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Henri Lefebvre f ESPACIO Y POLITICA EL DERECHO A LA clUDAD, 11 ediciones peninsula © a edict ‘rancesn fue publicada por Editions Anthro- Le ein ein Tia Eapageet poligue Le drat Te "ain e teons hothropes. (HE) ‘rraduccibo de Jasna MUS De Luts y Tents Lineks Gancts. & DONADO POR LA DRA. GRACIELA URIBE ria de Jordi Forma. Reimers ediiGn: abril de 1976, Fropledad de esta edie (Indluyendo la traduceién y el diseno te ia cobiertay Edicions 62 six, Provensa 278, Barcelona’ preso en RIGSA, Constitueién 19, Barcelona Sepesto Legal: B, 13121-1976. ESN: etao7e2i. Introduecién Da. H GRICELA LABE 0, FAG, FLOSOFIA V LETRAS ‘QEGuNAA- ela Cuando un texto aspira a tener un alcance tedrico y ‘que pretende bastarse a s{ mismo, es que el autor lia pro- cedido previamente a un recortemontaje, atribuyéndose ‘una parcela de un «campo» que trata de delimitar j Opera- ccién de apropiacién privativa asaz tosca, siempre sospe- chosa, aun cuando usual y considerada como legitima puesto que la propiedad privada se hace extensiva a las ideas y al sabér! Mas de un cientifico deberia disculparse por el mero hecho de haber colocado una cerca alrededor de su jardin para poderlo cultivar a su antojo. Por lo ‘que respecta a esta obra, el autor ruega se le. disculpe debido a que ninguno de los articulos recopilados en este volumen puede ser aquilatado debidamente si no se tienen ‘en cuenta otros trabajos publicados: sobre la vida cotidi nna, sobre el espacio, sobre los diversos «derechos» (el derecho a Ia ciudad, el derecho a la diferencia), sobre la reproduicclén de las relaciones (sociales) de produceién, eteétera. Las investigaciones que atafien a la ciudad y a fo urba- nistico remiten a aquellas que conciernen el espacio y « serin objeto de una préxima obra (que seré publicada bajo el titulo: La production de lespace). Esa teoria de! espacio social abarca por una parte el anzlisis crftico de Ia realidad urbana y, por otra, el de la vida eotidiana; en efecto, Jo cotidiano y lo urbano, vinculados de forma fn- disoluble, a la par productos y produccién, ocupan un es ppacio social generado a través de ellos e inversamente, andlisis abarea el conjunto de las actividades préctico- sociales, habida cuenta de que se intrincan en un espacio complejo, urbano y cotidiano, garantizando, hasta cierto punto, la reproduceiém de las relaciones de produceién (relaciones sociales). A través de ese espacio actual, de su Fieve 5 critica y de su conocimiento se alcanzan lo global y lo «sintesiss ‘Un conjunto en el cual cada sarticulo» contlene una ‘, y que atafi, hasta cierto nivel, a determi- nado aspecto o elemento, se estructura de esta suerte. Ese conjunto no tiene nada’que ver con un sistema o una «s{ntesis» en el sentido elésico de Ia palabra, a pesar de la ‘conexidn de sus elementos y aspectos. Su sentido? 2Su ‘meta? No es el de mostrar una coherencia o cohesién, sino de buscar, por tanteos sucesivos, donde puede situarse en el espacio y el tiempo, el punto de no-regreso y de no-re- ‘curso a escala no de individuos o de grupos, sino global, Ese momento no depende ya mas del pensamiento histo- rial o de una teoria clisica de las erisis; no por esto de- jarla de ser menos crucial: metamorfosis o autodestruc- ‘ién (Io uno no exeluyendo lo otro), Seria el momento en el que cesaria la reproduccién de ias relaciones de pro- duccidn existentes, bien sea que la degradacién y la diso- lucién. ganasen Ia partida, bien sea que se suscitasen nue vvas relaciones, desplazando y reemplazando las antiguas. La posibilidad de tal momento (perspectiva que no coin. cide exactamente con la teoria habitual de la Revolucién) define una hipdtesis estratégica. No se trata de una certi- dumbre bien sentada, de una certidumbre instituida de manera positiva. No cxcluye otras posibilidades (Ia des- truccién del planeta, por ejemplo). Obsesionados por dicho momento, muchos son los que procuran aplazarlo, ahuyentarlo, exorcizar mediante Ja magia ideol6gica las imagenes evocadas. Se retinen con- cilios para disertar sesudamente y mantener las represen: taciones (ideolégicas) que enmascaran los vencimientos reales. En efecto, Ia contaminacién, el medio ambiente, Ia ecologia y los ecosistemas, el desarrollo y st finalidad, fragmentan y disimulan los problemas del espacio, Otros, fen cambio, ansian un instante fatidico: desearian avivar ‘el paso del destino, oscureciéndolo lo mas posible, nihi- istas movidos por lo que ellos mismos denominan «pile sign de mucrte». Quizd la eleccion més acertada, para una reflexién que querrfa ser sl mismo tiempo sapiencia y 6 acto, consiste en no ceder ante el catastrofismo, Bees Se eae iso, poniendo en juego una téctica y una estrategia ge pensamiento, ‘Aq, se procura no dramatizar Ia situacién, ast anys tampoco desdramatizaia estenlizandola. Cabe la one lidad de que el momento de novegreso se esté aprontnne do, que haya que prepararse para su llegada, Hoy ex wt yan es posible describ as fueraas de destruccién. vate tienen, tal como lo eseribe en «Opus> (unio de 1972) Jone Clarence Lambert, ni nombre mi rostro. Son Sistewya ty Aino, el de la negacign y de la muerte bajo una aparien positiva, que socava la existencia propiamente dicha, hot {a en suis mismisimos cimientos. A veces, en medio ite lp prosperidad que conoce la Francia capitalist le enttan uno ganas de gritar: «;Alarma! La revolucién 6 la nwo te...» Lo cual no significa: «Muramos por la revolute, sino al contrario: «Si no queréis que maramos, haced revolucién pronto, de forma total.» Dicha revolucig ‘andial y total deberia poner fin al Poder, a ese pwden que domina a tos seres humanos yal ser del ehombnee sia Hegar a dominar ninguna de las fuerzas que emannn de ellos y se vuelven en contra de ellos: jal la téenans ni Ia demograffa, ni el espacio! 2Sobre quién se eloee pues? Sobre aquellos que podrian apropiarse de esas fyet! zas que sehan tornado extras, de esas realidades teinlon No existe abuso de poder, pues siempre y por doqiiler ai Poder comete abusos, La Revolucién total deberia pret fin a ese poder abstracto, que tiene fama de utilizar (lent minados medios con vistas a un fin desconocido, cunt de hecho, se ha convertido en su propia meta. Ess rev" cién le pondrta fin, sustituyéndoto por los poderen I, de Ia apropiacién y de la reapropiacién. El concepts it subversion completa el de revolucién. Su fnalidad en Ip destruceién de la politica, pues todo poder estatal clu tructor. Contemplandolo'm4s detenidamente, el prijey ‘objetivo por alcananr es ante todo la limitactan del pron Para lograrla resulta imprescindible la amenaza de +1, tal destrucein. Ast es come la Tplesia no de{é limita yi, “a ambiciones més que ante el ateismo amenazador y por 4.,E] cientifcismo, el tecnicismo no se arredran ante Ia er- tica filosdic, sino ante el ocultismo, la magia, Los «de- rechos» necesarios, desde el habeas corpus hasta el dere- cho a la cludad, ya no son suficientes, Tambien hace falta ‘que Io urbano se haga amenazador. Esa revolucién total y planctaria, econtmica, demogré- fica, psiauica, cultural, t., os, hoy por hoy, por excelen- cia, lo imposibleposible (la postbilidad, la necestdad y In imposibilidad!). Nada més cereano, nada mas urgente, Nada més huldizo, nada més lejano. La idea de Ia revol- én remite de lo mundial a la coyuntura, de Jo total ala prictia inmediata, es decir, a la enistencia de una enorme Imayoria, silenciosa o no, de personas que se adhieren al presente y llegan hasta el extremo de aceptar el milena- rismo, porque deja para més tarde Ia eventualidad de una catistrofe. {Después de nosotros, Ia nadal Ast pues, las personas «concernidas», tal como se suele deci, titubean entre el tono jovial del optimismo foreado y el nihilis ‘mo radical, aplazando Jos vencimientos. En el centro, sefalado aqut y alld, se halla Ie reproduc- cin de las relaciones de produccién, proceso que se de- sarrolla a la vista de todo el mundo, que se realira en toda actividad social, incluidas las més indiferentes en apatiencia (los ocios la vida cotidiana, el hecho de vivit Yel habitat, Ia wtiizacién del espacio} y que atin no ha sido objeto de un estudio global. Dicho proceso era ine: rente a Ja practica social y no eta considerado como tal. Leva las de ganar (zhasta cuando?) sobre las razones y ‘causas de disolucién. Las parcelas recortadas en exe amt plio «campos por las especialidades —economia politics, Sociologia, democracia, ete—, implicaban lo global y 10 ejaban en la sombra, éngulo ciego, Aqui no se ence tea el andlisis crtico de la globalidad alcanzada de esta suerte (que no se puede denominar «sistema» en el ser tido usual del voeablo). Sin embargo, los articulos reco- Pilsdos en esta obra no se refieren a aspectos de menor importancia, aun cuando sean parciales, del proceso glo- bal. Ofrecen diversas etapas del descubrimiento. Se inser- tan, con una especificidad ya mencionada, en el conjunto te6rico y en la realidad captada de forma critica. El hecho de vivir no se reduce a una funcién asigna- bile, aislable y localizable, el habitat, més que a titulo de tuna préctica de Ia que Ei derecho a la ciudad determind Jas razones (Jer. volumen), El Jector volver a encontrar aqui estas razones, reconsideradas, quizas afin m&s ahon- dadas: la aceién de la burocracia estatal, Ia distribucion del espacio segtin las exizencias del sistema de produccién. (capitalista), es decir, de la reproduccién de las relaciones de produccién. Aparecerd un aspecto importante, quizis esencial, de esa prictica: Ia fragmentacién del ‘espacio para la venta y la compra (el intercambio), en franca con- tradicci6n con la capacidad técnica y cientifiea de la pro- uccién del espacio social a escala planetaria, Consecuen- temente, se podré encontrar agui el andlisis exitico de un procedimiento carriente y desastroso, Se hacen correspon- der puntualmente (punto por punto) las necesidades, las funciones, los lugares, os objetivos sociales, en un es cio considerado supuestamente neutro, indiferente, abje- tivo (inocentemente); tras lo cual, se establecen lazos de uniéa, Procedimiento que conserva una relacién e dente con la fragmentacién del espacio social jamés ma- nifestada como tal, la teorfa de Ia correspondencia puntual entre Ios términos (funciones, necesidades, objetivos, lu- gares) desemboca en proyectos que parccen claros y co- rrectos dehido a que son fruto de proyecciones visuales sobre el papel y sobre el plano de un espacio trucado ya desde un principio. La fragmentacién se traduce por un anilisis erréneo, no critico, que se cree preciso por ser visual, de los lugares y localizaciones. Un andlisis llevado mis a fondo y, sobre todo, mis concreto, modifica pari ‘metros que parecian positives, . Sin em- bargo, en tanto que préctica, la medicina ha precedido al capitalismo; se prolongaré después de éste, sea cual sea su fin, No es seguro que Ias relaciones de produccién ea- pitalistas estimulen la investigacién y la eficacia médicas, proporciondndoles el impulso y la orientacién adecuados; tampoco ¢s seguro que dichas relaciones los frene. Espe- cialmente, segiin parece, la biologia y la bioquimica estin dando pasos agigantados, no sin sumar a una lista de amenazas ya impresionante otros riesgos, otras inquictu- des, otros vencimientos, ¢En qué forma puede la medicina sustraerse a esa influencia, hallar mejores sistemas de in- vvestigacién y de accién? Ia cuestion se plantea, con ma- ‘yor 0 menor lucidez. La respuesta queda en el terreno de lo inconcreto, las soluciones no son nada evidentes, Otro tanto sucede con el arquitecto y Ja arquitectura, Por supuesto, la préctica de la arquitectura data de mu: cho antes del capitalismo. Se sometta por aquellos enton- ces (al igual que el urbanismo del que nose distingusa) a las rdenes de los déspotas ilustrados (mas © menos). El arquitecto, tan artista como sabio, aceptaba una int portante base: la monumentalidad, la importancia del ed ficio religioso o politico y su prioridad con respecto a sus condiciones de habitabilidad. Al legar Ia era industrial, Ja arquitectura se sacude esos constrefimientos religio- sos y politicos, pero los resultados dejan bastante que de sear. Cac en la ideologia, la de las funciones empobreci das; Ia de Jas estructuras homogéneas, la de las formas {frias e impersonales. Hoy en dia, después de las revolu. ciones consecuencia de Ja era industrial, la arquitectura aborda dificultosamente la era urbana, El arquitecto, tam: bin él, se ve obligado a recurrir a todas las ciencias: ma temdticas, informatica, fisica, quimica, economia