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Rafael Domingo (ed.) Director de la Caitedra Garrigues de Derecho global Universidad de Navarra JURISTAS UNIVERSALES Volumen I , Juristas antiguos MARCIAL PONS, EDICIONES JURIDICAS Y SOCIALES, S.A. MADRID 2004 BARCELONA EMILIO PAPINIANO Storia delle fonti det diritto romano e della giurisprudenza romana (Milén, 1885) 81; F. Wieacker, Textstufen klassischer Juristen (Gotinga, 1960) 16 y 8; P. Frezza, «Responsa e Quaestiones. Studio € politica del diritto dagli Antonini ai Severi», en SDHI 43 (1977) 212 ss.; G. G. Archi, «Una nota de ‘Trifonino a Scevolan, en Seritti di diritto romano Il (Milén, 1981) 920 ss.; M. Sixto, Las anotaciones de Trifonino a C. Escevola (Santiago de Compostela, 1989) 12, 27; S. Querzoli, I testamenta e gli offi- cia pietatis. Tribunale centumvirale, potere imperiali e giuristi tra Augusto e i Severi (Napoles, 2000) 177 ss. Sobre las similitudines en la obra de Escévola, vide los indices de M. Garcia Garrido y F. Rei- noso Barbero, Similitudines Digestorum (Madrid, 1994). Para una visién de conjunto sobre su vida y su obra, D. Liebs, «Q. Cervidius Scaevola (Scaevola IID», en HLL IV (Minich, 1997) § 415.6, pags. 113 ss. Emilio Papiniano (Aemilius Papinianus) (ca. 140 - ¢ 212 4.C.) Federico Fernandez de Bujdn Papiniano, calificado como el princi- pe de la Jurisprudencia, llegé a ser la per- sonificacién del Derecho. Sus vicisitudes como jurisconsulto, politico y como hom- bre Lenaron toda una etapa historica y se proyectaron en el devenir de los siglos. Su memoria —simbolo de gloria en la crea- cidn jurisprudencial y de honestidad en el recto proceder— pergefié una figura, idea- lizada, que desde su muerte se constituy6 en paradigma de jurista. ~*"Suele afirmarse que la informacién que nos ha legado acerca de la vida de Papiniano es superior a la de la mayor parte de los juristas romanos. Esta afirma- cién pudiera ser cierta si consideramos todos los datos de que disponemos, sin entrar en disquisiciones acerca de su fia- bilidad. Los testimonios biogrdficos de nuestro autor, ciertos 0 dudosos —extraf- ps0 ‘4 Papiniano. Cortesia de la Biblioteca Nacional dos de las fuentes antiguas, juridicas, lite- Madrid (Espaiia). rarias y epigréficas—, fueron acopiados por estudiosos del Renacimiento que configuraron un amplio elenco de datos. Estos fueron reelaborados en los siglos Xvul y XIX e incorporados a obras generales sobre la jurisprudencia romana. Sobre éstas han trabajado, criticamente, especialistas del 189 JURISTAS ROMANOS: siglo xx con el objetivo de rescatar la personalidad de Péitiano Ue 1a marafia de datos que habfan recubierto e incluso anegado su figura. Se hacia imprescindible distinguir qué noticias biogréficas pudieran corresponder ¥ cudles habria ido enhe- brando el telar de fa'4éyenda. Esta labor de discernimiento era especialmente necesaria al enfrentarse con un Personaje mitico, debido a la singularidad de una vida y una memoria que apasioné a muchos de los estudiosos de! Derecho de todes los tiempos. No se sabe con certeza el afio de su nacimiento,,Suele afirmarse que nacié bajo el reinado de Antonino Pio (138-161). Las fechas que se ofrecen se datan entre los afios 140 y 145 .C. Las fuentes antiguas —Dion Casio, 76.17.4 y Esparciano, Vita Severi, 1.3— lo presentan como coetineo del emperador Lucio Septimio Severo (193-211). Costa —autor de su biografia mas extensa y cuidada— fecha su naci- miento un poco més tarde, situdndolo en los primeros afios del reinado de los empe- radores Marco Aurelio y Vero (161-180). ‘Tampoco existe certeza en relaci6n con su lugar de nacimiento. De entre las con- jeturas destacan las que afirman su procedencia de Siria 0 defienden su origen aftica- no. Algunos sefialan a Emesa como su ciudad natal, por ser ésta la de la familia de la emperatriz Julia Domna, segunda mujer de Septimio Severo, a la que se vincula con Papiniano por raz6n de parentesco (SHA, Esparciano, Vita Caracallae 8.2: «adfinem etiam per secundam uxorem»). Bremer sostiene su procedencia siria y afirma que habria sido un conocido profesor de la Escuela de Berito. Orestano* apoya la hipétesis afri- cana, sin mayor precisi6n topogréfica. Un autor renacentista —Giuseppe De Rustici (# 1613) en un opiisculo de exiguo crédito (Papinianus, Venecia, 1613) se atrevid a afirmar que era oriundo de Benavento, una colonia de Siria. Apoya, infundadamente, esta suposici6n en un pasaje papinianeo, recogido en D. 36.1.59pr., que transcribe una disposicién mortis causa en la que el testador afirma que esta pequefia colonia es su patria. Por tiltimo, algunos han sefialado a Fenicia.como su lugar natal. Vinculada a la problematica de la procedencia, debe abordarse la étiestién de su nombre. Los personajes piiblicos en Roma solian designarse por su afiomen. Nuestro jurista es generalmente llamado por el simple cogno jtd@nomen nos es desconocido. El nomen de Aemilius es referido en un famoso fragmento de Paulo®, recogido en D. 12.1.40, que dice: «Lecta est in audi- torio Aemilii Papiniani [...}». Su autor fue adsessor de Papiniano, cuando éste era praefectus praetorio. El nomem de Aemilius se contiene también en la constitu- cién de Justiniano* Deo Auctore § 6, aunque sorprende su ausencia en la constitucin Omnem, en la que es citado constantemente s6lo por el cognomem. Otra confirma- cin del nomen se encuentra en una inscripcién descubierta en Roma y recogida en la colecci6n de inscripciones latinas publicadas por Orelli Henzen (1828-1856), con el nimero 5.603. Un texto ofrece un nombre completo: Aemilius Paulus Papinianus. Repérese que altera el orden, sin fundamento alguno, convirtiendo Aemilius en praenomen. Figura en el titulo de una conocida obra del Ifrico y dramaturgo alemdn Andreas Gryphius (1616-1664), intitulada Grofmiitiger Rechtsgelehrter, oder ster- bender Aemilius Paulus Papinianus (Breslau, 1659), que ocupé en su momento la de Papi- 190 EMILIO. PAPINIANO atencién de Dieter Norr (ZRG, RA, 83, 1966, 308 ss.). Costa sostiene que el cogno- mem, Papiniano, procederia del nombre gentilicio Papinia, al que se le afiadiria el sufijo ‘anus’ que indicaria una eventual manumisi6n 0 adopci6n. Si esta hipétesis se admite, la cuestin de su origen podria reconducirse, en parte, al descubrimiento de Jos lugares ent los que este cognomen seria frecuente. Mommsen* demuestra que dicho nombre gentilicio es bastante corriente, pudiendo encontrarse en la propia Roma, en varias ciudades de la provincia de Italia, asf como en la Galia Cisalpina, Narbona, Dalmacia, e incluso en alguna provincia africana. No hay pruebas que lo vinculen con alguna familia conocida de origen sirio. Una inscripcién sepulcral romana afirma que Papiniano tenfa al morir treinta y ocho afios =m. de la misma naturaleza, fija ésta en treinta y seis afios y tres meses— y qué era hijo de Hostilio Papiniano y de Eugenia Gracilis. Todos los estu- diosos coinciden en su falta de autenticidad, atribuyendo la autorfa a falsificadores romanos, muy corrientes en los siglos Xv a xvi. Mommsen* las califica como fal- sas en su Corpus Inscriptionum Latinarum. Sobre la base de los datos que podemos dar por ciertos, en relacién con los cargos desempefiados por Emilio Papiniano y las Epocas de su ejercicio, considero que puede afirmarse que Papiniano moriria con- tando unos setenta afios de edad. Es frecuente leer que Papiniano estuvo vinculado intimamente con el emperador Septimio Severo. Lo que no resulta pacifico es la causa originaria de esta relacién. Segdn una tradicién muy dudosa, se ha considerado que ambos serian condiscfpulos de Cervi- dio Escévola*. El apoyo textual es un conocido fragmento de Esparciano (Vita Caraca- lae 8.3) en el que se afirma también que Papiniano