La teoría de los roles iniciada por J.L. Moreno (El teatro de la Espontaneidad, Viena
1923) plantea al hombre como un ser que se integra en la medida en que en un constante
nosotros logra individuarse y diferenciarse lo suficiente como para crear nuevos
nosotros o matrices que Moreno define como el “locus” o lugar de acontecerse que
brinda continente a la acción creadora. Para Moreno un acto fundante espontáneo –
reacción adecuada a un momento del universo- da origen a la vida en la matriz cósmica
que se establece en una nueva forma, dentro de la cual se da el salto a la hominización,
cuando en un posible nosotros una vinculación en un espocio-tiempo preciso origina la
matriz genética humana.
La matriz subsiguiente, la matriz familiar, formada por los vínculos existentes entre los
miembros mas próximos de una familia, posibilita el desarrollo de los roles originarios
o fundantes (madre-padre-hijo). Imbricada en estas dos matrices aparece la tercera
matriz, la matriz social, poblada de otros significativos.
En ella surgirán los roles sociales. Los roles surgidos y desarrollados en estas tres
matrices se complementan entre sí y logran la inserción personal en el mundo
circundante. El hombre de acuerdo a la teoría de los roles es un ser relacional situado en
un nosotros vivencial, encarnado y presente en un espacio- tiempo limitado en el cual
como una mera diferenciación dentro de un todo transcurrirá su vida, como un ser
simbólico, simbolizado y mítico existente en sucesivas matrices finalmente se
reintegrará modificado por la experiencia ineludibles de la vivencia y el nosotros, la
vida, a aquella matriz cósmica de la cual partió.
En esta matriz cada rol posee una zona corporoespacial. En el rol de ingeridor, la boca,
el pecho y sus acompañantes, en el rol del que rie, la cara humana, la mirada y la
sonrisa, forman esa zona-vínculo propia dentro de la que se desarrollarán. Es este
concepto el que lleva a incluir la tercera dimensión, la espacial, en el trabajo
psicoterapéutico utilizando el instrumento del escenario, espacio delimitado por
consenso grupal como el área del “como-si”.