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Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 1 IGNACIO AGUSTI NOVELAS, III La ceniza fue arbol: 19 de julio Edicién de Sergi Doria BIBLIOTECA CASTRO FUNDACION JOSE ANTONIO CASTRO NOVELAS , IGNACIO AGUSTI Ecdhcton y prélogo de Sergi Doria Vol. I Los surcos. Pentalogia «La ceniza fue arbol» Martona Rebull El viudo Rius Vol. I Pentalogia «La ceniza fue arbol» Desiderio Vol. Il Pentalogia «La ceniza fue arbol» 19de julio Vol.IV Pentalogia «La ceniza fue arbol» Guerra Civil Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio BIBLIOTECA CASTRO Ediciones de la Li} N ao ANTONIO DE Presidente JUAN MANUEL URGOITI Viceprestdente TOMAS MARIA TORRES CAMARA Vocal-Secretario SANTIAGO RODRIGUEZ BALLESTER, BIBLIOTECA CASTRO Direccién SANTIAGO RODRIGUEZ BALLESTER Director Literarto DARIO VILLANUEVA (de la Real Academia Espafiola) Queda prohibide cualquier forme de reproduccién total o parcial de Ia presente obra sin le autorizecién, exprese y escrita de le Fundacion José Antonio de Castro, ttuler del «copynighty,, extendiendose le prohibicin al tratemiento informatizado de su contenido y a Ia transmisiGn del mismo, en todo o en paste, Yy para cualquier fin y por cualquier medio, ya sea electrénico, mecénico, fotocopiado o por otros sistemas de reproduccion de textos, Fotografias o grebados. © obra: Herederos de Ignacio Agusti © edicio FUNDACION JOSE ANTONIO DE CASTRO Alcalé, 109 - Madrid 28009 wow fundeastro org ISBN: 978-84.96452-42-8 (Obra complets) ISBN: 978-$4.91452-45.9 (Tomo III) DEPOSITO LEGAL: M-5.632-2008 Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio INDICE INTRODUCCION LA CENIZA FUE ARBOL 19 DE JULIO 1 Capitulo 3 Capitulo II 31 Capitulo IIT 59 Capitulo 1V 88 Capitulo V 120 Capitulo VI 141 Capitulo VIL 165 Capitulo VIII 139 Capitulo Ix 208 Capitulo X Capitulo XI 248 Capitulo XII 21 Capitulo XIII 309 Capitulo XIV 335 Capitulo XV 370 Capitulo XVI 405 Capitulo XVII 434 Capitulo XVII 462 Capitulo XIX 490 Capitulo XX 520 Capitulo XXI 552 Capitulo XXII 580 Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 4 INTRODUCCION 19 DEJULIO Cuando Ignacio Agusti emprende la escritura de 19de julio, cuarto titulo de La ceniza fue drbol, es consciente de que su compromiso personal e hist6rico constituye un proceso literario isreversible que solo su maltrecha salud podria detener. Defenestrado de la direccion de Destino, se ve obligado a hacer de la necesidad virtud y abrir nuevos caminos en su trayectoria profesional y politica «Asrancadon, segiin sus palabras, del semanario barcelonés, a principios de los afios sesenta lo encontramos al frente de la Libreria Argos y en 1962 ostenta la presidencia del Ateneo Barcelonés, que tan bien conocié y frecuenté en sus afios de juventud. Justamente en las dependencias del casern de la calle Canuda, Agusti inaugura el curso de 1963 con la leccién Ateneo: tradicion y cultura que se complementa con un discurso de Manuel Fraga Iribame, a la sazon Ministro de Informacion y Turismo ¢ impulsor de la Ley de Prensa con quien Agusti mantiene estrechas relaciones. El contacto con Fraga comenzé con una llamada telefonica. El caracter expeditivo del politico gallego queda patente en la memoria del escritor. «Le hablaron de mi y probablemente ante el mismo interlocutor, para no perder el tiempo, diria a la telefonista: “Localiceme en el mapa de Espafia a un sefior que se llama Ignacio Agusti. Quiero hablar con él antes de cinco minutos”» En sus encuentros con el Ministro, Agusti expone un andlisis minucioso de la situacién de la cultura catalana, la desilusion de quienes, como él, combatieron en el bando vencedor en la Guerra Civil por el trato vejatorio que habia suftido la lengua en treinta afios de franquismo. Fraga no era ajeno aun problema que ya habia conocido en la Unesco de labios de Juan Estelrich. Una larga sobremesa en el restaurante Jockey de Madrid dio paso a un pormenorizado informe sobre las posibles vias de acercamiento institucional a la realidad catalana Agusti postula la reactivacion de las entidades que dieron lustre ala Mancomunidad de Catalufia, como el Institut d’Estudis Catalans o la Fundacio Bemat Metge. Alerta al Ministro que el apego de Cataluiia al régimen no solo ha de provenir de la prosperidad econémica, sino del apoyo y el respeto que ese régimen muestre hacia su lengua y cultura, antes de que éstas se politicen o sean utilizadas como arma arrojadiza por el antifranquismo. «En lugar de ignorar ese hecho o de soslayarlo», Agusti propone, vafrontarlo y canalizarlon. De aquellas sugerencias surgiran diversas iniciativas para que el Ministerio de Fraga encauce la liberalizacion de los medios de expresion informativos, de ahi la autorizacion del proyecto del diario Tele/eXprés y de Tele/Estel, primera revista en catalan desde la Guerra Civil, altemativa ala revista mensual Serra d’Orm editada por la Abadia de Montserrat y cercana al nacionalismo. Agusti vigja periédicamente a Madrid para dirigir / Zspafiol, este cometido, en un semanario de propaganda franquista, le granjea criticas en Barcelona Agusti replica que lo importante es que haya catalanes en Madrid para intervenir, en la medida de lo posible, en las publicaciones del Régimen. En ese clima tiene lugar la publicacién por La Estafeta Literaria, revista cultural oficial, de algunos mimeros monograficos dedicados, respectivamente, alas culturas gallega y catalana: el 9 de mayo de 1964, un articulo de Fraga sobre el necesario didlogo entre las lenguas peninsulares sirve de portico a las colaboraciones de Ignacio Agusti, Antoni Badia Margarit, Enrique Badosa, Guillermo Diaz Plaja, Samuel Gili Gaya o Rafael Lapesa, entre otros. En Argos, Agusti ejerce de librero y editor. Entre sus mejores amigos figura Sebastian Juan Arb6, el escritor que mejor plasmé los ambientes rurales de Tarragona y con quien Agusti habia compartido largas tertulias en el Salon Rosa y como juradosdel premio Nadal. En 1956, Agusti le habia prologado la version castellana de Tierras del Ebro y a principios de los sesenta le propuso incorporar alguna de sus obras al catalogo de Argos. En aquel momento Sebastian Juan Arba estaba Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio a punto de terminar una pieza autobiografica que dio a leer a Agusti de quien obtuvo la idea del titulo: Los hombres de la tierra y el mar. En 1962, el libro veia la luz, con portada e ilustraciones del pintor Serrano, y agoté la primera edicion Ademés de sus trabajos relacionados con el libro y la edicion —en realidad el olor del papel y la imprenta es lo que mas le gratifica—, Agusti despliega simulténeamente una intensa actividad peniodistica en varios medios de comunicacién. En junio de aquel afio 1962 se ha incorporado ala revista Triunfo, que inicia una nueva etapa bajo la direccion de José Angel Ezcurra En su seccion Cara y Cuz aborda temas de candente actualidad, como las inundaciones del Valles del otofio del 62, evoca aspectos costumbristas e incorpora algun relato corto como Bi scooter, publicado el 3 de agosto de 1965. Seran mas de trescientas piezas hasta las postrimerias de 1965. Cuando el semanario cumple cien nimeros, el 2 de mayo de 1964, Agusti presenta asi su colaboracion: «Yo no escribo propiamente en Triunfo, me limito a abrir, para mi simple gozo, una ventana La abro los domingos, cuando la semana ya se ha ido con sus trafagos, la abro entre dos espacios de mi labor narrativa, sistematizada ahora como la de un pedn, 0 entre los autobuses y las cafeterias. Qué importa? Yo me abro @ mi mismo esa ventana de los domingos y ya llevo cien domingos con la ventana abierta. Me pregunto a veces, qué haces ti ahi, con ese estilo que te huye, retrégrado insensato, ahi en la mutad, con la facha de aquellos maniaticos que iban al Africa con salakof a cazar mariposas? Pero ya sé lo que hago ahi: recobrar mi salud y mi tinta, agrupar mis curiosidades» Salud y tinta, Dos factores ineludibles para un escritor que sabe que su obra va a coincidir con la duracién de su vida, en un momento en que la novela experimental —en lo literario—y la decadencia del régimen franquista—en lo politico— lo pueden situar en un dificil envite A medida que su intervencion en la prensa se hace més intensiva reflexiona sobre los sitmos de la narracion: se siente, si cabe, més implicado en la conclusion de su ciclo novelesco. A quienes le reprochan la lentitud con que pergefia sus novelas les contesta que esa morosidad no solo es necesaria, sino que le permite imprimir hondura ala palabra entre el trafago de las escrituras coyunturales. Y ahora, que mantiene varias secciones fijas en diarios y revistas, esa necesidad de preservar la cadencia literaria resulta més perentoria que nunca «Los medios de expresion actuales, 1a radio, la television, la propia prensa, con su lenguaje veloz y apresurado, eliminan de nuestra dialéctica los elementos reflexivos que eran la prez de la individualidad, la crema y la categoria del humanismo» escribe en Triunfo el 3 de abril de 1965. A su juicio, la palabra ha ganado velocidad, pero ha perdido intensidad expresiva En el mundo de las letras, con el realismo social rampante y la férula parisina de un Sartre loado por la intelectualidad engagée, Agusti distingue dos bandos de escritores: el de «aquellos que ellos mismos llaman de los escritores comprometidos y el de los demas, que no sé si podriamos ser tildados de comprometedores» Su deduccion es politicamente incorrecta. En un largo articulo del 9 de marzo de 1963 habia proclamado que «el arte no es social». El problema del hombre en el mundo, sostiene, «no lo puede resolver la obra de arte, y, por tanto, ponerse @ hacer novela social —en la vertiente que ésta tiene de reivindicacion econémica— es traicionar los principios del arte...». Se revuelve contra quienes le cuelgan el sambenito de novelista de la burguesia: «La historia la hacemos todos, los pobres y también los demas... lo que no es posible es, segiin la facha de algunos editores —y aun de algunos autores y ensayistas— no ser mi ricos ni pobres sino todo lo contrario...». Lanza puyas a la intelectualidad que en aquel momento representan editores como Carlos Barral: «Me refiero al apoyo que tienen los libros editados sobre la miseria por editores que van en yaten. Para Agust, los novelistas sociales «miran alos demas como un producto subaltemo de la historia, al que habria que tutelarm Mientras escribe estos articulos durante las mafianas dominicales, en su piso de la Diagonal barcelonesa o en la casa de Sitges, asume que ha llegado el momento crucial de dar formanovelesca ala «fuerza del sino» que marco a una generacién, como dijo en su conferencia de 1956, en el Ateneo de Madrid, la sobrecarga de equivocos que Catalufia arrostré en el siglo XX habia demostrado «que no se pueden atar en un mismo paquete tradicion y revolucigny. Es el momento de poner imagenes vividas ala contradiccion que escindié a los jovenes catalanes que se encontraron en Burgos redactando una revista de titulo falangista como Destino Se pregunta Agusti. ,Como Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 6 pasaron «de la lectura de las revistas intelectuales y de Gueran de Liost y de Salvat Papasseity ala del periodico La Ametralladora? En esa tesitura se encontraron Ignacio Agusti, Carlos Sentis, Josep Pla Xavier Monsalvatge, Josep M. Fontana o Marti de Riquer, entre una larga lista de escritores y periodistas. no pudieron armonizar el sentimiento catalanista con el conflicto anejo a la pujante industrializacion que estall6 en la Barcelona del primer tercio de siglo XX Entre ese activismo articulistico, Agusti se concentra en 19 de julio. La cuarta novela de La cenica fue drbol incorpora un ritmo deudor del periodismo y una honda preocupacién por el acervo documental que proporciona al modelo decimonénico realista un octanaje microhistorico. La condensacién de un periodo tan tumultuoso como el quinquenio republicano —del 14 de abril de 1931 ala sublevacion militar de julio de 1936— demanda una narracion capaz de reflejar aquellas horas tragicamente dinamicas, sin romper con el fempo narrativo que instauro Mariona Rebull. «Las ansias de acomodar el arte a su tiempo no solo son legitimas, son ineludibles para cualquier escritor. Seria insensato acomodar los cénones de la novela alos mandatos de una sociedad que apenas ya existe y perpetuar en la actualidad los arquetipos de la gran novela del siglo XIX en lo que esta te- nia de pintura aparente de una sociedad burguesa y de unos problemas que en algunos aspectos han sido superados hoy por la movilizacién de otros niicleos de vida social» afirmé Agusti en su leccion ateneistica de enero de 1963. La escritura de 19 de julio coincide con un homenaje que personalidades de la cultura catalana y espaiiola tributan ala memoria de Femando Valls Tabemer. El 31 de enero y el I de febrero de 1964, Agusti preside dos jomadas, en el Ateneo y el Archivo de la Corona de Aragon. Participan historiadores, politicos y representantes de la intelectualidad que estuva en el bando vencedor de la Guerra Civil Un bando que Valls Tabemer, catalanista de la Lliga, eminente historiador y jurista habia apoyado hasta su muerte en 1942. Una personalidad que se liga aun polémico articulo, La ‘falsa ruta, publicado en La Vanguardia el 15 de febrero de 1939. Unas ideas que concuerdan con la ‘vision de Agusti sobre la peripecia de una burguesia que confié en la Republica para dar entidad politica al catalanismo y que vio su orden social amenazado por el anticlericalismo y la revolucion proletaria, una burguesia catélica que hubo de huir de Cataluiia por la persecucién religiosa y la colectivizacion de sus fabricas para convivir con un fascismo que podria preservar sus derechos de clase, pero que cercenaba sus derechos culturales. En aquel articulo, escrito a pocos dias de la entrada de las tropas nacionales en Barcelona, Valls Tabemer pone crudamente sobre el tapete la paradoja de una Catalufia que habia seguido la «falsa ruta» del nacionalismo hasta «ser victima de su propio extravion. Asi, el catalanismo no significo «lo mismo que amor a Catalufia, aunque de buena fe parecieran a muchos, en otro tiempo, uno y otro cosas idénticas, sino «un lamentable fac- tor de disgregacion, asi con respecto ala unidad nacional espaiiola como tambien dentro de la misma entidad regional catalana produciendo en ella una fumesta separacion, mejor diremos contraposicién, que a veces, enconada por el odio politico lego a parecer irreducible, entre los mismos catalanes, divididos en catalanistas y anticatalanistas, con lo que se inicié ya, dentro de la misma Catalufia, una discordia profunda, que en el orden moral era el preludio de Guerra Civil vehemente y funbunda».! No es exagerado afirmar que tanto 19 de julio como Guerra Civil son las novelas mas exhaustivas documentalmente del ciclo agustino. Una mirada microhistorica que se impone cuando el autor aborda episodios que vivid directamente. Si en Mariona Rebull, Hl viudo Rius y Desiderio, Agusti echaba mano de recuerdos familiares, en las dos ultimas entregas de la serie, su experiencia vital se despliega en varios personajes de la trama, una identificacion que saldra a la luz cuando publique, ya con caracter péstumo, su libro de memorias Ganas de hablar Estructurada en 22 capitulos, 19 de julio arranca en el mundo aristocrético, ese campo de golf al * Bl histosiedor Francesc Vilenova i Vile-Abadal detecta en las tesis de Valls Taberner un estado de énimo bastante extendido entre el catelenismo bucgués: “«Probablemente, muchos regionalistes no lo hebsien puesto por escrito en los ‘téminos que hizo Valls, con le misma crudeza, pero e# muy probsble que caincidieran con el fondo dal articulo, «1939. Le “felsa ruta” de los regionslistas catelenes», Fundacio Carles ii Suayer/UAB. Espacio, tiempo y forma Sexie V. Historia contemporines, mim. 9, 1996. Pag 199. Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 7 que Desiderio dedica ocios y encuentros furtivos con Blanquita la joven amante de raices madrilefias con la que compensa el melancélico recuerda del amor de su vida la francesa Jeanine, y la frialdad de su matrimonio con Crista, acordado por las exigencias de clase. La esposa impuesta por la legelidad burguesa tiene como agresivo paraguas a su madre, la ambiciosa Evelina Torras Crista conforma «una figura femenina arogante e implacable, solo sometida a si misma dominadora y tenaz, fria y calculadoray, Entre partidas de bridge, tertulias en el Ateneo, cenas en el aristocratico Circulo Ecuestre y noches de teatro o cabaret, Desiderio reafirma también esa indolencia de cardcter que apunté en su mocedad y que supone un pésimo pertrecho moral para afrontar los tiempos convulsos que se avecinan: «El sosiego falso, la inaccion voluntania la pérdida de la intrepidez dia a dia, aio tras aifo..., seria siempre ese hijo de familia, que por no tener problemas se veia en la precision de inventarlos» Por los mismos ambientes de Desiderio transita el activo Nicolas Borreda, ejemplo del militante del partido Accié Catalana —escision de la Lliga de Cambo— y representante de la evolucion desde el regionalismo conservador a un republicanismo catalanista e intelectualizante que no hara ascos a coaliciones con la izquierda En las conversaciones ateneisticas de Desiderio y Nicolas aflora el debate sobre la reforma agraria que en Cataluiia tendra su exacerbacién en la Ley de Contratos de Cultivo promulgada por el gobiemo de Esquerra Repiiblicana de Lluis Companys, el conflicto de competencias en el Tribunal de Garantias Constitucionales Ilevara al enfrentamiento con el gobierno central de Alejandro Lerroux y culminara en la ruptura del orden constitucional, el 6 de octubre de 1934. Mientras pasan esas cosas, don Joaquin Rius se halla postrado por una enfermedad que hace temer por su muerte y le lleva a recibir el Vidtico. Su figura doliente parece una alegoria del clima politico progresivamente hostil hacia esa burguesia que el fabricante representa Junto a la saga de los Rius reaparece la de los Llobet, esa clase media fiel que encaman Arturo Llobet y su hijo Miguel. La circunstancia personal del vastago de los Llobet coincide con ex- periencias vividas por el propio Agusti en un intenso grado de identificacién, A la proclamacin de la Republica, el escritor tenia dieciocho afios, aproximadamente la edad de Miguel Llobet en la novela, como otros javenes de su generacion, se sintié atraido por un discurso catalanista heredero del Noucentismo y una lengua que podria estructurar una sociedad civil de aliento europea. Como otros javenes de su generacion, Agusti constata en pocos afios hasta qué punto aquellos nobles ideales de 1a cultura son instrumentalizados por las ideologias y el nacionelismo catalan. Asi, Miguel Llobet pasa el verano en los campamentos de Palestra entidad de discurso étnico ¢ independentista que acabra nutriendo las filas de la formacién Estat Catala micleo duro de la secesion de octubre del 34, con sus escamots parafascistas de camisas verde oliva En los circulos politicos de Nicolés Borreda se mueve Irene Salvat, trasunto literario de la periodista Irene Polo, a quien Agusti conocié personelmente durante su etapa como redactor en el diario Z Instant. Polo fue una de las reporteras més activas y renovadoras de los afios republicanos Delgada y androgina, de ideologia progresista, se dice que anduvo enamorada de la actriz Margarita ‘Xirgu hasta incorporarse en 1936 ala compafiia teatral en la gira hispanoamericana que coincidié con la Guerra Civil. La imposibilidad del retomo, las penurias del exilio y el desengafio de una errénea intuicién amorosa empujaron a Polo al suicidio en 1942 en Buenos Aires. Irene despierta en Desiderio una extrafia atraccion que promueve, tal vez, a ambigtiedad sexual de la periodista y su arrojado activismo politico que contrasta con la abulia del joven burgués. Con Irene Salvat y Nicolas Borreda Desiderio se introducira en la conflictiva politica de la Republica En la tertulias de La Caverna del Ateneo Barcelonés, Agusti reconstruye momentos vividos que traslada ala ficcién novelesca, Instituida por Ramon Sagnier, la peiia estaba formada por el propio Agusti, Manuel Brunet, Juan Bautista Solervicens, Ramon Garriga, Josep Maria de Sagarra, Modest Sabaté y Grau Sala, se reunian desde la medianoche hasta bien avanzada la madrugada. En la novela, algunos de sus integrantes mantienen sus nombres reales, como el poeta y dramaturgo Sagarra o el pintor Grau Sala. Las discusiones sobre el conflicto entre la Generalitat y el gobierno central se alteman con el acercamiento de una parte de la burguesia a las fuerzas revolucionarias de un anarquismo cuyo sindicato, la CNT, supera el millon de afiliados y que es capaz de cambiar con Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 8 su abstenci6n, el signo de unas elecciones En sus memorias, Agusti recuerda la tension de aquellas sesiones que se hicieron cada vez més «cavemaniasy: «Esa tension se fue acrecentando a medida que las circunstancias fueron pro- gresando hacia el desastre. Empezaron el 6 de octubre, que levanto alaridos y maldiciones. Hubo alzas y bajas consecutivas. A veces la reunion se mostraba preocupada o apesadumbrada.. Cuando pienso ahora en las reuniones de La Caverna no puedo dejar de filosofar sobre la absoluta inopia en Ia que nos hallabamos Grau Sala y yo al pensar que todo lo que decian aquellos hombres eran meros productos de fantasias exgeradas y calenturientas. Lo mismo pensaba Solervicens, que no se alarmé de verdad hasta despues del 16 de febrero. Josep Maria de Sagarra no se alarmo hasta el 20 de julio»? Otra de las novedades narrativas que aporta 19 de julio es la inmersion en el microcosmos de un anarquismo que ha evolucionado del terrorismo individual de la «propaganda por el hecho», como la bomba que maté a Mariona Rebull en el Liceo, a liderar los movimientos de masas. Los anarquistas no son ahora siluetas Iejanas, o sombras en la noche que acechan al patron, como sucedia en Martona Rebull 0 Hl viudo Rius. El anarquista tiene rostro, entomo, deseos cameles y costumbres sociales. Sabemos como vive y como ama Escuchamos su forma de hablar en la jerga redentorista o suburbial de personajes como Feliciano Martin Ruiz, el torero Maximo 0 la Cuchavas. El autor nos traslada alos veneros del anarcosindicalismo: las oscuras callejas del Barrio Chino y los descampados de barraquismo donde la inmigracion murciana y andaluza en La Torrassa sobrevive en la promiscuidad. Personajes marginales que parecen distantes, pero que acabarén siendo peligrosamente proximos cuando veamos que algunos de ellos son trabajadores de Tajtdos Rius. Desde su responsabilidad de apoderado, Arturo Llobet vigila sus pasos, mientras Desiderio intenta una aproximacion a Maximo, atracador anarquista al que admira por su faceta de torero. En La Tranquiltdad, café con rétulo que contradice las reuniones que alli se llevan a cabo, los activistas dela CNT-FAI valoran la situacion critica del sistema que les permite mayor protagonismo que en los afios veinte, cuando la represion del gobernador Martinez Anido, Tienen ante si una burguesia catalanista que minimiza la posibilidad de una revolucién social. Los mossos d esquadra de una Generalitat que coquetea con el independentismo no asustan ala FAI «Esos nifios burgueses que hacen ahora de policia son los que lanzarén a los escamots disfrazados de obreros a hacer revoluciones de pacotillay Recuperado de su enfermedad, Joaquin Rius convalece en Santa Maria. Han pasado muchos afios y Desiderio sigue siendo para él «un ser débil, que se habia dejado arrastrar sin resistencia al ambiente de su mujer y su suegra». La situacién personal y sentimental del fabricante tampoco ha variado. Sigue manteniendo la certeza de que «no habia sido nunca feliz y ahora era simplemente un viejo, un viejo de setenta y tres afios, la edad de moriry La accion de 19 de julto transcurre preferentemente en el trienio que va de la victoria del Partido Radical de Alejandro Lerroux y la CEDA de Gil Robles hasta la sublevacién militar, con algin flash-back como el que depara una frivola evocacién de una Evelina Torra que empieza a sentirse perpleja ante en nuevo régimen: el momento decorativo de la Exposicion Intenacional de 1929 en Barcelona, la caida de la Dictadura de Primo de Rivera la debilidad moral del gobiemo Berenguer ylaproclamacion de la Segunda Republica Del mundo decadente de la afrancesada Evelina en el paseo de Gracia, el autor se traslada a los arrabales del anarquismo. En Tejtdos Rius, Arturo Llobet reprende a Desiderio por su familiaridad con el personal anarcosindicalista y discute con su hijo Miguel, al que ve demasiado escorado en el catalanismo. Desde su modesto piso de la Ronda San Antonio, Arturo le sefiala la calle, escenario de una realidad social compleja: le dice que eso es Catalufia y no la Catalufia esencial que el joven postula Miguel Llobet es, como hemos apuntado, el alter ego de un Ignacio Agusti veinteafiero y el retrato robot del catalanismo de clase media de la epoca Lector del prestigioso semanario Mirador de Just Cabot, suscriptor del diccionario de Pompeu Fabra, socio de un esbart sardanista y del Centro Excurstonista de Catalufia, coleborador de la revista L’Zmpenta, Esos rasgos coinciden con Ganas de hablar. Destine. Barcelons, 1974, pég 202 Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 9 los de Agusti, que en los afios treinta acababa de publicar su poemario 1 Veler, escribia obras de teatro en catalan, publicaba resefias en Mirador y era redactor y critico teatral de los periédicos de la Lliga La Veu de Catalunya y L ‘Instant Esa Catalufia intelectual acabara truncada por la confrontacién politica, Arturo Llobet alerta a su hijo de Los peligros de una lirica prostituida por el clientelismo partidista «Llegara el dia en que te darés cuenta de que los otros aprovechan tus versos, tus excursiones y tu buena fe para poner bombas. Creeria en tus ideas si supiera que se pueden desglosar de las otras. Y esos “alguien” se manejan como quieren entre los dos fenomenos: el sentimiento del pais y su necesidad de trabajo» En la primera mitad de la novela, el autor ya ha situado los personajes en cada plano narrativo. De un lado, la frivolidad burguesa (Evelina Torra y su hija Crista), el fragil y dubitativo Desiderio, escindido entre el mundo del ocio y el amor hacia Blanca y cierta intuicién social que incrementa el seductor discurso politico de Irene Salvat y Nicolés Borreda, la comunicacion interclasista de unas terceras generaciones que habrén de tomar partido en el momento del conflicto (los hijos de Llobet y de Rius) y, finalmente, el enfrentamiento entre la burguesia industrial amenazada por la revolucion que representan don Joaquin y el empresario Matias Pala, colaborador con los militares sublevados y tio de Blanquita Maravall, la joven amante de Desiderio, frente a ellos, el anarquismo que proclama el comunismo libertaria En la segunda mitad, una vez caracterizados los personajes y situados ante sus respectivos roles historicos, Agusti deviene cronista de unos hechos reales que se van imponiendo sobre la ficcion La revolucion de octubre de 1934 en Asturias y el acto de secesion de Companys en Catalufia activan la espoleta de la preguerra. Los personajes siguen los acontecimientos desde diversos puntos de vista. Tras el fracaso de la revuelta, el gobiemo catalan va a parar al barco-prision Uruguay y el Estatuto de Autonomia de 1932 es suspendido. El clima de crisis da paso a una engafiosa sensacion de paz hasta 1935: el silencio que precede a la tormenta Desiderio mitiga su fustracion matrimonial con sus encuentros con Blanca y siente que todo se le viene encima —el declive de su padre, la necesidad de tomar partido politico y, sobre todo «el mundo de los telares, la mirada atenta y fia de Arturo Llobet tras sus lentes, 1a rutina y el agobio de los papeleos, las horas mustias ¢ interminables de su despacho...v. Las ultimas convicciones del empresario catalan desaparecen «No compartia el heroico empefio de su padre: no hay tradicién en la economia, en el trabajo...» Los sucesos de octubre del 34 agostan las ilusiones patridticas de Miguel Llobet, mientras que la tertulia de La Caverna se hace cada vez més crispada y violenta, Desiderio vive esos encuentros como Agusti los vivid. El autor evoca sus experiencias como critico teatral del diario L Instant, cuando Miguel, Desiderio e Irene Salvat visitan a la actriz Margarita Xirgu en su camerino del Teatro Principal donde representa Dofia Rosita la soltera de Garcia Lorca «Cruzaron la sala ocupada solo a medias, y entraron por la puertecilla que flanqueba el escenario. El camerino dela acitiz era exiguo, y lo parecia més porque en él se hallaban apoltronadas media docena de personas... Entre éstos, de pie, estaba Federico Garcia Lorca». Para Desiderio, aquel microclima teatral le devuelve a los ambientes de la bohemia que compartio con la francesa Jeanine cuando todavia era un joven desocupado, en edad de servicio militar y todo parecia posible, incluso eludir las responsabilidades de una fébrica que su condicion de primogenito le imponia «Se quedé asombrado y ex-tasiado ante el aire de aquel reducto que era diminuta sintesis de un mundo insospechado, en el que tal vez le hubiera gustado vivir y diluirse, Del saloncito al mundo se ensanchaba una gran onda de libertad. Cuan distinto lo que alli se decia de lo que escuchaba a todas horas! Aqui no existia mas que la trascendencia y la liberalidad de la vida, sin maquinas y sin cifras, sin economia y sin limitaciones. Desde el pequefio saloncito las normas de medida de los seres y de las cosas eran distintas. |Qué ridiculo sentia el planteamiento que habia dado a su vida desde este lugar, mientras Lorca hablaba de un chiquillo granadino que le pregunte por qué los hombres no tienen la voz de los pajaros!n. Ese universo ilustrado y sensible acabaré quebrado por la tragedia politica El deterioro del debil gobierno de Portela Valladares lleva al pais de cabeza hacia las elecciones de febrero de 1936 que enfrentan al Bloque Nacional que comandala CEDA de Gil Robles con el Frente Popular de amplio espectro izquierdista Yano queda tiempo para el teatro. Ignacio Agusti cubre informativamente la Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 10 campafia para el diario L Instant y describe magistralmente al lider conservador Francesc Cambo, el lider de la Liga que financia su diario y que él conocio de cerca «La figura enteca de monje inconformista o de brujo meridional», Una vez mas, Agusti trasvasa a su personaje las experiencias que vivid como periodista y refleja hasta qué punto la consigna politica va agostando la posibilidad poética «Miguel Llobet era critico teatral de un diario noctumo, en apariencia independiente, pero en realidad al servicio del partido de Cambo. Pero al producirse los primeros actos de propaganda de la candidatura electoral de las derechas, junto a la labor critica y de cariz literario, tuvo que lanzarse a la calle para hacer informacién politica de la campafia electoral, Yano podia acercarse al camerino de Margarita Xirgu, como solia mas que cuando habia entregado en la redaccion la resefia de los discursos de cualquier mitin en los suburbios o en los distritos, en el que los oradores, de muy distinto talento y elocuencia, venian casi todos a decir lo mismo» Presionado por Nicolas Borreda y la activa y apasionada Irene Salvat que ve en él un Hamlet «andeciso y danés, extrafiamente transplantado a este paisn, Desiderio realiza una huida hacia delante y financia las candidaturas izquierdistas. Tras la victoria del Frente Popular, en febrero de 1936, las banderas rojas ondean en las calles, se promulga la amnistia para los encarcelados por la revolucion de octubre del 34 y las masas piden la cabeza de Gil Robles, una imagen que plasmé Ignacio Agusti en sus cronicas madnilefias, poco antes de que L Instant fuera clausurado por su adscripcién conservadora; «Cerca de las diez de la noche. Me hallo en la puerta del bar Chicote. Se oye subir por la Gran Via mucha gente, con un eco ritmico, Las voces pronto me llegan con nitidez, agresivas. No tardo en darme cuenta de que se trata de una multitud que avanza cogidos todos del bbrazo, como una ola irresistible. Ya los oigo claramente. Lo que dicen me horroriza. “Queremos la cabeza de Gil Robles. Queremos la cabeza de..”