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“Nunca nos cansaremos de decir que Bin Laden es una cria- tura de los servicios estadounidenses. No soy tan ingenuo como para creer en la pureza ni en la grandeza, ni siquiera en una remota eficacia de estas matanzas suicidas. Pero digo que este precio atroz se paga fundamentalmente con la des- truccién minuciosa de toda racionalidad politica por parte de los dominantes de Occidente, empresa que pudo ser tan ampliamente practicable por la abundancia, particularmen- te en Francia, de las complicidades intelectuales y populares. cUstedes querian encarnizadamente liquidar hasta el recuer- do la Idea de revolucién? 2Desterrar todo uso, incluso ale- gorico, de la palabra ‘obrero’? No se queien del resultado. Aprieten los dientes y maten a los pobres. O haganlos matar por sus amigos estadounidenses.” {Como puede repercutir la filosofia en la politica? En nada, suele decirse. Sin embargo, asegura Alain Badiou, la filosofia una y otra vez incide en la practica. No son las tapas de los diarios las que “deciden" la importancia de un acontecimien- to, sino los filésofos. Tal como en Circunstancias, en este vo- lumen el autor instala su mirada critica sobre los grandes problemas del mundo actual: la querra de Irak, las relaciones entre Francia y Alemania, las leyes contra el uso del velo is- lamico en Europa, entre otros. | U. DELINA ~ arBLIoTEcA iii 4: Dy HS?) CT ler a libros det Zorzal ALAIN BADIOU Filosofia del presente | ALAIN Bapiou Filosofia del presente o ‘acu, Asin Fiosota del presente 12.0 Buenas Aes: Libros del Zz, 2005, Hap: ates em (tavadaaterta) Tiaduiso or Falcon Alejandina (sa 987-1081-650 1 neyo Franc alse Aljansinn ta, Ttlo COO 844 122248 itiet TRADUCCION * ALEIANDRINA FALCON Eoicion + Octavio Kuvesz Forocnatia 0& 2A + PanLo GALARZA Disefio « Veronica Fein we Tio oman: Crconstances, 2, © Eeditions Lignes & Manifestes, 2004 ‘Guerra y Tiempo": Pars Vl Jussieu, aula 4, 26 de febrero de 2003, “Vaclo © infinito”: Marella, sala del consejo general, 3 de abril de 2003, © Libros dal Zorzal, 2005 Buenos Aires, Argentina Esta obra, publicada en el marco del Programa de Ayuda a la Publicacién Vitoria Ocampo, he recibide el apoyo del Ministére des Affaires Eta ¥ del Servicio Cultural de la Embajada de Francia en la Argentina Cet ouvrage, publié dans le cadre du Programme d’Aide 4 la Publication Victoria Ocampo, bénéficie du soutien du Ministére des Affaires Etrangéres ‘et du Service Culture! de Ambassade de France en Argentine, joes SBN 987-1081-65-0 Libros del Zorzal Printed in Argentina Hecho el depdsito que previene la ley 11.723 Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de Filosofia del presente, escribanos a: info@delzorzal.com.ar www.delzorzal.com.ar Aan indice Prefacio Circunstancias y filosofia... 1 Fragmentos de un diario puiblico sobre Ja guerra estadounidense contra Irak APENdiCe nnnnmnnnnnnennnn oT zi La potencia de lo abierto.. a Velo... 69 4. Tercer esbozo de un manifiesto del afirmacionismo...1nue-87 Prefacio (CIRCUNSTANCIAS Y FILOSOFIA Este texto se extrajo de Ia transcripcion de ta apertura de un se- ‘minario realizado en Buenos Aires, en la sede de ta Alianza Fran- cesa, gracias « la invitacién de Gerardo Yoel. El seminario en st Conjunto trata sobre “cine y filosofia”. Me proponia mostrar en qué sentido el cine puede ser wna situacién filoséfica. Asimismo, Inubo un esbozo de to que sigue en una confrontacién amistosa con Slavoj Zizek, convacadia por el Instituto francés de Viewa. {Qué es una situaci6n filoséfiea? Qué de todo lo que nos proponen las circunstancias justifica Ja pertinencia del examen filoséfico? No todo, por cierto. Evidentemen- te, como sostiene Guy Lardrau, no cualquier discurso, cualquier asercién, sino aquellas que se refieren a la “gran politica”. Propongo la siguiente definicién abstracta: una situacidn es filos6fica, 0 “para” la filosofia, cuando im- pone la existencia de una relacién entre términos que, en general, o para la opinién establecida, no pueden tener relaci6n. Una situacién filoséfica es un encuentro. Un en- cuentrs términos esencialmente extrafios, uno Tespecto del otro, cto del ‘Voy a dar tres ejemplos: (- El primer ejemplo ya esta, me atrevo a decir, filos6fi- c amente formateado, Se encuentra en el didlogo de Platén Gorgias. Este diélogo expone el encuentro, extremada- mente brutal, entre Socrates y Calicles. ¥ este encuentro crea una situacién filoséfica, por lo demas agenciada de manera absolutamente teatral. {Por qué? Porque el pen- samiento de Sécrates y el pensamiento de Calicles no tienen ‘Avan Baoiou ninguna medida comin. Son dos pensamientos ajenos uno al otro. La discusién entre Calicles y Sécrates la es- cribe Plat6n de manera tal que podamos comprender lo que significa que dos pensamientos sean inconmensura- bles, como lo son la diagonal y el lado de un cuadrado. Esa discusién es una relacién entre dos términos privados de toda relacién. Calicles sostiene que el derecho es la fuerza, ‘que el hombre feliz. es el tirano, el hombre que vence a los demas hombres mediante la astucia y la vio- lencia, Sscrates sostiene que el hombre verdadero, idén- tico al hombre feliz, es el Justo, en el sentido filosdfico del términd Entre la justicia cama violencia y la justicia como pensamiento no tenemos una simple oposicién que se pueda tratar a través de argumentos sometidos a una norma comin. Tenemos la falta de toda relacién verda- dera. Sucede entonces que la discusién no es una discu- sin, sino una confrontacién. Todo el mundo comprende, al leer el didlogo, que de ningtin modo uno de ellos va a convencer al otro, sino que habré un vencedor y un ven- cido. De hecho, esto explica que los métodos de Sécrates en este dilogo no sean mucho mas nobles que los de Ca- licles. Quien quiere el fin pone los medios, y lo importan- te es triunfar, en particular triunfar en el espiritu de los j6- venes que presencian la escena. Finalmente, Calicles es vencido. No reconoce derrota alguna, pero calla y se queda en su rineén, Notese que él es el derrotado en una puesta en escena de Platén. Es pro- bable que ésta sea una de las pocas ocasiones en que al- guien del estilo de Calicles resulta derrotado. Tales son las dichas del teatro. De acuerdo con esta situacién, qué es la filosofia? Su linica tarea es mostrarnos que“debemos elegir. Debemos elegir entre los dos tipos de pensamiento. Debemos deci- Fuosorla bet resect u dir estar del lado de Sécrates o del lado de Calicles. En este ejemplo, la filosoffa se enfrenta al pensamiento como eleccidn, al pensamiento como decisidn. Si tarea propia es clarificar la eleccién. Podemos decir entonces: una si- tuacidn filoséfica es el momento en que se ilumina una cleccién. Una eleccién de existencia o una cleccién de Pensamiento, A. Segundo ejemplo: la muerte del matemético Arqui- ‘medes. Arquimedes es uno de los més grandes espiritus que la humanidad haya conocido. Atin hoy los textos matemiticos de Arquimedes resultan sorprendentes. Es alguien que ya ha reflexionado sobre el infinite: practica- mente inventé el cAlculo infinitesimal, veinte siglos antes que Newton. Es un genio excepcional. Arquimedes era un griego de Sicilia, cuando Sicilia fue invadida y ocupada por los romanos. Arquimedes particip6 de Ja resistencia, invents nuevas maquinas de gtterra, pero los invasores finalmente vencicron. A principios de la ocupacién romana, Arquimedes retoma sus actividades. Tenia la costumbre de dibujar fi- guras geométricas en 1a arena, Un dia en que estaba ast, a Ia orilla del mar, pensando a partir de complicadas figuras que habia trazado, un soldado romano, una suerte de mensajero, llega diciendo que el general Marcellus quiere verlo, Los romanos sentian mucha curiosidad por los sa- bios griegos. El mismo tipo de curiosidad que un impor- tante gerente general de una multinacional de cosméticos puede sentir por un filésofo de renombre. El general Mar- cellus, deciamos, quiere ver a Arquimedes. Entre nosotros, no creo que sea licito pensar que este militar conociera a fondo las matemdticas. Simplemente, y eso hace honor a stt curiosidad, queria ver qué aspecto tenia un resistente como Arquimedes. De ahf el mensajero frente en la playa. Pero ‘Avan Baoiou Arquimedes no se mueve. El soldado repite: “El general Marcellus quiete verte”. Arquimedes sigue sin responder. Fl romano, a quien tampoca debian de interesarle dema- siado las matematicas, no concibe que se desatienda una orden de su general. ";Arquimedes, el general quiere verte!” Arquimedes alza un poco la mirada y le dice: "Dé- jame terminar mi demostracién”. Y el soldado le responde: “"jPero Marcellus quiere verte! De qué demostracién me hablas?” Arquimedes vuelve a comenzar sus célculos sin responder, Al cabo de un tiempo, absolutamente furioso, el soldado saca su espada y lo hiere. Arquimedes se des- ploma y mucte. Su cuerpo borra sobre Ja arena la figura geométrica, ePor qué esta situacién habria de ser filos6fica? Por- que muestra lo siguiente: entre el derecho del Estado y el pensamiento creador, sobre todo el pensamiento ontols- gico puro encamado en las matemiticas, no hay medida comin. No hay discusi6n verdadera, En definitiva, el po- deres la violencia, en tanto que el pensamiento creador no conoce otra coercién que sus reglas inmanentes. Para la ley de su pensanuento, Arquimedes queda fuera de la ac- cién del poder. Bl tiempo propio de la demostracién no puede integrar las urgencias y los llamados de los milita- res vencedores. Por ese motivo, finalmente se ejercerd la violencia, mostrando asi que no hay medida ni cronologia comin entre el poder, por un lado, y las verdades, por otro, Las verdades como creacién. Recordemos de paso que durante la ocupaci6n de los suburbios vieneses, llevada a cabo por el ejército estadouni- ciense a fines de la Segunda Guerra Mundial, un G1. mato, evidentemente sin conocerlo ni reconocerlo, al mayor genio musical de aquel momento, el compositor Anton Webem, Un accidente. Una situacién filoséfica acciden- Fuosoria ont tal. Digamos que entre el poder y las verdades hay una distancia: la distancia entre Marcellus y Arquimedes. Dis- tancia que el mensajero, un soldado sin duda obtuso pero disciplinado, no llega a franquear. Esta vez. la misién de la filosoffa es iluminar esa distancia. Debe reflexionar y pen- sar una distancia sin medida, 0 una distancia cuya medida debe ser inventada por la filosofia misma. Primera definicidn de situacién filoséfica: iluminar la eleccién, la decisis finicién de situacién fila- Séfica: iluminar Ja distancia entre el verdades. Mi tercer ejemplo es una pelicula. Una pelicula sor- prendente del japonés Mizoguchi, Una pelicula que se llama Los