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muerte entre 0 JULIO RUIZ | - OIGAJWUALNI T3AIN VIILIVdId NOISVLO1dX3 NOD TIONVdS4H Ad SVULLOAT = a = s = = me 2 Muerte entre muhecos MUERTE ENTRE MUNECOS por todolo alto: «con gran lujo», «de forma muy destacada». en Ia mismfsima: ex- presién que se usa acompafianando a un sustantivo para hacer referencia a lo ex- traordinario de éste iglesia de Santa Ma- del Mar: es una famosa basilica de es- ilo gotico que se cuenira en la parte vie~ ja de la ciudad de Bar- celona, Ensanche: uno de los diez distritos adminis- trativos de Barcelona, el mas céntrico y con mayor niimero de ha- bitantes. Zona con nu- merosos comercios. su forma cuadriculada siesta: en Espaia, so- bre todo en verano, es costumbre dormir 'un rato después de comer. fisg6n: palabra de ca- ricter despectivo para a las personas que intentan conseguir informacion disi- muladamente. Aqui, sin6nimo de detective. acentoandaluz: acen- '9 caracteristico de fa, enel surde Espana, Glaramente marcado y que foné- ficamente’ suele aso- El timbre del teléfono me despert6, sobresaltada, cuando sofiaba que mi hija se casaba por todo lo alto en la mismisima iglesia de Santa Maria del Mar. Estaba tumbada sobre el sofa de mi despacho, en la parte vieja de la ciudad, cerca del Ensanche. La siesta era obligatoria con aquel calor y ademés tenia pocos clientes, Bueno, no tenja clientes, ni crédito en el banco, ni sefiora de la limpieza, ni una secretaria en la agencia. Mis ahorros volaban como el humo hacia el numero cero y yo me acordaba de los consejos de mi padre: cerrar ese sucio negocio de fisgén heredado de mi marido y volver a trabajar con él, mi padre eviden- temente, y sus socios en el bufete de abogados. Son6 el teléfono. Una voz de mujer con acento andaluz. Parecia nerviosa. — Buenos dias, {la agencia Forner, por favor? — Es aqui. ,Qué desea? La mujer hablaba insegura. — {Con quién hablo? Péngame con su jefe el sefior Forner, por favor. Como siempre en este trabajo los clientes querfan hablar con un hombre. S LECTURAS DE ESPANOL ciarse con el «seseo» (pronunciacién de «c» «Z> como «S»), 0 con el «ceceo» (pronun- ciacién de «3» como «o), ete. metiendo la pata: expresién que signifi- ca equivocarse 0 no estar demasiado acer- tado a la hora de hacer © decir algo, provo- cando con ello una si- tuacién ine6moda. Al cabo de una hora: una hora més tarde. menuda: aqui «delga- da, baja. color salmén: rosa anaranjado. Maite: Forma _abre- viada de Maria Teresa. —Es un poco dificil. El sefior Forner ya no esta aqui. Yo soy su esposa, y ahora la directora de esta agencia. La mujer rid, nerviosa. —Perdone, no lo sabia. ;Ha muerto? El me conocia. — No, pero se fue hace un afio. La mujer volvié a reir. Estaba mucho mas nerviosa. — Siempre ando metiendo la pata. — Digame qué desea, sefiora. — Necesito sus servicios. Pero no puedo seguir hablando por teléfono. Quiero hablar personalmente con usted. —Laespero en mi oficina. Voy a estar toda la tarde— y colgué. Tenfa la cabeza espesa, pero la posibilidad de tener un cliente me dio fuerza. «Voy a demostrar a todos los que me dicen que estoy loca por continuar con este negocio que no los necesito». Al cabo de una hora Ilamaron a la puerta del des- pacho. Era ella: una mujer morena, joven y menuda. Llevaba un conjunto de algodén color salm6n, ropa de grandes almacenes, pocas joyas y maquillaje discreto; un ama de casa con traje de calle. Me dio la mano con timidez, casi sin fuerzas. —Buenos dfas, me llamo Marga Ramos y necesito su ayuda. — Yo soy Maite Rovira — «y necesito su dinero» pensé. Miré a su alrededor, la horrible decoracién, los papeles desordenados, los ceniceros llenos. Se prote- gfa de todo eso con el bolso pegado a su cuerpo, 6 MUERTE ENTRE MUNECOS en guardia: en actitud de defensa, sin con- sana: aqui sana tiene tun sentido figurado y significa que no estaba rota. bechorno: calor hi- medo y pesado. Kleenex: nombre que se da a todos los pa- uelos de papel, tam- bién a los de otras marcas. yasabe: formula que Se introduce en lo que se estd contando para conseguir captar la ‘complicidad del inter- locutor. rebajas: época, nor- malmente ee enero y julio, en la que las tiendas ofrecen sus Productos a un precio a. Buarderia: estableci- Miiento educativo y de uidado de los nifos que tienen entre dos Meses y tres afios de €dad, ¥ que por ello todavia no pueden ir al 0. Sant Cugat: localidad tesidencial cercana a ma. Su nombre SompleigesSamtCusat en guardia. La hice sentarse en la tinica silla sana del despacho, frente a la ventana. El bochorno era inso- portable. —Maijiana van a reparar el aire acondicionado — dije, cuando vi que ella se secaba con un Kleenex el sudor que le cafa por la frente. — Mi marido me engaiia con otra mujer. «j Qué original!» No habia sorpresas. El caso de la mujer engafiada. — {Esta usted segura? ,Cémo lo sabe? —No lo sé porrumores, créame. Desde hace algunas semanas regresa dos horas mas tarde de su trabajo. Ricardo decia que tenia un nuevo cargo y que eso le obligaba a participar en muchas mas reuniones