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Introduccién ntodos los ambitos de la vida Re lasituacién de las mu- , /jeres se caracteriza por la des- l [ igualdad, en el fono de cualquiera de Entre lo publico, privado los aspectos en que ésta se manifiesta rue . . se haya el trabajo, las condiciones en y domeéstico: mujeres bajo que se realiza y los medios de vida a que se accede através del mismo. 2 Este articulo intenta sintetizar al- un techo de cristal umasfes evans eelebat actual del papel de la mujer en los ‘Ambitos de accién publica, privada y doméstica; cabe aclarar que su alcan- e se limita slo a la revisi6n de algu- nos textos que bordan alrededor de Z. Margarita Bejarano Celaya ciertos aspectos teéricos y a larefe- rencia auxiliar de estudios empiricos que enfatizan la escasa participacién 44946440OO0400O8 cic las mujeres en actividades econd- micas que implican cierto poder de decisién. Elobjetivo principal es revisar los tipos de barreras que las mujeres tie- nen que sortearalinsertarseen la vida productiva; destacando la desigualdad social a la que estan sujetas, asi como las caracteristicas de sus esfuerzos para dividirse entre las esferas de aceién piblica y privada. El Colegio de Sonora OOOOH OOOOO0 040000008: Resumen Este articulo destaca que los Ambitos piblico, privado y doméstico son espacios de accién definidos por la interaccién social tradicional, que tienen significados distintos para hombres y mujeres, o que implica que quienes han incursionado en el mercado laboral deben hacer importantes arreglos entre estas esferas de accién para sortear su doble jorada, pues su cardcter de trabajadoras no les exime de la responsabilidad doméstica. El estudio se centra cen el pequeiio grupo de mujeres posicionadas en puestos directivos, ya que en este circulo atipico se conciben y viven de manera diferente las relaciones de poder en el trabajo y el hogar, lo que genera nuevas identidades femeninas. Esferas de accién: publica, privada y doméstica Tradicionalmente, los estudios de g6- nero analizan la sociedad en dos gran- des ambitos de accién: piblico y pri vado. Esta tendencia ha reconocido lo puilico como el mundo de lo mas culino, de lo que ocurre fuera del ho- gat, asi como lo que se refiere a las relaciones que no se regulan en fun- cidn del parentesco; en tanto que lo rivado se reconoce como el ambiente natural femenino, de lo doméstico, el espacio fisico de la vivienda y de las relaciones familiares e intimas [Bar bieri: 1991] “Lo privado y lo pablico constitu: yen lo que se podria llamar una va- Palabras clave ‘Techo de cristal, carrera laboral, vida privada. 60 siante estructural que articula a las ociedadesjerarquizando los espacio: elespacio que se adjudica al hombre Yyelque seadjudica ala mujer”. Las ‘actividades socialmente més valoradas jas realizan los varones, constituyen clespacio del reconocimiento, de lo aque se ve, de las competencias; por el contrario, las actividades que se desarrollan en el espacio privado, las femeninas, son las menos valoradas socialmente, son las que ‘nose ven i son objeto de apreciacién pablica [Amorés: 1994, 2425} Soledad Murillo cx- ticala asociacién de la “ mujer al universo de lo privado, pus lo priva- do se define como la procuraciéndeuntiem- poyunespacio de re- g.. cogimiento, como la = cualidad de ocuparse desimismoy, ena vida doméstica y los cuida- os familiares, difiil- ‘mente se puede encon- trar tiempo y espacio peruenfocariaatencién ‘uro mismo. Sugiere una avepcién del térmi- no diferenciada por gé- == nero: para las mujeres lo privade significa ite- Sees ralmente ‘privarse delo === Piblico'y para os hombres, por el con- travio, implica ‘apropiarse desi mis- ‘mos' [Maurilo: 1996} En este sentido, segin Hannah Arendt [1993], la definiciéa del am- biemte privado cobra para las muje- es su original sentido privativo: VViviruna vida peivada significa por encima de todo, estar privado de co- Sas exeociales a una verdadera