Amantes crucificados. Sin duda, una de las més bellas peliculas de amor que haya sido realizada, La historia es extremadamente banal. Se sittia en esas épocas clisicas japonesas cuya disponibilidad plastica, sobre todo en blanco y negro, parece inagotable. Una mujer joven esta casada con el propietario de un pequeio taller, un buen hombre, con una buena posicién, un poco borracho, un poco disipado, sin maldad, pero a quien ella ho ama ni desea. Llega wn joven, un empleado, de quien se enamora. Evidentemente, en esos tiempos clisicos en que Mizoguchi exalté a las mujeres, su desgracia y su re- sistencia, el adulterio se castigaba con la muerte: los e6m- plices debian ser crucificados. Los dos amantes terminan huyendo por los campos. Tenemos entonces una secucn- ia absolutamente extraordinaria de huida en el bosque, por el mundo de los senderos, de Jas cabafias, de los lagas yde las barcas. Fl amor, cautivo de su propio poder sobre tina pareja persegiuda y extenuada, aparece envuclto en una naturaleza tan opaca como poética. Durante ese tiem- po, el valiente esposo intenta proteger a los préfugos. Los esposos tienen la obligacién de denunciar a los adkilteros, Ata Bro. y ser su cémplice puede Hegar a costarles muy caro. Sin embargo, el marido -y ésa es la prueba de que ama pro- fundamente a su mujer- trata de ganar tiempo. Afitma que sui mujer se ha ido al interior, a lo de unos parientes... Un marido valiente, en verdad. Un bellisimo personaje de esta pelicula, una mediocridad densa. Pero, pese a todo, Jos amantes son denunciados y capturados. Y se los con- duce al suplicio. Entonces vienen las tiltimas imagenes de Ja pelicula, que constituyen una nueva instancia de la situacién filo- séfica. Los dos amantes atados espalda con espalda sobre un mulo; el plano ence ira Ta imagen de los dos amantes atados, yendo hacia una muerte atroz, y los muestra a ambos como extasiados, pero sin ningtin patios: en sus rostros se ve simplemente el esbozo de una sonrisa, una suerte de repliegue en Ja sonrisa. La palabra “sonrisa” es tan sélo una aproximacién. Los rostros indican que el hombre y la mujer estén plenamente inmersos en su amor Pero el pensamiento filmico, plasmado en el blanco y negro infinitamente matizado de los rostros, no es de nin- gin modo la idea roméntica de la fusion del anor y de le muerte. Estos “amantes_crucificados” nunca desearon norir. Por el contrario, el plano dice: “El amor es aquello que resiste ala muerte” Citando a Malraux, Deleuze oberva, en una confe- rencia en Ia Femis, que el arte es aquello que resiste a la muerte. Y bien, el arte de Mizoguchi no s6lo resiste a la muerte en esos planos magnificos, sino que lleva a pensar que el amor también resiste a la muerte, Por eso, como sa- bemos desde siempre, se crea ima connivencia entre el amor y el arte. ane Aquello que he denominado aqui la “sonrisa” de los amantes, a falta de un término mas adecuado, es una si- ( ( Fuosonia bet paesewte 15 tuacién filosdfica. Por qué? Porque, una vez més, des- cubrimos en ella lo inconmensurable, la relacién sin rela- cién. Entre el acontecimiento del amor, la conmocién de la existencia, y las reglas ordinarias de la vida, las leyes de la ciudad, las leyes del matrimonio, no hay medida comtin. Qué nos dird entonces la filosofia? Nos dira "Hay que pensar el acontecimiento”. Hay que pensar la excepcién. Debemos saber qué tenemos para decir sobre lo que no es ordinario. Es necesario pensar el cambio de Ia vida. Por Io tanto, podemos resumir las tareas de la filosofia en relacién con las situaciones. En primer lugar, iluminar las elecciones funcamentales del pensamiento. Y esa eleccisn se da siempre, “en tiltima instancia” (como habria dicho Althusser), entre aquello que es interesado y aquello desinteresado. En segundo lugar, iluminar la distancia entre el pen- samiento y el poder, la distancia entre el Estado y las verdades. Medir esa distancia. Saber si podemos frar quearla 0 no. En tercer lugar, iluminar el valor de la excepcidn. El valor del acontecimiento. El valor de Ia ruptura. ¥ esto, contra la continuidad de la vida, contra el conservadu- rismo social. Tales son las tres grandes tareas de la filosofia: debe tratar sobre la eleccién de la distancia y de la excepcién Al menos a partir del momento en que la filosofia es algo que tiene importancia en la vida, donde resulta ser algo més que una disciplina académica. Pero, mas prufundanente, la filosofia, confrontada con las circunstancias, busca el vinculo de los tres tipos de situaciones. El vinculo entre la eleccién, la distancia y la excepeidn. Siempre digo que un concepto filoséfico, en el Azan Broio sentido en que lo piensa Deleuze, es decir, en tanto crea- cidn, es aquello que anuda un problema de eleccién o de decision, un problema de distancia o de diferencia, y un problema de excepcién o de acontecimiento. Los conceptos filoséficos mas profundos nos dicen algo asi como: “Si usted quiere que su vida tenga sentido, €s necesario que acepte el acontecimiento, que permanezca a distancia del poder y que sea firme en su decision”. Esa es la historia que la filosofia no cesa de contarnos, bajo todas sus formas. Estar en la excepcidn, en el sentido del acontecimiento, guardar la distancia con respecto al poder ¥ aceptar las consecuencias, atin lejanas, atin dificiles, de una decision. Si se la entiende asi, y sélo asi, la filosofia es realmente aquello que ayuda a cambiar la existencia, ‘Todo el mundo repite después de Rimbaud: “Ia verda- dera vida estd en otra parte”. La filosofia no merece ni una hora de esfuerzo si no se consagra a lograr que la verda- dera vida esté presente, En vista de las citcunstancias, la verdadera vida esta presente en Ia eleccidn, en ia distancia y en el acontecimiento, Sin embargo, del lado de las circunstancias, no perde- remos de vista que una seleccién se impone para llegar al pensamiento de la verdadera vida. Seleccién fundada, ya lo hemos dicho, sobre el criterio de la inconmensurabilidad. Lo que une nuestros tres ejemplos es que se fundan Sobre una relacién entre términos heterogéneos: Calicles y Socrates, el soldado romano y Arquimedes, los amantes y la sociedad. El vinculo filoséfico con la situacisn es una puesta en ena de la relacin imposible, que es como una historia que nos cuentan, Nos cuentan la discusién entre Calicles y Socrates, nos cuentan el asesinato de Arquimedes, nos cuentan la historia de los amantes crucificados. Yelooion store Perr ' Por ende, se nos cuenta una relacién. Pero el relato establece que esta relacién no es una relacién, que esta relacién es negacién de la relacién. De modo tal que, fi- nalmente, lo que se nos cuenta es uit tuptuca: la tuplur ra del vinculo natural y social establecido. Y, por cierto, para contarnos una ruptura deben contarnos primero una relacién. Pero, finalmente, el relato es cl relato de una ruptura, Habra que elegir entre Calicles y Sécrates. Habré, pues, que romper absolutamente con uno de los dos. Y, del mismo modo, si usted esta del lado de Arqui- medes, ya no podrd estar del lado de Marcellus. Y si viaja con los amantes hasta el final, ya nunca estar del lado de fa regla conyugal. Entonces, podemos decir que la filasofia, que es pen- samiento no de lo que es sino de lo que no es lo que es, que es pensamiento no de los contratos sino de las rupturas de contrato, se interesa exclusivamente por las relaciones que no son relaciones. - Platén ya decia que la filosofia era un despertar. Y sabia perfectamente que el despertar supone una dificil ruptura con el stefio. Ya para Platén, y por siempre, la filosofia era Ja _aprehensién mediante _el pensamiento de _aquello que. roduce el quiebre con el suefio del pensamicnto, orb Eto, es legitimo pensar que cada vez que hay una relacién paraddjica, una relacién que no es una rela- cidn, una situacién de ruptura, puede haber filosofia, Insisto en este punto: no hay filosofia porque haya “algo”. La filosofia no es en absoluto la reflexién sobre cualquier cosa. i ber filosofia, porqu hay relaciones paraddjicas, porque hay rupturas, porque hay decisiones, distancias y acontecimientos, El lector se preguntaré, a propésito de los ensayos que siguen, si tengo fundamentos para filosofar a partir de las circunstancias a las que ellos hacen referencia. fed g—> J Filbsolc. psi fa ‘Avan BADOU gAcaso la agresion de los estadounidenses contra Irak es paradéjica y portadora de una violenta ruptura? ¢Qué decir de la pareja histérica, espiritual mas que material, formada por Alemania y Francia? 7Una paradoja especu- lativa? Entre el valor afirmativo del arte y ciertas sofisticas estetizantes contempordneas que deconstruyen esta afir- macién en provecho de precariedades exclusivamente cri- ticas, gno hay algo que se sustrae a toda medida? zY acaso la “ley sobre el velo islamico” no indica que gran cantidad de intelectuales de este pais han perdido todo sentido acerca del mundo en el que pretenden vivir? 1 FRAGMENTOS DE UN DIARIO PUBLICO SOBRE LA GUERRA ESTADOUNIDENSE CONTRA IRAK Guerra y Tiempo “Falta un presente”, decia Mallarmé. Ese es todo nuestro problema: identificar, en nosotros y fuera de nosotros, la infinitud del presente. Pues lo que se nos presenta a modo de presente no es sino el perpetuo instante de la ausencia, el goce comprable y milimetrado. Desde hace mucho tiemy- po, Ja guerra es la manifestacién histdrica del presente. Y esto, al menos por tres razones. El orden del tiempo. Siempre se ha dicho: “la ante- guerra”, “la posguerra”, como si el momento guerrero, pre- sente puro, fijara las formas largas del antes y del después La decisién. Bajo formas ~es cierto~ algunas v sospechosas, la guerra es aquello que decide, y en ese sentido es aquello que determina el presente de la po ca. Tal como Ja concibe Clausewitz, la batalla es, bajo la autoridad de quien sabe decidir con firmeza, la bascula hacia el presente de la guerra. Carl Schmitt generalizara esta visidn de las cosas. — La excepcién. La guerra, sobre todo en la distribucin de las imagenes, es el compartir fraternal de la excepcién. Localiza a la comunidad por fuera de la regla usual. Com- partir el peligro es compartir el presente mismo. Ahora bien, quisiera sostener que las guerras estadou- nidenses (;"occidentales”?) que siguieron al derrumbe de Ja URSS, desde la guerra del Golfo:hasta la invasién pro- oe x x yectada en Irak, pasando por el ataque contra Serbia y la agresién contra Afganistan, tienen justamente como carac- teristica el no constituir ningyin presente, Son guerras que apuntan a proteger, a durar y, por eso mismo, a destruir lo que no sea homogéneo a esa duraci6n, a esa proteccién la del confort “occidental”, la del goce milimetrado-. Son guerras