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Misterio de Elche

Descenso del ángel en la Magrana.


El Misterio de Elche es un drama sacro-lírico que recrea la Muerte, Asunción y
Coronación de la Virgen María. Dividida en dos actos, la obra se escenifica cada 14 y
15 de agosto en el interior de la Basílica de Santa María, en la ciudad española de Elche.
Investigaciones recientes sitúan el origen de dicha obra en torno a la segunda mitad del
siglo XV; contradiciendo así a las tradiciones locales, que la relacionan, por una parte,
con la conquista del Elche musulmán (1265) y, por otra, con el hallazgo de la imagen de
la Virgen, dentro de un arca de madera, el 29 de diciembre de 1370, en la cercana
localidad costera de Santa Pola.
Se trata de la única obra en su género que ha sido representada sin interrupción hasta la
actualidad; superando incluso el impedimento que supuso la prohibición de representar
obras teatrales en el interior de las iglesias por parte del Concilio de Trento. Fue el Papa
Urbano VIII quien, en 1632, concedió al pueblo de Elche, a través de una bula, el
permiso para continuar con dicha representación.
Todos y cada uno de los personajes son representados por varones; tratando de respetar
así el origen litúrgico-medieval de la misma, que prohibía expresamente la aparición de
mujeres en este tipo de representaciones.
El texto del Misterio, a excepción de algunos versos en latín, se encuentra íntegramente
escrito en valenciano antiguo.
La música es una amalgama de estilos de diferentes épocas que incluyen motivos del
Medievo, del Barroco y del Renacimiento.
El 18 de mayo de 2001, la UNESCO la declaró Obra Maestra del Patrimonio Oral e
Inmaterial de la Humanidad. Algunos de los reconocimientos al Misteri incluyen,
además, los de Monumento Nacional por el Gobierno de la II República española, en
1931; Fiesta de Interés Turístico Internacional por el Ministerio de Información y
Turismo, en 1980; la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña así como la
Corbata de la Orden de Alfonso X el Sabio del Ministerio de Educación y Ciencia, en
1988; y la Corbata de la Orden de Isabel la Católica del Ministerio de Asuntos
Exteriores, en 1990; entre otros.
Origen

Página del Consueta de 1709.


