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Gallzecia #23, 289-900 pare. 2004, SSN: 0211-8689 PENSANDO LA GUERRA: ALGUNAS LECCIONES DE LA HISTORIA CLASICA Por José Carlos BERMEJO BARRERA Departamento de Historia | Universidade de Santiago Abstract: _ In this work, the most recent historiographic vision about Grecian warfare is analized. According to this viewpoint, warfare is considered to be regulated and rationalized in Ancient Greece, which would be the origin of the Western model of war. Keywords: Greece, war, classical tradition. Si evocdsemos la imagen de la historia que fuese compartida por buena parte de la poblacién, probabiemente nos encontrariamos con que la mayor parte de la gente piensa que lo que se ensefia en los libros de historia es una sucesién mas ‘© menos continua de reyes, gobernantes, guerras y batallas. Y hay que reconocer que en esto tendrian gran parte de razén, puesto que, a pesar del desarrollo de otros tipos de historia desde hace unos setenta afios, el peso de los acontecimien- tos politicos y militares fue durante mucho tiempo, y todavia continda parcialmente siéndolo, predominante en el discurso de los historiadores. No es, en efecto, un azar que si nos remontamos a los origenes de la historiogratia occidental veremos como al padre de la historia, Herodéto, centra su interés y es empujado a escribir por el impacto que en él provocan las Guerras Médicas. Su continuador, Tucidides, toma como tema, y-también a partir de su experiencia vital, la Guerra del Peloponeso. Y si siguiésemos adelante con Jenofonte, Polibio, Flavio Josefo y tantos otros historiadores de la Antigledad Clasica verfamos que en ellos el peso de guerra en sus textos es absolutamente aplastante. La historiograffa occidental en el momento en ef que quiso ser considerada como ciencia, a comienzos del siglo XIX, se prociamé como sucesora de la 289 Bermejo Bar historiograffa griega. Se solia decir que ningtin historiador contemporaneo podria llegara alcanzar nuncala maestriade Tucidides. Y esa asunci6n de legado olasico no tuvo lugar Gnicamente a nivel literario, intentando imitar a los grandes historia~ doresde la Antigtiedad, sino también a otros niveles mas profundos, reivindicando ellegado de Grecia y Roma como cunas de la Civilizacién Occidental y destacando elvalorde los elementos de sus civilizaciones y de los conceptos basicos que esas, culturas crearon, para poder comprender el mundo contemporaneo. Este proceso de reivindicacién del pasado clasico tuvo también lugar en el campo especifico de la guerra, en el que a continuacién vamos a examinar como determinados historiadores contempordneos, como Victor Davis Hanson, N. Luttwak 0 John Keegan, que a su vez desempefian el papel de asesores estratégicos de los gobiernos de superpotencias como los EEUU, disefiando las lineas maestras de sus planteamientos estratégicos, reivindican lo que ellos ilaman el modelo occidental de la guerra, que habria visto la luz en torno alas. aguas claras del Mediterraneo. En este caso concreto, como aun nivel més general, podrfamos sefialar el peso que determinados conceptos historiograficos estan teniendo en el mundo contem- pordneo, actuando como configuradores de las grandes lineas ideolégicas, politicas y estratégicas de los EEUU, como seria el caso de la nocién de civilizacién, cuya validez fue reivindicada por Samuel P. Huntington (S. P. Huntington, 1997), sacando a la luz el renovado vigor de las historiografias de ‘Spengler 0 Toynbee, con el objeto de disefiar un escenario estratégico en el que, tras fin de la Guerra Fria, los enemigos reales de ia Unica superpotencia mundial pasarian a ser las demas civilizaciones, y especialmente la civilizacién islémica. Veamos, pues, en que consisten estos planteamientos que permiten pensar la guerra, es decir hacerla racional, comprensible, y consecuentemente, en Ultimo término, también justificarla y comprender su necesidad. Comenzaremos por la teorfa de Hanson (V.D. Hanson, 1989) que se centra en la Antigua Grecia en la que naceria el modelo occidental de ia guerra, basado en la batalla de infanteria. Tanto en la historia griega, como en la historia antigua en general la guerra