politica, incluso semiologia, psicologia y sociologia. Al igual que l médico, el arquitecto tiene que poner en juego toda luna sapiencia enciclopédica; y, sin embargo, su préctica queda netamente circunscrita, limitada por todas partes Su profesion queda mal definida entre la de ingeniero y la de dibujante; te cuesta trabajo hallar su lugar entre Jos promotores, los usuarios, los financieros, las autor dades, Si bien tiene una actividad especifica dentro de la ivisién del trabajo (social), el producto de dicho tm- ajo no queda bien especificado. Tambien él dispone de algunos conceptos muy generales (inventariados con sino Suidado: la escala, las proporciones, el «partidos, etc.) ‘que justfican una reflexién que linda con la filosofia, pero ue no se bastan a sf mismos, ni bastan para constituic tun euerpo doctrinal. Finalmente, Ia arquitectura difiere de la pintura, de la escultura, de las artes, en el hecho de ue estas sltimas no se relacionan cou ia préctica social sms que de forma indirecta y a través de mediaciones, ‘mientras que el arquitecto y la arquiteetura conservan ‘una relacién inmediata con el hecho de habitar en tanto ue acto social, teniendo Ia construccién como realiza- cidn préctica. El arguitecto, productor de espacio (pero, nunca solo) opera sobre un espacio especifico. Y como primera provi dencia, tiene ante él, bajo sus ojos, su mesa de dibujo, su hoja en blanco. El encerado, por supuesto, no ejerce ef 105 demasiado diferentes. Esa hoja de papel de dibujar, equign no la va a considerar como un simple espejo ¥, por afiadidura, como un fiel espejo? Cuando, de hecho, ‘ado espejo es engavioso y que, ademas, esa hoja de pa. pellen blanco es algo mis y otra cosa que un espejo. El ar. 3ultecto Ja utiliza para trazar sus planos, vocablo- que % debe contemplar en toda su fuerza: superficie plana, 2 sobre la cual un lépiz mas o menos égil y habilidoso traza Jineas que el autor considera como la reproduccién de las cosas, del mundo seasible, cuando, de hecho, dicha su. perfice impone un deseifrado-recifrado de lo «real». Con trariamente a lo que facilmente cre, el arquitecto no poe de localizar su pensamniento y sus percepciones sobre la mesa de dibujo, y visualizar las cosas (nccesidades, Func. nes, objetos), proyecténdolas. Confunde prosecciam y pro- ecto sumido en una idealidad confusa, que él cree «real» @, incluso, rigurosamente concebida, dado que los proce. ddimientos de cifradodescifrado mediante el dibujo son uusuales y tradicionales; que, a partir de ese momento, es- capan a su influjo, La hoja, al alcance de la mano del di- bujante, bajo sus ojos, queda en blanco, tan blanea como plana. La considera como neutra, ereé que ese espacio neutro, que recibe pasivamente los trazados de su Lapis, corresponde al espacio neutro de afuera, que recibe las cosas, punto por punto, lugar por lugar. En cuanto al «pla ‘o», no perinanece inocentemente sobre la hoja de papel. Sobre el terreno, el bulldozer realiza «planosa, ¥ éste-e3 el motivo por el cual el dibujo (y por éste también se debe interpretar design) no es tan slo una prueba de habilidad, una técnica. Es asimismo wna forma de representacién, un saber hacer estipulado, codificado, Por tanto, un filtro, slectivo con respecio a’ contenidos, climinando tal o cual parte de lo «real», colmando a st manera las lagunas del texto, Cireunstancia agravante ‘sa filtracin va més allé de una especalizacion ideolégiea © de la ideologia de una especialidad. Dicha fltracién pue de sulbiticar Ia ocultacién de las aspiraciones sociales, tog es un cédigo? cOué es un cifrado-descifrado? Di- sente inpidamente que aparte de algunos casos rudimen cis, el hel cédigo de Ia carretera), un cédigo no consiste en twido por va de reglas prefabricadas. Todo codigo define un cionera y rentrado, abyiendo un horizonte en toro un que la legibsaje), desplegindolo y, consecuentemente, lidad provicerrdndolo, Ese texto puede ser practico sensible dancia, La ror tanto no siempre y forzosamente escrito, nes corren pas imégenes se cifran y se descifran! La com: a plejidad de las operaciones que llevan a cabo escapa al entendimiento de Jos lectores, al igual que la del lenguaje 'y de su produccion escapa a los hablantes, El «agentes {emeste caso, el delineante) cree estar pisando tinicamente cl terreno de la practica. ;Cree que reproduce cuando, de hecho, produce! Se salta los intermediarios, yendo de un resultado a otro, Todo cifrado entrafia una puesta en pers- pectiva y la eproduccién» en cierto sentido, que se sus ‘inuye al texto en cuestion y puede, bien sea depreciar bien sea valorizarlo enriqueciéndolo. De ahi la ambiatie- dad, El cifrado-descifrado implica un efecto o efectos de ‘espejismo, pues la estructura formal de un cédigo n0 se presenta mis que en el momento en que declina la pro- duccién, o se desvaneee lx aparicion del sentido, {El oo digo formulado no pasa ya de ser su sombra! Un cédigo, dicen hoy en dia los semidlogos més sutiles, viene a ser tuna voz y una via: a partir del «texto» —del mensaje— hay varias posibilidades, elecciones, palabras divers una pluralidad, més bien ‘uns tela que un hilo, Por tanto, un determinado «trabajo» sobre el texto (mensaje) que proporciona sentido partiendo de esboros, de fragmentos, Jo que suscita un movimiento complejo: valorizaciones ¥ esvalorizaciones, progresos que se topan con obstéculos, con fading. Cada cifrado vendria a ser un esquema pi puesto, estudiado, abandonado siempre al estado de es- bozo, que genera un sentido entre otros muchos. La mano fantea, el lipiz duda. La mano cree reproducir cuando, de hecho, sustituye. Se plicga a los mandatos de une vor aque ordena, que expresa la cosa y la interpreta, exeyenda eaptarla. La vor y In mano, el instrumento, ereen «ex presar» (reproducir), cuando, de hecho, acttan, cuando «producen», pero que el producto de ese trabajo no posee las cualidades y las propiedades que le atribuye el autor. Esta haciendo algo diferente de lo que dice y cree hacer. Mas de un buen delineante experimentaré cierta di cultad en reconocerse en ese into retrato de su evividor profesional. Sin embargo, el dibujo comporta evidente- mente un riesgo, el de una sustitucién por de Jos objetos y sobre todo, de las personas, de sus cuer “4 os, gestos y actos. El dibujo es reducior, incluso si no lo cs para el dibujante, en el transcurso de su accién. Con el design, 1a forma significa la funcién, y a la estructura ‘ya no le queda ms que incorporar en una materia trata- ‘da de forma provechosa, esa relacion «significante-signi- ficados. La distancia que media entre esos tres términos: la funcién, Ia forma, la estructura, que permitié antano aunarlos en una unidad orgénica y no visible como tal, hha quedado reducida, Los signos de los objetos dan lugar a signos de signos, a una visualizacidn cada vez més intem- sa en la que el limite es alcanzado cuando Jas incvitables figurillas entran en escena, encargadas «de animars el es- pacio, Esos inméviles significantes de la movilidad, de la actividad, atestiguan su asesinato simbélico. Dan paso al procedimiento —cifrado-descifrado— ocultindolo. Su mi- sidn es In de denunciarlo, poniendo fin, de esta suerte, dos mitos: la expresi6n reproduccién y la creacién mara: villosa, La legibilidad pasa por ser una gran cualidad y tal aseveracién es real, pero se olvida facilmente que toda cualidad tiene su contrapartida y sus defectos, Sea cual sea ol cifrado utilizado, la legibilidad se paga a un pre- clo muy alto: Ia pérdida de una parte del mensaje, de Ia informacién o del contenido, Esa mengua es inherente al movimiento que, del caos de los hechos sensibles, saca un sentido, s6lo uno, La emergencia de dicho sentido quie~ bra la red, a menudo muy fina y profusamente cnmarafia- da, de donde ha salido Ia elaboracion. Acaba eliminéndola al construir otra cosa, Existe, por tanto y por doquier, Ta posible trampa de la legibilidad, tanto més cuando ce] autor», en este caso el arquitecto, cree estar total ‘mente impuesto de la «cosa» de la que ha partido, es de- cir, el hecho de morar, (Cuando, de hecho, lo ha st tuido por el habitat! La legibilidad visual es aun més trai cionera y mejor encepada (se deberia decir: encepadora) due la legibilidad grafica, Ia de la escritura. Toda legibi- lidad proviene de una pobreza de expresién : de la redun- dancia. La rigueza del texto y del espacio en raras ocasio- ‘nes corren parejas con la legibilidad. No existen poesia, 15 ni arte algunos que obedezcan a ese sencillo criterio. En liltimo extremo, lo legible es lo blanco, jel mas paupé- rrimo de los textos! Encepada y encepadora, la legibilidad disimula lo que ‘omite, omision que puede detectar un «lector» mds atecr to, analitico y critico, La homologia (homogeneidad) do todos los espacios representados y plasmados sobre las, superficies, gacaso no es Ia més eficaz de las ideologias reductoras? Ideologia sumamente util para la reproduc- clon de las relaciones sociales existentes, jtrasladadas en el espacio y en la reproductibilidad de los espacios'. Cae por su propio peso el que semejante cédigo no ‘puede permanecer entre los estrechos Ifmites de la destre- za individual. Se convierte en cuestién de oficio. A este justo titulo, entra a formar parte del trabajo social y de Ja division Social del trabajo. Por tanto, se transmite y se difunde al propio tiempo que se perfecciona. Se trans- forma en tradicién y en pedagogia. El cédigo visual, poco ‘© mal formulado como tal, ha sido la base de la ensenanza del dibujo, de las bellas artes, de Ia arquitectura, duran- te largo tiempo, Aun cuando discutido, no ha perdido toda influencia, se perpenia como savoiraire pedaggico, el tinico con bases firmes (no dnicamente en Francia: en Italia, igual proceso, y, probablemente, en otros paises también). El arquitecto no puede limitarse a dibujar y no puede dejar de consultar oralmente (por medio de Ia palabra) fa los demas agentes de dicha produccisn, el espacio. Y, ante todo, al usuario; pero también al burécrata, al politico, al financiero, y a un largo ctestera, Tanto es ast, ‘ue va cobrando cuerpo una tendencia que presenta al arquitecto como a un ehombre de la palabras, y no ya ‘como a un hombre del dibujo, segtin rezaba la mas pura tradicién, Tesis llena de interés incontrovertible, pues de- sestima la problemitica general del espacio (de su produe- cién) para no tener en cuenta més que, de una problemd- tica particular, la de la arquitectura, el afin de legitimar Ia profesion, Por lo demés, todo el mundo sabe que tanto ara el usuario como para el arquitecto, ni los «signifi 6 antes nl ot sinicndss, nf su comcatnacones cla ciden. je 2 Ta problemdionpoeral del rpclo een que 1s aoe den de otra forma las cuestioneseopeciicas, par jemplo indo a pofesin, Ls sdbrding a ou exaooes oe Is Rech de plan ia ncompatbdad cove ct cio ye urbanista Dado que compares ci pad te ie cotparten con les dbo cages Neca és los propletatio Ip aiden a parasn aaéa ease Su manerts 70 part de eoo momentos fapaeriana are iotarne jusiende denis ate Fesends va eaerd de ios pes oe As as as couas Wo goal dite Seageren pee tah te sles opees Eom ees cat See oes zone deiner ental tym; el arguste es lata os whit nfm Cand eb hy los revultados dosatross aleareadoss coms’ por coe Agate, en dseaminar ol pune ee sents Coe clés do cos dos cnlneoeg o mice le sere, nace canaa 7 Mortaueclon eed C Soames comunicacidn, meg : Mo aera predate « aa eral us, boy on uc inocronir el pamensscioy suse ts ayes Enum plans infer oll mache tous bs Se es foiled, dementmnce St iv prion cormmeeda oe nro dedicat aa estan a ig dea ale ada ua exploralan. cin cr docrtade protan tart ob tisiones scan aauftnpato eral aunt al cape ip upamicre uuneee ee Rou th ka mayor dee gros yo dao talidad, Teatan de haar un compromiso entre el monu tmenioy dela, ten ea antio meee des ener, en aiomor 9 fifon de vvinday, costae Tues ilava Geena eae eee "7 — ——————————— bara Ia cual se podria intentar, actualmente, le prose Gién de un espacio apropiado se hallaria entre Ie dice ¥ Jos veinte mil habitantes, Y esto, por el momen tanto que etapa! A esa escala, el ederecho w la ciudads ‘Puede intervenir de forma operativa y estimular Is lave Ugacién, Quien puede atin extrafiarse de que'el urbanismo no hays Podido ain erigiie ni en clacia ni en practoa’s Be hava logrado mas que cinstituirse> (a converting e& lands quince afios aproximadamente), no ha podide mic Que volverse en contra del urbanismo, vin, Clea e verdad que los vocablos ¥ conceptos: eciu eludadanos urban, y de los grapes que lis ones, (sobre la base de las relaciones s¢ s 3s Fedes y circuitos de comunicacion, de informmscon ae ik st salidad o propiedad esencial del espacio urbane, | 4a centralidad. No se puede llegar a forjar une reviined || 8 urbana, afirmamos aqui y en dems publicaciones, sin la existencia de un centro: sin un agrupamiento de todo cuanto puede nacer en el espacio y producirse en él, sin encuentro actual o posible de todos los «objetos» y «su Jetoss. El hecho de excluir de lo permanecian el uno ajeno all otro, el uno delante del otro. Se juntaban en las simas de Jo Absoluto, de la Identidad original o terminal, Hoy en ia, lo mental y lo social coinciden en Ia practica: en el ‘espacio concebido y vivido. El espacio * 1. La exposicién de hechos que viene a continuacién se situa a nivel tedrico. Entra en Ia linea de la filosofi ‘aun cuando no sea Ja de la filosofia especulativa, dogms- tica y sistematizada, De dicha filosofia eldsica retiene el afin de definir perspectivas y conocimientos a escala glo- bal, Dado que esos conocimientos ya no estan separados de la practica, se trata de metafilosojia, Dicha exposicion de hechos podria tildarse de «inter- disciplinaria» en el sentido de una eritica de las diseiplinas parcelarias. Evita el empirismo descriptivo, pero no com- porta concepto operacional alguno. Muy al contrario, tra- tard de subrayar en qué forma tal concepto operatorio plantea interrogantes : ¢para quién?, ¢por quién?, gen in- terés de quién? 