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quinta parte

La multitud murmuraba. Todas las hermosas modelos miraban las gaviotas y el


ocano.
Ese hombre apoyado en la pared -dijo el oficial-. Lo conozco. Se llama Ricardo
Reyes.
Hola, Esteban! -llam Ricardo.
El oficial llam tambin.
Hola, Ricardo.
Se saludaron con la mano.
No hace nada que yo pueda ver -dijo el oficial de polica.
Qu quiere decir? -pregunt el fotgrafo-. Est tan desnudo como una piedra.
Es inmoral!
Ese hombre no hace nada inmoral -dijo el polica-. Si estuviese haciendo algo
con las manos o el cuerpo, algo terrible que no se pudiera mirar, yo actuara en
seguida. Pero como no hace otra cosa que estar apoyado en la pared, sin mover ni
un brazo ni un msculo, no hay nada malo.
Est desnudo, desnudo! -grit el fotgrafo.
El oficial parpade.
No entiendo.
Uno no anda por ah desnudo!
Hay gente desnuda y gente desnuda -dijo el oficial-. Buena y mala. Sobria y
borracha. Me parece que este hombre no es un borracho, es un hombre de buena
reputacin. Desnudo, s, pero que no hace nada con su desnudez que pueda
ofender a la comunidad.
Quin es usted, su hermano? Quin es, su cmplice? -dijo el fotgrafo. Pareca
como si en cualquier momento fuese a estallar y morder y ladrar y correr en
crculos bajo el sol deslumbrante-. Dnde est la justicia? Qu va a pasar aqu?
Vamos, chicas, nos iremos a otra parte!
Francia -dijo Ricardo.
El fotgrafo gir en redondo.
Qu!
Francia, o Espaa -dijo Ricardo-. O Suecia. He visto hermosas fotografas de
paredes suecas. Aunque sin muchas grietas, es cierto. Olvide mi sugestin.
El fotgrafo sacudi la cmara, el puo.
Sacaremos fotografas a pesar de usted!
Estar all -dijo Ricardo-. Maana, pasado maana, en los toros, el mercado, en
todas partes, a donde usted vaya ir yo, tranquilamente, sin prisa. Con dignidad, a
cumplir con mi necesaria tarea.

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