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{CUANDO DIREMOS QUE UN ADOLESCENTE ESTA EN CRISIS? ‘Si euviera que responder ‘a.m paaire 0 an profesional que se plantea la pregunta *jCéimo actuar con um adolescence dificil”, les recordaria lo exencial ““Miemeras el adolescent ler habla o calla ante ustedes, ‘iganse a ustedes misma lo siguiente: a efcaca de mi acc dependeri de mi sensacén de sentir cimodo en mi olde padre ode trapewta. ‘Cuanto més de acuerdo ‘me siento con el ol que asimo ante joven, mis ‘oportunidadestendré de ayudarl a que él exté de ‘acuerdo contigo mismo”. EDN. Volvamos ahora a la conducta que conviene seguir ante un adolescente en crisis. ¢Cusndo diremos que un adolescente esti en situacién de crisis aguda? Ante todo, recordemos que la crisis puede afectar tanto a un ado- lescente normal como a un adolescente que presenta un ‘comportamiento peligroso o incluso a uno que padece de trastornos mentales. Sefialemos que las crisis tienen lugar las ms de las veces entre los 12 y los 16 afios, ‘cuando el joven esta en los primeros aftos del secunda- AN MWD NAS rio, Indiscutiblemente, los cuatro afios que van de los I alos 16 son los més dificiles de vivir para un adolescent Y para sus padres. Luego, en los iltimos aftos del lie el yo del joven empieza a afirmarse y se van apaciguand las tensiones mas fuertes, Pero, insist el yo adol se muestra singularmente vulnerable durante los cuat primeros aios de los estudios secundarios. ero gen qué circunstancias diremos que estamos presencia de una crisis? El indicio més evidente del st gimiento de una crisis es un cambio brutal de la cconducta se vuelve, en particular en los varones, reaccién de oposicin sistematica, inmanejable por padres © por el establecimiento educativo. A veces, crisis adquiere la forma del agravamiento brusco de tf comportamiento que ya se sentfa como potencialmer peligroso, Por ejemplo, un joven habitualmente agres y eamorrero que llega a golpear al padre; un adolescent toxicémano que tiene una sobredosis; una joven ints ‘muy joven e inestable que resulta internado por un e ctico, Digamos que, en general, el adolescente en c es.un adolescente desescolarizado desde hace mas de d meses, desocupado, a veces suicida, con harta freeue encerrado en su cuarto, obnubilado por la comput 0,en el otro extremo, vagando por la calle. La crisis py al joven en peligro, desconcierta alos padres yalarmaa entorno, Pero, de cualquier manera la sitaciOn de cri reclama cada vez la intervencién de instancias eseolare policiales, hospitalarias o psiquitrias. En el caso de jovencitas, un sibito desmoronamiento depresivo es el {COMO ACTUAR CONUNADOLESENTEENCRESAGLON? 71 clemento indicador que suele marcar la crisis; se presen tu bajo la forma de un desaliento profundo que aparece igualmente inmanejable para los padres. Las estadisticas y la experiencia clinica lo confirman: las manifestacio- ines més freewentes de la crisis en los varones som los comportimientos violentos y agresivos, mientras que en las jovencitas se trata de comportamientos depresivos. Los comportamientos masculinos traducen la tenden- cia principal de las pulsiones posesivas y agresivas que tienden iereprimiblemente a exteriorizarse, air hacia el otro, a tratar de dominarlo y a veces a hacerle dafio. Las pulsiones de los varones se orientan muy naturalmente hacia el exterior en un movimiento centrifugo. En las muchachas, en cambio, la principal tendencia pulsional que marea sus comportamientos de crisis es la propen~ sin a replegarse y a encerrarse en si mismas: el tropis- mo pulsional es centripeto. Mientras que el suftimien- to de los varones estalla en el exterior y requiere de la ‘contencién de las instancias sociales, el de las jovencitas implosiona en su interior y requiere la escucha atenta de profesionales de la adolescencia tales como los paidop- siquiatras, psieélogos, psicoanalistas, docentes 0 enfer- eras escolares. Cuando las jovencitas sufren, buscan ‘una proteccién; en cambio, cuando los varones sufren, sorprendentemente, se exponen més que nunca al peli- ‘gro. Precisamente, los padres nos