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No s como comienza,

no se donde termina.

En el fondo de esa noche
de tus pies descalzos,
Yo escuche a dios
correr delante tuyo
en sus talones,
lloro un trueno,
largo,
torpe,
estertreo.
En ese llanto que atropellndose
Salto a mi cama,
Y del miedo arranco sus ojos.

Ensordecedora estampida de roca,
Huye de tu furia marina,
Despert tu ira de oscura vestidura,
Del serpenteo gneo
Me aferro con mis dientes y muelas.

De pronto la noche fue silencio,
Y de silencio tu voz quebr el viento.
Yo vi la muerte a los ojos,
Que se entrecruzaron entre tu negro pelo.

Pero si antes de que todo fuera,
Tu arrastrabas tus vestidos,
Cmo me olvide de ti!
No quera mencionarte.

De tu letargo,
De tu sueo,
Guardabas hambre,
Hambre de hombre,
De nio,
De vida,
Saciaste en la noche tu ayuno.

Tu abisal legua
Beso otra vez la tierra
Cual cruel ltigo
Asolaste las frondosas tierras.
Argamasa de almas,
Ruedan por tu mesa.

No te quiero,
Ni junto a m,
Ni en tu elefante de grandes pies.
II

Tan grande
De los farellones,
A la playa mas calma
Bailaron tu serpenteo.

Recorriste inmensos valles
Mordiendo colcha
Gigante, debas tener frio.

De su sueo roto ,
Volvi la bataola,
Adentrado en la tierra,
Enmaraada de gentes,
Batiendose en la espuma

Y veo los nios,
Como los dejamos ir,
Mi columna es un signo de interrogacin
Como los dejamos ir,
En medio de la noche con los pies descalzos,
Como los dejamos ir,
Con sus ropas rasgadas,
Como los dejamos ir,
A ciegas a esa boca de lobo,
En la penumbra, si hasta la luna contuvo el aliento,
Sin un mendrugo de pan
Como los dejamos ir,
Nuestras manos se volvieron ms pequeas que las suyas,
Ms pequeas en esa fra noche gigante.

Hoy veo el nio que pude ser,
El hombre que ya muri,
El poeta que volvi a nacer.

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