84 (COLA CULTURA DELA TRANSICION
centrandolos geogréficamente en las zonas més industrials.
Para seguir, el hecho de que fuera un partido nominalmente
dde izquierdas que acababa de conseguir en 1982 una mayoria
absoluta abrumadora, el encargado de llevar el peso politico
de la llamada «reconversién» industrial, hizo que las medi-
ddas tomadas fueran vistas, en gran medida, como «males ne-
cesarios». Pero quizé el sefiuelo més fuerte lanzado para
construir el discurso econémico del consenso, al menos entre
las llamadas clases medias, fue la idea de la integraci6n en
Europa como un objetivo absolutamente deseable que saca
ria a Espafia de su sempiterna inferioridad y traerfa niveles
de vida «como los de los suecos». Que ese proyecto de futu-
ro indiscutible tuviera aciertas contrapartidas» era algo que,
salvo para los afectados en primera persona, se estaba més
{que dispuesto a asumir. Antes de ver las ineas centrales de
teste discurso de la Europa redentora de todos los males his-
pinicos, es necesario recalcar que, al final del trayecto, el re
sultado de este proceso de reconversion y desmovilizacién
‘emprendido por el PSOE de principios de los afios ochenta
ces muy similar al que irtentaba Margaret Thatcher con sus
ados naciones», pero sin la carga estigmatizadora. Importan-
tes poblaciones de los cinturones industriales de las grandes
metrOpolis,o de las regiones industriales, soportaron los du-
risimos costes de las estrategias de recuperaci6n de! benefi-
cio, mientras el resto de los sectores sociales, partidos y sin-
dicatos vivia este proceso con total indiferencia esperando la
egada del «mand» europeo. No es dificil rastrear este mo-
‘mento en la produccién propiamente cultural: se trataria de
ese punto en el que los conflictos sociales y politicos desapa-
recen por completo de las novelas, las peliculas y la mGsica
para dar paso a una visién «posmoderna> y «desenfadada»
de la Espaiia-marca.
Europa, Europa: més altos y més rupios
Es imposible entender las transformaciones que ha sufrido el
capitalismo desde mediados de los setenta sin tener en cuen-
CONSENSONOMICS:LA IDEOLOGIA ECONOMICAENLACT 85
ta c6mo se han distribuido internacionalmentesus funciones,
Ja Hamada «division internacional del trabajo». Una de las
grandes bazas que pudo jugar el capitalismo en crisis de los
afios setenta fue la supresién de los controles de capital y la
liberalizaci6n de los flujos de inversiOn, que permitieron que
los capitales circularan por todo el mundo, especialmente
hacia Asia oriental, en busca de fuerza de trabsjo més barata.
En este movimiento se reordenaron las actividades econémi
‘as de todo el globo, dejando tan solo las actividades mas Iu-
crativas en los paises més desarrollados, y deslocalizando a
Asia, y luego a América Latina, todos aquells sectores que
podian funcionar con la cualificacién de su fuerza de trabajo
‘en condiciones de mucha mayor explotacién que ea os pai
ses centrales, Mientras tanto, se utilizaba este nuevo procedi
miento para seguir disciplinando las demandas salariales de
americanos y europeos. A Espafia este proceso lleg6 por la
vfa de la UE. De hecho, las directrices neoliberales propia
mente dichas han legado a Espafia por la via de Europa. No
porque se les haya impuesto @ las élites locales una determi-
nada doctrina, sino, muy al contrario, porque, durante mucho
tiempo, la efectividad de las directrices que venian de Bruse-
las ha estado fuera de cualquier duda. Como sefialaba Peter
Gowan, en titima instancia el proyecto europeo ha sido pre-
cisamente una forma de dotar de un proyecto transnacional
coherente a las élites de los distintos paises de la UE.
El perfodo que media entre 1982, la entrada de Espafia
en la entonces CEE en 1986 y el xbroche de oro» de los fastos
de la Expo y las Olimpiadas en 1992, es el de ls maxima exal-
taci6n europeista de las clases medias espafiolas, el que con-
tribuy6 a que toda la politica econémica de la época fuera
percibida como una especie de factor inevitable si se querfa
pertenecer al club europeo. Si se tira de hemeroteca, se po-
dr4 comprobar facilmente c6mo précticamente cada sema-
na, en El Pais, aparecian los grandes capataces del PSOE de
la €poca —Borrell, Aimunia, el propio Felipe Gonzlez—
planteando que no habfa alternativa a Europe, en los térmi
nos que queria Europa. Desde este cierre de filas en torno a
la cuestiGn europea, se disefié lo que seria el entramado eco-86 (COLA CULTURA DE LATRANSICION
n6mico espaiol de los siguientes veinticinco afios: Espafia
debja desarticular cualquier industria que pudiera competis
ccon los intereses de Francia y Alemania, y tenfa que privati-
‘ar las grandes empresas piiblicas de telecomunicaciones,
energia y banca, dando entrada a capitales transnacionales. A
cambio, la UE se comprometia a convertir a Espaia en un gi-
zgantesco mercado inmobiliario y de consumo, a través del po-
tenciamiento de las actividades financieras y bursdtiles, del
turismo, esa actividad bizarra que salvé al franquismo de la
crisis industrial en los sesenta, y de una fortfsima inversién en
infraestructuras de transporte. Los bancos, las empresas cons-
tructoras, los monopolios privatizados, los grandes grupos de
medios de comunicaci6n y las promotoras inmobiliarias se-
fan los nuevos sectores punteros del capitalismo espafiol, y
se presentarian en el nuevo orden transnacional nutridos
‘con muy generosas dosis de gasto puiblico. Mientras, a nivel
europeo se iba construyendo todo un entramado institucio-
nal para preparar la unién monetaria, que elevaba los princi-
pios doctrinarios del neotiberalismo atlantic a nivel de le-
yes. En 1992, el Tratado de Maastricht fijaba el contro! del
déficit publico como prioridad para los gobiernos europeos, y
el Banco Central Europeo nacia con el objetivo, casi tnico,
de controlar la inflacién. Curiosamente, en lugar del nivel de
vida de los suecos que esperaba la middle class espafiola, lo
que llegé fueron las Olimpiadas y 1a Expo, mientras el gasto
social no decrecia, pero tampoco aumentaba, De nuevo con
niveles méximos de consenso, AVE y autopistas «adelanta-
ron» a cualquier otra consideracién social 0 econdmica, Los
fastos del 92 fueron la escenificaci6n de los poderes, casi «s0-
brenaturales», de este nuevo modelo que mezclaba el clésico
patrimonialismo espafiol con una incipiente financiarizaci6n.
Por la via de la expresién monumentalizada, estos dos ma-
croeventos zdelantaban los factores de lo que seria el siguien-
te ciclo de consensos econémicos y sociales, la burbuja inmo-
biliaria. .
CCONSENSONOMICS:LA IDEOLOGIA ECONOMICAENLACT 87
La cultura de la burbuja: se respira consenso!
La euforia europeista y su culminacién en los fastos de 1992
estuvo reforzada por una realidad material entonces apenas
conocida por unos cuantos expertos. El mercado inmobiliario,
la prosaica compraventa de viviendas, era capaz. de filtrar las
fuertes entradas de capitales extranjeros hacia el consumo de
las familias que tenfan una vivienda. Esto fue lo que sucedi6
entre 1986 y 1992 y,con cinco veces mas fuerza, desde 1995 has-
a 2007, Bsta ver si,con un consenso con maytisculas. Leyes hi-
potecarias, leyes de suelo, planes de infraestructuras, estrate-
bias urbanas y regionales se volcaron con el objetivb de que los
precios de la vivienda ereciesen cada vez més. Durante todos
£505 afi, la inmensa mayoria de los partidos politicos, sindice-
tos y organizaciones sociales estuvieron muy de acuerdo ea
-apoyar todas las lineas de politica econémica que potenciaban
‘el mercado inmobiliario y la construcci6n de viviendas. La tec-
rfa urbana de la maquina de crecimiento (growth machine) de-
fiende que el crecimiento de los precios del suelo genera por si
mismo coaliciones de élites que pueden tener distintos interé-
ses especificos, pero estén de acuerdo, precisamente, en el hé-
cho de que hay que crecer. Bsto es lo que sucedi6 en todo el
Estado espafiol, en todas las Comunidades Auténomas, un nd-
mero enorme de ayuntamientos y, en la medida en que esto se
filtraba a la poblaci6n por la via de la propiedad de viviends,
logré ademés que, tanto esos sectores de clase media euro-
peistas como importantes sectores de clase obrera que ha-
bian legado a los afios ochenta con vivienda en propiedad,
percibieran el arreglo inmobiliario como algo inequivocamen-
te positivo. Es la llamada «sociedad de propietarios».
De alguna manera, frente a los esfuerzos ideol6gicos de los
Pactos de la Moncloa y del discurso curopeista la burbuja in-
‘mobiliaria produjo un consenso «semiautomstico», Es algo que
en Espaiia ha sucedido pocas veces, pero que otros pafses con
1. Este punto esté tomado del libro Fin de ciclo, Isidro Lopez y En-
‘manuel Rodriguez, Traficantes de Suefios, Madrid, 2010. *38 (CTOLA CULTURA DE LA TRANSICION
és tradicign de eiclos de prosperidad conocen bien: el rendi-
Mijento del ciclo econdmico es tan alto que genera su propio
Tonsenso. La dnica diferencia con otros casos es que, en la Es
pata dela busbuj, los salarios segufan bajando, las condiciones
Taborales deteriordndose y, cada vex més, el acceso a Ia riqueza
jnmobiliaria, la vivienda, tenia que hacerse mediante unos nive-
ex de endeudamiento més altos. Lo sorprendente de este asun-
to es que durante los afios eentrales del ciclo jamobiliaric,
teonomia politica desapareci6 totalmente del discurso pabiico
J tue relevada por todo tipo de asuntos de orden eculturaly:na.
