PROBLEMAS PSICOSOCIALES
VULNERABILIDAD
SOCIAL
VULNERABILIDAD SOCIAL
I. VULNERABILIDAD SOCIAL
Sin embargo, para las ciencias sociales la condición de vulnerabilidad incluye la posibilidad
de controlar los efectos de la materialización del riesgo, comprendiéndose tanto la
exposición a un riesgo como la capacidad de cada unidad de referencia (comunidad, hogar,
persona u otra) para enfrentarlo, ya sea mediante una respuesta surgida de ellas mismas o
merced a un apoyo externo.
Esta relación puede extenderse para hacer explícita la posibilidad de una adaptación activa
al riesgo que vaya más allá de la simple aceptación, que equivale a la resignación. Para
incluir esta especificación, en la incapacidad de respuesta se distingue entre la ineptitud
para enfrentar los riesgos y la inhabilidad para adaptarse activamente a sus consecuencias:
Pero además, “la idea de vulnerabilidad se refiere a un estado de los actores (comunidad,
hogar, persona) que varía en relación inversa a su capacidad para controlar las fuerzas que
modelan su propio destino, o para contrarrestar sus efectos sobre el bienestar” (Kaztman,
2000).
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
La noción de vulnerabilidad puede ser entendida como un proceso que se relaciona en estos
diversos niveles de análisis y que puede existir una sinergia negativa entre sus distintas
dimensiones en la medida que puede llevar a incrementos de los niveles de vulnerabilidad
a partir de una situación de vulnerabilidad inicial, produciendo un “circulo vicioso de la
vulnerabilidad” entre las distintas unidades de análisis y las diversas dimensiones de la
misma.
Las promesas del enfoque se orientan a ofrecer un instrumental analítico que combine
dinámicamente los niveles micro (comportamiento de individuos y hogares), meso
(organizaciones e instituciones) y macro (estructura social y patrones de desarrollo) para
explicar de mejor forma la reproducción de los sistemas de desigualdad y desventajas
sociales.
TIPOLOGÍA DE LA VULNERABILIDAD
Para cada uno de ellos, las instituciones de la sociedad civil, el Estado y/o el mercado
pueden generar estructuras de oportunidades que faciliten la movilización de los activos de
los hogares, o que les provean activos para reducir su vulnerabilidad, mejorar sus niveles de
vida o permitirles el acceso a estructuras de oportunidades más cercanas a los nuevos
caminos de movilidad e integración.
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
tránsito por las vías institucionales de mejoramiento del nivel de vida. Se trata de personas
y hogares que encuentran dificultades para satisfacer sus necesidades básicas. Malas
condiciones habitacionales, insuficientes activos en recursos humanos dentro de las
familias, alimentación escasa y de poca calidad, alta permeabilidad a los vicios sociales,
precario control y atención de la salud y una baja autoestima son algunos de los factores
que se conjugan para reducir sus expectativas de buena calidad de vida.
Desde el punto de vista de las políticas, las estructuras de oportunidades que importan son
aquellas que permiten establecer o restablecer la autoestima, la confianza en las propias
capacidades, una mínima esperanza en el progreso y, sobre esa base, el fortalecimiento de
las instituciones primordiales y el vínculo con las instituciones de la sociedad. Los
asistentes sociales, que en general ofician de intermediarios entre estos hogares y los
programas sociales formales, suelen ser testigos frustrados del costo y las dificultades
envueltas en estas tareas de rescate, especialmente en los casos en los que, como en los
guetos urbanos, se ha generado el aislamiento necesario para que germine y cristalice una
subcultura marginal con códigos adversos a los de la sociedad global.
Se habla en estos casos de marginalidad, exclusión, pobreza dura, estructural o crónica.
Sólo con estructuras de intermediación que logren construir un vínculo efectivo con las
instituciones del trabajo y del conocimiento es dable esperar de estos segmentos sociales
una respuesta positiva a los estímulos que crea el crecimiento económico o a la
convocatoria de reformas educativas con una fuerte impronta de equidad. Y sólo será
posible la construcción de ese vínculo si la población que sufre tales carencias logra
internalizar y consolidar la creencia que los esfuerzos canalizados a través de vías legítimas
mejorarán efectivamente sus condiciones de vida. En ese sentido, esa creencia puede ser
considerada como otro de los recursos que conforman, junto con la salud y la educación,
los activos de capital humano de la población.
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su participación y confianza en las instituciones del trabajo como medio para mejorar su
situación de bienestar, así como en las instituciones del conocimiento, como vía para
materializar las aspiraciones de movilidad e integración para sus hijos. Si bien las
características de su portafolio de activos y sus "enganches" en la estructura de la sociedad
tradicional les permite aprovechar la ampliación de algunas oportunidades en los ámbitos
del mercado, del Estado y de las instituciones de la sociedad civil, y mejorar con ello sus
condiciones de vida, sus edades y responsabilidades familiares les impiden incorporar los
"códigos de la modernidad", cuyo manejo es requerido para transitar por los nuevos canales
de movilidad e integración social.
