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Ana Frega - Ariadna Islas (coordinadoras) Nuevas miradas en torno al Artiguismo Recopilision de poseacae¢ iaterveeciones del Simposio 1 stor de fa muerte de Jose Arvigas les actsles sabe el artigusens realizado en h Facultad de Humasidades y Cicacis dela Edvcacion Jos dias 28 y 29 de setiembve d Departamento de Publicciones de la Facalud de Hamusidades y Cicacie dels Edvcacion 201 20 21 2 24 25 26 DSR, Sdejunio de 1940, par. Ibid. Palabras del diputado Mauricio Langin, p47 Ibi. Palabra dl diputado Taso, ps Ibid, pas 0 y 51 Toi, Palabras dl diptado comurista Eugenio Compe/4p 485 Desde 1915 haba repido para las escuela del ksi ong celebrar el 15 de dictemibre el ia de Is Banden? habia aribado a popuewa de Carlos Maio enles Estados Unidos por aquellos anor Enges “uraban” la bandera usando formu Hay indie que a comers deo fo la obligacién de Decisién a la que se "ena, nuestro Ministro oportunidad los nifios las escuelas estadouniden- Libertad y Justicia para todas” 0 esta prictica habia caico uso, Pues una disposicién dél Consejo de Ensenanca Prima del 3 de diciembre de 1934, présidido por el tertista Jose Claudio Williman records la obligaciéq/de tal acto. Se impuso en esa instancia tun nuevo texto para la promesa, que es el que hoy se repiteen todos los centros de ensefianza primfaria del pais.(Cfr. Esther RUIZ, ob. cit, pp. 124127), El Poder Bjecutivo reglaments dicha disposicién en la Ley de Instruc- ci6n Militar Obligaéna, sancionada el 20 de julio de 1940 El ereulo 28 establece que “tod citdadano natural legal est obligndoaprestar jure ‘mento de fidelidad a la Bandera Nacional, en acto piblico y solemne”, (Cte. RNLy D, Ley 9433, Instruccién Militar Obligatoria, 20 de julio de 1940, p520-527)/Fl tual que debia odeat la Jura de ln Bandera fue am Pliado y precisado en el Decreto que reglaments la Ley de Instraceion Mltag/4probado el 2 de julio de 1940 (Ctr RIL YD, Reson cidnyde la Ley 9943, 20 de julio de 1940, pp. 11012-1033). EVSTEN PUBLICO, 19 de unio de 1940, p3, "Enel da de hoy” (Eto al) : bid, 28 de junio de 1940, "Llega el Wichita”, LA IZQUIERDA URUGUAYA Y EL PASADO REVOLUCIONARIO ORIENTAL {UNA LEYENDA ROJA DEL ARTIGUISMO? * Jaime Yaffe Instituto de Ciencia Politica Fac. de Ciencias Sociales, UdelaR 1. HISTORIA Y POLITICA: LA DISPUTA POR EL PASADO. El pasado, objeto de la Historia, es ademas un recurso privile- giado de la accién politica. Los historiadores trabajan respetando iertas reglas del oficio, garantfas compartidas en la comunidad académica que valida los resultados de la investigacion histori a. Para los politicos el pasado es un recurso para la lucha. El uso del pasado, convenientemente reconstruido y presentado, valida los programas y planteos presentes, doténdolos de fundamentos histéricos. Ademés acttia como religante de las colectividades po- liticas, constituye identidades comunes, alimentando las emocio- nes que estan detrés de toda pasién politica. Los politicos hacen uso de los resultados de la investigacién histérica, seleccionane incorporan elementos para conformar una lectura politicamente conveniente del pasado. En el caso de los historiadores las preocupaciones y preguntas, procedimientos y. fuentes preferidas, se definen en un determinado entorno social, politico y cultural. Los acercamientos al pasado son siempre par- ciales y las conclusiones relativas. El historiador sabe que no siem- pre dispone de toda la documentacién relevante y que sus instru- mentos tedricos, metodol6gicos y hasta técnicos se renuevan per- manentemente ampliando horizontes, cuestionando visiones aceptadas. Las reglas del trabajo académico actiian como garan- tias relativas frente a estas condicionantes, pero no las eliminan. Por ello las visiones histéricas estén saludablemente condena- das ala permanente revisi6n. Asiha acontecido con elartiguismo. al A la “leyenda negra” perpetrada por los vencedores de 1820, le sucedié la “leyenda de bronce” inaugurada a fines del siglo XIX por los primeros historiadores uruguayos como conveniente re- vision de la anterior. La consolidacién del estado nacional reque- rfa de una nacionalidad hasta entonces muy débil. En ese contex- to Artigas, multiplicado