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Problemas Morales.

26/08/08

Se habla de Ernesto Hemingway, escritor norteamericano, premio nobel de


literatura, por crear un nuevo estilo literario. Casado 4 veces, se suicidó el año
61. Le gustaba el Safari en África, carreras de Toros, bicicletas, etc. La buena
vida. Él pertenece a una generación de escritores norteamericanos que en la
década de 1920 emigraron desde los EEUU a París cuando todavía no los
conocía nadie. Esta generación de escritores es la “generación perdida”.

Hemingway escribió un texto cuyo nombre en español es París era una Fiesta.
Fue su último texto, y de hecho no alcanzó a publicar en vida. El libro es una
mezcla de autobiografía novelada. En él se da cuenta de una sensibilidad
particular. Lo escribe hacia el final de su vida en un momento en el que estaba
pasando por un estado de depresión, diría M. No estaba siendo un hombre
particularmente vital. Se aconseja leerlo.

Después se habla de Sábato.

M habla de buscar una manera de que las cosas sean fuente de consuelo, o
que satisfagan mi deseo. Y afirma que eso es lo que hacen los dos autores
anteriores, más que todo Hemingway, dado que en París era una Fiesta intenta
refugiarse en los recuerdos.

Ahora vemos otra perspectiva de la vida, en el libro “Todo lo sólido se


desvanece en el aire”, de Marshall Berman, libro de la filosofía de la
modernidad. Lo interesante es el prólogo. El título es una frase de Marx, que
intenta decir que todo es efímero, que todo se desvanece. Es bien notable la
belleza que ve en la desgracia de la vida, Marshall.

M: “Todos cuando salimos hoy de la casa nos despedimos de alguien. Es como


una cosa automática. De hecho, nunca tenemos conciencia de que nos
estamos despidiendo. Es algo mecánico, rutinario. Pero si nos detenemos por
un minuto a pensar que esa despedida puede ser en rigor la última, y que yo le
dije chao a mi mamá y ese chao puede ser el último, porque puede morir él o
yo, esa despedida ¿cobra un sentido distinto, o no? Entonces el beso de
despedida se vuelve especialmente significativo, porque es el último. El adiós
para siempre. Si lo supiéramos, tomaría una carga emocional, y dejaría de ser
un acto rutinario. Y la pregunta es ¿acaso no sabemos eso? ¿Acaso la
despedida de hoy no fue el último adiós? No lo sabemos. En rigor, sí es el
último adiós. A lo mejor mañana tenemos la primavera de tener la posibilidad
de volver a despedirnos. Berman destaca ese aspecto de la vida y lo califica de
Bello.” “Todos sabemos que nos vamos a morir, pero no nos gusta pensar en
ello. Una cosa es saber, otra es sentir que se va a morir, y la vida cobra un
significado profundo, respecto de lo efímero. La cabeza nos lleva a lo
perpetuo.” “Somos seres vulnerables que no sabemos mirar la belleza de lo
efímero, de lo transitorio, de lo contingente, porque aunque no hubiera ningún
más allá, si por alguna razón el arte no fuera posible, en rigor tenemos el
presente, que precisamente se llama así porque es un regalo” “La injusticia no
es morir, sino vivir.”
27/08/08

Primera unidad:
El problema del Dolor.

Ayer, en la primera clase de introducción a este tema, veíamos que desde el


punto de vista de la literatura, por tomar cualquier expresión de el arte,
autores como Hemingway, como Sábato, o bien como Berman, autores de esa
índole se acercan a este problema del sufrimiento humano, al problema del
dolor, por la vía de utilizar el arte para huir, como una vía de escape, de una
realidad que resulta dolorosa, y en consecuencia se crean otras realidades,
ficticias, realidades “intelectuales”, en el caso de la literatura, que sirven para
exorcizar el sufrimiento, el dolor, para negarlo, escapar de él, porque el dolor a
veces en verdad se torna insoportable, y por eso qu también el más viejo de
los problemas humano es el problema del sufrimiento humano.

Y porqué es un problema; es un problema porque, parece, no tener un sentido,


un significado claro, el problema del dolor puede formularse como la pregunta
por el sentido del sufrimiento. ¿Qué sentido tiene sufrir? ¿Qué sentido tiene
experimentar, vivir esa experiencia que denominamos dolor? Que si bien es
una experiencia que en general todos los seres vivos experimentan, sólo el ser
humano es capaz de tener conciencia de tener un dolor, y eso es lo que hace
que esto se convierta en un problema. Ese tener conciencia de un mal estar,
de alguna forma agudiza el problema, y entonces la mente, la razón, intenta
buscarle un sentido, un significado a lo que estamos viviendo, un significado a
ese malestar.

Ahora, este problema del dolor es bien paradójico, porque si uno lo mira con
detención hay algo que es bastante fácil de observar. En general uno podría
decir que los seres humanos terminamos adaptándonos a las situaciones
incómodas que nos tocan vivir, aunque esta sea dolorosa. Por ejemplo cuando
se nos muere un ser querido. Entonces, qué tiene de paradójico esto: el seguir
luchando, que es lo que dice Berman. Lo paradójico que hay en la capacidad de
adaptación del ser humano. Por un lado esta capacidad de adaptación es un
recurso extraordinariamente útil. Desde ese punto de vista es algo positivo, ya
que logramos sobrellevar la situación de dolor y continuar viviendo. Sin
embargo, por otro lado si bien esto es un recurso, y nos alegramos por ello, al
mismo tiempo parece ser que cuando nos adaptamos a la nueva situación, lo
que dejamos atrás, la pérdida carece de valor.

Ahora, cuál es el problema que esta pérdida de valor presenta, porque es algo
engañoso. El problema que presenta que es una situación contra intuitiva. Es
decir que la decepción que la persona siente porque ya no le importa la
pérdida, y esto a las personas le complica, porque esto no debería ser así, yo
debería seguir sintiendo dolor, porque esa es la única forma de valorar la
pérdida, algo así como conferirle sentido a lo vivido. A seguir considerando
importante aquello que lo fue y ya no lo es mas. Y entonces, surge un apego al
dolor o al sufrimiento porque es la manera de justificar, de valorar, de conferir
sentido, a la experiencia perdida.

Y psicológicamente no nos aferramos a la persona perdida, sino que nos


aferramos al dolor; es decir, tengo que seguir sufriendo, porque el sufrimiento
me permite considerar importante lo perdido.

Si uno entiende esto, entonces uno se puede dar cuenta de algo


extraordinariamente importante, y es que, al menos en el sufrimiento
psicológico, la mente nos hace una trampa, porque nos hace sufrir más de lo
debido, para no desvalorizar lo perdido, y esa trampa que nos hace la mente, y
que nos incita a permanecer en el dolor, y que nos incita a ser un ser doliente,
a alagar el sufrimiento más de la cuenta, genera una cantidad importante de
otras complicaciones.

Aunque esta no es la única forma de interpretar la situación de un término de


pololeo, porque uno podría pensar que el terminado no sufre más no porque no
le importe su relación pasada, sino porque la experiencia en si misma se
consumió, se vivió completamente. Y de ahí no se sigue que lo dejado a trás
carezca de importancia. Pero, desafortunadamente es la idea anterior la que
predomina. La idea de que entre más sufrimos, más nos importa, por lo tanto
en occidente vivimos en una cultura del dolor, en una cultura que hace
apología, defensa, del dolor. Que considera importante en sí mismo el sufrir. Es
una cultura masoquista. “El que no sufre es un indolente, un insensible, un
animal”. Por lo tanto el dolor está en el centro, en el corazón mismo de la
cultura occidental. Y si uno intenta rastrear los orígenes de esta situación, nos
topamos con aquél sistema de creencias que en forma paradigmática, en
forma ejemplar, se han ocupado del problema del dolor. Ese sistema de
creencias es lo que se denomina religión.

Las religiones, todas ellas, sin excepción de ninguna especie, tienen al menos
una cosa en común; intentar conferir una explicación y sentido al sufrimiento
humano. Por ejemplo, si uno le pregunta a un cristiano por qué los seres
humanos sufrimos, la respuesta oficial es “porque somos pecadores”, donde el
pecado consiste en alejarse de la voluntad de Dios. Por otro lado, el judaísmo,
el Islam, etc.

Si uno va a oriente, y revisa el budismo, en cualquiera de sus vertientes,


también hay una explicación al dolor; las personas sufrimos porque tenemos
un apego al deseo, y en consecuencia si uno deja ese apego, dejará de sufrir.

“Cuando se produce el logro de algo que nos costó, sí, hay una sensación de
bienestar, pero la mala noticia es que dura súper poco.”