ha estado siempre presente. No nos olvidemos que los primeros documentos historicos, o las primeras representaciones artisticas, en el Antiguo Egipto o en Mesopotamia toman como tema la victoria de un gobernante y la derrota y destruccién fisica del ejercito enemigo, pensemos, por ejemplo en la paleta del rey Narmer, en Egipto, o en la Estela de los Buitres, en Mesopotamia, en las que se representan de una forma bastante cruda las realidades de la muerte y la guerra. Sidejamos a un lado la prehistoria helénica, en la que la presencia de la guerra esta atestiguada por la presencia de armas, forlificaciones y destrucciones 290 Persando la guerra. violentas, fosilizadas en el registro arqueolégico, nos encontraremos con que los primeros documentos escritos en lengua griega, las tablillas del Lineal B recogen una serie de prescripciones relacionadas con un acontecimiento militar que llevaria a la destruccién del propio palacio de Pilos. En las tabiilas se encarga a los broncistas la fabricaci6n de armas, se hacen inventarios de carros de combate y se habla de unas guarniciones costeras, 0-ka, formadas por soldados depen- dientes del palacio, asi como de la existencia de una nobleza guerrera, el ra-wo, que pasaré iuego a ser la protagonista de buena parte de la historia griega. Con la desaparicion de la civilizacién micénica, en efecto desaparece la guerra gestionada por las estructuras preestatales y se pasa a otro tipo de guerra en la que los protagonistas son los nobles, los guerreros profesionales, cuyas hazafias seran desoritas y cuyo honor sera ensalzado en poemas como la Iliada, el primer monumentode la literatura griega, cuyo tema es un pequefio episodio de una gran guerra, y en la que se ensalza el honor de los guerreros que mueren defendiendo a su ciudad, como Héctor, o que prefieren la muerte gloriosa en la juventud a la muerte andnima y anodina en la vejez. Este tipo de guerra noble se caracterizaba por el reducido nimero de comba- tientes y por los enfrentamientos basados en los combates individuales, en los que la suerte del entrentamiento podria depender de la fuerza y la habilidad de un guerrero singular. Pero dentro del mundo de los querreros profesionales nacié una tactica militar, la tactica hoplitica, vendria a revolucionar la guerra ariega, y que estaria en la raiz de nuestro modo de pensar la guerra. La tctica hoplitica consiste basicamente en que una batalla es un enfrenta- miento entre dos ejércitos formados por soldados armados uniformemente con casco, coraza, grebas, escude, lanza y espada, que ademas avanzan en forma- cién, marcando un paso regular. El destino de la batalla se decide mediante un choque frontal en la que una de las dos falanges debe romper las filas de la falange contraria, con el fin de desorganizar al ejército rival, que desde el momento que pierde la proteccién que la fila continua de ios escudos de sus soldados le ofrece, pasa a ser victima del avance de las filas de lanzas del ejército ganador, 0 bien debe optar por la retirada. La falange hoplitica posefa dos puntos débiles. Por una parte sus flancos, que quedaban descubiertos y tenian que ser protegidos por la caballeria, compuesta basicamente por nobles, los Unicos que podian costear el mantenimiento de un caballo. Y por otro lado su tendencia a desplazarse hacia la derecha. En efecto, cada guerrero protegia la parte izquierda de su cuerpo con su escudo, pero para proteger su parte derecha debia tratar de colocarse bajo la proteccién de su compafiero de la derecha, protegiendo él, a su vez, a su compafiero de la izquierda. Todo esto hacia que los soldados se fuesen empujando hacia el lado derecho, lo que desequilibraba la estabilidad de las filas. Esto dio lugar, apartir del siglo IV a.C. a que se desarrollasen una serie de modificaciones que iban a transformar el desarrollo de las batallas de infanteria. El general tebano Epaminondas cre6, en primer lugar la falange oblicua. Es decir sustituy6 el 291 Bormejo Barrera, J.C. recténgulo que formaba la falange clasica por un poligono irregular en el que se colocaban mas filas de soldados en el lado derecho de su propia falange. En el momento del enfrentamiento, el lado