llaman para pedirnos ‘una consulta de urgencia cuando tiene lugar un compor- ‘amiento explosivo en un varén 0 un comportamiento ddepresivo en una jovencita. ‘Ahora bien, al recibir esta demanda tan apremian- tc, tenemos que tener presente la idea de que una cri- n AN DANO NAO sis aguda puede tener repercusiones irreversibles en curso ulterior de la existencia de un joven. Jamas damos que un adolescente es un ser en formaci6n y. en consecuencia, nuestra répida intervencién result tuna ocasi6n tinica de evitar la repeticién de la cris cde modificar positivamente su vida futura. El destino adolescente se orientaré en forma diferente si ha en trado o no a un psicoanalista. En efecto, mi exp con pacientes adultos me enseé que, indefectiblemes todos y cada uno de ellos habia sido un nifio o un lescente neurdtico. Por ende, la consulta psicoana ‘Yims tarde, el tratamiento de un adolescente que ‘son acciones preventivas de los trastornos que pod sobrevenir en Ia edad adulta. Me interesa destacar observacién para subrayar hasta qué punto el ent to elinico con un adolescente en crisis tiene un profiléctico innegable. Esta es una de las razones que han incitado a escribir este libro: confirmar al prof nal en su sentimiento de que, al atender eficazmente a adolescente que no anda bien, e esté ahorrando mu sufrimientos neuréticos futuros. | Insisto, Cuando usted atiende por primera vex y estado de urgencia a un adolescente con pro digase que es una oportunidad para ély una respo idad para usted. Cuando recibo a un joven, me digo qh es una suerte que me consulte, que nos consulte; y to més pienso que es una suerte, mis se acrecienta sensacién de responsabilidad. A menudo la crisis, aun dificil de manejar, es la ocasién para que un adol te entre finalmente en tratamiento. Empero, el pri encuentro con el joven es un encuentro tenso, delica {COMO ACTUAR CONUNADOESCENTEEN CRBS ACLDA? TE sicmpre a punto de romperse ante el mas minimo paso ‘en falso, Al comparar las curas de adolescentes con las de ‘otros pacientes, situaria la difcultad de la escucha de los jivenes justo después del trabajo de escucha de las pare- js. En efecto, si tuviera que establecer una jerarquia de los pacientes més dificiles de escuchar plenamente, ubi- ‘aria en el primer lugar a las parejas. Cuando las atien- ddo, tengo la profunda sensacién de involucrarme a fondo ‘en cada momento de la sesién, de esforzarme por ir més alli de mf mismo. Atrapado entre dos cényuges dolorosa- ‘mente en conflicto y preocupado por no perder una sola palabra, un gesto o un detalle surgido de uno o del otro, siento que el resorte de mi escucha se tensa al méximo. Resulta muy arduo encontrar las palabras justas para que uno y otro de los cényuges se sienta reconocido y, forta- lecido por tal reconocimiento, sea capaz de abrirse a la sa de su pareja. En segundo lugar, entre los pacientes | ifciles, pienso justamente en los adolescentes de los que estamos hablando. Luego vienen los nifios, con quienes Ja gran dificultad es precisamente creer que son ficiles de escuchar, que basta con jugar juntos para producir un efecto terapéutico, El nifio nos ofrece tal apertura a tra- vés de las manifestaciones esponténeas del cuerpo y por Ja libertad de su palabra que si uno se deja llevar por su inocencia, se relaja nuestra concentracién, indispensable para captar sa inconsciente més al de su pequefia per- sona sentada delante de nosotros. Muchos terapeutas, en Jugar de analizar al nifio, se ponen a jugar con él. ;Pero no hay que jugar! Hay que permanecer muy concentrado y no dejarse engafiar por la facilidad con la cual el pequefio nos invita, con toda naturalidad, a acerearnos a él ” MAN DAYONASO En nuestra curiosa escala de pacientes complicadi ubico también a los enfermos psicbticos, alos perv cuando consultan-, a los toxicémanos y luego, siempr en orden decreciente, pienso en las mujeres embara das cuyo inconsciente, tan permeable, nos parece des plegarse a cielo abierto por el carfcter sugestivo de sueiios, por la vivacidad de sus sensaciones corporales Por su palabra inspirada. Aprendo muchisimo cada que