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Minería para el próximo millón de años

Por George Reisman

Llevo muchos años señalando que toda la masa de la Tierra, desde los límites superiores de la
atmósfera a 4.000 millas hasta su centro, no consiste en otra cosa que elementos químicos sólidamente
compactos. No hay un solo centímetro cúbico en cualquier lugar de la masa terráquea que no sea un
elemento químico u otro, o alguna combinación de ellos. He dicho que ésta es la contribución de la
naturaleza a la oferta de recursos naturales, junto con todas las enormes cantidades de energía que
conlleva, desde la contenida en los combustibles fósiles, el uranio, el viento, el agua y el núcleo
terráqueo hasta la que hay en tormentas y electricidad estática.

Qué parte de esta inmensa cantidad de materia y energía puede transformarse en la categoría más
restringida de los recursos naturales que sean económicamente utilizables y accesibles por el hombre,
depende del estado de la ciencia, de la tecnología y de la oferta de equipos de capital. En otras palabras,
depende de grado de conocimiento humano de la naturaleza y de su poder físico sobre ella. A medida
que el hombre aumenta su conocimiento y poder, incrementa la parte de la naturaleza que resulta
económicamente utilizable, los recursos naturales accesibles. En el proceso, transforma en bienes
económicos y riqueza lo que hasta entonces eran simplemente cosas que había en la naturaleza.

También hemos apuntado siempre que hasta ahora nuestro poder sobre la naturaleza (nuestra
capacidad de establecer realmente sus contenidos y dirigirlos hacia la satisfacción de nuestras
necesidades) se ha medido en profundidades de pies en lugar de en millas y que se ha limitado a sólo en
torno a un 30% de la superficie terrestre del planeta. La consecuencia lógica es que aún estamos muy al
principio de nuestra capacidad de extraer económicamente de la naturaleza recursos naturales
utilizables.

Acabo de recopilar algunos datos empíricos que indican lo modestas que han sido realmente las
actividades mineras humanas, comparadas con el tamaño de la Tierra. Por ejemplo, la producción total
global de petróleo es de aproximadamente 30.000 millones de barriles anuales. Cada barril de petróleo
contiene aproximadamente 0,16 metros cúbicos. Esto significa que en términos de metros cúbicos, el
volumen físico de todo el petróleo extraído en el mundo es de 0,16 veces 30.000 millones, lo que son
4.800 millones de metros cúbicos. Como mil metros equivalen a un kilómetro, mil millones de metros
cúbicos se traducen en un solo kilómetro cúbico. Por tanto, el volumen físico de la producción total
global anual de petróleo es actualmente de 4,8 kilómetros cúbicos. Y como una milla cúbica equivale
aproximadamente a 4,17 kilómetros cúbicos, esto significa que toda la producción de petróleo en un año
representa alrededor de 1,15 millas cúbicas.

Por sí mismo, esto es suficiente como para sugerir que las operaciones de minería global totales son
extremadamente pequeñas en relación con el tamaño de la Tierra, que es de 1,1 billones de kilómetros
cúbicos, o aproximadamente 260.000 millones de millas cúbicas. Esta conclusión se confirma cuando se
considera la producción global anual de otros minerales importantes, como mineral de hierro, carbón
aluminio y gas natural.

La producción global de mineral de hierro fue de aproximadamente 1.160 millones de toneladas


métricas en 2003, el año más reciente del que hay datos disponibles. La densidad del mineral de hierro
varía aproximadamente entre 4 y 5 toneladas métricas por metro cúbico, dependiendo del tipo de
mineral. Cuanto menor sea el número de toneladas métricas por metro cúbico, mayor será el número de
metros cúbicos requeridos para cada tonelaje concreto. Utilizando la cifra menor de 4 toneladas métricas
por metro cúbico, el volumen cúbico total de producción de mineral de hierro en 2003 sería de 291
millones de metros cúbicos, lo que son 0,291 kilómetros cúbicos o 0,07 millas cúbicas. Como mucho del
mineral de hierro extraído tenía una densidad superior, el volumen físico real de mineral de hierro
extraído fue considerablemente menor.

La producción global de carbón en 2004 fue de 2.730 millones de toneladas métricas. Como la
densidad del carbón es más o menos de 1,3 toneladas métricas por metro cúbico, el volumen físico del
carbón extraído fue de unos 2,1 kilómetros cúbicos, o 0,5 millas cúbicas.

La producción global de aluminio en 2001 fue de 32 millones de toneladas métricas. La producción de


una tonelada de aluminio requiere extraer de 4 a 6 toneladas de bauxita. Luego la producción de 32
millones de toneladas de aluminio implica la extracción de al menos 192 millones de toneladas de
bauxita. Como la densidad de la bauxita es de 1,28 toneladas métricas por metro cúbico, el volumen
cúbico de la cantidad total de bauxita extraída en 2001 fue 150 millones de metros cúbicos o menos de
0,4 millas cúbicas.

