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Antropologia: una guia para la existencia de la realidad, 0, dicho de otro modo, el conjunto de lo que Je rodea tiene unas connotaciones de valor personales que yo he ido estableciendo con el tiempo y que condicionan su ac- tividad. Es importante recalcar que esa estructuracién no responde fundamentalmente a criterios ligicos 0 racionales, sino a preferencias afectivas, a gustos, lo cual no debe verse como algo negativo, sino como una propiedad de la vida personal que introduce la diversidad y la a-logicidad en el mundo”. Que me caiga bien luna persona y no otra no es algo que se pueda (ni se deba) re- ducira la logica; es de orden afectivo y empatico y cobra su var lor y su sentido en esta dimension. De igual modo, que a mi me gusten los colores suaves y a otro los colores chillones es algo que tampoco tiene (ni tiene por qué tener) explicacion Logica, sino que se sitita en el émbito de las preferencias de la subjetividad y de la sensibilidad. Yes que los sentimientos son ajenos a la racionalidad l6gica, lo cual no quiere decir que sean irracionales ni que la raz6n no pueda o deba decir nada de ellos sino que son sentimientos no razén, del mismo modo que el cuerpo o las tendencias tampoco son razén. Y por eso tienen también un cardcter de ultimidad y radicalidad en su Ambito propio. Esto no significa, sin embargo, que la persona no deba ir en ocasiones en contra de sus sentimientos (si son incorrectos 0 irrealizables, por ejemplo) pero si se opone a que la afectividad puede reducirse a razén o simple tendencia- lidad. ¢) La importancia del gusto y la educacién sentimental La necesidad de educar los sentimientos nace, funda mentalmente, de la imposibilidad de que la arquitectura senti- WD. von Hildebrand ofece en Et corasén, cit. un catélogo muy intere- sante y profundo de modalidades aectivas 132 —— ba afectividac mental tenga como criterio tinico y definitivo los gustos y pre- ferencias del sujeto. En algunos aspectos (quiza en bastantes), ‘esas preferencias si pueden considerarse incuestionables hasta el punto de que puede resultar casi irracional pretender cues tionarlas desde el exterior. Serfa absurdo, por ejemplo, que a- guiien me dijera que tendrfa que gustarme ir de vacaciones a la playa en vez de a la montafia o que tendria que gustarme el co- Jor azul en ver del rojo. Pero, siendo esto cierto, no sucede lo mismo con todas las preferencias 0 actitudes afectivas. Hay, por ejemplo, actitudes afectivas bastas 0 poco desarro- ada". Una persona puede tener un registro afectivo exiguo y ser incapaz. de valorar detalles de delicadeza o de educacion. Y «30 ¢s objetivamente una carencia y una limitacién. Y también puede haber preferencias afectivas éicamente incorrectas. Puede gustarme la droga o el botell6n o el robo pero, aunque me apetezca, no debo realizar esas acciones porque los sentimien- tos no son toda la persona. Y esto significa que, en ocasiones, habra que actuar en su contra por el bien general del sujeto. Comportarse de otro modo seria dejarse arrastrar por un sen- timentalismo cémodo y superficial. Aqui resulta crucial el pa- pel de la inteligencia que muestra la verdad sobre la persona y el de la voluntad-tibertad que capacita al sujeto para optar por esta verdad en contra de un sentimiento quiza fuerte pero equivocado. Contrariar los sentimientos, sin embargo, ¢s una labor dificil de realizar y més atin de mantener a largo plazo porque la afectividad es uno los motores decisivos de la vida’, Buena parte de nuestra actividad la Hevamos a cabo porque «nos W Marias ha advertdo con lucidez del riesgo que corre nuestra socie- dad, a pesar de todas las potencialidades de que dispone para lograr una vi- vencia sentimental profunda y desarrollada, de caer en un emotivismo pri- ‘mitvo y superficial. Cf. J. Maxias, La educacin sentimental, cit, pp. 273 8. 5 Esto se pone especialmente de manifesto en las pasiones incendia- ras que arrastran a ls personas hacia el objeto de sus deseos de manera in- controlabe, obsesiva e irracional. 133 Antropologia: una guia para la existencia Busta» (entendido este gusto, como ya hemos dicho, en sen. Lido amplio) y, cuando esto no sucede, la abandonamos. In, cluso muchos sacrificios estin motivados por «el gusto». Man. tener la linea estética implica grandes sacrificios para muchas mujeres pero lo hacen con «gusto» porque desean sentirse be. Tlas, y1o mismo les ocurre a los atletas con su entrenamiento ¢ a innumerables padres de familia con sus deberes familiares El «gusto», en definitiva, es una parte importante de nuestrs vida y no se puede ir sistematicamente en su contra porque, siendo una necesidad vital, su insatisfacci6n sistematica acaba Produciendo de manera inevitable fracturas internas impor- tantes: tristeza, ansiedad, depresion, ete. ®, Con una voluntad férrea puede conseguir riqueras, poder, Prestigio, pero todo ello no i pecesariamente Ia felicidad, esa es una prerrogativa de! co sfon.¥ lo mismo sucede con las rlaciones personales. En la valaeion yo-t, en la relacién no instrumental ni profesional Tino en Ia que nos enfrenta con Ta profundidad de otra per” ona y su misterio Jo decisivo es que los corazones se encuen™ tren y sean capaces de comunicarse. Esta preeminencia del coraz6n: significa que se sitia por encima de la inteligencia y de la libertad? Siyno. Enel pesmbre como hemos dicho- existen tres centros espirtuales, inteligencia, voluntad-libertad y coraz6n, que configuran Tonforman simulténeamente el centro radical que ¢8 él Yo- Eaos tres centros estén siempre presentes en cualquier expe riencia plenamente humana, pero esto no impide, sin em pargo, que, dependiendo del tipo de accién o vivencia que s¢ trate, uno pueda primar sobre otro. En la dimension ética, la primacia correspontl ala libertad porque, camo veremos mis eeclante, all radica la capacidad de la autodeterminacién (cf ‘ap. 6.2). Pero en otros casos, como el amor 0 12 amistad, lo decisivo es el corazén. fl tiene la iltima palabra. Quiza puede parecer una afirmacion arriesgada pero ¢8 algo que no debe- ia sorprendernos puesto que el cristianisme To ha sostenido ‘lesde hace milenios. San Pablo afirma sin dudarlo: «ahora se anecen la fe, la esperanza y la caridad, estas tres; pero la nayor de ellas es la caridad>®. ¥, yendlo mucho més alla de vate texto, se yergue impresionante Ta afirmacién de S. Juan: «Dios es amor"! Hac, Sur n. 795, Rip Madi 1991. En este ator ha} ramente 2p tratamiento diferenciado dela volunta y del corazon, lo qe #¢ Frc spreiar en texts como Came o Suro que dedican spartados

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