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es un buen documento sobre la moral, politica, libre pensamiento entre los antiguos y las sectas religiosas actuales con su influencia en la actualidad
es un buen documento sobre la moral, politica, libre pensamiento entre los antiguos y las sectas religiosas actuales con su influencia en la actualidad
es un buen documento sobre la moral, politica, libre pensamiento entre los antiguos y las sectas religiosas actuales con su influencia en la actualidad
ARXIU D'ETNOGRAFIA DE CATALUNYA 1992-93,
139-147
PSICOPATOLOGIA DE LAS SECTAS RELIGIOSAS'
Andrés Tornos
INSTITUTO DE FE Y SECULARIDAD. MADRID.
El objetivo de este seminario estuvo marcado porque en él participaron varios doctorandos
de la especialidad de psicologia clinica de la Universidad Comillas, a los cuales se les habfa de
conmutar dicha participacién como curso de doctorado.
Por esta raz6n el seminario hubo de gravitar en torno a planteamientos psicopatoldgicos,
aunque desde el principio se contaba con que la pertenencia a las sectas y la actividad encauzada
en ellas se manifiesta sobre todo como fendémeno social y €s en este nivel en el que se descubre
mejor su extrafieza y su dindmica.
Se inici6, pues, el trabajo con una revisién de los planteamientos que pudieran contribuir
a delimitar el fenémeno que hoy constituyen las sectas y los modelos tedricos de la Psicopatologia
que mejor podrian ayudarnos a diagnosticarlo. En segundo lugar, estaba prevista la realizaci6n de
estudios de casos que documentaran una apreciacién empirica de los que entre nosotros actualmente
constituye lo patolégico de las sectas. Finalmente, se querfa procurar una profundizacién
interpretativa de los hechos, relaciondndolos con la especffica situacién espafiola de hoy.
Este plan de trabajo result6 inviable, ante todo, por causa de la resistencia de las
agrupaciones sectarias a dejarse conocer de un modo minimamente transparente; en los cuatro
meses que duré el seminario y dado el tiempo de que dispusieron los participantes, no pudieron
éstos establecer contactos conducentes a obtener una informacién adecuada para nuestros fines.
Hubimos, pues, de contentarnos casi exclusivamente con aportaciones de fuentes secundarias.
Y se presentaron, ademds, otras dos dificultades que tendian a interferir en el mismo trabajo
relativo a las fuentes secundarias: de una parte, la impregnacién de bastantes Participantes por la
mentalidad “anti-cultos" a que luego nos referiremos; de otra, la fijacién de otros en una
Psicopatologfa centrada en lo individual y poco adecuada para captar las relaciones
individuo/cultura/sociedad que salen a luz en los procesos ps{quicos, tanto sanos como patolégicos.
Estas constataciones constituyen de por s{ algtin resultado de las investigacién, como luego
Yeremos. Pasamos, pues, a resumir algunas de las aportaciones del seminario.
1, El acceso a la problemética de las sectas
Prdcticamente, todos los participantes en el trabajo habfamos tomado contacto con el tema
a través de la prensa y la televisién, tanto los que mantenfan respecto de él una perspectiva
psicolégica como los que, ademds, queriamos considerarlo teolégicamente.
La comparacién entre estas referencias de los media y el estudio mds académico de las
' Bste articulo se reproduce tal y como fue publicado por el Instituto de Fe y Secularidad de Madrid en su memoria
scadémica 1989-90, como resultado de uno de los seminarios que en é1 se realizaron. Los editores de Arxiu, agradecemos
‘ Antonio Blanch y a su autor, Andrés Tornos, el permiso para reproducirlo,
139cuestiones nos llev6 forzosamente a la sociologia, porque casi solamente en el campo de ésta se nos
ofrecieron estudios sobre sectas trabajados con rigor teérico y con verificacién precisa de las
fuentes. Resultaba Iamativo que ni en’el campo de la psicologia ni en publicaciones teolégicas 0
eclesidsticas pudiéramos hallar estudios serios, aunque cabfa exceptuar el manual publicado por la
Unién de Iglesias Evangélicas y Luteranas de Alemania (VELKD), bajo la direccién de H. Reller
(en G. Mohn, Gitersioh, 1979, ed. 2), con el titulo Handbuch der religidsen Gemeinschaften. En
comparaci6n con este tiltimo, resulta mucho menos utilizable el tomo IT de la obra de J. Garcia
Hernando Pluralismo religioso, dedicado al tema "Sectas y religiones no cristianas" (Sociedad de
Educaci6n Atenas, Madrid, 1983): echamos en éste de menos una suficiente cobertura de los datos
deseables y aquella clase de trasfondo tedrico que permite hacer comprensibles e interrelacionar los
elementos descriptivos.
