IDENTIDAD,
MEMORIA 1
9 JUEGOS de PODER.
Una aportacién singular de la nueva historia es
del paso del tiempo. La confiere visibilidad y al
despegarla del anonimato la categoriza, reco-
nociendo en este proceso su pertenencia por de-
echo propio a la sociedad tanto a nivel indivi-
‘un marco de andlisis donde las relaciones que
expresan los sistemas de género, comunican de
manera diferenciada las peculiaridades de cada
._ En la globalidad de los dos procesos:
rico y el antropolégico, sobresal
moria como elemento clave en el qu
identidades de género.
aprehensiGn del tiempo ya que la me-
, graba, incrusta.' Me ha cautivado
este proceso en su relacién con las mujeres
dentro del sistema en el que se estructuran las
relaciones que son objeto de estudio desde la
antropologfa feminista y més en concreto, las
que interaccionan con el ejercicio del poder, y
por lo tanto, de la igualdad o d
ello por dos razones: en relacién a la actividad
memoristica que manifiestan las mujeres, y por
Ta manera social de ejercerla 0 de obviarla,
Confluyen el tiempo, el espacio y el poder as-
pectos a los que he dedicado buena parte de mi
actividad investigadora en la iltima década. *
La memoria como proceso en el tiempo que
abarea lo individual y lo colectivo
Se asemeja la memoria al viento que trae y leva
olores, objetos y polen. Cambia las cosas de Iu-
gar y al mismo tiempo las rescata cel lugar don-
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de se encuentran. Con la edad se trastoca el
tiempo y se acerca el pasado lejano al presente,
en.un intento de superar el miedo a que se acor-
te el futuro.
Pero gcémo se llenan las personas, los Ingares de
Cémo se crea ese poso de vida que
Iuego servird para tejer el recuerdo? Se asemeja
a la visién cotidiana de contemplar e] aparador
que se va llenando de polvo o la mesa de trabajo
donde se dibujan los sitios aliviados de libros y
papeles. Son particulas minusculas de sensacio-
nes placenteras, de estremecimientos, de calores y
frios producidos por los amores y desamores. Las
notas estridentes, los acontecimientos envueltos
en el ruido ensordecedor conmocionan al mo-
‘mento pero s6lo la retina del tiempo va seleccio-
nando las vivencias escondidas en ellos para
transformarlas y traetias a la luz,
{Cuantas cosas rescatamos de todas aquellas vi-
de la infancia? De los juegos, los paseos,
el inicio en le amistad, las caricias det primer
‘amor: jevéntes son las que afloran? Lo mismo de
Jas huellas que hemos dejado en los caminos, los
tenes, las playas y montes en los que hemos re-
cibido el viento y las caricias del sol y Ja Iluvia,
Los cuerpos reciben las huellas que aparecen co-
mo muescas del impacto del clima, la edad.
Rictus que alrededor de los labios recogen sonri-
‘sas esbozadas, contrariedades y que labren en el
rostro mucho de fo acaecido en la historia perso-
nal. Con el emperio actuat en devolver al cutis, a
los rostros, 2 las manos la tersura perdida, se ha-
ce un borrén a ese pasado que se nos ha tolado
sin apenas sentirlo y que disgusta a mucha gente
el tenerlo siemprejCudnto lenguaje encrerran las manos! Existe 18
belleza que sélo puede apreciarse cuando se va-
ora la memoria que deja el hacer. Arrugas del es-
fuerzo diario al agarrar la herramienta, al recoger
lacesta y que se han ido hilando sin apenas cali-
brar que lo que hoy es esbozo, seré linea profun-
a al paso de los afios. Son parte de la memoria
que encierra sentimientos profuundos, unos hacia
elinterior y otros compartidos.