durante décadas por miles y miles gra- cias a la pasién por el bronce desplegada persistentemente por las autoridades, emergié como elemento de orgulllo y religién na- cional: padre nuestro, sefior de nuestra tierra, verbo de la gloria, para la historia un genio, para la patria .... un dios.! La segunda mitad del siglo XX conocié una creciente hostili- dad hacia el bronce legendario de aquel artiguismo sobrehuma- no pero limitado a sus dotes politicas y militares. La historiografia més dindmica de los agitados afios sesenta encaminé una nueva visién del artiguismo que acentué los atributos humanos del cau- dillo, sus preocupaciones sociales y econémicas, su inclinacién por los més “infelices” Hacia 1971 la izquierda concretaba exitosamente su unifica- cién e iniciaba un persistente crecimiento electoral que, luego del horrendo paréntesis dictatorial, vino a culminar en 1999 con la consagracién del Frente Amplio como el mayor partido politico del Uruguay actual. Ese proceso de acumulacién y crecimiento tiene multiples facetas. Entre ellas la creacién de una nueva y vi- gorosa identidad politica: el frenteamplismo. Ello requirié una tarea ineludible para una politica histéricamente tan tradicional como la uruguaya: la invencién de una tradicién. La tradicionalizacién del Frente Amplio, la incorporaci6n del tradi- cionalismo politico como elemento central de su identidad politi- ca, s6lo pudo fundarse en lo que toda tradicién politica: una re- construccién convincente y conveniente del pasado.” Los origenes del crecimiento y tradicionalizacién dela izquier- da —que culminan en los 90~ se remontan a los afios 60. Desde entonces la izquierda se sirvié de los resultados de Ja revision historiogréfica antes mencionada. En particular, la revalorizacion del artiguismo dio lugar a una nueva visi6n de la revoluci6n orien- 412 tal que la izquierda incorporé como propia. El artiguismo fue incorporado como una pieza central de la relectura del pasado nacional realizada desde la izquicrda politica En las lineas que siguen se ilustran algunos aspectos de este caso de relacién entre Historia y Politica en Uruguay contempo- raneo. El mismo refiere a la vinculacién entre la revision historiogréfica del artiguismo y su incorporacién por la izquier- da en el marco de la invencién de una tradicién politica propia, asada en una reconstruccién conveniente del pasado nacional, como fundamento de una identidad politica fuertemente tradicionalizada, Esta adopcién politica del artiguismo por la iz~ guierda nos coloca ante la probable emergencia de una nueva vi sin mitica del artiguismo gue por sus contenidos bien podria catalogarse como su “leyenda roja” 2. IZQUIERDA Y TRADICION La tradicionalizacién de la izquierda uruguaya supuso la su- peraci6n dela vieja dicotomia que discriminaba a nuestros parti- dos en tradicionales y “de ideas”. Desde 1971 la izquierda frenteamplista acumulé una experiencia hist6rica a partir de la que se construyé una nueva tradicién politica atesorada y expuesta como sefa de identidad. En un estudio pionero sobre el tema de la izquierda y la tradi- cién, Caetano y Rilla (1995) seftalaban dos posibles definiciones de tradicién: como “conjunto de practicas” y como “interpreta cién deliberadamente vinculante del pasado”. A mi entender las tradiciones politicas, son ambas cosas: una visi6n del pasado que se conecta, a manera de fundamento legitimante, con valores y précticas presentes, comportamientos predeterminados y atin ritualizados. La tradicién vincula presente y pasado: lectura del pasado desde el presente y fundamentaci6n del presente desde el pasado. ; Hobsbawm (1984) se refirié a las “tradiciones inventadas” como aquellas précticas presentes que implican una continuidad con un pasado. Entiendo que todas las tradiciones suponen una 413 vinculacién deliberada y selectiva con el pasado, y por tanto siem- pre son elaboraciones hechas desde el cambiante presente de quie- nes mantienen, transforman, descartan e inventan tradiciones. La vinculacién con el pasado es el aspecto de las tradiciones politi- cas que me interesa: la invencién de una tradicién dela izquierda en tanto lectura y reconstruccién del pasado nacional que opera como fundamento