2. Existen diferentes métodos, diferentes enfoques por lo que se refire al espacio, y esto a diferentes nive: les, de reflexién, de recorte de Ja realidad objetiva. Por ejemplo, no resulta imposible estudiar lo que algunos de- ‘ominan el biotopo; no resulta imposible estudiar el es. pacio pereibido, a saber, el de Ia percepcidn corriente a scala del individuo y de su grupo, la familia, la adyacen- incluyendo en dicho espacio 1o que se ha dado en ll mar «entorno» (Umvele). Ese estudio psicoligico y sociolégico puede afectar el cuerpo y los gestos, 1a imagen del cuerpo y el espacio de Ia adyacencia. Algunos de esos aspectos resultarian de interés para la arquitectura y la urbanistica; por ejemplo, as cuestiones relativas a Ia elateralizacién» del espacio, eCémo distinguir c indicar en éste las simetrias y las disi- * sSeminarios sobre el espactor, Nanterre, Oxford, ete, 1972 23 metrias? ¢Cémo construir en él una izquierda y una dere: cha, una parte superior y una parte inferior, que corres pondan a los gestos, a los movimientos, a los ritmos del ‘cuerpo? Es factible elaborar una seméntica acerea de los dis: cursos sobre el espacio. También se podria conesbir una, semiologia del espacio, porcidn dle una semiética general ¢Acaso todo espacio es significante?, y en caso afirmativo ¢de qué? Para hablar con mayor propiedad: cacaso todo espacio o fragmento de espacio no corresponderia a un texto social, el mismo contexto de textos especilicados, ¢ decir, escritos: inscripciones, carteles, etc...? De tal suerte que se harfa necesario bien sea hallar nuevamente, bien sea elaborar los eddigos de esos diferentes mensajes, para poder descifrarlos, Dentro de esta perspectiva cacaso el espacio aparente- ‘mente insignificante, es decir, neutro, no significaria en primer lugar su insignificancia, su caracteristica de vacio ¥, luego, a través de dicha neutralidad, ese vacio aparente, algo a nivel de la sociedad entera, es decir, Ia sociedad neocapitalista? En este plano ¢acaso no seria Ia unidad ropiamente dicha de esa sociedad, su globalidad, las que ‘surgirian en el seno de semejante «realidacl» espacial apa eatemente desunida y separada, por ejemplo, una ciudad 3. Bl interés tebrico general de esas investigaciones, el gestualismo y Ia Iateralizacién del espacio, la semiologia ¥ la lectura de los espacios, es el de mostrar el cémo y el porgué, hoy en dia y ahora mismo, los sentidos se tor~ nan inmediata y directamente tedricos, tal como Io ha dicho Karl Marx (Manuscritos de 1848), En este plano, la relacién de la teoria a la prictica no ‘es la de una abstraccién trascendente a una inmediacién © a un econcreto» anterior. La abstraccién tedrica ya se halla dentro de lo conereto, Hay que detectarla en éste, En el seno del espacio percibido y concebido, ya se en- cuentran el espacio tedrico y la teoria del espacio. 4 4. Un método presuntamente cientio’consste en plantar oen suponer un sistema y una liga precxisten- fea, Dicho metodo acevera que el objeto estudiado debe falar situado ene seno de una totlidad presupuesta. kor bcm, iene no derecho a posta oh se mma ya existente. por ejemplo un sistema social, 0 un inte espacial, o un sistema urbana, para insert en él tlementor parcales cuya raconalidad (o frracionalidad) Scdeprendcria de dichasuposteton, se deduciria del con- Junto Ya no tiene uno mis derecho a presuponer un sis toma socal o politico, tesrco oSdeldgco, que una lea preexstente, En efecto. viene a ser como atibuir a dich rtedad, ls sociedad neocspitalists, una coherencia ya Stcancada, una cohesion ye realizada, Stes que existe un Sistema, se debe hacerlo patente mostrar en ver de partir de su baae. Si se parte de semejante hipotesis ce Tho dentco_de ana tawologia encubert, pues To nico Sie se hace cs deduct consecuoncias de [a presuposicon Gtr tanto cure con fa lies Si en algin Ingar existe tna logicaeinclaso, una lgicaconeret, por emplo la de una estrategia, tambien hay que hacera patente, <= pecifcarla en tanto y canto diflere de tal o tal ota 16 en concreta, El suponerla, por ejemplo sentar una légica {i capitalist, una Hogica Ge Ta moreaderia, una log ade ls supervivencia,vene a ser como razonar por ana Tovia Gon tal gestion fa realzada y quo. apuntando 2 la Cohesion, se presume fa ha aleanzado Gtr que ss prelims? argue opal gue SSteucturecion de una totlidad, de una Tica, de un sis tema; emtonces, precsamente por ello no se le puede de- Guctr de eo sate, de eva legen, de esa toraiond, Se lone, muy al conraro, que poner de manifesto su fare Gon en dicha intencin (preticay estates) 5. De igual forma, si bien existe un «punto de vista clasistas, resulta imposible, metodolégicamente hablando, partir de él; se debe llegar a . El partir del «punto de Vista clasistar, y presuponerlo a modo de un sistema 2 Foe See ie Rr me TS ed 9 ‘opuesto al sistema existente, viene a ser como rechazar el saber existente, como haciendo parte del sistema, y edifi- gat otro esistemas basado en la denegaciéade dicho saber, | y, Sin embargo, utilizando sus elementos, sus fragmentos, | su terminologia, sus vocablos y sus conceptos, Aqui es | cuando se presenta el dilema; si nos hallamos circunscri- tos dentro de un determinado sistema, nuestras palabras Y nuestros conceptos son parte integrante de él. El pro. Pésito de quebrarlo teéricamente Y practicamente es vano. Caso de que existiese semejante sistema, tan sdlido y tan Prefiado como algunos Jo suponen, Ia protestacién no ten- drian sentido alguno. En cuanto al proyecto de salir de un sistema clasista en favor de otro sistema clasista, dicho proyecto implica Ja idea de saltar de un dogmatismo a otro, dando un brin- co verdaderamente fuera de lo comin, 6. Esta exposicién de hechos parte, por tanto,-de una | problemitica bien definida, es decir, que no parte de una} definicién particular, asf como tampoco de una proble- mética indefinida y demasiado general que concierne la conciencia, la cultura, la ideologfa, etc. Se trata de la pro- blemética del espacio. Sin embargo, no se hace Ja pre- gunta: <¢qué es el espacio?», pregunta que se plantearia al matematico 0, quizds, al metafisico. Que a este respec- to no exista una interpretacién torcida. En un principio, se trata del espacio «vivido», en estrecha correlacién con Ia préctica social. La problematicn aue se plantea a partir de ese espacio abarca un conjunto de problemas parciales que tienen, todos ellos, un denominador comin : Ia eespa- cialidad>, 4) 2Cual es el estatuto tedrico de la nocién del espax cio? eCusl es la relacién existente entre el espacio mental | (percibido, concebido, representado) y el espacio. social (construido, producido, provectado, por tanto el espacio. 4 urbano por excelencia), es de« relacién existente en- tre el espacio de la representacion y la representacicn del espacio? 26 ee oR pee, es eg b) ¢Cudl es la insercién del espacio (repre claborado, edificado) dentro de la prictica socia mica o politica, industrial o urbana? ¢Adénde y actia la concepeién del espacio? ¢Cudindo y dents. limites se muestra eficaz dicha concepcién del espacio’ N.B. Existivia, si se quisiese Hevar el anélisis hasta sus diltimos extremos, una dificultad andloga a la de Ja Iogica y de la reflexién sobre los fundamentos de las ma- temdticas. Toda definicién del espacio, o investigacién so- bre el espacio, implica un concepto del espacio, aun cuan- do no fuese més que para enunciar y clasificar las propo- siciones. En el campo de dicha problematica, el espacio es un «puro» objeto de ciencia. Por lo que se refiere a lo avividor, el espacio jamés es ni neutro, ni «puro». Lo que establece de buenas a primeras una distancia entre la pro- blematica del espacio vivido y la del espacio epistemol6- zico, planteado éste como neutro. 7. La problematica del espacio vivido es un aspecto importante y, quizas, ese nto de la realidad urbana. Mirada bajo ese prisma, la problematica del espacio esté vinculada a la teoria de lo urbano y a su ciencia, y, consecuentemente, a una problemética aun m: amplia, Ia de Ia sociedad global. Para nosotros, aqui, es tun sesgo o un frente a través del que se puede abordar un conjunto de cuestiones. 3 De entre esas cuestiones, hay las planteadas anterior- mente, y estas otras que citamos : @) Es que nos hallamos dentro de un circulo cerra- do, dentro de un sistema establecido de tal guisa que su fuerza recuperadora resulte irresistible hasta su desplo- mamiento en bloque, siempre y cuando sea susceptible de desplomarse? 5) ¢Acaso existe una salida, una abertura, un paso, la posibilidad de una transicién, bien sea para la accién, bien sea para el pensamiento y la imaginacién, bien sea para ambos? a 8. Primera tesis o hipétesis. BE) espacio es la forma Pura, Ia transparencia, la inteligibilidad, Su concepto ex cluye la ideologfa, la interpretacion, la no eapiencis: Ea dicha hipétesi, a forma pura del espacio, desprendida de todo contenido (sensible, material, vivido, prictico) ec luna esencia, una idea absoluta andloga a le’ cfve plavénk ca. La filosofia cartesiana e, incluso, la critics kantiana conservan dicha nocién, Dado que la logica cone truye espacios de atributos, dado que los sabioe conor yen espacios de configuraciones eon un clesto mimern de variables y pardmetros, el espacio se presenta tal como coherencia y modelo de coherencia. Articula lo social y lo mental, lo iedrico y lo prictico, lo ideal y Io real Los conceptos se van localizando, se sittan con sus concatenaciones, en el seno del espacio intelectual. Igual ocurre con los objetos, los grupos, los indi ‘iduos dentro del espacio efectivo, socialmente realizado. Lo que per- tite la previa reduccién del caos fenomenal. Las mateméticas por una parte y, por otra, la filosofia {la fenomenologia y, sobre todo, la epistemologia) ponen de manifiesto esa esencialidad 0, para hablat con mayor Propiedad, la establecen y la constituven, La cohereria del discurso se desplicga en el espacio mental que le eo rantiza. La epistemologia define una topia (o se define a través de ella), a saber, un conjunto de lugares y de reco. ridos, topologia abstracta y general que viene complete da por una topologia de las existencias concen He aqui algunos ejemplos. La lingiiistica de Chomsky implica un concepto del espacio. Asi pues, Chomsky de. clara que existe un nivel lingiiistico en el que no se puede representar cada frase simplemente como la serie finita de elementos de un cierto tipo engendrada de irquierda a derecha mediante algiin mecanismo sencillo, sino sue se debe descubrir un conjunto finito de niveles puestos on orden de arriba abajo (véase a Structures syntactiques Pagina 27). c Sabemos que el psicoanaiisis define uno o varios tépi- 0s, por ejemplo, el «ello», el «yo», el esuperyo>, Buscan. do'el sentido del discurso, filosdfico. J. M. Rey eser 28 | | sentido se da como una especie de poder legal de sustituir los significados en la misma cadena horizontal, en el es- pacio de una coherencia regulada y calculada por adelan- tado. Es en ese espacio centrado, teoldgico, donde la complicidad del significado estaba ya establecida, es ahi donde el sentido se precede siempre a si