sustituy6 a Septimio Severo, se entiende que bajo el reinado de Marco Aurelio, en el cargo de advocatus fisci. Quienes han estudiado la obra papinianea y sus posibles coincidencias con la de Cervidio Escé- vola*, consideran que no cabe apreciar relacién de magisterio entre ellas. Es més, se afir- ma la divergencia tanto en los pareceres como en los métodos 0 razonamientos. Momm: sen*, a través de un estudio de los manuscritos mas antiguos de los Scriptores Historiae =Auigustae, considera que el pasaje de Esparciano, en el que sefiala la relacién de condis- cipulo de Severo en el comtin magisterio de Escévola*, es un afiadido tardio, probable- mente de los siglo xIV'0 xv. No hay pruebas que aclaren de dénde habria tomado el interpolador la noticia. Mommsen* reconoce su cardcter enigmitico. A mi juicio, no debe descartarse que hubiera sido un afiadido sin ningin fundamento textual anterior. De ser asi, considero que habria sido incorporado con el propésito de aportar algiin dato mas a la biografia de quiet fa teriido ‘por modelo de juristas. Se trataria de entroncarlo con ‘un importante jurisconsulto contemporéneo. El interpolador habria adjudicado a Cervi- dio Escévola* su magisterio, por considerar que era, entre los posibles, el de mayor relie- ve. No existe ningtin texto en el que Papiniano se declare su discfpulo. Esta ausencia es significativa, pues es bien conocida la costumbre de los juristas romanos de explicitar declaraciones de testimonio y reconocimiento al maestro. Se trata, por tanto, de un silen- cio elocuente, ya que respecto del propio Cervidio Escévola*, se declaran discipulos Trifonino* y Paulo* (Paulo, D. 3.5.18[19]-1, y Trifonino*, D. 20.5.12.1). 191 JURISTAS ROMANOS El texto citado de Esparciano —Vita Caracallae 8.3— fundamenta también la amistad intima entre Papiniano y'Septimio Severo én una relacién de parentesco de afinidad a través de la segunda mujer de Severo. Esparciano refiere que, en su tiem- po, dicho vinculo era memoriae traditur. Sabemos que Septimio Severo estuvo des- tinado en Siria como Legatus legionis y que alli contrajo segundas nupcias con la hija del gran sacerdote de El-Gabal, el dios solar local de Emesa. Esta mujer, Julia Domna, ejercerfa un gran influjo en el actuar del emperador. Una posicién minori- taria ha defendido que el vinculo entre Papiniano y Septimio Severo se deberia al parentesco entre la mujer de Papiniano —que nos es totalmente desconocida— con el emperador. Fuera como fuese, la historia prueba que esta relacién de intimidad y confianza existi6. Sin ella no se explica que, durante el mandato de Septimio Seve- ro, Papiniano hubiera ido afianzando su presencia e influencia en Ja cancilleria, hasta llegar a desempefiar, por espacio de nueve afios, el cargo de maxima respon-" sabilidad del emperador. Segiin se deduce del relato de Dion Casio (76.14), Papini: no, investido de la dignidad de prefecto pretorio, acompaiié en el afio 208 a Septi- mio Severo en la expedicién militar que el emperador hace a Britania, para pacificar diversos focos de rebelién en la frontera de Escocia. Caracala y Geta se encontraban acompafiando a su padre. En el curso de Ja guerra, el emperador, ya gravemente enfermo, encontrarfa la muerte. Es, pues, probable que Papiniano estuviese cerca del emperador en el momento de su fallecimiento. Esto harfa verosimil el relato de Espareiano (Vita Caracallae 8.4) que lo presenta como su confidente y albacea moral, al encomendarle la misién de continuar la educacién de sus hijos y de lograr 1a armonia entre ellos. No hay coincidencia docirinal acerca del periodo en que Papiniano ocupé pues- tos de responsabilidad en la cancilleria imperial. Algunos afirmani que sus primeros cargos han de situarse en tiempos de Comodo y Marco Aurelio. Costa, por contra, considera que desarrolla toda su produccién juridica y su actividad publica bajo el reinado de Septimio Severo. Sabemos con certeza que ocup6 —quizds bajo Marco Aurelio— el cargo de adsessor de la prefectura del pretorio. En un pasaje tomado del libro 20 de sus Quaestiones, y recogido en D. 2.1.3.3, Papiniano afirma que aseso- 16 al prefecto pretorio («{...] praefectis praetorii suasi [...]»). Mas tarde —ya en el reinado de Septimio Severo— Jerapeta cargo de magister libellorum asumiendo Jlafuncién de instru las causas jadiciales interpuestas Se eee ary lade redac. FIGS TEETplos. De ello nos da testimonio Trifonino* (D. 20.5.12pr.): «rescriptum est ab imperatore libellos agente Papiniano...». El afio 203 es elevado al cargo de prefec- to pretorio como sucesor de Plautiano (Paulo, D. 12.1.40pr., CIL VI.228). _Son muy numerosas las fuentes antiguas que dan testimonio ceRggesininto de SPapiniano, de sus circinstancias y de las razones que pudieron inducirlo. Esparcia- no refiere el suceso en cinco ocasiones. La primera en la Vita Severi 21.8; las tres siguientes en la Vita Caracallae 3.2; 4.1: 8.1-8; la Ultima en la Vita Getae 6.3. Refie- ren también el magnicidio: Dion Casio (77.4), Z6simo (1.9) y Aurelio Victor (De Caesaris, 20.33 y 34). 192 EMILIO PAPINIANO A pesar de tan abundante aparato de fuentes, o quizds debido a él, son muchos los datos sobre los que se cieme la incertidumbre. Todos los textos afirman que Papiniané murié asesinado por orden de Caracala en los primeros afios del reinado de éste ;Tam- bién son acordes.en vincular su asesinato con el de Geta, tanto en su motivacién como en el tiempo de ejecucién. Existe divergencia, por el contrario, en el afio concreto en que se produce y en la causa que lo provoca. También es incierto si la muerte de Geta® precede a la de Papiniano y si éste era prefecto pretorio o habfa sido cesado antes de su “asesinato, Averiguar la causa del magnicidio es tarea especialmente compleja, ya que en este piinto la historicidad de los hechos pudo haberse empafiado con la imagen pre- concebida de un hombre, paradigma de la justcia. La leyenda que presenta a Papi no afrontando Ia muerte como un acto heroico, responde a su fama de hombre cabal que “HO BE" pliéga ‘a los ‘abusos del tirano. La divetgthcia entre-las fuentes histéricas“mas accidental UEC Phcial; ntre autores diverso® € in€lus0 entre textos. de un mismo autor. Esparciano expone tres motivos en las tres ocasiones que aborda esta cuestidn, En la Vida de Septimio Severo (21.8) afirma: «quod parricidium excusare noluis. set [...]». En la Vida de Caracata (8.5) puntualiza més y sefiala que la causa fue la respuesta dada pér Papiniano al fratricida, cuando éste le orden6 justificar ante el Senado y el Populus el asesinato: «non tam facile parricidium excusari posse quam fieri». Aqui, se apresura a confesar que el testimonio no ha sido contrasta. do, sino incorporado a su relato tal como se cuenta (multi dicunt). También consi- dera que pudiera ser pura fébula, la versién que refiere la negativa de Papiniano («{...] illud esse parricidium aliud accusare innocentem occisum [...}») de escri- bir una oratio acusatoria contra Geta como instigador, de la que pudiera deducir- se que su,muerte obedeceria a un acto de legitima defensa de Caracala. En Vita ig 3.2 afirma que el tirano ordené también el asesinato de un hijo de ‘@piniano que desempefiaba la cuestura. Este dato tiene escaso crédito entre los estudiosos. Por tiltimo, en la Vita Antonini Getae 6.3, dice: «{...] Papinianus et tmulti alii interempti sunt, qui vel concordiae faverant vel qui partium Getae fue- rant [...]>. Coincide con este relato el testimonio de Aurelio Victor (De Caesaris 20.33-34), € implicitamente el de Dion Casio (77.1) y el de su cronista, del siglo xu, Juan Zonaras (12.12), que trataremos més tarde al estudiar cuestiones conexas. Quizas sea en este testimonio donde se encuentre la verdadera razén del ase- sinato, al margen de relatos inspirados en la fascinaci6n por su figurafEsto no sig- nifica, a mi juicio, que Papiniano no hubiera procedido tal como se describe, de, haber sido puesto en semejantes coyunturas! 