Pero no sólo las religiones se han ocupado de este tema, sino que también la
filosofía, desde luego. Brevemente, hay tres visiones filosóficas generales que
abordan este problema:

En primer lugar hablemos del mito de Sísifo.


Sísifo tuvo la mala ocurrencia de contradecir a Zeus (mitología griega),
entonces Zeus, el rey del Olimpo, decidió imponerle un castigo a Sísifo. El más
brutal de los castigo. Lo condenó a empujar una piedra colina arriba de moto
tal que cuando lograra llegar a la cima, la roca caía, y él debía subirla de
nuevo, y así por toda la eternidad. Este mito representa la condición del ser
humano en este mundo. Un ser humano que se esfuerza sin ningún sentido.
Por eso, Camus, escribió “el Mito de Sísifo”, y en el primer capítulo de ese libro
Camus dice “La pregunta más importante de la filosofía es una sola. ¿Está
justificado el suicidio?” Puesto de otra manera; ¿Vale la pena (ahí está el dolor)
vivir? ¿Cuál es el sentido de la vida? Es decir, una vida que incluye la
experiencia del dolor. Esta concepción filosófica que plantea las cosas en base
al mito de Sísifo, o sea en la banalidad y futilidad de agitarse, se conoce con el
nombre de Existencialismo.

Pero, hay otras formas de ver la vida, como por ejemplo Ludwig Wittgenstein.
Él decía que la condición humana puede representarse como una mosca que
intenta salir de una botella. Ya no es Sísifo empujando una roca, sino que
somos, los seres humanos, moscas intentando salir de una botella, pero una
botella destapada, es decir hay una salida, lo que pasa es que es difícil salir de
la botella. Según Wittgenstein, el filósofo está fuera de la botella, y en
consecuencia el rol de la filosofía es ayudar a la mosca a salir de la botella. La
botella representa al lenguaje, y el pensamiento es lenguaje, entonces la tesis
de W es que hay cosas respecto de las cuales podemos hablar, y hay cosas
respecto de la cuales mejor es callarse, porque el lenguaje no sirve para
referirse a esos temas. Y la pregunta por el sentido de la vida, que incluye la
experiencia del dolor, es una de esas preguntas que no cabe formularse en un
lenguaje, ni menos responderse. Es decir, la pregunta por el sentido de la vida
no tiene sentido, lo que no significa que el tema del sentido de la vida no sea
importante. Es probablemente uno de los temas más importantes, pero es uno
de los temas respecto de los cuales es mejor guardar silencio.

Hay una tercera concepción, final, que se quisiera esbozar, y que dice que la
vida no es como el mito del Sísifo, ni tampoco como la pinta W. La condición
humana no consiste en moscas que queremos salir de una botella, más bien
parece adecuado describir la condición humana como un laberinto, y la gracia
del laberinto es que tiene un punto de entrada y salida, pero también tiene
muchos caminos bloqueados. Los seres humanos vivimos dentro del laberinto,
esa es la condición humana, es similar a la de un laberinto (los filósofos
también), y entonces todo lo que podemos hacer de acuerdo con esta
concepción filosófica es avanzar por ensayo y error, y aquí se presenta el
sufrimiento de nuevo. Y lo más sano es devolverse y buscar otro camino. La
gracia del laberinto es que uno puede ir haciendo un mapa, y uno sabe algunos
caminos que están bloqueados y que son caminos por los cuales no se puede
transitar, lo que en teoría va reduciendo las opciones. Desde este punto de
vista el sentido de la vida está simplemente en aprender, pero no se aprende
del acierto, sino que se aprende del error. Mucho más importante que los
triunfos son los fracasos. Mucho más importante que acertar es equivocarse.
Aprender duele.
Tres formas de concebir la existencia. Respecto del mito de Sísifo algunos usan
otra figura; algunos recurren a la idea de “peces en la red”. Los pescadores
cuando suben las redes del agua y están con peces dentro, lo que hacen esos
peces lo que hacen es agitarse, intentando salir. Pero, cuando logran salir,
mueren. Entonces, no tiene sentido agitarse, porque terminaremos en el
Sartén.

09/09/08
Analizábamos el problema del dolor, y apropósito de eso dijimos varias cosas,
como cuál es el significado del dolor. Por ejemplo, para la religión. Y la última
clase vimos historias al respecto. También vimos cómo la filosofía se había
encargado de eso desde el punto de vista de los seres humanos.

Distinción importante:
Esta distinción en general no se hace, y en muchos textos no se hace esta
diferencia, sino que se usan como sinónimos. Se hará para los efectos de este
curso.

- Dolencia.
Cuando hablamos de dolencia aludimos fundamentalmente a un dolor o pesar
biológico, físico. De hecho, uno usa la palabra dolor en ese sentido (me duele la
cabeza). Es simplemente una sensación biológica o física. La dolencia es neutra
axiológicamente hablando, es un hecho del mundo como cualquier otro. Es el
dolor físico o psíquico producto de un conjunto de síntomas.

- Enfermedad.
La enfermedad es una interpretación que se hace del dolor, o de la dolencia. Es
decir, se atribuye a la dolencia un significado específico, un sentido. Desde
este punto de vista, el dolor admite interpretaciones (hermenéutica del dolor).
Es la vieja pregunta de ¿por qué me está pasando esto a mí? Y esa pregunta
exige una respuesta, un significado, un sentido, y ese sentido normalmente
viene dado por una interpretación; interna o externa.

Entonces, el dolor admite interpretaciones. Esta interpretación viene de la


cultura en que la persona doliente está inmersa. Se trata de darle a la dolencia
una interpretación normalmente va asociada desde la cultura a una
característica de la personalidad de la persona que sufre. Es decir desde un
plano psicológico se pasa al plano de la dolencia física, intentando interpretar
el porqué de la dolencia.
Pero el problema de las interpretaciones que la cultura asigna a las dolencias
es que terminan generando un sentimiento de culpa de quien padece la
dolencia, por cuanto la interpretación pone la causa de la enfermedad en las
características del individuo que la padece.

Por ejemplo, si se le da culpabilidad a una madre por su cáncer, eso la


menoscabará más, porque pensará que ella se auto generó la enfermedad. Y,
así, se irá excluyendo, porque se sentirá culpable. Y eso es malo, porque uno
termina muriendo solo. Es mejor morir entre humanos que entre máquinas.
Pero, desgraciadamente como la sociedad actual pone etiquetas a las personas
que se enferman por largo tiempo, con perversidad. Permanece esa
perversidad.

*Somatización Soma significa Cuerpo. Y, psicosomatización  Efectivamente


hay síntomas que tienen a nivel causal un origen en la estructura psicológica
de la persona.

Hay que discriminar que son diferentes planos, para evitar sufrimiento inútil. Es
decir, de que uno sea depresivo y triste, no se sigue, necesariamente, que a
mí me de cáncer.
Ahora, todo esto genera un círculo de sufrimiento inútil, de dolor inútil.
M: “Desde la ignorancia buscamos interpretaciones”.

Ahora, cuando una persona sufre, particularmente de una dolencia grave, se


fractura su armonía con el mundo. Todo iba bien, hasta que de repente
surgió el dolor, y la vida se expropió; cambió de color, y la persona en
consecuencia empieza a transitar por lo que los griegos llamaban el
inframundo, una suerte de infierno, lugar inhóspito, en el cual no se quiere
caminar. Y, eso produce miedo, transitar por las tierras del dolor y la
enfermedad sin sentido, produce miedo. A nivel psicológico los griegos
hablaban de esto. Ahí, la angustia, el miedo y el terror, nos carcome. Y nos
preguntamos, ¿por qué a mí? ¿Me moriré pronto? ¿Qué hago? ¿Alguien me
querrá (porque, en la cultura del dolor se usa alejarse del enfermo, porque
puede contagiarse)? Y el enfermo se va quedando, aunque sea en su psiquis. Y
más encima nosotros los seres humanos tenemos cierta crueldad innata, ya
que se le exige al enfermo “cambia la cara”, “deja de quejarte”, y quien los
hace también tiene miedo, tiene miedo a identificarse con el enfermo, a que le
pase lo mismo, entonces ve al doliente y dice “esto tiene como un límite, y me
recuerda que yo también puedo estar enfermo, en esa situación”, y tira esa
pachotada. Miedo de identificarse con el enfermo, al punto de que si tenemos
dinero contratamos una enfermera o lo llevamos a que se quede en un
hospital, para verlo de vez en cuando, a ver cómo siguen las cosas.

Capítulo tres.

