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Hay dos clases de whiskies escoceses: el de malta y el de grano. El whisky de malta está
exclusivamente elaborado a partir de cebada malteada, mientras que el de grano se
fabrica a partir de cebada (malteada o no) mezclada con otros granos (maíz, trigo y
puede que
más).

Los
whiskies
embotella
dos para
la venta al
drogodepe
ndiente
casi
siempre
son
mezclas.
El single
malt
whisky es
whisky de
malta de
una única
destilería (aunque puede haber mezcla del contenido de varias barricas pertenecientes a
esa misma destilería). El pure malt whisky es una mezcla de whiskies de malta de varias
destilerías. El blended whisky es una mezcla de whiskies de malta con whiskies de
grano. Sólo el single barrel malt whisky proviene de una única barrica.

La antiguedad que el adicto ve en la botella corresponde al número de años que el


whisky más joven de la mezcla estuvo en barrica de roble. Es más que probable que la
mezcla embotellada contenga whiskies más añejos de lo que indica la etiqueta.

El Johnnie Walker Black Label, por ejemplo, es un blended whisky, una mezcla de 40
whiskies de malta y grano. La marca fue registrada por Alexander Walker en 1867 con
la denominación de Walker´s Old Highland Whisky. En 1909 pasó a la razón actual, en
deferencia a la clientela que invariablemente pedía black label (etiqueta negra), por no
estar en condiciones de articular el nombre completo. El corazón de la mezcla es el
single malt whisky llamado Cardhu, que también se vende al público en su propia
botella. En un alarde del coraje y la determinación que invariablemente lo
caracterizaron, Sir Winston Churchill protagonizó un desesperado intento por terminar
con las existencias de Johnnie Walker Black Label. Falleció sin conseguir su objetivo
aunque se fue rozando el larguero.

Se ignora el momento y el lugar en que los monjes medievales comenzaron a elaborar lo


que, en culto latín, llamaron aqua vitae, en el gaélico de los celtas uisge beatha,
expresión que se acotó en usqua, luego en uisky y finalmente cristalizó en whisky.
Tampoco está muy claro si la bebida nació con los monjes irlandeses o los escoceses,
pero no puede haber duda de la paternidad de la Iglesia, hecho que, por poco divulgado,
pone en duda la profesionalidad de la gente de relaciones públicas de las diversas
denominaciones eclesiásticas contemporáneas.

La naturaleza ha favorecido a Escocia. Es obvio que el principal ingrediente es el agua,


que recoge el sabor de la piedra calcárea o granítica y de la turba, combustible que se
forma por compresión y carbonización parcial de residuos vegetales. También la cebada
escocesa es de excepcional calidad, por adaptarse a la perfección a las rudas condiciones
climáticas. Esos cuatro factores (agua, piedra, turba, cebada) configuran la ventaja
competitiva del país que exporta el 85% de su producción al resto del mundo.

Cuentas demográficas elementales sugieren que los escoceses retienen para consumo
propio una significativa cantidad de la producción total, y que si bien puede que no
vivan en permanente estado de ebriedad, hacen por la riña.

Teniendo en cuenta que si uno tiene ganas de tomarse un whisky escocés en pleno
desierto de Gobi seguro que encuentra oferta, parece razonable suponer que buena parte
del que circula por esos caminos de Dios esté falsificado, aunque ello no suponga mayor
problema por lo fácil que resulta distinguir el falso del auténtico a la mañana siguiente.

Como en toda materia, hay opiniones encontradas respecto a los méritos del consumo
del whisky. Conviene recordar, manteniéndonos prudentemente al margen, que no hay
veneno, solo dosis. Ahora que sabemos que la prohibición produjo enormes beneficios
para Al Capone es menester reconciliarse con la noción de que la bebida está aquí para
quedarse y que es necesario vivir y dejar beber.

El siguiente extracto de un documento titulado "Crónicas de Inglaterra, Escocia e


Irlanda" merece, en nuestra opinión, ser citado:
El whisky tomado con moderación ralentiza el curso de la edad, fortalece la juventud,
facilita la digestión, corta el catarro, acaba con la melancolía, alegra el corazón,
solaza el espíritu, devuelve el ardor, remedia la hidropesía, cura la estrangulación,
impide que la cabeza de vueltas, que los ojos se nublen, que la lengua cecee, que la
boca se acartone, que los dientes castañeteen, que la garganta raspe, que el gaznate se
sofoque, que el corazón se precipite, que el estómago se agite, que el vientre se
contraiga, que los intestinos crujan, que las manos tiemblen, que los tendones se
encojan, que las venas se estrechen, que los huesos se reblandezcan. A decir verdad, es
un licor soberano si se toma de un modo sistemático.

Salud.
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Usted está en casa. Suena el


teléfono. ¿Quién será? ¿Qué
querrá?

Es difícil adivinar quién será, pero


la respuesta a la otra pregunta está
cantada: el intruso quiere su
tiempo que es oro. Él ya ha
comenzado a quedarse con algo
escaso de exclusiva propiedad de
usted, de manera que para que la
transacción no degenere en robo
él deberá aportar valor añadido a
cambio. Para empezar y como
mínimo una explicación concisa
de su identidad y sus tenebrosas
intenciones.

Por eso las llamadas que


comienzan con preguntas son
inaceptables:
-¿Con quién hablo? Con quién no
quiere hablar contigo.
-¿Cómo te encuentras? Ni
siquiera me busco.

Con referencia a la primera de esas conversaciones imaginarias, tome conciencia ahora,


ya, en este preciso instante, de una vez por todas y para siempre, de que usted no quiere
hablar con el intruso. Si quisiera hacerlo lo habría llamado usted. Así de sencillo y
evidente, pero fácil de olvidar, de allí mi obligación de recordárselo.

Están los monotemáticos.


Entonces yo le dije. . .
A mí nadie me va a. . .
Cuando yo hice la mili, cuando yo era pequeño, cuando yo trabajaba en, cuando yo,
cuando yo, yo, a mí, yo, yo, yo, mí, mí, mí, fa, sol, la, si,
YOOOOOOOOOOOOOOOOO.

Los mensajeros de los Dioses:


-Hablé con el especialista sobre esa verruga que te ha salido.
-Ascendieron a Jaime.
-¿Era tu novia con Ildefonso a las tres de la mañana entrando al Hotel del Parque?
-Acabo de ver tu coche por la tele aparcado con un árbol encima.
-Le dí tu número a Matilde.

Los divagantes:
-Resulta que eran las tres de la tarde y yo iba por la calle Mayor y ¿a que no adivinas
con quién me encontré? ¿No? ¡Con Arturo! No, Arturo Fernández no, el otro Arturo,
como que no, claro que sí, aquel calvo gordo que te presenté en el 81 a la salida del
Bernabeu el día del 3 a 2 al Oviedo, que el segundo cabeceó Santillana al primer palo y
el tercero lo metió de penalty Juanito sobre la hora, que Dios lo tenga en la gloria, y,
bueno, resulta que va el Arturo y me cuenta, te vas a reir, me cuenta, no te lo vas a
creer, me cuenta que, ¡Ay! ¡Me olvidé! ¡Cómo estoy de la cabeza! Espera, espera, ¡ah,
sí! ya recuerdo, me dijo que en el Corte Inglés de Azca estaban de rebajas y me fuí para
allí, y apenas entrado ¿a que no adivinas con quién me encontré?

Los crípticos:
-Vamos a tener que tomar cartas en el asunto porque aquella que te dije se niega a
hablar con el que puede arreglar la cosa, y no vamos a quedarnos de brazos cruzados
esperando que ocurra lo de la otra vez. Así que tú te encargas de la tercera en
discordia mientras yo me ocupo del instigador del compañero de la cómplice de su
primo.

Y tantos ¡ay de mí! tantos otros. Pero no es mi código de barras el proponer problemas
sin aportar soluciones. La primera, la más fácil y efectiva: arranque el aparato del
enchufe, destrócelo a golpes contra la pared y zapatéese un malambo sobre los restos.

Si le falló el temple o no se sabe el malambo, no va a tener más remedio que atender.


Pues bien, descuelgue, no diga ni jota y póngase a jadear al mejor estilo del asesino en
serie que acosa sexualmente a su víctima previo al descuartizamiento del primer acto. Si
a pesar de ello el intruso osara abrir la boca, cuelgue y salga a comprar cigarrillos, que
nunca sobran.

Claro que siempre existe la posibilidad de recibir una llamada de otra naturaleza:
-Soy Mónica, amor mío. No necesitas hablar, cuelga cuando quieras. El sonido de tu
auricular cortando, al confirmar tu existencia, convertiría todo mi cuerpo en una única
zona erógeno-orgásmica, convulsionada de placer inenarrable. Soy tu amante fiel y
concuspiscente, tu amiga leal y voluptuosa, tu compañera inteligente y sensual, tu
consejera sabia y lujuriosa. Ahora vé sin decir palabra a tu cartera y mira el billete de
lotería que compraste ayer en mi presencia. Habla solamente si no es el 8613. Tu
silencio me confirma que lo es, y creo que te gustará saber que ha sido premiado con
algo más de un millón de euros; pero si piensas que he usurpado tu derecho a enterarte
sin mi intervención castígame, martirízame, tortúrame; apura el placer sádico que seas
capaz de arrancar de mi cuerpo de adolescente de la forma en que más te plazca, deja
volar tu fantasía, utilízame como el instrumento que soy. Ahora voy a colgar, pero
aunque de sobra lo sepas, antes quiero reiterar que soy tu esclava, que dispones de mi
persona sin traba ni límite alguno. Adiós, amor, amo, dueño y señor, eres la razón de
mi ser. Aquí estaré, siempre, para lo que gustes mandar y hasta que decidas
abandonarme por obsoleta, hecho que sabré aceptar sin quejas ni reconvenciones. Clic.
Usted me dirá que no es posible recibir una llamada así y yo le responderé que cosas
veredes, Mío Cid, que farán fablar las piedras abonándose sin dilaciones al Teléfono
Erótico-Intelectual (que sin Viagra le funciona igual), para aprovechar las franquicias
vigentes únicamente durante el tercer milenio.

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asnabur:

que setrís te venís


otans desá murmor
que setrís te venís
cantón nesé meplú

Acabamos de volver de vacaciones en Francia. A mi mujer, al perro y a mí nos gusta


mucho Francia, pero jamás lo confesaríamos por temor a ser tachados de francófilos.

-Te habrás enterado de lo de Julián.


-¿Qué le pasó?
-Es francófilo.
¡Nooooo!
-Que sí, que ha recabado una segunda opinión confirmatoria.
-Pobrecito. ¿Y los galenos cuánta vida le dieron?
-En principio seis meses, pero como no consiguieron cobrar le prorrogaron por otros
seis.

Se podrá decir lo que se quiera de Francia por lo de la libertad de expresión, pero a


himno, vino, pan y queso no hay quién pueda. Fueron los únicos que lograron hacer la
Revolución Francesa y sólo con la pe produjeron a Philidor, Pasteur, Piaf y París.
Además entre Zidane que sí y Raúl que no they are the Champions my friend. . .

El más francófilo de los tres es el perro, porque Francia es Perrolandia, lo dejan entrar a
todos lados, miento, a la ópera todavía no, aunque eso pueda estar en fase de revisión.

Pero a los hoteles y a los restaurantes sí, y en cuanto entra todo el mundo le dice ulalá
lepetí shien, quilé miñón, y él pisa con garbo por más que no haya entendido ni papa,
porque sólo habla castellano.

Pensábamos absorber cultura pero el tiempo estaba tan lindo que terminamos en la
playa de un pueblito de la Costa Azul, a mitad de camino entre St. Tropez y Cannes.

Entonces yo, de abajo de la sombrilla por lo del cáncer de piel, le leía de la Michelin:
-El palacio papal de Avignon fue construido entre los siglos. . .
-Asegúrate que tenga bien tapado el cuello que no quiero que se me quemen las
arrugas.

Pero tostarnos nos tostamos, para adquirir símbolo de status, que pena que se vaya tán
rápido.
-¡Salud, pareja, dichosos los ojos! No me digan nada, ese color tiene que provenir de la
oferta de Viajes Gavilán a Santo Domingo que aprovechó media España.
-Nada de eso. Estuvimos en la Cote d'Azur, con Dribbling Tours. Nos bronceamos
caminando por la orilla en les Issambres.
-Ah, les Issambres, hermoso lugar. Otro día la seguimos, ahora tengo una urgencia que
atender.
Y el tipo se va, verdoso, a ver si consigue quien le preste un mapa, y nosotros al banco a
averiguar como hacemos para tapar el agujero.

Pero a los diez días llegaron el mistral, o a lo mejor la tramontana y no estoy seguro de
que no hayan sido los monzones porque se decretó diluvio y no tuvimos más remedio -
bueno, también teníamos aspirinas pero no se nos ocurrió usarlas - que levantar
campamento y agarrar la vuatur.

Y hoy en día agarrar la vuatur en Francia o en cualquier otro sitio es más o menos como
presentarse en Vietnam del Sur durante la Ofensiva del Tet o que te arreglen un match a
quince rounds con Tyson sin orejeras.

Pero nosotros hemos diseñado una estrategia segura para entrar a las ciudades: ella
conduce, yo voy con el mapa dando indicaciones y el perro en el asiento de atrás ladra,
aterrorizado y no es para menos.
-¿Y ahora qué hago?
-Por allí.
-¿Y allí para que lado queda?
-Sigue al coche blanco.
-¿A cuál de los tres?
-Al 1.6 ¡Frena, contramano, sentido contrario, frena mujer que nos matan!
Chirridos ezpeluznantes, trabajosa marcha atrás entre improperios galos.
-¡Imbécil!
-¡Guau! ¡Aaauuuuuuú! ¡Grrrrrrrrrr! (¡La Protectora de Animales por favor!)

Pero afortunadamente ya estamos de vuelta en casa con cinco mil quilómetros entre
pecho y espalda, llenos de buenos recuerdos.

-¿Cómo se llamaba aquél restorancito que era un primer piso y nos pusieron
candelabros y flores frescas?
-¿El que me comí la terrín de fuagrá de canar antié?
-No me interesa lo que comiste, ordinario, candelabros y flores frescas, acuérdate.
-No sé como se llamaba pero me parece que fue en Narbona.
-No estuvimos en Narbona.
-¿Cómo que no estuvimos en Narbona? Me tuviste dos horas dando la vuelta al foso
con un frío polar porque querías ver las murallas iluminadas de cerca y ahora resulta
que ¿no estuvimos en Narbona?
-Las murallas eran de Carcasona, calcetín. Fue la noche del día que hicimos el Pont du
Gard. Acuérdate.
-El Pont du Gard ya estaba hecho mucho antes de que llegáramos y además es un
plagio descarado del acueducto de Segovia. Pero si fue ese día tiene que haber sido en
Arlés.
-Arlés está en Provenza, la fundó Van Gogh. Te propongo un test múltiple a ver si te
enteras de donde está el Pont du Gard. A) en la región de Gard B) en la Antártida C)
en Bora-Bora.
-No te pases de lista y zapea para la primera que el partido está por empezar.

Leí por algún lado que el turismo es al arte de viajar como una borrachera a la cata.

Orrevuar. Otro día les pongo los circunflejos.

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"  

El otro día tomaba café con un amigo filosóficamente inclinado cuando de sopetón me

soltó: Mira eso. Dios ha muerto.

Desde luego no le hice ni puto caso porque, en primer lugar, "eso" era el telediario y
hace ya mucho tiempo que me niego a mirar la tele a menos que pase alguna peli en
versión original subtitulada, y además porque no estaba dispuesto a apartar la mirada de
la taza de café que blandía en alto. El ángulo de la inclinación filosófica es notoriamente
proclive al derramamiento de tazas de café sobre pantalones, y los míos estaban recién
salidos de la tintorería.

Así que le dije ¡Joder! exclamación útil si las hay para salvar el trance con honra en
prácticamente cualquier situación por comprometida que sea, y, más que nada para
seguir saliendo del paso, le pregunté quien había sustituido a Dios en la alineación
titular del primer equipo.

¡Joder! me dijo, derramando lo que le quedaba en la taza sobre su pantalón mientras yo


daba el paso atrás en plan Curro Romero en la Maestranza, ¡nosotros aquí y ahora!
¡somos la sal de la tierra! ¡faltaba más! ¡joder! ¡fíjate como me he puesto los
pantalones! Encárgate de la cuenta por favor que tengo que ir a cambiarme y no sé si
voy a llegar a tiempo a la conferencia.
La verdad que yo no creo en Dios, creo que ha muerto - asesinado - y creo que muerto y
todo sigue administrando la cosa desde el más allá, posición intelectual por cierto
bastante incongruente si me detengo a pensar. Pero a través de los años me las he ido
arreglando para vivir poco menos que sin pensar y, en las escasísimas ocasiones en que
no tengo más remedio que hacerlo no me detengo, pienso caminando.

Lo que más me preocupa de todo ésto es la afirmación de mi amigo en el sentido de que


nosotros aquí y ahora hemos sustituido a Dios. No tengo pelos en la lengua - para serles
totalmente franco jamás he conocido a nadie que los tenga - para manifestar mi más
absoluta falta de confianza en nosotros aquí y ahora y eso sin ver el telediario,
imagínense.

Por otra parte nosotros aquí y ahora somos quizás el primer sospechoso del asesinato de
Dios, por ser directos y únicos beneficiarios del testamento. Sin embargo, y dejando de
lado la imposibilidad de meternos a todos presos aquí y ahora, tengo otra teoría.

Creo haber descubierto al asesino por una vía indirecta, la que investiga los tremendos
problemas de comunicación implícitos en la sustitución de Dios por nosotros aquí y
ahora, problemas que - como lamentablemente hace ya tiempo viene siendo la norma en
lugar de la excepción - no han sido previstos por el DAD (Divine Affairs Department).

- ¡Por nosotros aquí y ahora, mujer, déjame en paz! (la invocación difícilmente tendrá
efecto sobre la destinataria).
- Hasta mañana si nosotros aquí y ahora queremos. (crea la obligación de concertar la
cita en el momento mismo de la despedida).
- Muchas gracias señora, que nosotros aquí y ahora se lo paguemos. (FNMM -
Federación Nacional de Mendigos Masoquistas).
- Al César lo que es del César y a nosotros aquí y ahora lo que es de nosotros aquí y
ahora. (la subversión a la enésima).

A la vista de lo que antecede, y pendiente el resultado definitivo de la autopsia, si el


forense llegara a confirmar que Dios fue asesinado procedería decretar el inmediato
arresto cautelar de Telefónica.

El caso está resuelto, flaco consuelo. Dios sigue muerto y el único suplente capaz, por
su polifuncionalidad, de tomar su lugar - la utopía socialista - acaba de fallecer en
circunstancias trágicas para una doncella de su juventud. Estamos solos frente al
abismal caos cósmico; nosotros aquí y ahora tenemos mucho miedo. El experimento de
la humanidad de vivir sin religión ha fracasado, miserablemente.

Que Monsanto tenga misericordia de nuestras almas.

c  ~ ~

 
Recientemente me han informado de la existencia en Marruecos de una orden Sufí
autodenominada Haddawah cuyos vagabundos miembros no están dispuestos a trabajar
para "no estropear la jornada de Dios." El sufismo, como todo el mundo sabe, es una
doctrina mística profesada por un número minoritario pero sustancial de musulmanes y
si bien no estoy autorizado a revelar la fuente de la información estoy en condiciones de
asegurar que es completamente fidedigna y - por si consideraran imprescindible una
garantía adicional - sans serif.

Se me ocurre que la propuesta de esta oscura


secta marroquí es merecedora de la más amplia
difusión por aportar un enfoque novedoso
aunque seguramente polémico al problema
rebelde del desempleo, cuya solución hasta la
fecha ha sido abandonada exclusivamente en
manos de los economistas con los resultados por
todos conocidos.

La observación directa de la realidad no


contradice el postulado de los Haddawah ni
mucho menos. Todos los días cuando saco al
perro a hacer sus necesidades a las siete y media
de la mañana - hora punta del desplazamiento
masivo de la población en su tan desesperado
como infructuoso intento por justificar sus
puestos de trabajo - los rostros patibularios de
los afectados me sugieren una enorme sesión de
casting para El Retorno de los Muertos
Vivientes - Parte II. No es difícil imaginar a
Dios echándose las manos a la cabeza ante
espectáculo tan poco edificante. Hasta el
momento he logrado a base de rigurosísimas
sesiones de entrenamiento que el perro deje de
aullar, pero a esa hora la cola y la cabeza siguen tan gachas como siempre. De hecho el
deplorable desfile invariablemente me sugiere la palabra "alienación", que no oso
pronunciar para que no acusen al perro de pasear con un comunista.

Por otra parte el contraste con los afortunados sin obligaciones laborales no puede ser
más evidente. Ahí va esa heredera coqueta, allí ese millonario despreocupado, un poco
más allá ese jubilado sereno. Es más que probable que aquella joven que ven pasar
tangueando altanera esté en el puto paro.

No todos los afectados reaccionan de forma tan positiva, todo hay que decirlo. Mucha
gente se deprime al encontrarse sin ocupación. Es indudable que este grupo social vería
mitigado su sufrimiento si cobrara conciencia de que Dios y el futuro están de su parte.

Y digo el futuro porque cada vez son más las voces que señalan que el problema
económico no existe porque hace rato que nuestra tecnología es capaz de resolverlo.
Este grupo de vanguardia sostiene que solamente pervive un problema ético, a saber:
¿es bueno asignar los recursos de forma de que la humanidad entera disponga de niveles
mínimos y gratuitos de educación, vivienda, sustento y atención sanitaria?

¡No! vociferan las grandes corporaciones apoyadas desde el más allá por el economista
y premio Nobel Milton Friedman. ¡Free market! Free market! ¡Laissez faire! Laissez
passer! El funcionamiento sin trabas de índole alguna del mercado se encargará de todo.
Llegaremos a la tierra prometida de la mano invisible del economista Adam Smith, que
no fue premio Nobel exclusivamente por que en aquella época no había sido instituido.
¡No se metan! ¡No toquen! ¡No interfieran! ¡No emitan juicios de valor! ¡Los juicios de
valor son inaceptables! ¡"Bueno" y "malo" no significan nada para la ciencia! ¡Tengan
fe en el mercado libre! ¡El mercado libre a largo plazo resuelve todos los problemas y
no interesa que a largo plazo estemos todos muertos porque el campo temporal de
nuestros modelos econométricos es la eternidad! ¡Confíen en nosotros!

Conozco desconfiados que no se cortan a la hora de afirmar que jamás han visto una
mano invisible, que poner nuestro destino en manos del libre funcionamiento del
mercado es una aberración, una dimisión imperdonable de las responsabilidades
implícitas en el margen de libre albedrío que nos ha sido concedido. Así es, hay
elementos subversivos sueltos por ahí, pero no se preocupen, la comunidad de
inteligencia y los fabricantes de automóviles ya están sobre sus pasos.

Seamos optimistas, dejemos volar la fantasía. Al fin y al cabo en un campo temporal tan
amplio como el de la eternidad cualquier cosa puede ocurrir, todo llegará. Cuando los
recursos disponibles se aprovechen también para reducir al mínimo posible el trabajo
humano sustituyéndolo por el de las máquinas, habrá una única vocación: mamá quiero
ser artista. El hombre que toca el saxo en el pasaje del metro estará bien dormido,
vestido y alimentado, acertará con las notas mucho más a menudo y ya no estará allí en
procura de limosna sino de aplauso.

Hay un inconveniente. Al principio mucha gente no sabrá que hacer con su tiempo libre
y la demanda por los servicios de consultoría de los Haddawah, al crecer de forma
exponencial, obligará a los vagabundos marroquíes a cuello y corbata de nueve a cinco.

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Con tiempo y medios para


hacer lo que nos gusta en
relativa libertad, los grafómanos somos felices entregados a los deleites de nuestro
inocente vicio, por más que nuestra actividad no esté ni mucho menos exenta de
obstáculos, contratiempos y dificultades. Al margen de que tengamos la incomoda
obligación de enterarnos de cuál es el plural de seis, de cuándo lleva acento cuando, y
de develar arcanos más profundos aún si cabe, nuestro problema mayor y más
acuciante, el más terco y recalcitrante es el lector. Usted.

Nos es imposible prescindir de usted, a las pruebas me remito. Lo que no nos parece
justo es que usted tenga el derecho de hacer lo que se le dé la gana, de opinar porque
Dios es misericordioso, de emitir juicios inapelables, sumarios, autistas, inconsultos,
temerarios, no solicitados sobre la sangre de nuestras venas. No nos parece correcto que
usted pueda interrumpir la lectura donde le plazca mientras nosotros estemos forzados a
concluir en el final. No nos resulta aceptable que usted pueda leer mirando televisión
mientras nosotros precisemos concentración absoluta, ni que usted pueda saltar al
párrafo que se le ocurra si nosotros debemos construir de uno en otro por su orden, ni
que - resumiendo - usted tenga control discrecional sobre una situación que como poco
debe ser cosa de dos, jamás exclusivamente suya.

Grafómanos del mundo, unámonos. No debemos seguir permitiendo que se nos arrebate
el rol de Dios Todopoderoso que reclamamos legítimamente desde nuestros recónditos
escondrijos. Es hora de terminar con la tiranía del lector; de aceptar que anhelamos ser
leídos, pero no por cualquiera. Ha llegado el momento de estatuir normas de acceso a
nuestro trabajo, de invertir la carga de la prueba, de preguntarnos si todo, cualquier
lector merece ser escrito, y de respondernos que no; sincera, clamorosa y rotundamente
que no, y si se pierde una venta que se pierda, con o sin ella nos moriremos de hambre.

¿Usted qué? ¿Cuál es su currícolo? ¿A quién le ganó? ¿Cuáles son sus intenciones?
¿Cuál es su estado de ánimo? ¿Cuánto tiempo tiene? ¿Qué espera encontrar? ¿Qué
precio está dispuesto a pagar por ello? ¿Quién lo llamó? ¿Quién se cree que es? ¿Quién
es en realidad? ¿Cómo es de crítico con la opinión publicada? ¿Que opina de la
sabiduría convencional? ¿Sabe lo que quiere decir "hermenéutica"? ¿Aparece en la tele?

Normas de acceso. No dejaríamos, evidentemente, entrar en casa al primer extraño que


oprimiera el timbre, ni lo haríamos partícipe de nuestra intimidad, ni lo autorizaríamos a
divulgarla, a comentarla. Ya basta de lanzar el mensaje en una botella. Normas de
acceso, que no sea suficiente con arrojar treinta dineros encima de la mesa.