totalmente estériles en cuanto al orden del tiempo. Empecemos por situarlas. En qué punto de la historia general de las guerras estamos? Vivimos no la posguerra (mundial, de 1939-1945), sino la pos-posguerra. La posguerra se decia de muchas maneras, y todas ellas quedaron obsoletas. Se podia decir: hay una guerra frfa entre dos superpotencias, los FE.UU. y la URSS. El kin- guido derrumbe de la URSS (aquello que en otra parte he llamado el “desastre oscuro”) puso fin a esa disposicién, Se podia decir: esté cl aistamiento revolucionario de China, que también es su aur lejana. El pragmatismo de Teng Hsiao Ping, no ha dejado nada sino frenesi comercial y corrupcién. Se podia decir: estén las luchas por la liberacién nacional (Vietnam, Argelia, Palestina), que exaltan a las juventudes del mundo. Hoy en dia, cualquier violencia nacionalista carece de universalidad. Se podia decir sobre todo: hay, en los espftitus dispuestos para la acci6n politica, um poder dialéctico de la guerra y de la revolucién. El presente es eso: el punto de condensacisn de la fuerza pre- ‘senlificante de la guerra y de la fuerza emancipadora de la evolucién. Lenin, y luego Mao, fueron los grandes nom- bres propios de esa condensacién, “La insurreccién es un arte”; “E] poder esta en la punta del fusil”; “O bien la gue- ra provocara ka wevolucidu, v bien la revolucién impedira la guerra”. Estas son las maximas mayores de casi un siglo de historia de la emancipacién politica. Mas alla de nu mos aqui, en los margenes de esta vasta corriente de pen- sstras referencias habituales, mencione- x Fwosoria bet nesewre a samiento, la préctica y la teorfa de la guerta de guerrillas, Che Guevara y Fidel Castro. Aunque sélo sea para dife- renciamos de los canallas que hoy exigen a gritos a los cuatro vientos alguna expedicién “humanitaria” contra el régimen cubano, y desean que la isla por fin vuelva a ser es0 que era antes de que los resistentes de Sierra Maestra tomaran el poder, es decir, esos canallas mueren de ganas de que la isla se convierta en el prostibulo de los EE.UU. Sea como fuere, desde 1917 hasta 1976 (muerte de Mao), guerra y revolucién eran en todo caso lo trascen- dental del presente. De eae presente que anuda la fuerza localizada de ta guerra y el lejano devenir de la emancipacién no queda nada que por el momento pueda ser activado. La posguerra ha terminado, al menos desde principios de los noventa. No obstante, ese fin no constituye por sf mismo nin- gtin presente. No hubo ni revolucién, ni invenci6n poli- tica, ni creacién de nada en absoluto. Por toclas parte derrumbes, restauracién, imitacién, incorporacién. La “democracia” Hegé como cl suplemento del alma, gene- ralmente impopular, de los comerciantes y de los politicos depredadores, de los vendedores y de los vendidos. Por cierto, la guerra del Golfo imicia la éyoon_de las guorras de Ia pos-posguerra. Ese comienzo no es, sin em- argo, el presente de la época que inauguta. Ningtin pre- sente ha puesto fin a la posguerra, que murié saturada, inflada, impotente. Ahora nos encontramos en un mundo situado en un intervalo, suspendido entre una figura dialéctica antiga e inactiva (guerra y/o revolucién) y un falso presente, co- mercial y militar, que intenta proteger su futuro ahorran- dose el presente y borrando, del pasado, todo aquello que en ese pasado estaba en presente. 2 ‘Avan BxDIOU Guerra y paz Si la guerra estadounidense no sirve para constituir un signo para un presente, se debe a que la categoria misma de “guerra” se encuentra considerablemente opacada en ella. Hay, hubo o habra guerra. George W. Bush caracteriz6 este perfodo que comienza, desde los crimenes masives del 11 de septiembre, como el periodo de “la guerra contra el terrorismo”, Pero idle qué guerra se trata? En primer lugar, y esto es muy importante, estas gue- rras jamas se declaran. Se bombardean duramente antiguas capitales (Bagdad, Kabul, Belgrado) sin que jamas se haya hecho una declaracién de guerra a nadie. Enel pasado, semejantes costumbres eran consideradas crimenes; y cullpables de dichos crimenes, aquellos que las practicaban, Hay, en un poema de Hugo, Ratbert, en su primer movimiento (“Los consejeros probos y libres”, un titulo extremadamente actual), una serie de discursos adu- ladores dirigidos por diversos cortesanos al poderoso de tumo. Pareceria la asamblea de Glucksmann, de Kouchner, de Goupil, de Bruckner, todos ellos encargados de en- contrar nobles razones, sublimes ornamentos morales, motivaciones intensamente democrsticas para los diversos crimenes de In potencia estadounidense. Uno de ellos, el cura Afranus, es particularmente meloso. Se trata de un “gran casuista y muy sabio”, “piadoso, caritativo, dadi- voso”, que “invoca al espiritu divino y luego aborda las cuestiones”. Un perfecto nuevo fildsofo, en suma. Ahora bien, entye las legitimaciones éticas con las que encubre las violencias imperiales de Ratbert, leo lo siguiente: “Como los Otomanos estaban fuera de la ley vulgar, | Podentos atacarlos sin deciararles la guerra” 23 ‘Traduzcamos: “como los musulmanes no son dem6- cratas” 0 “como los totalitarios no son humanistas”, y la conclusién se impone. En efecto, a partir del momento en que vivimos in- distintamente en la guerra de las democracias contra el terrorismo islmico, 0 incluso, simplemente, en la guerra del Bien (democratico) contra el Mal (dictatorial), las operaciones de la guerra, las expediciones, los bombar- deos, tienen tanta necesidad de ser solemnemente anun- ciados como un allanamiento policial en casa de unos malvivientes. De todos modos, asesinar a jefes de Estado, 2 sus mujeres, a aus hij y nietos, o ponerle wn precia a su cabeza como en un western ya no sorprende a nadie. Asf, poco a poco, se va instalando la continuidad de la guerra, cuya declaracién, en el pasado, manifestaba por el contrario que era el presente de una discontinuidad. Ja paz. Y es que la cuestién de quiénes son los protagonistas del estado de guerra se ha vuelto cada vez més esquiva. Los “terroristas", los “Estados granujas”, las “dictaduras”, los “islamistas”; gqué son exactamente estas entidades ideoldgicas? ¢Quign las identifica? ¢Quién las proclama? Clasicamente, habia dos tipos de guerra. Por un lado, las guerras simétricas, entre potencias imperiales compa- rables, como las dos guerras mundiales del siglo XX, 0 como la guerra “fria” de los EE.UU. y la URSS. Por otro lado, las guerras asimétricas, entre una potencia imperial y fuerzas populares tedricamente muy inferiores en tér- mninos de poderio muita: ya se trate ce guerras ce con- quista colonial (la conquista de Argelia, la guerra del Rif, © el exterminio de los indios en América del Norte...), ya de guerras de liberacién nacional (Vietnam, Argelia, etc.). 24 ‘Avan BxDIOU En la actualidad, podemos hablar de guerra asimétri- ca, pero la identidad politica de la asimetria no puede ser realmente pensada. La prueba es que las operaciones de vasién y de ocupacién (Afganistan, Kosovo, Irak) se presentan en forma explicita como liberaciones; y esto, pese al hecho patente de que las poblaciones locales no conciben en absoluto las cosas de esa manera. En verdad, el concepto de guerra ya no designa més que cl recurso a Ja_violencia, administrada_en_asimetrias variables. El tinico rasgo invariable es Ta asimetria: s6lo se ataca a los débiles. ¥ no bien una sombra de poderio se deja ver (la bomba atémica de los Coreanos del Norte, la Rusia de las salvajes exacciones en Chechenia, la mano pesada de los Chinos en el Tibet...), la guerra -que entonces correria el riesgo de ser una guerra de verdad y no la paz policfaca 0 la paz/ guerra (jla preguerra después de la posguerra?)- ya no esté a la orden del dia. En definitiva, si las guerras estadounidenses no constituyen ningiin presente, se debe a que, politicamen- te desligadas de toda dialéctica -ya sea interimperialista © siga el esquema guerra/revolucién-, no se distingwen realmente de ta continuidad de la “paz”. Entendamos esto: la paz estadounidense y “occidental”, la pazguerra democratica, cuyo contenido pleno es la seguridad del confort de los antedichos “demécratas” contra la agresi- vidad barbara de los pobres. Pai smo y parlamentarismo: la ONU Esta mezcla sin presente de guerra y de paz vuelve atin més irrisoria la pulsi6n pacifista, la consigna “no a la gue- 1a”, Pero, a decir verdad, también lo es la consigna “no « ( ( Faosoria ost assert 25 al pacifismo”. Chirac, que siempre tiene algo para decir, sobre todo si las consecuencias no son mas que retéricas, declaré que, a diferencia de los Verdes alemanes, Francia “no era un pais pacifista”. Lamentablemente, no; mas bien se trata de un pais que capitula mas de lo deseable, y que sin duda se apresta a volver a hacerlo no bien haya pasado su batalla de honor en el Consejo de Seguridad. Pues atin mas débil que el pacifismo es la idea de que Ja agresién contra Irak hubiera sido una excelente inicia- tiva con el aval de la ONU. zQué es la ONU? Durante cuarenta y cinco aitos ha sido la instancia encargada de atemperar Ja guerra fria entre los EE.UU. y la URSS. A tal fin, la ONU jamais dudo en transformarse en gobierno de las guerras locales, y en particular de las guerras estadounidenses 0 europeas: en Corea o en el ex Congo belga, por ejemplo. Desde el de- rrumbe de la URSS, la ONU ha sido la responsable de dar cuerpo al muy extrafio concepto de “comunidad interna- cional”. Este vocablo designa, en realidad, el suptesto sujeto del confort “democratico” en la pos-posguerra, La ONU es el parlamento cuyo recuento de votos ha dado existencia a la ficci6n de este supuesto sujeto. El brazo armado -muy real, ése s{- de esta ficci6n es el ejército estadounidense, suméndole algunos satélites de tumo, La situacién actual consiste en una regulacién dificil de lograr entre el juego estadounidense del poderio (que es el verdadero poderio, financiero y militar, de la “comu- nidad internacional”) y el juego parlamentario de la ONU. (que es su ficcién subjetiva). La decision da cuenta de un poderia (el gahierna estadounidense y su mascota brits- nica han decidido invadir Irak), pero la ficcién exige un voto parlamentario en el Consejo de Seguridad 0 en la Asamblea General de la ONU. Decidida sin ser votada, la ‘Ava BA0.00 agresién, desprovista de la cobertura mayoritaria 0 parla- mentaria, perjudica al supuesto sujeto, al consenso de la pos-posguerra en torna a ciertos “valores”: derechos huma- nos, humanismo, humanitarismo, injerencia democratica y otras extravagancias. Ahora bien, jeual es la esencia de la ficcién parla- mentaria, de la politica como delegacién representativa y recuento de votos? Evidentemente, la existencia de una oposicién. En