias, de

acuerdo con sus principios epistemológicos, producen un sinergismo y amalgama

que da como resultado la experiencia vivida por el sujeto.656 La crítica a la unidad

subjetiva ponía de relieve la diversidad de módulos que operaban a nivel sub-

subjetivo e intentaban ser asimilados por el yo. Su interés en la psicopatología le

hizo destacar dos instancias específicas, ello y superyo; la unidad subjetiva

kantiana, entraba en bancarrota.

Freud preludia los análisis acerca de diversos niveles de procesamiento

(activación a nivel neuronal) y del carácter distribuido de la experiencia que es

recompuesta por diversos módulos o grupos neuronales, actuando de forma

especializada para producir una aparente unidad consciente.

La terapia en Freud habría de ser capaz de asimilar precisamente estas dos

dimensiones, gradualidad y desconcentración, para poder actuar sobre los


655
D. Hulse y C.N. Read, “Searle's Intentional Mistake” PHICS, Graduate Student Conference of Philosophy of
Mind, Philosophy of Language, and Cognitive Science. Carleton University, 28-30 Septiembre, 2001.
656
A este respecto desde una perspectiva cognitiva cf. G. O'Brien y J. Opie, “The Disunity of Consciousness”,
The Australasian Journal of Philosophy, 76, 1998, pp. 378-395.
procesos que hacen que la conciencia emerja como apercepción subjetiva. La

transferencia resultó ser un instrumento óptimo para actuar sobre una conciencia

desmembrada y que surge del estado general de procesamiento, deshecho del

presupuesto de un principio aglutinador de la conciencia.

Una teoría gradual de la experiencia fenoménica permite poner en relación

niveles de procesamiento y activación al igual que permite asumir el inconsciente y

la relación entre mente y cuerpo a lo largo de un contínuo, definido por la calidad

de la representación.657 Así el aprendizaje implícito conllevaría representaciones

poco definidas y de un nivel de procesamiento inferior, y por ello con un mayor

grado de automatismo y una ligazón más estrecha a la respuesta corporal y

fisiológica, con menos capacidad de intervención de la conciencia. Este sería el

caso clásico del priming que, como mostraba Claparède, no posee representación,

sino que produce un condicionamiento más allá del control consciente, por carecer

de representación.658 Dicho nivel de representación supondría un contínuo en

donde los estados simbólico y subsimbólico supondrían dos extremos discretos.

La existencia de cierta inconsistencia entre creencias basada en actitudes

motivacionales ha sido puesta de relieve en los casos de auto-engaño. En estas

situaciones un sujeto puede sostener 'p' y 'no p' sin apercibirse de la existencia de

contradicción. Estos casos se muestran como ejemplos del conflicto entre

creencias y deseos, y de los diversos grados de interacción entre ellos.659 Más

657
Cf. A. Cleeremans y L. Jiménez, “Implicit learning and consciousness: A graded, dynamic perspective”, R. M.
French y A. Cleeremans (eds.), Implicit learning and consciousness: An empirical, computational and
philosophical consensus in the making, Hove, 2002.
658
Este principio incluso podría entroncarse con la idea cartesiana de la necesidad de que las ideas fuesen ciertas
y distintas para poder admitir la existencia de conocimiento, en este caso de conciencia.
659
R. Audi, “Self-Deception, Rationalization, and Reasons for Acting”, B. McLaughlin y A. Rorty (eds.),
Perspectives on Self-Deception, Berkeley, 1988, pp. 92-120. El autor señala la 'tensión' que se produce entre una
creencia verdadera y la negación de dicha creencia falsa en la que la creencia falsa posee un nivel consciente y la
verdadera subconsciente. Otro caso viene dado por la acrasia, la incapacidad de actuar de acuerdo con lo que se
cree será más provechoso y llevar a cabo simplemente lo que se desea, contra el principio de continencia.
interesante aún son las reflexiones acerca de cómo el auto-engaño, pese a ser

opaco, en el sentido de no introspeccionable directamente por el sujeto (de ahí la

importancia del otro en su puesta en cuestión de las creencias del sujeto), se

resolvería con la simple apreciación por parte del sujeto de dicha contradicción

interna. El psicoanálisis en la visión tradicional conflictiva intrapsíquica, era definido

como 'el estudio sistemático del autoengaño'.660 De hecho esa es la acepción

básica de la idea de insight, darse cuenta de la existencia de un sostén de

creencias o deseos contradictorios en sí, o en sus consecuencias materiales, como

ocurría en el caso de Elizabeth R.661 Esto quizás sea posible con aspectos

simbolizados, pero no así con otros que no poseerían dicho carácter y que habrían

de ser elaborados en base a ciertos procesos fisiológicos.

Al igual que ocurre en psicoanálisis, detectar el auto-engaño en uno mismo es

mucho más difícil que detectarlo en otros. El auto-engaño propio, por otro lado, es

intrínsecamente más simple de eliminar una vez detectado. Una vez que uno

acepta haberlo detectado en sí mismo con respecto a algo, presumiblemente ha

cesado por ello mismo de existir a ese respecto.662

Así precisamente se entiende el funcionamiento de la terapia analítica,

mediante la emergencia de diversos patrones inconsistentes o indeseados

almacenados en modalidades diversas e inconexas y que presentan una

conflictividad no representada, y por ello no-consciente. Algunos estados no

poseen contenido proposicional, se muestran de forma conflictiva solamente a nivel

corporal. Al adquirir una representación de los mismos, al ligarlos, al referirlos,

éstos desaparecen.

660
H. Hartmann, Essays on Ego Psychology, Nueva York, 1964.
661
Cf. nota al pie número 181
662
L.J. Cohen, An Essay on Belief and Acceptance, Oxford, 1992, p. 147.
El autoengaño, la asunción de estados proposicionales en conflicto con otros

sin existir apercepción fenomenológica de dicho conflicto, ha introducido así un

concepto instrumental con un contenido similar al del inconsciente freudiano. De

acuerdo con Davidson la irracionalidad se referiría a causas que no son razones. El

inconsciente, 'inobservable', supondría una hipótesis que sirve para explicar ciertas

desviaciones de la racionalidad, de la auto-explicación de la conducta, frente a la

hetero-explicación que supone la relación analítica.

Así surge el tema de la irracionalidad en la acción. Para Gardner, el

psicoanálisis mantiene su valor como teoría por ser la única que da respuesta a

situaciones comunes que no responden a nuestro concepto de racionalidad.663 La

irracionalidad es sólo explicable si, frente a un deseo explícito y unas creencias

acerca de los medios para conseguir dicho deseo, el comportamiento no sigue

dichas creencias. La única forma de explicación es buscar un motivo de otro orden

que interfiera o bien con el deseo o con las creencias adecuadas a dicho fin. Se

trata de buscar una finalidad de otro tipo para poder hacer comprensible una

determinada acción, y no tanto el hecho que ésta realmente exista como estado

intencional. Ésto es lo que el psicoanálisis lleva a cabo, y de ahí la importancia

atribuida a los deseos o estados motivacionales y su carácter inapercibido por parte

del sujeto.

El psicoanálisis no sería falsable sólo con respecto a determinado contexto de

racionalidad. Al intentar dar una explicación de lo irracional tienen que imaginar

nuevos contextos en los que el comportamiento sea racional y posea un valor

veritativo, ha de suponerse una intencionalidad. Todo son confirmaciones, puesto

que lo que hace el análisis es buscar marcos explicativos adecuados para acciones

663
S. Gardner, Irrationality and the Philosophy of Psychoanalysis, op. cit.
que no consiguen encontrar uno y que, de acuerdo con la metapsicología

freudiana, deben empezar su indagación con aspectos motivacionales (sexuales,

agresivos). Se trata de una petición de principio similar a la que lleva a cabo la

teoría de la selección natural para poder valorar una explicación.

Así se ha resaltado cómo el psicoanálisis supone la mejor teoría para

desentrañar el comportamiento irracional.664 Para mantener la coherencia del

concepto de mente se requiere una partición a la hora de dar cuenta de la

irracionalidad. “...a falta de un mejor candidato, los factores psicoanalíticos son

exactamente el tipo correcto para jugar el papel de ofrecer un contexto causal capaz

de explicar porqué hay trastornos y desviaciones de la racionalidad en la red

proposicional.”665

La anosognosia es un fenómeno que ocurre tras ciertas lesiones en el lóbulo

parietal derecho. En estos casos el sujeto no es consciente de la lesión que suele

afectar a la motilidad de los miembros izquierdos. El paciente suele negar o pasar

por alto dicha situación al ser preguntado acerca del miembro paralizado. Según

Ramachandran el paciente sabe acerca de dicha ausencia de motilidad a cierto nivel

pero este conocimiento es reprimido. Bajo ciertas circunstancias puede recuperarlo,

como bajo la acción térmica de líquido frío en el oído; de otro modo crea una

664
“Dado que la irracionalidad es real y requiere explicación esto supone un argumento en favor de la verdad de
la teoría psicoanalítica,” ibid, p. 1, “...viendo a las personas expresando fantasías, (el psicoanálisis) explica, de un
modo que la psicología ordinaria no hace, las auto-contradicciones constitutivas de la irracionalidad,” ibid., p.
206
665
Ibid., p. 198, “Los estados psicoanalíticos extienden la psicología ordinaria de una forma que los predicados
cognitivo-psicológicos no hacen, y explotan su amplia forma racionalizante de explicación; son postulados en
respuesta a las necesidades de explicación creadas por los fenómenos irracionales al nivel personal,” ibid., p.
202. “La carga de la prueba se encuentra en el crítico de la explicación psicoanalítica de demostrar que su
epistemología difiere del tipo de la psicología ordinaria, mostrar esto requeriría un compromiso más íntimo con
el psicoanálisis del que sus críticos le han acordado frecuentemente,” ibid., p. 243. Para una exposición del
psicoanálisis como extensión de psicología del sentido común antes que como teoría científica validable cf. J.
Hopkins, “Epistemology and Depth Psychology: Critical Notes on The Foundation of Psychoanalysis”, P. Clark
y C. Wright (eds.), Mind, Psychoanalysis and Science, op. cit. De acuerdo con esta concepción, “....la
descripción de sentido común de motivos ya demuestra su papel causal y explicativo,” ibid., p. 39. Así el método
de libre asociación al poner en relación ideas muestra su poder explicativo y causal.
multitud de explicaciones para negar dicha parálisis. Refiriéndose a uno de sus

pacientes señala, “verlo me convenció, por primera vez, de la realidad del fenómeno

de la represión que forma el sustento de la teoría psicoanalítica clásica.”666 En estos

casos se producen confabulaciones para evitar el acceso a la información acerca de

su parálisis, inventan razones inverosímiles para dar cuenta de ella. Los pacientes

no pueden soportar la representación de su miembro perdido y la reprimen.

En sus estudios psicoanalíticos con pacientes anosagnósicos, Solms señala

momentos en que los sujetos se dan cuenta del miembro inútil, produciendo fuertes

respuestas emocionales que resultan bloqueadas mediante la confabulación. Se

produce una reconexión con dicho aspecto reprimido al dirigir la atención hacia el

miembro y ser 'conscientes' de su imposibilidad al moverlos. Así sucede con

pacientes con lesiones en el área perisilviana derecha, “...su hipoemocionalidad es

sólo aparente y las emociones negativas no están ausentes en estos casos; más

bien, están presentes pero suprimidas dinámicamente.”667

La diversidad de niveles de procesamiento, muchos de los cuales no alcanzan

la conciencia, presenta un posible conflicto entre actitudes proposicionales que

representan dichos contenidos y modalidades neurovegetativas y fisiológicas. De

este modo, la teoría del auto-engaño convergería con los más básicos postulados

psicoanalíticos. El psicoanálisis como terapia en su aspecto formal sólo añadiría la

posibilidad de formular ciertos conflictos no tan claramente definidos por su falta de

representación simbólica, por su 'modalidad' corporal, en el sentido de

666
V. Ramachandran, “Phantom limbs, neglect syndromes, repressed memories, and Freudian psychology”,
International Review of Neurobiology, 37, 1994, p. 324.
667
M. Solms, “The Deep Psychological Functions of the Right Cerebral Hemisphere”, Bulletin of the British
Psycho-Analytic Society, 1999, 25(1), p. 19. Cf. M. Conway, “Repression revisited”, Nature, 410, 2001, pp. 319-
320.
procesamiento motor, nervioso, fisiológico, fuera de la fenomenología subjetiva por

ser automáticos.

En este sentido, el estudio de la conciencia plantea el problema de una 'brecha

explicatoria', la no reducibilidad de la experiencia, en concreto de la experiencia

subjetiva, a una ley física única. El psicoanálisis diverge de esta propuesta

unificada, sosteniendo una diferencia esencial entre la experiencia subjetiva y los

procesos subyacentes a ésta. Frente al 'cranealismo', que asume la identidad de

cerebro y conciencia, ésta es puesta en tela de juicio por un externalismo activo,

según el cual la conciencia también se inscribe de cierto modo en el exterior.668

Así la apercepción como transducción de los datos sensoriales posee una

objetividad que puede ser estudiada como análisis de estados, funciones y

estructuras. La conciencia, por su lado, permanece sujeta a la 'privacidad'. La

transitividad de esta ecuación nos remite a la pregunta acerca de hasta qué punto

el cerebro da lugar a la conciencia, en cuanto centro de procesamiento de todos

los estímulos, en cuanto órgano central del sistema nervioso. Pero quedaría un

resto, precisamente el que hace que mente no pueda ser idéntica a conciencia. La

existencia de una conciencia corporal, incorporada, implica que la conciencia no

sólo está presente en el procesador central sino también en el sistema nervioso

autónomo.

La desconexión entre la voluntad de un sujeto y otro mecanismo fisiológico

actuante se observa en los casos de 'mano anárquica', en los que una mano lleva

668
A. Clark y D.J. Chalmers, “The Extended Mind”, Analysis 58(1), 1998, pp. 7-19. “En cualquier caso, una vez
que la hegemonía de la piel y el cráneo sea usurpada, podremos vernos más genuinamente como criaturas del
mundo,” in fine. Cf. E. Thompson, “Empathy and Consciousness”, Journal of Consciousness Studies, 8(5-7),
2001, pp. 1-32. Número especial del JCS en meoria de Francisco Varela Between Ourselves, Second-Person
Issues in the Study of Consciousness.
acciones a cabo que no son queridas por el sujeto.669 Aunque la mano lleva de

forma aparentemente autónoma ciertas acciones, el sujeto declara no poseer

ninguna intención o representación de su acción. Estos ejemplos muestran un nivel

de activación nervioso que evade la representación por parte del sujeto de su

cuerpo.

Siguiendo a Wittgenstein, podríamos decir que el cerebro de una persona feliz

es diferente (posee patrones de funcionales de activación y posiblemente

estructuras diversas) al de una infeliz, o , en su versión cognitiva, la forma en que

una persona feliz procesa la información es diferente al modo en que ésto sucede

en una persona infeliz. ¿Pero es posible el cambio? Ciertos medicamentos afectan

el cerebro de la persona infeliz para descargar o inhibir la recaptación de ciertos

neurotransmisores. Si bien es cierto que el aprendizaje puede producir también

cambios estructurales y funcionales en adultos, éstos ocurren mediados, como

todo aprendizaje, por lo simbólico. Los fármacos pueden actuar sobre los estados

neuronales, sin representación, pero difícilmente actúan en el contenido

representado o representable adquirido por la experiencia, almacenado y

recuperable fenomenológicamente. Es en este sentido, en el que el psicoanálisis

lacaniano ha entendido su labor. Ya en su primer seminario Lacan ponía en

evidencia los problemas del psicoanálisis: “Pero, desgraciadamente, el

psicoanálisis no siempre lo explica muy bien. Realiza un descubrimiento parcial que

explica en términos de omnipotencia del pensamiento, de pensamiento mágico,

cuando lo fundamental es en realidad la dimensión del símbolo.”670

669
S. Della Sala, C. Marchetti y H. Spinnler, “The anarchic hand: a fronto-mesial sign”, F. Boller y J. Grafman
(eds.), Handbook of Neuropsychology, vol. 9, Nueva York, 1994.
670
J. Lacan, Seminario I, op. cit., p. 406.
Freud, en ciertos momentos, albergaba la esperanza en una posible reducción

de su producción a la biología, a una ciencia de la vida de tipo fisicista. La teoría

psicoanalítica había de servir de marco que recibiese un fundamento orgánico.671

Ha llegado el momento de que la neurociencia y ciencias cognitivas sirvan de

puente con dichas teorías de contenido biológico.

Si bien la psicología del sentido común puede desvelar a un nivel macro la

auténtica explicación posible de la actividad humana, ésta ha de ser religada con

teorías concretas que den significado a sus conceptos, que la conviertan en una

explicación experta.672 Con la revolución cognitiva se ha pasado de la idea de

significado a la de procesamiento de información, superando la preferencia por la

narrativa como modelo de construcción de significado y relacionando los aspectos

constitutivos del comportamiento humano con la situación en que dicho

comportamiento se produce.