escucho a una paciente embarazada. Por tl para relativizar esta singular clasificacién de los pacient dificles, he de agregar que ninguna cura es cil. paciente es en si un impenetrable misterio que exige, algunos momentos cruciales de su tratamiento, la may disponibitidad de parte del terapeuta. En es0s mor tos intensos, el psicoanalista, en el méximo de su centracién, se sumerge en si mismo, en el corazén su silencio interior, para percibir el inconsciente de analizante. Es entonces cuando tiene que saber trad el inconsciente percibido en palabras simples y emoci nantes dirigidas a su paciente, esperando asi alivialo de peso de su malestar. {| ‘Aqui aprovecho Ia ocasién para aclarar que esta ope racién mental en el terapeuta, que consiste en percibie en sfel inconsciente del otzo y en ponerlo en palabras, es Ja singularidad misma del psicoanslisis. BY psicoandilisis amo se define por el becho de que el paciente esté recosta= do, sentado 0 parado; que sea adulto, nif 0 adolescen= 4c; ni por el lugar donde se desarrolla el encuentro ~en el bospital 0 en consuttorio privado-s no, el psicoand= lisis se define por el logro de esta operacin mental en Ja que el analista percibe en si mismo el inconsciente COMOACTUARCONUNADOLECINTEENCRSSACLON 75 de su analizante y lo expresa verbalmente con palabras pregnantes. En suma, el psicoandlisis es el compromi- so reciproco, aungue asimétrico, de dos inconscientes. Digo “asimétrico” porque uno de los dos protagonistas, 1 analista, formado por su analisis personal y didictico, | ha modelado singularmente su inconsciente hasta hacer de élun instrumento de percepeién del inconsciente del paciente, Uno entrega su inconsciente virginal y el otro acta con su inconsciente instrumental. ‘Veamos una ripida secuencia clinica que puede dejar entrever al lector lo que es un psicoanélisis. Recibo con regularidad a un adolescente fobico de 21 afios que se pasa los dias desocupado, delante de Ia computadora, fumando marihuana, Hace poco, al principio de una sesién, me confiaba: (Cuando la tlkima ver usted imagin6 a mi madre sentada a nuestro lado e imit6 un dislogo entre ustedes dos, ;me senti impactada y salfaliviado! Al mostrar Ia silla donde lla habria podido sentarse, usted le pregunté: “Digame, sefora, ze6mo ert Alexandre cuando era un bebé” y, en ssw lugar, usted respondié: “Sabe usted, doctor, siempre fui ‘una madre muy ansiosa y temo haber inocalado mi inquie~ tud al pequefio Alexandre. Siempre se acurrucaba contra smi pienso que cuanto més lo hacfa, mis se impregnaba de ‘mi angustia. A veces, vefa que me miraba con los ojos bien abiertos y me decia que, lamentablemente, podria llegar @ ser tan inquieto como yo". Esta interpretacién que llamo “interpretacién drama- tizada" que le habia hecho a mi joven paciente no era ‘otra cosa que la verbalizacién viviente de una escena que % JUAN OAMDNASIO se me ha impuesto en la mente. Considero esta e ‘como un derivado del inconsciente de mi analizante q se revela en la pantalla de mi propio inconsciente is ‘mental. COMOACTUARCONUNADOLESCENTEENCSS AGUDN 77 LAATENCION DE UN ADOLESCENTE EN CRISIS COMIENZA CUANDO EL PSICOANALISTA RESPONDE ‘AL LLAMADO TELEFONICO DE UN PADRE © DE UNA, MADRE QUE PIDE UNA CONSULTA DE URGENCIA En una palabra, este corto rodeo nos permite afirmar que el encuentro inicial con el joven no debe fallar y, para que no fille, tenemos que anudar de entrada cl lazo ‘ransferencial, a partir del primer llamado telefénico del padre 0 de la madre. Es por ello que es tan importante, si se trabaja en el dmbito privado, atender uno mismo el teléfono y saber mostrarse decidido en la manera de ‘organizar la primera cita. Algunos profesionales, con el fin de no ser molestados durante las sesiones, recurren una seeretaria para contestar las llamadas. En lo que ‘1 mi respecta, prefiero que del otro lado de la linea sea mi vor la que responda en directo. Por supuesto el ti bre del teléfono perturba ala persona que esté en sesi6n. Lo sé, pero atiendo igual, tomo répidamente nota de mi interlocutor y lo llamo mas tarde. Guando, al final de la jornada, llamo a la madre