Ahf estdn los sonidos y cadencias que hemos
ido recogiendo: de la lengua primera, de expre-
siones de tenura, de gritos de enojo, emocio-
nes, sonidos de arroyos que no se paran, de
campanas, relojes, radio de vecindad, sirenes
estridentes, televisiones de bares, Ilamadas in-
fantiles en los parques, teléfonos incansables y
as{ hasta llenar cdntaros sin fondo|de sonidos
que permanecen latentes hasta aflorar en cual-
quier evocacién.
En la memoria de las mujeres hay un campo
‘que abarca la transmisién de saberes relaciona-
desde la diferencia y ahi se consideran estos sa-
beres como medio para resaltar la entidad y es-
tatus de las mujeres en oposicién alos varones:
son propios de las mujeres y sélo a ellas co-
mesponde el transmitirlos. El segundo éngulo
seria el de la igualdad, analizando en qué medi-
da estos saberes diferenciados responden a una
situaci6n de opresién y si el seguirlos acotando
. El tercero tendsfa
solidaridad que si-
los saberes de las mujeres, con objeto de sope-
idad de la contribucién que realizan
saber én general.
Recogerfa la individuacién de los saberes en
una relacién simbidtica de los saberes particu-
lares con los més globales.
El éngulo desde el que realizo el andlisis en este
ensayo es el segundo ¢ inicio una incursién en el
tercero. Argumento que hay saberes asociados
con el dmbito doméstico que tienen un campo de
valoraci6n y de memoria diferenciado. Sin em-
bargo no estiin incorporados con toda la entidad
que merecen a la memoria social; es més, en mu-
chos casos permanecen fuera de ella. Serdn las
estrategias de la nueva memoria lag que los in-
corpore.
La presencia de la ausencia
Con mucha frecuencia aparecen las mujeres en
Jas culturas mediterréneas como las depositarias
del recutsdo de acontecimientos vinculados al cir
‘culo del grupo doméstico. Recae sobre elas el re-
cordar los santos, las dificultades, los cambios de
casa, las celebraciones. Deben de evocar a los que
han muerto, los que se fueron por razones varias,
como exilio, trabajo, estudios. Son el archivo de
Jos tiempos de exilio y las penurias de la guerra.
En una palabra: hacer presente la ausencia,
En Ja cultura vasca tradicional, las mujeres acti-
vaban el recuerdo de las personas que habfan
muerto. La representacién simbélica de este re-
cuerdo estaba en Ja ocupacién de un lugar en la
Ta sepulturia (sepultura), donde a tra~
luz de la argizaiola’ personalizaban el
vineulo entre el pasado y el presente. Este prota
_gonismo evocador de la mujer también aparece en
relacién con los acontecimientos rituales de ciertos,
funerales politicos actuales, en los que se expresa
Ja continuidad a través de simbolos tomados de la
naturaleza y de la referencia al rol maternal.
En todos estos procesos de traer el pasado al pre-
sente, através de activar el recuerdo de otras per-
sonas, de transmitir saberes sobre tareas, conoci-
mientos, y vivencias del cuerpo, la mujer echa
‘mano de la memoria, su memoria, para insertar el
‘pasado en el presente, Es una memoria vital que
en muchos casos tiene sus muescas en emociones
variadas y se revela con una sutileza de detalles.
‘Esta memoria se manifiesta en muchos casos con
‘una gran riqueza narrativa y abundancia de deta-
les y constituye un saber que en la mayor parte
de los casos, no queda incorporado a lo que se
identifica como saber reconocido, a la espera de
que alguien lo rescate y le confiera prestigio.
‘Se puede decir que en general se dota a les muje-
res de la capacidad de transformar las ausencias
en presencias a través del ejercicio del recuerdo
de los seres queridos y de acontecimientos rela
cionados con el entorno familiar, una paradoja si
tenemos en cuenta que una caracteristica de la
historia universal ha sido la de haber inmorteli-
zado la ausencia de las mujeres, en un ejercicio
de ceguera a su presencia constante.