La producción global de gas natural en 2004 fue de aproximadamente 98,62 billones de pies cúbicos,
lo que equivale a 2.774 kilómetros cúbicos. Para poner esta cifra en perspectiva, debería tenerse en
cuenta que, una vez licuado, le volumen del gas natural se reduce por un factor de 600. Por lo tanto en
equivalente a este gas en forma líquida es 4,62 kilómetros cúbicos o poco más de 1,1 millas cúbicas. Por
supuesto, esto es algo menos que el volumen cúbico de la producción de petróleo.

Si sumamos todas estas cifras, totalizan 11,43 kilómetros cúbicos o 2,86 millas cúbicas. Para estimar
tanto la minería de cualquier otra cosa como otras extracciones que hayamos pasado por alto en
relación con los materiales que hemos considerado, limitémonos a asumir el bonito número redondo de
100 kilómetros cúbicos o 24 millas aproximadamente, como representativo de todas las operaciones de
minería actuales combinadas anualizadas para todo el mundo.

En una sociedad tolerablemente libre y racional, una inteligencia humana motivada es fácilmente
capaz no sólo de mantener la capacidad del hombre de extraer de la tierra este volumen de materiales
útiles, sino también de incrementarlo sustancialmente. Si el volumen anual actual de estas extracciones
se limitara a mantenerse, podría hacerlo al menos durante los próximos 100 millones de años. Para
entonces, se habrían extraído un total de 10.000 millones de kilómetros cúbicos o unos 2.400 millones
de millas de la Tierra, lo que reasentaría poco menos de un 1% de su volumen físico total. El
agotamiento de los depósitos minerales utilizables y accesibles sencillamente no es un problema para
una economía tan libre como la que había en los Estados Unidos hace unas pocas generaciones.

Nuestros problemas crecientes en relación con el suministro de recursos naturales no los causa la
naturaleza, sino nosotros. Nos hemos permitido abandonar la razón y renunciar a nuestra libertad. Nos
hemos permitido ser liderados por gente que nos congelaría e inmovilizaría antes que derramar algo de
petróleo sobre una nieve que difícilmente cualquiera de nosotros veremos jamás o molestar el hábitat de
animales salvajes que no nos importan nada. Si dejamos que esto continúe, nos veremos abocados al
mundo descrito con estas terribles palabras de desesperación:

Debéis saber que el mundo se ha hecho viejo y no mantiene su antiguo vigor. Él mismo da testimonio
de su propio declinar. Las lluvias y el calor del sol están disminuyendo; los metales están prácticamente
agotados; el agricultor fracasa en los campos, el marinero en los mares, el soldado en el campo de
batalla, la honradez en el mercado, la justicia en los tribunales, la armonía en las amistades, la habilidad
en las artes, la disciplina en la moral. Esta es la sentencia dada al mundo, que todo lo que tiene un inicio
perece, que las cosas que llegan a la madurez envejecen, la fortaleza se debilita, lo grande
empequeñece y después de la debilitación y el empequeñecimiento viene la disolución.[1]

Como indiqué en Capitalismo,[2] este pasaje no es una cita de algún ecologista o conservacionista
contemporáneo. Se escribió en el siglo tercero, mucho antes de que el primer trozo de carbón, gota de
petróleo, onza de aluminio o cualquier cantidad significativa de cualquier mineral hubiera sido arrancado
de la tierra. Entonces como ahora, el problema no era físico, sino filosófico y político. Entonces como
ahora, la gente se alejaba de la razón y se dirigía al misticismo. Entonces como ahora, crecían menos
libres y se encontraban cada vez más bajo el poder de la fuerza física. Por eso creían, y por eso la gente
en nuestra cultura empieza a creer, que el hombre está indefenso frente a la naturaleza. No hay
indefensión en absoluto. A los hombres que usan la razón y son libres de actuar, la naturaleza les da
cada vez más. A aquéllos que se alejan de la razón o no son libres, les da cada vez menos. Y nada más.

© 2006, de George Reisman para este artículo. Se autoriza la reproducción y distribución electrónica e impresa, salvo como
parte de un libro, y con la obligación de mencionar la web del autor, www.capitalism.net. (Se requiere notificación por correo
electrónico al autor). Todos los demás derechos reservados. Traducido por Mariano Bas Uribe

[1] El pasaje citado aparece en W. T. Jones, The Medieval Mind, volumen 2 de A History of Western Philosophy (New York:
Harcourt, Brace, and World, 1969), página 6.

[2] George Reisman, Capitalism: A Treatise on Economics (Ottawa, Illinois: Jameson Books, 1996).

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