del adolescente para fijar un ‘uirno, me muestro disponible y tranguilizador. Lo que busca una madre que esté sufriendo tanto como su hijo «soit la voz de un profesional que sabe lo que hace y que, por su determinacién, le dala impresin de ser realmen- = RAN OAIO NASI te atendida. Quiero que, al cortar, la madre, fortale por el intercambio telefonico que acabamos de tenet, hhable a su hijo o hija encerrados en su rechazo de intervencién exterior. Es necesario que haya escu una palabra no solo tranquilizadora, sino también pr ‘ca,no solo calmante, sino capaz.de decirle cémo habl 4 su adolescente para incitarlo a acudir al consult ‘Al haber contestado yo mismo a la madre, ya empect ‘trabajar con el joven, pues sé que la mayor parte de conflictos que agitan al adolescente estén invariable te ligados a sus padres. En suma, atender por telé ‘una madre, con la firme idea en mente de que la empieza en este primer contacto telefénico, antes de haber conocido al adolescente, es por cierto la mej ‘manera de establecer durablemente un lazo terapéuti siempre delicado. Por lo tanto, quiero que, al cortar, la madre le hable su hijo en nombre del analista que soy. Hablar en noms bre del otro me evoca aqui la expresién lacaniana “Nombre-del-Padre”. Ya sea que usted se desplace © que reciba al joven en su consultorio, sepa que su interven- cién debe ser considerada como una interven «iG psicolégica de urgencia. Esta intervencién no tiene que fallar.¥ para que no falle,empie- ce por sorprender al joven y a sus padres aco~ giéndolos con una serenidad espontinea y con la determinacién del profesional experimenta- do que usted es. > Esnecesario, ante todo, que el joven en estado de crisis acepte bablarle, Es el imperativo pre- vio a toda accién posible. Si se niega a verse con usted, no dude en recibir a los padres, en escuchar sus quejas y en indicarles lo que con- viene hacer 0 no hacer en las circunstancias presentes. El efecto de estas entrevistas con la familia suele ser benéfico, pues el joven, al ver ‘que se ocupan de él indirectamente, consien- seré tal vez la tiniea que usted podré realizar: | te entonces a acudir al consultorio. Mas allé del hecho de que el adolescente acepte 0 no hablatle, los padres siempre deben ser recibi- dos en su primera cita. Aclaro que, en esta pri- ‘mera consulta, el encuentro con los padres en presencia de su adolescente debe tener lugat después y no antes de hablar con el joven a solas. Mis adelante, en el caso de un segui- ‘miento regular del adolescente, suele suceder, después de haber conseguido su acuerdo, que ‘veamos tna o varias veces asus dos padres jun- tos o por separado, > Por lo tanto, la primera cita se divide en dos partes. Primero, reciba al adolescente a sols y, sies posible, sin saber nada acerca del ‘motivo de la consulta, En efecto, es preferible que el profesional, virgen de toda informa- ci6n, reaccione de manera esponténea a las cexplicaciones de su joven paciente, Sus inter- venciones serén més que nunca auténticas, y asi suscitarin en el adolescente las ganas de ‘confiarse. Por ende, las ganas de saber del profesional laman a las ganas de entregar- se del paciente. Al final de este primer inter- cambio con el joven a solas, este se sentiré favorablemente tocado si usted le dirige una palabra que le dé la impresin de que usted lo hha comprendido, es decir, de que usted le ha cexprefado con claridad lorgme él-siente con- Consejos para los profesionales Consejos para los profesionales fasamente. No bien se produzca esta aclara- cién, pregiintele si ests de acuerdo en hacer ‘entrar a los padres y en proseguir dea cuatro la consulta. Observemos que Ia duracién de esta primera cita, y Inego la duraci6n de las sesiones con el joven, no debe exceder los 30 minutos. De otro modo, nuestro adolescente se impacienta o se encierra, > Al concluir esta entrevista de urgencia, si usted tiene la impresién de que el joven esté ispuesto a seguir viéndolo, propéngale una ‘ita unos dfas mis tarde. En el caso de que su intervencién de urgencia haya tenido lugar en Ia casa del joven, en la escuela, en las emergen- cias