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84 (COLA CULTURA DELA TRANSICION centrandolos geogréficamente en las zonas més industrials. Para seguir, el hecho de que fuera un partido nominalmente dde izquierdas que acababa de conseguir en 1982 una mayoria absoluta abrumadora, el encargado de llevar el peso politico de la llamada «reconversién» industrial, hizo que las medi- ddas tomadas fueran vistas, en gran medida, como «males ne- cesarios». Pero quizé el sefiuelo més fuerte lanzado para construir el discurso econémico del consenso, al menos entre las llamadas clases medias, fue la idea de la integraci6n en Europa como un objetivo absolutamente deseable que saca ria a Espafia de su sempiterna inferioridad y traerfa niveles de vida «como los de los suecos». Que ese proyecto de futu- ro indiscutible tuviera aciertas contrapartidas» era algo que, salvo para los afectados en primera persona, se estaba més {que dispuesto a asumir. Antes de ver las ineas centrales de teste discurso de la Europa redentora de todos los males his- pinicos, es necesario recalcar que, al final del trayecto, el re sultado de este proceso de reconversion y desmovilizacién ‘emprendido por el PSOE de principios de los afios ochenta ces muy similar al que irtentaba Margaret Thatcher con sus ados naciones», pero sin la carga estigmatizadora. Importan- tes poblaciones de los cinturones industriales de las grandes metrOpolis,o de las regiones industriales, soportaron los du- risimos costes de las estrategias de recuperaci6n de! benefi- cio, mientras el resto de los sectores sociales, partidos y sin- dicatos vivia este proceso con total indiferencia esperando la egada del «mand» europeo. No es dificil rastrear este mo- ‘mento en la produccién propiamente cultural: se trataria de ese punto en el que los conflictos sociales y politicos desapa- recen por completo de las novelas, las peliculas y la mGsica para dar paso a una visién «posmoderna> y «desenfadada» de la Espaiia-marca. Europa, Europa: més altos y més rupios Es imposible entender las transformaciones que ha sufrido el capitalismo desde mediados de los setenta sin tener en cuen- CONSENSONOMICS:LA IDEOLOGIA ECONOMICAENLACT 85 ta c6mo se han distribuido internacionalmentesus funciones, Ja Hamada «division internacional del trabajo». Una de las grandes bazas que pudo jugar el capitalismo en crisis de los afios setenta fue la supresién de los controles de capital y la liberalizaci6n de los flujos de inversiOn, que permitieron que los capitales circularan por todo el mundo, especialmente hacia Asia oriental, en busca de fuerza de trabsjo més barata. En este movimiento se reordenaron las actividades econémi ‘as de todo el globo, dejando tan solo las actividades mas Iu- crativas en los paises més desarrollados, y deslocalizando a Asia, y luego a América Latina, todos aquells sectores que podian funcionar con la cualificacién de su fuerza de trabajo ‘en condiciones de mucha mayor explotacién que ea os pai ses centrales, Mientras tanto, se utilizaba este nuevo procedi miento para seguir disciplinando las demandas salariales de americanos y europeos. A Espafia este proceso lleg6 por la vfa de la UE. De hecho, las directrices neoliberales propia mente dichas han legado a Espafia por la via de Europa. No porque se les haya impuesto @ las élites locales una determi- nada doctrina, sino, muy al contrario, porque, durante mucho tiempo, la efectividad de las directrices que venian de Bruse- las ha estado fuera de cualquier duda. Como sefialaba Peter Gowan, en titima instancia el proyecto europeo ha sido pre- cisamente una forma de dotar de un proyecto transnacional coherente a las élites de los distintos paises de la UE. El perfodo que media entre 1982, la entrada de Espafia en la entonces CEE en 1986 y el xbroche de oro» de los fastos de la Expo y las Olimpiadas en 1992, es el de ls maxima exal- taci6n europeista de las clases medias espafiolas, el que con- tribuy6 a que toda la politica econémica de la época fuera percibida como una especie de factor inevitable si se querfa pertenecer al club europeo. Si se tira de hemeroteca, se po- dr4 comprobar facilmente c6mo précticamente cada sema- na, en El Pais, aparecian los grandes capataces del PSOE de la €poca —Borrell, Aimunia, el propio Felipe Gonzlez— planteando que no habfa alternativa a Europe, en los térmi nos que queria Europa. Desde este cierre de filas en torno a la cuestiGn europea, se disefié lo que seria el entramado eco- 86 (COLA CULTURA DE LATRANSICION n6mico espaiol de los siguientes veinticinco afios: Espafia debja desarticular cualquier industria que pudiera competis ccon los intereses de Francia y Alemania, y tenfa que privati- ‘ar las grandes empresas piiblicas de telecomunicaciones, energia y banca, dando entrada a capitales transnacionales. A cambio, la UE se comprometia a convertir a Espaia en un gi- zgantesco mercado inmobiliario y de consumo, a través del po- tenciamiento de las actividades financieras y bursdtiles, del turismo, esa actividad bizarra que salvé al franquismo de la crisis industrial en los sesenta, y de una fortfsima inversién en infraestructuras de transporte. Los bancos, las empresas cons- tructoras, los monopolios privatizados, los grandes grupos de medios de comunicaci6n y las promotoras inmobiliarias se- fan los nuevos sectores punteros del capitalismo espafiol, y se presentarian en el nuevo orden transnacional nutridos ‘con muy generosas dosis de gasto puiblico. Mientras, a nivel europeo se iba construyendo todo un entramado institucio- nal para preparar la unién monetaria, que elevaba los princi- pios doctrinarios del neotiberalismo atlantic a nivel de le- yes. En 1992, el Tratado de Maastricht fijaba el contro! del déficit publico como prioridad para los gobiernos europeos, y el Banco Central Europeo nacia con el objetivo, casi tnico, de controlar la inflacién. Curiosamente, en lugar del nivel de vida de los suecos que esperaba la middle class espafiola, lo que llegé fueron las Olimpiadas y 1a Expo, mientras el gasto social no decrecia, pero tampoco aumentaba, De nuevo con niveles méximos de consenso, AVE y autopistas «adelanta- ron» a cualquier otra consideracién social 0 econdmica, Los fastos del 92 fueron la escenificaci6n de los poderes, casi «s0- brenaturales», de este nuevo modelo que mezclaba el clésico patrimonialismo espafiol con una incipiente financiarizaci6n. Por la via de la expresién monumentalizada, estos dos ma- croeventos zdelantaban los factores de lo que seria el siguien- te ciclo de consensos econémicos y sociales, la burbuja inmo- biliaria. . CCONSENSONOMICS:LA IDEOLOGIA ECONOMICAENLACT 87 La cultura de la burbuja: se respira consenso! La euforia europeista y su culminacién en los fastos de 1992 estuvo reforzada por una realidad material entonces apenas conocida por unos cuantos expertos. El mercado inmobiliario, la prosaica compraventa de viviendas, era capaz. de filtrar las fuertes entradas de capitales extranjeros hacia el consumo de las familias que tenfan una vivienda. Esto fue lo que sucedi6 entre 1986 y 1992 y,con cinco veces mas fuerza, desde 1995 has- a 2007, Bsta ver si,con un consenso con maytisculas. Leyes hi- potecarias, leyes de suelo, planes de infraestructuras, estrate- bias urbanas y regionales se volcaron con el objetivb de que los precios de la vivienda ereciesen cada vez més. Durante todos £505 afi, la inmensa mayoria de los partidos politicos, sindice- tos y organizaciones sociales estuvieron muy de acuerdo ea -apoyar todas las lineas de politica econémica que potenciaban ‘el mercado inmobiliario y la construcci6n de viviendas. La tec- rfa urbana de la maquina de crecimiento (growth machine) de- fiende que el crecimiento de los precios del suelo genera por si mismo coaliciones de élites que pueden tener distintos interé- ses especificos, pero estén de acuerdo, precisamente, en el hé- cho de que hay que crecer. Bsto es lo que sucedi6 en todo el Estado espafiol, en todas las Comunidades Auténomas, un nd- mero enorme de ayuntamientos y, en la medida en que esto se filtraba a la poblaci6n por la via de la propiedad de viviends, logré ademés que, tanto esos sectores de clase media euro- peistas como importantes sectores de clase obrera que ha- bian legado a los afios ochenta con vivienda en propiedad, percibieran el arreglo inmobiliario como algo inequivocamen- te positivo. Es la llamada «sociedad de propietarios». De alguna manera, frente a los esfuerzos ideol6gicos de los Pactos de la Moncloa y del discurso curopeista la burbuja in- ‘mobiliaria produjo un consenso «semiautomstico», Es algo que en Espaiia ha sucedido pocas veces, pero que otros pafses con 1. Este punto esté tomado del libro Fin de ciclo, Isidro Lopez y En- ‘manuel Rodriguez, Traficantes de Suefios, Madrid, 2010. * 38 (CTOLA CULTURA DE LA TRANSICION és tradicign de eiclos de prosperidad conocen bien: el rendi- Mijento del ciclo econdmico es tan alto que genera su