Hay una historia de acuerdo con la cual Zeus mandó a alguien al inframundo, a
los territorios de Hades, como “prueba”. Y le dio, según la historia mitológica,
dos biscochos, porque en las puertas del inframundo, del infierno, había un
tremendo tricéfalo, entonces como esto era nada más una prueba, el bizcocho
era importante, porque cuando se llegaba a las puertas del inframundo, uno
tiraba un bizcocho, el monstruo se distraía y el personaje entraba al
inframundo.
Cuando entra, se tiene que enfrentar con diferentes situaciones, como con un
anciano que cargaba con un burro madera que había cortado, y entonces el
burro se cae raudamente y se le cayeron los maderos, y le pide ayuda a
nuestro personaje, y recordó que Zeus le había dicho que no ayudara a nadie
en el inframundo, OJO, lo que significaba no ayudar a un anciano. Eso,
diríamos, es moralmente reprochable. Y la historia sigue con similares
naturaleza, en situaciones en que cualquiera de nosotros lo que haría sería
ayudar. Pero la recomendación de Zeus era no ayudar.
Salió del inframundo y Zeus le pregunta ¿cuál es la moraleja de esta historia?
Y, nos preguntamos, ¿por qué Zeus le aconsejó esto? Fue por prudencia, ya
que si ayudaba podía perder el segundo bizcocho. En consecuencia, no
ayudar a nadie porque primero el enfermo debe ayudarse a sí mismo.

Llevado esto a lo más práctico, significa que, cuando uno está enfermo, todos
los recursos de valor, hay que usarlo en nuestro propio beneficio, porque si
empezamos a usar tiempo en hacer otras cosas distintas a las de cuidarnos,
nos quedaremos en el inframundo, permaneciendo en la enfermedad o en la
dolencia.

En consecuencia, cuando nos pidan ayuda para poner la mesa, y estemos


enfermos, podemos negarnos, porque estamos consumiendo energía en
recuperarnos, y toda la energía debe ir hacia esos propósitos.

Pero lo que no hay que hacer es arrendarle la mente y el tiempo a aquellas


cosas que cree que debería estar haciendo y no está haciendo. Hay que ocupar
la energía mental en cosas útiles.
Segundo, eso no significa que voy a estar pensando que estoy enfermo todo el
rato, sino que simplemente no debo estar con la mente en el exterior. Tampoco
en la pura enfermedad, pero sí debo en consecuencia silenciar la mente y el
cuerpo, descansando.

Una pregunta, ¿qué hace un curso y una reflexión como esta en una carrera de
Dº?
– Para defender intereses de un cliente. En la profesión legal se supone
siempre por definición es prestar servicios personales. Esta labor es
inseparable de nuestra persona, y lo que aspira este curso es
desarrollar la habilidad psicológica de entender qué quiere, qué
necesita y cómo piensa el otro, el cliente, para poder prestarle un
buen servicio profesional. Y en esta profesión nuestros clientes son
clientes con problemas.
– Los abogados vivimos siempre en el conflicto, y el conflicto no es algo
abstracto, se produce entre seres humanos, y para poder servir bien a
nuestro cliente, hay que saber comprender por qué se produce el
conflicto. Saber identificar dónde están los puntos que generan la
situación y ahí contribuir con una propuesta de valor.

10/09/08
Se llamaba el Mito de Psique.

Teoría de la Prisión.

Cuando hablamos de sufrimiento y de dolor, cuando alguien se pregunta por


qué a mí, eso significa que hay un yo doliente, y entonces la teoría de la prisión
tiene que ver con eso; alguien que percibe, siente, el sufrimiento.
EL Yo que sufre es un centro de percepción, y ese centro de percepción lo
vamos a denominar de modo más genérico conciencia. Son términos
intercambiables para los efectos de la teoría de la prisión. Y se denomina teoría
de la prisión porque la conciencia, centro de percepción, se encuentra
“prisionera”, “atrapada”, al interior de cuatro muros.

Estos muros de la prisión del yo, de la conciencia, son:

a) El muro de las Creencias.


b) El muro de los Hábitos.
c) El muro de Etiquetamiento.
d) El muro de los apegos (el más grueso de todos).

El muro de los Etiquetamientos:

La etiqueta es algo que ponemos sobre algo para poder identificarlo. Es una
suerte de marca, de nombre, o todavía podríamos decir un calificativo que le
ponemos a una persona o a una cosa para identificarla. La marca o etiqueta
concentra un cierto valor o ciertas veces un no- valor.

Cuando nosotros, los seres humanos entramos en interacción con otras


personas, preguntamos primero el nombre, pero en seguida, consciente o
inconscientemente, lo que empezamos a hacer cuando miramos al otro
analizamos, por ejemplo, su vestimenta, sus movimientos, cómo habla, lo que
dice, etc. Y el refrán popular dice que uno sólo tiene una oportunidad para
generar una primera impresión, y teorías neurológicas afirman que esto toma
sólo 15 segundos.

Pero, luego de pasado un tiempo considerable, uno empieza a elaborar mejor


la percepción de la persona, estableciendo un diálogo, preguntando. Ahora,
también nosotros podemos tener un antecedente de la persona en cuestión.
Eso nos influye, ya que llegamos con una pre concepción un prejuicio. Y ese
prejuicio que opera como un condicionamiento cuando nos encontramos cara a
cara con un ser humano, lo que determina, en mayor o en menor medida, la
concepción que uno se va a hacer el otro. Y la pregunta es la siguiente,
normalmente cuando uno ya ha elaborado esta fotografía, usa esa primera
impresión como una etiqueta. Es decir, uno dice, Juan tiene las siguientes
características: etc, etc. Y en consecuencia, la próxima vez que me tope con
Juan, aunque no lo diga conscientemente, tendré en cuenta esta etiqueta. No
siempre lo estoy pensando, pero siempre está ahí. Entonces, la pregunta es,
¿qué problema tiene el poner etiquetas a las personas?

Primero, esa primera impresión, y etiqueta por consiguiente, es que cuesta


mucho sacarla. Y eso debiera importarnos primero porque afecta el cómo nos
relacionamos con la persona, y eso es complicado porque no le damos a las
personas, siempre, una segunda oportunidad.

Ahora, colocamos etiquetas al resto, pero también a nosotros, generalmente


de características positivas. De hecho, persona en latín significa máscara, y eso
es una etiqueta, que oculta nuestra verdadera identidad. Y en consecuencia
pareciera que ésta más que una relación entre seres humanos es una relación
entre etiquetas.

Por ejemplo, cuando uno se enamora no se enamora de la persona sino del


concepto que tiene del otro ser humano, y precisamente cuando
enamoramiento pasa, viene la des ilusión, que quiere decir básicamente “ya no
te veo como te veía”, y ahí se acaba el enamoramiento, y se comete el error y
la torpeza de terminar con la relación, ya que el des ilusionarse implica un
motivo para continuar, porque antes lo veía como un estúpido, pero eso es
simplemente una idealización. Y, ahí viene la prueba de la verdad, de si uno
puede continuar habiendo visto el “lado oscuro” de la otra persona. Y todo este
problema es porque las personas se disocian de la realidad, y ven lo que
quieren ver, no lo que es. Si se permanece mucho tiempo enamorado, hay que
sospechar, según M, en cambio cuando hay desilusión, hay un avance. La
etiqueta hace que se descuide el ser humano por la persona (máscara).

M: “si uno no entra en el lado oscuro de la persona, no está tomando a la


persona completa, y por eso muchas relaciones empiezan a deteriorarse en el
tiempo. No se sigue cuando viene la des ilusión que debo esforzarme por
continuar, puede que sea muy grande la desilusión, pero es algo que hay que
evaluar críticamente. El enamoramiento existe a primera vista, el amor no”.

Pero, en todo ámbito de relaciones interpersonales etiquetamos y somos


etiquetados.

M: “No debiera importarnos lo que las otras personas piensen de nosotros,


porque nos puede determinar”. “El adolescente no sabe decir que no, el adulto
sí. Sabe poner límites, tranquilamente. Es fundamental la capacidad de decir
que no cuando uno cree que no”, “capacidad de des identificarse de la masa”.

M: “El ideal sería que cada vez que nos encontremos con alguien, hacer un
switch como si lo viéramos por primera vez, y entonces uno empieza a
descubrir otras dimensiones de las personas, y ahí las relaciones se van
fortificando”.

El conflicto se produce siempre por el choque de percepciones de las personas,


dos conciencias que no se pueden comunicar entre sí. El mundo de las
etiquetas altera nuestras percepciones, y el camino a la adultez es dejar de
lado las etiquetas, y esto es independiente de las convicciones éticas, por
ejemplo, es simplemente una manera de pararse frente al mundo. Tiene que
ver con convertirse en ser humano.