mismo» (L’en- jeu des signes, p. 13). Corpus, recorte, montaje, agrupamiento, emplazamien- to, esos términos espaciales, considerados no como meta- Lisicos 0 metaféricos, sino como rigurosos, son de utiliza- clon corriente en epistemologia (cf. Michel Foucault, Ar- chéologie du savoir, capitulo: «Les unités du discours». Cf. también el libro de Matoré sobre L’espace humain, y finalmente, Georges Gusdorf, cuya obra Sciences humaines et pensée occidentale, establece un cotejo entre el espa- cio social y el espacio mental de las diferentes épocas). Objeciones. Esta hipétesis implica la liquidacién del tiempo hist6rico as{ como del tiempo vivido y, por demas, de forma asaz desigual (mucho mas en M, Foucault que en G. Gusdorf, por ejemplo). Comporta igualmente una tendencia hacia el cientificismo abstracto, hacia el saber sabsoluto» constituido por un inventario del pasado (filo- sofia, ideologias, literatura, etc.) e inserido en el espacio actual, Esa teorfa del espacio no se circunscribe tinicamente al campo epistemolégico; se sale de sus limites de una manera que merece ser mencionada; algunos arquitectos se consideran atin como amos y seftores del espacio que conciben y-reallzan. Se-consideran o se hacen considerar comio los demiurgos capaces de poner por obra, en el seno de la sociedad, su concepcion y su definicién del espacio. El demiurgo platénico se ha encarnado en la materia, las cifras y las proporciones, las idealidades trascendentales Dicho espacio tiene las caracteristicas siguientes: vacio y puro, lugar por excelencia de los nimeros y de las pro- porciones, del aureo numero, por ejemplo; es visual, y, por tanto, dibujado, espectacular; se puebla tardiamente de cosas de habitantes y «de usuarios»; en la medida en que ese espacio demitirgico tiene una justificacién, linda con el espacio abstracto de los fildsofos, de los epistem6- Jogos. El confundir ambos espacios entrafia cierto peligro. Repitamos una vez mas que el mayor peligro y la mayor objecién que se pueden presentar son la evacuacién del tiempo a la vez histérico y vivido. 9, Segunda hipotesis. El espacio social es un pro- ducto de la sociedad, comprobable y que depende ante todo de la contrastacién, por ende de la descripcion em- pirica, antes de toda teorizacién, De qué es el resultado? Para unos de una cierta historia, de un pasado general o particularizado, Para otros, de diversas actividades, por ejemplo agricola, ar- tesanal, industrial, ete. Dicho en otras palabras, el espa- cio es consecuencia del trabajo y de la divisién del tra- bajo; a este titulo, es el punto de reunién de los objetos producidos, el conjunto de las cosas que lo ocupan y de sus subeonjuntos, fertuado, cbjetivd, por tanto «fun. cional». Sea cual sea la conclusin a la cual se legue, en dicha hiptesis el espacio es el objetivo o mas bien la objetiva- cién de lo social y, consecuentemente, de lo mental. Su conocimiento no puede prescindir de Ia accién descripti- va. Una forma cobra cuerpo o sc construye partiendo de os contenidos que su conocimiento descubre o entresaca. Se conoce, reconociéndose, bien sea de forma experimen- tal, bien sea a través de la abstraccién cientifica metodo- Iogicamente elaborada, La mayorfa de Jas descripciones analiticas 0 criticas, especialmente de espacio urbano, dependen de dicha hi- pétesis, mal desbrozada como tal y, sobre todo, mal con- frontada con las dems hipétesis tedricas. 10. Tercera hipotesis. El espacio no seria ni un pun- to de partida (mental y social a la vez, como en la hipé- tesis filoséfica), ni un punto de legada (un producto social 9 el punto de reunién de los productos), sino un interme- diario en todas las acepciones de ese vocablo, es decir, un Procedimiento y un instrumento, un medio y una media- 30 cion, En esta hipétesis, el espacio viene a ser un instru- mento politico intencionalmente manipulado, incluso si Ja intencién se oculta bajo las apariencias coherentes de Ja figura espacial. Es un procedimiento en manos «de al- guien», individuo o colectividad, es decir, de un poder (por ejemplo, un Estado), de una clase dominante (la bur- guesfa) o de un grupo que puede en ciertas ocasiones re- presentar la sociedad global y, en otras, tener sus objeti- vos propios, por ejemplo los tecnécratas. De ahi los inte- rrogantes que no se plantean mas que en el caso de esta hipétesis: «zquién posee semejante representacién del es- pacio?, cy, por qué?e, En dicha hipétesis, la representacion del espacio estaria siempre al servicio de una estrategia, siendo a la vez abstracta y concreta, pensada y apetecida, 5 decir, proyectada, 5 ‘Semejante espacio se va poblando atendiendo a los de- cretos del poder, con cierta arbitrariedad; en su condi- cién de instrumento, puede ejercer su accién sobre las poblaciones preexistentes, a saber, las poblaciones his- toricas. En tanto que mediacién, semejante espacio instrumen- tal permite bien sea imponer por la fuerza una cierta co- hesién, bien sea ocultar bajo una aparente coherencia ra- cional'y objetiva las contradicciones de Ja realidad, En este caso, los términos «cohesidn» y «coherencia» signili- can regulacién buscada, ansiada, proyectada, lo cual no significa obtenida. A-este titulo, esta hipétesis implica una ambi una inclusién solapada del saber en el seno de la ideologia y de la ideologia en el seno del saber; el espacio definido de esta guisa hace las veces de mediacién entre esos ter minos. Semejante espacio es a la vez ideolégico (es decir, poli- tico) y sapiencial (pues comporta representaciones elabo- radas). Por tanto, se le puede denominar racional-funcio- nal, sin que dichos términos puedan separarse cl uno del otro, y funcional-instrumental, pues la funcién, en el mar- co global de Ia sociedad neocapitalista, implica el proyec- to, la estrategia, 31 En esta hipotesis, repit4moslo una vez més, el espacio a la par funcional ¢ instrumental queda vinculado a la reproduccién de la fuerza de trabajo a través del consu- mo. Se puede decir que es a la vez el medio y el proce miento de una organizacion del consumo dentro del marco de la sociedad neocapitalista, es decir, de la sociedad bu- rocriitiea de consumo dirigido. La aparente finalidad de Ja sociedad, el consumo, se define de hecho a través de la reproduccidn de la fuerza de trabajo, es decir, de las condiciones del trabajo productivo. “4 Las ciudades no vendrfan a ser més que unidades de consumo, correlativas de las grandes unidades de produc- cion, Se puede decir que esta hipdtesis, a su manera, con- curre con la teoria de la falsa conciencia mencionada ya anteriormente con respecio 2 la segunda hipdtesis, Habria por tanto: 1, Una conciencia verdadera, la de 1a clase obrera, cuando menos como conciencia posible representada por Ja filosofia (cf. el pensamiento sobradamente conocido de G. Lukics). 2. A esa conciencia totalmente verdadera de la tota- lidad vendria a oponerse una conciencia falsa, la de la burguesia. Partiendo de esas presuposiciones, Joseph Ga- bel ha desarrollado una tesis, segtin la cual la global de la sociedad, Existe, pues, apariencia enajenada de las rela- ciones sociales, apariencia que desempefia ui areals. Es el espofismo de In separaelon en el sono de tne unided, Ia de la Vomtnacton det poor econooice y politico de la burguesia 7 j La separacin es, a la par, falsa y verdadera, Los ele- mentos que figuran separados tienen tendencla en ase- mejarse a fuentes distintas de Ia riqueza y-de la produc- cién cuando, de hecho, es tnicaments debido a su accion comtin que se produce dicha riqueza. En tanto que fuen- tes distintas de Ta riqueza social, parecen recibir la parte que les corresponde de la renta» nacional, lo que disi- mula el hecho de que la riqueza social coincide con la plusvalia global. Ese capitulo decisivo de El Capital puede encontrarse en el libro III, seccién 7, capitulo 48, En esta hipotesis, Ia ideologia coincide con_la-pricti ca: la separacién que reina en el seno de la sociedad bur- Sfe_en_aceptar Ta disocigcion y i COnsiderarla como real. Se abandona entonces la idea de unidad concreta-qm ye Ta socie iguesa, y se acepta ef espejismo que-estr-te-sustitaye (@ le plus, valia global, la teoria de Ta renia nacional y de sus diver- sas fuentes). Una vez que se ha admitido el esquema uni- do-desunido que caracteriza la practica de la sociedad burguesa, se puede aseverar no importa qué cosa. ¢La ideologia? Es mera palabreria que se aparta por com. pleto de los «temas». Nuestra hipétesis sobre el espacio unido-desunido se 37 pétels on atta ees equal ala lee cohen oe excluye la ideologia, y aquélla de la ideologia que im- plica interpenetracién de lo verdadero y de lo falso, y ‘que excluye la falsa concieneia, Hay, pues, una praxis: las separaciones sostenidas, mantenidas, por tanto representadas a través de Ta act ‘cién que mantiene hasta en su disociacion los elementos de la sociedad. Esa accién es precisamente el esquema del ‘espacio, esquema generador ligado @ una praxis, a una realidad y a una verdad dentro de los Kimites de esa so- ciedad. Dicho esquema es, por tanto, ideologia ligada a un cierto conocimiento dentro de los limites de una pi tica social, Dicha representacién es, a Ia vez, aparente, puesto que los elementos que disocta estén ligados entre st, y real, puesto que los elementos que mantiene esiin disociados. Da lugar a discursos mits o menos aberrantes cuya relacién con el conocimiento o el error varia segtin si se toma como referencia la praxis burguesa (separacién y¥ disociacién) o cualquier otra praxis admisible. El espacio arquitecténico y urbanistico, en su condi cién de espacio, ofrece esa doble faccta; desarticulado e, incluso, desmenuzado bajo la eoherencia ficticia de Ia mi rada, espacio de constrefiimientos y de normas dispersas. Posee ese carécter paradégico que tratamos de definir gut: unido y desunido, Es de esta mancra que a la ver se ve dominado (por la técnica) y no es apropiado (para icin). El espacio es inmediato y mediato, es di ue pertenece a un cierto orden cercano, el orden de Ia adyacencia, y a un orden més alejado, Ia sociedad, el Estado. El orden eercano y el orden mis alejado no tie nen més que una coherencia aparente que no impide para nada la desarticulacién, RE Este espacio depende de intereses divergemtes yd ‘srupos diversos los cuales, sin embargo, hallan tna cierta afinidad comin dentro del Estado. Depende de una oferta y de una demanda que pueden no conservar relacién alk guna entre ellas y que, no obstante, tienen sun mismo de- 38 nominador comin bajo el influjo de tal o cual interés Por lo que se refiere a la divisin del trabajo entre aque- los que intervienen en el espacio, a saber, el arquitecto, el promotor, el urbanista, el contratista, etc. esa division del trabajo lleva a cabo esa mezcla de unificacién cons- trenida y de desarticulacién que tratamos de analizar. Se podria bien demostrar que el espacio de Ja pintu. ra y de la escultura es precisamente ese espacio desgarra- do, troceado y, sin embargo, determinado globalmente, que la totalidad del espacio se convierte en el lugar de la reproduccin de Ias relaciones de producci6n. En tiempos pasados, tanto el aire como el agua, Ja Iuz como el calor, eran, directa o indirectamente, atributos de Ia naturaleza. Esos valores de utilizacién han entrado a formar parte de los valores de intercambio; su utiliza: cién y su valor de utilizacién, junto con los placeres na- turales vinculados a la utilizacién, se van difuminando; al propio tiempo que se compran y se venden, se van ha- ciendo cada vez mas escasos, La naturaleza igual que el espacio, junto con el espacio, se ve a veces destrozada, fragmentada, vendida bajo forma de fragmentos y ocupa- da globalmente. Se ve aniquilada como tal y reorganiza- da siguiendo las exigencias de Ia sociedad neocapitalista Las exigencias de Ia reconduccién de las relaciones so iales envuelven de esta guisa la venalidad generalizada de la propia naturaleza, La escaser. de espacios libres en las zonas industrializadas y urbanizadas ofrece, por de- ‘més, un fuerte contraste con el vacio de los espacios atin no ocupados, los desiertos terrestres y los espacios inter- planetarios; por consiguiente, el alto precio alcanzado por los espacios ocupados y la escasez, cada dia mayor, de los espacios atin por ocupar, constituye un fendmeno re- ciente cuyas consecuencias son cada vex mas graves. Dicho espacio, al ser lugar y ambito de Ia practica social en el seno de la sociedad neocapitalista (es decir, de la reproduccién de las relaciones de produccién), mar- ca netamente los limites de dicha