Tal insuficiencia los hace particularmente vulnerables a los cambios en las oportunidades
del mercado laboral inducidos por las innovaciones tecnológicas y la mayor competitividad,
así como al repliegue de los programas estatales en servicios básicos. En ese sentido, las
personas en esta categoría "deambulan por los bordes del modelo intentando conservar una
precaria pertenencia y, con ello, evitar el desmoronamiento de sus horizontes de futuro".
Las principales políticas para este grupo son aquellas dirigidas a bloquear las rutas a la
pobreza y a la exclusión de la sociedad, que llevan a generar estructuras de oportunidades
que faciliten la acumulación de activos (por ejemplo, en las áreas de vivienda, de créditos
para microempresas, o de ampliación de la cobertura de seguridad social).
Pero siendo insuficientes los ingresos de este segmento para garantizar una inserción
satisfactoria en la sociedad moderna, su seguridad será altamente dependiente del respaldo
que otorgue el Estado a la preservación de derechos ciudadanos vinculados al bienestar, de
modo que un eventual repliegue de éste frente al mercado, o un optimismo ingenuo en la
capacidad de la sociedad civil, pueden agudizar su vulnerabilidad a la pobreza y a la
exclusión.
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Ps. Joseline Acuña Fernández
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desalentar la inversión educativa Por otra parte, y aún reconociendo el carácter todavía
embrionario de las respuestas a la gran interrogante sobre la modalidad que podrían asumir
los nuevos patrones de integración social, es conveniente que la preocupación por la
generación de espacios de integración (que compensen las falencias que actualmente
presentan en ese aspecto los ámbitos del trabajo y del consumo), se constituya en principio
orientador del diseño de oportunidades para los jóvenes abiertos a la modernidad.
Tanto por sus consecuencias sobre la vida de las personas y el funcionamiento de las
sociedades como por su magnitud y persistencia, la pobreza sigue ocupando el centro de la
cuestión social en los países de América Latina. A partir de allí, en paralelo a los avances
metodológicos que revelaban la heterogeneidad de situaciones de pobreza, se impuso la
revisión del marco conceptual utilizado para la orientación de acciones que pretendan
atacar los problemas que de ella derivan.
La necesidad de revisar el instrumental conceptual también surge con claridad cuando se
constata que a pesar de más de dos décadas de aplicación de programas específicos de
combate a la pobreza en la región, el fenómeno persiste.
El problema de que los pobres constituyan una categoría nominal pero no un grupo especial
motivó la búsqueda de un diagnóstico más dinámico de la condición de pobreza. Esta
demanda provino principalmente del campo de las políticas sociales, interesadas ahora en
reducir o contribuir a superar las situaciones de pobreza. Tales diagnósticos hicieron una
relectura del concepto de heterogeneidad señalando que no todo es carencia, y que los
pobres poseerían recursos susceptibles de movilizar. De aquí la importancia de vincular la
condición de pobreza con la estructura de oportunidades para la movilización de esos
recursos.
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Uno puede definir pobreza sólo desde el punto de vista económico o desde las encuestas
que usa el INE. Sin embargo, hay otras definiciones que involucran los factores
psicológicos: "Un síndrome situacional en el que se asocian el infraconsumo, la
desnutrición, las precarias condiciones de vivienda, los bajos niveles educacionales, las
malas condiciones sanitarias, una inserción inestable en el aparato productivo o dentro de
los estratos primitivos del mismo, actitudes de desaliento y anomia, poca participación en
los mecanismos de integración social y quizás la adscripción a una escala particular de
valores".
Pobreza relativa no es pobreza en sí, sino en comparación con otros y con el nivel de
aspiraciones. Todos podemos ser pobres relativos en la medida en que nos comparamos con
otros. No es una categoría excluyente de la pobreza absoluta.
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Ps. Joseline Acuña Fernández
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Cultura del merecimiento, donde en un “mundo justo” los que son felices tanto como los
que sufren, es porque se lo merecen. Entonces, lo pobres lo serían porque “lo merecen”, es
decir, porque son deficientes psicológicamente y/o moralmente.
a. Compensación
b. Agresividad
c. Resignación:
Consiste en aprender a vivir en una situación de frustración crónica, de modo que se trata
de una reacción tardía, no primaria. Se asocia en las clases populares al fatalismo, al
sentimiento de impotencia, a la pasividad, al vivir el aquí y ahora.
Dentro del grupo que denominamos pobres, existen subgrupos en los cuales los niveles de
satisfacción y frustración de necesidades materiales son heterogéneos y su homogeneidad
es tal solamente vista desde afuera.
Se trata de potenciar la resiliencia presente en cada familia (sus recursos). Con procesos
capaces de fortalecerla para soportar las crisis o estados prolongados de estrés. Toda familia
tiene la capacidad potencial de actuar con resiliencia.
