Por otra parte, despus de ese film terminal que es Gran Torino, Eastwood filma
dos pelculas llenas de luz, movimiento e ilusin: la primera, Invictus, sobre la
pacificacin en Sudfrica liderada por Nelson Mandela durante el mundial de
rugby de 1995, en la que el director revela un pulso inesperado para registrar
la velocidad del deporte. Ms all de la vida, por su parte, es la pelcula de un
director de 80 aos que toma la muerte como excusa para hablar de la
existencia y cuenta con algunas escenas de una vitalidad y un ritmo
extraordinarios, como esa en la que los protagonistas asisten a una clase de
cocina. Ese Eastwood se parece demasiado al Manoel de Oliveira de El extrao
caso de Anglica, otro cineasta de edad avanzada (Oliveira contaba 102 aos
cuando la film) que se sirve de la muerte como un negativo sobre el que se
imprimen el brillo y la claridad de un mundo y unos personajes desbordantes
de energa, como si la pelcula fuera una vanitas pictrica invertida en la que
la muerte convoca a la vida.
Cuando el cine de Eastwood pareca anunciar su propio fin con Gran Torino y la
etiqueta de clsico le calzaba justo (el ltimo de los grandes narradores
envejece y su cine da muestras del desencanto y la amargura esperados), el
director dej en claro una vez ms que la categora no le quedaba bien, que
sus pelculas la desmentan. S, es verdad que sus modos de narrar y su
manera de entender la planificacin visual lo emparentan fuertemente con el
cine clsico, pero su filmografa es un largo catlogo de pelculas un poco
solitarias que nadan contra la corriente, que se colocan voluntariamente por
fuera de los consensos cinematogrficos, como si ese ir a contramano de lo
que piden (exigen) los tiempos cinematogrficos fuera la ms costumbre ms
feliz y tambin el rasgo ms personal del director.