30/09/08
Cuando hablamos de sufrimiento hay alguien que sufre, y ese que sufre es un
yo, que hemos definido como una conciencia, y a la vez como un centro de
percepciones, que parece estar limitado o condicionado por cuatro muros, y de
ahí hemos hablado de teoría de la prisión.

Uno de los muros es el del etiquetamiento, que es el que analizamos la clase


anterior.
Para cerrar este tema, también se les pueden poner etiquetas a los países.
Cuando uno viaja mira el país desde fuera, y además mira cómo los del otro
país nos miran.

Hablemos ahora del muro de las creencias (que está arriba de la prisión). Una
creencia es una representación mental de cierta realidad. Pueden ser
políticas, científicas, morales, religiosas, etc.
¿y por qué las creencias pueden limitar nuestra capacidad de percepción? ¿Es
decir, nuestra conciencia?

En la medida en que vamos incorporando más lenguaje nuestra percepción de


la realidad aumenta. Por lo tanto, mientras mayor lenguaje manejamos,
tenemos mayor amplitud de nuestra conciencia, mayor amplitud de
percepción. Por eso, el lenguaje es condición necesaria del lenguaje. Nadie
puede pensar racionalmente sin tener un lenguaje.
Esquemas Conceptuales.

Lenguaje (Forma de Expresar Creencias).

Realidad. (Configuran nuestra realidad).

Esto implica que no hay una realidad objetiva, sino que hay tantas realidades
como personas. Cada uno de nosotros tenemos un esquema conceptual
(software), un sistema de creencia, y ese sistema de creencias está
intrínsecamente relacionado con la realidad, en términos tales que la
configura, la modifica. Y tener conciencia de esto es importantísimo, porque lo
queramos o no, cada vez que entramos, por ejemplo a una clase, nuestro
esquema conceptual se modifica. No somos impunes hacia la creación o
modificación de realidad, en una clase, por ejemplo. Y esto es válido para
cualquier interacción comunicativa. El diálogo entre los seres humanos
modifica, lo queramos o no, el esquema conceptual, y en consecuencia la
concepción de la realidad.

Pero, el hecho es que la realidad objetiva existe, pero, bajo esta forma de
pensar, no podemos verla (en forma objetiva)m entonces no existe para el
sujeto que conoce, a diferencia que para efectos del conocimiento.

En rigor, uno tiene interpretaciones acerca de lo que es, acerca de la realidad.


Cada uno de nosotros tenemos distintas formas de interpretar la realidad. Y en
la medida en que esas interpretaciones sean coincidentes, entonces se
generan realidades compartidas.
Si en cambio las interpretaciones no son coincidentes, tenemos conflicto. Es
decir, es un conflicto de interpretaciones.

¿Los muros de la prisión se pueden ampliar? ¿O derechamente


podemos salirnos de la prisión?
El arte, la música, la literatura, la ciencia, etc; son aproximaciones a la
realidad. Lo importante es ver dónde coinciden, cómo, y si coinciden o no, las
interpretaciones.

Otro muro es el de la Rutina.


¿Qué es un hábito? Una repetición. Rutina.
Nos recuerda a Sísifo.
Y nosotros tenemos hábitos, cosas que hacemos automáticamente.

En hábito, en la rutina, en el saber anticipadamente qué hacer, yo puedo


mantener tranquila, calmada, apaciguada, morigerada la ansiedad, pero si nos
alteran las reglas del juego, nos surge ansiedad, que subyace a la pregunta ¿y
ahora? ¿Cómo lo hago? ¿Y ahora qué debo hacer?
Y cada vez que nos presentamos frente a estas preguntas, debemos tomar
decisiones, lo que siempre supone algún nivel de ansiedad. También nos
provoca angustia.

Y todo esto no nos gusta, nos es incómodo. Se nos abre una posibilidad de
nueva realidad, y eso nos complica, por eso el hábito, la rutina, es un muro de
esta prisión, porque la tendencia natural es precisamente que nuestros hábitos
se mantengan.

01/10/08

El muro de los Apegos (debajo de la prisión).

Aferrarse a algo es tener apego, a personas, a las cosas, a la vida. Nos


aferramos a los conceptos que tenemos. Y nos da miedo perder a lo que
estamos aferrados.

Miedo a la muerte.
El miedo a la muerte es el miedo a perder lo que se tiene, y este aferramiento
a la vida parece tener que ver con el miedo a perder lo que tenemos (porque
morimos nosotros), como nuestros seres queridos, nuestros objetos cotidianos
queridos, en fin… El miedo a morir es un apego a los apegos, y por eso es uno
de los miedos más fuertes que experimenta el ser humano.

Uno no teme a estar muerto, sino al proceso de vivo a muerto. La muerte es el


único acontecimiento que uno no vive.
El deterioro paulatino es aquel que nos provoca incertidumbre, temor, miedo,
etc.
Por otro lado, morir en el siglo XXI no es particularmente grato, porque hoy en
día se muere solo. (Clínicas, hospitales, etc.) Antes la gente aceptaba como un
hecho de la vida su finalización.
De hecho, un siglo atrás era muy común que murieran niños en una familia. En
cambio hoy en día morir es como un acontecimiento sorpresivo, porque
creemos que tendremos una larga existencia, pero eso es sólo una suposición,
condicionada por el muro del apego.
Miedo a perder la Salud.
Es el miedo a que los órganos se expresen, y surge la preocupación de si
podremos recuperar nuestro estado anterior de bienestar, al cual estábamos
apegados.

Ahora, el muro del cual hablamos está apuntalado por 3 tipos de


condicionamientos:

– Biológicos, sociológicos, sociológicos (culturales).

Están en las esquinad de los cuatro muros.


Por ejemplo, puede haber ansiedad biológica o ansiedad psicológica, o creada
por la sociedad.
Y estos condicionamientos hacen que sea más complejo determinar qué es lo
que nos está pasando.
Todo esto se mezcla, se confabula, nuestro esquema de creencias, nuestros
hábitos, nuestros apegos, las etiquetas que hacemos, y el miedo que subyace
a esto, y la cultura en que habitamos, y en consecuencia todo esto nos lleva a
una realidad distinta. Nuestras interpretaciones, en consecuencia, están
extraordinariamente condicionadas. “Aquello que llamamos yo (esa idea) es
extraordinariamente difícil de analizar”. “El apego a la vida es un impulso
biológico, y esa es una de las razones de por qué tener relaciones sexuales es
algo agradable y placentero, al menos mientras se está teniendo la relación
sexual, y esto es porque es producto de la evolución de la especie. Es
placentero precisamente para preservar la especie.”

Y, como es un impulso, en consecuencia no hay que sentirse culpable por tener


un deseo sexual.

Pero, además del impulso, hay que tener la voluntad, y eso es lo que se
puede morigerar, en cambio no el impulso. Y es entonces reprimiendo la
voluntad, racionalmente, que podemos evitar actuar instintivamente.

Ahora, el apego es apego a las etiquetas, a las creencias y a los hábitos.

También tenemos apego al pasado.

Muchas veces nos definimos por el hacer. Nuestro yo actual se puede relatar,
es una historia, que normalmente le contamos a aquel con el cual iniciamos
algún tipo de relación. Pero cada vez que hablamos de qué somos, o de qué
hemos hecho, lo hacemos reinterpretadamente.

“El pasado no existe”, y con esto se quiere decir que nosotros lo vamos
creando, en el presente. En cada minuto vamos re elaborando nuestro pasado.
Los hechos que algunas vez parecían claros se vuelven difusos, y el pasado se
reinventa; siempre en el presente.

Pero, y sucede que si no analizamos los recuerdos, y por ende los modificamos,
los recuerdos se estancan, no se mueven, y por lo tanto perecen.
Y si el pasado no existe, el futuro tampoco. Es el por venir. Nos podemos
imaginar cómo va a hacer, podemos proyectarnos, pero aún no ha llegado.

Las personas que tienen una tendencia a la angustia miran más hacia el futuro.
Tienen un problema con controlar los procesos, con la incertidumbre. También
esto es con la angustia.
Y quienes tienen tendencia a la depresión (no endógena), en general miran
más hacia el pasado.

Bueno, después de esto, a la siguiente pregunta:

¿Quién soy “Yo”?

Uno parte definiéndose con una etiqueta; el nombre. Es la primera respuesta.


Pero el nombre no es suficiente, es simplemente una forma de dirigirme al otro
que facilita la comunicación. Pero, qué más se puede decir. ¿Qué haces?