legitimador de valores y comportamientos politicos actuales, refuerza el sentimiento de pertenencia a una colectividad politica, y se expresa ademas en un conjunto de ob- jetos materiales y ceremonias de cardcter simbélico y ritual. La relacién de la izquierda uruguaya con el tradicionalismo politico ha cambiado desde 1984 sobre la base de antecedentes que, remontando sus origenes a los 40 y 50, eclosionaron entre 1971 y 1973. En Uruguay, las organizaciones de izquierda tuvie- ron en general una postura de rechazo frente a buena parte de la tradicién politica nacional (asociada a la construccién y supervi- vencia de la “democracia burguesa” a superar), asi como frente a las tradiciones blanca y colorada (vistas como fundamentos va~ cios de partidos destinados a desaparecer). El discurso de la iz- quierda anterior a 1973 da muestras permanentes del uso descalificante del adjetivo “tradicional”. La izquierda se autopercibia como la superacién del tradicionalismo politico en el Uruguay, representado por los partidos tradicionales. ‘A partir de la redemocratizacion, se replanted radicalmente aquella visién negativa de la tradicion. No sélo elabor6 una tradi- cién politica propia, sino que hace de ella un uso intensivo como recurso relevante tanto de la identificacion y cohesién partidaria, como de la accién politica y su legitimacién. En este sentido, la tradicionalizacién del Frente Amplio es mas que evidente: el cam- bio es tan espectacular que hoy puede sefalarse que el Frente Amplioes el més tradicional de los partidos uruguayos.> La tradicionalizacién tiene un componente espontaneo: la acu- mulacién de una peripecia histérica propia. El Frente Amplio dis- pone de una historia de casi treinta afios, lo suficientemente ex- tensa como para albergar un conjunto de experiencias, aconteci- 414 mientos, personalidades, lugares y simbolos que constituyen una memoria partidaria disponible, un arsenal hist6rico propio. Pero, ademas de esta espontanea acumulacién de una historia partidaria lo suficientemente extensa e intensa, se produjo una auténtica invencién de tradicién, deliberada construcciénde una tradicién frenteamplista a partir de esa historia vivida y de un reposicionamiento frente a la historia nacional y las tradiciones que alberga. Se trata de una accién politica conveniente y exitosa que fij6 rafces propias en el pasado nacional. La izquierda obtuvo asi varios recursos politicos: una fuerte cohesién interna, una remarcada diferenciacién respecto los otros, una imbricacion sim- bélica y concreta con Ia sociedad y la politica nacional que le per- mitié romper més plenamente con los vestigios dela vieja ajenidad politicamente inhibitoria, en los hechos ya abandonada por me- dio de la creciente integracién politica de la izquierda Esta no es una novedad absoluta del periodo abierto en 1984. Registra antecedentes en el periodo 1971-1973 atin antes. La fun- dacién del Frente Amplio marca el momento preciso en que estas tendencias comienzan a trazar una innovacion contundente en la relacién de la izquierda con a tradicién, atin cuando esta innova- cién conviviera con fuertes vestigios del viejo antitradicionalismo. Al examinar los discursos y declaraciones frenteamplistas de la época, si bien se condena a los partidos tradicionales de entonces, al mismo tiempo son constantes las apelaciones al pasado y las tradiciones nacionales, incluyendo referencias a las tradiciones blanca y colorada, con un punto claramente privilegiado en la reivindicacién del artiguismo: “...Hemos tenido una verdadera obse- sin con nuestra continuidad nacional. Hemos nacido afirmando esa continuidad. Desde nuestra bandera frenteamplista, desde nuestra base artiguista, sefialando que proseguimos a Artigas en sus grandes tareas, pues son todavia incumplidas. ¥ mucho hemos recordado alos Treinta y Tres orientales, a Lavalleja, Oribe y Rivera, como ejemplo del gran fren- te amplio de los tenientes de Artigas...” (Wettstein 1984, 39-40). Con la fundacién del Frente Amplio y bajo el liderazgo de Seregni se operaba un cambio relevante en la visién y la relaci6n 415 de la izquierda con la tradicién. Esta transformacién remonta sus antecedentes a la década de los 50, desplegdndose en los 60, letomandose y profundizdndose a partir de 1984 cuando dio lu gar a la efectiva tradicionalizacién del Frente Amplio que incor- poro a la tradicién propia no sélo la artiguista sino también, la nacionalista y la batllista. A continuacién me detengo en uno de los contenidos especificos de esta “tradicién inventada” que es la tradicién frenteamplista: la incorporacién del artiguismo, desde Ja visién particular que resulté de los progresos de la “nueva his- toria” en los 60. 