5 B16 ‘Gite Papiniano no se ppg nr er aan} oe PSY Sancnbaettinaere err 4 fdoblegado a los ‘deseos ‘del tirano, si le hubiese pedido que justificase el “asesinato de Geta o que le incriminase por delito a tajestad. Pero una cosa “eSque pueda creerse, razonablemente, que esto sucediera asi y otra muy distinta, en la tarea de historiador, es que se afirme que sucedi6. Quizés pudiera incluso pen. Sarse que no sucedié como se afirma que sucedi6, debido a que Caracala sabia con Certeza que nunca podria ordenar a Papiniano algo que atentase contra su concien- 193, JURISTAS ROMANOS, cia, Este convencimiento es el mismo que pudo inspirar a los historiadores ala hora de adornar el relato de los hechos narrados. Todo ello con el loable propésito de presentar al lector una conducta digna de ser emulada. En relaci6n con la fecha de su muerte, creo que se hace necesario comenzar dilucidando si es anterior o no a la de Geta. Los relatos de Esparciano, Aurelio Vic- tor y Dion Casio coindiden, basicamente, en que Papiniano fue asesinado inmedia- tamente después de la muerte de Geta. Herodiano (4.6.1.2), que no dice nada de forma expresa, manifiesta que Caracala, después del asesinato de su hermano, orde- 1nd asesinar a todos sus allegados y partidarios. Inmerso en esta represin general, quizds, estuviese Papiniano, bien por considerarlo partidario de Geta o bien por creer, no sin fundamento, que reprobarfa el fratricidio imperial. Sélo el testimonio de Z6si- mo cuestiona este orden cronolégico. De darle crédito, Caracala habria pretendido liberarse de un obstaculo incémodo a sus intenciones. La version de Zésimo es ais- lada y procede de una fuente consuetudinaria, por lo que es mas razonable aceptar que la muerte de Papiniang acaecera inmedMtansene después del regreso de Ja campaiia de Britania y de-fa muerte de Septimio Severo. Esta postura mayoritaria fue cuestionada, a fines del siglo xix, sobre la base de estudios filol6gicos que pre- tendieron reconocer en distintas constituciones imperiales, datadas en una fecha posterior, la autoria de Papiniano. No es éste el lugar de entrar en su andlisis; me limito a dejar constancia y entiendc que, mientras no existan razones més firmes, debe mantenerse la opinién de que Papiniano morirfa después de Geta y, probable- ~ mente, su ejecucién fuera en 212 d.C. En cuanto a la cuestién de si Papiniano era prefecto pretorio en el momento de ser asesinado, volvemos a encontramos ante una cuestién controvertida en las fuen- tes. Dion Casio (77.1) y, por ende, Zonaras (12.12) afirman que habria sido cesado ala muerte de Septimio Severo. Zésimo (1.9), Esparciano y Aurelio Victor —en los textos antes citados— consideran que fue asesinado revestido de tal dignidad. Algu- nas de las razones expuestas, y ya analizadas, acerca del asesinato de Papiniano no se entienden mas que en el caso de ser prefeété'prétorio cuando se ordena su ejecu- cién. Costa trata de conciliar ambas versiones, manteniendo que del tenor literal del texto de Dion Casio no debe deducirse una remocién formal del cargo. Debe enten- derse, a su juicio, que Caracala no destituy6 a Papiniano, sino que lo neutraliz6 des- pojéndole de facto de todo poder como prefecto. Considero, con conciencia de relatividad, que Papiniano habria sido depues- to antes de su muerte. Si admitini6s él encargo de’Septimio Severo de mediar para Jograr la concordia entre sus hijos"jsi Consideramos que Papiniano trataria’ de © Cumplir élevigarg6-fidiiciario del emperador moribundo, debeiios Conicluir que “Caracala sabria,.desde el primer momento, que no podia contar con Papiniano para sus perversos planes de convertirse en emperador tinico. Asf las cosas, lo més probable es que le relevase inmediatamente de tal cargo de m4xima confianza. Sélo en un momento posterior, cuando se desencadené una persecuci6n cruenta contra todos los supuestos partidarios de Geta, seria cuando Papiniano pasase a 194 EMILIO PAPINIANO ODES EN TUSdEede SULHSETLONG NOON SUT UB INER aprmnanut, UBpoppimedepmituona levesteomamuk eppreceptuanaipe uUdeNNUMCON SuleNDe LIers QuiXesponteueliy MePALDRCONFRA NDuUeTUpPCOER CITI CO Srueeisae Sep Blictespontsto :- Litera Florentina, Inicio del titulo UK del Libro I dei Digesto, que recoge la conocida definicién de ley del jurista Papiniano (D. 1.3.1): Lex est commune praeceptum. virorum prudentium consultum, delictorum quae sponte vel ignorantia contrahuntur coercitio, communis ret publicae sponsio (La ley es el precepto comin, el consejo de los hombres prudentes, la coercién de los delitos cometidos por propia voluntad o por ignorancia, la seguridad de Ia repaiblica comiin), Cortesia de ia Biblioteca Laurenziana, Florencia (Italia), engrosar la lista de aquéllos a los que se pretendia ejecutar. Sin’duda, Caracala consideraria un peligro dejar con vida a quien, por razén de sus convicciones y de ° su prestigio, podria causarle muchos’ probléniais"ton la deniincia de sus crimenes y de sus abusos de poder. 4A pesar de la constante dedicacién que le impusieron sus cargos y responsabi- lidades en la cancilleria, es muy importante la obra cientifica de Papiniano. La rela- * .Gi6n de sus obras conocidas es la siguiente: i) Treinta y siete libros iiiénes, escritos, probablemente, bajo el rei- “nado de Septimio Severo, Abordan, con indudables influencias helenisticas, singu- lares cuestiones, reales o imaginadas, en las que se plantean complejos problemas os, En su elaboracién, se sigue el orden cldsico de los Digesta. Sus solucio- nes, dadas en la'€8étila 0 én el Consiliunt, se reconocen por el constante empleo del jo no por referencia directa, sino por textos de Ulpiano* en ios que su cita es constante. Tres pasajes se contienen en los Fragmenta Vaticana (224-226). La critica cree que la versién utilizada por los compiladores seria un texto bastante alterado como consecuencia de haber sido muy utilizado en las discusiones y deba- tes escolasticos. 195 a JURISTAS ROMANOS FSi) Diecinueve libros de°Resporisa escritos en tiempos de Septimio Severo y <- Antonino Caracala, Recogen, conforme a su propia naturaleza, un contenido més casuistico y real que las Quaestiones..No obstante, refiere, en ocasiones, reglas y prin- cipios necesarios para la resolucién de la cuestién abordada. No se reconoce, con cla- ridad, el tipico esquema “hecho, ‘constilta, respuesta—que tan bien puede apreciar- se en los Responsa de Cervidio Escévola*. Se caracterizan por la concisin con que se expone el supuesto de hecho que se une, sin solucién de continuidad, con la solucién ofrecida. Presenta, pues, el laconismo propio de los viejos prudentes. Es comtin afir- mar que los Résponsa fueron menos alterados por los posclasicos que las Quaestiones. iii) Tres libros de Definitiones. Estudios filolégicos y seménticos han llevado a considerar esta obra como una reelaboracién posclasica. Su estilo, ampuloso y ret6- rico, en nada coincide con el de las Quaestiones. El redactor, probablemente, se habria servido de escritos de Papiniano. No contiéne definiciones propiamente dichas, sino proposiciones de cardcter general, en las que enuncia y resuelve un caso de forma esquemitica ¢ incisiva. Su contenido nos ha legado a través de escasos fragmentos recogidos en el Digesto y de un pasaje insertado en la Mosaicarum et Romanarum legum Collatio (2.3). 