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La revolución mexicana: una mirada a través de sus actores.

Porfirio Díaz: (1830-1915), militar y político mexicano, presidente de la República


(1876; 1877-1880; 1884-1911). En 1876 protagonizó una prolongada serie de acciones
militares que, iniciadas con la proclamación del Plan de Tuxtepec, acabaron con el
derrocamiento del presidente Sebastián Lerdo de Tejada. Él mismo asumió la
presidencia de la República el 23 de noviembre de ese año. Un mes más tarde abandonó
momentáneamente el cargo, nombrando a Juan Méndez de forma interina, para
combatir a José María Iglesias, quien, a su vez, se había erigido en presidente de la
República en la ciudad de Salamanca. En febrero de 1877 recuperó la jefatura del
Estado de manos de Méndez, y poco después fue elegido presidente por vez primera.

Según la Constitución mexicana, Díaz no podía permanecer en la presidencia durante


dos mandatos consecutivos, por lo que tuvo que renunciar en 1880 aunque continuó
brevemente en el gobierno de su sucesor, Manuel González, como secretario (ministro)
de Fomento (diciembre de 1880-mayo de 1881); y entre 1881 y 1883 desempeñó el
cargo de gobernador del estado de Oaxaca. Fue reelegido presidente de la República en
1884 y consiguió la aprobación de una enmienda a la Constitución que permitía la
sucesión de mandatos presidenciales, permaneciendo en el poder hasta 1911, luego de
ser elegido de nuevo en 1888, 1892, 1896, 1900, 1904 y 1910.

Su régimen estuvo marcado por logros importantes, pero también por un gobierno
severo. Durante el mandato de Díaz, la economía de México se estabilizó y el país
experimentó un desarrollo económico sin precedentes: se invirtió capital extranjero
(sobre todo estadounidense) en la explotación de los recursos mineros del país; la
industria minera, la textil y otras experimentaron una gran expansión; se construyeron
vías férreas y líneas telegráficas; y el comercio exterior aumentó aproximadamente en
un 300%. Muchos de los méritos del buen estado de la administración financiera
pública cabría atribuírselos a quien desde 1893 fuera secretario de Hacienda, José Ives
Limantour.

Entre las personalidades que ocuparon destacados cargos en sus gabinetes deben ser
también mencionados Ramón Corral, quien desde 1903 desempeñó el cargo de
secretario de Gobernación, y a partir de 1904 se convirtió en vicepresidente de la
República, funciones ambas que ejerció hasta 1911; Justo Sierra, secretario de
Instrucción Pública y Bellas Artes entre 1905 y 1911, y fundador de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM); el suegro de Díaz, Manuel Romero Rubio,
secretario de Fomento desde 1884 hasta 1895; Matías Romero, secretario de Hacienda
en dos ocasiones (1877-1879 y 1892-1893); y el general Bernardo Reyes, secretario de
Guerra y Marina entre 1900 y 1902.

Por otra parte, durante el porfiriato, los inversores extranjeros agotaron gran parte de la
riqueza del país, casi todos los antiguos terrenos comunales (ejidos) de los indígenas
pasaron a manos de un pequeño grupo de terratenientes y se extendió la pobreza y el
analfabetismo. Las manifestaciones del descontento social fueron reprimidas por Díaz
con mano de hierro, como muestra su actuación en las huelgas que tuvieron lugar en
1906 y 1907 en la localidad minera sonorense de Cananea y en la zona industrial
veracruzana de Río Blanco.

Aunque en 1908 anunció que no volvería a presentarse a la reelección, dos años más
tarde consiguió proclamarse ganador de los comicios presidenciales. No obstante, la
publicación del Plan de San Luis en octubre de 1910 significó el comienzo de la que
habría de dar en llamarse Revolución Mexicana, encabezada inicialmente por el
fundador del Partido Antirreleccionista Francisco Ignacio Madero, quien había sido
detenido durante la campaña de los comicios presidenciales de 1910, a los que se había
presentado como el principal oponente del régimen.
Tras la conquista de Ciudad Juárez por los revolucionarios, Díaz se vio obligado a
renunciar al cargo pocos días después, el 25 de mayo de 1911. Fue sucedido de forma
interina por su secretario de Relaciones Exteriores, Francisco León de la Barra, y seis
días más tarde abandonó el país. Exiliado, falleció el 2 de julio de 1915 en París.