2 Gnalismos, modos de vida, guerra contra el terror, etcetera La
Combinaciéa de factores de ciclo largo heredados de los Pactos
Ge la Moncloa con las grandes directrices neoliberales que ve-
fan de Eurcpa y el pleno rendimiento de Is burbuja inmotilia-
tia lograron que la ideologia evonémica se confundiera con ung
especie de rudo de fondo. Esto, por supuesto y de nuevo, Boos.
tarde suprimie Ia voz de aquellos que no pertenectan del tos &
texte modelo, Por ejemplo, 10s inmigrantes que legaron en
tmasa en e506 afios 10s j6venes que quedaron fuera de la propic-
“Gad inmobiliaria 0 que tuvieron que aceptar durisimas condi
Giones de endeudamiento, 0 el medio ambiente, si es que tiene
‘Yor propia, que sufri6 enormes dafios durante esos afios
Pero hay cambios profundos. Estos tres pilares de consen-
so se deterioran a ojos vista. Desde 2007 se ha venido abajo 18
urbuja inmobiliaria y financiera global generando un ciclo
recesivo en el que 1os gobiernos, en el mejor de los casos, tan
Solo pueden contener el descalabro econSmico total Ademés,
jos movimientos de 2011, desde el 15-M hasta Occupy Wall
Street, han puesto otra vez en primer plano la injusticia radi-
tal que se esconde tras a ideologia econémica. EI soporte si
Teacloso de! consenso neoliberal en Espafia, la UE, se desmo-
ona en una dindmica autodestructiva en Ja que los pafses
vontrales evitan la crisis social a costa de hundir las economias
periféricas en larecesin. ¥, para colmo,en Espafa 1a CT 6m:
Peontra cada vez més dificultades para cergar sus operaciones
de clausura simb6lica del conflicto en un contexto en el que
Ios problemas cada vez tienen menos posibilidades de formu
lorue en términos «espadoles». Bienvenidos ala politics,
Libertad sin ira: qué fue de la critica literaria
(y cualquier otra) en la CT
Por Carolina Leon
En mi infancia, en un pi
5s en un piso VPO que albergaba a dos ni
cas en los eients, ober iberad sin ia thence ine
- 0 de las mati
que nos dej6 Francisco a su
suc Ue cenrarme en el papel del ein literavia en
nuestra CT pero no et de ms recordar gue como cone.
cxenci de a deoogia hoy dominant, que por condién
se presenta como no ideologis [..],¢l término ideol6-90 (CTOLA CULTURA DE LA TRANSICION
gico se circunseribe a ideologfas antisistema [...}>. Copio @
Constantino Bértolo, La cena de les notables.
‘En questra democracia répidamente lanzada al acatar y
‘consumir, ese poder implicito en las representaciones litera-
rias, fundamentalmente narrativas, fue desde el principio
‘apuntalado por los medios de coraunicacién social; y si bien
estos discursos se han visto arrinconados en el imaginario so-
cial por otros més masivos (niagén Antonio Muioz Molina
‘es més influyente que un Ferran Adria 0, déndolo todo, su de-
portista favorito), la literatura sigue investida de prestigio: es
discurso piiblico que moldea.
{20ué nos han estado dando, sin ira, las péginas culturales
de los diarios, devenidas més tarde en «suplementos cultura-
eso, consumidos por una buena parte del pais como guia es-
piritual y filtrado de lo vélido? Un proyecto de cohesion. Es-
tar en ellos era formar parte del canon. Si ha entrado en sus
paginas un nombre nuevo, ha sido para integrarlo, Mientras
{odios nos crefamos libres, solo aquellos que hacfan prietas
las con el pensamiento tinico no ideol6gico han sido asimila-
dos y tenidos en cuenta.
Dejando a un lado Ia «calidad literaria» de los eseritores
y escritoras més «relevantes» do estas décadas, esa critica
‘mainstream se ha regido por algunos preceptos:
« Leemos prefereatemente lo que viene avalado por un
gran premio.
« ‘Aceptamos timidamente narrativas sobre la memoria
histérica, pero no nos planteamos demasiado el pre-
sente,
« Son bienvenidas las traducciones e importaciones de
otras literaturas, valgan las europeas, estadounidenses
(un furor) o latinoamericanas, que nos han valido para
hablar de conflictos, abusos y problemas que no eran
los nuestros.
+ Condenamos al olvido a todos los excritores previos de
nuestra tradici6n salvo, bisicamente, a los de le Gene-
racién del 27.
«+ Nuestra Transicién es modélica y somos la mar de li-
LIBERTAD SIN IRA:QUEFUEDELACRITICALITERARIA 91
bres; el enemigo del presente, tnico y vil,es ETA.
, il,es n
tocard ver cémo hay quien no puede vivir sin er
No es que Pombo, Marias, Matute o Vila-Matas no hayan
escrito buenas novelas. Es que el proyecto se ha fraguado a
‘expensas 0 a favor de determinado discurso. Y es la comuni-
cacién cultural la que ha apuntalado lo valido, apoydndose en
el entramado de premios literarios y grupos editoriales. He-
‘mos aprendido la doble leccién de la CT: entras si tus ficcio-
nes sirven al modelo democratico postransicién y se desen-
vuelven sin verdaderos conflictos con el presente; o bien
tratas elevados asuntos metaliterarios, sin anclaje en la socie-
dad que los ve nacer. En caso contrario, no entras.
Su pan, su hembra...
Podriamos considerar 1991 el aio bisa r
‘ gra.en esto de lo lite-
rario CT. Han pasado trece desde la Constitucién, se prepara
la gran cerga propaganditica de aquel inolvidabe 1992, y
spafia es pafs invitado en la Feria del Libi '
Espanae el Libro de Frankfurt,
Para refrendar ese momento, en El Pais (9-10-1991), Fi
10-1991), Fran-
cisco Rivo frmaba «lve hoy para matana:fa erating des
libertad ante la desaparicién de la censura»: «Tenia que llegar
y lleg6: sin censuras a diestra y siniestra, sin el espejismo de
Sambar el mundo con arma de papel |) trata es
ola se le vino a las manos una libertad como en siglos no
habia conocidor. Lease la hipérbole: wen siglo. Con un mal
disimulado desprecio por la «ideologia», sefiala que ha llega-
dol momento de la literatura de! individuo, que a nadie més
que a é! mismo rinde eventas. Viajes y 2ambullidas en la me-
moria personal, reconstrucciones de un pasado a gajos, ale-
sgorias més bien poco dsperas sobre vencidos y vencedores,
cuando no sencillamente argumentos escapistas y tradiciones
literarias absolutamente ajenas.
Rico lo dice sin querer (o se lo hacemos decir): «La
) «La ideo-
loplaempesé a ser usituida come marihuana del pueblo2 (CTO LA CULTURA DELATRANSICION
no solo por el deporte, los viajes y la buena mesa, sino ade~
‘ms por las exposiciones, los bellos libros, la Gpera, los con
ciertos... Por el atractivo escaparaten (y sigue, pero es més
bonito dejarlo ahf). Su tono en 1991 es celebratorio de esa
desactivacién, tanto del gusto lector como, definitivamente,
del trabajo autor y el trabajo eritico. Esos «bellos libros»
dispuestos para el escaparate son disfrute estético, miel so-
bre hojuelas; no molestardn ni desestabilizarén la paz que
hemos construido entre todos.
Pocos dias después de ese articulo, nace Babelia (19-10-
1991), pionero entre los «suplementos culturales» de este
perfodo, «dado que las secciones diaries necesitaban un com~
plemento ante e! incremento de hechos culturales que empe-
zaba a producirse en el pais. Estos cuaderaillos especializa-
dos iban a ser el lugar para profundizar en el conocimiento
de la cultura», eseribe Emy Armafianzas en «La critica de les
artes en los suplementos culturales» (en Espéculo. Revista de
studios literarios, UCM).
‘Babelia ha sido el suplemento cultural de referencia y 1a
cabecera CT literaria por motivos obvios. Lectores y lectoras
de cierta inquietud lo hicieron suyo desde su aparicién, para
muchos no existfa otro. Pero hay més: E/ Cultural, nacido en
1998, hoy suplemento de £! Mundo, comenz6 vendiéndose
con La Razén; ABCD de las Artes y las Letras, derivado de la
larga historia de Blanco y Negro y su previo ABC Cultural, y
que hoy vuelve a tomar ese nombre; Cultura/s, de La Van-
‘guardia, existe desde 2002.
La aparicién de todos ellos es siatoma de la preponde-
rancia que el mercadeo de la cultura adquiere en esta época,
tentendida como espejo social del buen rollo, funcionando a la
vyez como crisol de lo consumible (labor que ejercia, tiempo
atrés, el catSlogo del Circulo de Lectores) y como folleto se~
manal y vivo de la «fiesta» cultural de la que todos fbamos a
sacar tajada (todos no, ya sabemos, y remitimos al conocido
articulo de Rafael Sanchez Ferlosio, «La cultura, ese invento
del Gobierno», en El Pais, 22-11-1984).