propio Tonsenso. La dnica diferencia con otros casos es que, en la Es pata dela busbuj, los salarios segufan bajando, las condiciones Taborales deteriordndose y, cada vex més, el acceso a Ia riqueza jnmobiliaria, la vivienda, tenia que hacerse mediante unos nive- ex de endeudamiento més altos. Lo sorprendente de este asun- to es que durante los afios eentrales del ciclo jamobiliaric, teonomia politica desapareci6 totalmente del discurso pabiico J tue relevada por todo tipo de asuntos de orden eculturaly:na. 2 Gnalismos, modos de vida, guerra contra el terror, etcetera La Combinaciéa de factores de ciclo largo heredados de los Pactos Ge la Moncloa con las grandes directrices neoliberales que ve- fan de Eurcpa y el pleno rendimiento de Is burbuja inmotilia- tia lograron que la ideologia evonémica se confundiera con ung especie de rudo de fondo. Esto, por supuesto y de nuevo, Boos. tarde suprimie Ia voz de aquellos que no pertenectan del tos & texte modelo, Por ejemplo, 10s inmigrantes que legaron en tmasa en e506 afios 10s j6venes que quedaron fuera de la propic- “Gad inmobiliaria 0 que tuvieron que aceptar durisimas condi Giones de endeudamiento, 0 el medio ambiente, si es que tiene ‘Yor propia, que sufri6 enormes dafios durante esos afios Pero hay cambios profundos. Estos tres pilares de consen- so se deterioran a ojos vista. Desde 2007 se ha venido abajo 18 urbuja inmobiliaria y financiera global generando un ciclo recesivo en el que 1os gobiernos, en el mejor de los casos, tan Solo pueden contener el descalabro econSmico total Ademés, jos movimientos de 2011, desde el 15-M hasta Occupy Wall Street, han puesto otra vez en primer plano la injusticia radi- tal que se esconde tras a ideologia econémica. EI soporte si Teacloso de! consenso neoliberal en Espafia, la UE, se desmo- ona en una dindmica autodestructiva en Ja que los pafses vontrales evitan la crisis social a costa de hundir las economias periféricas en larecesin. ¥, para colmo,en Espafa 1a CT 6m: Peontra cada vez més dificultades para cergar sus operaciones de clausura simb6lica del conflicto en un contexto en el que Ios problemas cada vez tienen menos posibilidades de formu lorue en términos «espadoles». Bienvenidos ala politics, Libertad sin ira: qué fue de la critica literaria (y cualquier otra) en la CT Por Carolina Leon En mi infancia, en un pi 5s en un piso VPO que albergaba a dos ni cas en los eients, ober iberad sin ia thence ine - 0 de las mati que nos dej6 Francisco a su suc Ue cenrarme en el papel del ein literavia en nuestra CT pero no et de ms recordar gue como cone. cxenci de a deoogia hoy dominant, que por condién se presenta como no ideologis [..],¢l término ideol6- 90 (CTOLA CULTURA DE LA TRANSICION gico se circunseribe a ideologfas antisistema [...}>. Copio @ Constantino Bértolo, La cena de les notables. ‘En questra democracia répidamente lanzada al acatar y ‘consumir, ese poder implicito en las representaciones litera- rias, fundamentalmente narrativas, fue desde el principio ‘apuntalado por los medios de coraunicacién social; y si bien estos discursos se han visto arrinconados en el imaginario so- cial por otros més masivos (niagén Antonio Muioz Molina ‘es més influyente que un Ferran Adria 0, déndolo todo, su de- portista favorito), la literatura sigue investida de prestigio: es discurso piiblico que moldea. {20ué nos han estado dando, sin ira, las péginas culturales de los diarios, devenidas més tarde en «suplementos cultura- eso, consumidos por una buena parte del pais como guia es- piritual y filtrado de lo vélido? Un proyecto de cohesion. Es- tar en ellos era formar parte del canon. Si ha entrado en sus paginas un nombre nuevo, ha sido para integrarlo, Mientras {odios nos crefamos libres, solo aquellos que hacfan prietas las con el pensamiento tinico no ideol6gico han sido asimila- dos y tenidos en cuenta. Dejando a un lado Ia «calidad literaria» de los eseritores y escritoras més «relevantes» do estas décadas, esa critica ‘mainstream se ha regido por algunos preceptos: « Leemos prefereatemente lo que viene avalado por un gran premio. « ‘Aceptamos timidamente narrativas sobre la memoria histérica, pero no nos planteamos demasiado el pre- sente, « Son bienvenidas las traducciones e importaciones de otras literaturas, valgan las europeas, estadounidenses (un furor) o latinoamericanas, que nos han valido para hablar de conflictos, abusos y problemas que no eran los nuestros. + Condenamos al olvido a todos los excritores previos de nuestra tradici6n salvo, bisicamente, a los de le Gene- racién del 27. «+ Nuestra Transicién es modélica y somos la mar de li- LIBERTAD SIN IRA:QUEFUEDELACRITICALITERARIA 91 bres; el enemigo del presente, tnico y vil,es ETA. , il,es n tocard ver cémo hay quien no puede vivir sin er No es que Pombo, Marias, Matute o Vila-Matas no hayan escrito buenas novelas. Es que el proyecto se ha fraguado a ‘expensas 0 a favor de determinado discurso. Y es la comuni- cacién cultural la que ha apuntalado lo valido, apoydndose en el entramado de premios literarios y grupos editoriales. He- ‘mos aprendido la doble leccién de la CT: entras si tus ficcio- nes sirven al modelo democratico postransicién y se desen- vuelven sin verdaderos conflictos con el presente; o bien tratas elevados asuntos metaliterarios, sin anclaje en la socie- dad que los ve nacer. En caso contrario, no entras. Su pan, su hembra... Podriamos considerar 1991 el aio bisa r ‘ gra.en esto de lo lite- rario CT. Han pasado trece desde la Constitucién, se prepara la gran cerga propaganditica de aquel inolvidabe 1992, y spafia es pafs invitado en la Feria del Libi ' Espanae el Libro de Frankfurt, Para refrendar ese momento, en El Pais (9-10-1991), Fi 10-1991), Fran- cisco Rivo frmaba «lve hoy para matana:fa erating des libertad ante la desaparicién de la censura»: «Tenia que llegar y lleg6: sin censuras a diestra y siniestra, sin el espejismo de Sambar el mundo con arma de papel |) trata es ola se le vino a las manos una libertad como en siglos no habia conocidor. Lease la hipérbole: wen siglo. Con un mal disimulado desprecio por la «ideologia», sefiala que ha llega- dol momento de la literatura de! individuo, que a nadie més que a é! mismo rinde eventas. Viajes y 2ambullidas en la me- moria personal, reconstrucciones de un pasado a gajos, ale- sgorias més bien poco dsperas sobre vencidos y vencedores, cuando no sencillamente argumentos escapistas y tradiciones literarias absolutamente ajenas. Rico lo dice sin querer (o se lo hacemos decir): «La ) «La ideo- loplaempesé a ser usituida come marihuana del pueblo 2 (CTO LA CULTURA DELATRANSICION no solo por el deporte, los viajes y la buena mesa, sino ade~ ‘ms por las exposiciones, los bellos libros, la Gpera, los con ciertos... Por el atractivo escaparaten (y sigue, pero es més bonito dejarlo ahf). Su tono en 1991 es celebratorio de esa desactivacién, tanto del gusto lector como, definitivamente, del trabajo autor y el trabajo eritico. Esos «bellos libros» dispuestos para el escaparate son disfrute estético, miel so- bre hojuelas; no molestardn ni desestabilizarén la paz que hemos construido entre todos. Pocos dias después de ese articulo, nace Babelia (19-10- 1991), pionero entre los «suplementos culturales» de este perfodo, «dado que las secciones diaries necesitaban un com~ plemento ante e! incremento de hechos culturales que empe- zaba a producirse en el pais. Estos cuaderaillos especializa- dos iban a ser el lugar para profundizar en el conocimiento de la cultura», eseribe Emy Armafianzas en «La critica de les artes en los suplementos culturales» (en Espéculo. Revista de studios literarios, UCM). ‘Babelia ha sido el suplemento cultural de referencia y 1a cabecera CT literaria por motivos obvios. Lectores y lectoras de cierta inquietud lo hicieron suyo desde su aparicién, para muchos no existfa otro. Pero hay més: E/ Cultural, nacido en 1998, hoy suplemento de £! Mundo, comenz6 vendiéndose con La Razén; ABCD de las Artes y las Letras, derivado de la larga historia de Blanco y Negro y su previo ABC Cultural, y que hoy vuelve a tomar ese nombre; Cultura/s, de La Van- ‘guardia, existe desde 2002. La aparicién de todos ellos es siatoma de la preponde- rancia que el mercadeo de la cultura adquiere en esta época, tentendida como espejo social del buen rollo, funcionando a la vyez como crisol de lo consumible (labor que ejercia, tiempo atrés, el catSlogo del Circulo de Lectores) y como folleto se~ manal y vivo de la «fiesta» cultural de la que todos fbamos a sacar tajada (todos no, ya sabemos, y remitimos al conocido articulo de Rafael Sanchez Ferlosio, «La cultura, ese invento del Gobierno», en El Pais, 22-11-1984). Por supuesto que la historia de estos espacios y el montén de paginas publicadas, semana tras semana, ha dejado pasar LIBERTADSINIRA:QUEFUEDELA CRITICALITERARIA 93 tun poco de todo, incluidos sanchezferlosios de la vida; lo aueds esl resid, Dee la saaya de eatepunofelomers