El origen del texto
El primer testimonio que tenemos de texto es una copia efectuada en el siglo XVII. El
manuscrito original se perdió, pero la copia se conserva, aunque no es fácil saber la
fecha exacta a la que perteneció. En la actualidad la copia más antigua que tiene el
ayuntamiento es del 1709, era una copia del Consueta para los Mestres de la Capella. El
Consueta es un nombre antiguo que se da a un cuaderno de apuntes, en el cual se anota
el rito a seguir en cualquier celebración, en este caso el Cosueta de la fiesta.
Tradicionalmente se ha dicho que el texto estaba escrito en lemosín, pero esto es un
error, ya que lemosín es solo el nombre equivocado con el que antiguamente se llamaba
al catalán hablado en el Reino de Valencia, también llamado lengua valenciana. El texto
es corto, está formado por 139 versos en la primera parte y 119 en la segunda. Los
versos en la mayoría son cortos y con una versificación muy sencilla. Al empezar todo
el texto no se canta, pero poco a poco se va ampliando la música hasta que alcanza todo
el texto. El autor se desconoce, pero es sin duda muy antiguo. Algunos investigadores
han creído que podría ser el Infante Don Juan Manuel, pero no es seguro.
El origen de la música
La parte musical fue estudiada por Óscar Esplá, según el cual la partitura es de
diferentes épocas. La parte más antigua podría arrancar de la liturgia mozárabe (origen
medieval) a ellos pertenecen los cantos de María y del Ángel que son de origen
desconocido. De otras partes más modernas se conocen algunos autores como:
Ginés Pérez (1548) autor de “A vosaltres a pregar que s’ens anem a soterrar”.
Antonio de Ribera (1521) autor de “Flor de virginal bellesa”, “Aquesta gran novetat”.
Lluís Vich (1594) que es el autor de “Ans d’entrar en la sepultura”.
El autor del Ternari es desconocido, pero por sus características debe ser también del
siglo XVI. Por último hay aportaciones posteriores, porque la Festa siempre ha sido una
cosa viva en permanente evolución.
El origen de la representación
Como en lo referente al texto y a la música, tampoco el origen de la representación está
datado, pero se sabe que ya en 1266 existió un documento real autorizando la
celebración, o sea que, tan solo 24 años después de ser expulsados los musulmanes ya
se celebraba en Elche una representación sobre la Asunción, aunque sería muy distinta a
la actual, pero cuando la representación toma su verdadera forma es con la introducción
de la tramoya barroca, que aporta numerosos artefactos, así que en el Consueta de 1625
se nombran: “el Cadafal”, “el Llit” (cama en valenciano), la Nuve (“La mangrana”),
también se habla de disparos de cohetes, repique de campanas, procesiones de entrada y
salida, la lucha contra los judíos (La Judiada).
La Obra
Acto Primero La Vespra
Tiene lugar el día 14 de agosto, terminado el solemne oficio de las I Vísperas de la
Solemnidad. Comienza con la Virgen, María Salomé, María Jacobe y seis ángeles
presentándose en la puerta de la Basílica. Suena el órgano de la iglesia. El Arcipreste y
los Caballeros recorren la rampa que conduce al escenario (cadafal) y la Virgen entona
un canto de ayuda, dirigiéndose al cortejo que la acompaña. Éstos, a su vez, le declaran
su lealtad. Ella, entonces, se arrodilla y muestra su intención de reunirse con su Hijo.
Luego asciende, acompañada de su séquito, hacia el cadafal, al tiempo que va
evocando, en una suerte de Vía Crucis, la Pasión de Cristo.
Una vez arriba, se arrodilla de nuevo mientras las dos Marías y los ángeles la
acompañan de pie a su lado. La Virgen vuelve a expresar el deseo de reunirse con su
Hijo.
Más tarde, las puertas del cielo se abren y, dentro de una esfera granate y dorada
(llamada magrana o granada), un ángel desciende para entonar un canto en el que
saluda a la Virgen, anunciándole que su Hijo le concede su deseo.
El ángel se aproxima a María entregándole una palma. Ella la toma y le hace saber su
deseo de verse acompañada por los apóstoles en el momento de su muerte. El ángel
asciende de nuevo al cielo garantizando el anhelo de la Virgen.
San Juan, vestido de blanco, aparece al pie de la rampa que conduce al cadafal, llevando
en su mano el Evangelio. Una vez arriba, María le hace saber lo inminente de su muerte,
al tiempo que le entrega a San Juan la palma que le concedió el ángel. Él la recibe y
entona, más tarde, un canto de tristeza.
Subiendo hacia el cadafal, el apóstol San Pedro, portando consigo las llaves del cielo, se
muestra sorprendido por los acontecimientos. Llegado al lecho de María, la saluda
entonando un canto mientras seis apóstoles más suben por la rampa.
Escultura representando al "Ternari"
En ese momento, tres apóstoles (entrando a la iglesia por tres puertas diferentes) se