Mecanismos de exclusién de la memoria social
‘Toda sociedad va elabiorando a tavés del tiempo
tun corpus de saberes que considera importantespara transmitir 2 las generaciones siguientes y
que en este ensayo hemos denominado la memo-
ria social. Se comunican en un abanico de for-
‘mas. Asf unos quedarén escritos, se transmitirén
‘otros en los medios de comunicac
que quedarén incorporados al espacio en forma
‘de monumentos, nombres de calles. Ya el simple
anuncio, la concesién de un premio 0
cin de un homenaie, son marcadores
aquello que se quiere destacar como si
‘vo. Es la memoria social en proceso constante de
elaboraci6n y reelaboracién.
Dentro de este proceso general me he fijado en el
transfondo selectivo de la memoria soci
afecta directamente a las mujeres. Se m:
a tavés de algunos mecanismos —de los que he
identificado cinco— que actian en detrimento
de una memoria social incluyente, es decir: de
‘memorias tangenciales. A estos mecanismos de
fico como: usurpacién, deva-
0, transformacién interesa-
Usurpacién. El saber que se rescata, se trans-
mite con toda su entidad pero se fija como si los
que lo han recibido fueran sus progenitores. Un
‘ejemplo claro e¢ Ia usurpacisn por parte de los
varones de la tradici6n culinaria en la cultura
‘vasca que pasa de ser la cocina de las madres y
abuelas a erigirse en una fuente de prestigio
econémico y social bajo el epigrafe de «la nue-
va cocina vasca»,
Devaluacién. EI saber que se rescata se devaliia
al no darsele el rango que le corresponde sino
que se valora en relacién a la categoria global a
Ja que pertenece, en éste caso la mujer o las mu-
eres. Muchas de las actividades, aficiones, gus-
tos quedan englobados en «cosas de mujeres» y
se aplican a comportamientos que no tienen que
‘ver con el Ambito doméstico.
Silenciamiento. Se tiene conocimiento de que
existe dicho saber o saberes pero no se le da la en-
tidad debida para que queden incorporados al saber
general, Entrarfan aquf: muchas de las actividades
‘vinculadas a ta vide cotidiana de la organizacién
doméstica; saberes propios de la socializacién es-
pecialmente todo lo que tiene que ver con el cuida-
do del cuerpo: conocimientos del cuidado de la sa-
Jud que abarcan desde pricticas domésticas hasta
Ja medicina natural asf como otras contribuciones
‘que han ido realizando las mujeres.
‘Transformaci6n interesada. El saber acerca de
Jas contribuciones realizades por mujeres en los
istintos campos de Ia ciencia, se toman con fre~
cuencia como punto de partida para una elabora-
i6n del campo a que pertenecen pero sin reco-
nocerse su origen. En estos momentos hay varo-
nes que entran el campo de estudios de, las
mujeres por razones diversas como puede ser: as
perspectivas innovadoras que propugnan; el que
apenas haya varones les puede suponer una valo-
iva diferenciada; oportunidades de
promoci6n especialmente a través de la inancia-
cién de proyectos de instituciones de la mujer, en
algunos ambientes se valora como quehacer pro-
gresista,
Lapsus genealégico. Lo mismo puede decirse de
aquellas personas que ignorando todo aquello
(que se ha realizado, comienzan a hablar de la mu-
Jer, de las mujeres, del género sin situarlo eritica-
‘mente en la tradicién donde se enmarca que ha
sido precisamente, obra de las mujeres. Nadie
osaria hablar de marxismo sin tener presente sus
corigenes, las aportaciones y debates més signifi-
hiciera, la critica de aquellas perso-
istas en el tema, serviria para desca~
shay que desliga lo que
el tratamiento inexacto,
de lo que serfa el reclamo excli~
sivista de quien defiende que’ sobre las mujeres
s6lo debemos hablar las mujeres. Tal como sefia-
a Henrietta Moore, supondria el renunciar al es-
ria, algo central a la antropologfa. Este estadio
defensivo propio de los inicios de Ia antropologia
de le mujer ha quedado ya, al menos en la teoria,
ampliamente superado,
La maternidad como memoria marginal /tan-
gencial en contraposicién a la ciencia
A través de la maternidad como uno de los sabe~
es claves del cuerpo, elaboran muchas mujeres
su identidad y ejercen su memoria personal. A
esta personalizacion de Ta experiencia puede atri-
buirsele in doble vineulo: confiere protagonismo
ceptualiza como particular y concrefo: y por otto,
enel contexto mas amplio, aparece con frecuen-
cia en contraposicién @ lo universal y cientifico.