Filiación, documentación, papelerío, impresos, formularios, casillas a rellenar con


cruces, timbres, sellos, cola, ventanilla, burocracia y lo felicito amigo, ha conseguido
iniciar el trámite; absténgase de contactarnos que el Ministerio de Grafomanía
oportunamente lo hará y el silencio administrativo deberá interpretarse en sentido
denegatorio.

Claro que buscamos lectores, desesperadamente. Personas refinadas, amables,


tolerantes, cultas, liberales, discretas, inteligentes, eclécticas. Capaces de intuir la valía
de nuestra peripecia, de simpatizar con nuestra ilusión artística, de admirar nuestra
inabdicable voluntad de superación, de apreciar la unicidad de nuestra obra, de
reconocer nuestra originalidad, de agradecer nuestro afán de compartir, de disculpar
nuestra inexperiencia, de sonreir ante nuestros errores, de estimular nuestros aciertos, de
recomendar nuestra lectura a otros de su electiva afinidad.
Y se nos aparece usted, no sé si me explico, es muy fuerte, tumach.

~ c©c~©c ©~

 

Había una vez un hombre


llamado Stanley Milgram.

En 1961, Milgram, psicólogo de


la Universidad de Yale, puso
avisos en los periódicos
solicitando voluntarios para un
experimento. Seleccionó un
grupo de 154 personas
representativo de las diferentes
capas sociales del país. Las
personas fueron enfrentadas una
a una a la siguiente situación:

Se introduce a la persona en un
laboratorio y se le explica que va
a jugar el papel de "profesor" en
un experimento sobre el efecto
del dolor sobre el aprendizaje y
la memoria. Hay allí un
"alumno" al cual se le hace leer
una lista de pares de palabras.
Después de intentar memorizar
la lista, el "alumno" se sienta en
algo parecido a una silla
eléctrica. El "profesor" se sienta
frente a los controles de una
máquina que supuestamente
aplica choques eléctricos. El
"profesor" lee una palabra de los
pares que el "alumno"
previamente ha intentado
memorizar. Si el alumno acierta
con la otra palabra de la pareja
no pasa nada, si se equivoca o no
recuerda se le administra un "choque eléctrico". La fuerza de los "choques eléctricos" va
en aumento gradual en la medida en que "el alumno" se va "equivocando". El
experimento es controlado por varios psicólogos de la Universidad de Yale enfundados
en sendas batas blancas.

En realidad el "profesor" es el verdadero sujeto del experimento. El "alumno" es un


actor, la "silla eléctrica" y la "máquina de choques" son elementos inocuos del decorado
aunque los psicólogos de bata blanca son realmente psicólogos de la Universidad de
Yale. El actor es un excelente actor y el entorno físico está convincentemente
manipulado. Los sujetos (seguramente con alguna honrosa excepción) creen que lo que
hacen es meterle descargas eléctricas a un señor que jamás han visto en su vida y que
aparentemente sufre al punto de dar la sensación - en los niveles extremos - de estar al
borde de la muerte.

En la medida en que "el alumno" va "equivocándose" "el profesor" debe administrar


"choques eléctricos" de creciente intensidad, estimulado por los de la bata blanca
que lo instan a continuar bajo su entera y exclusiva responsabilidad. He aquí
los niveles de "choque eléctrico" a los que los "profesores" abandonaron, se negaron a
continuar:

"Leve - 60 voltios" - 0
"Moderado - 120 voltios" - 1
"Fuerte - 180 voltios" - 40
"Muy fuerte - 240 voltios" - 3
"Intenso - 300 voltios" - 16
"Extremo - 360 voltios" - 19
"Peligro - 420 voltios" - 2
"XXX - 450 voltios" - 0

~  
    !!!"#$% &'  

Apenas publicado el resultado de sus experimentos Milgram recibió duras críticas por
haber provocado en los sujetos niveles de angustia casi intolerables, que pueden verse
en la filmación a la venta en la Universidad de Penn State al módico precio de 325
dólares. (Duración 45 minutos, dirección de contacto MediaSales@outreach.psu.edu).
Sin duda por lo menos algunas de esas quejas provinieron de los productores de snuff,
molestos por lo que consideraron una competencia desleal proveniente nada menos que
de la Universidad de Yale, aunque hoy en día probablemente estén bastante más
preocupados por los telediarios que por las Universidades.

Muy bien. Ahora expresemos nuestra indignación ante el hecho de que 73 personas
hayan accedido a aplicar el nivel de triple X: todos juntos a la de una, a la de dos, a la de
tres. . . ¡hecho! Gracias. Cumplido el trámite ya podemos recordar que Don Federico
nos enseñó que nada miente tanto como la indignación y pasar a cosas más interesantes.

En lo personal soy de los incapaces de matar una mosca. ¿Por convicción o por
cobardía? ¿Qué hubiera hecho con licencia para matar extendida por eminentes
psicólogos de la Universidad de Yale? Los tartamudeos, los sudores, los temblores de
los sujetos del experimento: ¿angustia o excitación?
Reflexión inevitable. Los resultados del juego de Milgram sugieren que un alto
porcentaje de la humanidad acude cuando se le requiere para hacer lo que sea necesario.
Van a la guerra, calan la bayoneta, cargan contra los cañones.

Gente formal, eficaz, de confianza. Vecinos.

~ c c(© cc ~ 

)
    

¿Qué les parecería ser miembros del jurado en una acción civil por daños y perjuicios
presentada por una anciana jubilada contra una de las corporaciones multinacionales
más poderosas del planeta? Historia real, eh, esta vez nada de tonterías, historia real
pura y dura. Aquí hay uno que dice que no le interesa, la historia de mi vida. Este otro
no tiene tiempo. Aquí hay una señora que dice que tiene mejores cosas que hacer. ¿Y
usted? ¿Cómo dice? ¿Que
sí, que acepta?
Acompáñeme, lector
inteligente.

En febrero de 1992, Stella


Liebeck, una empleada de
tienda jubilada de 79
años, estaba en el asiento
de pasajeros del coche de
su nieto, estacionado junto
a una ventanilla de
McDonalds en
Albuquerque, Nuevo
Méjico. Liebeck pidió
café, que le fue servido en
un envase de Styrofoam
que decía en la tapa:
"Cuidado: el contenido
está caliente."

Liebeck quitó la tapa del


recipiente con la intención de echar crema y azúcar. Al hacerlo el café se derramó
causando quemaduras de tercer grado en el 6% de su cuerpo. Estuvo ocho días en el
hospital sujeta a dolores más o menos intensos. Recibió trasplantes de piel. El 16% de
su cuerpo quedó cubierto de cicatrices de por vida. La recuperación total le llevó más de
dos años.
Al salir del hospital Liebeck estuvo seis meses intentando convencer a McDonalds que
se hiciera cargo de sus gastos, suma que estimaba - hospitalización incluida - en 20,000
dólares. Finalmente McDonalds respondió con una carta ofreciendo ochocientos.
Liebeck inició entonces una demanda en el tribunal estatal. El mediador designado por
el tribunal recomendó que se llegara a un acuerdo por el que McDonalds debería pagar
225,000 dólares a Liebeck. McDonalds se negó a hacerlo. El abogado de Liebeck volvió
a la carga ofreciendo retirar la demanda a cambio de una indemnización de 300,000
dólares. McDonalds erre que erre y fueron a juicio.

Lo siento mucho señora, pero le voy a tener pedir que se retire. Sí, usted, claro que me
estoy refiriendo a usted, usted fue la que dijo en el primer párrafo que tenía mejores
cosas que hacer, recuerdo su cara perfectamente, y resulta que ahora aquí está ocupando
ancho de banda tan ancha, no sé si me explico, en todo caso la mal educada será usted
que dice una cosa y después hace otra, vuelva mañana que quién le dice que no haya
croquetas. Adiós muy buenas. Tranquilo lector, ya se fue.

Los argumentos de McDonalds en el juicio fueron sencillos y contundentes: la señora


derramó el café sin ayuda de nadie, exclusivamente por negligencia, con el agravante de
que la tapa del envase advertía del peligro de la temperatura del contenido. Sin embargo
algunos de los testimonios de los expertos y de la gente de McDonalds merecen ser
tenidos en cuenta antes de tomar una decisión.

McDonalds servía el café a una temperatura de entre 180 y 190 grados Fahrenheit. A
esa temperatura las quemaduras de tercer grado ocurren en menos de tres segundos. Los
competidores de McDonalds, en cambio, servían el café a no más de 160 grados
Fahrenheit. A 160 grados se requieren 20 segundos para ocasionar quemaduras de tercer
grado, tiempo más adecuado para lograr quitarse el café de encima evitando así las
quemaduras más graves. McDonalds dijo creer que tenía una ventaja competitiva al
servir el café a 190 grados porque demoraba más en enfriarse que el servido por las
demás cadenas de comida rápida.

El encargado de control de calidad de McDonalds, Christopher Appleton declaró que a


180 - 190 grados el café constituía un peligro para el consumidor. Appleton también
alabó las propiedades aislantes del envase de Styrofoam: "Cuando lo tienes en la mano,
no te vas a dar cuenta de que hay un contenido muy caliente. Aísla espectacularmente
bien." Declaró también que ni él, ni nadie que él conociera en la corporación había
investigado ni los riesgos ni el margen de seguridad apropiado para servir el café a esa
temperatura.

El jurado se enteró de que entre 1982 y 1992 habían tenido lugar más de 700 casos de
quemaduras por café. En muchos de ellos McDonalds había decidido indemnizar a las
víctimas para evitar tener que ir a juicio.

El jurado se enteró que un instituto especializado, el Shriners Burn Institute de


Cincinatti, había advertido a las cadenas de comida rápida del riesgo inherente a servir
el café a temperaturas tan altas. Sin embargo, P. Robert Knapff, un consultor de
seguridad para McDonalds, testificó que no había motivos de alarma. Su argumento:
McDonalds vende miles de millones de tazas de café cada año. A ese nivel 700 casos de
quemaduras durante un período de 10 años configuran un hecho "estadísticamente
irrelevante."
Pues con sus más y sus menos, ahí lo tiene, lector, ahora es su turno. Sus opciones son:
- Decirle a la señora Liebeck que se vaya con la música a otra parte.
- Fijar una suma a pagar por McDonalds a la señora Liebeck compensatoria de sus
gastos y sufrimientos.
- Opcional y adicionalmente otorgar otra a suma a favor de la señora Liebeck por daños
punitivos. El concepto de daños punitivos surge de la intención de la sociedad de
intentar que el infractor no lo vuelva a hacer, que el castigo le duela, que en el futuro le
sirva de disuasivo, no como ponerle una multa de tráfico a David Rockefeller de 100
dólares para que siga estacionando donde se le dé la gana. A esos efectos un dato que
usted necesita es que los beneficios netos de McDonalds a nivel mundial en el año fiscal
inmediatamente anterior al del juicio fueron de casi mil cien millones de dólares, con
todos los ceros 1,100,000,000.

Ha sido un gustazo. No deje de escribirme para comunicarme su decisión.

Un momento, vamos por partes, yo nunca dije, relea el primer párra. . ., que sí, que dije
que se trataba de una historia real pero eso no me compromete a . . ., es que no puedo,
no, no es que no quiera es que no pue. . ., que no, que no puedo, hombre, escúcheme, le
voy a confesar la verdad, es que me olvidé, bueno, si quiere pensar que soy un
irresponsa. . ., no se ponga así, por favor, le diré lo que vamos a hacer, vamos a llegar a
un acuerdo.

Como después de ésto es evidente que usted no me va a escribir, le voy a contar lo que
yo hubiera hecho:
Yo habría condenado a McDonalds a pagar la suma de 160,000 dólares por daños
compensatorios de los gastos y sufrimientos de la señora Liebeck. Habría llegado a esa
cifra estimando dichos gastos y sufrimientos en 200,000 dólares para luego restarles la
suma de 40,000 dólares por la negligencia de la señora al abrir el envase.
Adicionalmente habría condenado a McDonalds a pagar a la señora Liebeck la suma de
dos millones setecientos mil dólares, 2,700,000, por concepto de daños punitivos.
Fundamentaría el otorgamiento de dichos daños punitivos en la indiferencia de
McDonalds ante el sufrimiento de sus clientes, a los que rebajó en su testimonio a la
condición de cifras estadísticamente irrelevantes; así como en el nivel de ingresos de
McDonalds puesto de manifiesto durante el juicio.

Eso es lo que yo habría hecho, pero no me acuerdo de que decidió el jurado, Dios mío,
como tengo la cabeza.

<A
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~ ©~  ©*

M     

Tengo un amigo que dice que están los malos y los buenos, que son los malos
reprimidos. Según mi amigo los buenos (los malos reprimidos) se rigen por normas; los
malos, buscando su conveniencia, se pasan las normas por el entrepiso de la Estatua de
la Libertad.

Cuando las normas a que se ajustan los


buenos (los malos reprimidos) vienen de
afuera se llaman ética, ley, religión;
cuando vienen de adentro se llaman
principio, convicción.

Dice mi amigo que las normas que hoy


parece que vinieran de adentro se nos
colaron de fuera cuando éramos
pequeños, sólo que no nos acordamos.

A mi amigo le parece gracioso que las


normas que obedecen los buenos (los
malos reprimidos) las inventen los malos
para sacar ventaja saltándoselas a la
torera. Los políticos, los sacerdotes, los
militares, los burócratas, los traficantes;
mi amigo tiene una larga lista de malos,
muy malos, perversos fabricantes de
normas.

Lo que sí parece cierto es que con la


movida de la Globalización, el Nuevo
Orden Mundial, y el Fin de la Historia, hoy, como siempre pero más que nunca, el
guión va de guerra de todos contra todos. Entonces pregunta mi amigo: ¿quién piensan
que va a ganar si unos compiten trabados por las normas y los otros van por libre? Los
malos siempre se quedan con la chica y el millón de dólares, al revés que en las pelis,
que, dicho sea de paso, las producen los malos. Si la taquilla funciona se forran y si no
se declaran en quiebra después de traspasar la titularidad de los activos a la prima, que
es de confianza porque es buena (mala reprimida).

Los buenos (los malos reprimidos) ven que los malos siempre ganan pero no cambian
porque los malos les tienen el coco comido con dos patrañas. Primero les cuentan que el
verdadero partido no tiene lugar aquí y ahora sino un poco más allá, después del hoyo, y
que ahí van a ganar los buenos (los malos reprimidos) por goleada. A los que no les
cabe esa historieta les dicen que la virtud es su propia recompensa. En esta versión en
glorioso Cinemascope, el malo se pianta para París con la plata y la percanta,
preocupado por su poco pundonor; mientras que nuestro héroe, a solas en Regadío del
Estiércol, descorcha el agua mineral sin gas para festejar su idealismo.

A mí la teoría de mi amigo me deja frío porque si prendo la calefacción no llego a fin de


mes, pero me hace reflexionar un poco sobre el papel que en todo esto pueda
desempeñar el Diablo, aunque más no sea porque pensando en él me hago la ilusión de
ir entrando en calor sin que corra el contador.

Si las cosas son como dice mi amigo resulta que el Diablo tiene el triste papel de
convencer a los buenos (los malos reprimidos) de que busquen su propio interés dejando
de obedecer las normas impuestas por los malos. ¿Se podrá llegar a malo
desobedeciendo a los malos? Al Diablo con todos. Porque dice mucho sobre la
naturaleza humana el hecho de que Dios tenga mucho más éxito en conseguir que la
gente se perjudique (ponga la otra mejilla, acepte misiones suicidas en guerras santas, se
pase cuarenta años meditando de frente a una pared) que el Diablo en lograr que actúen
en función de su propia conveniencia.

Claro que entre ángeles, arcángeles, querubines y la Biblia en verso, Dios tiene mucho
más personal a su disposición, sin contar a Santa María Madre de Dios, que tira del
carro que es un contento. El Diablo es como huérfano único y actúa prácticamente solo,
vamos, que es un pobre Diablo, tiene que sobornar para conseguir almas y después
resulta que no le cumplen los pactos.

Aunque ya me gustaría tener la secretaria que tiene, capaz de transformar al bueno más
reprimido en el canalla más desinhibido en millonésimas de nanosegundo. Ardo en
ganas de conocerla, bíblica, quiero decir personalmente.

Angelina Jolie, instrumentum diaboli.

<A
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~c +,~

*- 

Tengo una amiga que es ecologista pero igual salgo con ella de vez en cuando porque
uno es hombre sin prejuicios, sobre todo cuando lo invitan a comer. Es buena chica, lo
único que al menor descuido te suelta una parrafada:
-Que nadie pueda decir, para tu oprobio, que este lugar fue hermoso hasta que llegaste
tú.
Y tienes que apagar la colilla del Camel contra los vaqueros y metértela por donde te
quepa.

Es de las
pocas
personas
que
conozco
que tiene
una
Misión
con
Mayúscu
la:
SALVA
R AL
PLANET
A. Me
parece
bien que
una joven
de buena
familia, educada y con dinero se embarque en una actividad altruísta, y creo firmemente
que quien sea capaz de detectar en ella una brizna de voluntad de poder estará
incurriendo en flagrante delito de suspicacia gratuita.
De nada sirve señalarle que salvando al planeta se ocasiona un grave perjuicio a
muchísima gente cuyo medio de vida consiste en destruirlo. Ella argumenta que todo se
soluciona mediante una sencilla reconversión laboral, por más que los balleneros
puedan no estar muy de acuerdo en pasar a marcar tarjeta en el Ministerio de Medio
Ambiente. Además, ella tira encima de la mesa - tiene una mesa muy grande - los
millones de muertos por epidemias a consecuencia de la polución de las aguas; y los
otros millones de muertos por inanición en virtud de la aplicación de técnicas de
agricultura intensiva; segundo grupo con el que me identifico plenamente y que creo
estar al borde de pasar a integrar. Así que uno no está por la labor de llevarle la contra,
muy en particular si uno quiere que lo sigan invitando al restaurante vegetariano, que
uno quiere, vaya si quiere.

Lo que más me gusta es cuando me cuenta de los graves riesgos que corren los
activistas defensores del medio ambiente, porque uno necesita héroes que admirar y los
tiempos que corren no son precisamente fecundos en ese sentido, a menos que a uno le
dé por admirar a don Emilio Botín o a Don Luis Roldán, que francamente y con todo
respeto a uno no le entusiasman demasiado, las cosas por su nombre.

Cuántas historias no me ha contado compartiendo una fuente de arroz con guisantes


frescos, ambos biológicamente cultivados y rebosantes de reconstituyentes proteínas.
Por ejemplo la de la muerte de Joy Adamson, nacida libre y asesinada por defender a los
grandes felinos africanos de las pretensiones de los cazadores furtivos. O la de la muerte
de Meryl Streep, digo Karen Silkwood, asesinada por atreverse a enfrentar a los
intereses creados a favor de la vigencia de las centrales nucleares. O la de la muerte de
Sigourney Weaver, caramba, de Dian Fossey, asesinada por intentar impedir que las
manos de sus bienamados gorilas se convirtieran en ceniceros para las cutres mansiones
de patanescos nuevos ricos. Todo esto es conocido y no merece mayor comentario,
excepto quizás que la nominación al Oscar para Meryl Streep tuvo sabor a nada, y que
la Academia despojó injustamente de la estatuilla al mejor actor secundario al primate
que interpretó el papel de Digit en "Gorilas en la Niebla."

Me encanta cuando mi amiga me cuenta la historia del héroe que más admiro, también
asesinado, pero que logró hacer justicia inmediata por su propia mano. No se trata de un
activista, ni siquiera de un ser humano; fue un cactus de saguaro, una de las plantas más
simpáticas y queridas por la gente del sudoeste de los Estados Unidos.

En febrero de 1982, David M. Grundman, un residente de Phoenix, Arizona, de 27 años


de edad, se adentró en el desierto con unas copas de más. Allí descendió del coche cerca
de un saguaro de unos ocho metros de altura, aproximadamente la mitad de la estatura
máxima que la planta gigante es capaz de alcanzar. El saguaro, planta oficial del estado
de Arizona, no es demasiado prolífico. Le lleva unos 25 años producir semilla para su
regeneración y es fundamental para la supervivencia de muchas otras especies animales
y vegetales del ecosistema desértico. Quizás precisamente por eso Grundman se plantó
a unos dos metros y le comenzó a disparar con una escopeta de cartuchos de doble caño
recortado. A la tercera descarga el tronco se quebró a la altura de un metro y los siete
metros restantes de saguaro se derrumbaron encima de Grundman, que fue declarado
muerto al ingreso en el hospital de Phoenix.

Hay allí un gran guión cinematográfico, que me sorprende aún no haya sido llevado a la
pantalla. Veo a Keanu Reeves, o a lo mejor Ben Affleck como Grundman. Bueno,
supongo que Matt Damon también lo podría hacer. En cambio el papel del saguaro sólo
es capaz de interpretarlo Harrison Ford, está clavadito.

Al queso de Burgos con dulce de membrillo mi amiga tiende a ponerse pesimista. Ve a


la humanidad frente al problema nuclear como a un bebé sosteniendo una 38 cargada en
las manos y chupando del caño. Le digo que si la humanidad se autodestruye el planeta
está salvado, pero no le hace gracia. Divaga sobre la lluvia ácida, la desertización, la
capa de ozono, la extinción de las especies, el aire envenenado, la muerte de los mares.
Ahí es cuando llevo la conversación a mi terreno, el de la ingeniería genética.

Lo hago con toda intención porque en alguna oportunidad me ha explicado que nuestro
avance en la materia pronto nos permitirá crear bacterias de diseño, mortales para
determinados grupos de personas e inocuas para los demás. Es que estoy buscando
información que me permita hacerme con alguna poción específicamente letal para mis
acreedores, y estoy seguro de que todos comparten la misma estructura génetica por que
son los únicos que no piensan más que en
cobrar.

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c  c./

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Tic, tac, tic, toc.

Vaya por delante que no me gusta ni es mi


costumbre hablar mal de nadie. Dicho eso
me resulta poco menos que imposible
encontrar algún piropo que dedicarle al
tiempo.
Es que su fama me parece totalmente injustificada, creo que las palmas debería
llevárselas la muerte. ¿A quién le importaría un comino el tiempo de no ser por la
muerte? No obstante la ciudadanía va por ahí que no tengo tiempo, que disculpa que
estoy apurado, que el tiempo es oro (mentira, yo quise depositarlo en el banco y me
desalojó el guardia jurado), que todo a su tiempo, y de la muerte oye chico, no me
compliques la vida, sé formal.

Además es un esquizo que no debería andar suelto, tiene como poco tres personalidades:
pasado, presente y futuro; eso sin contar el ahora eterno, que lo sirven a partir de las
veintiuna en el Buda Bar con guarnición de arroz perfumado y si está picante aguantar.

Del futuro se habla mucho y mal.


-Es que Jorge no tiene futuro.
Médico, cúrate a ti mismo.

Si me preguntan les contesto que futuro es solamente una palabra que se utiliza para
designar una de las más frecuentes actividades mentales: la elaboración de proyectos. Y
si no, tan amigos como siempre.

Casi invariablemente los proyectos fracasan por la ignorancia del proyectista de las
circunstancias, tanto internas como externas.

El desconocimiento de las circunstancias internas, de sí mismo:


-El domingo corro la maratón.
-No pensarás ganar.
-No, pero anhelo completar el recorrido, es un proyecto largamente acariciado.
-Son más de cincuenta quilómetros, no has hecho deporte en tu vida y tienes noventa y
seis años.
-Por eso mismo me resulta imposible postergarlo.

El desconocimiento de las circunstancias externas, de los demás:


-El lunes viajo a la India de aventurero por cinco años.
-¿Ya no te casas con Raquel?
-Claro que me caso con Raquel, es un proyecto largamente acariciado.
-¿Entonces?
-Estoy perdidamente enamorado de ella, seguro que me esperará.

Hoy al cuadrado, quiero decir hoy por hoy el pasado está completamente desacreditado;
lo pasado pisado, a lo hecho pecho, nunca mires hacia atrás; está de moda el presente.
Me tienen enfermo con lo de disfruta de cada instante como si fuera el último, hay que
vivir intensamente, aquí y ahora es todo lo que tenemos y suma y sigue hasta que
cuadres. Hoy es el primer día del resto de mi vida ¿y qué? Te propongo que cada
mañana al despertarte pienses: voy a morir, no sé cuándo ni cómo, pero estoy
condenado a muerte, sin apelación ni perdón que me salve, sin fecha fija, puede ser hoy
mismo. Cuando muera mis seres queridos estarán aquí sin mí. Alguno de ellos
probablemente muera antes que yo. ¿Qué tal? ¿Algo de angustia? ¿Desagradable? El
primer día del resto de mi vida. Camarero, la Coca Cola se la pedí light, usted me trajo
la clásica, que engorda.
Además me parece imposible no vivir cada instante intensamente. Si tienes una
depresión de caballo la vives intensamente, y te aburres intensamente y no hablemos de
si estás en cama con cáncer terminal de pulmón con las existencias de morfina agotadas,
ahí te quiero ver aprovechar cada segundo, cuéntame entonces que te parece el aquí y
ahora.

Toda esta historieta del vive a tope a mi me huele a gente incapaz de disfrutar cuando su
vida se lo permite. Porque es evidente que nuestra vida a veces nos permite disfrutar y
aprovéchate Manola que ésto ocurre una vez sola; y muchas otras nos condena a sufrir,
y aguanta majo, carajo. Y es lo que hay, a no darle más vueltas que no es un trompo.

Por una vez hagamos lo imposible abandonando el presente, ya volveremos, que más
remedio. Comparemos el futuro con el pasado. Preguntamos a un grupo de control de
100 personas que será de la vida de Bill Clinton de aquí a 10 años y recibimos 100
respuestas diferentes. Preguntamos al mismo grupo por las iniciales de la becaria que
mantuvo sexo oral con Bill Clinton en el Despacho Oval y 97 contestan Mónica
Lewinsky. Los otros tres no saben no contestan porque dicen que nunca hablan mientras
follan.