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
Características Familiares:
varones ingresen al mundo del trabajo más tempranamente, con escasa preparación y
calificación laboral, con ingresos insuficientes.
Las mujeres suelen comenzar su “vida familiar” con un embarazo temprano (con abandono
de estudios e ingreso precoz al trabajo), con una abuela que cría al nuevo miembro y/o una
convivencia con su pareja en casa de alguno de los padres.
Crianza a cargo de la abuela, permanente o hasta que la madre pueda hacerse cargo. Esta a
veces se casa, pero no con el padre biológico del niño.
Tarea evolutiva: transferir la autoridad de la abuela a la madre, cuando esta retoma este rol,
puede generar resistencia en los hijos (percibida más como una hermana mayor que debía
obedecer a la abuela). O dificultades para aceptar la relación de pareja.
En este sentido, parece ser que una estructura más extendida constituye una mejor red
social para que las personas puedan desarrollarse (funcionalidad de la familia extendida).
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
Tanto por sus consecuencias sobre la vida de las personas y el funcionamiento de las
sociedades como por su magnitud y persistencia, la pobreza sigue ocupando el centro de la
cuestión social en los países de América Latina. A partir de allí, en paralelo a los avances
metodológicos que revelaban la heterogeneidad de situaciones de pobreza, se impuso la
revisión del marco conceptual utilizado para la orientación de acciones que pretendan
atacar los problemas que de ella derivan.
La necesidad de revisar el instrumental conceptual también surge con claridad cuando se
constata que a pesar de más de dos décadas de aplicación de programas específicos de
combate a la pobreza en la región, el fenómeno persiste.
El problema de que los pobres constituyan una categoría nominal pero no un grupo especial
motivó la búsqueda de un diagnóstico más dinámico de la condición de pobreza. Esta
demanda provino principalmente del campo de las políticas sociales, interesadas ahora en
reducir o contribuir a superar las situaciones de pobreza. Tales diagnósticos hicieron una
relectura del concepto de heterogeneidad señalando que no todo es carencia, y que los
pobres poseerían recursos susceptibles de movilizar. De aquí la importancia de vincular la
condición de pobreza con la estructura de oportunidades para la movilización de esos
recursos.
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
Por otro lado, la pobreza relativa no es pobreza en sí, sino en comparación con otros y con
el nivel de aspiraciones. Todos podemos ser pobres relativos en la medida en que nos
comparamos con otros. No es una categoría excluyente de la pobreza absoluta.
Psicológicamente hablando, es posible que una persona sufra o se frustre más por su
pobreza relativa. Por ejemplo, no tener radio o televisión.
Cultura del merecimiento, donde en un “mundo justo” los que son felices tanto como los
que sufren, es porque se lo merecen. Entonces, lo pobres lo serían porque “lo merecen”, es
decir, porque son deficientes psicológicamente y/o moralmente.
a. Compensación
b. Agresividad
c. Resignación:
Consiste en aprender a vivir en una situación de frustración crónica, de modo que se trata
de una reacción tardía, no primaria. Se asocia en las clases populares al fatalismo, al
sentimiento de impotencia, a la pasividad, al vivir el aquí y ahora.
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
Dentro del grupo que denominamos pobres, existen subgrupos en los cuales los niveles de
satisfacción y frustración de necesidades materiales son heterogéneos y su homogeneidad
es tal solamente vista desde afuera.
Se trata de potenciar la resiliencia presente en cada familia (sus recursos). Con procesos
capaces de fortalecerla para soportar las crisis o estados prolongados de estrés. Toda familia
tiene la capacidad potencial de actuar con resiliencia.
Características Familiares:
varones ingresen al mundo del trabajo más tempranamente, con escasa preparación y
calificación laboral, con ingresos insuficientes.
Las mujeres suelen comenzar su “vida familiar” con un embarazo temprano (con abandono
de estudios e ingreso precoz al trabajo), con una abuela que cría al nuevo miembro y/o una
convivencia con su pareja en casa de alguno de los padres.
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
Crianza a cargo de la abuela, permanente o hasta que la madre pueda hacerse cargo. Esta a
veces se casa, pero no con el padre biológico del niño.
Tarea evolutiva: transferir la autoridad de la abuela a la madre, cuando esta retoma este rol,
puede generar resistencia en los hijos (percibida más como una hermana mayor que debía
obedecer a la abuela). O dificultades para aceptar la relación de pareja.
En este sentido, parece ser que una estructura más extendida constituye una mejor red
social para que las personas puedan desarrollarse (funcionalidad de la familia extendida).