La segunda respuesta es el “Yo” biográfico, en base al qué haces. Parece que


definimos el yo por el hacer. Somos lo que hacemos, de acuerdo con esta
segunda respuesta. Y empezamos a intercambiar experiencias, por ejemplo del
pasado, y de lo que hacemos en la actualidad. Esto, como se dijo es el Yo
Biográfico.

Pero indudablemente estas preguntas son altamente insuficientes para


responder trascendentemente. Con esta pregunta es busca establecer la
frontera entre lo que yo soy y lo otro, el mundo, todo lo demás, el universo
completo. Y la frontera, como respondería un niño, es el cuerpo, la piel. Esa es
una respuesta empírica. Esta es la tercera respuesta, la empírica, del yo
empírico, es decir “yo soy de la piel hacia dentro, y de la piel hacia afuera es
lo otro. La piel es una especie de envoltorio del yo, una especie de saco, de
bolsa, que lo aprisiona o envuelve. En consecuencia, todo lo que está dentro de
la piel es el yo, todo lo que está fuera de la piel es lo otro. Sin embargo, ¿es
tan vierto que nos identificamos con nuestro cuerpo? ¿Consideramos a nuestro
cuerpo como parte de lo que somos, como un yo?
Uno habla del cuerpo como que fuera una pertenencia, como hablamos de las
demás cosas que nos pertenecen, como si hubiera un derecho de dominio
sobre el cuerpo, lo cual significa que si hablamos de esa manera, no
identificamos el yo con el cuerpo. Esa es la conclusión, al menos al nivel del
lenguaje. El cuerpo es algo que nos pertenece. Ahora, la pregunta es por qué
hablamos de esa manera. Qué puede haber en el cuerpo que no nos guste. Y al
parecer es por el dolor. Precisamente porque habitamos un cuerpo es porque
sufrimos. El dolor es un fenómeno biológico y psicológico. Sólo se puede sufrir
habitando un cuerpo, de la forma en la que nosotros sufrimos. Esta es una de
las razones por la cual no nos gusta identificarnos con el cuerpo. Por otra parte,
el deterioro del cuerpo. Y en consecuencia se enferma, lo que no es una
experiencia para nada grata, y normalmente cuando uno está enfermo dice
improperios al respecto. Las necesidades, en el sentido de que nos limitan,
también. Por otro lado, el cuerpo es un recordatorio permanente de la muerte.
No me gusta identificarme con aquello que nos puede extinguir, nosotros
necesitamos un yo que trascienda, que sobreviva al cuerpo. Pero además, en
el cuerpo habitan las emociones, y hay emociones que son agradables, como
hay algunas que son emociones, como la rabia, la tristeza, etc. No hay
emociones incorpóreas. Entonces, no nos identificamos con el cuerpo.

Y en consecuencia, nos des identificamos del cuerpo y reducimos el yo en la


mente. El cuerpo y la mente, la psiquis y el soma, son cuestiones separadas.
Entonces, ponemos la frontera en la mente.
Entonces, el yo es la mente, y todo lo demás, incluyendo el cuerpo, es lo otro.

Cuando uno reduce el yo a la mente, el tema no termina ahí. En general,


¿tenemos una buena impresión de nosotros mismos? Al parecer sí, la mayoría
de los seres humanos tiene una imagen de sí mismos muy positiva. Es evidente
que tenemos defectos, pero no nos gusta identificarnos con los defectos. Y,
entonces, esquizofrénicamente podemos dividir la mente en dos: La imagen
positiva de nosotros mismos, que en psicología se denomina persona, y la otra
parte, la sombra, que va siempre con nosotros.

La sombra con aquellos aspectos de nuestra personalidad que nos disgustan o


desagradan, y que nos negamos a reconocer, y en consecuencia lo
enajenamos, lo sacamos fuera de nosotros, lo llevamos a fuera, no forma parte
de nosotros.

En psicología esa enajenación se denomina proyección, es decir, esto no lo


reconozco como mío, lo enajeno, lo proyecto, y lo proyecto en otra persona o
en una cosa. Yo no soy el que tiene rabia, el rabioso es el otro.

Un ejemplo:
Supongamos que Fernanda se levanta en la mañana de un sábado y dice “mi
closet está muy desordenado, hay que ordenarlo”, entonces, en consecuencia,
tiene el impulso de ordenar el closet, se levantó con esa predisposición.
Entonces, empieza ordenar, y mientras está en eso, encuentra una pequeña
caja de recuerdos, y en consecuencia la abre y empieza a encontrar cartas
viejas, fotos de ex pololos, etc. cosas que le producen emociones propias de
cuando uno encuentra ese tipo de cosas. Y entonces qué pasa con Fernanda:
se entretiene observando, y empieza a transcurrir el tiempo, y de repente
Fernanda toma conciencia de que ha pasado mucho rato en eso, y que no ha
ordenado s closet, y entonces empieza a sentir una sensación de incomodidad,
ya que compiten las ganas de ordenar y las de observar los recuerdos.
Entonces Fernanda está debatiendo sobre eso en su mente, y su mamá toca la
puerta y le dice “Fernandita ¿todavía todo desordenado?” y Fernanda se
emputece y grita hacia su mama.

Y lo que pasó ahí es que Fernanda estaba complicada; tenía ganas de ordenar
el closet, pero se distrajo y esas ganas fueron compitiendo con las otras, pero
inconscientemente ella se niega a admitir que lo que se había propuesto no lo
está logrando, y eso genera una incomodidad, y necesita sacarse ese impulso,
ese desagrado, y para eso se necesita un gancho, que en este caso fue la
mamá, entonces inconscientemente Fernanda enajena, proyecta, colgándose
de su madre, diciéndole “por qué me presionas”, cuando en rigor la presión
venía de adentro. Pero la persona debe tener algo que ver con la proyección, y
si uno no encuentra la persona adecuada, le pega a las cosas.

La conclusión es que, cada vez que uno se siente presionado, es porque


queremos hacer algo.
Cada vez que nos sentimos presionados, es porque queremos hacer lo que nos
piden que hagamos, porque cuando uno no quiere hacer algo, nos da lo mismo.
Y, no es otro el que nos está presionando, sino que somos nosotros mismos los
que nos presionamos. Y eso es estar en la sombra, el no admitir que
efectivamente queremos hacer lo que se nos está pidiendo que hagamos.

Otra manera de detectar nuestra sombra es, cuando alguien nos dice alguna
cosa, y “nos duele”, es porque algo de razón tiene. Porque si a mí me dicen
algo, y no me identifico al menos con algo, me da lo mismo.

Hay que fijarse, en esta instancia, cómo el Yo se reduce a algo mínimo.

Falta una clase.


28/10/08
Fronter
Persona Sombra
Ego Cuerpo
Centauro Mundo

Desde un punto de vista cuántico es posible sostener que todos formamos


parte de todo, no hay una separación relevante entre el yo y lo otro. Y tener
conciencia de esto, tiene una serie de aplicaciones prácticas, vistas en la clase
anterior.

Pero, hemos dicho que a un nivel físico el centauro puede unirse al mundo, a la
naturaleza, pero el desafío es lograr eso a nivel de la conciencia, y uno puede
entender fácilmente al final del día que el cuerpo es parte de nosotros, pero es
difícil concebir que el resto del mundo también.

Ahora, ¿cómo ha sido la historia del ser humano con la naturaleza? ¿Cómo lo
percibimos?
La percibimos como algo hostil, porque somos vulnerables hacia los elementos
de la naturaleza. La naturaleza nos da miedo; tiene fuerzas poderosas. A veces
puede fallarnos, nos traiciona, no siempre nos es fiel a lo que pensamos.
Además, está llena de bichos indeseables, que hacen que el cuerpo se
enferme, por ejemplo.

Y, por lo tanto, no tenemos, en general, ninguna gana de identificarnos con una


naturaleza que nos es hostil, al punto que los primeros dioses se identificaban
con la naturaleza, en el sentido de poder que está fuera de nuestro control.

Pero, por otra parte, la naturaleza también puede ser amiga, amable. Nos
proporciona alimento, aire, etc. Nos permite la vida, sin ella no podemos vivir.
Es decir, como casi todas las cosas, la naturaleza tiene un carácter dual; unas
veces es amigable y otras veces hostil.
Sin embargo, si bien hay algunos niveles de armonía con la naturaleza, lo que
muestra la historia de la humanidad es que el hombre ha tenido que ir a la
conquista de la naturaleza, que supone siempre un control de ella, como por
ejemplo cultivar sin que haya todas las condiciones óptimas. También
buscamos sustancias que combatan los microbios.