sociedad, 39 ———————————— Por mucho que los dirigentes politicos, cuya tdctica expresa hoy en dia las alianzas y compromisos entre el ejército y la tecnocracia, alerten ia opinién, formen comi- siones y comités de estudios, creen administraciones y ministerios; por mucho que susciten proposiciones; ya pueden movilizarse los expertos, movilizar a los sabios, plantear los problemas del medio ambiente y de la con: taminacién; ya pueden buscar conscientemente 0 no a desplazar en esa direccién tanto los objetivos como las luchas politicas; ya pueden presentarlos como siendo sim- ples etapas para alcanzar una realidad de mayor catego- rfa, con el concurso de las ciencias humanas o sin su con- curso. Ya pueden pretender que los problemas urbanos, desde ahora mismo, son asunto de todos, o, al contrario, que es a los técnicos y a los tecnécratas a quienes perte- nece resoiverlos. Hay que comprender que esa sociedad no puede salirse de su espacio, que no puede rebasarlo, aun suponiendo que tal 0 cual lo proponga. Esta sociedad no puede més que tender hacia Ja sistematizacion de ese espacio, es decit, hacia una ldgica que jamais puede Ile- var hasta sus tiltimos extremos. Se habla de «produccién del espacio». Esta expresién marca un paso hacia delante en la reflexién arquitecténica y urbanfstica, rebasando esos sectores y haciendo recaer Su peso sobre el conjunto de la sociedad. Significa que no se considera el espacio como un dato a priori, bien sea del pensamiento (Kant), bien sea del mundo (positivismo). Se ve en el espacio el despliegue de una actividad social. Se establece, pues, un distingo entre el espacio social y el espacio geométrico, es fiécir, mental. A pesar de todo, Ja expresién no deja de ser Ambigua. En efecto, toda so- ciedad produce «st» espacio b, si se preficre, toda socie- dad produce «un» espacio, ¢Qué ha surgido de nuevo en Ja sociedad en la que la mantenencia de las relaciones de produccién se torna determinante, en la que, sin embar- go, las técnicas y las fuerzas productoras han alcanzado un nivel desconcertante? ¢Qué significa la palabra «produ cir»? ¢Acaso significa «cosas», objetos, mercaderias? Ha- blando en téminos marxistas, acaso ese espacio serfa 40 mee una superestructura de la sociedad denominada industrial (capitalista 0 no) tal como lo sugiere la hipstesis de la falsa conciencia? gAcaso seria inicamente una represen- tacién més cercana que las demas de la prictica? ‘Sera por tanto necesario precisar esos términos y ese concepto: [a produccién del espacio. 13, Espacio y t6gica. Semejante ambigiiedad vuelve a hacer acto de presencia. ¢Dénde se sitia Ia logica (plan- teada, supuesta, impuesta)? Existe hoy en dfa un sor prendente abuso de la nocién (mal elucidada) de l6gica. A lo largo de no pocos discursos, se describe la «logica del ser viviente, la «légica del saber» (Ia epistemologia), Ja elogica de la supervivenciay, la «ldgica del urbanis- mo», la «légica de la mercaderia», la «ldgica del Estado», etcétera, Ese abuso presenta puntos de analogia con el del sistema (o las sistematizaciones con la Iégica que impli- can). gAcaso ese abuso es social 0 politico, ideolégico 0 Préctico, implicado en el discurso 0 la inconsciencia? gAcaso tendria el espacio su légica? Ora el espacio depende de una ldgica preexistente, superior y absoluta, cuasi teolégica; ora cs la logica personificada, el sistema de Ia coherencia; ora, finalmente, permite la coherenci autorizando Ia Iégica de Ia accién (praxeologia o estrate- gia). Se encuentran aqui las diferentes tesis sobre el es- pacio, ora tomado como modelo, ora como instrumento, ora como mediacion. Proposiciones. Al no tener el espacio una légica in- terna y propia, remite a la iogica formal y a la metodolo- gia general. El espacio comin a las actividades diversas y parcelarias, en el marco impuesto de la sociedad burgu sa, ese espacio es un esquema del que se sirve esa socie- dad para intentar constituirse en sistema, con el fin de alcanzar la coherencia, ¢En qué forma? Camuflando sus contradicciones, incluidas las del propio espacio, ese fon: do a la vez global y pulverizado, unido y desunido. La es- trategia de clases trata de asegurar la reproduccién de las relaciones esenciales a través de la totalidad del es- pacio. En esta hipétesis, no existe espacio absoluto, bien 41 sea vacio, bien sea Ileno, si no es para el pensamiento filoséfico-matemtico, El espacio mental y social es un | espacio especifico, por tanto cualificado, incluso si no se" percata uno de ello. Se trata de una modalidad de la pro- duecién en una sociedad determinada en cuyo seno se manifiestan tanto contradicciones como conflictos. Existen, pues, contradicciones del espacio, incluso si se las disimula y camufla. En dicha sociedad, lo «real» se encuentra al final y no al principio, A este titulo, en- globa lo que se deja integrar como los procesos integrado- res. Engloba Jo que se deja reducir, incluido lo imagina- rio. Esta sociedad no obedece a una ldgica; repitdmoslo una vez mas: tiende hacia ella. Esta sociedad no repre- senta un sistema; se esfuerza en sérlo, aunando el cons- trefiimiento y la utilizacién de las representaciones. Las contradicciones del espacio no son producto de su forma racional tal como se desprende en las mate- maticas; son producto del contenido practico y social y, més especificamente, del contenido capitalista. Efectiva- mente, ese espacio de la sociedad capitalista pretende ser racional, cuando, de hecho, en la practica, esta comercia- lizado, desmigajado, vendido por parcelas. Asi es como a la vez es global y pulverizado. Parece logico y esta ab- surdamente recortado. Esas contradicciones saltan a la vista en el plano institucional. En este plano, se percata uno de que la burguesia, clase dominante, dispone de un doble poder sobre el espacio; en primer lugar, a través de la propiedad privada del suclo, que se extiende a la totalidad del espacio, excepcién hecha de los derechos de Jas colectividades y del Estado, y, en segundo lugar, a través de Ia globalidad, a saber, el conocimiento, la es- trategia, Ia accién del Estado propiamente dicho. Existen conllictos inevitables entre esos dos aspectos, y especial- mente entre el espacio abstracto (concebido o conceptual, global y estratégico) y el espacio inmediato, percibido, vi- vido, desmigajado y vendido, En el plano institucional, ‘esas contradicciones se hacen patentes entre los planos Benerales de ordenacién y los proyectos parciales de los negociantes de espacio, a2 1 y Reflexiones sobre la politica del espacio * Resulta ahora posible echar una mirada retrospectiva sobre lo que ha sido dicho y hecho en el transcurso de la liltima década. Esa mirada retrospectiva permite esta- blecer un balance, Por otra parte, hoy en dia, en los albo- res de 1970, algo se esta fraguando en las altas esferas: un cambio de perspectiva, cambio mas o menos real que debemos tratar de comprender y de aquilatar... Hasta hace muy poco tiempo imperaba, en materia urbanistica, una teorfa, o mas bien una ideologia que jamés habla quedado completamente expresada, Dicha ideologia, se- giin mi punto de vista, podia compendiarse en tres pro- ‘posiciones : 1, Existe una accion coherente denominada urbanis- ‘mo a veces empfrica, a menudo aplicando los conceptos © los resultados de una ciencia determinada (demografia, econom{a politica, geografia, etc.), ora teniendo en cuenta resultados y datos interdisciplinarios, pero acercandose mediante esos diversos procedimientos a una practica cientifica y técnica a semejanza de tal ciencia ya constitui- da, por ejemplo la economfa politica, 2. Existe por parte de los urbanistas o de algunos de ellos, una reflexién metédica sobre esa practica, refle- xin de orden te6rico que apunta implicita o explicita- mente a la constitucién de una epistemologia, es decir, de una region del saber que contiene niicleos de saber adquirido, en resumidas cuentas, lo que designa el tér- mino de epistemologia, 3. Esta reflexién capaz de elevar hasta ell lenguaje ja pronuneiada en el Instituto de-Urbanismo de nero de 1970, «Espaces et Sociétéss, nim. 1, n0- + Conferenci Paris, el 13 de viembre de 1970, 43 ee eee teorico y hasta los conceptos la practica urbanistica, esta reflexién tedrica consiste en una ciencia del espacio, bien sea, plobal (a escala de la totalidad de Ia sociedad), bien sea local (a escala del habitat), Hablando de manera mas general, recordemos que en el curso de esta ultima década quedaba.entendido 0 so- breentendido un poco por doquier que el objeto por ex- nncia de la ciencia era el espacio, y no el tiempo. Es- pacio del saber y saber del espacio, cientificismo y espa- Galidad corrian parejas, a la vez en el plano mental y en el plano social, dentro de una estructura general. Por consiguiente, se debja llevar, a través de la ciencia del espacio, la practica y la técnica urbanisticas hasta el ni- vel general del cientificismo. Dicha postura era implicita en el caso de numerosos teorizantes —citemos tinicamen- te los notables estudios llevados a cabo por Robert Auze- Ie y Ionel Schein, Merced a esas consideraciones, el es- pacio urbano, otrora integrado bien sea a la utilizacién espontnea del paraje, bien sea a la cultura global de la sociedad, quedaba apartado del contexto; se producia como un dato, como una dimensidn especifica de la orga- nizacién social; !y esto, en primer lugar, en relacién con una accién cdncertada al ms alto nivel, en segundo Iu- gar, en relacién con necesidades sociales por si mismas ocalizables. Tal era el postulado que se ocultaba bajo el pensamiento urbanistico y la ensefianza, Un postuiado aun més oculto era el siguiente: la objetividad y la que restituyen una unidad organi ca a los fenémenos urbanos, unidad bien sea interna con respecto a Ja comunidad urbana, bien sea externa, es de ir, actuando en el medio ambiente. A veces, los estudios quedaban limitados a ‘examinar las propiedades formales del espacio en tanto que vehiculo de los bienes materia- Jes o de las informaciones, estudiando, por ejemplo, los maillages a escala del espacio global o a escala local. En este enfoque, no es que se negase claramente que 45 existiese politica, sino que se la concebfa de forma pe- politico como siendo un obstdculo a la racionalidad, al cientificismo, como introduciendo una perturbacidn, una suerte de irracionalidad. Los hombres politicos, segdn criterio generalizado, procedian bien sca al albur de las coyunturas, bien sea cifiéndose a intereses particulares, representados, aun cuando cuidadosamente disimulados por ellos mismos; al tener una éptica propia y, por de- més, asaz versatil, al no ver claramente ni las alternativas ni los objetivos, esos politicos desbarajustaban la raciona- lidad de la organizacién urbanistica y la eficacia de la ciencia, En el’mejor de los casos, se consideraba a los hombres polfticos como dependiendo ellos mismos de una ciencia de la estrategia; a este titulo se’les dejaba operar, arguyendo que un dia vendria en que ellos también se someterfan al cardcter cientifico asi despejado. En este enfoque relacionado con lo politico y su in- tervencién urbanfstica, se segufa conservando el postu- lado del espacio objetivo y neutro. Ahora bien, se hace patente que hoy en dia el espacio es politico. El espacio no es un objeto cientifico descarriado por la ideologia 0 Por la politica; siempre ha sido politico y estratégico. Si bien dicho espacio tiene un aspecto neutro, indiferente con respecto al contenido, por tanto , en tanto que en la URSS, atin hoy en dia, la planificacién autoritaria y centralizada viene dictada tomando como base los balances-materia. Por lo que se refiere a la programacién correspondien- te ala tercera dimensién, es decir, la temporal y espacial, éta deberia proseguir su curso tedricamente, al. propio tiempo que las demas, dentro de una simultaneidad; po- dria someter las demés dimensiones a la simultaneidad global del espacio. De hecho, dicha programacién prosi- gue su curso en solitario, Por demés, cabe preguntarse hasta qué punto una pro- gramacién total de esas tres dimensiones, simultanea- mente, seria de desear. El tecnécrata consumado es el tinico que la preconiza, Dicha programacién tendria sujeta ala totalidad de la sociedad en la argolla de la cibernética. éNo impediria acaso cualquier planificacién de tipo de- mocratico al otorgar una eficacia aterradora al poder exis- tente que sabria hacer uso de esos instrumentos? Por ahora, a la planificacién democritica no le queda més posibilidad que la de infiltrarse por las resquebrajaduras