te difuso en que nos encontramos observamos, como paso 4 relatar, la estabilizacién de un modelo en que no podiamos, los criticos, divergir, disentir o meternos en berenjenales. i dogg cancion de marras que cantaba Jarcha dice que por loquier vefan «gente que solo desea sui pan, su hembra, la fiesta en paz...». Salvo rara vez, el critica ha contribuido a que la fiesta, propia de un jardin francés, se ornara de exqui- | sitas buenas maneras y cero disensién, ae Dicen los viejos Es fécil estar de acuerdo con lo estableci e lecido cuando uno es lo tbl De eo trata ¥ en este patel qe no pat cipaba de la fiesta era un « > 3) Giaba de disidente» o, mejor, un «resent La mayor parte de lat veces, los i r poseedores de un discur- se.n0 normnativ no han encontrado ee0 en los disrios de am- la asin aguilera en Ins gins de sucess Sin ember fo, hemos pode disfrutar de ciertasanomali falls en ia El més conocido es aquel «caso Echevarti Cn rian que en dfenestracion del crtico dl que fuera el dara (El Pac, Babelia) donde desempetiaba su labor desde hacia catorce 18, No por sabido vamos a dejar de recordar algunos por. Ienores la rita en dsputa se llamé «Una eegi pastoral» (Babelia, 49-2004) y estaba dedicada a la novela El hijo del acordeonista, de Bernardo Atxaga. Desde la publicacién de aquella critica, Ignacio Echevarria vio c6mo retenfan otros. textos entregados y, al obtener poca respuesta a sus pregun. tas, se dirigi6 al director adjunto del diar diante una carta abierta: «;Tiene sentido ejercer lac dispuesto a desictivar los efectos de la desautorizar a su propio critico?». Esa carta fue publicada en blog li 8s y otros medios después de que el entendimiento entze el periodico y el colaborador of (CTOLA CULTURA DELATRANSICION hubiera hecho crac. En ella, el eritico recoge un comentario que le habia hecho el propio Bassets en su respuesta: «“Se ha dicho", me escribfas,“y supongo que te habré llegado, que tu teritica eva como un arma de destruccién masiva y que él pe- riddico hace mucho tiempo que ha tenunciado a utilizar este tipo de armas contra nadie”», Curiesa analogia. "Es facil recordar que Ignacio Echevarria ya se habia igranjeado cierta fama de eritico mordaz. Voy a referitme otra Vez a Antonio Mufioz Molina, merecedor en 1991 del Premio Planeta por El jinete polaco. En el texto que le dedicé ento- ‘aba frases como «...] falla el armazén mismo ideado por el autor para encuadrat la biisqueda del tiempo perdido en que se sumerge el personaje {...]> 0 «{..] el vegreso a Magina re- sulta tan acaramelado como un anuncio navidesio de turro- nes y da pie a repeticiones[...]». El tono utilizado por Eche- varria en el texto sobre Atxaga e3 algo més duro: «Cuesta ‘creer que, a estas alturas, se pueda eseribir asi. Cuesta aceptar ‘que, quien lo hace, pase por ser, para muchos, mascarén de roa de la literatura de toda una comunidad, la del Pats Vas- Co, cuya situacién tan conflictiva reclama, por parte de quien se ocupa de ella, el méximo rigor y la mayor entereza». ‘Punto uno: Bernardo Aixaga es autor de Alfaguara, del grupo PRISA, duefio de BI Pais, y esto es lo que dio Ia vor ‘populi como principal motivo del «despido». Punto dos: co- hociendo el oficio del eritico a esas alturas y su amplio cono- ‘imiento de Ia narrativa contempordnea espafiola, la novela debié de abultarle el occipital izqaierdo. Punto tres: una cri- tica es didlogo con la obra, sus condiciones de creacién y de recepeién. En ningiin caso es un arma, lo mas que puede he- rir es el amor propio. “{Cusl fue el problema de esa critica? ;Se podia haber disculpado y matizar, etcétera? Pasado el tiempo, creemos {que Echevarrfa no perdi ese espacio de publicacién por de~ Glarar «la enclenque consistencia de sus personajes»,sino por revelar el entramado psico-ideologico debajo de esa ficcién “Ty de otras ficciones recientes—. El motivo de aquel «des pido» fue evidenciar que la visién ideal del pasado vasco Gada por Atxaga era una falacia y que las condiciones que LIDERTAD SIN IRA:QUEFUEDELACRITICALITERARIA. 95, empujaban al protagonista a uni de pena. Mejor como lo dice el ertco: cnservible come tan timonio de la realidad vaseao. ccodtmbién ereemos qu, si les col6 aqueaextica —ta censura» vino a posteriori—, es porque la maquinaria Sitia estaba engrasads y segura de que el filtrdo to hace. 08 res al elegir los temas y el enf a ‘superivencis atteensiraen aie ega i ETA es el enemigo, los intelectuales de la i igo, ls in lela izquierda re- Fubloana son les titimos buenos rotundos. La altars ds ia { ransiciOn nos ha mantenido en un estrecho espacio en qi tras estdtencanta, Ilentan e marginal erie dal guy ahora, secant la con Ta adoracién autista de otros tieuipus. Pero mos que los padres de la Transicién nos h ‘ca mejor ios gus os pares sicién nos han dado «la mejor, En esta democracia, un hombr il En . re con tribuna piblica serio de gran trade puede solar qu sla Universidad de Granada ponga a este perturbado en su sitio» El hombre era el poets y profesor universtario Lui Garcia Montero Ia teibuna, otra vez, I Pas, el epetutbadon Jose ‘Antonio Fortes, profesor ala saz6n del mismo dopartamento de la n eranadina. Aquel articulo aparecis ci6n de Andaluefa (14-10: peeconsTars ca ade Andaluts (14-10-2006) con el ttulo «Lorca era un Dentro del texto, Garefa Mor tee I texto, mntero se preguntaba eines de bri expres cosas ra Gacamos el marcador fluorescente) dejaba caer: «vocabula So marxista de cuarta fil, cerean0 al delim remens se. ratado de loco» y el ya mencionado « Ben ta ratado de lor y el ya menconado del eritico con la editorial oel autor de la obra. El problema va més alld, La mayorfa de las personas aqufinterpeladas, cualquiera que realice critica en las cabe- 98 (CTOLA CULTURA DE LA TRANSICION ceras masivas o paginas especializadas, me contestarén que ellos piensan libremente, que nadie les dicta cémo han de es cribir. Pero llevamos el «rabo de conejor. ‘A nadie le gusta que su trabajo (a veces, los exiticos co- bran) sea una constante beligerancia contra todo, pero es0 es. Sobre todo lo ha de ser contra el lugar comin y el pensa- miento débil. En nuestra critica no se realiza un alzamiento visible de los patrones ideol6gicos de la produccién cultu~ ral, como pueden ser los estereotipos. No se sefiala cl olvido de ciertas zonas de nuestra historia reciente. No se analiza la cereaci6n desde, por ejemplo, la perspectiva de género, tan znormalizada en otros paises. No se cuestiona, se resenia. ¥ escribo lo anterior a sabiendas de que es una generali- zaci6n, que cuadra en el total. Algunos buenos intentos de ‘combate cultural se han dado y dan desde espacios alternati- yes, Aunque el andlisis excede la dimensién de este articulo, con demasiada regularidad hemos visto beligerancia desde lo indie, absorbida, y por tanto desactivada, cuando la voz se instalaba en !as paginas de suplementos. Para muchos y muchas de nosotras, el 15-M ha significa- 4o,a priori, una salida a la asfixia. Es demasiado pronto para decir si, ademés, entre sus efectos colaterales, va a tener el poder de inocular algiin disolvente de lugares comunes, fosi- lizados, en los cerebros que tienen la obligacién de pensar. Igual que estamos viendo la progresiva decadencia y trom- pazo en la credibilidad de los medios, estaria bien que cada vez un nimero mayor de personas abandonasen la lectura de suplementos como gufas de lo-que-hay-que-consumir (re- cordemos aqui que el primer reportaje de Babelia se llam6, sin desperdicio, «Papanatismo cultural»). O, mejor atin, que cada vez un ndmero mayor de ciudadanos y ciudadanas se~ fialasen la falacia, la ficciOn cultural en la que estén escritos esos textos. “. EJ escéndalo de «la rueda» fue grande: en los setenta —como posteriormente—, los mayores ingresos de la socie- dad venian de la recaudacién de Ia seccién musical, mas ‘cuantiosos que los que generaba la de autores dramaticos. Los ingresos de la secci6n musical se repartian, ademés de mediante el estudio de la venta de discos, en funcién de las amadas hojas de declaracién, donde se reflejaban las can- siones que habfan sonado en vivo o en bares y discotecas. El funcionamiento de la seccién musical de la SGAE era, cuan- do menos, peculiar: los inspectores encargados de recoger las hojas de declaracién eran también autores musicales asocia. dos, por supuesto, a la SGAE. La rueda consistia en que esos inspectores-autores reflejaban en las hojas las canciones de ‘otros inspectores-autores amigos, de manera fraudulenta y rotativa, con el objetivo de aumentar sus ingresos por dere- chos de autor y, por tanto, conseguir el maximo numero de yotos en la junta de la secci6n musical. Con la rueda aumen- taban sus ingresos y controlaban totalmente la seccién, ade- més de realizar un gran negocio. El fraude era clamoroso y evidente: autcres totalmente desconocidos, 0 semidesconocidos, que no ingresaban nada 106 (CPO LA CULTURA DELATRANSICION por las ventas de discos, percibfan