Por supuesto que la historia de estos espacios y el montén
de paginas publicadas, semana tras semana, ha dejado pasar
LIBERTADSINIRA:QUEFUEDELA CRITICALITERARIA 93
tun poco de todo, incluidos sanchezferlosios de la vida; lo
aueds esl resid, Dee la saaya de eatepunofelomers
te difuso en que nos encontramos observamos, como paso 4
relatar, la estabilizacién de un modelo en que no podiamos,
los criticos, divergir, disentir o meternos en berenjenales. i
dogg cancion de marras que cantaba Jarcha dice que por
loquier vefan «gente que solo desea sui pan, su hembra, la
fiesta en paz...». Salvo rara vez, el critica ha contribuido a
que la fiesta, propia de un jardin francés, se ornara de exqui- |
sitas buenas maneras y cero disensién, ae
Dicen los viejos
Es fécil estar de acuerdo con lo estableci
e lecido cuando uno es lo
tbl De eo trata ¥ en este patel qe no pat
cipaba de la fiesta era un « > 3)
Giaba de disidente» o, mejor, un «resent
La mayor parte de lat veces, los i
r poseedores de un discur-
se.n0 normnativ no han encontrado ee0 en los disrios de am-
la asin aguilera en Ins gins de sucess Sin ember
fo, hemos pode disfrutar de ciertasanomali falls en ia
El més conocido es aquel «caso Echevarti
Cn rian que
en dfenestracion del crtico dl que fuera el dara (El Pac,
Babelia) donde desempetiaba su labor desde hacia catorce
18, No por sabido vamos a dejar de recordar algunos por.
Ienores la rita en dsputa se llamé «Una eegi pastoral»
(Babelia, 49-2004) y estaba dedicada a la novela El hijo del
acordeonista, de Bernardo Atxaga. Desde la publicacién de
aquella critica, Ignacio Echevarria vio c6mo retenfan otros.
textos entregados y, al obtener poca respuesta a sus pregun.
tas, se dirigi6 al director adjunto del diar
diante una carta abierta: «;Tiene sentido ejercer lac
dispuesto a desictivar los efectos de la
desautorizar a su propio critico?».
Esa carta fue publicada en blog li
8s y otros medios después
de que el entendimiento entze el periodico y el colaboradorof (CTOLA CULTURA DELATRANSICION
hubiera hecho crac. En ella, el eritico recoge un comentario
que le habia hecho el propio Bassets en su respuesta: «“Se ha
dicho", me escribfas,“y supongo que te habré llegado, que tu
teritica eva como un arma de destruccién masiva y que él pe-
riddico hace mucho tiempo que ha tenunciado a utilizar este
tipo de armas contra nadie”», Curiesa analogia.
"Es facil recordar que Ignacio Echevarria ya se habia
igranjeado cierta fama de eritico mordaz. Voy a referitme otra
Vez a Antonio Mufioz Molina, merecedor en 1991 del Premio
Planeta por El jinete polaco. En el texto que le dedicé ento-
‘aba frases como «...] falla el armazén mismo ideado por el
autor para encuadrat la biisqueda del tiempo perdido en que
se sumerge el personaje {...]> 0 «{..] el vegreso a Magina re-
sulta tan acaramelado como un anuncio navidesio de turro-
nes y da pie a repeticiones[...]». El tono utilizado por Eche-
varria en el texto sobre Atxaga e3 algo més duro: «Cuesta
‘creer que, a estas alturas, se pueda eseribir asi. Cuesta aceptar
‘que, quien lo hace, pase por ser, para muchos, mascarén de
roa de la literatura de toda una comunidad, la del Pats Vas-
Co, cuya situacién tan conflictiva reclama, por parte de quien
se ocupa de ella, el méximo rigor y la mayor entereza».
‘Punto uno: Bernardo Aixaga es autor de Alfaguara, del
grupo PRISA, duefio de BI Pais, y esto es lo que dio Ia vor
‘populi como principal motivo del «despido». Punto dos: co-
hociendo el oficio del eritico a esas alturas y su amplio cono-
‘imiento de Ia narrativa contempordnea espafiola, la novela
debié de abultarle el occipital izqaierdo. Punto tres: una cri-
tica es didlogo con la obra, sus condiciones de creacién y de
recepeién. En ningiin caso es un arma, lo mas que puede he-
rir es el amor propio.
“{Cusl fue el problema de esa critica? ;Se podia haber
disculpado y matizar, etcétera? Pasado el tiempo, creemos
{que Echevarrfa no perdi ese espacio de publicacién por de~
Glarar «la enclenque consistencia de sus personajes»,sino por
revelar el entramado psico-ideologico debajo de esa ficcién
“Ty de otras ficciones recientes—. El motivo de aquel «des
pido» fue evidenciar que la visién ideal del pasado vasco
Gada por Atxaga era una falacia y que las condiciones que
LIDERTAD SIN IRA:QUEFUEDELACRITICALITERARIA. 95,
empujaban al protagonista a uni
de pena. Mejor como lo dice el ertco: cnservible come tan
timonio de la realidad vaseao.
ccodtmbién ereemos qu, si les col6 aqueaextica —ta
censura» vino a posteriori—, es porque la maquinaria
Sitia estaba engrasads y segura de que el filtrdo to hace.
08 res al elegir los temas y el enf a
‘superivencis atteensiraen aie ega
i ETA es el enemigo, los intelectuales de la i
igo, ls in lela izquierda re-
Fubloana son les titimos buenos rotundos. La altars ds ia {
ransiciOn nos ha mantenido en un estrecho espacio en qi
tras estdtencanta,
Ilentan e marginal erie dal guy ahora, secant
la con Ta adoracién autista de otros tieuipus. Pero
mos que los padres de la Transicién nos h ‘ca mejor
ios gus os pares sicién nos han dado «la mejor,
En esta democracia, un hombr il
En . re con tribuna piblica
serio de gran trade puede solar qu sla Universidad
de Granada ponga a este perturbado en su sitio» El hombre
era el poets y profesor universtario Lui Garcia Montero Ia
teibuna, otra vez, I Pas, el epetutbadon Jose ‘Antonio
Fortes, profesor ala saz6n del mismo dopartamento de la
n eranadina. Aquel articulo aparecis
ci6n de Andaluefa (14-10: peeconsTars ca
ade Andaluts (14-10-2006) con el ttulo «Lorca era un
Dentro del texto, Garefa Mor
tee I texto, mntero se preguntaba
eines de bri expres cosas ra
Gacamos el marcador fluorescente) dejaba caer: «vocabula
So marxista de cuarta fil, cerean0 al delim remens se.
ratado de loco» y el ya mencionado « Ben
ta ratado de lor y el ya menconado del eritico con la editorial oel autor de la
obra. El problema va més alld, La mayorfa de las personas
aqufinterpeladas, cualquiera que realice critica en las cabe-98 (CTOLA CULTURA DE LA TRANSICION
ceras masivas o paginas especializadas, me contestarén que
ellos piensan libremente, que nadie les dicta cémo han de es
cribir. Pero llevamos el «rabo de conejor.
‘A nadie le gusta que su trabajo (a veces, los exiticos co-
bran) sea una constante beligerancia contra todo, pero es0 es.
Sobre todo lo ha de ser contra el lugar comin y el pensa-
miento débil. En nuestra critica no se realiza un alzamiento
visible de los patrones ideol6gicos de la produccién cultu~
ral, como pueden ser los estereotipos. No se sefiala cl olvido
de ciertas zonas de nuestra historia reciente. No se analiza la
cereaci6n desde, por ejemplo, la perspectiva de género, tan
znormalizada en otros paises. No se cuestiona, se resenia.
¥ escribo lo anterior a sabiendas de que es una generali-
zaci6n, que cuadra en el total. Algunos buenos intentos de
‘combate cultural se han dado y dan desde espacios alternati-
yes, Aunque el andlisis excede la dimensién de este articulo,
con demasiada regularidad hemos visto beligerancia desde lo
indie, absorbida, y por tanto desactivada, cuando la voz se
instalaba en !as paginas de suplementos.
Para muchos y muchas de nosotras, el 15-M ha significa-
4o,a priori, una salida a la asfixia. Es demasiado pronto para
decir si, ademés, entre sus efectos colaterales, va a tener el
poder de inocular algiin disolvente de lugares comunes, fosi-
lizados, en los cerebros que tienen la obligacién de pensar.
Igual que estamos viendo la progresiva decadencia y trom-
pazo en la credibilidad de los medios, estaria bien que cada
vez un nimero mayor de personas abandonasen la lectura
de suplementos como gufas de lo-que-hay-que-consumir (re-
cordemos aqui que el primer reportaje de Babelia se llam6,
sin desperdicio, «Papanatismo cultural»). O, mejor atin, que
cada vez un ndmero mayor de ciudadanos y ciudadanas se~
fialasen la falacia, la ficciOn cultural en la que estén escritos
esos textos.
“.
EJ escéndalo de «la rueda» fue grande: en los setenta
—como posteriormente—, los mayores ingresos de la socie-
dad venian de la recaudacién de Ia seccién musical, mas
‘cuantiosos que los que generaba la de autores dramaticos.
Los ingresos de la secci6n musical se repartian, ademés de
mediante el estudio de la venta de discos, en funcién de las
amadas hojas de declaracién, donde se reflejaban las can-
siones que habfan sonado en vivo o en bares y discotecas. El
funcionamiento de la seccién musical de la SGAE era, cuan-
do menos, peculiar: los inspectores encargados de recoger las
hojas de declaracién eran también autores musicales asocia.
dos, por supuesto, a la SGAE. La rueda consistia en que esos
inspectores-autores reflejaban en las hojas las canciones de
‘otros inspectores-autores amigos, de manera fraudulenta y
rotativa, con el objetivo de aumentar sus ingresos por dere-
chos de autor y, por tanto, conseguir el maximo numero de
yotos en la junta de la secci6n musical. Con la rueda aumen-
taban sus ingresos y controlaban totalmente la seccién, ade-
més de realizar un gran negocio.
