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El comentario mismo se ha vuelto inmanente: cada texto ser su propio marco de referencia, a falta de toda trascendencia comn, y la tarea

del crtico, ajena a todo juicio de valor, se agOlan\ en el '"sclarecimiento d" su sentido, "n la d"scripcin <1" las formas y <1" los funcionamientos textuales, Por "sto, una ruptum cualitativa S" establece entre el texto estudiado y el texto del estudio. Si el comentario se preocupara por la verdad, se situara en el mismo nivel que la obra comentada y los dos trataran del mismo objeto. Pero la diferencia entre ambos es radical y el texto estudiado se convierte en objeto (un lenguajeobjeto), incorporando el comentario a la cat"gora del metalenguaje. p.14 La critica dialgica habla, no acerca de las obras, sino a las olnas o, ms bien, con las obras; se niega n eliminar cualquiera de las dos voces en presencia. El texto criticado no es un objeto que deba asumir un metalenguaje, sino un discurso que se encuentra con el crtico; el autor es un t y no un l, un interlocutor con el cual se discute acerca de los valores humanos. Pero el dilogo es asimtrico, ya que el texto del escritor est cerrado mientras que el del crtico puede seguir indefinidamentep.150 e segue: Para no hacer trampas en el juego, el cl"tico debe hacer escuchar lealmente la voz de su interlocutor. Las diferentes formas de critica inmanente recuperan aqu su derecho (pero en un recorrido diferente); cmo se podra contribuir a comprender mejor el sentido de un pasaje sin integrarlo en contextos cada vez ms amplios?: el de la obra primero, el del escritor luego, el de la poca, el de la tradicin literaria; ahora bien, es ciertamente lo que cumple talo cual .especialista. Literatura y moral: Qu horror!., protestar mi contemporneo. Yo mismo, al descubrir a mi alrededor una literatura subordinada a la poltica, crea que h"ba que romper todos los lazos y preservar a la literatura de cualquier contacto con 10 que no era. Pero la relacin con los valores le es inherente: no slo porque es imposible habl",' de la existencia sin referirse a ellos, sino tambin porque el acto de escribir es un acto de comunicacin, lo que implica la posibildad de acuerdo, en nombre de valores comunes. El ideal del escritor puede ser la interrogacin, la duda o el rechazo; pero no incita menos a su lector a compartirlo y no deja de ser moral. por lo mismo. p.152

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