de trabajo. Es verdad que ahora gana mas dinero, pero no en la oficina. Un dia estaba yo mirando las tiendas de ropa del barrio, ya sabe, por las rebajas, y esas cosas... Mi hija estaba en la guarderia y atin era pronto para recogerla. De pronto vi su coche aparcado en un rinc6n de un callején cercano. Vila matricula y el muiieco que cuelga delante. Pensé que tenia una reunion con algin cliente cerca de alli. Pero lo volvia ver al dia siguiente, a la misma hora, cuando él me decia qué estaba en el trabajo. — A lo mejor estaba con el mismo cliente — dije yo para tranquilizarla. —No —la mujer hablaba ahora mas deprisa, atrope- lladamente. — El trabaja fuera de la ciudad, en Sant Cugat. Hace dos noches soné el teléfono. Lo cogié rapidamente. Nunca lo habia hecho. Fui al dormitorio q supletorio: teléfono que depende de otro principal, Apenas: casi no. cortar: aqui «poner fin», tarifa: precio fijo por unos servicios. «qué me va a contar usted: expresin que se usa para manifestar que la persona que habla también ha teni- do experiencias nega- divas que entiendelos probiemas de la otra. LECTURAS DE ESPANOL y cogi el supletorio con cuidado. Tenia miedo de ser oida. Hablaba con una mujer con acento extranjero. Creo que hice algo de ruido porque él, de repente, empez6 a hablar con ella en inglés y enseguida colg6. No me hablé en toda la noche y se acosté temprano. Estoy segura de que me oy6. — 4Pudo escuchar la conversacién? — Apenas hablo inglés. Lo tinico que entendi fue algo sobre encontrarse al dia siguiente. Fue extrafio. Mencionaron la palabra «conquistadores» varias ve- ces. Pensé que seria algtin club o restaurante o algo asi. Cogi la libreta y el boligrafo y apunté los datos: nombre, direcci6n, teléfono. No era el caso de mi vida pero era mejor que nada. — En qué trabaja su marido? —En una fabrica de juguetes, en Sant Cugat. Desde hace seis afios. Las cosas no nos van mal. Soy relativa- mente feliz con él, un matrimonio normal. Si me ha engafiado puedo perdonarlo, pero no quiero hacer de mi relacién una comedia. Debo cortar con esto ya. — Tranquilicese. Debemos estar seguras de que su marido la engaiia. Pronto lo va a saber. —No se preocupe por la tarifa. Tengo mis propios ahorros. —No la voy a explotar — nos reimos. Las bromas quitan los nervios. Las bromas entre mujeres hablan casi siempre de hombres. «Todos son iguales», «qué me va a contar usted». Cogié su cartera y sacé algo de ella. Me dio su tarjeta y la de su marido, de la empresa en la que trabajaba. 8 apretén de manos: fungue 10s saludos. y {as despedidas en Es- pafla entre mujeres Suelenserdosbesosen las mejillas, esto no es as{ en las relaciones profesionales, donde tanto hombres como mujeres suclen estre- ccharse la mano. deadelanto: antes de realizar el trabajo; por adelantado, Villa Olimpica: barrio de Barcelona cons- truido especialmente conocasiénde los Jue- $95, Olimpicos de (992. Es la parte mas moderna de la ciudad cerveza fria: en Es- Pafia, la cerveza se Sule beber fria en cualquier época del Bianies époc terrazas: lugar en el exterior que pertenece aunbarouna cafeteria yen el que hay mesas para los clientes. chulesco: forma des- Pectiva (de «chulo») {ue significa «con as- sumido, in- Solente, desafiante, ete.» entradas: parte sin ‘lo a ambos lados de cabeza por encima frente. Portero autématic: anismo para abrir ae un edificio desde cada una de las viviendas Particulares. MUERTE ENTRE MUNECOS Nos despedimos con un apretén de manos. En la otra tenia las treinta mil pesetas que me habia dado de adelanto. Il No queria preguntar atin en la empresa porque no estaba segura de la mujer. A lo mejor tenia demasiada imaginaci6n. Asi que aquella misma tarde empecé mis averiguaciones. Aparqué el coche cerca del lugar que me habja dicho ella. Era la zona de la Villa Olimpica e, increfblemente, encontré un lugar libre para dejar el coche. Edificios nuevos y limpios, jardines cuidados, pocas tiendas y farolas de disefio a pocos metros del puerto deportivo, La gente tomaba cerveza fria en las terrazas y ofa musica. Caminé aburrida por la acera cerca del callej6n. El coche atin no estaba. Lleg6 medio paquete de cigarrillos mas tarde, alrededor de las tres y media. Aparc6é més all4, en una plaza interior de un conjunto de apartamentos. El hombre salié con rapidez y miré a derecha e izquierda. Iba bien vestido y parecia guapo, aunque el aspecto era un poco chulesco: gafas oscuras, el pelo brillante hacia atras, oscuro y con algunas entradas. Llevaba un maletin de ejecutivo, negro, de piel y con cierre de seguridad. Le segui. Se dirigié haciaunode los portales delaplazay llaméauntimbre. El portero automatico zumbé y entré en el edificio. 