la ONU, Chirac le hace jugar a Francia el rol salvador de oposicién. Su misién ha sido menos impedir la agtesién (cl gobierno francés acepté la fabula de las “armas de destruccion masiva”, aliments el ridiculo suspensy de las “inspecciones”, considers la partida de Saddam Hus- sein como una excelente hipétesis, etc.) que convertirse en el heraldo de su legitimidad parlamentaria. En suma, salvar, contra lo real desnudo, la benevolente ficcién moral de la “comunidad internacional”, que Chirac ha rebauti- zado como “mult Digamos que Francia trabaja en la parlamentarizacion de la potencia estadounidense, potencia por lo demas considerada como la tinica apta para decidir y Hevar a cabo una guerra de agresidn, Una guerra principalmente abyecta, pero de la cual s6lo se recusa el procedimiento de legitimacién: no s6lo debe ser decidida por aquellos que van a hacerla, sino también votada por aquellos que no tienen los medios para eso. Pues el parlamentarismo —la “democracia moder- na”~ es eso: el reemplazo de los principios politicos ante los cuales hacer comparecer las situaciones por el feti- chismo juridico del mimero mayoritario. La impotencia del consenso esta encargada de la propaganda del pode- rio desnudo. lateralismo”. C ( ( ( Fkosorla pet Rescue 2 La naturaleza del poderio estadounidense El poderio estadounidense, en cierto modo producto del extenso conflicto con la URSS ~conflicto que regulaba su ejercicio-, me llama la atencién por tres caracteristicas. En primer lugar, su establecimiento, prolongado (de hecho, desde la “guerra de las galaxias” de Reagan) y continuo, en una representacién absoluta de la superiori- dad militar. Mientras que la hegemonta aparente es total ¢ indiscutida, el esfuerzo de equipamiento militar no tiene tregua. El presupuesto de guerra de los EE.UU. es més elevado que el de todas las demas “grandes” poten- + cias reunidas. Todo ocurre como si los sucesivos gobier- nos (Bush, en ese sentido, no hace sino administrar una herencia) trabajaran para-obtener una superioridad cua- litativa en pos de un estado de cosas tal que a nadie le sea posible oponerse a la potencia estadounicense, o tan sdlo” esperar poder hacerlo algiin dia. Hay una impresionante autonomia del factor militar, constituida en torno al mo- tivo de una irreversible desproporcién entre los FE.UU. y el reste del mundo. En segundo lugar, debemos considerar la auto- concentracién de los EE.UU,, el filtrado total de cuanto concierne al resto del mundo a través del sistema muy particular de sus intereses. Para los estadounidenses, el mundo no tiene existencia objetiva. Es tinicamente el e: cenario de sus intereses, un surtido dispar de situaciones analizatlas en funci6n de las amenazas 0 de los recursos que esas situaciones constituyen para el confort estadou- nidense (él mismo Iamado, desde hace tiempo, ya “Aste rican way of life”, ya "American dream”, y en funcién del cual se ruega al mundo tener en cuenta que ése es el su- premo objetivo de ese mismo mundo, aquello en pos de 28 Avan Baoiou cuya perpetuacin debe trabajar). La extraordinaria ig- norancia de la mayoria de los estadounidenses en lo re- foronte a los datos elementales de la vida de otros pueblos, ignorancia de la cual pueden darse infinitos y sorpren- dentes ejemplos, no es en realidad més que una conse- cuencia de que los EE.UU. son, para los estadounidenses, la finalidad del mundo. Esta consecuencia podria ser s0s- tenida por un aristotélico: si los EEUU. son el supremo motor inmévil de la actividad del resto del mundo, el volverse hacia ellos colma por sf solo el pensamiento. Esto es, en efecto, lo que proclaman los sicarios europeos, y en particular los franeeses, para quienes los EEUU. son Ja “gran democracia”, el escudo de nuestras libertades 0, como suelen decir los estadounidenses (todos, incluso los progresistas incuestionables), el ejemplo mismo de lo que puede ser “a free country” Por tiltimo, debemos considerar la naturaleza del in- tervensionismo estadounidense. No es, en efecto, de corte clisicamente imperial. Un imperio toma a su cuidado las regiones que ocupa, soluciona problemas de administra- cion territorial, examina las cuestiones de la diversidad de costumbres, crea infraestructuras, determina con exacti- tud las relaciones con la metr6polis, etc. Nada semejante ocurre en las intervenciones estadounidenses, que suelen ir acompafiadas de espantosos y prolongados desérdenes (como en Palestina, en Afganistan, en Africa, en Irak), siempre y cuando aquello que motivé bombardeos e inva- siones ya esté, como dicen ellos, “asegurado”, {Esto quiere decir que los EE.UU. no son més que una pieza secundaria, en todo caso no central, de un dispositive sistemético transnacional, como el que Negri designa con el nombre de “Imperio"? Considero totalmente infundada esta construceién, como siempre exclusivamente destina- Fuosoria rt esente 29 daa hacer surgi, en el reverso de esta potencia sistematica, las radiantes promesas de la “multitud” constituyente. Es sabido que, para Negri el espinosista, sélo hay una sus- tancia histérica, de manera que el Imperio capitalista también es el escenario de un despliegue comunista sin precedente. Esto tiene la ventaja de autorizar la creencia en que cuanto peor anda todo, mejor anda, o de hacer pasar a los gatos de las manifestaciones estérilmente convocadas adonde se retinen los poderosos por las liebres de la “crea- cin” y dela “invencién multiforme” de nuevos proletatios pequerio-burgueses. En verdad, los FR UL son una potencia imperialista sin imperio, una hegemonia sin territorialidad ni linea de frente. Para designar su vinculo con el mundo, propongo la expresién “division por zonas”: cualquier punto del mundo puede ser considerado por un gobierno estadouni- dense como zona de interés vital, 0 como zona de total desinterés, segtin las fluctuaciones de la consideracin de su confort “democratico”. En ellas se puede morir en masa sin que los FE.UU. muevan un solo dedo (durante aftos, el SIDA en Africa), 0 por el contrario tener que padecer el apilamiento en pleno desierto de un ¢jército colosal (Irak). Esta divisién por zonas hace que la intervencién militar estadounidense sea més de tipo “razia” que de tipo colo- nial. Se trata de vastos manotazos, particularmente bruta- les, pero tan breves como sea posible. Matar a la gente en masa, dejarla estupefacta, aplastarla con un material de tl- tima generacidn y luego volverse a casa a gozar del con- fort que tan bien ha sido defendido en una zona proviso- riamente “estratégica”: tal es la idea que se hacen los EE.UU. de su poderio, y del uso que deben darle. Sin duda tendremos la oportunidad de trasladar en conceptos esta constatacién: la metafisica del poderio es- 1) tadounidense es una metafisica de lo ilimitado. Las gran- dees teorias imperiales del siglo XIX fueron siempre teorias del reparta, del reparta del mundo, de la fijacién de las fronteras. Para los EE.UU., no existen limites. Ya lo procla- maban los consejeros de Nixon, analizados por Chomsky, bajo el nombre de “politica del loco": los EE.UU. deben imponer a todo el resto del mundo la conviccién de que ellos son, exactamente, enpaces de todo, y en particular de aquello que no es racional ni previsible. La brutalidad desproporcionada de las intervenciones apunta a que el adversario se dé cuenta de que la respuesta estadouni- dlense puede carecer totalmente de relacién con aquello que estaba en juego en un principio. Entonces juzgara que es preferible ceder, por un tiempo, la gestién de la zona disputada a la potencia “loca” La invasion a Irak es una imagen de esta locura. De- muestra que para los gobiernos estadounidenses no exis- ten paises, ni Estados, ni pueblos. Sélo existen zonas en las que es licito destruir todo ni bien esté en riesgo en ellas la idea (por lo demés, vacia) del confort estadouni- dense. Imagineria de la guerra Para pensar una guerra es titil meditar acerca de lo que se muestra de ella, acerca de las imagenes que circulan. Pues Ja (no) mostracién forma parte de la guerra. El control de Ja imagen es una funcion muhtar que esta a medio camino entre la informacién, la intoxicacién y la propaganda. Nos anunciaban, como una buena técnica de "transparencia”, que esta vez los periodistas se integrarian a las unidades Fosoria pet ereseute 31 de combate estadounidenses. Esta “integracién” no nos dice nada importante. Digamos que, en todo caso, la imagen es sin duda la manera més mediocre de entrar en la inteligencia de una guerra. Recordemos que las fotos més famosas de la tiltima guerra mundial, como la de los soviéticos en Berlin sobre el techo del Reichstag, son el resultado de poses calculadas. En tiempos de guerra se pueden distinguir tres tipos de representaciones en imagenes, todas ellas regidas por su modo de circulacién: + las imagenes mostradas por los dos campos, imagenes “con disponibilidad abierta”; + las imagenes mostradas por iin solo campo; + Jas imagenes que nadie muestra. Tomemos como ejemplo las imagenes del primer bombardeo de Bagdad. Son del primer tipo -al menos cuando hay un plano general-, pues sélo significan que la guerra ha comenzado, comienzo reivindicado por ambos campos. Las humaredas, los horizontes ensombrecidos, los ruidos sordos de explosiones, todo esy convora a cal uno a la inminente batalla. tras imagenes estan repartidas simplemente porque son susceptibles de dos interpretaciones contradictori Asi, en particular las imagenes horribles, las de los muer- tos tirados en el piso o las de los prisioneros encadenados, encapuchados y humillados pueden significar la victoria y servir como advertencia para el campo de los supuestos vencidos; pueden significar la barbarie y la ferocidad de los supuestos vencedores y servir a la propaganda huma- nitaria del campo opuesto. En todos los casos, las imagenes con disponibilidad abierta estan ahi tan sélo porque el sentido se sustrae, ya ee) sea por deficiencia (la imagen, vaga y pregnante a la vez, no dice sino lo que todo el mundo sabe: la guerra ha co- menzado, hay bombardeos, cte.), ya sea por ambigtiedad (la imagen es anfiboldgica, como lo es por esencia el tema de las victimas). Las imagenes del segundo tipo sélo tienen interés, 0 son siquiera “visibles”, porque estén manifiestamente agenciadas para servir a uno de los campos. Por ejemplo, Ja imagen de las ruinas de un edificio civil en Bagdad. In- cluso nuestro conocimiento de que estamos en Bagdad no depende directamente de la imagen sino de su protocolo de mostracisn (por los servicios del régimen bassist, ent este caso). Esto sélo hace que la imagen tenga por senti- do: los estadounidenses destruyen ciegamente barrios populares. Una vez mas, el