El futuro es un tiro al aire, un brindis al sol. Nuestro pasado esta ahí como una roca,
inamovible, no es sólo nuestro, pertenece también a otros, es tiempo compartido,
forever. Para siempre, no se puede cambiar. El pasado es nuestro currícolo, nuestro
historial, nuestra persona, lo que somos, así que será mejor que nos resulte agradable,
que sea una fuente de inspiración cada vez que la vida nos complique la vida, no sé si
me explico. Si no somos capaces de apoyarnos en el pasado, mala cosa, habrá que huir
hacia adelante y ya sabemos como le fue a Mario Conde.

Nada ayuda tanto a la perspectiva de un futuro feliz como los proyectos llevados a buen
término en el pasado. Si lo hice una vez lo puedo volver a hacer. ¿Cómo fue que lo
logré aquella vez? Ahora lo haré de la misma forma. Si en el pasado nunca conseguí
nada ¿qué fe puedo tenerme ahora? Mejor entregarme con armas y bagajes, sirva otra
ronda que Dios dirá.

Ya lo creo que Dios dirá, y el destino, y la fortuna, y el azar, y nuestras circunstancias;


son incapaces de callarse la boca. Pero nosotros también tenemos algo que decir al
respecto. Por feas que estén las cosas nunca nos determinarán por completo, siempre
nos quedará un margen de elección, puede que muy pequeño pero margen al fin. Ese
hueco, ese espacio, ese intersticio es el de la dignidad humana, aprovecharlo es más
obligación que derecho. El momento de la elección se ubica en el presente, y el acto de
elegir prepara el futuro y fabrica el pasado. Elijo, luego existo.

Soy joven, tengo todo el tiempo del mundo por delante. ¿Que no me creen? La juventud
es la capacidad de ponerse los calcetines de pie y lo voy a volver a hacer ante todos
ustedes para que vean, muy atentos por favor. Agarro un calcetín, levanto la pierna
izquierda, flexiono el torso, me llevo la rodilla izquierda a la barbilla apoyado
solamente sobre la pierna derecha, uy, uy, no pasa nada, todo bajo control, llevo los
brazos al pie, comienzo a introducir el pie en el calcetín, todo bien, uy, a veces se tranca
un poquito en el talón, no problem, uy, uy, ay,  

Tic, toc, tic, tac.


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c +,~/©~

1

Le conté a un primo mío que trabaja para Greenpeace que tengo una amiga ecologista.
Después de un breve interrogatorio sentenció:

-No es ecologista, es medioambientalista.


Intenté infructuosamente despedirme, mascullando entre dientes que tenía algo urgente
que hacer, pero se impuso la lógica:
-Tómate un descafeinado mientras te explico la diferencia.

Los medioambientalistas, dice mi primo, son apagaincendios, bomberos. Hoy piden que
una zona sea declarada parque nacional, mañana que una especie sea protegida, pasado
que no se construya una represa, van dando palos de ciego por las vías legales a su
disposición, sin una línea teórica que los respalde. En realidad no es que les interese el
entorno sino su calidad de vida, actúan en función de lo que creen ser sus propios
intereses. No lo saben, pero proceden de acuerdo con las premisas de la funesta
Declaración de los Derechos Humanos promulgada por la no menos funesta Revolución
Francesa.
-¡Son humanistas! ¿Te das cuenta? ¡Humanistas!
-Qué barbaridad.

Nosotros, dice mi primo, los ecologistas profundos, los únicos que merecemos el
nombre de ecologistas a secas, no somos humanistas, creemos en la primacía del todo
sobre la parte. El hombre necesita de la Naturaleza para subsistir, la Naturaleza se las
arregla de maravilla sin el hombre. El humanismo postula que el hombre es el único
portador de valores y significado; todo lo demás es materia bruta e ignorante al servicio
de su conveniencia. Es una posición literalmente criminal que lo ha puesto contra las
cuerdas, verbigracia el tamaño de los agujeros en la capa de ozono.
-¿Puedo pedir un bocadillo?
-Camarero, tráigale un vegetal.

Según mi primo, mi amiga la medioambientalista es reformista, sin comprender que se


ha agotado el tiempo. El deterioro es tal que es imprescindible actuar ahora, ya, en este
mismo instante. Hay que romper, es necesario tomar el poder a escala global, se
necesita una revolución. Sólo un gobierno central autoritario - no democrático - es capaz
de revertir la tendencia. Aclara que esa es su posición personal, no la de Greenpeace,
pero me exhibe un documento de la organización fechado en abril de 1979 que dice: "Y
a la larga, tanto si hay a quien le gusta como a quien le disgusta, no quedará más
remedio que recurrir si es necesario a la fuerza para luchar contra aquellos que
continúan deteriorando el entorno."
-Oye, y ¿cómo es de larga la larga?
-Cortísima.

Mi primo es un libro abierto. Es admirador de George Sessions y Arne Naess, dos de los
fundadores de la ecología profunda. Me deja un manifiesto en los que ambos exponen
sus principios. Me explica que el problema principal que hay que atacar frontal y
contundentemente es el demográfico, antes que nada hay que reducir la población
humana a un máximo de 100 millones.
-Eso está chupado. ¿Cuántos somos ahora?
-6,000 millones.
-Contra. ¿Y cómo lo piensan hacer?
-Cuando lleguemos a ese puente lo cruzaremos.
-Oye, tú quedarás, supongo.
-Eso espero.
-Escucha, no te olvides de mí, de tu Grisel.
-Veremos que se puede hacer. Me voy. Dile a tu amiga que se integre a nosotros, no
hay otra salida.

A medida que voy leyendo el manifiesto voy subrayando con un boli que le pido
prestado al camarero, es una costumbre que tengo, subrayar me hace sentir importante:
1) El bienestar y el florecimiento de la vida humana y no humana sobre la tierra son
valores en sí mismos (sinónimos: valores intrínsecos, valores inherentes). Estos valores
son independientes de la utilidad del mundo no humano para los fines del hombre.
2) La riqueza y la diversidad de las formas de vida contribuyen a la realización de estos
valores y también son, en consecuencia, valores en sí mismos.
3) Los humanos no tienen ningún derecho a reducir esta riqueza y esta diversidad,
salvo que sea para necesidades vitales.
4) El florecimiento de la vida y de la cultura humana es compatible con una reducción
sustancial de la población humana. El florecimiento de la vida no humana requiere una
reducción de esta índole.
5) La intervención humana en el mundo no humano es actualmente excesiva y la
situación se va degradando rápidamente.
6) Por lo tanto tenemos que cambiar nuestras orientaciones políticas de forma drástica
en el plano de las estructuras económicas, tecnológicas e ideológicas. El resultado de
la operación será profundamente diferente del estado actual.
7) El cambio ideológico consiste principalmente en valorizar la calidad de vida (de
vivir en situaciones de valor intrínsecas) más que en tratar sin cesar de conseguir un
nivel de vida más elevado. Tendrá que producirse una toma de conciencia profunda de
la diferencia entre numeroso (big) y grandioso (great).
8) Quienes suscriben los puntos que acabamos de enunciar tienen la obligación directa
o indirecta de obrar para que se produzcan esos cambios necesarios.

Ahora sí que los tengo que dejar. Me voy urgente a Greenpeace para ofrecerme a
colaborar como sea.

Es que no me fío un pelo de mi primo, no sé si me explico.

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c ©~

  
Hay días que me engancho en línea con la realidad, aunque por poco tiempo, casi
inmediatamente me las arreglo para evadirme. Uno de esos días, buscando fórmulas de
evasión, se me ocurrió que no tenía muy clara la distinción entre farsa y sátira, así que
recurrí al
Diccionario
de la Real
Academia
Española.

Total que
resultó que
la sátira
arremete
contra algo
mientras que
la farsa
solamente
persigue
hacer reír,
pero qué les
cuento que
ya que
estaba decidí
buscar
"tragedia" y allí fue que comenzaron las trágicas complicaciones.


2  -34      
 4 3 5      
 3     
  53 

   3   
       

-Hábleme de Otelo, bardo.


-Sangre, sexo, dinero, poder y taquilla. Siempre funciona, no hay como errar.
-Seguramente habrá intentado usted purificar pasiones y llevar al espectador a
considerar el enigma del destino hu. . .
-Away, slight man.

La definición se las trae, porque no satisfecha con requerir un juicio de las intenciones
del autor, habla de la pugna entre necesidad y libertad, dos términos cuya coexistencia
parece, en principio, imposible. O Bush o Gore.

2 5     


     5   

 2         


 53   5   

Independientemente de que por idiosincracia me flipe lo de "no obrar" (tengo que


acordarme de mostrárselo a mi mujer), ahí lo tienen. No pueden estar juntas al mismo
tiempo, por lo tanto no pueden entrar en conflicto. Nuestro margen de libertad recién
empieza allí donde termina nuestra necesidad, son dimensiones diferentes, no puede
haber pugna, ni, batalla, ni pelea.
-En el ejercicio de mi libertad he decidido teleportarme al dormitorio de Cameron
Díaz, segundos afuera, primer asalto.

Tampoco es cuestión de cargarles las tintas a los Académicos, que con el trabajo que
tienen dando conferencias, asistiendo a piscolabis y homenajeándose los unos a los
otros, está claro que no pueden estar en todo.

Me queda el consuelo de que la definición del DRAE me ha recuperado como


espectador para la tragedia. Hace muchos años que no asisto, porque para compasión y
espanto me alcanza y me sobra con las escasas ocasiones en que no tengo más remedio
que engancharme a la realidad online. Ahora, al enterarme de que la tragedia termina
"generalmente" en un desenlace funesto, se me abren nuevos horizontes.

-¿Teatro "El Foro"? ¿Le quedarán dos butacas de patio para "Romeo y Julieta" esta
noche?
-Ha tenido suerte señor, las dos últimas, fila 11, lateral. Si me da un número de tarjeta
de crédito se las reservo.
-Oiga, diga, mire, escuche: ¿Ésta es de las que tienen final feliz?
-Vete a tomar por el culo, cabronazo, estoy trabajando.

Cuando nombren a Paco Umbral seguro que lo arregla.

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c /c~©+~ 



Antes que nada debo advertirles que aunque soy un hombre profundamente religioso - a
mi manera - soy portador de un fuerte prejuicio en contra de la Iglesia Católica. A
diferencia de mis otros prejuicios, que los tengo a favor y en contra de todo lo que
respira, éste en particular tiene cierta
justificación en un episodio de mi
infancia.

Cuando yo era pequeño - cada vez que


pronuncio esta frase me quedo solo, de
manera que si cierran aquí la página sabré
encajar el golpe - cuando yo era pequeño
insisto, mi madre nos obligaba a ir al
catecismo. Mi padre, ateo recalcitrante,
pasaba del tema, y el cura nos
aterrorizaba con el pecado mortal, así a
secas, tal cual. Era imprescindible recabar
más información.

-¿Que pasa padre, si hago un pecado


mortal?
-Dios te matará.
-¿Cuáles son los pecados mortales?
-Muchísimos.
-Por favor padre, dígame uno.
-Comulgar sin estar en ayunas.

Para mí tenía que ser mentira, pero mi


madre era inabordable en ese terreno y
cuando mi padre no estaba trabajando estaba jugando al póker. Sólo había una forma de
averiguarlo.

Así que un domingo robé de la alacena una tableta de 150 gramos de chocolate, me la
comí de camino a la iglesia, hice la cola, cometí teofagia, volví a casa y me senté a
esperar que Dios viniera a matarme.

A punto de cumplir ocho por ocho, me pregunto que conseguí con esa arrojada
actuación. En primer lugar dejar de asistir al catecismo porque con Dios a punto de
matarme era evidente que no tenía tiempo que perder en estupideces. Simplemente no
fui más y, como suele ocurrir, el tigre resultó ser de papel; al poco tiempo mi madre se
resignó. Por añadidura, a medida que fui sobreviviendo, conocer por primera vez el
sentimiento de gratitud. Pongámoslo de esta forma: que Dios me mata, me mata, pero se
toma su tiempo; gracias por eso, Señor. Y si usted todavía está conmigo gracias
amigo/a, será la primera vez que alguien se digna escuchar esta anécdota.

Radical cambio de tercio para comentar una historia real. Resulta que en un shoppping
de Minnesota va un individuo y le pega el tirón a la cartera de una anciana. Un testigo
delata, al ladrón, al ladrón, y un guardia jurado lo atrapa. Balance final: el ladrón
procesado por robo, el testigo por violación de condicional y el guardia jurado por
posesión de heroína. Uno se pregunta si no habrá habido negligencia policial con
respecto a la anciana. El que esté libre de culpa que tire la primera piedra, somos todos
asesinos.

Iguales de las gateras al disco de llegada. Al final nos iguala la muerte y al principio el
pecado original.

¿Pecado qué? Pecado original? Pero bueno, vamos a ver, que tengo hernia de hiato, pero
¿por quién me toman? ¿O sea que resulta que me largan a la cancha sin preguntarme si
quiero entrar y encima ya soy culpable? Pero qué cara, que desfachatez, que osadía, que
verguenza, que falta de escrúpulos. ¿Estás hablando conmigo? ¿You talkin´ to me?

Estoy seguro de que por ahí hay miles de volúmenes dedicados a la defensa del pecado
original, escritos por gente brillante, de una categoría intelectual infinitamente superior
a la mía, si la tuviera. Pero ya confesé que tengo un fuerte prejuicio, no me interesan
esos argumentos en pro.

Quiero sí decir que no se me escapa la burda estratagema. Mientras te ocupas de refutar


una cosa te cuelan la otra.
-Tu novia estaba contigo mientras asesinabas a Roberto.
-Eso es mentira. Había salido con una amiga de compras.

¿Pecado  
 ? 6/ original? 666/777

No pasarán, caraduras, mi nombre es Travis, soy taxista.

~c©~©c/c*~

    

El Athletic de Bilbao, en su visita al


campo del Alavés, es derrotado por 2-
1. Su entrenador, Chechu Rojo,
comparece ante la prensa.
-Periodista„ ¿No fue perjudicial el
esquema defensivo con que el Athletic
inició el partido?
-Chechu: ¿Tú no lo sabes? Entonces
no preguntes. Si lo sabes, pregunta; si
no lo sabes, no preguntes.
El reino del revés.

La prensa deportiva mantiene una


relación simbiótico-parasítica con los
deportistas, sus cuerpos técnicos y sus cuadros dirigentes. En la medida en que haya
conflicto siempre seremos partidarios del más débil. Con gusto asumimos entonces la
defensa de Chechu Rojo.

¿La prensa contra un entrenador? La prensa es el Cuarto Poder. En materia de poder el


entrenador figura muy por debajo en la lista, probablemente en algún puesto entre la
Peña de Miranda del Ebro y la novia del portero suplente. El entrenador necesita ganar
para pasar relativamente desapercibido; cuando pierde tiene toda la culpa.

La información es poder. La prensa tiene el derecho de preguntar y el entrenador la


obligación de responder. La dinámica pregunta-respuesta provoca un inevitable trasvase
de poder - información - del más débil al más fuerte. El periodista no asume riesgo
alguno al preguntar, el entrenador los asume todos al contestar. Su respuesta es
susceptible de ser analizada, disecada, contrastada, comparada. Fíjate, ayer dijo aquello,
hoy dice lo contrario, es un charlabarata. Es que la rueda de prensa es una situación en
la que el entrenador tiene muy poco que ganar y casi todo para perder.

Cualquier campaña de prensa medianamente bien orquestada termina con un entrenador


que tenga una racha adversa. Es casi imposible para un entrenador liquidar a un
periodista, le es completamente imposible acabar con la prensa.

Todo muy injusto. El entrenador trabaja, planifica, construye, dirige a un núcleo


humano, fomenta la solidaridad, el espíritu de cuerpo, el sentido de equipo, impone
disciplina, levanta la moral. La prensa adrede comenta mal. Con el único próposito de
aumentar la tirada echa las campanas a vuelo o lanza augurios catastrofistas, en ambos
casos injustificadamente. Es que lo normal - se gana y se pierde - no vende.

El entrenador está en la cocina. Conoce a los jugadores como si los hubiera parido.
Escudriña su estado técnico y físico, escucha lo que dicen, analiza su lenguaje corporal,
conoce sus problemas personales, está ahí, junto a ellos, un día sí y otro también. Ha
sido jugador profesional, tiene muchos años de vestuario. El peor entrenador sabe de
fútbol. El periodista deportivo por lo general viene del torneo universitario, casados
contra solteros, un curso y un diploma.
-Yo iba para extremo derecho pero como era incapaz de levantar un centro me dediqué
al periodismo. Vamos a ver Chechu: ¿No crees que el juego aéreo con destino a Ismael
fue perjudicial para el equipo?

¿No fue perjudicial el esquema defensivo con que el Athletic inició el partido?
La pregunta tácitamente asume, a las claras, que sí fue perjudicial. El periodista no tiene
el coraje de decir: a mi me parece que. . .
Si no lo sabes, no preguntes; si lo sabes, pregunta.
Dilo tú, que sea tu opinión, no pretendas que por tu linda cara yo admita que me
equivoqué.

El Chechu Rojo tiene razón pero marcha preso, la respuesta no es buena. Podría haber
contestado:
Lo claramente perjudicial para el Athletic, Roberto, - llamar al periodista por su
nombre tiende a reducir el nivel de hostilidad - fue la brillante actuación del Alavés,
que, en mi opinión hoy jugó a un excelente nivel. Ahora tú. (pasando a otro periodista.)
En la rueda de prensa los periodistas intentan imponer una premisa ridícula: si el
entrenador del equipo perdedor hubiera hecho las cosas bien su equipo habría ganado.
Es deber de los entrenadores hacer ver que los contrarios también juegan.
¿Qué pasó, Lotina?
Que el Osasuna no le puede ganar al Real de Madrid por mejor que haga las cosas
porque el Real de Madrid es infinitamente superior. Buenas noches y muchas gracias.

I have a dream, sentar en el banquillo al Director de uno de los grandes medios frente a
un panel de ciudadanos:
-¿No le parece mal que su línea editorial, lejos de ser plural e independiente, esté
descaradamente al servicio de una determinada fracción política?
-¿No es perjudicial para el público que la dependencia económica del patrocinio de las
grandes corporaciones y el Estado equivalga en la práctica a que dichas instituciones
sean los verdaderos dueños del medio que usted dirige?

Soñar no cuesta nada.

//*

  
En 1936 se cruzaron los destinos de cinco seres vivos:

-Un multimillonario magnate del automóvil y su joven esposa.


-Un veterano domador en decadencia.
-Un ex-boxeador y jockey desocupado.
-Un castigado caballo de carrera.

En 1903 Charles Howard cruzó los Estados Unidos de costa a costa con 27 centavos en
el bolsillo en el momento de su partida desde Nueva York. Nunca sabremos como se las
arregló para abrir una tienda de reparación de bicicletas a su llegada a San Francisco.
Eran los albores de la industria automovilística; Howard pronto se encontró reparando
automóviles en lugar de bicicletas. La mecánica le descubrió una tecnología que le
entusiasmó, al punto de llevarle a volver a cruzar el país. En Detroit se entrevisó con
William Durant, Presidente de Buick Enterprises y futuro fundador de General Motors.
Durant decidió darle una oportunidad: Howard regresó a San Francisco con una
concesión de Buick en el bolsillo.

Howard sobrevivió al terremoto de 1906 tan bien que en la década de los 20 su


concesión se convirtió en la más importante de los Estados Unidos. Como buen
millonario cambió de mujer, desposando en 1932 a Marcela Zabala, joven actriz de
renombre. En ese momento el estado de California autorizó las carreras de caballos.
Howard invirtió fuerte en la construcción del nuevo Hipódromo de Santa Anita, al pie
de las colinas de San Gabriel. Marcela y Howard se propusieron que un caballo de su
propiedad ganara el Handicap de Santa Anita, la carrera más cara del mundo, con cien
mil dólares de bolsa para el vencedor. Comenzaron a comprar purasangres y a buscar
entrenador.
Tom Smith dedicó su larga vida a estudiar a los caballos. Como niño cabalgó
acompañando las últimas grandes migraciones ganaderas del lejano oeste. Fue domador
de mustangos vendidos al ejército inglés para la guerra de los Boer. Cruzó el país como
responsable de los caballos de una feria ambulante que representaba asaltos a
diligencias, carreras de carros, postas del Pony Express. Finalmente entrenó caballos de
carrera para un propietario a cuya muerte se encontró sin empleo.

Smith se vio obligado a deambular de peón por el circuito de carreras de la costa oeste.
Sucedió que un propietario decidió retirarse regalándole un caballo de nombre Oriley,
que no fue capaz de pagarse la manutención hasta que cayó en sus manos.

La filosofía de Smith era sencilla aunque difícil de poner en práctica: comprende a tu


caballo. Comenzó a dormir encima del box de Oriley, a mirarlo sin decir palabra
durante horas, a pasarle las manos por todo el cuerpo, a entenderlo a fondo y a aplicar
esa sabiduría a su programa de entrenamiento. Oriley empezó a ganar carreras.

Un acaudalado propietario, George Giannini, visitaba frecuentemente a un caballo de su


propiedad alojado junto a Oriley. Testigo de la magia de Smith y consciente de que
Howard necesitaba un entrenador, hizo la recomendación pertinente. En la entrevista
Howard, que de haber querido habría podido comprar al más cotizado de la profesión,
se encontró con un taciturno hombre de sesenta años, entrenador y propietario de un
único, mediocre purasangre. Algo más habrá visto, porque en el acto decidió darle su
oportunidad. De la noche a la mañana Smith se encontró con un establo de quince
caballos a su disposición.

En junio de 1936, en el hipódromo de Suffolk Downs, en Massachussets, Smith


observaba el desfile de los participantes en un premio remate cuando uno de ellos, de
físico esmirriado y antiestético, se detuvo a mirarle fijamente. Smith creyó ver en su
mirada el orgullo de un animal indigno de militar en esa categoría inferior. Vio en el
programa que era un tres años nieto del más grande de todos los tiempos: Man o´ War.
El caballo se impuso esa tarde y en el pesaje volvió a cruzar miradas con Smith, que en
ese mismo instante decidió darle una oportunidad. "Nos veremos" le dijo antes de
retirarse.

Un mes más tarde, en un apartado privado en el hipódromo de Saratoga, Howard y


Marcela observaban el paso hacia la salida de los participantes en un premio remate,
-He estado hablando con Tom Smith, dijo Howard.
-Espero que de algo interesante, dijo Marcela.
-Te apuesto una copa a que gana ese caballo, dijo Howard, aparentemente cambiando
de tema.
Marcela enfocó al animal con sus prismáticos.
-Hecho, dijo, estás perdiendo la vista.
Marcela tuvo que pagar la copa después que Howard adquiriera en la subasta a
Seabiscuit por 7,500 dólares.

Smith se encontró con un potrillo neurótico, malhumorado y violento, que de dos años
había corrido la friolera de 35 veces, logrando triunfar solamente en dos oportunidades.
Su dueño había infructuosamente intentado regalarlo a un pariente para que lo utilizara
en el polo. Smith tiró abajo un tabique, agrandó el box y le procuró compañía: un mono
araña de nombre Jo-Jo, un chucho recogido de la calle llamado Pocatell, y un caballo de
faena rural denominado Pumpkin, que de allí en más fue su compañero para siempre.
Seabiscuit comenzó a dormir con Jo-Jo abrazado del cuello y Pocatell acurrucado contra
la barriga.

Pero tenía cincuenta kilos de menos, se negaba a correr cuando lo azuzaban y se


disparaba cuando lo retenían. En la largada era un demonio que se negaba a quedarse
quieto. Tenía problemas crónicos en la mano izquierda y vicios "sádicos": cuando iba al
frente esperaba a los contrarios; cuando venía de atrás se negaba a pasarlos de largo.
Smith dedicó la mayor parte de su tiempo a comprender a su caballo. El potrillo se
transformó en pocos meses en material mucho más dócil, aunque nunca perdió su fuerte
temperamento. Llegó el momento en que Smith decidió que estaba pronto: ahora sólo le
faltaba un jockey.

Johnny Pollard se fue de casa a los quince años a correr caballos de carrera en Butte,
Montana. Era un pelirrojo alto y fuerte que tenía problemas para dar el peso requerido.
En Montana estuvo más de un año sin ganar una carrera, así que para poder comer se
dedicó también al pugilismo, profesión en la que no consta que haya ganado pelea
alguna. Hechos los progresos de rigor comenzó a repartir su tiempo como jockey
aprendiz; en verano en Vancouver, Canadá y en invierno en Tijuana, Méjico.
Finalmente recaló en Nueva York, donde ganó algunas carreras. De vida desarreglada,
fue perdiendo prestigio al punto de tener que buscar nuevos horizontes. Llegó a Detroit
sin dinero, siendo rechazado por entrenador tras entrenador. Finalmente lo recibió
Smith, que le presentó a Seabiscuit. Los tres estuvieron juntos durante varias horas.
Smith decidió ese día que Pollard tendría su oportunidad.

Seabiscuit fue cuarto en su debut al cuidado de Smith y montado por Pollard; en su


segunda salida fue tercero; a continuación ganó un clásico, y en seguida otro más
importante. Howard lo anotó en Nueva York en el prestigioso Handicap Scarsdale, que
ganó en tiempo record para la pista. Como su dueño treinta años antes, Seabiscuit viajó
de Nueva York a San Francisco. Ganó en California dos carreras consecutivas, rozando
en ambas el record del mundo. Empezó el año 1937 en Santa Anita, donde en su
primera salida derrotó al gran caballo Rosemont. Howard lo inscribió en el Handicap de
Santa Anita. Había llegado la hora.

El 27 de febrero de 1937, sesenta mil aficionados abarrotaron las instalaciones de Santa


Anita, para ver a Seabiscuit en acción contra 17 caballos, incluido el favorito Rosemont.
Corrido con orejeras que impedían su visión lateral, Seabiscuit largó mal. En la recta
opuesta Pollard tuvo que salir de una posición comprometida, pasando del noveno al
cuarto puesto en muy pocos metros. Al entrar a la recta final Pollard encontró paso y se
situó a la cabeza. A doscientos metros del disco Seabiscuit, con Pollard quieto y sin
exigir, solo veía tierra roja por delante. Pero junto a la empalizada exterior un caballo
exprimido al máximo por su monta descontaba metro a metro. Pollard y Seabiscuit se
apercibieron demasiado tarde, la fotografía dictaminó que el favorito Rosemont se había
impuesto por el hocico.

La reacción no se hizo esperar. Seabiscuit emprendió una gira espectacular,


compitiendo en carreras de élite en California, Nueva York, Rhode Island,
Massachussets y Maryland, venciendo en diez carreras de importancia, destrozando
cinco records de pista y ganando la mayor suma de dinero del año 1937. Pero no
consiguió el título de Caballo del Año, que fue para el invicto ganador de la triple
corona, War Admiral.