vida humana: estar privado dela realidad Ae proviene de ser visto oido por Jos dems, estar privado de una “ob- jetiva’relacin con los otes que pro- 000 viene de hallarserelacionado y sepa- rado de ellos través del intermedia rode un mundo comiin de cosa, estar privado de realizar algo més permanco- te que la propia vida. Laprivacién de loprivado radicaen la ausencia de los dems [Arendt 1993: 22]. Aqui cabe mencionar la diferen- cia entre el ambito privado y domés- tico; esteiiltimo se encuentra social- mente devaluado pese a Ia importan- te cantidad de horas invertidas a la produccién de bienes y servicios del hogar, as{ como a los cuidados de personas dependientes, que ademas exige la existencia de un sujeto res- ponsable de su organizacién, general- ‘mente una mujer [Murillo: 1996]. Por otra parte, el ejercicio de la actividad doméstica no implica nada notable para los demas y, pese a su importancia como generadora de las, condiciones nevesarias para la produc- cin, es précticamente invisible por su cardcter no remunerado. 61 Murillo oftece una definicién inte- resante de lo doméstico: es “ua ac- titud encaminada al mantenimiento y cuidado del otro [..] cuando un suje- to no se percibe autoreflexivament: yesté atento a cubrir las necesidades afectivas y materiales de otros suje- tos” [Murillo, 1996: 8]. En este senti- do, laasociacién casi exclusiva de la ‘mujer lo doméstico implica una sub- valuacién de su actividad, una explo- tacién en aras del “tra- bajo productivo” y bajo la justificacién de lare- produccién biolégica, ello implica una subor- 5 inacién jerirquica res- pecto alos hombres y ‘una discriminacién del ambiente piblico, pues, aun aquellas mujeres que logran incursionar = en el mundo del traba- joremunerado enfren- tan barreras para su co- locacién y posterior- mente para su ascenso en una carrera laboral. Las mujeres que & por diversos motivos in- S335 cursionan en las activi- dades productivas re- muneradas, se enfren- tan a un mercado labo- ral diseriminatorio y se- gregado que obtiene veniajas de su condicién socialmen- te vulnerable. Por otra parte, la mu- jertratajadora, debeademés cumplir con una doble jornada: la laboral y la doméstica, pues culturalmente es di- ficil que pueda desprenderse de su sentido organizador imprescindible, del aspecto doméstico; es en este tenor donde la dicotomia piblico-privado toma especial relevancia en los estu- dios de género, ya que no es una si- tuacién que aplique también a los varones. No obstante —aunque pocas—, existen mujeres en puestos de respon- sabilidad. Izquierdo cuestiona en tor- no a este hecho: ;qué tipo de muje- res son las que ocupan los puestos de responsabilidad?, se trata de solte- ras, casadas, viudas 0 divorciadas?, ya que como ella misma sefiala, “es muy poco probable que una mujer casada haya seguido una trayectoria profesional que le permita llegar a uestos de responsabilidad, A la mu- Jercasada, las responsabilidades do- ‘mésticas le han restado el tiempo y ladisponibilidad emocional que requiere una carrera profesional” (Izquierdo, 1998:40] Las barreras En todos los ambitos de la vida social —educacién, familia, medios de co- municacién, politica, sindicalismo, mercado laboral, eteétera—, a situa- cidn de las mujeres esté caracteriza- da por la desigualdad. Segin Maria Jestis Iaquierdo [1998], en el fondo de cualquiera de los aspectos en que se ‘manifiesta la desigualdad social de las mujeres se encuentra el trabajo, las condiciones en que se realiza y los medios de vida a que se accede atra- ‘vés del mismo, pues la divisi6n sexual el trabajo da lugara tres problemas: especializacién, segregacion y discri- minacién, que al estar tan relaciona- dos entre si, en ocasiones es dificil diferenciar. En un informe elaborado en 2001 por Linda Wirth para la Organizacién Intemacional del Trabajo, se presen- ta la evidencia estadistica de que en el Ambito laboral existen desigualda- des de género manifestadas, princi palmente en la calidad yel estatus de Jos empleos que ocupan hombres y ‘mujeres; para estas diltimas, la des- igualdad implica ingresos mas bajos, acceso limitado a los empleos califi- cados y menores oportunidades para desarrollar una carrera laboral.’ ooo Pero estos efectos se extienden ‘mas alld del ambito laboral, como lo sefiala Grijalva [2004]: “en virtud de la relevancia social otorgada a las actividades orientadas al mercado, el ‘menor estatus jerdrquico de las ocu- paciones consideradas femeninas,[...] afecta negativamente la forma en la que los hombres ven a las mujeres y ellas se ven a si mismas, reforzando los patrones de autoridad y poder de los hombres sobre las mujeres en to- dos los ambitos de la vida piblica y privada”. Paula Nicolson [1997] argumen- ta que existen tres tipos de procesos discriminatorios en las organizaciones, ‘mismos que constituyen importantes barreras para que las mujeres se in- serten a la vida productiva en igual- dad de oportunidad que los varones: 1) las barreras estructurales visi- bles, como la falta de apoyos para el ccuidado infantil, carencia de modelos de referencia para el rol femenino y asesorias, actitudes abiertamente sexistas y el acoso sexual; 2) las barreras invisibles, que son actitu- des de prejuicio, creencias y conductas cexclusivistas definidas porlos hombres 62 y 3) el impacto psicolégico incow ciente de las organizaciones sobe Ja mujer, su autoestima y la relaciéo reflexiva entre el contexio biogrieo yelconocimiento. Laorganizacién, como unidadb- sica que garantiza el orden y repo duccién dela estructura social sun fuente de barreras estructurales discriminan a las mujeres, pues: En la logica orgenizaciona ks empleo y las jerarquias son cate riasabstractas que no tienen oii tes,nohay cuerpos humanos, 20 teel género; no obstante, el ene es transformado en una rstanciaa™ cretaa través de os wabgjadors,@ existen slo para trabajar. Lo mist cano a este rabajador-sin-cuer® elhombre-trabajador que vivecet do en sutabao permanent de 86 ‘po completo, mientras su esposa rujer se encarga de sus necesds personales y sus hijos (Acker, 149) Bs decir, aunque en el discurs* hable de un ente neutral, asexuado, organizaciones y los empleos fue creados por y para hombres, las ganizaciones son lugares donde Ja complicada trama de la produ de relaciones de género y de clas, donde la mujer queda exclui- Sapecas al concepto de trabajador tniversal que la marginaliza, pues no puede —al menos por definicién— aleanzar las cualidades de un traba- jador real, y al hacerlo se convertiria ‘enun hombre, ésa €s una primera ba- wera Eneste sentido, Acker [1990] ar- gumenta que laestnuctura del mercado de trabajo, los mecanismos decontrol, el establecimiento de salarios, etcé- tera son siempre afectados por sim- bolos de género, por procesos de iden tidad de género e inequidades mate- riales entre hombres y mujeres. Desde la revolucién industrial, dentro de las “organizaciones las mujeres han ocu- pado los puestos de trabajo menos calificados, los peor remunerados y los ajenosal ejercicio del poder. Aunque ‘en laactualidad la participacién feme- nina crece en todos los sectores, son pocas ias que incursionan en aquellas reas que implican jerarquia y ejer- Cicio de poder. Asi mismo, ia globalizacion y la flexibilizacién de trbajo golpean mas fuerte a la masa de mujeres trabaja- doras, quienes al tener que oumplir con dobles jormadas de trabajo sin apoyo ooo paral cuidado infantil y sin referen- tes femeninos fuertes que le den as soria y guia dentro de la organizacién? terminan desempefiando aquellas ta- reas més precarias, generalmente asociadas al tiempo parcial y sin ac- ceso a prestaciones sociales de nin- gintipo, Lo anterior implica grandes cos- tos para las mujeres, sobre todo en los aspectos fisicos y emocionales. Quie- nes ocupan puestos de autoridad, cenfrentan ademés un aislamiento en relacién al resto de las mujeres de la organizacién Con relacién alo