9 7 Oo, 5 yy py ~~ cabina: teléfono pt- blico. MUERTE ENTRE MUNECOS Tengo buena vista. El bot6n que apreté era el mas alto de la izquierda. Llamé desde una cabina a la empresa y pregunté por Ricardo Fernandez. Una mujer me dijo que ya no estaba en su despacho desde hacia mis de una hora. —Crefa que siempre lo podia encontrar a esta hora. — Se equivoca, sefiora — me dijo la voz impersonal de la mujer. — Siempre acaba su trabajo a las dos y se va. — Muchas gracias. Su mujer tenia raz6n, al menos en esto. Pero tenia que hacer algo mis para justificar el adelanto recibido. Al cabo de media hora el hombre dejé el edificio. Demasiado pronto. Quiz4 se habian peleado. A lo mejor ella se asust6 cuando él le dijo que su mujer los oy6 por teléfono la otra noche. Camin6 rapido hacia el coche y arrancé con fuerza. Me acerqué al portal. No habia nombres en los timbres, sélo ntimeros. Apreté el de arriba a la izquierda. No sucedié nada. Volvi a Iamar. O era sorda, 0 creia que yo era la mujer de Ricardo y tenfa miedo, o yo tenia una vista peor de lo que pensaba. Un hombre gordo, de unos cincuenta aiios y bigote blanco, lleg6 con un perro al otro extremo de una vieja correa de cuero. Estaba cansado y sudaba mucho. El perro sacaba una lengua blanque- cina y jadeaba. — 4A dénde va usted? —Llamo al doce, pero no hay nadie. — Casi nunca hay nadie ;Conoce a la mujer? —Bueno..., no mucho. Soy su abogada. Me cité a 11 LECTURAS DE ESPANOL tocador: mueble con cajopes y espejo para el dormitorio. esta hora. — Puede esperar dentro, si quiere — dijo, mientras abria la puerta y me dejaba pasar al vestibulo. Le sonref y me senté en una de las confortables butacas que habia alli. Lo mejor era llevar buena ropa para dar buena impresi6n. Lo peor era que esa ropa me la pagaba mi padre. Esperé un momento. El hombre cogié el ascen- sor y desaparecié. Los buzones también estaban nume- rados y bajo los nimeros figuraban los nombres de los inquilinos, pero el ntimero doce no tenia ningtin nom- bre. Estaba lleno de publicidad. Hacfa muchos dias que nadie lo abria. Llamé al ascensor y subi al Ultimo piso. En la puerta nimero 12 no habia tampoco ninguna placa con nombre. Llamé al timbre y esperé. Silencio. Nadie vino a abrir. Puse la oreja junto a la puerta y escuché. No se ofan ni pasos, ni ningtin ruido. El marido iba cada tarde a un piso vacio. Me apoyé sin querer en la puerta y ésta se abrié por mi peso. Entré. Dentro, las paredes del pasillo estaban desnudas. Lle- gué al comedor. También sin muebles. El piso entero parecia vacio. Las puertas del balc6n estaban cerradas, sin cortinas, y la luz del sol entraba con fuerza por el cristal. Hacfa mucho calor. Una de las habitaciones estaba amueblada, con sefiales de que alguien la habi- taba: una cama funcional deshecha, un ropero desmon- table, un pequefio tocador con los cajones abiertos, al fondo unas cajas de cartén abiertas. El suelo estaba cubierto de ropa y papeles que formaban una alfombra desordenada. Habia unos mufiecos de trapo sobre la cama. Estaban de moda, eran los protagonistas de una 1 MUERTE ENTRE MUNECOS SE See ‘cémo no: por supues- to, naturalmente. cavat vino espumoso izado igual que el champén francés . se me pusieron los pelos de punta: «asustarse mucho, sentir mucho miedo». yacfa: verbo irregular, yacer, «estar tumba- a tendido en el sue- lo». canas: pelos blancos. pies, para qué os Bieta expresion que oa a darse ani- para huir, escapar de un lugar 6 de una situacién. pelicula de ciencia-ficcién de mucho éxito. No recor- daba el titulo, pero todos los nifios se los pedian a sus padres, y entre esos nifios estaba, cémo no, mi sobrina Pilar. No encajaban en el lugar. La caja del despertador estaba abierta a la fuerza y las pilas estaban también sobre la cama. En la cocina habia algunos platos sucios en el fregadero, un cubo de basura casi vacfo y una botellade cava calenténdose sobre una nevera medio Iena. Habfa un olor extrafio que no venfa de la basura. Faltaba ventilacién y yo olia a sudor, pero el olor era més rancio cuanto mas me acercaba al cuarto de baiio. Dentro, nuevo desorden. Toallas, pastillas de jabén y productos de belleza por el suelo. La cabina de la ducha era moderna, con transliicidas mamparas altas y cur- vas. Dentro se distinguia una forma oscura que se diferenciaba del color gris de la ceramica. Abri la cabina y se me pusieron los pelos de punta. Enel fondo de la ducha yacia una mujer; estaba vestida con una camiseta de punto y unos pantalones de satén, todo oscuro, y calzaba unas sandalias negras. Estaba tum- bada boca abajo. El pelo rubio, con canas, y rizado estaba desordenado. La toqué y la noté rigida y fria como el hielo. Sus manos estaban extrafiamente pali- das. Debfa llevar muerta varias horas. Enel suelo, junto al lavabo, habia algo parecido aun tejido. Lo cogi. Eran bolitas de un material blando y peludo parecido a la espuma. Lo guardé en el bolsillo, por instinto, y sali del apartamento ala carrera, pies para qué os quiero. Nada de adulterio, ni de caso ordinario. La cabeza me daba vueltas mientras pensaba en el problema que tenia 13 Y Y Yj Lj TTTL TT TTT HW, [I Tif //7y Y Enel fondo de la ducha yacfa una mujer. Estaba tumbada boca abajo. El pe MUERTE ENTRE MUNECOS a Via Laietana: famosa calle de Barcelona que Exist y que liege ue legs, hastael mar Paginas Amarillas: Tnnde elefonoseel gue no figuran datos 8, sino de comercios, profesio- les, empresas, etc., Ordenados por los ser