derecho retorzado empujaba el lado izquier- do débil de la falange contraria, con lo cual conseguia romper sus filas. A partir de aqui se iran creando otras soluciones tacticas, como la falange macedonia, mucho mas profunda que la falange griega y dotada de lanzas de diferentes longitudes, para incrementar su potencia, o la legién romana, que avanza utilizando formaciones cuadradas, mucho més méviles y giles, que actdan en conjuncién con la caballeria y la infanteria ligera (Y. Le Bohec, 1990). No es nuestra intencién ahora desarrollar el estudio de las técnicas militares de los griegos y los romanos, sino ver que concepcién se oculta detras de ellas, con el fin de analizar el uso ideolégico de su supuesto modelo occidental de la guerra en el momento presente. Aunaue la batalla de infanteria se complicé, utilizando distintos tipos de atmamento 0 técnicas, como el uso de los elefantes por parte de Anibal para romper las filas de ias legiones romanas. Sin embargo hay una serie de conceptos fundamentales de la guerra griega, que servirian para definir ia querra occidental. Los conceptos fundamentales sobre los que se asienta la guerra clasica poseen un gran interés porque esos mismos conceptos, resucitados a partir del siglo XVI fueron sistematizados a comienzos del siglo XIX por uno de los mas famosos tratadistas militares, Karll von Clausewitz (K. v. Clausewitz, 1984) y son el principal instrumento que permite pensar, racionalizar y justificar la existencia dela guerra. El primero de ellos es el que afirma que existe una vinculacién intima entre guerra y politica, o dicho en términos de Clausewitz, que la guerra es la continua- cién de la politica por otros medios. Clausewitz formulé este principio pensando basicamente en la politica exterior, cuyos objetivos pueden ser alcanzados por medios diplométicos o militares, llegado el caso. La vinculacién entre guerra y politica exterior es una idea evidente en la historia europea a partir del siglo XVI y fue asumida como tal por los grandes historiadores contemporaneos. Leopold von Ranke, sostenia, como otros muchos historiadores y fildsofos (W. B. Gallie, 1980), que donde se manifiesta verdaderamente la existencia y el vigor de una nacién y un estado es en la guerra. Es en el enfrentamiento con otro estado en el ‘campo de batalla cuando un estado pasa a ser verdaderamente sujeto, 0 protagonista, de la historia. Por esa razén es la guerra la protagonista de los grandes libros de historia del siglo XIX. La vinculacién de la guerra y la politica no se da, sin embargo, Gnicamente en el terreno de la politica exterior, sino basicamente también en el de la politica interior. Y es aqui donde, segin Hanson, tendriamos que aprendernos una de las lecoiones de la historia de Grecia. En efecto la creacién dela falange hoplitica hizo que la guerra se decidiese basicamente a partir del numero de combatientes que pasaban a formarla. Los nobles dejan de ser los protagonistas de la guerra y es necesario crear el ejército ciudadano. Todos los hombres, en edades entre los 292 Pensando la guerra, 18 y los 50 alos pasaban a formar permanentemente parte del ejército de su ciudad, como caballeros, si eran nobles, como hoplitas, en su mayor parte, o como remeros de la flota, en el caso de aquellos ciudadanos atenienses que no tuviesen dinero paracostearse su armadura como hopltas. Si recurrimos a la historiagriega veremos que personajes como Sécrates hacen referencia a su participacién en numerosas campajias, Tucidides, el historiador fue estratego del ejército de su ciudad, un poeta como Séfocles llegé a mandar parte de la flota.. Max Weber habia definido aa polis griega como un club de hombres, en el que naturalmente estarian excluidas las mujeres y los hombres no libres, metecos y esclavos. Hanson reivindica la figura del soldado ciudadano, que a su vez es un campesino y que posee sus propias armas, sugiriendo un paralelismo entre ese campesino soldado y ciudadano armado en el mundo griego y en los EEUU, una sociedad por cierto, en la que el ntimero de campesinos actualmente es muy reducido. Elideal del soldado ciudadano hace que la guerra pase a ser consustancial con la existencia de la ciudad