anterior, se dice que las mujeres que llegaron a este tipo de empleos, son aquellas para las due la familia pasa a ocupar un se- gundo término, quienesno tienen otra opeién debido a que enfrentan situa- ciones personales adversas o aque- las que cuentan con los medios eco- némicos ylo las redes sociales nece- sarias para delegar el trabajo domés- tico a una tercera persona. Sin em- bargo, si bien algunas mujeres traba- Jadoras ponderan mas el trabajo que la familia, otra buena parte decide sortear la aventura de trabajar mien- tras forma y mantiene wna familia; ello implica un costo pero sobre todo ut costo emocional muy elevado, para dar una idea de ello cito fragmentos de la entrevista rea- lizada como piloto para mi trabajo de tesis: —"L.] pero ya cuando nacié mi hija [..] fue muy dificil porque las noches de desvelo me ocasionaban ‘mucho cansancio y yo en ese enton- «es [..] tenia muchas responsabilida des que cumpliry te jure que a veces se me cerraban os ojo...” LY tu esposo no te ayudaba? No, él dormia ..Jentonces yo ‘me tumaba con la muchacha que me ayudaba en la casa [.. muchas tem- poradas me quedé sin quien me ayu- dara y corria de mi casa ala casa de smi mamé con todo, yde lacasa de smamda mi trabajo yluego de vuelta y asi [..] pero no me gustaba abusar porque también mi mar trabaaba..] para mi, la prioridad era el cuidado de los nities, no la casa, lacasa yo podia legary encontaratrada ..] fue muy, muy dificil combinar todo eso y so- bre todo porque me salieron enfermi- 708 «1 Yo siempre tena que estar aler- ‘a, pendiente para que en el momento cen que me necesitaban correr de mi trabajo a la escuela o a donde estu- vieran[..} El servicio domiéstico 0 el cui- dado de ls nti, zquién lo pagaba? —Yo, por lo general yo. Muchas de las trabajadoras dele- ¢garon las labores domésticas, mas no se desentendieron de ellas, pues la funcién organizativa de los asuntos familiares, del cuidado de los hijos e hijas y de los trabajos domésticos es, su responsabilidad casi exclusiva, i cluso deben cubrit los gastos econé- micos que deriven de esa ‘subcontra- taciénde servicios’, ya que conside- ra que es ella la que falta a su res- ponsabilidad familiar y, por lo tanto, debe hacerse cargo de sus costos, aun ‘cuando esos trabajos beneficien a toda {a familia y no slo ala mujer que los contrata. De esta manera, la mujer trabajadora sigue manteniendo su presencia en la esfera doméstica mien- tras incursiona en el mundo del tra- bajo remunerado, en la esfera de lo piiblico, Y elespacio privado, zdénde que- a2, jrealmente las mujeres trabaja- doras tienen tiempo para dedicarse a esas actividades que tienen que ver con la cualidad de ocuparse de sf ‘mismas, a la procuracién de un tiem- poyumespacio de recogimiento, osélo de ocio? Ilustraré, nuevamente, con fragmentos de la entrevista antes ci- tada: —L.]y después los reclamos: “es que le dedicas mucho tiempo a tu tra- bajo, mejor yo tepago en hugarde ganar la bicoca que te dan, no vale la pena que te estés esforzando tanto y que dejes a los ntios abandonados”. Aun- que no los dejaba abandonados, pero ese era el reclamo: “Los dejas aban- donados y ti te quedas en el traba- j0”, y yo: “No, no dejo abandonados ‘a mis hijos y estoy permanentemen- te al pendiente de ellos” [...] ése era el reclamo principal de mi esposo y sigue siendo, él siempre mea dicho: “Yassalte de trabajar y quédate en la casa”, y entonces mi respuesta es: “Si me vas a sacar de trabajar y me vas a tener de criada en la casa pues no, oOo 0 me vas a tener quien trabaje en la casa?” [...] “Ah, no ya no tenemos or que pagar quien nos haga las co- Después del trabajo queda la cul- ppa de no estar el tiempo suficiente en casa, los reclamos son una presién cconstante para las mujeres, por lo que su ‘tiempo libre’ se destina a las la~ bores domésticas,a la familia y muy poco para si misma: —Fijate que yo dejé mi circulo de amistades femeninas por enfrascarme enel trabajo, muy de vez en cuando