El fraude era clamoroso y evidente: autcres totalmente
desconocidos, 0 semidesconocidos, que no ingresaban nada106 (CPO LA CULTURA DELATRANSICION
por las ventas de discos, percibfan en cambio millones por Ia
Feproduccién de fantasmales discos en discotecas y actuacio~
nes en directo. La junta general de la SGAE destituyo en
1977 a toda la seccién musical, y convocé urgentemente unas
nuevas elecciones, en las que resultaron elegidos un elevado
porcentaje de nuevos autores vinculados al rock o considera-
{os de ideologias progresistas, entre ellos Teddy Bautista
Ge vinculacién al PCE de sobra conocida—. Como curiosi-
dad, resaltaremos que Juan Antonio Bardem y Teddy Bautis-
ta, uno dentro y otro fuera del partido, acabarian en bandos
fopuestos en las elecciones a la junta directiva de la SGAE en
1995 (donde Bardem fue literalmente barrido ea las urnas y
‘sus duras denuncias sobre malversaci6n de fondos ignoradas:
su lista no sac6 ni un consejero). La entrada de Bautista su-
puso el comienzo de grandes cambios en la entidad, ya que,
en su estancia en EE.UU., habia conocido de primera ma-
nno entidades de gesti6n como ASCAP, BMI y SESAC, cuyo
funcionamiento fue emulando poco a poco en el seno de la
SGAE.
‘Los consejeros destituidos por el fraude de la rueda con-
traatacaron a través de lo quedaba del Sindicato Vertical, re-
‘convertido entonces en el Sindicato Profesional de Misicos
Espafioles, que acusaba al presidente de la SGAE, Moreno
Torroba, de una desastrosa gesti6n econdmica de la entidad
—cosa que era cierta—. En la batalla entre los dos sectores
de la secci6n musical —el destituido y el recién electo—toma-
ron parte las multinaciones diseograficas, que apoyaron con
tentusiasmo la renovacién en la SGAE: les constaba que con él
fin de Ia rueda iban a aumentar significativamente los ingre
‘sos de sus editoriales musicales al reflejarse en las hojas in-
formacién veraz. El fin de la rueda legitim6 a nivel intern
clonal a la SGAE, ya que las multinacionales se decidieron a
‘empezar a presionar a las diferentes entidades de gestion ex-
tranjeras para que comenzara el pago a la SGAE por el uso
de su repertorio. Paraddjicamente, el papel jugado por las
multinacionales del disco en la renovacion de la SGAE fue
interpretada en clave nacionalista por colaboradores de va-
ios medios de comunicaci6n y politicos de la época, de todas
UN MINISTERIO DE CULTURA EN LA SOMBRA 107
las tendencias politicas, que denunciaron una supuesta repre-
si6nen la SGAE de los autores espanoes por estan cori
‘margen de los in editoriales y e 5
almargen do intereses de as editoialesy empresas nuk
Los nuevos estatutos definieron una nueva forma de
tin do ln soiedadreatructuraron ss seston etre
Ia internacionalizacién de su actividad por parte de las multi-
nacionales del disco y sentaron las bases de la SGAE del fu-
turo. También se produjo el primer intento serio de lavado de
imagen, al plantearse un funcionamiento algo més democr4-
tico, con el aumento del niémero de socios cou derecho a
voto, aunque en la préctica solo supusiera una exigua minotfa
respecto a todos los autores asociados. La SGAE éntrarfa en
Jos afios ochenta con varios retos importantes: la mejora de
sa imagen, zanjar los conflictos derivados de finde la rueda,
Ja reestructuracién de la entidad y las conflictivas recauda-
ciones de cine y literatura. Todo esto ya en el seno de la Cul-
tara de a Transicion (C1), dela que a SGAB, de manera vo-
‘0 involuntaria, se convirti
loan $e convirtié en uno de los méximos
SGAE, propiedad intelectual y Cultura de la Transici6n
La SGAE fue adquiriendo una fuerza impar
tonaiment conta odo conta todos menas cri apo.
calitcos anuncios sobre el inminente fn dela industria musi.
cal por culpa de la pirateria —jya a mediados de los ochen-
tal, sostenfa varios e impopulares conflictos, convertidos
en una vercadera avalancha de pleitos por el impago de de-
rechos de astor. Algunos de Ios confictos de la SGAE inclu-
yeron a RTYE por atrasos millonarios en pagos de derechos,
sustaia 4 cine por su propia rueda —esasrevendian una
1a misma entrada para pagar menos derech:
rota veree ai noes mao ed
riormente, las privadas, grupos de teatro aficionados e, inclu-
50, al Ministerio de Cultura, por el uso de musica en el Mun-
ial §2 y luego en la Expo 92, eteétera. La SGAE Ilegé a108 (CT OLA CULTURA DE LA TRANSICION
acuerdos 0 gané en los tribunales précticamente todos los
contlictos en los que se embarc6, sin darle demasiada impor-
tancia a transmitir de manera razonada su visi6n de los dere-
chos de autor, o a intentar paliar su mala imagen. Daba igual,
cada vez recaudaba més, mejor y en més émbitos, por lo que
no le preocupaba la incomprensin de su politica recaudato-
ria, Posteriormente se avalaba tanto en el Congreso como en
‘el Senado su polémica reestructuracién de 1978, por lo que la
entidad comenz6 a operar en muchos aspectos como tn ver-
dadero Ministerio de Cultura de facto, por presupuesto, in-
fluencia y fuerza como lobby.
En paralelo al tremendo crecimiento de la influencia de
la SGAE, se propiciaba una implantaci6n de la CT que no fue
1ni mucho menos invisible: en 1984, Sanchez Ferlosio denun-
ciaba en El Pais: «Si este [Goebbels] dijo aquello de “Cada
vez que oigo la palabra cultura amartillo la pistola”, los so-
cialistas actéan como si dijeran: “En cuanto oigo la palabra
cultura extiendo un cheque en blanco al portador"». Al afio
siguiente y en el mismo diario, Alfonso Sastre recuperaba la
ura de los «silbadores» e insistfa en que «(...] hoy por hoy
vivimos [...] bajo un reinado de grafémanos, silbadores, mi
crofonistas y analfabetos. Situacién en gran parte disefiad:
seguramente, en los laboratorios de las transnacionales de la
cultura o de la contracultura (que de ambas formas puede de-
cirse), En esos laboratorios ha tenido que dibujarse el meca-
nismo por el que muchas gentes —y j6venes a porrillo—
creen rebelarse contra el sistema por medio de los actos con
ls que lo obedecen».
En los ochenta se forma el paradigma cultural demoers-
tico, del que la Movida seré uno de sus buques insignia. Hay
‘que poner en contexto y cuestionar los consensos respecto a
Jas expresiones (contra)culturales de la época, ya que son
pura CT, es decir, pura desarticulaci6n del cardcter proble-
mitico de la cultura. Todo lo conflictivo en el émbito cultural
terminé antes o después liquidado: recordemos el gran éxito
e influencia a nivel estatal de una radio de erientacion juve~
nil y militante como Radio 3, creada en la época de la UCD.
Radio 3 fue paulatinamente desactivada después de 1982,
UN MINISTERIO DE CULTURA EN LA SOMBRA, 109
cuando dejé de ser dtl al PSOE: primero con la desaparicién
de sus onomatopéyicos y polémicos informatives, para cont
nuar con la sucesiva caida de todos los programas con crite-
rio y discurso propios, como el mitico Caravana de hormigas.
El PSOE ajust6 cuentas con una emisora que colaboré a su
Victoria electoral, pero que luego se atrevi6 a cosas como de-
‘unciar sin miramientos los excesos y accidentes en la mil
guerra sucia del GAL, que tom6 partido en la campaiia ant
OTAN y en las primeras huelgas generales al PSOE.
La izquierda pasé de una cultura resistente de cancién
protesta y uso de lenguas vernéculas a propiciar un entrama-
do alrededor del negocio de la misica, del que no escapé ub-
solutamente nada. Sinos centramos en el rock, los grupos te-
alan compafifas independientes con el impagable escaparate
y altavoz promocional de Radio 3, concursos municipales
como el Villa de Madrid, un gran circuito de conciertos por
los ayuntamientos con cachés mejorados y, finalmente, el co-
bro de derechos de autor —via SGAE— para cuando llega-
san las vacas flacas. Como decimos, nada escap6 a ese circui-
lo, ni siquiera el combativo punk en su vertiente de Rock
Radikal Vasco (RRV): todos y cada uno de los discos de RIP,
MCD, Kortatu, La Polla, Eskorbuto, Barricada estén registra-
dos y son del llamado «repertorio SGAE».Elcieree y colofén
del KXV es un tanto parad6yico: unos afios después de su
eclosién, la Fundacién Autor subvencionaba a fondo perdido
‘Negu Gorriak su gira por América Latina y se producia el
pleito de los herederos de derechos de autor de Eskorbuto a
Hilargi Records, por derechos de explotaci6n de sus discos.
En el seno de le SGAE y el entramado de la industria
musical solo hubo una disonancia, y uo fue predsamente la
(ahora) sonrojante polémica de Las Vulpess en Caja de Rit-
‘mos: Loquillo y los Trogloditas tuvieron el dudoso honor de
interpretar la primera cancién censurada en le democracia,
Hablamos de la canci6n «Los ojos vendados», tema donde se
denunciaba la préctica de torturas por parte de ls Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad del Estado. Tiempo desputs, Loquillo
intent6, al igual que Bardem, presentar una lista alternativa a
Ja auspiciada por Teddy Bautista con idéntico resultado: fra-110 (CTOLA CULTURA DELATRANSICION
‘caso total en las urnas de la entidad y posterior descrédito
medidtico. A Loquillo incluso lo acusaron de estar al servicio
de las multinacionales del disco, acusaciones hechas precisa
mente por parte del grupo de Teddy Bautista, que sufri6 esas
mismas acusaciones a finales ce los setenta.