del plan total. No parece que por el momento el plan total represente un peligro inminente; se tiene Ia impre- sin de que la dimensién espacial-temporal atin no ha Ile- gado a articularse con las otras dos, las cuales, por otra Parte, no estén demasiado articuladas entre si, 0 sin- cronizadas, para decirlo de otra forma. Esa dimensién existe de forma independiente. Por lo que respecta al espacio, este posee, pues, pro- piedades formales. Existen técnicas particulares que per- miten una cierta programacion, en especial las técnicas de céleulo, de prevision. ¥ tambien existen los contenidos. éQué viene a probar todo esto? Ya sabemos que la cien- Cia del espacio, repartida a diversos niveles, no es una ciencia unitaria y-total, que, en su vértice, no existe una logistica del espacio. Adentrémonos ahora algo mas en esta cuestién, Esto prueba que hay contradicciones del 48 \ PETS Re NRT espacio. El método para abordar el problema del espacio no puede consistir tinicamente en un método formal, 16- ico o logistico; debe y puede ser igualmente un método dialéctico que analice las contradicciones del espacio den- two de la sociedad y de Ia préctica social. Si partimos del concepto de que el espacio es poli- tico, queda supeditado (al igual que su teoria y su cien- cia) a una doble critica, ella misma politica: la critica de derechas y la critica de izquierdas.,La critica de derechas €8, a grosso modo, una critica de la burocracia, de las in- tervenciones estatales, en el sentido de que esas interven- ciones estatales obstaculizan la iniciativa vie. he a ser un continente que se acaba de descubrir y cuya exploracion se leva a cabo edificandolo, 3. La ciudad, desde los principios mismos de la era agraria, fue una creacién humana, la obra por excelencia; su papel historico es avin mal conocido, especialmente en Oriente, y la teoria del modo de produccién asiatico nos Teserva todavia alguna que otra sorpresa por lo que se Tefiere a la relacin entre la ciudad y el campo. En lo ue concierne al Occidente propiamente dicho, esa rela. clon conflictiva, es decir, dialéctica, es una de las que los historiadores menos conocen. En Jo tocante a la ciudad en si misma, tanto a oriental, como la de la Antigliedad, la del Medioevo, etc., se han propuesto una extensa serie de conceptos. @) La ciudad es un objeto espacial que ocupa un lugar y una situacién y que debe, por consiguiente, set estudiado en tanto que objeto a través de diferentes téc- nicas y métodos: econémicos, politicos, demogrdficos, etc. Como tal, la ciudad ocupa un espacio especifico total. mente distinto del espacio rural. La relacién entre esos 65 Hes 128 5 espacios depende de las relaciones de produccidn, es de- cir, del sistema de produccion y, a través de éste, de la divisién del trabajo en el seno de la sociedad, 6) Desde este punto de vista, la ciudad viene a ser tuna transicién entre un orden priximo y un orden le- Jano. El orden proximo es el de la campifia circundante gue la ciudad domina, organiza, explota, extorcdndole «so- bretrabajo», El orden Iejano es el de la sociedad tomada. €n su conjunto (esclavista, feudal, capitalista, etc.). En tanto que transicién, la ciudad es también el lugar don- de se manifiestan las contradicciones de la sociedad con- siderada, por ejemplo, las existentes entre el poder poli- tico y los diferentes grupos sobre los que se asienta ese poder, ¢) La efudad es-una obra en el sentido de una obra de arte. El espacio no est tinicamente organizado e ins- tituido, sino que también esta modelado, configurado por tal o cual grupo de acuerdo con sus exigencias, su ética ¥ su estética, es decir, su ideologia, La monumentalidad Tepresenta un aspecto esencial de Ia ciudad en tanto que obra, pero el horario que siguen los miembros de la co- Jectividad urbana no reviste un aspecto de menor impor- tancia, La ciudad como obra debe ser estudiada bajo esa doble faceta: edificios de toda indole y horario que im- plican en la vida de los habitantes de las ciudades y de todos Jos ciudadanos en general, De ahi se desprende que en la ciudad antigua las cos- tumbres y el valor de costumbres caracterizan atin el ho- rario, En las formas tradicionales de la ciudad, ¢l inter- cambio y el valor de intercambio no han roto todavia todos los moldes ni barrido todos los usos y costumbres, Es, miradas en este sentido, que las ciudades antiguas son y siguen siendo obras y no productos. 4. La violenta dispersién de la ciudad tradicional constituye un fenémeno que salta a la vis! i, Pero cuyo sentido no resulta nada evidente. Se hace necesario el averiguarlo, Las interpretaciones dadas a este hecho han 66 sido y siguen siendo todavia miiltiptes. Unos piensan que hay que hacer prevalecer la canticiudad» sobre la ciudad, y que la modernidad se define a través de la eno ciudad» (nomadismo, o también proliferacién sin limites del ha- Litat). Dicho fenémeno sélo puede quedar esclarecido me. diante un andlisis dialéctico y recurriendo al método dia. Iéctico. La industria se ha revelado, efectivamente, como siendo la «no ciudad» y la canticiudads, Se ha ido implan- tando ah donde encontraba los recursos que requeria, a saber, las fuentes de energia, de materias primas, de mano de obra, pero ha perjudicado las ciudades en el sentido mas estricto y fuerte del término, destruyéndolas y disolviéndolas. Provoca su desmedido desarrollo, aun cuando acompafiéndolo de la total y violenta dispersion de sus antiguas caracteristicas (fenémeno de implosién- explosién). Con Ja industria, se produjo la generalizacién del intercambio y del comercio; las costumbres y el valor de costumbres han desaparecido casi por completo, no perdurando mAs que en tanto que exigencia del consumo de las mercancias, desapareciendo casi por completo Ia fa- ceta cualitativa de las costumbres. Con dicha generaliza- cién del intercambio, el suelo se ha convertide en mer- caderia. El espacio imprescindible para la vida cotidiana, se vende y se compra. Todo cuanto constituyé la vitalidad de la ciudad, en tanto que obra, ha desaparecido ante la generalizacién del producto. eAcaso significa lo antedicho que la realidad urbana ha desaparecido? No, al contrario se generaliza. La so- ciedad entera se torna urbana. El Proceso dialéctico es el siguiente: la ciudad, su negacion a través de la industria- lizacién, su restitucién a una escala mucho mayor que antafio, la correspondiente a la sociedad entera, Ese pro- ceso se desarrolla no sin toparse con obstaculos cada vez mas importantes. Las relaciones de produccién exis- tentes se han ido extendiendo, ampliando; esas relaciones han conquistado una base de mayor extensién, atrayén- dose simulténeamente la agricultura y la realidad urbana, pero al producirse esa ampliacién de campo han tropeza. do también con nuevos obstéculos, Por una parte, se ins- or tituyen centros de decisién dotados de poderes aiin des- conocidos, puestoncentran la riqueza, el poderio represi- vo, la informacién; por otra, la violenta dispersion de las, antiguas urbes suscita segregaciones multiformes; los ele- mentos de la sociedad quedan inexorablemente scparados los unos de los otros en el espacio, de ahi una disolucion de las relaciones sociales, en el sentido més amplio de la palabra, que se suma a la concentracion de las relaciones estrechamente vinculadas con las relaciones de propiedad. 5. Asf es como toma forma ese nuevo concepto: lo urbano, Es en todo punto preciso establecer un distingo entre Ja ciudad y lo urbano. Este se distingue de la ciu- dad precisamente porque aparece y se manifiesta en el curso de la dispersion de la ciudad, pero permite recon- siderar y comprender determinados aspectos de ésta, as- pectos que habian pasado desapercibidos por espacio de mucho tiempo: la centralizacién, el espacio como punto de reunién, la monumentalidad, etc. Lo urbano, es decir, Ja sociedad urbana, no existe todavia y, sin embargo, exis. te virtualmente; a través de las contradicciones existen- tes entre el habitat, las segregaciones y la centralizacion urbana —que resulta esencial para la practica social— se one de manifiesto una contradiccién lena de sentido. Lo urbano es un concepto teérico desligado y liberado Por un proceso tal como se nos presenta y tal como lo analizamos, No se trata de una esencia segtin la acepcién tradicional del término entre los fildsofos ; no se trata de una sustancia como tenderia a dejarlo creer tal o cual término atin utilizado de forma laudatoria, por ejemplo, la urbanidad ; es més bien una forma, la del encuentro y de la reunién de todos los elementos que constituyen la ida social, desde los frutos que nos da la tierra (trivial- mente: los productos agricolas) hasta los simbolos y las, obras Hamadas culturales. Lo urbano se manifiesta en el seno mismo del proceso negativo de la dispersion, de la segregacién, en tanto que exigencia de encuentro, de re- unién, de informacién, En tanto que forma, Jo urbane lleva un nombre: es Ia 68 simultaneidad, Esa forma se sitia entre las tormas que se pueden estudiar, discerniéndolas de su contenido, Lo que 4a forma urbana reine y torna simultdneo puede ser muy diverso. Tan pronto son cosas, como personas, como sig. ‘nos; lo esencial reside en Ja reunion y en la simultaneidad. A este punto de vista se puede decir que el vector nulos resulta esencial para la definicién de lo urbano. La centralizacién Posee su movimiento dialéctico es- Pecifico. Su presencia se hace imprescindible, No puede existir realidad urbana alguna si no existe un centro, tan. to si se trata del centro comercial (que retine productos ¥ cosas), como del centro simbilico (que retine y torna simulténeas determinadas significaciones), como del cen- tro de informacién y de decisién, etc. Ahora bien, todo centro se destruye a si mismo. Se destruye por saturacién ; se destruye porque remite a otra centralizacién; se des. truye en la misma medida que suscita la accién de aque- Mos a quienes excluye y a los que expulsa hacia las zones periféricas. Ta forma urbana plasmada de esta guisa es una abs- traccién, pero concreta. Lo mismo sucede con la forma del intercambio tal como Marx Ja plasma en las primeras Paginas de El Capital. Esa forma Y su teoria resultan su- mamente abstractas y éste es el motivo por el cual su anilisis ha sido tan poco comprendido por espacio de un siglo; y, sin embargo, dicha forma abstracta es la clave de lo concreto, de la practica. Es el punto de partida para Ja percepcién del contenido, Otro ejemplo: las formas de Ja propia logica en tanto que formas de todo pensa. miento, son muy abstractas, y, no obstante, son las dove. las y el punto de partida de toda reflexién metddicamente conducida. Se podrian multiplicar los ejemplos de tal forma abstracta y concreta a la vex (la simetria, la repe- ticién, ete. El cardcter abstracto de esta reflexion sobre lo urba- no y de esta definicién puede considerarse como siendo un obstaculo, pero en ningiin caso como una objecidn, Es la forma general la que Presta sentido a las constataciones empiricas, y no a la inversa. Por si solas, las constatacio. 