3. IZQUIERDA Y ARTIGUISMO El giro tradicionalista de la izquierda que se potencié desde 1971, tuvo en la revisidn del artiguismo un componente central. ‘Al reubicarse frente al pasado nacional, la izquierda se inspiraba en a produccién de historiadores que iluminaban viejos asuntos con nuevas miradas produciendo un material que alimentaba la renovacién del enfoque hist6rico de la izquierda, al tiempo que ellos mismos se vefan motivados por el clima politico y cultural a que daba lugar la renovacién proveniente de la izquierda Hacia mediados de los 60 José Pedro Barran y Benjamin Nahum dieron a conocer una breve obra sobre el artiguismo. La misma constituye un verdadero anuncio de la linea reinterpretativa ya sefialada. Por esos mismos afios Lucia Sala, Julio Rodriguez y Nelson de la Torre Hevaron adelante la mayor investigacién que hasta hoy se conoce sobre el perfodo colonial, la revolucién artiguista y los primeros afios del Uruguay independiente’. Estas relecturas del pasado confluyeron con impulsos similares y atin anteriores de otros nticleos intelectuales®. EL FA, al retomar los antecedentes antes mencionados y desa- rrollarlos con una potencia mucho mayor, inicié una incorpora- cién plena del tradicionalismo politico, que va a romper el predo- minio de la veta racionalista e ideolégica. El impulso tradiciona- lista que replantea el posicionamiento de la izquierda frente al pasado nacional, da lugar a una nueva lectura de la historia y las 416 tradiciones nacionales. Esta se remonta a un origen artiguista de lanacién de contenido popular, nacional y democratico. Con aquel movimiento revolucionario rescatado en sus claves antioligarquicas y antimperialistas, la izquierda frenteamplista coloca en el origen mismo de la nacién oriental su identificacion primera Eldiscurso ptiblico dela nueva fuerza politica nacida en 1971se movia machaconamente en la identificacion con el artiguismo. Esta exaltacién artiguista no s6lo operaba como reposicionamiento de la izquierda ante el pasado y como apropiacién de elementos de la tradicién nacional, sino que ademés contribuia a la creacion de un cierto misticismo reforzador de la identificaci6n de la nue- va fuerza. Llegando al extremo de este fendmeno, en el primer acto callejero realizado el 26 de marzo de 1971 Liber Seregni cerr6 su discurso con un llamado hasta entonces insdlito para buena parte de la izquierda: “;Padre Artigas, gufanos!” fue el grito que ‘cruz6 aquella nocturna explanada municipal en una experiencia que mostré ribetes casi religiosos.” En el relato histérico de la izquierda, luego de la derrota del artiguismo en 1820, habria sobrevenido un perfodo signado por el antiartiguismo, un tramo oscuro del pasado nacional. El artiguismo habia sido derrotado y de paso algunos de los futuros conductores de los bandos tradicionales aparecian implicados en esa derrota, especialmente Fructuoso Rivera que colabor6 con los invasores y ocupantes primero portugueses y luego brasilefos. La traicién se habria prolongado luego cuando establecido el es- tado independiente a partir de 1828-1830, los primeros gobiernos encabezados por Fructuoso Rivera y Manuel Oribe pronto identi- ficados con los bandos tradicionales, no sélo no retomaron el ca- mino revolucionario del artiguismo sino que habrian renegado de él, en las ideas y en los actos de gobierno, fundamentalmente con respecto a la politica de reparto de tierras ejecutada entre 1815 y 1816. En esta lectura historica de la izquierda, asi se clausuraba él perfodo revolucionario quedando entonces el artiguismo como un proyecto frustrado, o mejor inconcluso, esperando su valiente 47 principe politico que le despertara del letargo forzado, Se trataba de una reconstruccién especialmente conveniente