0 penilaian0% menganggap dokumen ini bermanfaat (0 suara)
25 tayangan16 halaman
Adriana Naveda Chávez-Hita
Para quien haga una revisión de los estudios históricos referentes a
la conformación de nuestra nacionalidad, no dejará de ser una
gran sorpresa constatar el poco interés que se ha cifrado en los
estudios sobre la esclavitud y la importante contribución que en lo racial,
económico y cultural tuvo el negro africano dentro del mestizaje del
México moderno.
Adriana Naveda Chávez-Hita
Para quien haga una revisión de los estudios históricos referentes a
la conformación de nuestra nacionalidad, no dejará de ser una
gran sorpresa constatar el poco interés que se ha cifrado en los
estudios sobre la esclavitud y la importante contribución que en lo racial,
económico y cultural tuvo el negro africano dentro del mestizaje del
México moderno.
Adriana Naveda Chávez-Hita
Para quien haga una revisión de los estudios históricos referentes a
la conformación de nuestra nacionalidad, no dejará de ser una
gran sorpresa constatar el poco interés que se ha cifrado en los
estudios sobre la esclavitud y la importante contribución que en lo racial,
económico y cultural tuvo el negro africano dentro del mestizaje del
México moderno.
Los estudios afromexicanos:
los cimientos y las
fuentes locales
Adriana Naveda Chdvez-Hita*
la conformacién de nuestra nacionalidad, no dejara de ser una
gran sorpresa constatar el poco interés que se ha cifrado en los
estudios sobre la esclavitud y la importante contribucién que en lo racial,
econémico y cultural tuvo el negro africano dentro del mestizaje del
México moderno.
A casi cincuenta ajfios de que fue publicado el libro pionero de Aguirre
Beltran, en referencia a la presencia africana en México, resalta la igno-
rancia en torno a uno de los componentes directos de nuestra identidad
cultural. Ese poco interés de los investigadores sociales ha empezado a
ser subsanado con la realizacién de diversos eventos: (Festival Afrocaribeiio,
SEP, Cancan 1987; Jornadas de homenaje a Gonzalo Aguirre Beltran,
IVEC, Xalapa 1987; Veracruz también es Caribe, IVEC, Veracruz 1989; y
Nuestra tercera raiz, Culturas Populares, México, D.F, 1989), coloquios
que han seguido realiz4ndose anualmente, publicando varias de sus
memorias. De la misma forma, la convocatoria de] premio “Dr. Gonzalo
Aguirre Beltran”, con su primera emisién en 1987 y cumpliendo hasta
cuatro con algunas publicaciones (Jornadas de Homenaje, 1988; Montejo,
1990) han promovido los estudios sobre la presencia africana en México y
demostrado que la esclavitud negra existié en las diferentes economias
regionales de la Nueva Hspaiia, en una diversidad de lugares que hasta
hace poco no imaginébamos. Entre los primeros trabajos sobre lo que hoy
es Veracruz, tenemos el rescate del material sobre los cimarrones de
Amapa en 1951 por don Octaviano Corro, pionero en trabajos afrove-
racruzanos. En la década de los 70 empiezan a realizarse estudios sobre
Xalapa, Orizaba y Cérdoba, mostrando cémo en cada una de tres paginas
P ara quien haga una revisién de los estudios histéricos referentes a
* Instituto de Investigaciones Histérico-Sociales. Universidad Veracruzana,
125de los libros de los archivos locales habia una referencia a la esclavitud,
que resaltaba, desde luego, la presencia cimarrona (Davidson D. 1966;
Palmer C. 1970; Carroll P. 1973; Naveda 1977; Winfield C. 1984; Garcia
B. 1988). Con estos trabajos como base surge el interés de los antropélo-
gos por hacer trabajos etnogrdficos en el estado de Veracruz (Cruz C.
1990; Martinez Maranto, 1994).
El afin que la doctora Luz Maria Martinez Montiel ha mostrado en la
difusién y promocién de trabajos de tesis de sus alumnos de la maestria
en estudios latinoamericanos de la UNAM y la importancia de los mismos
(Garcia B. 1989; Castafién G. 1990), asi como el empefio en la coordi-
nacién de los Seminarios Nuestra Tercera Raiz, Encuentro de afromexi-
canistas, cuya sexta versién se realizé este afo en la ciudad de Morelia,
han constituido una contribuci6n para las visiones estrechas que se
tenian sobre la esclavitud como sistema. Tal vez la aportacién mas impor-
tante de este conjunto de esfuerzos ha sido el permitirnos conocer que el
esclavo africano y sus descendientes no estaban tnicamente circunscritos
al Ambito azucarero, y que sus concomitantes cimarronaje y subleva-
ciones sdlo se desarrollaron, al parecer, en las economias azucareras ve-
racruzanas (Corro 1951; Carroll 1975,1991; Naveda 1987; Aguirre
B.1988; Winfield 1992). Los trabajos sobre el norte del estado de
Veracruz nos dan otra visién del trabajo esclavo desempefiado en las
costas del Golfo (Herrera Casastis 1990; Reyes Costilla 1992). Los estu-
dios pioneros y sistematicos sobre Michoacan, Guanajuato, Colima,
Taxco, Guadalajara, Yucatan, Chihuahua, Puebla, Tabasco y Ciudad de
México dieron un panorama amplio sobre el tipo de trabajo, las activi-
dades y vida cotidiana que el esclavo negro desarrollé en los centros
urbanos (Chavez 1990; Guevara 1993; Reynoso 1993; Reyes G. 1993;
Serrano 1993; Becerra 1995; Negroe 1995; Urias 1995; Paredes C. 19:
Andrade T. 1994).