en cambio millones por Ia Feproduccién de fantasmales discos en discotecas y actuacio~ nes en directo. La junta general de la SGAE destituyo en 1977 a toda la seccién musical, y convocé urgentemente unas nuevas elecciones, en las que resultaron elegidos un elevado porcentaje de nuevos autores vinculados al rock o considera- {os de ideologias progresistas, entre ellos Teddy Bautista Ge vinculacién al PCE de sobra conocida—. Como curiosi- dad, resaltaremos que Juan Antonio Bardem y Teddy Bautis- ta, uno dentro y otro fuera del partido, acabarian en bandos fopuestos en las elecciones a la junta directiva de la SGAE en 1995 (donde Bardem fue literalmente barrido ea las urnas y ‘sus duras denuncias sobre malversaci6n de fondos ignoradas: su lista no sac6 ni un consejero). La entrada de Bautista su- puso el comienzo de grandes cambios en la entidad, ya que, en su estancia en EE.UU., habia conocido de primera ma- nno entidades de gesti6n como ASCAP, BMI y SESAC, cuyo funcionamiento fue emulando poco a poco en el seno de la SGAE. ‘Los consejeros destituidos por el fraude de la rueda con- traatacaron a través de lo quedaba del Sindicato Vertical, re- ‘convertido entonces en el Sindicato Profesional de Misicos Espafioles, que acusaba al presidente de la SGAE, Moreno Torroba, de una desastrosa gesti6n econdmica de la entidad —cosa que era cierta—. En la batalla entre los dos sectores de la secci6n musical —el destituido y el recién electo—toma- ron parte las multinaciones diseograficas, que apoyaron con tentusiasmo la renovacién en la SGAE: les constaba que con él fin de Ia rueda iban a aumentar significativamente los ingre ‘sos de sus editoriales musicales al reflejarse en las hojas in- formacién veraz. El fin de la rueda legitim6 a nivel intern clonal a la SGAE, ya que las multinacionales se decidieron a ‘empezar a presionar a las diferentes entidades de gestion ex- tranjeras para que comenzara el pago a la SGAE por el uso de su repertorio. Paraddjicamente, el papel jugado por las multinacionales del disco en la renovacion de la SGAE fue interpretada en clave nacionalista por colaboradores de va- ios medios de comunicaci6n y politicos de la época, de todas UN MINISTERIO DE CULTURA EN LA SOMBRA 107 las tendencias politicas, que denunciaron una supuesta repre- si6nen la SGAE de los autores espanoes por estan cori ‘margen de los in editoriales y e 5 almargen do intereses de as editoialesy empresas nuk Los nuevos estatutos definieron una nueva forma de tin do ln soiedadreatructuraron ss seston etre Ia internacionalizacién de su actividad por parte de las multi- nacionales del disco y sentaron las bases de la SGAE del fu- turo. También se produjo el primer intento serio de lavado de imagen, al plantearse un funcionamiento algo més democr4- tico, con el aumento del niémero de socios cou derecho a voto, aunque en la préctica solo supusiera una exigua minotfa respecto a todos los autores asociados. La SGAE éntrarfa en Jos afios ochenta con varios retos importantes: la mejora de sa imagen, zanjar los conflictos derivados de finde la rueda, Ja reestructuracién de la entidad y las conflictivas recauda- ciones de cine y literatura. Todo esto ya en el seno de la Cul- tara de a Transicion (C1), dela que a SGAB, de manera vo- ‘0 involuntaria, se convirti loan $e convirtié en uno de los méximos SGAE, propiedad intelectual y Cultura de la Transici6n La SGAE fue adquiriendo una fuerza impar tonaiment conta odo conta todos menas cri apo. calitcos anuncios sobre el inminente fn dela industria musi. cal por culpa de la pirateria —jya a mediados de los ochen- tal, sostenfa varios e impopulares conflictos, convertidos en una vercadera avalancha de pleitos por el impago de de- rechos de astor. Algunos de Ios confictos de la SGAE inclu- yeron a RTYE por atrasos millonarios en pagos de derechos, sustaia 4 cine por su propia rueda —esasrevendian una 1a misma entrada para pagar menos derech: rota veree ai noes mao ed riormente, las privadas, grupos de teatro aficionados e, inclu- 50, al Ministerio de Cultura, por el uso de musica en el Mun- ial §2 y luego en la Expo 92, eteétera. La SGAE Ilegé a 108 (CT OLA CULTURA DE LA TRANSICION acuerdos 0 gané en los tribunales précticamente todos los contlictos en los que se embarc6, sin darle demasiada impor- tancia a transmitir de manera razonada su visi6n de los dere- chos de autor, o a intentar paliar su mala imagen. Daba igual, cada vez recaudaba més, mejor y en més émbitos, por lo que no le preocupaba la incomprensin de su politica recaudato- ria, Posteriormente se avalaba tanto en el Congreso como en ‘el Senado su polémica reestructuracién de 1978, por lo que la entidad comenz6 a operar en muchos aspectos como tn ver- dadero Ministerio de Cultura de facto, por presupuesto, in- fluencia y fuerza como lobby. En paralelo al tremendo crecimiento de la influencia de la SGAE, se propiciaba una implantaci6n de la CT que no fue 1ni mucho menos invisible: en 1984, Sanchez Ferlosio denun- ciaba en El Pais: «Si este [Goebbels] dijo aquello de “Cada vez que oigo la palabra cultura amartillo la pistola”, los so- cialistas actéan como si dijeran: “En cuanto oigo la palabra cultura extiendo un cheque en blanco al portador"». Al afio siguiente y en el mismo diario, Alfonso Sastre recuperaba la ura de los «silbadores» e insistfa en que «(...] hoy por hoy vivimos [...] bajo un reinado de grafémanos, silbadores, mi crofonistas y analfabetos. Situacién en gran parte disefiad: seguramente, en los laboratorios de las transnacionales de la cultura o de la contracultura (que de ambas formas puede de- cirse), En esos laboratorios ha tenido que dibujarse el meca- nismo por el que muchas gentes —y j6venes a porrillo— creen rebelarse contra el sistema por medio de los actos con ls que lo obedecen». En los ochenta se forma el paradigma cultural demoers- tico, del que la Movida seré uno de sus buques insignia. Hay ‘que poner en contexto y cuestionar los consensos respecto a Jas expresiones (contra)culturales de la época, ya que son pura CT, es decir, pura desarticulaci6n del cardcter proble- mitico de la cultura. Todo lo conflictivo en el émbito cultural terminé antes o después liquidado: recordemos el gran éxito e influencia a nivel estatal de una radio de erientacion juve~ nil y militante como Radio 3, creada en la época de la UCD. Radio 3 fue paulatinamente desactivada después de 1982, UN MINISTERIO DE CULTURA EN LA SOMBRA, 109 cuando dejé de ser dtl al PSOE: primero con la desaparicién de sus onomatopéyicos y polémicos informatives, para cont nuar con la sucesiva caida de todos los programas con crite- rio y discurso propios, como el mitico Caravana de hormigas. El PSOE ajust6 cuentas con una emisora que colaboré a su Victoria electoral, pero que luego se atrevi6 a cosas como de- ‘unciar sin miramientos los excesos y accidentes en la mil guerra sucia del GAL, que tom6 partido en la campaiia ant OTAN y en las primeras huelgas generales al PSOE. La izquierda pasé de una cultura resistente de cancién protesta y uso de lenguas vernéculas a propiciar un entrama- do alrededor del negocio de la misica, del que no escapé ub- solutamente nada. Sinos centramos en el rock, los grupos te- alan compafifas independientes con el impagable escaparate y altavoz promocional de Radio 3, concursos municipales como el Villa de Madrid, un gran circuito de conciertos por los ayuntamientos con cachés mejorados y, finalmente, el co- bro de derechos de autor —via SGAE— para cuando llega- san las vacas flacas. Como decimos, nada escap6 a ese circui- lo, ni siquiera el combativo punk en su vertiente de Rock Radikal Vasco (RRV): todos y cada uno de los discos de RIP, MCD, Kortatu, La Polla, Eskorbuto, Barricada estén registra- dos y son del llamado «repertorio SGAE».Elcieree y colofén del KXV es un tanto parad6yico: unos afios después de su eclosién, la Fundacién Autor subvencionaba a fondo perdido ‘Negu Gorriak su gira por América Latina y se producia el pleito de los herederos de derechos de autor de Eskorbuto a Hilargi Records, por derechos de explotaci6n de sus discos. En el seno de le SGAE y el entramado de la industria musical solo hubo una disonancia, y uo fue predsamente la (ahora) sonrojante polémica de Las Vulpess en Caja de Rit- ‘mos: Loquillo y los Trogloditas tuvieron el dudoso honor de interpretar la primera cancién censurada en le democracia, Hablamos de la canci6n «Los ojos vendados», tema donde se denunciaba la préctica de torturas por parte de ls Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Tiempo desputs, Loquillo intent6, al igual que Bardem, presentar una lista alternativa a Ja auspiciada por Teddy Bautista con idéntico resultado: fra- 110 (CTOLA CULTURA DELATRANSICION ‘caso total en las urnas de la entidad y posterior descrédito medidtico. A Loquillo incluso lo acusaron de estar al servicio de las multinacionales del disco, acusaciones hechas precisa mente por parte del grupo de Teddy Bautista, que sufri6 esas mismas acusaciones a finales ce los setenta. Capital ficticio 1a defense del eseritor, que ocup6 a Angel Maria de Lera nuchos ais de su vida, que acaba de extinguirse,trope26 siem- fre con un obstéculo princial: el eseritor mismo y lo que po- Eriamos lamar su naturaleza iscola nsolidaria, individualis- ta Parte de Tos estudios y trabajos de Lera sobre este tema (Grnpulsado, sin dada, por sus origenes de sindicaista junto ala figura excepcional de Angel Pestafia) van a aparecerrecogidos ten ley de Propiedad Intelectual [Es de esperar, no obs- ante que algunos aspectos de Ia ley que encarecen la produc- Cine res ese o gue inen excsiva plete concep to mismo de propiedad intelectual en esta materia desaparezcan durante su ramtacgn[.] 