vicios que prestan. ahora. Seguro que los vecinos no tardaban en llamar a la policia, pero probablemente nadie sabia nada del marido de mi clienta. Estaba claro que él no la habia matado; no esa tarde, desde luego. Llegué a mi casa, me duché y me tomé un vaso de zumo de naranja. Mi hija, acabado el trabajo en la guarderia, no podia tardar en llegar con los nifios y yo necesitaba pensar qué hacer ahora. Saqué mi bolso y la cartera de piel de su interior. Era de la mujer muerta y la habia cogido antes de irme a toda prisa de aquella trampa. Laexaminé. Estaba vacfa: un poco de dinero, ningu- na documentaci6n y una tarjeta de crédito a nombre de Carla Wagner. Detras de uno de los departamentos toqué un rectdngulo rigido y flexible. Habfa una foto con la cara de un hombre. No era Ricardo Fernandez. Detrds, una dedicatoria. Para C. de S.También habia una tarjeta comercial: Comercial Salgado. Exporta- ci6n - Importacién. Era una empresa de Via Laietana, cerca del antiguo puerto . El teléfono son6 y volviasobresaltarme. Era Marga Ramos, con su voz atin mds asustada que de costumbre. Mi teléfono particular también estaba en las Paginas Amarillas. Otra idea genial de mi marido. — Necesito que me ayude. Mi marido... — Si, ya sé -dije, con voz fatigada—. Esta asustado y no sabe qué hacer. Pero yo no puedo... — No, se equivoca —la mujer empezé6 a llorar—. Ricardo... ha desaparecido. aS se lo habia tragado la tierra: desaparecer, dejardeencontrarseen un lugar sin dejar hue- a, sin dejar rastro, LECTURAS DE ESPANOL Tampoco fue a trabajar la mafiana siguiente. En la empresa no sabjan nada de é1 desde el dia anterior, Ninguna llamada. Ningtin recado. Selo habia tragado la tierra. Los periddicos del dia no publicaban atin ninguna noticia sobre la mujer muerta en el apartamen- to de la Villa Olimpica. A lo mejor habian descubierto el cuerpo por la noche. Hablé un momento con el jefe de Ricardo, el sefior Antonio Costa, un hombre de pelo blanco, bronceado y de sonrisa que no ensejiaba los dientes, que me dijo lo mismo. — Su mujer esté muy preocupada por su desapari- cidn. Va a llamar a la policfa. —Comprendera que nosotros también estamos pre- ocupados por su ausencia. Miré detras de él. Un gran cartel con el nombre de la empresa, Ludocesma, colgaba de la pared. — ,En qué trabaja el sefior Fernandez aqui? — Lleva la seccién encargada de la compra de suministros basicos para nuestros productos. — {Qué productos? —Oh, muy variados. Fabricamos articulos de juego 16 MUERTE ENTRE MUNECOS use cara de: aparen- tar, hacer un gesto que Parece significar algo concreto, . de todo tipo: puzzles, mufiecos, maquetas, insignias... Y para ellos necesitamos también materias diversas: tejidos, plasticos, celulosa, metales... Busqué en mi bolso el paquete de cigarrillos. Queria acabar con eso cuanto antes y me ponia nerviosa buscando respuestas a las preguntas. De repente, mi mano encontré una pequefia bolsa de plastico donde habia puesto el material encontrado en el suelo del lavabo del apartamento. Las pequefias bolas parecidas a la espuma. La saqué del bolso, no sé por qué, y se lo ensefié a Costa. — {Sabe usted qué es esto? El ejecutivo abrié la bolsa y cogié las bolitas. Las apreté un momento y enseguida sonrié. — «Polspan», por supuesto. — {Sabe qué es? {Lo conoce? — pregunté, aunque parecia claro que sf lo sabia. — Es un material que usamos para rellenar nuestros mufiecos. Es flexible y es bueno para dar forma a la ropa que les ponemos. Los nifios no lo pueden romper facilmente. — Ya. Y lo usan ? El ejecutivo parecia encantado de contar las mara- villas de su empresa a una mujer. Puse cara de admirar- lo mucho. — Oh, fabricamos miles de mufiecos de diverso tipo: para promociones, mufiecos de compaiifa, personajes de pelicula, etcétera. Cogié un cartel que habia sobre la mesa de su despacho y me lo dio. 17 LECTURAS DE ESPANOL millones en taquilla: la taquilla es el lugar en el que se compran Jas entradas para un especticulo, aqui la significa imos benefi- me daba vueltas por la cabeza: se habia convertido en una es- pecie de idea fija. picar: comer pequefias cantidades de alimen- to. fuera de horas: en unas horas diferentes a aquéllas en las que normalmente se suele comer. —Por ejemplo, ahora fabricamos todos los articulos de «Los Conquistadores de Marte»: llaveros, mufiecos articulados, mufiecos de trapo, insignias, maquetas de naves espaciales y otros articulos. — ,«Los conquistadores de Marte»? — dije. Una pequefia luz aparecié en mi cerebro recalentado por el sol de verano. — {No laha visto? El ultimo éxito de Hollywood, la pelicula del afio, millones en taquilla. Ciencia - fic- cién que, con una buena campajia de publicidad, se convierte en una montaiia de consumo: no sélo la pelicula, todo se puede comercializar. — Y ustedes tienen la exclusiva... —No nos va mal. La verdad es que los productos de esta pelfcula son nuestro gran negocio de este aiio. {Tiene usted hijos? Era la hora de marcharse. Le prometf llevar a mis nietos al cine para ver «Los Conquistadores de Marte». Llegué a mi casa a