En esta última distinción interesan algunos aspectos claves que se desprenden del enfoque
de la vulnerabilidad. En primer lugar, el rol de las políticas públicas en el fortalecimiento o
diversificación de los activos físicos, financieros, humanos y sociales de los excluidos
pobres, que es el de mayores desventajas sociales. En segundo lugar, el escenario que
contribuye a generar el sector público para el acceso al conjunto de oportunidades que
brinda la sociedad, en particular mediante las políticas de regulación de los mercados,
distribución del ingreso y en los incentivos económicos. En este sentido, el origen de la
vulnerabilidad es la contracara de los activos, es decir, de los pasivos que poseen diversos
grupos de población. Los pasivos contribuyen a aumentar los riesgos, exponiendo en mayor
medida a los hogares que los poseen. De este modo, pueden identificarse políticas públicas
que afectan los activos y pasivos, las que pueden contribuir a reducir o no la pobreza, y
favorece o no la integración.
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
Otros dos grupos estables son mixtos: los integrados pobres y los excluidos no pobres.
Estos dos grupos estables tienen alguna relación con la vulnerabilidad en la medida en que
están afectados por bajos ingresos y por exclusión de redes sociales y de mercados básicos,
por ejemplo, del mercado de trabajo, financiero y de seguros. En el cuadro 1 se ilustran los
primeros cuatro grupos estables, a partir de los cuales se identifican los dos restantes.
Los otros dos grupos serían áreas de traslape de los casilleros con desventajas del cuadro 1
(integrado pobre / excluido no pobre y excluido no pobre / excluido total). Surgen como un
área que define riesgos diferenciados a partir de las características de los activos que poseen
individuos y hogares.
Otra forma .complementaria a la anterior. de explorar las vinculaciones entre los tres
enfoques es utilizando el gráfico 1 y el cuadro 2, que intentan captar de forma gráfica y
simplificada la diversidad de situaciones que se pueden presentar entre pobreza, exclusión y
vulnerabilidad. Se parte de la identificación de dos esferas, una de las cuales es la esfera de
la integración y la otra es la esfera de la exclusión, en la que se puede observar un continuo
que va desde integración alta o total (área I) hasta la exclusión alta o total (área VII).
La integración media (área II) se diferencia de la integración alta por disponer de menores
ingresos y en la cantidad y calidad de activos. Son no pobres, tienen empleo principalmente
en el sector formal, acceso a protección social, y muestran un promedio alto de años de
estudios y cuentan con derechos plenos de ciudadanía. La integración débil (área III) es la
que está atravesada por la línea de pobreza y su nivel de vulnerabilidad a las variaciones en
las condiciones de vida es más alto que en los grupos de integración alta o media. La
pérdida de ingresos los ubica en el grupo siguiente (como integrado pobre). En el caso de
complementarse las variaciones negativas de ingresos con procesos de exclusión pasarían a
formar parte de la esfera de la exclusión; por ejemplo, un asalariado del sector formal que
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VULNERABILIDAD SOCIAL
pasa a tener seguro de desempleo pero con ingresos por debajo de la línea de pobreza
estaría mostrando el paso de la integración débil (área III) al área mixta de integrado pobre
(área IVa). En términos del cuadro 1, las áreas I, II y III corresponden a los integrados
plenos.
Alrededor de la línea de pobreza (área IV) se solapan las esferas de integración y exclusión,
se encuentran aquí grupos de integrados pobres y excluido no pobre, definidos de forma
similar a los del cuadro 1. Esta área se subdivide en 1) los integrados pobres (área IV a.),
que están ubicados en la esfera de la integración pero por bajo la línea de pobreza; 2) los
excluidos no pobres (IV b), que se ubican en la esfera de los excluidos pero son no pobres
por ingresos. Las áreas V, VI y VI que se detallan a continuación corresponden, aunque con
diferentes intensidades, a los excluidos totales del cuadro 1. El área V define la exclusión
débil, que al igual que las otras dos áreas presentan necesidades básicas insatisfechas y se
ubican por debajo de la línea de pobreza. Se diferencia de las dos siguientes por que
presentan mejor dotación y potencialidad en sus activos y, también, por procesos de
exclusión menos severos. La exclusión media (área VI) se asocia, en términos generales,
con ciudadanía de baja intensidad y están bordeando la línea de indigencia. La exclusión
alta o total (área VII) se asimila a la indigencia y con formas extremas de exclusión de
derechos de ciudadanía, lo que también se conoce como núcleo duro de la pobreza.
El gráfico 1 permite observar que las áreas difusas definidas en el cuadro 1 como
vulnerable reciente se podrían asociar a las áreas IVa, IVb y V, en tanto que los vulnerables
permanentes o estructurales se asociarían a las áreas VI y VII. Si bien esta es una primera
aproximación, la intención es mostrar que exploraciones de este tipo, al igual que otras que
han surgido en los últimos años, permiten distinguir distintos tipos de políticas que
contribuyen a complementar y superar los enfoques que actualmente se están utilizando
para problemas dinámicos y multidimensionales como la pobreza, la exclusión y la
vulnerabilidad social. Esto es relevante en la medida que puede observarse la fuerte
dependencia que tienen los marcos conceptuales, la caracterización de los problemas y los
criterios de medición con el diseño y aplicación de políticas sociales.
