Marucha
Mari
“Señor:
Ya que he intentado entender la voz del viento y el soplo que me creó;
escúchame... Vengo a ti como uno de tus numerosos hijos.
Soy falible y pequeña; necesito de tu sabiduría y tu fuerza. Déjame andar en
tu belleza y haz que mis ojos siempre la perciban en la naturaleza; en el rojo y
el púrpura del atardecer. Haz que mis manos respeten las cosas que creaste y
que mis oídos consigan entender tu voz...
Hazme sabia de modo que pueda absorber las cosas que nos enseñaste y las
lecciones que dejaste escondidas en cada hoja y en cada peñasco.
Te pido fuerza y sabiduría no para ser superior a mis semejantes; sino para
poder vencer al mayor enemigo que tengo: Yo misma.
Así mi espíritu podrá retornar a ti sin pecado”.
esta misma persona de la que hablamos fue quien se dirigió confiada al centro
médico loira (el paraíso) aquel fatídico 16 de octubre, día que quedará marcado
para siempre en nuestro calendario de los días tristes.
la intención era extirparse 2 lunares: uno en el rostro y otro en el lóbulo derecho,
operación que en teoría debía durar tan sólo 30 minutos, según lo expresó la dra.
maría rosa pierini, cirujano plástico con la que convino, días antes, la “sencilla”
operación.
ese día se despidió de sus familiares como de costumbre, y aún recordamos su
sonrisa y buen humor cuando nos pidió la esperáramos para almorzar...
aún aguardamos, aunque con llanto silencioso, con el vacío que deja la espera sin
retorno y con nuestra inconformidad soberbia con la vida...
la desfortuna quiso que el anestesiólogo asignado a la sencilla operación fuese el
dr. edgardo gosen martínez, socio de la clínica y con conocida reputación como
catador de licores y bebidas espiritosas.
este mismo “profesional” fue quien dispuso la sobredosis de anestesia general
que se le administró a maribel, aunque el protocolo médico para este tipo de
intervención establece anestesis local, ya que al tratarse de un procemiento no
invasivo el mismo no compromete las funciones vitales del paciente.
en este caso, la decisión fue otra... y su consecuencia más lamentable nos tiene
sumidos en la tristeza, donde momentáneamente nos hemos refugiado, tratando
de entender todavía la razón de esta herida...
hace poco más de 2 años este mismo
médico causó la muerte de otra paciente
(en la misma clínica) que se encontraba en
trabajo de parto, a la cual administró
sobredosis de anestesia que la condujo a
la muerte, crimen por el cual nadie se hizo
responsable –ni siquiera la clínica-, más
interesada en ver crecer los dividendos de
sus accionistas, que hoy suman alrededor
de 175, incluidos los médicos de las
distintas especialidades.
el testimonial del caso que elevaremos a
la fiscalía general de la república incluye la
declaración de una enfermera que lo
asistió en la operación y quien al
mostrarse inquieta por la elevada dosis de
anestesia que éste le administraba a
maribel, sólo obtuvo por respuesta
“¿quién es el médico?”, lo que
comprueba una vez más la soberbia que
caracteriza a este gremio, que se cree
intocable y que en nombre de dios
distorsiona la noble profesión para la cual
fueron formados...
hasta ahora no sabemos que ocurrió en
aquellas 4 paredes: el silencio cómplice y
sepulcral de sus colegas vela la verdad a
nuestros ojos.
sólo dios y el tiempo, como incondicionales
aliados, nos han permitido descubrir medias
verdades, como aquella en la cual, después
que maribel se sumió en la gravedad por la
sobredosis de anestesia, debió ser
trasladada desde el piso 19 (terapia
intensiva) hasta la emergencia de la clínica
(sótano), ya que uno de los aparatos –usado
para mantener los signos vitales del
paciente- se encontraba dañado, lo cual
desde luego comprometió aún más su
delicado estado de salud.
esa misma noche, la primera que hizo
permanecer en la clínica a una gran
cantidad de amigos y familiares, un
mensajero de la muerte y la desesperanza,
vestido de bata blanca y con la complicidad
como único accesorio de su desfachatada
presencia, anunció lo inminente: la muerte
cerebral de la frágil golondrina...
en ese momento todo se detuvo. convulsionó la alegría y un río de lágrimas tuvo la
misión de inundar el mundo. lo que vino luego fue una sucesión de enrevesadas
explicaciones y versiones que intentaban esconder la culpa de aquellos que en su
errado proceder nos la confinaron a una enmarañada red de cables, tubos y
mangueras.
la piedad huyó de aquel nefasto personaje, quien para nuestra desdicha dijo
llamarse dr. gustavo borges, autor de los insólitos agravios a nuestra esperanza
de verla salir caminando de aquel templo del horror.
detenidos, indefensos, obnubilados, llorosos, tristes y suplicantes de lo que hasta
ahora no se asoma: la verdad de su mala praxis médica, escondida y guardada
celosamente por estos adoquines de la ciencia médica, quienes con su látigo
insolente rasgaron nuestros sentimientos y palabras...
casi 48 horas después la frágil
golondrina se despedía, y se elevó al
cielo veloz y fatigada...
hasta el día de hoy siguen apareciendo
verdades de media tinta, pero ninguna
de ellas nos arranca del alma la
nostalgia y nos limpia del corazón la
herida permanente y viva...
la lista de culpables inconfesos crece, y
a ellas se sumó el dr. alejandro feo,
quien supo mentir cuando fue
necesario...