Mientras los trabajadores uruguayos preferiran que Jos Mjica no se
vaya, para algunos mandatarios de Latinoamrica y de ms all, su partida es motivo de fiesta y quiz sosiego, pues nada peor para ellos que un presidente que no responde a los intereses de las grandes transnacionales, ni de las empresas monoplicas nacionales. Mjica es -y lo ser siempre- una figura odiosa para los gobernantes que no son otra cosa que solcitos servidores del poder econmico. Siempre dispuestos a impedir que las condiciones de vida de los trabajadores mejoren. Siempre listos para ordenar reprimir cualquier protesta. Siempre prestos para defender proyectos de ley que no buscan otra cosa que llenar los profundos bolsillos de los poderes fcticos. Qu pesadilla debe ser para estos polticos venales este anciano que no tuvo otro afn que cumplir lo que ofreci. Cunto odio debe generarles que no se haya enriquecido, que no haya cambiado su viejo Volkswagen por una 4X4 Audi o Mercedes, o sabe dios qu marca. Y lo que les resultar todava ms indigesto a nuestros gobernantes, y con seguridad de temer, es que el ejemplo de Pepe pueda ser seguido por algn otro buen hombre que decida ingresar a la poltica.