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GRUÑE PLACER EL CUERVO

Gruñe placer el cuervo, hechizado por los crepúsculos del


hombre. Las ratas murtes se quejan de la pureza de las
miradas, que los avergüenzan y que ellos sienten que los
espían.
Se han podrido las noches de las estrellas y brilla el martillo
como el fulgor de un pezón que muerdo.
Ella es la memoria de un lienzo que tiembla, como una
vulva que gruñe con angustia loca; como la angustia
amarga del corazón de las mujeres, que gira como la piel
de los girasoles, cuando las acaricia con pasión, la sal del
viento y los estacan para que el sol, se encargue de derruir
su belleza, poco a poco con el cilicio del fuego de sus
ardientes manos.
Soy como el viento brutal de las tormentas flameantes;
borrascas que con sus llameantes fiebres, incluso arrasan al
animal más manso, hasta el borde de la locura.
Las llamas se deslizan como un tren subterráneo, que solo
conoce a las estrellas con el imaginario.
He encontrado poca armonía en las melodías de las
mujeres, que se pudren por orgullo bajo sus absurdas
máscaras. Canto como un corazón sombreo, sin ilusiones…
y con unas añoranzas que de tanto añejarse, se han
secado; como un mendigo castrado por una rosa, que
nunca conoció el amor verdadero ni la piedad de su destino.
Una cítara penequea ebria como una campana de vino;
comparto el pan con las moscas que pasan silbando,
embriagadas por las lentejuelas de las dunas de las basuras
callejeras.
Las pupilas de las mujeres enturbiadas, corrompen con las
bocas de sus pubis impuros, todo dentro de sus retorcidas
memorias; nada olvidan, ni siquiera borran los nombres de
los fantasmas, que las estremecieron con fervor por un
dinero, dolorosamente fácil y sucio como sus conciencias.
No sé si pueda enbrunecer tu carne con la patina de
algunas palabras dulces; disfrutar con el regusto loco de las
maravillas que brotan, cuando abro en dos medias lunas y
rebusco al sol de tu carne.
Eres la belleza satánica de la fragancia, que inflama al edén
del fanal que traspasa el fuego lancero del guerrero.
Gruñe placer el cuervo murte… como un chulo esculcando
los senos y las carteras de sus protegidas… a las que
asaltan sin deberles nada… antes de encuevarse en su
blanca madriguera.

Hèctor “El Perro Vagabundo” Cediel


hcediel@yahoo.com
2008-09-28

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