Matrimonio
Antes de cumplir catorce años, la joven contrajo matrimonio con
Ulf Gudmarsson, quien era cuatro años mayor que ella. Dios les
concedió veintiocho años de felicidad matrimonial. Tuvieron
cuatro hijos y cuatro hijas, una de las cuales es venerada con el
nombre de Santa Catalina de Suecia. Durante algunos años,
Brígida llevó la vida de la época, como una señora feudal, en las
posesiones de su esposo en Ulfassa, con la diferencia de que
cultivaba la amistad de los hombres sabios y virtuosos.
En la Corte
Hacia el año 1335, la santa fue llamada a la corte del joven rey Magno II para ser la
principal dama de honor de la reina Blanca de Namur. Pronto comprendió Brígida que
sus responsabilidades en la corte no se limitaban al estricto cumplimiento de su oficio.
Magno era un hombre débil que se dejaba fácilmente arrastrar al vicio; Blanca tenía
buena voluntad, pero era irreflexiva y amante del lujo. La santa hizo cuanto pudo por
cultivar las cualidades de la reina y por rodear a ambos soberanos de buenas
influencias. Pero, aunque Santa Brígida se ganó el cariño de los reyes, no consiguió
mejorar su conducta, pues no la tomaban en serio.
Las Visiones
La santa empezó tener por entonces las visiones que habían de hacerla famosa.
Estas versaban sobre las más diversas materias, desde la necesidad de lavarse,
hasta los términos del tratado de paz entre Francia e Inglaterra. "Si el rey de
Inglaterra no firma la paz -decía-- no tendrá éxito en ninguna de sus empresas y
acabará por salir del reino y dejar a sus hijos en la tribulación y la angustia." Pero
tales visiones no impresionaban a los cortesanos suecos, quienes solían preguntar
con ironía: "¿Qué soñó Doña Brígida anoche?"
Problemas familiares y peregrinaciones
Santa Brígida, cuyas reliquias reposan todavía en la abadía por ella fundada, fue
canonizada en 1391 y es la patrona de Suecia.
Visiones y escritos
Uno de los aspectos más conocidos en la vida de Santa Brígida, es el de las múltiples visiones
con que la favoreció el Señor, especialmente las que se refieren a los sufrimientos de la Pasión y
a ciertos acontecimientos de su época. Por orden del Concilio de Basilea, el Juan de
Torquemada, quien fue más tarde cardenal, examinó el libro de las revelaciones de la santa y
declaró que podía ser muy útil para la instrucción de los fieles; pero tal aprobación encontró
muchos opositores.
Por lo demás; la declaración de Torquemada significa únicamente que la doctrina del libro es
ortodoxa y que las revelaciones no carecen de probabilidad histórica. El Papa Bcnedicto XIV,
entre otros, se refirió a las revelaciones de Santa Brígida en los siguientes términos: "Aunque
muchas de esas revelaciones han sido aprobadas, no se les debe el asentimiento de fe
divina; el crédito que merecen es puramente humano, sujeto al juicio de la prudencia, que es
la que debe dictarnos el grado de probabilidad de que gozan para que crearnos píamente en
ellas."
Santa Brígida, con gran sencillez de corazón, sometió siempre sus revelaciones a
las autoridades eclesiásticas y, lejos de gloriarse por gozar de gracias tan
extraordinarias, las aprovechó como una ocasión para manifestar su obediencia y
crecer en amor y humildad. Si sus revelaciones la han hecho famosa, ello se debe
en gran parte a su virtud heroica, consagrada por el juicio de la Iglesia.
Por mucho tiempo, Santa Brígida había deseado saber cuántos latigazos había
recibido Nuestro Señor en Su Pasión. Cierto día se le apareció Jesucristo, diciéndole:
“Recibí en Mi Cuerpo cinco mil, cuatrocientos ochenta latigazos; son 5.480 azotes. Si
queréis honrarlos en verdad, con alguna veneración, decid 15 veces el Padre Nuestro;
también 15 veces el Ave María, con las siguientes oraciones, durante un año
completo. Al terminar el año, habréis venerado cada una de Mis Llagas”. (Nuestro
Señor mismo le dictó las oraciones a la santa.)