Fortalecer los puntos de contacto al mismo tiempo que se desarrollan analíticamente los
diversos enfoques es una tarea que compleja que recién empieza para las políticas públicas
del siglo XXI.
Gráfico 1
La esfera de la integración se caracteriza por la inserción laboral en el sector formal, acceso
a redes de protección social (pública y/o privadas), alta y diversificada dotación de activos,
derechos plenos de ciudadanía e ingresos que permiten cubrir necesidades materiales y no
materiales. Estas características se van degradando en la medida que se aproximan a la
esfera de la exclusión.
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
Alrededor de la línea de pobreza se solapan las dos esferas: integrados pobres y excluídos
no pobres, donde se combinan grados variables (y alternantes) de pobreza y condiciones de
débil y frágil integración a las instituciones formales de la sociedad.
Gráfico 1: Esferas de integración y exclusión.
ADOLESCENCIA Y VULNERABILIDAD
Características de la Adolescencia
Cada edad y cada etapa de la vida tiene sus propias y particulares necesidades, así
la Vida Juvenil o Adolescencia, corresponde a un grupo étareo singular, con sus códigos
culturales y desafíos psicosociales específicos, ya no es tan sólo una etapa previa a la
adultez, sino que presenta peculiares características y necesidades, ha creado su propio
mundo y sus propios códigos.
Área Biológica
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
maduro (12 en las mujeres y 14 en los hombres aproximadamente) (Papalia & Wendkos,
1990).
La primera Menstruación indica la madurez sexual de las niñas, esto puede ser asumido con
diferentes actitudes y vivencias (miedo, malestar, alegría, etc.), básicamente a partir de la
preparación que haya tenido por parte de los adultos. En el caso de los niños, por la
aparición de esperma en la orina y por las poluciones nocturnas (sueño húmedo) (Sarafino
& Armstrong, 1988; Papalia & Wendkos, 1990.
En el caso de las niñas, los cambios físicos y el crecimiento corporal de esta etapa puede
comenzar dos años antes que los varones (Sarafino & Armstrong, 1988). El desarrollo y
crecimiento corporal se torna muy relevante en esta etapa, en la medida que los
adolescentes se consideran atractivos, van a desarrollar una mayor confianza en sí mismos,
situación que se mantiene muchas veces hasta la edad adulta. Según Papalia y Wendkos
(1990), los jóvenes que maduraban más tarde tenían tendencia a tener sentimientos de
inadecuación, a considerarse rechazados y dominados, a ser dependientes, a rebelarse más
contra sus padres, y a pensar en peores términos acerca de sí mismos. Quienes maduraban
temprano, mostraban autoconfianza, independencia y habilidad para desempeñar papeles
adultos en las relaciones interpersonales.
Área Social
Los repentinos cambios temporales desconciertan a los jóvenes y les hacen preguntarse qué
personas han sido hasta ahora y en quienes se están convirtiendo. Suelen vivir
simultáneamente en el mundo de los niños y el de los adultos (Mussen, 1986). Tienen una
serie de demandas nuevas que comienzan a plantearse: elección de pareja, independencia
de la familia, elección vocacional, etc. Siempre están en peligro de sentirse confusos
(Papalia & Wendkos, 1987).
En el comienzo de esta etapa, los jóvenes muestran una fase de oposición o negativismo, en
que pueden mostrarse displicentes, algo hoscos, guardando de mantener sus propios puntos
de vista respecto a problemas y conductas prácticas. Esta situación puede tener alguna
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VULNERABILIDAD SOCIAL
Las relaciones con sus progenitores pueden ser bastante difíciles en esta etapa, el deseo de
independizarse de ellos y a su vez tomar conciencia de la dependencia que tienen, les
genera un importante conflicto (Papalia & Wendkos, 1990, Roa, 1980). A su vez, los
padres suelen tener actitudes ambivalentes hacia la creciente madurez y alejamiento del
adolescente. Es difícil admitir que sus hijos tienen vida propia (Sarafino $ Armstrong,
1988). Suelen cambiar de opinión de un día a otro, contradiciendo, muchas veces, a sus
padres o hermanos. (Roa, 1980).
Las aventuras, hazañas, actos temerarios y desenfadados, y hasta vicios como el fumar e
ingerir alcohol, se realizan no rara vez con el objeto de mostrar seguridad o una imagen
erótica seductora. Es sustantivo en la adolescencia, la preocupación por la varonilidad o
por la femineidad y por no ser tomados como niños (Roa, 1980).
En relación con el atractivo hacia personas del otro sexo, aparece la preocupación por la
moda, uno de cuyos objetivos es mejorar la presencia del cuerpo, ocultando defectos,
mostrando virtudes, pero que busca además, un diferenciarse de la moda que usan los niños
y los adultos, mostrando en el modo de arreglarse y de vestirse, una personalidad propia y
autónoma (Roa, 1980).