Ives Lymantour: (1854-1935), economista y político mexicano. Nacido en la ciudad de


México, era hijo de un rico empresario francés afincado en Acapulco desde la primera
mitad del siglo XX. Tras licenciarse en leyes (1875), pasó a ejercer la docencia
universitaria, en 1876, como profesor de Economía Política y, más tarde, como
catedrático de Derecho internacional. Desde 1877, asesoró a distintos ministerios,
pasando a representar a su país en las relaciones bilaterales de carácter comercial con
Estados Unidos (1891). El 9 de mayo de 1893 fue nombrado secretario (ministro) de
Hacienda por el presidente Porfirio Díaz, cargo que desempeñó hasta la renuncia de
éste, en mayo de 1911. De entre las numerosas medidas que tomó durante su mandato,
caben destacar el saneamiento general de la administración financiera pública (en el
ejercicio de los años 1894 y 1895, logró el primer superávit significativo de la historia
hacendística de México), la reorganización de las instituciones crediticias (1897), la
conversión de la deuda extranjera (1899) o la reforma monetaria que estabilizó el peso
mexicano (1904). En 1911, coincidiendo con el fin del denominado porfiriato,
abandonó el país y se exilió en Francia, en cuya capital (París) falleció en 1935.

Bernardo Reyes (1850-1913), militar y político mexicano. Nacido en Guadalajara


(Jalisco), en 1865 se alistó en las filas que luchaban contra el emperador Maximiliano I.
En 1878, alcanzó el grado de coronel y, dos años más tarde, el de general. Porfirio Díaz
le nombró, en 1885, comandante militar del estado de Nuevo León, del que pasó a ser
gobernador hasta octubre de 1887, repitiendo el cargo desde 1889 hasta 1900.
Abandonó la gobernación de Nuevo León cuando, el 25 de enero de 1900, el propio
presidente Díaz le designó secretario (ministro) de Guerra y Marina. En diciembre de
1902, cesó en dicha secretaría, resultando nuevamente elegido gobernador del estado de
Nuevo León en 1903. Seis años después, fue enviado a Europa (de forma encubierta,
puesto que se quería evitar su candidatura presidencial, a la que, por otra parte, él
mismo había renunciado) con el objeto de estudiar la organización militar de distintos
países. En 1911, regresó a México para presentar en octubre su candidatura presidencial
frente a la de Francisco Ignacio Madero, la cual retiró para rebelarse, dos meses más
tarde, contra la elección de éste, resultando capturado. El 9 de febrero de 1913, tras ser
liberado de su prisión, falleció cuando intentaba asaltar el Palacio Nacional de la ciudad
de México.

Ignacio Madero: Nació el 30 de octubre de 1873 en Parras de la Fuente (Coahuila).


Estudió economía en la Universidad de California (Estados Unidos). Aunque procedía
de una familia de terratenientes, de cuya hacienda se ocupó al regresar de California,
Madero defendió la reforma política y agraria. También criticó el régimen dictatorial del
presidente Porfirio Díaz y en 1908 publicó La sucesión presidencial en 1910, en la que
instaba a los votantes para que no se produjera la reelección de aquél. A pesar de estar
prohibido por el gobierno, el libro recorrió todo el país. Madero fundó entonces el
Partido Antirreeleccionista y se convirtió en el principal oponente político de Díaz.
Durante la campaña para las elecciones presidenciales de julio de 1910, fue encarcelado
en Monterrey, acusado de incitar una rebelión. Después de que el presidente Díaz
lograra la victoria electoral, Madero se fugó de su prisión y el 15 de octubre de ese año
firmó un programa político en la ciudad de San Luis Potosí (por ello llamado Plan de
San Luis) que incitaba a rebelarse para poner fin a la dictadura que suponía el porfiriato.
Más tarde huyó a Texas, desde donde en noviembre siguiente comenzó las hostilidades
contra Díaz que supusieron el inicio de la Revolución Mexicana. Regresó a México y
participó en una campaña militar que culminó con la toma de Ciudad Juárez en mayo de
1911. Tras la renuncia de Díaz, efectuada el día 25 de ese mes, Madero se convirtió en
el máximo candidato para ocupar la presidencia y en las elecciones de octubre de 1911
fue elegido presidente de la República. El 6 de noviembre de ese año sucedió al
presidente interino Francisco León de la Barra.