El esclavo dejé de ser un simple dato, se buscaron nuevas fuentes en
donde él y su descendencia tuvieron la oportunidad de narrar, indirecta-
mente, sus historias de vida, informacién sobre su cultura, creencias,
idioma, ancestros; declaraciones que, recogidas por el tribunal de la Santa
Inquisicién, emplearia para demostrar su paganismo. Ello ha sido ele-
mento valioso para el andlisis de la vida social del grupo racial y étnico
en los siglos XViI'y Xvi (Aguirre Beltran 1970; Alberro 1979; Jaécome
1985; Velézquez G. 1995; Guzman P. 1995). Estos nuevos enfoques en la
historiografia han ampliado la Percepcién de nuestra historia y contribui-
do a una més equilibrada valoracién de nuestros origenes.
Pero si para mucha gente, hoy, pasan desapercibidos los remanentes
de esa poblacién africana, los especialistas distinguen a simple vista el
126fenotipo africano. Ha sido trabajo de antropédlogos y etnomusicélogos
mostrarnos cémo, de esa primera migracién, la que yo llamaria histérica,
quedan elementos africanos, europeos y americanos en la musica, en
lugares costeros de Oaxaca, Guerrero y, en Veracruz, particularmente en
la cuenca del rio Papaloapan (Arturo Motta y destis A. Machuca 1993;
Garcia de Le6n 1993; Pérez Monfort 1991; Pérez Fernandez 1990).
Aun con nuevas aportaciones, el vacio es grande, aunque a ello se con-
trapone, desde hace algunos afios, el creciente interés popular por lo
africano, sobre todo a raiz de la revaloracién que la misica afroantillana
ha tenido en el gusto de amplios sectores de nuestra sociedad. Es de
esperar, tal vez, que con base en la cultura popular, la investigacién
afromexicana contribuya a explicar que la identificacién con cierta miusi-
ca es algo mas que un fenémeno superficial y de moda entre nosotros;
algo que forma parte de una cultura que es propia del hispanoamericano
y que se debe fundamentalmente a la profunda marca cultural que el
africano dejé en las tierras adonde se le lev como esclavo. Quisiera sub-
rayar que no debemos confundir las migraciones de afrocaribeiios
~jamaiquinos, cubanos, haitianos, norteamericanos— arribadas a nues-
tro pais a fines del siglo pasado y principios de éste para trabajar en la cons-
truccién del ferrocarril o en los ingenios azucareros y que, a mi parecer,
dejaron una profunda huella en la gastronomia, en el baile, en el hablar,
Un anilisis especifico sobre el tema nos llevaria a demarcar las dos
migraciones que nos identifican con Africa. La primera, de naturaleza
hist6rica, que abarca la etapa colonial; y la segunda, afrocaribefia, que se
desarrolla en el Porfiriato.
En términos generales, la justa valoracién del elemento negro en nues-
tra formacién social debe Nevarnos a buscar todas aquellas identidades
culturales con los pueblos de la cuenca del Caribe, a la cual pertenecemos
y de la cual estamos tan desvinculados. Mas adn, a descubrir las abun-
dantes correspondencias histéricas que nos unen con las naciones origi-
narias de los esclavos, cuyos habitantes fueron forzados a generar
riqueza en nuestras tierras y que, junto con los nativos, contribuyeron
fundamentalmente a la creacién de otras acumulaciones y desarrollos en
el interdependiente mundo del capitalismo.
Si las esferas de los estudiosos,¢ investigadores olvidan la importancia
de lo africano, no podemos decir otra cosa de quienes disefian nuestras
relaciones con el exterior. A una desatencién académica ha correspondido
una desatencién politica, y ambas no pueden seguir privando ahora que
se avecina el nuevo siglo. Es por ello que recobra importancia especial el
texto de La poblacién negra en México, ya que cualquier intento por
adentrarse en los complejos tejidos de la presencia africana en México,
127tiene que partir de él, y en él nutrirse para cualquier esfuerzo particular.
Pocas veces, entonces, ha podido aplicarse con tanta justeza el término de
cl4sico para calificar un libro: y pocas veces, en nuestro medio, un texto
cobra tan imperiosa vigencia décadas después de su publicacién.
En una entrevista —La Palabra y el Hombre nam. 57-, don Gonzalo repite
lo que en diversas ocasiones ha asentado: que su interés por estudiar la
poblaciér. negra de México surgié del estimulo de don Manuel Gamio,
quien lo responsabiliz6 de una investigacién que é1 mismo no pudo desa-
rrollar por atender otras ocupaciones. No podemos dudar que esto haya
sido asi; sin embargo, es de interés reflexionar en qué medida ello es del
todo cierto. ,Acaso su origen tlacotalpefio y su temprana formacién en ese
lugar, puerta de entrada de negros esclavos a la Nueva Espaiia, y en
donde la misica, el folclore y los rasgos sociales afromestizos perduran,
no influyeron en su aceptacin y en la apasionada forma en que lo llevé a
cabo? {Acaso su autodidacta aproximacién a los archivos de Huatusco,
mientras fungia como médico rural en los aiios treinta, no le facilit6 ya
evidencia documental sobre la extendida presencia del esclavo africano?
