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: ELIAS NEUMAN ptr, Radlograta de un einen EL PATRON ge Neola 3 Gl Tan RADIOGRAFIA DE UN CRIMEN 14000, Meso, DF SBN: 970-768-0296 din y dsb cro Ita Nacional de Ces Peaks 8. ©2006 INACIPE iid, por culquer mado, la epedusin parcial culgu eitlo informacion pubis, in revi sutricin expe del Insta Naa jens Peal, tard to des meso bebo a México nd pried in Meco tosiacip om oreo crnio (mail): pubicaionestimeipe gh me México, 2006 DIRECTORIO Daniel F. Cabeza de Vaca ‘Procurador General dela Replica y Presidente de la H. Junta de Gobierno del Inacrs Javier Laynez Potisek Subprocurador Jurdico y de Asuntos Inernacionales de la PGR _y Secretario Téenico de la H, Junta de Gobierno del Isacipe Gerardo Laveaga Director General del Iuacire Alvaro Vizeaino Zamora ‘Seeretario General Académico [Rafael Ruiz Mena ‘Seeretario General de Profesionalizacion y Buension Karmen Thereza Silva Fajardo Directora de Publicaciones Presentacion | Aclaracién previa Epilogo CONTENIDO Mit a 8 PRESENTACION Por debajo de los prejuicios politicos que parecen determinar la vida de los pueblos, fluye la vida cotiiana, Tal es el caso de los sucesos deseritos en El patrin. Radiografia de un crimen, Un hhecho delictivo que tard en incubarse un poco més de 18 alos, entre 1967 y 1985, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina El texto de Elias Neuman, un nuevo género testimonial, més alld de la nota roja y del reportaje de fondo, da cuenta de esa génesis hhomicida. Para ello, el autor transcribe, a texto, las ocho horas de confesitn que Victor Saldivar, un tablajero oriundo de Santiago del Estero, le brind6 al abogado, en las cuales detalla los hechos ‘que desembocan en el asesinato de su patrn, lias Neuman, conocido entre los lectoreshispanoparlantes de las Ciencias Penales, es un hombre de conocimiento que e mueve con ‘mucha naturalidad entre os diferentes campos de estas cicnciss,y ‘en esta ocasin nos entrega otro texto propio con la puleritud cien. tifeaa la que nos tiene acastumbrados. Desde a primera linea del relato de Victor Saldivar, comienzan a fomar forma una serie de dicotomias y paradojas que, en los albores del siglo XI y en pleno proceso globalizador, parecian olvidadss ¥, por lo mismo, estaban dnicamente repstradss en la ‘memoria literaria. El relato, tanscrito por Neuman, revela eos vivos de poesia gauchesca; destila, por todos lados, un vibrante martinfirrismo; y en varias secciones del mismo, pareciera verse luna actiud de venganza y defensa asumida por un mialevo porte EL{AS NEUMAN EL PATRON Radiografia de un crimen EMECE EDITORES Aclaraciones previas Destro de los duros limites de una justicia inquisi- ‘torial, arcaica, que sélo parece satsfacersecoa la fel ditribucién de penas (para cierto tipo de delincuen tes|emerge, de pronto, como por amor ala gracia, algiien que ve més ald. Alguien que, cuando se en- ‘freata a la carga social de sus ocupaciones y sus preo- cupaciones,privlegia estas ultimas. Afortunadamen te aun hay jueces y funcionarios, en el Palacio de Jos Tribunales de la Capital Federal, capaces de com: render que en las causas penales se juzgan seres shurianos y no meros expedientes, y que es més im: ortante ia abrumadora marginacién social (por la destruccién que encierra) que las categor‘as legales ‘que la tatdan, Una joven secretaria de Ia Justicia de Instruc ids fa a que no porta nombrat sin causarle el mur ‘muilo, as redes del descrédito en la insidia tribune ici) lame cierto dia a mi estudio juridico y, ante ‘su pedi, nos entrevistamos. Detrés