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6. EL EsTADO ABSOLUTO Gronc WILHELM FRIEDRICH HEGEL (1770-1831) Hegel nacié en 1770, el mismo afio que Beethoven y Halderlin, y un afio des- pués que Napoleén, todos ellos personajes representativos de los cambios po- Uticos y culturales de finales del siglo xvitt. Era descendiente de una familia de pastores protestantes y de buena posicién social radicada en el ducado de ‘Wiirttemberg. La Alemania de la época de Hegel era una sociedad dividida territorial (los diferentes Lander disputaban entre s{ y con el Imperio) e ideo- légicamente (distanciamiento entre protestantes y catélicos), y mantenia una economia bisicamente agricola y tradicional, con los recursos agrarios ‘en manos de los terratenientes y un incipiente sector industrial, a diferencia de lo que estaba sucediendo contempordneamente en Francia e Inglaterra. Una sociedad que va a recibir el impacto de los cambios politicos acaecidos en Francia, pero a un ritmo e intensidad bien diferentes y con efectos anta- gonicos a los del pais vecino. En aquella Alemania, el orden politico expfesaba una profunda contra~ diccién entre la realidad absolutista de los gobernantes de los diferentes ‘Lander y las corporaciones gremiales que protegian los intereses particula- res de sus miembros y actuaban como verdaderas instituciones socializado- ras, Por encima de ellos, el Sacro Imperio Romano en manos del archiduque de Austria agonizaba hasta su colapso definitivo en 1806, poco antes de que apa- 1a Fenomenologta del esptritu. Hegel valoraba la Revolucién Francesa de 1789, a pesar del espanto que su- pusieron para él los estragos de 1793, Por effo, y quizh no tan paradéjicamente tomo se suele pensar, pasa por ser un ideblogo reaccionario, maestro del Tsta- do prusiano, y, a la ver, sustrato metodolégico de las idens revolucionarias del siglo xix. No es extrafio que, en ocasiones, sus publicaciones sean politicamen- ) 55D »,)d) Dy) ) yyy) »>yI)DIDIY) )))) )) 102 _Tronlas sonne Ri. EsTano, te equivocas. Es capaz de defender instituciones reaccionarias, como el mayo- razgo, en los Fundamentos de la filosofia del derecho, y todo lo contrario en un articulo sobre la Reformbill inglesa en 1851, poco antes de morir.' Puede ser considerado, hasta cierto punto, un hombre ilustrado y, por tan- to, moderno. Fl proyecto moderno pretendia que el progreso y la emancipa- cién humanos legaran por medio del conocimiento cientifico y el uso de la razin. El desarrollo de la ciencia y las leyes liberarfa a las personas de la opre- sién y el sufrimiento, La Ilustracién pretendia acabar con los viejos privile- gios feudales y con la supercherfa de la Providencia, el destino o el azar. Este «Tribunal de la Razén», como lo Hamé Kant, se arrogaba la capacidad de de- cidir la validez o no de las pretensiones de alcanzar Ja verdad y la justicia desde Ia ciencia, el arte, la religién, la moral o la practica cotidiana. La filo- sofia hegeliana pretende aportar ef sistema y a la ver proporcionar la vara de medir el conocimiento necesario para que los cambios imaginados cobren la realidad que suponen. La filosofia hegeliana y sus triadas Para Hegel todo esté constituido por triadas, desde la dialéctica misma (ser- afirmacién, no ser-negacién, unidad-negacién de la negacién) hasta la filo- sofia (légica 0 pensamiento en si, filosofla de la naturaleza 0 pensamiento ex- teriorizado y filosofta del esptritu 0 retorno de la idea para si). El esplritu también se realiza y retorna en tres momentos (subjetivo-interior, objetivo- exterior y absoluto o esplritu mismo), cada uno de ellos dividido a su ver en otros tres: el primero, el espiritu subjetivo, en alma natural, conciencia (del otro y de si misma) y esptrituen tanto voluntad; el segundo, esplritu objetivo, en Yerecho abstracto, moralidad y eticidad (vida social) y, por fin, el espiritu ab- soluto o unidad dialéctica subjetivo-objetiva, que manifiesta la unién proce- sal entre pensamiento y realidad, idea y naturaleza fundidas en su desplie- gue. Este es el lugar de la conciliacién y expresién para si de las més puras staciones del espiritu: el arte, In religi6n o la filosofta. Encontramos el anélisis de las instituciones sociales en el depliegue del espiritu objetivo (derecho abstracto, moralidad y eticidad), que esta fuera del jeto y en In naturaleza sin ser naturaleza, El derecho abstracto es la expre- win de la libre voluntad det ser humano en tanto persona, se funda en ella. fis Ia manifestacién misma de la persona juridica, en tanto una razbn. La vo- Tuntad es el motor que procura tres momentos fuera de si (fuera de ella mis- ma) comprendidos por Ia propiedad, el contrato y el derecho en st 1. Véawe al reapeeta J. "Tone (2002: 375-380). $$$ Esta arson 103, La propiedad, como primera manifestacién objetiva de la voluntad, pre- supone la apropiacién de la cosa en un dominio para si y manifiesta la liber- tad particular. La propiedad lograda mediante el ejercicio de la voluntad particular puede verse requerida por otros deseos, las voluntades de otros, que exigen su despliegue hacia el contrato 0 conciliacién de voluntades. El tercer momento, el derecho en sto derecho pleno, procura, por ultimo, el cau- ce necesario para que se restituya el orden preexistente a las vulneraciones contractuales, En este cauce desembocan todos los sedimentos de las tas y enfrentamientos producidos por las distintas voluntades objetiv. simulténeamente, los frena y contiene mediante penas susceptibles de res- tablecer el orden juridico. La moralidad es el segundo momento del esplritu objetivo. Ahora, con- cierne a la persona en tanto sujeto implicado en unas normas del correcto vi- vir, La moralidad abarca 1a motivacién para cualquier accién y estipula el 4mbito del deber ser, Ambito que caracteriza este momento coma la ley ca- racterizaba al primero. La eticidad es el logro de Ia integracién, Para Hegel, ley y moral son in- disolubles, de forma que el derecho es a6lo una expresion ética de la libertad, verdadera esencia de la vida en sociedad. Al integrar ser y deber ser, persona y sujeto, la eticidad manifiesta la sustancia de la vida social en tres cuerpos: la familia, la sociedad civil y el Estado, cada uno de ellos con su despliegue correspondiente. Para Hegel, la familia es el lugar natural del ser humano. El individuo no existe aisladamente, sino que esta supeditado a esta institucién que lo pro- duce, acoge y forma. Las familias que se comportan entre si como «personas autdnomas concretas»® resaltan la unién por encima de lo unido. La familia se realiza en el matrimonio y, mediante el trabajo, en la propiedad familiar, factores ambos que permitirin cubrir las necesidades de su finalidad: la crianzay educacién de los hijos hasta que la unidad se segmente para formar otras. La sociedad civil es el segundo lugar de la vida social y est4 ocupado por el ciudadano. Constituye el mundo fenoménico de lo ético’ y manifiesta la to- talidad de las relaciones sociales. El mandamiento del ciudadano sobre la persona y el sujeto son ahora evidentes, pues para Hegel si un objetivo indi- vidual contradice un fin general, aquel debe rechazarse. 