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Aos ha, Jorge Luis Borges se planteaba la siguiente pregunta a raz de la lectura de Crnicas marcianas (1950) de Ray Bradbury:

Cmo pueden tocarme estas fantasas, y de una manera tan ntima?. Bradbury naci en Illinois en 1920. Con apenas 33 aos nos regal en su libro Fahrenheit 451 toda una serie de vaticinios que me atrevo a enumerar en forma de apuntes y citas en los prximos das, pues como a Borges, me tocan (y creo que deberan de tocarnos a todos) ntimamente: 1. La prdida de la identidad. 2. La continua presencia de medios audiovisuales en nuestras vidas, que nos alejan de manera absoluta cada vez ms del silencio. Son la polimrfica sucesin de las pantallas y el uso intermitente pero sin descanso de los auriculares (incluso, como en el libro, para dormir). 3. La desolacin de las ciudades, donde nadie pasea y la gente se transporta en coche a 170 kilmetros por hora. 4. La estructura de los edificios, que han anulado las zonas comunes y de reunin para reducir al mnimo la secuencia comunal necesaria para el desarrollo de la vida armnica. 5. Las alienadas relaciones de pareja, en las que no hay tiempo para la conversacin ni el amor. Mildred, la esposa del bombero Montag, no recuerda cmo se conocieron. 6. La escasa importancia de los hijos, a los que se ven como elementos extraos. Los nios pasan 9 de cada 10 das en la escuela. Creo que no tiene desperdicio la siguiente cita extrada del libro: Los pongo en el saln y conecto el televisor. Es como lavar la ropa; meto la colada en la mquina y cierro la tapadera []. Son tan capaces de besarme como de pegarme una patada. Gracias a Dios, yo tambin s pegarlas. 7. El exceso de deporte y del concepto de competicin. Dice uno de los personajes: Ms deporte para todos, espritu de grupo, diversin y no hay necesidad de pensar, eh? Organiza y superorganiza superdeporte. Ms chistes en los libros. Ms ilustraciones. La mente absorbe menos y menos. Dale a la gente concurso de puedan ganar recordando la letra de las canciones ms populares. 8. La educacin: La herencia y el medio ambiente hogareo puede deshacer mucho de lo que se inculca en el colegio. Por eso hemos ido bajando, ao tras ao, la edad de ingresar en el parvulario, hasta que, ahora, casi arrancamos a los pequeos de la cuna.

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