Una vez en el poder tuvo que enfrentarse a muchos de sus seguidores de primera hora y
no fue capaz de llevar a cabo ninguna de las reformas políticas y sociales que había
prometido, tanto por la oposición de algunos de sus partidarios como por las propias
limitaciones de su administración. Sobrevivió a varias insurrecciones, como la que
implicó la proclamación del Plan de Ayala, el 28 de noviembre de 1911, no
reconociendo su gobierno y erigiendo como jefe a Pascual Orozco. Asimismo, en 1912
estallaron rebeliones en el norte y en el sur de México protagonizadas, respectivamente,
por los dirigentes revolucionarios Francisco (Pancho) Villa y Emiliano Zapata.

El 9 de febrero de 1913 tuvo lugar el inicio de la que dio en llamarse Decena Trágica,
que comenzó con una sublevación militar en la ciudad de México. Madero designó
comandante de la plaza al general Victoriano Huerta, pero éste decidió el día 18 pasarse
finalmente a los sublevados y detener a Madero. Entre tanto, los sediciosos arrestaron al
influyente hermano del presidente, Gustavo A. Madero, que fue asesinado. Al día
siguiente, los rebeldes detuvieron al propio Francisco Ignacio Madero y a su
vicepresidente, José María Pino Suárez, obligando a ambos a dimitir. Huerta asumió la
presidencia ese mismo día, tras los breves minutos de ejercicio de la misma a cargo de
quien fuera secretario (ministro) de Relaciones Exteriores del gobierno maderista, Pedro
Lascuráin. Madero fue asesinado en la ciudad de México el día 22 de febrero de 1913,
al igual que Pino Suárez, cuando los dos se hallaban a la espera de ser juzgados.
Victoriano Huerta: participó en la campaña contra los indios mayas en Quintana Roo.
En 1910 combatió a los zapatistas del estado de Morelos. Permaneció en el Ejército
durante el gobierno de Francisco Ignacio Madero, quien le nombró gobernador militar
de la ciudad de México. Sin embargo, en febrero de 1913, durante los incidentes de la
llamada Decena Trágica, trató con el embajador estadounidense en México, Henry Lane
Wilson, y se unió a los sublevados contra Madero. Huerta mandó aprehenderlo, así
como al vicepresidente, José María Pino Suárez, y les obligó a dimitir. Convocado el
Congreso, éste aceptó la renuncia de Madero y eligió presidente a Pedro Lascuráin,
quien, a su vez, nombró secretario de Gobernación a Huerta. Durante ese mismo día, 18
de febrero de 1913, Lascuráin dimitió y Huerta asumió la jefatura del Estado. Pocos
días más tarde, Madero y Pino Suárez fueron asesinados al ser trasladados desde la
Intendencia de Palacio a la Penitenciaría.

La llegada al poder de Huerta estuvo envuelta en complicadas y confusas maniobras


políticas y diplomáticas, en las que intervino decisivamente el embajador de Estados
Unidos. Francisco (Pancho) Villa y sus seguidores se sublevaron en el norte y, en plena
efervescencia militar, Huerta disolvió el Congreso, lanzó su candidatura y fue elegido
presidente, a finales de 1913. A Villa se unieron los militares constitucionalistas
liderados por Pablo González y Álvaro Obregón. Finalmente, la actitud hostil de
Estados Unidos al régimen de Huerta, el incidente entre este país y México en Tampico
(durante el cual se produjo la captura de los miembros de la tripulación de un buque
estadounidense) y la creciente presión ejercida por los grupos opuestos a su régimen
dictatorial, obligaron a Huerta a presentar la dimisión en julio de 1914.

