Para cierta clase de análisis del diseño, hubo que hacerse la biografía del
Palacio de Bellas Artes; tras dibujar una y otra vez las fachadas, leer sobre su
hundimiento e informarse cuanto es posible a distancia sobre tal edificio, llegó
el momento en que al estar finalmente en dicho palacio, el discurso del guía de
visita parece un tanto austero. Pero sucede al mismo tiempo un efecto que sólo
se consigue gracias al fanatismo por su estudio. Y es que el hecho de estudiar
desde lejos edificios importantes para la historia de la Arquitectura tiene
ópticas extrañas. En el transcurso de la carrera parece un tanto lamentable
tener que ver colores, texturas y escalas sólo en foto. Se llega incluso a decir,
Pani es muy bueno, Norten es magnífico, Gerry es malo, sin saber hasta qué
grado se simpatiza o no en realidad, con el fotógrafo de la publicación que
hayamos visto. Se observa la arquitectura según el presupuesto de la editorial.
O la profundidad del investigador biográfico.