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Jorce Luis BorGEs Textos recobrados 1919-1929 WwW emecé Borges, Jorge Luis "Testosvecobrados1919-1929.- 1*ed,- Buenos Ares mecé Editors, 2007, 384 p.;20<14 em, 158 970.950.04.2935-1 1. Narativa Argentina I. Ttlo Cop Aaes dic al cuidado de Sara Luisa del Cari (©1907, 2002 Meri Kodama Derechos exchusivos de eicn en castellano eservador para todo el mundo (© 1997, 3007, zmecé Eatores SA. Independencia 1668, € 1100 ABQ. Buenos Aires Argentina wormeditoralpianeta.comar Diseflo de cubiena: Departnento de Ate de Edvoral Planeta 2B eicii: septiembre de 2007 (Ut edicén en este formato) mpreso en Buenos Aires Print ‘Anatole France 570, Saran, ‘Enel mes de agono de 2007. ‘Queda rgurosamenteprohibida, sn a auterizainesrita de Tos tla el “Copyright, bajo la sancionesesablecidas en las eyes. la cepeodcion ural foal de esa obra por cualquier medio o procedimieno,ineluidos a eprogratay el atamieno informatio IMPRESO EN LA ARGENTINA J PRINTED IN ARGENTINA ‘Queda hecho et depsto que previene Ia ley 11.723 SBN: 978-950-08-2955-1 MANIFIESTO DEL ULTRA! Existen dos estéticas: la estética pasiva de los espejos y la estética activa de los prismas. Guiado por la primera, el arte se transforma en una copia de la objetividad del medio ambien- te o de la historia psiquica del individuo. Guiado por la segun- da, el arte se redime, hace del mundo su instrument, y forja —mis alld de las cdrceles espaciales y temporales— su visién personal. Esta es la estética del Utra. Su volicién es crear: es impo- ner facetas insospechadas al universo. Pide a cada poeta una visién desnuda de las cosas, limpia de estigmas ancestrales; una vision fragante, como si ante sus ojos fuese surgiendo auroral- mente el mundo. Y, para conquistar esta visién, es menester artojar todo lo pretérito por la borda. Todo: la recta arquitec- tura de los clasicos, la exaltacién roméntica, los microscopios del naturalismo, los azules crepiisculos que fueron las bande- ras Ifricas de los poetas del novecientos. Toda esa vasta jaula absurda donde los ritualistas quieren aprisionar al pajaro ma- ravilloso de la belleza. Todo, hasta arquitectar cada uno de no- sotros su creacién subjetiva. Por lo arriba expuesto habré visto el lector que la orienta- 1. La revista Baleares publicé este manifiesto, precedido del siguiente co- mentario: “Guldndonos siempre el deseo de dar a conocer todo cuanto significa vance hacia el ideal, y habiendose iniciado en Mallorca el movimien: to ultraista que esté lamando la atencién en todas las naciones del 106 ién ultrdica no es, no puede ser nunca patrimonio —como se ha querido suponer— de un sector afanoso de arbitrariedades que encubran malamente su estulticia. Los ultrafstas han exis- tido siempre: son los que, adelanténdose a su era, han aportado al mundo aspectos y expresiones nuevas. A ellos debemos la existencia de la evolucién, que es la vitalidad de las cosas. Sin ellos seguirfamos girando en torno a une luz tinica, como las falenas. El Greco, con respecto a sus demas coeténeos, resulté también ultraista, y asf tantos otros. Nuestro credo audaz y consciente es no tener credo. Es decir, desechamos las recetas y corsés absurda- mente acatados por los espfritus exotéricos. La creacign por la crea- «cién, puede ser nuestro lema. La poesfa ultrdica tiene tanta ca- dencia y musicalidad como la secular. Posee igual ternura. Tiene tanta visualidad, y tiene més imaginacién. Pero lo que si modi- fica es la modalidad estructural. En ese punto radica una de sus mis esenciales innovaciones. La sensibilidad, la sentimentalidad son eternamente las mismas. No pretendemos rectificar el alma, muiera la naturaleza. Lo que renovamos son los medios de expresién, Nuestra ideologia iconoclasta, la que dispone a los filis- teos en nuestra contra, es precisamente la que nos enalte- ce. Toda gran afirmacién necesita una gran negacién, como jo, 0 se olvidé de decir, el compafiero Nietzsche... Nuestros poemas tienen la contextura escueta y decisiva de los mar- conigramas. Para esta obra de superacion adicionamos nuestro estuer- ‘mundo, no hemos vacilado un momento en acoger en nuestras pg nas las palpitaciones de ese nuevo grupo de valiosos jovenes que en esta isla cultivan con gran acierto esa nueva corriente literaria y pic 1rica. Para que nuestros lectores puedan hacerse cargo de lo que es cl Ultra y lo que significa en la moderna escuela, publicamos a conti- nnuacién el brllante manifiesto que los j6venes ultraistas de Mallorca dlirigen al pablico:" [..] 