Faltaban semanas para la segunda presentación de Seabiscuit en el Handicap de Santa


Anita cuando Pollard casi muere en una rodada, cayendo de Fair Knightness, una yegua
propiedad de Howard. Los médicos le prohibieron correr durante por lo menos un año,
después ya verían. Pollard recomendó ser sustituido por George Woolf, apodado "el
hielero" por su coraje y sangre fría, un temerario diabético y uno de los mejores jockeys
de todos los tiempos. Woolf hizo sus deberes, aprendiendo de Pollard todas las
características del animal. Woolf pronto se percató de que sólo tenía un rival,
Stagehand, que corría en yunta con su hermano Sceneshifter. Los colores de las
chaquetillas de la yunta eran iguales pero Stagehand llevaba gorra blanca y Sceneshifter
gorra roja.

Seabiscuit fue pechado en la largada del Handicap de Santa Anita de 1938. Woolf se
salvó de caer agarrado del pescuezo de su caballo. Cuando se recuperó, Seabiscuit
estaba encerrado entre varios rezagados. En la recta opuesta Woolf vio una gorra blanca
muy adelante y aprovechó un espacio para lanzar a Seabiscuit a descontar, a mil
doscientos metros del disco. Seabiscuit entonces corrió ochocientos metros en 44-1/5
segundos, más de un segundo por debajo del record mundial para la distancia, y a falta
de cuatrocientos metros tomó la punta.

Una vez más, un perseguidor se despegó del pelotón y comenzó a descontar como lo
había hecho Rosemont el año anterior. Woolf miró hacia atrás y vio una gorra roja.
Después de un momento de confusión se dio cuenta de que sólo podía ser Stagehand. La
yunta había cambiado de gorras y Woolf había desgastado a su caballo persiguiendo a
otro que no podía ganar. Ganó Stagehand por el hocico.

Esa misma tarde, en el hipódromo de Hialeah, en Florida, War Admiral se paseó,


logrando su décima victoria consecutiva. El clamor popular por un enfrentamiento entra
Seabiscuit y War Admiral adquirió dimensiones de exigencia. El encuentro se difirió
por el estado de la mano izquierda de Seabiscuit hasta fines de 1938. El hipódromo de
Pimlico, en Baltimore, presidido por Alfred Vanderbilt, vio como su capacidad para
dieciseis mil personas fue desbordada por una concurrencia de cuarenta mil, que se
acomodaron como pudieron.

El favorito sentimental era Seabiscuit, el gran favorito en la cotización War Admiral.


Los expertos estimaban que War Admiral era más dócil y tenía más punta de velocidad
en la largada, y que en un mano a mano a Seabiscuit le sería imposible descontar el
terreno perdido frente a ese extraordinario rival. Pero Smith estaba decidido a que las
cosas fueran de otra forma. Dedicó todos sus esfuerzos a enseñarle a Seabiscuit a salir
volando. El día anterior a la carrera Woolf examinó la pista, que estaba muy pesada,
palmo a palmo. Constató que junto a la empalizada interior había un tramo menos
pesado donde las huellas de los tractores habían endurecido el terreno. Pero War
Admiral tenía el lugar de dentro en la largada, por lo tanto era el candidato lógico a
usufructuar esa ventaja.

En la largada Seabiscuit le tomó dos cuerpos a War Admiral, se adueñó de la senda de


los tractores y ya no miró hacia atrás. Faltando ochocientos metros War Admiral lo
emparejó y hasta llegó a asomar la cabeza de ventaja. Durante cuatrocientos metros
Seabiscuit desplegó todo su "sadismo", cabeza a cabeza con el favorito. A falta de
cuatrocientos metros él y su jockey decidieron que ya estaba bien y se fueron para ganar
por cuatro cuerpos con toda facilidad. Seabiscuit logró el título de Caballo del Año
1938. Por tercera vez había llegado la hora del Handicap de Santa Anita.

En la carrera preparatoria para el gran evento el tendón de la mano izquierda de


Seabiscuit por fin cedió. Estaba en el box cuando su compañero de caballeriza, Kayak
II, ganó la carrera. Howard y Marcela habían realizado su sueño, pero no festejaron.

En general se asumió que Seabiscuit no volvería a correr, pero el hechicero Smith era de
otro parecer. Al cabo de diez meses Seabiscuit estaba entrenando y fue inscrito en el
Handicap de Santa Anita. El que no estaba tan bien era Pollard cuya pierna izquierda
parecía un "palo de escoba quemado", segun la descripción de otro jockey. Pollard
trabajaba con Seabiscuit, pero no parecía estar para correr. Aunque su pierna izquierda
estaba reforzada con un aparato de acero, el mismo Pollard admitía que solamente haría
falta "un toque" para que se quebrara nuevamente. Pero faltando poco para la carrera se
presentó ante Howard a implorarle que le permitiera correr a Seabiscuit. Después de
consultar con Marcela y Smith, Howard a regañadientes decidió darle la oportunidad.

Cuando Seabiscuit y Pollard salieron al paseo del Handicap de Santa Anita de 1940, las
setenta y ocho mil personas presentes se pusieron de pie para ofrecerles la ovación más
clamorosa, más sostenida, más sincera, más emocionada que jamás se hubiera tributado
en hipódromo alguno, a pareja alguna. Pollard se agachó para decirle a su caballo al
oído:
-Escucha eso, Pops (el mote con que Pollard había bautizado a Seabiscuit), escucha
Pops, entre los dos tenemos cuatro patas sanas, podemos ganar.

Seabiscuit largó sin problemas y quedó muy bien colocado en la primera curva y todo a
lo largo de la recta opuesta. En el codo previo a la recta final estaba cerca de los
punteros con muchos caballos por detrás. De repente un caballo llamado Wedding Call
lo rozó al adelantarlo, dejándolo sin paso. Marcela bajó los prismáticos y escondió la
cabeza en el hombro de su marido, que acarició el pelo de su mujer con mano
temblorosa. Pocos metros más adelante Wedding Call se abrió agotado. Pollard
aprovechó el hueco y tomó la delantera, ya en plena recta final. Por el exterior atropelló
su compañero de caballeriza, Kayak II, ganador de la edición anterior, con mucha
fuerza. Como de costumbre, Seabiscuit se dejó alcanzar. Después decidió que ya era
hora de llevarse el dichoso Handicap de Santa Anita de una vez por todas y se distanció,
venciendo a los siete años de edad en el segundo mejor tiempo para los dos mil metros
de la historia de las carreras de caballos en los Estados Unidos.

¿QUÉ PIENSAS HACER, AHORA, CABALLITO? tituló un periódico de turf al día


siguiente. Nada. Marcela, Howard, Smith y Pollard decidieron retirarlo. Hoy los cinco
están muertos y enterrados pero quizás haya valido la pena recordarlos, a modo de
lección ejemplar, para ilustrar lo que cinco caracteres tan dispares supieron tener en
común.

Aprovecharon sus oportunidades.


.( ~

.  

Pregunta el abogado por la acusación, Aubrey Daniels; responde el testigo de cargo,

Dennis Conti.

Respuesta: Cuando llegué, Calley dijo que juntáramos a la gente.


Pregunta: ¿Qué hizo usted?
R - Se los traje a Calley al camino. Había otros allí. Treinta o cuarenta. Todos mujeres y
niños. Me acuerdo de un anciano. Iban de sesenta años a niños.
P - ¿Qué hacían?
R - Estaban parados allí.
P . ¿Quién estaba con ellos?
R - El único soldado que recuerdo era Meadlo.
P . ¿Qué pasó entonces?
R - Calley nos dijo a mí y a Meadlo que empujáramos a la gente a un arrozal. Los
llevamos allí, los quitamos del camino y los obligamos a agacharse y juntarse para que
no pudieran escapar. Nos quedamos allí vigilándolos. En ese momento veo un niño que
sale de una choza corriendo. Nos ve y huye. Revisé una choza y encontré una mujer, un
niño y una anciana. En esos momentos ví un hombre que escapaba. Llevé a la mujer y al
niño hasta el grupo. La anciana se negó a ir, así que la dejé allí.
P - ¿Qué hacía Meadlo mientras tanto?
R - Vigilaba a la gente.
P - ¿Dónde estaba?
R - Entre la gente y la aldea.
P - ¿Qué sucedió entonces?
R - Vino el Teniente Calley y dijo: "encárguense de esta gente." Así que dijimos OK,
nos quedamos allí vigilándolos. Se fue, volvió y dijo: "Creí que les había dicho que se
encargaran de esta gente." "Lo estamos haciendo.", dije. "Quiero decir que los maten."
Quedé un poco mareado y no supe que hacer. El dijo: "Vengan por aquí, nos ponemos
en línea y les disparamos." Yo dije: "no, tengo un lanzagranadas, yo vigilo la línea de
los árboles." Me paré detrás de ellos, que se alinearon lado a lado. Así que ellos - Calley
y Meadlo - se pusieron lado a lado y dispararon a la gente. Hubo ráfagas y tiros durante
dos minutos. Era fuego automático. La gente gritaba, aullaba y caía. Pienso que también
trataba de levantarse. No podían. Así era la cosa. La gente estaba bastante estropeada.
Muchas cabezas arrancadas, pedazos de cabeza y de carne volaron por los costados y
los brazos. Estaban muy estropeados. Meadlo disparó durante un tiempo y se derrumbó.
Estaba llorando. No pudo continuar disparándole a la gente. Me puso el arma en las
manos. Dije que no lo haría. "Si los van a matar yo no lo voy a hacer. Que lo haga el
Teniente Calley.", le dije. Así que le devolví el arma a Meadlo. En ese momento sólo
quedaban unos niños vivos. El Teniente Calley los fue matando uno a uno. Entonces ví
un grupo de cinco mujeres y seis niños - once en total - dirigiéndose a una línea de
árboles. "¡A esos! ¡A esos! ¡Mátalos!" me dijo el Teniente Calley. Esperé hasta que
llegaran a los árboles y disparé cuatro o cinco granadas. No sé que pasó.

En base a testimonios como el que antecede, el Teniente Calley fue el único condenado
por un Tribunal Militar por un episodio ocurrido en 1968, en plena guerra de Vietnam,
en el que soldados estadounidenses mataron a entre 400 y 500 civiles en la aldea de My
Lai, en Vietnam del Sur. El ejército intentó infructuosamente encubrir lo ocurrido. El
Presidente Nixon posteriormente solucionó el tema de Calley, que pudo llevar una vida
relativamente normal.

Los soldados estadounidenses entraban en combate con tarjetas de bolsillo emitidas por
el MACV (Comando de Asesoría Militar para el Vietnam):

c+ ~*2
El pueblo de Vietnam ha pagado un alto precio en sufrimiento por su larga lucha contra
los comunistas. Los militares estamos ahora en Vietnam porque su gobierno nos ha
pedido que ayudáramos a sus soldados y a su pueblo a ganar su lucha. El Vietcong
intentará que los Vietnamitas se vuelvan contra ustedes. Siempre podrán derrotarlos con
la fuerza, comprensión y generosidad que desplieguen hacia la gente. He aquí nueve
sencillas reglas:
1) Recuerden que aquí somos invitados: No formulamos demandas ni buscamos
tratamiento especial.
2) ¡Unánse al pueblo! Comprendan su vida, utilicen frases de su lenguaje y honren sus
costumbres y leyes.
3) Traten a las mujeres con cortesía y respeto.
4) Hagan amigos personales entre los soldados y el pueblo llano.
5) Siempre otorguen derecho de paso a los Vietnamitas.
6) Permanezcan alerta a la seguridad y estén prontos para reaccionar con su destreza
militar.
7) No atraigan la atención mediante conductas ruidosas, ofensivas o extrañas.
8) Eviten separarse del pueblo haciendo ostentación de riqueza o privilegio.
9) Por sobre todas las cosas son miembros de las Fuerzas Militares de los Estados
Unidos en una misión difícil, reponsables por todas sus acciones oficiales y personales.
Hónrense a sí mismos y a los Estados Unidos de América.

Que sí que sí, que no me lo estoy inventando, ojalá tuviera tanta imaginación. Otra
tarjetita de bolsillo:

c cc.+c**.~*2
Como miembro de las Fuerzas Militares de los Estados Unidos, usted cumplirá con la
Convención de Ginebra de 1949 sobre prisioneros de guerra, a la que su país se adhiere.
Bajo dicha Convención:
Usted puede y debe:
- Desarmar a su prisionero.
- Registrarlo minuciosamente de inmediato.
- Requerir que permanezca en silencio.
- Separarlo de otros prisioneros.
- Vigilarlo cuidadosmente.
- Llevarlo al lugar que indique su superior.
Usted no puede y no debe:
- Maltratar a su prisionero.
- Humillarlo o degradarlo.
- Tomar alguno de sus efectos personales que no tengan significativo valor militar.
- Negarle tratamiento médico cuando se solicite y esté disponible

My Lai es mi masacre favorita porque es la única instancia que conozco en que las
Fuerzas Armadas de un país beligerante reconocieron la culpabilidad de uno de los
suyos ante el intensísimo escrutinio de la opinión pública mundial, no demasiado
favorable entonces a la intervención de Estados Unidos en Vietnam. Viene al caso la
frase de uno de los personajes de Apocalipsis Ahora, la obra maestra de Cóppola sobre
la guerra del Vietnam:
-Culpar a un hombre de asesinato en este sitio es como ponerle una multa por exceso
de velocidad en las 500 millas de Indianápolis.

My Lai, como los juicios de Nuremberg, como la solicitud de extradición de Pinochet,


marcó una diferencia. Los combatientes estadounidenses en la Guerra del Golfo (Desert
Storm) recibieron instrucciones precisas:
-No queremos otro My Lai. Si ocurre otro My Lai, al que se vea involucrado le tiramos
el reglamento por la cabeza. ¿Les queda claro?

Por lo que pueda haber valido, pero menos jugo da una piedra.

~**~*©c ~8©~

 
1  4 
Una de las tantas maneras de ver la película es como si fuera una pirámide.

En la base esta lo mineral, lo inanimado, lo muerto, las cosas. Un poco más arriba lo
vegetal. Lo vegetal está construido con las mismas partículas que lo mineral pero
incorpora un elemento invisible, más o menos misterioso, que se llama vida. Un poco
más arriba todavía está lo animal, fabricado con los mismos ladrillos que lo mineral y lo
vegetal, pero que además de vida incorpora un elemento indetectable
instrumentalmente, más o menos misterioso, que denominamos conciencia. Arriba del
todo, en el vértice de la pirámide, nos encontramos con lo humano. Lo humano está
hecho de la misma materia prima que lo mineral, animal y vegetal - me temo que no
haya más cera que la que arde - pero además de vida y conciencia incorpora una
facultad que no se puede medir, absolutamente misteriosa, que llamamos autoconciencia
o capacidad de reflexión.

Pongámonos de acuerdo en dejar sin definir "vida", "conciencia", "reflexión", "alma",


"mente" y palabras por el estilo. Todos sabemos lo que significan y si empezamos a
discutir terminamos peleando. Lograda la unanimidad, introduzcamos el concepto de
jerarquía.

Lo mejor y más valioso está en el vértice, lo peor y menos valioso en la base de la


pirámide. ¿Mejor y más valioso, peor y menos valioso en términos de qué? En términos
de capacidad de manipular el entorno para sus propios fines. El ser humano posee esa
capacidad en grado superlativo; lo mineral, las cosas, carecen de ella.

Apresurémonos a introducir también el concepto de cosas no naturales, artificiales,


artefactos, productos, inventados y fabricados por el ser humano. Constituyen una
categoría especial y muy importante de las cosas y no es cuestión de dejárnoslas en el
tintero.

-Camarero, tráigame una Coca Cola por favor.


-Aquí tiene.
-Esto es Pepsi, le pedí Coca.
-Es igual.
-No, perdone, pero hace treinta y cinco años que bebo Coca, no es igual.
-A todo quisqui le da lo mismo, usted es el único viene aquí a montar un numerito.
-Oiga, mire, yo no monto nada, llévese la Pepsi y tráigame una Coca.
-No tenemos, solo gastamos Pepsi.
-Pues no la quiero.
-Oye guapo, no pensarás irte sin pagar.
-Quítame las manos de encima, inmediatamente.
-¿Ves ésto? Dos euros o te arreo.
-¿Tienes un palo? Fíjate lo que tengo yo.
-¡Cuidado!
-¡Una pistola! ¡Todos al suelo!
-PUM. PUM. PUM.

De acuerdo, de acuerdo, el ejemplo puede no ser válido por involucrar una droga, la
cafeína, y vaya a saber que más tiene adentro, por algo la fórmula es secreta y la gente
se engancha como se engancha, vamos, que el nombrecito se las trae, y el que avisa no
es traidor. Este otro va de lo que la gente de publicidad llama "lealtad a la marca" y los
loqueros "relaciones libidinosas con los objetos."

-Cariño, por casualidad ¿no habrás visto mi boli Parker?


-Ni idea, mi amor. ¿Para que lo quieres?
-Le voy a escribir a Jorge, estoy perdiendo el contacto.
-No perderías gran cosa. Dentro del florero pequeño de la cocina hay como veinte
bolis.
-Ya lo sé, mi amor, pero son Bic, yo busco mi Parker, esta mañana estaba encima de la
mesa del ordenador, pero desapareció.
-Cuando limpié esta mañana no estaba ahí. ¿Qué tiene de especial el Parker que no
puedas usar otro?
-Tiene valor senti. . . tengo los dedos acostumbrados, no sé, quiero mi Parker, ¿no
puedo querer mi Parker? hace veinte años que escribo con mi Parker, ¿estás segura
que no estaba ahí?
-Claro que estoy segura, no será que lo quieres porque te lo regaló Gra...
-Vamos a dejarnos de Graciela que estas cosas se sabe como empiezan pero no como
terminan.
-Hace una semana la ví y está como de veinticinco. Claro, yo te dí cuatro hijos y ella de
florcita, la muy zorra.
-Vamos a ver. Vamos a centrar el tema. Anoche mi boli Parker estaba encima de la
mesa del ordenador. Ahora no está. Esta mañana hiciste limpieza. Ese es el tema.
-Ya lo veo venir, vas a empezar con que te escondo las cosas ¿verdad? Pues no pienso
entrar en el jueguito. Búscatelo tú, tu precioso Parker, para escribirle a tu adorado
Jorge, que te lo regaló el amor de tu vida, el putón ese de Graciela.
-Oye lávate la boca para hablar de Jorge y de Graciela, que son dos dilectos amigos.
Di-lec-tos ¿comprendes? Y si no búscalo en el diccionario, ignorante.
-Veinte años de sirvienta tuya no voy a ser Bertrand Russell, imbécil.
-Sabes lo que te digo, me voy, no te aguanto más.
-Mira como tiemblo, vete con tu Gracielita, te crees que me chupo el dedo, pero aquí no
me pisas más, sinverguenza.
-Que te zurzan. Cuando vuelvas a hacer limpieza dentro de seis meses si encuentras mi
boli Parker me lo envías por paquete postal. A casa de Graciela,
-PORTAZO.

Me voy a repetir. El hombre es capaz de manipular las cosas, las cosas no pueden
manipular al hombre.

-Y ahora firme aquí, aquí, aquí, en la línea punteada, ahí está, muy bien, amigo,
espléndido. Vamos a la parte que más me gusta, que yo no hago ésto sólo por dinero, ni
mucho menos. Aquí las tiene, tómelas, no tenga miedo, son suyas. ¿Sabe lo que dijo
Groucho Marx una vez? "Tengo las llaves de la puerta de mi casa." Usted ahora puede
decir lo mismo.
-Qué bueno.
-¿Se da cuenta de en lo que se ha convertido?
-Pues la verdad que no muy bien.
-En un hombre, nada más y nada menos. Un hombre no es un hombre hasta que asume
un compromiso. Usted aquí y ahora ha asumido un compromiso, con su futura esposa,
con sus futuros hijos, con su empleo, con la sociedad en su conjunto. Un compromiso
en firme y de larga duración.
-No lo había visto de esa forma.
-El hogar de un hombre es su castillo, y el suyo tiene nada menos que cuatro
dormitorios, no tendrá problema para formar una familia numerosa, es bochornoso lo
que está ocurriendo con el indíce de natalidad.
-Ahora que lo dice.
-Metas. Objetivos. Sin ellos la vida carece de significado y usted los tiene todos por
delante. Hasta ayer no tenía usted muy claro en que sentido orientar sus esfuerzos.
Ahora el futuro se despliega ante sus ojos con meridiana claridad.
-Me parece que lo estoy viendo.
-Que duda cabe que la importancia de este acto es fundamentalmente espiritual. Dicho
eso, lo material no carece precisamente de entidad y cuando esta hipoteca esté
cancelada, dentro de treinta años, su casa no solamente habrá cobijado a usted y a los
suyos sino que se habrá revalorizado de forma sustancial. Es lo de menos, pero acaba
de hacer usted una magnífica inversión.
-Tendré cincuenta y cinco años.
-Y una familia amante, una situación económica desahoga da, una importante jerarquía
laboral y una posición social encumbrada. Me da verguenza hacerle esta confesión: lo
envidio.
-Hombre, no se ponga así.

~~.* ~©


3 

Es que para mí amigo es el que está dispuesto a sacrificar todo por mí a cambio de nada.
Probablemente esté de más la frase "a cambio de nada" porque un sacrificio a cambio de

algo me huele a trueque o venta, por mí pueden eliminarla.

De ahí que me resulte inaceptable la expresión "mejor amigo". Mi amigo es mi amigo,


chau, nec plus ultra, no va más, si es amigo mío no puede ser mejor, ya está todo dicho,
pero no se hagan ilusiones que me queda rollo por colocar.

Veamos algunos ejemplos clásicos, no, Boca-River no, Grecia antigua, por favor,
hombre, un poco de nivel que estamos filosofando, o intentando, digo, me parece.

Resulta que va el Mandamás de Turno y agarra y condena a muerte al Griego Primero y


le comunica que la sentencia se ejecutará dentro de quince días. Y va el Griego Primero
y agarra y le pide al Mandamás de Turno que lo deje ir a arreglar unos asuntos que tiene
pendientes, que ya se presentará el día de la sentencia a cumplirla, y el Mandamás de
Turno le dice que turulí que te ví. Entonces viene el Griego Segundo y agarra y le sale
de garantía al Griego Primero, le dice al Mandamás de Turno que se queda como fianza
mientras el Griego Primero se va a poner la casa en orden, y el Mandamás de Turno
acepta. El día de la sentencia vuelve el Griego Primero a ser ejecutado para que suelten
al Griego Segundo. Impresionado, el Mandamás de Turno los libera a ambos los dos.
Guau.

Resulta que son una pareja de recién casados - ya sé que no pueden ser amigos pero me
da igual - muy pobres y se viene el 6 de enero. Pues qué les cuento que, sin que ninguno
de los dos se entere de en lo que anda el otro, ella agarra y va y vende el pelo para
regalarle una cadena para el reloj, y él va y agarra y vende el reloj para comprarle un
juego de peinetas. Aleluya.

Estoy seguro de que no se les escapa la equivalencia de las acciones de los implicados,
y si se les escapó córranla que a lo mejor todavía la alcanzan, fue en dirección al
Ayuntamiento.

En la vida real esa equidistancia, esa simetría, esa justicia, que quieren que les diga, en
la vida real las cosas funcionan como ustedes ya saben, hay uno que sale ganando y otro
que sale perdiendo.
-¿Le has pagado a Pablo?
-No me atrevo, ya sabes el concepto que tiene Pablo de la amistad. Es capaz de
ofenderse, por ahí me sale con que él no es acreedor de los amigos. Pero cualquier día
de estos.
-Hmmmm.

Por eso es que yo quiero que muchos por el estilo de Pablo sean amigos míos. Por eso
es que yo no quiero ser amigo de nadie. Amigo, lo que se dice amigo, es el que sale
perdiendo. Al otro, al que sale ganando pónganle ustedes el nombre.

Por otra parte la amistad verdadera es más aburrida que cola de Ministerio. Dos amigos
saben que el otro daría lo que fuera por amistad, pero resulta que jamás recurrirían al
otro en caso de necesidad porque serían incapaces de ocasionarle molestias a un amigo,
no sé si me explico, no pasa nada, una cita a ciegas con la esposa. Vean si no ut supra
(hace años que tenía ganas de colocarlo) la inefectividad de las acciones perfectamente
recíprocas.

Es  amigo, es amigo 1; me pertenece, lo poseo, soy su dueño. Soy  amigo, soy
amigo 9; es mi dueño, me posee, le pertenezco. ¿Capish?

Tú me das una mano a mí, yo te doy una mano a tí; tú rascas mi espalda, yo rasco la
tuya. Así funcionan por lo común las relaciones. Pero ni por esas podemos impedir que
uno pierda y otro gane porque uno es un eximio rascador de espaldas y otro hace sangre.

~ /~

1
Abro el periódico, enciendo la tele, miro hacia dentro, hacia fuera, hablo con la gente,
me entero. Las
cosas no van
bien, las cosas
van mal.

Como me veo
en figurillas
para explicar lo
de "bien" y
"mal", busco
otra forma de
decirlo. Las
cosas podrían
ser diferentes:
menos dolor,
menos absurdo,
menos
sufrimiento,
menos
interrogantes sin
respuesta.
¿Podrían las
cosas ser
diferentes? Pues
no estoy muy seguro, pero me voy a hacer una concesión porque si espero por ustedes. .
. Total no me cuesta nada, de un bolsillo al otro: sí podrían, podrían ser distintas.

¿Entonces por qué no lo son?