No es el caso que una representación a menor nivel (microscópica) sea siempre


mejor que una macroscópica (en el caso de bolas de billar). Ni los informes en
tercera persona son mejores que los de primera persona (describiendo o intentado
controlar nuestros pensamientos, imágenes y emociones). El valor de una
representación dada sólo puede ser evaluado a la luz de los propósitos para la que
es utilizada.673

671
S. Freud, Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse und Neue Folge, “24. Die gemeine Nervosität”,
Sta., I. En Freud hay dos lecturas que condicionan su interrelación con la ciencia. Así en Die Frage der
Laienanalyse censura las hipótesis químicas, así como las anatómicas, ajenas al sistema psicoanalítico, mientras
que en Hemmung, Symptom und Angst sostiene la posibilidad de abandonar un día el lenguaje metapsicológico
por uno de tipo fisicalista.
672
J. Brunner, Acts of Meaning, Harvard, 1991. “Dar sentido mediante la búsqueda de significado, opuesto a
buscar comprensión a través de información computable. Con este recurso hacia la tecnología computacional
hemos olvidado completamente cómo dar cuenta de cómo aprendemos y porqué. El procesamiento de
información olvida que aprendemos la importancia de una idea por su relevancia para nosotros como individuos,
que damos sentido buscando significado.”
673
M. Velmans, “How could conscious experiences affect brains?” op. cit.
Como señala Rosenfield la imagen propia, la conciencia de identidad sostiene

una determinada organización cerebral. Ésta, al verse alterada en pacientes con

múltiples personalidades, convierte en identidad cada una de las organizaciones

diversas que en el cerebro son posibles y altera las funciones que sostiene.674 Así

esta plasticidad en la organización conlleva una multiplicidad de auto-

representaciones. Incluso la propia relación con el placer y el dolor está unida a

una representación del yo. La reconceptualización del yo contribuiría a una

reorganización del cerebro, relacionando conciencia y cerebro. Recordar supone el

establecimiento de una relación con la imagen del yo de un sujeto. En la working

memory interactúan el medio, tal como es percibido por el organismo, las

respuestas somáticas relacionadas con dicha información y los depósitos de

memoria a largo plazo. Edelman se refiere a la conciencia primaria que poseerían

otros mamíferos, sin una relación directa con la experiencia subjetiva de un pasado

y un futuro.

En contraste, la conciencia de alto nivel supone el reconocimiento por parte de un


sujeto pensante de sus propios actos o afecciones. Incorpora un modelo de lo
personal y del pasado y el futuro, así como del presente. Muestra una apercepción
directa, la apercepción no inferencial o inmediata de episodios mentales sin
involucrar a los órganos sensoriales o receptores. Es lo que nosotros los humanos
poseemos aparte de la conciencia primaria. Somos conscientes de ser
conscientes.675

Es este carácter reflexivo de la conciencia, dicha auto-apercepción, la que

permite otro tipo de aprendizaje aparte de por ensayo y error, de un

condicionamiento ciego. Así, la superación del conductismo también supone una

reinterpretación antropológica. El carácter reflexivo de nuestra capacidad de


674
I. Rosenfield, The Strange, Familiar, and Forgotten: An Anatomy of Consciousness, Nueva York, 1992.
675
G.H. Edelman, op. cit., p. 112.
aprender676 permite un aprendizaje en el que se pueden deshacer

condicionamientos y automatismos. Un animal "no puede, en general, ser

consciente de aquel recuerdo o planificar un amplio futuro para sí basado en dicho

recuerdo.”677 Parece que los humanos poseemos, a parte de la capacidad común

con nuestros antepasados biológicos de ser condicionados, la capacidad de

representarnos dichos contextos, relaciones y eventos, y modificarlos mediantes

dichas representaciones.

Esa planificación basada en la memoria es la que recurre en el síntoma

analítico. La experiencia está planificada y dicho orden se le impone al propio

sujeto. Al ser capaz de ser consciente de los procesos y activaciones concurrentes,

puede actuar sobre ellos. Del mismo modo que en actividades cognitivas de alto

nivel automatizadas, como tocar el piano, el pianista requiere traer a la conciencia,

apercibirse, de una nota que automáticamente es tocada incorrectamente, para

proceder a almacenar la nueva serie y reproducirla en conjunción con su activación

motora. De hecho es común entre deportistas de élite que relaten su relación con

su raqueta u otro instrumento, como prolongación del propio cuerpo, y lleven a

cabo sus movimientos con ausencia de experiencia fenomenológica, de forma

automatizada.

Si las narrativas se alimentan de esa capacidad cognitiva superior propiamente

humana, y ésta tiene su fundamento en nuestra interacción con el medio, es decir,

en nuestro interfaz con él, el cuerpo, parece lógico que la recuperación y

tranformación de dichas narrativas consiga desentumecer, remodelar, nuestra

676
“Todos los mamíferos parecen tener la experiencia de dolor, rabia, miedo y otros muchos sentimientos brutos,
pero no parecen ser capaces de reflexionar sobre dichos sentimientos como hacemos nosotros,” J. Panksepp, op.
cit., p. 300.
677
G.H. Edelman, op. cit., p. 122.
propia imagen corporal, y en cierto sentido nuestra identidad. De ahí la relevancia

de la experiencia primera y singular de Freud al observar que los síntomas de

conversión que encontraba en las histéricas se producían en la imagen del cuerpo

que poseían mediada por sus conceptos y no propiamente como desórdenes

fisiológicos.

Para Wittgenstein pensamiento era sinónimo de pensamiento consciente. Es

en este sentido en que adoptaba un cartesianismo que identificaba mente y

conciencia, descartando otro tipo de procesamiento con ausencia de

representación consciente.

Como Freud antes que ellos, los científicos cognitivos rechazan la visión importada
de Descartes de que la mente y la conciencia sean la misma. El término
inconsciente cognitivo implica simplemente que mucho de lo que la mente hace
sucede fuera de la conciencia, mientras que el incosciente dinámico es un lugar
más oscuro, malévolo, donde los recuerdos cargados emocionalmente están
encargados de llevar a cabo el trabajo mental sucio. En alguna medida el
inconsciente dinámico puede ser concebido en términos de procesos cognitivos,
pero el término inconsciente cognitivo no implica estas operaciones dinámicas.678

Frente a las ciencias cognitivas clásicas basadas en propuestas funcionalistas,

en simulaciones que juegan el papel de teorías acerca del procesamiento de

información, la ciencia cognitiva que quiera precisar el contenido auténtico del

funcionamiento de cualquier organismo ha de partir de la propia consitución

biológica de dicho organismo. El hardware no es indiferente, sino que influye

decisivamente en los modos y posibilidades de procesamiento, de tal forma que un

modelo computacional difícilmente podría representar de forma adecuada el

funcionamiento de un organismo determinado biológicamente por la selección

678
J.E. Ledoux, op. cit., p. 29-30.
natural. En este sentido, esta nueva ciencia cognitiva rehace tres presupuestos

fundamentales de las ciencia cognitivas clásicas, aquéllos referidos a la posibilidad

de la inteligencia artificial, a la relación entre mente y cuerpo, y la necesaria

incorporación de un sistema nervioso totalmente implicado en el cerebro.


3.4. Computación, Emergencia e Incorporación

Los estudios en inteligencia artificial (IA) han utilizado programas en el sentido

de serie finita de instrucciones para replicar o simular tareas propias del

comportamiento humano. Si bien en su versión débil admiten que bastaría la

apariencia de inteligencia, de acuerdo con el test de Turing -es decir,

indiscernibilidad entre comportamiento automatizado y humano-, la versión fuerte

asume la posibilidad de recreación de la conciencia como modalidad de

procesamiento de datos. La versión fuerte se encuentra ligada al eliminismo que

despoja a la conciencia de contenido específico alguno y se compromete con la

metáfora computacional, de acuerdo con la que todos los posibles estados

cerebrales y, por extensión, los estados fenomenológicos, serían estados

computacionales. Estas teorías proceden del funcionalismo que prima la

implementación de la información al sustrato sobre el que se aplica. Modificaciones

adecuadas en el software permiten un procesamiento similar en niveles diversos.

Esta teoría, fruto de las ilusiones primeras depositadas en la revolución

cognitiva y la rápida evolución de ordenadores, acarreó una fe ciega en la metáfora

computacional y se extendió a dominios cercanos a la clínica. Así Colby, en los

años ochenta, se hacía valedor de dichas esperanzas.

Un terapeuta humano puede ser visto como un procesador de información y


tomador de decisiones dentro de una serie de reglas de decisión relativas a fines a
corto y largo plazo... Es guiado en estas decisiones por reglas empíricas someras
que le señalan lo que es apropiado decir y no decir en ciertos contextos. Incorporar
estos procesos, en el grado que los posee un terapeuta humano, en el programa
sería una empresa considerable pero intentamos movernos en dicha dirección.679

679
J. Weinzenbaum, Puissance de l'ordinateur et raison de l'homme, París, 1976, p. 181.
Barsalou ha señalado cómo la influencia de ciertas áreas de conocimiento

aliadas a la 'revolución cognitiva', como la estadística o la modelación por

ordenandor, han extendido ciertas ideas acerca de la modularidad y un tipo de

representación amodal que, mientras más se acercaba a ser descrito de una forma

detallada más se alejaba del modo en que se produce efectivamente la

categorización humana, de su validez ecológica.680

ELIZA, el programa desarrollado por Colby, conseguía pasar el test de Turing

haciéndose pasar por un psicoterapeuta al plantear básicamente preguntas al

supuesto paciente y actuar sobre ciertas pistas, independientemente de cualquier

computación del valor efectivo de las proposiciones. Así actuaba como si poseyese

inteligencia, de tal modo que un individuo pudiese atribuírsela. Se trataba de un

sistema formal que era capaz de aprovechar la posición no intrusiva del terapeuta

para remitirse a instrucciones simples y genéricas. Como buen ejemplar de las

ciencias cognitivas clásicas, se trataba de un programa de manejo de símbolos que

partía de una representación descoporeizada. PARRY, otro de los primeros

programas en pasar, o más bien cortocircuitar, el test de Turing, simulaba las

repuestas de un psicótico. De acuerdo con dicho test, un sujeto no habría de ser

capaz de distinguir entre las posibles respuestas recibidas por una máquina para

poderle atribuir inteligencia a ésta.681

Las insinuaciones de Colby acerca de la posibilidad de reemplazar al terapeuta

por un programa como ELIZA simplificaban la actividad clínica como actividad

680
“Debido a que los lenguajes representacionales amodales poseen mucho poder expresivo, porque pueden ser
formalizados y porque pueden ser implementados en hardware, capturando la imaginación de la comunidad de
ciencia cognitiva, se impuso sobre el pensamiento teórico y se volvió ampliamente practicada.” L.W. Barsalou,
“Situated Conceptualization”, op. cit., p. 15.
681
Cf. C. Wegman, Psychoanalysis and Cognitive Psychology: A formalization of Freud's theory, Nueva York,
1985. Wegman lleva igualmente a cabo el bosquejo de una simulación de un caso de Freud mediante
instrucciones basadas en scripts.
humana e inteligente, caricaturizada como simple algoritmo con el objetivo de hacer

hablar al sujeto, sin relación posible alguna con su narración, y supliendo la falta de

inteligencia real de dicho programa, incapaz, por otro lado, de 'entender' una sola

palabra de lo que le era confesado. El psicoanálisis supone, por su parte, la

interpretación del texto del analizante, supone retomar las palabras enunciadas y

resaltar ciertos aspectos de lo dicho por el paciente que quedan más allá de lo que

creyó decir. Ha de mostrar cómo la productividad lingüística supera su

identificación con su lenguaje. Ante este tipo de exigencia, los ordenadores

muestran su debilidad en tareas en contextos ricos, así como no formales pese a

su capacidad para trabajar en contextos bien definidos y determinados por reglas

como el ajedrez.

La transferencia, desde una perspectiva fenomenológica, era compatible con

los postulados de Colby. Sólo la asunción de una auténtica intersubjetividad da al

traste con cualquier opción reduccionista. El propio Colby ha llevado a cabo,

basándose en la terapia cognitiva, un programa para superar la depresión.682 Un

modelo de acción terapéutica artificial seguiría un protocolo como éste.

682
http://www.maiw.com/ Creo que resulta suficiente como ejemplo, aunque la verdad no sé si el programa se
encarga de simular al programa o al usuario. Según se anuncia en la página web de la empresa del propio Colby,
se recomienda imprimir las conversaciones y estudiarlas como si de una prueba de bachillerato se tratase:
“guarde sus impresiones y poseerá una obra de referencia completa sobre el tema de su depresión.” No sabemos
si esto más que ayudar al usuario, lo puede sumir más aún en un estado cataléptico. “Una simple pasada por la
lección no es suficiente para obtener benficios duraderos. Para absorber y solidificar el aprendizaje terapéutico,
utilice muchas veces el programa, repetir y ensayar dichas lecciones que se aplican particularmente a su propia
condición.” De tanto repetir puede que el sujeto acabe tan harto de su historia que deje atrás la depresión.
Programa Hablábamos de su depresión. ¿Qué más puede decirme?
Usuario Llevo ya seis meses abatido.
Programa Debe ser duro sentirse tan deprimido.
Usuario Lo es. Es como ahogarse en un pantano.
Programa ¿Qué es lo que le deprime en concreto?
Usuario Las mañanas. No consigo levantarme de la cama por las mañanas.
Programa Debe ser difícil levantarse cuando uno no tiene nada por qué luchar.
Usuario Justo. Odio la idea de tener que ir a trabajar.
Programa ¿Qué es lo que no le gusta de su trabajo en concreto?
Usuario Tengo un trabajo sin salida. No sé en qué dirección ir.
Programa ¿Qué le hace sentir que no puede hacer nada acerca de su
situación?
Usuario Es inútil intentar cambiar nada.
Programa Parte de su sentimiento de inutilidad viene de una concepción
incorrecta, viene de que no hay nada que usted pueda hacer por sí
mismo para mejorar su condición.

Esquema 3.1. Ejemplo del programa 'Overcoming Depression'

Éstos fueron alguno de los efectos perniciosos de la reducción de la

inteligencia a la simple computación de operaciones simbólicas propia de la

primera ola de las ciencias cognitivas. Las ciencias cognitivas incorporadas han

puesto límite a ésta concepción, mostrando que el procesamiento conlleva otros

factores como la emoción o procesos inconscientes que están íntimamente

conectados con el propio cuerpo, con actividades motoras y cinestéticas.683

La inteligencia artificial, al reducir la mente a un modelo de procesamiento, no

toma en consideración la emergencia biológica. En este sentido, el propio Piaget

fue igualmente presa del pensamiento fenomenológico que, desde Kant, embruja

nuestra filosofía de la mente. La inteligencia no puede ser ni un item aislado ni

directamente mensurable,684 ni una facultad estrictamente individual: se trata más


683
“A menos de que sea posible diseñar un ordenador que posea sentimientos, por ello, probablemente no sea
nunca posible diseñar un psicoterapeuta artificial que valga la pena. Y los sentimientos -...- son sinónimos con
conciencia. Esto comienza a sugerir que probablemente nunca sea posible diseñar un ordenador con mente,” M.
Solms y O. Turnbull, op. cit., p. 70. “Un ordenador sólo puede ser consciente si posee dicha capacidad de auto-
apercepción, fundada en el cuerpo visceral,” ibid., p. 77. Cf. A.R. Damasio, The Feeling of What Happens, op.
cit., p. 314.
684
S.J. Gould, La Falsa Medida del Hombre, Barcelona, 1981.
bien de una interacción del sujeto con su medio.685 Es esta concepción trasnochada

la que asemeja la existencia de un homúnculo detrás de un teatro cartesiano de

representaciones. Es en el sentido de emergencia como se puede entender la

conciencia y la diferencia cualitativa, no cuantitativa, determinada por el número de

procesos, la que marca la diferencia entre máquinas y cerebros.

Una de las lecciones que plantea el análisis de la transferencia a la ciencia

cognitiva es su rechazo de la emergencia de la conciencia como proceso

exclusivamente individual. La gestación de la conciencia humana es el resultado de

un proceso dialéctico que se establece entre el organismo y su medio,

especialmente sus cuidadores, y que incorpora a modo de respuestas patrones

neuronales de activación, que procuran cierta homeostasis a nivel conductual. Así

surgen interrogantes relativos a dicha ausencia. ¿Podemos trabajar sobre la

conciencia desde una perspectiva monádica?