107 zo al que realizan las revistas ultraicas Grecia, Cervantes, Reflec- tor y Ultra Jacobo Sureda-Fortunio Bonanova* Juan Alomar-Jorge Luis Borges * Baleares, Revista Quincenal lustrada, Palma, Afio V, N° 131, 15 de febrero de 1921? 2. Fortunio Bonanova es seudénimo de José Luis Moll, cantante de opera, ‘que tiempo después trunfaré en Hollywood como actor cémico. (Meneses, op. Git, pig. 23.) En carta a Sureda, Borges dice: “Una noticia vasal, gracias a no se qué maquiavelismos magnificos del sonoro Moll, una pigina de Baleares sc 1 inmolada al Ulta. Empezaremos lanzando un Manifiesto. Disponemos de ‘unos doce dias para abricarlo” 5. A principios de 1921, Rorges escribe a Sureda: “Querido cémplice en el Ultra! Mientras te escribo, nos estétiroteando el piano del café. En el nGimero ide Baleares del 15 aparecerd nuestro Manifesto, pata el cual te ruego envies una ‘cuartlla que seré mezclada al menjunje que ~estrujando los limone’ de nues- tro cerebro- confeccionamos Alomar y yo...” (Meneses, op. cit. pig. 32.) Ya ‘Abramowicz le dice: “Debo terminar un trabajo de gran importancia: la escritu- ta del Manifesto Sintdice del grupo ultrasta de Mallorca, que apareceri el 15 de febrero en la revista local Baleares. (Me divierte esta jugadal..." _Despuiés de la publicacién, en ora carta a Sureda, Borges comenta: “Fl May {feso'y los poemas han provocado un escéndalo maytisculo. Una piara de fs les, entre los cuales esté Elviro Sanz, amenazan hasta ultimarnos a bastonazos [] eViste el pinchazo de Pin en U.H.? nel Correo de Mallorca preparan wna te- futacion del Manifesto y un auto-de-fe de los poemas..." (Meneses op. it, pag. 35) Yen carta a Abramowicr:~.. Alomar, Sureda y yo hemos hecho el Mani Jiesto que Ws sabes y que provocé un asombro y un escindalo espléndios" 108, ANATOMIA DE MI “ULTRA” La estética es el andamiaje de los argumentos edificados a pos- teriori para legitimar los juicios que hace nuestra intuicién sobre las manifestaciones de arte. Esto, en Jo referente al critico. En lo que ataiie a los artistas, el caso cambia. Puede asumir todas las formas entre aquellos dos polos antagénicos de la mentalidad, que son el polo impresionista y el polo expresionista. En el pri- mero, el individuo se abandona al ambiente; en el segundo, el ambiente es el instrumento del individuo. (De paso, es curioso constatar que los escritores autobiograficos, los que més alarde hacen de su individualidad recia, son en el fondo los mas sujetos 4 las realidades tangibles. Verbigracia, Baroja.) Solo hay, pues, dos estéticas: la estética pasiva de los espejos y la estética activa de los prismas. Ambas pueden existir juntas. Asi, en la renova- ién actual literaria —esencialmente exptesionista— el futuris- ‘mo, con su exaltaciGn de la objetividad cinética de nuestro siglo, representa la tendencia pasiva, mansa, de sumisi6n al medio... Ya cimentadas estas bases, enunciaré las intenciones de mis esfuerz0s liricos. Yo busco en ellos la sensacién en sf, y no la descripcién de las premisas espaciales 0 temporales que la rodean. Siempre ha si do costumbre de los poetas ejecutar una reversién del proceso este aspecto desolador pues sabido es la pectliar condicidn de los jovenes para abstraerse del mundo que los rodea, maxime si son poetas”. En 1922, Jacobo ‘Sureda via a Leysin por prescripeién médica. Elvira murié et 11 de octubre de ‘se afi, “Nadie comunieé la triste noticia a Jacobo. Este, al no ver la firma de su hermana en las cartas familiares, comprendis el final. uy ‘emotivo que se habia operado