Como quiera que se hayan entrelazado motivaciones y circunstancias, es
de congratularse que don Manuel Gamio se haya encontrado absorto en
otros trabajos y nos haya proporcionado mds que un estudio afromexi-
cano, un excelso investigador de lo afromexicano.
La valoracién de su principal obra, en este campo, no debe Ievarnos a
olvidar otras fundamentales aportaciones para el conocimiento de la
esclavitud en México que contiene la mAs reciente bibliografia de Aguirre
Beltran. Ademas de La poblacién negra en México (1946) y Cuijla (1958)
hay otras obras en las que su acuciosidad y curiosidad se despliegan en la
investigacién de la presencia esclava y su insercién en regiones especifi-
cas de Veracruz.
Los pobladores del Papaloapan, biografia de una hoya, cayas copias
mimeografiadas circularon desde 1956, fue finalmente editado en 1990;
en principio publicado como producto lateral, dice con modestia el autor,
de la investigacién de archivos para su obra mayor. En realidad es la con-
traparte microhistérica de la visién general de la esclavitud novohispana.
En ella analiza con precisién el proceso de mestizaje racial y cultural que
se llevé a efecto en la regién sotaventina donde la arquitectura, la cultura
popular, el habla, los movimientos corporales, la gastronomia y tantos
otros detalles se identifican plenamente con los correspondientes del 4rea
caribena, tanto insular como continental.
| Dentro de su produccién reciente resalta Cuatro nobles titulados en con-
tienda por la tierra, volumen en el que, basado sobre todo en fuentes
notariales, realiza un fino andlisis de la tenencia agraria colonial y del
128complejo intrincamiento productivo y racial que la explotacién de aziicar,
ganado y tabaco llevé consigo en esa regién donde se eslabona la costa
con el altiplano central. Sobre el tema de nuestro interés, Aguirre Beltran
siguié escribiendo pequefios estudios de gran valor que no fue facil con-
seguir desde esta provincia. Pareciera que don Gonzalo no quitaba el
dedo del renglén y seguia asombrando a los lectores con el material tan
novedoso que presentaba; es el caso de “Bailes de negros” (1970), articulo
que toca los bailes prohibidos por la Inquisicién y muestra, entre otras
cosas, que los sones jarochos de hoy tienen mucho de la picardia de los
sones del siglo XVIII
En 1987 publica “Nyanga y la controversia en torno a su reduccién a
pueblo”, trabajo que nuevamente impresiona a los estudiosos del tema,
introduciendo elementos a la discusién que cronistas coloniales e investi-
gadores recientes tenjan al referirse a la fecha de la fundacién del pueblo
de San Lorenzo de los Negros. Hasta ahora, su ultima aportacién es la
recopilacién de diversos articulos y ponencias sobre la esclavitud en la
Nueva Espaiia, los cuales habian sido editados en varios periédicos y
revistas en décadas anteriores, y publicados el afio pasado bajo el titu-
lo: El negro esclavo en la Nueva Espaita: la formacién Colonial, la medici-
na popular y otros ensayos, compilacién en la que el autor analiza deta-
lladamente varios temas sobre el negro que su obra mas general sola-
mente sugeria, haciendo énfasis en el esclavo como ser humano, exami-
nando diferentes aspectos de la esclavitud en la Nueva Espafia y com-
pardndola con la de otros lugares. Este libro pasard a ser otro clasico de
la esclavitud en México y en América, ya que el examen que elabora de
varios temas se puede generalizar a cualquier lugar en donde hubo escla-
vitud negra.
Los que nos dedicamos a la investigacién de la esclavitud africana no
podemos dejar de lamentar la amplitud y diversidad de intereses que
Aguirre Beltran fue desplegando a partir de los aiios cuarenta, llevandolo
a investigar, teorizar y actuar politicamente en 4reas hasta cierto punto
ajenas a su campo inicial, Algunos hubiéramos querido un investigador
de un solo tema, y aunque esto sin duda va en contra de su pluralidad de
miras y de sus amplias, aunque polémicas contribuciones a la
antropologia social, hubiéramos preferido que se concentrara en los estu-
dios afromexicanos y pasara de su gran obra general a la acuciosa inves-
tigacién de las peculiaridades de minas, obrajes y plantaciones donde
tuvo vigencia la esclavitud.
Apasionantes temas se encuentran a la espera de su correspondiente
interpretacién: el estudio de la introduccién de esclavos a través de la
Nao de China (Herrera C. 1995), sus procedencias y destinos; la contribu-
129cién del esclavo africano a la mineria novohispana; la descripeién y el
efecto de las arribazones en la regién del golfo de México, desde Panuco
hasta Campeche; los mecanismos especificos de la fuga, la vida en los
palenques y el blanqueamiento racial; la transformacion de la estructura
de castas en una estructura de clases, etc. En el Ambito del actual estado
de Veracruz son muchas las vetas que, a partir de don Gonzalo, pueden
esclarecerse. Por ejemplo, con base en su indagacidn sobre el proceder de
los esclavos, ha sido posible completar y enriquecer el conocimiento del
origen de los esclavos presentes en las regiones de Xalapa, Orizaba y
Cérdoba durante los siglos XVII y XVII. Asimismo, con los estudios
regionales se ha puntualizado el papel desempeiiado por el esclavo en la
economia azucarera, asi como su resistencia a la institucion de la esclavi-
tud y sus métodos de lucha para obtener la libertad.