-Y yo que sé.
-Venga hombre, que sí que lo sabes.
-Que no, que no, que no tengo ni idea, que quiero que mi abogado esté presente.
-No necesitas abogado, sólo tienes que hablar con nosotros, suéltalo.
-Bueno, en lo de mi familia, en el trabajo, puede que. . .
-Tus familiares, tus compañeros de trabajo, tus amigos, tus conocidos te han inculpado
por escrito, eso no nos interesa, queremos que admitas lo demás.
-¿Lo demás? No pretenderán endosarme lo de Etiopía.
-Gracias por la confesión pero lo tuyo no termina con Etiopía. ¿Quieres un cigarrillo?
.Supongo que sí, gracias, pero ésto que quieren que firme es mas largo que El Quijote.
-Tenemos todo el tiempo del mundo.
-Terrorismo, guerra, hambre, miseria, enfermedad, opresión, fanatismo, corrupción,
ignorancia, anomia, desamor, tortura, muerte, destrucción de . . . ¡Ah, no! ¡Por ahí no
paso! ¡Lo de la capa de ozono no!
-Tienes coche, pero si estás dispuesto a firmar lo demás a lo mejor lo de la capa de
ozono se puede negociar. Mike, vete a buscar al teniente. Mientras esperamos, dilo, te
hará sentir mejor.
-¿Usted cree? Es. . . Todo es. . .
-Termina de una vez así vamos todos a descansar.
-Todo es culpa mía. Ya está.
-Lo de la capa de ozono también.
-También. Qué más da. Ya está. Qué alivio.

Ustedes van a pensar que soy un timorato, un pusilánime, un cobarde, un débil, un


bufón, un tonto, un masoquista. No les quito razón, pero como la opinión de ustedes me
importa muy mucho me gustaría que me miraran también a través de un cristal de otro
color.

Es evidentemente ridículo cargar sobre mis espaldas todas las desgracias, miserias y
lacras con las que tropiece en mi ciego deambular. Sin embargo, por más irracional que
sea, allí está ese sentimiento de culpa, omnipresente que le dicen. ¿Por qué? ¿No habrá
algo oculto detrás? ¿No será una pantalla?

Véanlo de esta forma, por favor: yo soy responsable de todo, de todo. Bastaría que yo
decidiera cambiar de conducta para que sáltaramos todos del valle de lágrimas a la cima
del Olimpo, sin pértiga. ¿Se dan cuenta de lo importante que soy? ¿Me tratarán de ahora
en adelante con el respeto y la consideración que merezco? No contesten esa pregunta.

Ustedes van a pensar que soy un presuntuoso, un narcisista, un ególatra, un vanidoso,


un alienado, un orgulloso, un megalómano, un ambicioso sediento de gloria y poder.

Ya me van conociendo mejor.

* ~©c*

+  
Enrique Jardiel Poncela puso por título a una de sus comedias "Los ladrones somos
gente honrada". Me permito recordar al respecto que se dice en broma lo que está
prohibido
decir en
serio.

Para
apreciar
en su
justa
medida la
ímproba
labor
desplegad
a por los
ladrones
en la
loable
tarea de
la
redistribu
ción del
ingreso
baste con
recordar a
Robin
Hood,
que
robaba a
los ricos
y
poderosos
para darle
a los
pobres y
necesitad
os, La sabiduría convencional pretende que la redistribución del ingreso corresponde a
los impuestos con sus contrapartidas presupuestarias, pero en la época de Robin Hood
los impuestos redistribuían de abajo hacia arriba. Con el neoliberalismo la cuesta es más
empinada todavía.

El avance arrollador de la tecnología está a punto de terminar con los ladrones, una
especie en vía de extinción desprotegida como pocas. Robocop es muy caro y por lo
tanto está al servicio exclusivo de los ricos y poderosos. Sobreviven las mafias, pero no
son más que variantes de la gran corporación. Los ladrones de ganzúa y antifaz, los que
asaltaban la sucursal del barrio tres veces por año han desaparecido. Ahora los pobres
roban a los pobres, pan con pan comida de bobo, el ingreso queda sin redistribuir.

Otra cara de la moneda. Cerrada la vía del robo los ladrones vocacionales frustrados
bien pueden optar por la peligrosa alternativa revolucionaria. Si me impiden romper las
reglas, las cambio. Las revoluciones han ocurrido y ocurrirán, mal que le pese a
Fukuyama y para desdicha de aquellos que se vean involucrados. Cuando fracasan
desencadenan una reacción represiva que hace añicos la calidad de vida de quienes la
conservan. Cuando triunfan producen hombres providenciales dispuestos a sacrificar
vida, hacienda y bienestar del resto de la humanidad en aras de fabricar la Sociedad
Perfecta. Abroche y apriete el cinturón antes de dar el Gran Salto Adelante.

"Detrás de toda gran fortuna hay un crimen." sentenció solemnemente Balzac, como si
no fuéramos capaces de percatarnos sin su ayuda de que no se llega a millonario de
albañil. "La propiedad es un robo", dictaminó Proudhon, y como quien roba a un ladrón
tiene cien años de perdón ahí lo tienen, en blanco y negro. Apenas profundizamos un
poco resulta que los ladrones somos gente honrada, Jardiel, cuánta razón tenías.

-He pecado, padre.


-Te escucho.
-He incurrido en lapsos de nostalgia. A veces temo ser un nostálgico incurable,
terminal.
-Te recuperarás.
-Romanticismo. He pecado de romanticismo.
-Sigue.
-La semana pasada en una cena con mis compañeros del cuerpo de seguridad propuse
un brindis por la memoria imperecedera de Marian y Robin.
-¿De quién?
-De Marian y Robin. De Robin Hood y la doncella Marian.
-No lo vuelvas a hacer. Ego te absolvo. In nomine Patri et. . .

cc ©8:

8 9
-Bueno, cambiando de tema creo que ya sabe por qué no pude asistir a la sesión
anterior.
-Gracias por
avisarme.
-Sí. Como le
expliqué por
teléfono esta
vez no le
hubiera
bastado con
pegarme, así
que me
clavó un
tenedor en la
espalda. El
médico que
me curó me
preguntó que
había
pasado,
Cuando se lo
expliqué, se
rió en mi
cara.
Exactamente
igual que
cuando
intenté hacer
la denuncia
policial. Qué
verguenza.
Estoy tan
avergonzado
, doctora. . .
-No soy
médico.
-Ya lo sé, ya lo sé, disculpe Emily. Estábamos en la cocina cuando le dije que quería el
divorcio porque me había enamorado de Aurora. Por supuesto me empezó a insultar, así
que le dí la espalda para dirigirme al dormitorio a buscar el abrigo para salir de casa
porque no estaba dispuesto a tolerarla ni un segundo más y allí fue que me clavó el
tenedor. Conseguí ponerme el abrigo y salir. Estuve vagando por la calle hasta que al
final me dormí en un banco de la plaza, me daba verguenza entrar a un hotel a pedir una
habitación. Todo me da verguenza. Mi matrimonio con Alicia no ha sido más que una
enorme verguenza, dos años soportando sus abusos físicos. Si solamente fuera capaz de
repeler sus agresiones, de pegarle yo a ella, pero ya hemos analizado eso, sencillamente
no puedo pegarle a una mujer, no tengo esa capacidad, en ese sentido soy impotente.
-¿Sería capaz de pegarme a mí?
-¿Cómo dice?
-Le he preguntado si sería capaz de pegarme a mí.
-¿A usted? ¿A mi analista? ¿A la única persona con la que puedo hablar, la única que
me está ayudando? No hablará en serio. No niego que hay momentos en los que siento
hostilidad hacia usted, el análisis es muy duro, pero no. Es más, le aseguro que nunca
jamás la agrediré, ni verbal ni físicamente. Tiene mi palabra.
-Gracias. Se la tomo.
-Mientras dormía en el banco de la plaza tuve un sueño. Estábamos los cuatro en un
lugar que no era un lugar, no había pisos ni paredes, ni techo, ni plantas ni flores, ni
nada, no estábamos fuera ni dentro, los cuatro allí, tan cerca que podíamos tocarnos con
sólo extender el brazo; una figura, mi padre, Alicia y yo. La figura no estaba vestida ni
desnuda, no tenía forma ni cara, era un testigo mudo, imparcial, de alguna forma
inexplicable muy importante. De repente comenzamos a girar los cuatro, como
suspendidos en el tiempo y el espacio, hasta completar un giro de 180 grados, como si
nos hubiéramos puesto patas arriba, al revés, pero al no haber punto de referencia ajeno
seguíamos viéndonos como antes, como en la imagen de un espejo de la situación
anterior. Alicia tenía una pistola en la mano. Alzó el brazo, se la puso en la frente a mi
padre y disparó. Pero mi padre no murió. Le quitó la pistola a Alicia, pronunció una
palabra que no recuerdo, como si quisiera advertirme de algo, me puso la pistola en la
frente y disparó, varias veces. Desperté, con una angustia intolerable, junto a un hombre
que me daba golpecitos en la cara preocupado por verme dormido en el banco de la
plaza todo ensangrentado. Le dí las gracias, fui al hospital, le avisé a usted que no
podría concurrir y finalmente me curaron.
-¿Qué dijo su padre en el sueño?
-¿Cómo dice?
-En el sueño su padre dijo algo antes de dispararle. ¿Qué dijo?
-¿Dijo algo? ¿Eso dije? No lo sé. No lo recuerdo. No es importante.
-Si no es importante procure no recordarlo, no tenemos tiempo para perder.
-Estoy de acuerdo, no me preocu. . ., ahora lo tengo. Dijo "tensar". También eso me
produjo una gran angustia, "tensar", pero no significa nada para mí, ya bastante tensión
tengo, por desgracia. ¿Significa algo para usted?
¿Por qué cree que todo ocurrió al revés, patas para arriba?
-No lo sé, no se me ocurre nada. Miento, sí se me ocurre algo. Por alguna razón me
viene a la mente estar desayunando con mi madre y mi padre, tiene que haber sido antes
de la muerte de mi padre, un recuerdo muy lejano.
.¿Qué están desayunando?
-No estoy seguro, me parece que huevos. Siempre desayunábamos con huevos,
revueltos, o fritos, o con . . . ay, ay, perdone, es que no me siento. . ., Dios mío, uy, qué
cosa, me estoy sintiendo. . .
-¿No se siente bien?
-No. Sí. No lo sé. Por un momento. . .Pero ya pasó. Además, creo que ya es hora.
-Usted dictamina cuando termina la sesión.
-No, por supuesto que no, las sesiones tienen una duración máxima de una hora,
contractualmente, pero generalmente usted las termina cuando han pasado cincuenta
minutos. Ya han pasado.
-Yo dictamino cuando termina la sesión. Tenemos tiempo. Continúe.
-Claro. Disculpe. Se me ocurre que usted y yo estamos jugando un partido de tenis, con
mucho público. La pelota va y viene, va y viene, las cabezas del público también y lo
que están diciendo las cabezas que van de un lado al otro es no, no, no, no, no, no, no,
no, no . . .
-Me temo que ya es la hora.
-¿Emily, cuánto hace que no salíamos a cenar fuera?
-Cuatro meses y siete días.
-Me siento muy halagado y muy preocupado, no tenía ni idea de que el trabajo y los
niños nos absorbieran de esa forma. Pero me acuerdo perfectamente bien de lo que
hicimos después de cenar.
-Me tocó sentirme halagada.
-Cuéntame tu vida. ¿Cómo sigue el abogado?
-En ocho años de matrimonio es la primera vez que demuestras interés por mi trabajo.
-Sabes que lo tuyo es muy confidencial y exigente, bastante tienes sin mí. Pero un
hombre al que le pega la mujer me parece graciosísimo, que quieres que le haga.
-Alfredo, no digas eso ni en broma. No es gracioso. No tiene ninguna gracia.
-Perdona, tienes razón. Pero ¿hace progresos?
-Se mueve. Busca. El que busca encuentra. Lo feo es cuando se estancan. Éste busca, se
mueve.
-¿Se puede saber que va a encontrar cuando encuentre?
-Recordará que vio a su madre darle a su padre con un sartén en la cabeza. Poco
después su padre falleció de un derrame cerebral.
-Uy, uy, uy. ¿Su madre asesinó a su padre de un sartenazo?
-Probablemente. Lo importante es que se siente culpable por no haberlo impedido,
como si hubiera podido. Cuando su padre murió el abogado no había cumplido siete
años.
-¿Cómo puede alguien sentirse culpable por algo que no recuerda?
-Pueden. Lo hacen todo el tiempo. El problema es que la culpa requiere expiación.
Crimen y . . .
-Castigo. Por eso se casa con una violenta que le pega y no la abandona a pesar de estar
enamorado de otra mujer.
-Tengo un marido que además de guapo es inteligente.
-Pero la inteligencia no le da para entender de que forma te enteraste del episodio del
sartenazo. ¿Te lo contó un familiar?
-Me lo contó él, hace unas horas.
-¿Cómo puede haberte contado algo de lo que no se acuerda?
-Actúa, piensa, sueña, habla en clave, un código que él no entiende. ni quiere entender
porque lo usa a modo de escudo protector. Yo entiendo el código. Tu estás en
arquitectura de aplicaciones de software, en lo mismo.
-¿Qué ocurrirá cuando recuerde el episodio?
-Desaparecerá la culpa y se divorciará de su mujer. Si se casa con la otra que la otra
se cuide, puede buscar compensaciones por los sufrimientos pasados.
-Oye, Emily, ese individuo no será peligroso, si te llega a tocar un pelo lo. . .
-Me ha jurado que nunca jamás me agredirá de forma alguna. De cualquier manera
cuando recuerde lo pasaré a otro analista, por supuesto que a un hombre, para que lo
aterrice con delicadeza.
-La palabra de un abogado. O sea que tú ahora sabes algo que él no sabe pero que es
vital que sepa y no se lo puedes contar, tienes que oficiar de testigo mudo, imparcial.
-Hoy mismo él me describió con esas mismas palabras.
-¿Crees que recordará muy pronto?
-No lo sé, pero estoy segura de que opondrá una feroz resistencia. Hoy me dijo que no,
no, no, no, no, no.
-Ese código sí que lo entiendo.
-El abogado también me ve de otra forma, como una persona con la que juega al tenis.
Eso se parece mucho más a lo que yo hago. El me tira pelotazos, largos, cortos,
colocados, fuertes, débiles, fáciles, difíciles. La cuestión es que tengo que devolver todo
lo que me tire, todo, comprendes, no puedo dejar pasar una sola pelota porque si lo
hago pierdo prestigio, carisma. No debería ser así pero el prestigio y el carisma del
analista son fundamentales, probablemente lo más importante de todo. Para llegar a
todas hay que tener muy buenas piernas.
-Hhhhmmmm. Camarero, la cuenta, por favor. Te aseguro que estas segundas partes
serán buenas. ¿Por qué me pasas este papel doblado?
-He anotado allí el nombre de la persona en la que acabas de pensar.
-No me lo creo. ¿A ver? Ay, Emily, hay veces que me das miedo.
-No me importa que a veces me tengas miedo, pero esta noche no.
-Esta noche no, te lo prometo. Quédese con el cambio. Vamos, vamos.

El camarero desdobló el papel, leyó, y pensó que la obsesión de la gente por los
famosos era ridícula. El camarero pensó que la señora que acababa de salir en compañía
de un hombre estaba de muy buen ver, pero desde luego no era Anna Kournikova.

c ~ ~;c* c

~ 

Estoy seguro de que les


resultará difícil de aceptar
pero en este mismo instante,
en plena explosión de la era
de la información, hay gente
suelta por ahí dando consejos
no solicitados. El modus
operandi es variable pero en
su forma más pura consiste
en que van y se enteran de
los asuntos de otra persona,
la abordan y le sueltan, a
quemarropa: Te voy a dar un
consejo.

Sé que las opiniones vertidas


en estas páginas, por
absolutamente subjetivas -
mi único orgullo - pueden a
veces ofender la sensibilidad
del lector. Por eso les
recuerdo que, cualquier buscador mediante, seguramente no están a más de tres o cuatro
clicks de distancia de algún sitio donde puedan solazarse con los cuentos de hadas de
los hermanos Grimm, (que aunque parezca que no también se las traen, pero eso ya es
otra historia). Aptuyú.

A grosso modo los consejos no solicitados se dividen en dos grandes familias: las
prohibiciones, los no deberías (fumar, andar con mujeres, jugar a la ruleta, comer
chocolate) hacer nada que te resulte placentero; y las órdenes, los deberías (perder peso,
ahorrar, dedicarte por entero a tu familia, ir a misa) hacer todo aquello que no tienes
ganas de hacer. Algunas de las variantes más ofensivas llegan a extremos en que el
aconsejante se apropia indebidamente de la personalidad del involuntario aconsejado.
Yo en tu lugar cogería al toro por los cuernos (y que sea lo que Dios quiera en la
enfermería), y/o: Yo de tí no haría eso, Ringo. (a lo que Ringo inmediatamente
desenfunda y alguien muere frente al saloon). Debería resultar evidente de esta breve
aunque brillantemente descriptiva taxonomía que los consejos no solicitados jamás
serán bien recibidos, aún en los casos estadísticamente negligibles en que sean
aceptados.

¿Qué pasa con las solicitudes de consejo? ¿Qué hacer cuando nos vengan a pedir
consejo? Les voy a dar un consejo: jamás, nunca, bajo ninguna circunstancia accedan a
dar un consejo, así se lo pidan de rodillas, en un lecho de muerte o a punta de pistola.
¿Por qué? Por el factor Dostoievski.

El factor Dostoievski, que al tomar su nombre del famosísimo escritor suena a rollo, se
describe con brevedad y sencillez: lo que las personas más valoramos, puede que lo
único que realmente valoremos en esta vida, es nuestra independencia de elección.
Según esta teoría, que suscribo rotundamente, somos capaces de provocarnos terribles
daños en aras de preservar esa independencia. Por lo tanto, cuando usted dé un consejo
a quien se lo haya solicitado y resulte que esa persona vaya y haga exactamente lo
contrario de lo que usted le aconsejó, no se sorprenda ni se lo tome a mal. Simplemente
diga: Oh, el factor Dostoievski y encienda un cigarrillo y/o pida otro vaso de vino, el
tiempo es oro.

El del párrafo anterior es el caso normal, pero el factor Dostoievski opera asimismo en
las rarísimas excepciones en que una persona solicita y recibe consejo, lo sigue y la cosa
sale bien. Apenas culminada con éxito la tarea objeto del consejo la persona olvidará,
inmediatamente y para siempre, que lo recibió. De otra forma tendría que aceptar que su
elección correcta no había sido independiente. No creo que valga la pena indagar
demasiado en qué ocurre cuando alguien solicita, recibe y sigue un consejo y la cosa
sale mal: por los siglos de los siglos la culpa es toda mía por haber consultado con ese
deficiente mental, jamás me lo perdonaré ni se lo perdonaré.

Supongamos que un Consejero Sabio se dedica a protegernos de principio a fin. Impide


la realización de la mayoría de nuestros impulsos: No lo hagas, hay más inconvenientes
que ventajas. Nos insta a emprender iniciativas que no nos son propias: Házlo, hay más
ventajas que inconvenientes. Como resultado tenemos una larga, próspera y feliz vida, y
en su lecho de muerte las personas normales son agradecidas: Gracias, oh Sabio
Consejero. Los Dostoievskianos lo vemos de otra forma. En nuestro lecho de muerte
decimos: Me has impedido aprender de mis propios errores; mis éxitos han sido tuyos,
no míos; me has usado, has vivido tú por mi intermedio; yo no he vivido mi vida sino la
tuya. Me has hecho un daño irreparable. Los Dostoievskianos somos fácilmente
reconocibles porque vamos por la calle tarareando My Way o murmurando amor fati.

-Un consejo es un intento descarado por manipular la conducta del otro.


-Eso es una tontería, la palabra "manipular" no es de recibo. Uno lo hace por el bien
del otro, por su felicidad.
-¿Qué sabes tú de tu propio bien? ¿Cómo eres tú de feliz? ¿Un ciego ayudando a otro a
cruzar la calle?

Uno se hace cargo de una persona desvalida. La protege, la alimenta, le enseña, la


aconseja, se sacrifica por ella, la moldea, la dirige, la educa, la forma. Uno se siente
orgulloso de los progresos obtenidos como resultado. La relación, con altibajos, es
armoniosa y satisfactoria para ambas partes. Las cosas cambian, imperceptiblemente al
principio, con fuerza arrolladora más adelante. La persona desvalida ya no lo es tanto,
comienza a tomar iniciativas que uno intenta encauzar apropiadamente. La persona
resiste, débilmente al comienzo, después con ferocidad. La persona se percata de que es
creación de uno, de que no tiene existencia realmente propia, de que uno se le ha metido
dentro para siempre, de que la ha programado, de que todos sus esfuerzos por liberarse
de uno son infructuosos. La persona nos odia por ello, desde su punto de vista con toda
justicia. La persona ya no se contenta con odiarnos, pasa a la acción, el monstruo se
levanta y anda y uno tiene miedo y se pregunta qué ha hecho para merecer ésto, dónde
fue que se equivocó. . . Un momento, detengan las rotativas, esta canción me suena, a
ver si va a ser algo de Luz Casal ¿no parece como si estuviéramos describiendo
relaciones entre padres e hijos?

Efectivie Wonder.

 ~*c

<15 
De la cuna a la tumba se tiene o no, todo o nada, como el embarazo; no está a la venta
en el
mercado; es
una
cualidad
indefinible.
Solamente
se le puede
señalar con
el dedo.

Humpty
Dumpty sí,
Alicia no.
Frank Lloyd
Wright sí,
Le
Corbusier
no.
Michael
Laudrup sí,
Maradona
no.
Alejandro
Magno sí,
Napoleón
Dios nos
libre y nos
guarde.
La Estatua
de la
Libertad sí,
la Torre Eiffel no.
El David sí, la Venus de Milo con brazos vaya uno a saber, así como está no.

La gente de clase ignora que la tiene, como el burrito del teniente que lleva la carga y no
la siente. El resto de la humanidad los odia. La riqueza, la fama, la belleza, el poder, la
inteligencia se envidian porque en la envidia no ha muerto del todo la esperanza de
convertirse en algo parecido al envidiado. El que no tiene clase lo sabe y sabe además
que nunca la tendrá.

El Ché sí, Fidel no; Jesús de Nazaret sí, el Papa Wojtila no; el Budismo Zen sí, el Islam
no; Gandhi sí, Lord Mountbatten también; Whoopie Goldberg sí, Sandra Bullock no;
Toulouse-Lautrec sí, Van Gogh no; Sugar Ray Robinson sí, Rocky Marciano no; María
Félix sí, Sara Montiel no; Aníbal sí, Patton no; Oscar Wilde sí, Ernest Hemingway no;
Sancho Panza sí, el Quijote no; San Patricio sí, Santiago no.

La clase es la que otorga al adjetivo "ordinario" su connotación peyorativa. Al estar en


franca minoría, los nuevos ricos, las supermodelos, los famosos, los evangelistas y los
altos ejecutivos no deberían ser tachados de ordinarios. Pero les falta clase.
El Longines sí, el Rolex no; la Sagrada Familia sí, San Pedro no; la Dinastía Ming sí,
los Borbones no; la pasta sí, la pizza no; Clint Eastwood sí, John Wayne no; el arte sí, la
ciencia no; el ajedrez sí, la canasta no; la Maja Vestida sí, la Mona Lisa no; Europa sí,
USA no; Jerry sí, Tom no.

Es más, la gente de clase se encuentra mucho más frecuentemente entre el pueblo llano
que entre los ricos y famosos. Los ricos y famosos trabajan muy duro para llegar a serlo
y más duro todavía para mantenerse en su sitio. La gente de clase no tiene que hacer
ningún esfuerzo, simplemente se deja ser, let it be.

Larry Bird sí, Magic Johnson no; Rainiero no, Grace Kelly menos; Jacqueline Bouvier
sí, Diana Spencer no: Golda Meir no, Margaret Thatcher tampoco; Oliver Wendell
Holmes sí, el Juez Garzón no; Cyd Charisse sí, Gene Kelly no; Louis Armstrong sí,
Elmer Bernstein no; Pasteur sí, Crick y Watson no; Montserrat Caballé sí, María Callas
no; Akira Kurosawa sí, Almodóvar hágame el favor; Penélope y Antonio, la antítesis.

Como ignoran que la tienen, las personas de clase son incapaces de enseñar o trasmitir
su preciado don. Se pueden tomar lecciones de etiqueta, de elegancia, de moda, de
destreza en lo social, pero no hay quien dé clases de clase, no sé si me explico.

Proust sí; Kafka no; Toynbee sí, Gibbon también; Jack Kennedy sí, Richard Nixon no;
Ben Bradlee sí, Pedrojota no; Schiaparelli sí, la mujer de Pedrojota lo siento en el alma;
Mata Hari sí, Christine Keeler no; John Kenneth Galbraith mucho, Milton Friedman
nada; Athos y Aramís sí, Portos y D'Artagnan no; la Fontana di Trevi sí, la Cibeles no;
el Taj Mahal sí, las Torres Gemelas no; Angkor Wat sí, las Pirámides de Egipto no; los
apaches sí, los mayas no; John McEnroe sí, Pete Sampras no; la vecina del quinto sí,
Marilyn Monroe no.

El Amazonas sí, el Río de la Plata no; los gitanos sí, los alemanes no; Bob Hope sí,
Woody Allen no; el basquet sí, el golf de pena; Nietszche sí, Freud no; Héctor sí,
Aquiles no; el Dante sí, Beatriz no; Harvey Keitel sí, Robert de Niro no; Corín Tellado
sí, Antonio Gala no; Federico Luppi sí, Sean Connery no; Irving Berlin sí, Wolfgang
Amadeus Mozart no; Giacometti sí, Rodin no; Zurbarán sí, Picasso no; el Abate Farías
sí, Edmundo Dantés no; los sesenta sí, los ochenta no; el dixieland sí, el be-bop no; el
impresionsimo sí, el cubismo no; María Magdalena sí, Santa María Madre de Dios no;
el Barrio Latino sí, Hollywood no; Tennesee Williams sí, Arthur Miller no; D'Israeli sí,
Kissinger no; Cleopatra sí, Mesalina no; Julio César sí, Bruto no; Shakespeare sí,
Arniches también; el Rastro sí, el Corte Inglés no; Raskolnikov sí, Jean Valjean no;
Punta del Este sí, Mar del Plata no; el latín sí, el esperanto no; el águila sí, el buitre no;
la ensalada sí, las alubias no; el cine sí, la tele no; Cortázar sí, Vargas Llosa no; París sí,
Londres no; el vals sí, la polca no; los delfines sí, todos menos Willy; el escarabajo sí, el
Mercedes no; Lucifer sí, Jehová no; Edward Robinson sí, Louis Jouvet también; la Isla
del Tesoro sí, Ibiza no; Mr. Hyde sí, el Doctor Jekyll no; Garbo sí, Dietrich no; la del
manojo de rosas sí; la viuda alegre no; los Lee sí, los Levy's no; Atila sí, Pinochet no;
Tombstone sí, Dodge City no; las pitonisas sí, Rappel no; el zoológico de cristal sí, el
del Bronx no; el Prado sí, el Guggenheim no; La Tour D'Argent sí, Maxim´s no;
Monument Valley sí, John Ford no; las brujas sí, la Inquisición no; las Termópilas sí,
Waterloo no; la malaria sí, la gripe no; Raffles sí, Javier de la Rosa no; Vittorio
Gassman sí, Roberto Benini no; Peñarol sí, Nacional no; Lolita sí, Claudia Schiffer no;
Gardel sí, Madonna no; Bonnie sí, Clyde no; la loba sí, Rómulo no; Jerome Kern sí,
Beethoven no; Evita sí, Perón no; el Lobo Feroz sí, Caperucita no; los zurdos sí, los
diestros muy rara vez; el psicoanálisis sí, el Prozac no; Kowalski sí, Stella no; la Harley
sí, los moteros no; Sartre no, Simone de Beauvoir nanay; Lao Tsé sí, Confucio ni
hablar; Arizona sí, California no; el Ejército de Salvación sí, Hare Krishna no; la
Navidad no, el Año Nuevo tampoco; mi cumpleaños no, el suyo puede ser; Quino sí,
Walt Disney no; Drácula sí, el hombre lobo no; las leyendas sí, las historias oficiales no;
Katherine Graham sí, Polanco no; julio del 89 sí, mayo del 68 no; Amnesty sí, la ONU
no; El Sacro Imperio Romano Germánico sí, el Nuevo Orden Mundial no; Alejandría sí,
el Cairo no; la Kasbah sí, Beverly Hills no; Montevideo, que lindo te veo con tu cerro y
tu fortaleza; alguien que me dé una mano, por favor, estoy delirando, no puedo salir.

