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El tabi de Ja virginidad (Contribuciones a la psicologia del amor, Ill) (1918 [1917}) «Das Tabu der Virgi Psychologie des Liebeslebens, If) » vat (Beiteige zur Ediciones evs alemén (17 1918 1924 1924 1931 1947 1972 Comunicecién a le SociedadsPsicoanalitica de Vie- na, 12 de diciembre.) SKSN, 4, pgs. 229.51. («Beittige zur Psycho. logie des Liebeslebcns», TEL.) (1922, 2° ed.) GS, 5, pips, 212.31 En Bettriige 2ur Paycbologie des Liebeslebens, Le 2ig, Viens y Zurich: Fatetnationaler Psychoanalyt scher Verlag, page. 248, Sexnaltheorie und Traumlebre, pags. 95-115, GW, 12, pags, 161.60, SA, 5, pégs, 211-28 Traducciones en castellano” 1929 1943 1948 1953 1967 1974 & (CE. ls «Advertencia sobre La edicién en caste «El tabi de la virpividad (Aportaciones a la psi cologia de fa vidi critica, IL)». BN (17 vols.), 1B, pigs, 99-118. Truduccién de Luis Ldpez Balles. teros. Igual titulo. EA, £5, pigs, 102-21, El mismo tra ductor. Tgual titulo. BN (2 vols.), 1, pigs, 985-93. Bl imisino traductor, Igual titulo. SR, 13, pigs. 81-96. El mismo sea. ductor, Tgual titulo. BN (5 vols.), 1, pags. 973-82. EI mismo traductor, Teual titulo. BN (9 vols.), 7, pags. 2444.53, EL mismo traductor, : 0», supra, lg. allt ym 6) Escrito en setiembre de 1917, el presente trabajo no fue publicado hasta el afio siguiente, Pese a que trascutrieron varios afios entre él y los dos que fe preceden en este vo- lomen (19105 y 19124), nos ha parecido adecuado situarlos juntos, ya que el propio Freud los reunié bajo un titulo comtin, Bn el interin habta apatccido Toten 9 taba (1912. 13), y este tercer atticulo de la serie puede considerarse, desde cierto punto de vista, como un agtegado al segundo de los ensayos de que consta esa obra; aunque, por otto Jado, el examen que aqui se hace del problema clinico de la frigidez femenina convierte a este atticulo en un pendant del estudio de Ia impotencia masculina en «Sobre la més genetalizada degradacién de Ja vida amorosan, el segundo de la serie (cf. supra, pigs, 169 y sigs.). James Strachey Pocos detalles de Ja vida sexual de lor pueblos primitives nos provocan un sentimiento de extrafieza tan grande como. su posicidn frente a la viegin lonceilez. de la mujer. Es que la estima por la vitginidad nos parece cosa tan esta: blecida y natural en el varén cortejante que a punto estamos de sumitnos en desconcierto cuando se nos pide fundamen. tar ese juicio. La exigencia de que teaiga al ma- trimonio el recuerdo del comercio sexual con otto hotabre no es mds que la aplicacién consecuente del derecho de pro- piedad exclusiva sobre una mujer; es 1a esencia de Ia mo- nogamia: Ja extensién de ese monepolio hacia el pasado, Pero desde nuestras opiniones sobre la vida amorosa de la mujer no nos resulta dificil justficar lo que al comienzo perecié un prejuicio, El primero que satisface la afioranza de amor —larga y peaosamente contenide—— de la doncella, superando asi las resistencias que los influjos del medio y de la educacién le habian eripido, es tomado por ella en una rclacién duradera cuya posibilided ya ningin otro tiene, Sobre la base de esta vivencia se establece en Ja mujer un estado de servidumbte gue garantiza su ulterior posesién sin sobresaltos y la vuelve capaz de resistic a nuevas impre- siones y tentaclones provenientes de extrafios. La expresidn «servidumbre sezual> fue escogida por Von Krafft-Ebing (1892) para designar el hecho de que una persona pueda adquitir cespecto de otra con quien mantiene comercio sexual un grado insdlitsmente alto de dependencia y heteronomifa, En ocasiones esa servidumbre puede Negar uy lejos, hasta la pérdida de toda voluntad admisién de los mayores sactificios del propio inter pero, el mencionado autor no ha dejado de puntualizar que cierta medida de esa dependencia «resulta enteramente nece- saria si es que el vinculo ha de tener alguna permanenciay. De hecho, esa medida de servidumbre sexual es indispenss- ble para mantener el matsimonio cultural y poner diques a fas