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LA INDEPENDENCIA DE URUGUAY

Asignatura: Historia de la Independencia de América Latina


Profesora: María Eugenia Petit-Breuilh Sepulveda
Alumno: David Rosendo Ramos

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ÍNDICE DE CONTENIDOS

1. El contexto espacial y político

2. La ausencia de la monarquía y las reacciones en América

3. Volvamos al comienzo. Artigas y la sublevación

4. La ocupación luso-brasileña de 1817

5. Consideraciones finales

6. Bibliografía

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1. El contexto espacial y político

Antonio de Alcedo, en su Diccionario geográfico-histórico de las Indias


Occidentales o América del año 1789, expresa: Uruguay, Provincia de la América
Meridional que confina al norte con la del Guairá en el Gobierno de Paraguay, y al
mediodía con la boca del Río de la Plata, con la Provincia y Capitanía del Rey a
Levante, y con el Río Paraná a Poniente.

La cartografía del SXVIII da el nombre de Uruguay a la tierra al oriente del Río


Uruguay a la cual, asimismo, en los documentos de la época se le nombra la otra banda,
la Banda del Norte (por referencia sin duda al Río de la Plata), la otra Banda del Río
Uruguay. (Fig.1.)

Una vez establecida de


una manera muy sintética la
delimitación espacial veamos
las condiciones políticas del
momento.

Carlos III fundó en


1777, incluyendo los actuales
países de Argentina, Paraguay,
Uruguay, Bolivia y parte de
Chile, el Virreinato del Río de
la Plata. El nacimiento de esta
nueva división política y administrativa tiene dos razones principales, la primera es
controlar la influencia de los portugueses, que operan desde la colonia de Sacramento
(fundada en 1680) en tensa rivalidad con Buenos Aires, y la segunda proteger uno de
los principales puertos comerciales de la América española (esta visión estratégica se
refrenda por la voluntad inglesa en intervenir, como de hecho lo harán, en estos
territorios).

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Es muy recomendable destacar la fundación de Montevideo, con una fuerte
carga militar para contrarestar la influencia portuguesa y el comercio de cueros de
holandeses, franceses e ingleses entre otros, en el año 1724. Montevideo mantendría a lo
largo de su historia una fuerte rivalidad con Buenos Aires por la centralidad comercial.
A pesar de sus mejores condiciones naturales como fondeadero y para la protección de
las flotas que llegaban al puerto, dinamizando la economía de la zona, algunas
autoridades, como por ejemplo el Consulado, se empeñaron en invertir a favor del
puerto de Buenos Aires, lo que le valió la desautorización constante por parte de la
monarquía española.

Tras una serie de conflictos y tratados entre portugueses y españoles sobre la


propiedad del territorio que hoy ocupa Uruguay, en 1777 ambas potencias firman el
Tratado de San Ildefonso, por el que España recupera algunos territorios al este del río
Uruguay y al norte del río Ibicuy, además de la colonia de Sacramento.

Las pretensiones comerciales de Gran Bretaña sobre la cuenca rioplatense


provocaron que España mantuviera una serie de alianzas- cuando no se encontraba en
franca disputa- con Francia (materializadas en los Pactos de Familia) para proteger las
colonias americanas. Muestra inequívoca de ello son los ataques británicos entre 1806 y
1807. Debemos también reseñar que un año después de la creación del nuevo virreinato
se decretará la libertad de comercio con Indias, lo que abrirá diferentes puertos al
comercio península-América, facilitándose así la labor de los contrabandistas al ver
abiertas sus líneas de penetración en la América española.

La defensa del Río de la Plata de los británicos se tuvo que hacer desde las
voluntades y medios económicos y humanos de las elites criollas debido a que la flota
española se encontraba sumida en una profunda crisis. Esta situación de desamparo
pudo ser uno de los puntos de origen del debilitamiento de la confianza de los
comerciantes criollos en las autoridades españolas, confianza que acabó
resquebrajándose con la crisis dinástica española en la primavera de 1808. Pero estas no
eran las únicas razones de descontento ya que las subidas de impuestos, las tendencias
ideológicas ilustradas, las recientes revoluciones atlánticas….tienen también su cuota de
participación en las revoluciones latinoamericanas.