Capital ficticio
1a defense del eseritor, que ocup6 a Angel Maria de Lera
nuchos ais de su vida, que acaba de extinguirse,trope26 siem-
fre con un obstéculo princial: el eseritor mismo y lo que po-
Eriamos lamar su naturaleza iscola nsolidaria, individualis-
ta Parte de Tos estudios y trabajos de Lera sobre este tema
(Grnpulsado, sin dada, por sus origenes de sindicaista junto ala
figura excepcional de Angel Pestafia) van a aparecerrecogidos
ten ley de Propiedad Intelectual [Es de esperar, no obs-
ante que algunos aspectos de Ia ley que encarecen la produc-
Cine res ese o gue inen excsiva plete concep
to mismo de propiedad intelectual en esta materia desaparezcan
durante su ramtacgn[.] 1 trabajo de co sindicalista Ane
fel Maria de Lera iba menos por la cuestin de derechos
fropiedad intelectual que por el de derechos sociales.)
Editorial de EI Pats, 26-7-1984
Impresionan los argumertos y la reivindicacién de la por
lesgracia hoy olvidada figurs de Angel Marfa de Lere,en us
pico editorial de El Pats de 1984, ene} que se alabs a un sine
dicalista que lleg6 a estar cendenado a muerte y paso ocho
‘afios en cérceles franquistas. Angel Maria de Lera fue uno
de los fundadores de la Asociacién Colegial de Escritores
(ACE), colectivo que siempre mantuvo relaciones conflicti-
vas con la SGAE.A diferencia de esta, la ACE defendié posi-
snes politicas de iaquierda,excepcionales precisamente por
‘chocar frontalmente con el consenso de la CT. La combativi-
dad de la ACE se refleja, por ejemplo, en 1981, cuando se so-
lidariz6 con el periodista Xzvier Vinader, acusado de induc-
cién al asesinato al matar BTA a dos personas que salian en
ON MINISTERIODE-CULTURA EN LA SOMBRA, m
eportajes suyos en Intervidi sobre la extrema derecha, 0
‘cuando apoyaba las movilizaciones por «la paz, et desarme y
la libertad».
En cambio, a historia de la SGAF, como sélido pilar de
la C7, oscila constantemente entre lo casposo y la alta polti-
a, Puede parecer parad6jico cémo una organizacin acus
dda constantemente de clientelismo y derroche consiguié, re-
novando periGdicamente aspectos mas o menos laterales de
su funcionamiento, convertirse répidamente en un lobby arro-
Uador a favor de la propiedad intelectual y, de rebote, en un
imprescindible dispositivo de recuperaci6n institucional. Nos
dan muchas pistas tas declaraciones de Teddy Bautista en
1989, en las antipodas de la figura del combative Angel Ma-
ria de Lera: «La SGAE no es un sindicato, sino una entidad
administrativa de representaci6a proporcional en la que los
Yotos son como acciones».’ La frase es mucho menos gratui-
tade lo que parece, ya que la SGAE, al retroalimentarse dan-
do capacidad decisoria en sus estructuras solo a quien tenfa
«acciones» (ingresos por derechos de autor), determing en
gran medida una escena cultural de carécter décil, que huia
de cualquier cuestionamiento de la CT, y totalmente someti-
da a los designios de 1a industria. Una escena cultural que,
salvo en situaciones desbordantes y excepcionales como el
«No a la guerra», obvia cualquier tipo de conflicto,
‘César Rendueles planteaba en su imprescindible «Ce
piar, robar, mandar>* cémo la industria cultural ha compart
do con Ia especulacin financiera (e inmobiliaria) rasgos de
lo que la tradici6n marxista ha lamado «capital ficticio». La
legitimidad de ese capital ficticio se basa, segtin esa tradicién,
en las expectativas de ser validado por futuras actividades
productivas. Al igual que el alza artificial de los precios de la
ienda se ha traducido, por la especulacién, en una situa-
cién dramética por las ahora inasumibles hipotecas, a espe-
El Pats, 07-4-1989.
4 «Copiar, robar, mandars, publicado originalmente en 1a revista
Archipiélago, 1.55, mr20 de 2003, Biblioweb sinDominio, Consultado el
2740-2010 en hup/biblioweb sindominiamevtelematica/endueles Mm!12 (CTO LA CULTURA DE LA TRANSICION
culacién cultural genera durante la CT enormes cantidades
de dinero, Esto es gracias a que la sociedad asumié que mer-
cados como el de la industria del disco comercializara CD al
300 por ciento de su precio real. Toda esa enorme cantidad de
‘dinero en royalties y derechos de autor consotidaron un mo-
ely eu el que la SCAT pudo comportarse como un verdade~
10 Ministerio de Cultura en la sombra, La SGAE ha fomen-
tado un Unico modelo cultural y de propiedad intelectual,
‘modelo que estalla en la actualidad al igual que la burbuja in-
mobiliaria. Internet y la decisiGn de sus usuarios de compar-
tir masivamente contenidos hizo una parte del trabajo; la rue-
da particular (,recuerdan 1978?) de Teddy Bautista y su
entramado societario, y el proximo fin del pago indiserimina-
do del canon digital ha hecho el resto.
arece mentira cémo al cabo de los afios, una de las mé-
-ximas exponentes de la CT como Alaska fuera de las prime
ras en hacer chirriar 1a maquinaria especulativa de la indus~
tria musical y de la SGAE: Olvido Gara hizo en 2003 unas
declaraciones hablando de la piraterfa,° en las que denuncia-
tba que «los precios (de los CD] se podrfan bajar y todo el
mundo seguirfa ganando dinero» y que «como artista y auto-
ra, Soy la menos perjudicada [por la pirateria), ya que las ga-
nancias de un miisico por disco vendido rondan el euro por
ejemplars, ademés de «no entender ai soportar el discurso
policial de la SGAE». La inquebrantable popularidad de Alas-
ka impidié su condena al ostracismo, pero se Hegé a plantear
incluso un veto a la venta de sus discos en tiendas como Ma
drid Rock. Una vez desactivada la cultura, el tardio conflicto
de Alaska refleja cémo la industria y las entidades de gestion
‘exigfan que nadie cuestionara su modelo y sus siempre bo-
‘yantes beneficios, después de haber ayudado a hacer el tra-
bajo sucio al Estado.
‘Puede parecer poco emocionante o poco esclarecedora la
conclusién de que fue el dinero lo que contribuy6 de manera
determinante a desactivar la cultura resistemte y/o de izquier-
5, El Pais, 7-1-2003,
UN MINISTERIO DE CULTURA EN LA SOMBRA, 3
da, en Ambitos tan diversos como la misica, el t i
pero equ le SCAB hstGicamentsta mug legate
4 un tercio del presupuesto de los sucesivos Mini
Ge Cultura. Y ha gestionado ose dinero muybien, arrears
intereses corporativos e institucionales siempre convergen-
tes, La SGAE asumi6 el papel de poli malo en la recaudacién
de derechos de autor, mientras mantenfa adormecida y con-
tenta a una selecta casta de autores al proporcionarles ingre-
808 elevados y, en paralelo, se comportaba como un lobby. Su
trabajo en la sombra fue cxitoso, y consiguid el objetivo de
implantar y sostener un modelo concreto de propiedad inte-
Jeetual y derechos de autor, de corte especulativiry no cen-
trado en la protecci6n y derechos sociales para la mayoria de
los autores, cosa que facilité la cultura que precisamente le
interesaba més a la CT: un cultura postranquiste —parafra-
seando a Kiko Amat— servil, elitista, estéril yclientelar.Masica en la CT: los sonidos del silencio
Por Victor Lenore
El momento més histriénico de la mésica popular en la Cul-
tura de la Transicién ocurrié en los barrios altos de Miami..La
situaci6n es conocida: Hacienda descubre que Lola Flores no
se molest6 en presentar su declaraci6n de Hacienda entre
1982 y 1985. La Faraona se limita a alegar que se habfa olvi-
dado para luego pedir una peseta «a todos los espafioles de
bien». Como aquelle estrategia no acabé de funcionar, deci
de refugiarse en la capital de Florida, recabando el apoyo del
famoseo latino, colectivo conocido por su enorme sensibi
dad hacia las victimas de la represi6n fiscal, Su reacci6n al
agravio fue montar un especial de autohomenaje en Televi-
siGn Espafiola de imborrable recuerdo.
La ceremonia se cclebra en el James L. Knight Center,
popularmente conocido como et Gusanédromo. Se trata de
‘una espectacular infraestructura con capacidad para mas
de 5.000 oligarcas, Presenta el inevitable José Luis Uribarri,
claramente desbordado por la densa concentracién de estre~
as. Acudieron, entre otros, Celia Cruz, José Luis Perales, Ra-
phael, Rocio Jurado y Julio Iglesias (estos tres iltimos, ba-
tiendo los altos niveles de histrionismo y euforia a los que
nos tienen acostumbrados). El show se convirtié en la mayor
‘cumbre de evasores de capitales de habla hispana, dentro y
fuera del escenario. ,Por qué no consideramos como un acto
politico esta trinchera pop antikeynesiana?