Área Cognitiva
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
Área Moral
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VULNERABILIDAD SOCIAL
El “egocentrismo”, que les lleva a sentir inmunidad frente a los riesgos que le pueden
acarrear cierto tipo de conductas, infraestimando las probabilidades de sufrir daños
derivados de conductas problemáticas. Esta distorsión cognitiva podría estar en la base de
las graves conductas de riesgo en que se implican algunos adolescentes con cierta
frecuencia, creyendo que las consecuencias más probables de dichas conductas no pueden
sucederles a ellos porque son especiales. Este egocentrismo va disminuyendo a partir de los
15/16 años, en la medida que las operaciones formales quedan establecidas y se da un
reconocimiento de las diferencias existentes entre sus propias preocupaciones y las de los
demás.
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
Surgimiento de la “moral autónoma”; las normas son fruto de las relaciones de reciprocidad
y cooperación, y no de la imposición de los adultos.
Cada adolescente vive esta etapa de una manera particular y subjetiva, en un contexto de
espacios y comunidades humanas que producen diferentes maneras de ser adolescente.
Necesidad de reafirmación
La formación de una identidad propia es una de las tareas evolutivas más críticas de la
adolescencia, por ello se puede observar una tendencia a preocuparse en exceso por su
imagen y a como son percibidos por los demás. Sin duda, muchas de las conductas en las
cuales el adolescente se involucrará estarán asociadas a esta imagen. Los adolescentes
necesitan reafirmar su identidad y para ello han de compartir ritos específicos. En la
actualidad, estos ritos se relacionan, por ejemplo, a algunas actividades nocturnas de fin de
semana, entre ellas el consumo de alcohol y otras drogas utilizadas como objetos/sustancias
iniciáticas generadoras de vínculos sociales.
Necesidad de transgresión
A los adolescentes actuales no se les ha dejado el espacio para la transgresión. Los padres
de los adolescentes actuales, a fuerza de querer ser liberales, han perdido la capacidad de
indignación con sus hijos quedándose estos, sin muñeco contra el que tirar sus dardos. “Se
trata de una generación de padres que ha venido predicando la idea de libertad como el
valor supremo, como la idea central del ambiente cultural, del orden de los valores… y
ahora no encuentra ningún otro valor que justifique las limitaciones de ésta”.
De este modo parece ser que el espacio de transgresión para los adolescentes, se reduce a
ciertos temas como por ejemplo, las relaciones sexuales o bien, el consumo de drogas
vinculado habitualmente a sus espacios de tiempos libres. Contravienen el orden social
establecido, viviendo cada acto (o paso al acto) como una provocación frente al mundo
adulto y sus normas.
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
Por otra parte, el grupo de iguales puede constituir un factor de riesgo importantísimo en
esta etapa, representando una caja de resonancia o un amplificador potentísimo de
conductas inadecuadas, siendo muy difícil para el joven resistir la presión. Sin embargo,
conviene apuntar que la vulnerabilidad a la presión de grupo, viene modulada en gran
medida por los recursos personales del o la joven, tales como la autoestima, asertividad,
habilidades sociales, etc.
Con relación al grupo de pares varones, el riesgo principal está relacionado con los tipos de
comportamiento y socialización fomentados por él. El grupo de pares varones es el lugar
donde los chicos “prueban y ensayan los papeles de macho” y es este mismo grupo que
hace vida en la calle y juzga qué actos y comportamientos pueden considerarse “viriles”.
Sin embargo, las versiones de virilidad que a veces fomenta el grupo de pares varones
pueden ser homofóbico, cruel en sus actitudes hacia las mujeres, y apoyar la violencia
como forma de demostrar la propia hombría y resolver los conflictos.
Sensación de invulnerabilidad
Existen tres condiciones que se incrementan a esta edad: el egocentrismo, la omnipotencia
y la búsqueda de nuevas sensaciones derivada de su orientación a la novedad y a la
independencia. Los adolescentes tienden a pensar que sus experiencias son tan únicas e
irrepetibles que nadie las ha vivido anteriormente, ni sería capaz de entenderlas. Se sienten
envueltos en una “coraza” personal que les protege mágicamente de todos los peligros.
Pletóricos de salud y vitalidad, no tienen en consideración las advertencias en torno a
conductas de riesgo. Por lo tanto la conclusión más frecuente que ellos hacen frente a los
mensajes atemorizantes y a la vez atemorizados del mundo adulto es: “yo controlo”.
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
importante amenaza para su desarrollo posterior. En este punto es necesario tener en cuenta
la socialización de género, sobre todo en los varones en quienes los comportamientos están
poco orientados a acercarse a los adultos y pedir ayuda. En Alemania, Los estudios de
muchachos de 14 a 16 años pusieron de manifiesto que en épocas de conflicto, el 36%
prefería estar sólo y el 11% decía que no necesitaba consuelo; el 50% de los chicos recurría
a su madre y menos del 2% recurría a su padre.
Para dar una respuesta, es necesario consideran algunos valores y actitudes vitales que están
definiendo, según numerosas investigaciones, a cierta parte de la adolescencia y que
podrían ser posibles explicaciones de los comportamientos descontrolados en ciertas
ocasiones, sobre todo en ratos de ocio.