griega y con la propia existencia del estado contempo- rdneo, y olvidar ese hecho serfa, segin este autor o segun N. Luttwak (N. Luttwak, 1981), o seguin John Keegan (J. Keegan, 1995) olvidar las lecciones de la historia, y consecuentemente desconocer la realidad social y politica. Sia ello le afiadimos el hecho de que esos soldados ciudadanos serian los Gnicos que habrian creado una forma de gobierno, la democracia, en la que se asegura la participacién en el juego politico de todos ios ciudadanos-soldados, y que esa forma politica ha sido la creadora de una cultura superior a todas las demas enlos campos del arte, la literatura, la filosofia y las ciencias, veremos como los paralelismos entre la historia griega y el momento presente pasan asernouna serie de coincidencias, sino algo muy intencionalmente buscado. La historia, sin embargo, aun seré mucho mas compleja, puesto que los griegos, y sobre todo los atenienses y los espartanos tenian otras ideas también muy interesantes para el momento presente de los EEUU y de nuestro mundo contemporaneo. Una de ellas es que los regimenes politicos se pueden exportar. De hecho ios atenienses imponfan en las ciudades de la Liga Atico-délica constituciones democraticas y los espartanos constituciones oligarquicas. Expor- tacién de modelos politicos justificada naturalmente por la propia superioridad cultural de aquellos que intentaban exportarlos. La guerra, ademés de estar vinculada a la politica interior y exterior esta vinculada muy estrechamente a la economia, actualmente y en el mundo griego antiguo (Y. Garlan, 1989). Ya desde los poemas homéricos sabemos que en la guerra se obtiene un importante botin en bienes inmuebles, muebles y esclavos. La guerra produce beneficios, no porque permita solo expandir nuestros merca- dos, que suele ser la visién que Lenin hizo clésica al interpretar la Primera Guerra Mundial como un enfrentamiento por los mercados entre potencias imperialistas, sino porque no proporciona directamente bienes, a partir de la ocupacién de 293 Bermejo Barrera, J. ©. territorios y el asentamiento de campesinos, mediante la comercializacion de los bienes capturados como botin, y sobre todo mediante {a venta de esclavos. Es laarché, el predominio politico y militar io que permite el funcionamiento de la economia. La guerra no deriva de la economia, en el sentido que sean las fuerzas econémicas las que la regulan. Por el contrario es la guerra la que pone en movimiento aia economia y la que, en ultimo término permite su desarrollo. Otra sospechosa leccién de la historia helénica, asi como de la guerra antigua en general (J. Harmand, 1976) Pero aun no han acabado nuestras lecciones. En la Grecia Antigua se partia del principio, de acuerdo con muchos tratadistas de! derecho griego, de que el estado natural de las relaciones entre las polis es un estado de hostilidad permanente. Por decitlo en términos actuales. En los estados contemporaneos serfa necesario declarar la guerra. En las ciudades griegas la guerra es lo natural, lo que se debe pactar es su suspensidn, es la paz Esta situaciénde hostilidad generalizada, unida ala idea dela consustancialidad entre la guerra y la polis, o la guerra y el estado, reforzada por la vinculacion existente entre guerra y economia nos permite pensar no sdlo el mundo griego antiguo, sino también el momento presente. Ahora bien, silos griegos son un modelo no es porque sean un pueblo belicista omilitarista. Los espartanos si lo fueron, y por eso fueron tomados como modelo por otros regimenes militaristas en el pasado, como por ejemplo Prusia, o fa Alemania Guillermina, o la Alemania Nazi, sino porque regularon la guerra y la hicieron racional. Ena regulacién de la guerra deberiamos distinguir dos ideas: la idea de batalla decisiva y la idea de regulacién de los derechos de los combatientes y no combatientes. Se llama batalla decisiva aqueila en funcién de la cual se rige el desenlace de una guerra. En esa batalla se concentran las principales fuerzas de los dos ejércitos contendientes y quien obtenga la victoria gana la guerra, Las batallas de infanteria griega estaban reguladas por una serie de convenciones. Antes de la