09 Sa TESS RAN nes empiricas no alcanzan la forma general. Sin embargo, resultan imprescindibles, pues revelan el contenido de la forma, Permiten estudiar, analizar el proceso, ponerle ja- lones, resaltar sus puntos importantes, Especialmente, la segregacién, la constitucién de estos espacios periféricos y pobres al permitir la reproduccion de las relaciones de Produccion que son relaciones de clase, dicha segregacion constituye una negacién teérica y practica de lo urbano, Pero, en su condicién de tal, lo revela. El cardcter desér- tico, abandonado, de las periferias urbanas es muy re- velador; lo que revela, para descubrirlo y decirlo, hay que leerlo. La lectura de los espacios urbanos, peril Cos o centrales, no se hace tinicamente sobre mapas, ela borando un eédigo abstracto; se trata de una lectura «sintomal» por excelencia y no literal, 6. Esa lectura del espacio urbano permite dar una definicion general de éste a través de las contradicciones y de las negociaciones intrincadas; lo que se constituye es un tiempoespacio diferencial. El tiempo y el espacio del periodo agrario vienen acompaiiados de peculiarida: des yuxtapuestas, las de los paisajes, de los climas co- rrespondientes a Ja flora y a la fauna, de las etnias huma- nas, etc, El tiempo y el espacio de la era industrial han tendido y tienden atin a la homogeneidad, la uniformidad, ja continuidad constreiiidora. El tiempo y cl espacio de la era urbana se toman diferenciales y dicho cardcter queda evidenciado a través del andlisis, Redes y flujos sumamen- te diferentes se superponen y se intrinean, desde las redes viales hasta los flujos informativos, desde el mercado de productos hasta los intercambios de simbolos. La dialéc- tica de la centralizacién introduce un movimiento dife- rencial de una fuerza extraordinaria, Se ha podido pro- poner, distinguir en dicho espacio «topias»: isotopias (es. pacios homélogos que poseen funciones o estructuras ane logas); hetertopias (espacios contrastantes, conjuntos de fuerzas repelentes a veces muy considerables y de ten- siones a menudo extremas), y utopias (emplazamientos del sen otra parte» y de lo que no tiene emplazamiento, en 70 | especial el saber y el poder, presentes y dtentes a un Hempo, en especial en la monumentalidad), Este andlisis diferencial del espacio urbano se sale de los procedimientos analiticos que constatan y que con, fagran la homogeneizacién so pretexto de racionalided, [308 Procedimientos analiticos no se atienen mas que Jos esquemas uniformes, a las homologias, Dichos prec, dimientos desembocan en légicas (In del intercambio, la 7. De ese error fundamental sobre la racionalidad se desprende una consecuencia que ya hemos mencionaas auteriormente, pero sobre la que es menester insistir: lo urbano, esa virtualidad en marcha, esa potencialidad lidad ya trasnochada, y ast es como corren el riesgo. de fonsolidar lo que se opone a la sociedad urbana, To que la niega y la destruye en el transcurso del proceso wie mo que la crea, a saber, la segregacién generalizada, la Separacién sobre el terreno de todos los elementos y aspectos de la préctica social, disociados los unos de lon otros y reagrupados por decisién Politica en el seno de un espacio homogéneo, omegues We ANSE eta Engels y la utopia * Pongamos en el lugar que le corresponde, por cierto Poco importante, la obra de Engels La cuestién de la vi. vienda, Esta obrita consiste en la recopilacién de tres ar. ticulos escritos por Engels en 1872, «época en que el mand de los miles de millones de francos franceses caia sobre Alemania... en que Alemania hacia su entrada en la esce. na mundial no tan sdlo en su calidad de “imperio unifi- cado”, sino también en su condicién de gran pais indus- trial», Se ha tomado la costumbre de presentar esa recopila- cion de articulos como siendo el tiltimo grito del pen- samiento marxista por cuanto se refiere a las cuestiones urbanas. En efecto, el compulsarla y citarla, eximen de la necesidad de leer y de conocer el conjunto tedrico de obras editadas a este respecto, Ahora bien, esos articulos tienen un cardcter circunstancial muy acusado, aun cuan- do el prefacio escrito posteriormente por el propio Em. gels (en 1887) subsana ese cardcter y presta a esa compi- lacion de textos mas amplitud, al propio tiempo que acre. centa la confusién. En efecto, Engels utiliza en repetidas ocasiones el término «revolucién industrial», sin més ni més, con respecto a lo que acontecié en Alemania en el curso de aquellos anos (periodo en el que se produjo la muerte de Marx), Engels y su camarada de lucha se hallaban, todos no- sotros lo sabemos, ante ese problema por partida doble: 'a durabilidad del capitalismo, el auge experimentado por el movimiento obrero. Ya en alguna ocasién habian aur * Capitulo destinado a un libro publicado por Ia editorial Cas- terman, La pense marsiste et Ia ville, descartado de la. publi cion debido a su gran extensién. Cf, «Espaces et Sociétéss, nim, 4, diciembre de 1971. BB Ja otra, los «bakuninianos» y los anarquizantes. Marx y Engels se ven obligados a combatir en dos frentes, sobre fodo después del fracaso de la Comuna, fracaso que no paban una Posicién «central», tanto Engels como Marx 5 negaban a definir una suerte de «centrismoss indie un camino intermedio, a jalonar ese camino de compo- Rendas. Hecho notable: asestan preferentemenrs aon £0 Pes a las «derechas»; los mas fuertes de ellos van diri- fides a los (id. p. 332). Si bien los grandes precursores eran Meros utopistas, esto no signi- fica la insustancialidad de sus ideas; ni mauchisimo me. nos; ese término de utopista quicre decic, sencillamente, que la realizacién del Proyecto revolucionario no era atin factible, Ahora bien, la gran industria proporciona esas condiciones, al propio tiempo que eleva «las contradiccio. nes que estaban latentes en el sistema de produccién ca. Pitalista al estado de antagonismos tan manifiestos que se puede, por asi decirlo, predecir a corto plazo el des. moronamiento de ese sistema de produccién; que las mismisimas nuevas fuerzas productoras no pueden man, tenerse y desarrollarse mas que merced a la introduccién de un nuevo sistema de produccidn...». Esto, Diihting lo ignora al igual que no reconoce a Owen y, atin menos, a Fourier, del que tan sé] conoce las elucubraciones nove- ladas, cuando, de hecho, de cada pagina de Fourier «bro. tan las chispas de la razén...». (Cf. pp. 299, 303, 305, etc.) Engels no se limita a oponer el utopisino socialista al utopismo burgués, Se puede decir que opone la utopfa revolucionaria y concreta a la utopia reaccionaria y abs- tracta, La utopia concreta se basa sobre el movimiento de una realidad de Ia que revela las posibilidades, Dialce. ticamente, lo posible es una categoria de la realidad, a partir del momento en que se considera en lo real sus tendencias en vez de fijarlo in situ, Sin embargo, el lector moderno, que no se atiene ya a los esquemas del dogmatismo, se Pregunta si Friedrich Engels ha elucidado perfectamente su concepto y su pro- 81 ee yecto, A veces, parece pronunciarse en contra de toda uto- Pia. «La utopia no consiste en aseverar que los hombres no quedaran totalmente liberados de las cadenas forjadas or su pasado histérico, mas que si la oposicién entre la ciudad y el campo es suprimida; la utopia empieza en el momento en que se atreve uno a prescribirs, partiendo de Jas condiciones existentes, «la forma en que debe ser resuelta tal o cual oposicién en el seno de Ia sociedad actuals (La cuestién de la vivienda, p. 254). {Lo que pre~ cisamente reprocha a los proudhonianos! Este texto, en- tre otros muchos, sitve de referencia para aquellos que* combaten toda utopfa y no importa qué utopismo. De ser asf, cabe reprochar a Engels de pecar.de inconsecuen- te, cuando se hace eco de las proposiciones «utdpicas» de Fourier y de Owen. «Para ambos, la poblacién debe re- Partirse por todo el pafs en grupos de 1.500 a 3.000 almas; cada grupo habita en el centro de su cantén territorial ‘un gigantesco palacio con economia comin. Por supues- to, Fourier habla aqui y alld de ciudades, pero éstas no Se componen, a su vez, mAs que de cuatro 0 cinco de esos Palacios poco distantes los unos de los otros...» (Anti- Diihring, p. 322). No cabe duda, Engels prevé, partiendo de las condiciones existentes, la forma del ir mds alld. La gran urbe desapareceré, Debe desaparecer. Esta idea, En- gels la acuné desde su juventud y jamés la ha abandona- do. En La cuestion de la vivienda, preveta ya, «dindose Por supuesta ia aboiicién del sistema de produccion capi- talista», una reparticién lo més uniforme posible de la po- blacién por toda la geograffa del pats (p. 114), la solucién de los problemas urbanos excluye la supervivencia de las grandes urbes modernas (cf, La cuestion de la vivienda, 'p. 65). Friedrich Engels no parece preguntarse sobre si esa dispersin de ia ciudad en el campo, bajo forma de pequefias comunidades, no corre el riesgo de disolver «la urbanidad>, de «ruralizars la realidad urbana. Tampoco se pregunta si esa «reparticién uniformes respondera a Jas exigencias de la gran industria, La multiplicidad de las posibles comunicaciones representa para él una con- testacidn positiva a su punto de vista, Resulta evidente 82 que su apego al pensamiento fourierista, apego pasional y perfectamente comprensible como tal, y tan bien ex- presado medio siglo antes (ef. Ideologia alemana, pp, 564 ¥ ss.), ese apego le impide plantearse determinados in- terrogantes. Cincuenta afios mas tarde, en la URSS, su actitud tendré unas consecuencias de extrema gravedad (cf. A. Kopp, Ville et révolution), El Anti-Dhiiring posee los defectos de sus cualidades, y en esta obra el pensamiento dialéctico desafia a veces la légica (social y politica), Se abre sobre el futuro y lo posible, al propio tiempo que sistematiza y zanja el sis- tema. Quiere instaurar una ontologia, una contestacién a los interrogantes: «Qué es el ser? ¢Qué es el ser hue mano? ¢De dénde procede?» Pero, las respuestas andan_ a tientas entre la ciencia cierta de lo acontecido y la ex- ploracién incierta del futuro. El concepto de la naturaleza impera sobre el conjunto. El restituir la sociedad y, con- secuentemente, «lo urbano», como diriamos, en el’ seno de la naturaleza en tanto que contexto y, aun mejor, en tanto que fuente y centro original, ¢acaso no seria el sen- tido del proyecto de Engels y de su inspiracién fourierista? En este caso, una vez mis, Ia controversia ha podido arrastrar a Engels al terreno del adversario. Ha combati- do a Schelling, ese filésofo romantico de la naturaleza, el pensador por excelencia del fundamento ontolégico bus- cado en su verdadero origen: la madre-ticrra, la matriz. Friedrich Engels no quiere cortar el cordén umbilical tampoco quiere que se seque. La comunicacién para él debe perpetuarse, seguir siendo o volver a ser orgénica. ¢Acaso no halla ala vez a Marx y a Fourier dentro de una concordancia fundamental? Ahora, los interrogantes se acumulan, ¢Acaso son esen- ciales para el pensamiento marxista esas afinidades impli- citas o explicitas? Se debe, acaso, hoy en dia poner el acento sobre ellas , o sobre el caracter revolucionario de Ja gran industria? Caso de que la tesis de la relacién vi- viente y perenne entre Jo social y lo natural presente una verdad esencial gacaso no seria ya demasiado tarde? De dénde proviene, pues, el fracaso (cuando menos aparente) 83, de dicha verdad? ¢Acaso el modernismo no consiste en 'a transgresion, quizés en la destruccién de esa verdad? econdmica, que, para Engels, Parece explicarlos. Por tanto, no establece un distingo, como Marx, entre las categorias (conceptos) historicas y las categorias «conceptoss econdmicas, La economia poli- tica y la Historia se entretejen entre sf hasta confundirse, ues la economia politica eversa sobre una materia histé. rica, es decir, en primer lugar, sobre las leyes correspon- dientes a cada grado de evolucién de Ja produccién y del intercambio, y no sera hasta el final de dicho estudio que podré estatuir las leyes de concepto totalmente general que son validas en cualquier caso para la produccién y el intercambio», Al igual que Ja filosofia, la historia de la filosofia y la historia en general, para Engels, todo cobra un cariz econdmico, La historia se resorbe dentro de la economia politica; el proyecto revolucionario, en tanto ue emancipacién con respecto al econémico, pierde su significado y su envergadura. Aun cuando los conserve en lo que concierne a la divisién del trabajo, Primera consecuencia: la historia de la ciudad, cuyo estudio capté a su vez la atencién de Engels, no se ve enfocada de igual forma que en los Grundisse. Al poner cl acento sobre las concentraciones urbanas, Engels vincu- 84 Ja Ia historia de Ia ciudad con la de Ia técnica, del arma mento y de Ia lucha armada: «Las armas de fuego fueron, desde un buen principio, las armas de las ciudades y de Ja monarquia pujante, respaldada por las ciudades, en su lucha contra la nobleza feudal» (p. 200). Debido'a este hecho, y simulténeamente, la infanteria vino a reemplazar a caballerfa en tanto que fuerza principal de los ejércitos en las ciudades, y entre los campesinos libres, fueron to. mando cuerpo en el Medioevo las condiciones bisicas que asentaban Ia existencia de una infanterfa aguerrida (id. p. 449). De esta forma fue como, interviniendo de forma fundamental las ciudades, «el trabajo silencioso de Jas ™asas oprimidas> fue minando el statte quo feudal hasta barrerlo por completo. «Ya a partir del siglo xv, los bur. aueses de las ciudades se habfan vuelto més imprescindl. bles a Ia sociedad aue Ia nropia nobleza feudal... Las ne. cesidades de la nobleza habfan ido en aumento y se habfan ido trasformando hasta el extremo de que, incluso para ella, Tas ciudades se habian vuelto indispensables» (pé- sina 443), EI paso de la comunidad original (de sangre, de fami- Tia, de costumbres) a la comuna urbana, el auge experi mentado por ésta. su paso de realidad dominada al es. tatuto de realidad dominante, el Iarzo conflicto entre la ciudad