. La manifestacién se pierde Gran Via amba Unas cuantas mujeres, despechugadas, son las que gritan mas». La misma situacién es recreada en J9 de julio. un paralelismo que reafirma el caracter testimonial de la novela «El 17 por la tarde, ya anochecido, Desiderio esperaba a Irene en el bar Chicote, de la Gran Via, cuando un mugido inconexo le hizo dejar sobre el velador su day-kiry y asomarse ala calle. Subia por ella, flameando banderas y cartelones, una manifestacion. Estaba nu- frida por una multitud ajena hasta entonces por completo a aquellos lugares. Mujeres, muchas mujeres, rollizas, fuertes, desgailitantes, y chavales y hombres, mudos, con un cefio en que se mezclaban la frustracion y la victoria Gritaban a coro, en un sonsonete ritmico, que querian la cabeza de alguien. “Queremos la cabeza... de..” y el inmenso cartelon —Agusti se refiere al célebre poster de propaganda electoral de Gil Robles— de la fachada de la Puerta del Sol se bamboleaba con el viento» Las huelgas y los asesinatos del teniente Castillo y José Calvo Sotelo, lider de Renovacion Espafiola y diputado en Cortes, inflamaran la hoguera. Los prolegémenos del asesinato del lider de la derecha por guardias de asalto son reconstruidos con minuciosidad documental por Agusti. Los ‘iltimos cuatro capitulos se dedican alos encuentros entre los activistas del anarcosindicalismo, los movimientos de empresarios que participan de la conspiracién, la movilizacin de los carlistas en Navarra a las érdenes de Mola y el facasado golpe del general Goded en Barcelona Desiderio contempla ensimismado la rendicién de los sediciosos desde un hotel de la plaza Cataluiia de donde Ie rescata Irene Salvat antes de que caiga en manos de las milicias anarquistas. Tras la sublevacion, el 20 de julio, Arturo Llobet es asesinado cuando intenta defender la fabrica de los pistoleros que tratan de desvalijarla. En la memoria el padre que murié en el atentado que sufrié Joaquin Rius en los tiempos de la Semana Tragica «Desiderio no era mas que un niffo cuya vida se mezclaba extrafiamente con la del apoderado». Sumido en la depresion y camuflado en un distraz, Rius espera «sencillamente dejarse moriry. El fabricante deviene una sombra entre las hogueras de la revolucion, acompaiia a Miguel Llobet a los funerales de su padre, mientras dofia Evelina ya escucha a Queipo de Llano en Radio Sevilla y Desiderio toma un barco camino del exilio, como hizo Agusti aquel sangriento verano del 36 19de julio vio laluz en abril 1965 editado por Planeta Con motivo de la festividad de Sant Jordi se imprimen dos ediciones, una tercera en mayo y la cuarta en diciembre. Reconocida con el Premio Nacional de Literatura Miguel de Cervantes, se volvera a editar en 1968 y 1972 Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio nN En la seccién cultural «Letra a la vistay del diario Tele/eXprés, el escritor y critico Pascual Maisterra entrevista el 14 de abril de 1965 a Ignacio Agusti, Alaba el vigor de este cuarto titulo de La ceniza fue drbol, muy diferente al mundo burgués de las anteriores novelas del ciclo, se plantea si de los doce afios que mediaron entre las dos primeras entregas y Desiderio Agusti extrajo alguna leccién: «Era inevitable pasar por ellos» responde el autor. Acompafiados del fotografo, Maisterra y Agusti atraviesan un paisaje suburbial. Un nifio «le da al bote y el perro ladra desesperadon, anota el entrevistador. Con un fondo de chimeneas y descampados, se encuentran «en los lugares eternos de la procesién del tiro, del anis dulce a granel y de la navaja». El suburbio por donde andan es el de los personajes anarquistas de 19 de julio, «discipulos singulares de Bakunin y de aquel arquitecto, Fanellin: naturistas y portadores de bombas orsini. Subraya Agusti que su novela es un personaje porque «el protagonista es el clima el ambiente, mas que los hombres». Tres décadas de periodismo le han proporcionado «una especial manera realista de ver las cosas y cierta fluidez de estilon. Si Desiderio fue su historia mas libre de sucesos y més novelesca, 19 de julio nace de un exhaustive acopio de datos que algunos le critican y que él considera imprescindible. Escribis hasta tres veces las més de seiscientas paginas, a razin de 7 u 8 folios diarios... Agusti y Maisterra re- montan la ciudad hasta los barrios altos, en Pedralbes, el escritor sefiala el emplazamiento del antiguo campo de golf donde «rondaron las frivolidades de Desiderio» y la casa sefiorial que pudo habitar su personaje: «Toda una época acaba con él. Casas asi ya no se hacen y hombres como Desiderio no naceran ya... probablemente, Y si nacen nada tendrén que hacer en nuestro mundo...» comenta el escritor con aire melancélico El viemes 23 de abril de 1965, dia de Sant Jordi, amanecié Iluvioso pero al final se impuso el sol. En los escaparates de las librerias se presentan obras coma Deshielo del periodista sovietico la Ehrenburg y la reedicion por Ayma de Vida privada de Josep Maria de Sagara En su seccion Todos los dias, del diario Tele/eXprés, Ignacio Agusti se dirige alos lectores. «Llévese a casa un pufiado de tinta, que es uno de los elementos quimicos mas fértiles de la histonia de la Humanidad...» El escritor firma ejemplares en su libreria Argos, junto a Francisco Candel, Carlos Rojas y Liberata Masoliver. El periodista Pere Oriol Costa se lo encuentra en el hall superior del estable- cimiento, mientras est autografiando un ejemplar de 19 de julio aun viejo compafiero de la Guerra Civil. Oriol Costa toma nota de la dedicatoria «A Antonio Geis. Qui té duros! Fuma puros..! En record d’aquells temes. Ignasi» Ante la curiosidad del periodista, Agusti le aclara que esa expresion corresponde a una cancién que tarareaban en el frente Al finalizar la jomada del libro y la rosa, 19 de julio encabeza la lista de los mas vendidos junto auna biografia de Lenin, Adolfo Hitler esta en mi casa de Carlos Rojas, El embajador de Morris West, las memorias de Alady, Desde Rusia con amor de Ian Fleming y La placa del Diamant de Mercé Rodoreda. EL 5 de mayo aparece en Tele/eXprés una resefia de José Fernando Aguirre, el articulista destaca la tristeza del viejo Rius «solitario y carcomidon y su hijo Desiderio wburgués que vive en pecado de duda». Dos personajes que consuman su separacién, dos generaciones de la burguesia que han roto “su continuidad en la misién y el destino» El critico elogia la habilidad del autor de 19 de julio para dar entrada y salida a una pléyade de personajes y, al mismo tiempo, salvaguardar el relieve narrativo de unas relaciones interpersonales sometidas a un contexto histérico tan complejo y decisive como los afios que precedieron a la Guerra Civil: «Si existiera una forma matematica para establecer los cénones de la novela, las entradas y salidas de los personajes, el momento en que sus vidas deben cruzarse o separarse, el papel que debe jugar el recuerdo o la evocacion, creo honradamente que el autor de esta formula es Ignacio Agustin Aguirre califica el lenguaje de la novela de «granado, cuajadon. A diferencia de sus anteriores titulos, Agusti ha conseguido penetrar con gran verosimilitud en el costumbrismo y el microcosmos de la inmigracion y el anarquismo de La Torrassa. Mas que la caracterizacion, lo que le interesa al describir al torero Maximo o el atrevimiento ltibrico de la Cucharas es su forma de hablar y los habitos primarios que les distancian de las formas burguesas de sus personajes. De esta manera Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio n apunta el critico, «el léxico ha cobrado universalidad y se distancia del ambiente mas catalan de sus primeras novelas» Esa preocupacién por abarcar lo colectivo, que atraviesa clases sociales y recrea jergas ¢ idiolectos, situa a Agusti en la tradicion de las sagas familiares enmarcadas en una ciudad que ha dado la literatura europea Otro critico y escritor, Enrique Sordo, destacara esta preocupacion unanimista En J9 de julio. apunta, el personaje es la ciudad como «un conjunto organico abigarrado y contradictorio, con la sensualidad a flor de piel, ostentoso en sus manifestaciones de arriba y de abajo, gregario en sus clases y que comenzaban a anular los limites, antes tan netos que separaban esas clases». Una observacion que explica la perplejidad de Desiderio cuando toma contacto con sus enemigos de clase y hasta qué punto esa proximidad alarma al apoderado Arturo Llobet. Si en las primeras novelas, cada grupo de personajes hablaba desde su compartimento estanco y mantenia la estratificacion de clases, ahora sus lenguajes aparecen en mezcolanza, como una alegoria de la turbulenta complejidad social: la calle tomada por la revolucion social se acaba imponiendo ala tribuna y el pulpito. Agusti, prosigue Sordo, wes un bidgrafo meticuloso, puntual, preciso en todos sus detalles. Es un cronista siempre atento, agudo observador de actitudes humanas individuales y colectivas» La exhaustiva documentacién de los hechos colectivos no aplasta como una losa a la trama novelesca, algo que suele acaecer cuando el acopio de datos deja a los personajes sin vida propia y los convierte en anodinas comparsas al servicio de una tesis, En este aspecto, Agusti mantiene el equilibrio, su novela puede leerse desde la peripecia de sus protagonistas, pero también como la cronica periodistica de unos momentos cruciales de la historia de Espafia El exceso de historicismo, reconoce Aguirre, hubiera sido un escollo que Agusti ha conseguido soslayar. «Si, como ha declarado, es uno de los pocos fieles que le quedan a Stendhal, al enfocar el camino con los espejos es inevitable que se reflejara la imagen de un acontecimiento histérico. Alli esta no en funcién dela historia, sino de la novela, y como un elemento més de su arquitecturay. Al no perderse de vista a los personajes, aplastados por unos afios tragicamente decisivos, Aguirre concluye que 19 de julio es una novela «larga, densa, pero tan sutil y tan leve que se la lleva en volandas dofia melancolian Mientras esta critica aparece en los diarios, la forma de narrar de Ignacio Agusti camina en direccion contraria a las modas literarias. Asi, el 13 de mayo, el escritor Michel Butor, maximo exponente junto a Alain Robbe-Grillet del Nowweau Roman parisino, pronuncia una conferencia en el Instituto Francés de Barcelona ante una legion de devotos seguidores de la gauche divine Cuando en enero de 1966, Agusti reciba el Premio Nacional de Literatura, tras ganar el de la Critica por 19 de julio, sera més consciente que nunca de que esta llegando al final de su camino y le queda por plantar el ultimo arbol, en un momento en que su conception de la novela se ha convertido en ceniza bajo los dictados del experimentalismo Unas palabras de aquel momento explican su voluntad por cerrar su pentalogianovelesca de tres mil paginas, proyectadaccon ambicion desafiante al mundo apresurado que hoy dia se resiste a leer»? El auge de una television, que habia entrado en todos los hogares espafioles, el cinemascope y las revistas del corazén no apesadumbraba al escritor. «Llegara un tiempo en que la unica manera de apercibir la parabola total de los hombres y de los sucesos sera probablemente enfrascarse en la gran lectura otra vez, que nos dé el paso del tiempo y de los hombres, las cansas de su historia y de su funcién vital a traves del sencillo y heroico mecanismo de la oracién gramatical con todas sus consecuencias: sujeto, verbo y complemento» SERGI DORIA > El autor enjuicia su obra. Edkitora Nacional. Madrid, 1966, pag, 19. Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 13 NOTA A NUESTRA EDICION En la presente edicién de La ceniza fue arbol aparecen modificados algunos arcaismos que el autor introdujo en sus novelas, no se trata de ninguna sustitucién de unos sustantivos por otros, sino de actualizar articulos que hoy constituirian incorrecciones gramaticales. Asi, los atticulos en femenino como «una ala», «una aver, «una sobrantey han pasado a su forma masculina y normativa, siempre que no perjudicaran la voluntad de Ignacio Agusti: connotar en palabras arcaizantes la recreacién del pasado Tras cotejar las primeras ediciones se han detectado algunas anfibologias derivadas de errores de imprenta 0 de una deficiente composicin tipografica que han sido subsanadas restituyendo el orden sintactico de la frase. También se han unificado algunas expresiones que aparecian en diversas modalidades a lo largo de la obra como por ejemplo wchampan» y «champaiiay (se ha optado, en este caso, por la primera opcién) Finalmente, se han corregido algunos topénimos que en las primeras versiones aparecieron de forma equivocada, de acuerdo con las acotaciones que en su dia introdujo el autor 8.D. Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 14 BIBLIOGRAFIA NOVELAS Los surcos. La Gacela Madrid, 1942 Los surcos. Nauta Barcelona, 1969 «La ceniza fue arbol» Mariona Rebull. Destino. Barcelona 1944 Mariona Rebull. Von de Asche zum Baum. Humanitas. Zitich, 1946 Mariona Rebull. Argos. Barcelona, 1962 Mariona Rebull. Vergara, Circulo de lectores, 1962 Mariona Rebull. Planeta Barcelona, 1969 Mariona rebull/l viudo Rius. Planeta, Barcelona, 1969 Mariona Rebull. La mejores novelas contempordneas, Tomo x (1940-1944), seleccién y estudios de Joaquin Entrambasaguas Planeta Barcelona, 1974 Mariona Rebull. Coleccién Las mejores novelas del siglo XX. Prologo de Luis Racionero. Hl Mundo. Madrid, 2001 Mariona Rebull. Edicion de Pablo César Moya Castalia Madrid, 2006 El viudo Rius. Destino. Barcelona, 1945. Desiderio. Planeta. Barcelona, 1957 194de julio. Planeta Barcelona, 1965 OBRA EN CATALAN ElVeler. Altés. Barcelona, 1932. Diagonal. Altés. Barcelona, 1934 Lesfondrada Coleccién El nostre teatre, mim. 16, 15-X-1934 Benaventurats els lladres. Leda. Barcelona, 1935 VARIA El scooter. Triunfo, 3-VI-1965. Catalufia entre tradicién y revolucién. Coleccién «O crece o mueren dirigida por Florentino Pérez Embid. Ateneo de Madrid, 1956 Prélogo a Sebastian Juan Arb6, Tierras del Ebro. Noguer. Barcelona, 1956. «El negocio editorial y los premios literarios». Recogido en Catalogo de la producctén editorial barcelonesa Biblioteca Central, 23-IV-1960. pag. 64 «Rebelin y continuidad de la novelistica espaiiolan. Nuestro Tiempo (Estudio general de Navarra), mim’ 71, mayo de 1960. pags. 515-533 «19 de julio: ultimo libro de Ignacio Agustin. Entrevista de Pascual Maisterra Tele/Exprés, 14- 1V-1965, pag. 15 «A Femando Valls Taberner». Diputacion Provincial de Barcelona, 1966. «Mi novela y su circunstancian, en Prosa novelesca actual, 1, Universidad Internacional de Menéndez Pelayo, Santander, pags. 9-27. Recogido en 1 autor enjutcia su obra. Editora Nacional. Madrid, 1966, pags. 9-21 «lgnacio Agusti cuenta su vida», entrevista de Marino Gémez Santos, Pueblo, de 22 a 28 de mayo de 1962. Recogido en I2hombres de letras. Editora Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 15 Nacional. Madrid, 1969, pags. 3-52. «Ateneo: tradicién y culturay. Inauguracién del curso 1962-1963. Ateneo Barcelonés. Barcelona, 1964 «Mano amano», entrevista de Manuel del Arco, La Vanguardia, 15-11-1969, pag. 27 «Barcelonay, en La Espafia de cada provincta Publicaciones espafiolas. Madnd, 1965 Obras selectas. Los surcos/La centza fue drbol Desiderto/El cubilete del diablo/ Articulos. Prologo de José Maria Peman e introduccién de Federico Sainz de Robles editor. Al-IR. Madrid, 1973, Los surcos / El cubtlete del diablo. Espasa Calpe. Madrid, 1974. Ganas de hablar. Planeta Barcelona 1974 Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 16 LA CENIZA FUE ARBOL 19 DE JULIO para local social del Club de golf de Pedralbes. Desde la rotonda se columbraba la ciudad ‘tendida, disuelta en una leve neblina azul, que dejaba transparentar al fondo la linea del mar, lamida por un sol radiante hacia el ocaso Desiderio echo distraidamente una ojeada al campo. Los green del declive eran manchas de un verde intenso entre la orografia desigual del terreno. Algunas figuras lejanas, empequefiecidas, hormigueaban alrededor de esos prados. Otras figuras caminaban al azar, como divagando, en el centro del campo, seguidas por los estrafalarios bultos de los caddies, cargados con la bolsa de palos. Otros subian las cuestas mirando entre los hierbajos hasta encontrar la pelota Finalmente, alguna daba el golpe y al cabo de una particula de tiempo Megeba hasta el chalet el chasquido del choque Habia una figura lejana, parada en lo alto de un tee. La falda volteaba revuelta por un remolino de aire. De espaldas al caddie y en actitud completamente ausente, esa figura femenina ensayaba su golpe antes de tirar. De pie, empequeiiecida por la distancia, estiraba sus brazos, desnudos, unidos en las manos prietas al extremo del palo. Incline todo su torso, en un anticipo flexible y veloz, yla parabola del swing se dibujé en el aire, en posicion de ensayo antes de tirar. Asi una y otra vez, luego se volvie de cara y, dispuesta a dar el golpe de verdad, se incline frente ala invisible pelota Levanté sus brazos con lentitud en la lejania y doble su cintura Quedé un instante impresa en el aire la contorsion suave y expectante de su perfil, hasta que el volteo vertiginoso del palo, que no alteré la postura de 1a jugadora, hizo chasquear la pelota Todo el cuerpo de Blanquita quedé inmovilizado en la postura contraria sin perder la armonia La punta del pie derecho, como en actitud de danza, el izquierdo, firme en la tierra Erguida su cabeza contra el sol, qued6 un instante siguiendo al trasluz la invisible y ya perdida trayectoria de 1a bola Salto agilmente del tee y, seguida de su caddie, se metid con pasos largos entre los rastrojos Desiderio 1a siguié atentamente con la mirada, se asombro al ver cuanto tardaba en detenerse de nuevo. Su golpe habia sido largo y certero. El caddie le tendio un palo, pero ella rehuso y eligio otro, Al fin Ilego al lugar en que debia de haber caido su bola. Se dispuso a tirar. Un segundo golpe, alto y veloz, dibujé la linea de la bola en el cielo azul. Desideno la vio perfectamente, vio su parabola limpida, gravitante en el aire, el bote y el rebote que hacia y el impulso que todavia guardaba para acercarse unos metros rodando al borde y dentro del green. El caddie le ofrecio de nuevo otro palo, que ella recogio con ademan intuitivo, sin dejar de andar y sin volverse. Se quedo parada ante la pelota Midié con el vaivén de una sola mirada la distancia que mediaba entre la bola y el agujero. Se I AS yedras empezaban a cubrir la pared de una antigua casa, adecuada hacia unos aiios Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 7 laded insensiblemente y empujé la bola Era una distancia larga que convenia «sentir» en el animo para, con suave impulso, hacer caer la bola en la meta La pelota se desliz6 sobre el césped, parecia que no iba a llegar, pero Ilego, dio indecisa en el borde y no se decidio a caer, dibujo en tomo al agujero un impecable sesgo y qued6 asomada en el hoyo, sostenida por una brizna de hierba ‘Una mueca de contraniedad paso por el rostro de Blanca, irritada por el estipido fallo. Se acercé alabolay larozé con el borde del palo para hacerla caer. Salié del green y avanzé hacia el chalet. Desiderio fue a su encuentro. Entro en el Club y se quedé unos instantes parada en el vestibulo, Se quité los guantes con un ademan de desagrado. Luego se volvié mirando al exterior. En aquel instante entraba Desiderio en pos de ella Lentamente, como si no le viera, se volvidde nuevo y se encaminé hacia el bar. El bar estaba a aquellas horas solitario, ni siquiera se veia al camarero detras del mostrador. Unicamente el panorama de las botellas relucientes, oscuras en la