en su conciencia; es decit, volver de la emocién a la sensacién, y de ésta a los agentes que la cau- saron. Yo —y nétese bien que hablo de intentos y no de reali- zaciones colmadas— anhelo un arte que traduzca la emocién desnuda, depurada de los adicionales datos que la preceden. Un arte que rehuyese lo dérmico, lo metaffsico y los tiltimos planos ‘egocéntricos o mordaces. Para esto —como para tode poesia— hay dos imprescindi- bles medios: el ritmo y la metéfora. El elemento actistico y el ele- mento luminoso. El ritmo: no encarcelado en los pentagramas de la métrica, sino ondulante, suelto, redimido, bruscamente truncado. La metafora: esa curva verbal que traza casi siempre entre dos puntos —espirituales— el camino mas breve. * Ultra, Madtld, Afio 1, N° 11, 20 de mayo de 1921, 118 ULTRA{SMO! Antes de comenzar la explicacién de la novisima estética, conviene desentrafiar la hechura del rubenianismo y anecdotis- mo vigentes, que los poetas ultraistas nos proponemos llevar de calles y abolir. ¥ no hablo del clasicismo, pues el concepto que de Ia lirica tuvieron la mayoria de los cldsicos —esto es, la urdidura de narraciones versificadas y embanderadas de imagenes, o el so- noro desarrollo dialéctico de cualquier intencién ascética o jac- tancioso rendimiento amatorio— no campea hoy en parte algu- na. En lo que al rubenianismo ataie, puedo sefialar desde ya un hecho significativo. Los iniciales compafieros de gesta de Rubén van despojando su labor de las habituales topificaciones que sig- nan esa tendencia, y realizando aisladamente obras desemejan- tes, Juan Ramén Jiménez propende asf a una suerte de psico- logismo confesional y abreviado; Valle-Inclin gesticula su incredulidad jubilosa en versos pirueteros; Lugones se olvida de blanco en derredor y con un grabado hecho por mi hermana. Saliamos de no- ‘che —Gonzilez Lanuza, Piero, mi primo y yo— armados de tarros de goma y de brochas que aportaba mi madre y cariinando a lo largo de milla, los pegs ‘bamos en las calles Santa Fé, Callao, Entre Rios y México". (“Autobiogeafia”, en ‘Monegal, 1987, pigs. 152 y 153.) 1. Este articulo apareci6 casi simultineamente con el primer nimero de Prima, Es e primer texto que Borges putlicé en la revista Norotres. Dice Borges: “=. Alfredo Bianchi, de la revista Nosotres, vio uno de nuestros murals y nos vit6 a publicar una antologia ultaista en las paginas de su sida revista”, (“AU- tobiografia, 1970, en Monegal, 1987, pig. 153.) La antologia “Poemas Ultrats- tas" aparecté en el N* 160 de Nosotros, septiembre de 1922, En ella se incluyd, *Sibado”. (Véase pig. 195.) 154 Laforgue y las metaforas formales para encaminarse a los p: sajes sumisos; Pérez de Ayala ensancha en su prosa recia y pal- pable la tradicién de Quevedo, y e! cantor de La Tierra de Al- vargonzélez se ha encastillado en un severo silencio. Ante esa divergencia actual de los comenzadores, cabe empalmar una ex- presion de Torres Villarroel y decir cue considerado como cosa viviente, capaz de forjar belleza nueva o de espolear entusiasmos, el rubenianismo se halla a las once y tres cuartos de su vida, con las pruebas terminadas para esqueleto. Esto lo afirmo, pese a la numerosidad de monederos falsos del arte que nos imponen ain las oxidadas figuras mitolégicas y log desdibujados y lejanos epi- tetos que prodigara Darfo en muchos de sus poemas. La belleza rubeniana es ya una cosa madurada y colmada, semejante a la belleza de un lienzo antiguo, cumplida y eficaz en la limitacién de sus métodos y en nuestra aquiescencia al dejarnos herir por sus previstos recursos; pero por eso mismo, es una cosa acabada, concluida, anonadada. Ya sabemos que manejando palabras cre- pusculares, apuntaciones de colores y evocaciones versallescas 0 helénicas, se logran determinados efectos, y es porfia desatinada inttil seguir haciendo eternamente la prueba. Por cierto, muchos poetas jévenes que aseméjanse inicial- mente a los ultraistas en su tedio comtin ante la cerrazén rube- niana, han hecho bando aparte, intentando rejuvenecer la