Uuuuuffff, muchísimas gracias. Se ve a la legua que usted es una persona de clase,


cualquiera no hubiera llegado hasta aquí, lo suyo ha sido un tour de force. El Tour sí, la
Vuelta no: el Macintosh sí, el PC no; la Piedra Rosetta sí, los papeles del Pentágono no;
Rock Hudson sí, Doris Day no; perdone, no se preocupe, es la inercia, ya estoy bien, le
aseguro que estoy fuera, tiene mi palabra, a mi palabra no se la lleva el viento; los
alisios sí, los monzones no; jaja, era una broma, ¿qué hace? no juegue con armas que las
carga el diablo sí, el angel de la guarda no; no pensará disparar, por lo menos hágalo
con un Colt sí en lugar de con esa Beretta no; aaaagggghhhhh.

El silencio sí.

~**/c)~

)   

¿Sabe
n lo
que
hace
una
mujer
que
conoz
co?

Sí,
bueno
, eso
tambi
én,
pero
no me
estoy refiriendo a eso, estoy hablando de su técnica narrativa. Un suponer, uno le da el
comprobante y le dice que pase por una oficina a retirar el documento de identidad
renovado, que uno lo precisa para mañana sin falta. Cuando uno la ve por la noche le
pregunta si le entregaron el documento y en lugar de meter su historia en la primera
línea va y te cuenta la entrada a la oficina, la subida en el ascensor, la espera en la cola y
la conversación con el funcionario. Todo eso que en la realidad le insumió, cinco
minutos más/menos, una media hora, en el cuento se va a hora y media, de forma que
cuando va a terminar a uno ya no le interesa si le entregaron el documento o no porque
uno ha sufrido un colapso nervioso inhabilitante de toda función social. Principio básico
del periodismo: mete tu historia en la primera línea, justo lo que acabo de no hacer, así
que voy a empezar de nuevo, hagan de cuenta que no han leído nada.

Resulta que un día, en una tertulia con una gente - las tertulias sin gente son mucho
mejores, pero la vida es muy injusta - un señor me pregunta que me había parecido tal
libro y le contesto que no lo había entendido muy bien pero me había parecido
fenomenal. Entonces otro señor le dice a un tercer señor, bajito en el oído para que
todos pudiéramos sentir:
No entiendo como le puede haber parecido fenomenal algo que no entendió muy bien.

Ahora bien, esta clase de comentarios suponen abrir la guardia de forma suicida por dar
pie a la utilización mortal del método Socrático:
-Oiga amigo, ¿usted entiende muy bien a las mujeres?
-Claro que no. (con sonrisa de superioridad, no pretenderá que caiga tan fácil).
-¿Y no le parecen fenomenales?
Y el tipo no tiene más remedio que salir del armario o hacer un papelón.

Por descontado que no dije nada porque uno ya tiene bastantes enemigos sin abrir la
boca, imáginense entrando en el método Socrático. Por otra parte el comentarista era un
hombre joven, muy bien informado, obviamente preocupado por enriquecer su acervo
cultural asistiendo con asiduidad a tertulias con gente. No era cuestión de tronchar una
trayectoria que se prometía brillante, al punto de que estoy firmemente convencido de
que no pasarán más de treinta años antes de que diga algo que tenga, o parezca tener
cierto sentido común.

Me olvidé de a qué iba, es lo que ocurre cuando se omite meter la historia en la primera
línea, pero más vale tarde que nunca así que ahí va: la sospecha es la sal de la vida.

La sospecha no es más que una teoría sobre la realidad elaborada con datos insuficientes
para proporcionarnos certeza. La vida es interesante mientras intentamos confirmar las
teorías que previamente hayamos elaborado. La certeza, la confirmación de la sospecha-
teoría, podrá ser muy satisfactoria, pero inaugura un período de aburrimiento hasta la
elaboración de una nueva teoría-sospecha que requiera confirmación.

-Te veo mejor, mucho más tranquilo que la última vez que te ví.
-Es que aquella vez tenía un entripado de mucho cuidado. Sospechaba que mi mujer me
engañaba.
-Vaya, por Dios.
-Así que le puse un detective privado.
-Hombre.
-Que me trajo unas fotos que las del Plus de los viernes en trasnoche eran hermanitas
de la caridad a su lado.
-Pues lo siento, pero no veo entonces como puedes estar tan tranquilo.
-Porque ahora ya estoy seguro, no te jode.

Se dan cuenta ahora de que el método de esa mujer que conozco no es tan disparatado.
Podrá provocar angustia, pero mantiene el interés hasta el último momento, en plan
Shehrezada. Aprecien, en cambio, en toda su magnitud, el disparate del joven tertuliano:
solamente lo que no entendemos muy bien puede resultarnos fenomenal.

-¡Qué magnífica partida, Gran Maestro Nigel Short! Evidentemente Timman lo metió
en una variante de apertura preparada que usted desconocía por completo. Fue
realmente escalofriante verlo refutarla sobre el tablero. No entiendo como fue capaz de
conducir a buen término el medio juego complicadísimo con una desventaja de tiempo
tan apreciable. El final, una sinfonía. Su técnica depurada, límpida, cristalina me hizo
saltar las lágrimas.
-Sí, bueno, gracias amigo, otra tarde en la oficina, mañana más de lo mismo.

Agatha Christie dedicó su vida, de manera muy lucrativa por cierto, a la sospecha. Su
lema: que sean todos sospechosos menos Poirot y Miss Marple. Al respecto recuerdo
que hace muchísimos años se estrenó una peli basada en una de sus novelas: Los Diez
Indiecitos. Allí estábamos los amigos en tertulia cuando apareció un hombre que le
decíamos el Rata y declaró:
-Esta noche la voy a ir a ver. Al que diga quién es el asesino le rompo la cara.
De inmediato cambiamos de tema, porque el Rata jugaba al rugby y era hombre de
armas tomar. Resulta que de a poco los tertulianos se fueron levantando de a uno hasta
que quedamos mano a mano el Rata y yo y del mostrador el camarero le grita:
-¡Rata! ¡Teléfono! Una mujer.
Y va el Rata y se levanta a lo Valentino y se pone y efectivamente era una mujer que le
suelta el nombre del asesino.

Nunca nos enteramos de quién fue el responsable de haber despojado tan cruelmente al
Rata de su oportunidad de sospechar durante un par de horas frente a la pantalla
plateada.

Aunque yo siga sospechando, treinta y cinco años después, del Coco Debali.

~ c ~

/ 1  


Para que haya tentación tiene que haber posibilidad cierta y voluntad de perpetrar el
hecho.
-
Estoy
tenta
do de
liarm
ea
puñet
azos
y
romp
erle
la
cara.
-¿A
quién
?
-A
Bruc
e
Lee.
-
Impo
sible.

Cuan
do
hay
posib
ilidad
cierta
y
volun
tad
de
perpe
trar
el
hech
o no
hay
tenta
ción a menos que por otro lado no haya voluntad de perpetrar el hecho. Queremos pero
no queremos, no sé si me explico.

¿Queremos pero no queremos? ¿Somos más de una persona? Cuando nos asalta la
tentación por definición somos más de una persona, como poco dos, una que quiere y
otra que no.
Oscar Wilde aconsejó ceder a la tentación cuando se presenta, obteniendo por ello un
éxito de crítica. Pero la otra alternativa parece por lo menos igual de aceptable. Entre
dos personas con motivaciones y propósitos encontrados no veo por qué favorecer a una
de ellas sin más, por la linda cara de Mr. Wilde.

Un problema adicional es que cuando decidimos ceder a la tentación, perpetrando el


hecho, la otra persona, la que no quiere, puede estropearnos la fiesta, impidiendo que
disfrutemos plenamente de lo que sea que hayamos decidido hacer.
-Oye guapo, hace seis meses que me vienes acosando y ahora resulta que la cosa no
funca.
-Es que tengo la cabeza en cualquier lado.
-Con un hombre casado nunca más.

La verdad de la milanesa es que la tentación es invencible y permanecerá invicta per


secula seculorum. Que cedemos, la culpa nos impide disfrutar. Que no cedemos, las
ganas nos atormentan. Sólo hay una forma de vencerla: eliminarla.

Para ello es imprescindible que nos convirtamos en una sola persona, cosa nada fácil
por cierto. Desde luego no tengo la receta, pero creo que tengo una idea de por donde
van los tiros.

Quizás sea necesario cobrar conciencia, mediante un prolongado período de ejercicios


espirituales, de que nada es gratis, de que todo tiene su costo. Trás esa toma de
conciencia otro prolongado período de entrenamiento nos pondrá en condiciones de
imaginar, antes de obrar, las peores consecuencias que puedan derivarse de la acción
que tenemos intención de ejecutar.

-¿Qué haces con ese Rolex? ¿Estás loco?


-La vendedora se distrajo. Me lo llevo, siempre quise tener un Rolex.
-Por favor, hombre ¿sabes los sistemas de seguridad que tiene esta tienda?
-Vamos a ponerlos a prueba.
-¿Y si te detienen?
-Digo que me lo pusieron en el bolsillo. Mi palabra contra la de ellos.
-Puede que tengas razón, pero del mal rato no te salva nadie. ¿Y si no cuela? ¿Y si te
meten preso?
-Puede darse, aunque muy poco probable, mi trayectoria es intachable. En todo ca so
París bien vale una misa. ¿Y si no me detienen?
-Estrenas reloj.
-Ya estamos afuera y nadie le hizo caso a la alarma. ¿A qué me queda bien?

O sea que imaginamos lo peor de lo peor, y si se nos va la tentación problema resuelto.


Si persiste, el plan B: Oscar Wilde y cierra España.

No creo que funcione, pero las fotos de Marilyn van que chutan..

c ~=c* 
‘          
 "  

Allá en el lejano oeste.

Hace menos de dos siglos que uno podía dejar atrás nombre, apellido, historial,
acreedores, mujer e hijos para apuntarse al éxodo hacia la frontera sin frontera. ¡Qué
tiempos aquellos! El único riesgo que se corría era que los apaches te enterraran vivo
hasta el cuello para que las hormigas te comieran la cara, menos los ojos, que eran para
los buitres. Comparado con los acreedores, la mujer y los hijos, unos aprendices, los
apaches.

Por otra parte por qué no caer en manos de los Sioux, en plan Kevin Costner, que de
inmediato te adoptaban con india sexy incluida en la documentación de Inmigración y el
idioma no era problema, con que aprendieras a decir Tatanka estabas del otro lado; a
comer filetes de búfalo que se acaba el mundo.

Vendías todo; comprabas cuchillo, caballo, municiones, rifle, revólver, pala, pico y
media docena de bocadillos de sobrasada; enfilabas la ruta de Santa Fe dirección
Beverly Hills; te salías donde te pidiera el cuerpo; ponías el cartel de ESTA TIERRA ES
MÍA; le dabas al pico y a la pala hasta que te sangraran las manos y si no encontrabas
petróleo ni pepitas de oro te jodías como Zacarías y te ibas al pueblo a buscar camorra,
más chulo que un ocho.

Nada de rollos de democracia, partidos políticos, abogados, oficinas de empleo,


instituciones financieras, registros de la propiedad, juzgados de instrucción, jubilaciones
ni bultos que se menean. Lo más parecido al Congreso de los Diputados fue cuando los
Dalton y los James se reunieron para decidir si asaltaban el banco del pueblo o la
diligencia de Wells Fargo, que la votación se hizo a revólver alzado.

Tombstone, Abilene, Dodge City, esos eran pueblos, que entrabas a la taberna y todos
los parroquianos te encaraban con los Colt plateados enfundados al cinto amarrado bien
por debajo de la cintura. Y si tenías la suerte de que te dirigieran la palabra te decían
forastero y mucho cuidado con lo que fueras a decir que en cualquier momento te
entraban a dirigir plomo en vez de palabras. No como ahora en el Jockey que pase don
Emilio y muy buenas don Emilio, el reservado de la Información Privilegiada
enseguida va a estar, si gustan una copa en la barra; pase don Mario, por aquí Don
Javier, por aquí, al reservado de los Paraísos Fiscales.

Wyatt Earp, Buffalo Bill, Daniel Boone, Bat Masterson, Cochise, Jerónimo, Nube Roja,
Mano Amarilla, esos eran hombres, no los de ahora que van por la vida llorando por la
mariconada del consenso. Consenso te iba a dar Billy the Kid, que a los 21 años se
había cargado 21 hombres, sin contar indios ni mejicanos, porque asesino sería pero no
trampeaba con las cuentas, como los de los fondos reservados y los banqueros. O Doc
Holliday, el dentista tuberculoso que te arrancaba las muelas a balazos. O Wild Bill
Hicock, que lo mataron de atrás mientras jugaba al póquer con pares dobles de ases y
ochos, que desde entonces se llaman la mano del muerto. O Mangas Coloradas,
guerrero apache que los mejicanos le pusieron el nombre porque se ensangrentaba los
brazos arrancando los corazones de vivos y muertos.

¿Y George Armstrong Custer? ¿Qué me dicen de George Armstrong Custer? ¿Saben lo


que hizo George Armstrong Custer? ¿Sí? Pues se los cuento de cualquier manera,
perdonen pero necesito descargar, estoy hasta la coronilla del sombrero de copa con el
consenso.

En junio de 1876, el Teniente Coronel George Armstrong Custer se enteró de que en el


valle del río Little Big Horn acampaba la mayor concentración de indios hostiles de la
historia de los Estados Unidos de Norteamérica, incluyendo la totalidad de la nación
Sioux en compañía de Cheyennes, Arapahos y otras tribus, bajo el mando de los
experimentados jefes Toro Sentado y Caballo Loco, entre otros. Las estimaciones del
número oscilan entre 2,000 y 12,000 guerreros.
-Ya los tenemos, comentó.
A continuación rehusó el consejo de equiparse con ametralladoras Gatling, dividió sin
necesidad en tres a su regimiento, el Séptimo de Caballería, y el 25 de junio de 1876, al
mando de doscientos diez hombres, descendió sobre el valle del Little Big Horn para
atacar el campamento indio. De todos ellos sobrevivió un caballo llamado Comanche
que hoy se puede ver embalsamado en la Universidad de Kansas. Como en
Roncesvalles, en Khartoum, en las Termópilas, todo un ejército fue aniquilado en la
masacre del Little Big Horn, que ya se sabe que masacres eran las victorias de los
indios, las batallas las ganaban los blancos

El 7 de julio de 1876, el New York Times publicó lo siguiente:


-George Armstrong Custer, que murió con toda su tropa atacando un campamento de
indios Sioux bajo el mando de Toro Sentado, fue uno de los oficiales más valientes y
más populares del ejército de los Estados Unidos. Durante los últimos quince años ha
sido conocido por sus camaradas y el país entero como un hombre que no temía a
ningún peligro, como un soldado en el sentido más estricto de la palabra. Su memoria
perdurará para siempre en el corazón de sus amigos. No fue un gran General, fue un
gran luchador. Para el ejército de los Estados Unidos será muy difícil de remplazar.

Y hoy resulta que en el Congreso de los Diputados dicen una palabra más fuerte que la
otra y va una mujer y da cuatro martillazos y cuerpo a tierra, como si hubieran visto a
Tejero: disculpe, señoría, sólo intentaba lograr el consenso. No es que todo tiempo
pasado haya sido mejor, es que todo tiempo pasado fue muchísimo mejor.

¿OK Corral?

~ ~©
c ~
*©~©

c>

Qué saben los pitucos, lamidos


y shushetas
Qué saben lo que es tango, qué
saben de compás
Aquí está la elegancia, qué
pinta, qué silueta
Qué porte, qué arrogancia, qué clase pa' bailar.

Así se baila el tango, mientras dibujo el ocho


Para estas filigranas yo soy como un pintor
Ahora una corrida, una vuelta, una sentada
Así se baila el tango, un tango de mi flor.

Basta de patriotismo que es el último refugio de los granujas y yo soy un gaucho noble,
me llamo Alberto Arenas. La cuestión es que me da mucha verguenza pero no sé bailar
el tango, soy un palo de escoba. Es espantoso, porque con lo de la globalización ahora
en las reuniones hay gente de todas partes y en cuanto suena un tango todos empiezan
¡que bailen, que bailen! y tengo que tomar por la tangente de la esguince de rodilla para
no hacer un papelón, porque en fija que al sexto compás sale una pareja de japoneses y
hacen la pista de material plástico.

En todo caso yo Sergio Dalma, bailar pegados es bailar, aunque si puedo zafar, zafo,
pero este treinta y uno de diciembre no pude. Mi mujer con varios cómplices me
arrancaron a hacer la noche en el Lugar de Moda, al que no nos pudimos arrimar a
menos de doscientos metros por la gente. Así que recalamos en el único sitio en el que
había sitio, un bar de gays que eran todos macanudos y la conversación muy intelectual,
creo. Digo creo porque una me había tomado tres cuartos litros de Jack Daniels en casa
antes de salir para fortificarme y dos la música estaba tan alta que no se escuchaba nada,
y si bien yo hablaba de los estoicos con un tipo, quién te dice que él no me estuviera
hablando de los cínicos, no sé si me explico.

Sobre las seis menos cuarto estoy casi seguro de que estábamos los dos hablando de los
escépticos cuando mi mujer me arrancó de un tirón y finalmente pudimos entrar al
Lugar de Moda, que yo a esa altura estaba más fortificado que El Álamo. Entrar es un
decir porque pasamos diez centímetros de la puerta . Allí no se movía nadie, estábamos
todos apelotonados como en la tragedia de Geysel. La técnica era que cuando se
prendían los focos te deslumbraban y cuando se apagaban te bombardeaban con rayos
laser de todos colores, probablemente cancerígenos al cubo. La música estaba tan alta
que el bar de gays quedaba a la altura de un confesionario, y que hace Amnesty
investigando a Turquía y Corea del Norte es cosa de preguntarle a ellos.

Pero por más imperceptiblemente que fuera nos movíamos, porque sobre las seis y
media yo estaba apretujado en el medio de la pista sin la más mínima idea del paradero
de mi mujer y sus cómplices, aunque que el hecho de que las copas siguieran llegando
por elevación me daba esperanzas de que hubiera sobrevivientes. Donde el bar de gays
había sido la expresión cultural de una orientación sexual minoritaria aquí la
concurrencia se dividía en no menos de media docena de sexos. Yo por el este
contactaba con una divinidad que podía ser hombre, mujer, cura, colchonero, rey de
bastos, caradura o polizón. Como no era posible determinar si la deidad estaba sola o
acompañada, y hasta pudiera que estuviera conmigo, me sentí en la obligación de
dirigirle la palabra con la ambiguedad que me pareció que las circunstancias requerían:
Estás buenísime, le dije.

El o lo escultural androide me lanzó una sonrisa deslumbrante con ademán de no haber


podido entender incluido a modo de propina, y me ofreció un cigarrillo. Entre que se me
había terminado la segunda de Camel de la noche y que tengo por costumbre no mirarle
el pelo a caballo regalado, entré a fumar. Los pinchadiscos habían subido el volumen
del jipjop con la vana ilusión de que la gente se fuera y el ritmo del encendido - apagado
de los focos del campo de concentración se había acelerado tendiendo a lo instantáneo.
Estaba a punto de darle la última pitada al cigarrillo alienígena cuando sonaron los
disparos y la sala se vació más rápido que el Congreso de los Diputados el 23F. Me
quedé solo, como si fuera el Duque sin Gutiérrez Mellado.

De repente la iluminación se hizo suave y difusa. El jipjop dio paso a algo de Cole
Porter. Salió a la pista, ahora vacía, un flaquito feo de gacho con un revólver en una
mano y una mina de rojo en la otra. Empezaron a bailar. El flaquito feo no tocaba el
suelo, flotaba, y la mina de rojo solamente tenía un par de piernas pero te juro que eran
mucho más que dos, Mario, y ahí fue que me desperté.

-¿Dónde estoy?
-En el despacho del Director del Hospital, no lo pudimos dejar en la Sala de Urgencias
porque su aliento a alcohol rectificado y marihuana ponía en peligro las vidas de los
que meramente estaban en coma alcohólico.
-¿Qué pasó?
-Sólo que usted sufrió un colapso intentando apoderarse por la fuerza de un revólver
que había detrás de la caja de la discoteca más cara, lujosa y de moda de la ciudad.
Entre su mujer y yo logramos disuadir a los dueños de que presentaran la denuncia
ante la Guardia Civil. Su mujer puede ser muy convincente.
-Dígamelo a mí. Hola, querida.
-Hola. Cuando lleguemos a casa seguimos conversando.
-Ahora escúcheme bien, preste mucha atención, le hablo de hombre a hombre. Que uno
tenga por estas fechas que lidiar con las vomitonas de los adolescentes, es normal.
Pero que un hombre de su edad, prestancia y condición social se comporte como usted
se ha comportado no tiene pase. Desde el punto de vista exclusivamente médico es mi
deber advertirle que ya no está para estos trotes, le conviene tomar contacto con esa
realidad, cuanto antes mejor.
-Es, era treinta y uno de diciembre, doctor.
-Precisamente en este tipo de fechas es cuando más hay que cuidarse. Justo el treinta y
uno.
-Tango.
-¿Cómo dice? Mire que estoy a tiempo de hacer la denuncia.
-No, por favor tordo, quiero decir doctor, le agradezco muchísimo, no se volverá a
repetir, se lo aseguro. Vamos, mi amor, ya estoy bien, nada que no se arregle con
medio litro de mate amargo.

~c8 c.c~

  
Ya no quedan seductoras.
¿Dónde está la vampiresa
Que te haga bramar en celo
mostrando la pantorrilla?
A cualquiera a cualquier
hora se lo suben a la pieza
Y en la playa van en cueros
caminando por la orilla.

-Oiga caballero ¿por


casualidad no sabe si por
aquí vive una vampiresa?
En la casa de ladrillos, sí
gracias, pero si murió en
1918 ni yo había nacido,
digo, que falta de criterio.
-Escucha muchacho
¿habrás visto pasar alguna
femme fatale? ¿Que primero
te lo tengo que traducir? No
te preocupes, yo me arreglo.
-Estoy haciendo una
encuesta, señorita. ¿Usted
no será una comehombres,
pregunto? Madre mía, que
derechazo, yo pensé que
estaba morena de tomar el
sol en la playa pero debe ser
la hija de Cassius Clay.
-Cocíname a fuego lento y
cómeme, Camila.

Nos engañaron, nos


metieron la mula, nos
tomaron el pelo, nos
llevaron al huerto. Nos
dijeron que su reinado sería el de la dulzura, la paz, la belleza, el orden, la armonía, el
amor. Nos cambiaron a Helena de Troya por Pamela Anderson; a Marie Curie por
Margaret Thatcher; a Florence Nightingale por Madeleine Albright; a Dorothy Sayers
por Lucía (¡madre mía!) Etxebarría.

No, si ya se veía venir a principios del siglo veinte, no había más que verle la facha a las
sufragistas, unas terroristas de tomo y lomo. ¿Se acuerdan de Emily Davison, la que en
1913, con Epsom repleto de bote a bote, en plena carrera se tiró a las patas de Amherst,
un caballo de carrera propiedad del Rey Jorge V, provocando su rodada y la de su
jinete? Yo, sí. ¿Qué pasó? Herbert Jones, el jockey, se curó en la enfermería. Amherst se
paró y mató de una coz en la cabeza a la sufragista. Una menos, final feliz, pero
vinieron otras detrás.
Nos condenan por culpables de frivolizarlas y el Elle y el Hola son sus Sagradas
Escrituras. Nos estigmatizan por intentar transformarlas en objetos sexuales mientras
mueren de anorexia mimética de las piltrafas de la pasarela.

Hagamos lo que hagamos, digamos lo que digamos, creamos lo que creamos, pensemos
lo que pensemos la culpa es, fue y será nuestra, por cerdos repugnantes machistas
chovinistas. El Reino de los Cielos aún no ha llegado porque sigue siendo un mundo de
hombres y ellas por ahora nos tienen que combatir con nuestras mismas armas. Mientras
sigan oprimidas no revelarán la verdadera valía de su naturaleza, infinitamente superior
a la nuestra en todos los planos. La Revolución Femenina no será como las demás, a la
hora del triunfo no invertirá el orden de los privilegios y los privilegiados. No señor,
espere y verá lo que es tener que cumplir después de cocinar y lavar los platos.

Busco animalidad entre rejas, humildad provocadora, inocencia impura, disponibilidad


prohibida, mujer trofeo. ¿Una camionera de overol? Paso, póngame un whisky.

Dicen que Freud no fue capaz de enterarse de lo que quiere la mujer, quizás por haber
muerto antes de tiempo. Hoy se pone de manifiesto que las diferencias entre los sexos
son puramente anatómicas. ¿El Yin y el Yang? ¿El principio pasivo y el activo?
¿Femenino, masculino? Vean a Mia Hamm gritando un gol o cualquier partido de la
WBA.