mediodia. Llevaba insignias y Ilaveros de la pelicula que el sefior Costa, demasiado agradable, me habia dado para los nifios. Me preparé un batido de pifia y melocotén mientras pensaba en el caso. Algo me daba vueltas por la cabeza: primero. la llamada de la mujer, el caso tipico de adulterio. Luego, el hallazgo del cadaver y la desaparici6n poste- rior de Ricardo Fernandez. {Qué hacfa yo con todo eso? Mi nieto mayor me cogié rapidamente las insignias antes de correr hacia la nevera para picar algo fuera dé horas. El pequefio vino de la mano de su madre con su 18 MUERTE ENTRE MUNECOS nformati - nas de noticias, segundo juguete roto del dia en la mano. Me bebf el vaso de zumo de frutas y miré el cartel de la pelicula que me habjan dado. — Hija, ,cudnto tiempo hace que no vas al cine? —Bastante. Ya sabes que no tenemos mucho tiempo libre. — Estupendo. Esta tarde te voy a invitar. — iY me va a gustar la pelicula? —No creo. Es de ciencia - ficcién. Esa famosa que esté de moda. Pero hazlo por los nifios. Los niiios empezaron a chillar como salvajes. Mi hija miré al techo, desesperada. Los nifios siguieron chillando y la rodearon. Estaba atrapada. IV Cuando sali del cine Ilamé a mi amigo Carlos Sandoval, un periodista que trabajaba en los infor- mativos de una cadena de radio. Ni una palabra sobre la muerte de la mujer. — (Escuchaste ese comentario de la policfa? —No. Olvidalo. Una pista de un cliente. — {Cuando salimos a cenar, Maite? —Pidele permiso a tu mujer. Entonces salimos. - Y colgué. 19 LECTURAS DE ESPANOL contestador automa- fico: aparato que se conecta al teléfono recoger Ilamadas ¥ grabar mensajes. barrio alto: aguf un barrio en el que vive gente rica. Barcelona, de mas de 11 kilémetros de lon- gitud, que cruzade for- ma diagonal, de ahi su nombre, el Ensanche. prin- cipales de la ciudad, fui al grano: hablé di- rectamente del asunto que queria tratar, sin rodeos. Fui a la agencia un momento para ofr los mensajes del contestador automatico. Tenia que volver al apartamento de la Villa Olimpica y encontrar algunas respuestas. S6lo tenfa dos Hamadas: la agencia que alquilaba el despacho. Querian cobrar el alquiler, naturalmente. La otra llamada era de una mujer que no conocia. Tenfa acento extranjero, quizé aleman, pero su espaiiol era bueno. — Usted y yo tenemos que hablar de un asunto que nos interesa, sefiora Rovira. Usted ha perdido un hom- bre y yo también. Creo que es el mismo. Me dié una direccién de un barrio alto de la ciudad y un teléfono. Ricardo Fernandez ponfa cada vez mas gente a mi alrededor. Viviaen un moderno edificio, cerca de la Diagonal. Era una mujer joven, elegante y de rostro agradable. Olfa a perfume caro. Me senté en un enorme sofa en forma de media luna. Toda la decoraci6n era lujosa: cuadros, jarrones, cerdémicas, encendedores de mesa. La chica vivia bien, estaba claro. Fui al grano. —iConoce a Ricardo Fernandez? — Ya se lo dije antes. —Su mensaje era un poco confuso. Por cierto, anno sé su nombre. —Soy Silvia Gruber y quiero que busque a Ricardo. — Auin no es usted mi cliente, sefiorita Gruber. Ya tengo quien me paga para hacer ese trabajo. ~ Yo le puedo pagar mejor. {Sabe? No es frecuente ver a una mujer como investigadora. 20 MUERTE ENTRE MUNECOS no esta al corriente: no sabe, no est infor- mada. Encendi un cigarrillo, seguramente para alejar el mal olor de todo aquel asunto. — {Qué sabe de él? — Somos amigos. Negocios. Tenfa una cita con él ayer por la tarde, pero no vino. He llamado hoy a su oficina y me han dicho que tampoco ha aparecido por alli. — (Ha llamado a su mujer? Ella sonrié y agité su cabello, rubio y ondulado. — Bueno, he preferido no hacerlo. Ella no esta al corriente del trabajo de su marido y Ricardo me dijo que era algo celosa. Supongo que esta tan extrafiada como yo. —{C6mo supo que yo buscaba al sefior Fernandez? — Por Costa, su jefe. Me conoce. Cuando hablé con él me dio su nombre. Luego supe lo de su agencia. — Ya. Por las Paginas Amarillas. —Exacto—1a mujer se puso un poco de whisky en un hermoso vaso de cristal tallado. — Y ahora, {vaa buscar a Ricardo? — Ya lo hago. Por encargo de su esposa. Llameme dentro de un par de dias _y alo mejor tiene suerte. ;No quiere decirme nada mas? — iA qué se refiere? — dijo, extrafiada. — (Trabaja en algiin sitio? La mujer parecfa molesta. Dud6 y por fin fue hacia una cigarrera de plata. Cogi6 una tarjeta de un mont6n y me la dio. La lei: Comercial Salgado. Silvia Gruber. Departamento Comercial. En mi trabajo me gustan las casualidades. Sonref. 