lirica mediante las anécdotas rimadas y el desalifio experto. Me refie- ro a los sencillistas que tienden a buscar poesia en lo comin y corriente, y a tachar de su voeabullario toda palabra prestigi Pero éstos se equivocan también. Desplazar el lenguaje coti no hacia la literatura, es un error. Sabido es que en la conversa- cién hilvanamos de cualquier modo los vocablos y distribuimos los guarismos verbales con generosa vaguedad... El miedo a la ret6rica —miedo justilicado y legitimo— empuja los sencillistas a otra clase de retérica vergonzante, tan postiza y deliberada co- mo la jerigonza académica, o las palabrejas en lunfardo que se desparraman por cualquier obra nacional, para crear el ambie1 te, Ademés, hay otro error més grave en su estética. Ni la escri tura apresurada y jadeante de algunas fragmentarias percepcio- 155 nes ni los gironcillos autobiograficos arrancados a la totalidad de Jos estados de conciencia y malamente copiados, merecen ser poesfa. Con esa voluntad logrera de aprovechar el menor épice vital, con esa comezén continua de encuadernar el universo y encajonarlo en una estanteria, s6lo se llega a un sempiterno es- pionaje del alma propia, que tal vez resquebraja e histrioniza al hombre que lo ejerce {Qué hacer entonces? El prestigio literario est4 en baja; los in- telectuales ternen que los socalifien con palabras bonitas ¢ inhiben. ‘su emotividad ante el menor alarde oratorio; las enumeraciones de Whitman y su compafierismo vehemente nos parecen lejanos, le~ sgendarios; los mas acérrimos partidarios del susto vocean en balde derrumbamientos y apoteosis. ¢Hacia qué norte emproar la Lirica? El Ultrafsmo es una de tantas respuestas a la interrogacién anterior. El Ultrafsmo lo apadriné iniciaimente el gran prosista sevilla~ no Rafael Cansinos Assens y en sus albores no fue més que una voluntad ardentisima de realizar obras noveles € impares, una re- solucién de incesante sobrepujamiento. Asi lo definié el mismo mo es una voluntad caudalosa que rebasa to- do limite escolistico. Es una orientacién hacia continuas y reite- radas evoluciones, un propésito de perenne juventud literaria, ‘una anticipada aceptacién de todo médulo y de toda idea nuevos. Representa el compromiso de ir avanzando con el tiempo”. Estas palabras fueron escritas en el otofio de 1918. Hoy, tras dos aiios de variadisimos experimentos liticos ejecutados por una treintena de potas en las revistas espafiolas Cervantes y Gre- cia —capitaneada esta tiltima por Isaac del Vando Villar— pode ‘mos precisar y limitar esa anchurosa y precavida declaracion del ‘maestro. Esquematizada, la presente actitud del Ultraismo es re~ sumible en los principios que siguen: 1. Reduccién de la Ifrica a su elemento primordial: la me= téfora. 2. Tachadura de las frases medianeras, los nexos, y los ad- jetivos iniitiles. 3. Abolicién de los trebejos ornamentales, el confesionalis- mo, la circunstanciacién, las prédicas y la nebulosidad rebuscada. 4. Sintesis de dos o mas imagenes en una, que ensancha de ese modo su facultad de sugerencia. Los poemas ultraicos constan pues de una serie de metéfo- ras, cada una de las cuales tiene sugestividad propia y compen- diza una visién inédita de algtin fragmento de la vida. La dese- mejanza raigal que existe entre la poesia vigente y la nuestra es la que sigue: En la primera, el hallazgo lirico se magnilica, se agi- ganta, y se desarrolla; en la segunda, se anota brevemente. (Y no credis que tal procedimiento menoscabe la fuerza emocional! “Mas obran quintas esencias que f4rragos” dijo el autor del Criti- cén en sentencia que seria inmejorable abreviatura de la estética ultrafsta. La unidad del poema la da el tema comin —intencio- nal u objetivo— sobre el cual versan las imagenes definidoras de sus aspectos parciales. Escuchad a Pedro Gartias: ‘Andar con polvo de horizontes en los ojos tendida la inquietud a la montafia y desgranar Jos siglos rosarios de cien cuentas sobre nuestra esperanza, Ya estos otros: ROSA M{STICA Era ella Y nadie lo sabia Pero cuando pasaba