batalla, por ejemplo, los ejércitos, a veces ya formados, se toman un tiempo para hacer sacrificios a Ares y analizar los presagios de las visceras de las cabras sacrificadas. En la batalla se regula el uso de las armas: A partir de la Guerra Lelantica se prohibe el uso de las armas arrojadizas. Tras la batalla se da una trequa al perdedor para que recoja y entierre sus cadaveres. Y el ganador alza un trofeo con las armas de los vencidos, que asi reconocen su derrota. En un principio los no combatientes quedan al margen de la batalla, pero no de la guerra, ya que los hombres seran ejecutados, en un primer momento histérico, para pasar a ser después vendidos como esclavos, quedando sus bienes y su ciudad a merced del vencedor. Hay numerosas regulaciones en el mundo griego del desarrollo de la guerra. Se establecen treguas sagradas para la consulta de ordculos o la visita a santuarios. Del mismo modo se regulan otras treguas no religiosas y se establecen acuerdos defensivos y ofensivos, pudiendo, a veces, 294 Pensando le quera incluso llegarse a reconocer la condicién de neutral. Aunque no obsta para que, cuando los intereses de la guerra lo exigen no se respete la neutralidad, como en @| famoso caso de la isla de Melos, inmortalizado por Tucidides en el famoso diélogo entre melios y atenienses, en el que el cinismo ateniense, derivado de su superioridad militar, se impone a las pretensiones religiosas y legales de los débiles melios. Todo este tipo de regulaciones serian un ejemplo a seguir en el mundo contemporéneo, a partir de la guerra antigua, aunque, como hemos visto, estas regulaciones no estén exentas de contradicciones, que sacan a la luz el caracter mas descarnado de la guerra. Pero este proceso de regulacién nos interesa, ademas de por el uso ideolégico que estos autores hacen de elias, evidente a veces, como cuando Luttwak, ignorando las lecciones de Ia historia econémica, social y administrative del Imperio Romano, atribuye su decadencia a causas exclusivamente militares (una leccién para otros imperios contemporaneos, que deberdn asi reforzar sus ejércitos), por que en lo mas profundo se sostiene que la guerra es pensable, es racional y es inseparable no sélo del desarrollo de la historia, sino de la propia existencia de la civilizacién. John Keegan pone claramente de manifiesto como para comprender a historia de la guerra no debemos Unicamente, siguiendo a Clausewitz, pensar que la guerra se limita a ser la continuacién de la politica por otros medios. El desarrollo de la guerra es inseparable de cuatro variables: la sociedad, la economia, la politicay al tecnologia. Cada época histérica organiza la guerra en funcién de esas variables. Las cuatro convergen en la guerra y la guerra alimenta alas cuatro. La primera parte del argumento parece clara. La guerra continia la accién politica y cada sociedad, de acuerdo con su estructura crea un determinado tipo de ejércitos: el nobiliario, el ciudadano, el mercenario, que aplicaré la tecnologia mas desarro- ilada para cumplir sus objetivos militares, en funcién de los medios econémicos de que disponga. Ahora bien, la inversién del argumento puede ser mucho mas peligrosa, ya que no se trata de, partiendo de una situacién histérica dada, poner los recursos. humanos, técnicos y econémicos para el desarrollo de la guerra, sino, por el contrario, de orientar los recursos humanos, o sociales, la economia, la tecnologia y la politica para el desarrollo de la guerra, considerado como objetivo primordial, lo que serfa una de las caracteristicas que definen alos estados militaristas, y que quizas estemos viviendo parcialmente en el momento presente. u Dejando a un lado los intereses ideoldgicos que llevan a proyectar el presente en el pasado con el fin de justiticar determinados presupuestos politicos, tendria- mos que plantearnos si en el caso concrete de las guerras antigua y madera es 295 Bormejo Barera, J.C. posible establecer la comparacién de una forma tan lineal, 0 si tendriamos que tener en cuenta algunos pasos intermedios. Ei modelo occidental de la guerra sufriria un retroceso evidente alo largo de la Edad Media, en la que se volveria a formas de guerra mucho