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2. La ausencia de la monarquía y las reacciones en América

La penetración y “dominación” del territorio peninsular por Napoleón hizo que


las oligarquías en América temieran por sus actividades mercantiles, puesto que había
quedado demostrado, según hemos explicado antes, que España no estaba en
condiciones de proteger el virreinato de ataques e incursiones de británicos y
portugueses. Cuando en América se conoce el establecimiento de las Juntas de
Gobierno provinciales españolas, parte de esos grupos elitistas deciden impulsar la
creación de sus propias juntas, como la Junta de Buenos Aires, que al principio se
declaran fidelistas a Fernando VII. Parte de las elites criollas del Río de la Plata se
negaron a reconocer a la Junta Suprema Central en España, pero si seguían enarbolando
su fidelidad y respeto a Fernando VII (hay historiadores que creen que la Máscara de
Fernando VII fue sólo una simple artimaña para dejar, durante este periodo de ausencia
del deseado, trabajar a la junta sin interferencias).

La caída de la Junta Suprema Central y la sustitución por el Consejo de


Regencia en Cádiz no significó cambios en el apoyo de los juntistas porteños a los
regentistas. El 25 de mayo se convocó en Buenos Aires una Junta Superior Gubernativa
que exige a las Cortes gaditanas el cumplimiento de las ya tradicionales demandas
económicas y de representatividad y además exigen la renuncia de Cisneros, el nuevo
virrey. El Consejo de Regencia declarará en rebeldía a la Junta bonaerense. Los criollos
e intelectuales que formaron la Junta de Buenos Aires intentaron que todas las ciudades
y municipios reconocieran su poder y legitimidad pero algunas provincias se oponen a
ella por miedo al centralismo administrativo y económico. Montevideo rechazó a la
junta bonaerense y reconoció al Consejo de Regencia español.

Los nervios empezaron a encresparse y las disensiones entre los realistas y los
juntistas, entre Buenos Aires y las provincias, entre los centralistas y los federalistas, se
acentuaron.

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3. Volvamos al comienzo. Artigas y la sublevación

En este punto podemos introducir la figura de José Gervasio Artigas (Fig.2.).


Artigas, de educación franciscana frustrada, era hijo de un estanciero acomodado que
pronto se encomendó a las tareas pecuarias de su padre (había ostentado cargos de
representatividad política). Adquirió bastante fama persiguiendo indios charrúas y
minuanos y dirimiendo conflictos en las fronteras (ya dentro de la unidad militar del
Cuerpo de los Blandengues).

Sus ideas federales y liberales y su


cambio de bando, a favor del recién creado
movimiento juntero, que incluso le llevará al
asedio de Montevideo cuando este no
reconoce a Buenos Aires y se pone del lado
del fidelismo, determinará la suerte de la
historia del Río de la Plata.

En la Banda Oriental estalló una


insurrección de la población rural contra las
autoridades españolas de Montevideo,
encabezadas éstas por el virrey Francisco Javier Elío que no era reconocido como tal
fuera de la ciudad. Mercedes y Santo Domingo de Soriano serán las dos primeras villas
que se ocupen por los revolucionarios Viera y Benavides tras el denominado “Grito de
Asencio” en febrero de 1811, había comenzado la independencia de la Banda Oriental.
Entre febrero y abril Artigas y sus tropas tomaron diferentes villas a los realistas. El
gobierno de Buenos Aires inició el asedio de Montevideo (realista, no había reconocido
a la Junta de Buenos Aires y sí al Consejo de Regencia de Cádiz) en junio de 1811,
previa victoria a las tropas del virrey en la Batalla de Las Piedras. Así lo narraría
Artigas al finalizar la contienda;

"Estos han sido los movimientos de la División que he tenido el honor de mandar y éstos,
Excelentísimo Señor, son los momentos en que me considero elevado por la fortuna al grado de felicidad
más alta, si las armas de mi mando han podido contribuir a perfeccionar la grande obra de libertad de

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mi amada patria y dar a usted, que la representa, un día tan glorioso como aciago y terrible para los
indignos mandones que desde su humillada situación intentan en vano oprimirla."

Los portugueses al mando de Diego de Souza acudieron a “pacificar” la zona


por petición de las tropas españolas, con la intención de recuperar su influencia en la
zona y Sacramento, lo que llevó a que Buenos Aires pactará con las tropas fidelistas,
ordenando la retirada de las tropas revolucionarias de la Banda Oriental. Artigas se
retiró de Montevideo pero su concepción de la transparencia de los objetivos de la junta
bonaerense en busca de la libertad al pactar con los realistas se desmorona. Montevideo
quedaba de nuevo bajo la autoridad de los españoles (los portugueses también se
retiraron como es lógico). Este hecho le obligará a exiliarse, junto con miles de sus
compatriotas que preferían marcharse con Artigas a estar bajo el yugo español, a la
provincia de Entre Ríos en lo que se conoce como La Redota o el “Éxodo oriental”.
Debemos reseñar que la Junta lo había hecho gobernador de estas tierras.