semipenumbra y un silencio absoluto, era como silos dos estuvieran en un lugar totalmente deshabitada —Discillpame, Blanquita —dijo Desiderio confuso, acercandose @ ella. No puedo contarte en un instante lo que me ha ocurrido en estos dias. Pero te aseguro que me ha sido totalmente imposible acercarme ati, a pesar de que no deseaba otra cosa —No tienes por qué preocuparte —corté ella, nerviosa, desazonada—. No te pido ninguna explicacién y quizé tampaco la dese El tono con que le habia replicado hirié a Desiderio. En los largos meses de sus relaciones jamas habian empleado otro tono que el de la confidencia y el de la comunicacién, llanas y efusivas, por eso resultaba intempestiva la voz y el ademén de Blanquita en aquella circunstancia —He ido a todos los sitios donde he pensado que te podia encontrar, pero ti no estabas. Ahora sé, telo aseguro, lo que es buscarte y sufiir por eso. —Y qué? —volvie ella a interrumpir, desafiandole, friamente— También yo lo habia hecho muchas veces, pero te aseguro que no me han quedado ganas de volver a buscarte Desiderio, afligido, intentaba encontrar las palabras capaces de vencer aquella frialdad, pero no lo conseguia Se acercé al mostrador del bar y se apuntalé apoyandose en una de las banquetas Desde alli intento cogerle a Blanquita la mano, pero ella rehusé —Ante todo, Blanquita, debes saber que ha enfermado mi padre. Esta enfermo de gravedad, he tenido que ocuparme de todas esas cosas y, ademés, de otras muchas. Por ejemplo: desde anteayer he tenido que ir ala fabrica a todas horas, he tenido que estar alli en todo instante. Han sido unos dias terribles para mi, sobre todo, y por encima de todo, porque no sabia donde podias estar Blanquita parecio serenarse de pronto. En unos instantes se vio en su rostro una distensién, y el brillo enconado de sus azules ojos parecié ceder para dar el matiz de una stbita temura Suspird de manera imperceptible y se acerco entonces al mostrador apoyandose en otra banqueta junto a su amigo. La realidad era que estaba todavia, y pasara lo que pasara temblemente enamorada de Desideno. Se enamoré dos aiios atras, sin saber como, sin que pudiera siquiera precisar cuando y donde se habia fijado en él. Desiderio era hasta entonces para Blanquita uno de esos seres que cruzan por los salones en el transcurso de un céctel y que quedan en la memoria con el mismo sabor seco y la fialdad desabrida de un martin. No es que Blanguita frecuentara habitualmente las reuniones sociales, ni que fuera una de esas muchachas capaces de perder el tiempo en las tertulias, todo lo contrario, pero se veia muchas veces forzada @ acompafiar a su tia Carolina en los innumerables compromisos que esta en el centro de la vida social barcelonesa, no estaba en situacién de desdefiar. Por su parte, Blanquita no era tampoco un ser retraido: simplemente le hastiaba la compaiiia de los habituales a esas cosas. Ella habia nacido y estaba criada a muchas leguas de alli, a una distancia increiblemente lejana, Ella habia sido criada y educada en pleno campo, en el campo andaluz, y en la compafiia comoda y estimulante de la bisa fresca y del hontanar solitario. Sus padres, que residian normalmente en Madrid, la habian dejado durante su adolescencia y largas temporadas con la misma libertad con que crecian las jaras, con que envejecia el olivar, con que resoplabala yeguada, en la enorme finca que desde tiempo inmemorial pertenecia a su familia y que era como el cauce de su misma sangre. Hasta que los desastres financieros y el desorden increible Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 18 de su padre, hombre de escaso carécter y de muchos vicios, habia dado al traste con ese paraiso yla habia expulsado de él en el momento justo en que, en caida vertiginosa de todos los valores, se separaban su padre y su madre y se producia un escandalo que directamente habia de afectarla el resto de su vida Entonces Blanguita se encontré de pronto trasplantada al ambiente barcelonés, instalada en casa de sus tios y obligada por Matias Pala casado con la hermana de su madre, a servir de omato a un hogar, a un nuevo hoger, simple, Iujoso y vacio. Un hogar presidido por la arrogante y firme personalidad del hombre que lo habia ideado, para el cual Blanquita pasé a ser pronto no més que un bello trofeo de guerra En efecto, la enemistad de Matias Pala con sus cufiados andaluces databa de la epoca de su matrimonio, que fue mal visto por la familia de su mujer. Y ahora Matias Pala parecia tomarse una sorda venganza de aquellos lances, haciendo que el retofio directo de las glorias histéricas de la casa Maravall pasara a ser poco menos que propiedad suya Todo esto lo advertia Blanquita, lo habia advertido desde el primer momento en que le fue ofrecida esa extrafia y mortificante hospitalidad. Pero zqué podia ella hacer, a sus veintidés afios, mas que someterse? No habia lamentado tanto la pérdida de la fortuna familiar ni el abandono de las tierras que eran una parte de su propio espiritu, como la disociacién inesperada de sus progenitores. El ambiente catastrofico del matrimonio habia pasado hasta entonces inadvertide para ella, que en su infancia y primera juventud no habia tenido tiempo de chondar en las realidades de la vida en los despropésitos conyugales de los demas. Pero la revelacion insospechada que sobrevino con la separacion y el hundimiento del hogar de sus padres, el rudo golpe que sufiio, no le dejaron tiempo para meditar sobre el drama de su propia situacion. Intento Ilenar su vida dedicéndose a esas labores subaltemas de las hijas de familia que no comprometen el prestigio social ni manchan el apellido. Estudié para enfermera y paso muchas horas en los hospitales. Se habitud a jugar al golf, pronto llegé a ser una jugadora relevante, pero cuando conquisté el primer puesto del Campeonato femenina de Cataluiia, se retrajo de este ambiente. Y ahora, solo de tarde en tarde, se trasladaba al campo de Pedralbes, no por jugar, sino porque aquel era uno de los puntos de cita que habia establecido con Desiderio Rius. Aguel hombre espigado, delicado, afectuoso, apasionado, se convistié pronto no solo en su confidente, porque las vidas de los seres son muy fécilmente contadas y pronto tienen su conclusion dialéctica, Se convistié en su amante, en el hombre que le revelé la existencia de otra vida, de la compenetracion y de la compaiiia Muchas veces, sobre todo al principio de sus relaciones, cuando ain no estaba convencida de que este fuera un secreto privative de su alma Blanquita se avergonzaba de haber venido a parar tan pronto en la misma irregularidad que originaba su dolor. Nunca hubiera creido que pudiera enamorarse de un hombre maduro, mayor que ella y, lo més grave de todo —lo irremediablemente grave—, casado. Lo que menos podia desear y sospechar era ser causa de nuevos desastres familiares, pero Desiderio no tardaba en disuadirla Blanquita conocia perfectamente las precarias condiciones sentimentales en que se desenvolvia la vida de aquel hombre; y, a través de la situacién de Desiderio, Blanquita pudo Megara comprender e incluso a justificar las razones que habian motivado unos afios atras el divorcio de sus padres. A través de las confidencias de su amigo, Blanquita habia penetrado en la intimidad de esas parejas que logran sobrevivir, a duras penas, a una situacién de incompatibilidad temperamental, se daba cuenta de los dramas profundos y callados que existen en cada una, o en muchas de ellas, de las piezas tenidas por pilares de la sociedad en que vivimos. A través de su relacion con Desiderio, Blanquita obtuvo el disefio de Crista una figura femenina arrogante e implacable, solo sometida a si misma dominadora y tenaz, fia y calculadora, y comprendia muy bien que un hombre como él no tuviera otra opcién en su vida que buscar la felicidad fuera de casa Pero era ella «esa» felicidad? Aunque él se lo asegurara con una voz vehemente, con una efusion sentida no siempre estaba segura de que verdaderamente fuera ella el centro de su vida No hay compensacién entre lo que una mujer enamorada puede dar de si y lo que, en las mismas circunstancias, puede dar un hombre, No por su amor renunciaba Desiderio ala multiplicidad de sus habitos, ala partida de bridge, ala tertulia en el Ateneo, alas cenas en el «Ecuestrey o alas visitas a los camarines de los teatros. No habia alterado siquiera los compromisos que derivaban de las relaciones de Crista Aunque sabia que la amaba a ella, lo que estaba «fuera» de él no era ella sola Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 19 sino muchas otras cosas mas, Y a veces sentia Blanquita unos celos irreprimibles de todas esas otras cosas. Pero al oirle hablar de la enfermedad de su patire y de sus horas en la fabrica, se atemperd. Esas eran dos cosas que no podian producirle resquemor. Estos dos hechos no estaban refidos con su modo de entender al hombre. Todo lo contrario: pensé que si era por causa de ello, Desiderio no habia traicionado su fidelidad — De verdad esta grave tu padre? —pregunto En aquel instante se escuché un rumor y el camarero entré en el bar, sorprendiéndolos, el uno muy junto al otro. No era la primera vez. Existia ya entre ellos una especie de complicidad, cuando en otras ocasiones, antes de pedirle su whisky; preguntaba Desiderio ya sin disimulo: «Ha estado aqui la sefiorita Blanca». Hasta en alguna ocasién aquel muchacho habia transmitido un recado verbal, sin necesidad de nombrarla: «La sefiorita ha tenido que marcharse, pero le llamara mafianay Ahora el camarero no los importuné. Hizo como que buscaba algo tras el mostrador y volvid a relirarse, Pero la puerta se abrio de nuevo, Eran unos jugadores que salian del campo, teminada la partida —Si, muy grave —respondié Desiderio—. El médico tiene confianza en la naturaleza de él Realmente mi padre es muy fuerte. Pero ya tiene afios, tiene mas de setenta Hablaba con neturalidad, disimulando incluso lo que en esta contestacion pudiera haber de dramético e inquietante. Tan habituados se hallaban a ocultar sus sentimientos ante los demas, que la presencia del grupo de jugadores le obligaba por habito a dar a su explicacion, en este caso inocua, unos tonos de trivielidad superficial. Blanquita, no obstante, se inquietd. Sabia cuanto debia de afectar esta situacion a Desiderio. No se trataba tnicamente de la inquietud natural de un hijo respecto ala vida amenazada de su padre Conocia los pormenores de la vida de Desiderio y sabia que sentia hacia su padre una especie de ruda pasion a distancia. Es decir que, a pesar de que la relacion entre padre e hijo no era frecuente fuera de las horas de trabajo, él admiraba ciegamente a aquel hombre batallador y severo, porque estaba dotado precisamente de las virtudes que a él le faltaban, en especial las de la tenacidad y las dela continuidad. Pero, ademas, comprendia Blanquita que para él la cuestion no estaba ahora en si amaba o no a su padre ni se reducia a las conclusiones de un sentimiento filial. Se trataba de algo mucho mas vasto y hondo: se trataba de su propia responsabilidad, que hasta entonces habia estado prohijada y usufructuada por don Joaquin. A sus cuarenta afios, Desiderio era todavia un chijo de familia —Por lo tanto, he tenido que estar en la fabrica todas las horas, excepto las que he pasado en casa de él, junto a su cama Los jugadores conversaron unos instantes en voz alta, con viveza en la discusién y comentario de las incidencias del partido que acababan de concluir. Pasaron junto a ellos, que se habian separado discretamente, y saludaron con una inclinacién leve, simulando no dar importancia al encuentro. Eran los chabituales». También ellos se habian acostumbrado a los encuentros de esta pareja irregular, que para ellos ya no era pabulo de comentarios. En cuanto quedaron de nuevo solos, Desiderio se acercé a Blanquita y le tendio su mano, que ella acaricio. Se acercaron atin mas, mirandose a los ojos. Ella se apoyd de pronto en él. Y él, sin poder evitarlo, 1a beso, Fue un beso breve, alevoso, y luego otro, y un abrazo. Se separaron bruscamente. Les parecié que acebaba de escucharse de nuevo el rumor de la puerta — Cuando nos veremos? Mafiana, mafiana sin falta quisiera verte —suplicé ella, apretando su mano— (A que hora podras? —Digamos alas doce —propuso, mirando maquinalmente su reloj, sin que viniera a cuento —Si, a las doce —consintio—. Si hubiera algo, si no pudieras, yo te esperaré de todos modos hasta que llegues. Pero no dejes de ir Un instante quedaron los dos, fijo el uno en el otro. Asi era todos los dias, en todas las ocasiones. Un tomen furtivo de reproches, de explicaciones. Una larga diatriba, un regateo de miradas y de frases, una tortura infinita Ella estuvo todavia tentada de acercarse y besarle de nuevo, pero ahora si chirrio la puerta y el camarero volvié a entrar. Ella se separd y resueltamente se encaminé a los Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 20 vestuarios Desiderio no aguardé. Se despidié del camarero con un adiés y sali6 al exterior. Monto en su coche colorado, que habia parado en la rotonda. Lo puso en marcha y con un rapido sesgo lo encaré alla salida, saliendo por ella con rapidez. Cuando se separaba de Blanquita ain le quedaba durante un trecho el rastro de su presencia, aquella temura delicuescente que nubla las percepciones y nos bafia en un suave letargo indefinible y dulce, Cruzaban por su énimo las palabras de ella junto a una ristra de manchones verdes y oscuros: las copas de los platanos de la avenida de Pedralbes. El tiempo era seco, pero la brisa fresca. Poco apoco su animo se volvia a centrar .Cambiaria de pronto, por la voluntad del destino, su vida entera? Si moria su padre tal vez pudiera realizar de un golpe su existencia, como ciertos banqueros «realizan» una partida de acciones al portador. Vender su vida o, mejor, su «falsa vida» en un instante... Se encontraria por fin duefio de sus actos, maestro de sus resoluciones, le cabria la oportunidad de decidir por si mismo, sin la ayuda ni el escripulo de nadie ajeno a él. Podria elegir, sin titubeos. Quedaria de momento climinada la sombra protectora de su padre y la coaccion que, a distancia, ejercia sobre sus actos. Podria entonces... plantear a fondo la cuestion. Podria encararse con Crista y decitle: «No te quiero, Crista jamés te he querido. Nos casamos porque las circunstancias nos forzaron a ello, y fue un error. No puede un hombre encarcelarse conscientemente para purgar toda una vida la borrachera de una noche. ;Diecisiete afios por una noche de Camavall Vive tii tu vida ya que ni ti ni yo nos necesitamos». Seria dueiio de sus actos y podria separarse de Crista y casarse —si, casarse— con Blanquita, su intimo amor, su compafiera y amiga del alma Por un instante penso entonces en Carlos, su hijo. ,Por que iba a preocuparle? No entenderia acaso, pasados los afios, la implacable ley del corazén? No pensaba siquiera en apartarse de él, ni en hburtarle nada del patrimonio que el dia de mafiana iba a pertenecerle. Todo lo contrario. Sanearia de vuna vez aquella fortuna y la fuente de su riqueza, salvando los muchos gastos que le ocasionaba la vida irregular de Crista y de l mismo Pero ahuyenté de pronto todos esos célculos. Su padre no iba a morir. Era preciso que su padre no muriera, era necesario que se salvara Cuando aquella tarde, poco hacia le vio maltrecho y agobiado en la cama, postrado de dolor y hundido en la inconsciencia, de la que solo escapaba un silbido entrecortado, sintio el peso de su historia vital, en una rafaga pasaron ante si los afios transcurridos. Rememoré el piso de la calle de Caspe en la soledad de los dos, cuando él era nifio Se dio cuenta de la humanidad verdadera de aquel hombre, que moderaba la dureza con la comprensién, la fortaleza y la terquedad con la experiencia Sabia que su padre era uno de esos hombres que nunca habian errado a sabiendas. Le consideraba distinto a todo. como un arbol afioso y fuerte agitado por las tormentas, herido por el rayo, como el marmol o el granito arrancado de la cantera, que la vida ha labrado pacientemente. No, era preciso que no muriera su padre, aunque durante el resto de su vida tuviera que ir congeniando con la infelicidad, con la insatisfaccion, En definitiva, si se trataba de separarse de Crista gpor qué no lo hacia chora, viviera su padre 0 no? {Qué tenia su padre que ver con eso? Entraba de leno en la ciudad. El oreo de la colina habia cedido a un célido y caliginoso aire transido de luces y de espectros, de tranvias y de claxones. Con ello, las lucubraciones se mezclaban ya alas contingencias callejeras. Yano podia sofiar. No le quedo mas que un leve rastro de ensuefio que decia «Majiana, mafiana otra vez, alas doce...». Cuando entré en el Ateneo, la noche se habia abatido ya sobre las cosas dejando solo en Io alto pinceladas de un azul desvaido. Las farolas iluminaban en las Ramblas a una muchedumbre variante y movediza, en chapoteo inconsecuente contra las calzadas y los escaparates. Las flores parecian oler con el olor noctumno, empapadas del agua con que las floristas las habian rociado al atardecer. En los quioscos, 1a multicromia de las imagenes se destacaba en la luz de las bombillas y del acetileno, que bordoneaban incautos moscones y noctumas libelulas El Ateneo no era en aquellas horas un remanso de paz para uso de intelectuales, como durante el