El artista pléstico Rogelio Lépez Cuenca explica bien el
‘enfoque que solemos utilizar para estas cuestiones: «Se tien-
dea interpretar el ar‘e o artista politico con referencia al mo-us (CTO LACULTURA DE LA TRANSICION
delo engagé, comprometido, pero esas etiquetas califican so-
bre todo al que las pone, porque est4 intentando quedarse 1
mismo fuera de Ia foto>. Cuando se eseriben articulos sobre
musica y politica, el guién se centra en sefialar con el dedo a
aquellos miisicos que expresan abiertamente su simpatfa iz-
quierdista. Estos reportajes suelen quedar mas cerca del co-
tilleo 0 del macartismo que de la discusién razonable. Pocas
veces se analiza la posicién mayoritaria, donde manda la
genuidad y la tibieza, como ha seiialado el rockero Enrique
Bunbury: «No me importa mucho si Nena Daconte 0 La
‘Quinta Estaci6n votan a Convergencia 0 a UPyD». Tampoco
hay costumbre de estudiar los numerosos discursos de dere~
cchas en el pop.
El problema, por supuesto, no son los artistas. Volvamos
ala frase de Lopez Cuenca. Nos habla de «aquellos que no
quieren salir en la foto». ,A quién se refiere en este caso?
Est claro que a los medios de comunicaci6n, que desde hace
décadas ejercen un implacable control de contenidos, sin que
nadie examine sus criterios. Lo resume bien David Rodri-
guez, miembro de Beef y La Bien Querida: «Los medios son
‘muy sectarios y hacen criba de los artistas con carga politica.
Salvo Extremoduro, no me viene a la cabeza ningun otro gru-
po politizado que tenga cancha en prensa, radio y televisi6n.
Est el ejemplo de La Polla Records, que tenian mogolion de
fans y muy escasa cobertura. Ahora que lo pienso, Extremo-
duro han calado més por sus canciones de amor que por su
‘mensaje sociopolitico, ,n0?».
En realidad, la Cultura de la Transici6n no se define por
los grandes himnos que triunfaron en esos atios, sino por to-
dos los géneros que los emporios de la comunicacién han
conseguido dejar fuera de juego. El bakalao se cubrié en la
seccién de sucesos, en vez de en la de cultura o espectaculos.
Los madrilefios Camela, rumba multiplatino, fueron ningu-
neados durante afios por la prensa y la industria, seguramen-
te porque sus discos reflejaban una Espaita poco fashion,
cool y europea. La entraiable y sustanciosa Banda Trapera
del Rio suele recibir trato de broma lumpen cuando en re
lidad son lo més cercano que hemos tenido a los Sex Pistols.
MUSICA EN LA Ch LOSSONIDOS DEL SILENCIO ur
El rock radikal vasco fue menospreciado en bloque como la
banda sonora de los cachorros de ETA, a pesar de una enor-
me base social fuera de Euskadi y de aportar unas letras de
mayor alcance que los conflictos locales, Como en el caso del
bakalao, el rock radikal fue el género mayoritario de la ju-
ventud en su periodo de vigencia, aunque nadie lo podria
averiguar visitando una hemzroteca. Fl repudiado reggae-
1t6n, que lleva una década atronando en los extrarradios, ha
merecido muchos insultos y casi ningiin reportaje. ;Puede
ser accidental que se haya silenciado toda la misica que re-
fleja la experiencia vital de las clases més precarias y explo-
tadas? ~
La creciente llegada de iamigrantes durante la CT fue
acompafiada por la segregacién de sus géneros musicales fa-
voritos, con la excepcién de cuatro festivales pijos con entra-
das a cuarenta euros la noche, Una estampa tipica de estos
conciertos es ver a veinte africanos en Ia puerta del recinto
de Los Veranos de la Villa (Madrid) bailando lo poco que les
ega de Youssou N’Dour, mientras en el interior los ejecuti-
vos de Boadilla y Pozuelo (suburbios adinerados) recuerdan
entre gin-tonics sus viajes a Senegal. El colmo de esta légica
excluyente fue el programa deLa2 Hijos de Babel, estrenado
en 2008, una especie de Operacion Triunfo para inmigrantes,
donde nuestra cadena cultural ponia a rumanos, brasilefios y
marroqufes a interpretar canciones de Sabina o los Beatles
afiadiendo un «toque extico», segiin el pais de origen del in-
terprete.
EI proyecto surge en la multinacional Sony-BMG para
crear un supergrupo multiétnico que pudieran vender en el
Circuito puiblico de conciertos. En conversacién privada, el eje-
cutivo que manejaba el tinglado lo admitfa sin tapujos: «Si yo
ofrezco a los ayuntamientos una banda con emigrantes de tres
continentes nadie la va a rechazar para las fiestas patrona-
les. Es algo multicultural y les va a dar reparo quedar como
racistas», Por suerte, ni el programa ni la orquesta llegaron a
cuajar, no sabemos si por lo cutre del concepto o por el eter-
no desinterés que despierta por aqui todo lo que no sea espa-
Gol o anglosajén. En Espaiia casi siempre se ha tratado lans (CTOLA CULTURA DE-LATRANSICION
miisica del Tercer Mundo con espiritu onegero, turista y/o di-
rectamente colonial
‘Otro campo interesante es el tlamenco, donde la domes-
ticaci6n llegé de manera mas natural. Fl auge de la sociedad
de consumo, la fragilizacién de los lazos sociales y el impulso
«moderno» (nétense las comillas) fueron vaciando el arte de
su sentido original y de gran parte de su sustancia. El critico
Alfredo Grimaldos es quien mejor describe el proceso: «An-
tes en Andalucia se vivia en casas bajas y en Madrid en patios
de comunidad. Ahora cada cual tiene su piso con nevera y te-
levisor. Los gitanos jévenes ya no quieren ser Antonio Mai-
rena, sino Michael Jackson. Aspiran a convertirse en estrellas
del rock, millonarios de veinte afios. El flamenco en realidad
es una carrera larga para un piblico minoritario, porque hoy
no todo el mundo tiene tiempo para apreciar una seguiriya,
‘como no se tiene tiempo para la buena literatura. Con la glo-
balizacién el arte se iguala por abajo, las canciones buscan el
minimo comin denominador. Es el resultado de imposicio-
nes comerciales para alcanzar al gran piblico», lamenta.
Grimaldos también hace un andlisis explfcitamente polf-
tico: «Después de las primeras clecciones democréticas em-
pieza a entrar el dinero pblico en el flamenco, aunque la
mitad se quedaba en los bolsillos de los politicastros y sus
amigos. Se disparan los cachés, pero eso hoy lo disfrutan po-
os artistas. Lo curioso es que a medida que el mimero de
oyentes se amplia, se desploma el niimero de artistas, Hoy di-
ria que el flamenco va a morir de inanici6n. Hablo de hechos
constatables. Nos quedan un 10 por ciento de los cantaores
que habia en 1980. En estas tres décadas la cosa se ha ido
hundiendo. Los artistas actuales tienen menos categoria, ma-
tices y diversidad geogréfica».
El pasado mes de agosto una representaciGn de flamen-
cos pidieron « la Junta de Andalucia un reparto més equitati-
vo de las subvenciones, ademds de seftalar la marginacién de
los artistas de mayor edad. El productor Ricardo Pachén
aporta un dato brutal: el primer Congreso Internacional del
Flamenco, celebrado en noviembre de 2011 en Sevilla, pro-
puso un comité cientifico de ochenta y una personas, ninguna
[MUSICA EN LA CE LOS SONIDOS DEL SILENCIO. 119
de las cuales es gitana. La certificacién del género como pa-
trimonio inmaterial de la humanidad (por decisién de ta
Unesco) parece haber disparado los mecanismaos institucio-
nales de control y desposesién respecto a quienes crearon y
mantuvieron esta expresion artistica ancestral.
La mésica popular nunca ha estado ni estaré en el centro
de las batallas sociales. Se limita a anticiparlas o a ser su re-
flejo. Tiene una influencia politica minima, cuando no inexis-|
tente. A pesar de este serio impedimento, la clase dirigente
‘nunca ha perdido la esperanza de utilizar las canciones para
lubricar el envio de mensajes a las masas. El pasado verano,
Barén Rojo contaban en £! Pais que fueron cortéjados por el
ministro del PSOE Javier Moscoso: «Creyé ver en el rock
duro una protesta social heredera de la protesta politica de
los cantautores. En la campaiia de 1982, el PSOE nos ofreci6
tocar en cuarenta actos electorales. Nos negamos y lo paga-
‘mos: cuantos més discos vendfamos, menos conciertos patro-
cinados por ayuntamientos nos salian», afirma José Luis
‘Campuzano, alfas Sherpa, bajista y vocalista de la formacién.
‘Tampoco podemos olvidar la radioférmula, el formato]
que mas ha hecho por Ia estandarizaci6n de la mésica popu!
lar en nuestro pais. La emisora de referencia es sin duda Loy
40 Principales, dedicada desde los afios ochenta a promocio!
nar las canciones més asépticas, previsibles y simplonas.
