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Menos abierto al pensamiento abstracto que la mujer.

Muchos de estos paradigmas tienen fundamento cientfico, mientras que otros no. Por
ejemplo, no es sencillo separar los elementos innatos de la biologa masculina de aquellos que
han sido influenciados por la cultura. En tal caso, la agresividad puede darse tanto en el varn
como en la mujer de acuerdo al ambiente en que estos se desenvuelvan. La mayor masa
corporal y muscular del varn y las culturas patriarcalescontribuyen a acentuar el estereotipo
de la agresividad masculina. Los grupos feministas en sus estudios sealan que en
la violencia intrafamiliar, el abuso infantil, el maltrato infantil y la violencia contra la mujer,
tienen como principal verdugo en la mayora de los casos al varn tanto de pases
industrializados como en vas de desarrollo.
Algunos de estos estereotipos se asocian, en ocasiones errneamente y en ocasiones
acertadamente con los niveles de hormonas sexuales masculinas, como la testosterona, o la
menor cantidad de hormonas sexuales femeninas, como los estrgenos. En el caso de la
agresividad, tradicionalmente relacionada con el nivel de testosterona, algunos estudios
indican que dicha relacin no corresponde con sus resultados.
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Desde su nacimiento se viste a los varones de celeste y se les ensea a creer que
productividad, conquista, poder, hiperactividad y penetracin son sinnimos de virilidad. De
pequeos se les ensea a no llorar, a no ser vulnerables, a no quejarse, a no mostrar sus
debilidades ni sus sentimientos y a ser autosuficientes y no pedir ayuda. Se les ensea a
confundir accin y agresin con masculinidad, a rendir en los deportes an a expensas de su
propia salud, a exponerse a peligros y a deportes de riesgo. Las consecuencias de la
adecuacin a este marcado estereotipo social se las puede encontrar en los servicios de
terapia intensiva de los hospitales con mayora masculina, en la poblacin carce

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