2. G.W.F Hegel (1821, 1995), Fundamentos de la flosofle del derecho. La versién que utiliza- mos aqul es la traduecién de Carlos Diaz de le edicién de K. H. IIting sobre el original de 1821. [Las cursives en Ins citas entre comillas son siempre suyas (obra ci hora en adelante ‘como Fi der). Fit. der, 614. 3. Fil der, 614, 3D YIVIIIVIFIAIVIVIVYI AIP IPAP VII PII PPV VD 104 _‘Trontas sonne. Rr. EStAn0. La sociedad civil est constituida por otros tres factores. El primero se manifiesta por las necesidades de los individuos y por el choque inevitable que ocasionan, Esta situacién hace tomar cuerpo a un segundo factor, la ad- ministracién de la justicia, que evita el conflicto, y a un tercero, la policla y las corporaciones, que sirven para prevenir subversiones o para anular alte- raciones al orden social. El primer factor despliega a su vez le fortuna, el tra bajo y la inteligencia, que intentardn cubrir las necesidades individuales. Gomo hemos visto no evitaran, sino que hasta incluso motivarén, los con- flictos. Una vex desencadenados, éstos requerirén de un segundo factor, la administracién de la justicia, que promulgaré y realizar4 un derecho formal, un derecho individual y, por tiltimo, una actividad judicial que, bajo la mira- da subjetiva, atenta y experta del juez, impondra la justicia adecuada y se valdrd de las instituciones preventivas y de vigilancia del tercer factor, la po- lila y las corporaciones, para paliar los estragos causados por la libertad par- ticular, capacitada por naturaleza para violar las normas. Kil Estado es el universo pleno del espiritu objetivo, aquel que ubica los Tugares precedentes, los contiene y los funde. Un universo de la raz6n cons- tituido para proporcionar armonia entre individuo y sociedad, asi como li- bertad y voluntad particulares y sociales. El Estado es la sustancia social que ha Hegado a la conciencia de si y congrega en sf a In familia y a la sociedad civil. Es una forma superior del despliegue conjunto de moralidad y ley. Fl Estado, en tanto fin absoluto de la vida en sociedad, aparece ante los ojos de Hegel como «voluntad divina como Espiritu presente y que se des- pliega en la forma real y la organizaci6n de un mundo. El Estado supone la realizacién de la libertad y, a su vez, el modo de dicha realizacién. Se trata de un Estado estructurado y constituido, un Estado de derecho que sigue el rumbo y la direccién de la Historia. Dedicaremos el resto del capitulo a profundizar en el recorrido esbozado a grandes rasgos en las lineas anteriores, mediante Ia gula ofrecida por los Fundamentos de la filosofia del derecho. Los fundamentos de la filosofia del derecho La filosofia de Hegel es una filosofia del concepto, en tanto identidad del sentido y de la vida, de la idea y de la realidad. La razbn es esta identidad concreta de las diferencias y, la dialéctica, el «principio que mueve, no solo ten cuanto digolvente de Ins particularidades de lo universal, sino también como productor de ellass.* 8 Fad der 160 x! Se mr amonrto _108, Hegel nos habla de la filosofia del derecho como una ciencia. Con ello vuelve a manifestarse un firme defensor del proyecto moderna, ilustrado y racionalista, frente al auge de las actitudes roménticas de su época que aban- donaban toda explicacién racional del mundo en favor del libre arbitrio, el coraz6n, In fantas{a, In intuicién, el capricho y la contingencia,’ y que para Hegel acompafiaban las formas mas degradadas de la filosofla. Desde el mo- mento en que la filosofia declara insensato el conocimiento de la verdad, se desacredita y abre la puerta a la igualacién de todos los pensamientos y de todas las materias: vale lo mismo la ley que la opinién sobre aquella.® Con la misma firmeza ataca otros supuestos valores de su época, como la considera- cién del entusiasmo o del sentimiento en tanto criterios de lo que es justo 0 no.’ Hegel expresa una conden tificaciones que este atribuye a las acciones humanss, como la buena inten- cién, el buen corazén o la conviccién subjetiv Hegel carga también contra el historicismo que intenta «explicar» el de- recho a través de la mera exposicién de la concatenacién de acontecimientos antecedentes (circunstancias, «contexto», peculiaridades). En lugar de esto, prefiere llegar al fundamento del derecho por deduccién pura, y elaborar un sistema de deducciones universales que vaya més allé de la erudicién empi- rica.” Hegel refleja la direccién de todo su pensamiento en el siguiente aserto: «Lo que es racional es real, y lo que es real es racional»."* Lo que importa es conocer Ia sustancia y lo eterno en lo temporal y pasajero. «Comprender fo que es constituye la tarea de la filosofia, pues Zo que es es In razén»."' El pensa- miento debe dar cuenta de los sentimientos y del mundo. Sélo el pensa- miento racional conduce a Ia verdad, y el mundo es exterioridad respecto a a Idea, tales son los fundamentos profundamente racionalistas e idealistas de la filosofia de Hegel. Contemplar algo racionalmente no: aportar una razbn al objeto desde fue- ray elaborarlo mediante ella, sino que el objeto es para sl mismo racional; (...] tarea de la ciencia consiste Gnicamente en traer a le conciencia este trabajo propio de la razén de la cosa."* 5. Fil. der, 46, 51-52. Fil der, 56. Fit der., 44. . Fil der, 504, 506, 508, 510. 9. Fil der, 82. 10, Fil der, 57. 11, Fil der, 59. 