voy al café con mis amigas... y €s0 porque vienen aqui: “oye ti, qué te estis creyendo, éndale, a vida no es pro trabajo” [.] pero sies cierto, si se aisla uno, En resumen, las mujeres enfren- tan barreras para desprenderse de! Ambito doméstico, incursionar en el Pliblico y apropiarse del privado, esta una realidad a nivel mundial. De acuerdo a un informe del Programa de Desarrollo de las Naciones Uni- das, las mujeres realizan en prome- dio 53% del total de la cantidad de trabajo pagado y no pagado en los paises en desarrollo y 51% en los paises industrializados. En los paises desarrollados cerca de dos tereios del trabajo de las mujeres se realiza en actividades no pagadas y el tercio restante en remuneradas, mientras que para los hombres es lo contrario, En los paises en vias de desarrollo, dos tercios del total de la carga de traba- {jo femenino es realizada en trabajos no pagados, mientras que menos de ‘un cuarto del trabajo de los hombres, sno remunerado [Wirth, 2001: 16]. Los techos de cristal En el caso de las mujeres que logran insertarse en puestos de trabajo con cierto estatus laboral resulta relevante elestudio de la dicotomia piblico-pri- vado a la que desaffan, pues enfren- tan un techo de cristal, término me- tafbrico —acuiiado en Estados Uni- dos durante Ia década de los setenta del siglo XX— para describir las ba- rreras atificialesinvisibles creadas por prejuicios organizacionales y de acti- ‘ud con los cuales se bloquean a las ‘mujeres las posiciones de poder jerér- quico y que, segiin Griselda Martinez (2001): mujeres: todavia el sector femenino pone en primer término a la familia, mientras que los varones priorizan el aspecto profesional. A mi juicio, es muy cuestiona- ble la expresién de que las muje- res eligen en primer lugar los aspec- tos relacionados al émbito doméstica, pues lejos de haber sido una eleccién —e incluso una mera dotacién natu- ral—, més bien se trata de la cons- truccién que las sociedades (patriar- cales) han logrado de estas relacio- nes. Incluso para aquellas mujeres que insertas ya en un piso de trabajo, que tienen la oportunidad de alcanzarun presto que implique mayor responsa- bilidad y estatus, se ven limitadas a permanecer ahf porque deben guar- ; i dar tiempo para atender a sus respon- “Supire la exstncia de un limite las marginadas y consecuentemente sahiiidages familiares, y aunque ello que impide Ia continuidad del desa- un abordaje nuevo de Ix dicotomia i a iujer en cualesquiera de iN 5c areciera una decisin personal, no lo rmollo de la mu alesquierade piblico-privado queconsiderelos me 5 ya que as ‘Neeanen, imeesaupcte qu Ta mjer BORsenlafamiiayconeltbsjoase soo de desarrollo profesional etn encuentra un limite en suascenso en TS mulerestienen que asumir. estructuradas bajo la logica social y lasesmucturas de poder, portanto, __ Pnestesentdo, se puede desirque para as mujeres no seguir esa logica auna condcién inédit, pues histor-S€ trata de un tipo de diseriminacién impica ser calificadas como transgre- ‘camente ha estado excluida del poder. ¥ SeBregacion en la cumbredelaorga- sora del orden dado y en ese sentido Lies del cristal alude aun limite lzaciOn, que hace que las trayecto- ja carga emocional es muy fuerte? imaginarioy,porende, subjeivo, que _rias ocupacionales sean distintas para “in México, esta problemética cou ‘pide lasmujers que yapartipan unos y para ots, porque sus PatTO- pq un ugar en la agenda de invest Sielciercicio del poder, escalar las nes revelan una discriminacién 20 gacién desde hace relativamente poco coade tions edrauces En oficial reproducidaduantesiglos¥Q¥€ empo, pero ex creciene el nimero 1o, representa un sigue arraigada en las estructuras ge estudios que se cuestionan acer- ‘iio que resguarda para loshombres topo rnualancnles These sociales actuales. Se trata de una cq ge Ja débil participacién de las, ‘evel coma de decisiones” segregaci6n vertical de géner0, €0 mujeres en los altos puestos 0 en el Eltecho