tendencias poligamas que lo amenazan; en nuestra comu- nidad social se cuenta con este factor. Un egeado inusual de enz-aoramiento y debilidad del cardcter en una de Jas partes y un egoismo irrestricto en Ja otra: he abt 1a conjuncién de la que Yoo KrafftEbing deriva Ja génesis de la cervidumbre sexual. Ahora bien, cier- tas expetiencias analiticas no permiten conformatse con ese intento de explicacién simple. Més bien uno puede discerait que la magnitud de le resistencia sexual superada es el factor decisive, unida al hecho de que esa superscién poser un caricter concentrado y Gnico. En consopancia con ello, le ser- idumbre os inectnparsblemente mis freeuente e intensa et la mujer que en el warén, ic en este Ultimo es mas comin en nuestro que en 1 antigiiedad, Toda vez gue hemos podislo estndése Ln re sexual en vato- de una impotencia tminada a quien el da desde entonces.? aroativos y no pocos destinos trégicas ecuencias— patecen baller su eecla- hasta de gra recimiento en ¢ Sia primitiv que no atribuyen valor algunos vin gomo pracba que hacen cousumat Ix desloractén de la joven fuera cel matrimonio y antes del faimer comercio conyugal. Parece, al contratio, que tambicin pasa ellos a desfloracién es un acto sustantivo, pero so les ha vuelto asunto de un tabs, de una prohibicién que dcbemos Uatwar religiosa. En vez de reservarla pura el novio y posterior matido de la muchacha, la costumbre exige «ue cite evite esa operacién,® No estii dentto de mis propé:itos recopilar de manera exhaustiva los testimonios bikliogtéficos de la existencia de esta prohibicién normativa; tampoco estudiar su dispersién geogrifiea ni pesqtisar todas las formas ea que se exterior tiza, Me Timito entonces a comprobar que tal perforacién del himen fuera del whetior mattimonio es algo muy difun- dido entre los pueblos primitivos hoy vivientes, Ast, expresa Crawley: «This marriage ceremony consists in perforation of the bymen by some appointed person other than the husband; it is most common in the lowest stages of culture, especially in Australiay.* ts de los pueblos sate enunciando jinidad y aduciendo 2 [Se hallaré una acotacién sobre esto en una nota al pie de «sind isis fetminable © interminable» (1937c), AB, 23, pég. 254] ® GE. Crawley, 190%; Ploss y Bartels, 1894; Frazet, 19126, y Have locks Ellis (19108; 2 ed,, 1915. * {aBsta cercmonin nupetal consiste en la perforacién del himen por ‘una persons designada pata ello y gue no es el maridos es comin pein: ipaimente en fos estadios inferiores de cultura, sobre todo en Aus. tralia» } eters teemneeneneneereertenet Ahora bis, sits des comercio conyyy sidad de alguns sy Citaré algunos p: gue nos iaforn a algunas puntu (leid., vi cinos (en A\ men cuando tribus Portland y Gtenct vieja; y a veces son te: florar muchachasy,* (did, pig. 307:) ata ruptuta artificial del bimen se produce a veces cn Ja infancia, sero cominmente en la bubertad. {...) A menads se combina, como en Australia, con un acto ceremonial «le edpulan,® (Ibid., pag. 348:) (Spencer y Gillen [18991 refieten, acerca de tribus australinnas en que rigen las bien conocidas limitaciones del matzimonto exogémico:) «Hl himen es per- forado attificialmente, y luego los hombres encatgedos de esa operacidn tienen acc (ndtese: un acceso ceremonial ) ala muchacha en un ordon establecido, (...) El acto consta de dos partes, la perforacisn y la edpulan. (Ibid., pag. 3492) alinise los masai (del Africa ecunto- ial), esta operacién es tno cle Jos importantes preparativos para el mattimonion." «Tire Jos saltai (Malasia), los bat. fa (Sumatra) y los alfécr de Jas islas Celebes, Ja’ destlora, ci6n es ejecutada por el padce de la noviay.