Las mujeres quieren lo mismo que nosotros: quedarse con todo. Quieren dinero, sexo y
poder, quieren fama y gloria imperecedera. Quieren tiranoesclavos sexuales, vampiros.

La guerra de los sexos hasta ahora la venimos ganando porque tenemos ventaja, es el
partido de fútbol de los calzados contra las descalzas. Adidas y Niké han decidido poner
fin a la injusticia. Las grandes corporaciones son bien conocidas por su amor a la
solidaridad, la igualdad y los derechos humanos. El hecho de que la incorporación
masiva de la mujer al mercado de trabajo haya supuesto un aumento al doble de la
oferta de mano de obra con la consiguiente reducción a la mitad de los salarios es un
efecto colateral no intencionado.

Si descalzas vienen perdiendo el primer tiempo por uno a cero cuando se pongan las
botas nos pasan por arriba. Heredarán la Tierra, se lo merecen.

Que les aproveche.

~©+~

  .  -


La inyección de heroína por vía intravenosa es una actividad cara, adictiva, socialmente
improductiva y de alto riesgo. El alpinismo, la pesca submarina y el motocross son
hobbies.

No puedo
creer que
ya sea
hora de
levantarse
. Café,
urgente.
No,
azúcar,
no,
benzedrin
a.
-Claro
que la
puedo
olvidar,
dos veces.
-Eso es
mucho
olvido.
-Que me
pongas
otro de lo
mismo
pero
doble, sin
hielo.
Detengan
el mundo,
me quiero
bajar;
pico y me
voy.
Hay más de una forma de ver las cosas con ácido lisérgico.
El abúlico se estimula, el hiperestésico se deprime, el cobarde se narcotiza, el curioso
alucina. Las drogas son útiles.

Aunque algunas estén prohibidas para apuntalar a las mafias, que de algo tienen que
vivir, y para que La Fundación Antidroga pueda organizar el partido benéfico, que yo
nunca voy porque ver al Juez Garzón atajándole penaltis a Rafael me desestabiliza
emocionalmente. Le mandé un emilio a la Fundación sugiriendo que el próximo lo
hagan en Maracaná contra el Cartel de Medellín reforzado con Laureano Oubiñas, pero
estos famosos no le contestan a cualquiera, y sé que ni siquiera lo soy porque mi mujer
siempre me dice que cualquiera sería capaz de hacerlo menos tú.
Soy adicto a varias drogas pero no me subo al caballo ni con estribo porque le tengo
pánico a las inyecciones. La última vez que fui a sacarme sangre agarré un bisturí y me
corté un dedo en plan yakuza, pero la inepta de la enfermera en lugar de recoger la
sangre en el frasquito se desmayó y al final me pincharon igual. Así que ahora hace
veintisiete años que no me hago un chequeo y cada vez me siento mejor, sobre todo
cuando me emborracho, que toca martes, jueves y fines de semana.

La droga más difundida y popular pertenece a la familia de los opiáceos y se llama tele.
También es la más útil porque impide la comunicación entre los miembros de la familia
nuclear. Si algún día los miembros de la familia nuclear llegaran a comunicarse lo más
probable sería la fisión del núcleo, con la consecuente reacción en cadena de efectos
devastadores sobre la trama social. Pero afortunadamente ahí están Maríah Carey y
Michael Jackson; Carmen Sevilla, Rocío Jurado, Bertín Osborne y muchos otros
filántropos que sería imposible nombrar en tan reducido espacio. Con ellos los peligros
que puedan acechar a la trama social están conjurados; estamos a salvo, la familia que
ve la tele unida permanece unida e informada de lo superfluo que ofrece el mercado y es
imprescindible comprar.

Por más que un amigo mío que es profesor de historia diga que jamás hay certeza sobre
lo que la trama social pueda estar tramando.

~)c c~

  
-Adiós, adiós, vuelvan pronto, Ernesto, mi queridísimo suegro, y ¡feliz Navidad!

-Uuuufff, creí que no se iban nunca, el año que viene nos vamos a la Antártida, digo yo
que tu primo Ernesto no nos seguirá hasta ahí, aunque ese con tal de arruinarnos la
existencia se viste de astronauta. Irene ya estará durmiendo, verdad?
-Está en su cuarto y no veo por qué tienes que hablar así de Ernesto, no es que no sea un
poco excéntrico, pero tiene un gran corazón. A mi me da mucha pena que se haya
acabado todo tan rápido, me hace mucha ilusión la nochebuena.
-Tuinquelbels. El corazón grande lo tendrá Ernesto pero el pre-infarto de miocardio lo
tuve yo cuando le tiró con el pan dulce a Papá.
- Yinguelbels, tuinquelstars. Es que tu padre había vuelto a hacer el cuento del negocio
inmobiliario y Ernesto es incapaz de tolerar las repeticiones, es demasiado creativo.
-No hubiera venido, el cuento del negocio inmobiliario es una institución familiar,
Papá siempre lo hace.
-Sí, pero seis veces en la misma noche son muchas, aunque hay que disculparlo, son
cosas de la edad.
-No, si yo lo disculpo, el que no lo disculpa es Ernesto, pero perdóname, de cosas de la
edad nada, Papá lo viene haciendo más barato por docena desde que tiene veinte años.
Reconozco que de alguna forma había que pararlo, pero con tanto chirimbolo a mano
no veo por qué tiene que agarrar un pan dulce importado de Italia, y además podría
haberle acertado, pero ni para eso sirve.
-Ay, cariño, no hablarás en serio.
-Claro que sí, fíjate que si le hubiera dado habría caído encima de la mesa y ahora
podríamos comer los restos, pero al agacharse Papá se estrelló contra la pared y . . .
¿Oye, cómo es que está tan limpia la pared? La dominicana tiene el día libre.
-Rover comió del piso y lamió de la pared.
-¿Rover? ¿Dónde está Rover? A ver si se fue siguiendo a Papá y Ernesto buscando más
pan dulce.
-Está echado detrás tuyo.
-¡Dios mío! ¡Agoniza! Llama al veterinario urgente, un pan dulce de dos quilos, precisa
un lavado de estómago, se nos queda.
-No seas exagerado, fíjate como respira, está durmiendo tranquilo.
-El que no estoy tranquilo soy yo, ni turrón dejaron, el día de la langosta. ¿Te fijaste la
cara que puso Ernesto cuando servimos el cava? ¿Te fijaste cuando dijo que la semana
pasada en lo de Beatriz habían puesto Pommery?
-Un comentario inocente, no te tomes todo con segunda.
-Pero vamos, mujer, si Ernesto no da puntada sin hilo, el tacaño ese que va por los
bares tomando chatos de Cariñena, y acá quiere Pommery, pues toma del frasco,
Carrasco. ¿Qué es ese ruido?
-Debe ser Irene.
-¿Pero no me dijiste que estaba durmiendo?
-Te dije que estaba en su cuarto, debe estar con el ordenador en el Internet, chateando.
-¿Tu hija de nueve años encerrada tomando vino a las cuatro de la mañana y tú tan
tranquila?
-Chateando quiere decir conversando en línea de ordenador a ordenador. Es que tiene
una amiga cibernética.
-¿Ah, sí? ¿Y de que agujero salió esa imeiladicta? Dime como se llama así le paso la
factura del teléfono.
-Se llama Cassandrácula, es un seudónimo, todo el mundo usa seudónimo en Internet.
-Todo empezó con el pelo pintado, involucionó al piercing del ombligo, pareció que
había tocado fondo con el tatuaje en la rodilla, pero no, ha sonado la hora del
vampirismo, ritos satánicos, se llenó la luna.
-Pues si tanto te preocupa entra y dile que se duerma.
-Ni loco, la última vez la amenacé con ponerle cloroformo y ¿sabes lo que me dijo?
Que era un carroza desfasado, que el cloroformo era del paleolítico y que ahora lo que
se llevaba era el gas Sarín.
-¿Y tú que hiciste?
-Le pedí que me dejara un poco a mano para cuando viniera de visita tu primo Ernesto
pero no hubo tu tía.
-Oye, cariño, he estado pensando.
-Ten cuidado con la sobrecarga.
-Creo que es hora de que Irene tenga un hermanito.
-Bueno, mañana lo conversamos, no es momento, ahora un poco de fruta seca si
dejaron, y a dormir.
-Ven aquí, glotón.
-Pero bueno, que hoy empecé a las diez de la mañana en la oficina, pero que estás
haciendo, Isabel, estate quieta, mujer, joder, Isabel, joder. . .
-Eso. Joder. Me comprendes como nadie.
c ~ ~

c   

Marjorie pensaba en la
carta recibida de su
amiga Cecilia desde
Londres. Una carta
larga, cariñosa,
interesante, donde
Cecilia le informaba de
su intención de
permanecer en Europa
hasta nuevo aviso.
Desde luego Cecilia
podía darse ese lujo,
pensó Marjorie con lo
que creyó ser algo de
envidia, pero estaba
claro que jamás la
hubiera creído capaz de
tomar una decisión así
de independiente.
Cecilia había partido
casi a regañadientes,
ansiosa por regresar
poco menos que antes
de que le dieran la
tarjeta de embarque.
Pero la carta no era de
la niña provinciana que
Marjorie conocía,
costaba entender que
una persona hubiera
sido capaz de cambiar
tanto en tan poco
tiempo. Marjorie releyó
lo que más le había llamado la atención:
-Estoy poniendo la casa en orden, cada cosa en su lugar, amplío mi espacio interior.
Por aquí las cosas que sé, por allí las cosas que sé que no sé, un poco más allá las
cosas que no sé que no sé.

Las cosas que no sé que no sé. Parecía ridículo, pero Marjorie no conseguía dejar de
pensar en ello. Marjorie pensaba que no podía ser, que si le hacías a una persona una
pregunta o te daba la respuesta o te decía que no sabía, o sea que sabía que no sabía. No
pueden existir cosas que uno no sepa que no sabe. Marjorie intentó sin éxito centrar la
atención en los detalles de su próxima boda, para la que faltaba menos de un mes. Hora
de ir al banco, la misma terrible hora de los últimos cinco años, pero afortunadamente se
liberaría de eso en menos de un mes.

Marjorie ingresó por la puerta de personal del Iowa First Clearing, cruzó las aburridas
bromas habituales con sus compañeros, contó el dinero en el Tesoro bajo la supervisión
del Sr. Pickering, se dirigió a la caja, ordenó los útiles de su profesión y a las nueve en
punto levantó la ventanilla. Se encontró con la mirada seria de un hombre joven, que le
dijo:
-Esto es un atraco.

-OK, OK, Margie, tranquila, vamos a repasarlo uno vez más. dijo el Sr Pickering.
Marjorie odiaba que el Sr. Pickering le llamara Margie.
-Me dijo que era un atraco. Me preguntó cuánto efectivo tenía, le contesté que 43,725
dólares. Entonces me dijo que no quería el dinero del banco, que quería mi dinero. Me
preguntó cuánto efectivo tenía en la cartera. Le contesté que 177 dólares. Me dijo que
le diera 77 dólares y me quedara con 100. Lo hice, salió, cruzó la calle y entró en la
Cafetería de George, lo ví a través de la ventana. Es probable que todavía esté ahí.
¿Por qué no lo comprueba?
-Vamos por partes, Margie, despacito. ¿Tenía un arma?
-Si la tenía, no la mostró. ¿Por qué no cruzamos y se lo preguntamos?
-No cruzamos y no se lo preguntamos porque estamos pluralizando mal. El Banco no
ha sufrido daño alguno, tú sí, claro, pero el Banco no puede tomar la iniciativa de
interpelar a un ciudadano que está en la Cafetería de George, si es que está. . .
-Con que levante la persiana salimos de dudas, Sr. Pickering.
-No. OK, a ver que tenemos aquí. Lo que tenemos aquí es que un hombre te ha asaltado
o te ha pedido por las buenas que le dieras 77 dólares, no está muy claro cuál de las
dos cosas. Te aclaro Margie, que no pienso llamar a la policía, pero tú estás en todo tu
derecho de hacerlo, por supuesto, aunque francamente no veo que te vaya a ser de
mucho provecho. ¿Sabes lo que te digo, Margie? Que quizá lo mejor para todos sea que
nos pongamos a trabajar como de costumbre. Margie, si el problema es. . ., sí con lo de
tu matrimonio estás en algún tipo de dificultad, bueno, no es una suma de dinero
importante, yo mismo sin necesidad de comprometer al banco que la semana que viene
llegan los auditores internos. . .
-¿Sabe lo que le digo, Sr. Pickering?
-No.
-Le digo que deje de llamarme Margie, mi nombre es Marjorie.
-Oh. Claro. Supongo que dentro de menos de un mes me tendré que dirigir a tí como
Mrs. Allen.
-Supone bien. Ahora voy a cruzar a la Cafetería de George. Le agradecería si para
cuando vuelva tuviera mi liquidación pronta. Renuncio.
-Oye Margie, digo Marjorie, no te lo tomes así, oye adónde vas, que ese hombre puede
ser peligroso, Marjorie, Margie, Marjorie, no puedes renunciar, tienes que dar quince
días de aviso. . . Ay, Dios mío, y la semana que viene tengo a los auditores.
Cuando Marjorie llegó a la Cafetería de George el atracador ya se había ido.

Las cosas que no sé que no sé. Bob, su futuro esposo, se había tomado bien lo de la
renuncia, aunque se había mostrado un poco escéptico con respecto al atracador.
Marjorie pensó que sí que sonaba un poco absurdo al contarlo, sin embargo el atracador
había conservado una postura de seriedad amenazante durante todo el proceso, a
Marjorie ni se le había pasado por la cabeza intentar nada. Claro que lo de llevarse 77
dólares de la cajera cuando podía irse con más de 40,000 del banco no tenía explicación,
pero chifladuras más extrañas se veían por la tele todos los días. Marjorie suspiró, era
un misterio que nunca se aclararía. Comenzaba a sentirse bastante deprimida cuando
sonó el teléfono.
-¿Quién habla?
-Soy el hombre que te atracó hoy por la mañana. Necesito hablar contigo, Marjorie.

-¿Querías conocerme personalmente? ¿Querías conocerme personalmente? ¿No se te


ocurrió otra forma más convencional de conocerme personalmente?
-Lo siento mucho. No, no es cierto, no lo siento mucho. Verás, mi intención era la de
presentarme, pero cuando levantaste la ventanilla, al verte cambié de idea. De algún
sitio me vino decirte que era un atraco. Después sucedió lo que sucedió, no me
arrepiento.
-¿Presentarte? ¿Me conocías de algo?
-Soy Enrico, el compa. . .
-¿Enrico Cattare, el compañero de estudios de Frank?
-Sí. Tu hermano me ha hablado mucho de tí, de como tu empleo en el banco le ha
permitido costearse sus estudios. Había visto fotos tuyas y cintas de vídeo Marjorie,
quería conocerte personalmente.
-Guau. ¿Siempre eres así de impulsivo?
-No. Es la primera vez que hago algo así, y espero que la última. Fue muy valiente de tu
parte salir a buscarme a la Cafetería. Las personas valientes no deberían estar en la
caja de un banco.
-Hoy renuncié, de cualquier manera me quedaba poco. Así que me viste ¿Qué más
sabes de mí?
-Me alegro de que hayas renunciado. Sé lo suficiente. Sé que dentro de poco te casas.
-¿Sabe Frank que estás aquí? ¿Tiene algo que ver con ésto?
-No.
-¿Te gustaría asistir a mi boda? La lista de invitados está abierta.
-Gracias pero no, no me gustaría asistir a tu boda.
-Si no vas a tomar más café, en casa se estarán preguntando por qué no regreso.
-Por supuesto.
Enrico pagó la cuenta.

Me alegro de haberte conocido, Marjorie. ¿Te llevo a casa?


-Si no te importa prefiero caminar.
-Pues entonces. . .
-Sí.
Se estrecharon la mano. Enrico dio media vuelta para dirigirse a un coche de alquiler
estacionado en la acera de enfrente.
-¡Ey!
-¿Qué?
-Devuélveme mis 77 dólares.
Enrico se lo pensó largo y tendido antes de responder.
-Me temo que si realmente los quieres recuperar tendrás que arreglártelas para
quitármelos; ya no son tuyos.
Esa noche Marjorie soñó que buceaba en su espacio interior. Se sentía en paz consigo
misma jugueteando en las cristalinas aguas de temperatura ideal, hasta que de abajo,
muy del fondo, vio un enorme tiburón blanco que se le aproximaba a toda velocidad.
Marjorie no sintió miedo pero despertó para darse cuenta de que nunca antes había
sabido, recién en este preciso instante sabía que no sabía lo que era estar enamorada.
Por primera vez en muchos años fue feliz, pero como desgraciadamente suele suceder
con la felicidad, le duró poco.

Comenzó a preocuparse de como explicárselo a Bob.

~.:*~~

c   

La máscara no es sólo para carnaval o el baile de disfraces, nos es imprescindible en


todo momento..

El tipo está en el
velatorio repleto
de gente de la tía
Etelvina, que
está igualita,
cuando llega el
amigo y le sopla
que les ha tocado
la lotería con el
número que
compraron el
martes en el bar,
y el tipo dice que
ya nada importa,
con cara de
circunstancias.
Ya saben a que
me refiero. No
nos podemos
presentar ante el
jefe con cara de
desprecio, ni
asistir a una boda
con rostro de
amargado, necesitamos la máscara, las máscaras.
Todo el mundo dice que somos tres personas: la que creemos que somos, la que los
demás creen que somos, y la que somos en realidad; y todo el mundo tiene razón. La
primera persona no nos interesa, la conocemos de sobra. La segunda tampoco porque
los demás sólo alcanzan a ver nuestras máscaras, no tienen ninguna posibilidad de
conocernos. El tercer hombre, en cambio, es interesantísimo, pero nadie ha tenido la
gentileza de presentárnoslo.

Hagamos un esfuerzo para ver la vida como una enorme piscina donde se disputa un
partido de waterpolo con muchos arcos, muchos balones, muchos jugadores, muchas
jugadoras de toda condición y edad. Nadie sabe bien cuales son las reglas, todo parece
valer. Falta, falta, grita uno. Falta te hace despertarte, imbécil, le contestan. Las gradas
son enormes y están a tope de espectadores. Muy a menudo los espectadores se lanzan
al agua a jugar, muchas otras veces los jugadores salen de la piscina para mirar. En el
agua la acción, en las gradas la contemplación.

En el agua la acción, el pandemonio; lleno de sonido y de furia, carente de significado


para el bardo. Los jóvenes sufren y se destrozan hasta entender que uno se ha quedao'
sin corazón; los ancianos se ahogan de a poco o de a mucho, los niños incordian a todo
Cristo. En las gradas la contemplación. A la gran mayoría de los que miran les gustaría
estar en el agua, pero no se atreven; por ello son extremadamente críticos con los
jugadores. Hay una minoría de los que observan que se preocupa por otras cosas.

El científico, el artista, el filósofo, el sacerdote; todos ellos se preocupan por dotar a lo


que ocurre de algo de sentido, por proponer reglas; con más o menos éxito, con un
mayor o menor grado de coacción. En la piscina se alternan brevísimos períodos de
relativa calma con otros mucho más largos de furibunda violencia.

El místico, cansado de la batalla acuática, sale para mirar. Al tiempo deja de hacerlo
para no convertirse en artista o sacerdote o en otra cosa peor. Ya no observa la piscina,
mira hacia dentro, va en busca del tercer hombre al percatarse de que sólo tras el
conocimiento de sí mismo podrá venir todo lo demás. Lo inspira la fe, la certeza de que
todo está dentro suyo.

Muchos lo intentan, pocos lo logran. La primera aproximación al tercer hombre infunde


pánico porque invariablemente tiene la apariencia de ser un cabrón de muchísimo
cuidado. Pero unos cuantos se atreven a seguir adelante.

Los pocos que, tras mucho esfuerzo, consiguen conocer al tercer hombre, tienden a
quedarse a su lado; de hecho casi todos así lo hacen. Se convierten en los que se
retiraron para no retornar. Se cuentan con los dedos de la mano en la historia de la
humanidad los que se conocieron a sí mismos y volvieron a tirarse a la piscina para
ayudar a los jugadores. Aunque ya comprendan que su reino no es de este mundo,
vuelven a él; a transitar, a sufrir, a morir por amor a los jugadores.

El problema que entonces enfrentan esos iluminados es que aunque ahora conozcan el
significado, el lenguaje común y corriente resulta ser un vehículo absolutamente
inapropiado para transmitirlo. Por eso se ven obligados a hablar en parábolas, a sugerir
con ambiguedades, a predicar con el ejemplo. En vida tienen enorme éxito en su vuelta
a la piscina porque cuando la gente los mira a la cara no hay máscara, está la persona tal
cual es, y eso a los jugadores les gusta. Los espectadores los combaten a muerte, mire
que atrevidos, arrogantes, blasfemos, subversivos; se creen con derecho a indicarnos lo
que hay que hacer.

Apenas muerto el místico visionario, todos los espectadores se matan atropellando por
anotarse el tanto. Por algún motivo extraño siempre gana el sacerdote.

c  /©

  

El tipo duro va armado y jamás cede.

Va armado porque al estar dispuesto a apostar su vida en un enfrentamiento no tiene


intenciones de permitir que su contrincante arriesgue algo menos. Jamás cede porque es
incapaz de hacerlo, le falta el coraje necesario para ceder. No es valiente ni cobarde; es
temerario, desesperado.

El tipo duro no busca problemas, los problemas lo buscan a él. Hubo un antes de ser
tipo duro, antes de haber matado, al que le gustaría regresar. No actúa en función de su
reputación, si pudiera desembarazarse de ella gustoso lo haría.
El tipo duro es un criminal, casi siempre oculto tras una fachada de legalidad. Tiene
familia, amigos, red social, igual que todo el mundo. Cree que los quiere, no sabe que
no los quiere, aunque cada vez que arriesga su vida sabe que lo hace en función de sí
mismo, sin importarle nada de los demás.

El tipo duro no es peligroso a menos que uno se erija en obstáculo para sus propósitos
criminales, no es un psicópata. Siempre hará todo lo que pueda para evitar un
enfrentamiento, hasta el punto de aparentar que tiene miedo de su oponente. No
obstante, cruzado cierto límite, mata o muere.

Si no muere, mata; está obligado a matar. No por crueldad, no por sadismo, sino porque
no puede permitir que el otro sobreviva para buscarlo y volverlo a enfrentar.

Es dificilísimo reconocer a un tipo duro por su apariencia, a menos que establezcamos


con él contacto ocular directo. Tiene mirada de pescado muerto. En cierto sentido está
muerto, su condición de tipo duro le ha comido todo lo demás. El tipo duro sólo vive de
veras en el momento del enfrentamiento.

El tipo duro no pierde la calma, no levanta la voz, habla con suavidad, casi con dulzura.
Es un maestro en el arte de pasar desapercibido. Sabe que más tarde o más temprano
vendrán a buscarlo, no tiene necesidad de andar buscando.

El pendenciero es un fanfarrón que persigue a toda costa establecer y mantener una


reputación; necesita convencer al mundo de su hombría porque alberga serias dudas
interiores al respecto. Habla fuerte, se hace ver, provoca, pierde la calma por cualquier
nimiedad, es muy peligroso. Cuando uno ve un pendenciero entrar por una puerta del
establecimiento - es imposible no identificarlo - lo mejor que puede hacer es salir por la
otra. A menos que uno sea un tipo duro, claro, en cuyo caso el pendenciero se enterará.

Un día un tipo se levanta a las seis de la mañana, ve a través de las rendijas de la


ventana que llueve y hace frío. No es muy listo, no tiene título universitario, no es rico
ni famoso. Tiene mujer y un par de hijos, es propietario de un pequeño negocio o
empleado de un gran negocio; uno de tantos atormentado por la competencia, apuñalado
en la espalda por los "compañeros" de trabajo. De repente siente un deseo irresistible de
largar todo, mujer, hijos, negocio, trabajo, rutina, todo al carajo. Se siente, se sabe
capaz; quiere volver a vivir. ¿Si no ahora, cuándo? Se ducha, se viste, se va a trabajar.

Ese es un tipo durísimo.

~ ~

©   3


No son
todos
los que
están
ni
están
todos
los que
son.

Es tan
evident
e que
"locura
" es
una
palabra
carente
de
signific
ado
que no
vale la
pena
discutir
lo. El
diccion
ario
habla de "privación de juicio o uso de razón" y de "acción inconsiderada o gran
desacierto". ¿Conocen a alguien que no sepa razonar? ¿A alguien capaz de meter la pata
hasta el fondo? Yo también.

El tipo que se cree Napoleón una de dos: o de veras cree que es Napoleón y es un
equivocado, o se está haciendo pasar por Napoleón y es un impostor. Historia
verdadera: un amigo mío que no quería trabajar fue al psicólogo de la empresa
fingiendo trastornos mentales. El psicólogo le dijo: usted se está haciendo el loco, pero
como el que se hace el loco está loco de veras, le doy la baja por tres meses. ¿Quién era
el loco? Ninguno de los dos, por supuesto.

De hecho los loqueros jamás diagnostican "locura", usan otra etiquetas: maníaco
depresivo, megalómano, esquizofrénico, oligofrénico, si termina en frénico viene mal la
cosa, no se hagan muchas ilusiones.

La madre del borrego está en la conducta del individuo que disgusta a parte de la
sociedad.
-¿Qué pasa con Dribbling que hace tres meses que no se aparece por el café y me debe
50 euros?
-Dice que está muy ocupado escribiendo.
-¿Escribiendo? ¡Se volvió loco!
-Siempre fue, medio, pobre.
En esta época del vive como quieras y el do your own thing los miembros de una tribu
creen que los de las demás tribus están todos locos, y viceversa para cada tribu, no sé si
me explico. El mundo está loco, loco, loco. El día que por la calle alguien grite: al loco,
al loco, en lugar de al ladrón, al ladrón, terminan todos agarrados en pareja como en las
grescas de los partidos de hockey.

Lo grave de todo esto es que hay ocasiones en que un sector social relativamente fuerte
- generalmente la familia - conspira contra un individuo relativamente débil - niño,
anciano, disminuído - para hacerlo encerrar en una Institución Mental. Si el individuo
denuncia la existencia de la conspiración ya tiene la etiqueta servida: paranoico.

