Un corresponsal ambiental
en Juárez
Victoriano Garza Almanza
Un corresponsal ambiental en
Juárez
Victoriano Garza Almanza
Abrí el correo electrónico y encontré varios mensajes de procedencia desconocida. Por
sanidad, cuando son de origen extraño y pueden cargar algún virus cibernético, los borro
sin miramientos. Por el remitente uno de ellos llamó mi atención, era de un tal Gideon
Lichfield, corresponsal del semanario inglés The Economist. Escribía que vendría a Juárez
y pedía una entrevista, ya que pretendía preparar una crónica sobre la contaminación
ambiental en la frontera y el TLC.
Acepté y atendiendo a una segunda petición le mandé una lista de otras personas para
entrevistar. Puntualito, como buen inglés, estuvo el día y la hora acordados en el CEMA de
la Universidad de Ciudad Juárez. Para entonces ya había hablado con él telefónicamente y a
juzgar por su voz esperaba ver a una persona madura.
Al término del encuentro se fue por donde vino. Salió de la Universidad para buscar el resto
de las entrevistas pactadas. Luego me diría que no consiguió todas, algunos de los
ambientalistas de la lista lo dejaron plantado.
A los pocos días me envió su crónica que en esos momentos ya estaba en las páginas de
The Economist, se llamaba: A greener, or browner, México?
No era muy extensa, apenas del tamaño de este artículo, pero los ojos del probablemente-
más importante semanario del mundo estaban puestos aquí mismo. Los editores tenían
interés en que los europeos inversionistas y estadistas supieran, desde la misma línea
divisoria del desarrollo y el subdesarrollo, del primer tratado comercial internacional que se
preocupaba por el cuidado del medio ambiente.
Tenían curiosidad por conocer del ambiente binacional y de la manera en que México y
Estados Unidos estaban abordando los compromisos ambientales del TLC.
Para no ser un periodista especializado en asuntos ecológicos como los gringos, que por
años se entrenan exclusivamente para cubrir PCB's, plaguicidas o cambio climático, sino un
corresponsal holístico que agarra la noticia por donde el olfato le dice que está brincando o
donde la intuición lo lleva a lo que puede ser una novedad, podemos decir que su artículo
ofreció un buen acercamiento a nuestra problemática ambiental.
Pronto será cumplirá un año de la publicación del The Economist, que fue difundida en
Estados Unidos, Canadá y traducida por numerosos medios informativos de México. ¿Que
ha cambiado desde entonces? Eso lo puede decir usted. Algunos de los problemas
ambientales que Lichfield menciona en su crónica, para cuya atención y solución el TLC
creó relucientes oficinas internacionales llamadas "ecotours", por los constantes viajes de
sus funcionarios y bien redactados acuerdos ecológicos, son como sigue:
* Contaminación del aire. Usted sabe que es un problema que las autoridades miden y
miden a diario, pero que cada vez les da un mayor índice y, por ende, más riesgos.
* La falta de drenaje, ya que hay sólo una red para el servicio doméstico, comercial,
industrial y pluvial. La red está cada vez más dañada y en cada lluvia que no son muchas
pero que cuando caen ocasionan problemas se pierden kilómetros. Para colmo, en algunos
lugares se hunde periódicamente.
* Tratamiento de aguas negras. Ahora se anuncia que se ampliará una de las plantas, al
cabo que la gente no dice nada y paga con sus impuestos los errores de planeación.
* Los residuos sólidos. Particularmente las llantas, con la cuales se ha hecho de Juárez el
basurero más grande de El Paso y Las Cruces.
El artículo de Gideon tiene un valor dogmático. Usted lo pudo haber leído cuando apareció
el año pasado, o hace un mes o leerlo la próxima navidad, y le parecerá fresco como si un
profeta lo hubiera escrito. La problemática ambiental que aborda se mantiene estable y a la
alza.
Pero no todo es lóbrego, concluye Lichfield, las ONG ambientalistas han florecido en este
escenario para orientar al público, para proveer a niños y jóvenes de la educación ambiental
que las instituciones oficiales no les dan. Y como en los mejores pasajes de la Biblia,
profetiza que el esfuerzo de las dos naciones traerá la luz a la frontera para arreglar de una
vez por todas el problema de la contaminación y el deterioro ambiental.
Con esperanza y optimismo, los fronterizos podemos ver que hay una luz al final del
túnel... sólo que no sabemos si es la de un tren que viene en sentido contrario.
vgarza@uacj.mx