més primitivas, relacionadas con la existencia de una sociedad feudal y con la debilidad del poder ylos ejércitos estatales. Partiendo de desarrollos que se dieron embrionariamente en esa propia Edad Media, sera a partir del siglo XVI, con el desarrollo de los grandes reinos europeos, como ese tipo de guerra se intentard de nuevo poner en vigor. Se crearan asf los ejércitos reales, inspirandose a veces en los tratadistas antiguos y reinstaurando técnicas de combate que serian propias de la Antigie- dad. Se uniformiza a los soldados, en vestimenta y armamento, se vuelven a utilizar las formaciones cerradas en el campo de batalla, y los ejércitos se tienden a concentrar en batallas decisivas. Serd en el siglo XVIII (M. Howard, 1983; R. Caillois, 1972) cuando esa forma de hacer la guerra alcance su mayor grado de sistematizacién. Pero el fin del siglo XVIII, la Revolucién Francesa y las Guerras Napolednicas van a abrir un proceso que nos Ilevaria a la guerra actual. Napoleén revolucion6 la batalla de infanteria cambiando el uso de la artillerfa, al concentraria en determinados puntos para romper las formaciones enemigas. Ademas de ello el incremento de ia potencia de fuego de las armas hizo que progresivamente las formaciones de soldados tendiesen a abrirse y a sustituir la batalla de intanteria en campo abierto por la guerra de posiciones, llevando a cambiar las formas de planear la guerra. F. Engels sefialaba en una ocasién que la invencién del fusil de repeticion traeria como consecuencia el final de la guerra, ya que el aumento de la potencia de fuego sera tan grande que las guerras del futuro serian insostenibles por las elevadas pérdidas humanas. No sabemos como le hubiera impresionado a Engels la ametralladora, por no decir nada de otras armas posteriores. Lo que es cierto es que en gran parte tenfa razén en su tesis. Elincremento de la potencia de fuego llevé en la Primera Guerra Mundial a que los frentes se estancasen en una guerra de posiciones, en la que no se lograban avances en la conquista del terreno y en la que el nimero de bajas militares crecié exponencialmente. Ser con la reinvencién del carro de combate con lo que se produciré una transformacién radical en el desarrollo de la guerra. El carro permite romper los frentes (Hart Liddell, 1946) pero su uso ademas lleva a cambiar los planteamientos estratégicos. La batalla frontal entre dos ejércitos en la que se busca romper las lineas del enemigo por el punto mas fuerte se sustituye por la estrategia de la aproximacién indirecta. De acuerdo con ella se trata de buscar el punto més débil y penetrar las lineas del enemigo de tal modo que se le corten sus lineas de aprovisionamiento. Y es que ha nacido la batalla de materiales que se decide por la capacidad de movilizacién, no s6lo humana sino econémica y tecnolégica de los ejércitos combatientes. Ahora bien, la tecnologia y la economia no estan en el frente, sino en la retaguardia, con lo cual el tejido industrial, las vias de comunicaci6n y los nuicleos 296 Pensando la quer de poblacién pasaran a convertirse en el objetivo militar de una guerra en la que predomina el movimiento, de materiales y hombres, frente a los enfrentamientos estaticos. Estamos en la Segunda Guerra Mundial, con sus casi sesenta millones de muertos, y en las que dos de cada tres caidos son civiles. Las batallas decisivas pueden seguir existiendo, pero lo que en ditimo término decidird la guerra serd la capacidad industrial y econémica que los paises sepan poner en movimiento. Guerra, econom(a, politica, sociedad y tecnologia se imbrican, como dice Keegan. Pero hay un factor esencial a partir de ahora. El desarrollo de la tecnologia llevar aincrementar la capacidad destructiva de tal manera que puede llegar a aniquilar la propia vida humana, a partir del desarrollo de la guerra nuclear. Se llegarfa asi a.una situacién, entrevista por Engels, analizada por Caillois, con el nombre de «cuesta de la guerra y racionalizada por Raymond Aron (R. Aron, 198), segun la cual las consecuencias terribles del desarrollo de una guerra total llevarian a la prdctica imposibilidad de desarrollar la guerra. Estariamos en 1957 (afio en el que Aron