En la actualidad, existen diversas comunidades asentadas en lugares
donde se exploté al esclavo, viejas haciendas azucareras, en su ma-
yoria: San José del Corral, Coyolillo, Amapa, etc., que presentan definidas
caracteristicas africanas, resultando de sumo interés el que les sea apli-
cado un estudio bajo el modelo clasico sobre la presencia negra que
Aguirre realizé en Cuijla. Si bien se han empezado a realizar trabajos
etnograficos en el estado de Veracruz (Cruz C. 1990; Martinez M. 1994),
falta mucho por hacer en este campo. También el cimarronaje, comparan-
dolo con otros lugares de América, la pirateria, la obtencién de libertades,
el comercio interregional de esclavos, su incorporacién a la lucha de la
independencia, etc., son temas que iluminaron las proposiciones ge-
nerales de Aguirre Beltran y que ameritan un serio tratamiento por
parte de la historiografia regional.
Por nuestra parte, quisiéramos que esta breve interpretacién en
reconocimiento al doctor Gonzalo Aguirre Beltran se convierta en un lla-
mado a la comunidad académica para emprender con seriedad y constan-
cia investigaciones en los campos histérico, antropoldgico y econémico, en
torno a esa parte constitutiva de nuesta realidad actual: la presencia
africana en México. Es decir, la tarea de profundizar, aunque con retraso,
en las investigaciones que é1 nos proporcioné. Para ello, es necesarig
enfatizar la necesidad de explorar las fuentes parroquiales y notariales,
en donde sin duda se encontraran abundantes elementos para el
Gonocimiento de nuestro pasado, Cada registro, avaltio, testamento, carta
de libertad o venta, nos proporciona informacién indispensable en la
reconstruccién de esa realidad.
130Denominaciones raciales en archivos locales
A continuacién pasaremos al andlisis de los complejos problemas que pre-
sentan las fuentes cuando se refieren al negro esclavo o a sus descen-
dientes; es decir, las castas y denominaciones raciales que utilizaron los
diversos escribanos para clasificar y estratificar la poblacién negra. La
esclavitud, en esencia, consistié en manejar seres humanos como mer-
cancias, las cuales, al igual que las bestias de trabajo, eran susceptibles de
ser compradas o vendidas: “doy poder para que pueda vender un escla-
vo... el cual vendan, truequen o cambien por razon de cualquier potros,
caballos, mulas o yeguas o potrancas, reales u otros qualesquiera géneros
de mercaderia que les pareciere..."(Carta de venta de esclavo, archivo
notarial de Cérdoba). Por ello, los movimientos econémicos realizados con
los esclavos quedaron asentados en los libros notariales; sus cartas de
compra o de venta, asi como las escrituras de libertad se registraban como
cualquier otra transaccién comercial, En los avalitos de propiedades, espe-
cialmente de haciendas, se incluia a los esclavos de la misma manera que
a las construcciones o ganados de ellas, detallandolos minuciosamente, es
decir, personalizando su valor con base en caracteristicas de procedencia,
edad, sexo, oficio y comportamiento, Ahi en donde existen libros notariales
antiguos podra verse con facilidad la importancia que localmente tuvo la
esclavitud con sélo hojear algunos de sus volimenes. Asi, encontraremos
ventas, trueques, cartas de libertad, eteétera
Ademdés del notarial, los archivos municipales y parroquiales son de
suma importancia para documentar la problematica esclavista. El archi-
vo municipal aporta informacién sobre propietarios, produccién, litigios,
aspectos politico-administrativos y, especialmente, sobre la resistencia
esclava a aceptar la sujecién forzada a que los sometieron, Ahi se
encuentran registros de alzamientos, huidas, cimarrones y las medidas
disciplinarias con que la elite local intenté mantener la estabilidad
social.
El archivo parroquial guarda rica informacién de caracter demografi-
co, a partir de los libros de bautizos y defunciones. También en este tipo
de acervo se puede estudiar el proceso de mestizaje y el tipo de relaciones
que se establecieron. Analizando los libros de casamientos de: “negros
libres”, “espaoles y gente de razén” 0 bautizos de “negros esclavos”,
podemos encontrar la “casta”, el lugar en donde residian, el oficio de los
contrayentes, los lazos de compadrazgo y, en cierto momento, el registro
en el que se bas6 el blanqueamiento racial y el pase de color.
Pero aun contando con los archivos histéricos necesarios, siempre nos
encontraremos con dificultades y limitaciones intrinsecas de las fuentes.
131La clasificacin racial de origen y mezcla de los esclavos en los documen-
tos, ademds de no existir siempre, quedaba sujeta a la subjetividad del
escribano o redactor, de forma que se dificulta enormemente esclarecer la
procedencia de los esclavos y apreciar las mezclas de su sangre con otros
grupos, en el transcurso del tiempo.