La irrelevancia clínica de las ciencias cognitivas para el psicoanálisis se basa,

según Pulver, en el propio carácter necesario de la relación, mediada por la

transferencia, que recorre la clínica analítica. Desde una perspectiva que entiende

la mente como mecanismo formal y abstracto de manipulación de símbolos nos

parece plausible dicha conclusión.686 Sin embargo la inclusión del cuerpo y del

'embodiment' abre perspectivas en que la cognición puede ser abordada desde la

presencia como 'cognición motora'.687 Así, se destaca la ineficacia de una

inteligencia artificial simplemente semántica para dar cuenta de las implicaciones

de estados corporales, de respuestas emocionales que son reconocidas por otro

ser humano de forma empática. Las emociones se expresan en el cuerpo y es al


685
H. Gardner, Inteligencias Múltiples. La teoría en la práctica, Barcelona, 1995.
686
S.E. Pulver, “On the astonishing clinical irrelevance of neuroscience,” op. cit.
687
P. L. Jackson y J. Decety, “Motor cognition: a new paradigm to study self-other relations”, Current Opinion in
Neurobiology, 14, 2004, pp. 259-263.
monitorizar éste cómo sentimos una determinada emoción.688 No necesitamos sólo

una perspectiva sintáctica, insuficiente para representar la mente,689 ni siquiera de

un enfoque 'semántico', sino toda una pragmática, una prosodia cognitiva que

pueda dar cuenta del cuerpo como interfaz activo del cerebro mediante el cual éste

se adapta a su medio.

Dentro del sistema nervioso periférico los intestinos pueden producir

respuestas independientemente del propio cerebro, el llamado reflejo peristáltico,

una modalidad de respuesta autónoma que se produce incluso en ausencia de

participación del cerebro o de la columna. Su independencia del sistema nervioso

central lo caracteriza como sistema neuronal aparte, con células nerviosas que

poseen su propia inervación, produciendo su propios neurotransmisores y con

semejanzas tanto funcionales como estructurales con el cerebro: el sistema

nervioso entérico sería así un segundo cerebro.690

No muy lejana resulta la relación entre el neurodarwinismo y una teoría

conflictual, psicodinámica, de la mente. La ausencia de una coordinación superior

en forma de homúnculo no nos puede dejar otra visión de la actividad mental que

una de reunión de aspectos disjuntos, de integración débil. De hecho, en una

mente convergente, pero no perfectamente integrada, una propuesta como la de

Freud de diversas instancias compitiendo por prevalecer no resulta extraña. Así

mismo, en dicha articulación se encuentra ya la semilla de un procesamiento en

paralelo, pues ambas instancias actúan simultánemamente, “...una similitud

fundamental en sus modelos (psicoanálisis y ciencia cognitiva) es la postulación de

688
J. Rustin y C. Sekaer, “From the Neuroscience of Memory to Psychoanalytic Interaction: Clinical
Implications”, Psychoanalytic Psychology, 21(1), 2004, pp. 70-82.
689
J. Fodor, The Mind Doesn’t Work That Way, Cambridge, 2000.
690
M.D. Gershon, The Second Brain, Nueva York, 1998.
múltiples unidades de procesamiento independiente que se combinan, oponen y

colaboran para producir decisiones psicológicas, algunas de ellas conscientes y

otras inconscientes.”691

El nivel de análisis de los sucesos macro descritos por el psicoanálisis puede

sacar provecho de la biología, reduciendo la dicotomía entre gen y

comportamiento. Frente a la añeja distinción entre enfermedades orgánicas y

funcionales, Eric Kandel señala la relación indisociable entre ambos sistemas: “No

puede haber cambios en el comportamiento que no se reflejen en el sistema

nervioso ni cambios persistentes en el sistema nervioso que no se reflejen en

cambios estructurales en algún nivel de resolución.”692 La idea de emergencia sería

contraria a cualquier programa reduccionista que intentase descomponer efectos

en simple sumatoria de causas en un mismo plano.

Las teorías emergentistas tratan de explicar la superveniencia de la conciencia

como propiedad de sistemas de procesamiento inferior y sirven, de este modo, de

explicación de algunas de las dificultades de la inteligencia artificial. ¿Cómo se

producen ciertas propiedades que se sitúan en una ontología diferente a los

procesos de los cuales proceden? Diversos procesos en paralelo producen una

propiedad que se sitúa a un nivel ontológico diverso. Por otro lado se sitúa el

emergentismo epistemológico.

Una propiedad de un objeto o sistema es epistemológicamente emergente si dicha


propiedad es reducible o determinada por las propiedades intrínsecas de los
últimos constituyentes del objeto o sistema, mientras, al mismo tiempo, nos es muy
difícil explicar, predecir o derivar la propiedad sobre la base de los últimos

691
D. Westen, “The scientific legacy of Freud: Toward a psychodynamically informed psychological science,”
Psychological Bulletin, 124(3), 1998, p. 345.
692
E.R. Kandel, “A new intellectual framework for psychiatry”, American Journal of Psychiatry, 155(4), 1998 p.
464.
constituyentes.[...] Las propiedades emergentes ontológicamente no son ni
reducibles ni están determinadas por propiedades más básicas.693

Así, el emergentismo ontológico poseería un carácter más fuerte que el

epistemológico como propiedades de sistemas dinámicos. Por su parte, el

conexionismo, como modelo de funcionamiento cerebral, con características

análogas a la teoría del caos y a los estudios de sistemas dinámicos no-lineares

complejos,694 trata igualmente al cerebro como un sistema dinámico, de forma que

la coherencia del sistema, en el sentido de las diversas relaciones entre

singularidades, produce procesos sinérgicos globales. La red siempre intenta

alcanzar un nivel homeostático que implique una cantidad mínima de energía.

Cualquier intromisión supone un desorden que es regulado en una nueva

configuración manteniendo un nivel energético mínimo.695

Cambios ligeros producen efectos reverberantes en el sistema y, a su vez,

cambios estructurales, una reorganización de sistemas sin clara demarcación entre

las clásicas causas y efectos de sistemas cerrados, fenomenológicamente

identificables como situaciones de sorpresa en la sesión. Dichos cambios se

producen en la situación psicoanalítica,696 'en el borde del caos', bajo la

incertidumbre propia de la libre asociación, que permitiría que se genere una nueva

estructura sin fin determinado que emerge en función de aspectos diversos e

inconexos.

693
M. Silberstein y J. McGeever, “The Search for Ontological Emergence”, Philosophical Quarterly, 49 (195),
1999, 186.
694
Ibid., p. 190.
695
R. Hoffman, “What neural network studies suggest regarding the boundary betwen conscious and unconscious
mental processes”, D.J. Stein (ed.), Cognitive Science and the Unconscious, op. cit.
696
R.M. Galatzer-Levy, “Emergence”, Psychoanalytic Inquiry 22(5), 2002. Cf. S. Palombo, The Emergent Ego,
Madison, 1999.
Un modelo dinámico muestra cómo las singularidades cambian la dirección

global de sistemas caóticos, sensibles a pequeñas perturbaciones. Las respuestas

cardíacas en una sesión de psicoterapia dan lugar a correlaciones caóticas, no

lineares, relativas a sucesos psicológicos importantes acaecidos.697 La función de la

transferencia sería añadir complejidad, frente a la repetición o asimilación

piagetiana. La mera repetición de patrones adquiridos sigue un modelo fractal con

atractores que describen el comportamiento a largo plazo. Así, “la relación analítica

es un fractal de la dinámica general de un paciente; la transferencia es un fractal

de ésta, y así sucesivamente. Y sostenemos que lo que sucede en el análisis lleva

a cambios generales en la forma de vida del paciente.”698 La psicopatología vendría

asociada a la existencia de un bucle, bien de estados caóticos o excesivamente

regulares, más que a un equilibrio dinámico y complejo.699 Precisamente el bucle

viene definido bajo las coordenadas de un sistema aislado, auto-generado, frente a

la relación con otros sistemas que permiten una regulación más flexible y rica, y el

surgimiento de nuevos patrones siguiendo fluctuaciones en la estabilidad del

sistema que estaría relacionado con las modalidades de autoregulación.700 La

transferencia produciría una reconstrucción en una modalidad diádica mediante

una dinámica de rupturas y acercamientos cada vez más sutiles, consiguiendo un

cambio en los esquemas emocionales. Se obtendría así una mayor integración y

complejidad de los sistemas al igual que mayor flexibilidad, la complejidad

697
D.J. Redington y S.P. Reidbord, “Chaotic dynamics in autonomic nervous system activity of patient during a
psychotherapy session”, op. cit.
698
S. Seligsman, “Dynamic Systems Theories as a Metaframework for Psychoanalysis”, op. cit., p. 310.
699
B. Priel y G. Schreiber, “On psychoanalysis and non-linear dynamics: The paradigm of bifurcation”, British
Journal of Medical Psychology, 67, 1994, pp. 209-218. “En resumen, las transferencias podrían ser consideradas
“transiciones de 'cíclos límite' hacia atractores extraños [caóticos] mediante bifurcación...” ibid., p. 214
700
B. Fajardo, “Breaks in consciousness in the psychoanalytic process: A dynamic systems approach to change
and a bride to Edelman's mind/brain model”, op. cit. “La acción terapéutica de las intervenciones psicoanalíticas
se basan pues en la coordinación de los procedimientos regulatorios del analista con los del paciente,” M.L.
Miller, “Dynamic Systems and the Therapeutic Action of the Analyst: II. Clinical Application and Illustrations”,
op. cit., p. 68.
conllevaría flexibilidad y estabilidad.701 Esta integración ocurre mediada por la

apertura de sistemas inflexibles, cerrados, hacia otros más abiertos, en que los

componentes del sistema, analista y analizante, se modifican.

Desde una perspectiva de dinámica de sistemas, la finalidad del tratamiento


psicoanalítico es transformar sistemas rígidamente ordenados y cerrados en
estados más abiertos y adaptativos. El tratamiento intenta alterar la organización
del sistema para incrementar el flujo de energía e información entre el sistema y su
medio, de tal modo que el sistema pueda evolucionar hacia una complejidad en
aumento y una adecuación adaptativa. El proceso de cambio se centra en
desestabilizar o desaprender las conexiones entre los elementos que forman un
sistema rígidamente ordenado.702

De acuerdo con el emergentismo no habría ninguna justificación para la

asunción ampliamente sostenida de que la física fundamental posee prioridad

ontológica y epistemológica sobre las llamadas ciencias especiales. “Por ello sea

quizás necesario buscar explicaciones no reductivas (explicaciones que no se

basen en leyes inferiores o constituyentes más fundamentales) de algunos

fenómenos, no simplemente debido a la ignorancia, sino porque los fenómenos en

cuestión son ontológicamente verdaderamente emergentes.”703

El aprendizaje de una máquina también difiere del humano en cuanto aquella

no es un sistema abierto que interactúe con su medio; en especial su carácter

701
D.J. Siegel, “Towards and interpersonal neurobiology of the developing mind: Attachmente relationships,
“mindsight,” and neural integration”, Infant Mental Health Journal, 22(1-2), 2001, pp. 67-94.
702
M. L. Miller, “Chaos, Complexity, and Psychoanalysis”, Psychoananlytic Psychology, 16(3), 1999, pp. 372-
373. Cf. G. Globus y J.P. Arpaia, “Psychiatry and the new dynamics”, Biological Psychiatry, 35, 1993, pp. 352-
364. R. Robertson y A. Combs (eds.), Chaos theory in psychology and the life sciences, Nueva Jersey, 1995. Cf.
F. Orsucci, “Morfogenesi e complessità. Verso la formazione di paradigmi generali in psicoanalisi”, Psiche, 5,
1997, pp. 107-22. “La teoría de sistemas dinámicos se centra en cómo la creación, mantenimiento y
transformación de los estados de un sistema hace más que dirigir la atención del analista a los estados afectivos y
fisiológicos del paciente como foco primario del tratamiento. También especifica que es en la coordinación de
estos estados con los del analista cómo se forma la relación entre el paciente y el analista, M.L. Miller, “Dynamic
Systems and the Therapeutic Action of the Analyst: II. Clinical Application and Illustrations”, op. cit., p. 68.
703
M. Silberstein y J. McGeever, “The Search for Ontological Emergence”, op. cit., p. 199. “La emergencia
ontológica supone un monismo sin reduccionismo,” ibid., p. 200.
descorporeizado impide tal circunstancia. Si tal es el caso en los procesadores

sintéticos, ¿no lo será igualmente en los de tipo orgánico? Es decir ¿no supondrá el

cuerpo un aspecto propio de la cognición humana? La crítica al modelo clásico de

las ciencias cognitivas, basado en la metáfora computacional, proviene

precisamente de una nueva comprensión de las relaciones entre cuerpo y mente

que desplaza cualquier analogía con el hardware y software precisamente en su

emboîtement, en su inseparabilidad: "el reultado del trabajo de treinta años... [es]

brillantemente correcto en parte, pero en general un fracaso... El estudio de

cerebros reales y computadores reales interactuando con el mundo... es el futuro

de la ciencia cognitiva."704 Dicho fracaso apunta hacia una reconsideración de una

ciencia cognitiva incorporada que incluya la aportación del cuerpo al desarrollo de

la conciencia y a su integración en el mundo exterior; el paso de una mente

cartesiana descarnada a una conciencia que se desarrolla como función corporal

integrada, incoporada, dinámica. “En contraste, en la visión dinámica de la

cognición las representaciones ya no son estructuras estáticas que no poseen

relación con el hardware del cerebro. Por el contrario, son definidas por la

evolución de patrones que emergen de un substrato de hardware subyacente y que

son detectadas en la geometría del tiempo.”705

Una de las primeras lecciones que se ha extraído de los estudios de

inteligencia artificial es la relación entre inteligencia e incorporación. El test de

Turing suponía un computador que se comunicaba desde otra habitación con una

persona mediante un teletipo, de tal modo que el sujeto no pudiese observar que

las respuestas provenían de una masa de circuitos. Dicho test sería, en todo caso,
704
H.R. Pagels, The Dreams of Reason: The Computer and the Rise of the Sciences of Complexity, Nueva York,
1988, pp. 190-1.
705
R.M. French y E.Thomas, “The dynamical hypothesis in cognitive science: A review essay of Mind as
Motion”, Minds and Machines, 11(1), 2001, p. 103.
una medida comportamental, en el sentido que señala Searle con su ejemplo de la

habitación china.706 A un input x se responde con un output y, a un idiograma x se

responde con otro y. Precisamente la debilidad de este concepto de manipulación

de símbolos es que no se deshace del conductismo estímulo-respuesta, frente al

cual se posicionaba la ciencia cognitiva. El procesador no piensa, sólo sabe dar

respuestas adecuadas a los estímulos dados, pero no es capaz de producir

respuestas en un sentido creativo.

Si bien en un primer momento la ciencia cognitiva mantendría la clásica

división cartesiana, asimilando la mente a un proceso sometido a leyes similares a

las de un procesador del tipo de von Neumann, los desarrollos más recientes

tienden a desechar el dualismo cartesiano por una mente incorporada que, como

tal, sería una extensión, si bien privilegiada, del cuerpo, de su movimiento y su

procesamiento primario en forma de emoción.707 Así se sostiene, junto con la

incorporación, la intersubjetividad:

El grado en que una persona puede llegar a experimentar los afectos como mente
(es decir, como sentimientos) en lugar de únicamente como cuerpo, dependerá
[por tanto] de la presencia de un contexto intersubjetivo facilitador.708

Esta división de relaciones entre sistemas podría proponerse como niveles de

procesamiento más o menos consciente. Mientras los procesos mentales actuarían

706
J.R. Searle, “Minds, brains and programs”, Behavioral and Brain Sciences, 3, 1980, pp. 417-424.
707
La propia etimología de emoción relativa al latín emotionem vendría de motionem y motum que denota
movimiento y el prefijo e que supuestamente añade fuerza a la acción.
708
R.D. Stolorow y G.E. Atwood, Los Contextos del Ser, Barcelona, 2004, p. 85. “Cuando la persona puede
anticipar qué sentimientos más elaborados simbólicamente van a ser ignorados o rechazados, o que dañarán el
vínculo con el otro, de manera que se producirá una repetición de aquella falta de sintonía que se había dado en
la niñez, esta persona se repliega entonces hacia formas más arcaicas, exclusivamente somáticas, de la
experiencia y de la expresión de la misma (...),” ibid., p. 86. Es el miedo a la falta de 'sintonía afectiva' lo que
produce los bloqueos en el analizante frente al analista teñidas por su experiencia previa, en especial con sus
cuidadores. Y dan una respuesta a las opciones filosóficas de relación entre mente y cuerpo correspondiendo a
diversas formas de experimentarla de acuerdo con cierto pasado.
a niveles simbólicos otros procesos se llevarían a cabo de modo automático,

subsimbólicamente, desde la información que el ARN lleva a la célula, hasta las

respuestas del sistema nervioso ante determinados estímulos. Un modelo basado

en la división entre mente y cuerpo podría ser reemplazado por uno similar al de la

primera tópica freudiana, fundamentado sobre niveles de activación, distinguiendo

grados dentro de un mismo proceso, antes que instancias.709 Frente al dualismo o

'instancialismo' nos situaríamos en un monismo jerárquico. La conciencia sería un

mecanismo de acceso a diversos niveles de procesamiento con apercepción

subjetiva, un medio de acceso global.