Anunciantes y discogréficas reclaman una misica ajena a los
problemas sociales para ltegar al méximo target comercial’
posible (sobre todo, alos tramos més solventes). El eficaz tra-
bajo de esa cadena ha convertido en estrellas a una genera-
i6n de misicos como Dani Martin, vccalista de El Canto del
Loco. Su discurso sanote y sobrado ha dado perlas como esta:
«No me siento representado ni por la derecha ni por fa iz-
quierda. Ideol6gicamente estamos un 20co perdidos, hay mu-
cha falta de carisma. Fl Congreso parece Salvame. No se
abren caminos para que la sociedad crezca y prospere. Faltan
ideres. Si hubiera alguien con talento podriamos ser primera
potencia mundial», Un razonamiento en sintonia con ta junta
directiva de la CEOE, las campafias publicitarias del Banco
de Sabadell y los editoriales de Expansién.120 CTO LA CULTURA DELATRANSICION
Simos ponemos a contabilizar, en el planeta pop/rock las
actitudes de derecha superan ampliamente a las de izquierda,
ademés de recibir tratos muy distintos. Soziedad Alkoh6lika
sufrieron un implacable boicot por su tema «Explota Zer-
dot», insulto genérico contra la institucién policial. Sin em-
.bargo, nadie cuestioné a Hombres G por firmar una apologia
del terrorismo tan detallada como «Matar a Castro», Entre
Jos més vanguardistas también hay creadores que terminan
en las orillas del discurso derechista (seguramente sin desear-
Jo). Por ejemplo, Arturo Lanz, lider del grupo de culto Es-
plendor Geométrico, que percibe asi la Espafa de 2010:
«Ahora debes ser politicamente correcto, de lo contrario te
meten en la cdrcel. Tienes que seguir el patrén intelectual que
te marcan, pagar a miles de oenegés, tienes que ser de iz-
quierda, tienes que ser feminista, “tienes que”, siempre “tie-
nes que”. Solo hay un perfil aceptador. De verdad existe
presi6n social para ser «feministas y de iquierda»? ;Vere-
mos a Alfonso Ussfa ingresando en la cércel por politicamen-
te incorrecto? {En qué extrafia realidad vive Lanz?
Hay una anécdota graciosa sobre la Movida. Un mitico
locutor de la BBC, Jobn Peel, opina sobre Madrid en los
ochenta: «Los grupos modernos no me parecen gran cosa,
pero los Chichos y los Chunguitos son la hostia». Podemos
imaginar los caretos de horror de muchos modernos al des-
cubrir que dos bandas de gitanillos habfan eclipsado la agita-
ccién pop del momento. La miisica moderna en Espafia, em-
pezando en esos afios, siempre ha tenido cierto afin de
distincién, de hacer que el oyente se sicnta por encima del
resto de los mortales. Se ha impuesto més el concepto de es-
cena o tribu que Ia idea de que la mejor mésica popular es la
{que explora los contflictos comunes a todos. La inmensa ma-
yoria de los grupos espafioles se forman entre los jévenes que
‘pueden permitirse comprar discos, instrumentos y viajes al
extranjero. Es l6gico que sus canciones reflejen precisamen-
te los valores de las clases media y alta (aunque seria deseable
‘que aprendieran a combatirlos o al menos desmontarlos).Te-
nemos que agradecer a la Movida que aplicase un tratamien-
to de shock al pop franquista, pero el movimiento no tardé
MUSICA EN LA CE-LOS SONIDOS DEL SILENCIO wa
en convertirse en una fiesta estirada, medio autista y tirando
a egomaniaca.
‘Nos queda hablar del indie, un género que merece toda
nuestra recta final. Una de las canciones més celebradas del
2011 pertenece al grupo Espanto, pareja de profesores que se
ha convertido en la contrasefia moderna de la temporada. El
videoclip de «No cabe un tonto més en Espaiia» es una de las
piezas més inquietantes de los dltimos tiempos. A pesar del
tono dulce, inspirado en Vainica Doble, sus tres minutos po-
drian colocarse sin problemas como himno para el canal de-
rechista Intereconomfa. Apuesto a que Espanto serian los
primeros en condenar este uso, pero el elitismo y-narcisismo
rampante del indie actual ha degenerado en un discmrso de lo
més reaccionario.
El pelotén de grupos cool no parece capaz de incomodar
‘nadie. Incluso seduce al mundo corporativo: las grandes
agencias de publicidad recurren a divas indie para vender los
twapitos de Purificacién Garcia, la cerveza San Miguel o el
SEAT Ibiza Spotify. Nadie puede negarles el derecho a apa-
recer en anuncios, mucho menos los periodistas musicales,
que vivimos de escribir en medios empapelados de publicidad.
No se trata de iniciar una caza de brujas, pero si de hacernos
‘un poco més autocriticos. El antiguo underground se ha con-
yertido en el nuevo mainstream. Aquellos géneros musicales
presuntamente alternativos han acabado ocupando partes
centrales del sistema, sin que sus autores den muestras de
cuestionar nada, El indie es el género més patrocinado en la
historia de la misica popular. Nada més ridiculo que los aires
de superioridad contracultural de Ia tribu urbana que mejor
itoniza con la clase dirigente.
Para entender la situacién actual hay que mirar también
al mundo de ta moda, ese virus que contagis a las rovistas
musicales de los noventa para convertirlas en revistas de ten-
dencias. A golpe de anuncio de Levi's, Rayban o Adidas, lo
poco que quedaba de popular en la prensa musical fue r4
damente exterminado (la cultura juvenil siempre fue muy
vulnerable al consumismo). De repente, los mayores de cua-
renta afios, las minorias sociales y los argumentos de izquier-wm CTOLA CULTURA DELATRANSICION
da empezaron a «dar pereza, dejando todo el espacio para
un ejército de grupos veinteafieros y anglosajones embutidos
en ropa de diseiio. El piiblico tampoco ha ofrecido espe
resistencia. Un género no se define solo por sus adhesiones,
también por sus rechazos. El personaje que més irrita-
‘cin provoca en la tribu indie es Manu Chao, curiosamente la
primera estrella alternativa que consideré que la vida de los
migrantes y las conversaciones de locutorio eran realidades
urbanas dignas de inspirar una canci6n.
El circuito de festivales cool se confirma como un sector
abonado para el yupismo. Un amigo socidlogo comenta con
‘media sonrisa lo pegadas que estén las citas veraniegas a los
‘puntos calientes de la especulacién inmobiliaria. Por ejemplo,
€l Festival Internacional de Benicassim, que se celebra a po-
cos kilémetros de Marina D'Or (con uns I6gica parecida, la
de venderse como espacio recreativo para paises pudientes de
Europa). El Primavera Sound de Barcelona termin6 por en-
contrar su sitio en el Forum de las Culturas, malogrado esca-
parate buenrrollista del sistema. Hoy el festival se masifica un
poco més cada afio, a tono con un recinto que es el equiva-
Tente cultural a las grandes superficies de cualquier otra cosa.
El Sénar, su pariente electr6nico, destaca por encajar como
tun guante en los procesos de gentrificacién y estrategias de
ciudad-marca de Barcelona.
‘Més llamativo atin, el SOS de Murcia agita la bandera de
la sostenibitidad, a pesar de venir apoyado por la comunidad
auténoma que més destaca por sus desarrollos urbanos desa-
tados y la obsesi6n por los campos de golf. El mayor festival
rockero de Bilbao, ajeno a las sutilezas, esté directamente pa-
trocinado por un banco. La explosién de este tipo de «even
tos musicales» parece un réplica en versién modesta de Ia fie-
bre de los museos de arte contempordneo (durante cierta
época, toda capital de provincia quiso tener el suyo). Ya sa-
bbemos que una manita de pintura moderna puede revalorizar
tuna ciudad, Al menos, es0 pasaba antes del crash de 2008.
‘Ain podemos decir algo més sobre el indie estatal. Por
ejemplo, contestar a la pregunta del mill6n: ,por qué se puso
de mods cantar en inglés en los afios noventa? Quizé fue una
MUSICA EN LA CT-LOS SONIDOS DEL SILENCIO 13
especie de alucinaci6n colectiva, pero es més probable que
tenga relaci6n con el «espiritu de la época». En los afios no-
venta, Espa consigue al fin meter la cabeza en los circuitos
de la economia global, Nuestro primer ejército de ejecutivos
bilingdes acabaria conquistando Sudamérica para el Ibex 35
con los millones ganados en las privatizaciones de Repsol,
Endesa o Telefnica. Una década antes, ya se habia instaura-
do en Ia clase media espafiola (bueno, media-alta) la costum-
bre de mandar a los nifios a estudiar en Inglaterra o Estados
Unidos. El resultado ha sido una mentalidad imperial, cons-
ciente 0 no, en la que se impone la anglofilia (grimosa anglo-
filia) y se ningunea la misica de los paises pobres{o que cllos!
consideran culturalmente pobres). Se trata, sencillamente, de
mirar por encima del hombro a quienes no son tan rices ni
tan cool como tt.CT y cine: la inclemencia intangible.
Una primera aproximaci6n a la obra critica
y cinematografica de j.l.i.
Por Jordi Costa
«Seria perfectamente posible imaginar un univer$p paralelo,
en el cual no fuera Almodévar, sino el disidente Zulueta
quien se hubiese convertido en el autor dominante del cine
del posfranquismo», escribia Paul Julian Smith en su artfculo
«Spanish Spring», publicado en el niimero de julio de 2011 de
la revista especializada Sight é& Sound. Smith no pudo prever
que, meses més tarde, un inesperado hallazgo cinéfito haria
no ya plausible, sino del todo real e irrefutable la existencia
de un tercer universo paralelo: el de la ingente obra cinema
tografica y critica que, desde los tiltimos afios del franquismo
hasta la misma eclosién del movimiento 15-M, elaboré Juan
Luis Izquierdo; sin duda, la mejor encarnacién de cineasta
secreto en el contexto del cine espaiiol, creador invisible cu-
yas sucesivas identidades conforman una cartografia de la
marginalidad, entendida esta como territorio fluctuante en-
tre el extremismo ideolégico, ef consumo estupefaciente
asumido en calidad de legislaci6n de una utopia subcuténea,
la transexualidad multidireccional instrumentalizada en for-
ma de manifiesto performatico alrededor de la superacién de
la teorfa de género y la préctica artistica reformulada como
acciGn directa, verdadero sucedéneo teérico de la lucha ar-
mada.
