Ya sabíamos que Andorra es el pais de los Pirineos. Ya sabíamos que Andorra es el país
de la verticalidad. Ya sabíamos que en Andorra no hay planitud. Pero lo que creo que no
sabíamos o no nos imaginábamos es que un Ultra Trail por las montañas de Andorra
iba a ser tan extremo. Y aún hay que dar gracias a las inclemencias climáticas que “por
su culpa” fué acortado y suavizado a la hora de la verdad.
Hace ya unos cuantos meses cuando se empezó a hablar de que se iba a organizar un
Ultra Trail por las montañas de Andorra, todos los corremontañeros de 500 kilómetros a
la redonda nos sentimos enfervorizados porque íbamos a tener cerca de casa una Ultra
en condiciones . Ya estábamos hartos de que el UTMB nos tiranizara con prisas y
sorteos para saber si a última hora habías sido tocado con la varita divina para poder
participar. En fin que nos fuímos apuntando en tropel a la nueva experiencia que
preparaban en ese pequeño país en el corazón de los Pirineos.
Ya desde el principio empezó a funcionar la rumorología y corrían los comentarios de
que “Iba a ser muy duro”, o que “Eran cáminos muy técnicos”. Todo esto no arredraba a
nadie sino todo lo contrario, se nos encendía aún más la chispa de hacer algo nuevo y
diferente y soñábamos con las crestas y los neveros que nos prometían íbamos a
encontrar en la Ultra de Andorra.
Por fin llegó el momento tan esperado y cada uno de nosotros preparó sus mejores galas
como gladiador que se dispone a lidiar un gran combate. No escatimamos esfuerzos
para conseguir el mejor frontal con nosecuantos lúmenes, las mejores zapatillas con
goretex XCR nosequemas, los mejores palos de carbonotungstenosuperligeros, y así un
sin fin de artilugios que en el fondo sólo sirven para darnos un efecto placebo de una
dudosa efectividad en algunos casos. Cómo dice mi buen amigo Xesc Terés: “Que no
son las flechas, que es el indio”.
Empezamos en bajada, una salida espectacular por una carretera sinuosa iluminada con
cientos de linternas, miles de reflejos de las bandas reflectantes de nuestra ropa técnica,
las lucecitas intermitentes proporcionadas por la organización para colgar en la parte
trasera de la mochila, la Luna Llena como muda espectadora de aquella movida. Un
momento inolvidable.
Hasta el kilómetro 7 (Pueblo de Llorts 1.440 msnm) bajamos de forma considerable y a
partir de allí empezó el primer gran obstáculo. 1.100 metros en 5 kilómetros haste el
Clot del Cavall 2.550 msnm. Seguimos bajando, subiendo, cresteando. Ya llevábamos
más de 2 horas de marcha. Ya se habían acabado los comentarios jocosos. Ya estábamos
cada uno concentrado en su carrera. Nos acompañaba la lluvia que vino acompañada de
importante aparato eléctrico y sonoro. Cada uno ensimismado en sus pasos, oyendo su
respiración mezclada con el murmullo del agua cayendo sobre nuestras cabezas. Este
murmullo se veía bruscamente apagado por el estruendo que precedía al fogonazo
producido por los rayos y relampagos que corrían en todas direcciones. Hasta que uno
de ellos debió de producirse muy cerca de nosotros ya que no se cumplió aquella regla
de que cuentas 1 … 2 … 3 … los segundos que tarda el trueno después del rayo para
calcular a qué distancia está la tormenta. Nunca antes lo había experimentado, pero el
rayo y el trueno fueron simultáneos y este último de una violencia extrema. Yo me
quedé cegado y cuando recuperé la visibilidad unos segundos después me encontré a los
dos corredores que iban delante de mí tirados en el suelo preguntándose que c… había
pasado.
Por fin llegamos al refugio Joan Canut kilómetro 18 donde la organización había
decidido neutralizar la carrera por el peligro que revestía semejante tormenta para los
corredores. ¡¡¿ Carrera neutralizada?!!. Pues sí. Por seguridad. Estamos a más de 2.000
msnm, son casi las 3 de la madrugada, la temperatura no está muchos grados por encima
de 0º, está lloviendo, hace un vientecillo de la leche, la sensación térmica ni te cuento.
Y nosotros bastante mojados, con este parón empezamos a perder calor casi de forma
inmediata. Además tuve la mala suerte de ser de los primeros en ser neutralizado con lo
que me tocó estar allí arriba más tiempo que a la mayoría. Por suerte había una pequeña
hoguera a la que nos arrimamos todos como pudimos para recibir algo de calor, pero
como se iban acumulando muchos corredores la fogata no daba abasto.
Sigo ascendiendo con buenas sensaciones, exceptuando mis lesiones residuales que no
paran de recordarme que cuando me encuentre totalmente sólo ellas seguirán
acompañándome, y sobre las 5 de la mañana en plena ascensión al Comapedrosa por un
momento sentí que desvariaba: ¿Tan “apajarao” voy que oigo gaitas?. Pues no, no iba
“apajarao”. Realmente había un gaitero en el pequeño collado que dá pie a la ascensión
al pico a 2.800 msnm!!!. No pude reprimirme y cuando llegué arriba estuve vitoreando
al gaitero y pidiendo un aplauso para él. Me consta que no soy el único que
espontáneamente pidió que se le reconociera el mérito de estar allí a esas horas (Las
5:30) y con la que había caido.
