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Las cérceles imaginarias de Sjsifo: 2 Visién de la urbe arquetipica en Los pasos perdidos Santiago Juan-Navarro Professcur de littérature hispano-américaine & Florida In- ternational University (Miami, USA), Santiago Tuan-Navarro ost docteur de littérature comparée et de théorie littéraire Wniversty of Columbia et Universidad de Valencia, Espa- ne). Ila publié notamment Archieu! Reflections: postmodern Fiction of the Americas (Self Reflexvity, Historical Revisionism, Utopia) (Bucknell University Press, 2000) et le recueil des sais A Twice Told Tale: Reinventing the Old World: New World Encounter in Iberian/Iberian American Literature and Film (Cniversity of Delaware Press, 2001). 11 prépace A theure ac- tuelle un livre sur le mythe de IEI Dorado dans le cinéma contemporain, «Per me siva nella citta dolente. + Dante En Los pasos perdidos Carpentier plantea la alienacién del artista, y por extensién la del hombre moderno, respecto a la naturaleza, Todos Jos elementos de la novela aparecen envveltos en un simbolismo de resonancias miticas. Aunque él protagonista y la gran ciudad en que vive carecen de nombre alguno, el primero es explicitamente asociado a Jos mitos de Sisifo y Prometeo, y no es dificil ver en é1 un alter ego del autor. E} paisaje urbeno que abre y cierra la novela ha sido, por su parte, frecuentemente identificado con el de la ciudad de Nueva York’. 1 Le ermexin entre I cadad anénini de la novela y Nueva York ba sido sugerida por Roberto ‘Gonadlor Esivaria (Alejo Carpeatier, Lo pose pedidee, Madr, Cateda, 108, p. 72.80), Ut Hares ow auettroe, Bs. An, Sudamericana, 1877.60), Gerald Martin Wourneye Through ‘the Laberynth The Latin Amarin Pion inthe Twontth Century, Lando, Veron, 1969, . 192 190), Catherine. Perricone (El panne cblante on la novela soi. glica {Acton del Congreso Internacional de Camineria Hispinia, Madrid, Patrensto Arciprsic do hia p. 796, Docald Shaw (Algj Carpenter, Boston, Twayae, 1986, p>. 48,4, 49,81, 64, 5) y ‘Volek (70, entre ctce muchos Sin embargo, lt major evidenela pare ta Wooten la Alejo Carpentier : Le rél, la forét et le merveilleux Es, sin embargo, este anonimato el que confiere a ambos (personaje y medio ambiente) una dimensién arquet{pica y universal. Los capftulos uno y seis (aquéllos que marcan el comienzo y fin de Los pasos perdidos) contienen una interminable serie de imégenes de escisién, automatismo, soledad y abandono. La ciudad andnima se con- vierte, ademés, en un espacio alegérico dominado por la estética del simulacro, un escenario trégico donde el artificio ha reemplazado a la realidad y donde el artista esta condenado a convivir con las mascaras. Esta visién desesperanzada, y a menudo agénica, de la relacién entre hombre y naturaleza nos remite inevitablemente al paisajismo romén- tico!. Como sefiala Rafael Argullol, « el paisaje en la pintura romAntica deviene un escenario en el que se confrontan naturaleza y hombre, y en el que éste advierte la dramtica nostalgia que le invade al consta- tar su ostracismo con respecto a aquélla » (10). El periplo del protago- nista no hace sino confirmar este sentimiento de desposesién. Dos acontecimientos en la vida de Carpentier marcan la redaccién de Los pasos perdidos desde el punto de vista de la representacién de la relaci6n hombre-naturaleza: el viaje que su autor hizo a Nueva York en los afios cuarenta y su estancia en Venezuela durante la siguiente década. En 1945 la CBS propone a Carpentier la produccién de emisio- nes radiofénicas para América Latina. Junto a su espose se aloja en un elegante hotel en el centro de Manhattan. El testimonio del autor sobre su experiencia neoyorquina aparece recogido en el articulo titulado « Presencia de la naturaleza »: En las ciudades “tentaculares” [..J, Nueva York, Filadelfia, pongamos por caso, se produce un tipo de hombre, hijo de los tiempos modernos, que me inspira una léstima infinite, Es aquél que pasa once meses al aiio sin tener contacto alguno con Ia naturaleze. En su articulo, Carpentier describe la vida que hubiera imaginado ara s{ en Nueva York y que le movié a rechazar el contrato con la CBS. Este modo de vida marcado por la soledad, la rutina, la desespe- ‘froze ol propio Czpeatiar en una vero de entrevista con Raméa Chae: « Los pass perdidoe es {ambi lr noyla do ramcntare eno empo. Ua hombre qos esté erlieatsematecie por 1a vida que us blgnconesprofeionales lo hacen llevar en Nasva York (nose menciona Nova ‘York en ln ove, pero hay tn indo neto enol primer capita, cuuado i pervanj pe dtiene satan rir Bretton bene gn Dri ude amore rerun de ‘Noeva York) (Polabros en el tlampo de Alio Carpentier, Barcelona, Argos Vergars, 164, p. 119). 