pedidtricas 0 en la comisaria dele un turno para més adelante en su propio consultorio hospitalario o privado. Si, luego de este segun- do encuentro, usted estima que la relacién Por fin se instala, propéngale seguir viéndose todavia unas tres veces en fechas precisas que usted fijaré con él. Seguramente, para anudat una relacién terapéutica sélida con un adoles- cente con problemas, usted debers progresar paso a paso. Las més de las veces, la duracién cde un tratamiento psicoanalitico eficaz para un adolescente varia entre los seis meses y un aio. Con todo, en algunos casos, sucede que una 0 varias sesiones con el joven bastan para resol- ver la situaci6n critica y para permitirle volver a encontrar el equilibrio, aun cuando se trate de un equilibrio precario. > No olvidemos que, en esta primera entrevista, celprofesional advertido debe buscar todo indi- ‘ce clinico capac de indicarle sie joven paciente fen crisis presenta los primeros signos de una ‘psicosis incipiente, esperando por supuesto que no sea el caso. Consejos para los profesionales Consejos para los profesionales ¢Cémo [fabiar] con un adolescente en crisis? > Las primeras palabras del profesional serin sa propio nombre y su funcién: “;Sabes cémo me amo? Me amo Fulano de Tal, oy psicoana~ lista y mi trabajo consiste en tratar de resolver problemas como el que boy viviste”. Luego, hay que pedirle al adolescente que escriba sa propio nombre y que le diga por qué esta ahi: “ Qué es lo que pasé para que tu madre deci- ira Uamarme?. Nunca hay que wilizar la palabra “ayudar” o la expresién “voy a ayu- darte”, lo cual lo colocaria en una posicién de inferioridad. > Dirigirse al adolescente como a un joven adul- 10; sobre todo, no infantilizarlo. > Llamarlo por su nombre de pila y tutearlo si usted se siente cémodo tutedndoio y si usted percibe que el tuteo le permitiré hablarle con ins facilidad; hacerlo, en todo caso, luego de haberle pedido su acuerdo. > Enel intercambio individual con el adolescen- te, esperar pacientemente « que devuelva la palabra, Necesita tiempo para identificar lo que siente y para nombrarlo, Por lo tanto, su ritmo de pensamiento y de elocucién suele ser més lento que el nuestro. Pero no nos equi- voquemos, “esperar” no significa quedarse en silencio. > Al contrario, tenemos que intervenir, pero hhablando con pocas palabras, claramente, con ‘una vor tranquilizadora y siendo auténticas. > Ya sea en una intervencién de urgencia 0 a lo largo de todo un seguimiento regular, siempre hay que hablarle evitando seducirlo, educarlo, juzgarlo 0 condenarlo. Muéstrese y hiblele siendo usted mismo. Usted no es ni uno de sus padres, ni un amigo, ni su profesor, ni un juez, ni un policfa, Usted es un psicoanalista que tiene la misi6n de traducirlecon palabras sim- les y comprensibles lo que él esté viviendo de ‘modo confuso, lo que no sabe que vive y lo que Jo bace sufrir. Si usted logra comunicatle en forma clara lo que él est viviendo inconscien- temente, tendré una oportunidad de aliviarlo. Consejos para los profé: Consejos para los profesionales eEn qué [disposicién mental] el profesional debe abordar a un adolescente en crisis? > Ante todo, hay que tener genas de comurnicare se con ély tratar de sentir lo que él siente cons- cientemente, Una ver que usted estima que se ha establecido la corriente, si usted tiene una formacién psicoanalitica adecuada, trate de sentir no solo lo que él siente conseientemen- tc sino lo que él siente inconscientemente. > Sentirse uno mismo disponible y que nos sien ta disponibles para recibirlo sin reservas, tal ‘como es. Bl adolescente tiene que sentir que Jo tomamos tal como es ¥ no tal como que- rrfamos que sea. No lo juzgamos. Si ve que xno tenemos prejuicios respecto de él, se sen= ting inmediatamente llamado a entregarse en confianza, En esta primera entrevista, nuestra \inica expectativa es lograr comunicarnos con 4. Silo conseguimos, habremos dado un gran ‘paso con miras a comenzar la terapia. Luego, en el marco de un seguimiento regular, nues- tro objetivo seré llevar al joven paciente a econciliarse consigo mismo y, por