Estuvo en el exilio en Europa y más tarde en Estados Unidos, siendo detenido en dos
ocasiones en este último país, por su presunto contacto con agentes alemanes. Falleció
en El Paso (Texas, Estados Unidos), cuando se hallaba cumpliendo la condena impuesta
por la justicia estadounidense, tras reunirse con su familia debido a una grave
enfermedad.

Pancho Villa: (1878-1923), líder revolucionario mexicano. Nació en Río Grande (San
Juan del Río, Durango) y fue bautizado con el nombre de Doroteo Arango. Se dedicó a
las labores agrícolas y destacó como un excelente caballista. Quedó huérfano muy
pronto, y por defender a su hermana, agredida por el dueño de la hacienda en la que
trabajaba, tuvo que huir a la sierra de la Silla perseguido por la justicia, que le calificó
de bandido y delincuente. Fue en ese momento cuando cambió su nombre por el de
Francisco (o Pancho) Villa. Aproximadamente en 1900 se desplazó al estado de
Chihuahua, donde los hacendados empezaban a apropiarse de las mayores y mejores
tierras. Este proceso se agudizó entre 1907 y 1910 y, al tornarse crítica la situación,
comenzó a gestarse el que se ha dado en llamar movimiento de Guerrero, considerado el
foco principal de la Revolución Mexicana en el estado de Chihuahua.

Para entonces, y en tal contexto, Villa ya era uno de los bandidos más famosos del
estado. La amistad con Abraham González le inclinó a apoyar decididamente la causa
de Francisco Ignacio Madero, candidato a las elecciones presidenciales de 1910 en
abierto desafío al continuismo de Porfirio Díaz. Tras su marcha hacia sierra Azul, el 22
de noviembre de 1910 tenía ya a punto su primera tropa para luchar por la Revolución.
A finales de marzo de 1911, conoció a Madero en la hacienda de Bustillos (Chihuahua).
Sus dotes como líder y combatiente quedaron de manifiesto en numerosas batallas
victoriosas, que le valieron el grado de coronel. Durante la administración de Madero,
sirvió a las órdenes del general Victoriano Huerta, encargado por el gobierno de
someter a los seguidores de Pascual Orozco. Por su lealtad y méritos en campaña
ascendió a general brigadier honorario. El recelo de Huerta estuvo a punto de costarle la
vida; condenado a muerte por insubordinación, en 1912 se fugó de la cárcel militar en la
que había ingresado.

Huyó a Estados Unidos y se instaló en El Paso (Texas), pero en 1913, al ser asesinado
Madero, cruzó clandestinamente la frontera y, con la firme intención de combatir contra
Huerta, se unió a la oposición revolucionaria que encabezaba Venustiano Carranza. Al
frente de un improvisado ejército, durante ese mismo año se hizo con el control del
estado de Chihuahua y formó la División del Norte, a cuyo frente ocupó las ciudades de
Torreón (donde, el 7 de octubre, contrajo matrimonio con Juana Torres) y Juárez. En
1914 tomó Zacatecas, hito de las armas revolucionarias que tuvo como consecuencia
inmediata la caída de Huerta. A continuación entró en contacto en Xochimilco con
Emiliano Zapata, y ambos entraron en la ciudad de México en noviembre de ese año,
tras rechazar la autoridad de Carranza. En 1915, Villa controlaba todo el norte de
México. Cuando Carranza retomó el poder en 1916, Villa se mantuvo en la oposición,
pero sufrió graves derrotas en la región del Bajío frente a las fuerzas del general Álvaro
Obregón, por lo que se retiró a Chihuahua. Allí luchó para arrebatar a los grandes
terratenientes sus propiedades, mostrándose de nuevo como el temido guerrillero de los
primeros años.

