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ADRIANA CRISTINA RUIZ BERMÚDEZ

KANT. ARTE Y NATURALEZA

Al arte bello le caracteriza su propiedad de ser «materia duradera para la reflexión y la



repetición» , de producir modos de conocimiento y de fomentar «la cultura de las

facultades del espíritu para la comunicación social» . El arte agradable en cambio,

parece limitarse «al placer del goce nacido en la mera sensación…» , lo mismo que el
arte mecánico se reduce a la ejecución precisa de actos que hagan real un objeto de
conocimiento. Tal diferenciación hace posible distinguir al arte en general de la
habilidad y de los oficios.
Dentro de este panorama, yo, siendo diseñadora industrial –aunque lejos de apropiarme
del apellido- se puede decir que represento a una mezcla de los oficios, las artes
agradables y las artes mecánicas, puesto que el producto de la actividad del diseño no
ha sido pensado como materia de reflexión y tampoco como portadora de espíritu
alguno –o por lo menos esa no ha sido su intención fundamental-.
Aun así, los objetos de uso cotidiano y los productos de consumo masivo como materia
que vehicula y comunica cantidades tan diversas de información, puede, además de
cumplir sus meras funciones, llegar a afectar los sentimientos humanos; es así como
algunos de esos objetos se convierten en allegados afectos portadores de experiencias
y significados universales.
Por lo tanto, aunque en principio se asocien a fines determinados y conceptos
comprensibles, esos objetos pueden ser momentáneamente despojados de esos
conceptos para, en cambio, ser pensados de una manera distinta, que no pretenda
expresarles de manera precisa, sino que quizá en esa confluencia de pensamientos y
sentimientos propios del vinculo estrecho pero libre que establecemos los seres
humanos con las cosas se encuentre esa materia que vivifique al alma, puede que así
esta labor de la que hago parte se haga un espíritu.
Ahora bien, puede que la asociación que he planteado aquí no sea adecuada a las
condiciones que Kant planteaba entonces pensando en el arte bello, así como los
ejemplos que usa hoy no son del todo vigentes, por lo que hacer una lectura de él bajo
la mirada de quien vive en este tiempo, tendrá que vincularse a circunstancias tan
complejas como el consumo, los medios o tantos otros fenómenos, así esa búsqueda de
las preguntas y los problemas irán anclados necesariamente a esta actualidad vista
desde otras muchas perspectivas.
Es muy posible que hoy nos resulte complicado encontrar algo –una obra de arte, una
obra arquitectónica, una pieza musical, y más difícilmente un producto de consumo,-
que tengan espíritu, que sean capaces de exponer ideas estéticas. Pero justamente por
esta dificultad y como crítica a esos fenómenos que restan posibilidades para que
aquello suceda, es que pueden surgir formas o estrategias para comunicar
estéticamente a otros esas ideas inexpresables y abandonadas como la libertad, lo
necesario, lo bueno etc.


Kant, Manuel. Crítica del juico, Porrúa, 1978. P. 278.

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