ende, con suentorno. > No jugar a ser amigos ni ser demagogos. No estamos en el mismo nivel: no hay que tratar de seducislo hablando y actuando como él Por el contrario, el joven espera encontrar a ‘un adulto que, por su diferencia y por su pre~ sencia, le recuerde los limites de la realidad y, al hacerlo, logre calmarlo. > Mostrarle que, diga lo que diga, tomamos en serio lo que nos dice. > Alentarloa hacernos preguntas sobre cualquier tema, incluyendo nuestra propia persons “Me gustaria que tii me bagas una pregunta sobre ti, sobre mi, sobre tado,;Poco importa”. No dudar en responderle con autenticidad y pudor. Al pedirle que nos baga una pregunta, Jo obligamos a concentrarse, a reunir fuerzas, «ser dueio de si mismo y a exteriorizarse. > El terapenta no debe tomar ninguna iniciati- va sin pedirle su opinién. Por ejemplo, en Ia primera entrevista, después de haber hecho ‘un intercambio individual con él, le propon- 0 hacer entrar a sus padres en el consulto- rio. Es entonces cuando le digo: “Si estds de ‘acuerdo, vamos a hacer entrar a tus padres y ‘voy a preguntarles por qué pensaron que era ecesario que vinieras a consultarme. Vamos 4 ver qué responden. (Con esta itima frase, hhago de él un aliado en una actitud concerta- ‘da ante sus padres. Todo el arte radica en ello: ser cimplice del adolescente sin ser por ello su igual] “No obstante -prosigo-, después Consejos para los profé Consejos para los profesionales de haberte escuchado, ya sé lo que comviene ‘acer y puedo decirtelo ya mismo. Esta es mi idea: primero, si quieres, vamos a encontrar ‘nos regularmente una vez por semana para bablar como lo bicimos boy; luego, para no perder ef aio, prefiero que tomes clases par- ticulares de mateméticas con un profesor que conoce muy bien el programa de cuarto aia. {Quiero que el trabajo com él te permita volver ‘a clase con una idea clara de lo que va a abor= dar tu profesor en el liceo!”. Por supuesto, con este ejemplo de un adolescente en erisis pero cuyo sufrimiento es moderado, quise mostrar sobre todo el espiritu con el cual ef profesional | ‘asocia a su joven paciente al proyecto terapéu- tico, Siempre en relacién con este ejemplo en el que incito al joven a volver a ocuparse de su escolaridad, aclaro que, silo consigue, ya habra dado un primer paso hacia la reconguista de su ‘autoestima, sin la cual ningéin trabajo analitico puede Hevarse a cabo. > Al final de la primera entrevista, explicarle ‘cémo van a desarrollarse las sesiones siguien- tes. Fijar com él una fecha limite (uno 0 dos ‘meses més tarde) para hacer un balance de nuestros intercambios y decidir juntos eémo proseguirén los encuentros. > Alcabo de algunas sesiones, le pidoaljoven que ‘me traiga fotos de é, de nifio y,en especial, de I siendo un bebé en los brazos de su madre 6 de su padre, en los dias de su nacimiento. Sentado delante del adolescente, con las fotos puestas entre nosotros sobre una mesita, muy focalizado en tal o cual detalle de la imagen, me :muestro curioso, hago preguntas sobre aquella Epoca del pasado, teniendo siempre presentes en la mente las circunstancias actuales que lo condujeron a consultar. Indefectiblemente, el adolescente se ilumina, me cuenta, se entrega como jamas antes lo habia hecho y, sin darse ‘cuenta, revive en el presente de la sesién todo sun pedazo de su pasado infantil. wo MAN OANO NASI UNAVEZ QUE LA CRISIS AGUDA HA SIDO SUPERAI Y QUE EL ADOLESCENTE ACUDE REGULARMENTE: LAS SESIONES, COMO CONSIGUE EL PSICOANALI DESACTIVAR EL CONFLICTO INCONSCENTE SUBYACENTE A LA CRISIS? Ante todo, le dir€ que el tratamiento que le propony un adolescente que sufre siempre tiene una dura limitada. Para suscitaren el joven paciente el sentimi to de que tenemos por delante una tarea comin qi ‘cumplir, prefiero fijar una fecha limite a riesgo de tarla o alargarla. Preguntémonos ahora cusl es el pri cipal agente terapéutico en la cura de un adolescent Dejando de lado los psicotrépicos, que a veces result indispensables, preseriptos por un psiquiata, el princi medio terapéutico es la transferencia. Sea cual fuere técnica méiica o psicoterapéutica