La literatura sociolégica disponible nos resulté en cambio enormemente abundante: Th.
Robbins, por ejemplo, ofrece, en las péginas 208-248 de su obra, Cults, Converts and Charisma
(Sage, London, 1988), una bibliografia general que no tiene paralelo en lo aportado por tedlogos
Y psic6logos. Y en las publicaciones més recientes se advierte que el interés por el tema se ha ido
haciendo cada vez més mundial, segsin aparece por ejemplo mirando las firmas recogidas en la
compilacién dirigida por J.A. Beckford New Religious Movements and Rapid Social Change
(Unesco, 1986) y en la dirigida por el mismo Beckford y Th. Luckmann, Changing Face of
Religion (Sage, London, 1989). Nimeros monogréficos referentes a sectas han publicado, entre
otras, las revistas Social Compass y Sociological Analysis.
Al contrastar el tratamiento de toda esta temdtica de las sectas tipico de los media y el que
nos presentan las publicaciones sociolégicas, resalta quizA antes que nada el negativismo y
banalizacién que encontramos en los primeros; segtin éstos, los Ifderes de las sectas serian casi
solamente meros locos 0 estafadores aprovechados; los miembros de ellas, seres débiles a quienes
la sociedad debe proteger y rescatar, desengaiiéndoles de sus errores y ayuddndoles a que vuelvan
@ su sana raz6n. Naturalmente que respecto de estos engajiados no solamente los media dan a
entender que conviene instruirles mejor, sino que consideran positivo el "desprogramarles” de toda
su manera de pensar, incluso forzdndoles inicialmente a tomar parte en esos procesos de
“desprogramacién”, gracias a los cuales se liberarfan de las secuelas de los “lavados cerebrales"
a que les habrian sometido las sectas para conseguir que dejaran de pensar como "personas
normales*.
La literatura sociolégica abunda en referencias al debate mantenido entre algunos
movimientos religiosos y los partidarios de la “desprogramacién" forzada (ver, por ejemplo,
referencias a los "anti-cult movements" en el indice de conceptos de Th. Robbins Culis, Converts
and Charisma) (Sage, London, 1988); un caso particular, en Shupe y Bromley, "The Moonies and
the Anticultists: Movement and Countermovement in Conflict": Sociological Analysis 40 (1979)
325-334. Fuera de Espafia el debate ha llegado a los tribunales, que no siempre han dado la raz6n
a los "desprogramadores": los jueces en sus sentencias habrian querido atender a cierta libertad
Para disentir de las apreciaciones socialmente comunes y para inducir a disentir, la cual asistiria
a los promotores de las sectas y a los seguidores de ellos cuando no se demuestran en el caso
violencias fisicas u otros fraudes legalmente punibles.
Estas controversias han dado lugar a una especial insistencia de los socidlogos en que se
evite el uso del término “lavado cerebral” de otro modo que como "programacién mental
ostensiblemente realizada de modo violento 0 doloso" (ver Enciclopedia Internacional de las
Ciencias Sociales, articulo "Lavado cerebral", tomo VI, pp. 491-496).
Todo esto nos enfrentaba con tres clases de problemas que fueron perfiléndose cada vez
més: primera, la pertenencia a todo grupo humano lleva consigo la adopcién de unas opiniones,
actitudes y formas de interpretar la vida que no se corresponden con las de otros grupos. iNo hay
en ello siempre una cierta programacién de la mente? {No es toda socializacién, sea en una cultura,
Sea en un grupo, una cierta programacién para interpretar y sentir? {No nos define esto a los
140hombres en cuanto "seres de cultura"? Segunda, aceptado que haya un limite entre programacién
sana y programaci6n patoldgica, o socializacién sana y socializacién patolégica, zqué criterios
objetivos permitirian trazarlo? Tercera, identifica bien nuestra sociedad estos limites? zCon qué
Principios podria justificar su derecho a juzgar sobre la buena y la mala socializacién?.