4}, Dos libros De adulteriis. Recogen un comentario, segtin su orden, de la lex Julia de adulteriis. Es el nico que nos ha Hegado de una ley relativa a la regulaci6n de las Quaestiones perpetuae. v) Liber singularis de adulteriis. Trata sobre la prictica de este juicio publico. Parece improbable que Papiniano sea su autor. Quizés se trata de una obra posclési- ca, redactada tomando como base sus comentarios a esta ley. Contiene un elenco de casos, no siempre tomados de la préctica. a modo de quaestiones. En la Collatio (4.8) puede advertirse este cardcter tedrico. De su contenido s6lo conocemos unos pocos fragmentos recogidos en el Digesto y otros contenidos en la Collatio. Estos iltimos presentan el tipico estilo retérico de los autores posclasicos. vi) Liber singularis «Astynomikos», escrito en griego. Responde a las inquietu- des de la época, pues, hasta la etapa clésica tardfa, los juristas no se interesaron por cuestiones administrativas. Se duda de su autoria. Algunos consideran que seria una obra temprana, quizds redactada en su Siria natal. Otros piensan que se trata de un epitome posclisico, que analiza las funciones de ciertos magistrados provinciales con facultades en el cuidado y conservacién de las vias publicas. De ser asf, se habria basado en una obra anterior de Papiniano que no se conserva. Sélo se con- serva un pasaje de esta obra recogido en D. 43.10.1. él-conjunto de-sus escritos se tomaron 595 fragmentos p; we ‘no es releVinte'a Ta hora de valorar su obra, pues es bien sal él Digesto, Este el Diggsto, Est elevante’a bido que el numero de fragmentos recogidos en el Digesto-no se corresponde con la importancia cuali tativade-los jurisconsultos (segtin la Palingenesia de Lenel*, Labe6n* cuenta con 4OT textos y Juliano* con 928, mientras que de Paulo* y Ulpiano* se toman 1.913 y 3.003, respectivamente). De los fragmentos de Papiniano, la mayor parte corres- ponden a las ‘Quaestiones y a-lds Respohsa; Su estudio exegético ha descubierto 196 EMILIO PAPINIANO numerosas alteraciones debidas a interpolaciones justinianeas y a modificaciones posclisicas reconocidas, en ocasiones, por la confrontacién con pasajes transmitidos en fuentes extrajustinianeas. Papiniano es el jurista mAs citado en textos piéjustinianeos. Entiende la.roma? nistica que algunos de éstos presentan una mayor genuinidad que los fragmentos recogidos en el Digesto. En la Lex,Romana Wisigothorum o Breviario de Alarico (506 4.C.) se rinde homenaje a Papiniano incluyendo, a titulo decorativo, un pasaje tomado de sus Responsa. Los borgofiones compusieron una Lex Romana Burgun- diorum (532 4.C.) que, en alguna edicién, lleva por titulo Lex Responsorum Papi- niani. Distintos fragmentos, como he sefialado, nos han llegado a través de la Colla- tio legum Mosaicarum et Romanorum. Pasajes de los libros V y IX de sus Responsa se conservan en un papiro, de los siglos IV 0 V, encontrado en Egipto, y han sido publicados por Kriiger* (Berlin, 1879) y por Dareste (Paris, 1883). La autoridad de Papiniano fue ampliamente reconocida ya en vida. Su parecer se escuchéd en nbitos juridicos. A titulo de ejemplo: en D. 23.4.2 Ulpia- no* refiére'€émo Papiniano aconseja al pretor Juniano; en D. 49.14.50 el emperador sigié'la opinién de Papiniano para contestar a una consulta de Trifonino*; su acti- vidad como jurista se manifiesta esencialmente en su labor de redaccién de los res- criptos, como recuerda Marciano*, en D. 23.2.57. En los afios posteriores a su muer- te, su autoridad auments, tanto en el foro como en las escuelas. Paulo* y Ulpiano* publicaron sendas obras de «Notas» a los Responsa de Papiniano, para resumirlos y explicarlos. Constantino, en una constitucién del afio 321, recogida en el Cédigo Teodosiano (1.41), prohibié citar estas «Notas» en los tribunales de Constantinopla, por considerar que oscurecfan el pensamiento de Emilio Papiniano y perjudicaban la perfeccién de sus respuestas. Esta medida se enmarca en la tendencia del empe- rador de desembarazar la prictica judicial de la farragosa cita indiscriminada de obras jurisprudenciales. Las «Notas» de Ulpiano* fueron incorporadas, en alguno de sus pasajes, a los Fragmentos Vaticanos. Existieron también unas «Notas de Marcia- no* a Papiniano» como lo prueba la inscriptio de D. 23.2.57. No se sabe con certe- 2a si existirian también otras «Notas» del mismo autor a sus obras casuisticas. Qui- zs existieron y corrieron la misma suerte que las de Ulpiano* y Paulo*. En la constitucién Deo Auctore (mim. 6), después de afirmar que tiene tanto mérito quien corrige una solucién como quien la inventa, Justiniano* restablece la autoridad de las «Notas a Papiniano» de Marciano*, Paulo* y Ulpiano*, En d@fidé'se aprecia, de forma indubitada, la autoridad de Papiniano es en la 426'4.C.). No nos ha Hegado su formulacién original. Conocemos su Contenido por la versién que incorpora, doce afios mas tarde, el Cédigo de Teodosio (1.4.3). Fuera como fuese, lo que no se pone en cuestién es la preferencia por la opi- nién de Papiniano en caso de empate, lo que prueba la altisima consideracién de nliéstro autor. Papiniano destaca por su estilo elegante, la sencillez de su expresion y la pro- fundidad de sus razonamientos. Domina la técnica del caso y la aplicacién de prin- 197 JURISTAS ROMANOS ‘Geipios y reglas a Jas situaciones facticas$Atiende al nticleo principal de 1a cuestion debatida y prescinde de los pormenores si no afectan a la solucién del problema. Conoéedor de las relaciones humanas reguladas por el Derecho, Papiniano hace gala de un fino sentido de lo justo que le lleva a la frecuente aplicaci6n de la equidad. Combina la sutileza de su razonamiento con una adecuada valoracién de lo ttil. Dotado de gran sentido préctico, arma su andamiaje Iégico vinculandolo al caso para el que se plantea. Sabedor de las etimologfas, es muy preciso en el uso de tér- minos y conceptos. Recoge la ya incipiente tendencia oriental de su tiempo. Por su excesiva concisién, sus escritos han sido calificados de ambiguos y oscuros, siendo célebres por las dificultades hermenéuticas que presentan a los estudiosos. En este sentido, Arangio Ruiz* considera que se ha exagerado el valor de algunos de sus textos, reputéndolos como muestras de especial profundidad en el razonamiento juridico, cuando, en su parecer, son prueba de su oscuridad. No obstante esta opi- nién, es mayoritaria la que reconoce el valor y la originalidad de sus respuestas, lo que lleva a considerarlo uno de los tres juristas mas importantes de la historia de la jurisprudencia romana, junto con Labedn* y Juliano™. El contenido moral de sus escritos ha contribuido también a su memoria y explica, en parte, los relatos literarios en torno a su muerte. Destaca por su incues- tionable independencia de juicio. Es, probablemente, el jurisconsulto romano que més importancia otorga al contenido ético del Derecho. Puede sostenerse su for- macién estoica. En D. 28,7.15 explicita sus convicciones al decir: «{...] nam quae facta laedunt pietatem existimationem verecundiam nostram et, ut generaliter dixe- rim, contra bonos mores fiunt, nec facere nos posse credendum est». Muchos de los valores reflejados en sus escritos estén préximos al pensamiento cristiano. Ello, unido a la tradicién que relata su muerte, explica que en algunos frescos de templos de los primeros cristianos se represente a Papiniano, un pagano, en el seno de los justos, por razones andlogas a las que llevaron a Dante a situar en el Paraiso a ‘Adriano. Los apelativos de admiracién y reverencia que se le han dedicado, no guardan parangén con ningdin otro jurista clésico. Esparciano (Vita Severi 21.8) le denomina «iuris asylum et doctrinae legalis thesaurus». Distintas constituciones imperiales del siglo i se refieren a él como «vir consultissimus» (CJ 7.32.3, del 250) o prudentissimus (CJ 6.37.12, del 240; CJ 5.71.14, del 293); Justiniano*, «acutissimi ingenii et merito ante alios excellens» (CJ 6.42.30, del 529 eons? titucién Omnem Reipublicae 4, nos informa que sus obras constituyeron la base ~efandamental de la ensefiatiza del Derecho. Prueba este reconocimiento docente-la “ostiimbre de destacar al mejor estudiante dandole el titulo de papinianista, cele- bréfidose, en el tercer curso, una festividad escolar para conmemorar el inicio del estudio de los escritos de este jurista. Expresin de la veneraci6n y singularidad de su memoria, no s6lo en ambien- tes jurfdicos, es el hecho de que su vida haya inspirado la creacién literaria en dos obras teatrales: la ya mencionada tragedia de Andreas Gryphius, y la posterior, titu- lada I! Papiniano (1718), del italiano Gian Vincenzo Gravina*. 