empleada, lo que aun adolescente o al menos apacigua su sufrimiento 1a calidad del intercambio afectivo que se establece el profesional. (Esto es la transferencia! Sf, pero ain definirls, Qué es la transferencia en una cura?! La tran 1. Lalaafinicin de a trameforeiia podsia se la sigiente: teansfereneia és un salto del pasado al presente y de una persona {COMOACTUAR CONUNADOLECENTEEN CRIS AGL? 10) ferencia es un fenémeno sorprendente que consiste en lo siguiente: por el mero hecho de entregarse regularmente ‘un terapeuta del que espera, confiado, que lo alive, el paciente lo va invistiendo poco a poco con su amor, con su admiracién; a veces puede rechazarlo, desearlo con fervor o incluso temer su poder. Es este carifio afecti- vo global ~confianza, amor, admiracién, rechazo, deseo y miedo lo que vuelve al paciente sensible no solo a lo {que el terapeuta leva revelando, sino a la manera espon- tinea en la que asume su rol de terapeutay, ms particu- Jarmente, al aplomo tranquilizador del que da pruebas. ero ya sea la manera como el profesional asume su rolo la impresién de tranquilidad que transmite, siempre se trata de las expresiones de su“inconsciente instrumen- tal como es percibido intuitivamente por el paciente. De hecho, la relacién afectiva entre paciente y analista, ¢s decir, la transferencia, es la condicién que rinde el ana- lizante receptivo no solo a las intervenciones explicitas A psicoanalista, sino a las manifestaciones inconscien- tes de este. Es por ello que cuando me preguntan cusl es linstrumento utilizado por el psicoanalista para atender 1\los pacientes, respondo diciendo: un terapeuta no cura con Io que dice ni con lo que bace, sino con lo que es, y aiiado: con lo que es inconscientemente, El verdadero ‘ra como el elemento que se desplaza es una manera de amar, de fla, de desear 0 de temer, la transferencia ese! desplazamiento operudo boy batia la persona que cuenta afectivamente para neso- ‘rs; de Tos semtimentory comportamientes que teniamios ayer en larrelacincoM uno de nuestros padres Ba una eu sali, bevy soma que eventaafectivamene para el paiente eel psicoanalise, f V 2 AN BAND NASO instrumento terapéutico es mi inconsciente, mi in ciente de analista cuando entra en resonancia con el ‘mi paciente; Esto es la transferencia: la puesta en ‘miento de un circuito cerrado entre el inconsciente uno y el inconsciente del otro. En el fondo, la transf cia no es sing la creacién de un inconsciente nuevo, tun inconsciente compartido, resultante del interca regular entre los inconscientes de los dos protagonis dela cura, ‘Talcomousted loha entendido, la reunién de inf ciones sirve en verdad para hacer vibrar mi incons y pata despertar el del joven que me consulta. C utilizo la expresi6n “mi inconsciente de analista”, pit ‘en todas sus manifestaciones en la sesi6n: en las pala que se me ocurren, en la intensidad de la mirada que dirijo a mi paciente, en el timbre de mi voz, en mi cen mi manera de moverme en el sill6n y en todo aque que constituye mi presencia activa, Es necesario que joven sentado delante de mf siente que soy un terap ta franco, abierto, sin arificios ni reticencias, que teng ‘ganas de comunicarme con él, que es bienvenido, que recibo y lo acepto tal como es, sin juzgarlo, que estoy: no solo porque tengo que trabajar, sino porque dis to ejerciendo mi oficio de terapeuta. Deseo acceder a mundo interior y experimentar en mt las emociones qt siente conscientemente, jy sobre todo las que no sient conscientemente! Quiero decir el dolor de su desunisi su miedo a la humillacién y a veces el rencor hacia lo adultos. Formulémoslo de otra manera. Trato de vista lizar en mi mente la escena de su fantasma pernicioso ‘ransmitirle lo que veo con palabras que lo movilicen. Fs COMO ACTUARCONUNADOLESCENTE ENCRSSAGUDN? 