de cristal ocurre en los donde las barrerasinstitucionales yas mundo empresarial, como lo sefiala ‘ugiesde trabajo, esencialmente como _*etifudes sociales impiden los ascen- pspingsa Calderén [2004]: “A pesar ‘areflejo de las inequidades sociales S05 4& las mujeres en las categorias ge que la participacién de la mujer en Yeconfmicas.a causa del género[Lin- Cupacionales para obtener puestos 6) mercado laboral se ha incremen- ‘Wirth, 2001: 16]. Este fendmeno 8erenciales [Linda Wirth, 2001: 13]. tado, pocas han llegado a ser ejecut importante porque se imputa aun __No obstante, existen opiniones yas g integrantes del consejo de ad- po atipico de mujeres, las que han ¢NCOntradas. Por ejemplo, Francoise pyinistracién de grandes empresas. Su grado pasar ciertas trabas que im- Belle [2002] sostiene que si bien es presencia permanece casi invisible”. Pevelaorganizacién tradicional res- _ Cie#o, las organizacionesimponen un "Tos resultados de un estudio es- Por los varones, ello impli- pode guiaala trayectoria ccupacional taqistico realizado por El Colegio de Gltemergencia de una nueva iden- que sigue excluyendo a las mujeres Sonora un sector manufacturero de iad femenina y exige un giro en los de lospuestosaltos, tambiénexiste una Frermositlo, Sonora arrojan que del iosacadémicosorientados hacia *imetriaen la agenda de hombres ¥ ta] ee empresas analizadas s6lo 18% 65 tiene gerencias femeninas. Eiestudio identificé cinco tipos diferentes de sgerencias: administracién y finanzas, recursos humanos, ventas, ingenieria y sistemas y gerencia general; las mujeres gerentas se localizan s6loen las dos primeras categorias (Grajeda: 2004], mismas que son las de menor status y retribucién econdmica del ‘grupo de gerencias citado, Hasta aqui se han presentado frag mentos de la entrevista piloto para el trabajo de tesis “Los techos de cristal: ‘mujeres que enfrentan barreras en su ascenso laboral en empresas privadas de Hermosillo”, si bien es cierto, este material no da evidencia generalizable para analizar el proble- ma porque se refiere s6lo a un caso. Resulta interesante encontrar ahi los elementos de una carrera accidenta- da por muchas barreras —unas visi- bles, otras no tanto— que no son apli- cables también a la realidad de los hombres que se encuentran desem- pefiando puestos similares, pues ge- neralmente los varones tienen resueltas las actividades propias de la reproduc- cién de su fuerza de trabajo gracias al trabajo de otras mujeres (madre, esposa, hermanas, novia, etcétera). oe Sibienes cierto el Techo de cris- tal se aduce principalmente a las mujeres que ocupan puestos de res- ponsabilidad—porque es.a‘esa altu- ra mds evidente—, lo expuesto arri- ba sugiere que la misma metéfora puede ser itil para describir la situa- cién de las trabajadoras en todos los niveles jerdrquicos dela organizacién, puessi vigramos gréficamente la par- ticipacién de las mujeres en los luga- res de trabajo, encontrariamos una estructura que se asemeja a una pi- amide: en la base se encuentran la mayoria de las mujeres, las que es- tn en puestos precarios, y conforme se escala jerdrquicamente en las or- ganizaciones se van encontrando ‘menos mujeres. Encada uno de esos niveles, las mujeres que se encuen- tran ahi enfrentan un Techo de cri tal que les permite ver hasta donde pueden llegar, pero que les impide hacerlo realmente y que conforme aumenta la responsabilidad de los uestos, el techo se hace més grue~ 30. La idea es que conforme las miu- jetes que se encuentren en los pues- tos medios y altos de la organizacién rompan los techos que las limitan, crearin oportunidades para las cue se encuentran en la base; no obstante, esto se da poco en la prictica, pues aquellas mujeres que han modificado surol profesional y que ocupan puestos de responsabilidad y de direccién, cenffentan un proceso de redefinicién de su identidad, mismo que choca y se problematiza en la estructura es- tablecida de la organizacién —quees ‘un