® «fin las Filip nas habfa clertos hombres cuva profesién era desflorar at en caso de que el himen no hubiera sido destruido ya en ‘in no ba de sosultar del primer 50 que sea realizada con ainterio- por parte dé"elguien determinido, mencionado libro de Crawley, ‘© panto pero dan lugar también cs cticas, los dieti y algunos pueblos ve- snbre uaiversal destruir el hi- icanzado la pubertads. «En las se Jo hace a la novia una mujer vidos hombres blancos pata des la 8 aPbus in the Dieri and neichtos ‘universal custom twhen a gint Uluraat of the Royal Arsh 4 dn the Portland and Gl ings in Aust) i fs the ibs party to upton the byes sel insttate, #103) abs this done oe bide by 4p ld womans ard sometimes slit me are aske or tbl rca Sefer maiden (oath Snith HSIN Se 9} fa gga me ele on ees fk ein infty, but gery pa 1 i often combined, af Australia, wits a caren ns of Scioonn che bynon is arfcaly perjontedy and then the asisting men ave acces (ceremonial bei chervedd tote oi ee em CI Ee ty Chen ol me edn important prlininny f meatoge aman the Masa (in Equator Aloe) isthe perfrtance of ths operon on de ie Ci Thomson Fias7), 2 peaee te OF HO oper “ i eB defloration 1 be (he Saker Coly), Bares (8 y Baciels (18913, £, pip 490), by the father of the bride amc neh, ad for of Celebs prilae merntiteetoe fe eg taada ce elio».” «in algunas fone geguimses desfo in de la novia se confieba Las pontualizac puntos s ctiticas que anuncié se tefieren a dos de lamentar, en primer término, que en esas noti- sting con més cuidedo ener la mera destruc. imen sin coito y el coito destinado a Iogear esa ruptns, Sélo'en un passe ce nos dice de manera expresa aque el proceso se descompone en dos actos: la desflorncén ‘manual o instrumental) y el scto sexual. El material de y Bartels {18911, tan sica en otros aspectos, es inuti- le pata nuesitos fines porque lo expone de tal modo que el resultado anatémico del acto de la desfloracién no a icol6gica. En segundo via mucho saber en qué se diferencia en tales oportunidedes el coito «ceremonial» (puramente formal, solemne, oficial) de) comercio sexual regular. Los autores que tue de elio'e tales eS EHS ete i cat ee i ¢ inequivoco, pero no puedo enunciar nada seguro sobte esto dada ln actual inaccesibilidad de esa bibliogeatia, extranjers en su mayor parte."" Es verdad que en cuanto a este segu. do punto uno puede situarse por encima de la cuda refle- ionando en que un seudocoito ceremonial no setia més qe el sustituto y acaso el relevo de uno plenamente consumado on sects antetiores, te ara explicar este tabsi de 1a virginidad es posible aduci factores de diversa indole, que piso a exaininar on ae exposicidn, En la desfloracién de la muchacha por rela ge- neral se derrania sangre; por eso el primer intento de expt cacién invoca el horror de los primitivos ala sangve, pues la consideran el asiento de Ja vida. Multiples preceptos, que nada tienen que ver con Ia sexuilidad, demuestran le’ exis. tencia de este tabii dg la sangre; es evidente que mantiene 9 tn the Philiopines there wete certain men those profession i tae io deower brides, in ease tbe bv bad wot begat ramared n cbildbood by an old woman who so9: sometimes eniployed dee tik CEetimes (as 91,8 lg. * 40 Tbe defloration of tbe bride tics emovgst some Eskimo tribes entrusted 10 Ybe sngckol, or presie (hide Boh. woe) 18" (Ew fue escrito dfrante la Primera Gveret Mandial} elt a Moaeoas cus de ce no hay ue 0 es ef novie, sino otra persons pci compaicros de viaje), Quienes tesen derecho» pls senualsobte la novia (los eKraneelberrene de nacsttascontumbtce) 192 estrecha telacién con Ia prohibicién de tmatar y constituye una delensa etigida contra Ia originaria sed de sangre del hombre primordial, su placer de matar. Esti co ‘atticula el taba de [a virginidad con el rebti de In menstrua- observado casi sin cxcepciones, Fl primitive no puede ner exento de representaciones sidicas el enigmético eno del flujo mensual catameaial, interpreta la mens- traacién, sobte todo a Ja primera, como Ia mordedura de wn animal mitoldgica, acaso come sigoo de comercio sexual con ese espiritu, Alguno de los informes permite discernir en este espiritu el de un antepasads, y asi comprendemos, apun- talindonos en ottas intelecciones, que la muchacha mens truante sea tabti como propiedad de ese espfritu ancestral Pero desde otto angulo se nos advieste que no hemos de