198 CLAUDIO TRIFONINO Papiniano, obra y hombre, realidad y mito, ha desbordado toda parcela del saber, hist6rico 0 juridico, y se ha situado en esa orilla, adonde s6lo llegan quienes se convierten para la posteridad en modelo digno de ser imitado y digno paradigma de ser admirado. Obras: Las mencionadas en la semblanza. Los fragmentos de las obras conservados pueden con- sultarse en Palingenesia I, cols. 803 ss. Bibliografia: E. Otto, Papinianus, seu de vita, studiis, scriptis, honore et morte (2.* ed., Bremen, 1743); Th. Mommsen, «Zu Papinians Biographie» (1890), en Gesammelte Schriften If (Berlin, 1905) 158 ss.; P. Jérs, s. ». «Aemilius» (nim. 105), en RE 1.1 (1893) 572 ss.: E. Costa, Papiniano, 2 vols. (Bolonia, 1894-1899); P. Kriger. Geschichte, pigs. 220s; M. Schanz y C, Hosius, Geschichte der rémis- chen Literatur bis zum Gesetzgebungswerk des Kaisers Justinian 111 (3.* ed., Ménich, 1922, reimpr. 1959) 201 ss.; A. Berger, s. v. «Papinianus», en Enciclepedic Dictionary of Roman Law (Filadelfia, 1953) 617 ss.; M. A. de Dominicis, «Contributo allo studio delle fonti papinianee d'eta posclassica», en Studi in onore di Pietro de Francisci LV (Milin, 1956) 319 s3.; R. Orestano, s. v. «Papiniano», en NNDD 12 (1965) 365 ss.; D. Nor, «Papinian und Gryphius. Zum Nachleben Papinians», en ZRG (RA) 83 (1966) 308 ss.; W. Kunkel, Herkunft. pags. 221 ss; H. Ankun, «Papiniano, un jurista oscuro?», en Seminarios Complutenses de Derecho romano | (1990) 57 ss.; una versién alemana «Papinian, ein dunkler Jurist?, en Orbis Juris Romani 2 (1996) 27 ss.; D. Liebs, «Aemilius Papinianus», en HLL TV (Minich, 1997) § 416, pgs. 117 ss. Claudio Trifonino (Claudius Tryphoninus) (s. -md.C.) Marié Sixto Jurista de! final de la época clésica, contempordneo, entre otros, de Papiniano*, con el que coincidié en el consilium de Septimio Severo, la personalidad de Claudio Trifonino ha quedado marcada para la posteridad por su relacién con su maestro Quinto Cervidio Escévola*. Las noticias sobre su persona son escasisimas, por lo que su biograffa es practi- camente imposible de reconstruir: no puede aventurarse ni siquiera una fecha apro- ximada para su nacimiento, o su muerte; incluso su propio nombre, s6lo figura com- pleto en una ocasi6n (D. 26.7.58pr.), y en el resto de fragmentos aparece, unas veces, tinicamente como Claudius, y otras, s6lo como Tryphoninus. Este nombre ha servido para aceptar, como muy posible, la hipétesis de que perteneciera a alguna familia oriunda de la parte oriental, més probablemente helenistica; en efecto, el cognomen ‘Tryphoninus parece avalar esta conjetura. Por otro lado, la hip6tesis concuerda tam- bién con el fenémeno, generalizado a lo largo de los siglos 1 y 11 d.C., de que al con- silium Principis (que ya no podfa nutrirse de las familias romanas de abolengo) acce- dieran como asesores personajes procedentes de familias itélicas 0 provinciales. 199 JURISTAS ROMANOS Dios» 1 (El Escorial, 1954) y II (El Escorial, 1956); con importantes trabajos; H. I. Marrou, Saint Augus- tin et la fin de la culture antique (4.* ed., Paris, 1958). Mis recientemente, puede consultarse la extensa voz «Augustinus» de K. Pollmann para Der Neue Pauly if (Stuttgart, Weimar, 1997) 293 ss., con abun- dante bibliografia, IIL. Pensamiento juridico, politico y social: O. Schilling, Die Staats- und Soziallehre des hl. Augustinus (Friburgo-de Brisgovia, 1910): J. N. Figgis, The Political Aspects of St. Augustine's City of God (Londres, 1921); G. Combés, La doctrine politique de Saint Augustin (Paris, 1927); V. Stegemann, Augustin Gottesstaat (Tubinga, 1928); J. Mausbach, Die Ethik des hl. Augustinus, 2 vols. (2.* ed., Fribur- go de Brisgovia, 1929); C. Boyer, Saint Augustin (Paris, 1932); A. Truyol Serra, El Derecho y el Estado en San Agustin (Madrid, 1944); A. Brucculeri, I! pensiero sociale di S. Agostino (2.* ed., Roma, 1945), V. Giorgianni, 1! concerto del diritto e dello Stato in Sant Agostino (Padua, 1951); E. Gilson, Les méta- morphoses de la cité de Dieu (Lovaina, Paris, 1952) capitulo II; L. Diez del Corral, «Dualismo y unidad en el pensamiento politico de San Agustin», en su libro De historia y politica (Madrid, 1956) 201 ss. H.A. Deane, The Political and Social Ideas of St. Augustine (Nueva York. Londres, 1963); F. Campo del Pozo, Filosofia del Derecho segiin San Agustin (Valladolid, 1966); P. J. Badillo O° Farrell, Presupuestos teoldgicos de ta filosofia jurtdica agustiniana (Sevilla, 1975); N. Blézquez Feméndez, La pena de muerte segiin San Agustin (Madrid, 1975), W. S. Babcock (ed.), The Ethics of St. Augustine (Atlanta, 1991); M, Manzin, Ordine politico e verita in Sant’ Agostino: riflessioni sulla crisi della scienza moderna (Padua, 1998); R. W. Dyson, The Pilgrim City: Social and Political Ideas in the Writings of St. Augustine of Hippo (Woodbridge, Rochester, 2001). IV. Obras de referencia: A. D. Fritzgerald, Augustine Through the Ages. An Encyclopedia (Grand Rapids, 1999), traducida al castellano con el titulo Diccionario de San Agustin. San Agustin a través del tiempo (Burgos, 2001); la versin espaiiola ha sido coordinada por J. Garcia. En alemén, puede consultarse W. Hensellek y P. Schilling, Specimina eines Lexikon Augustinianum (Viena, 1987-1997). Para una documentacién bibliogréfica, puede verse Fichier Augustinien: Fichier- auteurs=Augustine bibliography: autor catalog, cuidado por el Institut des Etudes Augustiniennes, de Paris (Boston, 1972, suplemento editado también en Boston, 1981). Como archivo de ordenador y en disco compacto puede verse Corpus Augustinianum Gissense a Cornelio Mayer editum (Basilea, 1996). Justiniano (Flavius Petrus Sabbatius Iustinianus) (482-565 d.C.) José Maria Coma Fort Emperador de gran personalidad, Justiniano ocupa un lugar privilegiado en la historia gracias a la obra cumbre de codificacién del Derecho romano: el Corpus Juris Civilis. Sin ella, el Derecho romano no seria mds que un residuo histérico conocido fragmentariamente. El emperador de Oriente Flavius Petrus Sabbatius Iustinianus nacié en 482 en ‘Tauresium (Iliria, actual Macedonia) y murié el 11 de noviembre de 565 en Constan- tinopla. De origen humilde, muy pronto se traslada a Constantinopla donde su tio matemo Justino, que habia legado a ser emperador en 518, se encargé de su educacién. Adoptado por é1 en 521, ejerci6 gran influencia sobre su tio, siendo nombrado corre- gente en 527. En agosto de ese mismo afio murié Justino, quedando Justiniano como unico emperador romano de Oriente en uni6n de su inefable esposa Teodora. 