El 9 de marzo de 1916 atravesó la frontera y atacó la ciudad de Columbus (Nuevo


México, Estados Unidos). Para capturarlo, las autoridades estadounidenses enviaron una
expedición comandada por John Joseph Pershing, que no cumplió su objetivo. Después
de ser asesinado Carranza en 1920, Villa llegó a un acuerdo con el nuevo gobierno:
logró ser amnistiado, le fue reconocido el grado de general de división, y recibió como
obsequio el rancho de Canutillo, cercano a Hidalgo del Parral (Chihuahua), que pasó a
explotar con antiguos compañeros de la División del Norte. El 20 de julio de 1923, Villa
y su amigo el coronel Miguel Trillo fueron asesinados en una emboscada.

Emiliano Zapata: Nacido en Anenecuilco (estado de Morelos), era hijo de unos


humildes campesinos. Inició sus actividades revolucionarias en 1909, cuando armó a 80
hombres que tomaron unas tierras para repartirlas entre los campesinos que las
cultivaban, defendiendo que “la tierra es de quien la trabaja”. En 1910 se unió a las filas
revolucionarias de Francisco Ignacio Madero, cuyo objetivo era poner fin al régimen de
Porfirio Díaz. Al año siguiente, tras asumir Madero la presidencia, Zapata perdió la
confianza en él y, después de declararse en su contra, formuló su propio programa de
reforma agraria, presente en el denominado Plan de Ayala. Éste, proclamado el 28 de
noviembre de 1911, no reconocía al gobierno de Madero y designaba jefe de la
revolución a Pascual Orozco y, en su defecto, al propio Zapata. Bajo el lema de “tierra,
justicia y libertad”, el Plan, obra del maestro Otilio Montaño, pretendía la recuperación
de tierras y su redistribución entre los campesinos. Durante las presidencias del dictador
Victoriano Huerta (1913-1914) y del constitucionalista Venustiano Carranza (1914-
1920), Zapata siguió manteniendo sus actividades guerrilleras contra el gobierno y
extendiendo su poder por todo el sur de México.

En 1913, después de que Orozco fuera declarado traidor por haberse unido a Huerta, se
convirtió en jefe de la Revolución. Al año siguiente, junto con Francisco (Pancho) Villa,
quien había aceptado el Plan de Ayala, entró en la ciudad de México al frente del
llamado Ejército Libertador del Sur. En 1915, Zapata se retiró a Morelos, donde
continuó defendiendo sus posiciones frente a las tropas constitucionalistas.
El movimiento zapatista llegó a contar con aproximadamente 15.000 hombres. En
general, estaban bien armados y, aunque su entrenamiento y organización pudieran ser
deficientes, lucharon con un elevado grado de solidaridad bajo la consigna “tierra y
libertad”. Zapata defendía que las propiedades nacionalizadas fueran entregadas a los
campesinos sin tierras o que sus rendimientos sirvieran para proteger a las viudas y
huérfanos de los caídos por defender los ideales del Plan de Ayala. En la Convención de
Aguascalientes (1914)se pretendieron imponer, sin éxito, estos postulados.

El 10 de abril de 1919, Zapata fue asesinado en la Hacienda de Chinameca (Cuautla), la


misma en la que se entrevistó con Madero en 1911. Fue víctima de una emboscada
autorizada por el presidente, Carranza, organizada por el general Pablo González y
ejecutada por el coronel Jesús Guajardo. Esta traición causó una enérgica condena de la
opinión pública y de gran parte de los propios sectores constitucionalistas. El cadáver de
Zapata fue llevado a Anenecuilco, y sus restos reposan actualmente en Cuautla, al pie de
la estatua que allí le fue erigida.

Protagonista fundamental de la Revolución Mexicana, Emiliano Zapata fue considerado


por sus enemigos un simple saqueador, mientras que los campesinos y gran parte del
pueblo elevaron su figura a la condición de héroe y mito revolucionario. Su vida ha
inspirado innumerables leyendas y corridos populares.

Venustiano Carranza: (1859-1920), político mexicano, presidente de la República


(1914-1920), representante de la facción moderada durante la Revolución Mexicana
(1910-1919).