sentido de la imagen propia- mente dicha, separada de su contexto de circulacién, est ausente. Lo mismo ocurre cuando vemos un pequeiio grupo de supuestos iraquies saludar a un carro estadou- nidense. {Quiénes son esas personas, son libres de hacer Jo que hacen, y qué representan? Misterio. Lo tinico seguro es que la imagen esta al servicio de 1a pretension esta- dounidense de ser, en Irak, no un ejército de invasion y de ocupacién, sino un ejército de liberacién. En cuanto a las imagenes del tercer tipo, no se las ve, © s6lo se las ve por casualidad. Nunca dejamos de imaginar su existencia, pero no tienen en ninguno de los campos un protocolo de mostracién adecuado. En realidad, hay com- plicidad, acuerdo de los dos campos, que consideran estas representaciones como inuitiles, y atin perjudiciales. Asi es como las imagenes de la destruccién del ejército iraqui y de su huida a través del desierto, en la primera guerra del Golfo, en un primer momento no fueron mostradas por nadie. Los iraquies no tenfan ningiin deseo de exhibir la ¢ Frosoria oe neste 33 amplitud de su derrota. Pero las imagenes de los cuerpos estallados por las bombas explosivas 0 carbonizados por las bombas incendiarias eran tan atraces que los estadou- nidenses no querian que circularan de ningin modo. En realidad, estas imagenes -como aquellas otras, en este caso demasiado desprovistas de horror, de las fraterniza- ciones entre soldados franceses y alemanes durante la guerra de 1914, igualmente deplorables para los generales de los campos- dan cuenta de lo real compartido en la guerra, aquello que afecta del mismo’ modo a los dos campos, 0 a las dos opiniones: la muerte, lo absurdo, el compartir la excepei’n... Por ese motivo permanecen, en la Iogica de la guerra, invisibles. ‘Vale decir que la imagen no abre para el pensamiento ninguna posibilidad de acceso a las sittaciones de guerra. Cuando del hecho de que no hemos visto nada de la Gue- tra del Golfo, Baudrillard concluye st inexistencia en el mundo ~pues pretende que ese mundo es el de lo virtual y el de la imagen-, postula como criterio de la moderidad una eterna perogrullada: aquello que se transmite puiblica- mente sobre la guerra forma parte de la guerra utisiia, y, por ende, no es aquello a partir de lo cual se puede pensar lo real de esa guerra. Desde este punto de vista, entre las imagenes o su atisencia durante la guerra del Golfo y el dis- curso de Pericles en el que justifica la guetra del Pelopone- so no hay ninguna diferencia de principio, ningtin limite nuevo entre Jo actual y lo real. Por cierto, esto no quiere decir que esas guerras no hayan existido. Es preciso partir valientemente de la idea de que nada puede verse de una guerra. Y que, por consiguiente, tanto su existencia como el partido que tomemos con respecto a dicha existencia implican decisiones abstractas, axiomas politicos. Si no se ve nada, entonces hay que pensar sin Ba ‘Avan BaDiou ver, lo cual autoriza, de vez en cuando, a ver algo, de ma- nera sorpresiva o en lugar de lo que se muestra. En efecto, puede suceder que, en imagenes del tipo 1 © del tipo 2 (es decir, imagenes ya insignificantes, ya pro- pagandisticas), un elemento haya escapado al control protocolar de la puesta en circulacién. Hay un exceso in- manente de la imagen sobre su propio destino. Por ejemplo, la imagen de la bandera estadounidense plantada, después de varios dias de combate, sobre un pe- quefio puerto iraqui. Esta imagen tiene dos caracteristicas. En primer lugar, significa la toma del puerto por el ejérci- to invavor, mientras que cn cl momento de la difusi6n de la imagen éste atin estaba ampliamente en poder de los iraquies. Esto da cuenta de las mentiras tipicas de la ima- gen de tipo 2. Pero, atin mas importante que este error pe- riodistico, es aquello que rescata: la imagen es politica- mente aberrante, pues muestra que estamos en una guerra de conquista, de ocupacién, y no en la guerra de liberacién que pretendian emprender. En resumen, podemos decir lo siguiente: esta imagen es real en tanto error inherente a su destin propayandistico. En exceso sobre su protocolo de mostracién, la imagen detenta un fragmento involuntario de verdad. Otro ejemplo: la difusién generalizada de la primera in- tervencién de Saddam Hussein, justo después del desen- cadenamiento del conflicto. La recepcién universal de este discurso hace de él una clasica imagen de tipo 1. Sin embargo, transmite la sensaci6n inmediata de un poder desgastado, de un dirigente absolutamente incapaz de representar, frente a la invasién extranjera, una verdadera energia patristica. Si en el primer ejemplo el gesto (plantar la bandera estadounidense en una citidad iraqui) es, por exceso, in C € ¢ ( t Fuosora ox. enesente manente a la funcién de una imagen de tipo 2; en el se- gundo, la inercia de la imagen (y del discurso, leido en un. tono monétono y abatido) tiene, por defecto, una funcién de tipo 1: dejar establecida para todos los ptiblicos la de- terminacién de los protagonistas de la guerra. Aunque de manera extrafia, se diria que es una imagen de tipo 2, fa- bricada por los estadounidenses. Esta incertidumbre acerca del tipo al que pertenece crea un efecto de verdad. Vemos que el protocolo de lectura de las imagenes, una vez que se ha determinado axiométicamente una po- sicién con respecto a la guerra, debe hacerse, no tanto en funcidn de la evidencia de su funcidn (tipos 1, 2 0 3), sino en funcién de lo que en la imagen se puede leer, por exceso © por defecto, contra el protocolo de mostracién del que proceden estas imagenes. El resultado paradéjico consiste en que a menudo una imagen fabricada resulta més real que una imagen realista. Lo que ocurre es que el valor de una imagen de guerra no es en ningiin caso su virtud representativa, Su valor reside en aquello que, en ella, desmiente o exhibe el protocolo de su puesta en circulacion. Lo cual, en ultima instancia, ancla la imagen a los diferentes axiomas politicos desde donde la guerra es pensada y practicada, Soledad estadounidense Es necesario entender que no hay contradiccién alguna, en la historia diplomatica y guerrera estadounidense, entre el aislacionismo y el intervencionismo. Digamos que el aislacionismo es intrinseco al intervencionismo, puesto que el principio doméstico de interés (de confort) triunfa sobre cualquier otra consideraci6n, Los BE.UU. 36 Avan Baoiou son verdaderamente una potencia solitaria, y eso mismo los vuelve incapaces de crear un imperio. También ésa es la raz6n por la cual sis welaci6n con las sittiaciones, fillrada por esta amarga soledad, por esta incomprensién de cuanto existe en otros lugares, se convierte con tanta ra~ pictez en una violenta abstraccién. El hecho de que los BE.UU. hayan tirado sin dudar la bomba atémica sobre Hiroshima constituye un aconteci- miento matriz. La guerra, para los estadounidenses (que casi siempre estén en guerra), no tiene realmente nada de feudal, de caballeresco, ni siquiera de manera inducida. Ni siquicra ca un enfrentamiento dialéctico, un cuerpo a cuerpo con un adversario identificado y vagamente res- petado. Por el contrario, la guerra ~y la bomba atémica sobre decenas de miles de civiles japoneses constituye su simbolo aterrador- es para ellos el momento en que la in- conmensurabilidad existe, en que el poderio desnudo ejerce su poder de destruccién sobre inferiores andnimos. Por cierto, es a los EE.UU. adonde la ONU deberia en- viar inspectores, y en gran cantidad. Pues son ellos los que no sdlo disponen de prodigiosas cantidacies de armas de destruccién masiva, sino que ademés son los tinicos que hasta el dia de hoy se han atrevido a usarlas en gran escala, y los que periédicamente amenazan con reincidir. Ahora bien, la figura del poder ilimitado, o sin medi- da comin con otro poder, tiene un inconveniente: todo obstéculo, y atin toda exterioridad patente que fije ten- dencialmente un limite, debe ser aniquilado hasta en su pretensiGn de existir. En cierto sentido, para los invasores el deber de los iraquies era asumir su no ser militar y po- Iitico. Idealmente, aterrados por ese ilimitado poderio, deberfan haber sido una masa amorfa que esperara a sus, liberadores agitando millones de banderitas estrelladas. De Fosoria oa. 37 ahi que, por muy limitada que sea, la resistencia de los milicianos del Baas en el Sur dejé estupefactos no sélo a los estadounidenses, sino también a todos los comenta- ristas, cuya segunda naturaleza es el servilismo a la “de- mocracia” tutelar. Esta figura habria interesado a Hegel, porque se di tingue de la dialéctica del amo y del esclavo. Este no cons: tituye un combate donde el que cede y se convierte en es- clavo del otro es el que Je teme a la muerte. El poder regido por la representacién de su cardcter ilimitado se refiere al otro bajo un predicado de inexistencia. En este pinto, la teologia puiede somos de nmicha ayuda: demon zado, comparado de una vez y para siempre con las fi- guras hist6ricas del Mal (Saddam Hussein, como Milosevic, es Hitler, es Stalin, es el Demanio), el adversario cae en la Nada, que segiin los curas de todos los tiempos es la esen- cia misma del Mal. La guerra puede destruirlo todo, puesto que aquellos a quienes destruye no tienen ser comprobable, y puesto que, para la potencia buena, tienen tanto derecho a existir como el Mal lo tiene para Dios. Esto explicaria por qué ce puede reemplazar Ia guerra por un asesinato, o por qué la guerra es, en iltima ins- tancia, una mera coleccién de crimenes oscuros. Asi, de entrada, el objetivo de los bombardeos era matar a Saddam Hussein y a su familia, 0 anteriormente a Osama Bin Laden y a su clan, 0 a Milosevie y a su mujer, como en Jas vendettas arcaicas. Es sabido que los israelies, siempre en armonia con sus maestros (y también discipulos) estadou- nidenses, desde hace tiempo han naturalizado el crimen vulgar de cualquier palestino que les desagrade -y muchos son los palestinos que les desagradan— bajo el nombre més bien cinico de “asesinato selectivo”. La teologia que en- vuelve la doctrina estadounidense del poder promueve, 38 ‘Axa Be010u bajo el nombre de “guerra”, la universalizacién del asesi- nato selectivo, Tos PR ULI inventaron la violencia de la relacién con aquello a Jo que no se le supone existencia alguna. Platén habria dedicado a esta cuestiGn un didlogo sutil: gemo pensar la dialéctica de lo Uno y de lo inexistente? Pero también podemos teferimos al Parménides. Los EEUU. son lo Uno que no tiene otro. ¥ el modo de ser de ese Uno es la destruccisn del otro, que no es una destruccién, sino una liberacién, puesto que lo otro no existe. Liberar a los iraquies de su aspiracién al ser, conducirlos al bienestar