La publicacion del articulo de Paul Julian Smith respon-
fa a la programaci6n en el British Film Institute, a lo largo
del mes de junio de 2011, del ciclo «Good Morning Freedom!-
Spanish Cinema After Franco>, que propici6 el reestreno en
copia nueva de Cria cuervos (1975), de Carlos Saura, en di-126 (CTO LA CULTURA DE LA TRANSICION
versas salas de exhibicin de Gran Bretafia. El critico reco-
nocfa que «Good Morning Freedom!» era un eslogan dema-
siado optimista para definir las peliculas espafiolas de ese
perfodo, pero, continuaba, «como Saura parecia saber muy
bien cuando hizo que Geraldine Chaplin se dirigiese a noso-
{ros con tanta solemnidad desde el incierto mundo del futu-
10 los vigorizantes vientos de la libertad inclufan la libertad
de escoger la autodestruccién». Smith habla de los modelos
de Ivén Zulueta y Bloy de Ia Iglesia como contrapuntas a «la
mucho mas conocida y enormemente creativa autopromo-
cién de Almodévar». De nuevo, haber conocido, por enton-
ces, el legado de José Luis Izquierdo hubiese alterado la
ecuacién de manera radical: Izquierdo no ejercité la libertad
de escoger la autodestruccién, sino que,como ha dejado ge-
nerosamente documentado, no tuvo otro remedio que abra-
zar la invisibilidad de construir una feraz nota al pie de todo
el cine espafiol de la Transicién que, por su propia naturale-
za, solo podia ser revelada como discurso péstumo, como en-
sordecedor portazo de salida de un mundo que habia asfi-
xiado toda posibilidad de redencién a través de lo que él
Namaba CT, ese concepto que lo obsesionaba. CT como Cul-
tura de la Transicién 0, como escribié, «transubstanciacién
de la Guerra Civil como hilo musical de un resort biparti-
dista».
« de legitimacién de toda una cultura, y que
en este caso serfa una boda pop y su correspondiente relato en
stu cadena amig:
__ Sin embargo, la miniserie generé una espectacular reac-
cidn contraria. El espectador 2.0 habia aprendido del fiasco
de Perdidos y estaba esperando la serie con las hachas en ris-
tte y las antorchas preparadas, La «masa enfurecida» iba a
asaltar el castillo de Dracula. La serie fue Trending Topic en
‘Twitter durante varios dfas, en los que se sucedieron las mo-
fas, las parodias y la deslegitimacién publica, tanto de la se-
rie como de las figuras centrales de Ia CT. El mnido generado
fue tan intenso que los responsables de la serie tuvieron, in-
cluso, que responder en los medios de comunicacién a las
criticas,
__Desde ese momento, los responsables de productos tele-
visivos saben que una fuerza horizontal, con una capacidad
ofensiva casi desconocida, espera cada nuevo producto cultu-
ral para tener «su propia conversacién». Cuando el consumo
es la forma principal de estatus, la critica de los productos
culturales es una forma expresiva,irénica y muy divertida de
participacién democratica, La cultura de participacién de la
red agujerea las formas de cohesién vertical de la CT y la cul-
tura de masas. La anomalfa 15-M empieza a asomar la patita
por debajo de la puerta,
La idea de éxito en la Cultura de la Transicién
Para pensar en un caso de éxito no CT, debemos pensar cémo
entiende la CT el éxito, Para la Cultura de la Transici6n, el
&xito es la posibilidad de pertenecer a ella. La Cultura de la
‘Transicién es unitaria y monopolista, asi que no concibe (0
anula) formas de éxito no CT.14 (CTOLA CULTURA DELATRANSICION
Por eso, l éxito en Espafia en los sitimos treinta aiios ha
sido un mecanismo de visibilizaci6n-legitimaci6n en el que
las esferas de la empresa, la cultura, la politica, los medios, et-
cetera, se entremezclaban. ¥ de la misma forma se han ido
generando «lugares del éxito», que siempre se reducen ala
tunidad: la portada de Et Pa‘s, la pelicula ganadora de todos
Jos Goya, la gira musical CT anual, la capitalidad cultural de
tuna ciudad, etcétera,
El acceso a esos «lugares CT» determina la entrada a un
supuesto Olimpo que otorga no tanto éxito econémico (que
también) como legitimidad para ser uno de los portadores
de la voz del monopolio de la palabra y la construccién de
sentido.
Quiz4 los momentos en los que esta légica ha funcionado
més claramente han sido a través de sus conflictos internos.
Un ejemplo que puede ilustrar a qué me refiero es la polémi-
ca que protagonizaron el critico de El Pais Carlos Boyeroy et
director de cine Pedro AlmodGvar a cuenta de las crénicas
‘que el primero mandaba desde el Festival de Cannes donde
el segundo estrenaba Los abrazos rotos. La polémica no iba
tan solo del derecho del critico a contar la realidad como le
venfa en gana, 0 del derecho del director manchego a cues-
tionar Ia diferencia entre una critica (subjetiva) y una créni-
ca (objetiva). Lo que se ponia encima de la mesa era una pe-
lea por la legitimidad CT en el interior de las paginas de El
Pais, Para Boyero, él representaba el gusto del piblico en
general por escribir donde escribfa, Para Almodovar, se Je
debia un respeto por la relaci6n sinérgica entre la «marea
‘Almodévar», «la marca Espafia» y «la marca El Pats», todas
ellas convergentes.
‘Unas semanas antes a la escritura de este articulo, el ac-
tor Antonio Resines se quejaba de las eriticas a la serie de la
que era coprotagonista (un remake de Cheers), diciendo que
era inaudito que un periédico como El Pais criticara una se~
rie producida por una productora «de su mismo grupo em-
presarial». La clave de la CT no es {a aplastante l6gica capi-
falista de no criticar tus propios intereses, sino la dinémica
autoritaria por la cual uno no tiene el més minimo pudor a la
LA CT.COMO MARCO:UN CASO DE EXITONO CTELISM — 145
hora de decirlo, porque sabe que nadie va a cuestionar el ar-
gumento en si.
Antecedentes: reventando la cultura copyright
‘No hay nada més unitario y monopolista que Ia cultura copy-
right. Una cultura representada por el coutrol del Aujo de
contenidos y el respeto profundo y trascendente por la idea
de «obra» y de «autor», desde una perspectiva completamen-
te superada por los tiempos de la remezcla y la apropiacién.
La crisis de la cultura copyright en nuestrorpais es una de
Jas méltiples grietas que suffe la CT desde hacé algunos afios.
Y, en lo que tiene que ver con el sentido de este texto, la hi-
cha contra la cultura copyright ha sido el dinamizador prin
pal de un espacio politico nuevo que ha desembocado (junto
con otros filones y deseos) en lo sucedido a partir del 15-M.
Creo que hay un ejemplo sencillo para entender las con-
tradicciones del modelo CT monopolista y copyright, y la
apertura a un nuevo modelo cultural post-CT, plural, copyleft
y proliferante: la trayectoria del director Alex de la Iglesia
‘como presidente de la Academia de Cine en Espafa. La pre-
sidencia de Alex de la Iglesia fue presentada por la CT como
el éxito de una suerte de rejuvenecimiento cultural, una trans-
formacién inm6vil, un «cambiar algo para que nada cambier.
Alex de la Iglesia era construido como la condensaci6n del
nuevo cineasta espafiol ée los noventa: joven, gamberro, con
capacidad para mezclar alta y baja cultura, popular, con una
concepci6n industrial del cine y con capacidad para presen-
tarse como «figura de consenso y renovacin>.
El problema empez6 cuando Alex de la Iglesia se tomé
su trabajo demasiado en serio, e hizo algo prohibido en la
‘Cultura de Ia Transicién: escuchar. El arte de la escucha es el
arte de ponerse uno mismo en crisis y asumis que puede estar
equivocado. Més atin, es asumir que existe
Queda, spero que aboga por la dscusién, pues mide el éxito
en cuanto exista otro dispuesto a entrar al trapo. No hacer
falta muchos. Basta con que ese te r 5
debates.
Visto asi,no deberfa extratiarme que el régimen
vo impucsto pola CT sea Gnicamente de tipo cvattaiv,
Tampoco quese anion. Menos atin que no ecinciba las es-
ridencias que entraia ls eftia, Sin embargo, hay algo que
nancia a una marginalidad mezquina y aislada utilizando la
‘sospecha; una herramienta que permite a la CT penalizar
tildar de disidente a quien practica la beligerancia. Un mee
no, que dirfa Fidel Castro. Un friki, que dirfa alguien tala
tele, Un inutil subversivo, que dirfa un mbro del actual
jonio circule y genere
as infames. Un enemigo de las urnas, después de las 0
sleecioncs, Un radignade, para ploia de tn propo editorial
las ventas de ua libelo, ,
La CT concibe la disidencia como una pato
condena, Igual queen internet sungue all ya nove para
justificar el cisenso: ahora sirve para generar cohesién. En in-’
ternet, segtin veo, no han abandonado la nocién patolégica
que la CT deposit sobre el sujeto bajo sospecha Ha hiper.
Solizado est idee: evidencia trams sin fundamento, valid
ssimonio sn conta naga pre afirnar
supuestos y penaliza complicidades. Se inmiscuye en la inti
tld delta tj eorpesta neta dino supe
cia amparindose en vn cardcter reaccionario, Practica el
puraiamo and intervene en apetos no personales am
-0 en los motivos que generan esa patologia X
txtrpar, Solo ataa a presencia, limita el dlogo ypotencis
la opacidad. El ataque personal abunda en que la inciden-
cia en la CT esté definida tnicamente por la presenci