Se dice que el inicio del nombramiento de vikingos a los escandinavos tiene lugar con
el saqueo del monasterio de Lindisfarne (793), siendo pronto seguido por ataques a
otros monasterios, ya que los Vikingos tenían tradiciones paganas y creencias en los
dioses nórdicos (Odín, Thor, Heimdall). Los anales y crónicas de los dos siglos
siguientes están llenos de relatos aterradores. Los vikingos emplean un modo de
saqueo parecido a la guerrilla, haciendo uso de sus veloces naves, llegan a las costas
europeas de manera impredescible y atacan rápida y violentamente, tratando de
conseguir el mayor botín, para retirarse tan rápido como llegaron, dando pie a que no
se les pueda hacer una fuerte resistencias, dando lugar al desgaste. Las poblaciones de
las costas de Alemania, Francia y Gran Bretaña vivían en el terror de ser presa de las
incursiones de los vikingos. Pero con el tiempo se volvieron más audaces, llegando a
ocupar y a asentarse en gran parte de Europa. La magnitud y frecuencia de las
incursiones vikingas en Inglaterra, Francia y Alemania aumentó hasta el punto de
convertirse en verdaderas invasiones, en las que se establecían asentamientos con
miras a incursiones posteriores. El territorio de asentamiento vikingo del noroeste de
Francia se denominó Normandía, que procede del término "hombres del norte" y dio
el nombre de normandos a sus habitantes.
Las conquistas de los Vikingos
A finales del siglo VIII, ya realizaban grandes incursiones a través de los ríos de Rusia,
estableciendo fortificaciones defensivas. En el siglo IX gobernaban Kiev; y en el 907,
una escuadra de 2.000 embarcaciones y 80.000 hombres de los vikingos atacó
Constantinopla, aceptando el ventajoso acuerdo comercial que el emperador
bizantino les ofreció a cambio de su retirada.
Los Vikingos y sus descendientes controlaron durante algún tiempo la mayor parte de
la costa Báltica, gran parte del interior de Rusia, Normandía (Francia), Inglaterra,
Sicilia, el sur de Italia y parte de Palestina. En el 825 descubrieron Islandia, donde se
asentaron en el 875 (aunque ya estaba habitada por monjes irlandeses). Los Vikingos,
al mando de Erik el Rojo, colonizaron Groenlandia en el 985 y se dice que su hijo Leif
Erikson llegó al nuevo mundo y exploraron parte de Norteamérica 500 años antes que
Colón.
Los vikingos dejaron de hacer incursiones a finales del siglo X, en parte debido a su
conversión al cristianismo que implicó el abandono de sus pasadas creencias paganas
y valores guerreros. Escandinavia se dividió en varios reinos y los nuevos gobernantes
se concentraron en el gobierno de sus territorios. Las culturas que rodeaban los
emplazamientos vikingos en Rusia, Francia y Gran Bretaña absorbieron a los
vikingos. El desarrollo militar que generarían las batallas de los vikingos encontraría
pronto uso en el oriente medio con el advenimiento de las cruzadas.
Piratería y saqueo
Sin embargo, los primeros depredadores vikingos no fueron los piratas daneses, sino
los colonizadores noruegos que se habían desplazado hacia el oeste en busca de
nuevos hogares. Al igual que sucedió con los daneses, una vez descubierta la
existencia de buenas oportunidades y tras comprobar que sus naves podían realizar el
viaje con un margen razonable de seguridad, no resultó difícil a los cabecillas reclutar
tripulaciones que, por una razón u otra, agradecían la oportunidad de iniciar una nueva
vida: tránsfugas, inadaptados o proscritos así como jóvenes ansiosos de aventuras.
Desde sus nuevos hogares en las islas septentrionales de Escocia, se dedicaron a
explorar, no sin librar en ocasiones choques sangrientos con los sorprendidos y poco
acogedores nativos, como los monjes de Lindisfarne, cuya paz se vio perturbada en
j.unio del año 793, o los indígenas de América del Norte, unos dos siglos después.
Algunos de los nuevos colonizadores se contentaban con erigir sus nuevos hogares y
explotar los recursos intactos que hallaron en las islas Fe-roe, en Tslandia y en
Groenlandia; otros, como
hicieron los daneses más al sur, se dedicaron de lleno a la piratería. Estos fueron los
que fundaron plazas fuertes, como la de Dublín, desde donde salían para someter y
poner bajo tributo las tierras e islas vecinas, como, por ejemplo, en el año 873, cuando
tomaron y saquearon la ciudad británica de Dumbarton, a orillas del río Clyde.
Los vikingos de Europa occidental no sólo fueron asimilados, sino que pronto se
sometieron a los reyes indígenas. En Inglaterra, el último rey escandinavo de York fue
depuesto el año 954, y los northumbrios, tanto de ascendencia inglesa como
escandinava, aceptaron la autoridad del rey inglés. Así nació el reino unido de
Inglaterra. La asimilación de los vikingos fue posible una vez que establecieron
asentamientos parmanentes; entonces resultaban tan vulnerables a los ataques como
lo habían sido antes sus víctimas, pero a ello contribuyó en gran medida el evidente
cese de las incursiones procedentes de Escandinavia.