1, La lacién ola ora de Carpentier oa lettin del burro (oecburros) e a gut comin lo etude lteraroehispancamericae. Sia eabergo, my pos ne hm dich de la iaflacie ‘umdatica enol novelisa cubano. Ca a emcees de Roberta Gonates Echeverria, gue meacione brevemente tal inflvscia (p45), la presencia dl romantciamo en la obra de Carpenter ee todavia un campo inenplarado. Do hacha, an ease de capital impertancin parm compre ln Inspect romdatien an Los posse perdido, cm sa Trine lida om terra firme (949), he ‘patado cs inadvertido pare la rea yha ldo ences crvalacén entre el public oor. ‘2, "Preseaia do ln aaturalean », iB! Nacional, Carson, 24762. Visién de la urbe arquetipica en Los pasos perdidos ranza y la roptura de vinculos con el mundo natural se corresponde minuciosamente con la patética situacién del protagonista en Los pasos perdidos. Afioo después el novelista cubano viajaria a Caracas para trabajar para una empresa publicitaria. Paraddjicamente, llevé en esta ciudad tun tipo de vida no muy diferente del que hubiera despreciado ante- riormente en Nueva York. Sin embargo, la variedad de paisajes que descubrié en Venezuela, y en especial sus incursiones por las selvas del Orinoco, se convirtieron en motivos de inspiracién directa de su gran novela, Los pasos perdidos. El capitulo inicial y el final introducen al lector en la geografia de- soladora de la gran ciudad. Las citas que abren tales capitulos estable- cen, por su parte, la atmésfera claustrofobica de las descripciones que vendrén a continuacién. La primera de ellas procede del Deuteronomio, libro en el que Moisés se dirige amenazante al pueblo de Isracl: « ¥ tus cielos que estén sobre tu cabeza serén de metal; y la tierra que esté debajo de ti, de hierro. ¥ palpards al mediodfa, como palpa el ciego en 1a oscuridad ». El tono profético de esta cita bfblica es premonitorio de a geografia carcelaria de Nueva York, que preside tanto el comienzo como la conclusion de la novela, una geografia evocadora del paisaje demon‘aco y alucinado descrito por James Thomson en The City of Dreadful Night (1874) y del concepto de «lo sublime aterrador » elabo- rado por Emmanuel Kant. En sus Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y lo sublime, Kant describe lo sublime como algo de grandes proporciones que des- pierta sentimientos de terror y/o placer intensos. Frente al cardcter risuefio y alegre de lo bello, lo sublime se manifiesta bajo la traza de lo temible y se caracteriza por su desmesura. Kant va més allé de esta dicotomia, previamente establecida por Edmund Burke, para distin- guir entre diferentes manifestaciones de lo sublime: lo sublime aterra- dor (que se presenta acompafiado de miedo o melaneolia) y lo sublime noble (un sentimiento de serena maravilla) o espléndido (la bellezd evocadora de un plan divino). ae Como los paisajes de Caspar David Friedrich, las arquitecturas an- sioliticas de Giovanni Battista Piranesi o las perturbadoras visiones de Henry Fisli (Fuseli), los espacios urbanos y naturales de Los 2908 perdidos estén impregnados de las diferentes manifestaciones de 10 sublime. Si bien el reencuentro del narrador con sus origenes latinoa- mericanos es deserito en términos que sugieren por su carga positiva lo sublime noble y espléndido, la urbe anénima que enmarca sus pasos dentro del triptico de la novela, asume el disefio sombrfo propio de Io sublime aterrador. El contexto hist6rico, sin embargo, ha cambiado notablemente. Carpentier escribe Loe pasos perdidos tras presenciar el espectéculo de un Occidente arrasado por la guerra y en plena forme- Alejo Carpentier : Le réel, la forétet le merveilleux cién del capitalismo multinacional. Un contexto que prepara el camino para el surgimiento de la cultura postmoderna, caracterizada formal- mente por la multiplicacién de los significantes, la transformacién de a realidad en imagenes y la fragmentacién del tiempo en una serie de presentes perpetuos!. En la descripeién de la condicién alienada de su protagonista, Los pasos perdidos nos remite a ese universo esquizoide y fragmentario. ‘Las primeras paginas de la novela inciden obsesivamente en la ‘metéfora el teatro como ejemplificacién de la estética del simulacro que rige la vida en la gran urbe. La descripeién que el narrador hace del camerino de Ruth, su mujer, contiene algunas de las claves que irén cobrando significacién a medida que avance la novela. Fl espacio fisico se convierte asi en correlato objetivo de la degradacién moral de los personajes: Hasta las paredes de la habitacién se habian ajado, al ser