Existe evidencia firme de que cualquier neurona individual o cualquier población de


neuronas puede llegar a ser controlada voluntariamente dando un feedback
consciente a sus ritmos de disparo neuronal. Un pequeño electrodo en la base del
pulgar puede activar una unidad motora individual, una fibra muscular controlada
por una neurona motora proveniente de la columna vertebral, y una fibra sensorial
volviendo a ésta. Cuando la señal de la fibra muscular es amplificada y repetida
como un clic en un altavoz, el sujeto puede aprender a controlar su unidad motora
individual -una entre millones- en unos diez minutos. ¡Algunos sujetos han
aprendido a tocar redobles de batería después de treinta minutos practicando! Sin
embargo si la señal de biofeedback no es consciente, el aprendizaje no se
produce. El feedback subliminal, la distracción de la señal de feedback, o feedback
mediante un estímulo de habituación, todos estos casos pueden evitar que se
adquiera dicho control. Ya que este tipo de aprendizaje sólo funciona para señales
de biofeedback conscientes, se sugiere de nuevo que la conciencia crea un acceso
global a todas las partes del sistema nervioso.710

709
Una formulación similar desde las ciencias cognitivas lo podemos encontrar en Max Velmans. “Esto es, somos
tanto procesos preconscientes generadores como los resultados conscientes. Visto desde una perspetiva de
tercera persona, nuestros propios procesos mentales preconscientes aparecen como actividades neuroquímicas y
sus actividades físicas asociadas. Visto introspectivamente, desde una perspectiva de primera persona, nuestra
mente preconsciente aparece como un espacio personal, pero 'vacío', del cual pensamientos, imágenes y
sentimientos surgen espontánemanete. Nosotros somos tanto una cosa como la otra y ello requiere un cambio en
nuestro 'centro de gravedad' intuido a uno donde nuestro yo experiencial se vuelva la 'punta' visible de nuestro
propia mente preconsciente inserta (embedding),”M. Velmans, “How could conscious experiences affect brains?”
op. cit.
710
B.J. Baars y K. McGovern, “Cognitive views of consciousness: What are the facts? How can we explain them?” M.
Velmans (ed.) The Science of Consciousness: Psychological, Neuropsychological, and Clinical Reviews, Londres,
1996, p. 75.
El problema de la conciencia puede resultar iluminado por el estudio del

inconsciente como supuesto complementario. La transferencia se sitúa

precisamente en la intersección donde la máxima de Freud de hacer consciente lo

inconsciente obtiene su más clara significación. La transferencia como contexto

intersubjetivo de aprendizaje permite una recuperación consciente de ciertos

patrones y respuestas automáticas. Así, la conciencia se opone al automatismo

como presupuesto del inconsciente; de ahí que se acentúe como fin de la terapia

volver consciente, en el sentido de controlado por el sujeto. Esta conciencia habría

de pasar por un aprendizaje como el que supone la terapia.

Ninguna pastilla me puede ayudar con el problema de no querer tomar más


pastillas; del mismo modo, ninguna cantidad de psicoterapia solo puede prevenir
mis manías y depresiones. Necesito ambas. Es extraño deberle la vida a las
pastillas, a las propias rarezas y tenacidades propias, y a esta única, extraña y, en
último término profunda relación llamada psicoterapia.711

De ahí la necesidad aún de una 'psicología de lo profundo' con bases

empíricas, que no sólo trabaje como clínica sino que pueda ser informada por

áreas de investigación anejas. Hablando de las perspectivas de una medicina

informada biológicamente, Antonio Damasio recupera la reivindicación del aspecto

conflictivo, desconcentrado de la enfermedad, frente a terapias más puntuales.

En tercer lugar, y quizás la razón más importante de todas: si la solución que se


propone para el sufrimiento individual y social elude las causas del conflicto
individual y social, no es probable que funcione durante mucho tiempo. Puede
tratar un síntoma, pero no hace nada a las raíces de la enfermedad.712

711
Cit. E.R. Kandel, “Biology and the future of psychoanalysis: A new intellectual framework for psychiatry
revisited,” American Journal of Psychiatry 156(4), 1999, p. 521.
712
A.R. Damasio, op. cit., p. 244.
Los estudios de 'miembros fantasmas' (phantom limbs) de Ramachandran

muestran pacientes con dolores en brazos o piernas que han perdido o les han

sido amputados. Mediante un dispositivo de espejos que permitía la simulación del

movimiento del miembro perdido mostrando un reflejo del movimiento del miembro

no amputado, el sujeto observaba el movimiento de su brazo sano. Al mover

ambos brazos de forma simétrica desaparece el dolor fantasma. Se trata de una

demostración más de la idea freudiana de cómo nuestra 'concepción' del cuerpo

influye en la capacidad de sentir, como ocurre en los síntomas de conversión

histéricos.

El cuerpo ha de ser entendido como soporte material de la mente en tanto

implicada en el medio en el que se produce. Una posible mente descorporeizada

no poseería las mismas características que la mente tal como la conocemos. Ésta

se desarrolla en estrecha relación, imbricada corporalmente, en el medio.

La distinción entre enfermedades “del cerebro” y “de la mente”, entre problemas


“neurológicos” y problemas “psicológicos” o “psiquiátricos”, es una desafortunada
herencia cultural que impregna nuestra sociedad y nuestra medicina. Refleja una
ignorancia básica de la relación entre cerebro y mente. Las enfermedades del
cerebro se consideran como tragedias inflingidas a personas a las que no se puede
culpar por su condición, mientras que las enfermedades mentales, especialmente
las que afectan a la conducta y a la emoción, se ven como inconveniencias
sociales de las que los que las sufren tienen que responder en gran medida. Los
individuos tienen la culpa de sus fallos de carácter, su modulación emocional
defectuosa, etcétera; se supone que el principal problema es la fuerza de
voluntad).713

713
Ibid., p. 52. “No es sólo la separación entre mente y cerebro la que es mítica: la separación entre mente y
cuerpo es, probablemente, igual de ficticia. La mente forma parte del cuerpo tanto como el cerebro,” p. 117.
“Este es el error de Descartes: la separación abismal entre el cuerpo y la mente, entre el material del que está
hecho el cuerpo, medible, dimensionado, operado mecánicamente, infinitamente divisible, por un lado, y la
esencia de la mente, que no se puede medir, no tiene dimensiones, es aimétrica, no divisible; la sugerencia de que
el razonamiento, y el juicio moral, y el sufrimiento que proviene del dolor físico o de la conmoción emocional
pueden existir separados del cuerpo. Más específicamente: que las operaciones más refinadas de la mente está
separadas de la estructura y funcionamiento de un organismo biológico,” op. cit., p. 230. Damasio señala cómo
esta forma de pensar se encuentra en cierta forma presente en las teorías computacionales de la mente que sólo se
atienen al simple procesamiento de símbolos sin contenido biológico alguno.
Pese a la ilusión farmacológica, las teorías químicas del funcionamiento del

cerebro, que identifican a la enfermedad mental como desequilibrio a nivel cerebral,

no han servido para conocer el origen de los desórdenes mentales, ni siquiera de

cómo funcionan exactamente dichas drogas. Un ejemplo es la 'teoría dopamínica

de la esquizofrenia' que relaciona dicha enfermedad con la segregación de dicho

neurotransmisor. Así se sitúa en contra de la idea de que la enfermedad mental

sea una enfermedad física, haciendo abstracción de la importancia de factores

psicosociales. “La aserción de que los desórdenes mentales son enfermedades

físicas implica mucho más de lo que puede ser justificado.”714 Frente al estigma de

enfermedad mental se intenta así reducirla a un tipo de enfermedad orgánica

genérica. Por otro lado, los intereses en la idea orgánica de enfermedad mental se

extienden a la industria farmacéutica, a las agencias sanitarias y al propio colectivo

psiquíatrico. Dicha hipótesis, según Valenstein, consigue dar visos de aceptabilidad

a la propia profesión psiquiátrica y produce un movimiento de sinergia con la

industria farmacéutica. Por otro lado, poseería ventajas socio-políticas, pues el

tratamiento farmacológico resulta más económico que el trabajo intenso

terapéutico, que puede, no obstante, en muchos casos, ser más efectivo y

duradero que la terapia farmacológica.

Más aún, los desórdenes mentales no son entidades simples homogéneas.


Involucran un deterioro del lenguaje, la percepción, la memoria, motivación,
emociones y mucho más. La creencia de que los estados cognitivos y emocionales
complejos que subyacen a cualquier desorden mental están regulados por un solo
subtipo de receptor neurotransmisor probablemente no sea más válida que la idea
mantenida antes por los frenólogos, que creían que los atributos mentales
complejos podían ser localizados en una parte específica del cerebro. Más aún, al
igual que con cualquier sistema complejo, altamente integrado, el cambio de un

714
E. Valenstein, Blaming the Brain. The truth about drugs and mental health, Nueva York, 1997, p. 225.
componente posee efectos que inevitablemente se expanden por todo el
sistema.715

La difícil línea divisoria entre mente y cerebro es establecida por los estudios

de casos de transtornos orgánicos que aparecen como instancias comunes de

desórdenes psicodinámicos habituales. Es decir, las lesiones cerebrales obedecen

a una fenomenología similar a la de los trastornos psicológicos sin sustrato

orgánico.716 Si se puede tratar a pacientes con lesiones cerebrales mediante la

psicología no menos se podría decir de desequilibrios al nivel de

neurotransmisores. Tras el estudio de diversos casos de pacientes con lesiones

cerebrales, Solms concluye que “...si es verdad que la naturaleza esencial y el

mecanismo causal de un síntoma psicológico puede ser sólo revelado por medios

psicológicos en casos donde ha habido daño físico reciente en una parte específica

del cerebro, entonces cuanto más debe ser el caso si el correlato físico (o incluso el

factor etiológico) es un desequilibrio neuroquímico, que puede no haber existido

durante el resto de la vida del paciente.”717 Los síntomas mentales de un paciente

con lesión cerebral sólo pueden ser comprendidos de forma psicológica. Así surge

la necesidad de construir un auténtico modelo “biopsicosocial” de la enfermedad

mental que incluya las diferentes interacciones entre organismo, medio y mente.

715
Ibid., p. 226. “Cuando comencé este proyecto planeaba describir los cambios que han tenido lugar en el modo
en que la gente piensa sobre los desórdenes mentales y cuál es la mejor forma de tratarlos, así como los factores
responsables en ocasionar los cambios. En el camino me he convencido de que es tan importante evaluar la
evidencia y los argumentos que defienden la teoría hoy prevaleciente de que los desórdenes mentales son
causados por errores químicos que son corregidos por drogas. He concluído que esta teoría, que guía buena parte
de la práctica clínica y nuestros esfuerzos en investigaciçon, no posee base evindencial y que podía
perfectamente ser incorrecta. No obstante por razones que tienen poco que ver con la ciencia, la teoría es seguida
implacablemente en un sendero lleno de peligros. Es como un barco sin guía en la navegación impulsado por un
poderoso motor a través de un mar con muchos arrecifes no descubiertos,” ibid., p. 241.
716
L.M. Miller, Neuropsychodynamic Foundations of Psychoanalysis, op. cit.
717
M. Solms, “Is the brain more real than the mind?” Psychoanalytic Psychotherapy, 9(2), 1995, p. 119.
3.5. Otras mentes: Interacción e Iteración

El solipsismo metodológico ha sido una estrategia filosófica utilizada, en

oposición al naturalismo, para señalar la imposibilidad de trazar una relación entre

propiedades semánticas y mundo exterior. Así, el solipsismo supondría que la

existencia de un estado psicológico sólo implica la existencia del sujeto de dicho

estado y estaría estrechamente relacionado con una concepción descorporeizada

como la cartesiana.718 De acuerdo con las concepciones que destacan el carácter

incorporado de la cognición, así como el emergentismo de la conciencia, el ser

humano estaría predispuesto intersubjetivamente, la comunicación no sería

monadológica, como suponía Locke, los sujetos se encontrarían

'intersubjetivamente abiertos'. No muy lejos de dicha formulación entendemos la

idea de Thompson: “... la apercepción de uno mismo como individuo incorporado,

inserto en el mundo, depende de la empatía, en particular la aprehensión empática

de la aprehensión empática del Otro sobre uno mismo.”719

Bickhard720en sus estudios sobre emergencia y conciencia ha señalado, frente

a los enfoques representacionales, la importancia de la interacción como generador

de signos necesarios para el mantenimiento de un sistema abierto dinámico como

es el hombre en relación con su medio, bajo el principio de incertidumbre. Así,

surgen lo que denominamos emociones como adaptaciones a dicho medio. A su

vez, dicha interacción viene dada por la existencia de ejemplares previos de


718
J.A. Fodor, “Methodological Solipsism Considered as a Research Strategy in Cognitive Psychology”,
Behavioral and Brain Sciences, 3, 1980, pp. 63-73. “Mi idea, entonces, por supuesto no es que el solipsismo sea
cierto; es simplemente que verdad, referencia y el resto de nociones semánticas no son categorías psicológicas.
Lo que son es modos de Dasein,” p. 253. Fodor relaciona el solipsismo con un postulado de formalidad que
iguala procesos mentales y teoría computacional. Para una perspectiva diferente cf. H. Putnam, “The meaning of
meaning”, K. Gunderson (ed.), Language, Mind and Knowledge, Minneapolis, 1975.
719
E. Thompson, “Empathy and Consciousness”, op. cit., p. 14.
720
M.H. Bickhard, “Motivation and Emotion: An Interactive Process Model”, R. D. Ellis y N. Newton (eds.) The
Caldron of Consciousness, Amsterdam, 2000. Cf. M.H. Bickhard, “Representational Content in Humans and
Machines”, Journal of Experimental and Theoretical Artificial Intelligence, 5, 1993, pp. 285-333. M.H.
Bickhard, “Interaction and Representation”, Theory & Psychology, 9(4), 1999, pp. 435-459.
interacción, es decir, por su iteración. Frente a las teorías que acentúan la

codificación de las representaciones almacenadas, Bickhard hace hincapié en la

modalidad de la interacción. El organismo se muestra así completamente

involucrado en su medio. Tanto las representaciones como los estados

motivacionales o emocionales son todos fruto del proceso interactivo. El hombre

como organismo requiere aportes de su medio externo para mantenerse fuera de

equilibrio. Se trata de un sistema auto-mantenedor recursivo, capaz de adaptarse a

los cambios en el medio.

Frente a la hipótesis solipsista, la conciencia sería el producto de una

interacción y contendría los patrones de ésta que lo conforman como individuo. “La

conciencia es un producto de esa parte del cerebro que se encarga de las

relaciones humanas y es una propiedad de un cerebro que está y ha estado en

comunicación con otros cerebros.”721 En un modelo tal, el núcleo del yo (self)

vendría conformado por mecanismos de regulación de sentimientos que se

incorporan fisiológicamente, mediante la activación de hormonas. Se trataría del

primer tipo de comunicación que se produce entre el recién nacido y la madre, con

efectos estructurales.

Al igual que ha sucedido en la transición del magnetismo al psicoanálisis,

Bickhard sostiene que la historia de la ciencia conlleva un paso de una ontología

basada en substancias, como el fluido mesmérico, o el inconsciente, a una

contenida en procesos, de los cuales han emergido propiedades no contenidas en

dichos procesos.722

721
A.N. Schore, op. cit., p. 494.
722
“... las substancias y estructuras compuestas de substancias son inherentemente estables. Cambian si algo las
hace cambiar, no de otro modo. Si intentamos modelar la psicopatología y usamos un sistema basado en
substancias/estructuras modelaremos de modo inherente los fenómenos patológicos como estables. Deasprender
o cambiar dichas estructuras requerirá de una intervención específica. Pero si la mente es un proceso
intrísecamente auto-organizador, entonces la profunda problemática de la psicopatología es precisamente lo que
Clásicamente se suponen dos tipos generales de teorías a la hora de adscribir

significado a la acción de otro. El problema de las otras mentes es explicado

mediante la 'teoría de teorías' (TT), según la cual poseemos cierta teoría acerca del

comportamiento humano y la aplicamos a las observaciones que realizamos de

otro. Por otro lado la 'teoría simulatoria' (TS) sostiene que entendemos al otro por

la simple capacidad de simular su acción y comprender su comportamiento.