21 Qué tal se llevan...?: expresién que signil ca «qué tipo de rela- cién tienen...» y que espera como respuesta sien», amale, ec. se endurecié: en sen- tido figurado, aqui, significa «se puso se- ria» al fin y al cabo: en definitiva, después de todo. se lo pasaron bomba: se divirtieron muchisi- mo. LECTURAS DE ESPANOL La mujer estabaa punto de cerrar la puerta. De repente me volvi y le pregunté: — Por cierto, {conoce usted a Carla Wagner? La mujer se qued6 paralizada y me miré con los ojos muy abiertos. Luego se froté las manos y empez6 a mirar a todas partes, nerviosa. — Bueno, ...yo... pues si, es compatriota mia... —... y trabaja con usted, {no es cierto? — Si, asf es. — Qué tal se evan ustedes? ;Son amigas? —No creo que eso le importe a usted. — su rostro se endurecié — {La conoce? —Muy poco. No hablé con ella cuando la vi. Bueno. Hasta pronto, Silvia. De vuelta a casa pensé en la cara nerviosa de aquella mujer. {Qué era verdad de su historia? Parecia claro que, al fin y al cabo, don Ricardo Fernandez engafiaba realmente a su mujer pero no con la persona que ésta creia. Luego mis pensamientos volvieron a la pelicula que vi con los nifios, la famosa «Los Conquistadores de Marte». ;Cémo podia tener tanto éxito entre los crios una pelicula semejante? La tfpica historia del espacio adornada con unos cuantos millones de délares en efectos especiales: cuatro protagonistas, un mutante, un androide, un guerrero, y una piloto buscan un fabuloso tesoro de los antiguos habitantes del planeta Marte. Explosiones y final feliz. Mis nietos se lo pa- saron bomba y aplaudieron toda la pelicula. 22 MUERTE ENTRE MUNECOS hacfan su agosto: ha- cfan un gran negocio. daban la paliza: in- sistian de forma mo- lesta. wr las notas de final curso: es costum- bre regalar cosas a los nifios el dfa del cum- pleafios, a menudo cuando Sacan_ buenas notas de final de curso, para Jas fiestas de Navidad. bocadillo: trozode pan quecontiene alginotro alimento en su interior (Gjamén, queso, etc.). Cuatro héroes. Los muiiecos de los cuatro persona- jesse vendfan por millones. Industrias como Ludocesma hacfan su agosto con los nifios que daban la paliza a sus padres en Navidad, para el cumpleaifios o por las notas de final de curso 0 incluso cada dfa para conse- guir esos productos. Cuatro héroes. Entonces, me acordé. Claro. El apar- tamento donde encontré el cuerpo de Clara Wagner. La tinica habitacién amueblada. Allf estaban los famosos mufiecos, tirados sobre la cama. Pero, habfa tres mufie- cos, s6lo tres. {Por qué no comprar toda la coleccién? Faltaba uno, no recordaba cual. {La piloto? (EI androide? Mi memoria sélo funcionaba con las cosas que me interesaban. Me dormi enseguida. Aquel habia sido un dfa duro para la Agencia Forner. Después de todo, el negocio funcionaba. A las dos de la tarde salf de la cafeteria de Via Laietana, enfrente de las oficinas de Comercial Salgado, donde me tomé un rapido bocadillo y un zumo de naranja, y crucé lacalle. Eralahora de salida de muchas oficinas de la zona y el trafico era intenso. Silvia Gruber salié un cuarto de hora mas tarde, con paso rapido. Llevaba un vestido rojo espectacular y una gruesa cartera de piel, con correas. Cogié un taxi en 23 LECTURAS DE ESPANOL sierra de Collserola: sierra al norte de Bar- celona y en la que esté el Tibidabo, su cima més alta (542 metros sobre el nivel del mar), direccién a la parte alta de la ciudad. Yo me subi a otro y la segui. Los dos taxis avanzaron lentamente, atrapados por el caético trafico durante un buen rato. Luego, el taxi se dirigi6 hacia una de las autovias que salfan de la ciudad. Un rato después cruzamos la sierra de Collserola hacia el érea metropolitana. Entonces supe a dénde iba la alemana. Llegamos al aparcamiento de Ludocesma después de las tres. Pagué con dolor al taxista (luego se lo iba a cargar a mi cliente en la factura) y entré en el edificio detras de ella. La chica de recepcién era la misma con la que hablé la tiltima vez. Me reconoci6. —Saben algo del sefior Fernandez, sefiorita? — No sefiora — me contest6é — Tampoco ha venido hoy. {Ha llamado su mujer a la policfa? —No losé. Pero le voy a decir que tiene que hacerlo. {Puedo ver al sefior Costa? — Lo siento, sefiora — dijo, impersonal como un altavoz — Ahora esta en su despacho con un cliente. — jEs la sefiorita que ha entrado antes que yo? — Si. Tenfa mucha prisa. Querfa hablar con él inmediatamente. — Si, la he visto correr. Su cara me suena. {Trabaja aqui? Puso cara de pensar «a usted no le importa eso», pero no dijo nada. Luego explicé: —No, sefiora. No sé quién es. Ella protegia los secretos confidenciales de su jefe. «Buena secretaria», pensé. Me quedé ante el mostrador 24 MUERTE ENTRE MUNECOS vaya: exclama- onde prea vaya broma: qué bro- ma. colorada: roja. un momento. No sabfa qué hacer. Mi cerebro seguia lleno de nubes que eran cada vez mas oscuras. Enton- ces ella dijo: — Hace tiempo que no vemos por aqui a la sefiora Ramos. —jLaconoce? ; Viene a vera su marido alguna vez? Ella me miré sorprendida. — {No lo sabe? Ella trabajaba aqui antes de su boda con Ric... con el sefior Fernandez, quiero decir. —No lo sabia. —De hecho, se conocieron aqui. Cuando se casaron ella dejé el trabajo y se qued6 en casa. - Tipico. Era secretaria? —Oh, no. Su trabajo era mds importante que el de su marido. Trabajaba en la seccién de exporta- ciones. Viajaba mucho al extranjero. — Exportaciones? Hmm, vaya, no lo sabia. Salf al exterior del edificio y encendf un cigarrillo. El cielo estaba despejado y el calor era intenso pero en mi interior las nubes también se despejaban, poco a poco. Me