saludan entre sí y cantan sorprendidos por dicha coincidencia (escena conocida como
"El Ternari"). Más tarde, suben al cadafal y, ya juntos, todos los apóstoles (a excepción
de Santo Tomás) entonarán una Salve a la Virgen.
Finalizada, San Pedro se dirige a María y le pregunta sobre el misterio que encierra toda
esta congregación. El séquito de la Virgen se reúne en torno a María y, ésta, entristecida,
pide a sus hijos que la entierren en el Valle de Josafat.
Con las últimas notas, la Virgen cae muerta en el lecho. Los apóstoles, con velas
encendidas, entonan un canto en el que esperan su resurrección.
Las puertas del cielo se abren y cinco ángeles (Araceli) descienden cantando a la Madre
de Dios. Una vez abajo, toman posesión del alma de María, al tiempo que ascienden de
nuevo entonando los mismos cánticos del inicio.
El arcipreste de Santa María y los Caballeros suben al cadafal y besan los pies del
cuerpo difunto de la Virgen. Les siguen las dos Marías, los ángeles y los apóstoles.
Luego, San Juan, coloca sobre María la palma dorada. Concluye así el primer acto.
Acto Segundo La Festa
Tiene lugar al día siguiente, 15 de agosto. Una vez han terminado las Solemnes II
Vísperas de la Solemnidad, el Rvdo. Sr. Arcipreste y los Caballeros suben por la rampa
y besan los pies de la Stma. Virgen. Tras ellos, los apóstoles, se van situando a su
alrededor. María Salomé, María Jacobe y el séquito de ángeles esperan al inicio del
corredor.
Tres apóstoles cantan invitando al cortejo a unirse al sepelio. Cuatro de ellos descienden
por la rampa y, contestándose mutuamente, el séquito y los apóstoles ascienden juntos
hasta el cadafal.
San Pedro recoge la palma que descansa sobre el cuerpo de la Virgen y, dirigiéndose a
San Juan, le hace entrega de la misma, pidiéndole que la lleve. Éste acepta y, algo
después, todos los discípulos, arrodillados frente al cuerpo de la Virgen, inician un canto
preparando así su entierro.
Finalizado, vuelven a levantarse entonando esta vez el salmo In exitu Israel d'Egipto,
propio de la liturgia de exequias. De repente, intrigados por los cantos, un grupo de
judíos aparece en escena al inicio del corredor. Dos de ellos suben hacia el cadafal
descubriendo a los apóstoles alrededor de la Virgen. Vuelven abajo y hacen saber a los
otros el motivo de la intriga. Éstos, alterados, deciden atacar al grupo de discípulos con
el fin de llevarse el cuerpo sin vida de María y destruirlo más tarde.
El Gran Rabino, que forma parte del grupo, interrumpe amenazante el salmo que los
apóstoles seguían entonando. Los judíos, entonces, comienzan a subir hacia el cadafal.
San Juan y San Pedro intentan impedir el sacrilegio enfrentándose al malintencionado
grupo. Pero éstos, más numerosos, consiguen llegar arriba y acercarse al cuerpo de
María. Uno de ellos, tratando de cogerlo, ve cómo sus propias manos se paralizan, en
una suerte de milagro. Los demás, testigos del mismo, caen de rodillas abrumados y
contritos. Cantan, entonces, suplicando a Dios su ayuda.
Inscripción en la Basílica de Santa María de Elche conmemorando el reconocimiento de
la Unesco al Misterio de Elche.
Los discípulos, apiadándose de ellos, les piden que tengan fe en la virginidad de María.
El grupo de judíos, arrodillados aún, suplican ser bautizados, cantando así a los
apóstoles, que reconocen a María como la Madre del Hijo de Dios.
San Pedro los bautiza. Los judíos se muestran jubilosos y comienzan a cantar dando
gracias a la Virgen. Uno de ellos, con una cruz alzada, da comienzo a la procesión que
culminará con el entierro de María.
El órgano de la iglesia suena en ese momento y las puertas del cielo se abren. El Araceli
vuelve a bajar, portando consigo el alma de la Virgen y el canto de los ángeles inunda la
basílica prometiendo la resurrección de María.
Los Caballeros regresan a la iglesia acompañando a Santo Tomás (que, según la
tradición, regresaba de la India, donde había sido enviado a predicar). Éste,
desconsolado por no haber podido asistir al sepelio, comienza a entonar un canto
implorando a la Virgen su perdón.
El cielo, entonces, se vuelve a abrir y Dios Padre, acompañado de la Santísima Trinidad,
comienza a bajar. Éste, portando en sus manos una corona dorada, la deja caer
posándose suavemente sobre la cabeza de María. ¡Una lluvia venida del cielo cubre de
oro la escena, las campanas del templo repican y una salva de cohetes se lanza mientras
espectadores y actores culminan la representación clamando Visca la Mare de Déu!
La Santísima Trinidad y el Araceli han subido al cielo. Y los apóstoles, junto a los
judíos, entonan finalmente el Gloria Patri.

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