de sus palabras advert que ella habia madurado mucho las razones de sx visita, los verbos que retratan ciertos aspec: (os de Ia sociedad que ésta aparentemente descono- 1s, ce ¥ que, sin embargo, ocurren, Tuve también la sensacién de que se sentfa como quien transgrede tuna norma sobreentendida que nadie jamés enuncia, Ua hombre llamado Victor Saldivar habia sali do de la creel en libertad provisional, pero una abr ‘madora oscuridad se cernfa sobre su futuro: el res- ‘go cierto desu reingreso al encierroa través de una ‘medida revocatoria de esa liberacién. La joven me idi6 que lo recibiera, que hablara con él y agregs ‘que deiaba librado a mi criterio Ia posibilidad de que ‘yo decidiera defenderlo. "Perdane, por favor, mi atrevimiento. Yo a usted no lo he tratado mucho, pero me consta por comentarios que es usted de ‘aquellas personss que podrian hacerlo”, me dij. ‘Mientras me narraba el crimen muy sintétics ‘mente la joven se detenta pare subrayar cieras de talles cuya sordider la desgarraba. Su lenguaje abandonaba entonces el tono expurgado, distante y abstracto de la frialdad legal. Elapasionamiento de ‘sus palabras Ia Ilevaba a tomar partido en el caso ¥ tema que Yo confundiera su acto desinteresade ‘mente ético con una interpretacién descabellada de Iigubres espejismos y, por eso mismo, poco digna de crédito. En cietto modo, si acepté ver a Victor fue, en ‘gran medida por la inusualy acuciante inguietud de Tndoctora. Aunque creo que es la vida misma la que 4 veces nos tiende un iman irresistible en las for. 16 ‘mas més insospechadas para suscitar en uno la ne- cesidad de decir, gitar, deaunciar... Ese fue el ca 0 Ella sélo bused despertar mi interés cieatifico 2 afectivo por la causa del patético homicidio come. ‘ico por Victor, para que yo desarrollara, a mi vez, los diseiostantas veces crpticas de una buena de fensa. Ya se sabe que detras de cuslquier razon ‘miento siempre hay invisiblese inexorables desig nies que nos trascienden y que estos sucesos estén ‘més cerea de la causalidad que de la casualided. Victor legs a mi estudio ala mafiana siguiente. La Cimara de Apelaciones en lo Criminal aca- baba de confirmar su excarcelacién pero, a pedido del fiscal yel particular damniticado, mandaba elec: ‘ar una periciapsiquitricepsicoldgica sobre él, pa ra etablecer los pardmetros de su acinar homici- «da por emocién violenta, Debia comparecer ant cn ‘co médicos forenses y someterse a una serie de pruc- ‘bas psicoligicas. Victor habia egado el dia anterior desde Santiago del Estero para notficarse de lare- solucién y someterse a tal pericia.* Tras decretar su liberscién provisional, eljuez de mstruccién habfa permitido a Victor trasladarse © instalarse en su provincia natal, siempre que se pre- ‘neta mento pedi eal que psn en up de peo ‘hime ns ade eA) "7 sentase a “estar a derecho” toda vez que elo solic tara mediante una oportuna citacién, El Patronato de Liberados de Santiago del Estero le habia pags: do el pasaje hacia Buenos Aires y alli estaba frente ‘ami, luego de pasar por el uzgado, ess Iuviosa ma ‘Mana de noviembre de 1985. ‘Ante la elemental invitacién se senté. Quedé ensilencio, sin saber qué hacer. En la expresién de Su eara noté que se iniciaba el camino de un deno dado esfuerz0, Con la cabeza gacha, vuelto sobre sf ‘mismo, se movia ligeramente para observarme ye plegarse después en un breve gesto casi impercep tible. Volvia a cabeza una y otra ver, acompafian- ddo el movimiento con una aspiracién de aire y un suspiro inmediato, Parecia desconfiar desu propia posibilided