1 trabajo de co sindicalista Ane fel Maria de Lera iba menos por la cuestin de derechos fropiedad intelectual que por el de derechos sociales.) Editorial de EI Pats, 26-7-1984 Impresionan los argumertos y la reivindicacién de la por lesgracia hoy olvidada figurs de Angel Marfa de Lere,en us pico editorial de El Pats de 1984, ene} que se alabs a un sine dicalista que lleg6 a estar cendenado a muerte y paso ocho ‘afios en cérceles franquistas. Angel Maria de Lera fue uno de los fundadores de la Asociacién Colegial de Escritores (ACE), colectivo que siempre mantuvo relaciones conflicti- vas con la SGAE.A diferencia de esta, la ACE defendié posi- snes politicas de iaquierda,excepcionales precisamente por ‘chocar frontalmente con el consenso de la CT. La combativi- dad de la ACE se refleja, por ejemplo, en 1981, cuando se so- lidariz6 con el periodista Xzvier Vinader, acusado de induc- cién al asesinato al matar BTA a dos personas que salian en ON MINISTERIODE-CULTURA EN LA SOMBRA, m eportajes suyos en Intervidi sobre la extrema derecha, 0 ‘cuando apoyaba las movilizaciones por «la paz, et desarme y la libertad». En cambio, a historia de la SGAF, como sélido pilar de la C7, oscila constantemente entre lo casposo y la alta polti- a, Puede parecer parad6jico cémo una organizacin acus dda constantemente de clientelismo y derroche consiguié, re- novando periGdicamente aspectos mas o menos laterales de su funcionamiento, convertirse répidamente en un lobby arro- Uador a favor de la propiedad intelectual y, de rebote, en un imprescindible dispositivo de recuperaci6n institucional. Nos dan muchas pistas tas declaraciones de Teddy Bautista en 1989, en las antipodas de la figura del combative Angel Ma- ria de Lera: «La SGAE no es un sindicato, sino una entidad administrativa de representaci6a proporcional en la que los Yotos son como acciones».’ La frase es mucho menos gratui- tade lo que parece, ya que la SGAE, al retroalimentarse dan- do capacidad decisoria en sus estructuras solo a quien tenfa «acciones» (ingresos por derechos de autor), determing en gran medida una escena cultural de carécter décil, que huia de cualquier cuestionamiento de la CT, y totalmente someti- da a los designios de 1a industria. Una escena cultural que, salvo en situaciones desbordantes y excepcionales como el «No a la guerra», obvia cualquier tipo de conflicto, ‘César Rendueles planteaba en su imprescindible «Ce piar, robar, mandar>* cémo la industria cultural ha compart do con Ia especulacin financiera (e inmobiliaria) rasgos de lo que la tradici6n marxista ha lamado «capital ficticio». La legitimidad de ese capital ficticio se basa, segtin esa tradicién, en las expectativas de ser validado por futuras actividades productivas. Al igual que el alza artificial de los precios de la ienda se ha traducido, por la especulacién, en una situa- cién dramética por las ahora inasumibles hipotecas, a espe- El Pats, 07-4-1989. 4 «Copiar, robar, mandars, publicado originalmente en 1a revista Archipiélago, 1.55, mr20 de 2003, Biblioweb sinDominio, Consultado el 2740-2010 en hup/biblioweb sindominiamevtelematica/endueles Mm! 12 (CTO LA CULTURA DE LA TRANSICION culacién cultural genera durante la CT enormes cantidades de dinero, Esto es gracias a que la sociedad asumié que mer- cados como el de la industria del disco comercializara CD al 300 por ciento de su precio real. Toda esa enorme cantidad de ‘dinero en royalties y derechos de autor consotidaron un mo- ely eu el que la SCAT pudo comportarse como un verdade~ 10 Ministerio de Cultura en la sombra, La SGAE ha fomen- tado un Unico modelo cultural y de propiedad intelectual, ‘modelo que estalla en la actualidad al igual que la burbuja in- mobiliaria. Internet y la decisiGn de sus usuarios de compar- tir masivamente contenidos hizo una parte del trabajo; la rue- da particular (,recuerdan 1978?) de Teddy Bautista y su entramado societario, y el proximo fin del pago indiserimina- do del canon digital ha hecho el resto. arece mentira cémo al cabo de los afios, una de las mé- -ximas exponentes de la CT como Alaska fuera de las prime ras en hacer chirriar 1a maquinaria especulativa de la indus~ tria musical y de la SGAE: Olvido Gara hizo en 2003 unas declaraciones hablando de la piraterfa,° en las que denuncia- tba que «los precios (de los CD] se podrfan bajar y todo el mundo seguirfa ganando dinero» y que «como artista y auto- ra, Soy la menos perjudicada [por la pirateria), ya que las ga- nancias de un miisico por disco vendido rondan el euro por ejemplars, ademés de «no entender ai soportar el discurso policial de la SGAE». La inquebrantable popularidad de Alas- ka impidié su condena al ostracismo, pero se Hegé a plantear incluso un veto a la venta de sus discos en tiendas como Ma drid Rock. Una vez desactivada la cultura, el tardio conflicto de Alaska refleja cémo la industria y las entidades de gestion ‘exigfan que nadie cuestionara su modelo y sus siempre bo- ‘yantes beneficios, después de haber ayudado a hacer el tra- bajo sucio al Estado. ‘Puede parecer poco emocionante o poco esclarecedora la conclusién de que fue el dinero lo que contribuy6 de manera determinante a desactivar la cultura resistemte y/o de izquier- 5, El Pais, 7-1-2003, UN MINISTERIO DE CULTURA EN LA SOMBRA, 3 da, en Ambitos tan diversos como la misica, el t i pero equ le SCAB hstGicamentsta mug legate 4 un tercio del presupuesto de los sucesivos Mini Ge Cultura. Y ha gestionado ose dinero muybien, arrears intereses corporativos e institucionales siempre convergen- tes, La SGAE asumi6 el papel de poli malo en la recaudacién de derechos de autor, mientras mantenfa adormecida y con- tenta a una selecta casta de autores al proporcionarles ingre- 808 elevados y, en paralelo, se comportaba como un lobby. Su trabajo en la sombra fue cxitoso, y consiguid el objetivo de implantar y sostener un modelo concreto de propiedad inte- Jeetual y derechos de autor, de corte especulativiry no cen- trado en la protecci6n y derechos sociales para la mayoria de los autores, cosa que facilité la cultura que precisamente le interesaba més a la CT: un cultura postranquiste —parafra- seando a Kiko Amat— servil, elitista, estéril yclientelar. Masica en la CT: los sonidos del silencio Por Victor Lenore El momento més histriénico de la mésica popular en la Cul- tura de la Transicién ocurrié en los barrios altos de Miami..La situaci6n es conocida: Hacienda descubre que Lola Flores no se molest6 en presentar su declaraci6n de Hacienda entre 1982 y 1985. La Faraona se limita a alegar que se habfa olvi- dado para luego pedir una peseta «a todos los espafioles de bien». Como aquelle estrategia no acabé de funcionar, deci de refugiarse en la capital de Florida, recabando el apoyo del famoseo latino, colectivo conocido por su enorme sensibi dad hacia las victimas de la represi6n fiscal, Su reacci6n al agravio fue montar un especial de autohomenaje en Televi- siGn Espafiola de imborrable recuerdo. La ceremonia se cclebra en el James L. Knight Center, popularmente conocido como et Gusanédromo. Se trata de ‘una espectacular infraestructura con capacidad para mas de 5.000 oligarcas, Presenta el inevitable José Luis Uribarri, claramente desbordado por la densa concentracién de estre~ as. Acudieron, entre otros, Celia Cruz, José Luis Perales, Ra- phael, Rocio Jurado y Julio Iglesias (estos tres iltimos, ba- tiendo los altos niveles de histrionismo y euforia a los que nos tienen acostumbrados). El show se convirtié en la mayor ‘cumbre de evasores de capitales de habla hispana, dentro y fuera del escenario. ,Por qué no consideramos como un acto politico esta trinchera pop antikeynesiana? El artista pléstico Rogelio Lépez Cuenca explica bien el ‘enfoque que solemos utilizar para estas cuestiones: «Se tien- dea interpretar el ar‘e o artista politico con referencia al mo- us (CTO LACULTURA DE LA TRANSICION delo engagé, comprometido, pero esas etiquetas califican so- bre todo al que las pone, porque est4 intentando quedarse 1 mismo fuera de Ia foto>. Cuando se eseriben articulos sobre musica y politica, el guién se centra en sefialar con el dedo a aquellos miisicos que expresan abiertamente su simpatfa