sobrestimar el influjo de un factor como el horror a la sangre. Es que este noha podido sofocar costumbres come la circune cision de los muchachos 7 los sitos todavia més crueles a ‘que son sometidas las nifias (excisién del clitoris y de los labios menotes), costumbres vigentes en parte entre aquellos tnismos publow, 7 tempeco ha hecho cadet ottos eerem riiales en los que se destama sangre. No serfa entonces asom- broso que ese horror se superata en favor del matido para Ja primera cohabitaci6n. Una segunda explicacién prescinde igualmente de lo se- xual, pezo tiene una proyeccién mucho més universal. Indica ‘que el primitivo es presa de'un apronte angustiado que Jo ‘acecha de continuo, tal y como Jo aseveramos nosotros, en. nuestra doctzina psicoanelitiea de las neurosis, respecto de los aquejados de neurosis de angustia. Ese apronte angustiado s€ mostsaté con la mayor intensidad en todas las situaciones que se desvien de algdin raodo de lo habitual, que conlleven algo nuevo, inesperado, no comprendido, ominoso {unbeim- lich). De abi también el ceremonial, continuado ampliamente en las posteriores religione: .¢ enlaza con el comienzo de cada nueva empresa, el inicio de un petfodo de tiempo, las pritnicias del ser humano, de los animales y Jos cultivos. Los peligros que el angustiaclo ciee cernirse sobre él nunca se le pintan tan grandes como en ef inicio de Ja situacién peligtosa, y por cierto es ese el Gnico momento en que resulta adecuado al fin protegerse de ellos. No hay duda alguna de que el primer comercio sexval en el matrimonio posee, por su significacién, tftulos pare set introducido con estas me- didas precautorias, Ambos intentos de explicacién, el del hhotror a Ja sangre y el de Ja angustia ante las primicias, no 38 CE, Tétem y tabs (1912-43) LAE, 13, pigs. 143-6] 193 se contradicen entee cs hicn, se tefuetzan, EL primer come des 0 sospechoso, tanto rafs sangre. sual jer es en un todo tabi vatticulires que detivan el eimbarazo, el patto, a de clas el trato con le tan serias y profusas que pees poner en dude fy der elgo especial ursin ta debe del comercio sexual con all rfa paralizadla y eo attactia e su fuerza queda Tatabicn en las eostum- inequivoca tendencia a la wujeses conviven con mujeres, y as tuibus primitie familiar tal como tan lejos que los Yen permitice pronunciar fos bros del otto, y las mujeres Esico propio. Es cietto que Ja necesicad ize de wucinuo # través de esas barreras, pero et rane citas de los esposos Henen «que procucitse fuera de la cxsa y en secreto. Toda vez que: el primitive ha ctipido un tabi es porque teme un peligto, y no puede negarse que en todos esos pre. septos de evitacign se extetiotiza un horror bésico ala mujer. Acaso se funde en que ella es diferente del var6n, patoce ctetmamente incomprencible y ustetiosa, ajena y por eso hostil. El varén teme ser debilitado pot le mujer, contagiatse de su feminidad y mosttarse lueso incompetente. Acwso el efecto adormecedor del coito, resolutorio de tensiones, sea arguetipico respecto de tales temores, y la percepeidn de la influencia que Ie mujer consigue sobre cl hombre mediante el comercio sexual, la elevada consideracién que asf obtiene, Guizis explique la difusi6a de esa angustia. Nada de esto ha eaducado, sino que perdura entre nosotros, bres de Ia separa los hombres he miembros de nombres personales de los desatroflan an ensue 104 Macho: observadores dle fos prim gado ue su pujer > es sels icanza las inte: s que estamos contrat en Ia humanidad culta, Otwos he wci6n, pero et tu merado atestiguan fa ex desautotiza cexpresiones pleacia pot el psicoa se separa de los de lation» Cevabii de aisl mic elias difere ren poco de la ter precio, reliriéa sobre ef incvsionado muy Ja mujer a iguna fuz sobre los p S$ que tigen o primer acto sexual con una virgen. je punto segaimos reducidos a las dos primera: cx jones, que invocan ct horior a la sangre y a liv + pero aan sobre estas deberiames decir que 6 leo det tabi ca cvestidn, La «3, cvidentemente, el pr sarvente ol futuro