escribe su libro) ena estrategia de la destruccién mutua asegurada que haria casi imposible la guerra nuclear total y que habria asegurado, gracias al terror mutuo, un largo periodo de paz. Ahora la situacién parece ser diferente. A comienzos del siglo XXi nuevas guerras, en este caso civilizatorias segtin Huntington, no sélo serian posibles sino que también son efectivas, incluyendo la posibilidad que algtin pais pueda utilizar de nuevo el arma nuclear, Gnicamente usada en 1945. La cuesta de la guerra podria llevarnos efectivamente a una situacién de guerra que, de acuerdo con las. caracteristicas de nuestra época historica seria total. Implicaria ala sociedad, la economia, la tecnologia y la politica y sus principales victimas serian las poblacio- nes civiles. Pensemos que en una guerra nuclear generalizada los supervivientes. serfan algunos militares, lideres politicos y civiles mas o menos escogidos. Este tipo de guerra parece demasiado irracional para ser defendida por nadie, por ello a comienzos de nuestro sigio se inventa lo que podriamos llamar la guerra higiénica. Una guerra que vuelve a ser racional, en la que se dice que se pueden evitar los «efectos colaterales» sobre los civiles, gracias al gran desarrollo de la tecnologia y a las nuevas armas. Una guerra moderna, limpia, casi sana, que por otra parte seria vital para el desarrollo econémico, tecnolégico y para reequilibrar las hegemonias politicas mundiales, o quizés la Unica hegemonia que parece existr. Pero la realidad de la guerra del 2003 es algo mucho mas complejo. No hay guerras limpias desarrolladas con la supertecnologia. La guerra se acaba deci- diendo sobre la tierra y las batallas las sigue terminando la infanteria, al igual que en Grecia. En la Guerra hay «dafios colaterales», y a propia I6gica de la guerra de materiales y movimiento hace que la poblacién civil sea un objetivo.a veces mas importante que los objetivos militares. Nuestras guerras, como todas las guerras, no son una manifestacién de la racionalidad. Norman F. Dixon, un militar briténico (N. F. Dixon, 1991) ha recogido decenas de casos en los que en numerosas guerras los estrategas han tomado decisiones absurdas, incluso estUpidas desde 297 Bermejo Barrera, J.C. el punto de vista militar, debido a que la psicologia del militar profesional le lleva a desarrollar determinados sentimientos que estarian en contra de la propia racionalidad estratégica. Y es que, en titimo término la guerra no se puede racionalizar. Si queremos volver a la historia clasica deberiamos decir que en la propia lliada, el poema de la guerra, hay pasajes que sacan a la luz la crueldad e inhumanidad de los conflictos armados, como por ejemplo el didlogo de Andrémaca y Héctor. Un poeta tragico griego Euripides pone de manifiesto la inhumanidad de la guerra para las mujeres griegas en las Troyanas. Homero no ignora que la guerra produce heridas, mutilaciones, muertes y destruccién de bienes y ciudades, aunque la considere inevitable. En el propio mundo helénico hubo pensadores que criticaron la esclavitud, la guerra y predicaron el valor del cosmopolitismo, sacando a la luz la idea de unidad de la humanidad en fa filosofia estoica. La guerra puede ser planeada, sistematizada, incluso juridicamente regulada para aminorar su crueldad. Lo que no puede ser es racionalizada, justificada. Porque frente a la guerra del estratega esta la del soldado que muere destrozado en el campo de batalla o la de los civiles muertos o heridos en los bombardeos. Podriamos decir que hay dos guerras: la pensada y la vivida. Debemos reivindicar @1 estudio de la guerra vivida, la que se hace con los cuerpos heridos y mutilados de soldadbs y civiles, la de las muertes, el hambre, el dolor ylas pérdidas humanas y personales. En a Grecia Antigua habia leyes que regulaban la participacién de las mujeres en los funerales, sobre todo de los muertos en guerra. Se limitaba su nimero y se les prohibia lamentarse demasiado, imponiéndosele castigos en esos casos. Habia dos visiones de la muerte en ia guerra. La masculina, para la cual la muerte por la ciudad es dulce y gloriosa, y la femenina, que, a veces, descomponia la visién masculina con el