, los miramos
; la lnea que
debiera definir se interrumpe, se quiebra, se bifurca; al final se pierde. En cada una de estas obras
hay una figura que se dirige a su disolucin: parece dejar caer sus lneas, lmites. O tambin, como
un algo que se desarraiga, que se abraza a la confusin de la huida. El procedimiento de Antonio
Audirac es ir del saber al olvido. El saber va siempre aparejado a la culpa, as lo supo Adn: la culpa
es un arraigo, una cada irrevocable, un ajuste: lo humano es esta burocracia, la obligacin de
permanecer en un sitio
el yeso, la marmolina
decir, definitivo. Es esta huella y no lo ausente lo que se interpreta: se le colocan mscaras (la
mscara mortuoria: la estructura), se le descubren lneas de fuga
estn en el lugar de los chacras
A veces me parece que la colocacin de la mscara sobre el vestigio del cuerpo es un acto
misericordioso: las mscaras, como ofrendas votivas, tienen entonces expresiones de infinita piedad.
Hay un dolor de ser el que somos, imaginamos un dolor en el no ser. Las mscaras no dejan de
ceir lo humano
en el vestigio de lo que ha
huido.
3. Serie: la huida
La huida es ser otro. Observamos un devenir detenido, estos hombres que han de ser
pjaros, peces, cochinos, cuya transformacin no se realiza. En algunos de estos dibujos la figura se
duplica: en el nmero 10 una figura de hombre parece detener a este hombre-ave que se escapa.
Es la memoria la fuente de esta duplicidad? En la memoria nos miramos otros desde nosotros
mismos, el otro que somos
otro que fuimos: ser magntico
ser elctrico
el
En otras figuras hay ruedas, un procedimiento tecnolgico de escape. Ser una cosa,
quedarse quieto; o moverse, ser inalterablemente una cosa que se mueve, una mquina, un motor.
La huida de Antonio Audirac se parece a la del prisionero en medio de la noche, hay un ir y
venir, un simulacro que forma parte de la fuga. Se ha intentado la fuerza, la disolucin de la muerte;
se intenta ahora la permanencia de la fuga: huir es estar huyendo.