mundo de hombres y el espacioen «que mantienen su superioridad respec- to a las mujeres—, donde ellas son consideradas como problesnisticas por no acatar la cultura organizacional establecida, En ese sentido, se dice que las mujeres que rompen los techos de cristal se encuentran més aisladas del resto, pues su comportamiento no sélo ces considerado problemitico sino tam- ‘bién antifemenino, por lo que también se ganan el rechazo de sus colegas y subordinadas del mismo sexo, inchi- so —como sefiala Nicolson— algu- nas de las mujeres que traspasan las banteras, pueden preferirelaislamiento y “llegan a no querer apoyar y tenet prejuicios contra otras mujeres” [Ni- colson, 1997: 150] Por lo anterior, resulta pertinente tuencionar la carencia de institucio- tes de apoyo a la mujer trabajadora, to sélo se debe exigir la creacidn de aqullas que aligeren la carga domés- ticay le brinden apoyo en el cuidado 4 los hijos e bias, sino también es importante generar recursos para que fmuentren formas de apoyo mutuo {ue les permita reconocerse como ‘ures trabajadoras dignas de res- Peto —dentro y fuera de la organiza ioe y susceptibles de éxito, asi fimo lambign crear mecanismos que Brian que quienes se encuentran tes deautoridad,logren fomen- ‘teulos de guia y asesoria para ‘mujeres que podrian sucederlas. es Reflexiones finales daca ‘he presentado ms queuna Meee gn odesto acereamiesto el Patpacion de tas ¥ domes bios piblico, privado feasitgs gg mendiéndolos como eae et definidos por la tial tradicional, que implican significados distintos para hombres y mujeres. No obstante, fue posible relacionar la pertinencia del estudio de la interaccién de estos mbitos de aceiin con los arreglos que las mujeres que han incursionado en el mercado laboral deben hacer para sortear su doble jomada, pues su ca- racter de trabajadoras no les exime de la responsabilidad doméstica. La interaceién piblico-privado- doméstico es una realidad para todas las mujeres trabajadoras, pero revis- teespecial importancia dentro de aquel pequeilo grupo que estn posiciona- das en puestos con cierto nivel jerdr- quico y que enfrentan barreras para Jograr un ascenso ocupacional en igual- dad de oportunidades que sus colegas varones, es decir, que ven limitadas sus trayectorias laborales por Techos de cristal, ya que en este grupo ati- pico de mujeres se conciben y viven de manera diferente las relaciones de poder en el trabajo y el hogar, dando lugara la emergencia de nuevas iden- tidades femeninas. Estas mujeres no 67 reconocen abiertamente una relacién estrecha con el Ambito doméstico porque ponderan en primer lugar asu. trabajo. También es importante sefalar que sigue siendo una responsabilidad imposible de abandonar completamen- te, aunque sidelegable, o cual reafirma la constitucién de nuevas relaciones de poder en el hogar. ‘Vale retomar entonces, la aporta- cign de Nora Rabotnikof [1998] para afirmar que el trio conceptual pibli- co-privado-doméstico “lejos de refe- rirsea (tres) émbitos ‘ontoldgicamente diferenciados’, constituyen una dife- rencia cuyos limites se han (formado y) modificado histéricamente” y que or su constante cambio y lo borroso de sus limites es pertinente estudiar desde diferentes angulos. ‘Las patrones expuestos revelan una discriminacién no oficial reproducida durante siglos y que sigue arraigada cn las estructuras sociales actuales, por lo que, “para comprender la pro- Dlemtica de las mujeres en la orga- nizacién se debe ir més allé de las cuestiones surgidas de la sociologia individual, para examinar la naturaleza precisa de la vida organizacional, esto es, el contexto politico y de relacio- nes de poder en las cuales se inscri- ben las mujeres” [Lopez, 1997: 175]. Al intentar sugerirlineas de accién ‘que enfrenten esta problematica, re- sulta dificil pensar en las medidas a realizaren corto plazo, pues cualquier cambio que se busque implica una accién politica; més bien, se pueden proponer aspectos por