Mientras que la TT se basa en una acepción de la interrelación fundada en una

representación simbólica, de tipo más abstracto y teórico, la TS sostiene el carácter

incorporado de la interacción que conlleva una replicación de la actividad del otro,

nuestra personificación de su situación. La empatía como modo de entender al

otro, no sólo de adscribirle sentido, sino de identificarnos con él, estaría del lado de

la TS.723 Ésta parece poseer una validez ecológica superior a la TT, al reconocer la

imitación como mecanismo fundamental no sólo del aprendizaje social, sino de

nuestra teoría acerca de los otros, de sus estados físicos y, mediante éstos, de sus

estados mentales, así como de sus sensaciones. Nuestra relación no sería con

'otras mentes', sino con 'otros cuerpos' que poseen formas semejantes de reflejar

sus contenidos mentales en estados corporales reconocibles a modo de

respuestas inmediatas.

Las investigaciones de Vittorio Gallese, Giaccomo Rizzolatti y sus

colaboradores de la Universidad de Parma abren nuevas perspectivas en la

atribución de significado a la acción de otros y a su carácter simulado. Cuando

se mantiene estable. ¿Porqué no desaprendemos “simplemente” dichas patologías? Un modelo basado en


substancias entonces, incluso como heurística, deja las cuestiones más básicas sobre estabilidad y cambio más
allá de examen: la estabilidad se presupone y por ello no es un fenómeno que requiera explicación,” M.H.
Bickhard, “Interactivism: A Manifesto,” http://www.lehigh.edu/~mhb0/InteractivismManifesto.pdf
723
V. Gallese y A. Goldman, “Mirror neurons and the simulation theory of mind-reading”, Trends in
Cognitive Sciences, 2, 1998, pp. 493–501. A. Goldman, “Empathy, mind, and morals”, M. Davies y T. Stone,
Folk Psychology. The Theory of Mind Debate, Oxford, 1995.
observamos otro sujeto llevando a cabo ciertas rutinas motoras, en concreto

aquellas relacionadas con la aprehensión de un objeto, se activan las áreas

cerebrales correspondientes a la propia acción motora, como si el propio

observador estuviese llevando a cabo la acción, son las denominadas 'neuronas

espejo'.724 Estos autores tratan de reformular bajo una perspectiva post-solipsista el

problema de las otras mentes y de la psicología social afirmando la 'incorporación'

de la mente y su relación en un campo pericorporal, cercana a la fenomenología

desarrollada por Merleau-Ponty y a su noción de 'quiasmo', donde el cuerpo se

inserta en el mundo en relación con los otros.

No estamos alienados de las acciones, emociones y sensaciones de otros, porque


poseemos una perspectiva mucho más rica y matizada afectivamente de aquello
que hacen otros individuos, experimentan y sienten. Lo que hace ésto posible es el
hecho de que poseemos esas mismas acciones, emociones y sensaciones.725

La interacción estaría basada en nuestra capacidad de replicar determinadas

acciones con idénticos fines, de poder entenderla. De este modo la experiencia en

primera y en tercera persona se correlacionan en acción y simulación, en la

imitación de patrones que produce tanto la observación de acciones como de

emociones. Si bien sólo podemos reconocer en el otro las emociones que podemos

poseer privadamente, en los casos de lesiones de áreas cerebrales relacionadas

con éstas, no sólo el sujeto no es capaz de obtener una experiencia subjetiva, sino

tampoco puede observar dicha reacción en el otro: “...la emoción del otro es

constitutida y entendida por medio de una simulación incorporada que produce un


724
Los artículos pioneros fueron V. Gallese, L. Fadiga, L. Fogassi y G. Rizzolatti, “Action recognition in the
premotor cortex”, Brain, 119, 1996, pp. 593-609. G. Rizzolatti, L. Fadiga, V. Gallese y L. Fogassi, “Premotor
cortex and the recognition of motor actions”, Cognitive Brain Research, 3, 1996, pp. 131-141. G. Rizzolatti, L.
Fadiga, M. Matelli, V. Bettinardi, E. Paulesu, D. Perani y G. Fazio “ Localization of grasp representations in
humans by PET: 1. Observation versus execution”, Experimental Brain Research, 111, 1996, pp. 246-252.
725
V. Gallesse, “Embodied Simulation: From Neurons to Phenomenal Experience” (en prensa).
estado corporal compartido. Es el estado corporal compartido por el observador y el

observado lo que habilita la comprensión directa.”726 Se trata de lo que ha sido

denominado 'resonancia immediata', “...el mecanismo fundamental que nos permite

una aprehensión experimental directa de la mente de los otros no es el

razonamiento conceptual, sino una simulación directa de los eventos observados

mediante el mecanismo espejo.”727 En la zona motor prefrontal del cerebro se

unirían las perspectivas en primera y tercera persona: reconocemos mediante la

recreación cerebral de comportamientos observables. La comprensión

intersubjetiva primordial conlleva la generación de patrones de interacción

adaptados a un 'espacio interpersonal multidimensional compartido'.728

Estas investigaciones han puesto de relieve la relación de la zona cerebral

encargada de comportamientos motores y el lenguaje, el cortex prefrontal,

mostrando la base neurológica de las teorías de la metáfora que muestran el

surgimiento del lenguaje de acuerdo con un sustrato somático, incorporado. Se

trata de un contínuo entre las habilidades cognitivas y las de tipo físico, más

primitivas filogenéticamente.729

726
Ibid., p. 28.
727
V. Gallese, Ch. Kaysers y G. Rizzolatti, “A unifying view of the basis of social cognition”, Trends in
Cognitive Science, 8 (9), 2004, p. 397.
728
V. Gallese, “The manifold nature of interpersonal relations:the quest for a common mechanism”,
Philosophical Transactions of the Royal Society of London, B 2003, p. 519. Cf. V. Gallese, “The roots of
empathy: The shared manifold hypothesis and the neural basis of intersubjectivity”, Psychopathology, 36, 2003,
pp. 171-180.
729
F. Pulvermüller,“Brain mechanisms linking language and action”, Nature Reviews Neuroscience, 6, 2005, pp.
576-582. Así la información somática y lingüística tendrían cierta interacción, lo que explicaría cómo el lenguaje
podría influir sobre ciertas formas de acción corporal. Acerca de una 'hipótesis deíctica', por la que el significado
se basa en la acción cf. A.M. Glenberg y M.P. Kaschak, “Grounding language in action”, Psychonomic Bulletin
& Review, 9(3), 2002, pp. 558-565. Según los autores, el propio lenguaje estaría basado en cierta base corporal,
en cierta experiencia cinestética, así por ejemplo “... durante el aprendizaje de la construcción de doble objeto en
inglés, aprendemos a tratar la construcción como una instrucción para simular una transferencia literal de una
entidad a otra, incluso cuando el objeto transferido no es un objeto físico. Esta simulación es consistente con la
afirmación de que la gente comprende la comunicación como un tipo de transferencia en la que las palabras
funcionan como contenedores de información...” ibid., p. 563.
A su vez, la 'imaginería mental', la capacidad de imaginarse una acción, posee

como base los mismos procesos que la observación de dicha acción, la activación

de idénticas áreas corticales.730 Según Gallese, ambos tipos de procesamiento,

acción e imaginación, están basados en idénticos mecanismos,731 en el sentido de

activar los mismos circuitos que cuando el sujeto lleva a cabo la acción, “...la

conciencia propia de uno como individuo incorporado en el mundo se basa en la

empatía, en la cognición empática de otros, y la cognición empática de otros sobre

uno.”732 El concepto de transferencia que Freud hereda de Theodor Lipps también

estaba relacionado con el de Einfühlung o empatía. Así, sin bases empíricas como

las aportadas por Gallese y Rizzolati, era difícil otorgar una referencia precisa a

dichos mecanismos. De este modo se ponen en contacto estas áreas separadas,

permitiendo una integración conceptual.

La teoría de los ’enactments’ en psicoanálisis es heredera de las concepciones

empáticas. Ésta sitúa a la transferencia como proceso, como una serie de

interacciones emocionales entre analista y analizante con capacidad de alterar el

comportamiento del paciente. Los enactments se refieren a las complejas

modalidades de interrelación, solapamiento y convergencia que se producen por

medio de la transferencia en la terapia. Enactment se ha utilizado también para

referirse a la conversión de la experiencia interna en comportamiento, dando

cuenta de transacciones entre los dos participantes en el análisis que se influyen

mútua y constantemente. Si la intersubjetividad se mostraba como obstáculo

irremontable en la teorización de la transferencia, por medio de esta teoría se le da

cabida, no sólo desde la óptica de la contratransferencia del analista, sino desde

730
R.A. Finke (ed.), Principles of mental imagery, Cambridge, 1989.
731
V. Gallesse, “Embodied Simulation: From Neurons to Phenomenal Experience”, (en prensa).
732
E. Thompson, “Empathy and Consciousness,” op. cit., p. 2.
una perspectiva dinámica y procedimental de co-implicación. Antes que la

anulación de la subjetividad del analista como medio de objetividad, se admite su

implicación y se le otorga la relevancia correspondiente. Dentro de esta teoría se

han aclarado una buena parte de los conceptos teóricos psicoanalíticos, en

relación con la intersubjetividad y los enactments.

La intersubjetividad es el modelo teórico genérico. Enactment es el proceso


intersubjetivo en acción. Insight es el reconocimiento consciente de los significados
del enactment. Resistencia es la oposición interna a la atención del enactment y
sus significados. La interpretación es la comunicación verbal de la conciencia del
enactment y sus significados. La libre asociación está basada en los aspectos
internos, silenciosos del enactment. La transferencia-contratransferencia es
esencialmente un sinónimo para el fenómeno de enactment.733

Una de las señales de hasta qué punto la intersubjetividad juega un papel

importante en la práctica analítica es la superación del postulado conflictual según

el cual el cambio se produciría como resultado de la resolución de conflictos

internos mediante el insight. La falta de una correlación clara entre insight y cambio

terapéutico ha puesto de relieve la importancia de la díada transferencia-

contratransferencia, frente a una perspectiva exclusivamente intrapsíquica, basada

en la resolución de conflictos y el insight, en el sentido de apercepción, de ‘darse

cuenta’.734 Si bien el psicoanálisis freudiano veía en el insight un tipo de

733
R.J. Friedman y J.M. Natterson, “Enactments: An Intersubjective Perspective”, Psychoanalytic Quarterly 68,
1999, p. 246. Cf. H.B. Levine y R.J. Friedman, “Intersubjectivity and Interaction in the Analytic Relationship: A
mainstream view”, Psychoanalytic Quarterly, 69, 2000, pp. 63-92. “...la información fundamental y más
inmediata del psicoanálisis es la experiencia de la relación que se desarrolla entre analista y analizante,” ibid.
p. 68. I.Z. Hoffman, “Discussion: towards a social-contructivist view of the psychoanalytic situation”,
Pychoanalytical Dialogues, 2, 1991, pp. 287-304. O las discusiones de Ogden con respecto a una instancia
intermedia el 'tercero analítico' T.H. Ogden, “The analytic Third: working with intersubjective clinical facts,”
International Journal of Psychoanalysis, 75, 1994, pp. 3-19. S.M. Andersen y S. Chen, “The relational self: An
interpersonal social-cognitive theory”, Psychological Review, 109, 2002, pp. 619-645. Un repertorio de acciones
estaría disponible al sujeto en función de sus experiencias con otros, sus modelos de interacción. El 'yo' no sería
absoluto, sino dependiente de la activación de cierta representación de un otro significativo en función de las
pistas ofrecidas por la situación.
734
Así lo muestra Wallerstein en su seguimiento del Proyecto de Investigación de Psicoterapia (PRP) en una de
sus tajantes conclusiones: “La resolución efectiva de conflictos resultó no ser necesaria para el cambio
terapéutico,” p. 304. R.S. Wallerstein, “The Effectiveness of Psychotherapy ans Psychoanalysis: Conceptual
introspección terapéutica y una forma de curación de estilo cartesiano, parece que

sólo poseemos realmente un acceso inferencial a nuestros contenidos mentales.735

Igualmente se ha puesto de manifiesto la importancia de la unión analista-

analizante para el fin terapéutico. Así la personalidad del analista influiría

decisivamente en la posibilidad de generar el cambio terapéutico en el

analizante.736 Entre las conclusiones de sus estudios empíricos, Robert Emde

señala cómo el psicoanálisis es tanto un tratamiento intra- como interpsíquico.737 Se

abren las vías a una comprensión post-intencional, post-solipsista, de la

transferencia apelando a la intersubjetividad.

Nuestra visión de la intersubjetividad une la vida emocional del analista a la del


paciente en la relación analítica y pone la relación analítica en el centro del proceso
analítico. Esto implica que la cuestión analítica no se dirige a la mente del paciente
solamente.738

Siguiendo la línea de la hermenéutica de Gadamer, la intersección del

sujeto en un ámbito intersubjetivo no sólo se desprende de su relación

transferencial con el analista, sino de su inserción en un horizonte en el que

emerge con respecto a un contexto de pasado y futuro con formas textuales,

frente a los prejuicios. Dichos prejuicios se pueden entender, desde una

perspectiva cognitiva, como los esquemas conceptuales que utilizamos para

Issues and Empirical Work”, T. Shapiro y R.N. Emde, Research in Psychoanalysis: Process, Development,
Outcome, Madison, 1995. Con respecto al insight o apercepción individual, “La suposición original de Freud de
que el insight llevaría directa y automáticamente al cambio ha resultado ser deficiente,” S. Fisher y R.P.
Greenberg, Freud Scientifically Reappraised: Testing the Theory and Therapy, op. cit., p. 282.
735
R.E. Nisbett y T.D. Wilson, “Telling more than we can know: Verbal reports on mental processes”,
Psychological Review, 84, 1977, pp. 231-259.
736
J.L. Kantorowicz, “Outcome Research in Psychoanalysis”, T. Shapiro y R.N. Emde, Research in
Psychoanalysis: Process, Development, Outcome, Madison, 1995. Cf. A. Goldberg, “Farewell to the objective
analyst”, International Journal of Psychoanalysis, 75(1), 1994, pp. 21-30, que señala cómo la experiencia propia
del analista influye decisivamente en el repertorio de respuestas e interpretaciones que ofrece al analizante.
737
R.N. Emde, “Epilogue: A Beginning - Research Approaches and Expanding Horizons for Psychoanalysis,” p.
411 y ss, T. Shapiro y R.N. Emde, op. cit.. Señala la importancia de ‘unidades de relación’ antes que sujetos.
738
H.B. Levine y R.J. Friedman, op. cit., p. 89.
categorizar nuestra experiencia y que se activan en nuestra working memory

mediante la actuación de la memoria. Estas teorías consiguen deshacerse del

lastre de las teorías narrativas, generalizables, como el Edipo o las fases de la

líbido, en aras de un análisis más desprejuiciado y abierto a la mera interacción

sin puntos de apoyo teórico fuertes, primando el proceso frente al contenido.

La transferencia sería así una propiedad emegente intersubjetiva. En este

sentido Stolorow y Atwood si bien afirman la 'analizabilidad' generalizada,

señalan cómo se requiere encontrar la persona adecuada para los fines

terapéuticos, es decir, la relación no sería conmutativa, sino que habría mayor

adecuación de un sujeto a otro, una mejor dialéctica intersubjetiva. Así

diferencian 'mundo subjetivo', como contenido de la propia experiencia, y

'estructura subjetiva', para dar cuenta de la posición subjetiva o esquemas

alredor de los cuales se vertebra el contenido específico de la experiencia, de

acuerdo con ciertos patrones y modelos recurrentes, en buena parte, de fuera

de la apercepción subjetiva.

El trauma sería el prototipo de una perspectiva que da preferencia a la

cranealización, en el sentido de la soledad y enajenación que sufre la persona

alejada de los otros, incapaz de comunicar y ser entendida. La capacidad de ser

comprendido, de entenderse (reflexiva e intersubjetiva), permite una

reincorporación al mundo intersubjetivo, cuyo extrañamiento persiste en el fondo

de toda psicopatología. Una reflexividad fallida debida a una intersubjetividad

truncada apunta a cómo el hecho reflexivo comporta un elemento intersubjetivo

de interiorización. Es precisamente dicha alienación la que delimita modos y

grados nosológicos.
La teoría intersubjetiva es una teoría de campos o una teoría de sistemas en la
que se busca la comprensión de los fenómenos psicológicos, no como
productos de mecanismos intrapsíquicos aislados, sino como emergentes de la
interacción recíproca de las subjetividades en relación [...] Desde esta
perspectiva, tal como veremos, el concepto de mente individual o de psique es
en sí mismo un producto que cristaliza a partir de un nexo de relación
intersubjetivo y que sirve a unas funciones psicológicas específicas. 739

El caballo de batalla fundamental de las perspectivas intersubjetivas es la

idea fundadora de mente como identidad eo ipso, y sus corolarios, tales como el

solipsismo, la identidad, la constancia, el aislamiento o la cosificación de la

experiencia, lo que Stolorow y Atwood llaman 'el mito de la mente aislada'. 740

Éste da lugar a la alienación del hombre en tanto mente de su entorno

(solipsismo), de la vida social en tanto posibilidad de desarrollo en la ausencia

de otros (aislacionismo), e incluso de la propia subjetividad en tanto constreñida

a la mente (mentalismo). Para estos autores, el desarrollo emocional se regula

siempre en contextos intersubjetivos mostrando la aportación propia de todo

psicoanalista a la hora de interactuar con un analizante. Así la estructura

subjetiva de uno posee invariablemente efectos en la relación con el otro y, en

este sentido, la transferencia es bidireccional. No se defiende, como lo hacía

Freud, la existencia de la transferencia y una contratransferencia, en la que el

analista posee cierta posición de objetividad frente al analizante, sino que su

propia experiencia subjetiva también determina la relación con el analizante. No

existe, pues, la visión 'distorsionada' del analizante por la cual proyecta sus

fantasías a un observador neutro, sino que son las dos visiones del analista y

analizante las que se conjugan, ambas ajenas a una objetividad dada, ya sea

739
R.D. Stolorow y G.E. Atwood, op. cit., p. 27.
740
Ibid., cap. 1.
por la protección que ofrece la teoría o bien por un ideal de análisis que sitúa al

analista como previo analizante en una situación de extrañamiento de cualquier

fantasía en el contexto terapéutico.