19, Fil der, 162. PVIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIDIDIII)DIDY 79005) 212970 d dl 106__Trontas sonne ks. ESTADO Basindose en el desarrollo de las ideas de voluntad y de libertad, pilares de su edificio, Hegel concibe el émbito del derecho en lo espiritual, como no podia ser de otra manera: «el derecho es algo sagrado en general, solamente porque es la existencia del concepto absoluto, de la libertad consciente de sf mismay." Su punto de partida es la voluntad, que es libre e irreductible a cualquier cosa; nada la determina; es en af y para si y, en tanto racionalidad, tiende siempre a lo universal. La voluntad contiene en primer lugar «el ele- mento de la pura indeterminacién o de la pura reflexién del yo en si» (mis- mo). La voluntad es «frente a lo real su realidad negativa que sblo se refiere asi (misma) abstractamente, (y es) en sf (Ia) voluntad individual de un suje- to (individual)."* Hegel aclara que hay una primera voluntad libre que obedece a los ins- tintos naturales y a los deseos, aunque en este caso no cabe hablar propia- mente de libertad. A la verdadera libertad se Hega mediante el pensamien- to, cuando este consigue de forma racional establecer el derecho y Ia eticidad (as leyes, el Estado). Ya vimos como Hegel se enfrentaba al libre arbitrio in- dividual, pues para él lo individual debe tender « lo universal. Dado que este universal es racional, todos los seres humanos pueden acceder a él mediante la reflexién. Ja voluntad tinicamente es voluntad verdadera, libre, en cuanto inteligencin pen- aante [...] Esta antoconciencia que se capta como esencia por el pensar y que por endo se aparta precisamente de lo contingente y de lo no verdadero constituye el principio del derecho, de la moralidad y de toda eticidad." Lil derecho es el reino de la libertad realizada."* El Estado serd la forma iis perfecta para alcanzar la libertad y llevar a la realidad préctica la pura reflexién racional humana. Dado que los individuos deben Hevar una vida relacional universal, obrar de acuerdo al derecho no resulta otra cosa que obedecer las leyes promulgadas para poder gozar de esta libertad en su uni- versalidad. Derecho abstracto En la primera parte de su obra, Hegel aborda el derecho abstracto y su des. pliegue en la propiedad y el contrato para alcanzar, al fin, el derecho en st. EL 13, Fil. der, 158. 14, Fil der, (72. 15, Fil. der, 158. 16, Fil. der, 96. —_______ En Estano ansorasro_ 107 Protagonista de este proceso es la persona o conciencia que de si mismo tie- he el individuo, figura de la voluntad libre. La persona toma conciencia de su finitud, y esta determinacién Ia sitéia mediante la razén en el infinito universal y libre.” ‘La personalidad stlo comienza alli donde el ‘sujeto no sélo tiene una autoconcien- cia en general respecto de si como concreto, de alguna manera, determinado, sino sobre todo una autoconciencia de sf como yo plenamente abstracto, en el que toda limitacién y valides.concreta esth negade y sin valor (...] no tienen ain person: lidad alguna individuos y pueblos si todavia no han Hegado a este puro pensar y sa- ber de sf." Se trata de una sélida vindicacién individualista y hasta nacionalista que flaqueard en otros pasajes de la obra (infra). Un individuo, factor esen que se elevaré por encima de su finitud gracias a la razén y se reconoceré como persona y como parte de lo universal y también de un pueblo, proximo al yo-nosotros fichteano, que debe tomar conciencia de s{ mismo para definir su personalidad, lo propio en lo universal; en otras palabras, su identidad. Acceder a esta autoconciencia es el primer paso para la auténtica libertad dentro del universo de lo humano; pueblo-conciencia de s{-identidad consti- tuyen expresiones caras al nacionalismo. No se debe olvidar que para Hegel el auténtico espiritu libre es aquel que supera la mera existencia natural y pasa a darse una existencia suya, consciente y propiamente libre, y es ahi donde comienza el derecho y la ciencia juridica, y donde la esclavitud pasa a ser definitivamente injusta.” En primera instancia, Hegel define el derecho como la existencia que la libertad se da en forma inmediata.” Esta inmediatez se expresa en forma de propiedad o relacién de una persona consigo misma respecto a las cosas ex- teriores que llega a poseer, y contrato o relacién entre personas propietarias. ‘Ambas desembocan en el derecho en st, que da cuenta de lo injusto, el delito, a coercién, el castigo o la pena. ‘Todo lo distinto del esplritu libre es exterior a él, es cosa, impersonal y ajurfdica, Esta cosa tiene su fin en el hecho de recibir mi voluntad. Cuando mi voluntad la pose, ejerce un derecho de apropiacién y se convierte en pro- piedad mfa, en propiedad privada."" La propiedad privada sélo esta subordi- nada a una instancia superior, que es el Estado. Asf pues, la toma de posesion in ex mi universalidads (Fit. der., 175). 17, Fi der, (74. ala determi 18, Fil der, 176 y 178, 19. Fil der, 208. 20. Fil. den, 184. 21. Fil der, 200 y 202. yD YIVIIIIIYIYVIYVIPIVIIIYIIIIV ID ) »)) 108 _‘Trontas sone. RI, ESTADO de las cosas exteriores (naturales) es el origen de Ia propiedad. Acontece qui- 24 gracias a la astucia, a Ia habilidad, etc., pero, en cualquier caso, se origina en el momento en que hay una voluntad libre de apropiacién. La primera propiedad privada es mi propio cuerpo, el cuerpo que mi es- piritu ha posefdo.