226 \ JUSTINIANO Al asumir el poder se encuentra con un imperio debilitado, casi desmembra- do, por las continuas guerras de desgas- te, las profundas escisiones de la Iglesia motivadas por las herejfas, la administra- ci6n corrupta y la legislacién confusa ¥ dispersa; por lo que desde un principio, su propésito es restaurar la grandeza del antiguo Imperio romano, purifica- do ahora por el cristianismo. La nueva figura del emperador bizantino, ini- ciada ya desde Constantino, implicaba un poder imperial legitimado por la voluntad de Dios que permitia al em- jusiniano, Mossico. Iglesia de San Vitale. Révena |perador dirigir con firmeza la Iglesia (laliay. Agencia Oronoz (cesaropapisma).Se consolidaba de este modo un sistema de poder en el que la intervencién de Dios resultaba determinan- te para contener todo tipo de factores desestabilizadores. Justiniano buscé la renovacién del antiguo Imperio romano mediante tres vias: Ja unidad del imperio, la unidad de la fe cristiana y la unidad del Derecho. La res- tauracién de la unidad del imperio comienza en la frontera oriental con una guerra de contencién contra los fersas. El escenario bélico tiene su sede en la zona del alto Eufrates donde entra por primera vez en accién Belisario, brillante general que mar- card de forma decisiva la contienda militar de Justiniano. Este primer enfrentamien- to culmina en 532 con la firma de la «paz perpetua» entre Justiniano y'el rey persa Cosroes. El cierre momentaneo de las hostilidades con los persas permite a Justinia- no concentrar sus fuerzas en la inminente guerra que se prepara contra los véndalos en el norte de Africa y en los gravisimos incidentes que asolan Constantinopla con Ja revuelta de Nika. Es nuevamente Belisario quien desembarca en Libia (Caput ‘Vada) y toma Cartago reduciendo poco después al rey Gelimer y pacificando la zona reconquistada en 534. Paralelamente se desarrollan las guerras godas. El rey Teoda- to habia usurpado el trono a Amalasunta, quien siendo regente de su hijo Atalarico, mantenia una Optima relacién con Justiniano. El hecho se considera casus belli y desencadena la guerra contra los godos en la peninsula Itélica. Una vez mas Belisa- rio asume la direccién del ejército, desembarcando en Sicilia en 535 y avanzando hacia Roma desde Napoles (536). Mientras tanto, Vitigio consigue la ansiada ayuda de los persas, rompiendo de este modo la «paz perpetua» y abriendo nuevamente el frente oriental. Belisario regresa a este frente (540). Son afios dificiles, en los que el rey godo Totila (541) reconquista territorios a lo largo de toda la Peninsula en lucha con un Belisario que se reparte entre el frente persa y el itélico (544). Ademis, un nuevo conflicto provocado por billgaros y eslavos que cruzan el Danubio agrava la SituaciOn al acercarse peligrosamente a Constantinopla. En 549 Justiniano nombra a 207 JURISTAS ROMANOS Narsés jefe de su ejército ubicado en Italia, quien acaba definitivamente con los godos al vencer a Teias en 553 y con los francos y alamanes que venfan hostigando el norte de Italia a peticién de aquéllos (554). S6lo al final de su vida supo Justinia- no que la‘peninsula Itélica estaba bajo control imperial, aunque por poco tiempo, ya que tres afios después de su muerte se produjo la invasién de los lombardos. La vic- toria en la parte occidental se complet6 con la reconquista del sudeste de ‘Espafia a los visigodos (554). Mientras tanto, las guerras persas continuaron de manera ago- tadora hasta la firma de la paz en Lazica (562). En cuanto a la unidad religiosa, el esfuerzo de Justiniano por conseguir la pax ecclesiarum como elemento fundamental de la unidad del imperio tuvo resultados muy limitados. Combatié a paganos, apéstatas y judfos, pero no consiguié la ansia- da pacificacién entre los distintos movimientos heréticos que desde hacfa mas de un siglo erosionaban la-csencia de la religién cristiana. Partidario de la ortodoxia caté- lica, intenté por todos los medios el acercamiento a los monofisitas influenciado por su esposa Teodora partidaria del monofisismo. La profunda escisién que habia pro- ducido en el Concilio de Calcedonia (451) impidié una conciliacién de los monofi- sitas con la ortodoxia justinianea. Ademés, el dificil equilibrio de su politica reli- giosa le llev6 en ocasiones a entrar en conflicto con el Pontifice romano, minando gravemente la unidad que pretendéa. Mayor éxito tuvo el emperador en su labor Jegislativa. La estructura del impe- rio que Justiniano queria restaurar precisaba de un ordenamiento juridico homogé- neo que lo asentase. Desde el siglo 1v 4.C. se habfa ido acentuando el cardcter abso- lutista de la figura del emperador y ello habfa provocado un profundo cambio en el sistema de produccién normativa. La jurisprudencia creadora, exponente maximo del genio juridico romano, habia desaparecido para pasar a formar parte del sistema de fuentes, no ya como fuente viva, sino como cuerpo normativo cerrado (iura). Desde entonces las innovaciones juridicas eran monopolio del poder imperial mani- festado a través de las constituciones imperiales (leges). Al tiempo que ese absolu- tismo imperial se apoderaba del campo de creacién normativa, el Derecho iba entrando inexorablemente en un profundo proceso de decadencia que algunos han denominado «vulgarismo juridico». La falta de nivel técnico suficiente y la propia estructura de Ja administracién imperial fomentaron la solicitud constante de crite- rios normativos en la aplicacién del Derecho, lo que dio lugar a un inextricable bo: que de normas juridicas que hacfa extraordinariamente dificil su conocimento y apli- cacién. Esta incertidumbre habia motivado ya desde finales del siglo m una tendencia codificadora que sirviera para delimitar, de algtin modo, el Derecho vigente (cédigos Gregoriano, Hermogeniano*, Teodosiano, Ley de Citas...), pero sin llegar a conseguirlo materialmente. No obstante, en la parte oriental del imperio se daba la coyuntura para acometer una obra de estas caracteristicas, ya que en los cen- tros oficiales de ensefianza del Derecho. como las escuelas de Berito o Constanti- nopla, se vivia un verdadero renacimiento juridico («clasicismo») impulsado por el alto nivel de los magistri iuris. Las necesidades del nuevo imperio de Justiniano 228 ) JUSTINIANO constituyeron el detonante preciso para materializar un gran proyecto codificador que sélo entonces pudo realizarse. Esta codificaci6n debia recoger todo el Derecho vVigente en una gran compilacién de leges y iura que cubriera tanto las necesidades de la practica como las de la ensefianza del Derecho. El trabajo se lev6 a cabo con sorprendente rapidez. (528-534) y fue completado posteriormente, aunque nunca de forma oficial, con las nuevas constituciones (novellae constitutiones) de Justiniano y de emperadores inmediatamente posteriores. A esta gran obra, que constituye la base de los moderhos ordenamientos juridicos occidentales, se la denomin6. més tarde (Glosa de Bolonia, s. xi!) con el nombre unitario de Corpus Juris. El nombre completo de Corpus Iuris Civilis, como la conocemos modernamente,’se debe al humanista Dionisio Godofredo* que lo acuiié en 1583 en contraposicién al de Cor- pus Iuris Canonici. Conocemos con detalle las fases de la compilacién gracias a las constituciones introductorias de cada parte en las que Justiniano daba las érdenes precisas a los comisionados. Estas constituciones son citadas habitualmente con las palabras ini- ciales, del mismo modo que sucede por ejemplo con las encfclicas papales. En febre- ro de 528, mediante la constitucién Haec quae necessario, Justiniano convocé una comision de diez miembros (entre ellos Triboniano* y Te6filo*) con la finalidad de elaborar un Codex legum. Para ello debfan servirse de los cédigos Gregoriano (292), Hermogeniano* (294), Teodosiano (439) y de las novelas posteodosianas, tomando de ellos lo esenciaimente util y eliminando lo superfluo. El trabajo se publicé en abril de 529 a través de la constitucién Summa rei publicae, quedando prohibido tanto el uso forense de las constituciones no recogidas en el Codex Justinianus como la utilizaci6n del texto antiguo de las incluidas. Esta primera edicién del Codex estu- Vo poco tiempo en vigor, dado