y el campo, son etapas un tanto esouertatizadas por Eneels, en tanto aue Marx, en los Grundisse, las ha. Bia analizado sutil y hébilmente, teniendo en cuenta las miiltiples diferencias y situaciones que se habfan ido pre. gentando en el transeurso del proceso histérico (global, Sin embargo, Eneels aporta nuevos datos v completa su esquema econémico eracias a sus consideraciones sobre las Iuchas armadas, Combate Ia anologfa incondicional de la violencia preconizada por Dihring. situando en el Iu. gar gue le corresponde, en la Historia, esa violencia, en tanto que mera partera de sociedades. La gran revolt. cién medieval. la de los siervos v la de Jas comunas. la oue inicia Ia historia europea, avarece en Engels con toda su amplitud, como una lucha gigantesca, a veces silencio. sa veces cruenta. El acento puesto por Engels sobre lo 85 econémico no le arrastra en el torbellino del economismo. Paradoja: es quizA Marx quien, llevando adelante la cri- tica dialéctica de la economfa politica, no insiste suficien- temente sobre las luchas reales y las presenta a todo lo argo de un proceso de crecimiento orginico, cuasi espon- taneo. Por lo que se refiere a Engels, al esquematizar el Proceso, lo «dialectiza» mostréndonos los conflictos que alcanza el paroxismo: la guerra. Segunda consecuencia, aun més sorprendente: cuan- ¢o lleva Marx hasta su limite extremo su razonamiento te6rico, ghacia dénde va y qué es lo que encuentra? El reino de los fines. Entre dichos fines, y arropndolos, 0 suponiéndolos, més alla de los fines parciales, por asf de- cirlo (el del capitalismo del Estado, de la raridad, de la filosofia, de Ia historia, de la familia, etc.), ya con ante- Horidad hemos subrayado el del trabajo. Bl fin del tra- bajo jqué paradoja para aquel que ha descubierto la im- portaneia del trabajo y que pasa, ante todo, por ser el teorizante de la clase obrera! Y, sin embargo, ya bien sabido es, Ia automatizacién de la produccién permite conjeturar el fin del trabajo productor. ¢Posibilidad ted- rica y prdctica? No cabe la menor duda, La concatenacién posterior de los descubrimientos técnicos ha venido a con- firmar plenamente Jas ideas de Marx. ¢Imposibilidad? Ciertamente, en los marcos del capitalismo ¢, incluso, en el transcurso de la famosa hacia una socie- dad socialista 0 comunista, Asi ues, utopia, al fin y al cabo, pero tttopia concreta, posibilidad que arroja luz so- bre lo actual, y que Jo actual rechaza hacia lo imposible. Segtin nuestro criterio, una de las fuerzas mayores del Pensamiento marxista, imposible de reducir, dificil de y debido a las guerras), El capitalismo se ha extendido, agencidindose lo que existia antes de su aparicién en es. cena: agricultura, suelo y subsuelo, bienes inmuebles y realidades urbanas de origen histérico. Asimismo, se ha extendido al construir sectores nuevos, comercializados, industrializados: los ocios, la cultura y el arte lamado «moderno», la urbanizacion, Entre esas extensiones, exis- ten a la vez concordancias y divergencias, unidad no sin contradicciones (de nuevo cuno unas, y otras atin por ‘surgir). Asi pues, el capitalismo no se ha mantenido mds que extendiéndose a la totalidad del espacio (rebasando con creces sus puntos de origen, de desarrollo, de pleni- tud: las unidades de produccién, las empresas, las firmas nacionales y supranacionales), 3. Si asf estn las cosas, se podré decir, ya se puede decir del espacio (bien sea de un segmento, bien sea de un conjunto espacial) lo que, de cada cosa producida, decia y explicaba Marx: encierra y oculta, en tanto que cosa, relaciones sociales. Ese paquete de azicar no es tan sélo un paquete que tenga tal peso y que esta desti- nado a endulzar el calé y el té; no es tan sélo una mate. tia pagada con tal suma de dinero, Tanto el paquete como el dinero que ha servido para pagarlo, implican relacio- nes sociales, entre otras la relacién etrabajo-capital>, el salario y la plusvalia, a la vez expresados, amagados, ena- jenados (cosificados) por las cosas, el dinero y la mate- 1a, la abstraccién y el hecho practico, Hoy en dia, sucede otro tanto a través de la tendencia al minimo espacio (ex: cepcién hecha de aquel destinado a la perpetuacién de la naturaleza» y, asi y todo, el sentido de tal reservacién 99 vendria a confirmar, si se Je examinase més detenidamen- te, la apreciacién anterior...). 4. Durante mucho tiempo, lo soluta, gacaso se puede hablar de raridad? No, en abso- lito, Esté abjerto por todas partes. Las téenicas permi- ten que «se construya> todo cuanto apetezca, tanto en la superficie como en el fondo de los mares, en los desiertos y las montafias, incluso en los espacios interplanetarios. as informaciones y datos acerca de no importa qué zona del espacio pueden concentrarse en cualquier punto don- de se instale uma computadora programada para este me- 105 Rester; y se podré transportar adonde sea necesario el acero y el hormigén precisos. No se observa verdadera " Penuria de espacio_mas que en «lugares» bien definidos : & pronimidad de los centras que siguen manteniéndose s histéri i ae Sa realizados o se establecen 4. La cuestién de la centralizacién no es de fai Jucién, Para comprenderla, para resolverla coarse e impone recurrir a un método dialéctico levado a un nivel més elevado que anteriormente (en tiempos de Marx). La condena prematura y en suma burda de ese método mas sutil que la légica, niega a toda clase de es. peclalistas, que se creen sumamente competentes (y lo Son, a su manera), el acceso a fenémenos més delicados que las agobiantes y masivas cohesiones que tienen la costumbre de manejar. Qué es, pues, la centralizacion (urbana, social)? Una forma, la del reagrupamiento, de la conjuncién, de la simultaneidad. ¢De qué? De todo aque- lo que puede agruparse, conjuntarse, reunirse. La forma vacia puede y debe llenarse, Asi es como cada época, cada periodo, cada sistema de produccién ha suscitado (pro- lucido) su propia centralizacin: centro politico, comer. cial, religioso, ete. Actualmente, el centralismo aspira a ser total. Concentra las riquezas, el poder, los medios del Poderio, la informacion, los conocimientos, la «cultura, ¢toétera. En una palabra: todo. No obstante, las centra, lizaciones siempre han acabado pareciendo y desapare. ciendo, bien sea por exceso, es decir, por «saturaciéns, bien sea por defecto, por incapacidad de hacerse con tal elemento», bien sea, finalmente, debido al asalto por parte de los excluides que habian quedado relegados a las zonas periféricas. Ahora bien, tal o cual de esos pro- ‘cesos no es Sbice para que se pueda producir tal o cual STN ejemplo, Ja Roma de la Antigiiedad, tendencia actual en constituir «centros de sién» que quieren abarcarlo todo en una zous teritectl Testringida, esa tendencia esencial es la que suscita la ra- ridad del espacio en el territorio en cuestién. La penuria 106 de espacio ofrece, por tanto, nuevas caracteristicas; es, a la vez, ). La teorfa y la puesta en practica de los «médulos» rome ten repetir indefinidamente la eélula tomada como «mo; delo». La independencia de los vokimenes con respeoto al suelo original ha sido literalmente «producidas oad de la construccién sobre zampas y pilares (Le Corbusier), Pero, al propio tiempo, se da al volumen, el Pan as que a una superficie, como un apilamiento de «plans», Sin tener en cuenta para nada el tiempo. Las «necesida, des», de las que se habla mucho, tienen que pasar bajo ese yugo del espacio; de hecho, son sus productos en se gundo grado, mucho mas que sus razones de ser. La «cam biabilidad» y sus constrefiimientos no- ene a pes ls super oo ve sie a irae del i corridos, Todo \ He del dibujo, a traves de una supuesta ssintesis trifiea> del cuerpo y del movimiento, del espacio y de a actividades (cf. A. de Villanova, en «Espaces et 4 ie st sim. 3, p28), Eso azalisos familiares pra os ar 's y urbanistas (planos, cortes, alzados, presentaciones visuales animadas con siuetasy weil, cic...) itervienen en tanto que reductores de la realided que pretenden representar, y que no es, por demés, mhds que una imagen del «sistema do vide, admitido y, por ende, impuesto, en el habitat (complejos de torrevitas modestas, 0 edificaciones «colmena» sae oe wnormalizadas). Los volimenes son tratados de una forma aque reduce el espacio a la superficie de suelo que se po see, a titulo de propiedad privada, a pesar de los esfuer- zos Jlevados a cabo para establecer un Se ee iis tos. Las supuestas soluciones de ordenacién hacen, por tanto, extensivas a los lugares, alas personas, a las ncos: sidades, los constrefiimientos de la «cambiabilidads, pre sentados como constrefiimientos téenicos, y se ome exigencias de la moralidad piblica. Lo econémic pre ha tenido una vinculacién con el orden moral. La intercambiabilidad acarrea, pues, una severa cuantifica- cién, que se extiende en los entornos del habitat (espacios intermediarios, recorridos, bienes de equipo, «medio am. biente»). Las peculiaridades lamadas naturales desapare. cen en medio de la homogeneizacién: los lugares, pero también los cuerpos y la realidad fisica de los «usuarios», iLa cuantificacion, aparentemente técnica, es, de hecho, financiera! A 6. gAcaso irfa a desaparecer el valor de utilizacién? Esa homogeneizacién de los fragmentos elenace co- mercializados del espacio ¢acaso supondria la prioridad absoluta del intercambio y del valor de intercambio? ¢Aca- so éste quedaria reducido a signos de prestigio y de stan- ding, diferencias internas del sistema, superpuestas hasta absorberlas, a los «valores» producidos por Ja venta, a los costes de produccién? No. El adquisidor de espacio sigue comprando valor de utilizaci6n, No tan sélo compra un volumen habitable (mas o menos), convertible y conmuta- ble con otros, y unicamente marcado semiolégicamente or la propaganda publicitaria o por los signos visibles de una determinada «distincién», El adquisidor es com- prador de una distancia, la que une su alojamiento a ferentes lugares: los centros (de comercio, de ocio, de cultura, de trabajo, de decisién). Esas distancias hacen que tal o cual lugar sea, mds 0 menos atrayente; pero no €s exactamente esa «deseabilidad» 0 atractivo (que permi- tiria introducir aqui imagenes psicolégicas, «marginalis. moss) lo que desempefia el papel principal. E] consumo del espacio difiere del consumo de las cosas, no tan sdlo por su dimensién y cantidad, sino también ‘por caracte- a seeclee ae hecho, el tiempo entra ahora en esce- a, aun cuando el espacio a la par programadc - tado tienda a climinarlo. Se Sata Ja ver. un ahorro de tiempo (distancia corta o larga) y un Placer. El espacio envuelve el tiempo. Por mucho que quik ra omitirse éste, no se deja domeiiar. A través del espaci Jo que se produce y reproduce es un tiempo social, 110 La teoria segiin la cual el intercambio suplanta la uti- lizacién hasta absorberla no se basa mds que sobre el examen de un sector muy reducido de la produccién, la de objetos para el consumo (sobre todo los coches y los muebles, asi como también en menor medida, la vestimen- tay la alimentacidn) en los que los signos y significacio- nes han ido adquiriendo una importancia cada vez mas acrecentada, ¢Signos de qué? De prestigio, de situacién social, de diferencias en el seno de la sociedad burguesa. ¢Signos para quién? Para la fracciGn de las clases me- dias, denominadas superiores, que practica el consumo ostentativo, que gusta de admirarse y de hacerse admirar, que cree imitar a la alta burguesfa y que ¢s imitada por parte de las clases menos «acomodadas>. Esos estratos poseen una influencia y una realidad socio-econémicas in- cuestionables, pero el estudio de sus costumbres y de sus instituciones especificas no puede generalizarse més que en nombre de un espiritu de sistema que va mas allé del conocimiento, A resultas del estudio de un sector, Jean Baudrillard (cf. Pour une critique de l'économie politique du signe, Gallimard, 1972, recopilacién de articulos publi- cados con anterioridad) llega a conclusiones de tipo ge- neral, segin el procedimiento de los sistemas (reduccién- extrapolacidn). Procedimiento que, por afiadidura, propo- ne sustituir una légica (social o de cualquier otro tipo) al pensamiento dialéctico, liquidando éste. Salta a la vista que los demés sectores, especialmente la produccién de la industria pesada y la de los «objetos» de tipo superior (cohetes, misiles, etc...) no entran dentro de dicha racio- nalizacién, Lo mismo sucede con la economia politica det espacio. Con respecto a ésta, la

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