En la transferencia el analizante tiene la posibilidad de modificar su

subjetividad, de aprender nuevos patrones de respuesta y corregir los

existentes, mediante una experiencia que enriquece su repertorio conductual

con nuevas formas de constituirse frente al otro, a través de nuevas

apreciaciones de su narrativa y el adecuado manejo de la transferencia por

parte del analista. “Dicho en términos más generales, la formación de nuevos

principios organizadores en un sistema intersubjetivo es lo que constituye la

esencia del cambio que induce al desarrollo a lo largo del ciclo de la vida.”741

Ni siquiera Mesmer, al reconocer la importancia en sus curas del aspecto

afectivo, podía traspasar la relación paciente-médico, en el sentido de una cierta

posición de subordinación y de posición objetiva. De hecho, su teoría magnetista

conseguía un rescoldo de objetividad en su práctica. Freud, por su parte,

desarrolló toda una metapsicología que objetivaba intrapsíquicamente los

confictos que eran reproducidos en sus sesiones. 742 Así metapsicología e

intrapsiquismo convergían en una teoría adecuada a los usos científicos de su

época. En Lacan, el intento de sustraer cualquier elemento intersubjetivo se

vuelve absoluto al negar la interacción 'real' con otro y verlo siempre como

741
Ibid., p. 61. A la hora de explicar el aspecto dinámico del inconsciente los autores proponen el siguiente
modelo: “Cuando las experiencias infantiles no son respondidas de forma regular, o son activamente rechazadas,
el niño percibe qué aspectos de su propia experiencia no son bienvenidos o son peligrosos para el cuidador.
Entonces se deben sacrificar (reprimir) ciertos sectores del mundo experiencial del niño para salvaguardar así la
relación que es necesaria para la supervivencia,” ibid., p. 71. Asimismo la represión viene entendida como
posibilidades frustadas de desarrollo emocional que fueron bloqueadas o no articuladas para evitar el posible
daño de una relación fundamental para el niño con sus cuidadores y viene a conceptualizarse como incosciente
invalidado.
742
El Edipo como modalidad básica de conflicto intersubjetivo no resuelto mantendría, no obstante, su
prevalencia hasta el punto de articular buena parte de la clínica. Más allá de su carácter mitodológico, el Edipo
permite formalizar las formas primeras de intersubjetividad experimentadas por el sujeto.
relación especular con Otro, con cierto modelo aprendido de interrelación. De

este modo la intersubjetividad fue siempre anegada con vistas a ciertos ideales

de ciencia en el sentido de un tratamiento objetivo de la subjetividad.

Tras los nuevos avances en neurobiología, el psicoanálisis sólo podrá

mantener su competencia en tanto sea capaz de profundizar su intuición original,

su sentido terapéutico. Si bien las neurociencias y ciencias cognitivas pueden

darnos un análisis detallado de explicaciones expertas, el psicoanálisis habrá de

mostrar su validez como terapia. Su valor heurístico, su capacidad de integración

datos ha quedado patente, ahora, antes de ser arrollado por la coherencia que ha

podido introducir en el campo de la psicopatología de las diversas disciplinas, le

queda mostrar su valor como práctica capaz de alterar la conciencia del analizante.
Conclusiones. Ciencia e intersubjetividad

Resumiendo ¿qué sería, en definitiva, la transferencia? Por un lado, desde una

perspectiva intrateórica, aludiría a un concepto técnico que se desarrolla dentro de

la práctica ideada por Freud y que se vincula con otra serie de términos teóricos

que van siendo redefinidos progresivamente. Por otro lado, mediante esta intuición

se aúnan una serie de procesos cognitivos y neuronales, referidos a nuestro modo

de categorizar, a la organización de nuestra memoria, y a la modalidad de

procesamiento propia de las emociones, que produce un tipo específico de

aprendizaje, un cambio cognitivo dentro de un marco intersubjetivo. Es esta

elucidación y puesta en relación de diversos marcos teóricos el aspecto novedoso

de este trabajo de investigación.

El psicoanálisis, en su búsqueda de una objetividad positivista, se mantuvo

vuelto hacia lo intrasubjetivo, hacia lo mental. Recordemos que es de esta forma

como aspiraba a convertirse en ciencia, en conocimiento objetivo, frente al

hipnotismo y la sugestión. En la formulación primera del psicoanálisis el analista

había de ser un 'espejo vacío' que reflejase ciertas pautas y modelos

reinstanciados por el analizante.743 Se ponían en juego solamente los conflictos y

deseos del analizante, sin intrusión del analista, se constituía en práctica objetiva,

en el sentido de no sesgada por la presencia de otro ser humano, el analista. A

similitud de la medicina, se trataba de asimilar el suceder mental como si se tratase

de un órgano. Freud, no obstante, se dió cuenta pronto de las limitaciones dicho

tratamiento y, reconociendo el carácter subjetivo de su práctica, intentó minimizar la

influencia del analista, su aspecto intersubjetivo.

743
De tal modo que el analizante “...pueda tomar conciencia de sus relaciones no con el yo del analista sino con
todos eso otros que son sus verdaderos garantes y que él todavía no ha reconocido,” J. Lacan, Séminaire II, p.
288.
Éste reactivaba en la psique del paciente cierto modelo internalizado,

perturbando su pregnancia y robustez, permitiendo así una reinterpretación de los

estímulos mediante una revisión de los almacenes mnésicos que confluyen en

dotar de contenido a nuestra experiencia. Éste es el medio en que las ideas de

Freud intentan dar explicación a un fenómeno que requería un tratamiento tan

aséptico como fuese posible.744

No obstante, Erdelyi ha señalado el carácter dinámico del pensamiento

freudiano, resaltando el concepto de interacción de diversos sistemas subjetivos.

De alguna forma, Freud estaba dirigiéndose necesariamente también a una nueva

conceptualización de la clínica a nivel no intra sino intersubjetivo, dinámico. Se

oponía así a lo individual. “En suma, el significado más general de dinámico en

psicología, al igual que en física, es interacción.[...] La característica crucial de

cualquier teoría psicodinámica, freudiana o no, es la descripción de algún

fenómeno interactivo.”745 Desde hace tiempo se viene resaltando, desde posiciones

psicoanalíticas más o menos ortodoxas, la relación entre lo inter y lo intra,

rechazando la teoría proyectiva psicoanalítica, fundada sobre cimientos

cartesianos, y subrayando la importancia de lo interpersonal-real, frente a lo

intrapsíquico-imaginario.746

744
En sus años como interno le escribiría a su prometida, Martha Bernays: “Podría imaginar muy bien lo penoso
que sería para ti saber como me siento junto a un lecho de enfermo para observar de qué manera trato el
sufrimiento humano como un objeto. Pero, niña mía, ello no puede hacerse de otro modo, y a mí debe parecerme
distinto que a otros,” cit. en P. Gay, op. cit., p. 65
745
M.H. Erdelyi, op. cit., p. 216. “En esta coyuntura el carácter dinámico del psicoanálisis y la psicología
cognitiva moderna son completamente compatibles y maduras para la integración. Las diferencias que pueden
observarse son accidentes de matiz histórico y metafórico, y no ya de necesidad teórica. Debido a sus raíces en la
teoría de la información, teoría de la decisión matemática y análogos computacionales, la psicología cognitiva ha
tendido a ser moldeada en términos de 'observadores ideales' y 'procesamiento de información'; el psicoanálisis,
de otro lado, con su trasfondo clínico, en términos de observadores no ideales y procesamiento equívoco y
tendencioso de la información. No obstante, esto no constituye ya una diferencia en orientaciones teóricas sino en
enfoque teórico,” ibid., p. 217.
746
Cf. K.A. Frank, “Action techniques in psychoanalysis”, Contemporary Psychoanalysis, 26, 1990, pp. 732-756,
S. Mitchell, Relational Concepts in Psychoanalysis, Cambrdge, 1988, P.L. Wachtel, “Active intervention,
psychic structure and the analysis of transference”, Psychoanalytic Dialogues, 3, pp. 589-603.
Sin embargo, el objetivo de la ciencia ha venido dado por su aproximación a la

infalibilidad mediante la eliminación del juicio humano. De ahí las críticas a la

contaminación subjetiva que se han elevado al psicoanálisis. Pese a ello, el intento

de identificar racionalidad, característica, para bien o mal, definicional humana, con

computabilidad algorítmica es algo extraña, pues considera racionales sólo

aquellos actos humanos que podrían en principio llevarse a cabo sin la presencia

de un ser humano. Como decía Lacan, “la ciencia es una ideología de la supresión

del sujeto,”747 y quizás debería ser una de su superación. El propio Freud, sin la

influencia de Kant sobre su idea de subjetividad, no habría desarrollado la idea de

transferencia tal como lo hizo, consiguiendo una aproximación a la 'objetivación de

lo subjetivo'.748

Los dos grandes caballos de batalla en una nueva concepción de las ciencias

son la fenomenología y el positivismo, como ramificaciones de un cartesianismo

fundado en la división objeto/sujeto y en el idealismo consiguiente, que sitúa al

sujeto como condición de posibilidad de conocimiento alguno, ajeno al mundo que

observa, de tal forma que la observación implica cierto grado de exterioridad. La

objetividad no es más que la otra cara de la subjetividad, de un sujeto omitido,

puesto en paréntesis por una metodología e instrumental cuidadosamente

seleccionado, medi(a)do. Pero, como sabemos, el propio instrumental altera el

comportamiento, produce regularidades propias al método.

Una de las críticas más intensas que se ha librado a este respecto ha sido

frente al solipsismo. Así, el externalismo sugiere que la unidad de análisis

apropiada para estudiar la cognición no podría ser la mente aislada. Existe una

747
J. Lacan, “Radiophonie”, op. cit., p. 89.
748
F.M. Levin, Psyche and Brain. The biology of talking cures, op. cit. Cf. A.H. Modell, The private self,
Cambridge, 1993.
interrelación tan importante con el medio que dicha segregación sería falaz; el

medio formaría parte de la cognición, como sostienen Clark y Chalmers los

procesos cognitivos no son todos craneales, no ocurren solamente en la cabeza.749

En psicoanálisis la transferencia tiende a una comprensión de este tipo,

señalando su operatividad. Se recupera en un espacio intersubjetivo, no

simplemente externo, a modo de input, sino de auténtica imbricación, la capacidad

de reconfigurar la experiencia, permitiendo un aprendizaje basado en la

modificación de pautas internalizadas que interactuan con nuestro medio, nuestra

imbricación con éste en el acto.

A finales del siglo XIX, poco antes de que Freud comenzara su práctica,

Francis Galton estudiaba la actitud de varios individuos, en un contexto semi-

experimental en su laboratorio antropométrico. Siguiendo su obsesión estadística

los sentaba uno al lado de otro en dos sillas y evaluaba su inclinación hacia el otro

midiendo la distancia que existía entre sus cuerpos a la hora de interactuar. La

actitud estaba relacionada con la postura, con el cuerpo. El aprecio era relativo el

peso que se dirigía hacia la parte delantera de una silla que estaba orientada hacia

la otra persona.

Así cuando dos personas poseen una “inclinación” hacia la otra, se inclinan o
acercan cuando están sentados al lado, como a la mesa, y llevan la presión de su
peso en las patas más cercanas de las sillas. No se requiere mucho ingenio para
arreglar un indicador de presión con un índice y que un cuadrante indique los
cambios en la presión, pero es difícil concebir una disposición que pueda llevar a
cabo la triple condición de ser efectivo, no atraer la atención y aplicable al
mobiliario corriente. He realizado algunos experimentos descuidados, pero,
ocupado por otros asuntos, no los he llevado a cabo como esperaba.750

749
A. Clark y D. Chalmers “The extended mind”, op. cit.
750
F. Galton, “Measurement of Character”, Fortnightly Review, 36, 1884, p. 184.
Experimentos más recientes señalan cómo al mostrarles ciertas caras a una

serie de participantes para evaluar las expresiones que contenían, éstos imitaban

dicha expresión en sus propias caras, simulaban, incorporaban dicha experiencia

para poder asignarle cierto valor.751 Al categorizar, se imita, y de dicha forma, se

aprehende el contenido de dicha expresión, su relación con nuestra propia

experiencia fenomenológica. No es la distancia de dos cuerpos ajenos lo que nos

permite comunicarnos, sino la forma en que nuestra experiencia se solapa con la

del otro y se vuelve comprensible.

La evidencia sugiere que existe un amplio paralelismo entre la comprensión por


parte de los niños de sus propios estados mentales y su comprensión de los de
otros. En cada uno de nuestros estudios los informes de sus estados psicológicos
inmediatamente pasados son consistentes con sus crónicas de los estados
psicológicos de otros. Cuando pueden informar y comprender los estados
psicológicos de otros, en los casos de fingimiento, percepción e imaginación,
también dan muestra de haber tenido dichos estados psicológicos ellos mismos.
Cuando no pueden dar cuenta y comprender los estados psicológicos de otros, en
el caso de falsas creencias y derivación, no informan de haber tenido esos estados
ellos mismos. Más aún, y de algún modo más sorprendentemente, el caso
intermedio del deseo es para uno mismo y el otro.752

El inconsciente freudiano es uno de los mayores esfuerzos por

procedimentalizar un suceder mental que no quedase limitado a simple conducta y

se basase en ciertos 'mecanismos', como el ingenioso artilugio ideado por Galton.

Los únicos procesos que Freud recabó fueron de tipo significante con el fin de

exponer las motivaciones y reflejos subyacentes a la conducta. En este sentido,

Freud es un apto precedente de los esfuerzos por parte de la ciencia cognitiva por

751
H.G. Wallbott, “Recognition of emotion from facial expression via imitation? Some indirect evidence for an
old theory”, British Journal of Social Psychology, 30, 1991, p. 207-219.
752
A. Gopnik y A. Meltzoff, “Minds, bodies, and persons: Young children's understanding of the self and others
as reflected in imitation and theory of mind research”, S. Parker, R. Mitchell y M. Boccia (eds.), Self-awareness
in animals and humans, Nueva York, 1994, pp 179-180.
explicar la mente, no simplemente como resíduo de la conducta, sino como

operador básico.

¿Cuál es la aspiración del psicoanálisis si no ser la más cognitiva de las ciencias


neurales? El futuro del psicoanálisis, si ha de tener un futuro, está en el contexto de
una psicología empírica, apoyada por las técnicas de neuroimagen, los métodos
neuroanatómicos y la genética humana. Insertada en las ciencias de la cognición
humana, las ideas del psicoanálisis pueden ser examinadas y es aquí donde estas
ideas pueden tener su mayor impacto.753

Este es el reto que lanza Eric Kandel al psicoanálisis, emprender un diálogo

que lo saque de su ostracismo y lo ponga en contacto con la empresa científica. El

psicoanálisis está más cerca de poder responder a cuestiones cruciales acerca de

la experiencia subjetiva al proveer con toda una batería de respuestas subjetivas,

diversos modos de experiencia más allá de lo convencional. Así mismo su

fundamento terapéutico apunta a su capacidad de alterar dicha experiencia. A

través de la propio alteración de la experiencia subjetiva, mediada por mecanismos

y procesos que se intersectan entre la memoria, la categorización y la emoción, se

produce el cambio terapéutico, este peculiar tipo de aprendizaje. La clínica es, en

cierto modo, un modelo de cambio de la experiencia subjetiva, de la conciencia, de

los qualia.