dia. La bonanza del verano echaba a los lectores al jardin, presidido por tres o cuatro palmeras cimbreantes, junto al surtidor que desgranaba una melodia muy tenue de agua danzarina, Desiderio se dirigio primero al saloncito de La planta noble, que estaba despoblado, Iuego salié al jardin. En un Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio a amplio circulo de sillas de mimbre una docena de hombres conversaban con voces atropelladas y vigorosas, solo soterradas a intervalos por risas imperantes y stibitas. En los veladores del centro del circulo gravitaban en la penumbra los destellos del refresco, el oro de la cerveza, el oscuro y espeso picén, el esmeralda de la menta. Apenas se distinguia el rostro de los hombres. No obstante, al divisar a Desiderio uno de ellos se levanté de su asiento —Bravo, Rius. Veo que te han dado mi recado —se acerce a él yle tendié la mano Era un hombre alto, con una frente despejada y unos ojos brillantes y negros, que destellaban con viveza Su cabellera, también muy negra, desbordaba en las sienes, un poco revuelta, como si constantemente la agitara el aire. Cogio amistosamente a Desiderio por el brazo y le aparto del circulo en que estaba —Llevaba unos dias con muchas ganas de verte, para charlar contigo. Teo diré en dos palabras. Se retiraron a un extremo del patio, uno de los angulos al abrigo de las tertulias y de los espontaneos. Le hizo sentarse. —jTienes cinco minutos para mi? Desiderio miro su reloj —Me hubiera gustado tener més tiempo. Pero por desgracia tengo que ir a casa de mi padre en seguida Esta grave desde anteayer Explicé en pocas palabras la enfermedad de su padre, pero atajé de pronto: —Dime: ide qué se trata? —Seria largo de contar si empezara a entrar en justificaciones. En definitiva, quisiera que me hicieras un informe sobre lo que ti hayas podido observar en tu campo, con relacion sobre todo a los aparceras. Tu finca es el prototipo de las masoverias de nuestra tierra. Y tu testimonio nos puede ser muy til, Se trata de una pequefia molestia, un servicio al pais que no te puede causar trastornos Nicolés Borreda y Desiderio Rius habian hablado mucho de politica unos afios atras. Habian mulitado juntos en las filas de un partido politico, «Accié Catalanay, en los antecedentes mismos dela Reptiblica Pero de eso hacia ya tiempo, muchas circunstancias los habian separado despues. En primer lugar, Desiderio habia abandonado el ejercicio de su patriotismo ocasional cuando advirtié que el renuevo que hubiera podido significar el advenimiento del nuevo régimen quedaba desvirtuado por la incomprensién, por los egoismos y por las banderias. Hubo unos meses y unas circunstancias criticas que derivaron mal, Cuando pocos meses antes del doce de abril regresé don Francisco Macia de su exilio, lo hizo cargado de prestigio y por encima de cualquier filiacién. Era un patriarca sin partido que se ofrecia como una bandera, Desiderio Rius y Nicolés Borreda batallaron entonces juntos para obtener del partido la decision de adoptarle y de instituirle en jefe indiscutido de aquella hueste intelectual y progresista, catalanista y cosmopolita ala vez, en la cual se cifraban las esperanzas de una rapida evolucion que enterrara los siete afios de Dictadura y diera hombres nuevos al pais. Su esfuerzo fue vano. El presidente del partido, un periodista e historiador de mentalidad restringida y de terquedad insélita se opuso tenazmente a esa resolucion La figura de Macia que podia haber sido entonces una bandera, fue izada por los elementos extremos y se colocd como cabeza de un partide que en principio sentaba mal a sus dotes, en las que se mezclaba un buen acopio de intransigencia regionalista con la templanza que le deban los afios. Macia era un federal catélico que hubiera podido estar por encima del bien y del mal en aquellas circunstancias. Su voluntad nacionalista no casaba con el simple clasismo de «l’Esquerra». Desiderio se apatd desde entonces de toda preocupacién politica Nicolas Boreda, en cambio, se lanzo con denuedo a ella Independientemente de «l’Esquerray y de wAccié Catalanay pero equidistante de ellos fundé su propio matiz crecido en toro a.un periédico para el cual, pese a su apartamiento, Desiderio aporte Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 22 ciertos fondos a titule personel. Pero después de aquello apenas si se veia con Borreda més que en al Ateneo, y por casualidad las més de las veces —E] informe te lo puedo dar en el acto. Lo que Companys esta intentando en el campo es una pura STAAa| Al nscasatez, Predicar a revolucién es muy comodo. Pero ANTVAIWANIA, en mi finca y en todas las de la comersa no hay espacio para la revolucion, Tu lo sabes tan bien como yo. Esta revolucién campesina, en nuestra tierra, esta hecha desde al siglo XIV. Lo demas es propaganda simple propaganda electoral —Sin embargo, sobre el papel, lo que hace Companys no carece de logica No nos engafiemos. La victoria nos Ia dieron nuestros invitados. Sin los votos de la CNT aqui todavia mandarin Cambo y Ventosa y el rey no hhubiera caido. Lo que Companys pretende es iberarse de esos votos comprometedores. Piensa que en la proxima ocasion, si la hay, esos votos de la ciudad nos barreran a nosotros mismos Por tanto, busca sustituirlos por un J proletariado que no sea forastero. Pretende edificar su fuerza sobre bases nuevas, que son el trabajador del campo. @) = —El trabajador del campo, en nuestro pais, se lleva "del campo mas de lo que merece, A mi la finca me cuesta dinero todos los afios. Lo que te da el payés son un par de pollos por Navidad, nada mas. Pero perdona, Nicolas. Otro dia podemos hablar de eso con mas calma, :Por qué no vas alguna vez ala finca y alli, sobre el terreno, nos dedicamos a hablar? Ciertamente, hoy me es dificil —Si, eso haremos. Comprendo tu estado de animo. Se levantaron de nueva —Espero que se resuelva bien lo de tu padre —animo Borreda—. En cuanto pases ese trance te lamaré de nuevo Desiderio se despidio y salié del Ateneo. Buscd su coche, aparcado en la esquina de las Ramblas, y subiendo a él se dirigid a casa de su padre. Le abrié Josefina Avejentada Ilorosa, aquella sirvienta rozaba ya la vejez. Habia vivido todos los avatares de aquella casa, desde la muerte de Mariona hasta hoy, y era para Desiderio como una segunda madre En cuanto le vio, apreté sus manos. —Como esta? —Igual. —iQué dice el médico? —Nada. Hay que esperar. Hasta mafiana o pasado, Desiderio entré en el pasillo y después, de puntillas, en el cuarto de su padre. Una sombra se incorporé en un angulo. Destellaron un instante, en los ojos, el brillo de unas gafas. Era Arturo Llobet, el apoderado. A su lado, en la oscuridad, otra sombra musitaba oraciones. Era la monjita veladora, que Josefina habia ido a buscar un par de noches antes al convento de la Esperanza —Vayase a su casa, Llobet. Yo me quedaré toda la noche. Llobet ronroneé algo, insistiendo en quedarse, pero Desiderio le empujé suavemente haciala salida —Esté tranquilo; nada puede hacer. Si ocurmiera algo, le avisaria en seguida Lloroso también, angustiado, aquel hombre, a quien las espaldas parecian habérsele curvado de pronto, no sabia reaccionar. Pero ya en la antesala Desiderio acabo de convencerle —Es necesario que descanse usted. De todos modos, mafiana por la mafiana tiene que estar antes que yo en el despacho. Le ruego que se vaya a descansar Llobet apreto tambien la mano de Desiderio. Este le oyé cuchichear con Josefina en el recibidor y volvié a entrar en el cuarto del enfermo. Se acercé a el. La barba revuelta asomaba sobre la sébana, al tenue resplandor de la lamparita de aceite. Le pasé la mano por la frente, blanca y Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 3 translticida, como de pergamino. Se oia el rumor silbante de la entrecortada respiracion, La frente ardia Otra vez el espectro de la muerte paso por su imaginacion. Se retird, inquieto, asustado. Fue a sentarse en el angulo de la habitacion, en la butaquita junto a los postigos que daban a la calle. Entro de nuevo Josefina —Es necesario que tomes algo. Voy a prepararte un poco de cena Y empezé la vigilia de aquella noche larga, interminable Dumié en su antigua habitacién, donde reconocia y se le tornaban otra vez familiares el tono del papel de los tabiques, el disefio de las molduras del techo, el perfil de la estampa de la pared, las sombras de la lampara. Los objetos del mundo exterior estan todos atados a su pasado y a su historia, y en aquel cuarto resucito de pronto el sabor de las sopas de pan de otros tiempos, el modo como su padre pasaba todas las noches las cuentas de la jomada, ante unos reversos de sobre aprovechados como borrador, en los que habia apuntado las cifras con lapiz, su extenuacion después de las horas pasadas con Jeannine, de cuya figura le quedaba un rastro impreciso de suavidades y exaltaciones. Pero era posible que hubiera vivido alli, todo él cargado de esperanzas y de ilusiones? ,Cuantos afios habian pasado desde entonces? Se durmié, sin saber como, con la evocacion de la finca. La figura de Nicolas Borreda aparecié en un trazo y gravitd unos instantes en una actitud peculiar. Estaban en el balcén de la Generalitat, enlatarde del 14 de abril. La plaza estaba colmada de una muchedumbre que se agitaba como una ola inmensa. Los gritos atronaban y Nicolas tenia los dos brazos en alto, desmelenado, gritaba desaforadamente, él gritaba también. En el centro, moreno el curtido rostro, blanco el cabello, el presidente pedia silencio. De pronto, todo se acallé. Se escuchd una voz, una sola voz «Catalans...». Y otra vez el bramido multitudinario e incontenible. Luego desperté un instante. Era la mano de Josefina, que estaba junto a él. «Duerme, no te levantes, esta bien. Ahora esta mas tranquilo» El sol se filtraba ya por los postigos entreabiertos. Se sentia reposado y sin sueiio, Se incorporé de golpe. Eran las nueve de la mafiana. Se puso la bata, saltando de la cama, y cruzé el piso hastala habitacion de su padre, Erararo que hubiera podido dormir asi, tan seguido Su padre dormia apaciblemente, pero su frente hervia atin. Miré ala monja veladora, que levanté un instante sus ojos del devocionario, en la penumbra. Le hizo un signo con el dedo, como aconsejando silencio Poco después Desiderio, ya vestido y tras un desayuno frugel, montaba en su coche, que habia dejado en la calle, y se dirigia ala fébrica Aquel era el mismo trayecto que su padre realizaba todos los dias, desde aquella casa, alo largo de cuarenta afios, los que él tenia, Y desde mucho antes también, en compaiiia del abuelo, A Desiderio le resultaban extraiios la hora y el panorama Normalmente se dirigia a la fabrica una hora después, a mitad de la mafiana y desde la Bonanova La sombra es distinta en el centro de la ciudad. Es una sombra acogedora y huimeda, que participa de las exuberaciones de la noche y conserva su frescor Cruzada la ciudad, el panel del largo, interminable muro, con la grafia enorme de la fabrica «Tejidos Joaquin Riusy, destellaba a la luz. La boca de la entrada estaba abierta y el coche se deslizé entre las jambas. Lo dejé en el ancho patio central, bajé del automévil y penetré en el edificio. Subié por la escalinata de mérmol y llamé ala puerta del despacho del apoderado. Llobet, contra su habito, estaba de pie junto al ventanal, observando la planta en la que se agitaban los telares, Se volvié sin perder su aplomo —Buenos dias, sefior Rius. En su mirada tras los lentes montados al aire y pinzados en su nariz, brillaban unos ojos inquietos, como atemorizados. Pregunto en seguida: —Digame, ,como esta? Desiderio le tranquiliz6. Le habia dejado reposando. El médico Ilamaria de un momento a otro, en cuanto llegara —Pero... sno le ha bajado la fiebre? Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 24 Desiderio nego con la cabeza. —No hay que alarmarse, Llobet. Seguira su curso y se repondra: yalo vera usted. Llobet se encaro de nuevo al ventanal. Observaba algo que le llamaba la atencion en las naves. Desiderio se acercé y observe a su vez. — Qué ocurre? —Nada, parece que hoy, precisamente hoy, estan alborotados Lo decia como si se tratara de una turba de colegiales. Desiderio no advirtié nada Estaban cada uno frente a su telar. Una y varias hileras de telares todos iguales, palpitantes, sonoros. Un vagido intenso montaba desde la nave hasta su percepcién, era un rumor macizo y sordo, de golpeteos y vibraciones superpuestas, Uno de ellos, de los operarios, si parecié adoptar una postura insdlita Se apartd de su maquina y se dinigio hacia otra, cogid al operario que estaba frente a ella y, agarréndole por la camisa le sacudié con fiereza dandole unos manotazos en la nuca, amistosa y bruscamente. Hubo en aquel sector un parén y hasta se vio reir a carcajadas a algunos de ellos. —Deberia bajar a las naves, aunque no sea dia de inspeccién, No conviene que se desmanden. A Desiderio le azoraba la inspeccién. Eso era cosa de su padre y de Arturo. No obstante, se dispuso a complacer al apoderado De algiin modo, en las naves se notaba una relajacién —o por lo menos en aquella— por la ausencia de don Joaquin. —Estan de guasa Es buena sefial Se disponian ya a salir cuando entré en el despacho un muchacho joven, de mediana estatura fuerte y macizo, cabello rubio cortado muy raso, Era Miguel Llobet, el hijo de Arturo —Ha vuelto Maximo —informo. —(Méximo? —Si, el que se tire de espontaneo ala plaza, en la Monumental. {No lo oyeron? Desiderio recorde el lance. Y hasta recordaba la figura de ese personaje, en el centro de la iision y de la chacota, Se trataba de un muchacho con inclinacién a los ruedos. Era un protegido de Feliciano, el viejo sindicalista, y trabajaba junto a su maquina, Pero acababa de pasar una quincena en los calabozos a causa de su gesta de la que no salié sin algunos revolcones y cardenales. A su vuelta era el centro de la atencion de todos. Alli estaba, soportando golpes y chistes —Vamos alla —propuso Desiderio, picado por la curiosidad y con deseo de agradar a Artura Salieron del despacho y descendieron por la escalerilla que llevaba directamente a la nave central de los telares. Pronto el fragor de las lanzaderas les hizo levantar el tono de la voz. Al hallarse en el centro del pasillo le invadié de nuevo a Desiderio la sensacién sofocante que le aturdia cuando se disponia a enfrentarse con lo que Llobet Ilamaba, de manera abstracta y mor- tificante, «el personal». En la coyuntura de enffentarse con ellos, de verlos cara a cara, el anumo de Desiderio se sentia un poco confuso. Sin embargo, y anticipandose a su apoderado, echo a andar. ‘A ambos lados del pasadizo central se alineaban uno tras otro los telares, que se prolongeban en miimero copioso a ambos lados, como attefactos de guerra en una parada militar. A medida que avanzaban, los obreros parecian perder una parte de su personalidad, en aquella circunstancia creia Desiderio que dejaban de ser hombres individualizados para convertirse de pronto en adherencias y complementos del mecanismo que manejaban. Conocia a algunos de ellos, de tanto verlos pulular por el patio ala salida mas que de observarlos al pie de la maquina Avanzaba con lentitud, como su padre, pero a diferencia de este no se paraba a interpelar a natie sobre cuestiones de trabajo. Se dinigio derechamente, a mitad de la sala, al telar en que trabajaba Maximo, a quien identifico porque todos, en aquel momento, le estaban mirando. El hombre paro su maquina, para poder contestar al hijo del duefio con mas llaneza —_Qué tal, amigo? Me han dicho que tuviste un disgustillo Era un joven de unos veintipocos afios, pomulos fuertes y cuello poderoso, una nariz roma entre dos ojuelos vivaces. Su tez era blanca algo sonrosada y el pelo, castafio claro, le hacia un revoltijo sobre la frente, que acentuaba su gesto malicioso y un poco desvergonzado Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 2 —El disgustillo lo tienen ellos, La verdad es que yo triunfé, pero me agarraron Hablaba con un ceceo andaluz, comiéndose el final de las palabras —Me lo hubieras dicho, hubiéramos ido a aplaudirte, hombre de Dios, esas cosas se avisan El tono era amistoso y de confianza Parecia que a Maximo le gustara esta expansidn con las altas esferas, que nunca se habian dignado hasta entonces descender a su nivel —Sube mafiana ami despacho y hablaremos mas de este asunto. De donde eres ti? Hubo un asomo de desconfianza en el rostro del obrero —De donde vaa ser uno? —iNo has nacido aqui? —iNi hablar! Soy de Murcia Era ociosa la cuestion. El dejo erainconfundible, y hasta la expresion —Desde cuando trabajas con nosotros? —iQué sé yo! Como cuanto hara que me vine? —inquinié torciéndose hacia su compafiero, un hombre maduro, que contemplaba la escena a su lado sin que en su rostro se moviera uno solo de sus musculos —Lleva dos afios aqui. Primero estuvo en Tintes, hasta que me lo traje, con permiso de ustedes —dijo el segundo operario. La facha y la actitud de ese segundo operario no se prestaban a ningun género de jocosidad Hablaba en serio y con voz muy clara, sin dejo alguno. Desiderio le observe unos instantes, Iba a decir algo, pero insistio, para termina: —Lo dicho. Sube a verme cualquier rato, Asi me explicaras eso, por si te puedo ayudar, que conste... tranquilize Otra vez el silencio y el golpeteo de las maquinas se producian a su contorno, de regreso al despacho. Esos eran, segiin decia Nicolés Borreda «nuestros invitadosy. Sabia de Feliciano, el operario serio que terciara en la conversacién, que era un jefazo en la Sindical, eran aquellos cuyos votos habian dado, principalmente, la victoria del 12 de abril. Asi, uno a uno, componian el substrato oscuro dela sociedad, muy lejos del aire afable que discurria por los greens del golf de Pedralbes. Esos eran la amplia zona de la ciudad que desde la colina de Pedralbes se divisaba como un mar confuso de chabolas y techumbres, en las zonas lejanas que se mezclan ala orilla del mar y que estan sumidas en la humedad y en la neblina Y a ellos querian ahora apartar de toda participacion publica, sustituirlos por el campesino ala hora de la presién social, porque ellos recibian consignas y actuaban en grupos y tal vez Ilevaran en la recémara la bala que los iba a destruir. En aquel instante soné el teléfono. Desiderio habia dejado al apoderado en su despacho y estaba solo en el suyo, frente a su mesa Le atosigé raudamente una inquietud. Era preciso que su padre se repustera, eranecesario que no le dejaran «todavia» al frente de todo aquella Heblaba el doctor. La gravedad y la incertidumbre subsistian. No habia empeorado, pero todavia persistia la agudeza del mal. Era preciso esperar veinticuatro horas, la crisis no podia tardar mas de ese lapso en producirse —Pero, diga doctor. ,Qué impresién le da? —Yo tengo confianza Su corazén es fuerte. Es preciso tener confianza y esperar. Eran ya las once y pico de la mafiana Colgé el teléfono y se dispuso a salir. Se despidio de Asturo, Abrié la puertecilla de la administracion. Una docena de empleados en mangas de camisa estaban abocados a las mesas, enfrascados en los papeles. Miguel Llobet —el joven— levante la cabeza, se incorporé y con la mano le hizo un signo para que le aguardara Ya junto a al, le explico que queria despedirse. aquella tarde empezaba sus vacaciones. Estaria fuera solo unos dias, puesto que se guardaba otros tantos para el fin del verano... Su aire deportivo y su sonrisa parecian aquel dia recién estrenados. Era un mocetén impetuoso, de mirada clara y expresiones vehementes y rapidas. No se parecia a su padre, que siempre daba rodeos para expresar lo que pensaba —¥ adonde vas? Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 26 —Voy a Rupit, con unos amigos. {No lo conoce? —No. —Es un lugar soberbio, lo mejor de Catalufia, encima de las Guillerias. Esta a mitad de camino entre Vich y Olot. —Que te pruebe mucho —Desearia que me avisara si, por desgracia, ocurriera algo a su padre —heblaba sin cumplidos, sin circunloquios—, pero confio en que todo ira bien. Mi padre tiene mi direccion, Si estuviera en mi mano ayudarlos aqui, me quedaria, pero qué puedo hacer? —Nada, No te preocupes. Disfruta de tus vacaciones, eso es todo —Gracias, y hasta la vuelta —Adiés, Miguel Desiderio le dio la mano y un golpe amistoso en la espalda y siguio su marcha hacia el exterior, por la escalinata Volvié a su casa Josefina le aguardaba Le confirms lo que el médico acababa de decir. Entré en el cuarto del enfermo. Su respiracién, en relacién con la de la jomada anterior, parecia més regular y calmada Joaquin Rius entreabrio los ojos, miré a su hijo unos instantes y le parecid a este que esbozaba una sonrisa cansada. Luego tumb6 de nuevo su frente en la almohada —Yo no vendré a almorzar, Josefina. Pero telefonearé, y esta tarde, a eso de las cinco, pasaré por aqui. Josefina le despidio en la puerta Desiderio subio al coche, lo puso de nuevo en marcha y se dirigio, por las Ramblas, hacia la Barceloneta, junto ala playa El barrio, originalmente sede de los pescadores, era ya un conjunto de casas desiguales en los que habitaba gente de toda clase de oficios. Desiderio habia encontrado en una de ellas, remozada frente al mar, una especie de palomar, una azotea que habia transformado en estudio. Era uno de esos rincones fraudulentos para esconder los encuentros que no se pueden exhibir. Se legaba a él por unas escaleras pinas y mugrientas, en las que se ofa chillar y lorar alos nifios del interior de los cuartos, los cuales, a veces, aparecian en la escalera sin calzones y con las narices sucias. Blanquita y él raramente subian juntos aquellos escalones. Acostumbraban a encontrarse ya en el interior del atico, que, por contraste, habia sido decorado por Desiderio con refinamiento. Al llegar ala cumbre todo parecia cambiar. Y Blanquita respiraba alli, finalmente, sin miedo Desiderio dio vuelta al llavin y entré. Sobre el divan turco estaba tendida Blanquita, El escote y los brazos parecian hechos con una materia mas noble y magistral que cualquiera otra Su cabello rubio, en cascada, luia hasta sus hombros y ocultaba una parte de su mejilla, estaba adormecida abandonada a la leve brisa que entraba por el batiente abierto que daba ala pequefia terraza, en la que habia un balancin de dos plazas con un dosel de lona amarilla que lo resguardaba del sol. En el interior la penumbra era fresca y la luz moderada y suave Desiderio se acerco a ella, se tumbé a su lado, la acaricio y la abrazo, la beso sin respiro. Ella se revolvi6, tardamente, décil a la acuciante arremetida De vez en cuando, unos suspiros, unas palabras sueltas se perdian en el rumor que, abajo, en la playa, en la calle, hacia el vagido de la muchedumbre y los sones lejanos y cascados de un altavoz, hiriente en la caligine del mediodia Era ella quien habia querido que eso fuera asi y transcurmiera de ese modo. El no la forz6 a subir, la primera vez. Se entrego a él antes que a nadie y para siempre. Y a medida que pasaron las semanas y los meses y se sucedian las estaciones modificando el estilo de luz de aquel contomo exiguo, pero suyo, testificaba ella que hubiera vuelto a hacer lo propio cien veces que hubiera sur- gido la ocasion. Cuando él oponia reparos a su situacién y le decia que toda la vida sin ataduras, estaba por delante de ella ella se negaba a escucharle. Y cuando, en la incertidumbre de los dias y de los inexorables lapsos del calendario, parecia que surgiera una demora un aplazamiento de la condicién que ella era, le miraba alos ojos con cierta expectacion. —Deseo con toda el alma tener un hijo tuyo. Nadie lo sabria, ta y yo. Y eso lo arreglaria todo Después, mas tarde, Blanguita y Desidenio estaban sentados, uno al lado del otro, en la terraza del estudio, frente al mar, desde aquel mirador se columbraba la agitacion de la muchedumbre en la Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 7 playa, lacerada por el sol y, alos lados, el espectaculo del barrio pescador y proletario, con la colada colgada en las azoteas, que una ligera brisa removia Habia transcurido como un vendaval sin huella, como un estallido impremeditado y tumultuoso el misterio erotico, y ahora quedaba un impreciso relajamiento, una atonia sosegada La fuerza del sol era deslumbrante. Bajo el dosel de lona de la terraza, la cabeza de Blanca, apoyada en el hombro de Desiderio, sostenida por él, no rumiaba ni La felicidad ni la ignominia Simplemente, se dejaba mecer por el leve vaiven del balancin, transida de abandonos, alos que llegaban como un eco lejano voces confusas, desde la playa, desde los tejados, como un resuello de muchedumbre que hiciera més patente y més sabrosa la soledad de ambos. En la lejania, unos patines a vela unos bajeles blancos y el humo, en el horizonte, de algun barco en derrota, ponian a su percepcién una lamina de irealidad y de ensuefio. En aquellos instantes nada existia, nada parecia existir de verdad mas que ellos dos, unanimes, en el silencio y la entrega De qué podian recelar ni qué cosa podian temer? La circunstancia era exclusiva nadie la podia hollar. Mientras estaban juntos en aquel lugar, al abrigo de todo y de todos, el universo entero era accidental. Solo al separarse volvia a ser, cada uno, vulnerable. Pero mientras permanecian alli, en el silencio, cabalmente eran el centro del mundo, firme como una pieza de granito incrustada en la terra. Les parecia absurdo, incoherente, cuanto quedaba al margen de los dos. Ni los escripulos de su vida corriente, ni las amenazas que les cemnian, el trabajo, los recelos familiares de cada uno de ellos, todo desaparecia, se diluia y dejaba de existir. Por eso Desiderio estaba convencido de que, si se terciara, podria realizar sin temor su suefio y abandonarlo todo y quedarse con Blanca para siempre, porque entonces ya no pensaria en nada contingente y ajeno a ellos. Los temores, las incertidumbres, el dolor estaban unicamente en la exigencia de la separacién. Cuando mas inquieto se sentia por la irregularidad y el peligro de sus relaciones, confiaba a Blanca, en su depresién: «Lo que temo es que un dia, sin saber como, nos echen del Paraiso». Ella protestaba, vehemente, segura de si: «No podra ser, porque el Paraiso somos nosotros» Después, mucho despues, a vida exterior pugnaba por filtrarse de nuevo por las rendijas mal cerradas del énimo. Entonces comenzeba alguna conversacion trivial. Blanca preparé un poco de comida y calenté café. Hablaban como dos chiquillos, sin ocultar ni un atisbo de lo que se les iba ocurriendo. Eran esbozos, a veces caricaturescos, de la gente que ambos conocian, o recuerdos dormidos de la nifiez, que a nadie hubieran podido confiar. Blanca contaba sus andanzas por la tierra, en Andalucia Desiderio explicaba entonces cémo se habia enamorado de Jeannine, el dolor que sufrid, quién era ella Lo hacia, no por hacerla suftir, sino porque era ella misma la que le sonsacaba curioseando, para enfurecerse al fin. «Ya debe de ser vieja y fea. Yo, no, yo soy todavia joven», afirmaba, desafiandole. «O quiza ya esta muertay. «Si, ya lo estan, decia él, Entonces Desiderio no podia evitarlo; la abrazaba sin resistencia y otra vez se debatia y luchaba y la besaba Y sin embargo, implacablemente, se acercaba minuto a minuto la hora de separarse otra vez, de mezclarse cada uno por su cuenta en el tumulto ciudadano, de romper la intimidad y de volver al riesgo. Desiderio la contemplaba entonces con dolor. En aquella figura juvenil y hermosa estaba toda su vida. Pensaba que llegaria, que tal vez llegara el dia en que esa realidad pudiera aflorar ala luz publica, no ser ya mas un secreto vergonzante y oculto. Ella era mucho més que un amor compartido, infinitamente mas que una aventura o un placer. Ella era cabalmente su alma entera, su amigo y su hermano, el cuerpo que adoraba, la voz que presentia, Ese ser innominado en mitad de a ciudad, en mitad del mundo, era para él la ciudad entera, el mundo concluso. Y si era tan sencilla su afeccién, tan natural su hallazgo y su encuentro, gpor qué habia de ser a la vez tan dificil? Un dia, inesperadamente, todo tendria que venir a su cauce... ,cudndo, cémo?... ,Y por qué era asi? Cuando lego de nuevo a casa de su padre no habian dado todavia las cinco, pero recordé entonces que se habia olvidado de llamar, como habia prometido, a Josefina En cuanto esta abrié la puerta, él advirtio que algo inesperado estaba ocurriendo. En el interior se oian voces, vaces graves, y el rostro de la vieja doncella estaba desencajado y angustiado —Mal. Muy mal. Ha empeorado, Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 28 Fue como una cuchillada que hiriera de sibito a Desiderio. De golpe adiviné la realidad de su desercién, de su olvido —Estan ahi los doctores. El doctor Finat ha convacado una consulta, Yo he llamado al sefior Llobet, que esta ahi también. Y ahora vendra el Vistico Se quedé sin respiro, abrumado de dolor, de remordimientos, sin acertar a cruzar aquel recibidor que le asomaria a la imprevista realidad Todo cuanto dejaba atras —el borron de sol de la Barceloneta, el cuerpo y las palabras de Blanquita— le parecian un delirio culpable. Y estar alli entonces, entrar de golpe y sin transicién en la rotundidad de la muerte, abocado al infinito y ala desolacién, una vesania sin atenuante En el salon, con el doctor Finat, médico de cabecera estaban dos hombres mas, dijeron su apellido, eran dos eminencias, que se incorporaron con un aire indiferente y profesional. —Se ha declarado la inflamacién en el otro pulmen. La temperatura ha subido atin mas. Tiene cerca de cuarenta y dos grados. Francamente, he aconsejado que llamaran al sacerdote, la doncella me lo ha sugerido. Todo esto agrava la cuestion. —Pero. —Si; puede morir. —Y.. dhabria esperanzas? El doctor miré a sus colegas. Hubo un brevisimo silencio —Naturalmente, mientras hay vida... ya se sabe Lahabitacion del enfermo estaba totalmente a oscuras, solo alumbrada por la llamita tintineante de la lamparita de aceite. Alli, en un rincén, estaba Arturo Llobet. A pesar de la oscundad, su estampa era inconfundible. Se incorporé en las sombras y se echd a llorar, en brazos de Desiderio. Este sintio el estallido de aquel sollozo viril en sus solapas, sobre su pecho, como una tempestad sorda y contenida que rompiera el hechizo incauto y baldio de las horas anteriores, alli donde también el rostro de Blanquita se habia apoyado para sofiar. Aquel convulso jatleo del hombre, sin mentira ni continencia, hondo y terrible, desmantelé de pronto su imo. Sintié que algo insospechado, nunca sentido, le arrasaba de pronto. Le temblaron las piernas y el animo, y cayé arrodillado junto al embozo de la sébana Su frente, perlada de sudor, cayé sobre la mano del enfermo, que era casi la de un cadaver. No pudo precisar si estuvo asi unos minutos, unas horas. Se levantd de pronto, en busca de Josefina La vio, hundida en un rincon. Musité —Envia un telegrama urgente a Caldetas. Que vengen en seguida la sefiorita y el chico. Diles la verdad. —Y entonces rompio allorar, primero en agudo jadeo, luego sordamente Se escuche en la puerta el sonido de una campanilla y se vio el reflejo de unas velas cuya luz lamia insensiblemente el papel de los tabiques, al avanzar. Los doctores se habian marchado Entraba el sacerdote, precedido por dos monaguillos, en la oscura habitacion, Exanimes, abrumados, Llobet, Josefina y Desiderio cayeron arrodillados. Un monaguillo habia avanzado poniendo en manos de cada cual una vela encendida La habitacion se lend de gente. Habian entrado la portera y unos vecinos, una docena de rostros a medias conocidos, con ese dolor que las circunstancias imponen y que no alcanza a ser sincero. Se acerco el sacerdote ala cabecera del enfermo y susurré en su oido unas palabras, al tiempo en que le cogia y apretaba, sobre la sabana, aquella mano inmevil y blanca Volvio a hablarle, sin que el enfermo se moviera. Solo se oia, ahora hondo y angustioso, lacerante, el bronco silbido de la respiracion, Cuando le hablo de nuevo, este respiro parecio quebrarse unos instantes, luego volvio a empezar y le bendijo, Sacé con cuidado, con devocién, la santa hostia de una pixide; la mostré sin dejar de orar y haciendo con ella brevemente la sefial de la cruz en el aire, se inclind sobre el enfermo. Josefina y la monja le ayudaron a incorporarse un poco. Don Joaquin entreabrié un instante los ojos. Fue un breve fulgor, un rapido reflejo. En la boca, que era como una mueca sin dibujo, entré la parcela blanca consagrada. Paso el sacerdote la yema de su pulgar derecho por la frente, por la boca, por el pecho del enfermo. Luego el clérigo se incorporé, Ore en latin y bendijo y asperjé a aquella figura yacente y la habitacion. Desidenio y Llobet estaban con la cabeza inclinada en el pecho, ahogando, dominando su dolor. Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 29 Josefina, en cambio, el pelo cano, los pasos cortos, hacia acopios de entereza y balbucia «Por tu Cruz y Pasion, librale, Sefior... Por tu muerte y sepultura, librale, Sefior...». La monjita y ella leian esas letanias en un devocionario, amedia voz ‘A pattir de entonces las horas volvieron a discurrir lentamente, angustiosamente, Se hizo de noche y quedaron los cuatro —los dos hombres, la monja y Josefina—, encerrados en la habitacion agobiante, caldeada por las emanaciones de los eucaliptos hirvientes y los cazos humeantes. De vez en cuando, Llobet y Desiderio salian al salén y respiraban junto al balcon entreabierto la emanacion més fresca de la noche. Transcurrieron muchas horas. En un instante, inesperadamente, se acercaban ala cabecera del enfermo para contemplarle, para alisbar en sus rasgos algun signo que les permitiera aventurar el estado en que se hallaba, alimentar alguna esperanza, Pero todo seguia igual. Otras veces les parecia que el silbido tragico de su respiracién se atenuaba y en alguna ocasion, alarmados, creyeron que habia cesado de respirar. Pero luego, poco a poco, la respiracion se fue volviendo otra vez més pausada Eso ocurmié al amanecer. Derrotado, acabado, Desiderio se adormecié en un butacon, en la sala Llobet cabeceaba sin moverse de la silla, frente a él Con la luz del dia, Desiderio fue a su antiguo cuarto y se tendid en la cama, Durmié isregularmente, a trechos. Como en la noche anterior, las tltimas horas del suefio fueron totales. No se habia quitado mas que la chaqueta, los zapatos y la corbata para dormir asi. Le desperto una voz inconfundible, que aleteaba sin rebozo por los pasillos, por lo visto ajena al clima en que aquella casa habia vivido desde que don Joaquin enfermo Era Crista, su mujer. Desmelenado, salio a su encuentro, Llegaba sin Carlos, pero en cambio la acompafiaba una amiga, Cecilia Pons, que desde hacia algunos meses era su inseparable. —No, no. De ningtin modo, Carlos, no —arengaba a Josefina— ,Para qué? Esas cosas los chicos después las recuerdan toda la vida, verdad, Cecilia? Yo recuerdo, cuando murié mi padre, el pobre, qué angustias! Son cosas y manias de antes. Y que conste que yo ami padre lo adoraba te lo juro, era una persona admirable. El me queria con delirio, esa es la verdad. {No llegaste a conocetle, Cecilia? No, clara que no... |Qué despiste, hija mia! Si cuando tu y yo nos conocimos ya estabamos casadas... jAh, mirale como sale! Que facha, hijo mio! —comento, al ver a Desiderio asomar por el pasillo, desmelenado y sin arreglar, en mangas de camisa— Le decia a Josefina que resolvi no traer a Carlitos, el pobre. jlmaginate qué impresién! Desiderio cruzé junto a ella crispado. Iba a pasar, pero se detuvo. Saludé a Cecilia —Discillpame, pero... hemos velado casi toda la noche, Pizpireta, Cecilia —baja y rechoncha, hermosa de cara pero desfigurada por los potingues— simul, sin embargo, una compuncién que no afectaba a Crista —Es natural. ,Como esta tu padre? Desiderio miro a Josefina Esta hablo por él, ante el desdén ostensivo de la mujer de Rius. —Estas iltimas horas parece que esta un poco més tranquilo, gracias a Dios. —Vamos para alla —ordeno Crista —Pero tendras la bondad de hablar més bajo, querida Esta muy mal, muy mal, y quiere silencio... —intimidé 4. Aun antes de que entraran ellas, Desiderio quiso hacerlo solo y con un signo mandé a Crista que se detuviese ala puerta Estuvo dentro unos instantes y luego permitié que entraran, aconsejando, sin embargo, silencio —Ahora descansa, Por favor, dejadle asi. No obstante, desde fuera oia Desiderio el barboteo de las palabras de Crista unas palabras fuera de lugar, ajenas alo que alli estaba ocurriendo. Cuando las dos mujeres estuvieron de nuevo en el salén, Desiderio arremetio, con cautela, a su mujer —A pesar de tus razonamientos, deberias haber traido a Carlos. En estos momentos debiera estar aqui —Ves como son? —solté Crista a su amiga, buscando en ella una especie de complicidad y refiriéndose en su generalizacién no se sabe si al género masculino globalmente o ala especie de los maridos en particular—. Chica, una hace un sacrificio, se levanta, se viene, arma un zipizape en casa, llega sudando... Pues lo primero que le sueltan es un bufido. Total, zpara qué? Tu padre esta Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 30 enfermo y la verdad, ya tiene afios, pero... no se va a morir Desiderio la miré con fijeza, con dureza, sin hablar. —En esta casa siempre han sido alarmistas —dijo, dirigiéndose de nuevo a su amiga—. Desde que era pequeiio, la dichosa Josefina que es su ojo derecho, le tenia de mimado que no quieras saber. Y cualquier cosa que pase es yala catastrofe —Callate, por favor, Crista—exigié él, con dureza —Me voy a casa hijo, alamia Tengo infinidad de cosas que hacer. Alli estaré toda la mafiana, sino mandas lo contrario, Chica, el verano lo trastoma todo. Y ademas, mira como voy. Tengo que pasar por el peluquero. Luego volveré, querido. Y oyé que, ya por el pasillo, ilustraba a su amiga —El abuelo es fuerte... Ti veras como nos entierra a todos Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 31 iit Desiderio y para Arturo en la atmésfera sofocante de la alcoba oscura y caldeada, donde el viejo Rius se debatia entre la vida y la muerte. A partir del cuarto dia después del Viatico, la fiebre empezé a ceder y la respiracién se volvid imperceptiblemente mas pausada Postrado, con extrema debilidad, el enfermo abrié aquella mafiana los ojos, que mostraron un reflejo mate pero expresivo de la vida que volvia y que vencia Entonces Desiderio y el apoderado se permitieron tumarse de nuevo en el trabajo, cuya direccién y responsabilidad habian sido confiadas durante el tenso proceso de la crisis a manos subalternas, a jas manos un poco inhabiles pero consecuentes y bienintencionadas del contable Maluenda un hombre albino y timido, cargado de afios y de achaques Cuando dos dias después regresé Miguel Llobet, el muchacho, de sus vacaciones en las Guillerias, se encontré con que en la fébrica y en su propia casa volvia a renacer la normalidad, ain no exenta de temores. En la figura de Arturo, su padre, se notaban, sin embargo, las huellas del trastomo, Habia enflaquecido, los pemulos se le marcaban en el rostro, cruzado por profundas ojeras. Respiraba con dificultad al subir la escalera. Contrastaba con la vitalidad del muchacho, que legaba del campo pleno de salud, desbordante de energia, curtida por el sol y respirando a pleno pulmén los aires ciudadanos, como si no le afectara la diferencia de sabor que el hollin y el polvillo. de la ciudad dejaban en su paladar y en sus pulmones, contrastados con la pureza, transparencia y frescor de los aires de montafia. I OS dias que siguieron fueron de incertidumbre y de angustia, y transcurrieron para Habia estado acampado en un peldafio enorme de la cresta de las Guillerias, en el repecho de un manantial que, antes de despefiarse en el vacio con una inmensa, interminable hebra de luz, que se tomaba de oro al ser cruzada por el sol, formaba un ago de aguas transparentes y firias, En esta soledad, que el rumor de la catarata rubricaba por la noche, todo era distinto: la vegetacién, —_ubérrima, maridgje de soberbios dlamos y cenicientas encinas, de robles oscuros y helechos de un verde aterciopelado, de castafios de copa solemne, que cubrian el curso, encendido de reflejos, del manantial. El campamento estuvo entre los dos brazos del rio, que las truchas pespunteaban a mediodia, avidas de superficie y de sol. Eran dos docenas de muchachos, casi todos ellos empleados de comercio o de industrias como el propio Llobet, insuflados del ardor patridtico que, mas ain que sus ansias de aire libre y de intemperie, los Mevaba a hollar la tierra y el solar con dedicacion sensorial e idealista El grupo estaba acaudillado por Gaspar Devesa, un par de afios mas viejo que los demés, en cieme historiador y erudito, gedlogo, poeta, ildsofo y artista Congeniaba en aquel lugar con la Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 32 flora y el fulgor del agua, porque habia nacido no lejos de alli, en una masia cuadrada de la marca carolingia, bastién contra la moreria desde los tiempos de Carlomagno, y cuya linea de sucesion y de herencia, como la de una dinastia feudal, estaba desde el siglo XII impoluta de sangres forasteras. No hacia mas de cuatro lustros que la linea tan ardidamente preservada durante centurias se habia visto truncada de pronto, Atin no habia podido explicarse Gaspar Devesa las raices del hundimiento. Un padre emprendedor y reformista puede acabar en el plazo de una generacién con aquello que la historia ha plantado como un arbol en el solar y que recibe la savia dela tierra Y eso habia ocurrido en la heredad de wca’'n Devesan, ahora en manos de unos sobrevenidos de Gerona con negocios en la capital y torre veraniega en S’Agaré. Pero Gaspar Devesa se sentia el heredero de larazay hasta el simbolo de ella. Era un revolucionario anterior, muy anterior a esta palabra, un «emensa» intransigente ¢ isredentista que pretendia rehabilitar la historia en aquel punto en que habia quedado truncada No queria saber de otro pais ni de otra tierra, que estas son intransferibles, y consideraba cualquier componenda o defeccién como un grave pecado contra el espiritu. Al principio se habia adherido a los ideales en una noble comiente confusa, exaltada en su animo por las consecuencias politicas de la guerra del catorce, en las que se mezclaban los principios de la autodeterminacién de los pueblos, de las pequefias nacionalidades —y pensaba en Masaryk, en Briand, en los hombres que las entronizaron— junto a ciertos médulos tolstoianos, cierto anarquismo ideal, cierto individualismo feroz y altruista de raiz cristiana, segtin los moldes de la «no violenciay de Gandhi. Pero en 1926 conocié al coronel Macia y particip con 4l en la conspiracién de Prats de Molio, que pretendia sublevar a Catalufia desde el borde mismo de la fontera francesa El movimiento no fue mucho més que una excursidn, con arengas, manifiestos y declaraciones a la prensa comarcal de los bajos Pirineos, pero encendié en él la llama de su patriotismo y de su dinamica ideologica Era un muchacha alto, de noble rostro, de ojos inteligentes y sosegados, pese al hervor que escondian. Tenia una gran autoridad sobre los demas y una organizacidn en cieme que se dispersaba por las principales poblaciones de Catalufia, sobre todo en el Vallés y en la comarca de Vich. Su fuerza eran la claridad, la rotundidad de su exposicién verbal y su tenacidad. Era, en verdad, un dinigente Miguel Llobet le habia conocido un afio atras, en el Café de la Rambla, donde sentaba a la sazén su cétedra Luego paso con él muchas veladas en la redaccién de un semanario intransigente y juvenil llamado L ‘Zmprenta, en el que Miguel Llobet, con aficiones literarias, empez6 a escribir. Pero la accidn proselitista y la cohesion del grupo se efectuaban de hecho en las reuniones campestres, que tenian una vertiente simplemente deportiva y gimnastica y otra vertiente, mucho mas acusada de ejercicio militar Ellas respondian a una ambicion formativa global de los hombres que se reunian. La disciplina era estricta, dura, la organizacion de los campamentos, adecuada a las formu- las que emparentaban, a un extremo y a otro, el escultismo internacionalista y al fascismo naciente en Alemania y en Italia Pero ellos eran catalanes, solo catalanes, Su instrumento de expansin cultural se lamaba «Palestran y su catapulta ideologica y politica «Nosaltres Sols»” Escondidos en las casas de Rupit, junto a los muros de piedra de dos metros de anchura que * La agrupacién nacionslista radical catelana Nosaltres Sols! (traduecién literal del islendés Sirm Fein) fimdada y lidereds por Daniel Cardone i Cit, fue le primera organizacion politice-rmada del siglo XX en Espaiia. Nacio en. 1916 aprovechando al locel de Ia Unio Catalanista El unico objetivo de le orgenizacion fue enfrentarse a los que consideraba enemigos de Cetaluiia, Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 33 fueron otrora fortaleza y bastién, se ocultaban amas y libros: Ia accion y la cultura Y alaluz de las fogatas y de los vivaques, en los mismos recodos donde se ocultara tres cuartos de siglo atras y fraguara sus golpes un caudillo local amado Tristany, en las guerras carlistas, o donde hubiera trasegado Perot Rocaguinarda, fraguaban su revuelta y esperaban los grupos de Gaspar Devesa actualizados y en tensién. El campo, la noche, los repechos geologicos, los valles de sensible temblor vegetal, los pajaros azules que gravitaban sobre la enorme explanada, oteando el vacio, eran la concrecién absoluta de la patria intransferible, inmutable en el tiempo, al abrigo de toda filtracion y de toda llamada. Gaspar Devesa hubiera podido nacer en el siglo XIII y hubiera tenido razén. Pero habia nacido ahora y su abstraccion ideal era el campo, la tierra, precisamente lo que concreta la historia. Fuera de él, ya se hallaba indefenso, puesto que las corrientes del tiempo y del siglo empapaban de su realidad todas las restantes estructuras sociales. Y en la ciudad debia de hacer frente con riesgo y con dolor a cuanto, sin deseatlo, habia sobrevenide y era el aluvion o la embestida de fuerzas desbocadas, irresistibles, de la época transformadora y veloz. Miguel Llobet se hallaba fanatizado por Devesa Todos le admiraban, pero Miguel Llobet le idolatraba, Miguel era inseparable en esta devocion de un muchacho enjuto y nervioso, poeta vanguardista y ex estudiante de cura llamado Francisco Altafulla, cuya madre, viuda, regentaba—y a él le mortificaba esta absurda conexién espafiolista— un estanco en la plaza de San Agustin. Selo habia proporcionado a su madre un ministro radical en reconocimiento alos servicios que el padre de Francisco le habia rendido afios atrés como jefe de una patrulla de la porra en las elecciones. De estos antecedentes y filiaciones hacia ahora caso omiso Francisco Altafulla, enfrascado en la lectura de Marinetti y embebido en textos de economia politica A pesar de su naturaleza no excesivamente robusta, soportaba con ardor las incomodidades y durezas de la vida de campamento y se enardecia con los augurios llameantes de Gaspar, que postulabala accién para muy pronto. Asi como Llobet y, en general, todos sus compafieros, flanqueaban a Devesa sin célculo, en una entrega generosa Altafulla se hacia ya, en cambio, un disefio de las posibilidades que le cabria aprovechar cuando triunfara el movimiento. Era separatista por conviccién, pero, en el fondo, del futuro Estado Catalan lo que més le interesaban eran las oficinas. El orgullo de la catalanidad se manifestaba en formas caprichosas, Existia el universo entero, las formas mas abiertas de la politica, pero no existia Espaiia. El castellano era una lengua extranjera solo utilizada por los empleados del Estado que acampaban en Barcelona como una plaga discordante y refractaria, o por los inmigrantes de toda especie, desconocedores de la higiene y plagados de lacras Ia sifilis, el tracoma—, que patentizaban el atraso y la miseria de Castilla El exclusivismo era en este aspecto total, pero en cambio se recibian, leian y comentaban las revistas francesas y las uingaras, los boletines del Pen Club, los folletos de la Organizacién Intemacional de Educacién de la Sociedad de Naciones, bajo cuya égida y tutela se confiaba en que un dia Catalufia ibaa obtener su independencia, dentro o fuera de la Republica espafiola Encuadrados y en formacin, los torsos desnudos tosténdose al sol ardiente y en el transfondo aciistico del mediodia que desgraneban a millares las cigarras, amodorradas en los viejos troncos de las quebradas y del valle, Gaspar Devesa habia dado su consignay su instruccidn, con tal fuerza que los animos de todos quedaron sacudidos por la llamada —Bstarem preparats per a la gran diada. Quan s apropi l'hora jo seré amb vosaltres. No sera una revolta sind un capgirament. Catalunya i avant! Miguel Llobet y Francisco Altafulla regresaron a Barcelona primero en la techumbre de un autocar, por los escollos y revueltas de la carretera polvorienta, luego en la plataforma del tren ahito, con las mochilas en la espalda, cargados de su peso que, en lugar de abrumatlos, parecia que les daba alas y los hacia volar. Se miraban el uno al otro como portadores de un secreto magnifico, que pondria en vilo al pais despues de mas de doscientos afios de ignominia Y les parecia mas dificil, pero mas acuciante y sabrosa, la oportunidad de la lucha a medida que el tren se iba adentrando en la Catalufia industrial y moderna, a medida que el vaivén de los desvios indicaba, ante un paisaje de casas desconchadas y de turbiedades atmosféricas, la presencia y la coaccion de las realidades civicas y sociales: las barracas y las chimeneas, el tufo del alquitran y el paso vertiginoso de los postes telegraficos o el renqueante fragor de los tranvias. Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 34 Los entusiasmos de Miguel quedaron un poco mitigados al llegar a su casa. El ambiente familiar de los Llobet no habia evolucionado mucho con los afios. Seguian viviendo en aquel piso de la Ronda de San Antonio donde Joaquin Rius, junto al abuelo asesinado afios mas tarde, habia pasado la noche del transito del siglo. Un gran retrato con orla negra pendia, en recuerdo suyo, del tabique principal del comedor y este, junto aun aparato de radio sobre una mesilla, era la tinica reforma que se habia permitido aquel hogar, rutinano y ordenado. Gertrudis Llobet, madre de Miguel y de Isabel, su hermana, era el prototipo de la mujer casera, solo ocupada en el gobierno de las cosas del hogar y pendiente de que la vida de todos los dias se deslizara sin trastomos. Ella sufria a veces por el temperamento impetuoso y deportivo del muchacho, por sus ideas, que consideraba un poco atolondradas. Pero sabia que era bueno, cumplidor y formal, amante de los suyos, y procuraba no contrariarle, Se miraba en el espejo de su mando, aquel ser ecudnime y serio que la habia protegido y que la habia amado, por cuya voz hablaba ella. No habian tenido mas que dos hijos, y aun separados entre si por media docena de afios de distancia. Isabel era una muchacha de dieciséis afios, educada segun los cénones de las madres reparadoras, hacendosa y callada, Su madre la vestia quiza con demasiado rigor, con una modestia exagerada, que no hacia, sin embargo, més que realzar las gracias de su aspecto. Era risuefia y timida y admireba a su hermano por todo lo contrario, aunque compartiera a veces la inquietud de sumadre Cuando a la vuelta de sus excursiones Miguel Llobet dejaba sobre las baldosas del piso una gruesa mochila lena de objetos y de ropa, arrugada y apestosa de sudor, la madre y la hermana tenian una jornada entera de trabajo, porque eran de los seres que no paran hasta que lo han dejado todo otra vez dispuesto. Lo que la mochila contenia les revelaba la existencia de un mundo alejado, de una tierra ignorada, de los riscos y las quebradas que nuncaiban ahollar, y con ello les entraba el temor de que Miguel se marchara un dia del todo, sin acertar a encontrar el camino del regreso. Pero no era asi, ni seria asi probablemente nunca. Miguel apretaba a su madre con el abrazo hasta casi quitarle la respiracion, y en este abrazo, repetido a cada nueva ocasién de regreso, presumia Gertrudis el ardor de la raiz que se abraza ala tierra Arturo Llobet, el padre, se hacia explicar al dedillo los pormenores de cada una de las jomadas que su hijo habia pasado fuera de casa y, en general, no hacia sobre ellos ningun comentario. Simplemente le gustaba estar al dia de lo que Miguel hacia y pensaba, mitad por deber patemal y mitad, aunque no lo confesara, por una secreta admiracion y envidia Cuando Miguel llego en esta ocasin —aunque Miguel nunca le contara del todo lo que ocurria alli, sobre todo en lo relativo a sus entusiasmos patricticos—, Arturo Llobet se limit a decitle, despues del relato —Bien. Mafiana hay que espabilarse. Don Desiderio —desde la enfermedad del viejo Rius, Asturo llamaba asi al joven— estara un dia ausente y yo tendré que recibir bastantes visitas. De modo que tendras que ponerme al dia la correspondencia, que esta algo atrasada —Y el sefior Rius, ,cudndo podra volver al trabajo? —Si no hay recaida de nuevo, Dios lo quiera, tiene atin para un par de meses. La sopa menestrala, invariable introduccién a la cena en verano como en inviemo, humeaba sobre el mantel, Arturo Llobet se santigua y bendijo la mesa La salida del tren de la ciudad, por el lado de la Maresma, era atin mas ambigua y tambaleante que por el circuito interior, al cruce de los desvios, Desiderio se sentia zarandeado en el asiento de segunda clase, en el que viajaba completamente solo. Cada vez que se trasladaba a Caldetas hacia lo mismo. La hora de trayecto le servia de reposo, y por consiguiente dejaba su coche en la ciudad. A la vuelta se hacia acompafiar por Antonio, el chofer de Crista en el Rolls de su suegra lo cual constituia para esta un halago impagable Llevaba dias con la intencién de ir a ver a su familia que veraneaba en la playa, en la antigua casa de Evelina Tenia que haberlo hecho antes de que su padre cayera enfermo, pero lo demoré. Luego, el hecho de que en las pocas horas que paso en Barcelona, Crista se hubiera presentado sin Carlos, no hizo mas que acelerar la urgencia de aquella visita, no por breve aplazable. Pero tuvo que esperar a que el estado de su padre no ofreciera demasiada inquietud. Y hacia el viaje en dia de Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 35 labor, para ehorrarse el «clima» social de Caldetas en domingo Lo que en otras ocasiones era un traslado mortificante y el cumplimiento de un deber lastimoso, se modificaba hoy por ciertos escripulos que sentia desde que estuvo con Crista brevemente, en la fugaz aparicién de esta con ocasin del telegrama Verdaderamente, algunas de las reacciones de Crista eran insoportables, pero una vez transcurridas, sus propias reacciones le causaban una tardia desazon. Tal vez hubiera podido estar mas discreto y comprensive con ella aunque la incomprension de Crista justificara cualquier intemperancia de su parte. No obstante, se decia, habia que tratarla como a.un ente especial, tal vez incluso como a una enferma, o por lo menos como a alguien poco normal, Ellano acababa de tener la culpa de todo lo que era yle ocurria. Por tanto, era preciso trampear y regatear, altemar la dureza y frialdad con otras secuencias de comprension amistosa y de carifio. En definitiva, también se trataba de salvar las apariencias, no solo por su hijo, en los pocos meses que sus estudios le dejaban con ellos, sino por todos los demas, en cuya compafiia vivian. El jadeo de un mar en calma empezaba a clevar en la maiiana soleada un vaho que aublaba el azul y la espuma de las olas casi pisaba el terraplén de los railes. Desiderio se adormecié, de vez en cuando ese mismo azul palpitaba unos instantes en su percepcién para volver a apagarse. En la aureola del azul amanecia, a trechos, la imagen de Blanquita, una imagen imprecisa cuyos rasgos se difuminaban sin llegar a concretarse. Tanto pugnar porque ella quedara impresa y viva en la ausencia, para que al cabo no pudiera jamés disefiarse en el ensuefio con la perfeccion de la realidad. Era un conjunto de formas vagas e irreales que no pertenecian a ella, que no lograban de ella mas que una atmésfera imprecisa, inasible y huidiza Pero aun esa sola sensacion fungible le atemperaba y le animaba de amor. Las estaciones y las paradas se fueron sucediendo durante largo rato, con unas sacudidas en vaivén. Aun lado, el mar, al otro, se disefiaba, irregular, el monte. Esa era la estructura del pais. En las colinas, dispersas, las torres de vigia, torres de moros, eran un residuo vertical de tiempos abnegados, ahora nido de garzas y cubil de lagartos. Mas alla al otro lado de la colina, los valles suntuosos y las masias doradas por el sol. Evocé Santa Maria con sus cauces y el bullicio del bosque, de haber sido otro, o si todo hubiera ocurride de otro modo, él estaria ahora alli, cabalgando el campo junto a Blanquita Ya llegaba a Caldetas, El tren aminoré la marcha resopl6, lanzé una bocanada de humo, que penetré por la ventanilla abierta, y tras unos chirridos y una nueva sacudida, paré junto al andén. En al puso pie Desiderio, sacudiéndose con la mano invisibles rastros de hollin en su chaqueta de seda cruda Subié a una tartana en la plazuela El tartanero le saludé jovialmente, por su nombre. El renqueante carricoche empez6 a circular, al paso lento y abtlico del caballo. No por conocido el trayecto dejaba de suscitar en él remembranzas de otros tiempos, su noviazgo, las horas, en definitiva dichosas ¢ inquietas, de su primera juventud. El tempo habia transcurrido no solo sobre él, sino sobre todas las cosas. La estructura de las casas y de los chalets acusaba la usura de los afios. Hasta en las calles se notaba que la vida de la poblacion veraniega, fraguada en los afios de principios de siglo y de la primera guerra, declinaba ya. Todo aquello habia dejado de ser la «moda» No obstante, su suegra y su mujer se empefiaban en defender el reducto hasta el punto de ser cabalmente una institucion, las fuerzas vivas que quedaban en él. El mustio Casino no albergeba mas que una parte de los asiduos de otra hora Muchos de ellos habian muerto: el doctor Durg, los Miralles... Otros habian emigrado a otros lugares, a Sitges o ala Costa Brava Evelina y Crista se bastaban, no obstante, para mantener los brillos de un cierto fuego sagrado, con la complicidad de algunos adictos Rememoraba la agitacion de los dias de su juventud, los explosivos pasos de aquel muchacho que se Ilamé Pablito de Inglada, reducido ahora, por fin, a una condicién de bourgeois gentilhomme ena ciudad de Tarragona, cerca de sus fincas. Y evocé en un instante, sin saber como, la gracia de Crista en aquel tiempo; su sensualidad juvenil y su vigor, su naturaleza llana y ardiente. .Como habia podido ocumir dia a dia, afio a afi, la alteracion mental, el desarreglo nervioso, la averia de Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 36 aquel temple? Y ello sin que el derrocamiento interior afectara para nada a la apariencia externa Todo lo contrario: Crista era todavia una mujer elegante y hermosa, tal vez més hermosa que antes Era literalmente un ejemplar admirable, capaz de hacer volver la cabeza a los hombres cuando caminaba por la calle y de provocar el requiebro vulgar de los desconocidos. ,Como, entre ella y 4l, habia podido cambiar todo de tal modo? ,Y como habia podido cambiar ella misma? Paro el coche frente a la puerta de hierro del parque. A través de los magnolios se advertia la linea del palacete, blanco, restaurado e impoluto. Pago y se adentro en el jardin, pisando en la grava Cosme, el jardinero, estaba regando unas plantas con la manguera Desiderio le pregunto por su mujer y él contesto que ella y su madre no hacia mucho habian salido hacia la playa Entro en el chalet y la camarera le confirmé lo mismo. También Carlos habia marchado en bicicleta, hacia rato Desiderio salié a la rotonda y se sento en una butaca de mimbre, bajo un parasol floreado. Pasaba una brisa fresca y, por encima de los setos, se columbraba el mar. En la soledad y sin Crista el ambiente de que estaban rodeados era confortable y benévolo, él hubiera podido ser feliz alli {Por qué no lo era? Asomé una muchacha esbelta en bafiador, su cuerpo era flexible y fino como el de un antilope suave, el rostra moreno y el cabello rubio, como de mies, Se sonrojé al verle. Esboz6 una excusa —No te vayas. :Por quien preguntas? cTendria quince afios, dieciséis? La edad que Crista tenia cuando él la conocié. Estaban tomando unos dulces, frente ala mesa del comedor, en el piso de Evelina del Paseo de Gracia El se arrimé a ella y le cogio la mano. Ella, entonces, la apreto contra si, contra su muslo, que era duro como la piedra Lamuchacha le miraba, atolondrada, a punto de huir —_Como te llamas? —Ceailia —2Ti eres hija de Cecilia Pons? No te reconoci. ;Cémo has crecido! ,A quién buscas, pequefia? —jEsta Carlos? —Ha salido hace un rato, en bicicleta Noté en el rostro de la muchacha una decepcién muy graciosa, una mueca voluntariosa y desairada, que le hizo sonreir —Pero ya volvera—tranquilizé —Bueno, adiés y gracias —contesté ella en voz baja volviéndose apresuradamente, muy sonrojada Quede solo de nuevo, gozando de aquella distensign. Cruzé un instante de nuevo la imagen de Blanquita, pero se desvanecio en seguida Ahora quedaba distante, superflua, incoherente Al poco rato se escuché un ruido de gentes, y un campanilleo de timbrazos de bicicleta inconfundible. Debia de ser una turba, a juzgar por el bullicio. Se oian voces de toda condicion, pero todas juveniles y chillonas. La primera que aparecié en la rotonda fue, otra vez, la esbelta figura de la muchacha rubia —Ya estén aqui, le he encontrado. —De veras? La turba entré en larotonda Entre ellos, tal vez mas alto y espigado que ninguno, estaba Carlos Era un muchacho radiante, delgado, agil, de tez blanca y pelo muy negro, parecido a su madre Sus ojos brillaban. Se acercé a su padre, abrazandole —Cuando has llegado? Luego, con esa incontinencia apresurada de quien cumple a destajo un renglén social impuesto por los otros, empezé a citar nombres presentandole alos demas. Todos ellos se acercaban con una urbanidad que traicionaba su azoramiento al darle la mano —Vamos ala playa {Te vienes con nosotros? —Si, claro que si Dejaron las bicicletas en el jardin y casi le empujaban por los senderos. Cuando, cruzadala via del tren, empezaron a pisar la arena de la playa, bajo un sol deslumbrante, no tardé Desiderio en divisar el toldo de Evelina, una especie de ostentosa construccién con entramado de cafias pintadas de azul, que sobresalia entre las casetas de madera y los parasoles de lona, Los muchachos, en Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 37 bandada, comieron hacia alla dejandole atras. Bajo el dosel se agrupaban media docena de personas, en tomo ala figura maciza, obesa e inmévil de Evelina Esta inmovilidad era consecuencia de circunstancias muy reconditas y escondidas. La presién de las ortopedias en aquel cuerpo era tal, que practicamente Evelina no podia mover mas que los brazos. Eso hizo, agitadamente, en cuanto se dio cuenta de la proximidad de Desiderio, al tiempo en que con voz cascada y senil repetia, ya antes de que él llegara Bienvenido! Por fin! (Qué sorpresal —y otras exclamaciones por el estilo Estaba sentada en un sillon de mimbre, especialmente hecho para ella, y en esta situacion, bajo una ancha pamela de color verde muy palido, parecia una extrafia divinidad incaica rodeada de aquellos a quienes se dispusiera a sacrificar Entre estos estaba Cecilia Pons, sentada a sus pies, y Crista, con otra pamela roja y en bafiador, muy escotado. Al lado de ella y vestido con traje de calle veraniego estaba un caballero con la cabeza cubierta por un canotier, sentado en un silloncito parecido al de Evelina, aunque menos vertical. Desiderio se acercé a Crista y le dio en la majilla un beso, que obtuvo una tibia con- testacion. El caballero se habia incorporado, Evelina le presenté, subrayando su nombre con una voz medida Se llamaba Vicente Burgada —Los Burgada de Sardafiola, yrecuerdas? Desiderio simulé reconocerles, sin bucear demasiado en su memoria —Eso es agua pasada —comento el caballero, quitando lastre al peso de su apellido, tan animosamente exaltado por ella. También estaba en el grupo un matrimonio joven, ella apenas hablaba el castellano, él lo hacia con un acento extranjero, gangoso, eran franceses. Ese apellido si lo recordo Desiderio. Era el de una célebre marca de champan, barata pero francesa, Parecian querer contradecir con su actitud la leyenda negra de los matrimonios franceses que circula en Espafia, puesto que estaban uno junto al otro y se daban la mano —Quise venir unos dias antes, pero ya sabéis. —Como esta él? —se interesé Evelina —Mejor. Por fortuna la fiebre ha cedido y el enfermo empieza a comer Entretanto, los jovencitos se habian disuelto en grupos sobre la arena y Carlos, entre otros, se zambullia y braceaba en la extensidn del mar. A lo largo de la playa, dos docenas de toldos y otros tantos parasoles aliviaban el sopor rendido de los cuerpos de otros bailistas, principalmente mujeres, amodorradas en la sombra o al sol. —_Cémo es que no te bafias? —pregunté Evelina— Yo quisiera poder hacerlo, pero @ mis afios. Hubiera sido demasiado complejo excusar esta razén, como seguramente pretendia Evelina cuyas flaccidas cames se mostraban ala esplendorosa luz sin ninguna atenuante —No traje el bafiador. Ademés, como tengo que volver a Barcelona muy pronto, el bafio me fatiga —Es una pena Yo me bafiaria si no fuera por la tensign. Tengo la tensién baja y el médico ha sido muy riguroso en esto. En cambio, el aire del mar me sienta muy bien. Desiderio observe que, mientras hablaba, Vicente Burgada no podia evitar unos tics instintivos que relampagueaban en su rostro, que por otro lado era agradable, de lineas regulares y correctas Semejaba un poco aun galan de cine, pero algo grueso y demodé. También observe que, aunque la intervencién iba probablemente dirigida a él, a quien miraba con répidos sesgos era a su mujer Crista le correspondia sin decir nada, asintiendo con la cabeza «He aqui su chevalier servant de esta temporaday, concluyo para si Desiderio observando la facha de aquel hombre, tal vez de su misma edad, impecable en su temo. Vicente Burgada debio de sentirse observado por él, ya que tercio en seguida, con una observacion trivial y mundana —Los tltimos bafios que pude permitirme el lujo de tomar fueron en el Leman, Pero jqué agual Parece horchata o algo peor —{Ha estado usted en Ginebra? —Cheri, Vicente era attaché ala Sociedad de las Naciones Ignacto Agusti La ceniza fue adrbol - 19 de julio 38 —Trabajé hasta hace un par de meses con don Salvador de Madariaga —Por cierto que acabo de leer de él un libro, breve pero sorprendente Anarguia y Jerarquia jLo conoce usted? —Naturalmente, Tuve el honor de hacer en él la postrera correccién de pruebas Habia algo petulante e ingenuo ala vez en el modo de expresarse de aquel maduro galan, que de vez en cuando sacaba de su bolsillo superior el pafiuelo de seda para enjugarse la frente con brevedad, con parsimonia —Yo conoci a unas Madariagas en Cardedeu, el verano pasado... —aventuraba Cecilia, que buscaba siempre relacién entre las gentes, aun las de planos més distantes, —No, esas no —puntualizé certeramente Evelina—. Tui te refieres a aquellas tres hermanas militaras tan pintorescas. A la mayor la llamaban «el minuto de silencion, porque cuando entraba en un local 1a gente paraba la conversacion, de estrafalaria que iba La segunda era «el cardenal primadon: siempre iba de morado, la pobre, parecia una estola De la pequefia no se decia nada ni siquiera el nombre. Se metié monja el afio pasado Mientras Evelina discurria de ese modo, Desiderio note sin querer que Crista miraba fijamente a Vicente a los ojos, sin que este por su parte los moviera un pice, ni siquiera a causa de los tics, manteniendo los suyos fijos en ella, y al propio tiempo Crista habia adelantado imperceptiblemente su pie desnudo hasta rozar con él el zapato, lustradisimo, del attaché —El sefior Madariaga es una autoridad indiscutida —opiné el francés, sin dejar de acariciar la mano de su mujer y sin incorporarse, solo volviendo un poco la cabeza, de bruces sobre la arena— Una verdadera autoridad —He reconocido a tu nifia, pero con dificultad —agasajé Desiderio a Cecilia, tras un silencio—. Es muy bonita y muy graciosa —Si, pobre hija—aseveré ella, con un matiz de compuncién —Es muy amiga de Carlos, no es asi? —Eso parece. Es que tu chico es muy simpatico —contesto Cecilia Crista, entonces, distrayéndose en un lapso de la tension idilica a que la sometia el galén del canotier, aremetio inesperadamente contra los padres en general —Has tenido suerte, Cecilia A muchas, en tu caso, se les llevan los chicos los sinverguenzas de los padres, aunque ellos sean los calaveras y los perdidos. Pero como en Espafia la mujer no es nada, nada... Ni con Republica ni sin ella, la mujer, cero. Si tu marido en luger de aquella poule se encuentra con una «mosquita muerta» de esas que se acuestan con el primero que llega y Inego van a confesar tan frescas, ahora la nifia estaria con él. Has tenido suerte, pese a todo Hubo un silencio que Vicente Burgada rubricé con unos cuantos tics. —

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