® Por ello, toda violencia ejercida contra mi cuerpo es una violencia contra mt, contra mi espiritu y contra mi persona como voluntad libre, pues «en tanto que vivo, mi alma (el concepto, y, més altamente, Ia pertad) y el cuerpo no estén separados, este es la existencia de la libertad, y yo siento en él». La propiedad privada es, para Hegel, la expresién verdadera de In perso- na libre y el derecho a Ia misma, un derecho absoluto o derecho absoluto del hombre sobre todas las cosas («la cosa después del contrato es mia»). En castellano, propiedad alude tanto a la facultad espectfica, lo propio de cada individuo, como a la posesion de algo exterior. Por tanto, resulta facil identificar In propiedad de algo como algo propio de lo humano. Ambas se confunden también en el discurso hegeliano y legan a constituir una misma entidad, como propiedad y uso que no pueden existir separados. La cosa po- sefda sitve para cubrir una necesidad o exigencia determinada, que es cuan- titativa y comparable en el universo de las relaciones entre individuos. Ast, lo propio presupone igualmente la voluntad integradora de apropiacién de lo exterior. La esfera del contrato aparece cuando la propiedad de una cosa deviene de un acuerdo comiin entre varias voluntades libres.” El contrato supone re~ conocimniento mutuo y afecta a cosas individuales exteriores. La enipulacibn del contrato es ya ella misma Ia existencia de mi decisi6n volitive, emel sentido de que de este modo yo enajenc lo mio, que ahora ha cesado de ser mi propiedad, y de que la reconozco abiertamente como propiedad del otro. El establecimiento originario de relaciones contractuales entre las perso- nas con el fin de salvaguardar su cuerpo y sus propiedades no expresan, para Hegel," la razén de ser del Estado, al contrario de lo que defendian iusnatu- ralistas como Locke y Rousseau. Para él, In naturaleza del Estado hay que husearla on la eticidad (infra). En cambio, los fundamentos del derecho st proceden de la propiedad en cuanto toma de posesién de la cosa por parte de 92, Fit. der, 208. 5, Fil der, 216. 24, Fil. der, 297. 95, Fil. der, 280. 26. Fil. der, 28R. EL Estano ansorrre 109 mi voluntad libre y del contrato entre voluntades.” Por ello el derecho surge de la persona y del respeto a las relaciones entre las personas. Dado que la persona es abstracta al trascender todas las determinaciones que pueda rea- lizar, el derecho de la persona es un derecho abstracto que sélo puede refe- rirse a la identidad conceptual abstracta de las personas, una igualdad pura, indiferencinda. En este lugar sélo existe la voluntad libre, que tropezaré con otras al exteriorizarse y afirmarse en el mundo emplrico mediante la pose- sién de las cosas. La naturaleza es la expresin de la desigualdad, es exterioridad en si mis- ma. Sus cosas no tienen derechos y, en consecuencia, son objetos de contrato.™ Para Hegel, el derecho se origina en la persona libre, forjada en la misma so- ciedad, que nada tiene que ver con situaciones naturales de no derecho: el derecho natural es un contrasentido. Lo que la sociedad emancipada debe lo- grar es «limitar y sacrificar la arbitrariedad y Ia violencia de Ia situacion na- tural». En cambio, la sociedad se fundamenta en la relacién entre individuos que desarrollan diversas tareas, «circunstancias contingentes cuya multipli cidad produce la diversidad en el desarrollo de Ins dieposiciones naturales, corporales y espirituales ya de por sf desiguales»” (por si mismos en la natu- raleza). La divisién del trabajo es la que genera la desigualdad entre Ias per- sonas. Ella supone desigualdad patrimonial y personal entre los individuos y se presupone como condicién de la sociedad civil. El derecho en st es una manifestacién objetiva que se realiza cuando re- prime toda vulneracién de al mismo. Su imperio es su propio restableci- miento permanente, y para ello penaliza o castiga sin tener en cuenta los factores subjetivos del delincuente. Es el delito o la falta los que realizan el derecho al obligar su aplicacién. En el proceso dialéctico de Flegel, lo injus- to niega el derecho y Ia subsiguiente pena tiene como objetivo restablecer de nuevo el derecho lesionado. Lo justo del derecho constituye la posicién pri- mera, la idea de Bien y de Justicia; lo injusto del delito pretende negar am- os criterios, y, por tiltimo, la pena se instituye como la superacién de ambos, necesaria para Ia restauracién del derecho en la realidad. Por tanto, In pena es necesaria y, ademés, reconoce y reinstaura al delincuente como persona (habla dejado de serlo al transgredir el derecho). Por tanto, la pena también le beneficia. Queda claro también que la vulneracién que supone el delito existe slo como voluntad particular del delincuente.” Fl delito no puede re- i. der, 198. Hegel incluye aqui conocimientor,ciencias, talento que puedan obtener una existencia externa. FIIIIIIIIIIINIIIIIIIIIIIIIIIIIIZDYD Ny 110 _‘Trontas sonne Rt. ESTADO pararse mediante una venganza particular, pues la venganza sélo es capaz de generar un nuevo delito y, «como tal contradiccién, cae en el proceso al infi- nito y se trasmite de generacién en generacién ilimitadamentes.”" Moralidad En la segunda parte de la obra, Hegel detiene su mirada en el segundo mo- mento del esplritu objetivo, que define la moralidad. El principio del punto de vista moral es para é1 la «infinita subjetividad para st de la libertad.” La moral representa el momento subjetivo de la voluntad. L.o moral no es, en principio, opuesto a lo inmoral, sino que es el punto de vista universal que descansa en la subjetividad de la voluntad.” Se aborda en este apartado el tema de la finalidad de la accién voluntaria; de hecho, la accién se define como exteriorizacién de la voluntad subjetiva o moral.* Lo particular de cada accién es lo que Hegel Ilama «contenido interior». Alli se halla la intencién y su contenido, cuyo fin particular es ‘mi bienestar. Sin embargo, este contenido interior, elevado a la universalidad y objetivi- dad, refiere al fin absoluto de la voluntad: el bien; el propésito, en cuanto procedente de un ser pensante, no contiene simplemente la individualidad, sino esencialmente un aspecto universal, la intencién.”* Hegel establece una neta demarcacién entre, por un lado, fines relaciona dos con Ia voluntad natural uhicada en Ambitos prepoliticos y, por otro, el fin universal de la accién pensante o racional: el bienestar o la felicidad. Segtin Hegel, en contraposicién con lo que ocurria en Ia Antigitedad, en la époce moderna se da el derecho del sujeto a tener una libertad subjetiva. Reconoce ¢l papel del cristianismo en Ia instauracién de este derecho y lo acepta como el principio universal que ha dado una nueva forma al mundo.” Sin embar- go, la satisfaccién de mi subjetividad implica de hecho asimismo, obrar de a a al bienestar de otros, en rigor, el bienestar de todos, dada la universali- died del pensamiento racional.” De esta forma, ha quedado instituido el lugar tlel deber ser, punto de partida para las normas del correcto vivir en sociedad. Laimtencibn de mi bienestar no puede justificar una accién injusta. Tam- poco, como veremos mas adelante con respecto al ciudadano y la sociedad ci- 41. Fil. der, 360. 