iz- quierdista. Estos reportajes suelen quedar mas cerca del co- tilleo 0 del macartismo que de la discusién razonable. Pocas veces se analiza la posicién mayoritaria, donde manda la genuidad y la tibieza, como ha seiialado el rockero Enrique Bunbury: «No me importa mucho si Nena Daconte 0 La ‘Quinta Estaci6n votan a Convergencia 0 a UPyD». Tampoco hay costumbre de estudiar los numerosos discursos de dere~ cchas en el pop. El problema, por supuesto, no son los artistas. Volvamos ala frase de Lopez Cuenca. Nos habla de «aquellos que no quieren salir en la foto». ,A quién se refiere en este caso? Est claro que a los medios de comunicaci6n, que desde hace décadas ejercen un implacable control de contenidos, sin que nadie examine sus criterios. Lo resume bien David Rodri- guez, miembro de Beef y La Bien Querida: «Los medios son ‘muy sectarios y hacen criba de los artistas con carga politica. Salvo Extremoduro, no me viene a la cabeza ningun otro gru- po politizado que tenga cancha en prensa, radio y televisi6n. Est el ejemplo de La Polla Records, que tenian mogolion de fans y muy escasa cobertura. Ahora que lo pienso, Extremo- duro han calado més por sus canciones de amor que por su ‘mensaje sociopolitico, ,n0?». En realidad, la Cultura de la Transici6n no se define por los grandes himnos que triunfaron en esos atios, sino por to- dos los géneros que los emporios de la comunicacién han conseguido dejar fuera de juego. El bakalao se cubrié en la seccién de sucesos, en vez de en la de cultura o espectaculos. Los madrilefios Camela, rumba multiplatino, fueron ningu- neados durante afios por la prensa y la industria, seguramen- te porque sus discos reflejaban una Espaita poco fashion, cool y europea. La entraiable y sustanciosa Banda Trapera del Rio suele recibir trato de broma lumpen cuando en re lidad son lo més cercano que hemos tenido a los Sex Pistols. MUSICA EN LA Ch LOSSONIDOS DEL SILENCIO ur El rock radikal vasco fue menospreciado en bloque como la banda sonora de los cachorros de ETA, a pesar de una enor- me base social fuera de Euskadi y de aportar unas letras de mayor alcance que los conflictos locales, Como en el caso del bakalao, el rock radikal fue el género mayoritario de la ju- ventud en su periodo de vigencia, aunque nadie lo podria averiguar visitando una hemzroteca. Fl repudiado reggae- 1t6n, que lleva una década atronando en los extrarradios, ha merecido muchos insultos y casi ningiin reportaje. ;Puede ser accidental que se haya silenciado toda la misica que re- fleja la experiencia vital de las clases més precarias y explo- tadas? ~ La creciente llegada de iamigrantes durante la CT fue acompafiada por la segregacién de sus géneros musicales fa- voritos, con la excepcién de cuatro festivales pijos con entra- das a cuarenta euros la noche, Una estampa tipica de estos conciertos es ver a veinte africanos en Ia puerta del recinto de Los Veranos de la Villa (Madrid) bailando lo poco que les ega de Youssou N’Dour, mientras en el interior los ejecuti- vos de Boadilla y Pozuelo (suburbios adinerados) recuerdan entre gin-tonics sus viajes a Senegal. El colmo de esta légica excluyente fue el programa deLa2 Hijos de Babel, estrenado en 2008, una especie de Operacion Triunfo para inmigrantes, donde nuestra cadena cultural ponia a rumanos, brasilefios y marroqufes a interpretar canciones de Sabina o los Beatles afiadiendo un «toque extico», segiin el pais de origen del in- terprete. EI proyecto surge en la multinacional Sony-BMG para crear un supergrupo multiétnico que pudieran vender en el Circuito puiblico de conciertos. En conversacién privada, el eje- cutivo que manejaba el tinglado lo admitfa sin tapujos: «Si yo ofrezco a los ayuntamientos una banda con emigrantes de tres continentes nadie la va a rechazar para las fiestas patrona- les. Es algo multicultural y les va a dar reparo quedar como racistas», Por suerte, ni el programa ni la orquesta llegaron a cuajar, no sabemos si por lo cutre del concepto o por el eter- no desinterés que despierta por aqui todo lo que no sea espa- Gol o anglosajén. En Espaiia casi siempre se ha tratado la ns (CTOLA CULTURA DE-LATRANSICION miisica del Tercer Mundo con espiritu onegero, turista y/o di- rectamente colonial ‘Otro campo interesante es el tlamenco, donde la domes- ticaci6n llegé de manera mas natural. Fl auge de la sociedad de consumo, la fragilizacién de los lazos sociales y el impulso «moderno» (nétense las comillas) fueron vaciando el arte de su sentido original y de gran parte de su sustancia. El critico Alfredo Grimaldos es quien mejor describe el proceso: «An- tes en Andalucia se vivia en casas bajas y en Madrid en patios de comunidad. Ahora cada cual tiene su piso con nevera y te- levisor. Los gitanos jévenes ya no quieren ser Antonio Mai- rena, sino Michael Jackson. Aspiran a convertirse en estrellas del rock, millonarios de veinte afios. El flamenco en realidad es una carrera larga para un piblico minoritario, porque hoy no todo el mundo tiene tiempo para apreciar una seguiriya, ‘como no se tiene tiempo para la buena literatura. Con la glo- balizacién el arte se iguala por abajo, las canciones buscan el minimo comin denominador. Es el resultado de imposicio- nes comerciales para alcanzar al gran piblico», lamenta. Grimaldos también hace un andlisis explfcitamente polf- tico: «Después de las primeras clecciones democréticas em- pieza a entrar el dinero pblico en el flamenco, aunque la mitad se quedaba en los bolsillos de los politicastros y sus amigos. Se disparan los cachés, pero eso hoy lo disfrutan po- os artistas. Lo curioso es que a medida que el mimero de oyentes se amplia, se desploma el niimero de artistas, Hoy di- ria que el flamenco va a morir de inanici6n. Hablo de hechos constatables. Nos quedan un 10 por ciento de los cantaores que habia en 1980. En estas tres décadas la cosa se ha ido hundiendo. Los artistas actuales tienen menos categoria, ma- tices y diversidad geogréfica». El pasado mes de agosto una representaciGn de flamen- cos pidieron « la Junta de Andalucia un reparto més equitati- vo de las subvenciones, ademds de seftalar la marginacién de los artistas de mayor edad. El productor Ricardo Pachén aporta un dato brutal: el primer Congreso Internacional del Flamenco, celebrado en noviembre de 2011 en Sevilla, pro- puso un comité cientifico de ochenta y una personas, ninguna [MUSICA EN LA CE LOS SONIDOS DEL SILENCIO. 119 de las cuales es gitana. La certificacién del género como pa- trimonio inmaterial de la humanidad (por decisién de ta Unesco) parece haber disparado los mecanismaos institucio- nales de control y desposesién respecto a quienes crearon y mantuvieron esta expresion artistica ancestral. La mésica popular nunca ha estado ni estaré en el centro de las batallas sociales. Se limita a anticiparlas o a ser su re- flejo. Tiene una influencia politica minima, cuando no inexis-| tente. A pesar de este serio impedimento, la clase dirigente ‘nunca ha perdido la esperanza de utilizar las canciones para lubricar el envio de mensajes a las masas. El pasado verano, Barén Rojo contaban en £! Pais que fueron cortéjados por el ministro del PSOE Javier Moscoso: «Creyé ver en el rock duro una protesta social heredera de la protesta politica de los cantautores. En la campaiia de 1982, el PSOE nos ofreci6 tocar en cuarenta actos electorales. Nos negamos y lo paga- ‘mos: cuantos més discos vendfamos, menos conciertos patro- cinados por ayuntamientos nos salian», afirma José Luis ‘Campuzano, alfas Sherpa, bajista y vocalista de la formacién. ‘Tampoco podemos olvidar la radioférmula, el formato] que mas ha hecho por Ia estandarizaci6n de la mésica popu! lar en nuestro pais. La emisora de referencia es sin duda Loy 40 Principales, dedicada desde los afios ochenta a promocio! nar las canciones més asépticas, previsibles y simplonas. Anunciantes y discogréficas reclaman una misica ajena a los problemas sociales para ltegar al méximo target comercial’ posible (sobre todo, alos tramos més solventes). El eficaz tra- bajo de esa cadena ha convertido en estrellas a una genera- i6n de misicos como Dani Martin, vccalista de El Canto del Loco. Su discurso sanote y sobrado ha dado perlas como esta: «No me siento representado ni por la derecha ni por fa iz- quierda. Ideol6gicamente estamos un 20co perdidos, hay mu- cha falta de carisma. Fl Congreso parece Salvame. No se abren caminos para que la sociedad crezca y prospere. Faltan ideres. Si hubiera alguien con talento podriamos ser primera potencia mundial», Un razonamiento en sintonia con ta junta directiva de la CEOE, las campafias publicitarias del Banco de Sabadell y los editoriales de Expansién. 