Para esto se usa, en primera instancia, el conocimiento científico, y después la


implementación de esta, la técnica o tecnología, que nos ha servido para
someter la naturaleza a nuestra voluntad. Esto nos puede llevar a situaciones
bastante terribles, como por ejemplo el cemento sobre la tierra, que impide
que salgan flores. Los autos también. Es decir, cuando atacamos a la
naturaleza para dominarla, esta busca otra manera de reaccionar, y en
consecuencia hoy vemos algunas manifestaciones evidentes como el cambio
climático o el agujero de la capa de ozono, que ponen en riesgo nuestro
desempeño de la vida normal. Es decir, la dominación de la naturaleza se está
volviendo en una amenaza para nuestra propia existencia, y si destruimos la
naturaleza, probablemente nos destruiremos nosotros, y eso nos debiera hacer
sospechar que algún tipo de interdependencia tenemos con el entorno. No
somos personajes caminando en la nada.

Entonces, no es tan cierto que nosotros, incluyendo nuestro cuerpo, seamos


completamente independientes de la naturaleza.

Como otro tema, el universo está en expansión, los cuerpos se alejan unos de
otros. Lo interesante es constatar que los que estamos relatando la historia del
universo somos nosotros, los seres humanos. El universo no tendría historia si
no hubiera alguien capaz de relatarla. Se dice que el Big Bang ocurrió hace 14
mil o 15 mil años atrás, y, hacia la mitad, nace la conciencia, es decir, la
capacidad de darse cuenta de que uno existe con independencia del resto del
universo, la capacidad de darse cuenta de que uno es una identidad separada
del universo. Ahí surge la conciencia, y eso ocurrió hace unos cuatro millones
de años. Es decir, la historia del ser humano sólo tiene 4 millones de años.

Cuando nace la conciencia, lo que era una sola línea, una unidad, una
totalidad, se separa, porque hay alguien (conciencia, ser humano, centro de
percepción) capaz de darse cuenta de que es algo separado del universo, y la
unidad se divide. Aparece el mundo dual; mundo de la conciencia y mundo
del universo. Y, cuando aparece este mundo dual, se puede contar, hacia atrás
la historia del universo, y se relata a través de la conciencia.

Preguntarse por antes del Big Bang sería una pregunta absurda porque no hay
un antes, ya que no había ni tiempo ni espacio, y en rigor antes del big bang no
había ni tiempo ni espacio, ya que ellos empiezan con el universo. Es un
absurdo lógico preguntarse por un antes del big bang. Es decir, ninguna de las
leyes de la física conocidas puede aplicarse allí. Y por lo tanto, la historia del
universo es la historia del tiempo; son procesos que coinciden. Y esa historia
del universo o del tiempo, sólo existe para nosotros porque en algún minuto
nació la conciencia y se pudo relatar la historia hacia atrás.
Ahora, simultáneamente con eso, a un nivel con eso, el universo sigue
expandiéndose. Es decir, la evolución que experimenta el universo es
expansiva, crecer, ampliarse, y la buena noticia es que la conciencia también
sigue ese mismo patrón, está siempre en expansión, en evolución, hacia
niveles más amplios. Y, es probable, en que la línea del universo y de la
conciencia puedan volver a ser uno.

Es requisito necesario que los esquemas conceptuales, que el ego, para poder
percibir más allá. Hay que callar la mente, ir más allá de ella, callando el
pensamiento. Y, lo que yo puedo ver, no lo puedo relatar, porque no hay
lenguaje, ya que el lenguaje es respecto del pensamiento, y entonces sólo
podemos mirar. A lo más, podemos hablar de ello con cuentos, con símbolos.

Y la manera de callar el pensamiento en forma natural es a través de la


meditación, que es una técnica para silenciar el pensamiento. Y, en
consecuencia, quien calla el pensamiento, sale de la concepción lineal de la
vida (líneas de clase). En la meditación ocurre un fenómeno que es vertical, ya
que la mente se silencia y entra completamente en la experiencia del presente,
y se hace intemporal, y lo que ocurre entonces es que se acaba el mundo dual,
y se entra en la unidad, pero eso ocurre mientras se está en el proceso de
meditación. Así, percibimos directamente la realidad, sin el velo del
pensamiento. Y, en consecuencia, lo que se siente es la unidad con el todo.

¿Puede la materia producir conciencia?

Hay quienes contestan que no, y por lo tanto niegan que la conciencia pueda
evolucionar.
¿Puede la materia producir un estado mental con independencia del cerebro?

Hay quienes piensan que no, y que no hay un dualismo. Y, por otra parte, otros
que piensan que la pregunta debe formularse al revés: que el espíritu, o el
“orden implicado”, produce materia.

29/10/08
Si algún valor tiene el sufrimiento, es que de él podemos aprender. El
sufrimiento siempre suponel a posibilidad de aprendizaje, aprendizaje que
expande el yo, que nos ayuda a volver al “uno”, a unir, finalmente, al centauro
con el universo.

Pero y entonces, ¿por qué tenemos que involucionar, y después evolucionar


para volver al principio? Y, sucede que la unidad de la cual se parte, no es igual
a la cual se llega, y eso es así básicamente porque la primera unidad es
inconsciente, y la del final es consciente, “la simple conciencia de ser”. Y, hoy
en día todo atenta contra esto, contra el refugiarnos, contra el estar en calma,
estamos sobre revolucionados.

Y ser capaz de llegar al uno es donde uno puede encontrar un refugio, para
acomodarse, y equilibrar el ego. El estado meditativo permite, desde el fondo,
la turbulenta superficie del ego, y viendo esto podemos integrar aspectos de
nuestra sombra a nuestro ego.
La historia de la conciencia es a temporal.

*Ken Wilber  Conciencia Sin Fronteras, Ed. Kairós.* www.integralinstitute.org

Ejercicio: Canción “Más de cien Mentiras” Joaquín Sabina.

Letra:

Tenemos memoria, tenemos amigos,


tenemos los trenes, la risa, los bares,
tenemos la duda y la fe, sumo y sigo,
tenemos moteles, garitos, alteres.

Tenemos urgencias, amores que matan,


tenemos silencio, tabaco, razones,
tenemos Venecia, tenemos Manhattan,
tenemos cenizas de revoluciones.

Tenemos zapatos, orgullo, presente,


tenemos costumbres, pudores, jadeos,
tenemos la boca, tenemos los dientes,
saliva, cinismo, locura, deseo.

Tenemos el sexo y el rock y la droga,


los pies en el barrio, y el grito en el cielo,
tenemos Quintero, León y Quiroga,
y un bisnes pendiente con Pedro Botero.

Más de cien palabras, más de cien motivos


para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena.

Tenemos un as escondido en la manga,


tenemos nostalgia, piedad, insolencia,
monjas de Fellini, curas de Berlanga,
veneno, resaca, perfume, violencia.

Tenemos un techo con libros y besos,


tenemos el morbo, los celos, la sangre,
tenemos la niebla metida en los huesos,
tenemos el lujo de no tener hambre.

Tenemos talones de Aquiles sin fondos,


ropa de domingo, ninguna bandera,
nubes de verano, guerras de Macondo,
setas en noviembre, fiebre de primavera.

Glorietas, revistas, zaguanes, pistolas,


que importa, lo siento, hastasiempre, te quiero,
hinchas del atleti, gángsters de Coppola,
verónica y cuarto de Curro Romero.

(Estribillo)

Tenemos el mal de la melancolía,


la sed y la rabia, el ruido y las nueces,
tenemos el agua y, dos veces al día,
el santo milagro del pan y los peces.

Tenemos lolitas, tenemos donjuanes;


Lennon y McCartney, Gardel y LePera;
tenemos horóscopos, Biblias, Coranes,
ramblas en la luna, vírgenes de cera.

Tenemos naufragios soñados en playas


de islotes son nombre ni ley ni rutina,
tenemos heridas, tenemos medallas,
laureles de gloria, coronas de espinas.

(Estribillo)

Tenemos caprichos, muñecas hinchables,


ángeles caídos, barquitos de vela,
pobre exquisitos, ricos miserables,
ratoncitos Pérez, dolores de muelas.

Tenemos proyectos que se marchitaron,


crímenes perfectos que no cometimos,
retratos de novias que nos olvidaron,
y un alma en oferta que nunca vendimos.

Tenemos poetas, colgados, canallas,


Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma,
abuelos que siempre ganaban batallas,
caminos que nunca llevaban a Roma.

“Más de cien pupilas para vernos vivos.”

Lo que hay que hacer:

La segunda evaluación del curso consiste en que, el próximo martes, hay que
escoger una frase, y sólo una, y hay que escribir una columna, como de un
diario, en el sentido de que sea limitado, no más de una página y media,
tamaño carta, letra times new roman 12, interlineado sencillo.