32. Fil der, 364. 33, Fil. der, 580. 34, Fill der, 386. 38. Fil, der, 320. 36, Fil der., 420 37, Fil. der, 438. AB. Fil der. 442, E1.Estano ansouuro 111 vil, puede darse curso a la satisfaccién de un fin individual cuando vaya en contra de un fin general. Asi, el bien piblico, el bienestar del Estado como universalidad, prima por encima de la subjetividad individual. El bien co- miin (Estado) trasciende al individuo. Sélo en casos de peligro extremo con- tra la vida individual puede el sujeto resistirse (derecho de indigencia).” El bien constituye lo sustancial para la voluntad, El bien se hace realidad por medio de la voluntad subjetiva.”* Hegel establece el deber de hacer el bien, hacer justicia y velar por el bienestar, tanto propio como el de todos." Sin embargo, de la idea abstracta de hacer el bien no se puede pasar a la de- terminacién de deberes particulares. Para ello es necesaria la eticidad (Ia vida social), que da contenido objetivo a la conciencia moral que, en af mis- ma, es s6lo formal.* Lo que es derecho y es deber, en cuanto lo es en si y para si racional en las deter- minaciones de la voluntad, no es esencialmente ni le propiedad particular de un individuo, ni lo que esté en Ia forma del sentimiento o de cualquier otro saber sin- gular, es decir, sensible, sino esencialmente en la forma de las determinaciones universales, pensadas, 0 sea, en la forma de leyes y principios.” Ala doble valoracién del individualismo, ahora criticado, aludiamos mas arriba, En este apartado, Hegel se manifiesta claramente contra la funda- mentacién del derecho en el individuo e, implicitamente, contra el iusnatu- ralismo, al declararse a favor de la racionalidad universal como forjadora de normas para la conducta individual, y concebir la ley como resultado de un ejercicio racional vinculante. Eticidad El tercer momento del espiritu objetivo viene expresado por la eticidad 0 idea de libertad que se ha convertido en mundo existente y en naturaleza de Ia autoconciencia." Lo ético, o deber hacer, aparece como objetivo por medio de las leyes y las instituciones. Estas otorgan contenidos fijos que tienen una existencia por encima de la opinién subjetiva y del capricho." Ambas con- forman la sustancia ética y proporcionan una autoridad y un poder absolu- 39, Fil. den, 444. 40. Fil. der, 452. a. 4. “4. 45. FD 5S ») ) 2) 0) ) >) ) yD) yrVIPIIIDD 112 _‘Trontas sonne et. Estano tos." Ademés, las leyes éticas no son algo extrafio para el sujeto, sino que el espfritu las toma como su propia esencia.” Las determinaciones éticas son deberes para el individuo, vinculantes para su voluntad. Aparentemente, este deber puede aparecer como limita- cidn a la subjetividad o libertad abstracta del individuo que determina a su arhitrio su bien indeterminado, Sin embargo, el individuo tiene en el deber mAs hien su liberacién.® La virtud es lo ético reflejado en el cardcter indivi- dual, la adecuacién del individuo a los deberes de las relaciones a las que pertenece (honradez). La ética determina en una sociedad lo que el hombre virtuoso debe hacer.” En la identidad entre voluntad universal y particular se atinan derecho y deber: por medio de lo ético tiene el ser humano derechos en la medida en ‘aque tiene deberes, y deheres en Ia medida en que tiene derechos.” La sus- tancia ética es el espiritu real de una familia y de un pueblo. Este concepto se objetiviza en dos momentos fundamentales: la familia, o espiritu ético to o natural, y la sociedad civil, o unién de miembros en cuanto que individuos independientes en una universalidad que tiene un orden inter- no, con una constitucién juridica como medio de seguridad de las personas y de In propiedad, y un orden exterior para sus intereses particulares como Estado. . La familia encuentra su determinacién en el afecto (amor). Ademés, por Ia perteneneia a una familia las personas reconocen su individualidad como miembros de tal familia.” La familia se concreta en los tres aspectos si- guientes. En primer lugar y como concepto inmediato, el matrimonio, que mantiene la vida de la especie (eunidad exterior») y donde la autoconciencia de la unidad de los sexos se transforma en amor es ritual 0 autoconsciente («unidad interior»), un punto que Hegel juzga muy importante. El matrimonio parte del consentimiento de dos individuos para consti- tuir una sola persona, abandoniando Ja personalidad natural de cada una. EL matrimonio es, ademas, un deber ético. En él se recibe el consentimiento de las respectivas familias y también de la comunidad.” Hegel no otorga alma- 46, Fil. der, 536. 47. Fil, der, 552. 48, Fil der, 542. 49, Kil, der, 544, : |. Fil, der, 544. Fil. der, 956. . Fil, der, 558. . Fil der, 562. . Fil. der, 564 y 566. Fil. der, 518, 1 hae Nc Ex. Bstano ansonvro 113, trimonio cardcter contractual,* al situarlo en un indefinido «nirvana», aje- no a los ego{smos particulares que si requiere el contrato, En el despliegue del matrimonio sélo caben amor, unidad (monogamia) e indisolubilidad. El papel de hombres y mujeres es distinto. El hombre realiza su vida sus tancial en el Estado, la ciencia, Ia lucha y el trabajo, y debe hallarse al fren- te de la familia;” la mujer tiene su determinacién sustancial en Ia familia y en la piedad." Esta defensa a ultranza de la monogamin, la presupone como uno de los principios absolutos donde descansa la eticidad de una comunidad.” En segundo lugar, Hegel sitaa el patrimonio familiar, Equipara el origen del matrimonio al de la propiedad® y se refiere al patrimonio familiar como su existencia exterior, propietario de bienes y encargado de su cuidado."' Es al hombre, como cabeza de familia, a quien corresponde realizar In ganancia del exterior, cuidar de las necesidades de la familia y administra dicho pa- trimonio.* En tercer lugar, encontramos el objetivo de la crianza y Ia educacién de los hijos, asi como la disolucién de la familia en relacién con la herencia.