Los Arboles se arrodillaban 187 Y en su cabellera Se trenzaban las letantas. Era ella, Era ella. Me desmayé en sus manos Como una hoja muerta Sus manos ojivales Que daban de comer a las estrellas Por el aire volaban Romanzas sin sonido Y en su almohada de pasos ‘Yo me quedé dormido. Gerardo Diego VIAJE Los astros son espuelas que hieren los ijares de la noche En la sombra, el camino claro ¢s la estela que dejé el Sol de velas desplegadas mi corazén como un albatros siguié el rumbo del scl. Guillermo Juan, PRIMAVERA La tiltima nieve sobre tus hombros joh amada vestida de claro! El iltimo arco-iris, hecho abanico entre tus manos. Mira: El hombre que mueve el manubrio ensefia a cantar a los pajaros nuevos La primavera es el poema de nuestro hermano el jardinero. Juan Las? EPITALAMIO Puesto que puedes hablar no me digas lo que piensas Tu corazén envuelve tu came, Sobre tu cuerpo desnudo mi voz cosecha palabras. Te traigo de Oriente el Sol para tu anillo de Bodas. En el hecho que espera una rosa se desangra. Heliodoro Puche CASA VACIA Toda la casa esté Ilena de ausencia La telarafia del recuerdo pende de todos los techos. 2. “Curiosamente fue Cansinos quien, en 1919, invents el término ‘Ultrafs- ‘mo. [+] Con el seudénimo de Juan Las habia escrito algunas breves, lacinicas, Diezas ultrastas". ("Las memorias de Borges", op cit) 159 En la urna de las vitrinas estén presos los ruiseftores del silencio. Hay preludios dormidos que esperan la hora del regreso. El polvo de la sombra se pega a los vestidos de los muros, En el reloj parado se suicidaron los minutos. Emesto Lépez-Parra La lectura de estos poemas demuestra que sélo hay una con- formidad tangencial entre el Ultraismo y las demas banderias es- téticas de vanguardia. La exaspetada retorica y el bodrio dina- mista de los poetas de Milén se hallan tan lejos de nosotros como el zumbido verbal, las enrevesadas series sildbicas y el terco au- tomatismo de los sonémbulos del Sturm o la prolija baratinda de os unanimistas franceses... ‘Ademés de los nombres ya citados de poetas ultrafstas, no hay que olvidar a J. Rivas Panedas, a Humberto Rivas, a Jacobo Sureda, a Juan Larrea, a César A. Comet, a Mauricio Bacarisse y a Eugenio Montes. Entre los escritores que, envidndonos su adhesin, han colaborado en las publicaciones ultrafstas, baste- me aludir a Ramén Gémez de la Serna, a Ortega y Gasset, a Va- lle-Inclén, a Juan Ramén Jiménez, a Nicolas Beauduin, a Ga- briel Alomar, a Vicente Huidobro y a Maurice Claude. En el terreno de las revistas, la hoja decenal Ultra reemplaza actual- mente a Grecia e irradia desde Madrid las normas ultraicas. En Buenos Aires acaba de lanzarse Prisma, revista mural, fundada por E. Gonzalez Lanuza, Guillermo Juan y el firmante. De real interés es también el sagaz estudio antol6gico publicado en el N° 160 23 de Cosmépolis por Guillermo de Torre, brioso polemista, poe- ta, y forjador de neologismos. Un resumen final, La poesia lirica no ha hecho otra cosa has- ta ahora que bambolearse entre la cacerfa de efectos auditivos 0 visuales, y el prurito de querer expresar la personalidad de su hacedor. El primero de ambos empefios atafie a la pintura o la miisica, y el segundo se asienta en un error psicol6gico, ya que la personalidad, el yo, es slo una ancha denominacién colecti- vva que abarca la pluralidad de todos los estados de conciencia. Cualquier estado nuevo que se agregue a los otros llega a for- mar parte esencial del yo, y a expresarle: lo mismo, lo “indivi- dual” que lo “ajeno”. Cualquier acontecimiento, cualquier per- cepcién, cualquier idea, nos expresa con igual virtud; vale decir, puede afiadirse a nosotros... Superando esa intitil terquedad en fijar verbalmente un yo vagabundo que se transforma en cada instante, el Ultraismo tiende a la meta primicial de toda poesia, esto es, ala transmutacién de la realidad palpable del mundo en realidad interior y emocional. * Nosotros, Buenos Aires, Afio 15, Vol. 39, N* 151, diciembre de 1921

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