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
El presentismo
Una sociedad que plantea el vivir el aquí y el ahora, hace que muchos individuos insertos
en ella sean marcados por este modo de funcionamiento. A los jóvenes, el futuro se les
presenta incierto y no sintiéndose motivados por los estudios y ante un panorama laboral
poco optimista, optan por vivir el día (Arbex, 2004)
Jessor (1992) define “conducta de riesgo” como cualquier conducta que puede
comprometer el desarrollo psico-social del adolescente. Además, desarrolla un modelo
teórico conceptualizando el riesgo psicosocial de los adolescentes a través de la influencia
que diversas variables tienen sobre su conducta. En este modelo explica el desarrollo de
diferentes conductas consideradas como problemáticas durante la adolescencia (consumo
de drogas, la delincuencia, actividades sexuales prematuras o arriesgadas...) reconociendo
que diferentes tipos de conducta desviada responden a los mismos determinantes. Esta
teoría fue la que acuñó el término “conducta problema” para definir diversos
comportamientos de los adolescentes que son objeto de reprobación por la sociedad
convencional, y que pueden ser explicados por los mismos factores de riesgo.
Jessor considera unos factores de riesgo y protección, unas conductas de riesgo y unos
resultados de riesgo.
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VULNERABILIDAD SOCIAL
CONDUCTA
MEDIO MEDIO
Factores de BIOLÓGICOS SOCIAL PERCIBIDO PERSONALIDAD
Riesgo y
Protección
RESILIENCIA
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Ps. Joseline Acuña Fernández
VULNERABILIDAD SOCIAL
En las Ciencias Sociales, la capacidad humana de hacer frente a las adversidades de la vida,
superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso transformado (Grotberg, 1996; en Romero,
1998). La capacidad de soportar las crisis y adversidades y recobrarse (Walsh, 1998).
Mientras que una crisis o un estado persistente de estrés puede derrumbar a un individuo,
familia o grupo social más amplio, otros emergen de ellos fortalecidos y con mayores
recursos.
Los estudios de los factores de protección que fortalecen los recursos de los niños y les
permiten desarrollar su resiliencia estuvieron orientados inicialmente hacia la comprensión
de la manera en que algunos hijos de padres perturbados mentalmente o provenientes de
familias disfuncionales eran capaces de superar sus tempranas experiencias de abuso o
negligencia y llevar una vida fructífera, y también hacia el estudio de las cualidades de
adultos sanos que mostraban resiliencia individual pese a haber crecido en familias
alcohólicas disfuncionales y a frecuentes experiencias de maltrato. Otros se orientaron a la
investigación del riesgo y la resiliencia de los individuos que padecen situaciones sociales
devastadoras, como la pobreza y la violencia comunitaria, y cuyas vidas familiares se
complicaban por el abuso de drogas, la enfermedad mental, el delito y la violencia. Muchas
de estas personas, a pesar de encontrarse insertos en esos contextos sociales, se volvieron
adultos competentes demostrando capacidad resiliente.
Otros estudios, como los sobre el estrés y conductas de superación que propusieron el
concepto de “fortaleza”, y los referidos a los situaciones de guerra, han aportado a la
conceptualización de la resiliencia.
Características:
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La resiliencia parte de la base que todo ser humano tiene un potencial de recursos
manifiestos y/o latentes para vivir y desarrollarse, aún en condiciones adversas (optimismo
antropológico subyacente a la orientación humanista). Además, supone que el hombre, aún
estando en circunstancias tremendamente precarias y restringidas, tiene un grado de libertad
para elegir y hacerse responsable de sí mismo y parcialmente responsable por los otros y el
entorno (autonomía e interdependencia).[Frankl, Maslow, Rogers, Mahr, etc.].
La resliencia supuso un cambio de foco, del daño al desafío: Esta mirada se centra en
aquellos aspectos que dan cuenta de los recursos personales y ambientales de que dispone
el niño, la familia y la comunidad cuando debe enfrentar crisis agudas y prolongadas. No se
enfoca en los daños, carencias y precariedades.
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El concepto de resiliencia genera dos ideas contrapuestas que, desde una perspectiva
sistémica, pueden conciliarse en tanto los fenómenos sociales y las comunidades que los
producen interactúan reciprocamente:
el privilegiar una mera adaptación funcional a los desequilibrios del modelo económico
cultural.
la posibilidad de que los individuos, grupos y comunidades manifiesten ese potencial
latente que permite la superación de situaciones límite.
Resiliencia individual:
Walsh (1998) resume algunos hallazgos respecto de tres ámbitos interrelacionados que
influyen en la resiliencia individual:
Rasgos individuales:
Las personas fuertes poseen tres rasgos generales: creen que son capaces de controlar los
sucesos de su experiencia o de gravitar en ellos; se sienten profundamente involucradas o
comprometidas con lo que hacen; ven el cambio como un desafío apasionante que los
puede conducir a un mayor desarrollo.