® Los hijos tienen derecho a ser alimentados y educados con el patrimonio fe liar comin. En Ia fa 8 se les mantiene en una plina con el fin de hacerles auténomos algin dia y de que adquieran una personalidad libre con capacidad de salir de la unidad natural de In familia.” Gon la disolucién de la familia, entendida como la muerte del padre, el tes- tamento debe encaminarse a mantener la familia, evitandose donaciones disparatadas que comprometan Ia supervivencia de los miembros supervi- de la familia a la sociedad civil, la familia se disuelve mer- ced al principio de personali dad de familias que se com- portan mutuamente como personas autonomas concretas." Asi, el pueblo y Ia nacién surgen como ampliacién de la familia. Ambos tienen un origen na- tural comin.” La sociedad civil es la sociedad entendida como un sistema 56, Fil. der, 286 ss. y 574. 57. Fil der, 590. 58. Fil der, 582, 59. Fil der, 584. 60, Fil. der, 590. 61. Fil der, 564. 62. Fil. den, 592. 63. Fil der, 564. 64. Fil. der, 596. 65, Fil. der, 64. 66, Fil. der, 616. Los semtimientos nacionalistas podrian hundir sus ratces en In naturalers al modo fichteano, si atendemos a esta expresion de Hegel. YIIIVIIVIIVIINIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIDYD Yr) ) YD PIII) 114 _Teontas sone ei. RStano, de dependencia multilateral universal, «de suerte que la subsistencia y el bienestar del individuo y su existencia juridica se entrelazan con la subsis- tencia, el bienestar y el derecho de todos [...] A este sistema se le puede con- siderar en primer lugar como estado exterior, estado de necesidad y de en- tendimiento».” La sociedad civil también atraviesa sus tres momentos. El primero es de- nominado por Hegel ef sistema de las necesidades, que consiste en In satis- faccién de las necesidades del individuo mediante su trabajo y, también me- diante el trabajo, la satisfaccién de las necesidades de todos los demas. La base social, en tanto determinacién reciproca entre los individuos, se funda- menta en el trabajo como medio para satisfacer tales necesidades.” El desa- rrollo de la division del trabajo, origen de la desigualdad social como vimos anteriormente, se erige ahora en motor de su opuesto, la solidaridad organi- ca, aunque en el caso de Hegel se trate de una solidaridad de concepcién li- beral, en la que el goce o las satisfacciones personales particulares contri- buirdn a lograr el equilibrio colectivo, Ello es asi porque confia en que lo que es bueno para mi seré bueno para los demés, una emulacién desafortunada de la idilica divisién del trabajo en Ia que el goce de unos produce el de los. otros.” No obstante, la posibilidad de participar en el patrimonio universal esta condicionada por el capital privado y las habilidades particulares que, junto a las miltiples circunstancias contingentes, generan desigualdad, di- ferencias y disimetrias que se plasman en clases." El segundo momento de la sociedad civil es la administracién de la Justi- cia, o proteccién de In propiedad mediante leyes universales conforme a las cuales jurgar. Hsta administracién se ocupart de que la libertad general, In de todos, domine en la realidad mediante la ley establecida objetivamente por el derecho formal, el derecho individual y la actividad conereta de jueces y ma- gistrados. La administracién de justicia pone freno a los problemas generados por la libertad individual que camina fuera del cauce legitimo del derecho. Hegel considera este momento como el instante de la prevencién y la reps racién, Dado que la ley no funciona sin conflictos, se realiza cuando los atien- de para cl cuidado del interés particular en cuanto interés comin. Para mai tener el orden preestablecido se acude a !a policla y a la corporacién,” que 67. Fil. der, 619. 68. Fil. der, 625. 69. Fil. der, 630. 10, Fil. der. 632. 71, Hegel reconoce clases campesi y 634). 72, Fil. der, 625. inndustriales y de los servidores del Eatado (Fit der, 632 Et. Rstapo ansouro 115, constituyen un tercer momento de garanti dad de la persona y de la propiedad.” ininterrumpida para Ia seguri- El Estado El momento definitivo del espfritu objetivo es el Estado: «la realidad de la idea ética, el espfritu ético en cuanto voluntad patente, ostensible a si m , que se piensa y sabe y cumple aquello que sabe y en la medi- da en que lo sabe».” El Estado es una realizacién racional; de hecho, el fin iltimo de toda racionalidad. En el Estado la autoconcienci eleva a la universalidad y la unidad asl establecida es «autofinalidad absolu- ta, inmévil, donde la libertad llega a su supremo derecho».”* El deber supremo de cualquier individuo es ser miembro de un Estado.” Esta posicién se opone de nuevo al iusnaturalismo, para el que el Histado es una institucién al servicio y en funcién de los intereses de los individuos que acuerdan entre si formarlo. Para Hegel, el individuo forma parte del Estado como un deber, ya que s6lo formando parte de un Estado el individuo pose objetividad, verdad y eticidad, y puede levar una vida universal.” La dife- rencia con respecto a Rousseau o Locke es clara: para Hegel el Estado no se funda en la coincidencia de voluntades particulares en su biisqueda de un fin inmediato y material (la seguridad en la vida y las propiedades individua- les). Para Hegel, el Estado se funda en un acto de razén, una razén pensada individualmente pero en la que, en cuanto que tal razén es universal, coin- ciden en ella todos los individuos. El Estado es una creacién del pensamien- to: he ahi el idealismo racionalista de Hegel. El Estado reine universalidad ¢ individualidad: la voluntad busca su finalidad particular actuando segun leyes y principios pensados, es decir, universales.” El trénsito de la familia, horda, tribu, multitud a Ia condicién de Estado requiere la realizaci6n de la idea ética, Un pueblo no es todavia un Estado. Sin personalidad y autoconciencia, un pueblo no tiene leyes en tanto determi naciones pensadas y, por lo tanto, no tiene autonomia ni es reconocido por otros. Hegel sitia a los colectivos preestatales en la prehistoria, donde se da «por una parte la inocencia apética, embotada, y por otra parte el arrojo de 13, Fil. der, 661. 14, Fil der. 678. 75. Fil. der, 678. 76. Fit. der.,679. 