Primera Oración
Padrenuestro - Ave Maria.
¡Oh Jesucristo ¡Sois la eterna dulzura de todos los que Os aman; la alegría que sobrepasa
todo gozo y deseo; la salvación y esperanza de todos los pecadores. Habéis manifestado
no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los
amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por
amor a ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de
Vuestra Concepción y especialmente durante Vuestra Sagrada Pasión; así como fue
decretado y ordenado desde toda la eternidad, según el plan divino.
Acordaos, Oh Señor, que durante la última cena con Vuestros discípulos les habéis Lavado
los pies; y después, les distéis Vuestro Sacratísimo Cuerpo, y Vuestra Sangre Preciosísima.
Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra próxima Pasión.
Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra Alma, como Vos
mismo lo afirmasteis, diciendo
”Mi Alma está triste hasta la muerte.”
Acordaos de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis
soportado, en Vuestro Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la crucifixión.
Después de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis
traicionado por Vuestro discípulo. Judas; apresado por los habitantes de una
nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos
e injustamente juzgado por tres jueces; todo lo cual sucedió en la flor de
Vuestra madurez, y en la solemne estación pascual.
¡Oh Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener
ni limitar! Vos abarcáis todo; y todo es sostenido bajo Vuestra amorosa
potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis cuando los
judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe clavaron Vuestras
Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y no viéndoos en un estado
suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron
Vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible
crueldad. Extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y
estirones violentos, en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.
¡Oh Jesús!, en memoria de este santo dolor que habéis soportado con
tanto amor en la Cruz, Os suplico concederme la gracia de temeros y
amaros. Amén.
Cuarta Oración.
Padrenuestro - Ave María.
O Jesús, Médico Celestial! elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con
las Vuestras! Acordaos de las contusiones y los desfallecimientos que habéis
sufrido en todos Vuestros Miembros; y que fueron distendidos a tal grado, que
no ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la cima de la cabeza hasta la
planta de los pies, ninguna parte de Vuestro Cuerpo estaba exenta de
tormentos. Sin embargo, olvidando todos Vuestros sufrimientos, no dejasteis
de pedir por Vuestros enemigos, a Vuestro Padre Celestial, diciéndole:
“ Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”
Por esta inmensa misericordia, y en memoria de estos sufrimientos, Os
hago esta súplica: conceded que el recuerdo de Vuestra muy amarga
Pasión, nos alcance una perfecta contrición, y la remisión de todos
nuestros pecados. Amén.
Quinta Oración.
Padrenuestro - Ave María.
¡Oh Jesús!, ¡Espejo de Resplandor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que habéis sentido
al contemplar con anticipación, las almas que habían de condenarse. A la luz de Vuestra
Divinidad, habéis vislumbrado la predestinación de aquellos que se salvarían, mediante los
méritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente habéis contemplado tristemente la
inmensa multitud de réprobos que serian condenados por sus pecados; y Os habéis quejado
amargamente de esos desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.
¡Oh Jesús. Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que
habéis sufrido, cuando, desnudo y como un crimina! común y corriente,
fuisteis clavado y elevado en la Cruz. También! fuisteis abandonado de
todos Vuestros parientes y amigos con la excepción de Vuestra muy
amada Madre. En Vuestra agonía, Ella permaneció fiel junto a Vos; luego,
la encomendasteis a Vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a Maria:
“mujer, he aquí a tu hijo!” Y a Juan: “ He aquí a tu Madre!
Catalina de Suecia o Catalina de Vadstena nació alrededor del año 1331 del
matrimonio formado por el príncipe Ulf Gudmarsson y Brigitta Birgesdotter;
fue la cuarta de ocho hermanos. La educaron, como era frecuente en la
época, al calor del monasterio; en este caso lo hicieron las monjas de
Riseberga. Contrajo matrimonio con el buen conde Egar Lyderson van
Kyren y ambos influyeron muy positivamente en los ambientes nobles
plagados de costumbres frívolas y profanas.