esposo algo que es insepatable del primet aunque, segtin fa. puntualizacién que hicimos jem, de ese mismo vinculo no podria menos que de la mujer con ese hombre 8 nuestt« (area no consiste en elucidar el origen-y el significado lima de los preceptos del taba. Ya Johe hecho en tai libro Tew y tabrt, donde examiné le po- sibilidad de que ef tabst tuviera por condicién una ambiva. Jencia originaria y sostuve que su génesis se situaba en Jos procesos de Ia prehistorie que Ievaron a fa fundacién de la Xe TFreud vuelve a ocuparce de esto en Psicologte de lar mates 7 andlisis del yo (192ic), AE, 18, pig. 96, y en el capitulo V de Bl ma estar en a cubiura (19302) ) familia humana. Esa intencionalidad anterior ya no se dis- cietne en Jos tabsies hoy observados como norms entre los primitivos. Pero al exigit esa corroboracién olvidamos de- masiado ficileente que aun los pueblos més primitivos vi ven dentso de una cultuta muy elejada de In de los tiempos primordisles, una cultura tan antigua como Ja nuestra y ‘gue igualmente cotresponde a un grado de desarrollo tardfo, si bien diverso, Entre los primitives hallamos hy en un i tabi ya entretejido w artificioso, en un todo semejante al que nues- tres neutsticos desarrollan en sus fobias; Ios antiguas mo- tivos han sido sustituidos por otros nuevos que configuran tun todo atménico. Por es0, sin enttar a considerar aquellos problemas genéticos, retomaremos Ja inteleccién de que el primitivo crige un tabi donde teme un peligro. Podemnos deci que este timo es siempre psfquico, pues el primitive ho se ve forzado a trazar aqu{ dos distingos que @ nosotros ‘0S psrecen inevitables. No separa el peligro material del psiquico, ni el real del imaginerio. En efecto, dentro de su concepcidn animista del universo, Hlevada basta sus conse- cuentes téeminos, todo peligto proviene de wn propésito hostil de un ser animado como él, ast amenace desde wna fuerza natural 0 de otros hombres 'o animales. Ahora bien, por otra parte esté habituado a proyectar al mundo exterior Sus propias mociones internas de hostilidad; por tanto, a atribuitlas a los objetos que siente como desagradables 0 aun slo como ajenos. En la mujer se discierne wna fuente de toles peligtos, y el primer acto sexual con ella se singu. latiza por un peligro particularmente intenso. Creo que obtendremos alguna loz sobre le naturaleza de este peligro acrecentado y la reén por la cnal amenaza justamente al futuro marido si indagamos con mayor aten- cisa Ja conducta de las mujeres de nuestro estadia cultural en iguales cizcunstancies. Anticipo el resultado de esa inda- gacién: de hecho existe un peligto de esa indole, de suerte que por medio del tabif*de la virginidad el primitive se protege de un peligro cotrectamente vislumbrado, aunque psiquico, . Estimamos como la reaccién normal tras el coito que la raujer, en el dpice de la satisfaccién, abrace al varén opti. migndolo contra sf; vemos en ello una exptesién de su agradecimiento y una ptomesa de duradera servidumbre, Pero, bien lo sabemos, en modo alguno es la regla que también el prime: comercio tenga por consecuencia esa con. ducta; hartas veces no significa mas que un desengafio pata Ja mujer, que permanece frfa e insatisfecha, y de ordinario 196 os, una serie continua Heva hasta el desagrada- io de una frigidez permanente que ning, ex ‘il varén ceasigne superar. Creo que odavla ado 2 entender bien esa frigider de la mujer, y Pox eso asta —savo fos casos oe eden pats ‘a Ia insuficlente potencia del varén-—- ser escl te la, posible a través de los fenémenos de que se ro« 7 ates Prefetiria no considerar en este punto los faa free ts, intentos de buir del primer comercio sex wl; en & <0, ¢ los sen mulivocos y ba de ee “be cp epee aun we en tteidad— como expresién del universal a essvn de ts ujer, Ea cambio, ceo ave stan far 0- bre el enfgn de La igides fren certs casos en aut Ue mujer, tas el primer comicio sexzl y tae eds eno de fos sbguenies, exprsa sin apo bose a an, sultdndolo, levanténdole a mano o- ind hecho. inn