para la izquierda ya que ubicaba un pasado revolucionario con el que se identificaba y al mismo tiempo dejaba mal parados a los bandos tradicionales, entonces apenas insinuados, con cuyos he- rederos el Frente Amplio pretendia lidiar. Para armar este “ade- cuado pasado” la izquierda habia recogido los frutos de Ia inves- tigacién histérica de la época que le daban buena base al haberse orientado en esa misma direccién. Entre esa linea historiografica y la reconstruccién histérica frenteamplista de la primera hora hay una fuerte sintonia. Dira Seregni por esos aftos “;Por qué afirmamos nuestra indole artiguista? Con Artigas nacié un pueblo unido, Artigas fue la primer unidad popular de! Uruguay. Fue el primer Frente Amplio del Uruguay... Hoy el pais... estd arruinado porque sus enemigos, los mismos que combatis Artigas, se encaramaron en el poder y desde el poder arruinaron al pais” (Wettstein 1984, 42-44). Sin embargo, Seregni rescata las figuras fundacionales de los partidos tradicionales (Rivera, Lavalleja, Oribe) a quienes se re- fiere como “tenientes de Artigas”. La incriminacién de blancos y colorados se traslada a la segunda mitad del siglo XX cuando es- tos partidos habrian traicionado no sélo al artiguismo sino a sus propios fundadores decimonénicos. En todo caso la lectura historiogréfica y la de la izquierda politica coincidian en la iden- tificacién con un proyecto revolucionario frustrado, al que antes © después, blancos y colorados habian traicionado. A pesar del pecado original imputado a los partidos tradicio- nales, luego la selectiva mirada historica de la izquierda va a po- sarse y a valorizar algunos elementos de las tradiciones blanca y colorada. En el caso del Partido Colorado, el batllismo impulsor del reformismo econémico y social. En el caso del Partido Nacio- nal, la tradicién revolucionaria nacionalista-americanista y demo- cratico-pluralista. Asi fue que desde los sesenta se desarrollé una linea reinterpretativa de la historia nacional, que la izquierda luego aig utilizar para proclamarse a si misma no sélo como la continua- ci6n hist6rica del artiguismo traicionado, sino también como sin- tesis y prolongacién de las tradiciones nacionalista y batllista al tiempo que acusaba a los partidos tradicionales de haberlas trai- cionado, En una nueva confluencia e intercambio entre izquierda poli- tica e historiadores, se va a profundizar una aproximacién a la historia uruguaya, que toma del Partido Colorado: la tradicion del reformismo econémico y social del batllismo, el estatismo, el progresismo, la identificacién con los sectores populares; y del Partido Nacional: el reformismo politico, la purificacién del siste- maelectoral, las garantias para las minorias, el perfeccionamien- to de la democracia politica por un lado, y la tradicién propia- mente nacionalista (antimperialista) por otro. 4. GHACIA UNA LEYENDA ROJA? La innovacion que para la izquierda uruguaya representa el tratamiento frenteamplista de la tradicion y la historia uruguaya es un claro ejemplo de relacin conveniente y exitosamente cons- truida entre historia y politica El Frente Amplio remite sus raices histéricas al artiguismo, Tuego de cuya derrota sobrevino un periodo “oscuro” de la histo- rianacional que, salvando la excepcisn del la cruzada lavallejista, estuvo marcado por a traicién al artiguismo con la que se relacio- na a los futuros fundadores de los bandos tradicionales. A partir de esta lectura del pasado el Frente Amplio se present6 como el redentor hist6rico de aquel hito revolucionario que habria sido traicionado por blancos y colorades. Esa lectura frenteamplista del pasado nacional se prolonga luego en una vision coherente del itinerario posterior. Al reconocerse en la accin revolucionaria saravista y en el reformismo batllista, la izquierda completa una lectura de la historia uruguaya que le permite reclamarse también como continuacién histérica de las “mejores tradiciones” de blan- cos y colorados abandonadas por sus herederos contemporaneos. 