llanto, los gritos de dolor y los gestos plasmados desde hace diez sigios antes de nuestra era en las anforas funerarias geométricas y sus mujeres plafiideras. La relacién entre la guerra y Ia historia es una relacién muy profunda. No sélo porque la guerra haya estado siempre presente a lo largo de la historia humana, no sélo porque durante siglos los historiadores hayan hecho de ella un tema de teferencia privilegiado, sino también porque existe una semejanza muy profunda entre muchos historiadores y aquellos que quieren pensar la guerra. Se ha dicho que los historiadores, los Unicos profetas capaces de predecir el pasado, han sido también durante mucho tiempo generales frustrados, que gustaban de reconstruir en el papel aquelias batallas que les hubiese gustado dirigir. Ello es asi porque los historiadores tienden a situarse al lado de los vencedores. Se decia en la Antigdedad que un buen historiador debe ser un exiliado, como sila reflexién sobre e| mundo social y el pasado hubiese de surgir de un desencanto personal. A partir del siglo XIX esa figura del historiador resultaria anacrénica, dada la vinculacién de la mayor parte de los historiadores con las estructuras académicas estatales. Los historiadores antiguos, como Tucidides 0 Flavio Josefo, hablaban de guerras, 298 Pensando la guerra. Pero de unas guerras que habian vivido. Los historiadores contemporéneos dejaron progresivamente de hablar de lo vivido, para pasar a tratar con abstrac- ciones, pero con atracciones peligrosas, que traen consecuencias sociales, econémicas e histéricas en la vida de miles o millones de personas. Es en ese mundo de abstracciones donde la guerra halla su racionalidad y en el que se hallan instalados muchos historiadores, que si no son los cronistas del reino ni los poetas aulicos del Antiguo Régimen, actdan sin embargo en perfecta consonancia con quienes ejercen el poder. Frente a ellos creo que deberia haber otros historiadores que, conociendo los mecanismos que rigen las guerras, pasen de ellos a las experiencias vividas por los soldados de primera linea, asi como por las victimas que sufren el proceso de puesta en practica de esas abstracciones estratégicas. Decia Tolstoi en Guerra y paz que hay dos batallas: la del general y su mapa y la del soldado que se enfrenta con el cuerpo del soldado contrario. La batalla del general, que tiene lugar en el mapa (una abstraccién geogréfica) es un juego de fuerzas y figuras geométricas. La batalla del soldado es un enfrentamien- to entre cuerpos que se destrozan, en el que es muy dificil ver la racionalidad. Los historiadores deberfamos intentar captar la experiencia vivida sobre el terreno real y por los protagonistas conoretos de carne y hueso, recordando siempre aquel consejo que nos dio el escritor griego Luciano de Samosata en su optisculo acerca de cémo se escribe la historia, segtin el cual el historiador debe ser fiel a dos deberes: decir siempre la verdad y no adular a los poderosos. Esa es también una leccién de Ia historia griega, como tantas otras que podemos extraer. En ultimo término el problema que se nos plantea es el de para qué la queremos utilizar. Si para ver el presente en el espejo roto del pasado con el fin de justificar su racionalidad, o por el contrario si utilizar el pasado para poder ver las fracturas en el rostro fugitivo del presente. 299 Bennejo Barra, J. BIBLIOGRAFIA ARON RAYMOND, 1858: On War, University Press of America, New York, (Paris, 1957). CAILLOIS ROGER, 1972: La cuesta de la guerra, FCE, México, (Paris, 1963). CLAUSEWITZ VON KARL, 1984: De la guerra, Labor, Barcelona, DIXON NORMAN F. ,1991: Sobre la psicologia de la incompetencia militar, Anagrama, Barcelona, (Londres, 1976). GALLIE, W. B., 1980: Fildsofos de la paz y de la guerra,FCE, México, (Cambridge, 1978). GARLAN YVON, 1989: Guerre et économie en Gréce Ancienne, La Découverte, Paris. HANSON VICTOR DAVIS, 1989: The western Way of War. Infantry Battle in Classical Greece, New York, 1989. HARMAND JACQUES, 1976: La guerra antigua. De Sumer a Roma, Edat, Madrid, (Paris, 1976) HART LIDDELL, 1946: La estrategia de la aproximacién indirecta. 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