Colegio: Babar
Año: 2008
Introducción
En primer lugar, hay que aclarar que toda imagen mental, como toda idea, supone
alguna ocasión previa en que por primera vez nos pusimos en contacto con el objeto
luego imaginado o pensado, este contacto sería la percepción.
Dicha percepción puede ser externa o íntima. La externa sería en la cual las cosas
de nuestro entorno se nos hacen presentes, mientras que la íntima sería la de nuestra
1
Diccionario RAE, Madrid, Espasa Calpe, 2004.
2
propia persona. En éste caso focalizaré la percepción externa, de las cosas corpóreas de
nuestro alrededor; otras personas o prójimos.
Tomando una frase de José Ortega y Gasset sobre la percepción externa, en el ver,
oír y tocar “se reconstituye ante nosotros el mundo de las cosas físicas, el cosmos
material, en esta problemática percepción del prójimo se organiza e instaura el mundo
social, el orbe de la convivencia”2. De esta manera podría explicarse la conformación de
una sociedad.
Siempre se empieza por suponer que, al principio, no percibimos más que nuestro
yo, nuestra conciencia, y solo después, valiéndonos de ese conocimiento que cada uno
tiene de sí mismo, construimos más o menos, hipotéticamente, el yo de los demás.
El segundo paso es creer que solo se nos es dada inicialmente, la apariencia física
de su cuerpo, color, forma y movimiento, siendo la existencia de un yo en ese cuerpo
siempre una añadidura que nosotros ponemos.
Coincidiendo con Ortega y Gasset, se podría decir que partiendo de dichas
afirmaciones, no llegaremos nunca hasta el prójimo. Viviría cada uno de nosotros
encerrado dentro de sí mismo, sin visión ni contacto con el alma vecina.
Pero entonces, ¿Cómo es que sabemos de otras almas diferentes a la nuestra?
¿Cómo es que el espíritu varonil ve en el cuerpo femenino un espíritu tan diverso al suyo?
Del mundo exterior no percibimos en cada momento más que un pequeño trozo,
“un reducido paisaje o escena que se nos presenta destacado sobre la vaga totalidad,
difusa y latente, del universo material (…)”3. ¿Por qué percibimos en cada momento ese
trozo y sólo él, en tan determinada perspectiva? En cada momento no percibimos de
nuestro yo sino un corto número de pensamientos, imágenes y emociones que “vemos
pasar como flujo de un río por delante de nuestra mirada interior, y ese breve trozo se nos
presenta destacado sobre el resto oculto de nuestro yo total” 4. El autor afirma que es por
esto que es un error afirmar que estamos más distantes del prójimo que de nosotros
mismos. “Cabalgando en la acústica del lenguaje, pasan a nuestra percepción las ideas
2
José Ortega y Gasset, “Ideas y Creencias”
3
José Ortega y Gasset, “Ideas y Creencias”
4
José Ortega y Gasset, “Ideas y Creencias”
3
del prójimo”5, pero exactamente lo mismo nos curre a nosotros con nuestros
pensamientos. En palabras del autor, “Nuestro cuerpo, desde su faz interna, nos revela
nuestro propio pensamiento, como su órgano externo de audición nos descubre el del
prójimo” A lo cual yo añadiría el hecho de que no solo es su órgano de audición, sino sus
actitudes o su forma de actuar frente a diversas situaciones.
Por lo demás, personalmente concuerdo con estas afirmaciones, y podría definir a
nuestra mente como un iceberg, del cual solo es visible para nosotros, una pequeña
parte, en relación con toda su totalidad.
Tercera parte: ¿Cómo llegamos a la noticia de que existen otras personas, otros
seres, como nosotros dotados de una conciencia, de un yo, capaces de pensar y
sentir, de emocionarse y querer?
5
José Ortega y Gasset, “Ideas y Creencias”
6
María Jimena Solé, “Loboso Dioses: La experiencia del otro en Hobbes y Spinoza”
4
gestos: para ello necesita espejos, que el hombre primitivo no poseía. Él afirma que la
verdad es lo inverso: aprendemos el vocabulario de la gesticulación en los demás y solo
luego nos percatamos de que también nosotros hacemos gestos.
En segundo lugar, afirma que ese razonamiento podría permitirnos suponer en el
cuerpo ajeno, un yo idéntico al nuestro, o una repetición del propio yo (“alter ego”), y, en
sus palabras, “Es el hecho capital de toda cuestión, que el prójimo presente ante mí como
un yo radicalmente distinto al mío, con carácter, ideas y pasiones tal vez antagónicas a
las mías”7. Tales afirmaciones se contradicen con la idea de otros filósofos que plantean
que todos somos iguales. Entre ellos el nombrado Spinoza; y con Hobbes, quien expresa
que “Todos los hombres son iguales, tanto en sus facultades físicas como mentales” 8;
entre otros.
Conclusión
En conclusión, a pesar de que, en efecto, hay una percepción del prójimo, ésta
nunca puede concretarse completamente, debido a que nunca podremos conocer a ese
prójimo en su totalidad, primero porque es diferente a mí (sin excluir la posibilidad de los
parecidos), por lo que sí puedo conocer del otro su forma de reaccionar frente a diferentes
situaciones, pero no a él en su totalidad; y segundo, porque no es muy lógico poder llegar
a tener una completa percepción del prójimo, sin siquiera tenerla de nosotros mismos, la
cual considero que no tenemos. Sin embargo, lo anterior no quiere decir que no podamos
conocer muchas cosas de ese otro, e incluso a veces, llegar a conocerlo más que a uno
mismo.
Por otro lado, aunque no lo conozcamos del todo, muchas veces podemos
ponernos en su lugar, e interpretar algunas cosas, aunque siempre van a estar teñidas por
nuestras propias ideas.
Finamente, y con respecto a la creencia de que “somos todos iguales, al menos en
lo más primario de nuestro ser”, planteada y discutida por incontables personas,
realmente no podría dar una respuesta definitiva, ya que, de acuerdo con las conclusiones
sacadas, realmente no hemos llegado a comprender o conocer al prójimo en toda su
integridad, por lo que creo que no estamos capacitados para dar una respuesta
7
José Ortega y Gasset, “Ideas y Creencias”
8
María Jimena Solé, “Lobos o Dioses: La experiencia del otro en Hobbes y Spinoza”
5
fundamental, mas solo podemos hacer conjeturas, con el buen uso de la imaginación,
que, por suerte, los seres humanos poseemos.
Bibliografía