ref sola ante la idea que se formaba en mi mente. Un caso de adulterio, vaya broma. Silvia Gruber salié un poco después a toda veloci- dad. Su cara estaba colorada y su hermoso y cuidado cabello estaba un poco desordenado. Parecia muy enfadada. Cogié el mismo taxi, que la esperaba. Yo tuve que llamar a otro por teléfono. Pero no tenfa prisa. Sabja ad6nde tenfa que ir. 25 LECTURAS DE ESPANOL. le al corriente: le tems. asi daba gusto: ex- presiGn que manifiesta que de la manera que se comenta si que es facil, agradable, etc., hacer oconseguir algo. Antes de ir a mi destino llamé desde la agencia al inspector Pedroso, de la Jefatura Superior de la Policia y le puse al corriente del caso. Los mufiecos me re- cordaban algo y él me ayud6 a recordar. También me consiguié la informacién sobre Ludocesma. Era una multinacional con numerosas empresas en todo el mundo. En Espaiia sélo fabricaban una parte del mate- rial que vendian. El resto venia de otros pafses. Esperé un rato. Los ordenadores trabajaron, asi daba gusto. Pedroso me llamé enseguida. La mayorfa de las importaciones de los productos de Ludocesma se ha- cfan a través de Comercial Salgado, en el puerto de la ciudad. — iSabes qué sospechas tiene la Interpol sobre la empresa? —No, dimelo. Me lo dijo. Las nubes de mi cerebro se fueron casi por completo. Ahora tenfa prisa. Me despedi del policia sin darle tiempo para invitarme a cenar. No te puedes fiar de los amigos, querido esposo. Esta vez, cogi el metro. A lo mejor mi cliente no pagaba la factura. Llegué al atardecer, cerca de las ocho y media, al 26 cenar: en Espaiia se suele cenar tarde, por regla general a partir de las 9, nuncaantes, y en muchos casos in- cluso sobre las 11 dela noche. corte el rollo: no siga dismulando, no siga aparentando, deje de mentir. MUERTE ENTRE MUNECOS estudio de Silvia Gruber. La gente llegaba a sus casas para cenar y el barrio estaba tranquilo. Vi luz y llamé al portero automatico. — Soy Maite Rovira, sefiorita Gruber. Tengo infor- maci6n para usted sobre el sefior Fernandez. —Vaya. Qué rapida es usted —hizo una pausa—. Suba. No le hizo gracia mi visita. Me recibié muy seria. Llevaba un conjunto color crema, muy elegante. De- masiado. Parecia que estaba a punto de salir. Tenia los ojos rojos y pensé: «Ha llorado». Me senté en el enorme sofa sin pedirle permiso. Sobre la mesita que estaba a la izquierda, en un rincén, habia una cartera con documentos. Dentro se vefa algo parecido a billetes de avién. El cenicero de cristal estaba lleno de colillas. Algunas de ellas atin humea- ban. Las miré un momento. Después la miré a ella, estaba muy nerviosa. : — Y bien, {qué sabe de Ricardo, sefiorita? — Creo que usted lo sabe mejor que yo -respondi, seca. Intent6 reir, pero no pudo. — {Qué tonterfas dice? No la entiendo. — Corte el rollo, sefiorita Gruber —exploté-. Y di- gale al sefior Fernandez que ya puede salir. — ,Cémo? -casi pierde el equilibrio. Se agarré al sofa con fuerza. — Haga el favor de irse ahora mismo. — Mire, no insista. Usted sabe que hay un asesinato en todo esto. Supongo que esta en el cuarto de bafio — me levanté. 27 es to de seductor del dia que lo vi aio Bonito: forme ee hs con dinero lesy cre MUERTE ENTRE MUNECOS —No puede ir alli — dijo Gruber. —Déjala, Silvia. Tiene raz6n—of una voz masculina, suave como la seda y giré la cabeza. Era él, con el mismo aspecto de seductor del dia que lo vi en el edificio de la Villa Olimpica. Pero ahora no estaba afeitado, parecfa sucio y no tenfa la cara de nifio bonito de la fotografia que me dio su mujer. Me fijé en el equipaje que se vefa por la puerta medio abierta del baiio. — jIban a hacer un viajecito fuera del pais? — dije. ~ {Trabaja para mi mujer? — pregunts él, tranquila- mente. — {De verdad le ha pagado para seguirme? — Si, ya ve. Pero me equivoqué de chica, Aunque conoe/ a otra, que no tenfa ganas de hablarme. ~ ZY cree que la maté yo? — se puso tenso. Podfa guardar una pistola en su bolsillo. —Creo que no. Pero tiene otros problemas, de todas maneras. Por ejemplo, sus asuntos con esta sefiorita y la difunta Carla Wagner. Los dos amantes se miraron, indecisos. Parecian preguntarse con la mirada qué podfan hacer. Estaban atrapados. Era el momento de continuar. —{Contintio? Bien. Su amiga y la Wagner reciben los cargamentos de productos Ludocesma desde el extranjero. Supongo que la organizacién es complica- da, pero eso amino me importa. Todo son mufiequitos, mascotas y otras tonterfas de moda. Pero hay algo mas. La policia me conté que la Interpol sospecha que hay trafico ilegal de diamantes en el puerto de Barcelona y creen que Comercial Salgado es una de las empresas 29 tapadera: aquisinéni- mode «excusa», «coar- tada». tinglado: aquf «nego- cio sucio». LECTURAS DE ESPANOL utilizadas. Supongo que hay mas gente dentro de esto, pero eso a mi tampoco me importa. —Loestd haciendo muy bien, contintie — dijo Ricar- do Fernandez, con la mano metida dentro del bolsillo de su americana. — Es muy sencillo: la sefiorita Gruber le conoce... bastante bien. Ella y su amiga ganan mucho