120 CTO LA CULTURA DELATRANSICION Simos ponemos a contabilizar, en el planeta pop/rock las actitudes de derecha superan ampliamente a las de izquierda, ademés de recibir tratos muy distintos. Soziedad Alkoh6lika sufrieron un implacable boicot por su tema «Explota Zer- dot», insulto genérico contra la institucién policial. Sin em- .bargo, nadie cuestioné a Hombres G por firmar una apologia del terrorismo tan detallada como «Matar a Castro», Entre Jos més vanguardistas también hay creadores que terminan en las orillas del discurso derechista (seguramente sin desear- Jo). Por ejemplo, Arturo Lanz, lider del grupo de culto Es- plendor Geométrico, que percibe asi la Espafa de 2010: «Ahora debes ser politicamente correcto, de lo contrario te meten en la cdrcel. Tienes que seguir el patrén intelectual que te marcan, pagar a miles de oenegés, tienes que ser de iz- quierda, tienes que ser feminista, “tienes que”, siempre “tie- nes que”. Solo hay un perfil aceptador. De verdad existe presi6n social para ser «feministas y de iquierda»? ;Vere- mos a Alfonso Ussfa ingresando en la cércel por politicamen- te incorrecto? {En qué extrafia realidad vive Lanz? Hay una anécdota graciosa sobre la Movida. Un mitico locutor de la BBC, Jobn Peel, opina sobre Madrid en los ochenta: «Los grupos modernos no me parecen gran cosa, pero los Chichos y los Chunguitos son la hostia». Podemos imaginar los caretos de horror de muchos modernos al des- cubrir que dos bandas de gitanillos habfan eclipsado la agita- ccién pop del momento. La miisica moderna en Espafia, em- pezando en esos afios, siempre ha tenido cierto afin de distincién, de hacer que el oyente se sicnta por encima del resto de los mortales. Se ha impuesto més el concepto de es- cena o tribu que Ia idea de que la mejor mésica popular es la {que explora los contflictos comunes a todos. La inmensa ma- yoria de los grupos espafioles se forman entre los jévenes que ‘pueden permitirse comprar discos, instrumentos y viajes al extranjero. Es l6gico que sus canciones reflejen precisamen- te los valores de las clases media y alta (aunque seria deseable ‘que aprendieran a combatirlos o al menos desmontarlos).Te- nemos que agradecer a la Movida que aplicase un tratamien- to de shock al pop franquista, pero el movimiento no tardé MUSICA EN LA CE-LOS SONIDOS DEL SILENCIO wa en convertirse en una fiesta estirada, medio autista y tirando a egomaniaca. ‘Nos queda hablar del indie, un género que merece toda nuestra recta final. Una de las canciones més celebradas del 2011 pertenece al grupo Espanto, pareja de profesores que se ha convertido en la contrasefia moderna de la temporada. El videoclip de «No cabe un tonto més en Espaiia» es una de las piezas més inquietantes de los dltimos tiempos. A pesar del tono dulce, inspirado en Vainica Doble, sus tres minutos po- drian colocarse sin problemas como himno para el canal de- rechista Intereconomfa. Apuesto a que Espanto serian los primeros en condenar este uso, pero el elitismo y-narcisismo rampante del indie actual ha degenerado en un discmrso de lo més reaccionario. El pelotén de grupos cool no parece capaz de incomodar ‘nadie. Incluso seduce al mundo corporativo: las grandes agencias de publicidad recurren a divas indie para vender los twapitos de Purificacién Garcia, la cerveza San Miguel o el SEAT Ibiza Spotify. Nadie puede negarles el derecho a apa- recer en anuncios, mucho menos los periodistas musicales, que vivimos de escribir en medios empapelados de publicidad. No se trata de iniciar una caza de brujas, pero si de hacernos ‘un poco més autocriticos. El antiguo underground se ha con- yertido en el nuevo mainstream. Aquellos géneros musicales presuntamente alternativos han acabado ocupando partes centrales del sistema, sin que sus autores den muestras de cuestionar nada, El indie es el género més patrocinado en la historia de la misica popular. Nada més ridiculo que los aires de superioridad contracultural de Ia tribu urbana que mejor itoniza con la clase dirigente. Para entender la situacién actual hay que mirar también al mundo de ta moda, ese virus que contagis a las rovistas musicales de los noventa para convertirlas en revistas de ten- dencias. A golpe de anuncio de Levi's, Rayban o Adidas, lo poco que quedaba de popular en la prensa musical fue r4 damente exterminado (la cultura juvenil siempre fue muy vulnerable al consumismo). De repente, los mayores de cua- renta afios, las minorias sociales y los argumentos de izquier- wm CTOLA CULTURA DELATRANSICION da empezaron a «dar pereza, dejando todo el espacio para un ejército de grupos veinteafieros y anglosajones embutidos en ropa de diseiio. El piiblico tampoco ha ofrecido espe resistencia. Un género no se define solo por sus adhesiones, también por sus rechazos. El personaje que més irrita- ‘cin provoca en la tribu indie es Manu Chao, curiosamente la primera estrella alternativa que consideré que la vida de los migrantes y las conversaciones de locutorio eran realidades urbanas dignas de inspirar una canci6n. El circuito de festivales cool se confirma como un sector abonado para el yupismo. Un amigo socidlogo comenta con ‘media sonrisa lo pegadas que estén las citas veraniegas a los ‘puntos calientes de la especulacién inmobiliaria. Por ejemplo, €l Festival Internacional de Benicassim, que se celebra a po- cos kilémetros de Marina D'Or (con uns I6gica parecida, la de venderse como espacio recreativo para paises pudientes de Europa). El Primavera Sound de Barcelona termin6 por en- contrar su sitio en el Forum de las Culturas, malogrado esca- parate buenrrollista del sistema. Hoy el festival se masifica un poco més cada afio, a tono con un recinto que es el equiva- Tente cultural a las grandes superficies de cualquier otra cosa. El Sénar, su pariente electr6nico, destaca por encajar como tun guante en los procesos de gentrificacién y estrategias de ciudad-marca de Barcelona. ‘Més llamativo atin, el SOS de Murcia agita la bandera de la sostenibitidad, a pesar de venir apoyado por la comunidad auténoma que més destaca por sus desarrollos urbanos desa- tados y la obsesi6n por los campos de golf. El mayor festival rockero de Bilbao, ajeno a las sutilezas, esté directamente pa- trocinado por un banco. La explosién de este tipo de «even tos musicales» parece un réplica en versién modesta de Ia fie- bre de los museos de arte contempordneo (durante cierta época, toda capital de provincia quiso tener el suyo). Ya sa- bbemos que una manita de pintura moderna puede revalorizar tuna ciudad, Al menos, es0 pasaba antes del crash de 2008. ‘Ain podemos decir algo més sobre el indie estatal. Por ejemplo, contestar a la pregunta del mill6n: ,por qué se puso de mods cantar en inglés en los afios noventa? Quizé fue una MUSICA EN LA CT-LOS SONIDOS DEL SILENCIO 13 especie de alucinaci6n colectiva, pero es més probable que tenga relaci6n con el «espiritu de la época». En los afios no- venta, Espa consigue al fin meter la cabeza en los circuitos de la economia global, Nuestro primer ejército de ejecutivos bilingdes acabaria conquistando Sudamérica para el Ibex 35 con los millones ganados en las privatizaciones de Repsol, Endesa o Telefnica. Una década antes, ya se habia instaura- do en Ia clase media espafiola (bueno, media-alta) la costum- bre de mandar a los nifios a estudiar en Inglaterra o Estados Unidos. El resultado ha sido una mentalidad imperial, cons- ciente 0 no, en la que se impone la anglofilia (grimosa anglo- filia) y se ningunea la misica de los paises pobres{o que cllos! consideran culturalmente pobres). Se trata, sencillamente, de mirar por encima del hombro a quienes no son tan rices ni tan cool como tt. CT y cine: la inclemencia intangible. Una primera aproximaci6n a la obra critica y cinematografica de j.l.i. Por Jordi Costa «Seria perfectamente posible imaginar un univer$p paralelo, en el cual no fuera Almodévar, sino el disidente Zulueta quien se hubiese convertido en el autor dominante del cine del posfranquismo», escribia Paul Julian Smith en su artfculo «Spanish Spring», publicado en el niimero de julio de 2011 de la revista especializada Sight é& Sound. Smith no pudo prever que, meses més tarde, un inesperado hallazgo cinéfito haria no ya plausible, sino del todo real e irrefutable la existencia de un tercer universo paralelo: el de la ingente obra cinema tografica y critica que, desde los tiltimos afios del franquismo hasta la misma eclosién del movimiento 15-M, elaboré Juan Luis Izquierdo; sin duda, la mejor encarnacién de cineasta secreto en el contexto del cine espaiiol, creador invisible cu- yas sucesivas identidades conforman una cartografia de la marginalidad, entendida esta como territorio fluctuante en- tre el extremismo ideolégico, ef consumo estupefaciente asumido en calidad de legislaci6n de una utopia subcuténea, la transexualidad multidireccional instrumentalizada en for- ma de manifiesto performatico alrededor de la superacién de la teorfa de género y la préctica artistica reformulada como acciGn directa, verdadero sucedéneo teérico de la lucha ar- mada. La publicacion del articulo de Paul Julian Smith respon- fa a la programaci6n en el British Film Institute, a lo largo del mes de junio de 2011, del ciclo «Good Morning Freedom!