Lo que se medirá será:

– Aspectos Formales.
– La frase escogida debe ser relacionada con alguno de los contenidos del
curso, cualquiera, incluyendo las lecturas, hablando de ello poniendo
algo de nosotros en el papel. Debe haber factor emocional.
04/11/08
¿Qué caracteriza a la época que nos ha tocado vivir?

– Individualismo  Preocuparse sólo de uno mismo. / Mayor conciencia


Social.
– Consumismo  Vivir para comprar.
– Globalización  Interconexión e interdependencia.
– Multiculturalismo.
– Competitividad.
– Aceleración.
– Pérdida de capacidad de asombro.
– Violencia.

Algunas características de las sociedades contemporáneas.

– Sociedad de masas.  Sociedad donde la individualidad, la idea del yo,


está subordinada al todo, a la colectividad, a lo indiferenciado. En el
lenguaje, por ejemplo, esto se manifiesta en la utilización permanente
de sustantivos colectivos. Más que hablar de individuos se habla de
grupos, se habla de partidos, países, conglomerados. Se diluye la
individualidad, y en general se empieza a tratar con masas, que hay que
controlar de alguna manera. Y al parecer esto es malo porque
despersonaliza las relaciones, y se pierde la capacidad de conocer al
otro, no a los otros.

– Sociedad de consumo.  Las masas consumen, y esto significa que, en


vez de trabajar para vivir, se vive para trabajar, y con el producto del
trabajo, es decir con el dinero, se compran bienes y servicios, y cuando
el sueldo no basta, ahí está la deuda, el endeudamiento, la tarjeta de
crédito, el préstamo de consumo, y esto nos lleva a un círculo vicioso:
cuando una persona está trabajando, normalmente trabaja con miedo a
perder el trabajo, porque perder el trabajo supone pérdida de estatus y
pérdida de capacidad de consumo, y cuando una persona no está
trabajando, está consumiendo, es decir, nuestro tiempo de ocio lo
destinamos predominantemente a consumir. 20 años atrás el tiempo de
ocio era para jugar en la plaza; ahora los malles se llaman plaza (mall
plaza Vespucio), y así compramos y nos quitamos la ansiedad.

– Sociedad globalizada, y fundamentalmente lo que se ha globalizado es el


flujo de información disponible, y eso es bueno, pero el problema es el
uso que hacemos de esa información.

– Sociedad acelerada. Hoy la velocidad se estima como algo bueno; no


hay un elogio de la lentitud. Es la aceleración, lo rápido, lo que se
premia.

– Sociedad Violenta. Quizás la más violenta de todos los tiempos. Nuestros


sentidos son agredidos permanentemente con toda clase de estímulos.
El ambiente apesta, la contaminación acústica está por doquier, el mal
gusto abunda, las cosas que vemos y no debiéramos ver porque nos
hacen mal, están a disposición de quien quiera auscultarlas, y además,
como siempre, nos matamos unos a otros. Saturación de nuestros
sentidos.

Pero, más grave que esto es la exclusión. Por ejemplo, yerkopuchento, y


los box populi. Y esto lo hacemos porque cuando llegamos al trabajo nos
explotan y nos excluyen, y aceptamos todo por miedo, entonces nos
excluyen en el trabajo, y nosotros excluimos frente al televisor. Estamos
entonces en una cultura de la exclusión, de la marginalidad, lo que es
extraordinariamente grave.

Pero ¿por qué hoy hay más violencia? Parece que porque hoy la cantidad
de violencia es muy superior a la que había en tiempos anteriores. Pero
esto es trivial, ya que sólo es cuantitativo. Pero en un sentido menos
trivial, cualitativo y no cuantitativo, es que la violencia no sólo es guerra,
sino que es exclusión, está en la familia, en la universidad, está en la
burla, en la descalificación, en las etiquetas de ser exitoso o ser
fracasado. Lo que ocurre es que nosotros tendemos a identificar la
violencia con la violencia activa, pero la forma más brutal, desde el
punto de vista psicológica, es la violencia pasiva, como la ley del hielo.

Además, estas características se potencian unas con otras, porque están


interrelacionadas.

Lo anterior era respecto al término contemporáneos, dentro de la expresión


problemas morales contemporáneos.

Ahora vamos a problemas morales.

“La conducta es lo que calificamos de bueno o malo. Esto es el objetivo del


abogado, el estudiar comportamientos, conductas, y las relaciones entre esos
comportamientos y esas conductas.”

Un problema moral contemporáneo es una diferencia de percepción (de


conciencia), respecto de la calificación moral de un comportamiento social en
la época en que vivimos.

Dicho esto, ¿cuál es el ejemplo paradigmático?

05/11/08
Respuestas a la pregunta “¿cuál es el problema moral contemporáneo
paradigmático?”

– El individuo no es relevante para las desiciones colectivas.


– Falta de diferenciación entre parte/ todo, yo / masa.
– El problema del sentido.
– Falta de identidad.
– Problema de exclusión.
– Falta de autonomía para decidir.
– Indiferencia en sentido amplio.
– La necesidad de pensar sobre “esto”.
– Intolerancia.
– Incapacidad de orientarse.
– Insatisfacción General.
– Desilusión y desesperanza.

Pero, ¿hay alguna conexión entre estas respuestas?


Al parecer son todas interdependientes. Son un problema en sí mismas, pero
además parte de un todo (Holón).

Pero, parece que todo esto es un manual de autoayuda, que nació por la
década del 70. Pero, ¿qué hacía la gente antes?

Alguien dijo que iba a confesarse, y se habla de los monoteísmos de la religión.


Pero nos monoteísmos, desde los 60’s entraron en crisis. Y, entonces, desde
ahí que encontramos “católicos a mi manera”, pero para la religión eso no se
tolera, es decir, dentro de una religión monoteísta. Pero entonces, se dieron
cuenta unos tipos de que la angustia que producía esta crisis religiosa, y
crearon el movimiento new age, mezclando religión, música, literatura, etc, y
entran los manuales de autoayuda. Y, esto se relaciona con la incapacidad de
orientarse.

El punto, y esto es lo lamentable del autoayuda, el ser humano es


extremadamente complejo como para solucionar sus problemas con un
manualito. Cada uno de nosotros es un misterio en sí mismo. Somos
extraordinariamente complejos, y probablemente el desafío de la vida consiste
en entenderse uno a uno mismo, y con suerte intentar entender algo acerca de
otro. Y en consecuencia, ¿creen que un manualito de autoayuda me va a
solucionar mis problemas? No. Me puede producir un alivio, pero lo mismo que
hace una aspirina, ataca el síntoma, pero no la dolencia. Me baja el miedo, el
nivel de ansiedad, pero eso son los síntomas, me da esperanza, pero la
enfermedad sigue.

Pero hay otra industria que sirve para solucionar todos los problemas
anteriores. La industria farmacéutica. Los ansiolíticos y los antidepresivos. Es
evidente que si alguien tiene una depresión endógena, una ezquisofrenia, es
necesario tener estos medicamentos, pero sucede que hay personas que
“bajan la fiebre”, pero eso nos hace andar “como si” estuviéramos felices. En
Chile se venden más o menos 3 millones de ansiolíticos al mes.

Y el problema de los ansiolíticos es que generan adicción, y cuando alguien lo


quiere dejar, el cuerpo intenta impedir que se le quite la sustancia.

Ahora, pero esto no quiere decir que toda el autoayuda es mala; desde luego,
como en todo libro (aunque en algunos no), podemos salvar algo. Y además, es
un cuento, y lo malo es que nos venden el cuento. Hay que ser capaz de
digerir.

Pero, el problema va más de fondo. Es cierto que hay muchas personas en


terapia, pero sucede que con lo que sale un buen psiquiatra, “no tienen acceso
a una consulta”.

Efecto Placebo*

Y, todas las ideas que responden a la pregunta primera de esta clase, podría
llamarse, según M, “el problema de la aniquilación del “yo”. Se dice que
si uno urga en el fondo de uno, no somos valiosos, estoy demás, sobro, nadie
me va a echar de menos. Y buena parte de nuestra estructura de la prisión, de
nuestra rabia, nace de esa idea. Y eso a todos nos pasa.

Y esto es porque vivimos en una sociedad que vive en la descalificación.


Queremos surgir por la vía de bajar a otro, la mofa, la burla. La idea de lo que
el otro siente o piensa es irrelevante, y particularmente con los niños, que son
las personas más desvalidas.