dinero, eso se ve en seguida —dije, mientras miraba a mi alrededor —. Usted es la tapadera perfecta: su empresa importa mucho y ahora todavia mas con el éxito de esa pelfcula. Nadie puede pensar en que algunos mujfiecos, segura- mente un tipo concreto, tienen algo mas que «polspan»: diamantes, que usted distribuye por Europa con su empresa y por lo que cobra una buena comisi6n. Supongo que hace tiempo que dura este tinglado. El apartamento de la Villa Olimpica es el punto de en- cuentro. Alli le entregaban los mufiecos marcados y usted los repartia con el transporte de Ludocesma — Espajfia a sus compradores. Ricardo Fernandez sonrié mientras sacaba una pis- tola automatica del bolsillo y me apuntaba con ella. —Muy bien, chica. De verdad. Yo puedo afiadir que también traficamos en sentido contrario: sacamos otro tipo de mercancia en los mufiecos que abrimos y cosemos con herramientas de la propia empresa en aquel piso. —Ricardo, no sigas —chillé Silvia Gruber, hasta ese momento muda y aterrorizada junto a la puerta. —No hay problema. Me temo que estamos desespe- rados y no podemos dejarla aqui. Vamos a irnos todos. Acabo la historia, si usted quiere. Todo fue bien hasta 30 MUERTE ENTRE MUNECOS — fiambre: normalmen- te «embutido»; aqui, «cadaver» (argot). echarseles encima: cogerlos, atraparios, ahora. Sélo que... —...S6lo que algo fue mal. Usted va a buscar la mercancia y se encuentra a su socia hecha un fiambre y se asusta. — Nosotros no la matamos. — Ya lo sé, Pero seguro que saben quién fue. Y quieren largarse pronto porque la policfa puede echarseles encima. Quieren desaparecer. Usted sabe que su mujer me Ilamé y decide utilizarme para hacer creer a todo el mundo que ha desaparecido. ;,No es asf? Vamos, guarde ese juguete y no haga el tonto. — (Por qué tengo que obedecer? — dijo, con el dedo demasiado cerca del gatillo. Yo sudaba y no era sélo por el bochorno de la tarde. — Primero, porque no va a complicarse la vida con un asesinato — dije répidamente, y me levanté. No disparé — ....y segundo porque yo voy a salir por esa puerta y va a entrar un inspector de policia que espera desde hace un rato fuera. Los dos se miraron y entonces él bajé el arma. Llegué a la puerta. — No quiere saber quién maté a Carla? — dijo de repente el hombre. —No hace falta. Ahora tengo que ir a cobrar una factura. Aproveche para llamar a su abogado- y sali. 31 diiplex: piso de dos plantas con una esca- interior que los une. Sarrid: barrio rico de Barcelonaqueantesera tun pueblo separado de la ciudad, LECTURAS DE ESPANOL Marga Ramos y, hasta aquel momento, Ricardo Fernandez, vivian en un moderno duplex de Sarria. Un portero uniformado me miré de forma sospechosa cuando Ilegué. Ella me abrié y me lanz6 una timida sonrisa de reconocimiento. — Pase, por favor. Estoy sola. He enviado a la nifia con sus abuelos. — Comprendo. Me condujoa una espaciosa terraza ajardinada y nos sentamos en dos sillones de hierro envueltos con almo- hadones con motivos vegetales. Llevaba una camiseta larga hasta las rodillas con el anagrama de una conoci- da marca deportiva y sandalias doradas. Parecfa muy relajada, pero su mirada era triste. Sonref. — Traigo varias noticias. Buenas y malas. Ella se lanz6 sobre mi y me cogié una mano. —{Sabe ya algo de mi marido? — Lo ha cogido la policfa hace un rato. Un brillo apareci6é en sus ojos . —Detenido. Con su amiga. Por trafico de diamantes. — ,C6... cémo dice? -su labio inferior empez6 a temblar. 32 MUERTE ENTRE MUNECOS — Digo lo que oye. Esta detenido...s6lo por trafico. {Decepcionada? Ella, de repente, se puso a la defensiva. Sus ojos se fijaron, atentos, en mi. Habia un brillo de inteligencia en ellos. —No la entiendo, sefiora. Yo la contraté... — Si, ya lo sé —Ia interrumpi—. Y me minti6. Todo el mundo me ha mentido en esto. Usted esperaba ofr que su marido estaba detenido por asesinato. —No la entiendo —dijo, de repente, con furia-. Y no le permito... —... Claro que me permite. Usted sabfa hacia tiempo qué negocios tenfa su marido. Se enteré por las conver- saciones entre su marido y la mujer alemana, segura- mente en inglés. — Pero yo no... — Usted habla inglés perfectamente. También me minti6. De lo contrario cémo iba a trabajar en Ludocesma en el departamento de exportaci6n, duran- te afios, y hablar con sus clientes europeos. —Entonces, lo sabe. —Lo descubri por casualidad. Fue entonces cuando todo encajé. En realidad usted no es feliz con su marido y quiere otra vida. Por lo tanto prepara un plan: apoderarase de todo un cargamento de esos diamantes con los que traficaba Ricardo. — Eso es absurdo -su mirada echaba fuego. — Pero usted es demasiado timida, poco audaz y busca un cémplice: Costa, el jefe de su marido. Usted lo conoce desde hace afios. Yo creo que lo tiene a su 33 LECTURAS DE ESPANOL hecha una furia: muy enfadada, furiosa. cabeza de turco: per- sona a la que se consi- dera la nica culpable de algo para desviar las sospechas sobre otras. lo quitaba de enme- dio: Io eliminaba, lo mataba. rollo: aqui

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