Es flagrante que_a pesar de los nuimero casi infi-
ee 2 eenitos de matemidades que han ocurrido en los.
més inauditos, la matemidad
‘no ocupe un capitulo diferenciado ni en la historia
nien el quehacer cientifico. Temas como las gue~
rras, los desastres, los pactos politicos, las avan-~
zadas de distintas religiones se erizen en mojones
gue indican cambios de épocas 0 se analizan en
profundidad para medir su significatividad. A pe-
sar de ser algo clave en'la sobrevivencia de Ia es-
pecie humana, no se ha erigido en eje de aporta-
cciones cientificas significativas. Atin en
tos que considero més salvajes como s
Jas guerras, se habla de bombardeos, de victimas
de uno u otro bando, de conquistas bélicas pero
rara vez hay una mencién a las maternidades de.
Ta guerra.
‘Todavia subyace la creencia fuertemente arraiga-
da de que e] instinto matemno hace a les mujeres
enlazar el sufrimiento con la experiencia de la
maternidad biolégica. La mujer debe de enfren-
tarse estoicamente en un alarde de fortaleza inter-
na y extemma mientras sus expectativas y deseos
quedan silenciadas en algo que le atatie tan de
cerca. Rescato del recuerdo comentarios pobla-
dos de detalles de mujeres jévenes que no dejan
lugar a dudas: lo que otras mujeres les habian
contado se quedaba pequefio con la experiencia
del parto, Es més, el recuerdo del dolor seguia vi-
vo mucho tiempo después,
‘Con mucha frecuencia se oye comentar que a pe~
sar de lo doloroso del parto Ja experiencia de ver
a Ia criatura compensa de todo y llega hasta bo-
rar To penoso de las horas anteriores. Con Ja in-
diferenciacién se atribuye a la categoria mujer
una predisposicin para la confusi6a, de manera
que las mujeres aparecen incapaces de distinguir
entre placer y dolor, entre la angustia de no saber
To que pueden resistir y la sensaci6n de alivio al
haberlo superado. Otra cosa sucede cuando se
oye a las mujeres expresar la manera de cémo
haa vivido cada momento con una percepcin in-
tensa que claramente separa los limites del sufri-
miento y la apuesta por el placer. Sin embargo,
ppesar de toda esta riqueza de percepciones, refle-
xiones y experiencias, la memoria que emerge de
Ja matemidad no entra més que en circunstancias
excepcionales en los procesos del recuertio social
y menos atin de la historia: casos de mujeres fa~
‘mosas o en aquellas cuyos hijas/ hijos han alcan-
zado la fama,
La propuesta que destaca la relevancia del saber
corporal me leva a fijarme en la perpetuacién
(memoria en el tiempo) de las mujeres @ wavés de
Ias/los hijos. Dado que en muchos casos las mu-
jeres van a vincular su transcendencia temporal
con su maternidad, puede decirse, que en princi-
pio, ello as va. situar en un terreno social don-
de sus comportamientos y valores se van a inter-
vehiculado a la maternidad mantiene su valor
siempre que se conserven sus pardmetros tradi-
Jnresistnciaenel pao apesar del do-
identidad de madre, por citar algunos.