En 1812 Paso, Sarratea y Chiclana (el Triunvirato que había sustituido a la


Junta) estaban al frente del gobierno bonaerense y buscaron que Gervasio Artigas se
reconciliara con Buenos Aires porque sospechaban de los lusos. La diplomacia británica
ayudó a que los portugueses finalmente se fueran de la zona y el escenario quedara libre
para la lucha con las tropas del sustituto de Elío, Vigodet. Esto determinó a Artigas a
participar en el segundo asedio sobre Montevideo (junto a viejos compañeros en el
ejército como el General Rondeau).

A principios de 1813, el Triunvirato convoca una Asamblea General


Constituyente a la que invita a todos los representantes de las provincias, a ella acudirán
una serie de diputados provinciales, entre ellos los orientales que habían decidido con
Artigas las Instrucciones del año XIII (de manera grosera pueden definirse como
federalismo interior e independencia exterior, es decir, lo primero aplicado a Buenos
Aires y lo segundo a España, entre otras mediadas que garantizaban el establecimiento
de gobiernos locales y provinciales, libertad religiosa y civil, igualdad…). Estos
diputados fueron rechazados por los convocantes bonaerenses y Artigas rompió
nuevamente con el gobierno porteño abandonado el sitio de Montevideo. Finalmente,
las tropas argentinas, con ayuda inglesa, expulsarán a los españoles de Montevideo y se
intentará llegar a una solución pacífica de coexistencia con las tropas y el prestigio de

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Artigas (tras el incidente de la Asamblea Constituyente el gobierno de Buenos Aires, el
Directorio, puso precio a su cabeza) aboliendo el decreto de captura aprobado por
Gervasio Posadas. Pero estas intenciones quedaban en nada porque las posiciones de
ambos bandos eran irreconciliables.

La derrota en Guayabos el 10 de enero de 1815 (Fig.3.) significará la expulsión


del ejército porteño de la Provincia Oriental a manos de las tropas artiguistas. El 25 de
febrero de 1815 se efectuó la evacuación de las tropas porteñas al mando del General
Alvear quedando como Gobernador Militar de la provincia un oficial del ejército de
Artigas llamado Torgués. La Provincia Oriental y las de Entre Ríos, Corrientes, Santa
Fe y Córdoba estaban bajo la tutela de Artigas y sus colaboradores.

Este hecho provocó la


disolución de la Asamblea
Constituyente de Buenos Aires y la
destitución de Alvear, entrando en
escena otro Director de la acción
ejecutiva de Buenos Aires, el Coronel
Álvarez Thomas.

En 1815 se convoca un
congreso de la Liga Federal o de los Pueblos Libres, agrupación de las provincias de
Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y Misiones que habían nombrado a Artigas “su
Protector”, en el que se declara la independencia con respecto a España, dando
comienzo a un nuevo período en la historia de la Banda Oriental, la “Patria Vieja”, que
acabaría trágicamente con la irrupción, en 1816, de las ocupantes tropas portuguesas.

1. Expulsión de los gobernantes centralistas.

2. Formación de un Congreso Provincial.

3. Declaración de la Independencia de Buenos Aires bajo el Protectorado del


General Artigas.

4. Formación de la Liga a través de los pactos entre las provincias independientes.

Fig.4. Propósitos de la Liga Federal según Artigas en 1814.

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Las pugnas entre las concepciones federalistas de Artigas y las unitaristas del
directorio de Buenos Aires harán que, ante la imposibilidad de un nuevo y victorioso
enfrentamiento armado de los porteños con las tropas de los orientales, sea la ayuda de
un agente extranjero, pero no desconocido, el que decida las suertes de la Banda
Oriental.

La independencia de las Provincias Unidas se promulgó en el Congreso de


Tucumán, el 9 de Julio de 1816, donde por supuesto no estuvieron representadas las
Provincias Orientales.

4. La ocupación luso-brasileña de 1817

En marzo de 1816 llegan a Río de Janeiro algunos miles de hombres al mando


del General Carlos Federico Lecor instigados por la diplomacia bonaerense, temerosa,
como hemos visto del experimento de Artigas.

Las huestes portuguesas comenzaron la invasión de la Banda Oriental. Artigas


intentó hacer frente a las tropas invasoras del general Lecor pero las tropas lusas
derrotan a las artiguistas en Carumbé. El 8 de diciembre del 1816 la anexión de la
Banda a las Provincias Unidas a cambio del auxilio militar se consumó. El año siguiente
fue un cúmulo de derrotas militares, de deserciones y apresamientos de sus mejores
hombres (Lavalleja, Oribe…) los portugueses avanzaban imparables y en 1820 en
Tacuarembó la balanza se volcó del lado de los invasores. Artigas volvió a intentarlo
pero los despropósitos en forma de traiciones de sus antiguos camaradas de las
provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones se lo impidieron. Artigas se exilió a la
Paraguay del caudillo Rodríguez Francia en 1820.