2) Ee) >) em) P=) )) es). Fm)! np) dy) >>yVIIIVIDVIVIDXA PIPE IVIIYD ) 9) ) DD 116 _‘Trontas sonne. RL. ESTADO la lucha formal del reconocimiento y de la venganza».” El estadio Estado supera todo ello y logra la culminacién de la vida.social a través de la monta racional y real entre persona (individuo o familia) y sociedad, y con el concierto entre voluntades que desemboca en Ia realizacién de la libertad general. Tlegel distingue tres momentos de In Idea del Estado: el derecho politico interno, el derecho polttica externo y ta historia misma. Bl derecho politico interno 0 constitucién es el Estado en cuanto se refiere a si mismo. Constitu- ye la legislacién que estructura y organiza el Estado. Hil Estado es Ja realidad de la libertad concreta, es decir, que la individualidad personal y los intere- ses particulares no s6lo obtienen su reconocimiento y el derecho a desarro- Narse, sino que persiguen por si mismos el interés de lo universal.” Fl interés particular no debe, en verdad, ser dejado de lado o incluso reprimido, sino que debe ser concordado con lo universal. El individuo, stibdito en cuanto & sus deberes, encuentra come ciudadano en el cumplimiento de los mismos la pro- teccién de su persona y de su propieda lar, y In satisfaccién de su exencia sustancial, la conciencia y el se propia dignidad de ser miembro de ese todo, y en este cumplimiento de los debe- rea como prestnciones y servicios para el Estado tiene su conservacién y su exis- tencia."" Fl Rastado se articula en instituciones, que son sus garantias objetivas. El conjunto de estas compone la constitucién o racionalidad evolucionada y realizada en lo particular.” Ello se plasma en diversos poderes estatales, que desempefian las tareas por medio de las cuales lo universal se produce con- tinuamente. Hegel distingue tres poderes constitucionales: legislativo, gu- bernativo y el poder del principe. El primero determina lo que es universal” y establece las leyes que dictaminan lo que el Estado permite gozar y bene- ficiar a los individuos, y lo que los individuos deben aportar al Estado."* He- gel no es partidario del sufragio universal, sino de una representacién esta mental en la que se concede gran peso a la nobleza” y, en general, a las clases dominantes. Los diputados son representantes no de individuos particulares, 19. Fit. der, 795. 80, Fil. der, 687. * 81. Fil. der, 690-691. 8, Fil der., 691.692. 85. Fil. der, 695, 84. Fil. der, 715. 85, Fil. der, 750. 86, Fit. der, 760. | | See eerano nesceaoe 17) sino de «esferas esenciales de Ia sociedad» (el representar no es ya estar en lugar de otro, sino que el interés mismo esta ya presente).” El segundo comprende los poderes judiciales y policiales, y concierne también al funcionariado en general, en tanto servidores del Estado ligados por un deber necesario en el que el capricho es intolerable. Ambos poderes se ocupan igualmente de los necesarios mecanismos de control de los fun- cionarios por instancins superiores, a fin de evitar posibles abusos.™ El tercer poder, el del principe, sitéa la subjetividad como iiltima deci- sién de la voluntad.” Ein el principe estan reunidos los diferentes poderes en la unidad individual correcta. La monarquia constitucional, obra del mundo moderno, supone para Hegel el maximo perfeccionamiento del Estado. Su- pone la culminacién de la historia del mundo, por cuanto libera a sus miem- bros (ciudadanos reconocidos como tales) y, al tiempo, mantiene In unidad de la racionalidad estatal. El poder del principe contiene los tres momentos de In totalidad: Ia universalidad de las leyes, lo consultivo como relacién de lo particular con lo universal y el momento de la ultima decisién como auto- determinacién.” fl personifica y garantiza la unidad del Estado,” y es el de- positario de Ia soberanta como totalidad. Hegel no esth de acuerdo con que la soberania resida en el pueblo, ya que un «pueblo» sin monarcas y sin todos los mecanismos de articulacién (soberania, gobierno, tribunales y clases) es una masa amorfa que no es Estado ni es nada.” Hegel se manifiesta en contra de la posibilidad de idear una constitucién valida universalmente, aun siguiendo principios racionales. La constitucién de un pueblo depende del «modo y la cultura de su autoconciencia», pues «cada pueblo tiene por ende la constitucién que le es adecuada y le corres- ponde».® Con ello, defiende un particularismo histérico avant la letire al con- cebir la existencia de «pueblos» con personalidad, es decir, que saben que su fin es el objetivo de su voluntad, Por ello, la comunién de sus miembros se caracteriza por una cierta forma de autoconciencia, Inversamente, supone también un freno al intervencionismo napolebnico o a las ansias imperialistas en general, pues no es posible r>yVYIYIYVIPYIYIDP DPI DPI) DDD Dy) yD? 118 _‘Tronias sone RL ESTADO. nizacién sociopolitica argumentando que reflejan la universalidad de unos principio justos. Cada «pueblo» se dota de las formas de organizacién que es capaz de pensar y establecer. El derecho politico externo es el segundo momento de expresién del Esta- do. Se refiere a la relacién de un Estado individual con otros estados. Con- cierne a los tratados, al derecho internacional, y esté obligado por los dere- chos de los pueblos que lo trascienden. Al existir el Estado también como individualidad (exclusividad, ser-para-s{ de cada Estado), se expresa asimis- mo en la relacién con otros estados, cada uno de los cuales es auténomo."* Hegel habla del «momento ético de la guerra», como necesidad de defender la autonomia del Estado a costa de las posesiones y la vida.” El Estado, en tanto racionalidad sustancial e inmediata realidad, es el poder absoluto so- bre la tierra. Por tanto, cada Estado se halla frente a otros en autonomia soberana. Asi, el derecho internacional surge de las relaciones entre estados auténomos, los cuales establecen tratados que deben ser respetados. Sin em- bargo, se reconoce que no existe una voluntad universal constituida por en- cima de tales estados (un Estado de estados), por lo cual Hegel admite la guerra como «institucién de derecho internacional». Los conflictos entre es- tados, en tanto que las voluntades no encuentran conciliacién, sélo pueden’ decidirse mediante la guerra.” El tercer momento, la historia, no es propiamente un momento tal, pues tuna ver. las politicas interior y exterior del Estado se manifiestan, el Estado colma de justicia la realidad y culmina el despliegue de individuo y sociedad bajo el comin criterio de su soberania. Sin embargo, tras él, con él y sobre a; siendo él, estA Ia historia marcando el paso, actualizando el destino y real zando el devenir paulatinamente. Por ello el iiltimo momento no es més ins- tante que el aire que respira la libertad en su devenir; la historia universal del espiritu que retorna autoconsciente en toda su magnitud para si. La historia universal se concibe como tribunal universal. Es el despliegue necesario a partir de Jos conceptos de libertad, autoconciencia y raz6n. Es la exposicidn y realizacién del espiritu universal.” La historia universal es la ex- posicién de cbmo el espiritu trabaja para saber lo que es en sf, En el desplie- gue de la idea, en tanto progreso de la conciencia para tomar conciencia de libertad, se atraviesa una serie de estadios. En cada uno de ellos hay un pue- blo dominante que se encarga de realizar este estadio de progreso. Los otros pueblos contemporaneos que no son portadores del estadio actual de des- 94. Fil. der, 776. 