Diversos estudios afroamericanos privilegian, en diferente forma, el
tema de la procedencia de los esclavos. La importancia del asunto resalta
a simple vista: del conocimiento detallado referente al lugar de origen de
la poblacién esclava se desprenderia una adecuada valoracién de la con-
tribucién racial y cultural, que las diferentes naciones africanas apor-
taron a nuestras actuales sociedades mestizas. En muchos casos resulta
casi imposible reconstruir con precisién el origen de los esclavos que
fueron asentados en toda la Nueva Espafia. Ademas de lo fragmentario
de la documentacién obtenida, es conveniente mencionar obstAculos que
presentan las fuentes en si mismas. Si el documento de analisis, por
ejemplo, es una carta de venta de un esclavo recién importado, encon-
traremos que mientras nunca falta informacién en torno al factor 0 com-
pafia que lo habia ingresado, en lo que se refiere al esclavo mismo, s6lo
se menciona genéricamente su procedencia africana, —esclavo bozal— es
decir, esclavo traido directamente de Africa. Pero si el documento que te-
nemos es un avalio de propiedad, y el esclavo referido no poseia alguna
calificacién técnica especial, suele aparecer la nacién 0 procedencia,
aunque el registro de ésta haya quedado a la consideracién del escribano.
Si el documento es una reventa y el esclavo poseia algin oficio, entonces
no aparecen datos referentes a la “casta” u origen -en los documentos
coloniales se usaba la palabra casta como denominacién racial, al igual
que la palabra nacién: casta malavar o nacién caribali, o casta raiada,
por citar solo algunos ejemplos-, limitandose a justificar un mayor valor
para la pieza, en razén de su oficio,
Las ventas de esclavos se hacian bajo una escritura ante escribano. Al
elaborarse una carta publica se asentaba el nombre del vendedor, lugar y
fecha en donde se habia comprado anteriormente al esclavo, nombre y
ocupacién del comprador y datos relativos a la vecindad de los anteriores.
Entre los datos del esclavo se incluian el nombre, nacién o casta, en caso
de que fuera bozal; o, en su lugar, la denominacién racial correspondiente
si era criollo y, a diferencia de los avaliios, rara vez se especificaba el ofi-
cio. En contraste a los avaliios de las haciendas en donde el valor se
determinaba por el desempeiio laboral y se especificaba el oficio.
También se incluia el precio de la “pieza de esclavo” y seiias particulares
~de tenerlas~ tanto fisicas como de comportamiento: huido, perezoso,
ladrén, borracho, tuerto, quebrado de la ingle, manco, enferma de la
132madre, enfermo de “bubas patrossa” etc.; obviamente, cualquier defecto
fisico 0 moral incidia tremendamente en el precio de la venta, sobre todo
en el caso de que el esclavo tuviera antecedentes de cimarrén, ya que era
creencia generalizada que tal comportamiento se repetiria casi con
certeza. Respecto de los esclavos que trabajaban en la ciudad era més
comin que se mencionara algin atributo personal como “negro fino” de
“buen porte”, “alto de cuerpo”, “de gran maxilar’, etc. Visualmente se
hacia notar en tales escrituras una descripcién de la calimba o marca di
fuego a que eran sometidos los esclavos. Por ejemplo, la Real Compaii
Portuguesa de Guinea los marcaba con las letras CR en el brazo izquier-
do, los de la Compaiiia Inglesa mostraban una marca més complicada en
el torso.
Ademas de las subastas o almonedas publicas que se realizaban en la
Nueva Veracruz, y de la compraventa de esclavos que realizaban viajeros
comerciantes, otra forma de adquirir esclavos era por medio de las subas-
tas publicas que se efectuaban sobre bienes de algtin muerto, o cuando se
intervenia a una hacienda por quiebra. Eran frecuentes las donaciones 0
entrega de esclavos, en calidad de dote, junto a joyas y propiedades al
contraer matrimonio. Una peculiar costumbre fue la de donar a nifias
ricas, esclavas de su misma edad. Igual existen donaciones a conventos,
monjas y cofradias.
No fueron los hacendados coloniales los Gnicos involucrados en la com-
pra de esclavos negros; una amplia gama de individuos compraban o
vendian esclavos: duefios de recuas, maestros barberos, sargentos, maes-
tros caldereros, boticarios, oficiales, capitanes, notarios del Santo Oficio,
clérigos, presbiteros, alcaldes, regidores, duefios de ranchos, escribanos,
viudas, etc. Practicamente todos los sectores dominantes o medios parti-
cipaban en la explotacién esclavista.
Si lo que revisamos son documentos parroquiales, encontraremos
informacién que enfatizaré la casta y el color del individuo. Ello obedece a
la rigidez de la sociedad cerrada, en la cual, la definici6n racial en el registro
jugaba el importante papel de asignar al individuo un status social
determinado. El escribano o cura aplicaban conforme a su percepcién,
experiencia o intereses, una clasificacién determinada de mezcla racial,
que podia tener o no correspondencia con la realidad biolégica. Al paso
del tiempo, cuando el proceso del mestizaje erosioné la base de la
sociedad de castas, el “pase de color” se fundamenté principalmente en
estos re-gistros parroquiales.