Las Instituciones Mentales y los Centros Penales son las dos grandes vías de
rehabilitación que nos ofrece la Civilización Cristiana Occidental. Conviene extremar
esfuerzos para evitar caer en alguna de ellas porque "rehabilitación" es el eufemismo
utilizado por la sociedad para no tener que decir tortura y lavado de cerebro. Vamos,
que se pasa muy mal, no es el Waldorf Astoria.

Por eso cuando detecten el más mínimo atisbo de conspiración por parte de quien sea,
no se lo piensen dos veces: cambien inmediatamente de conducta de forma de satisfacer
las expectativas de los conspiradores. O sea: háganse los locos para que no los metan en
el manicomio.

Hay una minoría de individuos que actúan de forma completamente irracional, que
cometen las barrabasadas más inmensas, que adoptan las conductas más extravagantes y
antisociales imaginables y a quienes, sin embargo, nadie osa tachar de locos.

Todo el mundo se pone de acuerdo en que son genios.

~/ ~~

     


Cuando salgo tengo por costumbre mirar las caras de la gente, tanto porque la gente me
parece interesante como a
modo de tomarle el pulso
a la República, un decir.

Hay un tercer motivo que


me impulsa a escudriñar
los rostros de los
anónimos colegas
componentes del gran
rebaño urbano: tengo
esperanzas de encontrar
al que manda.

Habiendo vivido tanto en


democracia como bajo
dictadura les cuento que
prefiero la democracia,
pero no pienso pintarme
de demócrata ni mucho
menos; soy fundador del
partido del haz lo que
puedas con lo que tengas
en donde estés, y voy
tirando; otra cosa es que
acierte.

Tener ubicado al detentor


del poder absoluto tiene
un sinfín de ventajas. La
más obvia: uno tiene
objetivo para derrocar.
En democracia ¿a quién
va a derrocar? ¿A Raúl? ¿A Almodóvar? ¿A Rociíto? ¿Al Gran Hermano? ¿Al Conde
Lecchio? ¿A Ana Rosa? Adivina, adivinador.

El que es listísimo es Fidel, que el Che le hizo la revolución, él registró el copyright, y


ahora a ver como se las arreglan los cubanos que quieran comer para hacerle la
revolución a la Revolución.

Si usted decide cometer un magnicidio para pasar a la historia, que me parece fantástico,
jamás, jamás de los jamases se le vaya a ocurrir matar al Presidente de Los Estados
Unidos.
-¿Algo interesante en el Post, darling?
-Asesinaron al Presidente. Se inaugura una muestra de Donna Karran. Poca cosa.
-Fíjate que hicieron los Lakers, por favor.

Para pasar a la historia con el juicio favorable unánime de los historiadores, cárguese al
hombre del Tiempo, que hace treinta años que viene dando la tabarra con el alerta roja y
ya está bien; si no vamos a poder salir a la calle, por lo menos que te lo cuente un
bombón de minifalda.

¿Quién manda? ¿Quién corazón manda?

En dictadura o en democracia uno se queda donde Dios manda, en la cama, y claro, uno
se muere de hambre en democracia y en dictadura. Pero en dictadura uno está cubierto.
-Qué mal te veo, lleno de piojos y pulgas.
-Es que este régimen no reconoce el mérito.

La culpa es de Montesquién haya sido al que se le ocurrió lo de la separación de


poderes, que no tuvo en cuenta que la unión hace la fuerza ni que uno por uno no valen
nada.

Bajo un régimen totalitario se sabe a quién adular. Uno ve a un tipo bajar de la limusina
entre todos los andrajosos y se le tira a los pies.
-¡Adópteme, patroncito! Le chupo los calcetines y se los plancho en seco.
En democracia aparece uno de Boss, aparca el Bentley en la puerta, hace descorchar un
Veuve Clicqot cosecha baja Edad Media, y lo más probable es que sea el Dioni de
peluca.

En dictadura lo suyo va a demorar en salir, pero al final Gengis Khan da un puñetazo en


la estepa y toma una decisión. En democracia, una vez que lo suyo entra en el sistema
no vuelve a salir.
-Hola, vengo por lo mío.
-Qué alegría verlo otra vez por aquí. ¿Quién es esa preciosa joven que entró con usted?
-Mi hija.
-¿Pero, no era hija única?
-Es única.
-Caramba, la última vez que la ví le daba por la rodilla, y ahora parece Salma Hayek.
-Los chicos crecen. Las chicas. ¿Novedades de lo mío?
-Buenísimas. Se aprobó.
-Me lo llevo, ya.
-No puede, entró para la firma del Comité de Rogatorias Suplementarias. Cuestión de
trámite, ya está aprobado.
¿Qué hace ese Comité con lo mío?
-Lo ruegan para que no se ponga mustio mientras suplementa.

En dictadura uno da una mano durante el golpe y lo nombran comisario, o, mejor


todavía, le expiden licencia para denunciar, que uno aprovecha para hacer meter presos
a todos los ligues de la Encarna, hasta que a la Encarna no le quede otro remedio. En
democracia uno va al puesto de frutas y verduras con el cartel de "YO VOTÉ A
AZNAR" en la solapa, pregunta a cuánto el quilo de zanahorias y le contestan que para
los fachas a 300 y están marcadas 275.

Soy terco, no pierdo la esperanzas de encontrar al que manda. Es más, he comenzado a


asistir a los partidos de fútbol a ver si lo veo y lo reconozco. Así es, pago la entrada, me
siento y en lugar de mirar el partido miro a la gente, con o sin prismáticos. Por eso me
he hecho forofo a muerte del Athletic de Bilbao.
Para estar seguro de que no me pierdo nada, no sé si me explico.

( cc

   

El historiador Arnold Toynbee, después de haber estudiado la Historia, se despachó con


un mamotreto en
doce volúmenes
que llevó por
título: "Estudio
de la Historia."

De inmediato
recibió acerbas
críticas del resto
de los
historiadores, que
le echaron en
cara:
1) Haberse
dedicado a
estudiar la
historia mientras
ellos se afanaban
por ganar la
mayor cantidad
de dinero en el
menor período de
tiempo posible.
El lenguaje
empleado fue
duro: se llegó a
utilizar la expresión "competencia desleal."
-Qué caradura, estudió la Historia. Así cualquiera.
2) Ocuparse de las civilizaciones, incurriendo en inaceptables delitos de generalización
y pluridimensionalidad. A los historiadores les parece que lo único verdaderamente
científico es publicar sobre "Evolución estilística arquitéctonica en un campamento
Inuit en la primavera de 1923. Iglús Nos. 43 y 55", y no tienen muy claro que no esté de
más el iglú No. 55.
3) Escribir bien. Esto es Literatura, no Historia, está haciendo Arte, es un artista. Esta
línea se diluyó en cuanto el público y parte de la crítica comenzaron a a opinar que el
"Estudio de la Historia" era una obra de arte, pero aún hoy los murmullos no se han
acallado por completo.

De cualquier manera, Toynbee enseñó que las civilizaciones nacen y se desarrollan en


respuesta a incitaciones. "Incitación y Respuesta" es la receta, como cuando va un tipo y
dice "ahí pasa el haragán de Henry" y Henry escucha, se enoja y va y agarra e inventa el
Ford T, toma ya.

Si la incitación es demasiado fuerte acaba con la civilización. Llega la carta de la suegra


anunciando que viene a quedarse por un mes y la familia entera hace abandono del
hogar, cada uno por su lado.
-¡Adiós Padre! ¡Adiós Madre! ¡Que el Señor guíe vuestros pasos!
-¡Hijo, hijo! ¿Qué será de tu vida? ¡Ay de nosotros!
-Busco mi destino, no puede ser peor que lo que se viene.

Cuando la incitación es demasiado débil la civilización se queda como estaba.


-Esta mañana llovió durante quince minutos, Pablo.
-Nada, nada, ni caso. A picar piedras, business as usual.

Las respuestas a las incitaciones las da una minoría creativa dominante, porque el resto
de la ciudadanía no está por la labor y lo más que puede hacer es acompañar a la
minoría creativa mediante un proceso de mímesis, que es la palabra que usa Toynbee
para decir "imitación", el muy artista.

El colapso de las civilizaciones se produce cuando la minoría dominante deja de dar


respuestas creativas a las incitaciones del entorno porque la creatividad da mucho
trabajo, y al que no le guste lo decapitamos.

Las minorías dejan entonces de ser creativas pero siguen siendo dominantes. Como ya
son incapaces de convencer, se embarcan en aventuras militaristas, entrando así en un
período que Toynbee llama "Los Tiempos Revueltos." Toynbee vincula sin ambages
militarismo con declive de una civilización, por lo que la totalidad de los actuales
miembros de las Fuerzas de Paz consideran que sería de orden decapitarlo, hasta que
llega un mensajero con la noticia de que murió en 1975, y entonces van y agarran y
matan al mensajero.
-Algo había que hacer, no nos íbamos a quedar cruzados de brazos.

El éxito en las aventuras militaristas da lugar a la creación de un Estado Universal en el


cual el que se mueve no sale en la foto, es un período de aparente paz. Pero dentro de
fronteras existe un proletariado explotado que para defenderse se apropia de una
religión. Con ella adquiere organización y habilidades administrativas, crea un
sentimiento de culpa en la minoría dominante y da consuelo a sus miembros.
-Galeote 1o. - Deja de sufrir, el Reino de los Cielos ya está entre nosotros.
-Galeote 2o. - Joder, ni cuenta me había dado.
-Galeote 1o. - Es que no es de este mundo.
-Galeote 2o. - Peor es nada.

Afuera, presionando las fronteras del Estado Universal, hay otros pueblos, otras
sociedades más primitivas, menos civilizadas. A cada rato incursionan en el territorio de
la civilización decadente hasta donde los dejan; robando, matando, saqueando,
incendiando, violando. ¡Qué barbaridad! protesta la minoría dominante, entre orgía y
orgía. ¡Más legiones! El proletariado interno, resentido por haber quedado al margen de
las orgías, las violaciones, el saqueo, el incendio y el robo, empuña el arma de su
Religión Universal.
-Bárbaros. Déspotas corruptos, inmorales. Os condeno a ambos a las llamas eternas.

Los que van a parar a hogueras no tan eternas pero no por ello menos incendiarias, son
los miembros denunciantes del proletariado interno, pero no les importa porque saben
que al final serán canonizados por mártires y aparecerán en el Compendium Famosi
Vaticanum.
-¡Enhorabuena! ¡Acabo de enterarme de que mañana te echan a los leones! ¿Cómo lo
conseguiste?
-Escupí a Calígula en la cara.
-La próxima vez que se me ponga a tiro ya sé lo que tengo que hacer.

Finalmente la civilización decadente se desintegra, dando paso a un período que


Toynbee ha llamado "el Interregno" Es la lucha de todos contra todos por los despojos
del Imperio; los bárbaros campean a sus anchas con la única oposición de otras hordas
de bárbaros competidores y los sermones del inerme ex-proletariado interno.
-Deja de hacer barbaridades, aprovecha las franquicias, conviértete.

Los Interregnos son las épocas heroicas. Más tarde, cuando la cosa se tranquiliza,
surgen los cantos épicos conmemorativos: la Ilíada, la Eneida, la Canción de Rolando,
el Poema del Mío Cid, Macarena y la Bomba. Pero allí todo se pinta color de rosa, la
realidad es mucho más fea.

En los Interregnos los pueblos se ponen en marcha, vagabundean, volkerwanderung.


Hay que lidiar con una galería de personajes entrañables, entre otros La Bestia Rubia
Aria, El Lobo Estepario y el Sarraceno; te convido para el temblor.
-¿Qué te pareció "Conan, el Bárbaro."?
-Un cuento de hadas. Estoy leyendo a Toynbee.

Pero por más inverosímil que parezca, termina imponiéndose el inerme ex-proletariado
interno, a fuerza de amenazar por un lado con las llamas eternas y por el otro con
negarse a hacerse cargo de Administración, Educación, Sanidad y Finanzas.
-O se portan bien o no les llevo la contabilidad.

Con el paso del tiempo se produce el milagro. De las ruinas, de los despojos del
expoliado Imperio; acunada en la Iglesia Universal adoptada por el inerme ex-
proletariado interno, surge, en atavíos de gloria, una criatura frágil pero invulnerable;
una sílfide tan elegante como majestuosa; un constructo etéreo, eterno; un artificio
natural de inaudita, indecible belleza. A guisa de filial - hija - de la anterior
desintegrada, nace nuestra civilización actual: la Cristiandad Occidental.
-Un Big Mac reforzado de queso con patatas y Coca Light medianas.
-Marchando. Cuatro euros, por favor.
-Oiga, ¿estará garantizado contra la encefalopatía bovina espongiforme, verdad?
-Faltaba más. Le devolvemos el dinero

Toynbee no sabía si nuestra civilización estaba en fase de crecimiento o si ya se había


producido el colapso, pero estaba seguro de que no habíamos creado nuestro Estado
Universal, porque lo de la Liga de las Naciones y las Naciones Unidas no lo digería ni
con Pepsamar. Es que del año 3,000 antes de Cristo para acá no se sentía cómodo, decía
que le faltaba perspectiva y le sobraba información. En cambio yo sí que lo sé.

El sábado pasado por la mañana fuimos mi hijo Luisito y yo al Híper en hora punta y al
llegar a la entrada dimos el paso atrás. Pero Luisito tenía el encargo de su madre de
traerle ciento cincuenta de Campofrío cortado finito y antes de que yo tuviera tiempo de
reaccionar se había internado en el campo de batalla. Me da pena confesarlo pero lo
abandoné a su suerte. Durante más de media hora la angustia, la humillación y la
verguenza se apoderaron de mi alma, hasta que Luisito emergió milagrosamente
triunfante, blandiendo el trofeo de los ciento cincuenta cortados finito en alto.

Estoy tan avergonzado de mi cobardía como orgulloso de Luisito, no sólo por el coraje
demostrado en combate, sino por su inteligencia, cultura y discernimiento. Ya en el
coche de vuelta a casa me dijo:
-Parecía el saqueo de Roma por Alarico, papá.

Brillante como fue la observación, no dió totalmente en el clavo. Es que Luisito todavía
no ha leído a Toynbee, aún no está preparado para ello. En cambio yo, después de
treinta y cinco minutos de exposición al Horror, comprendí, con terrible lucidez, lo que
me había tocado en suerte presenciar.

Lo siento en el alma, Arnold, te equivocaste como el mejor, estamos en pleno


Interregno. Hace rato que la Cristiandad Occidental se desintegró. Volkerwanderung, un
garbanzo; la Bestia Rubia Aria no tiene ni para empezar.

~ c c

3 
Anything goes. -
Cole Porter.

El mensaje del
medio que más
roncha hace es claro
y fuerte: todo vale.
Todo vale es
equivalente a nada
vale (más o menos
que otra cosa), a la
ausencia de valores.
La ausencia de
valores devalúa la
realidad.
-Acabo de llegar de
Saturno. ¿Cómo está
la tabla?
-Todos iguales.
Ahora se dan cinco
puntos al que gana,
al que pierde y a los
que empatan.
-Y ¿cómo hacen
para saber el
campeón, la UEFA,
el descenso?
-Sorteo.
-Qué aburrimiento.
Bueno, me voy al
Bernabeu, a lo
mejor tengo suerte y
se suspende.

Mirando la tele uno


llega al
convencimiento de
que todo es bueno, excelente, mejor; los productos, las actitudes, las conductas, los
estilos de vida. Todo va mejor con Coca Cola. A uno le encantaría hacer algo malo,
pecar, pero es imposible.
-Los Premios Nobel de este año: Literatura, Sigmund Freud; Satanismo, Charles
Manson.

No quiero ser injusto - la verdad que no sé por qué, porque da igual ser justo que injusto
pero yo soy así - así que voy a reconocer que la tele sí nos da cierta idea de jerarquía:
-Muy barato: Bueno Regular.
-Barato: Bueno.
-Caro: Muy Bueno.
-Carísimo: El No Va Más.
El dinero es la medida de todas las cosas, pero no alcanza con tenerlo, para medir hay
que hacer algo más.
-Me voy al Corte Inglés, no sé a que horas vuelvo.
-¿Qué te hace tanta falta?
-Comprar.

También hay que reconocer que la tele nos mantiene puntualmente informados del
desastre universal.
-...y esa es la trágica situación a que se enfrenta el pueblo Kurdo. Un avance
informativo: hambruna en Camboya, catástrofe ecológica en el Mediterráneo, se
hunden las bolsas de cinco continentes, guerra civil en Zambia, mutaciones mortales de
la gripe a la vuelta de la esquina, San Francisco ya no existe a consecuencia del
terremoto de 9.8 en la escala Richter y damos paso a la publicidad, enseguida
volvemos.
-No sé, Claudia, si me produce más envidia la silueta de tu nuevo coche que la tuya.
¿Cómo te lo has podido permitir?
-¿Para qué están los bancos?
-Pero tú estás en el paro, no entiendo como te concedieron el crédito.
(Desciende Claudia desnuda del Ferrari)
-Ya, ya, pícara, malvada.
-No es lo que tú crees. (Claudia saca de debajo de una axila un frasquito). Antes de
visitar al gerente me puse unas gotas de Convicción, la nueva fragancia de Carolina
Herrera. ¿Tú que esperas?
La irresponsabilidad financiera es el cimiento que impide que el edificio se derrumbe y
al que consiga acordarse de los Kurdos o de la escala Richter después de ver a Claudia
desnuda lo canonizamos en hora punta de costa a costa.

La tele es el vehículo cultural pos- trans- híper - ultramoderno por excelencia. Qué me
cuentan de los programas de preguntas y respuestas, por ejemplo.
-¡No lo viste! ¡Te lo perdiste! ¡Un tío se llevó los cincuenta kilos! Resulta que ya tenía
25 y si no acertaba se quedaba con 3, pero si acertaba se llevaba los 50, y le pusiero n
las cuatro posibilidades y dijo que se plantaba, pero el conductor levantó una ceja,
entonces él dijo que había dos que sabía que no eran, que estaba entre las otras dos
pero que no se quería arriesgar, entonces el conductor levantó la otra ceja y le dijo que
era fifty-fifty 22 kilos menos contra 25 kilos más y el tío miró a la novia que estaba más
buena que un helado de vainilla con copo de chocolate caliente y la novia le hizo señas
de que sí, y el tío le echó un par y se tiró al agua y acertó. Bajó la novia con un jersey
negro que le quedaba pequeño y una mini roja que apaga y vámonos, y ahora parece
que los quieren contratar del Gran Hermano, y ella es de Ciudad Real, pero él es de
Toledo así que casi no se veían pero ahora se casan y se van a vivir a Madrid en un
piso en Arguelles y ella dijo que quiere un todo terre. . .
-¿Cuál fue la pregunta?
-¡Jo, macho, yo qué sé, cualquier cosa, no puedo estar en todo!

No podemos, debemos ni queremos olvidar que todos los 29 de febrero, sin falta, la tele
pública pasa una entrevista con un escritor famoso de diez minutos de duración, que ya
está bien porque no hay quien aguante más de diez minutos a un escritor, y siendo
famoso uno tiene dudas de si no correspondería que acortaran a cinco. La echan en
horario flexible, en cualquier momento de las 3.30 a las 5 de la madrugada, que los
escritores famosos son muy noctámbulos y por lo general desayunan a medianoche.
Ahora que ya están enterados solo tienen que estar atentos o programar el video, que yo
tampoco sé, lean el manual, ya sé que no se entiende, llamen a Philips.

Cuando el Nazareno dijo al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios
pareció que le hacía una gran concesión al César. Sin embargo, profundizando un poco
resulta que lo único que le debemos al César son los impuestos. Nuestra mente, nuestro
cuerpo, nuestro espíritu no son del César, son nuestros o de Dios o de ambos, según se
mire. ¿Por qué entonces vamos a permitir que usen nuestra mente, nuestro cuerpo,
nuestro espíritu a modo de basural, de vertedero?

Ayer intenté por tercera vez comprar un libro que se llama Más Platón y menos Prozac
y por tercera vez fracasé, sigue agotado. Eso significa que todos ustedes lo han leído, así
que ya saben lo que tienen que hacer.

¿Cómo que no saben? ¡Más Platón y menos Prozac, por supuesto! Y respecto a la tele,
me temo que no queda otro remedio. Sí. Lo siento. No hay otra. Que no. A la basura, ya.

A ver quién es el guapo.

~

) 

Contemplación-
acción, retirada-
ofensiva, repliegue-
despliegue, retiro-
retorno, partida-
regreso.

Cuando Emilio
Butragueño recibía
en el área sin tener
muy claro qué hacer,
se quedaba quieto.
Con el balón
milimétricamente
equidistante de cada
uno de sus pies,
bajaba los brazos, se
desarmaba,
introducía la pausa.
(Al respecto, ver
"Física cuántica aplicada al área pequeña." texto seminal e imprescindible de Jorge
Valdano y Max Planck).

Todos los grandes jugadores de fútbol supieron utilizar, en mayor o menor medida, la
pausa; ninguno como "el Buitre". Recuérdenlo, miren una cinta de video. El principio
implícito es sencillo: la cosa está muy complicada; me detengo, levanto la cabeza, miro,
veo, decido, ejecuto. Sencillo de decir, díficil de poner en práctica.

En el fútbol de la vida hay gente incapaz de introducir la pausa. De la cuna a la tumba


van por el mundo ocupándose exclusivamente de solucionar los problemas que se le
presentan, a medida que se le presentan, en el orden en que se le presentan.
-¿Pero se puede saber dónde vas tan de prisa, locoide?
-Me he de comer esa tuna.
-Te va a sentar mal.
-Aunque me espine las manos,

Hombres de reacción, que no de acción, se esfuerzan, luchan, sufren, gozan, viven,


mueren sin preguntarse por qué ni para qué; sin considerar alternativas disponibles; sin
distinguir prioridades ni consecuencias.

Otros pretenden disponer de toda la información necesaria, de todo el tiempo del mundo
para analizarla minuciosamente antes de actuar. Enfrentados a una encrucijada se
detienen, levantan la cabeza, miran, ven y deciden; pero no ejecutan.
-Evangelina anda desesperada atrás tuyo, no sé que esperas.
-Estoy pensando en qué nombre ponerle a nuestra tercer nieta.

La pausa, la contemplación parece en principio inconmensurablemente menos peligrosa


que la acción.
-Pascal, hombre, tanto tiempo. ¿Has tenido algún pensamiento interesante
últimamente?
-Todos los males de la humanidad provienen de su insistencia en salir de casa.

Sin embargo, la pausa es portadora del riesgo mayor de todos: quedarse en ella.
-¡Ésto sí que es una casualidad! Encontrarnos, después de cincuenta años, exactamente
en el mismo sitio en que nos vimos por última vez.
-Es que yo no me he movido de aquí.

En la acción es donde está la acción, el rollo, la cosa, la movida, la sal, la pimienta, la


mostaza, la mayonesa y la nuez moscada.

Si no consigue deshacerse de su ego, pase a la acción física. En sus dos modalidades


clásicas - sexo y deporte - o deja el ego a un lado o lo echan de la cancha y de la cama.
-¡Dios mío! ¡Solo y abandonado en el Valle de la Muerte a 70 grados centígrados!
-Soy el ego de Michael Jordan.
-Aquí le dejo el móvil, llámelo, que lo venga a buscar, urgente.
-No se pone, está jugando al baloncesto, el muy egoísta.

Todo eso está muy bien, pero las alternativas son tantas. ¿Qué hacer? Pues no lo sé,
pero tiene que haber un criterio, una guía para la acción.
La razón. La razón es el instrumento idóneo, tiene que serlo, la brújula que marcará
nuestro norte. Hasta cierto punto, por lo menos hasta cierto punto. Pero resulta que lo
más interesante, lo que de veras puede valer la pena parece ubicarse más allá de ese
cierto punto.
-Si quieres esta noche te presento a Beatriz y salimos los cuatro: tú, yo, Rocío y Beatriz.
Beatriz es una mujer eminentemente racional, estoy seguro de que te gustará.
-Sí, bueno. ¿Y sí tu y yo nos vamos a jugar a los bolos y que de Rocío se encargue
Ortega y de Beatriz el Dante?

Vivir prisionero de la razón es el precio a pagar por la ganga de la civilización, por que
se encienda la lámpara, por que salga agua de la canilla.

Pero hay oportunidades, instancias decisivas, en que es necesario silenciar la razón para
escuchar la voz interior que clama por abrirse paso. Subirse o no a esos trenes es
cuestión de cada uno, pero lo que sí está claro es que los horarios son muy irregulares.
Antes de perder uno tenga en cuenta que puede ser el último que pase.

La pausa le puede servir para cambiar algo dentro suyo, pero solo la acción puede ser
agente de cambio del mundo exterior. Lo que no es tan fácil de ver es que para que el
mundo exterior cambie es necesario que su acción también cambie, más de lo mismo no
cambia nada.
-¡Qué escándalo! Fondos reservados, financiación irre gular, escuchas telefónicas,
terrorismo de estado, corrupción generalizada, dónde vamos a parar.
-Veo que piensas votar a Aznar o a Anguita.
-¡Pero tú estás loco! Mi familia y yo venimos votando socialista desde la Inquisición.

No haga lo que sabe hacer que lo mueve en círculo - vicioso o virtuoso, pero círculo al
fin - y termina en el punto de partida. Haga lo que no sabe hacer. Recuerde que lo que
sabe hacer ahora es lo que antes no sabía hacer. Viejo dispuesto a aprender es siempre
joven, pero cambiar puede resultar muy difícil.
-Oye, hace treinta años que vienes amenazando con tu novela. ¿Para cuándo?
-Apenas termine lo que empecé a leer esta semana.
-Déjame adivinar. La biografía de Garzón por Pilar Urbano.
-No. La Enciclopedia Británica.

La próxima vez que pase uno de esos trenes, tómelo. Sabrá que lo espera en la estación
por que escuchará el silbato interior. Tómelo que se va, no lo razone, haga puenting. Si
la soga se rompe morirá como un poeta.

Que le sea leve, take it easy. Cultive, mantenga y desarrolle su sentido del humor. No
digo que la vida no sea cosa seria. Digo que la vida es demasiado seria como para no
tomarle el pelo de vez en cuando. No vaya a ser que degenere en pomposa, no sé si me
explico..

Ha sido un privilegio, un honor, jamás los olvidaré; pero me están requiriendo, tengo
que volver.

Hasta siempre.

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