Brígida, su madre, ha tenido la revelación de fundar la Orden del Santísimo
Salvador que tenga como fin alabar al Señor y a la Santísima Virgen según la
liturgia de la Iglesia, reparar por las ofensas que recibe de los hombres, propagar la
oración contemplativa -preferentemente de la Pasión- para la salvación de las
almas.
Madre e hija se encuentran juntas en Roma. Cuando Catalina tiene planes de
regresar a su casa junto al esposo, Brígida comunica a su hija otra revelación
sobrenatural de Dios: ha muerto su yerno. Esto va a determinar el rumbo de la vida
de Catalina desde entonces. Ante el lógico dolor y la depresión anímica que sufre,
es sacada de la situación por la Virgen. Es en estas circunstancias cuando muestra
ante su madre la firme disposición interna a pasar toda suerte de penalidades y
sufrimientos por Jesucristo. Las dos juntas y emprenden una época de oración
intensa, de mortificación y pobreza extrema; sus cuerpos no conocen sino el suelo
duro para dormir; visitan iglesias y hacen caridad. La joven viuda rechaza
proposiciones matrimoniales que surgen frecuentes, llegando algunas hasta la
impertinencia y el acoso. Peregrinan a los santuarios famosos y organizan una
visita a Tierra Santa para empaparse de amor a Dios en los lugares donde padeció
y murió el Redentor.
En el año 1373 han regresado, muere en Roma Brígida y Catalina
da sepultura provisional en la Ciudad Eterna al cadáver de su madre
en la iglesia de san Lorenzo. El traslado del cuerpo en cortejo
. fúnebre hasta Suecia es una continua actividad misionera por donde
pasa. Catalina habla de la misericordia de Dios que espera siempre
la conversión de los pecadores; va contando las revelaciones y
predicciones que Dios hizo a su santa madre.
Söderkoping es el lugar patrio que recibe la procesión en 1374 como
si fuera un acto triunfal. Se relatan conversiones y milagros que se
suceden hasta depositar los restos en el monasterio de Vadstena,
donde entra y se queda Catalina, practicando la regla que vivió
durante veinticinco años con su madre.
Un segundo viaje a Roma durará cinco años; tendrá como meta la
puesta en marcha del proceso de canonización de la futura santa
Brígida y la aprobación de la Orden del Santísimo Salvador. A su
regreso a Vadstena, muere el 24 de marzo de 1381.
Aparte de las revelaciones que tuvo y de las predicciones
sobrenaturales que hizo la santa, se cuenta de ella la finura de
alma que le llevó a la confesión diaria durante veinticinco años -
no por ser escrupulosa- y que consiguió la confesión
arrepentida de impenitentes a punto de morir. También se habla
de luces que rodean el cuerpo inerte después de su muerte, de
una estrella que pudo verse por un tiempo señalando el lugar
del reposo y de luminosidades que refulgían junto al sarcófago.
No es extraño que la leyenda haya querido dejar su huella
intentando hacer que los sentidos descubran la magnanimidad
de su alma que sólo es perceptible por lo externo. Por eso
dijeron que nunca mamó la leche de la nodriza mundana
mientras buscaba el pecho de su madre santa y de otras
mujeres honestas. Igualmente contaron que libró a Roma de
inundación entrando sus pies en el Tiber y hablaron de la
liberación de una posesa.
Esta octava parte trató de Dos grandes
Santas, “Santa Brígida de Suecia”
declarada patrona de Europa y su hija,
“Santa Catalina de Suecia”, con el
mismo rango, dado por su Santidad
Juan Pablo II.
Medita profundamente la vida de estas
santas mujeres, ambas visitadas por
Nuestro Señor Jesucristo y María
Santísima. Reza las quince oraciones
con devoción. Que el Señor os bendiga.
Septiembre 2008