nite caso de esa indole que me fue Posible an liza a fon, ello aconest a pesar de aue la mujer arabe taco mario ala nn sla pie el colin, en él que sin ninguna dude alliba gran satelaesisn, Opino que esta rara reaccién conttatia €s el resulta lo de jas mis mas mociones que de otdinar slo pueden, exteriors como frigidez, vale decir, son capaces. de suaier ae tierna, pero no de imponerst ellas roismass ct 0 Ba toldgico se desagrega, Bor se ocoetes ae ee so mismo que en la frigidez, macho més ese ana Gham let fhitrio; eo exc oh to eemeints «$0 Fe es ee cneteas Bl els nag de dos tiempose de la neuros 2 EL pl so sce node te susetala por it desforacibn dela mv je contra on atraeae au hostidad,y justament tuto marido tendrfa todas Les rauones pare ei ratla, las mo- ‘Ahora bien, el andlisis permite colegit féci mente I clones que colaboran en Is mujer Patt Pret ae Tajie conducts en Igoe expero hala el exclareinjento idez. El primer coito moviliza toda una © oe Eee ina pare 1 deseada cctizad fem 4 i re algunas de it Tbe de Sepedae en Tosa posterior, Fa pines sf , eabe pensar aqut en el dolor que se inflige a la virg 36 [Véase el historial elinico del eHomibre de las Rataso (19094), AE, ¥0, pigs. 1912 y 1. 29.0 en Ia desfloracicn, *© uno se inclinarfa a considerar ndose de buscar otros. No obs- fente hien que le atribayam bien cs preciso remplezarlo por ds por Ja destruccién de un 6: ta subrogacién acorde a la ratio en « valor sexual de la desflorad: casos el cereinonial es A himen (c de dos tiempo; all Ja mano © con vn docoito con Tos subrosacore tra que el sentido del t floracién. anatéraic matido also mis Colorosa Hallamos otta sazén de desen en el heche de que —al meaos py Fectativa y curaplimiento no P €se momento el comercio se fuerte prohibicidn; por eso rrism mitido no se sicate como la m a shorts, ve 11 reaccisin dle su cdnyuge ante la lesion Z0sis; y aun por mamtenerlis en seeteto ante step cuando en tealidad nada cousteiic a ello ni whe «pe veto algune, nos iustra de maneta casi eSmica cudn tor cho pucde llegar @ set aquel enlace. Las muchachen diy abiettamente que su amor pietde valor pata elles ef Grn saben de él. En ocasiones este motivo puede voiverse hipts otente ¢ impedir por completo el desarrollo de ly capaci, dad de amor denteo del matrimonio. La esposa solo “een Guentta su sensibilidad sieina en ona telacin ilicita que dleba mantenerse secreta, la vinica cn Ia que esté segara de seguir su propia veluntad libre de influencias Empero, tampoco este motivo nos permite alcanzar la profundidad requeridas por otra parte, puesto que se liga 8 las condiciones de Ia cultura, no se enirama bien con fee citcunstancias que imperan entte los primitivos. Macho safe fustantivo es el siguiente factor, que tiene su base en i, historia de desarrollo de la libido. Los empetios del audlisia guaiGh eSobre la mis generalicads degtadaciSn de Ia vids amorosen (19124), 'se-ra, pig. 180.) | | | dire @ @ un bermares qu arta frecuenc't tuya, de 05 E| marido vo, por ast devits muiner ex el gemutino, Es otro el padre, en cl caso tipico— quien posee cl primer titulo a le capacidad de amor de Ja (segundo, Ab asatisfactorio in ijacién y cain scoazmente s Ia frigidez se encuentis eatre les cot neurosis, Micnttas iblecerse como inki sarrollo sual. tempzano primitivos gue esear, a um anciono, sacerdote w hosal udo, es de- 2). Creo cf tan mene Ti Yidad M concepcién tucién de Jas se las tees prie } come wut reconocimicnto de fos. privitegios wet, ya antes de él, C. G. Jung (1909) habia opie nacls cn el tisme sentido,’ Por lo dicho, responde en vn todo a nuestea expectativa hallae también la imagen de los dioses vntte los subtogidos del padre encargadas de In des- Horacion. 1.» muchas comarcas de la India, la recién casida debi sseriticar su hitmen al linganr* de madera, y segtin al infesie de San Agustin, en el ceremonial nupcial romano (ede sx epoca?) enust(a la misma costumbre, claro que aeemperda, pues [a joven exposs slo tenfa que sentarse so bre cl gigamtesco falo dle piedra de Prfapo.!” Giro motive cala hasta estratos todavia més profundos; puede demostrarse que es cl principal responsible de la Feaccién paradéjica frenie al matido y, gn mi opinidn, exte- * {Eo sds en el culto del 37 Ploss y Bart pot referencia al simbolo fico ueedo. 