to- ccadas siempre en los mismos lugares, Ievando las huellas de st larga convivencia con el maquillaje. (68) La escisién, el automatismo y 1a mAscara, son algunos de los motivos que presiden el universo decadente de la metropolis occidental. Ruth representa su papel en vna misma obra durante mas de cinco afios. Sus encuentros sexuales con el protagonista se limitan a una rutina levada a cabo mecénicamente. Las grietas del cametino reflejan la desgarradura interior de Jos personajes y su aislamiento mutuo. El maquillaje es un emblema més de la artificiosidad en la que se desen- ‘vuelven sus vidas, Esta insistencia en imagenes evocadoras de automatismo y repeti- cin se corresponden con el dominio del simulacro, tal y como lo conci- be Jean Baudrillard en El intercambio simbélico y la muerte. De acuerdo con el socidlogo francés, « es la repeticiOn del signo lo que pone fin a lo que designa, » de modo que ante el vértigo de Ia duplicacién se produce la muerte del original, el fin de la representacién y el naci- miento de lo que Baudrillard denomina « el hiper-realismo de la simu- laciGn? » La tensién reiterativa y absurda que caracteriza tanto la vida del protagonista como la de quienes le rodean se ve reforzada en el texto por las continuas alusiones al mito de Sisifo. Este personaje de la mi- tologia griega, condenado en los Infiernos a hacer subir una enorme piedra a la cima de una montaiia desde donde volvia a caer sin cesar, es uno de los pocos mitos que tienen cabida en el contexto urbano re- presentado en los capitulos uno y seis de Los pasos perdidos. La para- 1. Fredric Jemescn, Journeys Through the Labyrinth: The Latin Amerzon Fiction inthe Twentlath (Canty, London, Vero, 180, p84 2, Jean Beueillard change emboligue ela mort, Pars, Gallimard, 1963, p, 108. Visi6n de la urbe arquetfpica en Los pasos perdidos fernalia mitologica asociada a Prometeo, Fausto, Ulises y otras figuras heroicas de la tradicién occidental, aunque presente, es deconstruida sisteméticamente en el texto. La degradacién espiritual que sufre el narrador, dedicado como Carpentier, al oficio de publicista, le impide acceder al émbito de tales arquetipos. Cuando Ruth marcha en gira por el pafs, se suceden las imagenes de soledad y abandono. La ciudad se transforma en una prisién laberinti- ca por donde vaga el protagonista, convertide ahora en Hombre- Ninguno: Pero evadirse de esto, en el mundo que me hubiera tocado en suerte, era tan imposible como tratar de revivir, en estos tiem- pos, ciertas gestas de herofemo, o de santidad. Hablemos caido en la era del Hombre-Avispa, del Hombre-Ninguno, en Ja que las almas no se vendfan al Diablo, sino al Contable o al Comitre. (73) El pasaje citado pone de manifiesto cierta inoperancia del mito en la civilizaci6n contempordnea. Aunque el sentimiento de alienacién y soledad estén presentes en toda la tradicién occidental, aunque ambos fueron motivos fundamentales de la inspiracién roméntica, el hombre moderno se ve privado de la posibilidad de rebelarse. Fausto no ti cabida en las calles de Nueva York. En este contexto la evasion se f revela al protagonista como inaleanzable. : En su viaje a la deriva por la gran ciudad, el narrador rememora el Prometheus Unbound de Shelley que pretendia utilizar como libreto ara una cantata que nunea llegé a terminar. Prometeo simboliza la, aceién creadora en beneficio de la humanidad. El abandono de su proyecto musical es una de tantas muestras del solipsismo del prota- gonista al comienzo de la novela. Es por esta razén que el encuentro con el llamado Curador reaviva una tltima esperanza de liberacién, #81 mismo nombre de este personaje es revelador del gusto de Carpentier por lo simbélico. El Curador ofrece al protagonista una via de escape, al proponerle un viaje al corazén de la selva, en busca de unos insbcu+ mentos primitivos. La expedicién tiene también por finalidad demo: trar su teorfa del « mimetiamo-mégico-ritmico » , La conversacién con el Curador se desarrolla en un escenario donde Ia presencia de los espejos sirve para emblematizar las tesis del sator. El espejo es a metéfora que la novela realista exploté hasta la saciet dad para comunicar sus postulados estéticos 9 se conecta, a su ves, oon, 1a teoria mimética de la que el narrador se siente cade. vex més alejadé: Su superficie pulida puede reflejar Ia realidad, pero cuando éeta'se construye en base al simulacro y al engafio, la busqueda de verosimilie tud carece de sentido. El espejo, por dltimo, nos remite a:la,discasién psicoanalitica en torno al dilema de la personalided escindida, Bete

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