reca rpidamente. De entre las lpidas empez a elevarse una bruma aterradora.
Solo tena que sortear aquella barrera vegetal, pero era tan enmaraada que mis esfu
erzos eran intiles.
Ya estaba de noche cuando encontr un lugar menos apretujado, supe que haba entrado
por all. Hubiera sentido un gran alivio si en esos momentos no hubiera escuchado
aquellos ruidos. Eran pasos, muchos pasos andando por el cementerio. Me aterr es
pantosamente. Atropell la fronda sin voltear. Como igual no vea nada en aquella os
curidad, avanc protegindome el rostro con los antebrazos para no perder un ojo en
una rama. Detrs de m aumentaban los ruidos; ahora eran voces, algunas me llamaban
por mi nombre con una voz quejumbrosa y lenta: Fernando, ven con nosotros , me decan
Solo tienes que aceptarlo a l, y sers uno de nosotros. Fernando . Ahora todas las voc
es clamaban mi presencia. Algunas eran infantiles, aunque tambin sonaban quejumbr
osas y repetan las palabras lentamente. Luego empezaron a escucharse furiosas cua
ndo me fui alejando, y se distorsionaron de tal manera que ya no parecan humanas.
No mir hacia atrs en ningn momento, pero por los rboles que me rodeaban vi que del
cementerio crecan distintos fulgores y luces amarillas.
Mi vida bien pudo haber terminado all, ya fuera al chocar contra un rbol en mi loc
a huda, o por haber muerto de terror, mas sobreviv, y corriendo sal del bosque. Cor
r por aquella campia hasta que no pude mas y despus segu caminando entre jadeos. No
me importaba hacia donde iba, solo quera alejarme de aquel horrible cementerio.
Un poco mas tarde sali la Luna, y al toparme con un arroyuelo sent que me volva a o
rientar. Empaqu esa misma noche y me largu de all para no volver nunca mas. Algunas
cosas es mejor que queden enterradas en el pasado.