Así surge el denominado monismo de dos aspectos, según el cual sólo

existiría un tipo de materia, pero que puede ser percibida de forma diversa, desde

una perspectiva tanto de tercera como de primera persona. De este modo, el

problema de conexión entre mente y cuerpo se disuelve en uno de perspectiva y

todo vuelve a los 'sencillos' problemas neurocientíficos.754


753
E.R. Kandel, “A new intellectual framework for psychiatry”, op. cit., p. 468.
754
M. Solms y O. Turnbull, The Brain and the Inner World, op. cit. Cf. J. Panksepp, “Affective consciousness:
Core emotional feelings in animals and humans”, op. cit., A.R. Damasio, Looking for Spinoza. Joy, Sorrow and
El psicoanálisis supone un método que va más allá de la simple descripción y

que consigue una cierta 'manipulación' -postulado básico de cualquier ciencia

experimental con profundas raíces culturales- de dicha experiencia, de la

interrelación entre dichas perspectivas, de cómo los qualia poseen una causalidad

efectiva sobre los mecanismos estudiados desde una perspectiva de primera

persona.

Más allá, frente a las perspectivas de primera y tercera persona en filosofía de

la mente se ha propuesto una perspectiva de segunda persona. En este sentido, la

idea fenomenológica de acoplamiento muestra la intersubjetividad como algo

básico, incluso innato, señalando la existencia de modos de acomodamiento y

relación que se desarrollan en la evolución del sujeto y son interiorizadas. Ésta es

la impronta que anima el planteamiento del Otro en Lacan, que se sitúa siempre

como referente en la actuación de un sujeto. Lacan lo entendía de una manera

fenomenológica tal como Husserl. La ciencia cognitiva incorporada asume que

dicha imbricación se sitúa incluso a niveles fisiológicos básicos.

Incluso aunque los psicólogos han distinguido tradicionalmente entre eventos


externos (objetivos, tercera persona) e internos (subjetivos, primera persona), en la
investigación funcional del cerebro, especialmente en relación a los procesos que
tienen ramificaciones en la apercepción consciente, dicha distinción ha de ser
cuestionada. Para progresar en el entendimiento de cómo emergen los procesos
psicológicos de funciones cerebrales deberemos probablemente combinar
juiciosamente perspectivas de primera y tercera persona de las funciones
cerebrales. 755

the Feeling Brain, Orlando, 2003, también señala una visión similar basada en el monismo bimodal spinoziano
en el que las emociones reunirían cuerpo y mente, la mente sería modificada por el estado corporal y, a su vez,
aquella modificaría éste.
755
J. Panksepp, Affective Neuroscience. The Foundations of Human and Animal Emotions, op. cit., p. 49.
De acuerdo con Vygotsky, todo proceso psicológico superior surge en una

modalidad interpersonal y sólo después se incorpora, se inter-ioriza, se inter-naliza.

El sujeto se individualiza en un contexto de indivisión, inter-subjetivo. No obstante,

éste parece ser el caso también de otros procesos que clásicamente no habían

obtenido la atención por parte de la ciencia, situados genéricamente dentro de la

categoría de las emociones, que no eran objeto de estudio 'científico'. El hecho de

que otros mamíferos posean un cerebro adecuado a las prácticas del cuidado de la

progenie, ausente en otras especies, indica la importancia del vínculo familar,

mediado por sentimientos pre-cognitivos, que compartimos con los grandes monos

y que poseerían primacía filogenética. Las nuevas perspectivas de la ciencia

cognitiva acentúan categorías de corte motivacional y emocional con base

fisiológica, “...el propio objeto de la ciencia cognitiva -la mente incorporada como

entidad natural- está constituida como objeto científico mediante empatía recíproca

o reiterada en el mundo vital humano.”756

La intersubjetividad de la que Freud quiso escapar intentando unirse a un

concepto de ciencia basado en el sujeto como unidad cognoscitiva quizás pueda

reformularse en una futura ciencia cognitiva. Desde luego será dentro de un

paradigma de ciencia totalmente remozado, más allá del fisicalismo y realismo

metafísico que se esconde tras la idea de individuo. Podremos caracterizarlo como

un naturalismo de diversos niveles que retome las unidades planteadas

perennemente por la ciencia.

Una formulación de este tipo se encuentra en la obra de Varela, en contra de

la idealista pre-existencia del mundo en el que, por arte de magia, caemos, a modo

de sujeto cartesiano, de mónada leibniziana. Varela defiende una posición


756
E. Thompson, op. cit., p. 20.
enactiva que implica al organismo y su medio de forma inextricable en una

coactualización mútua. Así, la categoría de experiencia se impone a otras de tipo

epistemológico de corte clásico, como la de conocimiento.

Una idea fundadora en este sentido en la filosofía clásica occidental es el yo

como principio filosófico, un yo que conoce y que traza ya una demarcación en la

modalidad de experiencia, una realidad y un conocedor. Según Varela, el yo estaría

relacionado con la existencia de apegos, de narrativas que nos proveen con una

identidad a la que nos aferramos y cuya transformación resulta necesaria.

En este sentido, el psicoanálisis y las ciencias cognitivas se han desarrollado,

pese a sus diferencias, de forma paralela, mostrando ambas su tendencia hacia la

desconcentración subjetiva. Freud quizás cayó de nuevo, inadvertidamente, en la

ilusión del yo después de haberse deshecho de él, al fundar el propio inconsciente.

De acuerdo con Varela, la inflexibilidad, basada en un fundamento, el principio

indubitable de la filosofía cartesiana, ha de trocarse por una flexibilidad sin

fundamento que, en consonancia con la transferencia, permite deshacer

condicionamientos y la repetición inflexible de patrones.757

Estas opciones pasan por la crítica al fundamentalismo que conlleva la

admisión de un sujeto o agente, un yo, y la relativa existencia de una escena,

objeto o mundo y una relación entre ambos de mera representación, de reflejo.758

La enacción, corporal, sin representación, desplaza al sujeto y al objeto a una

relación de acoplamiento o inextricación (embeddedment).759 De hecho la

757
F. Varela, E. Thompson y E. Rosch, De Cuerpo Presente, Barcelona, 1997.“Mediante una presencia alerta y
disciplinada en cada momento, se puede interrumpir la cadena del condicionamiento automático; uno puede no ir
automáticamente del afán al apego y todo lo demás,” ibid., p. 143.
758
R. Rorty, Philosophy and the mirror of nature, Princeton, 1979.
759
“Al permanecer en el nivel de la descripción, la ciencia aún no ha despertado a la idea de que la experiencia
en la mente -no sólo sin un yo impersonal e hipotético, fruto de una construcción teórica, sino sin ego- puede ser
profundamente transformadora,” F. Varela, E. Thompson y E. Rosch, op. cit., p. 106.
experiencia analítica había puesto en cuestión la fijeza y absolutismo del yo clásico

y su relación con su fundamento, la conciencia. Igualmente la ciencia cognitiva con

su acento en lo subpersonal, los procesos antes que las instancias, supone así

mismo una desconcentración del sujeto, una distribución de su ontología, alejada

ya del sujeto trascendental kantiano. De este modo, ambas convergen en ciertas

concepciones ontológicas, en especial en un psicoanálisis informado por la ciencia

cognitiva, que apura sus intuiciones básicas y las acerca a su propio ideal de

ciencia, proveyendo con una concepción del sujeto 'no yoíca' y que hace hincapié

en su formación en relación, así como en la producción del cambio en su

interacción frente a las concepciones solipsistas de la mente.

La identidad absoluta en forma de individuo da paso a un vacío en el fondo

del ser. “Las cosas se originan de forma codependiente; carecen de

fundamento.”760 El fundamentalismo procede de la institución de instancias

primeras inamovibles, sobre las que hacer descansar el peso de todo

conocimiento. De hecho la propia categoría de conocimiento estaría basada en

dichos fundamentos, sujeto, conciencia y mundo. Conservando las categorías

heredadas, podemos entender aún ciertos rasgos del aspecto transindividual

reseñado: “El enfoque alerta y abierto de la experiencia revela que momento a

momento ese presunto yo aflora sólo en relación con el otro.”761

Tras referirse a la teoría budista de la presencia plena/conciencia abierta,

Varela señala cómo el psicoanálisis es la disciplina más parecida a dicha forma de

experiencia en cuanto práctica, puesto que la mente del analizante sufre cambios

durante el análisis:

760
Ibid., p. 257.
761
Ibid., op. cit., p. 281.
En este libro nos resulta de particular interés el hecho de que el psicoanálisis no es
sólo una teoría sino una práctica. Los pacientes perturbados que acuden a un
terapeuta de relaciones objetales aprenden a explorar la mente, la conducta y las
emociones en términos de relaciones objetales: aprenden a ver sus reacciones
como agentes internalizados. Nos preguntamos si esto les induce a cuestionar su
sentido del yo, aunque es improbable que ello ocurra en el contexto cultural actual.
En Gran Bretaña y América del Norte, el psicoanálisis está dominado por la
psiquiatría; se lo ve más como una medicina que como un medio de obtener
conocimiento acerca de la naturaleza de la mente. Se supone que un logrado
análisis de relaciones objetales, como cualquier otro análisis, está destinado a
mejorar al paciente: volverlo más funcional, afinar sus relaciones objetales y
brindarle mayor confort emocional; no está destinado a lograr que se pregunte:
“¿No es raro que yo persiga tan empeñosamente mis relaciones objetales y mi
confort cuando sólo soy un conjunto de esquemas de relaciones objetales? ¿Qué
está pasando?”.762

En realidad ocurre con frecuencia justo lo que Varela se pregunta: el propio

sujeto se pone en cuestión, su propia autocomprensión se vuelve dudosa. Así los

lapsus, sueños, o actos fallidos ponen al sujeto en contacto con un yo que no es el

que reconoce (recordemos yo y conciencia forman una díada básica de nuestra

autocomprensión clásica), con acciones que no son 'suyas', que le exceden. El

psicoanálisis quizás toma la vía equivocada al referirse al sujeto haciéndole asumir

dichas acciones, antes que mostrarlas como simple restos sin conexión necesaria

con un yo supuesto. El deseo asume la coherencia de los hechos diversos

actuados bajo el velo del yo.

De algún modo el sujeto es entendido como producto de su discurso, como

identidad, de ahí la posibilidad del cambio mediante un análisis discursivo y

emotivo del enclave subjetivo que muestre su ausencia de fundamento, su carácter

ilusorio.763 La ausencia de un yo como pilar de nuestra comprensión conlleva la falta

762
Ibid., pp. 136-7.
763
“Durante mucho tiempo el individuo se autentificó gracias a la referencia de los demás y a la manifestación de
su vínculo con otro (familia, juramento de fidelidad, proteccion); después se lo autentificó mediante el discurso
verdadero que era capaz de formular sobre sí mismo o que se le obligaba a formular,” M. Foucault, Historia de
la sexualidad, Madrid, 1995, p.74.
de fundamento, así la división objeto-sujeto está directamente implicada en una

revisión de dicha categoría: “...el desafío que afrontan las ciencias cognitivas

consiste en cuestionar uno de los supuestos más arraigados de nuestro legado

científico: que el mundo es independiente del conocedor.”764 Objeto y sujeto, y con

ello objetivismo y relativismo, son una díada que sólo permite reconciliación en la

ausencia de fundamento, mediante la codependencia, la enactuación. Sólo el

apego regula la necesidad de sostén. “El desafío filosófico que enfrentó Nietzsche,

y que ha pasado a caracterizar la tarea del pensamiento posmoderno, es preparar

una senda de pensamiento y práctica que abandone los cimientos sin

transformarse en búsqueda de nuevos cimientos.”765 Habría así una

codeterminación, una especificación mútua y constante entre organismo y medio.

Piaget, en su estudio sobre niños, veía cómo éstos pasaban de estar enactuando a

convertirse en observadores, teóricos objetivistas; cómo desarrollaban un yo.

La transferencia puede ser redefinida de esta forma como una experiencia en

la que el analizante enactúa al analista, produciendo nuevas provisiones con su

medio “...la cognición en su sentido más abarcador consiste en la enactuación de

un mundo -en hacer emerger un mundo- mediante una historia viable de

acoplamiento estructural.”766 En este sentido, la transferencia nos ofrece un modelo

de un mecanismo que coincide con esta concepción de la cognición. La

transferencia supone un tipo de acoplamiento que se despliega y que posee

regularidades propias, manifiestando precisamente las características de la

enactuación. De hecho la transferencia aparece, de forma sorprendente, no sólo

como lugar de encuentro del psicoanálisis y de las ciencias cognitivas mediante el

764
F. Varela, E. Thompson y E. Rosch, op. cit., p. 178.
765
Ibid., p. 278.
766
Ibid., p. 238.
estudio de la forma de categorizar, la memoria y las emociones, sino mostrando

propiamente un modelo de enactuación.

Si la conducta es producto directo del procesamiento de información, la

conciencia como fenómeno extra parece inútil; la conciencia no poseería poder

causal, no sería más que un epifenómeno. El cambio terapéutico mostraría cómo

los procedimientos mentales producen cambios computacionales y posiblemente

neuronales y que, por tanto, la conciencia, no en términos clásicos, sino en su

sentido incorporado, no es un mero epifenómeno, sino que posee poder causal,

pudiendo incluso deshacer ciertos mecanismos fisiológicos. Freud creó un método

que se encargaba de modificar la forma en que 'se siente'. Operaba así una

transformación de la conciencia no en sentido metafísico, sino en su propio

contenido. Por otro lado, señalaba cómo alguien que sólo posee acceso indirecto a

la conciencia del sujeto, a través de su comportamiento, el analista, puede

colaborar en dicho proceso. “La conciencia no es el único medio de generar

respuestas adecuadas a un medio y alcanzar así la homeostasis. La conciencia es

simplemente el último y más sofisticado medio de hacerlo así, y lleva a cabo su

función dando lugar a la creación de respuestas nuevas en el tipo de medio para el

que el organismo ha sido diseñado, en términos de respuestas automatizadas.”767

La psicoterapia poseería entonces efectos subcorticales, es decir, la conciencia

influiría en las funciones e incluso sobre los aspectos estructurales del cerebro

puesto que el procesamiento de éste conforma nuestra experiencia.768

767
A.R. Damasio, The Feeling of What Happens, op. cit., p. 304.
768
Cf. L.R. Baxter, J.M. Schwartz, K.S. Bergman, M.P. Szuba, et al., “Caudate Glucose Metabolic Rate Changes
with Both Drug and Behavioral Therapy for Obsessive-Compulsive Disorder”, Archive of General Psychiatry,
49, 1992, pp. 681-689. Cf. J.M. Schwartz, P.W. Stoessel, L.R. Baxter, K.M. Martin, et al., “Systematic Changes
in Cerebral Glucose Metabolic Rate After Successful Behavior Modification Treatment of Obsessive-
Compulsive Disorder”, Archive of General Psychiatry, 53(2), 1996, pp. 109-113.
El individuo supuesto en la fundación del yo habría de ser aprehendido como

la creación de un tipo de pensamiento enraizado en la modernidad occidental,

relacionado con ciertas modalidades de apropiación en relación con el medio, y

que define conocimiento como categoría basada en un yo y en una realidad

externa a dicho yo, definida en relación a éste. De ahí toda una concepción

'científica' del mundo que cuantifica y señala objetos y sujetos, individualidades

escrutables. La distancia objetiva, en el intento de dominar la naturaleza, requiere

una segregación de seres, una ontología, es decir, una morfología.

Las asunciones de la filosofía moderna, tal como se desprenden del

pensamiento de Descartes, pasan por la preeminencia de la introspección en lo

mental, admitiendo la representación mediante la existencia de objetos mentales

que son a su vez transparentes. Asume también un internalismo acerca del

significado, el dualismo mente-cuerpo, cercano a la división sujeto-mundo, y está

basado en un fundacionalismo que libera ciertas ideas de cualquier posible error,

en un yo indubitable, en un individuo último.769

Frente a este paradigma clásico en el que la unidad es el individuo, Simondon

entiende que la relación es el componente básico de la realidad. Una realidad no

tamizada por nuestra precomprensión científica de la misma, ya que ésta contiene

a aquél. “No podemos, en el sentido habitual del término, conocer la individuación;

podemos solamente individuar e individuar en nosotros.”770 Así, el propio individuo

es una creación producida por una cierta rejilla que utilizamos para comprender el

mundo del que formamos parte y que obtiene un privilegio ontológico mediante una

velada suposición metodológica. Para Simondon, es a esta realidad aparentemente

769
No obstante, como sostiene Cavell: “Hemos llegado al fin del cartesianismo: sólo una criatura que puede
interpretar a otros puede decirse que piensa por sí misma. La subjetividad surge junto con la inter-subjetividad y
no es un estado previo.” M. Cavell, The Psychoanalytic Mind. From Freud to Philosophy, op. cit., p. 40.
770
G. Simondon, L'individuation psychique et collective, París, 1989, p.30
última a la que hay que interrogar sobre sus condiciones de posibilidad. No se trata

de una realidad trascendente, sino construida. No es el fundamento último y

necesario desde el que poder observar la realidad, sino el sustrato empírico en el

que se basa todo análisis, toda modalidad de formación de hipótesis, de dicha

concepción científica, relativa a cierta modalidad de individuación, epistemológica y

ontológica.