que se hizo necesario publicar una nueva én 534 para adecuarla al resto de la compilacin. . El objetivo de Justiniano fue en principio mucho mas modesto de lo que resul- 6 ser en la practica. La posibilidad de un Codex Turis no habfa sido calculada y prueba de ello es que la Ley de Citas (426) seguia vigente en el primus Codex. La idea de realizar un proyecto que unificara todo el Derecho jurisprudencial surgié a finales de 530 a iniciativa del propio Triboniano*. Entre julio de 530 y abril de 531 se publicaron las Quinguaginta decisiones, unas constituciones tendentes a resolver algunas controversias de la jurisprudencia clasica (ius controversum) que pueden ser concebidas como trabajos transitorios en espera de la finalizacién del Digesto. En diciembre de 530, mediante la constituci6n Deo auctore, Justiniano otorg6 plena libertad a Triboniano* para que é] mismo nombrase una comisién (en total, 16 miembros) que se encargara, bajo su supervisi6n, de seleccionar los textos de los juristas cldsicos en una gran obra que recibiria el nombre de Digesta (de dige- rere = «distribuir») 0 Pandectae («que comprende todo»). Los extractos elegidos fueron distribuidos por materias siguiendo en gran medida la sistemdtica del anti- guo edicto del pretor de Roma en 50 libros y el trabajo, que habfa sido calculado Para unos diez afios (de opus desperatum llega a hablar Justiniano), fue concluido 229 JURISTAS ROMANOS en el plazo de tres. Estos fragmentos provenfan de 39 juristas, destacando por su nimero los pertenecientes a Ulpiano* y Paulo*. El Digesto vio la luz el 16 de diciembre de 533 a través de la constitucién Tanta-Dedoken, quedando desde ese momento prohibida la utilizacién de las ediciones anteriores de los escritos juris- prudenciales. Nada sabemos sobre el modo de proceder de esta comisién para lograr semejante empresa en un tiempo tan vertiginoso, aunque es posible que los comisionados agilizaran su trabajo dividiéndose en subcomisiones, asf como que contaran con Ia inestimable ayuda de colecciones de iura que circulasen por las escuelas orientales de Derecho. Por lo demés, los compiladores, al igual que habian hecho ya con el Codex Iustinianus, alteraron y mutilaron los textos con el fin de adaptarlos a las necesidades de la compilacién eliminando de los mismos lo super- fluo, inttil y contradictorio (de ahi su nombre, «compiladores», es decir, «saquea- dores»). El mismo Justiniano dice sobre estas alteraciones que «multa et maxima sunt, quae propter utilitatem rerum transformata sunt». Algunas de las directrices a seguir en esta tarea fueron marcadas por las Quinquaginta decisiones y por otras constituciones promulgadas ad commodum propositi operis, las amadas extrava- gantes, pero fuera de ellas resulta muy dificil saber cudles fueron los criterios que en la practica siguieron los comisionados para recortar la materia. Tales alteracio- nes reciben el nombre de interpolaciones o emblemata Triboniani. Su biisqueda ha constituido una de las tareas mas importantes de la modema ciencia romanistica. Se pretende asf «depurar» los textos, extrayendo de ellos aquello que dijo origina- riamente el jurista cldsico para separarlo de lo que pudo ser afiadido 0 cambiado después por los compiladores. Sin embargo, la labor se complica extraordinaria- mente al conocerse que esos mismos textos pudieran haber sido modificados inclu- so antes de Justiniano (alteraciones prejustinianeas). La reelaboracién del Derecho imperial y del Derecho jurisprudencial hizo necesaria una reforma de los estudios de Derecho. Al tiempo que se trabajaba sobre el Digesto, Triboniano*, a propuesta de Justiniano, se encargé de nombrar na comi- sin para la elaboracién de un manual bsico de ensefianza del Derecho que susti- tuyera a las Institutiones de Gayo*. Siguiendo la sistematica de Gayo*, la obra fue compuesta por Te6filo* y Doroteo* (profesores de Constantinopla y Berito) con las propias /nstitutiones y otras obras elementales de la literatura clasica y posclasica ademés de constituciones imperiales y fragmentos del casi ya terminado Digesto. Este nuevo manual fue publicado con Ia constitucién Imperatoriam maiestatem en noviembre de 533 con el titulo de «/nstitutiones de Justiniano» y entré en vigor jun- tamente con el Digesto el 30 de diciembre de 533. La reforma de los planes de estu- dio se completé mediante la constitucién Omnem (diciembre de 533) con un nuevo programa de estudios adaptado a la compilacién. La publicacién del Digesto y de las Instituciones obligé a revisar la prima edi- tio del Codex del afio 529, Nuevamente Triboniano* y Doroteo* junto a tres comi- sionados mds se encargaron de refundir el texto del Cédigo para adecuarlo al resto de la compilacién (suprimir, entre otras cosas, la Ley de Citas) y recoger la legisla- 230 JUSTINIANO cidn imperial que desde entonces se habia publicado. La revisin se hizo con la dili- gencia habitual y se publicé el Codex repetitae praelectionis a través de la constitu- cidn Cordi en noviembre de 534, y entré en vigor el 29 de diciembre de ese mismo aiio. La secunda editio del Codex estaba dividida en 12 libros divididos a su vez en titulos que recogian por orden cronolégico las constituciones propias de cada mate- ria. La constitucién més antigua procedié del emperador Adriano y las més recien- tes fueron promulgadas justo antes de la publicacién del Codex (la iltima, del 4 de noviembre de 534). EI punto culminante de la codificacién Hegé con la publicacién definitiva del Codex, aunque la actividad reformadora de Justiniano no cesarfa hasta el momento de su muerte. Esas leyes (novellae leges) nunca fueron recopiladas oficialmente y las conocemos a través de colecciones privadas. Su nimero descendié bruscamente después de la muerte de Triboniano* (542). Obras: Corpus luris Civilis. Exiten numerosas ediciones criticas de esta obra, de entre las que destacamos la de G. Haloander (1529-1531); la famosfsima de D. Godofredo que sirvié de modelo a las del siglo xvmt (edicién ginebrina de 1583): la de G. C. Gebauer y G. A. Spangenber (1776- 1797); la de J. L. G. Beck (1825-1835); la de los hermanos Kriegel ayudados de J. G. J Hermann y E. Ossenbriigen (1828-1843). La que todo especialista debe manejar se debe aT. Mommsen, P. Kri- ger, R. Scholl y G. Kroll en sus distintas ediciones publicadas en Berlin desde finales del siglo xix por la casa Weidman en tres voliimenes: 1.° Instituciones y Digesto; 2.° Cédigo; 3.° Novelas. Exis- ten dos traducciones completas al castellano del Corpus luris. Una de A. de Bacardi Rodriguez de Fonseca y J. M. de Ortega (Barcelona. 1874) y otra de I. Garcia del Corral (Barcelona, 1889-1898; reimpr. Valladolid, 1988). Estas traducciones deben manejarse con suma prudencia porque obedecen a ediciones criticas anticuadas. Al margen, del Digesto tenemos 1a dirigida por A. d’Ors, 3 vols. (Pamplona, 1968-1975) y de las /nstitutiones de Justiniano destacamos la de 1. Calvo y Madrofio (Madrid, 1915) y la de F. Hernéndez-Tejero (Madrid, 1961; reimpr. Granada, 1998). Bibliografia: F. Bluhme, «Die Ordnung der Fragmente in den Pandektentiteln», en ZGR 4 (1820) 257 ss. [=Labeo 6 (1960) 50 ss.; 230 ss.: 368 ss.]; M. Isambert, Histoire de Justinien (Paris, 1856); P. Kriiger, Geschichte, pag. 365 ss.; G. Rotondi, «Studi sulle fonti del Codice giustinianeo», en BIDR 29 (1916) 143 ss.; J. B. Bury, History of the Later Roman Empire from the Death of Theo- dosius to the Death of Justinian, 2 vols. (Londres, 1923); P. N. Ure, Justinian and His Age (Har- mondsworth 1951); B. Biondi, I! diritto romano cristiano I-III (Milén, 1952-1954); L. Wenger, Quellen, pigs. 562 ss.; F. Wieacker, Textstufen klassischer Juristen (Gotinga, 1960); G. G. Archi, Giustiniano legislatore (Bolonia, 1970); A. Guarino, «La compilazione dei Digesta Iustiniani», en Studi in onore di G. Scherillo Ht (Milén, 1972) 717 ss.; M. Kaser, Zur Methodologie der rémischen Rechtsquellenforschung (Viena, 1972), U. Alvarez, Instituciones de Derecho romano 1 (Madrid, 1973) 39 ss.; T. Honoré, Tribonian (Londres. 