1891, 2, pig. xii, y Dolaure, 1905, pig. 142, 35 de lac antinune oont.. Se GE da mujer. Ade- imés de las antiguas iociones ya deserta, el primer cota ta le mujer otras por entero contrarias eI al pepel femeninos. seas ele Por el anilisis de muchas mujeres newré asraviesan un estadio temptano en que envidi mine fl signe dle Te vitlidad y se slenten eri relegadas @ rafe de su falta (en verdad, de su empueetiog, miento). Subordinamos al «complejo ‘de custrarlors tora senvidia del penes. Si por emascnlinor se entende el dee rer ser varGn, a esa condueta le cabe la designacion «pro. gett masculina» acuitada pot A. Adlee [1910] para pro. clamar este factor como el portador de oda neveove. ba f2te lose las muchachas a menudo no ocaltan sv envidl a ho de esta, hacia ot esmano favorecid e de pie como La fin de sust Presunta igualdad de derechos. En ef ya mencionado ejeas plo de bs esposs que tras el coito hacia objeto de apresion ranca a sa marido, a quien sin embaego amabn, pale cons bichor que esta fase se habia presentado antes ce ly eles jin de objeto. Sslo despaés fa libido de la nifita se voles al padre, y entonces dese, en ver del pene, un hijo. No me sorprenderia que en ottos casos la secnencia de estas mociones se enconttara invertida y es piers del com, plejo de castracisn adquisietseficacia sdlo despues de cut Bids la eleecién de objeto, De todos modos, deste el punto de wista dela histovia de desatrollo, esta fase masculina de Hale, fase en la cual encidia all vardn su pee, es més ana y esté mas cerca del nagcisisimo ori SREE La lel nagcisisino originatio que lace algén tiempo se me oftecié por azar la oportunid: de analizer el suetio de una recién casada, y pude tncerala como teaccidn a su desfloracién. Dejaba'taclucit feller feel deseo de castrar a su joven esposo y guardarse su pene Zot ciette, también cabfa la interpretacién mis inofensive le que habria deseado la ¥yolongacion y repetcién del actos gmpero, muchos detalles del suetio contratiaban este sent, do, y tanto el cardcter como Ia posterior eonducta de Ie co. Sante testimoniaban en favor de'la concepciSn més prave a bien, tras esta envidia del : cono hostl de la mujer hacia ol darcy nea ne oe a ‘ia el vatén, nunca ausente todo en las relaciones entre los sexos del cual ponerse foncidn y 38 TCE, «Contsibucidn a Ia historia it iconnalét aide), AE EbAEC 9B tora dl mosnientopicanaltcoe 38 Cl. «Sobre las trasposiciones de la pul tismo anal» (1917) (AE, 17, pig. 1198, on particular del exo 200 nan lor més claros indicios los afanes y producciones Tite- rarias de las eemancipadas». Ferenczi recondace —no sé si ha sido el primero— esa hostilidad de Ia mujer, en una especulacin paleobiol6gica, hasta Ia época de la’ diferen- cizcién de Jos sexos. En el principio —opina—, Ja cope lacién. se producta entte dos individuos de igual. género, peto de ellos uno desazrolié un vigor mayor y compelié al mds deébil a tolerar Ja unién sexual. £1 encono provocado por ese sometimiento se contistia en In disposicién de 1a mujer actual, No considera reprochable setvirse de esas especulaciones siempre que se evite sobrevalorarlas, “Tras esta envmerecidn de fos. motivos de Ja patedéjica eaccién de Ja mujer frente a fa desfloracisn, que también puede rastrearse en la frigidez, nos es licito enuncier, a mo- do de resumen, que la sexi i tiene sobrado sentido, y comprendemas el precepto vite tales peligtos justamente el hombre destinado » man- tener con esa mujer una convivencia duradera. En estadios mis efevados de la cultura la apreciacidn de este peligro es relegads por la perspectiva de Ie servidumbre y sin. duda también por otras motives y seducciones. La virginidad es considcrada un bien al que el hombre no debe renunciar. Pero el anilisis de las querelias