Nació en Cuatro Ciénagas (Coahuila), y estudió en el Ateneo Fuente de Saltillo y en la


Escuela Preparatoria de la ciudad de México. Inició su carrera política como presidente
municipal de su localidad natal. Posteriormente fue diputado local, suplente del
diputado federal, senador por Coahuila, y gobernador interino de este estado en 1908.
En 1911 se unió a Francisco Ignacio Madero, y éste lo nombró ministro de Guerra y
Marina en el gabinete que había formado en Ciudad Juárez. A finales de ese mismo año,
fue designado gobernador de Coahuila. Tras el asesinato de Madero y la formulación
del Plan de Guadalupe (1913), se rechazó el acceso al poder del general Victoriano
Huerta y se proclamó a Carranza primer jefe del Ejército constitucionalista. En calidad
de tal, estuvo al frente de las fuerzas que en 1914 derrocaron a Huerta. Desde ese
momento pasó a ser el jefe provisional del nuevo gobierno. Dos líderes revolucionarios
enfrentados a Carranza, Emiliano Zapata y Francisco (Pancho) Villa, apoyaron la
Convención de Aguascalientes y, logrando imponer sus puntos de vista, forzaron la
dimisión de Carranza. Expulsado de la ciudad de México, se refugió en Veracruz, desde
donde controlaba la principal fuente de recursos fiscales del país: las rentas de las
aduanas. Con el apoyo de Álvaro Obregón y de Estados Unidos, reconquistó el poder.
Cuando se encontraba en Veracruz, incluyó entre los objetivos constitucionalistas la
reforma agraria, la sindicación de los obreros y el derecho de huelga. Tras derrotar a
Villa en la batalla de Celaya, consiguió el apoyo popular gracias a sus promesas de
extensos programas de reforma social y agraria. Además, disolvió el Ejército federal y
eliminó así una de las pocas bases de poder que mantenía la oligarquía porfirista. En
1916 convocó un Congreso Constituyente para reformar la Constitución de 1857. Éste
se reunió en Querétaro desde el 1 de diciembre de 1916 hasta el 31 de enero de 1917, y
fruto de sus sesiones fue la Constitución de 1917, promulgada el 5 de febrero y que
entró en vigor el siguiente 1 de mayo. Carranza, entonces, tomó posesión como
presidente constitucional de México.

Su mandato estuvo marcado por una serie de conflictos con los inversores exteriores,
surgidos por sus intentos para limitar la propiedad privada extranjera y conseguir la
nacionalización de la titularidad de los depósitos petroleros y de las minas. Preocupado
asimismo por el problema de la tierra, la ley del 6 de enero de 1915 marcó el comienzo
de la reforma agraria mexicana. Al plantearse la sucesión presidencial en 1920 se
enfrentó a los generales Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón, anteriormente
subordinados suyos. Presionado por las maniobras de éstos, se vio obligado a abandonar
la ciudad de México. Se dirigió al puerto de Veracruz y el 21 de mayo de 1920, cuando
se internaba en la sierra de Puebla, fue asesinado en la población de Tlaxcalantongo.

Constitución de 1917: Este magno cuerpo de leyes, producto de la Revolución


Mexicana, conservó las garantías individuales establecidas en la Constitución liberal de
1857. Además, en su articulado se incluyeron dos secciones novedosas: las
correspondientes a los derechos agrarios y a los derechos de los trabajadores, ambos
colectivos y no individuales. Se promulgó el 5 de febrero de 1917 y entró en vigor el 1
de mayo del mismo año. Es la única constitución que ha tenido México en el siglo XX.

Recuento histórico: Bajo este periodo, conocido como porfiriato, se dieron importantes
avances en el desarrollo económico y comercial: nuevas plantas industriales, extensión
de las vías de ferrocarril, obras públicas, mejoramiento de puertos y construcción de
edificios públicos. Muchas de las nuevas empresas fueron financiadas y manejadas por
extranjeros, ya que otorgó concesiones al capital francés, estadounidense e inglés que
llegó a acaparar casi la totalidad de la minería, el petróleo y los ferrocarriles, entre otros
sectores, sin permitir que los trabajadores mexicanos ocuparan puestos de
responsabilidad. Esto contribuyó al descontento de las clases desfavorecidas que,
ahogadas en deudas, soportaban malos tratos, despidos injustificados, largas jornadas de
trabajo y explotación.