En julio de 1821, la Banda Oriental pasó a denominarse Provincia Cisplatina del


Imperio portugués y en 1822 (con un Brasil ya independiente) se convirtió en una
provincia más del Imperio brasileño.

Calmadas las aguas en las Provincias Unidas, Buenos Aires reclamó el territorio
a Brasil y rearmó a los partidarios de Artigas, ahora comandados por Juan Antonio

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Lavalleja. La idea de Buenos Aires no era propiciar la independencia de la Banda
Oriental, sino su anexión a las Provincias Unidas, pero los patriotas orientales tenían en
mente otras aspiraciones cuando cruzaron el Río de la Plata en abril de 1825 financiados
por un grupo de estancieros bonaerenses. Los “invasores” controlaron el medio rural y
las tropas brasileñas se refugiaron en las ciudades. Pero en 1826 las tropas de apoyo de
las Provincias Unidas se retiran (había estallado un nuevo conflicto entre centralistas y
federalistas) y los patriotas orientales, con Fructuoso Rivera al frente, logran ocupar la
provincia de Misiones ya a principios de 1828. A estas alturas, los contendientes
estaban exhaustos y la guerra en un punto muerto.

Así estaba la situación cuando la interesada mediación británica de John


Ponsoby hace su aparición ya que la guerra estaba perjudicando al comercio británico
en el Atlántico Sur, debido al bloqueo brasileño del puerto bonaerense.

En agosto de 1828 Brasil y las Provincias Unidas firmaron un tratado de paz por
el que además ambas partes reconocían la independencia de la Banda Oriental, había
nacido la República Oriental del Uruguay.

5. Consideraciones finales

Al igual que todos los procesos que suponen la ruptura de estructuras sólidas y
jerárquicamente establecidas, el movimiento emancipatorio de Uruguay tuvo todos los
ingredientes inherentes a dichos procesos, descontento popular, movilización de masas,
conspiraciones, traiciones, hazañas bélicas históricas, héroes nacionales…

El proceso de independencia de Uruguay tuvo además que hacer frente a un


doble conflicto, la secesión de la monarquía hispánica y la desligazón de las amarras
que el centralismo administrativo y económico de Buenos Aires quería imponer.
Buenos Aires, antes que reconocer ideas federalistas de las tierras orientales dentro de
las Provincias Unidas, en gran parte porque sabía del poderío económico y social de
esta zona, vendió a sus hermanos, así los llaman algunos intelectuales porteños antes de
iniciarse todos los conflictos, a las embestidas de ejércitos extranjeros (coyuntura que
intentaron aprovechar los funcionarios de la monarquía para atraer a Artigas ante la

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desesperación por momentos cuando las cosas no se inclinaban de su lado). Los
ingleses, aunque pudieran simpatizar con la el ideario artiguista, tenían su claro objetivo
en el dominio comercial del Atlántico sur, meta fácilmente alcanzable por la derrota
infringida a los españoles en Trafalgar, lo que limitó el poderío naval de España, y por
el apoyo de los portugueses (aliados británicos) desde el imperio brasileño al norte de la
zona de conflicto.

Artigas, que fue utilizado en dos ocasiones por las autoridades de Buenos Aires,
tuvo que exiliarse sin ver en el terreno aquellos ideales por los que siempre luchó, sus
ideas y sobre todo, sus fervor por la defensa de las mismas, han ilustrado modelos de
comportamiento social y político, como tantos otros próceres en las independencias
hispanoamericanas, que han perdurado con el paso de los siglos.

Juzgados como héroes por algunos, y como traidores por otros, lo cierto es que
el cementerio de las Recoletas de Paraguay acoge los restos en el denominado Campo
de los Insolventes (porque nadie pago los honorarios de los curas que le oficiaron la
misa de difunto) de una de las personalidades que todavía en el SXXI sigue siendo más
estudiada por los historiadores contemporáneos.

Sevilla a 14 de noviembre de 2009

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6. Bibliografía

• NARANCIO, E. (1992). La independencia de Uruguay.

Madrid: Fundación MAPFRE.

• BETHELL, L. (1991). Historia de América Latina. Tomo 5,

La independencia. Barcelona: Crítica.

• CÉSPEDES, G. (1988). La independencia de Iberoamérica: la

lucha por la libertad de los pueblos. Madrid: Anaya.

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