de su inexistencia: he aqui la esencia espititual de la guerra estadounidense. Antes de la Orestiada de Esquilo Los estadounidenses, en el fondo, consideran que sus agresiones irracionales (Somalia, Afganistan, Irak, quizd Iran...) estén legitimadas por el derecho, que sdlo a ellos se adjudica, de vengarse. En cierto sentido, todo deriva de que incluso la ONU ha reconocido ese derecho al declarar, después del crimen masivo del 11 de septiembre, que los EE.UU. se hallaban “en estado de legitima defensa”. Histéricamente, los EE.UU. promueven una cultura de la venganza. Practican sin discontinuidad una muy singular dialéctica de la ley y de la venganza, que puede resumirse de la siguiente manera: la ley organiza la ven- ganza, de manera tal que si la ley se debilita, la venganza debe seguir adelante, pues ella es la verdadera esencia de laley. Esta dialéctica esté en la base del mantenimiento o del retorno de la pena de muerte en ese pais, asi como de la Fuosona oe. ress 39 extension gigantesca del dispositive, propiamente infer- nal, de las cérceles. El western es la organizaci6n formal, en el cine, de la dialéctica de la venganza. Por un lado, el crimen debe ser castigado en nombre de la ley; para ello hace falta un proceso, un juramento sobre la Biblia y asf sucesivamente Pero, por otro, la ley siempre es insuficiente frente a cri menes tan odiosos, a malvados tan perversos (del tipo de Saddam Hussein 0 de Milosevic) que un justiciero solita- rio (la figura de lo Uno sin otro) debe intetvenir y tomar el relevo de la ley, asi como los estadounidenses y su mas- cota briténica deben intervenir en el relevo dé la impo- tente ONU. Este justiciero, al igual que los guerreros es- tadounidenses, va a matar a mas desdichados que el malhechor a lo largo de toda la pelicula, antes de llegar al duelo final en el cual, con su colt infalible, acribillaré al malvado. Pero esas destrucciones, que constituyen el ca- mino de la venganza, restauran la ley en sut esencia, es decir que la venganza se lleva a cabo a cualquier precio. El tipo de hombre ~y de problema- engendrado por esta vision de las cosas ha sido geniahnente cuinpueste, analizado, sublimado, por la novela norteamericana. Para comprender sus resortes resulta fundamental leer, por ejemplo: Billy Budd de Melville, El Oso de Faulkner y el Paladin de las nubes de Russell Banks. En los EE.UU,, la ley esta subordinada a una visién reparadora del orden (“Law and Order” debe leerse: "Law as Order”) que ante todo exige pagar el precio. Asi, la venganza funda la ley por mediacién del orden. En tanto que, como sabemos, en la Orestiada de Esquilo, la ley (la justicia, el proceso argumentado y ptiblico) sustituye a la venganza para que el orden sea el de la paz civil y no el de la guerra. 40 ‘Avan BxDi0u Pero el orden estadounidense es el de la guerra, civil (competencia de todos contra todos) y extranjera (divi- sién por zonas, intervencionismo del mundo para conso- lidar el aislamiento de la potencia). Hay, en la més intima esencia subjetiva de los EEUU,, algo anterior a Esquilo, algo no griego. Una Biblia protestante no filtrada por la filosofia grie- ga: tal es la concepcién estadounidense de la ley. Los EEUU, nos imponen hoy su vendetta planetaria, Nosotros le opondremos, inevitablemente, la combinacién promo- vida por San Pablo, segiin la cual la ley sin determinacién subjetiva no es nada. Vero la venganza desprovista de pensamiento, la subjetividad victimaria retributiva, es menos atin. Lo que para nosotros existe es la politica, que es el proceso de una justicia sin ley ni venganza. La politica al fin desligada de todo imperialismo moral, de toda mora- lidad tanto objetiva (la ley) como subjetiva (el precio exi- sido por las victimas). La politica racional, intelectual, creadora de posibles. "Comunista", en el sentido gen del término Vacio e infinito Hay un contraste sorprendente entre la representacién ili- mitada del poderio y del vacio cada vez mas evidente de su contenido. Una vez desencadenada la destruccién de Irak ~como Estaclo, como pais, como pueblo-, es util pre- guntar: gen nombre de qué? ¥ tanto més xitil cuanto que, poco a poco, insidiosa y vergonzosamente, en nuestro pais, la propaganda periodistica, que durante un tiempo Fuosorta ont onesie a estuvo desorientada por el cacareo chiraquiano (habfan votado por él en mayo de 2002, no lo olvidemos), suscribe al hecho consumado de la guerra, a la “victoria” estiipida de los Yankees. Si, gen nombre de qué? {Qué proponen al mundo los. EE.UU.? Su incapacidad para crear nuevos valores o para transvalorar los antiguos (como habria dicho Nietzsche) es patente. El Bien de Bush designa el vacio violento del conservadurismo. Incluso la “proposicién" islémica, cuya evidente complicidad con la vacuidad estadouni- dense he sefialado en otra parte, no esté menos articulada sobre una apariencia de traseondencia y hasada en reglas comprensibles para aquellos que los lideres de la revolu- ci6n irani llamaban los “desheredados”. En vista de lo cual la “libertad” occidental no es sino el seituelo de un lujo intolerable Tal es el desastre en curso de lo ilimitado: es como el {also infinito, del que sélo existe la envoltura de poder El poderio como vacio de la Idea: ése es el principio de los estragos por venir. Luces y disciplina iCual serd, de aqué en més, la principal tarea del pensa- miento y de la accién? Digamos que consiste en producir na separacién respecto del poder ilimitado, En este punto, tenemos una diferencia mayor con re- laci6n al periodo precedente, es decir, a la posguerra. En la posguerra ya habia algo pre-separado, separaciGn consti- tuida, bajo la forma del socialismo, del campo socialista, del marxismo, de la revolucién, de la clase obrera... Por mas que nos opusiéramos a la URSS, al estalinismo 0 al a ‘Avan BaDIOU leninismo, por mucho que predicéramos una “reforma” del marxismo, que sociologizéramos las “mutaciones” de la clase obrera 0 que quisiéramos “un nuevo tipo de parti- do", siempre estabamos en el elemento de una separacién preconstituida respecto del poder imperial. El hecho es que no se poniaen duda, a escala mundial, la existencia de otro posible politico, y atin estatal Hoy, por el contrario, lo posible politico debe hacer la prueba de su posibilidad. Ya no se trata de disentir con respecto a las condiciones de realizacin de un posible, se trata de crear lo posible mismo. Es preciso reconocer que esto slo pede realizarse con el material de aqucllo que por lo general se considera absolutamente imposible. Por esta razén, la separaci6n respecto de la aspiracién del poder a lo ilimitado toma la forma de una creacién pura. Existe un ejemplo hist6rico de una creacién de ese orden: el siglo XVIIL, cuando los fildsofos franceses, ingle- ses, y luego alemanes, tuvieron que crear las condiciones de una separacién radical del pensamiento con respecto a Ja pretension infinita de la seligiéu. El ejemplo, en suma, de las Luces. Digamos que, para sostener la experimentacién de una nueva idea de la politica, la filosofia debe asumir la tarea de inventar las Luces de las que carecemos. Luces separadoras respecto de lo ilimitado “democritico” del poder. Luces que reivindiquen, contra el infinito negativo del poder de Estado y de su parlamentarizacién interna- cional ~que, bajo la nabrica del confort occidental, no hacen sino disimular el vacfo de la Idea-, la afirmacién infinita pero positiva del desarrollo totalmente auténomo de la politica en tanto practica/pensamiento. Politica que, evi- dentemente, esta en la Luz en la medida en que se sustrae Fkosorin bet onesenre 3 a los maleficios del néimero y de la representaci6n. Politica, en este sentido, profundamente no “democratica”, no par- tidaria y, por lo tanto, universalmente practicable para todos, aquiy ahora. Politica que sdlo se rinda cuentas a sf misma, y que tan sélo esté atenta a su propio proceso. Una de las principales lecciones de los dos episodios de los cuales Chirac fue el héroe involuntario -la impos- tura de su elecci6n por la izquierda desmantelada el 5 de mayo de 2002 y la batalla de honor en su papel de oposi- tor en la ONU antes del desencadenamiento de la gue- rra- es que el modelo parlamentario de la democracia, al cual personalmente na asigna ningtin valor desde mayo del 68 (“Elecciones, trampa para tontos”), revela estar objetivamente desgastado hasta la médula y ser incapaz de dar forma a principio alguno. Digamos que la demo- cracia de Estado no es més que un argumento de tribuna contra cualquier organizacién medianamente seria de la emancipacién. Pero es cierto que el modelo bolchevique de la autori- dad, si por eso entendemos Ia “disciplina de hierro” del Partido, también ha caducado. Se consumié en un terro- rismo de Estado que, en la URSS, cansé incluso a quienes debfan hacerse cargo de él. Las Luces, cuyas coordenadas reunimos lentamente, iluminan la invenci6n de un camino que no es ni la demo- cracia de Estado (parlamentarismo, partidos en plural) ni la burocracia de Estado (socialismo, partido en singular). La cuestiGn més dificil es la de la disciplina. Si ella no es ni la disciplina de los partidos, ni la del partido, ni el consenso defensivo del confort, entonces ¢ddnde se cons tituye? Digamos que se trata de una disciplina de lo real Debemos reiterar que aquellos que no tienen nada, tanto en términos militares como financieros, sélo tienen fuerza aa ‘Avan BaDIoU en su disciplina total, de accién y de pensamiento, la cual ~como en matemética- es idéntica a la libertad total, a la crearién absoluta. Importa tinicamente que esta dieciplina se imponga, no respecto de las formas de un aparato (pues entonces seguimos en la disciplina de Estado, lo cual sig- nifica, hoy en dia, en el desastre de lo ilimitado), sino res- pecto de un problema real que debe ser resuelto (como en matemética, nuevamente). Tal es el contenido actual de toda experiencia ligada al avance especulativo de las Luces. Por muy restringida que sea, la accién se hace infi- nita en ella por el desvio de un pensamiento que resuelve, de manera organizatla, un problema politico preciso allt donde un posible inesperado es extraido de una materia imposible, También aquf el paradigma matematico puede ser de utilidad: la emergencia de una teorfa totalmente nueva, y de vasto alcance, se produce a partir de la con- centracién del pensamiento sobre un problema cuya for- miulacién puede parecer del todo singular, incluso extraor- dinariamente estrecha. ‘Todo ensanchamiento prematuro de las perspectivas diluye la disciplina del pensamiento, su poder de separa- cién, en la glosa “democratica”, El empefio en resolver un problema a partir de los principios que