el que el valor de la experiencia fi-
sica y emocional, en vez de transferirse al nivel
de otras experiencias humanas semejantes, se
articulariza de tal manera que no se da paso a su
‘universalizacién. Lo mismo pasara con todo el
proceso de memoria de la matemidad y su posi-
bie incursién en la memoria soci
se encuentran intentos de glot
blezcan paralelismos entre la maternidad y otros
acontecimientos habituales claves 0 entre la com-
plejidad de las relaciones filiales y el conoci-
miento de los entresijos de la autonomta y el po-
der. En la mayor parte de los casos se presenta la
experiencia de la maternidad como una via dis-
tinta y excluyente que puede generar contlicto si
se combina, por ejemplo, con el proceso creativo,
Ia profesionalizacién, la pasi6n por lo extrado-
méstico. Por el contrario, Ios contenidos de los
saberes objetivables que se identifican con la crea
cién, con la ciencia se presentan englobados en
un saber general con capacidad para ramificarse
¥y mostrarse en la especificidad de las disciplinas,
Jos discursos, las metodologias. Se trata de un sa
ue se revaloriza en'su carécter cambiante e
Ja redefinicién del progreso. Los saberes
de la maternidad son mucho més estables y vin-
culados en el mayor de los casos a la tradici6n,
Asi alrededor de la reproduccién se han ido
aglutinando saberes importantes pero que no han
quedado incorporados y que al ejercerlos separan
alas mujeres de los ejes de la vida s
se elabora el saber que confiere presi
cendente,
No hay que olvidar que muchos de los saberes re-
organizado por el Seminario de Estudios de la Mu}
la Universidad del Pafs Vasco. Cuando al cabo de dos afios elaboro el articulo, el Seminario ya no existe, ¥
constato una vez més que la memoria de las mujeres se ha reducido al silencio, Este escrito va dedicado a las,
mujeres y hombres (unas y otros lo saben) que 2 través de su apoyo en los momentos dificiles (1993-95),
han enriquecido mi memoria personal.
+ Distingo entre memoria social, individual o ersonal y tangencial. La titima serfa la memoria de los grupos
altemativos y margineles, La mayor parte de io que abarca a la existencia de las mujeres se insertarfa en ella,
La mds amplia seria la memoria social que recoge la elaboraciGn del recuerdo de la humanidad y que en la
‘mayor parte de los casos se identifica con los grupos de poder. La aspiracidn serfa que fuera incorporando los
relatos de la tangencial de forma que fuera representativa de la diversidad y riqueza que encierra Ia expe-
riencia humana. EI grado de civilizacién de an pais podria medirse por su memoria, Cada vez que un pais
reelabora su memoria como resultado del cuestionamiento provocado desde la memoria tangencial o que in-
corpora un saber relegado, da un paso en el sentido del prc zreso.
identificar les influencias que una recibe. Sin embargo en este ensayo hay reflexiones comparti-
ira y Mari Luz Esteban. El seminario que impartié Amelia Valcarcel en 1994 den-
de la Mujer y sistemas de género» de la Universidad del Pafs Vasco, me llev6 a la
reflexiGn acerca de la solidaridad.
» Cabo de vela enroilado en una madera que colocaba la mujer sobre la sepulturia y permanecfa encendido
durante Ja misa 0 ceremonia en recuerdo de los difuntos.
20bibliografia
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1988 Los funerales ene! nacionalismo radical vaseo, San Sebastien: La Primitiva Casa Baro.
el Valle, Teresa
énero y sexualidad aproximacién antropol6gican. En T, del Valle y C. Sanz Rueda Géneroy sexualidad, pp. 13111.
Connerton, Paul é
1989 How Societies Remember. Cambridge: Cambridge University Press.
iones de las mujeres respecto a su salud reproductive y sexual. Necesidades de solud percibidas por las
S83 cries,
pata che io. Tesis doctoral presentada en la Universitat de Barcelona.
mujeres y respuestas dl sistema sani