Además, Porfirio Díaz favoreció a los ricos terratenientes de los grandes estados,
incrementando sus propiedades por medio de la asignación de terrenos comunales que
pertenecían a los indígenas que quedaron en precarias condiciones, trabajando como
peones en los latifundios. El dictador desatendió la educación popular y favoreció a la
Iglesia, prestando poca atención a la política de secularización de 1859. El descontento
y el espíritu de rebelión se extendieron por todo el país, con brotes que fueron
reprimidos violentamente, como los de los indígenas yaquis y mayos, despojados de sus
tierras, y las huelgas de 1906 y 1907 de los obreros de Río Blanco y Cananea.

En 1908, enterado de ese descontento, Díaz anunció que recibiría con gusto un
candidato opositor para las elecciones de 1910, a fin de demostrar su respeto por la
democracia. El candidato propuesto por el grupo liberal fue Francisco Ignacio Madero.
La influencia de Madero aumentó y, a pesar de que estuvo un tiempo encarcelado, el
dirigente liberal se volvió cada vez más activo. Después de que Díaz fuera reelegido en
1910, Madero fue reconocido como el líder de la revolución popular. Díaz fue obligado
a renunciar en 1911 e inmediatamente después abandonó México.

Madero fue elegido presidente en 1911, pero no fue lo suficientemente enérgico para
terminar la contienda política y militar. Otros líderes rebeldes, particularmente Emiliano
Zapata y Francisco Villa, se negaron a someterse a la autoridad presidencial, y el
embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, le retiró su apoyo cuando vio que no
era posible la negociación, optando por respaldar a sus opositores. Victoriano Huerta,
jefe del ejército de Madero, conspiró con los líderes rebeldes y en 1913 se apoderó del
control de la capital. Huerta se convirtió en dictador y, cuatro días después de asumir el
poder, Madero fue asesinado.
Comenzaron nuevas rebeliones armadas bajo los mandos de Zapata, Villa y Venustiano
Carranza, y Huerta renunció en 1914. Carranza tomó el poder ese mismo año y Villa al
momento le declaró la guerra. Además de las ambiciones de los líderes militares rivales,
se sumó a la confusión la intervención de algunos gobiernos extranjeros velando por la
protección de los intereses de sus nacionales. En 1915 una comisión representada por
ocho países de América Latina y Estados Unidos reconoció a Carranza como la
autoridad legal en México. Los líderes rebeldes, con excepción de Villa, depusieron las
armas. Éste perdió la ayuda del gobierno de Estados Unidos, que le suspendió el envío
de armas. En respuesta, Villa asesinó a 16 estadounidenses en 1916 e invadió
Columbus, Nuevo México, donde dio muerte a otra decena de personas. Como resultado
fue enviada una expedición compuesta por un cuerpo del ejército bajo el mando del
general John Joseph Pershing, pero fueron rechazados por las tropas de Carranza,
también hostil hacia Estados Unidos. Villa siguió creando inestabilidad en el campo
mexicano hasta 1920 y en julio de 1923 fue asesinado.
La nueva Constitución de 1917 propició la formulación de un código laboral, prohibió
la reelección presidencial, expropió las propiedades de las órdenes religiosas y
restableció los terrenos comunales a los indígenas. Muchas de las condiciones de la
negociación para el bienestar social y laboral fueron muy avanzadas y radicales para su
época. Algunas de las más drásticas estaban encaminadas a frenar la injerencia
extranjera en las propiedades mineras y de la tierra.

Carranza fue elegido presidente constitucional en 1917, pero el malestar continuaba. A


pesar de que no había puesto en vigor muchos de los preceptos constitucionales,
disgustó a las compañías petroleras extranjeras debido a la nueva reglamentación, según
la cual el petróleo era un recurso nacional inalienable, y a la imposición de un gravamen
a los territorios y contratos petroleros anteriores al 1 de mayo de 1917. En 1920, tres de
los principales generales, Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón y Adolfo de la Huerta,
se rebelaron contra Carranza, quien fue asesinado, y Obregón fue elegido presidente.

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