iluminan su soluci6n, y en organizar una formacién popular sdlidamente agrupada (e incluso, atrevamonos a redescubrir el término, una formacién proletaria), es el tinico camino de la afirmacién infinita contra la ilimitacién negativa del confort nihilista y de su vano y cruel poder. Tal es la tinica disciplina que va mas alla de la frontera que el dogma “democratico” quiere imponemos. Ese dogma, bajo su apariencia de morali- dad liberal, no es sino corrupeién del espiritu, renuncia nihilista, consentimiento resignado al goce milimetrado. ( ( ¢ ( ( fc « Fuosotta be. enesete Como dice Hugo ~é1 otra vez~, dirigiéndose a la capa- cidad destructora del poder, presentada sutilmente como “el furor de la impotencia negra”, y llamando “vida a todo pensamiento que resiste “all donde lo real comienza" “La vida incorruptible estd fuera de tu frontera”. Esta "vida incorruptible” es otro nombre de aquello que por mucho tiempo ha de faltarnos: el presente. Apéndice: Irak después de la invasion Si continudramos este diario, seria el diario del desgarro, del desmembramiento, de los sufrimientos de Irak, Ha quedado completamente confirmado que las potencias ocupantes no sienten la menor preocupaci6n real por un * orden, ni por la subsistencia efectiva de un pueblo y de um Fstado. El axioma de la “guerra contra el terrorismo” es el si- guiente: vale mas una anarquia sangrienta y costosa que un Estado que, situado en una zona estratégica, no fuera (0 ya no pudiera ser) sometido. La “democracia” de importaci6n militar no existe ni existira jamés. A lo sumo, tendremos una regresién co- munitaria de origen chitta, que no podra imponerse ni a Jos kurdos ni a lo que queda, en los alrededores cle Bag- dad, de la burguesta iraqui por lo dems, laicizada desde hace tiempo-. Poco a poco, también nos enteramos de la extensién de las violencias irracionales durante la accién militar misma, incluyendo la entrada en Bagdad, “liberacin” cobrada con tiros ciegos sobre todo lo que se movia, Al parecer, son miles los civiles muertos. Ya todo esto responden hoy los atentados sin norma, Jas masacres sin firma, el despedazamiento de los cuerpos por las bomibas suicidas, oscuro medio de los complots y de las armas. Pero también hubo algunas acciones de guerrilla, or- ganizadas y legibles, contra las tropas de ocupacién. Accio- ‘Aun BxD,00 nes cvidentemente legitimas: como la guerra estadouni- dense no responctia a ninguna amenaza ni tenia en absolu- to la forma de una contra-ofensiva, slo puede ser pensada como agresion e invasi6n. A paitit de entonces, conforme al derecho natural, al derecho elemental de Jas personas, se declaran en estado de resistencia contra la ocupacién. En cambio, si resulta ilegitima, y con justicia se Ja llama “fantoche”, la autoridad emplazada por el ocupante; por es0, también con justicia, los iraquies que se ponen al ser- vicio del reino de los militares occidentales, © ponen su pluma y sus emisiones al servil servicio de ese servicio, evan el nombre infamante de “colaboradores”. Es igualmente vergonzoso ver cémo se retoma la pro- paganda segtin la cual habria “extranjeros” mezelados en esta resistencia, sin seftalar que es idéntica a la de los nazis y Pétain contra los polacos, los italianos, los espaioles, ‘cuya conviccién internacionalista los llevé a tener en Fran- cia un papel militar crucial en la Resistencia, Esto querra decir que podemos esperar grandes cosas de la resistencia en Irak? @Que es preciso apoyarla de manera militante, como en el pasado a las guerras de liberacién de los arge- linos o de los vietnamitas? Por desgracia, probablemente no. Los motivos de esa débil esperanza son tan vastos, a decir verdacl, como Irak mismo, Conciernen al devenir de Jas politicas de emancipacién en la secuencia posteninista y posmaoista, Devenir atin experimental en todas parte: y practicamente invisible en Medio Oriente, como tam- bign lo muestra el hecho de que sea tan dificil, més alla de los principios, iniciar una verdadera accién en pos de un destino positive para Palestina, La cuestién del alcance universal que nos impone el caos iraqui no es, principalmente, la cuestién del poderio estadounicense, la del control del petrsleo, la de la inter- Fuosoria bet ratseure 49 vencién israelf, la de la mundializacién capitalista, atin cuando resuilte extremadamente iit tener al respecto, mas allé de los principios, analisis tan finos como sea posible. Se trata de Ia cuestién de la politica. Yo hablaba de las Luces, de la invencién para nuestro tiempo, contra lo ilimi- tado, y para lo infinito real, de nuevas Luces. Cua es el concepto global de la politica adecuada para esa invencién? All reside la dificultad En la secuencia precedente, contra el imperialismo, se decfa: internacionalismo. ¥ contra la “democracia”, se de- cfa: dictadura del proletariado. Niel proyecto de una Internacional ni el de una nueva forma de Estado que concentre dictatorialmente una tran~ sicién deci porque estamos en la exigencia de una politica sin partido, y todas las Internacionales fueron federaciones centrali- zadas de partidos. El segundo, porque los Estados de la dictadura del proletariado no pudieron sostener lo que debfa constituir su devenir tedrico: la decadencia del Es- tado como tal. Por el contrario, se convirtieron, antes de derrumbarse, en Estados terroristas, EL resultado es que el marco para una accién interna- cional efectiva -por ejemplo, a propésito de Irak~ no se encuentra realmente constituido, Como lo demuestra el hecho de que, después de las inmensas manifestaciones contra la guerra, ésta haya prevalecido y haya logrado separar las conciencias sublevadas de todo poder publ Es propiamente politica la tarea de inventar, a la luz de las experiencias localizadas y de su regis miento, las nuevas concepciones en que hallara toda su fuerza la critica radical de la democracia electoral, en el in- terior, y de la “comunidad internacional”, en el exterior. AI donde, por consiguiente, podra desplegarse, situacisn tras iva tienen consistencia hoy en dia. El primero, ro en pensa- 50 ‘Avan BADIOU situacién, un internacionalismo nuevo (no el alter-mun- dialismo, ese reformismo agitado). Alli donde podra des- plegarse uma concepcién abrupta de los lugares politicos populares y de su descentramiento, es decir, un nuevo concepto de “democracia” (no el “movimiento social”, ese reverso desesperado de la “democracia” electoral). {Puede la filosofia acompanar esta invencién? Sin nin- guna duda. Y, creo yo, de dos maneras. La primera es ontolégica. Hay que pensar a la vez la estabilidad a largo plazo de las disposiciones opresivas (de los Estados y de las economias) y aquello que produce tun corte y abre la posibilidad de pricticns/pensamientos diferentes. Esto puede llamarse: El ser y el acontecimiento. La segunda es légica. Hay que pensar el alcance de las experiencias locales, de lo que aparece en el mundo, en un punto, de modo tal que se identifique en esta apa- ricién una nueva instancia de lo universal (relativamente al mundo considerado). Esto puede Hamarse: Légicas de los niundos. Por muy abstracto que su programa parezca, la filoso- fia puede Mevar a cabo Ia tarca dé recibir y facilitar en cl plano mental las operaciones de la politica situando en nuevos términos la correlacién del ser, del aparecer y de “lo que esta pasando” 122248 2 La POTENCIA DE LO ABIERTO Discurso sobre la necesidad de la fusién de Alemania y Francia Que nadie me considere mas oportunista de lo que soy. Personas dignas de fe podrén dar testimonio de mi compromiso a favor dle una fusién franco-alemana en afios anteriores a que, con motivo die la guerra en Irak, los pudores espantados de Chirac y de Schrd- der, tristemente seducidos por Ia viritidad bombardera de Bush, Jayan puesto la cuesti6n a Ia orden del dia de manera vaga Es cierto, sin embargo, que desde aquellos pudores, las oci- siones priblicas en Ias que es posible manifestar este tipo de convicciones se han multiplicado. La mds reciente, de donde proviene el discurso que se leer a continnuacion, fue la necesidid de organizar la celebracién del antiguo tratado franco-alenuin en los diversos pases donde se reunicron las enibnjadas de Alema- nia y Francia, En Argentina, estas entbajadas, ast conto los ér- ‘gamos lingitsticos y culturates de ambos paises, el Goethe Institut y la Alianza Francesa, recurrieron a mis servicios. y les agra- dezco por ello. Frente a un priblica llamativamente numeroso, en presencia de los cos embajadores y de los directores de las insti- tuciones previamente mencionadas, el 18 de novientbre de 2003, ime expresé de Ia siguiente manera, Quisiera decitles, para comenzar, que estoy feliz de ha- blar aqui, esta noche, de los destinos espirituales conjuntos de Alemania y Francia. Por qué feliz? Porque creo que en el mundo contemporaneo la cuestién de las relaciones entre Francia y Alemania es tan decisiva como complicada Decisiva, por supuesto, para alemanes y franceses. Pero también, y en un plazo més corto de lo que creemos, para las figuras del poder, tanto en e] orden de la materia como. 52 ‘Avan BaDIOU en el del pensamiento, pues sus efectos conciemen al mundo entero. Por ende, también aqui, en Argentina, en Buenos Aires. Y éste, para la cuestién que nos ocupa, no es un jugar cualquiera. Por muy extraiio que parezca, este “aqui” nporta mucho en el debate intelectual franco-aleman. Cuando digo “aqui”, me refiero al continente americano, patticularmente a América Latina, y més particularmente atin a Argentina. Hay en su pais una actividad intelectual, cultural y creadora realmente excepcional. Hay una viva- cidad concreta del arte y del pensamiento, desde el cine hasta la filosofia, pasando por el teatro, la nviisica, la pin- tura. Esta vivacidad se extiende incluso, a juzgar por el n 's esta noche, a los coloquios sobre el destino intelectual de Francia y Alemania. Los argentinos, cuyo pais estuvo al borde del derrum- be, han mostrado al mundo entero que atin en la crisis mas terrible en el sufrimiento mas dificil, no abandonan bajo ningtin punto de vista la creacion y el pensamiento. Aqui hay, lo constato, un deseo de resistencia espiritual. Ahora bien, la cuestion franco-alemana en Ia actualidad también. es, fundamentalmente, una cuestién de resistencia intelec- tual, de resistencia del pensamiento y, al mismo tiempo, de construccién politica. En realidad, si Alemania y Fran- cia acttian con determinacién en esta unién, la creacién, la accién y el destino espiritual de Europa seguiran adelante. Argentina, por supuesto, es completamente original, como concepto y como lugar. Pero, atin siendo completamente original, es heredera del destino espiritual de Europa. st