matrimoniales ensefia que tampoco en la vida animica de la mujer de cultura se han do del todo los motives que la constrefitian a tomar venganza por su desfloracién. Creo que no puede menos que llamar Ia avenciin det observador el néimero insélita- mente grande de casos en que la mujer permanece frfgida y se siente desdichada en un primer mattimonio, en tanto gue tras su disolucién se convierte en una mujer tierns, que hace la felicidad de su segundo marido, La reaccién arcaica se ha agotado, por asf decir, en el primer objeto. Pero tampoco en otro sentido se ha sepultado el tabi de la virginidad en nuestra vida cultural, FH alma popular sabe de él, y los poetas se han servido de ese material en ccasiones. Anzengruber,” en una comedia, presenta a un campesino simplote que se abstiene de desposar a la novia que le est destinada porque «es una moza tal que le cos- tard Ja vida a su primer hombrep. Admite entonces que se case con otro, y s6lo Ja tomaré por mujer cuando enviude y ya no sea peligrosa. El titulo de le piesa, Das Jungfern- ijt {EL veneno de las doncellas}, nos trae 2 Ie memoria 29 [Dramarurgo viens (1839-1889).] la para mancfaclo lad y una piexe de és intensa en un ct de Ia tragedia de Hi is cs ana de aquellas por un tabi, Su primer de bodas por una eni i 1 tocarla, «Mi hermosusa es la de Te su_goce depata lovura y muertes. itia la cud etdelo con su. heem dad esti protegic paralizado Ia noct y nurca més se at belladona», dice © apéetifos cel Ant rencia a u sensi- T. Sadger (1912) he puntualizado cme Hebb » coraandiclo por si comple parental en la el de su mstetial, y cémo en Ja lucha entte los sexos llega vomar partide’ casi siempre en favor de Ia mujer y teibir empdticamente sus escondidas mo- iones animicas. Cita tambien la motivacidn aducida por el propio poeta para intioducit esa variante, halléndela -~con 31 Merece ctuse a propésito de esto, sungve te sit ente, un magbtzal y' estueto cuento de Arthur Schicksal des Pretherin vor Leienbophe (Et de Leisenbogh}). Fi amante de une acute may expetimenteda en amosey sufre un accidente; antes de morie le crea, por asi dects, una sisera Vitginidad pronunciando una maldiciGa pura el primer hombre que la sea después de dl, Dectetado ese tab6, ia mujer no se alzeve por vn tempo a mantener Comercio smoroso. Pero se ensinota de tn cantante, y entonces conc el expediente de enttogatse ner, por una noch al batdn Von Lelsenbogh, quien la ha requerido dussate alos sin Gat to, ¥ en este se curaple la maldiign: mucre de tn al enteratse del motivo de su inespetada dcha, derecho— attificioss y como destineda sélo a justifiear de neta extrinseca », on el fondo, a oculiat algo «ue le era inconcientec, No quiero objetar“la explicicién ce Sadger sobre Ta razon por tt cual Judith, que seysin el relato bi Dlico habla caviuitas, tenia que convertine en viude vir. el ptcpesito de la fantasia infantil de desmcneir el comercio sexual én podemos decir, pues: Tia dlesflo- } consecuencia cultural de atar dura: hombre; desencadena tam reaccida andreuica de hostilid®d al varén, que formas patoligicss, arse con mucha fengraeaos inlubiicrios Ue Ia vida amorosa matriinont Ja que es licito rnupcias sean trafio tabti de ta ptimitivos el mai tificaciéaplena Ahora bi encontremos mi tas de servidumt permaneciendo esquiva In destloraciéa, hallan su juse ‘esta reaccién host. e que en calidad de a cs en quienes las reacciones conthapues: x hostilidad heyan Hegado a e=ptosatee tho enlace reciproco, Hy muferes distanciadas de sus matidos, « pect de Jo cual son vanos sus esfuerzos para desasitse de lles. Toda vez que intent ditigir su amor a otto horabte se interpone la imagen del primero, a quien ya no aman. Ea tales cases, el anélisis ensefia que esas mujeres dependen como sietvas de su primer marido, pero ya no por temura. No se liberan de él porque no han consumado su venganze en al, y en los casos ms acusados In mocién vengativa ni siquiera ha Hlegedo a su conciencia, | | | | |

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