Es conveniente diferenciar las denominaciones raciales que se dieron a
los africanos y sus descendientes, producto de mezclas con otros troncos
raciales: indo-americano y blanco-europeo. Cuatro son las clasificaciones
133que Aguirre Beltrn ha analizado: geografica, dependiendo de la nacién
de donde Iegaban (Angola, Cabo Verde, Congo) o del grupo racial al que
pertenecian, como jolofe y mandinga. Colorida; fue la mas comin; el
parroco y los escribanos designaban la casta o calidad étnica segian el
color y los rasgos somAticos: pelo rizado, ancho de boca, etc. Eufemistica,
aquella que intentaba disfrazar las caracteristicas reales, evocando asi
nombres de animales: mulato —de mula—, coyote, lobo. Y erudita, es decir,
una taxonomia o clasificacién hecha desde un escritorio, que no corres-
pondia a la realidad local ni a la cultura del escribano promedio y que
raras veces fue usada (A. Beltran 1972). Estas denominaciones se fueron
transformando a través de los siglos, en la medida que se ampliaron las
mezclas, En un principio eran Ilamados negro, mulato —blanco y negra- 0
zambaigo —negro e india-; después, lo mas comun fue nombrar a los
esclavos recién importados como: negro de nacién o negro bozal, asentan-
do muchas veces su procedencia, es decir, el lugar africano en donde
fueron embarcados. A los esclavos de padres esclavos, pero ya nacidos en
América: negros criollos; también se les llamé asi a los esclavos nietos de
padres bozales. (Avaltios de haciendas azucareras en archivos notariales.)
De esta primitiva forma denominativa se derivaron una serie de clasi-
ficaciones cada vez mas amplias. En el siglo XVIII, cuando por lo general
son pocos los esclavos bozales y las mezclas entre gente que tiene sangre
negra, india y blanca, son abundantes; hay una gran complejidad entre
las denominaciones que se registran en los documentos de la época
Investigaciones sobre la presencia africana en Veracruz arrojan la con-
clusién de que, a excepcién de la villa de Cérdoba, que por sus caracteri
ticas especificas fue distinta en cuanto al desarrollo de la institucion
esclavista, las otras villas y lugares de lo que hoy es la entidad de
Veracruz no basaban ya su economia en el trabajo de los esclavos sino en
descendientes de ellos que ya tenfan la categoria de “libres” (Carroll
1991; Naveda 1987). Es por ello que las denominaciones raciales tendran
entonces otro cambio en el siglo XVIII, el descendiente de un esclavo al ser
libre, aunque su color fuera negro recibia una clasificacién diferente. Las
nomenclaturas variaron en diferentes partes de la Nueva Espana, depen-
diendo del concentrado de grupos raciales y la mayor o menor coinciden-
cia de mezcla entre estos grupos.
La casta mas comin fue la de pardo —india con negro— y sus sucesivas
mezclas. Al hijo de un mulato unido a una parda deberia llamarsele
morisco; sin embargo, en el documento se le denominaré pardo, es decir,
que se designé como pardo a aquellos que presentaban una predominancia
de sangre india. Asi encontramos en documentos las siguentes nomina-
ciones: quebrado —de color quebrado—, membrillo y sambo, sin embargo,
134nunca se antepuso la palabra pardo, como en el caso de los mulatos. La
palabra “moreno”, sin denotar ninguna mezcla especifica, se utilizd sobre
todo en el siglo XVIII para referirse a cualquier mezcla entre espaiiol y
negra que tuviera color obscuro, abarcando con ello todas las clasifica-
ciones en que los razgos del negro y el blanco fueran perceptibles. Un
ejemplo de estas generalizaciones la vemos en la denominacién de las
“Milicias de Pardos y Morenos libres” (archivo notarial de Cérdoba), cuerpo
militar compuesto de personas de sangre negra en donde entraban todas
las mezclas. En el caso de los mulatos, como tenfan sangre blanca, siempre
se hacia hincapié en el mayor o menor grado de blancura; de esa forma
tenemos mulatos: achinado, chino, anegrado, atesado, blanco, cocho, prieto,
ladino, lobo. Queda la pregunta de por qué en las ventas de esclavos casi no
se especificaba la categoria “pardo”, sino que al descendiente de esclavo se
le nombra solamente negro; sin embargo, en los archivos parroquiales hay
suficientes referencias a pardos esclavos y pardos libres como para suponer
que si habia abundantes mezclas raciales entre indios y negros, El
siguiente ejemplo es ilustrativo: mientras en el avaliio de la Hacienda de
San Nicolds Tolentino en Atlixco, Puebla, todos los trabajadores son
esclavos pardos, cuando éstos son vendidos a un hacendado cordobés se
registran como esclavos mulatos; aqui pareceria ser que al escribano le fue
mas cémodo asentar una denominacién racial igualitaria, en lugar de ir
preguntando 0 recordando el color o casta de cada trabajador esclavo, Por
todo lo anteriormente expuesto es dificil hacer un anilisis de procedencia
esclava o especificar los segmentos raciales; debera tenerse mucho cuidado
al hacer trabajos cuantitativos. Se podra Iegar a una estimacién global,
por regiones, del numero de personas descendientes de esclavos africanos,
es decir, de afromestizos 0 “personas de sangre negra’, pero el subjetivismo
de la fuente deberd ser analizado por el investigador antes de emitir
cualquier juicio en torno a la composicién racial y demografica, en un espa-
cio social determinado.
Con todo, seguir profundizando en esta linea seria una buena
aportacién para continuar en el rumbo que don Gonzalo nos trazé,
135Bibliografia
Aguirre Beltrén, Gonzalo, Lo poblacién negra de México, FCE, 2a. ed., México, 1972.
——, Cuijla, Esbozo etnogréfico de un pueblo negro, FCE, México, 1958.
