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Da 1.

Meditacin. Un tiempo de oracin


Mara sabe reconocer las huellas del Espritu de Dios en los grandes acontecimientos y tambin en aquellos que parecen imperceptibles.
Es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos. Es la mujer orante y
trabajadora en Nazaret (E.G. 288)

JESS, T ERES MI LMPARA


Te ruego, Seor Jess,
que esclarezcas mi lmpara que es la oracin,
oracin que le cuesta encenderse,
que no resplandece como yo quisiera,
te pido, Seor, que le des nuevo brillo.
Querra, adems, con ms audacia,
hacer mas las palabras de David:
T eres mi lmpara.
No quiero pues preocuparme demasiado
de mi oracin.
En la certeza de que T eres mi lmpara,
el Sol de mi vida.
Danos, Seor, Dios nuestro,
que comprendamos el misterio de nuestra oracin,
el misterio del cultivo de nuestra oracin
a partir de tu luz que nos ilumina.
Danos que cultivemos la tierra
con humildad y sencillez de corazn,
a imitacin de la Virgen Mara.
Danos la gracia de Adorar al Padre
en el Espritu y en la verdad. Amn
(Card. Carlo M. Martini)

Nos hace falta clamar cada da, pedir


su gracia para que nos abra el corazn fro
y sacuda nuestra vida tibia y superficial.
Puestos ante l con el corazn
abierto, dejando que l nos contemple,
reconocemos esa mirada de amor que
descubri Natanael el da que Jess se hizo
presente y le dijo: Cuando estabas debajo
de la higuera, te vi (Jn 1,48). Qu dulce es
estar frente a un crucifijo, o de rodillas
delante del Santsimo, y simplemente ser
ante sus ojos! Cunto bien nos hace
dejar que l vuelva a tocar nuestra
existencia y nos lance a comunicar su
vida nueva! Entonces, lo que ocurre es
que, en definitiva, lo que hemos visto y
odo es lo que anunciamos (1 Jn 1,3). La
mejor
motivacin
para
decidirse
a
comunicar el Evangelio es contemplarlo
con amor, es detenerse en sus pginas y
leerlo con el corazn.

Si lo abordamos de esa manera, su


belleza
nos
asombra,
vuelve
a
cautivarnos una y otra vez. Para eso urge
recobrar un espritu contemplativo, que
nos permita redescubrir cada da que somos
depositarios de un bien que humaniza,
que ayuda a llevar una vida nueva. No
hay nada mejor para transmitir a los
dems.
(E.G., 264)

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