El estudio del desarrollo del niño muestra cómo el surgimiento de una

organización individual requiere de los cuidadores. La interacción social del niño

con su medio se basa en las emociones que son reguladas en la propia

interacción. La relación con los cuidadores, especialmente en los dos primeros

años de vida del recién nacido, posee consecuencias funcionales y estructurales

en el desarrollo de ciertas partes del cerebro, en especial de la zona orbitofrontal

del hemisferio derecho, donde se autoregulan las emociones y ciertas pautas de

comportamiento social, proveyendo con una forma de organización de éstas en

principio externa, propiciada por la interacción con los cuidadores, y luego

independiente, transida por el afecto.771 De hecho la existencia de un trauma o

carencia afectiva limitan la capacidad de regulación de la intensidad y duración de

los afectos. La acción terapéutica consistiría en la comprensión empática, enactiva,

que conllevaría la regulación emocional del paciente.772

En la teoría psicoanalítica, la relación intersubjetiva es doblemente fundadora: de


un lado, sobre el plano ontogenético, estructura el desarrollo psíquico del niño y
constituye el centro de la dinámica intersubjetiva; de otro lado, y sobre todo, sobre
el plano práctico, se vuelve el centro de la relación terapéutica en la cura, el
psicoanalista y su paciente forman una unidad donde los dos psiquismos
771
“...el afecto es lo que es objeto de transacción en la díada madre-niño, y este sistema altamente eficiente de
comunicación emocional es esencialmente no verbal,” A.N. Schore, op. cit., p. 7.
772
S.M. Davis, “Neurobiology and the Neuronal Group Selection Theory of Gerald Edelman Applied to
Psychoanalysis The Relevance of Gerald Edelman's Theory of Neuronal Group Selection and Nonlinear
Dynamic Systems for Psychoanalysis”, Psychoanalytic Inquiry, 22(5), 2002, pp. 814-840.
interactúan (...). La cura proviene de esta experiencia compartida. Es una de las
fuerzas de la teoría psicoanalítica haber puesto el acento sobre el papel del vínculo
interindividual en una época donde la psicología objetiva, behaviorista, no ofrecía
sino un punto de vista solipsista, el de la adaptación del individuo a un medio
constituido por estímulos pidiendo respuestas, o fuente de problemas a resolver.773

Así, el recién nacido experimenta la necesidad de estados emocionales

compartidos y su ausencia acarrea efectos devastadores en la salud mental del

niño. De hecho, la falta de estímulo social supone un decremento en las

habilidades cognitivas y puede incluso provocar la muerte. Según la hipótesis de

'expansión diádica de la conciencia', la comunicación provee con modelos de

regulación de sistemas auto-organizados, modelos de regulación mútuos, tanto en

la relación madre-hijo como entre el analista y el analizante. Los estados de

conciencia se generarían en colaboración con otros sistemas auto-

organizadores.774 Tras un proceso de regulación de los partenaires, la coordinación

de los afectos y significados de uno con el otro produce un 'estado diádico de

conciencia'. En el niño estos estados provocan la expansión de los estados de

conciencia de los partenaires, produciendo la sensación de 'sentirse mayor que uno

mismo'. “Así, la experiencia de los niños del mundo y los estados de conciencia

está determinada no sólo por sus propios procesos auto-organizativos, sino

773
M. Jeannerod, “Psychanalyse et Science(s)” Institute Sciences Cognitives Working Paper 2000-4. “La
dificultad impuesta por el papel del analista sobrepasa el problema clásico de la relación entre observador y
objeto observado en la práctica científica: es la del reconocimiento de una relación intersubjetiva, de un
intercambio intelectual de pensamiento y palabra de naturaleza particular. Hace falta redefinir el estatuto de las
interpretaciones y construcciones producidas por el psicoanalista. No se trata ya de confrontar un cierto tipo de
hipótesis y de explicación a los criterios de validación de las ciencias objetivas, sino reconocer la originalidad de
un modo de comunicación, de pensamiento a dos. La interpretación psicoanalítica no es, desde ese punto de
vista, nada más que una explicación de la acción del sujeto, una hipótesis sobre un objeto de investigación que
sería el psiquis,o del paciente, construido por un observador externo a él. Ésta deviene un hecho clínico, es decir,
una parte de dicho objeto, él mismo redefinido en la medida que engloba a la vez las actividades psíquicas del
paciente y del analista y aquellos que les religa.”
774
E.Z. Tronick, N. Bruschweiler-Stern, A.M. Harrison, K. Lyons-Ruth, A.C. Morgan, J.P Nahum, L. Sander, y
D.N. Stern, “Dyadically expanded states of consciousness and the process of therapeutic change”, Infant Mental
Health Journal, 19, 1998, pp. 290-299.
también por procesos diádicos regulatorios que afectan sus estados de

conciencia...”775

La propia empresa científica ha tendido a procedimentalizar todo fenómeno

para pasar de una ontología de instancias a la instrumentalización de procesos,

pero precisamente es la existencia, a un nivel mínimo, de estas instancias, la que

permite un asiento estable y preciso (de ahí el paso del homunculismo a un

homunculismo de tipo funcional). Una crítica última a estos fundamentos creados

supone una deserción de su empresa, en tanto no se encuentra totalmente

emancipada de un modo de pensar del cual intenta desligarse, pero que es

simplemente desplazado a ciertos niveles de la explicación.

Una ciencia que asumiese el valor de la relación y de lo intersubjetivo pasaría

de la mera descripción a un análisis energético de la potencialidad de la

interacción, “...una ciencia humana debe estar fundada sobre una energética

humana, y no sólo sobre una morfología; una morfología es muy importante, pero

una energética es necesaria.”776 Del mismo modo en que Freud hablaba de una

energía psíquica, Schore señala cómo los aspectos de expresión y regulación de

dicha energía son aprendidos en relación con el cuidador que sirve de regulador

externo de los estados emocionales.

Dos conclusiones esenciales de este volumen son que los desplazamientos de la


energía son la más básica y fundamental característica de la emoción, y que las
transacciones energéticas incorporadas en los intercambios socioemocionales
entre un adulto y un cerebro en desarrollo forman indeleblemente la capacidad
emergente del niño para la auto-organización.777

775
E.Z. Tronick, “"Of Course All Relationships Are Unique": How Co-creative Processes Generate Unique
Mother-Infant and Patient-Therapist Relationships and Change Other Relationships”, Psychoanalytic Inquiry, 23
(3), 2003, p. 476. Los patrones de activación relacional van conformando el espacio relacional experiencial en
función de su grosor, de la cantidad de experiencia relativa.
776
G. Simondon, op. cit., p. 63.
777
A.N. Schore, op. cit., p. 537.
Esta energética también antepone la modalidades 'brutas' de interacción que

pasan por respuestas emocionales antes que por habilidades cognitivas. De hecho

el primer modelo de interacción y la consecuente emergencia de un cierto modelo

estable, de un sujeto, se produce mediante este tipo de comunicación afectiva.

No cabe duda que una empresa de dicho tipo implica una reconfiguración de la

idea de naturaleza y su conocimiento, ontología y epistemología, implicando las

relaciones múltiples que poseemos con ella. Este carácter primigenio de nuestra

inserción en la naturaleza no desaparece totalmente por nuestra configuración

cultural como individuos: “el ser preindividual es un ser que es más que una

unidad.”778 Unidad e identidad son efectos del proceso de individuación que

permiten una morfología y desplazan el interés energético.

Así emergen nuevas formas de relación con la naturaleza, pero no en una

oposición entre técnica y hombre, sino en nuevos contextos interhumanos que

producen diversas condiciones tecnológicas. La naturaleza se convierte en el

principio general de existencia antes que en la colección de individualidades.

Llegamos a una descripción de una naturaleza preindividual que puede responder

a los nuevos retos que se plantean con respecto al hombre y su medio, de

implicación auténtica, de imbricación: “el individuo sería siempre tomado como una

realidad relativa, una cierta fase del ser que supone como éste una realidad

preindividual y que, incluso después de la individuación, no existe solo, pues la

individuación no agota de un solo golpe los potenciales de la realidad

preindividual.”779 Nos referimos a un tipo de intersubjetividad metodológica, más


778
G. Simondon, op. cit., p.13. “Podríamos llamar naturaleza a esa realidad pre-individual que el individuo lleva
consigo, buscando reencontrar en la palabra naturaleza la significación que los filósofos presocráticos le daban;
los filósofos jónicos encontraban en ella el origen de todas las especies del ser, anteriores a la individuación: la
naturaleza es la realidad de lo posible, bajo las especies de este apeiron del que Anaximandro hace salir toda
forma individuada: la naturaleza no es lo contrario del hombre, sino la primera fase del ser, siendo la segunda la
oposición del individuo y el medio, complemento del individuo en relación al todo,” ibid., p. 12.
779
Ibid.
que una de tipo ontológico, pues la propia definición de ontología requiere cierto

grado de segregación de los seres y, por tanto, de un nivel mínimo de morfología.

El proceso de individuación supone precisamente esa conversión de la naturaleza

en individualidades, su paso de potencia a acto. El propio individuo contiene aún

buena parte de esta potencialidad que lo religa últimamente con la naturaleza de la

cual es aún parte; la naturaleza participa aún de su realidad como sujeto, se trata

de un 'individuo-medio'. Así, la comunicación se sustancia entre diversas diadas

'individuo-medio' antes que entre átomos aislados. La dinámica de la comunicación

depende de la autoregulación de ambos partenaires, cocreando un estado diádico

dinámico.780

...un humanismo sin hombre que se edifica sobre las ruinas de la antropología. Un
humanismo que a la cuestión kantiana: '¿qué es el hombre?' substituye la cuestión
por '¿cuánto potencial posee el hombre para ir más allá de sí?' o aún '¿qué puede
un hombre en tanto no está solo?'781

Más que individuos, lo que existen son procesos de individuación y éstos son

los que son objeto de la transferencia. De ahí la importancia que posee el mito

edípico forjado por Freud como enclave intersubjetivo. Éste dispone de forma

simple una pluralidad de intuiciones acerca de la identidad en referencia a otro

mediante afectos y su carácter procesal. Frente a cualquier tipo de individualismo,

Simondon defiende un principio de inseparabilidad. Lacan ya señalaba que este

separare se encuentra en la neurosis, pero separar viene a ser identificado con

parirse a sí mismo, ideal de la noción clásica de individualidad que conduce sin

duda a cierta forma de existencialismo. Sin embargo un pensamiento acerca de las

condiciones de individuación presupone un colectivo transindividual:

780
Cf. R.M. Galatzer-Levy, “Emergence”, op. cit.
781
M. Combes, Simondon. Individu et collectivité, París, 1999, p. 85.
Lo transindividual no localiza a los individuos; los hace coincidir; hace comunicar a
los individuos mediante las significaciones: son las relaciones de información las
que son primordiales, no las relaciones de solidaridad, de diferenciación funcional.
Esta coincidencia de personalidades no es reductiva, pues no está fundada sobre
la amputación de diferencias individuales ni sobre su utilización con fines de
diferenciación funcional (lo que cerraría al individuo en sus particularidades), sino
sobre una segunda estructuración a partir de lo que la estructuración biológica,
haciendo a los individuos vivos, deja aún irresuelto.782

La existencia de procesos de individualización no puede eliminar la existencia

de una naturaleza que provee con una transindividualidad que atraviesa a todo

ser.783 Lo transindividual se configura como impersonal, individual, y

correlativamente como 'íntimo de lo colectivo'.784

La formación del yo mediante el proceso de individuación viene acompañada

de la estabilización del mundo exterior y la producción de la objetividad, la

conformación del sujeto, su autoregulación, permite una nueva realidad que ya no

aparece teñida de los aspectos intersubjetivos, emocionales, que la conformaron.

Hemos avanzado algo en la comprensión del cambio durante el desarrollo y el


cambio terapéutico a nivel implícito. Ahora debemos movernos hacia la
comprensión de cómo cambiar otras formas de saber cómo estar juntos... Para
llevar a cabo este trabajo creo que debemos abandonar las ideas acerca de que
las cosas son preformadas y formadas sólo dentro del individuo... los estados
díadicos de conciencia -estados de significado posible según la edad- son el
terreno fundamental para el cambio terapéutico y en el desarrollo y el carácter
único de las relaciones.785

782
G. Simondon, op. cit., p. 192 (énfasis añadido).
783
“Podemos entender por relación transindividual no tanto una relación que pone en relación a los individuos en
medio de su individualidad constituida, separándolos unos de otros, ni por medio de lo que hay idéntico en todo
sujeto humano (...), sino en medio de esta carga de realidad preindividual, de esta carga de naturaleza que se
mantiene conservada en el ser individual y que contiene potenciales y virtualidad,” G. Simondon, Du mode
d’existence des objets techniques, París, 1989, p. 248.
784
M. Combes, op. cit., p. 87.
785
E.Z. Tronick, op. cit., p. 488.
La naturaleza remite a un tipo de realidad transindividual que no se extingue

completamente tras el proceso de individuación. “El individuo tiene conciencia del

hecho de estar ligado a una realidad que está más allá de sí mismo como ser

individuado.”786 Los seres se mantienen unidos en su sustrato preindividual,

mediado por las emociones, en tanto sujetos, no en tanto individuos. Así la

diferencia entre individuo y sujeto radicaría en el propio proceso de subjetivación.

El sujeto posee esa unión inadvertida con la naturaleza aún no borrada por la

individuación. Un reducto que, más que simple individuo, lo hace asumir su parte

preindividual.

En la propia angustia existencial el individuo no reconoce su subjetividad, se

trata del lugar de la aparición del inconsciente como vacilación fantasmática, como

irreconocimiento de lo que se es, “...en la angustia el sujeto se siente existir como

problema puesto a sí mismo, y siente su división en naturaleza preindividual y en

ser individuado.”787 Nos referimos a conciencia de no ser sólo consciente. La

angustia es conceptualizada como “separación (départ) del ser.”788 La patología

sucede a nivel transindividual, no sólo a nivel solipsista, sino como irreconocimiento

de lo transindividual, como subjetividad en falta. Así las dos categorías nosológicas

fundamentales, la histeria y la neurosis obsesiva, estarían relacionadas con dos

extremos en la asunción de dicha intersubjetividad. En la neurosis obsesiva, se

tendería a un irreconocimiento de la base intersubjetiva de la existencia, aparejada

con una intelectualización, con una individuación solipsista y autárquica. La histeria,

por el contrario, comprendería un énfasis del extremo opuesto, de la exacerbación

786
G. Simondon, L'individuation psychique et collective,op. cit., p. 194.
787
Ibid., p. 111.
788
Ibid., p. 114.
del otro y de la correlativa dependencia de esta realidad, de las emociones como

contenido propio del otro lado de la intersubjetividad.

De acuerdo con Schore, la psicoterapia es siempre un proceso de regulación

afectiva. En concreto de regulación de la activación de las estructuras frontales del

hemisferio derecho que se formaron en el proceso interactivo entre el niño y la

madre. La psicopatología provendría de un déficit de ligazón (attachment) y

conllevaría problemas en regulación del yo (self) con respecto a estados internos y

externos.789 Así, la regulación del afecto sería la tarea fundamental de toda

psicoterapia.790 La psicoterapia atendería a una comunicación preindividual y una

reparación afectiva que se dirige a los 'aspectos comunicativos en sentido amplio';

la comunicación preexistente entre organismos que no se encuentran totalmente

segregados por el proceso de individuación. En vez de la 'cura por el habla' habría

que denominar a este tipo de terapia la 'cura por la comunicación'.791 Una

comunicación afectiva que ya no se fundaría en individuos aislados, sino que

reconocería la implicación auténtica de los sujetos, su naturaleza preindividual y

que trataría de dar forma a modalidades de individuación, inscritas fisiológicamente

y con valor procesal, que han producido un irreconocimiento de esta realidad

última, enactiva.

789
M. Hofer, “Relationships as regulators: A psychobiologic perspective on bereavement,” Psychosomatic
Medicine, 46, 1984, pp. 183-197.
790
S. Bradley, Affect regulation and the development of psychopathology, Nueva York, 2000.
791
A.N. Schore, “Advances in Neuropsychoanalysis, Attachment Theory and Trauma Research: Implications for
Self Psychology”, Psychoanalytic Inquiry, 22(3), 2002, pp. 433-484. Solms comenta el caso de un paciente con
una lesión cerebral que casi le anulaba las habilidades lingüísticas pero que pudo ganar conciencia de sus
procesos internos mediante la terapia psicoanalítica, M. Soms y O. Turnbull, op. cit.
Figura 3.2. Antoni Tàpies- Chaises
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