redefinir en la agenda de las mujeres, :se debe pug- nar porque se reconozca el esfuerzo doméstico de las mujeres © porque dejen de hacerlo? Ambos caminos implican resultados distintos; por ejem- plo, si se opta por lo primero gcémo hacer para que las mujeres que rea- lizan trabajo doméstico logren un be- neficio o una verdaderaretribucién por su trabajo?; si se opta por lo segun- do, ;eémo hacer para que las muje- res que realizan trabajo extradomés- tico no se sientan transgresoras del orden social establecido? ‘La atosuficiencia econémica se ha promovido como wn medio de empoderamiento para la mujer, sin embargo, existen restricciones desde Ja misma estructura del trabajo. Es un hecho inevitable que a nivel mundial no es posible generar los empleos suficientes para cubrir a la totalidad de personas en edad de trabajar y también, en ese sentido, las mujeres son perjudicadas, pues reciben los «enapleos més precarios. Ante esto, un aspecto importante a considerar es la reduccién de la jomada labora, aque ello traeria beneficios para toda la poblacién trabajadora inchuso para los hombres. ‘Es importante recordar que, como Maria Luisa Tarrés {1998}, al anali- zarel comportamiento de la mujer en el dmbito piblico —casi sin excep- cidn— se constata su escasa partici- pacién, los mecanismos que la domi zany sodebilidad frente al manejo del poder, por lo que falta ain construir Jas herramientas conceptuales que la definan como actora social y aportar elementos que posibiliten un cambio ‘enel orden prevaleciente. Es por ello que resulta importante fomentar la realizacién de trabajos de investiga cién que aborden esta problemética desde diferentes Angulos y bajo la premisa de que estin sujetas al cur- sede la historia socials @ Notas * Las mujeres ocupan los empleos tempors- les ode tiempo parcial, mientras que las ‘cupaciones mejores y los empleos me Jor pagados son ocupados por hombres; ‘ademas, en los plsesen vias de desarro- Io part significative de las mujeres que trabajanlo hacen enainformalidad [With 2001:4-6] ooe 2 De a encuestapiloto del proyecto de esis “Las Toco decristal: Mujeres qu enfen- tan barreras de ascenso on Su carrera labora en empresas privadas de Hermo- sill, sevideneia Que algunas mujeres no euentan con mentors femeninos den- tro de organiaciéno de us gremios, las gas genealmente son masclins y tienen a veras como protegides: “L.-J yoerala nica mujer y todos os de- ‘més diretvoseranberbes[.] sine bargo hacia el exterior mis principales apoyos han sido hombres] mis guis, en quien yo me he Fjado como se han desorllado, quéeslo que han hecho, por jemplo, et Dr. X,..] me protege como (queve fauna eronainguietaquele usta su tabyjo, que me gusta ir avanzae doy enloqueyoiche pedi cl siempre rmeheapoyado,entonees yo veo una e- Inc seam gue me csi shun todavia, como su alumna chiguita, aque- ia que fue por primer vez aun curso. —iPatemalioa?.. Si. > Por etarun ejemplo de los que cotidiana- tment sen0s present, sun espsote- re que visjaral extrajero y dejar ala fix rilia para tomar un curso 0 realizar un poserado cuenta con todo el apoyo dela Famili, ncso selereconoce su sarif- clo por estar lejos y see valora mis por- aque lo ace para dar un mejor nivel aia familia; en cambio, sila queen que salir es lamade, lejos dereconocee sus g3- nas de superaci, se le considera una epoistay ‘mala madre’ que no asume el hecho de que su hijs a necesitan més quea nadie, ;Puede ura mujer enfretar oor carga soca qu lade Ser mala m= are? 4 Alrevsar tabjos sobre trayetorislabo- rales ehistias de vida de mujeres, &- tas munca desriben ss trayectorias abo- rales como exitosas, aun y cuando han {ogrado importantes fats lo argo de su vida personal y profesional + Bl majo de esis mencionado, suger el estudio de istrias de vid oon fess en las tayectoras labore de dos mujeres ‘que desempatian cargos de gerentes en ‘cpreasprivadas dela Ciudad de Her- rosillo. 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