95. Fil. der, 778. 96, Fil. der, 787. 97. Fil, der, 791. E1.Estano ansoruro 119 pliegue del espiritu universal carecen de derecho (su época ya ha pasado) y no cuentan para la historia universal.” Como ya dijimos, para Hegel la historia comienza cuando surgen deter- minaciones legales e instituciones objetivas. Dado que el movimiento del es- piritu es saberse absolutamente y liberar su conciencia de la inmediatez na- tural, Hegel distingue cuatro «imperios histéricos universales» en el proceso de liberacién de esta autoconciencia: oriental, griego, romano y germénico.” Con ello, contribuye a sentar las bases de las series procesalistas y evolucio- nistas de la segunda mitad del siglo x1x. Para Hegel, «la historia es el deve- nir que se mediatiza a si mismo," marca el limite espacial y temporal dela voluntad libre, y expresa el escenario en el que el espiritu se manifiesta. Conc.usi0n. Los PROBLEMAS DEL ESTADO HEGELIANO Alhilo de lo que acabamos de mencionar, surge la primera critica ala pollti- ca de Hegel. Diferenciar un pueblo como «elegido» o «protagonista» de una época y descartar a otros pueblos como incompetentes en el devenir de la ci- vilizacién es sintoma de chauvinismo y mesianismo y, a la vez, una justifica- cién para la subordinacién de los mismos. Hegel reproduce este pensar je- rérquico en otros lugares de su obra, alcanzando su manifestactén mAs extrema cuando pone el devenir de la historia en las manos de los grandes hombres de los diferentes pueblos. Ellos han mostrado /a sintesis preclara del camino que la humanidad habla de seguir. Bajo esta idea, contempla también el proceso histérico una vez abandonada la prehistoria."™ Esta obediencia debida a la jerarquia es todavia més impactante cuando acude, como comentamos anteriormente, al principe como sintesis concre- ta de la soberanta, Ambito y protagonista de la subjetividad en tanto uiltima decision de la voluntad. Un personaje que reunia en su subjetividad toda la 98. Fil der, 795, 99, El perlodo oriental representa In infancia de Is humanied. La libertnd solo est en manos deunoy 2° le nega «todos menos al soberane. Los periods griego y roman repreacntan Ie hi ‘nanided adotescente. Kala primern llamada de I conciencin que busca, partir de shore, I ertad, En armbas fasex prevalecin la comunidad sobre el individu rmadures de In humanidad y abarcaria desde el cri Hegel En esta fey tras un tiempo de biaqueds infructuona en el que perduraron fortnas deo Cleeiuad, se alennaa In plenitud de In conciencia de libertad y murenlizncin histbrien «través del Eatado. 100. G.W. F. Hegel (1807), Fenomenologta del expiritu. para el FCR en ni sexta reimpresion (1999, p. 472). 101. Fit der, 796. Hemor utilizndo In versién de W. Roces yD) 7) ) wy) DD) yy) ) yyy) yVIDPIIIPOIIPIIVIYVIPYPIY YIP DI DDD 120 __Trontas sopne BL ESTADO racionalidad objetiva del Estado y encarnaba el vinculo necesario entre lo individual y lo particular, constituia, sin duda, un blanco facil para la critica marxiana.'” Si seguimos atendiendo a Mars, el verdadero contenido del Estado estd bien lejos de la ficticia racionalidad que cree ver Hegel en él. El Estado se encuentra més alla de Ins constituciones que dicen expresarlo; su verdadero contenido es la propiedad priva El supuesto asunto comin que para Hegel era el contenido decisivo del Estado, sblo representaré para Marx los intereses de una clase dominante propietaria de los medios de produccién. El Estado, entendido como entidad politica, constituye exclusivamente la parte ceremonial de la realidad so- cial." El Estado apela a su propia abstraccién y se desvincula efectivamente de responsabilidades particulares, es decir, de la vida concreta de los ciuda- danos en relacién con la propiedad privada. De hecho, cuanto més abstracto y ceremonial sea, més dificil ser& acabar con las desigualdades. Ademés, el individuo niega su propia realidad concreta cuando pasa a ser un verdadero ciudadano, Lo politico posee, con el Estado hegeliano, una entidad propia, in- dependiente de toda realidad socioeconémica. Bajo el enunciado de que aho- ra todos somos iguales ante Ia ley, el Estado sanciona como verdad lo que en verdad es distancia y disimetria. Al defender como cosa comin una igualdad que no lo es, aliena al ciudadano de su vida y situa su libertad en el.iinico Ambito donde esta cabe: el pensamiento. El Estado, para Hegel el maximo exponente de la racionalidad y deter- minacién de los seres humanos, instituye una apariencia de reelidad iguali- taria, donde sélo existe divisién, diferencia e interés privado. Al traducir In dialéctica de las cosas por la dialéctica de les ideas, Hegel traslada el sentido y la referencia de las palabras a universos imaginarios que tranquilizan la 102. La criticn de Marx fue contundente: «Hegel define aqui al monarea como «la personali- dad del Estado, su certeza de af mismo». El monarca es Ia «toberania personificada, la «sobe- ania hecha carne», la conciencia palpable del Estado. Con ello quedan excluidos todos los de- mia de esta soberanta, de la personalidad y de In conciencia del Estado. Pero a le ver Hegel es ineapaz de dar a esta «Souveraineté Personne» otro contenido que el «quiero», el factor dela, bitrariedad en Ia voluntad, La «razén del Eatador, la «conciencia del Ktados, es une persona ‘emplrica «tinicas con exclusién de todas las otras; pero esta razén personificada carece de todo otro contenido que la abstraccién del

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