103 ‘entonces cuando se crea, por un instante, el inconsciente compartio. ePero qué ha ocurrido para que mis palabras liberen al adolescente de su malestar? Pues bien, en el transcurso A las sesiones, mis diferentes intervenciones reveladoras desu fantasma de humillacién han terminado por ejercer una influencia en él, més exactamente, en lo que conside- fu como la parte enferma de su inconsciente, es decir, su supery6. Mi objetivo final es actuar sobre el superyé del adolescente. Por qué actuar sobre el supery6? Porque _ el superyé del adolescente es su tumor moral, su enemi- fo interior que lo agobia con autocriticas y lo mina, El superyé corresponde exactamente al personaje domina- dor y odioso de la escena fantasmatica de humillacién. FI superyé en un joven es mil veces mis torturante ¢ wasor que el que se ha forjado durante la infancia, ‘vando el varoncito 0 la nia interiorizaron la moral de sus padres. Como si en el transcurso de la adolescencia, cl supery6 no pudiera sino hipertrofiarse en su esfuerzo permanente por refrenar el maremoto de las pulsiones agresivas y sexuales propias de la pubertad. Ahora bien, ‘le manera més simple, qué es el superyé? El superyé es nosotros, cada uno de nosotros cuando se habla mal a si ‘mismo, soy yo mismo cuando me eritico con severidad. Fl superyé és una invencién formidable de Freud, perola ha elaborado tanto que se ha reficado como si fuera una cntidad auténoma que estraga nuestro psiquismo, Pero no, el supery6 no es ni una cosa ni un ser, s una facultad, Ja facultad propiamente humana de hablarse y de juz~ {rrse a sf mismo. Fl superyé somos nosotros cuando nos jzgamos a nosotros mismos después de haber tenido la vos LANDA NASO impresién de cometer una falta 0 de hacer una tont rfa, Somos nosotros cuando nos decimos, por cj *;Pero qué estiipide!” o incluso “jEstuve Asi pues, distingo tres superyoes: el superyé acusador qh me juzga (“jEs culpa mia!); el supery6 perfeccionis que me evaltia y me desalienta (Say un imal Jo conseguiré!”);y huego, el superyé odioso y sidico qt me humilla (“;Sey una m...P). El superyé siempre €5 yo que se las toma consigo mismo. Pero quiero actuar estas diferentes variantes de supery6, pues estimo qu adolescente es ante todo un enfermo del superys. Cui do le digo que trabajo con mi inconsciente dejando. nar de mi esta presencia activa, es para mitigar el sup. de mi joven paciente y, al hacerlo, reducir su distorsi interna euerpofsupery6 y disminuir la virolencia de fantasma de humillacién. Quiero atenuar el rigor de supery6; quiero que el joven, cuando se hable ast mis se hable con templanza, que no siga maltratindose denigrindose; quiero que sea més coneiliador consi mismo. Mi objetivo es lograr que aprenda a hablarse ctro modo que no sea la injuria 0 el asco hacta s mis ero, precisamente, mas alli de las palabras pregnai tes que le dirjo a mi joven paciente, palabras que tra cen la escena de su fantasma, Zeémo lograr que se ha a si mismo de otro modo? Solo tenemos una respuest que es hablarle y tratarlo como deberia hablarse y trata se asi mismo. Quiero que se diga refiriéndose a mi: “jl sorprendente! ;Me trata mejor de lo que lo bago yo!”, incluso: “;Querréa poder tratarme como me trata él. En sintesis, para conseguir el relajamiento del supery6) adolescente, el analista debe tratar a su joven paciente {COMOACTUMR CONUNADOLESCENTE EN CASS ACLON 105, como seria necesario que el paciente se trate asf mismo. El tenor del intercambio terapéutico debe mostrarle al adolescent progresivamente que existe otro modo de relacién de uno con los otros y de uno consigo mismo que el que le dicta su fantasma de humillacién verdugo/ victima. Estoy convencido de que el apaciguamiento del sufrimiento de un adolescente en crisis solo puede tener lugar siel profesional favorece en su joven paciente una atenuacién de su superyé, inciténdolo a produeir otra figura superyoica més proclive a consentir, més pacifica- dla y; por ende, moderadora del fantasma de humillaci6n, En otros términos, ef analista debe enseiarle al joven a bablarse de un modo diferente, a tratarse con menos intransigencia y a quererse mds. Para terminar, situ ra que definir el ideal lejano que puede guiar al terapeuta ‘en su trabajo con un adolescente perturbado, diria que hay que transformar el fantasma crispante de humilla~ ‘idn en sentimiento sereno de humildad.

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