‘Bailes de negros”, Revista de la Universidad de México, vol XXV, nim. 2, UNAM,
México.
., “Nyanga y la controversia en torno a su reduccién de pueblo”, Jornadas de homena-
je a Gonzalo Aguirre Beltrén, VEC, Xalapa, 1988.
——, Pobladores de! Papaloapan: biografia de una haya, CIESAS, Edic. de la Casa Chata,
México, 1992.
., El negro esclavo en la Nueva Espaiia, FCE, México, 1995,
Alberro Solange, “Negros y mulatos en los documentos inquisitoriales: rechazo e inte-
gracién” El trabajo y los trabajadores en la Historia de México, Elsa C. Frost (edito-
ra), El Colegio de México y Universidad de Arizona, México-Tucson, 1979.
,, “Templando destemplanzas: juicios inquisitoriales a tres hechiceras veracruzanas
ante el Santo Oficio de la Inquisicién siglos XVI y XVII", Del dicho al hecko...
‘Trasgresiones ¥ pautas culturales en la Nueva Espafia. Seminario de historia en las
Mentalidades, Coleccién Cientifica, INAH, México, 1987.
Andrade Torres, Juan, “Historia de la poblacién negra en Tabasco”, Presencia africana en
‘México, L.M, Martinez Montiel (coord.), CONACULTA, 1994.
Barret Ward, La hacienda azucarera de los Marqueses del Valle (1535-1910), Siglo XI,
México, 197.
Becerra, Celina, “Familia y matrimonio esclavo en los Altos de Jalisco. La parroquia de
Jalostatitlan en la segunda mitad del siglo VIII" (ponencia), Quinto encueatro
nacional de afromexicanistas, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolas,
octubre, 1995,
Cardoso, Geraldo, Negro slavery in the sugar plantation of Veracruz and Pernanbuco, 1550-
1690, Ann Arbor, Michigan University, 1979.
Cortés Jécome, Ma. Elena. “El grupo familiar de los negros y mulatos: discurso y compor-
tamientos segiin los archivos inquisitoriales, siglos XVI-XVIII" (tesis), UNAM, 1984.
Carroll, Patrick y Reyes Aurelio de los, “Amapa, Paxaca: pueblo de cimarrones”, Boletin del
Instituto Nacional de Antropologia e Historia de México, época II, nam. 4, enero-
marzo, 1973.
Carroll, Patrick, “Estudio sociodemografico de personas de sangre negra en Xalapa, 1791",
Historia Mexicana, XXIII, julio-septiembre, 1973.
——, Mexican Society in Transition: The Blacks in Veracruz, 1750-1830, tesis doctoral,
Universidad de Texas, Austin, 1975.
—— Blacks in Colonial Veracruz, Race, Ethnicity, and Regionat Development, University
of Texas Press, Austin, 1991.
Cruz Carretero, Sagrario, Identidad en una comunidad afromestiza del centro de Veracruz:
El puebo de Mata Clara (tesis), Universidad de las Américas, Cholula, 1989.
—— “La Cultura afromestiza del centro de Veracruz: La poblacién de la Matamba,
municipio de Jamapa, Ver.", Reporte mecanoeserito de la Direccién General de
Culturas Populares, Xalapa, 1991,
136Cruz Carretero, S., A. Martinez Maranto y Angélica Santiago, 5! Carnaval en Yanga. Notas
y comentarios de una fiesta de la negritud, Serie Olin, nam. 2, Direccién General de
Culturas Populares, Xalapa, 1990, 15 pp.
Corro, Octaviano, Los cimarrones en Veracruz y la fundacién de Amapa, Imprenta
Comercial Veracruz, México, 1951.
Crespo, Horacio (Coord.), Morelos, cinco siglos de historia regional, Universidad Auténoma
del Edo. de Morelos, Cuernavaca, 1984.
Chavez Carvajal, Ma. Guadalupe, Propietarios y esclavos negros en Valladolid de
Michoacén, 1600-1650, Coleccién Historia Nuestra 13, Universidad Michoacana,
Morelia, 1995 (tesis), Universidad Michoacana de San Nicolis de Hidalgo, Morelia,
1990.
Davison, David, “Negro Slave, Control y Resistance in Colonial México, 1519-1650",
Hispanic American Historical Review, XLVI, agosto, 1966.
Denson Riley, James, Haciendas jesuitas en México, El Colegio Maximo de San Pedro y San
Pablo, 1685-1767, SEP, México, 1976,
Florescano, Enrique (coord.), Haciendas, latifundios y plantaciones en América Latina
CLACSO, Siglo XXI, México, 1975.
Garcia Bustamante, Miguel, “Dos aspectos de la esclavitud negra enVeracruz. Trabajo espe-
cializado en trapiches e ingenios azucareros y cimarronaje durante el siglo XVII",
Jornadas de homenaje a Gonzalo Aguirre Beltran, IVEC, 1988.
Garcia de Leén, Antonio, “Los patios danzoneros”, Del Caribe nim. 20, Casa del Caribe,
Santiago de Cuba, Cuba, 1993.
Guzmin Pérez, Moisés, “Los Durdn: una familia de arquitectos mulatos en Valladolid de
Michoacén durante el siglo XVIII", Presencia africana en México, L.M. Martinez
Montiel (coord.), CONACULTA, México 1994.
Herrera Casasi, M. Luisa, Esclavitud negra en la Huasteca, Gobierno del estado de
Tamaulipas, 1990.