*Del hecho de que seamos irrelevantes para la sociedad de consumo, no se


sigue que sintamos que no tenemos nada que decir, incluso a nivel
inconsciente. *

Pero, no todo esto tiene que ser necesariamente así. Podemos decir algo.
Y, esto no es todo voluntarismo. Hay que “trabajarse” (ejemplo Obama).

Al parecer no hay que retrocedes nunca, y rendirse jamás. Cuando nos


consideramos insignificantes, nos transgredimos a nosotros mismos. Hay que
ver dónde está el yo, discriminar cuáles son mis batallas, y tener el valor y la
voluntad para enfrentar esa situación aunque me duela y tenga que sufrir,
aunque me deprima y se me dispare la ansiedad y la emoción se me desborde.
Así se expande el yo y centro de percepción. Hay que aprovechar los mensajes
que nos llegan principalmente de nosotros mismo y usarlos. Las emociones nos
dicen “algo está pasando aquí, y hay que ir a buscarlo”. Todo esto es un deber
ético, ya que si no hago esto, todos los problemas y respuestas anteriores, se
harán presentes.

11/11/08
Hemos recorrido un camino bastante largo, que va desde el problema del
sufrimiento, pasando por el espinudo problema de quién soy yo, y el
internalizar la experiencia del dolor, terminando la clase anterior con el
mensaje de que la sociedad aniquila el yo, lo que no es pesimista porque algo
podemos hacer al respecto.

M: “En general, la racional, el ejercicio de nuestro intelecto, nos obliga a ser


pesimista, es nuestro deber; las cosas no están bien, y en consecuencia es un
deber intelectual ser pesimista. Mirar la realidad como es, las cosas al mal. Sin
embargo, uno puede ser optimista al nivel de la voluntad, es decir uno puede
darse cuenta de que las cosas están mal, pero puede tomar la decisión, con la
voluntad, de modificarlas, de hacer que las cosas cambien, de hacer que las
cosas evoluciones, y en consecuencia podemos ser pesimistas del punto de
vista de la razón y optimistas al nivel de la voluntad. El que es optimista en los
dos es un optimismo ingenuo; no todo es cuestión de voluntad. Y el que es
pesimista a nivel de la razón y de la voluntad, es un derrotista; está perdido.

Esto es una distinción conceptual, pero con profunda incidencia en lo


psicológico”.

Dicho eso, efectivamente la prisión de la conciencia se ha fortificado, con la


aniquilación del yo en sociedad. Y, nos tocará ejercer como abogados en un
mundo complejo y difícil. Y, hablaremos hoy de la abogacía. No sólo complejo y
difícil en general, sino particularmente para el abogado. La profesión de
abogado no tiene buena prensa; hay libros de chistes, incluso. Es decir, la
profesión de abogado hoy ha perdido prestigio. Hay una etiqueta ahí. Ser
abogado es ser una suerte de sujeto interesado por el dinero del cliente.

Pero la abogacía tampoco puede ser hoy lo que era ayer; el abogado al estilo
Ricardo Lagos, con parsimonia, con buena oratoria, que se expresa con
claridad e infunde respeto, tampoco parece estar muy de acuerdo con el
mundo de hoy. En el día de hoy se arman sociedades de abogados, en un
mundo que se globaliza. De alguna manera hoy los abogados debemos mirar
nuestra profesión como un negocio, en el buen sentido de la palabra, teniendo
en cuenta la globalización.

En Chile existen 22.000 estudiantes de derecho. Hay harta competencia. Y


existen alrededor de 17.000 abogados en ejercicio, con 2000 egresando cada
año. Es un mundo complicado difícil y hostil. Y esto nos debe hacer caer en la
cuenta de que la reputación profesional empezó ahora; no cuando salgamos.
La reputación es Hoy, y esto, la credibilidad es el principal activo de un
abogado. En consecuencia, la etiqueta que nos pueden poner hoy puede tener
efectos en el mañana, si no nos dan una segunda oportunidad.

Pero, ¿por qué es necesario repensar y refundarlos fundamentos de la


abogacía? ¿Realmente vale la pena ser abogado hoy? Si la respuesta es
negativa, ver qué podemos hacer, desde acá, desde primer año, para que el
día que ejerzamos un título lo hagamos con orgullo y entusiasmo.

Una de las cosas que está mal en la profesión es precisamente la calidad de


vida. Estudios publicados por universidades de EEUU, indican que la profesión
legal está en primer lugar del índice de suicidios. También son el número uno
en el índice de divorcio. Además, entre las profesiones que más consumen
antidepresivos y ansiolíticos. Y también aparecemos en el top 5 de peor calidad
de vida en el mundo. Y esto, en parte, se ve por la abundancia. A mayor oferta
de servicios legales, el precio baja, y eso hace que los abogados para hacerse
sus ingresos deben trabajar más. En EEUU se espera que un abogado que
quiere trabajar una gran firma, facture alrededor de 2500 horas al año. Y, si
uno es honesto, de 3 horas que uno está en la oficina, dos son facturables. Eso,
son 14 horas diarias. Y, así, es obvio por qué la mala calidad de vida.

De la población activa, que trabaja, un 0,43 por ciento ganas 3 millones de


pesos o más, 17.000 personas. Y el 74% de los chilenos, gana en promedio,
233,333. Conclusión, en chile no hay clase media.

Es necesario tener otros activos profesionales. Ni soñar que se acaba en 5to.


Habrá que hacer algún diplomado o máster, o lo que sea. Aquí, o a fuera.

Dicho esto, veámos en qué puede servir, como punto de partida, un


curso como este, que lleva hace rato como título problemas morales
contemporáneos, en aquello en que consiste ser abogado.

El diagrama es: Ser  hacer  tener.


Lo que hace un abogado es defender judicialmente intereses ajenos. También
redacta documentos legales. Además, investiga. Asesoramiento, desde luego.
Resuelven conflictos y median. Puede ser profesor, hacer clases, docencia.
También administran empresas. La mayoría de los parlamentarios han sido
abogados.

Pero todo esto no nos sirve para refundar la abogacía. ¿Dónde está en juego el
refundar los cimientos de la abogacía? No en el qué sino en el cómo. Hay
formas y formas de defender los intereses de clientes, de interrogar al
acusado, a los testigos, hay formas y formas.

El abogado además, presta servicios personales, servicios que son inseparables


de quien los presta. Se relaciona con personas. Lo mismo ocurre con los
médicos. Y esto es lo que se ha perdido, en la opinión de M. Esto es lo que se
ha debilitado. No vemos gente, no vemos personas, vemos números, vemos
cuánto vale el asunto que tenemos entre manos.

Además, el abogado tiene que tener una estructura psicológica


razonablemente equilibrada, porque va a estar expuesto.
12/11/08
Pero, cambiar lo viejo genera normalmente muchísima resistencia, por eso se
necesita valor.

Nuestro lema de universidad es “tradición e innovación”, es decir, queremos


conservar lo antiguo y experimentar nuevas cosas; mejorar, y hoy en día hay al
menos siete formas de concebir la profesión legal, lo que forma una tensión
que si no se administra bien, puede romperse, y ahí paramos de comunicarnos,
que es algo que debemos evitar.

Un abogado debe desde luego conocer el Dº. Es obvio. Pero lo que no es tan
obvio es que el Dº, pese a Kelsen, no consiste sólo en normas. Esto es lo que
cree Monti que, desde luego el Dº es normas, pero no es sólo eso. El Dº no es
sólo un fenómeno normativo. Al parecer el Dº es un sistema, y en este sistema,
complejo, las normas tienen un papel, desde luego, fundamental, pero las
normas tienen un origen, su existencia tiene una justificación, buena o mala, y
el que la norma en cuestión sea eficaz o no, produce un impacto social. Es
decir, hay insumos que influyen en el contenido y en la oportunidad en que se
produce o modifica una norma, y una vez producida la norma, esta tiene un
impacto social, y ese impacto social a su turno vuelve a generar insumos para
la dictación de nuevas normas y así sucesivamente.

Y este sistema circular, de retroalimentación permanente es lo que podríamos


llamar cultura jurídico, y Monti cree que el Dº es eso; una cultura jurídica. Por
lo tanto, si uno concibe el Dº de esta manera, esto tiene un impacto directo en
la manera en que se enseña el Dº. Si creemos que el Dº son sólo normas, lo
que aprenderemos serán sólo normas, y seremos expertos en reglas, eruditos,
el punto es que eso es el mínimo exigible, y eso que es el mínimo exigible ha
sido hasta ahora el máximo. Y eso hace que nuestra profesión sea
generalmente mínima, plana, chata.
El abogado debería ver, primero que todo, las interacciones humanas. (Ejemplo
del gerente que pasó al número uno y lo hacía mejor en el número 2).

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