de comunicacién, como si se hallara irra ‘ionalmente reprimido. ¥ volvia a boquear, atisén ‘dome con una mirada incorpérea tras sus grandes ‘anteojos, con su cara tatuada como una esfinge, su abel lacio y blanco peinado hacia atrés, (oda su figura delatando una humilde, golpeada, muda dig hidad. Subitamente se puso de pe, sin decidirse de! todo a marcharse, pero obedeciéinmediatamente a ‘mi doldo pero firme pedide: "‘Siéntese, por favor! Se rénese y cuénteme lo ocurrido”. Entonces le sobrevi ‘oun llantoconvulsivo, Mecnicamente se sac lo a teojos y oculté la cara en el antebrazo tendido so- bre el eseritorio, El llanto imperiaso fue cargando 18 1s atmésfera y rompié en mil pedazos mi optimis: so voluntarista, que hasta entonces cobiaba mis me- Jores deseos. El lanto de aquel hombre que oculte bi su rostro, que estaba condensdo a vivir sin en tender su propia degradacién socal, el llanto de ese shomicida fue penetrandome mientras con algunas palabras trataba de calmario, de arrancarlo del nau fragio, de liberar de alguna manera el audo de su seledad inerme. ‘Hubo un llamado telefénico para mi. La secre- tari le acereé un vaso con agua yl tiempo que Vie- tor Is tomabs, pude ver en su rastro arrasado por las ligrimas el fracaso de toda iluién, [No podia Ilenar sus silencios, Antes de anunciar le que tomaria su caso necesitaba escuchar, de su propia voz, siquiera un frdgil relata del hecho. Algo ‘ave me diera pie para decir lo que yo habta deci do frente aese hombre herido, sacavado por el mie do y Ia desdicha. Seftor —me dijo de pronto—, es que yo soy ‘may mucho analfabeto no sé si le podria explicar, —Cada una de sus palabras acentuaba su desolacién, Una amargura que le dejaba poco sitio para otra co- ‘sa. Resignado, aspirando una vez més para volver 1 susprar,alzé entonces la cabeza, me mies franca. ‘mente y dijo: —Ast es, gno? La vida es un destino a cumpli. ¥ volvis a perderse por el camino tantas veces 19 recorrido de su silencio, que ya era para mi Ia su pperfcie visible de todas sus ccatrces. Y auevamente * fl mismo Ianto, la tos, Ia desesperacién en que se tunian su historia y Ia de sus ancestros, herencias y sinsabores indelebles, metidos como culas dentro de su cuerpo. "El sonido de 1a méquina de escribir no parecié distraerio de su estado introspectivo. Redacté unas lineas. Volvta su expresién de sentida plegaia: "Fir ‘me acé, don Victor” le dij. “Es mi designacién co ‘mo defensor.” Trabajosamente fue escribiendo las letras de su nombre. Al terminar, levanté la cabeza y musité Gracias, setor. Le suger’ entonces que, més calmos, podrfamos _grabar la historia de todo lo acontecido,y lo iavité para que el dia siguiente, sibado, a las ocho de la ‘maflana, comenséramos la tarea. Le expliqué que Como él debia marcharse su provincia el domingo por la noche ¥ no hablariamos por un tiempo, me tra imprescindible un minucioso testimonio de lo cocurrido. ‘Con igual tristeza y un leveatisbo de confianza Victor volvié a presentarse en mi estudio aquel sé bado a las ocho en punto. La grabacién qued6 com Cluida a las cinco de la tarde. Sélo salt de mi estu dio a comprar nuevos cassettes y algo de comida para ambos. 