419) enn n nnn ccc c cence Asi el Frente Amplio se presenta como el continuador histéri- code dos programas frustrados de transformacién econémica y social: el artiguismo y el batllismo son rescatados como proyec- tos inconclusos con los quela izquierda se identifica, postulandose como el partido llamado a retomarlos para culminar sus historias truncadas. De esta forma, una cierta lectura de la revolucién orien- tal se vuelve funcional a un proyecto politico contemporéneo y crea lo que podria terminar constituyendo una “leyenda roja” del artiguismo que, en rigor, no se trataria de una construccién historiogréfica, sino de una creacién politica fundada en la pro- duccién académica. 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YAFFE, Jaime (2001a): Del Frente Amplio al Encuentro Progresista: el camino de tuna izquierda moderada, Documento de Trabajo No 26, Instituto deCien- cia Politica, Montevideo. ‘YAFFE, Jaime (2001b): La tradicionalizacién del Frente Amplio y el nacimiento de la tercera divise, Documento de Trabajo, Instituto de Ciencia Politica, Montevideo (en prensa) Notas + Versién abreviada a los efectos de la publicaciGn. Este texto se basa en parte de mi tesis de licenciatura desarrollada en el Instituto de Ciencia Politica entre 1998 y 1999 bajo la tutoria de José Rilla 1 Palabras més, palabras menos, asi dice el “Himno a Artigas”. El héroe tuvo su himno y la patria su dios. Mis recuerdos infantiles, reciente- mente refrescados por la escolarizacién de mis hijos, reponen ante mi esta insolita divinizacién del caudillo sobre la cual, en su momento, no habia puesto mayor atencién. Supe cantar estos versos con inocencia y, ten medio de los desvarios historicistas y patriotistas que la dictadura militar desplegaba allé por 1974-79 (mis anos escolares), quizés en al- gin momento hasta me haya invadido cierto estado de fuerte emo- ‘dn ante semejante invocacion de Don José. 2. Refiero aquial fenémeno de la tradicionalizacién sin detenerme en toda su complejidad, tnicamente al efecto de ubicar el tratamiento que la izquierda hace del artiguismo. En dos trabajos anteriores que dediqué al tema (YAFFE 2001a y YAFFE 2001b) puede encontrarse una concep- tualizacién mas completa y exigente de la tradicionalizaciGn, asf como ‘un tratamiento sistemitico de sus diversos componentes. 3._La tradicionalizacion del Frente Amplio se vuelve més lamativa y ev dente, por cuanto simulténeamente se modifica la relaci6n de los par dos tradicionales con la historia y con sus tradiciones en el sentido exac- tamente contrario. CAETANO y RILLA (1995) y RILLA (1999) han avan- zado en la descripcién de esta “destradicionalizacién”. 4 Bases econémicas de la evolucién artiguista publicada en 1964 por Editor rial Banda Oriental. Los resultados de la misma fueron publicados entre 1967 y 1972. por Editorial Pueblos Unidos en cuatro vohimenes: Estructtia econdmnico- 421 i TTT social de la colonia (1967), Evolucién econdmica de la Banda Oriental (1968), La revolucion agraria artiguista, (1969); Después de Artigas, (1972). La historiografia “revisionista” (Washington Reyes Abadie, Tabaré Melogno, Oscar Bruschera, Viviain Trias, Carlos Machado) reinterpret6 el itinerario hist6rico nacional identificando un “proyecto frustrado”, el artiguismo, luego ocultado o distorsionado por la “historia oficial” contra la que los revisionistas se erigieron. La literatura revisionista abri6 asf el amino que en los 60 y 70 transitarian los historiadores que extre- ‘maron la revisiGn y revalorizacién del artiguismo, Sobre el revisionismo y sulugar en la historiografia uruguaya véase Carlos REAL DE AZUA (1969) El Uruguay como reflexién. Sus resonacias no han dejado de vibrar en la misma clave mistica de hace treinta afios. Recientemente Seregni recordaba el hecho con ex- presiones mas que ilustrativas (las negritas son mia): ‘sas migicas que a veces pasan: en la esquina de la explanada munici- Pal estaba la estatua ecuestre de Artigas .. daba la sensacién de que el padre Artigas flotara sobre aquella multitud..” (“Bitécora” en La Repiiblica del 25/03/01). E1 26/3/96 se conmemoraron los 25 afios de dicho acto. En a ocasin Seregni ubieé a los frenteamplistas como “los herederos de la tradicién artiguista” y termin6 al grito de “guianos pa- dre Artigas, guianos al gobierno para el afio 2000, gufanos sefior” (Bre- cha, 29/03/96). LOS AUTORES

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