1978); R. Bonini, Introduzione allo studio dell’ eta giustinianea (4.* ed., Bolonia 1985); A. Cameron, Procopius and the Sixth Century (Londres, 1985); M. Kaser, «Ein Jahrhundert Interpolationenforschung an den romischen Rechtsquellen», en Rémis- che Rechtsquellen und angewandte Juristenmethode (Viena, Colonia, Graz, 1986) 112 ss.; D. Man- tovani, Digesto e masse bluhmiane (Milan, 1987); E. Ricart, «La tradicién manuscrita del Digesto en el Occidente medieval», en AHDE 57 (1987) 5 ss.; G. Ravegnani, La Corte di Giustiniano (Roma, 1989); T. Wallinga, Tanta (Groninga, 1989); C. Tort Martorell, Tradicién textual del Codex lustinianus (Francfort del Meno, 1989); R. Bonini, Giustiniano nella storia: il mito e la critica nel Settecento illuminista (Turin, 1991); D. Pugsley, Justinian’s Digest and the Compilers, 2 vols. (Exeter, 1995-2000); G. Falcone, «ll metodo di compilazione delle /nstitutiones di Giustiniano», en 231 JURISTAS ROMANOS: Annali Palermo 45 (1998) pags. 221 ss.; C. Russo Ruggieri, Studi sulle «quinquaginta decisiones» (Milén, 1999); M. Varvaro, «Contributo allo studio delle quinquaginta decisiones», en Annali Paler- ‘mo 46 (2000) 359 ss.; W. Kaiser, «Schreiber und Korrektoren des Codex Florentinus», en ZRG (RA) 118 (2001) 133 ss. Teofilo (Theophilus; Theophilos) + ca. 534 d.C.) José Maria Llanos Pitarch En el Ambito de las escuelas juridicas de la época justinianea, marcadas por su firme cardcter comentarista, destaca la figura de Teéfilo, jurista y maestro de Constantinopla, hombre ilustre, sabio en la ciencia de las leyes, y quizés maximo exponente de la Escuela Constantinopolitana en un tiempo en el que todavia el esplendor y la fama se cernfan en mayor medida sobre la de Berito. No duda Tony Honoré en considerar, con raz6n, a Tedfilo «the dean of the Law Faculty of Cons- tantinopla». Contempordneo de Justiniano®, forms parte de las comisiones que elaboraron la primera edicién del Codex, asf como el Digesto y las Instituciones. La constitu- cién Haec, quae necessario nos ofrece las primeras noticias de Te6filo, que se cir- cunscriben a los aiios 528 a 533; en ella es calificado por Justiniano* como vir cla- rissimus, miembro del sagrado consejo y profesor de Derecho en esa augusta ciudad (iuris in hac alma urbe doctor). No formé parte Te6filo, en cambio, de la comisién que revisé el Cédigo y dio forma a su segunda edicién (534 d.C.), pro- bablemente porque, como mantiene Peters, debié de fallecer en el breve plazo que transcurrié entre la promulgacién del Digesto y el nombramiento de la comisién de revision del Codex. Lenel* no acepté ésta como Unica posibilidad, entendiendo que, quizas, Te6filo estuvo enfermo, dedicado a la docencia, 0 caido en desgracia ante el emperador. Para la elaboracién de las Institutiones de Justiniano*, Teofilo y Doroteo*, siempre bajo la supervisién de Triboniano*, tuvieron en cuenta tanto las Institutio- nes de Gayo*, asf como sus res cottidianae, y quizds otros manuales de institucio- nes de anteriores jurisconsultos. No puede determinarse qué parte fue realizada por cada jurisconsulto, ni siquiera recurriendo al estudio comparado de Ia pardfrasis griega, principal obra de Te6filo, como pretendié Huschke. Te6filo también fue autor de un Index del Digesto, del que quedan fragmentos en los escolios de los Basflicos, pero este indice hacia referencia s6lo a los libros de rebus; no hay que descartar que la muerte interrumpiera este trabajo. Se ha sosteni- do igualmente que realizé unos comentarios én griego de la obra de Gayo*, con 232 TEOFILO anterioridad a la elaboracién de las Institutiones de Justiniano*, bastantes de cuyos textos figuran en la Paréfrasis, lo que demuestra la proximidad entre las Institutio- nes de Justiniano* y las anteriores de Gayo*. Pero la oba principal de Teéfilo fue la famosa Paraphrasis griega de las In- stitutiones de Justiniano*, ardua tarea no tanto por su contenido, cuanto por el peli- gro que suponia dicho trabajo ante la prohibicién del propio emperador de hacer copias de las Institutiones que no fueran literales y comentadas. Probablemente por esto, sefialaba su editor, Contardo Ferrini*, que Teéfilo fue «un ejemplo insig- ne de escritor desventurado». Hoy ya no se discute la paternidad de la Pardfrasis, si bien no se han Hegado a descartar todas las dificultades apuntadas por Ferrini* contra dicha autorfa: la disensién cronolégica (ningtin manuscrito es anterior al siglo x1), el silencio de sus contemporéneos, inexactitudes jurfdicas, discrepancias con el propio Index Digestorum atribuido a Te6filo, etc. Sin embargo, ’el autor concluye admitiendo la genuidad de la obra y llega a considerarla como «el com- plemento del Corpus Juris». En cualquier caso, la Pardfrasis es tenida por una obra de notable relevancia también porque representa la antigua tradicién escoléstica y porque explica el contenido de las instituciones de un modo preciso y ordenado; en ese sentido suponia un instrumento eficaz para los estudiosos en las escuelas de Derecho. : Las tiltimas referencias que tenemos de Teéfilo le reconocen como hombre ilustre y facundissimus antecessor, as{ como uno de aquellos «maestros de Derecho» a quienes Justiniano* encomend6 la tarea de ensefiar seria y diligentemente la pro- fesién juridica, tras una época de decadencia en los estudios juridicos. Obras: Institurionum graeca parafhrasis Theophilo antecessore vulgo tributa, 2 vols. (ed. de C. E. Ferrini, Berlin, 1884-1887; reimpr. Aalen, 1967). Bibliografia: C. Ferrini, Storia delle fonti del diritto romano (Milén, 1885) 138 ss.; P. Kriger, Geschichte, pags. 408 s.; H. Peters, «Die Ostrémischen Digestenkommentare und die Entstehung der Digesten», en ZRG (RA) 34 (1913) 376 ss., reimpr. en Labeo 16 (1973) 213 ss.; S. Riccobono, «ll proe- mio della parafrasi greca di Teofilo nella edizione del Ferrini», en BIDR 45 (1938) 1 ss.; C. A. Maschi, «La Parafrasi greca delle Istituzioni attribuita a Teofilo e le Glosse a Gaio», en Scritti di diritto roma- no in onore di Contardo Ferrini (Pavia, 1946) 319 ss.; F. Schulz, History, pags. 405 s; B. Santalucia, «Contributi allo studio della parafrasi di Teofilo (I)», en SDHI 31 (1965) 171 ss.; P. de Francisci, «Saggi 4i critica della parafrasi greca, delle Istituzioni giustinianee», en Studi in onore di Biondo Biondi 1 (Milan, 1965) 1 ss.; J. H. A. Lokin, «Theophilus Antecessor», en TRG 44 (1976) 337 ss. C. Mathe- eussen, «Theophilina Lovaniensia», en TRG 46 (1978) 117 ss.; T. Honoré, Tribonian (Londres, 1978) 48 y nt. 76, 78 ss., 148 y nt. 3, 187, 246, 254; H. Ankum, «Gaius, Theophilus and Tribonian and the Actiones Mixtae», en Studies in Justinian’ Institutes in Memory of JA C Thomas (Londres. 1983) 4s.; M. Bianchini, Appunti su Giustiano e la sua compilazione (Turin, 1983) 11 s.: J. H. A. Lokin, «Die Karriere des Theophilus antecessors», en Subseciva Groningana 7 (Groninga, 1984) 43 ss.; T. Wallin- a, Two Introductory Constitutions to Justinian’s Digest (Groninga, 1989); G. Falcone, «I prestiti dalla Parafrasi di Teofilo nella ed. glossa torinese alle Istituzioni», en SDHI 62 (1996) 255 ss.; D. Pugsley, «On Compiling Justinian’s Digest (7): Theophilus, antecessor», en Mélanges Fritz Sturm I (Lieja, 1999) 393 ss, = «Theophilus Antecessor», en Justinian’s Digest and the Compilers Ul (Exeter, 2000) 161 ss.; L. Burgman, s. v. «Theophilos», en M. Stolleis, Juristen, pig. 624. 233

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