El problema fue que este avituallamiento estaba previsto en el kilómetro 43 y por las
decisiones de variar el recorrido resultó estar en el 50. Yo ya venía escaso de agua desde
el control anterior y sufrí la triste paradoja de ir rodeado de agua durante más de una
hora y al mismo tiempo padeciendo una deshidratación bastante fuerte. También era
paradójico que estuviese pasando tanto calor en esos momentos cuando pocas horas
antes había estado al borde de la hipotermia. Pero bueno en el Pont de la Margineda se
pasaron todos mis males, bebí, comí, recargué agua, hablé con algún amigo como Joan
Ruiz que estaba allí para dar ánimos y proseguí la marcha. Antes un repaso de cómo iba
la carrera: Estaba en el kilómetro 50, llevaba casi 10 horas y físicamente estaba bastante
entero, lo único que ensombrecía el panorama es que aún quedaban 58 kilometros para
el final y eso era mucho (Aún no sabía que la carrera se había acortado).
Enfilé la fuerte subida hasta el refugio de Prat Primer 2.240 msnm (1.300 metros de una
tacada), una vez allí volvemos a bajar otra vez hasta los 1.500 msnm más o menos
donde nos dicen que la carrera había sido acortada y que a partir de ese punto quedaban
28 kilometros. He de decir que me alegré un montón porque precisamente en el último
tramo venia teniendo serias dudas de si podría acabar la travesía completa. Cuando
llegué a este punto y según mi GPS me quedaban 46 kilometros, esto suponía un recorte
de 18 kilometros y la supresión de la dura subida al Collado dels Pessons 2815 msnm.
Todo esto me animó un poco, me comí un delicioso plato de arroz con boloñesa y
proseguí la marcha, pero ahora ya no había la ligereza del inicio, las piernas empezaban
a estar pesadas e incluso en llano se hacía un poco difícil mantener un trote decente,
pero bueno seguía en la brecha.
Siguiente objetivo: subir a la Vall de Ramio y desde allí y a través del Coll Jovell 1900
msnm pasar a Llac d’Engolasters. Desde allí nos aguardaban unos 10 kilometros de
terreno variado y no muy inclinado hasta llegar al pueblo de Canillo 1.540 msnm donde
se encontraba el punto kilometrico 78 según mi GPS. Cuando iba a mitad de camino
hacia Canillo el cielo empezó a ensombrecerse otra vez, empezó a tronar y acto seguido
a llover que en poco tiempo se convirtió en un diluvio. Se mantuvo así casi una hora
con aparato eléctrico, sonoro y agua por un tubo y justo al llegar a Canillo
aproximadamente a las 17:10 y durante unos 5 minutos cayó una granizada que suerte
que me pilló en el control de este pueblo y pude guarecerme durante los momentos de
mayor intensidad. Allí y mientras pasaba el chaparrón coincidí con mi amigo Juan
Carlos, con un vasco de Vitoria, Ricardo creo que se llama y otro ultrarunner de
Campdevanol que curiosamente tiene el mismo apellido que yo y se llama Sergi Real y
que era su primera ultra y la acababa en muy buenas condiciones. Un saludo a todos
desde aquí.
A partir de allí acometimos los cuatro juntos la subida a Coll de Ordino 400 metros de
nada comparados con lo que llevábamos hecho, lo que eran de una extremada
verticalidad incluso algunos pasos ayudados con grapas clavadas en la roca y sirgas de
seguridad al estilo ferrata. Una vez arriba y ya “oliendo a cuadra” empezamos a trotar
por la carretera de Ordino unos con más garbo que otros ya que Juan Carlos y Sergi se
fueron por delante, después Ricardo, y yo un poco más rezagado pero ya me daba por
satisfecho con poder mantener aquel trote borriquero después de 16 horas.
Y por fin el último control, en una curva de la carretera, a partir de allí una vertiginosa
bajada de más de 700 metros hasta Ordino nos pondría en las puertas de la gloria. No sé
de donde salieron pero saqué fuerzas para acelerar la marcha hasta que logré contactar
con Ricardo ya muy cerca de la meta y entrar juntos arropados por los ánimos
personalizados (Todo un detalle) del speaker de la organización, los vítores del público
(No mucho, tampoco espero más) y los aplausos de mi mujer y amigos (Estos si que
valen una fortuna).
Otro dato remarcable es tener amigos que son capaces de quedar 2º y 4º de la general a
no mucha distancia de Killian Jornet (Un deportista excepcional) y que 5 horas después
estan allí y me felicitan personalmente. Dos cracks y dos personas excepcionales como
son Jordi Martinez y Oscar Perez. Enhorabuena también a colegas que han completado
su enésimo finisher: Jordi Comas, Jaume Terés, Jordi Puig, Rubén Iniesta. Y ánimos y a
pensar en la próxima a los que no: Roque Lucas, Josep Dulcet, Cañorroto. Espero no
olvidarme de nadie.
En cualquier caso ya tengo ocupado el primer fin de semana de Julio del año 2010.