El que toda socializacién pueda concebirse como programaci6n nos ofrecfa poca duda y el
caso de la socializacién en las sectas no seria sino un caso particular de esa plasticidad de nuestra
condicién humana que nos lleva a ser programables ¢ incluso a necesitar ineludiblemente alguna
clase de programacién para poder orientarnos en la vida. Pero también seria un caso limite, que
¢jemplifica la vulnerabilidad 0 riesgo relativos a la deformacién y al engafio que nos caracteriza
a los seres humanos constitutivamente.
Esta vulnerabilidad también se hace desde luego presente en los contextos familiares, no slo
en las sectas; por algo la psiquiatrfa nos ha ensefiado a ver en algunas familias auténticos nidos de
anormalidad. También estamos acostumbrados a reconocer que en el contexto de ciertas
circunstancias pasajeras de pdnico o de entusiasmo, los seres humanos nos conducimos de formas
aberrantes a las que no podemos sino considerar patolégicas. ZNo serfan al menos algunas de las
sectas verdaderas fébricas de contextos patégenos més estables que las situaciones pasajeras de
entusiasmo histérico 0 de pdnico irracional? ¢Cudles sectas y en qué casos?.
2. Los criterios de la socializacién patolégica
Las obras esténdar de psicopatologia resultan de poca ayuda para esclarecer este problema.
Por ejemplo, el Manual Diagnéstico y Estadistico de los Trastornos Mentales, de la American
Psychiatric Association (Adaptaci6n espafiola en Masson, Barcelona, 1983), més conocido por el
DSM-III-R, que es la publicacién m4s generalmente manejada, nos retrotrae a la Psicologia
individual sobre el asunto cuando escribe: "La conducta socialmente desviada, sea politica, religiosa
0 sexual, o los conflictos del sujeto con la sociedad, no son trastornos mentales, a no ser que la
desviacién sea un sintoma del tipo citado", o sea caracterizado en esta obra (p. XXVII). Pero esas
otras desviaciones tratadas en ella tampoco nos ayudan, pues conscientemente se cifien a algiin
“sindrome o patrén psicoldgico o conducial o clinicamente significativo que aparece en un individuo
y est asociado de forma tipica con un sfntoma perturbador, o deterioro en una o més dreas
principales de actividad, o con un riesgo significativamente mayor de padecer dolor, incapacidad,
Pérdida de libertad 0 muerte. Ademés, este sfndrome o patron no habrd de ser solamente una
esperable a un acontecimiento particular; por ejemplo, la muerte de un ser querido"
(ibid., Introduccién general).
Guiados por estos criterios, los autores del manual no pueden, desde luego, nombrar ningin
sindrome patolégico concreto que caracterice a los lideres o miembros de las sectas, incluso a pesar
de que, en la pagina 331, se plantean como posible caso de patologfa “los estados disociativos y
la permanencia a sectas"; y es que para valorar tal situacién recomiendan remitirse a sintomas més
concretos y especfficos.
La valoracién, pues, de la patologfa de la conducta sectaria queda remitida a la valoracién
psiquidtrica de cualquier conducta, ¢ incluso relativizada por la anotacién recogida en la pégina
XXXII, segtin la cual, las enfermedades tendrian sfntomas distintos en las distintas culturas. El
criterio o los criterios por los cuales se diferenciaria entre una socializacién patolégica y una sana
no se ilustra con ello.
En demanda de unos planteamientos de mayor amplitud tedrica recurrimos a la clésica
psicopatologfa de Jaspers, todavia reeditada en Buenos Aires en 1974. Sus reflexiones sobre el
concepto de enfermedad y de enfermedad psiquica (pp. 886-899) complicaban més atin nuestra
biisqueda de criterios para caracterizar lo que en la sectas hubiera de tenerse por patolégico, Mas
todavia: hacfan aparecer a nuestra busqueda como initil. Porque para concluir su indagacién se
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