» “Tréfico Esclavo por la Nao de China” (ponencia), Quinto encuentro nacional de
afromexicanistas, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolds, octubre, 1995,
Instrucciones a los hermanos jesuitas administradores de haciendas, prélogo y notas de
Francois Chevalier, Instituto de Historia, UNAM, México 1950,
Jornadas de Homenaje a Gonzalo Aguirre Beltrdn, IVEC, Veracruz, 1988.
Klein, Herbert S., La esclavitud africana en América Latina y el Caribe, Alianra Editorial,
Madrid, 1986.
Martin, Cheryl English, Rural society in Colonial Morelos, University of New México Press,
1985.
Martinez Montiel, Luz Maria, “Integration Patterns and the Assimilation Process of negro
slave in México”, Comparative Perspective on slavery in New World Plantation
Societies, Vera Rubin y Arthur Tuden (editores), New York Academy of Science,
1977.
Montejo Arrechea, Carmen, Sociedades de Instrucciones de recreo de pardos y morenos que
existieron en Cuba Colonial, VEC, Veracruz, 1993, Premio Aguirre Beltran, 1991
Naveda Chévez-Hita, Adriana, Esclavitud negra en la jurisdiccién de la Villa de Cérdoba,
1784-1777 (tesis), Facultad de Historia, Universidad Veracruzana, Xalapa, 1977.
137——, “Trabajadores esclavos en las haciendas azucareras de Cordoba Veracruz”, El traba-
jo y los trabajadores en la historia de México, Elsa C. Frost (compiladora), El Colegio
‘de México y Universidad de Arizona, Tucson-México, 1979.
—— , Esclavos negros en las haciendas azucareras de Cérdoba Veracruz, 1690-1830, col:
Historias Veracruzanas, nim. 4, Universidad Veracruzana, Xalapa, 1987.
, “Esclavitud en Cordoba: Composicién y distribucién racial, 1788, Jornadas de
Homenaje a Gonzalo Aguirre Beltrdn, IVEC, Veracruz, 1988, Premio Aguirre Beltran,
1987.
Negroe Sierra, Genny, “Pocos negros en Mérida, csuficientes fuentes?" (ponencia), Quinto,
‘encuentro de afromexicanistas, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolas,
octubre, 1995.
Palmer, Colin, Negro slavery in México (tesis doctoral), Universidad de Wiscosin, Wiscosin,
1970.
, Slave of the white God. Oxford University Press, Oxford, 1977.
Paredes Martinez, C. y Blanca, Lara Tenorio, “La poblacién negra en los valles centrales de
Puebla: origenes y desarrollo hasta 1681”, Presencia africana en México, L.M.
Martinez Montiel (coord.), CONACULTA, 1994.
Pérez Fernindez, Rolando, La muisica afromestiza mexicana, Universidad Veracruzana, col.
Biblioteca, Xalapa, 1990.
Pérez Monfort, Ricardo, “La fruta madura, el fandango sotaventino del siglo XIX",
Secuencias, nim. 19, Instituto Mora, 1991.
Presencia Africana en México, Luz Maria Martinez Montiel (coord.), CONACULTA, México,
1994,
Price, Richard (comp.), Sociedades Cimarronas, Siglo XX1, México, 1981
Reyes, Juan Carlos, “Tributarios negros y afromestizos, primeras notas sobre un padrén
colimense de 1809", Tercer encuentro nacional de afromexicanistas, Colima, Luz Ma
Martinez, Juan Reyes (editores), Gob. del Edo. de Colima, CONACULTA, 1998.
Sandoval, Fernando, La indusiria del azuicar en Nueva Espana, Instituto de Historia,
UNAM, México, 1951.
Serrano Lépez, Lilia, “Poblacién de Color en la ciudad de México, siglos XVL-XVII”, Tercer
encuentro nacional de afromexicanistas, Colima, Luz Ma. Martinez M. y Juan C.
Reyes (editores), Gob. del Edo. de Colima, CONACULTA, 1993.
Tercer Encuentro Nacional de Afromexicanistas, Colima, Martinez M. Luz Ma. y Reyes G.
Juan C. (editores), Gob. del Edo. de Colima, CONACULTA, 1993.
Urias Hermosillo, Margarita, “Negros e indios del Septentrién Novohispano: un nuevo mes-
tizaje” (ponencia), seminario Presencia negra en Veracruz, Universidad Veracruzana,
agosto, 1995.
Velazquez, Me, Elisa, “Juan Correa: un mulato libre, maestro de pintor”, Presencia africana
‘en México, L.M. Martinez Montiel (coord.), CONACULTA, México 1994,
Winfield Capitaine, Fernando (comp.), Esclavos en el archivo notarial de Xalapa, Veracruz,
1668, 1699, Universidad Veracruzana, Museo de Antropologia, Xalapa, 1984.
——, Esclavos en el archivo notarial de Xalapa, 1700-1800, Universidad Veracruzana,
Museo de Antropologia, Xalapa, 1984.
138+ Los cimarrones de Mazateopan, Gobierno del Estado de Veracruz, Xalapa, 1992.
Von Mentz, Brigida. Pueblos de indios, mulatos y mestizos, CIESAS, Edic. de la Casa Chata,
SEP, México, 1988.
139Archivo fotogrdfico de la Direccién de Comunicacién Social