2» Tiempo después hice escuchar a mis alumnos sd posgrado en Ia Universidad (ineluidos algunos jue- ‘es, funcionarios y policias) parte del testimonio re- ‘strado, para que tuvieran el privilegio de estar fren- te a la vor de un actor del drama penal y no sélo, ‘como suele ocurrir en nuestra enseflanza universi tari, ante la erudicin abstractay acaso crcunspecta de gabinete (Cuando decid pasar a papel aquellagrabacién, advert el escaso sentido de las palabras despojadas de la vor humana que, con desesperacisa, las pro snuncia y descifra. Esa abismante musica que es la vor. La voz que permite orquestar el ca0s, descr bizndo lana y simplemente el hambre, la enferme: dad, el deambular en la vida sin amparo y sin iden tidad. La vos y el lanto de Victor, ue exponen a la intemperie sus heridas para quien quiera oft 2C6- ‘mo captar en su totalided el grito, Ia desmesura y Ja cxigcncia expresiva de exun wits? Ese testimonio dramitico y humillado es lo que ‘mento transribir en este libro. So de de lado las ineludibles epeticiones respetando, en todo momen ‘o, aquellos matices que echan luz para llegar al cen tre del enigma, aun sospechando que el enigma per -maneceré. Recojo textualmente la proviaciana for ims de expresica de Victor y sus giras paisanos. ES. ‘Pero que quien lea este libro sienta, ademés, sus lar {gossilencios. Sus constantesfrustraciones como res a puesta a la repetida agresién. Su infierno sin més: ‘Caras. La escaloriante historia de una vida de es: Sita er plen siglo 8% en aseatros das ye sucstro pal No podria hacer Iiteratar del dolor: ro ave auien haga mera etticacon em cse de dolor co ‘tote cal en erimen 0 no ha padeide. Der del Solr hay ts ator, Bt bo xv des sion el senclo motivo de qu el drama de Vic $e eine impas como imperative que slo pode 1 Sentara bacerto public, para no degrada ‘came mis os os oo de os qu me conacea handamenalment, orgie set que debla re “doce eteananimo drama atinoumercano aie sa eaidad eee eu bit, poraue“o que eel ombre so es I mania” Pero de foes manera rela tio pre confess qu lajustecon ee inperiaismo del seers can inmoral fete aa aici, ls oben crc's nbumano gue debi soporta, rn qia ants otros hombres, Vor Sala ~eDe que trabajaba usted en Santiago del Estero? Yo trabajé hachando lef alld en Santiago, hs- haba lena y manejaba carros con mulas. Quemaba cerbén y levaba lefia al pueblo para vender, de los cobrajes. Por ejemplo, mi papa era contratista, hace ‘muchos afos, y un patrén le dio muchas leguas, ¥ entonces él contraté peones. Y alli ponia la gente, hhacha que tehacha,y ahi nosotros mismos también cortébamos la lena, algo para hacer carbén ¥ algo para llevar al pueblo al pueblo de donde yo soy. Sol de Julio. Yo trabajé hachando, Unos diez afios que habré trabajado en eso —eDesde qué edad? En el campo se trabaja desde que se nace, mas ‘omenos. Uno nace aly lo primero que ve es traba: jar la terra. Yo trabajé duro, como le digo, en cosas muy duras, desde los diez u once afos. —eHachando siempre? 2B Siempre hachando, s seflor,hachando yam bite haciendo eros, vc? El eto esderamas; se facha la rama y se hace un cee, al como un o- {ters en vez de alambrado se hace de rama y con vedra abajo. Actualmente, en Santiago, hacen t ‘via tos cates eos En el diario ET Libera sis Gur ae neceitaba gente para hachar rams Son co- ES que yo podria hacer. Bab, hacer, ora n; abo ‘ao puedo porque me he tenido que retire. oO psd desputs cand usted tenda vein te o teins aos? ypu deapués me vine para Buenos Aires TePor qu ran? * Te vine para Buenos Aires porque ai habia nacho, muehisimo trabajo ald nose yanaba csi ada, un qu ato? Geo no me acuerdo bien, exactament, nome scurdo Usted fe al coleia? Tien, ale excel sega me acuerdo fi die ciao Oo de An qv evn pub 0 Ceatanor qu ie pe mds omens como cuatro Ie fuse fpemos aa mafana yvolviamos ala noche fentonces como era muy lejos, nos sacaron ya del colegio. teal A) %

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