Era viernes, diez treinta de la noche, era una noche lluviosa, afuera las gotas caan
fuertemente, con poca gente por las calles; simulaba un da rutinario y sin mucha
novedad, slo haba frente a nosotros una pequea mesa redonda y estbamos
sentados en un sof rojo para dos, la habitacin estaba en penumbra, iluminada
nicamente por luces artificiales de mltiples colores que titilaban sin parar; la
msica a todo volumen y el desagradable aroma del alcohol y el hielo seco se
impregnaba hasta en las paredes.
En medio del ambiente poco atractivo, resaltaba l, la viva imagen de la tranquilidad,
sin siquiera notar que el corazn se me desbocaba irremediablemente. Sus ojos
brillaban an en la oscuridad como dos joyas de incalculable valor; no dejaban de
invitarme a seguir comportndome como una nia y a seguir divirtindonos sin
importarnos el resto del mundo, fue un Deja v, ya haba visto esa mirada antes.
Ah!... es verdad pens suspirando sta mirada es ma.
Si hay algo que puedo presumir de tener que nadie ms posea, es esa mirada que
tiene reservada exclusivamente para m: de total y completa diversin, como si mi
extrao humor y mi singular carcter bastaran para provocarle una sonrisa, y eso
me encanta!, verlo sonrer por las tonteras que se me ocurren, aunque me quede
sin aliento cada vez que me dedica una de esas medias lunas que dibuja en sus
labios. Con su voz flotando en el aire, las miradas cmplices y por si fuese poco,
ese peligroso talento innato para conquistar mi corazn, yo tampoco poda evitar
rer sin parar.
Desde unos das atrs habamos planeado esa cita, ambos comprendamos que
era arriesgado, pero a veces es difcil no dejarse arrastrar por la fascinacin del
pecado, y despus de jurarme que no aceptara ser la segunda opcin, termin
acudiendo a l sin siquiera dar pretextos. Me pas toda la tarde preguntndome qu
ropa ponerme, cmo peinarme, cmo maquillarme, y as lo hice, hasta quedar
exactamente como quera. Pero todo mi esmero fue en vano, porque al final todo