- Spanish Cinema After Franco>, que propici6 el reestreno en copia nueva de Cria cuervos (1975), de Carlos Saura, en di- 126 (CTO LA CULTURA DE LA TRANSICION versas salas de exhibicin de Gran Bretafia. El critico reco- nocfa que «Good Morning Freedom!» era un eslogan dema- siado optimista para definir las peliculas espafiolas de ese perfodo, pero, continuaba, «como Saura parecia saber muy bien cuando hizo que Geraldine Chaplin se dirigiese a noso- {ros con tanta solemnidad desde el incierto mundo del futu- 10 los vigorizantes vientos de la libertad inclufan la libertad de escoger la autodestruccién». Smith habla de los modelos de Ivén Zulueta y Bloy de Ia Iglesia como contrapuntas a «la mucho mas conocida y enormemente creativa autopromo- cién de Almodévar». De nuevo, haber conocido, por enton- ces, el legado de José Luis Izquierdo hubiese alterado la ecuacién de manera radical: Izquierdo no ejercité la libertad de escoger la autodestruccién, sino que,como ha dejado ge- nerosamente documentado, no tuvo otro remedio que abra- zar la invisibilidad de construir una feraz nota al pie de todo el cine espafiol de la Transicién que, por su propia naturale- za, solo podia ser revelada como discurso péstumo, como en- sordecedor portazo de salida de un mundo que habia asfi- xiado toda posibilidad de redencién a través de lo que él Namaba CT, ese concepto que lo obsesionaba. CT como Cul- tura de la Transicién 0, como escribié, «transubstanciacién de la Guerra Civil como hilo musical de un resort biparti- dista». « de legitimacién de toda una cultura, y que en este caso serfa una boda pop y su correspondiente relato en stu cadena amig: __ Sin embargo, la miniserie generé una espectacular reac- cidn contraria. El espectador 2.0 habia aprendido del fiasco de Perdidos y estaba esperando la serie con las hachas en ris- tte y las antorchas preparadas, La «masa enfurecida» iba a asaltar el castillo de Dracula. La serie fue Trending Topic en ‘Twitter durante varios dfas, en los que se sucedieron las mo- fas, las parodias y la deslegitimacién publica, tanto de la se- rie como de las figuras centrales de Ia CT. El mnido generado fue tan intenso que los responsables de la serie tuvieron, in- cluso, que responder en los medios de comunicacién a las criticas, __Desde ese momento, los responsables de productos tele- visivos saben que una fuerza horizontal, con una capacidad ofensiva casi desconocida, espera cada nuevo producto cultu- ral para tener «su propia conversacién». Cuando el consumo es la forma principal de estatus, la critica de los productos culturales es una forma expresiva,irénica y muy divertida de participacién democratica, La cultura de participacién de la red agujerea las formas de cohesién vertical de la CT y la cul- tura de masas. La anomalfa 15-M empieza a asomar la patita por debajo de la puerta, La idea de éxito en la Cultura de la Transicién Para pensar en un caso de éxito no CT, debemos pensar cémo entiende la CT el éxito, Para la Cultura de la Transici6n, el &xito es la posibilidad de pertenecer a ella. La Cultura de la ‘Transicién es unitaria y monopolista, asi que no concibe (0 anula) formas de éxito no CT. 14 (CTOLA CULTURA DELATRANSICION Por eso, l éxito en Espafia en los sitimos treinta aiios ha sido un mecanismo de visibilizaci6n-legitimaci6n en el que las esferas de la empresa, la cultura, la politica, los medios, et- cetera, se entremezclaban. ¥ de la misma forma se han ido generando «lugares del éxito», que siempre se reducen ala tunidad: la portada de Et Pa‘s, la pelicula ganadora de todos Jos Goya, la gira musical CT anual, la capitalidad cultural de tuna ciudad, etcétera, El acceso a esos «lugares CT» determina la entrada a un supuesto Olimpo que otorga no tanto éxito econémico (que también) como legitimidad para ser uno de los portadores de la voz del monopolio de la palabra y la construccién de sentido. Quiz4 los momentos en los que esta légica ha funcionado més claramente han sido a través de sus conflictos internos. Un ejemplo que puede ilustrar a qué me refiero es la polémi- ca que protagonizaron el critico de El Pais Carlos Boyeroy et director de cine Pedro AlmodGvar a cuenta de las crénicas ‘que el primero mandaba desde el Festival de Cannes donde el segundo estrenaba Los abrazos rotos. La polémica no iba tan solo del derecho del critico a contar la realidad como le venfa en gana, 0 del derecho del director manchego a cues- tionar Ia diferencia entre una critica (subjetiva) y una créni- ca (objetiva). Lo que se ponia encima de la mesa era una pe- lea por la legitimidad CT en el interior de las paginas de El Pais, Para Boyero, él representaba el gusto del piblico en general por escribir donde escribfa, Para Almodovar, se Je debia un respeto por la relaci6n sinérgica entre la «marea ‘Almodévar», «la marca Espafia» y «la marca El Pats», todas ellas convergentes. ‘Unas semanas antes a la escritura de este articulo, el ac- tor Antonio Resines se quejaba de las eriticas a la serie de la que era coprotagonista (un remake de Cheers), diciendo que era inaudito que un periédico como El Pais criticara una se~ rie producida por una productora «de su mismo grupo em- presarial». La clave de la CT no es {a aplastante l6gica capi- falista de no criticar tus propios intereses, sino la dinémica autoritaria por la cual uno no tiene el més minimo pudor a la LA CT.COMO MARCO:UN CASO DE EXITONO CTELISM — 145 hora de decirlo, porque sabe que nadie va a cuestionar el ar- gumento en si. Antecedentes: reventando la cultura copyright ‘No hay nada més unitario y monopolista que Ia cultura copy- right. Una cultura representada por el coutrol del Aujo de contenidos y el respeto profundo y trascendente por la idea de «obra» y de «autor», desde una perspectiva completamen- te superada por los tiempos de la remezcla y la apropiacién. La crisis de la cultura copyright en nuestrorpais es una de Jas méltiples grietas que suffe la CT desde hacé algunos afios. Y, en lo que tiene que ver con el sentido de este texto, la hi- cha contra la cultura copyright ha sido el dinamizador prin pal de un espacio politico nuevo que ha desembocado (junto con otros filones y deseos) en lo sucedido a partir del 15-M. Creo que hay un ejemplo sencillo para entender las con- tradicciones del modelo CT monopolista y copyright, y la apertura a un nuevo modelo cultural post-CT, plural, copyleft y proliferante: la trayectoria del director Alex de la Iglesia ‘como presidente de la Academia de Cine en Espafa. La pre- sidencia de Alex de la Iglesia fue presentada por la CT como el éxito de una suerte de rejuvenecimiento cultural, una trans- formacién inm6vil, un «cambiar algo para que nada cambier. Alex de la Iglesia era construido como la condensaci6n del nuevo cineasta espafiol ée los noventa: joven, gamberro, con capacidad para mezclar alta y baja cultura, popular, con una concepci6n industrial del cine y con capacidad para presen- tarse como «figura de consenso y renovacin>. El problema empez6 cuando Alex de la Iglesia se tomé su trabajo demasiado en serio, e hizo algo prohibido en la ‘Cultura de Ia Transicién: escuchar. El arte de la escucha es el arte de ponerse uno mismo en crisis y asumis que puede estar equivocado. Més atin, es asumir que existe Queda, spero que aboga por la dscusién, pues mide el éxito en cuanto exista otro dispuesto a entrar al trapo. No hacer falta muchos. Basta con que ese te r 5 debates. Visto asi,no deberfa extratiarme que el régimen vo impucsto pola CT sea Gnicamente de tipo cvattaiv, Tampoco quese anion. Menos atin que no ecinciba las es- ridencias que entraia ls eftia, Sin embargo, hay algo que nancia a una marginalidad mezquina y aislada utilizando la ‘sospecha; una herramienta que permite a la CT penalizar tildar de disidente a quien practica la beligerancia. Un mee no, que dirfa Fidel Castro. Un friki, que dirfa alguien tala tele, Un inutil subversivo, que dirfa un mbro del actual jonio circule y genere as infames. Un enemigo de las urnas, después de las 0 sleecioncs, Un radignade, para ploia de tn propo editorial las ventas de ua libelo, , La CT concibe la disidencia como una pato condena, Igual queen internet sungue all ya nove para justificar el cisenso: ahora sirve para generar cohesién. En in-’ ternet, segtin veo, no han abandonado la nocién patolégica que la CT deposit sobre el sujeto bajo sospecha Ha hiper. Solizado est idee: evidencia trams sin fundamento, valid ssimonio sn conta naga pre afirnar supuestos y penaliza complicidades. Se inmiscuye en la inti tld delta tj eorpesta neta dino supe cia amparindose en vn cardcter reaccionario, Practica el puraiamo and intervene en apetos no personales am -0 en los motivos que generan esa patologia X txtrpar, Solo ataa a presencia, limita el dlogo ypotencis la opacidad. El ataque personal abunda en que la inciden- cia en la CT esté definida tnicamente por la presenci

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