interesada, en lo mas hondo de si misma, por lo que suceda con Alemania y con Francia, Permitanme volver a decir todo esto de otro modo, como una variacién. Me apoyaré en un texto ~en el pasa- mero de asistent ( ¢ ¢ ( ( Fosonta or. onestwre do muy conocido y hoy en dia, desgraciadamente, muy olvidado- de Lenin. El titulo de este texto es: Las tres fuentes y las tres partes constitutivas del marxismo. Lenin decia: las tres fuentes del marxismo son la filosofia ale- mana, el pensamiento revolucionario francés y la economia politica inglesa. Dejemas ce lado al marxismo y planteemos la sigatien- te pregunta: gen qué punto estamos con respecto a estas tres fuentes? En lo referente a la economfa inglesa o estadounicense, como ustedes saben, no podriamos pedir mas, La econo- mia, si doy crédito a los diarios y a los discursas, os lo tinico que existe. Por lo tanto, de estas tres fuentes, la buena salud de la tiltima esta asegurada. A decir verdad, hoy en dia el espiritu de resistencia intelectual es en cierto modo -hay que decirlo- espfritu de resistencia ala econa- mia planetaria. Sin embargo, no diré que se trata del espiti- tu de resistencia de Francia y de Alemania contra Inglaterra y los EE.UU. fsa serfa una versién realmente mezquina y curocéntrica de Ja situacién, Pero la cuestién del spirit de resistencia esta efectivamente concentrada, en la actuali dad, en la cuestidn de lo que no puede reducirse al triunfo planetario de la economfa anglosajona. Entonces, s terpreta el texto de Lenin, la pregunta se convierte en: équé ha pasado con Ia filosofia en su gran tradicién ale- mana? {Qué ha pasado con el pensamiento critica y revo~ lucionario en su gran tradicién francesa? Qué ha pasado con las dos primeras fuentes? Y zqué ha pasado, mas pro- fundamente atin, con la relaci ése es el punto en el cual la cuestin franco-alemana revela toda su amplitud. Diré que hay, que debe haber, un nuevo momento franco-aleman. Y permitanme dirigirme esta noche a los se in- n entre ambas? Y, sin duda, Aan Bay dos embajadores, de Alemania y de Francia, que nos hacen el gran honor de estar aquii presentes; dirigirme a los consajeros, dirigirme a los directives del Goethe Insti- euby) de Ja Alianza Francesa. Permitanme decirles “gra- cias”: igracias por crear aquf, en Buenos Aires, una suerte de fragmento! El fragmento de una vasta y dificil cons- truccidn: la construccién de un nuevo momento franco- aleman, Pues ese nuevo momento franco-aleman, cuyo inicio © esbozo de devenir podemos ver aqui y allé, es un momento de la resistencia intelectual mundial. Resistencia opuesta al reino birbaro de la economia pura que subyace on las politcas de guerra y alimenta la devestacién de las conciencias, es un momento franco-aleman. Creo que en la historia hay tres clases de momentos franco-alemanes. El primero son las guerras franco-alemanas. 1815, 1870, 1914, 1940, son grandes mo- Mentos, “Grandes” en el sentido de "terribles”. El momen- to de 1914, por ejemplo, es el acontecimiento literalmente fundador del sigho XX. Momento en el cual, en sus feroces combates, Francia y Alemania practicamente destruyeron la civilizacién europea. Un poco como Atenas y Esparta, durante la guerra del Peloponeso, habian destruido la civi- lizacion griega. jNo me pronunciaré, mucho menos frente @ nuestros embajadores, sobre a cuestién de cual fue Es- patta y cual Atenas! Dicho esto, de todos modos habria que ser un fanatico de la masacre heroica para aitorar esta clase de momentos franco-alemanes. __ La segunda clase de momentos franco-alemanes, de vineulgs franco-alemanes, son los grandes intercambios comerciales, financicros, industriales, agricolas. Todo lo que abarca desde el catbén y el acero hasta la electrénica y los cohetes, pasando por el maiz y la cerveza. Todo lo Reflexionemos un poco acerea de qui Fwosorie pe. nesente 55 que se pone en movimiento y se activa por las poderosas finanzas, y que acabé por crear nuestra magnifica moneda tinica, el euro. Ustedes ya lo saben, sin duda, y no deja de ser importante, atin cuando no hagamios de la economia el alfa y omega del destino de los pueblos: no existen en el mundo grandes paises tan unidos por los intercambios materiales como lo estén hoy en dia Francia y Alemania, En tiltima instancia, a nosotros, alemanes y franceses, la mercanefa nos ha hermanado. Podemos decir que Alemania y Francia constituyen una suerte de unidad en lo referente a la tercera fuente constitutiva del pensamiento marxista segiin Lenin, es decir, la economia politica inglesa y estadounicense. Cabe preguntarse entonces si el medio cle esta unidad econémica franco-alemana puede y debe ser algo distinto de la lengua inglesa. Todos los procesos demandan una base material, pero eso no implica de por s{ crear una nueva espiritualidad, ni creat la posibilidad de una reno- vacién cultural del espacio europeo y, a través de él, en iiltima instancia, del planeta entero. Eso no crea, en suma, uma lengua nueva, tomando of término “lengua” en un sentido muy amplio, como aquello que transmite una capa- cidad de pensamiento inédita. Y la prueba de ello c en que la lengua de la uniclad econémica no es nueva, sino una suerte de jerga inglesa, un dialecto anglicizante. Debemos referirnos a la tercera clase de momentos franco-alemanes, después de las guerras y los grandes intercambios materiales. Son los intercambios intelectua- les, culturales, subjetivos. Es la historia, en el fondo, de la admiracién alemara por la claridad francesa, Ia ligere2a, francesa. Admiracién que va desde Goethe a Brecht, y que pasa por Nietzsche y muchos més. Pero también es la historia de la fascinacién francesa por la profundidad iste Avan Baoiou alemana, la visién alemana. Fascinaci6n que ya se obser- va en Baudelaire y que lega hasta nuestros pensadores mas recientes, Jacques Derrida, Maurice Blanchot y tan- tos otros. Este es un verdadero espacio franco-alemén, cuya historia, pese a haber sido intentada o descrita, sigue siendo casi enigmatica en su tensién y en su gran- deza, Sabemos, por ejemplo, que una obra maestra de la literatura francesa, El Sobrino de Rameau de Diderot, se dio a conocer primero en Europa por la traduccién ale- mana de Goethe, Sabemos que, mientras que el libro de Diderot era ignorado en Francia, el personaje del Sobrino nvirtis, en la Fenronienvlogia del espiritu de Hegel, en aquello que Deleuze llama un “personaje conceptual”, es decir, el nombre propio de una de las figuras de la con- ciencia universal. Pero sabemos también que, en sentido inverso, des- pués de los terribles abismos de Ja Segunda Guerra Mun- dial, Nietzsche, Wagner, Heidegger, prostituidos a titulos diversos por el nazismo, encontraron amparo y discipulos en Francia, Se convirtieron, en suma, en artistas y pensa- dore franceses de lengua alemants. Asi con Diderot se habia convertido, en un momento dado, en un escritor aleman de lengua francesa, Esa es nuestra historia espiri- tual mds profunda. Pero che de decir aqui, para jugar al juego de las na- cionalidades, que mi embajador, sus consejeros, la Alianza Francesa y yo somos claros y ligeros en tanto franceses? 2Y que el setor embajador de Alemania, sus consejeros, el Goethe Institut y mi amigo Gernot Kamecke son pro- funds visionarios en tanto alemanes? La psicologia de los pucblos es un arte peligroso y, por supuesto, siempre es posible revertirla, Pues la espititualidad franco-alemana que existe en su enigma también admite destinos cruza- Faosorin oo. racsewtt 57 dos. Pero, sobre todo, pienso que la situacién es nueva, Pienso que las relaciones franco-alemanas pueden y deben entrar en una nueva época politica y material. Y que, por consiguiente, la dialéctica del vinculo de crea- cin y de pensamiento entre Francia y Alemania puede y debe transformarse. Y quisiera decir en qué sentido, si no segiin las leyes de la economia y de la historia, al menos segiin mi deseo. Ustedes ya saben que después de la época de las gran- des guerras franco-alemanas que recordaba hace unos mo- mentos tuvimos un largo medio siglo de paz. en el marco europe. La meditacién filossfica sobre el marco en el cual las cosas suceden hoy en dia siempre es esencial. Qué po- demos decir de ese marco en la actualidad? jertamente, Europa es un marco necesario ella cons tituye un gran dato de nuestra historia. Sin embargo, vista ‘como marco posible de las invenciones espirituales, para nosotros que buscamos lo nuevo en el pensamiento, Euro- pa no deja de ser un marco demasiado estrecho. En primer lugar, Europa deja de lado a muchos par- tidarios de nuestra resistencia intelectual en el mundo, Por ejemplo, a los argentinos, que tienen suficientes titu- Jos -al menos tantos como nuestros amigos turcos~ para postularse en una candidatura europea, siempre y cuando se conciba el marco europeo mas alla de las simples coor- denadas de la geografia econdmica Por lo demas, Europa est sometida a la dinémica del mercado de manera imperiosa, ¢ inserta en un edificio burocrético de gran complejidad. A fin de cuentas, el niarco europeo sigue careciendo, es preciso constatarlo, de impulso popular real, es decir, de fuerza subjetiva. Hay, indudablemente, un peso objetivo de Europa en el mundo, 58 ‘Avan BADIOU pero el peso subjetive de esta Europa no esta a la altura de su reserva de poder. Y, por supuesto, esa subjetividad es la que nos interesa, la que nos lama. Ahora bien, esta au- sencia de subjetividad en una construccién que progresa, se desarrolla y se extiende, esta ausencia de subjetividad esta confrontada a una nueva situacién mundial Vivimos después del derrumbe sin resistencia del sis- tema soviético, vivimos después de la consecuencia ex- traordinaria de ese derrumbe, es decir, la cafda del muro de Berlin y la consiguiente constitucidn de una nueva Ale- mania. Después de todo eso, zqué tenemos? {Qué tenemos gue nos haga de mundo? Por un lado, tenemos la hegemonia de los EE.UU., hegemonia que, con el espiritu de litote propia del clasi- cismo francés, caracterizarfamos como “por momentos un poco brutal”. Y, por otro, tenemos grandes grupos hu- manos que lentamente crecen en poderio a través de los lecrribles esfucrzos, las tcrribles pruebas que nuestros viejos paises conocieron en el pasado, y cuyo resultado ha sido una parte de sui poderio actual: guerras, guerras ci- viles, arduc trabajo, pobreza, despotismo, dev: Ja naturaleza. Sf, todo esto atraviesan los paises, los gran- des patses que se erigen, que se levantan como gigantes atin, encorvaclos: China, India, Brasil, Sudéfrica... Y, en- tonces, qué somos nosotros? {Qué somos nosotros los Qué somos subjetivamente en esta nueva figu- ra del mundo?

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