Inclinación optimista, que permite apelar a cualquier excusa para tener esperanza y fe en
que pueden recobrarse, y movilizar activamente todos los pensamientos y recursos capaces
de contribuir a dicha recuperación.
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Apoyo social: El apoyo a la resiliencia familiar también puede venir de amigos, vecinos,
maestros, instructores particulares, sacerdotes, etc. A menudo, en familias perturbadas, los
niños resilientes establecen vínculos con otros adultos positivos. También la vinculación
con individuos o grupos que enfrentan dificultades similares favorece su resiliencia
individual.
Vínculo afectivo: Sin una o más experiencias de vinculación significativa para el niño, es
imposible desarrollar resiliencia. En la infancia temprana el factor protector más fuerte es la
existencia y disponibilidad de una relación de cuidado cálido y estable en el tiempo (madre
u otra figura adulta sustituta). De esta relación, el niño adquiere la capacidad de
experimentar confianza, fe y la constancia objetal necesaria para nutrirse de la imagen
interna de la madre o de la figura sustituta cuando esta no está. Esta relación
suficientemente buena, a su vez inserta en una realidad familiar que puede ser un refugio
que proporciona calor y estímulo, conforman un “lugar de pertenencia” que da seguridad y
bienestar, al que se puede echar mano toda la vida en forma concreta o simbólica. Tener la
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Se ha avanzado hacia una concepción sistémica de la resiliencia por dos tipos de hallazgos:
La significación que tienen las relaciones personales estrechas para cultivar la resiliencia
individual (hasta el surgimiento de rasgos individuales genéticamente determinados se da
en un contexto relacional).
La necesidad de adoptar una visión ecológica y evolutiva para dar cuenta de los procesos de
mediación en el contexto social a lo largo del tiempo. Así, se considera a la familia, el
grupo de pares, la escuela, el lugar de trabajo o los sistemas sociales más amplios como
nichos contextuales para la competencia social. Por otro lado, los mecanismos de
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adaptación y superación no son un conjunto de rasgos o atributos fijos, sino procesos que se
extienden en el tiempo y son determinados por múltiples factores.
Se puede sostener que determinado sistema de creencias (por ejemplo, una visión confiada,
esperanzada y potenciadora) y los procesos narrativos que le dan sentido a las experiencias
favorecerán la resiliencia familiar mientras que otros no lo harán. Un conjunto de creencias
y narrativas compartidas, que fomenten sentimientos de coherencia, colaboración, eficacia
y confianza, son esenciales para la superación y dominio de los problemas.
Por otro lado, estas percepciones familiares sobre el evento estresante se suman a las
experiencias previas en el sistema multigeneracional, forjando el sentido que la familia
asigna al desafío y a sus pautas de reacción.
Los valores espirituales y el legado cultural confieren un sentido y propósito que trasciende
a la unidad familiar.
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se carece de una reacción comunitaria ante las penurias de la familia, ésta puede disociarse,
por más que haya en su seno capacidad para la resiliencia.
Cambio de paradigma desde la familia como una entidad perjudicada hacia una entidad
desafiada, que reafirma su capacidad de autorreparación.
En cada individuo, familia y ambiente social más amplio operan numerosos procesos
recursivos en curso, cuya interacción decide si la vulnerabilidad cederá paso a la resiliencia
y a una vida provechosa, o si se intensificará y desembocará en la disfunción y la
desesperación.
Los procesos necesarios para un funcionamiento eficaz pueden variar en distintos marcos
socioculturales y ante distintos desafíos evolutivos. Este marco de la resiliencia presenta la
ventaja de poder examinar el funcionamiento familiar en contexto y vincular los procesos
con los desafíos. No se trata de definir un modelo de familia resiliente, sino de indagar en la
resiliencia presente en cada familia, delimitando ciertos procesos claves que son capaces de
fortalecer al grupo familiar para soportar las crisis o estados prolongados de estrés. Toda
familia tiene la capacidad potencial de actuar con resiliencia. Por otro lado, hay muchas
maneras de hacerlo. Todas la s familias tienen problemas, lo que las distingue es lo que
hacen con ellos.
Resiliencia Comunitaria:
Los pilares de la resiliencia comunitaria son, por ejemplo, la vida cultural, la democracia
activa y la autoestima colectiva (Suarez Ojeda, 1996; en Romero, 1998).
A fin de logra que las familias manejen mejor las situaciones estresantes, conviene que los
esfuerzos en favor del cambio no solo incluyan a la familia, sino además a las redes de
apoyo y a sistemas más amplios, con el objeto de estimular vínculos comunitarios que la
mayoría de las familias han perdido (grupos de autoayuda, grupos multifamiliares, etc.). Al
tomar contacto con otras familias que afrontan problemas similares se gana resiliencia, y
cada familia puede aprender de otras.
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Bibliografía
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